Somewhere only we know - Harry Styles & Katherina Milantra

Hay dios mioooooo, PEQUEÑA ME HAS MATADO ME ENCANTAAA NO LO SIGUIENTEE AHHHH SIGUELA POR LO QUE MAS QUIERAS KISSES :bye:

Bajé las escaleras prácticamente con los ojos cerrados. Los parpados me pesaban y los miembros colgaban sin vida de mi cuerpo. Destruida, cansada y agotada eran palabras que se quedaban cortas. Me dejé caer en la silla al llegar a la mesa.
-¿Cómo estuvo anoche?-preguntó papá dándole un sorbo a su café humeante.
-Hmm…
-Sabés que aun no entiendo ese idioma, Katherina.
-Hay, papá-solté en un gruñido.
-Hay, papá-me imitó Peter con voz chillona.
Entorné los ojos. No podía decirle nada porque lo repetiría asique decidí mostrarle mi dedo corazón.
-Papá-nos aturdió a todos.
-Basta ya los dos-ordenó.
-Él empezó-acusé al pequeño frente mío apuntándolo amenazante con la cuchara.
-Tenés diecisiete años, Kitty, el tiene ocho.
-Tengo dieciséis, falta todavía-aclaré-y no me importa que sea más chico.
-Basta.
Y decidí cerrar la boca y revolear los ojos porque era muy temprano para seguir discutiendo y el día iba a ser muy largo.
Terminé mi chocolate caliente y, sin decir palabra, metí los huevos revueltos entre medio de dos rodajas para después ir hasta la puerta y salir al crudo invierno arropándome en mi campera.
Entre malabares, para no tirar mi improvisado sándwich al piso, ensillé a Aros y cuando estuvo listo lo saqué del box, al tiempo en el que Harry entraba por la puerta del establo.
-¿No pensabas saludar?-me preguntó cruzando sus brazos por encima de su pecho.
-No tiendo a estar de buenas por las mañanas-me exusó…un momento ¿Yo? ¿Excusandome?...Sí, definitivamente.
-Eso es porque no te despertás conmigo-murmuró pasando sus bazos por mi cintura.
-No te ilusiones demasiado.
-¿Qué hay de malo en soñar, Kat?-preguntó intentando sonar dolido.
-Mucho, cuando te convierte en idiota-le respondí-Ahora, si me soltás, podría ir a hacer mi trabajo.
-Saludame primero-ordenó.
Pasé mis brazos por su cuello y, poniéndome en puntillas, busqué su boca con la mía. Saboreé la menta y el café de sus labios mientras atacaba sus labios. Sintiendo la presión de sus manos en mi trasero y mi nuca.
-Pensé que iban a trabajar-escuché a lo lejos.
Demonios. ¿Qué no nos podían dejar en paz?
Nos separamos de golpe para encontrarnos a mi padre entrando a la oficina. Claro que ‘a lo lejos’ eran solo unos metros, pero yo había estado perdida en los brazos y labios de Harry.
-Esto empieza a ser una rutina-murmuró en mi oído avergonzado.
-Vamos, voy a necesitar alguien que me acomode las vallas-le dije tomando, con mi mano, la suya y con la otra las riendas.
-Hablo enserio, Kat, tienen algo así como un radar.
-Dejá de ser paranoico, Hazza-supliqué soltando una risa.
Él freno en seco.
-¿Qué?
-Repetí lo que dijiste-pidió.
-Dije que dejaras de ser paranoico-repetí, sabiendo que no era eso a lo que se refería.
-Repetí como me llamaste-exigió.
-Harry.
-Mentirosa.
-No molestes.
-Es la primera vez que decís Hazza-habló contra mi oído haciéndome estremecer.
-No te acostumbres-le advertí.
-Podría a hacerlo.
-No lo hagas.
Aunque, en realidad, la idea no me disgustaba del todo.
La mañana pasó rápido. Aros había mejorado notablemente solo quedaba que Holly aprendiera a contenerlo.
***
-Katherina-me gritó Helen desde abajo.
-Voy-le devolví el grito-Cloe, ¿estás bien?
-Sí-respondió saliendo de su ensoñamiento.
-Mentira-me susurró Coco en mi oído.
-Vamos, hay que terminar de poner la mesa.-las urgí alisando la falda de mi vestido. ( http://www.polyvore.com/tricky_trend/set?id=66088015 )
Salí de la habitación y fui a la que compartían los muchachos. Toqué la puerta hasta que los nudillos me quedaron rojos.
-¿Qué pasa?-preguntó Louis exaltado.
-Apúrense-me limité a exigir antes de volverme hacia la escalera.
-Loca.
-Te escuché-le grité desde las escaleras.
-Tengo razón-me respondió.
-Probablemente.
La campanilla de la puerta sonó y yo salté los últimos escalones que me quedaban para poder abrirla.
-Dios mío, Kitty, tu cabello-exclamó mi tía Ell horrorizada al verme.
-¿Qué le hizo a su…? Guau…¡Me encanta!-gritó mi prima.
-Gracias, Alex-digo abrazándola y haciéndoles espacio para pasar.-¿Qué pasó con tus mechitas?-preguntó al ver su rubio cabellos de un mismo tono.
-Oh, ya sabés, universidad privada-hizo una mueca de asco.
Toby, Fred, Eddie, conté al ver tres diablillos idénticos atravesar el umbral.
-Hola, Kitty-me saludó mi tío.
-Hola, Sam.
Poco a poco la casa fue cobrando vida. Ty y Lisa con Amy y Tory, Frank y Bella con Chris, Nick, Chandler, Rose y Lottie, las gemelas, y Adam y por último Leah, mi tía soltera.
Había niños desde los cinco años corriendo entre las piernas de los más grandes, escondiéndose debajo de las mesas y detrás de los sillones. Todos nosotros sentados con Chandler y Amy en el piso de la sala con Nick y Alex, los más grandes pero que aun se divertían con nosotros y por ultimo Chris, que ya había sido integrado al grupo de los adultos.
Nos sentamos a comer todos en una mesa que recorría prácticamente todo el comedor y la sala. Entre risas y vergonzosas anécdotas.
-Oye, Li-lo llamó, él me miró-¿Qué era ese sobre?, el de hoy a la mañana-especifiqué.
Por algún motivo se me había venido a la cabeza su cara de emoción al ver el enorme y cuadrado sobre. Creo que estábamos hablando de regalos de navidad.
-Gracias por hacerme acordar, Kitty.
-¿Qué era, Li?-preguntó con adoración Amy.
Él sonreía con orgullo.
-Conseguí una beca completa para estudiar Ingeniería Aérea en Alemania.-anuncia.
Mi mandíbula cayó al piso.
Mientras me recuperaba de mi shock ya toda la larga mesa se había enterado y estaban todos parando brindando y festejando por mi hermano.
¿Alemania?
No podía moverme. Una parte de mí me decía que corriera a abrazarlo y que lo felicitara, pero la otra parte, la egoísta, estaba enfadada. Yo vivía en Londres, no era muy cerca, trescientos kilómetros, pero él se iba a Alemania.
Lo primero que hice cuando recuperé la movilidad y control de mi cuerpo fue salir corriendo a la puerta de entrada y, después de agarrar mi abrigo, salí corriendo al establo.
Pegaso estaba comiendo energéticamente la manzanas que le había llevado anteriormente cuando abrí un tirón la puerta de su box y, sin importar la cantidad de mantas que traía encima y las vendas de descanso o mi vestidos, tacones y medias cancán me monté en su lomo y lo saqué de allí.
Partí al galope colina arriba. Necesitaba llegar.
Por eso no trataba de no encariñarme a las personas, porque tarde o temprano te dejan.
Cuando llegué dejé a Pegaso dentro del establo nuevo, en el único box provisto de una buena cama y comida. El que papá usaba en las situaciones en las que necesitaba lo mismo que yo en ese momento. Salir, escapar. Llegar allí.
Salí de ahí y, después de caminar unos minutes, pararme frente al establo en el que todo había ocurrido. O lo que quedaba de él.
Nunca había visto las llamas que lo habían consumido pero si tenía en mi mente una imagen que habían pasado en el noticiero local. Era horrible.
-Kat-sentí que me llamaban.
Pero estaba hipnotizada, plantada al piso imaginando como el fuego rojo y vivo se había levantado esa noche, sacando a todos de sus camas.
-Katherina.
Harry llegó a mi lado y apoyó las manos en sus rodillas para recobrar el aliento unos momentos.
-Kat, mirame.
Me forzó a hacerlo tomándome por los hombros. Su pecho subía y bajaba y su abrigo estaba todo torcido.
-¿Por qué te fuiste así? Tendrías que estar feliz por tu hermano.
-No me digas lo que tengo que hacer-le espeté con rabia.
-Es un gran logro para él, Kat, tendrías que haber visto su cara cuando saliste corriendo.-dijo omitiendo mi comentario.
-No me hagas sentir mal-volví a levantar la voz sin medidas.
Sabía que tenía razón, pero poco me importaba.
-No quiero hacerte sentir mal, solo que sepás que era lo que todos esperábamos.
-Lamento no ser lo que todos esperan, Harry.
-No te enojes conmigo, Kat, solo quiero saber qué demonios te sucede y que hacemos aquí.
-Sucede que él se va. Sé que es un gran logro y toda la cosa, pero se va y quién sabe si volverá. No quiero…-mordí mi lengua para no terminar la oración.
-¿Perderlo?-preguntó el incrédulo-No lo harás-aseguró.
-¿Cómo sabés eso?
-Es tu hermano, los hermanos y la familia son para toda la vida. A demás, no creo que vos dejaras que eso pasara.
-Apostas demasiado por mí, Harry.
-Porque confío en vos.
-Hay, por favor, no te pongas meloso y toda la cosa-le pedí con asco. Él solo rió.-Ven, vamos adentro.
Le tomé la mano y lo conduje a la cabaña de un solo piso.
-¿Qué es este lugar?-me preguntó al entrar.
-¿Qué sabés de cómo tengo a Pegaso?-le devolví la pregunta mientras acomodaba los troncos en la chimenea.
-Solo lo que Coco le dijo a Zayn, aunque supongo que hay algo mas-dedujo después de unos minutos en silencio.
-Efectivamente.
Me levanté del suelo una vez que el fuego estuvo encendido. Me saqué el abrigo y, volviendo al piso junto al fuego, me tapé con un par de frazadas que había en el sillón a mis espaldas.
-¿Entonces? ¿Vas a contarme la versión completa?-preguntó sentándose junto a mí y acurrucándome en su pecho bajo las mantas.
-Está casa era de mis abuelos. Ellos eran inmigrantes de Bulgaria y al llegar aquí compraron unas pocas tierras y se instalaron. Mi abuelo era herrero y de eso vivían.
-Por eso ‘El Aras del Herrero’-dedujo Harry.
Me limité a asentir con la cabeza.
-Con el tiempo nacieron mis tíos y mi padre. Cada uno hizo su vida, todos siguieron sus vidas en el campo, haciendo diferentes cosas en diferentes lugares, pero mi padre no pudo irse, porque era demasiado apegado a mi abuelo asique compro todas estas tierras. Cuando era pequeña ellos rescataron a Pegaso y a su madre, ella no sobrevivió pero el sí. Estaba muy desnutrido, era piel y huesos, nada más. Yo había quedado encantada con él y mi abuelo me prometió que yo misma lo criaría y domaría con su supervisión. Pocas noches después el establo se incendió. Mi abuela llamó a los bomberos mientras mi abuelo sacaba a los caballos. El problema era que el fuego estaba muy avanzado y solo pudo salvar a Pegaso…Ni él ni el resto de los caballos salieron del establo esa noche.
-¿Vos estuviste cuando pasó?-me preguntó tensando sus brazos a mi alrededor.
-No, pero recuerdo la imagen del noticiero local en la televisión y el estado de Pegaso, papá y Helen cuando volvieron. También lo destrozada que estaba la abuela-un escalofrío me recorrió-, ella no pasó del siguiente invierno. No pudo soportarlo. Por eso no lloró. Aprendí a no hacerlo por ella, tenía que ser fuerte por ambas.
Las imágenes de ella con las mejillas sonrosadas y los ojos rojos de llorar llenaron mi cabeza. Recordé mis intentos fallidos de hacerla sentir mejor.
-Por eso Pegaso es tan importante para mí, es lo único que me queda de él. Él murió por él y por los demás caballos y lo último que quiero es que su muerte allá sido en vano. No me lo perdonaría.
-Lamento que hallas tenido que pasado por eso y que sintieras esa necesidad. No está mal llorar.
-Pero no quiero hacerlo-repliqué fría.
-Shhh-me calmó apretándome más contra él-No te juzgaré por eso, solo quiero que lo sepás. ¿Por qué viniste aquí?
-No lo sé. Costumbre, quizás, suelo venir aquí cuando necesito estar sola, pensar o…escapar. Papá también lo hace.-agregué excusándome mientras levantaba la vista.
Él tenía la vista perdida en el fuego danzante.
-¿Qué pasa?-le pregunté al ver un atino de dolor en sus ojos.
-Cuando era pequeño mi papá tenía un trabajo que nos hizo tener que vivir en muchos lugares por tiempos cortos, asique con mi hermana no íbamos al colegio. Estudiábamos en casa. Teníamos un perro, un escoses negro. Se llamaba Tony. Era el único amigo que tenía. Cuando vivíamos en Australia teníamos un cobertizo al fondo del jardín y él solía esconderse ahí. Una noche empezó a llover y no lo encontrábamos por ningún lado. El cobertizo se incendió con el dentro. Fue la única vez que vi algo incendiarse. Sé que es estúpido y…
-No, no lo es.-me apresuré a corregirlo mientras me arrodillaba y tomaba su cabeza entre mis manos- Si hay algo que he aprendido es que los animales tienen sentimientos y no dejés que nadie te convenza de lo contrario. Tal vez no hablan, pero si nos entienden y nos lo demuestran a su manera.
Él sonrió.
-¿Qué?
-Nada
-¿Qué?-le exigí en un chillido.
-Te amo.
Fruncí el ceño.
-Algún día tendrás que aceptarlo, Kat, porque voy a seguir haciéndolo-me aseguró.
-Sos exasperante-me quejé volviendo a sentarme en el piso.
-Y vos sos terca.
-Gracias-agradecí con sorna-¿Qué hora es?
-Todavía podemos llegar al brindis de Año Nuevo-dijo mientras se paraba y me tendía sus manos.
-No quiero salir, hace frío.
-¿Y qué pesás hacer?-me preguntó cruzando los brazos sobre su pecho.
-Pasarla acá adentro con vos-me limité a responder mientras me levantaba y caminaba a la cocina.
-¿Qué hacés?
-Busco algo con que brindar…Acá-dije satisfecha al encontrar una botella de vino tinto en la alacena-¿De qué te reís? No pienso salir a comprar champan-le recriminé mientras descorchaba la botella.
-¿Dónde están las copas?
-En la puerta de allá-le indiqué con la barbilla.
Entre risas y comentarios encontramos una tarta de manzana en la heladera y nos volvimos a sentar junto al fuego.
-Feliz Año Nuevo-me deseó besando mis labios después de chequear su reloj de pulsera.
-Feliz Año-le deseé chocando nuestras copas.
Llevamos las copas hacía nuestros labios pero apenas el líquido pasó por nuestra por nuestra garganta empezamos a toser. El vino estaba agrio y asqueroso.
-¿De qué año es?-me preguntó asqueado.
-No lo sé-respondí todavía tociendo.
-¿No te fijaste?-me preguntó incrédulo.
-No sé de vinos, Harry-repliqué.
-Voy a buscar agua.
Se paró y se perdió en la cocina buscando algo decente para tomar mientras yo cortaba a tarta.
-Espero que eso no tenga hongos o este podrida-rogó mientras se volvía a sentar a mi lado.
-Si algo está podrido es porque tiene hongos, Harry.
-Lo que sea-le quitó importancia.
-A demás, tiene buen aspecto.
Y, efectivamente, lo tenía. Comimos hasta reventar y cuando estuvimos más que satisfechos volvimos a pie a la casa donde estaban todos con Pegaso siguiéndome.
-Felicitaciones-le susurré en el oído a mi hermano cuando entramos.
-Gracias.
-Lamento haberme ido así, es que te voy a extrañar mucho.-le expliqué mirando sus ojos castaños.
-Yo también, Kitty, yo también-repitió mientras me envolvía en sus brazos otra vez.
Me había sentido bien estando con Harry en la cabaña de mis abuelos. Me había sentido raramente plena y segura de que ese era el lugar en el que tenía que estar. No porque estuviera en la casa de ellos, si no porque Harry había estado conmigo.
Algo me decía que ese era mi lugar en el mundo.

fjsdjgñlkasjñglkjañkljasdfkg preciosos *-*

ooooooins me encantooo, pero el mometo quizas requeria un poco de accion no se si me entiendes??:amor: pero de todas formas estuvo barbaro, te pongo aqui un video que hice con unos amigos, lo puedes ver y decirme si te gusta, si te gusta dale a like o suscribete y pasaselo a cuanta mas gente mejor besos luchi, SIGUELAAAA

https://www.youtube.com/watch?v=mFw_zUWMQ2s

Las semanas pasaban lentamente, parecía como si el frío del invierno congelara también el tiempo.
Faltaban menos de dos meses para la boda de Anne Marie y Clark y ella cada vez se volvía más insoportable. Más que en las bodas anteriores y todo el tiempo repetía ‘Está será la última, él es el amor de mi vida’. Nunca la había visto tan entusiasmada y decidida. Era alarmante.
Cada vez que se había casado en esos últimos dos años había estado enamorada de su pareja aunque nunca se había aproximado a decir algo como eso. En realidad, organizar sus propias bodas, parecía como su hobbie.
Por otro lado, al ser ‘la última’ ella me obligó a aceptar ser una de sus damas de honor. Me había pedido que volviera a teñir mi cabello y quería ir a comprar mi vestido conmigo, para mi suerte esa vez los colores eran verde esmeralda, plata y blanco. Pero… ¿Anne Marie St. James y Katherina Milantra de compras? ¿Para su boda? No era una situación que pasase desapercibida.
-Antes de irse quiero que todos me presten mucha atención-pidió la profesora de Literatura-. Como bien saben estamos transitando el segundo trimestre y, sabiendo que la mayoría necesita nota, he decidido que el cincuenta por ciento de la nota final serán dos trabajos prácticos. Para el primero, van a tener que elegir, de a parejas, un libro y hacer un análisis a fondo sobre él. El contexto histórico, el espacio, sus personajes, recursos literarios y demás.
Un suspiro general inundó el salón.
-¿Prefieren una prueba con todos los contenidos vistos y libros leídos hasta ahora?-preguntó la experimentada profesora.
Era de baja estatura y regordeta. Con el pelo castaño claro por encima de los hombros. Siempre vistiendo polleras a la rodilla de tiro alto, sandalias o botas y camisas dentro de la pollera. Se balanceaba de un lado al otro al caminar con los brazos unidos en la espalda y clavando su mirada bondadosa pero firme en cada uno de nosotros.
Después que un griterío retumbara en las paredes diciendo que ella era la mejor profesora por darnos trabajos prácticos y que no había necesidad de un examen asigno las parejas.
Dereck Hall.
Me volteé para mirarlo mientras guardaba las cosas en mi bolso. Caminé hasta él con una mano apretando la correa y la cabeza en alto.
-Creo que estamos juntos-dije sonando lo más cálida posible.
Él levantó la mirada y me miró fijamente unos momentos.
-Creés bien-respondió frío y seco.
Se dispuso a pasar por mi lado y salir pero me interpuse.
-Sé que lo nuestro no terminó bien y…
-No lo había notado.
-Basta, Dereck, sé que herí tu orgullo masculino y lo lamento pero quiero aprobar esto y para eso ambos vamos a necesitar la ayuda del otro.
-¿Orgullo masculino?-repitió incrédulo.
-Sí.
-Kat, me engañaste con ese tipo que supuestamente odiabas.
-Y lo hacía-reafirmé-, pero seamos sinceros. Nunca hubo más que calentura.
-Me gustabas de verdad.-dijo fuerte y claro.
Sentí lástima por un instante al ver sus ojos dolidos atrás de su rostro indiferente.
-A mi también, pero nunca nos amamos o algo parecido. Solamente herimos nuestro orgullo.
Nos quedamos callados. Él parecía darse cuenta que tenía razón y solo me contemplaba.
-Hagamos una cosa-me dedicó una mirada expectante-empecemos de nuevo. Como amigos o desconocidos que dependen del otro para aprobar una materia.
-Bien.-aceptó después de unos tortuosos instantes-Vayamos a un café a decidir qué libro vamos a leer.
-Entonces nos quedamos con Oliver Twist de Charles Dickens.-concluyó él leyendo una pequeña servilleta donde habíamos anotado y tachado todas las posibilidades.
-Sí.
-Perfecto. El sábado te veo en mi casa.-dijo levantándose de la silla.
Me levante a la par suya y nos despedimos en la puerta. El teléfono sonó dentro de mi bolso captando la atención de varios a mí alrededor con el estrepitoso solo de guitarra.
-Hola-atendí.
-¿Dónde estás?-la voz enojada de Harry me llegó desde el otro lado de la línea.
-Estoy muy bien, gracias por preguntar-respondí sarcástica mientras empezaba a caminar.
-Te pregunté dónde estás-exigió modulando cada sílaba lentamente.
-Volviendo a casa, ¿vos?-pregunté con calma.
-¿Dónde crees que estoy?
-En tu casa bañándote después del gimnasio-respondí.
-¡Pues no!-me gritó-Estoy en el estacionamiento de tu instituto esperando a que te dignes a aparecer.
-¿Qué hacés ahí? Me dijiste que…
-Sé lo que dije-me interrumpió-, pero iba a ir después de buscarte.
-No lo sabía.-me disculpé intentando contener mi genio.
-Claramente.-soltó.
-Te dije que no lo sabía, Harry, no te enojés conmigo.-le espeté con rabia haciendo que varias personas me miraran sorprendidas.
-Es muy tarde.
-El problema es tuyo no mío.
Soltó un bufido y pude escuchar el sonido de su pie golpeando fuertemente el piso antes que volviera a hablar por el celular.
-¿Dónde estás?-preguntó mas clamado.
-Vovliendo a casa desde el Starbucks que está cerca del instituto.
-¿Qué hacías ahí?-siguió con su interrogatorio mientras cerraba la puerta de su auto.
-Estaba con Dereck por un…
-¿Dereck?-preguntó indiferente, demasiado y sabía que solo estaba echando mas leña al fuego.
-Sí, la profesora de Literatura nos puso juntos para el trabajo y teníamos que elegir qué libro leer.-expliqué esperando oír sus gritos.
-Dereck-saboreó el nombre en su boca-y dime ¿por qué demonios no le pediste a la profesora esa tuya que te pusiera otra pareja?-gritó y no pude más que alejar la bocina de mi oído.
-Porque no, ella me puso con él y listo. No va a pasar nada-aclaré con la mandíbula apretada.
-Es un idiota, no quiero que te juntés con él.
-Ya te dije una vez y lo seguiré diciendo, no sos mi papá-dije elevando mi tono de voz y plantándome en medio de la calle con cientos de peatones mirándome como si estuviera loca.
-No soy tu papá, pero soy…-se frenó de golpe dándose cuenta de lo que iba a decir no era estrictamente verdad.
-¿Sí?-lo incité a hablar con malicia mientras seguía mi camino.
-¿Querés ser mi novia?-preguntó de un sopetón.
-No voy a ser tu novia porque tu miedo a que haga algo con Dereck, estamos saliendo por el momento pero eso no quiere decir que tenga sexo col él o algo por el estilo, podés estar seguro.
-No es eso-su voz sonó fuerte y clara, pero era una mentira.
-¿Y qué es, entonces?
-A él le gustas-afirmó muy seguro.
-¿Cómo sabés eso?-le pregunté, estaba colmando mi paciencia.
-Porque sería un idiota si no lo hiciera y no voy a correr el riesgo de que te toque un pelo.
-Me temo que es un riesgo que vas a tener que correr.
-Kat…
-No me vengas con eso de que confiás en mí pero no en él, porque es un cuento que ya me lo sé. Sí es verdad, quiere decir que no confiás en mí lo suficiente como para poder manejarlo. Y no voy a ser tu novia porque quieras marcar territorio o por tus estúpidos celos, porque es lo que son. Nunca estaría con alguien al mismo tiempo que vos porque sos demasiado importante como para lastimarte. Pero yo soy más importante asique llamame cuando controles tus celos y superes tu orgullo masculino.
Y, sin más que decir, corte la llamada. Abrí la bolsa para meterlo dentro cuando el solo de guitarra me interrumpió.
Una llamada entrante de ‘La Negra Más Sexy’.
-Sí.
-Los hombres son unos idiotas, no sé para que existen. Tienen ese estúpido ego y orgullo masculino cuando ni siquiera tienen las suficientes pelotas. Voy a transferirme a un convento, Katherina, son insoportables. No voy a casarme nunca. Voy a ser una solterona con trescientos gatos pero feliz. ¿Sabés por qué? Porque no voy a tener ni un solo hombre pelotudo.
-¿Qué pasó?-pregunté cansada.
-Pasó que el señorito no quiere presentarme a su familia y no sé porqué. Somos novios hace un mes y medio y no conozco ni un solo pelo de la cabeza de alguno de su familia. Ni siquiera he visto al perro. Y él conoce a toda mi familia, está en cumpleaños y reuniones familiares. Voy a matarlo.
-Decímelo a mí.-acoté jalando de mi cuero cabelludo.
-¿Qué hizo esta vez?-preguntó seria.
-Lo mismo que a vos, el orgullo masculino.
-No hay quien se los saque.-concluyó frustrada-Venite a casa necesito un kilo de helado y películas malas de terror para poder reírme de los actores o si no voy hasta la casa de Malik y le rompo el culo a patadas.
-Voy para allá.
-Besitos.
-Chau-me despedí antes de cortar, otra vez.
Metí el teléfono en el bolsillo sin que nadie me llamara y emprendí el camino hasta la casa de Coco.