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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 2 de 23. • 1, 2, 3 ... 12 ... 23
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
StephMeza escribió:Me ah encantado la sinopsis! Aquí nueva Lectora o/ espero que la sigas pronto :D
STEPH ESTÁ AQUÍ! :D Gracias por todo tu apoyo!!!!
EleanorJCalder
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
Sofilinda escribió:No sé, pero siento una enorme necesidad de leer tu novela, tanto que a cada rato estoy actualizando la página para ver si subiste. Ya no subiste el primer capítulo y ya me siento adicta xD.
Me presento, soy tu nueva lectora : D <3. Mi nombre es Sofía y pretendo acosarte hasta que subas el primer capítulo xD.
HOLA LINDA SOFII! Wooow No sabes los ánimos que me das :') Ya he subido la primera parte, no tardo nada en subir la segunda ;)
EleanorJCalder
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
Roochi.1D escribió:Aqui me tienes :)
Espero el capitulo ^^
ROOCHI ESTÁ AQUÍ! :cheers: Gracias por todo tu apoyo!!
EleanorJCalder
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
nueva lectoraaa!
me llamo adriana:)
me encantaaa la noveeeee!
siguelaaaaa prontoooo!
kisses!
adriana
me llamo adriana:)
me encantaaa la noveeeee!
siguelaaaaa prontoooo!
kisses!
adriana
chuqi
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
Niall.. siempre comiendo jajajajaja
Siguela pronto, la trama está muy buena ^^
Siguela pronto, la trama está muy buena ^^
Roochi.1D
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
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Capitulo 1 (Parte2)
Louis Tomlinson permanecía sentado ante su mesa de dibujo, sin una sola idea en la cabeza.
Bebía café frío, confiando en que estimulara su imaginación, pero su mente seguía tan en blanco como el papel que tenía delante. Sabía que los bloqueos existían, pero él rara vez los sufría. Sobre todo, teniendo el plazo de entrega encima. Y, naturalmente, iba muy retrasado.
Louis peló otro cacahuete y arrojó la cáscara hacia el cuenco. Golpeó en un lado y cayó al suelo, donde ya había unas cuantas. Por lo general, primero se le ocurría el guion y, más tarde, las ilustraciones. Pero como no había tenido suerte de ese modo, había cambiado de chip, con la esperanza de que, con el cambio de rutina, se le ocurriera alguna idea.
Pero aquel método tampoco estaba funcionando, lo mismo que él.
Cerró los ojos y procuró concentrarse para tener una experiencia extracorpórea. De la radio llegaba una vieja canción de Slim Whitman, pero él no la oía. Estaba viajando a años luz de distancia. Había pasado un siglo. El segundo milenio, pensó con una sonrisa. Había nacido demasiado pronto. Aunque no creía que pudiera culpar a sus padres por haberlo tenido con un siglo de antelación.
Nada. Ni soluciones, ni inspiración. Abrió los ojos de nuevo y miró la página en blanco. Con un editor como Rick Skinner, no podía permitirse ínfulas artísticas. El hambre y la miseria estaban siempre a un paso. Molesto, Louis tomó otro cacahuete.
Lo que necesitaba era un cambio de escenario, una distracción. Su vida se estaba volviendo demasiado monótona, demasiado vulgar y, a pesar de su bloqueo temporal, demasiado fácil. Necesitaba algún desafío. Tirando las cáscaras, se levantó y empezó a pasearse por la habitación.
Era alto, fibroso y fuerte, gracias a las horas que dedicaba cada semana a levantar pesas. De niño había sido disparatadamente flaco, a pesar de que siempre había comido Como un caballo. Las burlas no le importaron mucho hasta que descubrió a las chicas.
Entonces, con la silenciosa determinación que lo caracterizaba, había cambiado cuanto podía cambiar. Le había costado un par de años y mucho sudor desarrollar el cuerpo, pero lo había conseguido. Aún no daba por sentado su físico, y procuraba ejercitar el cuerpo tanto como ejercitaba la mente.
Su despacho estaba lleno de libros, todos ellos leídos y releídos. Le dieron ganas de sacar uno al azar y zambullirse en él. Pero tenía un plazo de entrega. El gran perro marrón tumbado en el suelo se giró sobre la panza y lo miró.
Louis le había puesto de nombre Tas, por el Diablo de Tasmania de los dibujos de Warner, pero Tas no era precisamente un torbellino de energía. El perro bostezó y se restregó lánguidamente el lomo contra la alfombra. Louis le gustaba. Louis nunca le pedía que hiciera tonterías, y casi nunca se quejaba si había pelo en los muebles o si hacía de vez en cuando una incursión en el cubo de la basura.
Además, Louis tenía una voz agradable, baja y paciente. Lo que más le gustaba a Tas era que Louis se sentara en el sueño con él y le acariciara el denso pelaje marrón mientras le contaba sus ideas. Tas miraba su cara fina y angulosa como si comprendiera cada palabra.
A Tas también le gustaba la cara de Louis. Era amable y fuerte, y la boca casi nunca se curvaba con reproche. Sus ojos eran claros y soñadores. Sus manos anchas y recias conocían los mejores sitios para rascar. Tas era un perro muy feliz. Bostezó y volvió a dormirse.
Cuando sonó el timbre, el perro se movió lo justo para tensar la cola y gruñir un poco.
-No, no estoy esperando a nadie. ¿Y tú? -respondió Louis-. Iré a ver -pisó las cáscaras de los cacahuetes con los pies descalzos, y lanzó una maldición, pero no se molestó en agacharse a recogerlas. Esquivó un montón de periódicos y una bolsa de ropa sucia que tenía que llevar a la lavandería. Tas se había dejado un hueso en la alfombra Aubusson. Louis lo mandó a un rincón de una patada y abrió la puerta.
-Su pizza.
Un chico huesudo de unos dieciocho años sostenía una caja que olía a gloria. Louis respiró hondo, disfrutando su aroma codiciosamente.
-Yo no la he pedido.
-¿Este es el 406?
-Sí, pero yo no he pedido pizza -husmeó otra vez-. Ojalá la hubiera pedido.
-¿No es usted Wallace?
-No, soy Tomlinson.
-Demonios.
Wallace, pensó Louis mientras el chico cambiaba el peso del cuerpo de un pie a otro. Wallace acababa de mudarse al 604, el apartamento de ______. Se rascó la barbilla, pensativo. Si Wallace era la morena de largas piernas a la que había visto subiendo cajas esa mañana, merecía la pena investigar.
-Conozco a los Wallace -dijo, y sacó unos billetes arrugados del bolsillo-. Yo se la subiré.
-No sé, no debería...
-Bah, no te preocupes por nada -dijo Louis, y añadió otro billete. La pizza y la vecina nueva tal vez fueran la distracción que necesitaba.
El chico consideró la propina.
-Está bien, gracias -a lo peor, los Wallace no eran ni la mitad de generosos.
Con la caja en equilibro sobre la mano, Louis se dispuso a salir. Entonces se acordó de las llaves. Se paró un momento a rebuscar en los bolsillos de sus vaqueros descoloridos y entonces recordó que las había dejado en la mesilla de la entrada al llegar la noche anterior. Las encontró debajo de la mesa, se las guardó en un bolsillo, notó que tenía un agujero y se las metió en el otro. Esperaba que la pizza llevara pepperoni.
-Será la pizza -dijo _______, pero agarró a Niall antes de que el chico saliera Corriendo hacia la puerta-. Deja que abra yo. ¿Recuerdas las normas?
-No abras la puerta a no ser que sepas quién es -recitó Niall, haciendo girar los ojos a espaldas de su madre.
_______ puso la mano sobre el picaporte, pero miró por la mirilla antes de abrir.
Frunció un poco el ceño al ver aquella cara. Habría jurado que aquel hombre la miraba fijamente con unos ojos azules muy claros y risueños. Tenía el pelo negro y revuelto, como si hiciera mucho tiempo que no se peinaba ni iba al peluquero. Pero su rostro era cautivador: fino, huesudo, sin afeitar...
-Mamá, ¿vas a abrir o no?
-¿Qué? -_______ retrocedió al notar que llevaba más tiempo del necesario observando al repartidor.
-Me muero de hambre -le recordó Niall.
-Perdona -_______ abrió la puerta y descubrió que aquella cara fascinante iba a acompañada de un cuerpo alto y atlético. Y que aquel hombre iba descalzo.
-¿Ha pedido una pizza?
-Sí -pero fuera estaba nevando. ¿Qué estaba haciendo descalzo?
-Bien -antes de que _______ se diera cuenta de lo que pretendía, Louis entró en el apartamento.
-Démela a mí -dijo ella rápidamente-. Llévate esto a la cocina, Niall -tapó a su hijo con su cuerpo y se preguntó si necesitaría un arma.
-Bonito piso -Louis miró relajadamente los bultos y las cajas abiertas.
-Le traeré el dinero.
-Invita la casa -Louis sonrió. _______ se preguntó si se acordaría de las clases de autodefensa que había tomado durante dos años.
-Niall, llévate eso a la cocina mientras yo le pago al repartidor.
-Vecino -la corrigió Louis-. Vivo en el 406... ya sabe, dos pisos más abajo. Llevaron la pizza por error a mi apartamento.
-Entiendo -pero, por alguna razón, aquello no la tranquilizó-. Lamento las molestias -_______ tomó su bolso.
-Ya está pagada -Louis no sabía si iba a agredido o a huir, pero de lo que estaba seguro era de que, en efecto, la investigación merecía la pena. Era alta, más o menos de la estatura de una modelo, pensó, y con ese mismo cuerpo discreto y elegante. Llevaba el pelo, castaño y bonito, apartado de la cara en forma de diamante, dominada por unos grandes ojos grises y una boca un ápice demasiado grande.
-¿Por qué no considera la pizza mi versión del comité de bienvenida?
-Es usted muy amable, pero no puedo...
-¿Va a rehusar la amabilidad de un vecino? -como le parecía excesivamente fría y desconfiada para su gusto, Louis miró al niño-. Hola, soy Louis -esta vez, su sonrisa obtuvo respuesta.
-Yo soy Nialler. Acabamos de mudamos.
-Ya lo veo. ¿De fuera de la ciudad?
-Ajá. Nos hemos cambiado de piso porque mamá tiene un trabajo nuevo y el otro era muy pequeño. Desde mi ventana se ve el parque.
-Desde la mía también.
-Disculpe, señor...
-Louis -repitió él, mirando a _______.
-Sí, bueno, es muy amable por habernos subido la pizza -y también muy raro, pensó-. Pero no quisiera abusar de su tiempo.
-Puede comerse una porción -dijo Niall-. Nosotros nunca nos la acabamos.
-Niall, estoy segura de que el señor... Louis tendrá cosas que hacer.
-No, qué va -no era un maleducado, le habían enseñado buenos modales hasta el hartazgo. En otra ocasión, tal vez los hubiera utilizado y se habría marchado haciendo una leve inclinación de cabeza, pero algo en la reserva de aquella mujer y en la cálida bienvenida del chico lo hacía obstinarse-. ¿Tiene una cerveza?
-No, lo siento, yo...
-Tenemos refrescos -dijo Niall-. Mamá a veces me deja tomar uno -a Niall no había nada que le gustara más que la compañía. Le lanzó a Louis una sonrisa ingenua-. ¿Quiere ver la cocina?
-Me encantaría -Louis siguió al chico, viendo que _______ hacía una mueca parecida a una sonrisa.
Ella se quedó en el centro de la habitación un momento, con los brazos en jarras, sin saber si irritarse o ponerse furiosa. Después de pasarse el día cargando cajas, no le apetecía tener compañía. Y menos la de un extraño. Lo único que podía hacer era darle una porción de la dichosa pizza y quedar en paz con él.
-Tenemos un triturador de basuras. Hace un ruido muy raro.
-Apuesto a que sí -Louis se inclinó obedientemente sobre el fregadero mientras Niall apretaba el interruptor.
-Nialler, no lo pongas en marcha sin nada dentro. Como verá, todavía estamos un poco desorganizados -_______ se acercó a un armario recién colocado y sacó unos platos.
-Yo llevo aquí cinco años, y todavía no me he organizado.
-Vamos a tener un gatito -Niall se subió a un taburete y tomó las servilletas que su madre había puesto en un cestillo de mimbre-. En la otra casa no permitían animales, pero aquí sí podemos tener uno, ¿verdad, mamá?
-En cuanto nos organicemos, Nialler. ¿Sin azúcar o normal? -le preguntó a Louis.
-Una normal vale. Parece que le ha cundido el día.
La cocina estaba limpia como una patena. Junto a la única ventana, de una redecilla de macramé, colgaba un próspero helecho. La señora Wallace tenía menos espacio que él, lo cual le parecía una pena. Ella sin duda le sacaría mayor partido que él a la cocina. Echó otro vistazo a su alrededor antes de sentarse junto a la encimera.
Pegado a la nevera había un dibujo de buen tamaño, hecho con ceras, que representaba una nave espacial.
-¿Lo has hecho tú? -le preguntó a Niall.
-Sí -el niño tomó la ración de pizza que su madre le había puesto en el plato y le dio un buen mordisco.
-Es bueno.
-Se supone que es Segundo Milenio, la nave del Comandante Zark.
-Lo sé -Louis le dio un bocado a su porción-. Te ha salido muy bien.
Niall, que engullía la pizza a toda velocidad, dio por sentado que Louis reconocía el nombre de Zark y su medio de transporte. Según él, todo el mundo estaba al corriente de esas cosas.
-Estoy intentando hacer el Desafío, la nave de Leilah, pero es más difícil. Y, además, de todos modos creo que el Comandante Zark la va a hacer estallar en el próximo número.
-¿Tú crees? -Louis le lanzó a _______ una sonrisa desenfadada cuando ella se sentó a la encimera-. No sé, no sé. Ahora mismo está metido en un buen lío.
-Sí, pero no le pasará nada.
-¿Le gustan a usted" los cómics? –preguntó _______. Al sentarse, reparó en lo grandes que eran sus manos. Iba vestido con descuido, pero tenía las manos limpias y un cierto aire de competencia desenfadada y mundana.
-Sí, mucho.
-Yo tengo más cómics que todos mis amigos. Mamá me regaló la primera edición de Comandante Zark en Navidad. Tiene diez años. Entonces Zark era solo capitán.
-¿Quiere verlo?
El niño era una auténtica joya, pensó Louis: dulce, inteligente y espontáneo. Respecto a la madre, se reservaba el juicio de momento.
-Sí, claro, me encantaría.
Antes de que _______ pudiera decide que se acabara la cena, Niall saltó del taburete y echó a correr. Ella se quedó callada un momento, preguntándose qué clase de hombre leía cómics. Sí, ella los hojeaba de cuando en cuando para saber qué clase de lecturas hacía su hijo, pero ¿leerlos? ¿Una persona adulta?
-Es un chico estupendo.
-Sí, lo es. Es usted muy amable por... hacerle caso cuando habla de cómics.
-Los cómics son mi vida -dijo Louis, muy serio.
Ella lo miró con cierto asombro. Aclarándose la garganta, volvió a concentrarse en su cena.
-Entiendo.
Louis se mordió la lengua para no echarse a reír. Aquella mujer era un hueso duro de roer, desde luego. Aunque fuera su primer encuentro, no veía razón para no seguir pinchándola un poco.
-Imagino que usted no.
-¿Que no qué?
-Que no lee cómics.
-No, yo, eh, no tengo tiempo para leer esas cosas -hizo girar los ojos, sin darse cuenta de que Niall le había copiado aquella costumbre-. ¿Quiere otro trozo?
-Sí -él se sirvió sin esperar a que lo hiciera ella-. Pues debería sacar tiempo, ¿sabe? Los cómics pueden ser muy instructivos. ¿En qué trabaja?
-Oh, trabajo en banca. Soy responsable de préstamos del National Trust. Louis dejó escapar un silbido de admiración.
-Menudo trabajo para alguien de su edad.
Ella se tensó automáticamente.
-Llevo trabajando en banca desde los dieciséis.
También era suspicaz, pensó él mientras se lamía la salsa del pulgar.
-Eso pretendía ser un cumplido. Pero me da la sensación de que a usted no le gustan mucho los cumplidos -era dura aquella mujer, pensó, aunque, por otro lado, tal vez no le quedara más remedio. No llevaba anillo de casada. Ni siquiera tenía una marca blanca que probara que se lo había quitado hacía poco-. Yo también he hecho algunos negocios en banca. Ya sabes, ingresos, reintegros, cheques devueltos, esas cosas.
Ella se removió, incómoda, preguntándose por qué Niall tardaba tanto. Estar sola con aquel hombre la ponía nerviosa. Nunca le costaba trabajo mirar a los ojos de la gente, pero con Louis, sí. Él no apartaba la mirada.
-No quería ser brusca.
-No, no lo ha sido. Si quisiera pedir un préstamo en el National Trust, ¿por quién tendría que preguntar?
-Por la señora Wallace.
Definitivamente, un hueso duro de roer.
-¿Señora es su nombre de pila?
-No, me llamo _______ -dijo ella, sin comprender por qué le costaba tanto decírselo.
-_______, entonces -Louis le ofreció la mano-. Encantado de conocerte.
Ella esbozó una débil sonrisa. Era una sonrisa cauta, pensó Louis, pero algo era algo.
-Lamento haber sido antipática, pero ha sido un día muy largo. Una semana, en realidad.
-Yo odio las mudanzas -dijo él cuando ella le estrechó la mano. La de _______ era fresca y tan esbelta como toda ella-. ¿Tienes alguien que te ayude?
-No -apartó la mano, azorada-. Pero nos las apañamos bien.
-Ya lo veo.
«No se necesita ayuda». Parecía llevar aquel letrero en grandes letradas enmarcado en la cara. Louis conocía a unas cuantas mujeres como ella, tan ferozmente independientes, tan desconfiadas de los hombres en general que no solo llevaba un escudo protector: llevaban un arsenal entero de dardos envenenados tras él. Un hombre sensato debía mantenerse apartado de ellas. Lástima, porque ella era una preciosidad, y el crío era un encanto.
-No me acordaba de dónde lo había guardado -Niall regresó colorado por el esfuerzo-. Es un clásico. Hasta el vendedor se lo dijo a mamá.
Y además le había cobrado un riñón y parte del otro por él, pensó _______. Pero a Niall le había gustado más que el resto de sus regalos.
-Está en muy buen estado -Louis pasó la primera página con el cuidado de un joyero puliendo un diamante.
-Siempre me lavo las manos antes de leerlo.
-Buena idea -era asombroso que, después de tanto tiempo, siguiera sintiendo tanto orgullo. Y aquel estallido de satisfacción.
Allí estaba, en la primera página. Guion y dibujos por Louis Tomlinson. El Comandante Zark era su hijo, y a lo largo de diez años se habían hecho grandes amigos.
-Es una historia fantástica. Explica por qué el Comandante Zark dedicó su vida a defender el universo contra la maldad y la corrupción.
-Porque su familia había sido aniquilada por el malvado Flecha Roja en su ambición por alcanzar el poder.
-Sí -a Niall se le iluminó la cara-. Pero al final se venga de Flecha Roja.
-En el número 73.
_______ apoyó la barbilla sobre una mano y se quedó mirándolos. Se dio cuenta de que el desconocido no solo intentaba complacer a Niall: estaba hablando en serio.
Estaba tan obsesionado por los cómics como un niño de nueve años. Lo más curioso era que parecía bastante normal. Hasta hablaba bien. En realidad, estar sentada a su lado la turbaba porque era un hombre extremadamente viril, con su cuerpo fibroso y recio, su rostro anguloso y sus grandes manos. _______ ahuyentó rápidamente aquella idea.
No quería empezar a pensar así de un vecino, y menos aún de uno cuyo nivel intelectual se había quedado en la adolescencia.
Louis pasó un par de páginas. Sus ilustraciones habían mejorado a lo largo de una década, lo cual era tranquilizador. Sin embargo, había logrado mantener la misma pureza de trazo, las mismas imágenes directas y nítidas que se le habían ocurrido diez años antes, cuando trataba penosamente de salir adelante haciendo retratos.
-¿Es tu preferido? -Louis señaló con la punta del dedo un dibujo de Zark.
-Sí, claro. Tres Caras me gusta, y el Diamante Negro es bueno, pero el Comandante Zark es mi favorito.
-El mío también -Louis le revolvió el pelo. Al llevarles la pizza, no sabía que allí encontraría la inspiración que llevaba buscando toda la tarde.
-Si quieres, puedes leerlo algún día. Te lo prestaría, pero...
-Lo comprendo -cerró el cómic cuidadosamente y se lo devolvió-. No puedes prestar una pieza de coleccionista.
-Será mejor que lo guarde.
-Antes de que os deis cuenta, estaréis intercambiando números -_______ se levantó y empezó a recoger los platos.
-Lo cual a ti te divierte, ¿no?
Su tono hizo que _______ se volviera para mirado rápidamente. No había sonado áspero, y sus ojos seguían teniendo una expresión clara y suave, y sin embargo... algo le advertía que tuviera cuidado.
-No quería insultarte. Pero me resulta un tanto extraño que un adulto tenga por costumbre leer cómics -metió los platos en el lavavajillas-. Siempre he pensado que era algo que los chicos abandonaban a cierta edad, pero supongo que también podría considerarse, ¿qué? ¿Una afición?
Él alzó las cejas.
Ella había vuelto a mirarlo cara a cara, con aquella media sonrisa en los labios.
Obviamente, intentaba enmendarse. Pero a él no le apetecía que se saliera con la suya tan fácilmente.
-Los cómics no son una simple afición para mí, señora _______ Wallace. No solo los leo. También los escribo.
-¡Madre mía! ¿De verdad? -Niall se quedó mirándolo como si fuera un rey coronado-. ¿Lo dices de verdad? ¿En serio? ¡Ay va! ¿Tú eres Louis Tomlinson? ¿El verdadero Louis Tomlinson?
-En carne y hueso -le dio un suave tirón de la oreja mientras _______ lo miraba como si acabara de llegar de otro planeta.
-¡Hala, Louis Tomlinson está aquí! Mamá, es el Comandante Zark. Mis amigos no van a creérselo. ¿Tú te lo crees, mamá? ¡El Comandante Zark en nuestra cocina!
-No -murmuró _______ sin dejar de mirarlo-. No me lo puedo creer.
Bebía café frío, confiando en que estimulara su imaginación, pero su mente seguía tan en blanco como el papel que tenía delante. Sabía que los bloqueos existían, pero él rara vez los sufría. Sobre todo, teniendo el plazo de entrega encima. Y, naturalmente, iba muy retrasado.
Louis peló otro cacahuete y arrojó la cáscara hacia el cuenco. Golpeó en un lado y cayó al suelo, donde ya había unas cuantas. Por lo general, primero se le ocurría el guion y, más tarde, las ilustraciones. Pero como no había tenido suerte de ese modo, había cambiado de chip, con la esperanza de que, con el cambio de rutina, se le ocurriera alguna idea.
Pero aquel método tampoco estaba funcionando, lo mismo que él.
Cerró los ojos y procuró concentrarse para tener una experiencia extracorpórea. De la radio llegaba una vieja canción de Slim Whitman, pero él no la oía. Estaba viajando a años luz de distancia. Había pasado un siglo. El segundo milenio, pensó con una sonrisa. Había nacido demasiado pronto. Aunque no creía que pudiera culpar a sus padres por haberlo tenido con un siglo de antelación.
Nada. Ni soluciones, ni inspiración. Abrió los ojos de nuevo y miró la página en blanco. Con un editor como Rick Skinner, no podía permitirse ínfulas artísticas. El hambre y la miseria estaban siempre a un paso. Molesto, Louis tomó otro cacahuete.
Lo que necesitaba era un cambio de escenario, una distracción. Su vida se estaba volviendo demasiado monótona, demasiado vulgar y, a pesar de su bloqueo temporal, demasiado fácil. Necesitaba algún desafío. Tirando las cáscaras, se levantó y empezó a pasearse por la habitación.
Era alto, fibroso y fuerte, gracias a las horas que dedicaba cada semana a levantar pesas. De niño había sido disparatadamente flaco, a pesar de que siempre había comido Como un caballo. Las burlas no le importaron mucho hasta que descubrió a las chicas.
Entonces, con la silenciosa determinación que lo caracterizaba, había cambiado cuanto podía cambiar. Le había costado un par de años y mucho sudor desarrollar el cuerpo, pero lo había conseguido. Aún no daba por sentado su físico, y procuraba ejercitar el cuerpo tanto como ejercitaba la mente.
Su despacho estaba lleno de libros, todos ellos leídos y releídos. Le dieron ganas de sacar uno al azar y zambullirse en él. Pero tenía un plazo de entrega. El gran perro marrón tumbado en el suelo se giró sobre la panza y lo miró.
Louis le había puesto de nombre Tas, por el Diablo de Tasmania de los dibujos de Warner, pero Tas no era precisamente un torbellino de energía. El perro bostezó y se restregó lánguidamente el lomo contra la alfombra. Louis le gustaba. Louis nunca le pedía que hiciera tonterías, y casi nunca se quejaba si había pelo en los muebles o si hacía de vez en cuando una incursión en el cubo de la basura.
Además, Louis tenía una voz agradable, baja y paciente. Lo que más le gustaba a Tas era que Louis se sentara en el sueño con él y le acariciara el denso pelaje marrón mientras le contaba sus ideas. Tas miraba su cara fina y angulosa como si comprendiera cada palabra.
A Tas también le gustaba la cara de Louis. Era amable y fuerte, y la boca casi nunca se curvaba con reproche. Sus ojos eran claros y soñadores. Sus manos anchas y recias conocían los mejores sitios para rascar. Tas era un perro muy feliz. Bostezó y volvió a dormirse.
Cuando sonó el timbre, el perro se movió lo justo para tensar la cola y gruñir un poco.
-No, no estoy esperando a nadie. ¿Y tú? -respondió Louis-. Iré a ver -pisó las cáscaras de los cacahuetes con los pies descalzos, y lanzó una maldición, pero no se molestó en agacharse a recogerlas. Esquivó un montón de periódicos y una bolsa de ropa sucia que tenía que llevar a la lavandería. Tas se había dejado un hueso en la alfombra Aubusson. Louis lo mandó a un rincón de una patada y abrió la puerta.
-Su pizza.
Un chico huesudo de unos dieciocho años sostenía una caja que olía a gloria. Louis respiró hondo, disfrutando su aroma codiciosamente.
-Yo no la he pedido.
-¿Este es el 406?
-Sí, pero yo no he pedido pizza -husmeó otra vez-. Ojalá la hubiera pedido.
-¿No es usted Wallace?
-No, soy Tomlinson.
-Demonios.
Wallace, pensó Louis mientras el chico cambiaba el peso del cuerpo de un pie a otro. Wallace acababa de mudarse al 604, el apartamento de ______. Se rascó la barbilla, pensativo. Si Wallace era la morena de largas piernas a la que había visto subiendo cajas esa mañana, merecía la pena investigar.
-Conozco a los Wallace -dijo, y sacó unos billetes arrugados del bolsillo-. Yo se la subiré.
-No sé, no debería...
-Bah, no te preocupes por nada -dijo Louis, y añadió otro billete. La pizza y la vecina nueva tal vez fueran la distracción que necesitaba.
El chico consideró la propina.
-Está bien, gracias -a lo peor, los Wallace no eran ni la mitad de generosos.
Con la caja en equilibro sobre la mano, Louis se dispuso a salir. Entonces se acordó de las llaves. Se paró un momento a rebuscar en los bolsillos de sus vaqueros descoloridos y entonces recordó que las había dejado en la mesilla de la entrada al llegar la noche anterior. Las encontró debajo de la mesa, se las guardó en un bolsillo, notó que tenía un agujero y se las metió en el otro. Esperaba que la pizza llevara pepperoni.
-Será la pizza -dijo _______, pero agarró a Niall antes de que el chico saliera Corriendo hacia la puerta-. Deja que abra yo. ¿Recuerdas las normas?
-No abras la puerta a no ser que sepas quién es -recitó Niall, haciendo girar los ojos a espaldas de su madre.
_______ puso la mano sobre el picaporte, pero miró por la mirilla antes de abrir.
Frunció un poco el ceño al ver aquella cara. Habría jurado que aquel hombre la miraba fijamente con unos ojos azules muy claros y risueños. Tenía el pelo negro y revuelto, como si hiciera mucho tiempo que no se peinaba ni iba al peluquero. Pero su rostro era cautivador: fino, huesudo, sin afeitar...
-Mamá, ¿vas a abrir o no?
-¿Qué? -_______ retrocedió al notar que llevaba más tiempo del necesario observando al repartidor.
-Me muero de hambre -le recordó Niall.
-Perdona -_______ abrió la puerta y descubrió que aquella cara fascinante iba a acompañada de un cuerpo alto y atlético. Y que aquel hombre iba descalzo.
-¿Ha pedido una pizza?
-Sí -pero fuera estaba nevando. ¿Qué estaba haciendo descalzo?
-Bien -antes de que _______ se diera cuenta de lo que pretendía, Louis entró en el apartamento.
-Démela a mí -dijo ella rápidamente-. Llévate esto a la cocina, Niall -tapó a su hijo con su cuerpo y se preguntó si necesitaría un arma.
-Bonito piso -Louis miró relajadamente los bultos y las cajas abiertas.
-Le traeré el dinero.
-Invita la casa -Louis sonrió. _______ se preguntó si se acordaría de las clases de autodefensa que había tomado durante dos años.
-Niall, llévate eso a la cocina mientras yo le pago al repartidor.
-Vecino -la corrigió Louis-. Vivo en el 406... ya sabe, dos pisos más abajo. Llevaron la pizza por error a mi apartamento.
-Entiendo -pero, por alguna razón, aquello no la tranquilizó-. Lamento las molestias -_______ tomó su bolso.
-Ya está pagada -Louis no sabía si iba a agredido o a huir, pero de lo que estaba seguro era de que, en efecto, la investigación merecía la pena. Era alta, más o menos de la estatura de una modelo, pensó, y con ese mismo cuerpo discreto y elegante. Llevaba el pelo, castaño y bonito, apartado de la cara en forma de diamante, dominada por unos grandes ojos grises y una boca un ápice demasiado grande.
-¿Por qué no considera la pizza mi versión del comité de bienvenida?
-Es usted muy amable, pero no puedo...
-¿Va a rehusar la amabilidad de un vecino? -como le parecía excesivamente fría y desconfiada para su gusto, Louis miró al niño-. Hola, soy Louis -esta vez, su sonrisa obtuvo respuesta.
-Yo soy Nialler. Acabamos de mudamos.
-Ya lo veo. ¿De fuera de la ciudad?
-Ajá. Nos hemos cambiado de piso porque mamá tiene un trabajo nuevo y el otro era muy pequeño. Desde mi ventana se ve el parque.
-Desde la mía también.
-Disculpe, señor...
-Louis -repitió él, mirando a _______.
-Sí, bueno, es muy amable por habernos subido la pizza -y también muy raro, pensó-. Pero no quisiera abusar de su tiempo.
-Puede comerse una porción -dijo Niall-. Nosotros nunca nos la acabamos.
-Niall, estoy segura de que el señor... Louis tendrá cosas que hacer.
-No, qué va -no era un maleducado, le habían enseñado buenos modales hasta el hartazgo. En otra ocasión, tal vez los hubiera utilizado y se habría marchado haciendo una leve inclinación de cabeza, pero algo en la reserva de aquella mujer y en la cálida bienvenida del chico lo hacía obstinarse-. ¿Tiene una cerveza?
-No, lo siento, yo...
-Tenemos refrescos -dijo Niall-. Mamá a veces me deja tomar uno -a Niall no había nada que le gustara más que la compañía. Le lanzó a Louis una sonrisa ingenua-. ¿Quiere ver la cocina?
-Me encantaría -Louis siguió al chico, viendo que _______ hacía una mueca parecida a una sonrisa.
Ella se quedó en el centro de la habitación un momento, con los brazos en jarras, sin saber si irritarse o ponerse furiosa. Después de pasarse el día cargando cajas, no le apetecía tener compañía. Y menos la de un extraño. Lo único que podía hacer era darle una porción de la dichosa pizza y quedar en paz con él.
-Tenemos un triturador de basuras. Hace un ruido muy raro.
-Apuesto a que sí -Louis se inclinó obedientemente sobre el fregadero mientras Niall apretaba el interruptor.
-Nialler, no lo pongas en marcha sin nada dentro. Como verá, todavía estamos un poco desorganizados -_______ se acercó a un armario recién colocado y sacó unos platos.
-Yo llevo aquí cinco años, y todavía no me he organizado.
-Vamos a tener un gatito -Niall se subió a un taburete y tomó las servilletas que su madre había puesto en un cestillo de mimbre-. En la otra casa no permitían animales, pero aquí sí podemos tener uno, ¿verdad, mamá?
-En cuanto nos organicemos, Nialler. ¿Sin azúcar o normal? -le preguntó a Louis.
-Una normal vale. Parece que le ha cundido el día.
La cocina estaba limpia como una patena. Junto a la única ventana, de una redecilla de macramé, colgaba un próspero helecho. La señora Wallace tenía menos espacio que él, lo cual le parecía una pena. Ella sin duda le sacaría mayor partido que él a la cocina. Echó otro vistazo a su alrededor antes de sentarse junto a la encimera.
Pegado a la nevera había un dibujo de buen tamaño, hecho con ceras, que representaba una nave espacial.
-¿Lo has hecho tú? -le preguntó a Niall.
-Sí -el niño tomó la ración de pizza que su madre le había puesto en el plato y le dio un buen mordisco.
-Es bueno.
-Se supone que es Segundo Milenio, la nave del Comandante Zark.
-Lo sé -Louis le dio un bocado a su porción-. Te ha salido muy bien.
Niall, que engullía la pizza a toda velocidad, dio por sentado que Louis reconocía el nombre de Zark y su medio de transporte. Según él, todo el mundo estaba al corriente de esas cosas.
-Estoy intentando hacer el Desafío, la nave de Leilah, pero es más difícil. Y, además, de todos modos creo que el Comandante Zark la va a hacer estallar en el próximo número.
-¿Tú crees? -Louis le lanzó a _______ una sonrisa desenfadada cuando ella se sentó a la encimera-. No sé, no sé. Ahora mismo está metido en un buen lío.
-Sí, pero no le pasará nada.
-¿Le gustan a usted" los cómics? –preguntó _______. Al sentarse, reparó en lo grandes que eran sus manos. Iba vestido con descuido, pero tenía las manos limpias y un cierto aire de competencia desenfadada y mundana.
-Sí, mucho.
-Yo tengo más cómics que todos mis amigos. Mamá me regaló la primera edición de Comandante Zark en Navidad. Tiene diez años. Entonces Zark era solo capitán.
-¿Quiere verlo?
El niño era una auténtica joya, pensó Louis: dulce, inteligente y espontáneo. Respecto a la madre, se reservaba el juicio de momento.
-Sí, claro, me encantaría.
Antes de que _______ pudiera decide que se acabara la cena, Niall saltó del taburete y echó a correr. Ella se quedó callada un momento, preguntándose qué clase de hombre leía cómics. Sí, ella los hojeaba de cuando en cuando para saber qué clase de lecturas hacía su hijo, pero ¿leerlos? ¿Una persona adulta?
-Es un chico estupendo.
-Sí, lo es. Es usted muy amable por... hacerle caso cuando habla de cómics.
-Los cómics son mi vida -dijo Louis, muy serio.
Ella lo miró con cierto asombro. Aclarándose la garganta, volvió a concentrarse en su cena.
-Entiendo.
Louis se mordió la lengua para no echarse a reír. Aquella mujer era un hueso duro de roer, desde luego. Aunque fuera su primer encuentro, no veía razón para no seguir pinchándola un poco.
-Imagino que usted no.
-¿Que no qué?
-Que no lee cómics.
-No, yo, eh, no tengo tiempo para leer esas cosas -hizo girar los ojos, sin darse cuenta de que Niall le había copiado aquella costumbre-. ¿Quiere otro trozo?
-Sí -él se sirvió sin esperar a que lo hiciera ella-. Pues debería sacar tiempo, ¿sabe? Los cómics pueden ser muy instructivos. ¿En qué trabaja?
-Oh, trabajo en banca. Soy responsable de préstamos del National Trust. Louis dejó escapar un silbido de admiración.
-Menudo trabajo para alguien de su edad.
Ella se tensó automáticamente.
-Llevo trabajando en banca desde los dieciséis.
También era suspicaz, pensó él mientras se lamía la salsa del pulgar.
-Eso pretendía ser un cumplido. Pero me da la sensación de que a usted no le gustan mucho los cumplidos -era dura aquella mujer, pensó, aunque, por otro lado, tal vez no le quedara más remedio. No llevaba anillo de casada. Ni siquiera tenía una marca blanca que probara que se lo había quitado hacía poco-. Yo también he hecho algunos negocios en banca. Ya sabes, ingresos, reintegros, cheques devueltos, esas cosas.
Ella se removió, incómoda, preguntándose por qué Niall tardaba tanto. Estar sola con aquel hombre la ponía nerviosa. Nunca le costaba trabajo mirar a los ojos de la gente, pero con Louis, sí. Él no apartaba la mirada.
-No quería ser brusca.
-No, no lo ha sido. Si quisiera pedir un préstamo en el National Trust, ¿por quién tendría que preguntar?
-Por la señora Wallace.
Definitivamente, un hueso duro de roer.
-¿Señora es su nombre de pila?
-No, me llamo _______ -dijo ella, sin comprender por qué le costaba tanto decírselo.
-_______, entonces -Louis le ofreció la mano-. Encantado de conocerte.
Ella esbozó una débil sonrisa. Era una sonrisa cauta, pensó Louis, pero algo era algo.
-Lamento haber sido antipática, pero ha sido un día muy largo. Una semana, en realidad.
-Yo odio las mudanzas -dijo él cuando ella le estrechó la mano. La de _______ era fresca y tan esbelta como toda ella-. ¿Tienes alguien que te ayude?
-No -apartó la mano, azorada-. Pero nos las apañamos bien.
-Ya lo veo.
«No se necesita ayuda». Parecía llevar aquel letrero en grandes letradas enmarcado en la cara. Louis conocía a unas cuantas mujeres como ella, tan ferozmente independientes, tan desconfiadas de los hombres en general que no solo llevaba un escudo protector: llevaban un arsenal entero de dardos envenenados tras él. Un hombre sensato debía mantenerse apartado de ellas. Lástima, porque ella era una preciosidad, y el crío era un encanto.
-No me acordaba de dónde lo había guardado -Niall regresó colorado por el esfuerzo-. Es un clásico. Hasta el vendedor se lo dijo a mamá.
Y además le había cobrado un riñón y parte del otro por él, pensó _______. Pero a Niall le había gustado más que el resto de sus regalos.
-Está en muy buen estado -Louis pasó la primera página con el cuidado de un joyero puliendo un diamante.
-Siempre me lavo las manos antes de leerlo.
-Buena idea -era asombroso que, después de tanto tiempo, siguiera sintiendo tanto orgullo. Y aquel estallido de satisfacción.
Allí estaba, en la primera página. Guion y dibujos por Louis Tomlinson. El Comandante Zark era su hijo, y a lo largo de diez años se habían hecho grandes amigos.
-Es una historia fantástica. Explica por qué el Comandante Zark dedicó su vida a defender el universo contra la maldad y la corrupción.
-Porque su familia había sido aniquilada por el malvado Flecha Roja en su ambición por alcanzar el poder.
-Sí -a Niall se le iluminó la cara-. Pero al final se venga de Flecha Roja.
-En el número 73.
_______ apoyó la barbilla sobre una mano y se quedó mirándolos. Se dio cuenta de que el desconocido no solo intentaba complacer a Niall: estaba hablando en serio.
Estaba tan obsesionado por los cómics como un niño de nueve años. Lo más curioso era que parecía bastante normal. Hasta hablaba bien. En realidad, estar sentada a su lado la turbaba porque era un hombre extremadamente viril, con su cuerpo fibroso y recio, su rostro anguloso y sus grandes manos. _______ ahuyentó rápidamente aquella idea.
No quería empezar a pensar así de un vecino, y menos aún de uno cuyo nivel intelectual se había quedado en la adolescencia.
Louis pasó un par de páginas. Sus ilustraciones habían mejorado a lo largo de una década, lo cual era tranquilizador. Sin embargo, había logrado mantener la misma pureza de trazo, las mismas imágenes directas y nítidas que se le habían ocurrido diez años antes, cuando trataba penosamente de salir adelante haciendo retratos.
-¿Es tu preferido? -Louis señaló con la punta del dedo un dibujo de Zark.
-Sí, claro. Tres Caras me gusta, y el Diamante Negro es bueno, pero el Comandante Zark es mi favorito.
-El mío también -Louis le revolvió el pelo. Al llevarles la pizza, no sabía que allí encontraría la inspiración que llevaba buscando toda la tarde.
-Si quieres, puedes leerlo algún día. Te lo prestaría, pero...
-Lo comprendo -cerró el cómic cuidadosamente y se lo devolvió-. No puedes prestar una pieza de coleccionista.
-Será mejor que lo guarde.
-Antes de que os deis cuenta, estaréis intercambiando números -_______ se levantó y empezó a recoger los platos.
-Lo cual a ti te divierte, ¿no?
Su tono hizo que _______ se volviera para mirado rápidamente. No había sonado áspero, y sus ojos seguían teniendo una expresión clara y suave, y sin embargo... algo le advertía que tuviera cuidado.
-No quería insultarte. Pero me resulta un tanto extraño que un adulto tenga por costumbre leer cómics -metió los platos en el lavavajillas-. Siempre he pensado que era algo que los chicos abandonaban a cierta edad, pero supongo que también podría considerarse, ¿qué? ¿Una afición?
Él alzó las cejas.
Ella había vuelto a mirarlo cara a cara, con aquella media sonrisa en los labios.
Obviamente, intentaba enmendarse. Pero a él no le apetecía que se saliera con la suya tan fácilmente.
-Los cómics no son una simple afición para mí, señora _______ Wallace. No solo los leo. También los escribo.
-¡Madre mía! ¿De verdad? -Niall se quedó mirándolo como si fuera un rey coronado-. ¿Lo dices de verdad? ¿En serio? ¡Ay va! ¿Tú eres Louis Tomlinson? ¿El verdadero Louis Tomlinson?
-En carne y hueso -le dio un suave tirón de la oreja mientras _______ lo miraba como si acabara de llegar de otro planeta.
-¡Hala, Louis Tomlinson está aquí! Mamá, es el Comandante Zark. Mis amigos no van a creérselo. ¿Tú te lo crees, mamá? ¡El Comandante Zark en nuestra cocina!
-No -murmuró _______ sin dejar de mirarlo-. No me lo puedo creer.
No se decepcionen, se pone mucho mucho mejor lo prometo!
[/quote]EleanorJCalder
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
Aw, a mi me encantó : ) Me da tanta ternura Niall *-*, es tan akjsaksakskaka mi amor <3. Al igual que Lou ahora estoy en un momento de "crisis de inspiración" xD, por eso me identifico con el JAJA. Seguila : )
Invitado
Invitado
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
Aww Niall es una ternura, Louis es... es... bueno es Louis el de la Fic y la rayis es una caquita con Louis (?, honestamente. Estoy plenamente segura que cada vez se pone mejor. Sigue, sigue, sigue asdfghjk.
xHipstaPlease
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
¡Aquí tienes otra nueva lectora! Y tranquila que no decepciona. A mí me han encantado las dos partes. Síguela :).
Ora.
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
Hola soy nueva y fiel lectora me llamo Marina
Me encanta la nove !! Los caps estubieron geniales y confio en tu criterio al decir que esta novela es buena a si que la leeré hasta el final :D
Muchos besoos <3 siguela pronto porfa
Pd: Acabo de leer la novela de perfect wife y me a encantado
Me encanta la nove !! Los caps estubieron geniales y confio en tu criterio al decir que esta novela es buena a si que la leeré hasta el final :D
Muchos besoos <3 siguela pronto porfa
Pd: Acabo de leer la novela de perfect wife y me a encantado
Invitado
Invitado
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
New reader!
No había tenido oportunidad de pasarme, pero ya estoy aqui :D
Me encanta esta historia<3
Ya la había leído antes con Joe Jonas, y que mejor que volverla leer y ahora con Louis *-*
Una muy linda historia en verdad, ¡muero por leer mas!
¡Síguela pronto! xx
No había tenido oportunidad de pasarme, pero ya estoy aqui :D
Me encanta esta historia<3
Ya la había leído antes con Joe Jonas, y que mejor que volverla leer y ahora con Louis *-*
Una muy linda historia en verdad, ¡muero por leer mas!
¡Síguela pronto! xx
Kardashian♡.
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
asjdhkajshdkjasdhakj(L)
morí. Especialmente cuando Niall se maravilló y se enteró que el era Louis Tomlinson
No vas a creerlo, pero hice el dialogo en voz alta :S
Comandante Zark presente -
Princesa Rocío se va (?
Menos charara y más acción.
Hasta la proximaaaaaaaaaaa ;)
morí. Especialmente cuando Niall se maravilló y se enteró que el era Louis Tomlinson
No vas a creerlo, pero hice el dialogo en voz alta :S
Comandante Zark presente -
Princesa Rocío se va (?
Menos charara y más acción.
Hasta la proximaaaaaaaaaaa ;)
Roochi.1D
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
kdhsgkjhakjhdgsakdghkjah meee acabo de leer el cap 1 y yaa estooy enamoraadaa mujeer simplementeee increeibleee!! me gustaaa la historiaaa!! siguela siguela siguelaaa right nooooow!!!
LalaHoran
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
-
_______ deseó poder ser una cobarde. Sería tan fácil regresar a casa, arroparse la cabeza con las mantas y esconderse hasta que Niall volviera de la escuela... Nadie que la viera sospecharía que tenía un nudo en el estómago y que le sudaban las manos, a pesar del viento gélido que soplaba por las escaleras del metro a medida que subía en medio de una multitud de oficinistas de Manhattan.
Si alguien se hubiera molestado en mirar más atentamente, habría visto a una mujer seria, levemente preocupada, con un abrigo largo de color rojo y una bufanda blanca. Por suerte para ella, el túnel de viento que formaban los rascacielos laceraba sus mejillas mortalmente pálidas, sonrojándolas un poco. Mientras recorría a pie la media manzana que la separaba del National Trust, se concentró en no mordisquearse los labios pintados. Era su primer día de trabajo.
Solo tardaría diez minutos en volver a casa, encerrarse y llamar a la oficina con cualquier pretexto. Que estaba enferma, que había habido una muerte en la familia..., preferiblemente, la suya. O que le habían robado.
________apretó con fuerza su maletín y siguió andando. Qué fácil era hablar, se dijo.
Esa mañana, al llevar a Niall al colegio, no había dejado de decide alegremente lo emocionante que era empezar de nuevo y lo divertido que era emprender una nueva aventura. Tonterías, pensó. Pero confiaba en que Niall no estuviera ni la mitad de asustado que ella.
Se había ganado aquel empleo a pulso, se dijo. Estaba cualificada, era competente y tenía un bagaje de doce años de experiencia. Sin embargo, estaba muerta de miedo.
Respiró hondo y entró en el National Trust. Laurence Rosen, el director del banco, miró su reloj, asintió, satisfecho, y se acercó a saludarla. Llevaba un traje azul oscuro, bien cortado y conservador. Una mujer podría haberse empolvado la nariz con el reflejo de sus relucientes zapatos negros.
-Justo a tiempo, señora Wallace. Un excelente comienzo. Yo me precio de que mi personal sabe sacarle el mayor rendimiento al tiempo -señaló su despacho, al fondo de la sucursal.
-Estoy deseando empezar, señor Rosen -dijo, y sintió cierto alivio porque fuera verdad. Siempre le había gustado el ambiente de un banco antes de que abriera sus puertas al público. Aquel silencio catedralicio, aquella expectación semejante a la que antecede a un lance deportivo.
-Bien, bien, haremos lo posible por mantenerla ocupada -notó, frunciendo ligeramente el ceño, que dos secretarias aún no habían llegado. En un gesto habitual, se pasó la mano por el pelo-. Su secretaria llegará en cualquier momento. Cuando esté instalada, señora Wallace, espero que vigile de cerca sus idas y venidas. La eficacia de usted depende en grado sumo de la de ella.
-Por supuesto.
Su despacho era pequeño y oscuro. Procuró no desear uno más ventilado..., ni notar que Rosen era insoportablemente estirado. El aumento de ingresos que suponía aquel trabajo mejoraría la vida de Niall. Eso, como siempre, era lo importante. Todo saldría bien, se dijo quitándose el abrigo. Ella haría que todo saliera bien.
A Rosen pareció gustarle su sobrio traje negro y sus sencillas joyas. En el negocio bancario no había lugar para la ropa ni para el comportamiento llamativos.
-Confío en que habrá revisado los archivos que le di.
-Me he familiarizado con ellos a lo largo del fin de semana -se colocó tras la mesa-. Creo entender la política y los procedimientos administrativos del National Trust.
-Excelente, excelente. Bien, entonces la dejaré para que se organice. Su primera cita es a... -pasó las páginas del calendario que había sobre la mesa-. A las nueve y cuarto. Si tiene algún problema, avíseme. Siempre estoy por aquí.
«No lo dudo», pensó ella.
-Estoy segura de que no tendré ningún problema, señor Rosen. Gracias.
Rosen asintió una vez más y se marchó. La puerta se cerró tras él con un suave dic. Ya sola, ________ se derrumbó en la silla. Había superado el primer escollo, se dijo.
Rosen la creía competente y eficaz. Ahora, lo único que tenía que hacer era serlo. Lo sería, pues muchas cosas dependían de ello. Y su orgullo no era la menos importante de ellas.
Odiaba ponerse en ridículo. Y ya lo había hecho sobradamente la noche anterior, delante de su vecino.
A pesar de las horas que habían pasado, se puso colorada al recordarlo. No pretendía insultar a aquel hombre, aunque aún no conseguía hacerse a la idea de que los cómics fueran realmente su profesión. Ciertamente, no pretendía hacer comentarios sarcásticos que pudieran ofenderlo. El problema era que había bajado la guardia. Aquel hombre la había descolocado invitándose a su casa, cenando con ellos y encandilando a Niall, todo ello en cuestión de minutos. No estaba acostumbrada a que la gente irrumpiera en su vida así, por las buenas. Y no le gustaba.
A Niall, en cambio, le encantaba. ________tomó un lápiz afilado con el logotipo del banco impreso en un lateral. Su hijo prácticamente resplandecía de emoción y, tras la marcha de Louis Tomlinson, no había hablado de otra cosa.
De algo podía alegrarse: la visita de Dempser había conseguido que Niall se olvidara del colegio nuevo. Su hijo tenía facilidad para hacer amigos, y si aquel tal Louis estaba dispuesto a hacerle un poco de caso, ella no tenía por qué oponerse. En cualquiera caso, aquel hombre parecía bastante inofensivo. ________se negaba a admitir que, al estrechar su mano, había experimentado una sensación turbadora. ¿Qué mal podía hacerle un hombre que se ganaba la vida haciendo cómics? Se sorprendió mordisqueándose los labios al hacerse aquella pregunta.
-Buenos días, señora Wallace. Soy Kay Lorimar, su secretaria. ¿Recuerda? Nos vimos unos minutos hace un par de semanas.
-Sí, buenos días, Kay -su ayudante era como ________siempre había deseado ser: menuda, de líneas redondeadas, rubia y con un rostro de rasgos finos y delicados. Cruzó las manos sobre la mesa y procuró no parecer autoritaria.
-Siento llegar tarde -Kay sonrió. No parecía sentirlo en absoluto-. Los lunes, siempre se retrasa una. Aunque me haga a la idea de que es martes no me sirve de nada. No sé por qué. ¿Quiere que le traiga un café?
-No, gracias, tengo una cita dentro de unos minutos.
-Llámeme si cambia de idea -Kay se detuvo en la puerta-. A este sitio le vendría bien un poco de color. Es oscuro como una mazmorra. Al señor Blowfield, al que usted sustituye, le gustaban las cosas grises... Iban con él, ¿sabe? -su sonrisa era franca, pero
________ dudó en contestar. No era buena idea cosechar fama de cotilla el primer día de trabajo-.
Bueno, si decide redecorarlo un poco, dígamelo. Mi compañero de piso es decorador. Un auténtico artista.
-Gracias -¿cómo se suponía que iba a dirigir la oficina con aquella pizpireta animadora de fútbol como secretaria?, se preguntaba _______. En fin, cada cosa a su tiempo-. Dígales al señor y la señora Browning que pasen en cuanto lleguen, Kay.
-Sí, señora -sin duda tenía una cara más agradable que la del señor Blowfield, pensó Kay. Pero parecía tener el mismo espíritu-. Los impresos de solicitud de préstamo están en el cajón de abajo de la izquierda, ordenados por tipos. Los cuadernos, a la derecha. La lista de los tipos de interés vigentes, en el cajón del medio. Los Browning vienen a pedir un préstamo para remodelar su casa porque están esperando un hijo. Él se dedica a la electrónica y ella trabaja a tiempo parcial en Bloomingdale's. Ya se les avisó de qué papeles tenían que traer. Haré fotocopias cuando lleguen. ________alzó una ceja.
-Gracias, Kay -dijo, medio divertida, medio impresionada.
Cuando la puerta volvió a cerrarse, ________se recostó en la silla y sonrió. Tal Vez el despacho fuera oscuro, pero, si la mañana seguía así, sería lo único oscuro en el National Trust.
A Louis le gustaba que su ventana diera aja fachada del edificio. Así, cada vez que se tomaba un descanso, podía observar las idas y venidas de sus vecinos. Después de cinco años, creía conocer a todos los inquilinos de vista y a la mitad de ellos por su nombre. Cuando se estancaba o, mejor dicho, cuando se bloqueaba, dejaba pasar el tiempo haciendo caricaturas de los que le parecían más interesantes. Si el bloqueo se prolongaba, acompañaba las caras con breve diálogo.
Consideraba aquel entretenimiento una práctica excelente, pues le divertía. De vez en cuando surgía una cara lo bastante interesante como para dedicarle una atención especial. A veces era un taxista, o un repartidor. Louis había aprendido a mirar con atención y celeridad y a dibujar a partir de las impresiones que quedaban impresas en su memoria. Años antes, se ganaba la vida pobremente haciendo caricaturas. Ahora las hacía por matar el tiempo, y era mucho más satisfactorio.
Vio a ________ y a su hijo cuando estaban aún a una manzana de distancia. El abrigo rojo que llevaba ella saltaba a la vista como una boya.
Ciertamente, parecía una advertencia, pensó Louis recogiendo su lápiz. Se preguntaba si la fría y distante señora Wallace se daba cuenta de las señales que emitía.
Seguramente, no. No necesitaba ver su cara para dibujarla. Ya había media docena de bocetos de su rostro tirados sobre la mesa de su taller. Unos rasgos interesantes, se dijo mientras el lápiz empezaba a volar sobre la hoja del cuaderno. Cualquier artista sentiría deseos de plasmarlos.
El niño caminaba a su lado con la cara prácticamente tapada por la bufanda y el gorro. Pese a la distancia, Louis se dio cuenta de que iba charlando sin parar. Tenía la cabeza alzada hacia su madre. De vez en cuando, ella bajaba la mirada como si hiciera algún comentario. Luego, el chico empezaba a hablar otra vez. A unos metros del edificio, ella se detuvo de pronto. Louis vio que el viento jugaba con su pelo cuando, echando la cabeza hacia atrás, se echó a reír. Sus dedos se quedaron flojos sobre el lápiz. Se inclinó un poco más hacia la ventana. Deseaba estar más cerca. Lo bastante cerca como para oír su risa y ver si sus ojos se encendían. Imaginaba que sí, pero ¿de qué forma? Aquel sutil gris de sus pupílas, ¿se volvería plateado o neblinoso? Ella continuó andando y, al cabo de unos segundos, entró en el edificio y se perdió de vista.
Louis miró su cuaderno de dibujo. Apenas había hechos unos trazos. No podía acabarlo, pensó, dejando el lápiz. Ya solo podía veda reír, y para plasmar su risa sobre el papel necesitaba verla más de cerca.
Recogió las llaves Y jugueteó con ellas. Había pasado casi una semana. La distante señora Wallace tal vez considerara que otra visita estaba fuera de lugar. Pero él no. Además, le gustaba el crío. Hacía días que quería subir a vedo, pero había estado muy ocupado acabando la historieta. Eso también se lo debía al niño, pensó. Su pequeña visita del fin de semana no solo había disipado su bloqueo, sino que además le había dado suficientes ideas como para completar tres números. Sí, se lo debía al crío.
Se guardó las llaves en el bolsillo y entró en el taller. Tas estaba allí, con un hueso entre las patas, roncando.
-No te levantes -le dijo Louis suavemente-. Voy a salir un rato -mientras hablaba, se puso a rebuscar entre sus papeles. Tas entreabrió los ojos y gruñó-. No sé cuánto voy a tardar.
Tras revisar su calamitoso archivo, al fin encontró el boceto. El Comandante Zark vestido de militar de los pies a la cabeza, la expresión sobria, la mirada melancólica, la reluciente nave a su espalda. Bajo el dibujo se leía: MISIÓN: Capturar a la Princesa Leilah... ¡o DESTRUIRLA!
Louis deseó por un instante tener tiempo para coloreado, pero pensó que al niño le gustaría así. Lo firmó cuidadosamente y la enrolló.
-No me esperes para cenar -le dijo a Tas.
-¡Ya voy yo! -exclamó Niall, corriendo a la puerta. Era viernes, y el colegio quedaba a años luz de distancia.
-Pregunta quién es.
Niall puso la mano en el picaporte y sacudió la cabeza.
-¿Quién es?
-Soy Louis.
-¡Es Louis! -gritó Niall, entusiasmado.
En el dormitorio, ________frunció el ceño y se puso la sudadera.
-Hola --casi sin aliento por la emoción, Niall abrió la puerta a su héroe.
-Hola, Niall, ¿qué tal te va?
-Bien. No tengo deberes para el fin de semana -extendió un brazo, indicándole que pasara-. Quería bajar a verte, pero mamá me dijo que no por si estabas trabajando y eso.
-Y eso -murmuró Louis-. Mira, no me importa que bajes. A la hora que quieras..
-¿De veras?
Capitulo 2 (Parte1)
_______ deseó poder ser una cobarde. Sería tan fácil regresar a casa, arroparse la cabeza con las mantas y esconderse hasta que Niall volviera de la escuela... Nadie que la viera sospecharía que tenía un nudo en el estómago y que le sudaban las manos, a pesar del viento gélido que soplaba por las escaleras del metro a medida que subía en medio de una multitud de oficinistas de Manhattan.
Si alguien se hubiera molestado en mirar más atentamente, habría visto a una mujer seria, levemente preocupada, con un abrigo largo de color rojo y una bufanda blanca. Por suerte para ella, el túnel de viento que formaban los rascacielos laceraba sus mejillas mortalmente pálidas, sonrojándolas un poco. Mientras recorría a pie la media manzana que la separaba del National Trust, se concentró en no mordisquearse los labios pintados. Era su primer día de trabajo.
Solo tardaría diez minutos en volver a casa, encerrarse y llamar a la oficina con cualquier pretexto. Que estaba enferma, que había habido una muerte en la familia..., preferiblemente, la suya. O que le habían robado.
________apretó con fuerza su maletín y siguió andando. Qué fácil era hablar, se dijo.
Esa mañana, al llevar a Niall al colegio, no había dejado de decide alegremente lo emocionante que era empezar de nuevo y lo divertido que era emprender una nueva aventura. Tonterías, pensó. Pero confiaba en que Niall no estuviera ni la mitad de asustado que ella.
Se había ganado aquel empleo a pulso, se dijo. Estaba cualificada, era competente y tenía un bagaje de doce años de experiencia. Sin embargo, estaba muerta de miedo.
Respiró hondo y entró en el National Trust. Laurence Rosen, el director del banco, miró su reloj, asintió, satisfecho, y se acercó a saludarla. Llevaba un traje azul oscuro, bien cortado y conservador. Una mujer podría haberse empolvado la nariz con el reflejo de sus relucientes zapatos negros.
-Justo a tiempo, señora Wallace. Un excelente comienzo. Yo me precio de que mi personal sabe sacarle el mayor rendimiento al tiempo -señaló su despacho, al fondo de la sucursal.
-Estoy deseando empezar, señor Rosen -dijo, y sintió cierto alivio porque fuera verdad. Siempre le había gustado el ambiente de un banco antes de que abriera sus puertas al público. Aquel silencio catedralicio, aquella expectación semejante a la que antecede a un lance deportivo.
-Bien, bien, haremos lo posible por mantenerla ocupada -notó, frunciendo ligeramente el ceño, que dos secretarias aún no habían llegado. En un gesto habitual, se pasó la mano por el pelo-. Su secretaria llegará en cualquier momento. Cuando esté instalada, señora Wallace, espero que vigile de cerca sus idas y venidas. La eficacia de usted depende en grado sumo de la de ella.
-Por supuesto.
Su despacho era pequeño y oscuro. Procuró no desear uno más ventilado..., ni notar que Rosen era insoportablemente estirado. El aumento de ingresos que suponía aquel trabajo mejoraría la vida de Niall. Eso, como siempre, era lo importante. Todo saldría bien, se dijo quitándose el abrigo. Ella haría que todo saliera bien.
A Rosen pareció gustarle su sobrio traje negro y sus sencillas joyas. En el negocio bancario no había lugar para la ropa ni para el comportamiento llamativos.
-Confío en que habrá revisado los archivos que le di.
-Me he familiarizado con ellos a lo largo del fin de semana -se colocó tras la mesa-. Creo entender la política y los procedimientos administrativos del National Trust.
-Excelente, excelente. Bien, entonces la dejaré para que se organice. Su primera cita es a... -pasó las páginas del calendario que había sobre la mesa-. A las nueve y cuarto. Si tiene algún problema, avíseme. Siempre estoy por aquí.
«No lo dudo», pensó ella.
-Estoy segura de que no tendré ningún problema, señor Rosen. Gracias.
Rosen asintió una vez más y se marchó. La puerta se cerró tras él con un suave dic. Ya sola, ________ se derrumbó en la silla. Había superado el primer escollo, se dijo.
Rosen la creía competente y eficaz. Ahora, lo único que tenía que hacer era serlo. Lo sería, pues muchas cosas dependían de ello. Y su orgullo no era la menos importante de ellas.
Odiaba ponerse en ridículo. Y ya lo había hecho sobradamente la noche anterior, delante de su vecino.
A pesar de las horas que habían pasado, se puso colorada al recordarlo. No pretendía insultar a aquel hombre, aunque aún no conseguía hacerse a la idea de que los cómics fueran realmente su profesión. Ciertamente, no pretendía hacer comentarios sarcásticos que pudieran ofenderlo. El problema era que había bajado la guardia. Aquel hombre la había descolocado invitándose a su casa, cenando con ellos y encandilando a Niall, todo ello en cuestión de minutos. No estaba acostumbrada a que la gente irrumpiera en su vida así, por las buenas. Y no le gustaba.
A Niall, en cambio, le encantaba. ________tomó un lápiz afilado con el logotipo del banco impreso en un lateral. Su hijo prácticamente resplandecía de emoción y, tras la marcha de Louis Tomlinson, no había hablado de otra cosa.
De algo podía alegrarse: la visita de Dempser había conseguido que Niall se olvidara del colegio nuevo. Su hijo tenía facilidad para hacer amigos, y si aquel tal Louis estaba dispuesto a hacerle un poco de caso, ella no tenía por qué oponerse. En cualquiera caso, aquel hombre parecía bastante inofensivo. ________se negaba a admitir que, al estrechar su mano, había experimentado una sensación turbadora. ¿Qué mal podía hacerle un hombre que se ganaba la vida haciendo cómics? Se sorprendió mordisqueándose los labios al hacerse aquella pregunta.
-Buenos días, señora Wallace. Soy Kay Lorimar, su secretaria. ¿Recuerda? Nos vimos unos minutos hace un par de semanas.
-Sí, buenos días, Kay -su ayudante era como ________siempre había deseado ser: menuda, de líneas redondeadas, rubia y con un rostro de rasgos finos y delicados. Cruzó las manos sobre la mesa y procuró no parecer autoritaria.
-Siento llegar tarde -Kay sonrió. No parecía sentirlo en absoluto-. Los lunes, siempre se retrasa una. Aunque me haga a la idea de que es martes no me sirve de nada. No sé por qué. ¿Quiere que le traiga un café?
-No, gracias, tengo una cita dentro de unos minutos.
-Llámeme si cambia de idea -Kay se detuvo en la puerta-. A este sitio le vendría bien un poco de color. Es oscuro como una mazmorra. Al señor Blowfield, al que usted sustituye, le gustaban las cosas grises... Iban con él, ¿sabe? -su sonrisa era franca, pero
________ dudó en contestar. No era buena idea cosechar fama de cotilla el primer día de trabajo-.
Bueno, si decide redecorarlo un poco, dígamelo. Mi compañero de piso es decorador. Un auténtico artista.
-Gracias -¿cómo se suponía que iba a dirigir la oficina con aquella pizpireta animadora de fútbol como secretaria?, se preguntaba _______. En fin, cada cosa a su tiempo-. Dígales al señor y la señora Browning que pasen en cuanto lleguen, Kay.
-Sí, señora -sin duda tenía una cara más agradable que la del señor Blowfield, pensó Kay. Pero parecía tener el mismo espíritu-. Los impresos de solicitud de préstamo están en el cajón de abajo de la izquierda, ordenados por tipos. Los cuadernos, a la derecha. La lista de los tipos de interés vigentes, en el cajón del medio. Los Browning vienen a pedir un préstamo para remodelar su casa porque están esperando un hijo. Él se dedica a la electrónica y ella trabaja a tiempo parcial en Bloomingdale's. Ya se les avisó de qué papeles tenían que traer. Haré fotocopias cuando lleguen. ________alzó una ceja.
-Gracias, Kay -dijo, medio divertida, medio impresionada.
Cuando la puerta volvió a cerrarse, ________se recostó en la silla y sonrió. Tal Vez el despacho fuera oscuro, pero, si la mañana seguía así, sería lo único oscuro en el National Trust.
A Louis le gustaba que su ventana diera aja fachada del edificio. Así, cada vez que se tomaba un descanso, podía observar las idas y venidas de sus vecinos. Después de cinco años, creía conocer a todos los inquilinos de vista y a la mitad de ellos por su nombre. Cuando se estancaba o, mejor dicho, cuando se bloqueaba, dejaba pasar el tiempo haciendo caricaturas de los que le parecían más interesantes. Si el bloqueo se prolongaba, acompañaba las caras con breve diálogo.
Consideraba aquel entretenimiento una práctica excelente, pues le divertía. De vez en cuando surgía una cara lo bastante interesante como para dedicarle una atención especial. A veces era un taxista, o un repartidor. Louis había aprendido a mirar con atención y celeridad y a dibujar a partir de las impresiones que quedaban impresas en su memoria. Años antes, se ganaba la vida pobremente haciendo caricaturas. Ahora las hacía por matar el tiempo, y era mucho más satisfactorio.
Vio a ________ y a su hijo cuando estaban aún a una manzana de distancia. El abrigo rojo que llevaba ella saltaba a la vista como una boya.
Ciertamente, parecía una advertencia, pensó Louis recogiendo su lápiz. Se preguntaba si la fría y distante señora Wallace se daba cuenta de las señales que emitía.
Seguramente, no. No necesitaba ver su cara para dibujarla. Ya había media docena de bocetos de su rostro tirados sobre la mesa de su taller. Unos rasgos interesantes, se dijo mientras el lápiz empezaba a volar sobre la hoja del cuaderno. Cualquier artista sentiría deseos de plasmarlos.
El niño caminaba a su lado con la cara prácticamente tapada por la bufanda y el gorro. Pese a la distancia, Louis se dio cuenta de que iba charlando sin parar. Tenía la cabeza alzada hacia su madre. De vez en cuando, ella bajaba la mirada como si hiciera algún comentario. Luego, el chico empezaba a hablar otra vez. A unos metros del edificio, ella se detuvo de pronto. Louis vio que el viento jugaba con su pelo cuando, echando la cabeza hacia atrás, se echó a reír. Sus dedos se quedaron flojos sobre el lápiz. Se inclinó un poco más hacia la ventana. Deseaba estar más cerca. Lo bastante cerca como para oír su risa y ver si sus ojos se encendían. Imaginaba que sí, pero ¿de qué forma? Aquel sutil gris de sus pupílas, ¿se volvería plateado o neblinoso? Ella continuó andando y, al cabo de unos segundos, entró en el edificio y se perdió de vista.
Louis miró su cuaderno de dibujo. Apenas había hechos unos trazos. No podía acabarlo, pensó, dejando el lápiz. Ya solo podía veda reír, y para plasmar su risa sobre el papel necesitaba verla más de cerca.
Recogió las llaves Y jugueteó con ellas. Había pasado casi una semana. La distante señora Wallace tal vez considerara que otra visita estaba fuera de lugar. Pero él no. Además, le gustaba el crío. Hacía días que quería subir a vedo, pero había estado muy ocupado acabando la historieta. Eso también se lo debía al niño, pensó. Su pequeña visita del fin de semana no solo había disipado su bloqueo, sino que además le había dado suficientes ideas como para completar tres números. Sí, se lo debía al crío.
Se guardó las llaves en el bolsillo y entró en el taller. Tas estaba allí, con un hueso entre las patas, roncando.
-No te levantes -le dijo Louis suavemente-. Voy a salir un rato -mientras hablaba, se puso a rebuscar entre sus papeles. Tas entreabrió los ojos y gruñó-. No sé cuánto voy a tardar.
Tras revisar su calamitoso archivo, al fin encontró el boceto. El Comandante Zark vestido de militar de los pies a la cabeza, la expresión sobria, la mirada melancólica, la reluciente nave a su espalda. Bajo el dibujo se leía: MISIÓN: Capturar a la Princesa Leilah... ¡o DESTRUIRLA!
Louis deseó por un instante tener tiempo para coloreado, pero pensó que al niño le gustaría así. Lo firmó cuidadosamente y la enrolló.
-No me esperes para cenar -le dijo a Tas.
-¡Ya voy yo! -exclamó Niall, corriendo a la puerta. Era viernes, y el colegio quedaba a años luz de distancia.
-Pregunta quién es.
Niall puso la mano en el picaporte y sacudió la cabeza.
-¿Quién es?
-Soy Louis.
-¡Es Louis! -gritó Niall, entusiasmado.
En el dormitorio, ________frunció el ceño y se puso la sudadera.
-Hola --casi sin aliento por la emoción, Niall abrió la puerta a su héroe.
-Hola, Niall, ¿qué tal te va?
-Bien. No tengo deberes para el fin de semana -extendió un brazo, indicándole que pasara-. Quería bajar a verte, pero mamá me dijo que no por si estabas trabajando y eso.
-Y eso -murmuró Louis-. Mira, no me importa que bajes. A la hora que quieras..
-¿De veras?
Gracias por todo su apoyo y sus bellos comentarios ^^
*Pueden preguntarme lo que quieranAQUÍ
*Pueden preguntarme lo que quieranAQUÍ
Última edición por EleanorJCalder el Mar 11 Sep 2012, 9:13 pm, editado 1 vez
EleanorJCalder
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
Sofilinda escribió:Aw, a mi me encantó : ) Me da tanta ternura Niall *-*, es tan akjsaksakskaka mi amor <3. Al igual que Lou ahora estoy en un momento de "crisis de inspiración" xD, por eso me identifico con el JAJA. Seguila : )
Gracias, gracias, gracias! :D Me alegra muchísimo que te guste. Conozco esas crisis de inspiración son de lo peor!, es desesperante.
EleanorJCalder
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