[p♥ker st♠rs]

Me gustaría decir que ya no nos buscan. Que ya no nos quieren muertos, sino que desean que continuemos con nuestras vidas confiando en que no abriremos la boca. Que no nos vigilarán más y no enviarán francotiradores para volarnos la cabeza. Que se disculparán por todo lo que han hecho y le digan al mundo que no somos criminales.
Aunque claro, eso nunca sucederá.
Me encuentro ahora escondido en una vieja casa en Alaska, cerca de Canadá. Encontré una portátil con fax y decidí enviarles esto a todos ustedes. Espero que me entiendan y sigan mis consejos.
Deben huir. Cambiar su identidad y huir. A África, Europa, Oceanía, no lo sé. Mantenerse ocultos. Y no me atrevo a decir que deberían asesinarse ahora mismo si no quieren sufrir el día que los capturen. Y lo harán, los atraparán. No desconfío de ustedes, pero ellos están en todos lados. A toda hora. Cuando perseguían a mi familia me preguntaba si acaso dormían. Parece que no. Lucen resistentes a todo, y muchos de ustedes también lo hacen.
Pero hay una sola cosa a la que nadie es resistente.
La muerte.



Después de haber presenciado un fusilamiento de más de seiscientas personas en Asia, dieciséis agentes deberán huir de los que alguna vez fueron sus aliados: la CIA, el lugar en donde trabajaban desarrollando numerosas habilidades, los busca sin descanso para asesinarlos y que así no revelen ningún tipo de información sobre aquel asesinato colectivo. Aquel suceso estuvo a manos de la persona ocupante del cargo más alto en el rango de la política estadounidense: el Presidente.
Para mantener su puesto, no debe permitir que estos dieciséis agentes, de edad entre 20 y 26 años, difundan la información de aquel incidente. Para ello, utilizará al grupo más grande de agentes en la Central de la Agencia de Inteligencia, el grupo Hydra, compuesto por cinco de los más grandes líderes y más de quinientos agentes del rango más alto, pero más bajo que aquellos dieciséis.
Para poder salvarse de la muerte, el grupo Peón deberá buscar a un sinfín de agentes que están dispuestos a ayudarlos, y hasta matar a aquel que quiera revelar su identidad. El código rojo vive sobre ellos. El código rojo ha sido especialmente utilizado para esos dieciséis peónes.
Los dieciséis peones rojos.