Somewhere only we know - Harry Styles & Katherina Milantra

I Want

-¡Kat!
Abrí los ojos de un sopetón, saliendo de mi sueño con la respiración agitada, como si hubiera corrido una maratón, y una gruesa capa de sudor frío cubriendo mi cuerpo, pero las voces ya no resonaban en mi cabeza, las muñecas ya no me sangraban y volvía a estar en mi cama.
Harry estaba sentado en la cama, con su cabeza prácticamente sobre la mía, y su rostro confesaba preocupación y desesperación. Sentía sus manos familiares agarrándome por los hombros hasta el punto del dolor, pero no me quejé, porque eso significaba que estaba ahí conmigo.
-Kat-repitió en un murmullo.
-Hmmm-respondí volviendo a cerrar los ojos. Convenciéndome de uqe todo había sido un sueño y no había nada porque preocuparse.
-¿Estás bien?-preguntó acomodando un mechón de mi cabello.
Asentí débilmente con la cabeza al tiempo que, con mis manos, tanteaba su cuerpo hasta encontrar su cuello y traerlo hasta mí. Se acostó sobre las frazadas junto a mí y yo a acurruqué contra su costado, aun con los ojos cerrados.
-Ensuciaste toda mi remera-dijo suavemente acariciando mi brazo, refiriéndose a la remera que tenía puesta, toda sudorosa y sucia.
-Dejó de ser tu remera en el instante en el que me la diste-lo contradije arrastrando las palabras sin fuerza-¿Qué haces acá, de todas formas?
-Si querés me voy-hizo un ademán de irse y me aferré mas fuerte a él. Temiendo que las pesadillas volvieran. –Hice algo para vos-dijo dudoso.
-¿Qué cosa?-pregunté abriendo los ojos y frunciendo el ceño.
-Sé que no sos fan de lo romántico, pero…
-Vamos, mostrámelo-lo animé intrigada.
Sin decir nada se levantó y me tomó la mano para que lo siguiera. Levantó un abrigo de lana del piso y me lo tendió para que me lo pusiera. Cuando lo hice cruzamos la habitación en silencio con las manos entrelazadas, hasta llegar a la puerta del balcón.
Al abrirla, el aire seco y congelado de fines de enero me heló los huesos, pero aun así Harry me llevó afuera y no pude más que contener el aliento.
En el piso, contra la baranda de hierro negro, estaban todos los vasos de mi cocina, uno al lado del otro, puestos boca abajo con una pequeña vela blanca encendida dentro. En el centro del balcón habían extendidas toneladas de frazadas, de lana y polar, y almohadones por todas partes.
Miré asombrada a Harry. Sin poder creerme lo que estaba viendo.
-¿Cu…Cuando hiciste esto?
-Mientras dormías, hasta que me di cuenta que estabas teniendo una pesadilla-se encogió de hombros quitándole importancia-¿Te gusta?-preguntó temeroso al ver que no decía nada.
-¿Qué si me gusta?-pregunté incrédula-Harry, esto es…esto es increíble.
-Bueno, pero puede ser increíblemente feo.
-No seas tonto-lo regañé acunando su cara en mis manos para besar sus labios suavemente-Me encanta-susurré sobre sus labios antes de separarme.
-¿Querés…emm…acostarte?-preguntó no muy seguro de lo que estaba diciendo.
-Seguro-murmuré y a los pocos segundos estaba acostada en el piso, acunándome contra él, con kilos de mantas sobre nosotros mientras mirábamos el cielo despejado, cubierto de brillante estrellas y con la luna llena iluminando todo con su potente luz blanca.
-Kat-me llamó por fin.
Lo había visto, de reojo, abrir y cerrar la boca varias veces. Como si quisiera decirme algo pero no supiera por dónde empezar. Me giré, para quedar acostada sobre el estómago, y apoyé mi brazo en su pecho y mi mentón sobre éste.
-Sí-lo incité.
No podía evitar sentir algo retorciéndose en mi estómago desde que nos habíamos levantado de mi cama. Quería saber que pasaba por su cabeza, por lo general podía leer sus ojos como un libro abierto, pero esa noche estaban completamente ilegibles.
-¿Kat, vos querri…?-soltó un bufido cargado de frustración-Yo sé que cuando te pregunté esto estábamos discutiendo y que vos pensás que lo hacía por las razones equivocadas….y en parte tenés razón, pero yo de verdad quiero que lo seas. Quiero que conozcas a mis padres y a mi hermana. Por algún extraño motivo, quiero que mis primos me molesten cuando se enteren. Quiero llevarte al cine, a cenar, a fiestas. Quiero llevarte a todos tus concursos y clases, aunque tenga que levantarme a las cinco de la mañana. Quiero todo eso, pero por sobre todas las cosas quiero ser el único, quiero ser yo y nadie más el que esté en tu vida.
-Y lo sos, Harry, desde el momento en el que te vi todo empapado y escupiendo agua, aunque no me allá dado cuenta antes-le aseguré apoyándome sobre unos de mis codos y acariciándole la mejilla suavemente mientras él apretaba mi mano entre su cara y su hombro.
-Entonces, ¿vos querés…?
-Sí-asentí energéticamente sin dejarlo terminar de hablar.
Con una sonrisa y a pesar de las pesadas mantas sobre nosotros, nos hizo girar rápidamente, quedando él sobre mí.
El viento le volaba los rizos para todos lados y, por su cara, parecía un niño pequeño al que Papá Noel le había traído un regalo mejor al que había pedido.

Las calles del centro de Londres estaban abarrotadas de gente, aprovechando el buen día para gastar su dinero en los locales de alta costura. Pocos metros atrás mío, mi madre analizaba las vitrinas de los comercios en busca de un vestido que yo pudiera usar en la ceremonia, mientras que yo me concentraba en el celular que traía en una mano y el café que traía en la otra.
-¡Katherina!-me gritó Anne Marie exasperada, era obvio que no era la primera vez que me llamaba.
Me acerqué en silencio y me paré a su lado para ver lo que ella miraba embelesada. Del otro lado del vidrio había un vestido corto hasta las rodillas color plata. Sus mangas llegaban hasta los codos del maniquí, el cuello tenía forma de bote y todo el torso estaba decorado y bordado con hilos de plata y pequeñas piedras preciosas transparentes. No era mi estilo, pero lo que de verdad me hacía imposible creer que alguien pudiera si quiera pensar en ponerse eso, eran las capas de tul pomposo que cubría la falda.
-No pienso meterme en eso-me negué de antemano, antes que mi madre pudiera pedirlo.
-Pero si es precioso y es Dolce & Gabbana-replicó ella desesperada.
-Yo voy a decidir que ponerme, no tengo tres años -le recordé volviendo a caminar. Tomé un largo trago del café y después tiré el vaso descartable en uno de los tachos públicos.
-Sos mi dama de honor, Katherina, tengo que estar presente cuando elijas el vestido-dijo con tanta obviedad como si estuviera diciendo que la gravedad es lo que nos mantiene pegados a la Tierra, en tanto intentaba seguirme el paso, atropellando a la mitad de los peatones y con la frente en alto mientras se balanceaba sobre sus tacos aguja.
-Yo nunca elegí ser tu drama de honor-me quejé parándome en seco, pero con una fría mirada de ella, proseguí la caminata al segundo.
-Dama, Katherina, no drama-me corrigió.
-Sí, sí, lo que digas. Me quiero ir.
-Nos iremos cuando encontremos tu vestido, pero vos no te dignás a probarte nada de lo que te muestro-me echó en cara sin siquiera inmutarse.
-Es que tenés un gusto asqueroso-me paré en seco al ver el local que estaba cruzando la calle.
-Katherina, mi gusto no es…
-Callate un poco-le ordené haciéndole un gento con la mano.
-Katherina, no me…
Mi nombre es Kat, no Katherina, quería gritarle aunque ella no se merecía llamarme así.
-¿Vos querés estar cuando compre el vestido?-le pregunté en cambio y, antes de que pudiera abrir la boca para responder mi pregunta retórica, volví a hablar-Entonces yo elijo.
Cruce la calle sin esperar su respuesta, tirándome de cabeza en medio de los autos para que me dejaran pasar, y cuando estuve del otro lado de la calle entre en un local de toldo verde y con la vitrina cargada de maniquíes con ropa que no combinaba en absoluto. Dentro estaba casi lleno de gente, estaban las compradoras habituales y algunas mujeres y adolecentes que se acercaban a ver que había dentro de aquel comercio todo desordenado y abarrotado de ropa de todas las épocas.
En el medio del local había una mujer de la edad de mi madre, con un centímetro colgándole del cuello y agujas e hilos enganchados de su ropa, dando órdenes e indicaciones a diestra y siniestra sin cansancio. Era alta y morruda, con una pesada melena rubia, frisada y canosa que le llegaba hasta los hombros. Me acerqué a ella riéndome de las caras de las empleadas más jóvenes y las nuevas clientas que luego salían corriendo ante sus gritos, mientras que el resto lo tomaba como algo usual y cotidiano, porque lo era.
-Hola, Jordan-la saludé cuando llegué a su lado.
-Kat-exclamó emocionada al verme y me dio un corto pero fuerte abrazo-¿qué te trae por aquí?-me preguntó soltándome.
-Busco un vestido para el casamiento de mi madre-respondí haciendo una mueca de asco sin que la aludida la viera.
-Es ella, ¿verdad?-preguntó mirando por encima de mi hombro. Asentí levemente con la cabeza-Ya veo…veré que puedo hacer por vos cariño.-dijo y desapareció a través de las cortinas moradas que daban a la trastienda, que rara vez pasaba.
-¿Quién es ella?-preguntó mi madre a mis espaldas, pero yo ya me había ido a ver los abrigos en la otra punta del local.
-¿Dónde estás?-preguntó arrastrando las palabras y con la garganta seca.
-Terminando de comprar el vestido para el casamiento de Anne Marie y Clark-respondí alejándome de la caja donde ella estaba pagando.
-¿Y estás entera?-quiso saber divertido.
-Digamos que mi cuerpo sí-dije apoyándome contra la pared para mirar a mi madre. Ella estaba terminando de pagar el costoso vestido que “habíamos” elegido. Había mirado con desprecio a Jordan y a todo el personal, pero aun así, por alguna extraña casualidad de la vida, ambas habían coincidido en el vestido que debía usar-¿Qué hiciste al final anoche con los chicos?-le pregunté volviendo a la conversación.
-Anduvimos por ahí, nada muy interesante, pero estoy muerto-respondió. Lo sentí desperezarse desde el otro lado de la línea y, por un momento, lo único que deseé fue estar en la cama con él y no con la histérica de mi madre-De todas formas, ¿querés venir a casa cuándo termines? Esta cama está muy vacía.
-¿A cuántas chicas les decís eso, Styles?-le pregunté divertida.
-A varias, a Baloo por ejemplo-respondió muy serio.
-Tu perra no cuenta.
-Tampoco cuenta a cuantas chicas se lo dije, solo cuenta que vos sos la más importante.
-Y volvemos a lo mismo, ¿Cuántas veces practicaste eso?-seguí provocándolo solo por el hecho de perder mi tiempo en algo que valiera la pena.
-¿Vas a venir o no?-preguntó exasperado, golpeando la cama con la palma de la mano.
-Guardame mi lugar de la cama caliente-le pedí mirando a través del vidrio de la vidriera como todo Londres se nublaba, gruesas gotas empezaban a caer y como la gente se cubría con sus bolsos o diarios para echar a correr.
-Yo sabía que no te ibas a poder resistir a mis encantos-aseguró con superioridad.
-Nos vemos-lo saludé poniendo los ojos en blanco.
-Te quiero.
-Yo también-respondí en un susurro pero Harry ya había cortado la comunicación dejándome hablando sola.
Me saqué el teléfono de la oreja y terminé la llamada para quedarme viendo la imagen que tenía en el fondo de pantalla. Harry había cambiado mi foto con Peter y Liam por una de nosotros dos en el último concurso que había tenido, hacía ya unas semanas, donde salíamos los dos abrazados de costado con Pegaso parado detrás de nosotros mirando a la cámara y su cabeza casi sobre mi hombro.
No había ganado nada ese día, pero Harry se había levantado a las seis de la mañana para poder llevarme y eso me había puesto extrañamente feliz.
-¡Katherina!-me gritó mi madre desde la puerta haciéndome volver al planeta Tierra desde el planeta Harry.




Espero que les haya gustado, se que Harry no aparecio mucho en este capitulo pero de esa forma pueden conocer un poco mas la relacion de Kat con su mama :)

Me encantoo siguelaaa!!

Siguienteeeee:) x

La lluvia seguía cayendo cuando crucé el portón eléctrico de la casa de los Styles. Caminé hasta el porche, donde me esperaba la Sra. Styles, cubriéndome con la capucha del abrigo e intentando que los pies no me fallaran sobre los tacos de lo congelados que estaban.
-Buenas tardes, Sra. Styles-la saludé cordial cuando ambas entramos a la casa.
-Buenas tardes, Kat, y ya te he dicho que me llames Jia-me regaño con una sonrisa que le devolví torcidamente.-Harry está arriba-se apresuró a indicarme.
-Gracias-dije levemente y me encaminé a las escaleras.
-Oh… y, Kat-me llamó dudosa cuando puse un pie en el primer escalón-Mi esposo quiere conocerte y había pensado que podríamos hacer una cena el próximo sábado. Si te parece bien, claro-me explicó una vez que me había volteado. Se notaba que no estaba muy segura de lo que estaba preguntando, pero que haría todo lo que su esposo le pidiera o impusiera.
-Me parece bien-respondí sin darle mucha importancia y seguí mi camino por las amplias escaleras de mármol.
La planta alta era amplia, tenía un pequeño salón con sillones, una mesa ratona y, en las paredes, cuatro puertas color crema. Una para entrar en la habitación de los dueños de casa, una para los huéspedes, una para la hija mayor y una para el hijo menor. Todo estaba en completo silencio y, con cuidado de no romperlo, me acerqué a la última puerta y toqué.
-Ya te dije, mamá, no voy a ir a esa cena-gritó una voz masculina desde adentro.
-Yo tampoco-respondí apoyándome contra la tabla de madera.
Por momento todo fue ruidos de cosas cayendo al piso, incluido algo muy pesado, y maldiciones, pero al segundo todo se calmó y la puerta se abrió. Harry apareció en reemplazo de la puerta, vestido solo con un fino pantalón de pijama y una camiseta vieja de manga larga que tenía dos agujeros en las mangas por donde salían sus pulgares.
Se acercó a mí dando dos pasos muy lentamente y puso sus manos en mis caderas. Me había calzado con unos tacos particularmente altos ese día, asique tuvo que levantar levemente la cara para que nuestras miradas se encontraran.
-Hola-susurré pasando mis brazos alrededor de sus hombros.
Los labios de Harry atraparon los míos ferozmente después de murmurar un suave y sensual ‘hola’. Entramos a ciegas en la habitación y escuché como la puerta se cerraba con un golpe.
Sus manos desabrochaban impacientes los botones de mi abrigo para luego sacármelo por los hombros y seguir con el sweater holgado que llevaba, mientras que yo ya me había deshecho de su remera.
Caí sobre su cama deshecha con Harry sobre mí, quien empezó a descender sus besos por mi cuello, mi clavícula, mi estómago hasta que quedó acuclillado en el piso y puso uno de mis pies sobre sus piernas.
-Me fastidian las mujeres más altas que yo, ¿te lo había dicho?-preguntó con la voz ronca y áspera en tanto sus dedos se desasían de los cordones de los zapatos y liberaban mis pies.
-Nop-respondí apoyándome sobre mis codos para ver lo que hacía y como el cabello le caía sobre la frente.
-¿Cuántos nudos haces?-preguntó sin levantar la mirada.
-Varios-respondí distraída mientras miraba los posters que llenaban la mayora parte de las paredes.
-No sé porque no te gustan tu pies, son pies-dijo sacándome de mi ensoñación en tanto miraba mis pies a través de las medias fantasía negras que traía puestas.
-Dejá de ver mis pies-lo regañé sacando brutamente mi pie de entre sus manos. Él solo rió y volvió a posicionarse sobre mí con una pierna entre las mías.
Su boca tomó como suya la mía otra vez y se disponía a trabajar en mi cuello cuando lo tomé por sorpresa y nos hice girar sobre el colchón. Un gemido surgió desde el fondo de la garganta de Harry que chocó contra mi boca mientras sus manos me subían la minifalda elástica y me la sacaba por la cabeza. Impaciente me deshice de sus pantalones y él de mis medias, para luego volver a estar bajo su cuerpo.
Harry rodeó suavemente, con sus dedos, el borde de mi corpiño hasta llegar al broche en la espalda. El temor me inundó de pronto. No quería que él me viera desnuda, no quería porque sabía que él no solo vería mi cuerpo y me aterrorizaba lo que pudiera llegar a pensar.
Subí mis manos que habían estado vagando por su espalda y separé su cara de la mía obligándolo a mirarme.
-Tu madre está abajo, Harry-me limité a decir, esperando que eso solucionara las cosas.
-No nos escuchará-le restó importancia volviéndome a besar.
-Harry…-lo llamé intentando que mi voz no sonara tan débil y apretada mientras sus manos volvían a buscar el broche del sostén-Harry, vasta-lloriqueé sin fuerza y sin poder soportarlo en tanto me removía debajo de él.
Harry se separó bruscamente al escucharme. Tenía las pupilas dilatadas y los labios resecos y entreabiertos. Se sostuvo sobre sus antebrazos para mirarme fijamente.
-¿Kat?-preguntó secándome una de las tantas lágrimas que había soltado y no me había dado cuenta-¿Kat?-repitió, esta vez sacándome los mechones celestes de la cara.
Era extraño llorar, de hecho había olvidado cómo se sentía. El picor en la parte posterior de los ojos por las lágrimas que estaban por salir era insoportable, tenía un nudo en la garganta que me la apretaba y no me ayudaba a respirar, la nariz cada vez se cargaba mas de mocos y, por último, sentía que si Harry seguía tocándome lo único que pasaría era que mi desmoronamiento fuera mayor.
-¿Kat, necesitas…?
-Tengo que ir al baño-murmuré sin aire y con la boca seca.
-Seguro-dijo sintiéndose extraño mientras se movía a un lado y yo me paraba para cruzar la habitación y meterme en el cuarto de baño color blanco.
Cuando estuve encerrada entre las cuatro paredes, tomé una bata de baño que estaba colgada en un gancho y, después de ponérmela, me apoyé contra la pared y me deslicé hasta el piso. Tiré la cabeza hacia atrás mientras las lágrimas seguían cayendo y así me quedé hasta que dejaron de hacerlo. En el medio, pude escuchar como la Jia entraba y salía de la habitación para avisar que ya se iba cenar con su esposo.
-Kat-me llamó Harry desde el lado opuesto de la puerta mientras la golpeaba con el puño-Kat, ¿puedo pasar?
-Es tu baño-respondí poniendo la cabeza derecha y sorprendiéndome de que el nudo de mi garganta hubiera desaparecido.
La puerta se abrío y se volvió a cerrar. No supe que Harry se había vuelto a poner su pijama hasta que se arrodillo frente a mí.
-¿Vas a decirme que fue toda esa mierda?-me preguntó con suavidad mientras me acariciaba una mejilla.
Me quedé callada mirándolo a los ojos firmemente. Sabía que los míos estaban rojos y que mi rostro debía estar pálido con motas rojas, al menos así me recordaba de pequeña cuando lloraba.
Harry se levantó y, tomándome de las manos, me hizo seguirlo. Corrió las cortinas de la bañera y se sentó dentro de ella. Lo miré confusa y extrañada, pero a la vez divertida. Parecía un niño pequeño.
-Ven-susurró y, pasado una pierna y luego la otra, entré en la blanca tina para luego sentarme de costado sobre su regazo-Cuando era pequeño,-dijo después de un rato de silencio-solía meterme en la bañera las noches en las que papá le gritaba a mamá.
La imagen de un niño pequeño, con la cabeza plagada de rizos castaños y con las mejillas empapadas en lágrimas, escondido en una tina mientras se tapaba los oídos invadió mi cabeza.
-No sabía que tu padre te gritara a tu madre-dije excusándome y apoyando la cabeza en su hombro.
-Mi padre no es algo de lo que esté orgulloso, y tampoco mi madre-respondió quitándole importancia.
-No la culpes, Harry-lo regañe con suavidad.
-No lo hago y sé que soporta a mi padre para no destrozar nuestra familia, pero ya lo está-explicó apoyando su cabeza contra la mía.-Ahora decime que fue eso de hace rato-insitió bajando los ojos hacía mí.
-Tuve miedo-solo dije en un débil susurro.
-¿De mí?-preguntó él incrédulo.
-No-medio grité abruptamente y enderezándome-No,-repetí más calmada-no de vos, si no de lo que pudieras llegar a pensar…
-¿De vos? ¿De tu cuerpo?-terminó por mí-¿Querés saber lo que pienso de vos y de tu cuerpo?-preguntó enderezándose él también.
-No, Harry, no-le rogué.
-Entonces, decime ¿por qué te importa lo que yo piense y no lo que el resto de los hombres piense?-inquirió quisquilloso.
-Demonios, pero si serás terco, Harry, ¿qué no soy lo bastante obvia?-pregunté al aire y esperando obtener alguna paciencia de algún lugar del mundo-Porque vos no sos el resto de los hombres, porque si me importa lo que puedas llegar a pensar de mí y porque sé que no verás solo mi cuerpo. Maldita sea, entendelo de una puta vez, nunca me sentí amenazada por el sexo masculino y, sinceramente, lo odio-expliqué sin poder mirarlo a la cara.
-¿Me odiás?-preguntó en broma, pero solo se ganó una cruel y fría mirada de mi parte-¿Querés saber que veo cuando te miro?
-No, Harry…
-¿Querés saber que pienso de vos?-preguntó sin prestarme atención-Para empezar ‘Look through imperfections’-recitó en son de burla.
-Hey, eso no es justo-lo regané recobrando el carácter.
-Pero para ser más específico, pienso que sos la chica más linda, asombrosa e inteligente que conozco. Sé y veo que sos una luchadora por todo lo de tu madre y tu padre. Pienso que sos una loca impulsiva…
-Andate a…
-Pero eso me encanta, odio que seas tan terca y no digas nunca lo que te pasa, pero amo poder sacarte una sonrisa y hacerte olvidar tus problemas. Amo tus ojos, que me hacen sentir desnudo cada vez que me mirás con esa miradita tuya, pero también la odio porque algún día no voy a poder controlarme…-ambos nos quedamos mirándonos fijamente. Estaba sentada a horcajadas sobre sus piernas extendidas y abrigada por la bata de baño-Espero que seas consiente que lo estás haciendo ahora-dijo subiendo sus manos a mi cintura.
-No me doy cuenta-me excusé sin sentirlo.
-Sos una mala mentirosa-siguió enumerando-, me encanta como te vestís y, aunque sea celoso, me gusta que la gente te mire y solo yo poder abrazarte y besarte.
-Machista materialista-lo acusé golpeando su pecho levemente
-¿Materialista?-preguntó atónito.
-Te gusta mostrarme, como un juguete-remarqué ofendida.
-Si fueras un juguete te hubiera follado hace rato, ¿no?-se defendió levente amenazante.
-Sí, sí, como digas-le di la razón poniendo los ojos en blanco.
-Amo cuando tengo razón y pones esas caras de fastidio-siguió divertido.
-Oh, cállate-le exigí cruzando los brazos.
-Y, por último, me encanta lo que haces con tu cabello.-finalizó acariciándome el pelo desde la raíz a las puntas.
-¿Terminaste con tu sarta de pavadas?-pregunté acurrucándome contra su pecho.
-¿Pavadas?-exclamó fingiendo estar ofendido-Todo lo que dije es verdad.
-Perdón, ¿terminaste con tu sarta de verdades?-pregunté reformulando mi pregunta anterior.
-Sí-respondió Harry apretándome en sus brazos.
-Entonces, vamos a la cama, un día con Anne Marie St. James me ha dejado agotada.
Salimos del baño en silencio y, mientras Harry iba a conseguir la cena, yo vestí con una camiseta de manga larga suya y me puse a buscar una película en el aparador. Concluí en que lo mejor sería ver ‘The Avengers’, por décima cuarta vez, y en tanto la ponía en la DVD Harry llegó con comida china de algún local cerca de la casa. Pusimos play y empezamos a comer.
Cuando la cinta terminó ambos nos metimos bajo las sábanas y apagamos las luces.
-Harry-lo llamé en la oscuridad.
-Hmmm.
-Harías algo por mí, ahora-empecé con la garganta seca de solo pensarlo.
-¿Ahora?-preguntó en un bostezo.
-Sí-respondí sintiendo mi cara arder.
-Haber, dime que es-pidió encendiendo la luz de la mesa de luz, dejándonos ciegos por unos segundos.
-Hazme el amor-dije con la seca y sin aire.

AY DIOS MIO. HRNJEQWAKIEHUJWKRLFE.
PERFECTO EL CAPITULO.
SIGUIENTE CUANDO PUEDAS<3333333333

Holaaa, nueva y fiel lectoraa! Me llamo Cuky.
Se que talvez llego un poco tarde, pero bueno, soy asi ;)
Por favorrr tenes que seguirla, amo esta novela,es una de mis favoritas, me encanta como escribis y es lo que me enamora.
Por favor, te pasas por mi novela? jaja, no es necesario.
Besooos, seguila.