Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Pasiones Ocultas (Así te conocí)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 20 de 24. • Comparte
Página 20 de 24. • 1 ... 11 ... 19, 20, 21, 22, 23, 24
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
*W* Que bella!! Pues voy en la mitad del capítulo seguramente lo termino mañana ya ya se los dejo @.@ awwww :3 Muchas gracias! n__n no he escrito libros pero sí varias cositas y novelas cortas!
Gracias por leer chicas *---* veo si me da tiempo a terminarlo hoy y sino mañana les dejo el siguiente!
Gracias por leer chicas *---* veo si me da tiempo a terminarlo hoy y sino mañana les dejo el siguiente!
celeste smith
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
Volví a rebuscar en mi armario. No tenía idea qué ponerme, y no porque no supiera que atuendo utilizar en cualquier día común sino porque no sabía qué llevar para la cena familiar, ¿Era necesario tanto preámbulo? se trataba únicamente de una cena con mis padres, y algunos familiares, pero lo cierto era que no quería pasar por ningún tipo de mirada extraña, aunque no debería importarme, muy en mi interior solo quería lograr salir de esa situación lo más rápido posible y sin ningún tipo de secuelas. El calor era insoportable aun siendo ya cerca de las 7 de la tarde, los veranos en la ciudad solían ser así de intensos y si le sumábamos el monto de ansiedad que llevaba encima todo se volvía el doble de desagradable. Tómalo con calma, Smanatha... solo será un rato, me dije a mi misma y tras un suspiro de frustración opté por un sencillo y formal vestido color azul pálido; dejé mi cabello suelto aunque hubiese preferido hacerme un moño y tirarme de pijama a ver TV, pero enfoqué mi energía en que esa noche durase poco y luego ya podría estar con Marcos a gusto y en paz. Él no dejaría que yo me sintiera incómoda, nunca lo hacía, por el contrario, podía tomar los peores momentos y hacerme sonreír e incluso reírme en situaciones estresantes; eso era lo bueno de Marcos, quizá por ese motivo también era que me sentía muy bien a su lado.
El camino hacia casa en su auto fue casi en silencio. No era de los que me presionaban a hablar cuando me sentía algo alterada pero sabía perfectamente que estaba reprimiendo sus ganas de bromear con algo, y agradecí que no lo hiciera porque no era momento; mi familia lo había visto algunas veces, pero solo habían sido mis padres y nosotros dos en algún evento o comida, nunca Susan, ni mis curiosos y superficiales tíos y primos. Me pregunté si él estaba nervioso por ello aunque no parecía en lo absoluto, era sociable y muy amable con las personas, provenía de una familia adinerada así que sabía cómo comportarse y cómo actuar frente a ese tipo de personas, pero aun así me sentí algo mal por hacerlo pasar por eso.
-Gracias por acompañarme- solté en medio del camino sintiendo culpa por traerlo.
-Ya me las cobraré- dijo comenzando con sus bromas y sonreí pensando en las formas en las cuales podría cobrárselas.
-¿A sí?, ¿Cómo piensas hacer eso?- quise saber de forma inocente aunque fingida. Detuvo el auto en la siguiente cuadra y me miró de forma muy poco sana, con su sonrisa de medio lado que tan bien lo hacía ver en compañía de su camisa oscura.
-Eres totalmente desquiciante cuando andas alterada, ¿Lo sabías? así que me he mantenido muy al límite esperando el momento justo para que comiences a retribuirme por ello- comenzó tomando mi brazo con delicadeza y jalándome hacia él hasta que nuestros rostros estuvieron lo suficientemente cerca como para sentir su suave y cálida respiración en mi piel. Sus labios recorrieron muy despacio los míos sin besarme, provocando un cosquilleo sobre mi sensible piel; llegó a mi cuello dejando una hilera de suaves besos hasta llegar a mi oído. -Se me ocurren muchas cosas que podríamos hacer por aquí...- susurró y fue un punto límite para mí.
Sujeté su rostro buscando sus labios y lo besé intensamente, de esos besos que hacía ya días no le daba debido al trabajo, al estrés de la comida y a mil tonterías que a veces colocaba por encima de cosas que podían hacerme mucho bien. Sus manos me sujetaron por la espalda pegando su torso al mío mientras correspondía mi beso con la misma pasión; controlé mis impulsos para no terminar sobre él ahí mismo y en el auto pero era inevitable que mi cuerpo no reaccionase cuando él me besaba de esa forma o me acariciaba de esa suave manera. Me había costado dejar de hacer comparaciones, no había tenido demasiada experiencia en mi vida en cuanto al género masculino y él era mi segundo hombre, muy contrario a lo que alguna vez había experimentado pero intenso, envolvente, capaz de hacerme sentir muy segura y sobre todas las cosas muy mujer. A veces no sabía si su trato delicado era únicamente hacia mí o era él como persona en esos ámbitos pero tampoco me animaba a preguntarle, no quería que pensara que estaba buscando que fuese algo más severo conmigo y sobre todas las cosas no quería traer temas pasados a nuestros momentos juntos. Colocó su mano en mi rodilla y comenzó a subirle con lentitud, como siempre, tomándose su tiempo para todo y alterando mis hormonas por completo; abrí las piernas instintivamente sintiéndome muy por dentro una cualquiera pero a nivel de razonamiento no tendría que escandalizarme por mi propio comportamiento, después de todo Marcos sabía más o menos como era yo y creo que comenzaba a ser momento de que perdiese un poco la vergüenza. Mordí su labio inferior y llevó su mano directo a mis bragas, presionando en ese lugar y suspirando contra mi boca pesadamente; contaba con todas las intenciones de que esa situación avanzara un poco más pero mi móvil comenzó a sonar y me aparté de él de mala gana.
-¿No vas a atender?- preguntó cuándo solo miré el móvil con cara de "no me jodas".
-Es mi madre, vayamos que no quiero un sermón por llegar tarde a la cena- le dije acomodándome mi vestido nuevamente e intentando volver la temperatura a la normalidad.
-Esto no termina aquí, Señorita- me dijo con cara de pervertido. -Seguiremos luego de la cena, no puedes abrir las piernas de esa manera y esperar que simplemente pueda cenar en paz- dijo pasándose la mano por el alborotado cabello.
-Lo siento- le dije conteniendo una sonrisa y acomodándome en el asiento para marcharnos.
-Samantha...- me llamó y lo miré; estaba algo más serio y me miraba de una forma que no comprendí del todo bien.
-¿Qué sucede?- pregunté y no habló por unos segundos; iba a abrir la boca yo para decirle que me estaba preocupando pero levantó la mano para que no dijese nada.
-Solo quería decirte que me siento muy bien a tu lado- comenzó tomándose otros segundos. -Sé que no tenemos nada formal, que tú estás bien de esta manera, pero solo... te quiero- culminó mientras mi ceja se elevaba en un gesto casi de sorpresa. ¿Marcos Benoits, diciéndome que me quería y que estaba bien conmigo? Eso era toda una noticia, sobre todo porque hace unos 4 meses se dedicaba a pasearse por la cama de diferentes señoritas todas las noches. Me mantuve en silencio sin saber qué demonios decirle, se suponía que estuviese contenta, era lindo que alguien me dijese que me quería, era la estabilidad que siempre había necesitado, y de pronto me encontraba muda y sin reaccionar. -Respira, no estoy pidiéndote nada, solo quería que supieras eso- dijo ya con una sonrisa divertida en el rostro.
-Yo también te quiero a ti, lo siento, me has tomado por sorpresa- le dije finalmente reaccionando. Lo quería, me sentía bien con él, mi corazón aún no estaba listo para poder enamorarme de alguien pero le tenía mucho cariño y me dejaba tranquila no tener que explicar nada de eso o forzarme a sentir cosas para las cuales no estaba preparada.
-Eres una buena chica, mientras me permitas estar contigo, cuidaré de ti y me basta con eso- culminó haciéndome sonreír dulcemente. Quizá en algún momento las cosas terminasen de curarse en mi interior, Marcos era una persona increíble, siempre estaba sorprendiéndome con algo, pero esas palabras habían sido realmente importantes para mí, así que me sentí mucho más segura y a gusto por el camino que veníamos avanzando juntos.
La mesa tenía tanta comida que pensé que habían cocinado para el ejército entero. Había al menos unas diez personas sentadas alrededor, riendo, conversando y aparentando tener la vida perfecta. Las conversaciones giraban en torno a viajes, dinero, compras, y juegos de tennis; habían tíos que ni siquiera recordaba y ni hablar de mis primos, los que casi tenían mi edad a penas si los había visto alguna que otra vez cuando niña por lo que agradecí no tener que pasar por todo esto sola. Mi madre se había puesto un elegante vestido con brillos, como si la noche fuese de fiesta, pero no era la única, las mujeres de esa familia parecían haber sacado sus trajes más costosos de los armarios junto con joyas que exhibían como si se tratase de una competencia por quién tenía más dinero.
-¿Cómo van los estudios?- preguntó una de mis tías mientras yo me llevaba un trozo de comida a la boca. Ya comenzamos…
-Bien, he terminado los cursos así que estoy de vacaciones. Solo trabajando- respondí con total naturalidad.
-Y veo que muy bien ocupada con tu novio- dijo mi odiosa prima. Era de esas estúpidas con cabello planchado o mejor dicho “quemado” que le gustaba colocarse tintura rubia casi fosforescente y vestir a la última moda; si… de las del tipo “miro a Marcos para comerlo entero”… un momento, ¿Por qué estaba celosa? No debería estar teniendo este tipo de sensaciones, hacía muchos meses o mejor dicho un año que no sentía celos por nadie y de repente veía como sus ojos se posaban sobre MI chico y me daban ganas de tirarle con la bandeja de patatas, pero me limité únicamente a sonreír.
-Él no es…- comencé a decir.
-Está bien ocupada si pero es una chica muy responsable, y sabe cuándo decirme que me mantenga alejado- respondió Marcos con la simpatía que lo caracterizaba y siempre salvándome de las situaciones incómodas aunque había dado por sentado que éramos novios y no lo éramos pero sabía que solo lo había dicho para callar a mi querida prima.
-¿Viven juntos?- preguntó mi tía con expresión escandalizada y mi padre se atragantó con un poco de agua mirándome como si fuese acusada de matar a un cachorro de gatito o algo por el estilo.
-No- dije de inmediato. –Vivo con una amiga, él vive en su casa- dejé muy claro a todos los presentes de lo contrario los rumores del día siguiente serían que la hija de 19 años de la familia se había rebelado contra la misma y había escapado con un chico mucho mayor.
-¿Y tú que haces?- le preguntó otro de mis tíos a Marcos; por su muy sutil mirada hacia mi persona, estaba bien segura que se las cobraría una por una a estas conmigo. Evité reírme y traté de ayudarlo a salir de las interrogantes que ahora le tocaba responder.
-Termino mi carrera de leyes y luego trabajaré en la empresa de mi familia como abogado y con los asuntos legales- comentó él con tranquilidad.
-Un abogado en la familia, eso es bueno. Parece que la pequeña Sam sabe elegir muy bien- dijo una de mis tías más viejas. Sentí mis mejillas arder, ¿tenía que ser tan directa y desubicada? Cómo si yo me hubiese fijado en él por el dinero, si ella supiera de lo que Marcos me había salvado a mí, básicamente de no caer en una depresión mayor hacía ya varios meses, pero no eran asuntos que a mis tíos les interesase saber.
Aproximadamente a la medianoche, pudimos macharnos. Tenía que admitir que la cena no había sido desastrosa pero tuve que tolerar bastantes indirectas de parte de mis tíos porque ya no vivía con mis padres así como varias malas miradas de mi hermana Susan cuando se enteró de que la carrera universitaria que había elegido podría matarme de hambre en vez de generarme dinero. Si tan solo pudieran respetarme tal cuál era y quererme de esa forma quizá podría sentirme mucho mejor, pero no; ellos tenían que dejar en claro siempre que si bien no decían nada a cerca de mi forma de vida tampoco era algo que les agradase demasiado.
-Ya pasó, ya no tendrás que volver a cenar con esa gran cantidad de gente extraña al menos hasta la siguiente víspera de navidad del año entrante- dijo Marcos para tranquilizarme pues no había abierto la boca mientras nos marchábamos en su auto.
-Lo sé, solo estoy tratando de salirme de todo ese estrés… - dije y luego lo miré. -¿Qué harás en navidad?- pregunté sabiendo que quedaban dos semanas; me arrepentí de inmediato dándome cuenta de que esa pregunta había sonado demasiado invasiva, quizá él tenía planes, pasaría con su familia, o con sus amigos o con… alguien. No tenía yo por qué estar preguntándole esas cosas como si fuese mi pareja, ya había sido bastante con mi arrebato interno de celos cuando mi prima lo miró.
-No lo sé aún. Suelo hacer planes más sobre la fecha- respondió y me di cuenta de que no había sido una pregunta demasiado pertinente. -¿Quieres que pasemos juntos?- preguntó a continuación siendo más directo que yo con eso.
-Yo… no lo sé, ¿No es eso un problema para ti? Digo quizá tu tenías planes….- dije algo entreverada y sintiéndome una tonta.
-Acabo de decirte que no tengo planes- respondió riendo.
-En ese caso, me gustaría pasar contigo- dije con una leve sonrisa.
-Está dicho, princesa- retrucó con un guiño de sus claros ojos. Marcos era el estilo de chico que a cualquier mujer podría gustarle; alto, de complexión grande, si piel estaba bronceada durante el verano debido al sol, su castaño cabello siempre se veía algo alborotado, vestía informal la mayor parte del tiempo, deportivos y zapatillas pero se veía muy sexy cuando usaba trajes. Su celeste mirada siempre parecía estar inspeccionando hasta el menor detalle pero cuando sonreír de costado con sus finos labios, era porque comenzaría con sus frecuentes bromas. Era alegre, tranquilo y muy observador; durante todos esos meses, me había encargado de ver cada detalle de su persona, tenía sus defectos como cualquier ser humano, era algo desprolijo, impuntual, desordenado y se tomaba los problemas con gracia lo que hacía me enojase bastante pero todo lo bueno que tenía y cómo me hacía sentir era de mayor peso.
Quizá… podría intentarlo con él, ¿Por qué no?
Me quedé en su casa esa noche, miramos películas, las cuales terminaron entre besos y a continuación yo entre sus brazos. Las cosas parecían estar terminándose de acomodar para mí; me sentí bien con él, mucho mejor que antes, me emocionaba la idea de pasar la navidad juntos, después de tantas cosas malas creo que podría recuperarme y que mi vida estuviese ya del todo bien.
Cuando desperté esa mañana, el sol ya brillaba fuerte en el despejado cielo aun siendo las 8. Marcos dormía cómodamente a mi lado y sus brazos me aferraban la cintura como si fuese su oso de felpa; pasé suavemente mi mano por su fino y despeinado cabello y acerqué mis labios a su frente dándole un suave beso para deshacerme del agarre de sus grandes brazos. Se removió algo molesto y abrió los ojos mirándome confundido; su vista viajó hacia el reloj dándose cuenta de lo temprano que era siendo que nos habíamos dormido casi a las 5 de la mañana.
-¿A dónde vas? Te llevaré al apartamento más tarde- dijo somnoliento.
-Iré a correr un rato, quiero aprovechar la mañana, regreso desayunamos algo y luego voy a casa- le dije con una sonrisa.
-¿Quieres que te acompañe a correr?- preguntó y lo miré con ternura.
-No es necesario, duerme otro rato cuando regrese te despierto- le dije y tras un corto beso me levanté.
Agradecí que la mitad de mi armario se encontrase en su apartamento, por lo cual entre su ropa encontré mis calzas negras, una musculosa blanca y zapatillas que había dejado ahí la última vez que me quedé. El edificio se encontraba a pocas manzanas de la playa, por lo que tomé ese camino y comencé con un lento trote por la costa; no era la única que elegía las mañanas para correr, muchas personas lo hacían, o utilizaban bicicletas, o simplemente caminaban mientras que otras disfrutaban del sol sobre la arena. En esa época del año muchos turistas visitaban la costa, las calles tomaban otro colorido, todo el tiempo había personas caminando, comprando, paseando; aunque era extraño pasar las navidades con calores tan altos, valía la pena el lugar. Corrí durante casi cuarenta minutos y decidí que ya era hora de regresar, tomaría un corto baño, desayunaría con Marcos y luego iría a casa a descansar un poco pues los fines de semana no tenía que trabajar.
No había hablado con Sheila, seguramente estaría con su chico como de costumbre, pero era momento de tener una conversación; por lo que estaba sucediendo con Marcos, lo que si bien no era malo me asustaba un poco y prefería el loco pero objetivo punto de vista de mi mejor amiga. Así que le envié un texto cuando estaba llegando al edificio.
“Esta noche tu y yo… alista la comida y una botella de vino, tenemos que hablar.”
Lo envié casi riendo porque estaba segura que ni bien lo leyera me llamaría para saber que sucedía; era imposible hacerla esperar. Subí el ascensor mientras bebía toda el agua que contenía la pequeña botella que llevé conmigo y finalmente ingresé en el apartamento; el silencio me dejó claro que Marcos aún estaba durmiendo pero escuché voces en la sala a la cuál respondí.
-Ya llegué, más te vale que tengas listo el desayuno- grité bromeando mientras caminaba por el pasillo que me llevaba al living y ahí me detuve en seco…
Marcos estaba sentado en un sofá con una taza de café, por sus pequeños ojos se había levantado hacía poco rato; me miró fijo intentando creo descifrar mi expresión la cuál debía ser una mezcla de confusión, miedo, nervios, ansiedad, y todo lo que a un ser humano se le pueda cruzar por la cabeza y por el estómago, al ver a alguien a quién no esperaba ver. Sentí que el tiempo se había detenido, mis ojos estaban enfocados en esa azul mirada que tan bien conocía; mi boca se secó y fui incapaz de decir una maldita palabra por quién sabe cuántos segundos. Él por su parte, se encontraba sentado cómodamente en otro sofá, con otra taza con café; vestía bermudas oscuras, una camisa azul y las gafas de sol sobre su fino y negro cabello. Su mirada era totalmente inexpresiva y parecía hundirse en la mía, la que no había forma de desviar hacia otro lado.
Y así mi mundo se puso patas arriba en menos de un minuto…
El camino hacia casa en su auto fue casi en silencio. No era de los que me presionaban a hablar cuando me sentía algo alterada pero sabía perfectamente que estaba reprimiendo sus ganas de bromear con algo, y agradecí que no lo hiciera porque no era momento; mi familia lo había visto algunas veces, pero solo habían sido mis padres y nosotros dos en algún evento o comida, nunca Susan, ni mis curiosos y superficiales tíos y primos. Me pregunté si él estaba nervioso por ello aunque no parecía en lo absoluto, era sociable y muy amable con las personas, provenía de una familia adinerada así que sabía cómo comportarse y cómo actuar frente a ese tipo de personas, pero aun así me sentí algo mal por hacerlo pasar por eso.
-Gracias por acompañarme- solté en medio del camino sintiendo culpa por traerlo.
-Ya me las cobraré- dijo comenzando con sus bromas y sonreí pensando en las formas en las cuales podría cobrárselas.
-¿A sí?, ¿Cómo piensas hacer eso?- quise saber de forma inocente aunque fingida. Detuvo el auto en la siguiente cuadra y me miró de forma muy poco sana, con su sonrisa de medio lado que tan bien lo hacía ver en compañía de su camisa oscura.
-Eres totalmente desquiciante cuando andas alterada, ¿Lo sabías? así que me he mantenido muy al límite esperando el momento justo para que comiences a retribuirme por ello- comenzó tomando mi brazo con delicadeza y jalándome hacia él hasta que nuestros rostros estuvieron lo suficientemente cerca como para sentir su suave y cálida respiración en mi piel. Sus labios recorrieron muy despacio los míos sin besarme, provocando un cosquilleo sobre mi sensible piel; llegó a mi cuello dejando una hilera de suaves besos hasta llegar a mi oído. -Se me ocurren muchas cosas que podríamos hacer por aquí...- susurró y fue un punto límite para mí.
Sujeté su rostro buscando sus labios y lo besé intensamente, de esos besos que hacía ya días no le daba debido al trabajo, al estrés de la comida y a mil tonterías que a veces colocaba por encima de cosas que podían hacerme mucho bien. Sus manos me sujetaron por la espalda pegando su torso al mío mientras correspondía mi beso con la misma pasión; controlé mis impulsos para no terminar sobre él ahí mismo y en el auto pero era inevitable que mi cuerpo no reaccionase cuando él me besaba de esa forma o me acariciaba de esa suave manera. Me había costado dejar de hacer comparaciones, no había tenido demasiada experiencia en mi vida en cuanto al género masculino y él era mi segundo hombre, muy contrario a lo que alguna vez había experimentado pero intenso, envolvente, capaz de hacerme sentir muy segura y sobre todas las cosas muy mujer. A veces no sabía si su trato delicado era únicamente hacia mí o era él como persona en esos ámbitos pero tampoco me animaba a preguntarle, no quería que pensara que estaba buscando que fuese algo más severo conmigo y sobre todas las cosas no quería traer temas pasados a nuestros momentos juntos. Colocó su mano en mi rodilla y comenzó a subirle con lentitud, como siempre, tomándose su tiempo para todo y alterando mis hormonas por completo; abrí las piernas instintivamente sintiéndome muy por dentro una cualquiera pero a nivel de razonamiento no tendría que escandalizarme por mi propio comportamiento, después de todo Marcos sabía más o menos como era yo y creo que comenzaba a ser momento de que perdiese un poco la vergüenza. Mordí su labio inferior y llevó su mano directo a mis bragas, presionando en ese lugar y suspirando contra mi boca pesadamente; contaba con todas las intenciones de que esa situación avanzara un poco más pero mi móvil comenzó a sonar y me aparté de él de mala gana.
-¿No vas a atender?- preguntó cuándo solo miré el móvil con cara de "no me jodas".
-Es mi madre, vayamos que no quiero un sermón por llegar tarde a la cena- le dije acomodándome mi vestido nuevamente e intentando volver la temperatura a la normalidad.
-Esto no termina aquí, Señorita- me dijo con cara de pervertido. -Seguiremos luego de la cena, no puedes abrir las piernas de esa manera y esperar que simplemente pueda cenar en paz- dijo pasándose la mano por el alborotado cabello.
-Lo siento- le dije conteniendo una sonrisa y acomodándome en el asiento para marcharnos.
-Samantha...- me llamó y lo miré; estaba algo más serio y me miraba de una forma que no comprendí del todo bien.
-¿Qué sucede?- pregunté y no habló por unos segundos; iba a abrir la boca yo para decirle que me estaba preocupando pero levantó la mano para que no dijese nada.
-Solo quería decirte que me siento muy bien a tu lado- comenzó tomándose otros segundos. -Sé que no tenemos nada formal, que tú estás bien de esta manera, pero solo... te quiero- culminó mientras mi ceja se elevaba en un gesto casi de sorpresa. ¿Marcos Benoits, diciéndome que me quería y que estaba bien conmigo? Eso era toda una noticia, sobre todo porque hace unos 4 meses se dedicaba a pasearse por la cama de diferentes señoritas todas las noches. Me mantuve en silencio sin saber qué demonios decirle, se suponía que estuviese contenta, era lindo que alguien me dijese que me quería, era la estabilidad que siempre había necesitado, y de pronto me encontraba muda y sin reaccionar. -Respira, no estoy pidiéndote nada, solo quería que supieras eso- dijo ya con una sonrisa divertida en el rostro.
-Yo también te quiero a ti, lo siento, me has tomado por sorpresa- le dije finalmente reaccionando. Lo quería, me sentía bien con él, mi corazón aún no estaba listo para poder enamorarme de alguien pero le tenía mucho cariño y me dejaba tranquila no tener que explicar nada de eso o forzarme a sentir cosas para las cuales no estaba preparada.
-Eres una buena chica, mientras me permitas estar contigo, cuidaré de ti y me basta con eso- culminó haciéndome sonreír dulcemente. Quizá en algún momento las cosas terminasen de curarse en mi interior, Marcos era una persona increíble, siempre estaba sorprendiéndome con algo, pero esas palabras habían sido realmente importantes para mí, así que me sentí mucho más segura y a gusto por el camino que veníamos avanzando juntos.
La mesa tenía tanta comida que pensé que habían cocinado para el ejército entero. Había al menos unas diez personas sentadas alrededor, riendo, conversando y aparentando tener la vida perfecta. Las conversaciones giraban en torno a viajes, dinero, compras, y juegos de tennis; habían tíos que ni siquiera recordaba y ni hablar de mis primos, los que casi tenían mi edad a penas si los había visto alguna que otra vez cuando niña por lo que agradecí no tener que pasar por todo esto sola. Mi madre se había puesto un elegante vestido con brillos, como si la noche fuese de fiesta, pero no era la única, las mujeres de esa familia parecían haber sacado sus trajes más costosos de los armarios junto con joyas que exhibían como si se tratase de una competencia por quién tenía más dinero.
-¿Cómo van los estudios?- preguntó una de mis tías mientras yo me llevaba un trozo de comida a la boca. Ya comenzamos…
-Bien, he terminado los cursos así que estoy de vacaciones. Solo trabajando- respondí con total naturalidad.
-Y veo que muy bien ocupada con tu novio- dijo mi odiosa prima. Era de esas estúpidas con cabello planchado o mejor dicho “quemado” que le gustaba colocarse tintura rubia casi fosforescente y vestir a la última moda; si… de las del tipo “miro a Marcos para comerlo entero”… un momento, ¿Por qué estaba celosa? No debería estar teniendo este tipo de sensaciones, hacía muchos meses o mejor dicho un año que no sentía celos por nadie y de repente veía como sus ojos se posaban sobre MI chico y me daban ganas de tirarle con la bandeja de patatas, pero me limité únicamente a sonreír.
-Él no es…- comencé a decir.
-Está bien ocupada si pero es una chica muy responsable, y sabe cuándo decirme que me mantenga alejado- respondió Marcos con la simpatía que lo caracterizaba y siempre salvándome de las situaciones incómodas aunque había dado por sentado que éramos novios y no lo éramos pero sabía que solo lo había dicho para callar a mi querida prima.
-¿Viven juntos?- preguntó mi tía con expresión escandalizada y mi padre se atragantó con un poco de agua mirándome como si fuese acusada de matar a un cachorro de gatito o algo por el estilo.
-No- dije de inmediato. –Vivo con una amiga, él vive en su casa- dejé muy claro a todos los presentes de lo contrario los rumores del día siguiente serían que la hija de 19 años de la familia se había rebelado contra la misma y había escapado con un chico mucho mayor.
-¿Y tú que haces?- le preguntó otro de mis tíos a Marcos; por su muy sutil mirada hacia mi persona, estaba bien segura que se las cobraría una por una a estas conmigo. Evité reírme y traté de ayudarlo a salir de las interrogantes que ahora le tocaba responder.
-Termino mi carrera de leyes y luego trabajaré en la empresa de mi familia como abogado y con los asuntos legales- comentó él con tranquilidad.
-Un abogado en la familia, eso es bueno. Parece que la pequeña Sam sabe elegir muy bien- dijo una de mis tías más viejas. Sentí mis mejillas arder, ¿tenía que ser tan directa y desubicada? Cómo si yo me hubiese fijado en él por el dinero, si ella supiera de lo que Marcos me había salvado a mí, básicamente de no caer en una depresión mayor hacía ya varios meses, pero no eran asuntos que a mis tíos les interesase saber.
Aproximadamente a la medianoche, pudimos macharnos. Tenía que admitir que la cena no había sido desastrosa pero tuve que tolerar bastantes indirectas de parte de mis tíos porque ya no vivía con mis padres así como varias malas miradas de mi hermana Susan cuando se enteró de que la carrera universitaria que había elegido podría matarme de hambre en vez de generarme dinero. Si tan solo pudieran respetarme tal cuál era y quererme de esa forma quizá podría sentirme mucho mejor, pero no; ellos tenían que dejar en claro siempre que si bien no decían nada a cerca de mi forma de vida tampoco era algo que les agradase demasiado.
-Ya pasó, ya no tendrás que volver a cenar con esa gran cantidad de gente extraña al menos hasta la siguiente víspera de navidad del año entrante- dijo Marcos para tranquilizarme pues no había abierto la boca mientras nos marchábamos en su auto.
-Lo sé, solo estoy tratando de salirme de todo ese estrés… - dije y luego lo miré. -¿Qué harás en navidad?- pregunté sabiendo que quedaban dos semanas; me arrepentí de inmediato dándome cuenta de que esa pregunta había sonado demasiado invasiva, quizá él tenía planes, pasaría con su familia, o con sus amigos o con… alguien. No tenía yo por qué estar preguntándole esas cosas como si fuese mi pareja, ya había sido bastante con mi arrebato interno de celos cuando mi prima lo miró.
-No lo sé aún. Suelo hacer planes más sobre la fecha- respondió y me di cuenta de que no había sido una pregunta demasiado pertinente. -¿Quieres que pasemos juntos?- preguntó a continuación siendo más directo que yo con eso.
-Yo… no lo sé, ¿No es eso un problema para ti? Digo quizá tu tenías planes….- dije algo entreverada y sintiéndome una tonta.
-Acabo de decirte que no tengo planes- respondió riendo.
-En ese caso, me gustaría pasar contigo- dije con una leve sonrisa.
-Está dicho, princesa- retrucó con un guiño de sus claros ojos. Marcos era el estilo de chico que a cualquier mujer podría gustarle; alto, de complexión grande, si piel estaba bronceada durante el verano debido al sol, su castaño cabello siempre se veía algo alborotado, vestía informal la mayor parte del tiempo, deportivos y zapatillas pero se veía muy sexy cuando usaba trajes. Su celeste mirada siempre parecía estar inspeccionando hasta el menor detalle pero cuando sonreír de costado con sus finos labios, era porque comenzaría con sus frecuentes bromas. Era alegre, tranquilo y muy observador; durante todos esos meses, me había encargado de ver cada detalle de su persona, tenía sus defectos como cualquier ser humano, era algo desprolijo, impuntual, desordenado y se tomaba los problemas con gracia lo que hacía me enojase bastante pero todo lo bueno que tenía y cómo me hacía sentir era de mayor peso.
Quizá… podría intentarlo con él, ¿Por qué no?
Me quedé en su casa esa noche, miramos películas, las cuales terminaron entre besos y a continuación yo entre sus brazos. Las cosas parecían estar terminándose de acomodar para mí; me sentí bien con él, mucho mejor que antes, me emocionaba la idea de pasar la navidad juntos, después de tantas cosas malas creo que podría recuperarme y que mi vida estuviese ya del todo bien.
Cuando desperté esa mañana, el sol ya brillaba fuerte en el despejado cielo aun siendo las 8. Marcos dormía cómodamente a mi lado y sus brazos me aferraban la cintura como si fuese su oso de felpa; pasé suavemente mi mano por su fino y despeinado cabello y acerqué mis labios a su frente dándole un suave beso para deshacerme del agarre de sus grandes brazos. Se removió algo molesto y abrió los ojos mirándome confundido; su vista viajó hacia el reloj dándose cuenta de lo temprano que era siendo que nos habíamos dormido casi a las 5 de la mañana.
-¿A dónde vas? Te llevaré al apartamento más tarde- dijo somnoliento.
-Iré a correr un rato, quiero aprovechar la mañana, regreso desayunamos algo y luego voy a casa- le dije con una sonrisa.
-¿Quieres que te acompañe a correr?- preguntó y lo miré con ternura.
-No es necesario, duerme otro rato cuando regrese te despierto- le dije y tras un corto beso me levanté.
Agradecí que la mitad de mi armario se encontrase en su apartamento, por lo cual entre su ropa encontré mis calzas negras, una musculosa blanca y zapatillas que había dejado ahí la última vez que me quedé. El edificio se encontraba a pocas manzanas de la playa, por lo que tomé ese camino y comencé con un lento trote por la costa; no era la única que elegía las mañanas para correr, muchas personas lo hacían, o utilizaban bicicletas, o simplemente caminaban mientras que otras disfrutaban del sol sobre la arena. En esa época del año muchos turistas visitaban la costa, las calles tomaban otro colorido, todo el tiempo había personas caminando, comprando, paseando; aunque era extraño pasar las navidades con calores tan altos, valía la pena el lugar. Corrí durante casi cuarenta minutos y decidí que ya era hora de regresar, tomaría un corto baño, desayunaría con Marcos y luego iría a casa a descansar un poco pues los fines de semana no tenía que trabajar.
No había hablado con Sheila, seguramente estaría con su chico como de costumbre, pero era momento de tener una conversación; por lo que estaba sucediendo con Marcos, lo que si bien no era malo me asustaba un poco y prefería el loco pero objetivo punto de vista de mi mejor amiga. Así que le envié un texto cuando estaba llegando al edificio.
“Esta noche tu y yo… alista la comida y una botella de vino, tenemos que hablar.”
Lo envié casi riendo porque estaba segura que ni bien lo leyera me llamaría para saber que sucedía; era imposible hacerla esperar. Subí el ascensor mientras bebía toda el agua que contenía la pequeña botella que llevé conmigo y finalmente ingresé en el apartamento; el silencio me dejó claro que Marcos aún estaba durmiendo pero escuché voces en la sala a la cuál respondí.
-Ya llegué, más te vale que tengas listo el desayuno- grité bromeando mientras caminaba por el pasillo que me llevaba al living y ahí me detuve en seco…
Marcos estaba sentado en un sofá con una taza de café, por sus pequeños ojos se había levantado hacía poco rato; me miró fijo intentando creo descifrar mi expresión la cuál debía ser una mezcla de confusión, miedo, nervios, ansiedad, y todo lo que a un ser humano se le pueda cruzar por la cabeza y por el estómago, al ver a alguien a quién no esperaba ver. Sentí que el tiempo se había detenido, mis ojos estaban enfocados en esa azul mirada que tan bien conocía; mi boca se secó y fui incapaz de decir una maldita palabra por quién sabe cuántos segundos. Él por su parte, se encontraba sentado cómodamente en otro sofá, con otra taza con café; vestía bermudas oscuras, una camisa azul y las gafas de sol sobre su fino y negro cabello. Su mirada era totalmente inexpresiva y parecía hundirse en la mía, la que no había forma de desviar hacia otro lado.
Y así mi mundo se puso patas arriba en menos de un minuto…
celeste smith
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
¡No puedes dearla así! Dio'mío, ¿y entonces qué? Estuvo muy bueno el capítulo *-* Odio a esos familiares que son tan metiches, chismosos y criticones Marcos es muy lindo con Sam
DearLizzy
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
Muchas gracias y si u.u la familia de Sam da asco! jajaja (lo dice la que la inventó) jajajaja pobrecita ella. Marcos es lindo y lo será también ;) voy a ver si puedo dejar cap mañana o el domingo! gracias por pasarte *w*
celeste smith
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
Hahahaha, no importa, a fin de cuentas son tus preciosos persojaes Okeey, tómate tu tiempo, lo esperaré *-*
DearLizzy
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
¿Por qué me sucedía esto justo ahora? ¿Por qué él tenía que volver justo cuando mi vida parecía estar encaminándose de manera buena? Sentía que el universo estaba en mi contra, que el pasado volvía a caer sobre mí con todo el peso que eso implicaba y quise que fuese una pesadilla. Desee con todas mis fuerzas estar soñando y despertar de nuevo, abrir los ojos y que todo volviese a estar estable como hacía pocas horas antes; no quería esto, no quería verlo, no quería tener nuevamente su mirada sobre mí porque aún dolía, y lo supe desde el mismo instante en que ingresé en esa sala. Todos los recuerdos se hicieron presentes en mi cabeza como si de mil cuchillos se tratase atravesando mi cuerpo; no sabía si llorar, si reírme, si tirarle con algo o simplemente permanecer ahí como si el mundo se hubiese detenido.
Pero sabía que debía comportarme de forma neutral. Lo nuestro, eso que jamás fue, había terminado hacía ya un año y eso era el suficiente tiempo para que cada uno hiciera su vida, él con sus mujeres, yo juntando los pedazos de corazón que me habían quedado y rearmando mi vida. Una vida que no le permitiría destruir de nuevo aunque estaba muy segura que siendo su persona ya me habría olvidado, o al menos eso era lo que parecía en un principio. Logré desviar mi mirada después de varios segundo con una incomodidad tan grande que desee que un tsunami llegase en ese mismo momento. Miré a Marcos, se veía tranquilo aunque en sus ojos había una pequeña cuota de preocupación que supe se debía a mi expresión. ¿Sabría Alex que yo estaba con Marcos? ¿Le importaría? ¿Por qué rayos me estaba haciendo esta pregunta?
-Hola Samantha- dijo él finalmente, seguro, fuerte y claro. Ninguna señal de que estuviese mal o de que lo hubiera afectado verme ahí parada.
-Hola…- dije en un susurro apenas audible. ¿Me había quedado sin voz, o qué? El sonido de mi móvil me sacó del maldito ensueño y reaccioné utilizando esa excusa para poder continuar mi camino hacia la habitación de Marcos donde me tomé unos segundos antes de atender.
-Me cuentas ya mismo de qué se trata- exigió Sheila del otro lado como si mi cabeza estuviese colocada en donde debía ir.
-Es… luego- dije totalmente confundida.
-¿Qué te sucede, Sam? Me asustas- dijo ella preocupada. Tomé asiento en la desordenada cama intentando acomodar mis pensamientos aunque estaba segura que eso me llevaría toda la tarde.
-Nada…- mentí descaradamente.
-Habla ya mismo, pequeña mentirosa, te conozco bien, ¿Peleaste con Marcos?- preguntó.
-No. Él… es él, está aquí- dije alterada.
-Y si Sam, es su apartamento, ¿Dónde quieres que esté? Pásame con ese idiota si peleó contigo voy a decirle unas cuántas cosas- dijo ella a la defensiva y actuando como si fuese mi madre.
-No es Marcos Sheila, es Alex el que está aquí- dije ya conectando mis neuronas para poder hablar con coherencia al menos.
-¿He?, ¿Alex… Alexander?, ¿Cómo, ha regresado?- preguntó ahora tan confundida como yo.
-No lo sé, bueno si, evidentemente regresó, he cruzado media palabra con él es que… no esperaba esto, estoy alterada- dije suspirando.
-Oye tranquilízate, no dejes que eso te altere. Tú estás bien ahora, él no puede hacerte daño otra vez, mantén tu mente centrada ¿entendiste? Y ven para casa en cuanto puedas, haremos una charla para que te aclares un poco- me dijo. –Si llega a molestarte lo enviaré de una patada de regreso a Europa- agregó al final.
Ni bien terminé de hablar con Sheila me metí al baño para darme una ducha. Hice un esfuerzo sobrenatural por hacer de cuenta que nada había sucedido hacía un rato, que ni siquiera lo había visto aunque sabía que eso poco duraría. Mi amiga tenía razón, yo tenía que centrarme en mi vida y en todo lo bueno que había ahora en ella, no en el pasado; él ya tenía la suya, no se acercaría a mi aunque pensar en que no lo hiciera me retorciera el estómago de dolor. No quería arruinar lo bueno que había logrado construir hasta el momento, así que tenía que tranquilizarme y enfocarme en ello.
Cuando salí del baño Marcos estaba terminando de acomodar su cama. Se detuvo y me miró esperando que le dijese algo aunque yo no sabía qué decirle; estaba segura de que esa situación había sido tan incómoda para mí como para él y lo entendía; ni siquiera sabía si le había dicho a su amigo que estábamos juntos o como había tomado ese asunto, después de todo yo estaba saliendo con el mejor amigo de mi “ex – algo”. Caminé hacia el espejo y tomé un cepillo para el cabello que se encontraba sobre la mesa de luz sin decir ni una palabra y tratando de sacar fuerzas de algún lado para poder comportarme con naturalidad y sobre todo con normalidad.
-Iré a casa en un rato- dije cuando el silencio se volvió demasiado incómodo. ¿Por qué él no me decía nada? ¿Estaría molesto conmigo por algo?
-Háblame…- dijo e hice de cuenta que no había dicho nada mientras me cepillaba el cabello; sabía a lo que se refería, no quería mencionar lo sucedido, mi mente luchaba por hacer de cuenta que nada había ocurrido, que no lo había visto y que todo estaba como siempre.
-No sé qué haré esta noche, creo que cenaré con Sheila pero podemos salir más tarde si quieres- continué sujetando mi mojado cabello en una coleta.
-Samantha, habla conmigo- volvió a repetirme. Solo estaba logrando que me alterase más, ¿Por qué simplemente no lo dejaba pasar? Quería que se comportara con normalidad, yo lo estaba haciendo con todo lo que me costaba. Tomé mi bolso de la silla que se encontraba junto al ventanal, si él pretendía seguir en ese plan entonces era mejor que me fuera cuanto antes, que intentase tranquilizarme y luego todo estaría bien.
-¿Me llamas más tarde?- pregunté evitando su mirada y fijándola en mis uñas color rosa pálido, pensando en que debería cambia el esmalte, quizá esa noche lo hiciera mientras cenaba con Sheila. No obtuve respuesta, sabía que me estaba observando, esperando mis palabras o quizá mi reacción, así que avancé hacia la puerta de la habitación dispuesta a irme pero se me adelantó bloqueándome la salida y tomando mi brazo con suavidad.
-No puedes irte así…- dijo con tranquilidad y me enfrenté a su celeste y preocupada mirada.
-¿Qué quieres que diga? No sé qué estás esperando- dije molesta.
-Quiero que hablemos, sé que no te sientes bien, no eres de las que ocultan ese tipo de cuestiones. Di lo que quieras decir, por favor, odio el silencio- me dijo. Quizá era la primera vez que veía esta fase de Marcos; él siempre se mostraba tan despreocupado y bromista que cuando se ponía serio era porque de verdad algo le incomodaba. Eso me hizo darme cuenta de que yo de verdad le importaba, tal vez lo había subestimado demasiado con su estereotipo de “macho mujeriego” pero en ese momento solo tenía delante de mí a un hombre al cuál le interesaba saber qué estaba pensando o qué me había sucedido con lo de hace un rato.
-Yo… ¿No es más fácil hacer de cuenta que todo está bien y ya?- pregunté fastidiada tirando mi bolso sobre la cama recién tendida y dirigiéndome hacia la silla donde me senté.
-No va a funcionar demasiado eso cuando Alexander volvió para quedarse, así que mejor háblame porque lo seguirás viendo si estás conmigo- dijo. El simple nombre proveniente de sus labios alteraba cada una de mis terminaciones nerviosas y esta vez no era para bien; ¿Así que había regresado para quedarse? Y por lo que veía, las cosas entre ellos estaban bien si pensaban seguirse viendo, ¿Por qué tendrían que estar mal? Yo ya no significaba nada para Alex, estaba claro que no le molestaría si estaba con su mejor amigo o con quién fuese y me odiaba porque muy dentro de mí eso me molestaba.
-¿Ya sabías que volvería?- pregunté.
-Lo sé desde hace una semana más o menos- confesó.
-Podrías habérmelo dicho, ¿No?- dije enojada.
-¿Para qué te alterases de esta manera? Estabas tranquila, quiero cuidar de ti no generarte más incomodidades, lamento mucho que no veas eso-
-¿Más incomodidad de la que acabo de pasar en la sala? Si me hubieses dicho me habría preparado psicológicamente al menos- respondí.
-Entonces sigue afectándote, creí que después de un año ya habías superado ciertas cosas- dijo y me arrepentí de las frases anteriores. Justamente a esto no quería llegar; no quería que ese idiota me afectase, él ya no estaba en mi vida, y yo tenía cosas buenas que un mínimo error podría hacerme perder.
-No. Él ya no me interesa. Solo es que pasaron muchas cosas y fue todo de repente, tu sabes lo mal que estuve, no me juzgues porque mi mente aún no pueda procesar ciertos dolores- me corregí aunque muy en mi interior sabía que era más que eso. Pero estaba dispuesta a olvidarme de todo, a seguir mi vida como hasta ahora y mucho mejor aún; yo no quería perder a Marcos, él no lo merecía y yo tampoco.
-No te estoy juzgando, no es mi intensión- dijo suavizando la mirada y acercándose a mí; se inclinó un poco quedando a mi altura y tomó mis manos entre las suyas. –Quiero que estés bien, como hasta anoche, dime cómo puedo ayudarte- me pidió. Todo era más complicado con un hombre como él, bueno, comprensivo y dulce; y yo una idiota que me había tomado minutos para recordar un tormentoso pasado que solo me dejó heridas que hasta el momento se me hacía difícil sanar. Dejé de lado todas mis molestas y pasé mi mano suavemente por su mejilla.
-Estaré bien, solo fue algo que no esperaba pero nada cambiará en mi- dije intentando creerme eso yo misma.
-Él no va a molestarte, Sam. Sabe que estás conmigo y lo respeta, el pasado quedó en el pasado, quiero que estés tranquila- dijo. No sabía si llorar o quedarme tranquila con esa respuesta. Definitivamente tenía que acomodar mis pensamientos y volver a mi equilibrio de siempre, sabía yo que él ya tenía su vida y problema suyo, yo tenía que terminar de arrancarlo de mi mente y de la parte oscura de mi corazón.
La noche llegó. Me encontraba tirada en el sofá con mi pijama de ositos, ese que jamás dejaría que Marcos viera, pero como se trataba de “noche de chicas” no corría peligro a que mi sentido de la moda descendiera varios escalones; Sheila llevaba un pijama que hasta algún que otro agujero tenía y se encontraba sentada en el piso bebiendo una copa con vino mientras comía de a ratos trozos de la pizza que recién había llegado.
-Es que no puedo creer… que le dé la cara para volver- dijo terminando de tragar la pizza.
-Nadie puede cerrarle la entrada al país, Sheila- dije como si eso no fuese enteramente razonable.
-Yo lo haría, por jodido, imbécil y mala persona- dijo con molestia y me reí. No importaba la situación, ella siempre estaba para apoyarme, ya fuese para insultar, para alabar o para simplemente mantenernos en silencio, creo que no había mejor amiga en el mundo.
-Nunca creí ver a Marcos tan serio…- dije pensativa.
-Marcos está enamorado de ti, se nota de lejos eso- dijo con total naturalidad y la miré asustada.
-No digas eso, Marcos no es de los que se enamora. Además yo no puedo… aún no estoy lista para enamorarme de alguien y no quiero lastimarlo, estoy muy bien con él así-
-Te acordarás de mí cuando te des cuenta de que eso le sucede. Ahora Sam, escucha con atención, si tu vuelves a involucrarte con ese mujeriego desagradable e insensible y dejas pasar la oportunidad con Marcos, seré yo la que te cierre la entrada al país- dijo con tono amenazante.
-No voy a acercarme a Alex… él ya no volverá a hacerme sufrir. Ni se debe acordar de mí, me miró como si estuviese mirando un paquete de galletas, con total neutralidad- dije.
-Espero que sea por eso y no listo para comerte, mantente atenta- dijo apuntándome con un dedo sucio con salsa de tomate.
No fue fácil conciliar el sueño esa noche, aunque no quisiera pensar, los recuerdos se arremolinaban en mi mente sin darme tregua, ¿Cómo iba a poder seguir con mi vida de manera normal si mi mente no me ayudaba? Se suponía que yo tenía que poder con esto, tenía que lograr dejar todo atrás de forma definitiva y seguir adelante, nada de lo pasado me había brindado felicidad o estabilidad, solo satisfacción de momentos cortos que al siguiente día se esfumaban y se transformaban en miedos, ansiedad y dolor. ¿Eso era lo que yo quería para mi vida? Definitivamente no, por ello, tenía que ser razonable y enfocarme en quién se había tomado la molestia de dejarme un mensaje antes de dormir que decía “Te quiero, duerme bien princesa.”
La siguiente semana transcurrió con normalidad, volví a mi trabajo, a enfocarme en la rutina diaria, en Marcos y en todo lo que hasta el momento venía encaminado; no se tocaron temas referentes a lo sucedido o a la persona en sí, y tampoco me lo había cruzado, lo que me llevaba a pensar que sería mucho más sencillo todo así, como si él simplemente no estuviera. Esa noche iríamos todos al club a beber algo, así que aproveché el resto de la tarde para descansar en casa, relajarme y estar lista en las siguientes horas. Solíamos ir bastante a ese pub, sobre todo después que Sheila conoció a su chico ahí, era un lugar grande, repleto de personas, buena música y un ambiente movido, nada comparado a los antros que solía visitar en el pasado, creo que hasta en gustos referentes a eso había mejorado mi vida.
Llevaba puesto un corto vestido negro con un fino y delicado borde blanco, zapatos oscuros y chaqueta haciendo juego; sabía que a Marcos le gustaba esa vestimenta y me agradaba tener sus ojos sobre mí y no sobre otras chicas que andaban todo el tiempo buscándolo aunque debía admitir que me comenzaba a sentir mucho más segura y confiada a su lado como mujer. Seguro se trataba de su forma de actuar conmigo y de que a mi lado al menos, no miraba a nadie; no tenía idea que hacía cuando estaba solo, pero prefería pensar que sus palabras eran sinceras. Sheila, siendo mucho más extrovertida que yo y con una figura que valía la pena mostrar, llevaba unos pantalones negros y una blusa muy pequeña color blanca que la hacían ver como toda una modelo pero creo que a su chico le sobraban ojos para ella y para todas las mujeres que se cruzaban por la barra donde servía tragos.
Nos encontrábamos en una de las mesas cercana a la barra con Sheila mientras Marcos saludaba a algunos de sus amigos y probablemente a cierta persona que yo no quería ver, de modo que preferí quedarme en un territorio seguro de momento y evitar incomodidades innecesarias. Sería una larga noche, y pretendía divertirme y pasarla bien, lejos de cualquier tipo de problemas y con las personas que siempre me habían acompañado, que si bien eran poca, pues no tenía demasiada relación con los allegados de Marcos, eran personas que realmente importaban para mí.
Mientras esperaba y le daba su espacio para que estuviese un rato con sus amigos decidí dirigirme al baño para comprobar si mi cabello seguía en su lugar o había pasado a transformarse en un nido de pajas. Caminé entre la multitud que se encontraba bailando ya en la pista, abriéndome camino hasta llegar al pasillo que conducía al baño; el mismo se encontraba como de costumbre lleno de personas besándose, no comprendía por qué no utilizaban lugares más abiertos y elegían siempre los más oscuros y pequeños obstaculizando la llegada al tocador. Caminé como pude entre las parejas y personas conversando y me di de frente contra alguien; maldije por lo bajo y levanté mi vista para disculparme.
-Lo siento no te vi…- dije quedándome muda. ¿Por qué de todas las personas en el mundo, yo tenía que tener la maldita mala suerte de chocarme contra él? Realmente creía que el universo conspiraba en mi contra, tuve el impulso de reírme por mi pensamiento y por los nervios pero apreté los labios en una línea y me contuve observándolo sin decir nada.
-No es que se vea demasiado en este pasillo- me respondió. Su voz… esa voz que me descontrolaba, no quería ni que me hablara, cualquier cosa que hiciera, que dijera, sus miradas, sus movimientos, todo parecía afectarme y generar algún tipo de sensación en mí que se mezclaba de forma agradable y desagradable a la vez haciéndome sentir una jodida loca.
Pero sabía que debía comportarme de forma neutral. Lo nuestro, eso que jamás fue, había terminado hacía ya un año y eso era el suficiente tiempo para que cada uno hiciera su vida, él con sus mujeres, yo juntando los pedazos de corazón que me habían quedado y rearmando mi vida. Una vida que no le permitiría destruir de nuevo aunque estaba muy segura que siendo su persona ya me habría olvidado, o al menos eso era lo que parecía en un principio. Logré desviar mi mirada después de varios segundo con una incomodidad tan grande que desee que un tsunami llegase en ese mismo momento. Miré a Marcos, se veía tranquilo aunque en sus ojos había una pequeña cuota de preocupación que supe se debía a mi expresión. ¿Sabría Alex que yo estaba con Marcos? ¿Le importaría? ¿Por qué rayos me estaba haciendo esta pregunta?
-Hola Samantha- dijo él finalmente, seguro, fuerte y claro. Ninguna señal de que estuviese mal o de que lo hubiera afectado verme ahí parada.
-Hola…- dije en un susurro apenas audible. ¿Me había quedado sin voz, o qué? El sonido de mi móvil me sacó del maldito ensueño y reaccioné utilizando esa excusa para poder continuar mi camino hacia la habitación de Marcos donde me tomé unos segundos antes de atender.
-Me cuentas ya mismo de qué se trata- exigió Sheila del otro lado como si mi cabeza estuviese colocada en donde debía ir.
-Es… luego- dije totalmente confundida.
-¿Qué te sucede, Sam? Me asustas- dijo ella preocupada. Tomé asiento en la desordenada cama intentando acomodar mis pensamientos aunque estaba segura que eso me llevaría toda la tarde.
-Nada…- mentí descaradamente.
-Habla ya mismo, pequeña mentirosa, te conozco bien, ¿Peleaste con Marcos?- preguntó.
-No. Él… es él, está aquí- dije alterada.
-Y si Sam, es su apartamento, ¿Dónde quieres que esté? Pásame con ese idiota si peleó contigo voy a decirle unas cuántas cosas- dijo ella a la defensiva y actuando como si fuese mi madre.
-No es Marcos Sheila, es Alex el que está aquí- dije ya conectando mis neuronas para poder hablar con coherencia al menos.
-¿He?, ¿Alex… Alexander?, ¿Cómo, ha regresado?- preguntó ahora tan confundida como yo.
-No lo sé, bueno si, evidentemente regresó, he cruzado media palabra con él es que… no esperaba esto, estoy alterada- dije suspirando.
-Oye tranquilízate, no dejes que eso te altere. Tú estás bien ahora, él no puede hacerte daño otra vez, mantén tu mente centrada ¿entendiste? Y ven para casa en cuanto puedas, haremos una charla para que te aclares un poco- me dijo. –Si llega a molestarte lo enviaré de una patada de regreso a Europa- agregó al final.
Ni bien terminé de hablar con Sheila me metí al baño para darme una ducha. Hice un esfuerzo sobrenatural por hacer de cuenta que nada había sucedido hacía un rato, que ni siquiera lo había visto aunque sabía que eso poco duraría. Mi amiga tenía razón, yo tenía que centrarme en mi vida y en todo lo bueno que había ahora en ella, no en el pasado; él ya tenía la suya, no se acercaría a mi aunque pensar en que no lo hiciera me retorciera el estómago de dolor. No quería arruinar lo bueno que había logrado construir hasta el momento, así que tenía que tranquilizarme y enfocarme en ello.
Cuando salí del baño Marcos estaba terminando de acomodar su cama. Se detuvo y me miró esperando que le dijese algo aunque yo no sabía qué decirle; estaba segura de que esa situación había sido tan incómoda para mí como para él y lo entendía; ni siquiera sabía si le había dicho a su amigo que estábamos juntos o como había tomado ese asunto, después de todo yo estaba saliendo con el mejor amigo de mi “ex – algo”. Caminé hacia el espejo y tomé un cepillo para el cabello que se encontraba sobre la mesa de luz sin decir ni una palabra y tratando de sacar fuerzas de algún lado para poder comportarme con naturalidad y sobre todo con normalidad.
-Iré a casa en un rato- dije cuando el silencio se volvió demasiado incómodo. ¿Por qué él no me decía nada? ¿Estaría molesto conmigo por algo?
-Háblame…- dijo e hice de cuenta que no había dicho nada mientras me cepillaba el cabello; sabía a lo que se refería, no quería mencionar lo sucedido, mi mente luchaba por hacer de cuenta que nada había ocurrido, que no lo había visto y que todo estaba como siempre.
-No sé qué haré esta noche, creo que cenaré con Sheila pero podemos salir más tarde si quieres- continué sujetando mi mojado cabello en una coleta.
-Samantha, habla conmigo- volvió a repetirme. Solo estaba logrando que me alterase más, ¿Por qué simplemente no lo dejaba pasar? Quería que se comportara con normalidad, yo lo estaba haciendo con todo lo que me costaba. Tomé mi bolso de la silla que se encontraba junto al ventanal, si él pretendía seguir en ese plan entonces era mejor que me fuera cuanto antes, que intentase tranquilizarme y luego todo estaría bien.
-¿Me llamas más tarde?- pregunté evitando su mirada y fijándola en mis uñas color rosa pálido, pensando en que debería cambia el esmalte, quizá esa noche lo hiciera mientras cenaba con Sheila. No obtuve respuesta, sabía que me estaba observando, esperando mis palabras o quizá mi reacción, así que avancé hacia la puerta de la habitación dispuesta a irme pero se me adelantó bloqueándome la salida y tomando mi brazo con suavidad.
-No puedes irte así…- dijo con tranquilidad y me enfrenté a su celeste y preocupada mirada.
-¿Qué quieres que diga? No sé qué estás esperando- dije molesta.
-Quiero que hablemos, sé que no te sientes bien, no eres de las que ocultan ese tipo de cuestiones. Di lo que quieras decir, por favor, odio el silencio- me dijo. Quizá era la primera vez que veía esta fase de Marcos; él siempre se mostraba tan despreocupado y bromista que cuando se ponía serio era porque de verdad algo le incomodaba. Eso me hizo darme cuenta de que yo de verdad le importaba, tal vez lo había subestimado demasiado con su estereotipo de “macho mujeriego” pero en ese momento solo tenía delante de mí a un hombre al cuál le interesaba saber qué estaba pensando o qué me había sucedido con lo de hace un rato.
-Yo… ¿No es más fácil hacer de cuenta que todo está bien y ya?- pregunté fastidiada tirando mi bolso sobre la cama recién tendida y dirigiéndome hacia la silla donde me senté.
-No va a funcionar demasiado eso cuando Alexander volvió para quedarse, así que mejor háblame porque lo seguirás viendo si estás conmigo- dijo. El simple nombre proveniente de sus labios alteraba cada una de mis terminaciones nerviosas y esta vez no era para bien; ¿Así que había regresado para quedarse? Y por lo que veía, las cosas entre ellos estaban bien si pensaban seguirse viendo, ¿Por qué tendrían que estar mal? Yo ya no significaba nada para Alex, estaba claro que no le molestaría si estaba con su mejor amigo o con quién fuese y me odiaba porque muy dentro de mí eso me molestaba.
-¿Ya sabías que volvería?- pregunté.
-Lo sé desde hace una semana más o menos- confesó.
-Podrías habérmelo dicho, ¿No?- dije enojada.
-¿Para qué te alterases de esta manera? Estabas tranquila, quiero cuidar de ti no generarte más incomodidades, lamento mucho que no veas eso-
-¿Más incomodidad de la que acabo de pasar en la sala? Si me hubieses dicho me habría preparado psicológicamente al menos- respondí.
-Entonces sigue afectándote, creí que después de un año ya habías superado ciertas cosas- dijo y me arrepentí de las frases anteriores. Justamente a esto no quería llegar; no quería que ese idiota me afectase, él ya no estaba en mi vida, y yo tenía cosas buenas que un mínimo error podría hacerme perder.
-No. Él ya no me interesa. Solo es que pasaron muchas cosas y fue todo de repente, tu sabes lo mal que estuve, no me juzgues porque mi mente aún no pueda procesar ciertos dolores- me corregí aunque muy en mi interior sabía que era más que eso. Pero estaba dispuesta a olvidarme de todo, a seguir mi vida como hasta ahora y mucho mejor aún; yo no quería perder a Marcos, él no lo merecía y yo tampoco.
-No te estoy juzgando, no es mi intensión- dijo suavizando la mirada y acercándose a mí; se inclinó un poco quedando a mi altura y tomó mis manos entre las suyas. –Quiero que estés bien, como hasta anoche, dime cómo puedo ayudarte- me pidió. Todo era más complicado con un hombre como él, bueno, comprensivo y dulce; y yo una idiota que me había tomado minutos para recordar un tormentoso pasado que solo me dejó heridas que hasta el momento se me hacía difícil sanar. Dejé de lado todas mis molestas y pasé mi mano suavemente por su mejilla.
-Estaré bien, solo fue algo que no esperaba pero nada cambiará en mi- dije intentando creerme eso yo misma.
-Él no va a molestarte, Sam. Sabe que estás conmigo y lo respeta, el pasado quedó en el pasado, quiero que estés tranquila- dijo. No sabía si llorar o quedarme tranquila con esa respuesta. Definitivamente tenía que acomodar mis pensamientos y volver a mi equilibrio de siempre, sabía yo que él ya tenía su vida y problema suyo, yo tenía que terminar de arrancarlo de mi mente y de la parte oscura de mi corazón.
La noche llegó. Me encontraba tirada en el sofá con mi pijama de ositos, ese que jamás dejaría que Marcos viera, pero como se trataba de “noche de chicas” no corría peligro a que mi sentido de la moda descendiera varios escalones; Sheila llevaba un pijama que hasta algún que otro agujero tenía y se encontraba sentada en el piso bebiendo una copa con vino mientras comía de a ratos trozos de la pizza que recién había llegado.
-Es que no puedo creer… que le dé la cara para volver- dijo terminando de tragar la pizza.
-Nadie puede cerrarle la entrada al país, Sheila- dije como si eso no fuese enteramente razonable.
-Yo lo haría, por jodido, imbécil y mala persona- dijo con molestia y me reí. No importaba la situación, ella siempre estaba para apoyarme, ya fuese para insultar, para alabar o para simplemente mantenernos en silencio, creo que no había mejor amiga en el mundo.
-Nunca creí ver a Marcos tan serio…- dije pensativa.
-Marcos está enamorado de ti, se nota de lejos eso- dijo con total naturalidad y la miré asustada.
-No digas eso, Marcos no es de los que se enamora. Además yo no puedo… aún no estoy lista para enamorarme de alguien y no quiero lastimarlo, estoy muy bien con él así-
-Te acordarás de mí cuando te des cuenta de que eso le sucede. Ahora Sam, escucha con atención, si tu vuelves a involucrarte con ese mujeriego desagradable e insensible y dejas pasar la oportunidad con Marcos, seré yo la que te cierre la entrada al país- dijo con tono amenazante.
-No voy a acercarme a Alex… él ya no volverá a hacerme sufrir. Ni se debe acordar de mí, me miró como si estuviese mirando un paquete de galletas, con total neutralidad- dije.
-Espero que sea por eso y no listo para comerte, mantente atenta- dijo apuntándome con un dedo sucio con salsa de tomate.
No fue fácil conciliar el sueño esa noche, aunque no quisiera pensar, los recuerdos se arremolinaban en mi mente sin darme tregua, ¿Cómo iba a poder seguir con mi vida de manera normal si mi mente no me ayudaba? Se suponía que yo tenía que poder con esto, tenía que lograr dejar todo atrás de forma definitiva y seguir adelante, nada de lo pasado me había brindado felicidad o estabilidad, solo satisfacción de momentos cortos que al siguiente día se esfumaban y se transformaban en miedos, ansiedad y dolor. ¿Eso era lo que yo quería para mi vida? Definitivamente no, por ello, tenía que ser razonable y enfocarme en quién se había tomado la molestia de dejarme un mensaje antes de dormir que decía “Te quiero, duerme bien princesa.”
La siguiente semana transcurrió con normalidad, volví a mi trabajo, a enfocarme en la rutina diaria, en Marcos y en todo lo que hasta el momento venía encaminado; no se tocaron temas referentes a lo sucedido o a la persona en sí, y tampoco me lo había cruzado, lo que me llevaba a pensar que sería mucho más sencillo todo así, como si él simplemente no estuviera. Esa noche iríamos todos al club a beber algo, así que aproveché el resto de la tarde para descansar en casa, relajarme y estar lista en las siguientes horas. Solíamos ir bastante a ese pub, sobre todo después que Sheila conoció a su chico ahí, era un lugar grande, repleto de personas, buena música y un ambiente movido, nada comparado a los antros que solía visitar en el pasado, creo que hasta en gustos referentes a eso había mejorado mi vida.
Llevaba puesto un corto vestido negro con un fino y delicado borde blanco, zapatos oscuros y chaqueta haciendo juego; sabía que a Marcos le gustaba esa vestimenta y me agradaba tener sus ojos sobre mí y no sobre otras chicas que andaban todo el tiempo buscándolo aunque debía admitir que me comenzaba a sentir mucho más segura y confiada a su lado como mujer. Seguro se trataba de su forma de actuar conmigo y de que a mi lado al menos, no miraba a nadie; no tenía idea que hacía cuando estaba solo, pero prefería pensar que sus palabras eran sinceras. Sheila, siendo mucho más extrovertida que yo y con una figura que valía la pena mostrar, llevaba unos pantalones negros y una blusa muy pequeña color blanca que la hacían ver como toda una modelo pero creo que a su chico le sobraban ojos para ella y para todas las mujeres que se cruzaban por la barra donde servía tragos.
Nos encontrábamos en una de las mesas cercana a la barra con Sheila mientras Marcos saludaba a algunos de sus amigos y probablemente a cierta persona que yo no quería ver, de modo que preferí quedarme en un territorio seguro de momento y evitar incomodidades innecesarias. Sería una larga noche, y pretendía divertirme y pasarla bien, lejos de cualquier tipo de problemas y con las personas que siempre me habían acompañado, que si bien eran poca, pues no tenía demasiada relación con los allegados de Marcos, eran personas que realmente importaban para mí.
Mientras esperaba y le daba su espacio para que estuviese un rato con sus amigos decidí dirigirme al baño para comprobar si mi cabello seguía en su lugar o había pasado a transformarse en un nido de pajas. Caminé entre la multitud que se encontraba bailando ya en la pista, abriéndome camino hasta llegar al pasillo que conducía al baño; el mismo se encontraba como de costumbre lleno de personas besándose, no comprendía por qué no utilizaban lugares más abiertos y elegían siempre los más oscuros y pequeños obstaculizando la llegada al tocador. Caminé como pude entre las parejas y personas conversando y me di de frente contra alguien; maldije por lo bajo y levanté mi vista para disculparme.
-Lo siento no te vi…- dije quedándome muda. ¿Por qué de todas las personas en el mundo, yo tenía que tener la maldita mala suerte de chocarme contra él? Realmente creía que el universo conspiraba en mi contra, tuve el impulso de reírme por mi pensamiento y por los nervios pero apreté los labios en una línea y me contuve observándolo sin decir nada.
-No es que se vea demasiado en este pasillo- me respondió. Su voz… esa voz que me descontrolaba, no quería ni que me hablara, cualquier cosa que hiciera, que dijera, sus miradas, sus movimientos, todo parecía afectarme y generar algún tipo de sensación en mí que se mezclaba de forma agradable y desagradable a la vez haciéndome sentir una jodida loca.
celeste smith
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
Siento que explotó de la emoción por los capítulos, y no los he leído aún. Qué feliz estoy, gracias<3 los leo y vuelvo a comentar<3
disappear.
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
*O* Me alegro que les guste! subiré el siguiente en estos días queme haga tiempito n__n
celeste smith
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
You are asome!!! Me encantaron los nuevos cap <3. Pequeña pregunta ¿es mucha molestia si te pido que suba a la pagina mas de tus novelas o cositas cortas que escribiste? seguro que si porque estaras ocupada escribiendo mas capitulos, pero es que tus historias son muy buenas. Espero con ansias los nuevos capitulos besos<3
BeluAtaide
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
Voy a ver si puedo subir alguna más por aquí después que haga algunos capítulos de esta n__n sino como te dije dejé el wattpad al principio de la novel que ahí hay alguna cositas más *w*
Gracias por leer! veo si subo uno más a la noche!!
Gracias por leer! veo si subo uno más a la noche!!
celeste smith
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
¡Llego para quedarse! Hahaha no sé por qué me recordó a una cancioncita xD Entonces habrá más encuentros Sheila me recuerda a una vieja amiga que tuve Pobre Sam, ella sólo quería ir a verse al espejo, o a hacer pipi, tal vez xD ¡Siguela pronto! *-*
DearLizzy
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
La camisa oscura que llevaba hacía que sus azules ojos resaltaran; ¿Estaba más bueno que antes?, ¡Ya Samantah, deja de pensar de esa forma! Reaccioné, dándome cuenta que debía responderle o mejor dicho seguir mi camino cuanto antes hacia el baño, claro que él estaba bloqueándome el camino y a ambos lados había personas que tenían sus manos muy bien ocupadas en cosas que prefería no mirar.
-¿Cómo estás?- preguntó complicándome la vida un poco más, porque estaba claro que le iba a responder y no podía ser completamente indiferente y marcharme dejando que hablara solo, y porque a su vez me afectaba mucho tenerlo ahí frente a mí hablándome y yo debía estar ya en el baño y luego con Marcos.
-Bien… ¿Y tú?- respondí siguiendo con una pregunta, ¿A caso no podía ser seca y cortante con él y marcharme de una buena vez?
-Muy bien, gracias- dijo con tranquilidad. No podía seguir ahí, tenía que irme antes de que de verdad me hiciera mal; junté fuerza de voluntad y tras una sonrisa amable di un paso para poder avanzar hacia mi objetivo, el cuál parecía tan lejano ahora. Su mano sujetó mi brazo, su cálida piel tocó la mía y lo miré casi sobresaltada; su agarre no era delicado como el de Marcos; Alexander no era delicado con nada, y esas eran de las tantas cosas que siempre habían logrado alterarme las hormonas, la mente y todo lo que había a mi alrededor cuando se acercaba. –Creo que sería buena idea si pudiéramos hablar- dijo muy cerca de mí, alterándome como solía hacerlo en algún momento de mi vida.
-¿Hablar de qué?- pregunté con la respiración algo acelerada. Tenía que centrarme, yo no tenía nada que hablar con él, no dejaría que nadie arruinase mi vida otra vez; la había pasado muy mal y él no había estado para curar mis heridas sino todo lo contrario, las había creado, dejándome sola y haciéndome pasar muy mal y yo tenía que tener eso muy presente.
-No es mi intensión molestarte, solo me gustaría que las cosas estuvieran bien, que no haya esta tensión molesta- me dijo. ¿Tensión molesta? ¿Es que acaso se daba cuenta de que lo miraba con rabia?
-No tenemos nada de qué hablar, todo está bien- mentí y supe que no me había creído ni una sola palabra; su cercanía comenzaba a molestarme, ¿Tenía que estar así de cerca? Su mano aún sujetaba mi brazo aunque no con demasiada presión pero bastaba para que mi mente se alterase de todas las maneras existentes.
-Por favor Sam, es solo una conversación…vayamos a beber un café- me pidió; ¡No podía ser tan descarado! ¿Qué le hacía creer a él que yo accedería así como así solo porque se le ocurriese?
-Estoy con mi amiga y con Marcos, no me voy a ir- le respondí con mucha seriedad y mirándolo a los ojos para que le quedase claro.
-Di que te sientes mal, solo será una charla y no volveré a molestarte nunca más- dijo y abrí la boca porque no sabía si reírme o enviarlo al demonio; él pretendía no solo que yo me fuese a beber café con él sino que además le mintiera a las personas que estaban conmigo, las únicas personas que me habían apoyado cuando él me dejó sola y destruida. No le respondí; me solté de su agarre y me marché hacia el baño donde intenté tranquilizarme.
No podía volver a meterme en esto por más que solo fuese una conversación. En mi interior salía a flote esa maldita necesidades de seguirlo, de irme con él a beber café o lo que fuese pero no era algo razonable, era mi parte impulsiva, la que había sepultado en algún lugar oscuro de mi mente, la que me dañaba y la que si no tenía cuidado terminaría por hacerme pedazos nuevamente. Regresé con los chicos; Marcos se encontraba conversando con unos amigos que se habían acercado a la barra mientras bebían un trago; utilicé todas mis fuerzas por actuar con normalidad, de ninguna manera iba a dejar que se dieran cuenta de que algo no estaba bien.
-¿Cómo estás pasando?- preguntó Marcos pasándome su vaso, del cual bebí un trago que quemó mi garganta y mi expresión lo hizo reír.
-Ahora y después de haber probado eso no muy bien- bromeé. -¿Por qué tomas eso tan fuerte?- le dije cuando pude tragar con normalidad.
-Bueno, me gusta. Es uno de los tragos que siempre he bebido- dijo con una sonrisa acomodando un mechón de mi cabello detrás de la oreja. –Vayamos a bailar un rato- dijo y lo seguí hacia la pista mientras Sheila se encontraba con su chico ayudándolo a servir algunos tragos.
Eran ya las dos de la mañana cuando volvimos junto a la barra; Marcos volvió a conversar con sus amigos después de haberme dedicado bastante tiempo a mí; otra de sus buenas actitudes, sabía cómo equilibrar todo, estar conmigo, tener tiempo para sus allegados y eso me hacía sentir muy bien. Pero en mi interior estaba esa pequeña molestia instalada; sobre todo cuando mis ojos dieron con él cerca de donde nos encontrábamos; estaba con varias personas y conversaba con una rubia de falda corta, lo cual no me pareció nada extraño tratándose de Alex. ¿Qué tan mal podía hacerme una conversación? Después de todo iba a verlo bastante seguido y sería mejor no mirarlo para matarlo cada vez que nos cruzábamos, ¿No?
Es una maldita excusa mental, lo sabes…, susurró mi parte más moral y razonable pero la hice a un lado porque me molestaba pensar de forma racional a veces. Giró su rostro mientras reía de quién sabe qué cosa y me miró desde lejos; esos ojos sobre los míos eran capaces de estropear cualquier tipo de equilibrio que había conseguido; no tuve que decirle demasiado porque a continuación me acerqué a Marcos aún con su mirada sobre mí y le hablé.
-Voy a ir a casa, estoy algo cansada, creo que será mejor que duerma un poco- dije con total culpa por estar mintiendo así. Él me miró unos segundos un poco confuso y pensativo.
-Te llevaré, y me quedo contigo por si necesitas algo- dijo de forma dulce.
-No es necesario, es temprano aún y estás pasando bien, diviértete aquí con tus amigos y mañana voy a tu casa y cenamos algo por la noche- le dije como si la excusa de dedicarme a él todo el día fuese a borrarme la culpa por estar mintiendo.
-De acuerdo, cuídate y cualquier cosa me llamas- dijo no muy convencido de dejarme ir sola pero aceptándolo finalmente; me despedí de él con un dulce beso en los labios y lo abracé unos segundos.
Salí fuera del club, y me dirigí hacia la zona del estacionamiento. La misma se encontraba detrás del callejón, por el cuál no pasaba un alma, estaba oscuro y apenas si se sentía la música del lugar del cuál había salido. Me pregunté si Alex habría entendido que iría con él o seguiría entretenido dentro; de cualquier manera quizá era lo mejor, y yo podría irme a casa a descansar y a no sentirme tan mal por haber mentido de esa forma. A paso rápido llegué al oscuro y desolado estacionamiento donde solo los vehículos se encontraban ubicados en hileras; me detuve y esperé unos segundos sintiéndome una idiota y con algo de miedo por si por esas casualidades de la vida Marcos saliera del lugar y se dirigiera aquí y me preguntase que rayos estaba haciendo. Temía arruinar todo…
Escuché pasos detrás de mí y me giré sobresaltada y con el corazón latiendo a mil. Y ahí estaba él, con las llaves del auto en su mano y una muy sutil y peligrosa sonrisa en su rostro que hizo que mis ojos se desviaran hacia el piso antes de que mis piernas me comenzaran a fallarme.
-¿Te asusté?- preguntó.
-No…- mentí y mantuve la seriedad, solo hablaría con él y me iría a mi casa y terminaría este asunto de una buena vez. Caminé junto a él sin decir palabras hasta su auto estacionado en una de las hileras finales; abrió las puertas y subí manteniendo aún la boca cerrada, aunque no hubiese sabido muy bien qué decirle. El interior de su vehículo olía a su característico perfume, uno que por lo visto seguía usando y que me traía recuerdos que no quería tener en ese momento. -¿Dónde vamos?- pregunté casi a la defensiva ni bien salimos del estacionamiento.
-A mi apartamento, ¿No aceptaste un café y una conversación?- preguntó de forma natural. A no… eso sí que no.
-No dije que iría a tu apartamento, hay un millón de cafés para ir que abren toda la noche- respondí aferrando mi bolso con fuerza solo para aliviar tensiones; él se río y me miró unos segundos.
-No te haré nada, te dije que solo quiero que hablemos. Si tienes miedo a ir podemos buscar un café, no tengo problemas- dijo pegándome en medio del orgullo.
-No, así está bien y claro que será solo una conversación porque estoy cansada y quiero dormir- poco lógico lo que había dicho pero, ¿Qué era lógico para mí cuando él estaba cerca?
Continuaba viviendo en la misma zona pero ya no en el mismo edificio. El mismo era como podía esperar alto y lujoso; subimos hasta el piso número 8 sin decir palabra alguna aunque me sentía muy nerviosa por tenerlo cerca de mí, pero debía actuar con normalidad. El interior del apartamento era más reducido que su anterior casa pero equipado de forma completa y decorado en tonos oscuros y caobas, ¿Habría Clara ayudado con esto? ¡No!, no iba a pensar en ello, él ya no tenía nada que ver conmigo. Me quité el abrigo y tomé asiento en un pequeño living junto a la terraza; la misma se encontraba abierta y el cálido aire ingresaba trayendo consigo el aroma del mar. Se marchó a la cocina y miré el reloj; marcaba las 2 y media de la madrugada, si me apresuraba a las 3 ya estaría yendo a casa a dormir, no quería pasar más tiempo del necesario con él sobre todo cuando mi parte poco racional, comenzaba a sentirse cómoda ahí.
Regresó al cabo de un rato con dos tazas con café y galletas de vainilla que dejó sobre la mesa que había delante de los pequeños sofás negros. La luz era tenue, pero eso era algo muy normal en los ambientes en los cuales él estaba, sabía que no le gustaba la iluminación fuerte dentro de una casa, aunque estaba segura que también era para dar a todo un ambiente más privado cuando traía a sus miles de mujeres, bueno, o en Europa o donde sea que hubiese estado. Tomó asiento en un sofá frente al mío y bebió un sorbo de su taza con café.
-Si quieres algo más, me dices- dijo señalando las redondas galletas.
-No quiero nada más- respondí medio a la defensiva y medio impulsiva. -¿Y bien?- pregunté con algo de impaciencia.
-¿Cómo has estado?- respondió.
-Ya has hecho esa pregunta y te he dicho que estoy muy bien- le dije.
-Sabes a lo que me refiero- dijo comenzando a tocar temas delicados.
-Alexander… me pediste hablar para que todo esté bien. Yo no tengo nada contra ti pero estoy bien con mi vida y no me interesa dejar de estarlo, pretendo cruzarte poco y hablarte lo necesario por respeto, así que no veo el sentido a esta conversación- dije de una sola vez y casi quedándome sin aire por no respirar entre palabras.
-Pero aun así has aceptado venir…- dijo en un tono más suave dejándome ahora sin argumentos.
-Dime si quieres decirme algo más para que pueda irme- le pedí sin responder lo dicho.
-Me odias…- ¿Por qué me estaba haciendo esto? ¿Por qué su simple presencia ya comenzaba a generar problemas? Bastaba con que abriera la boca para que eso se intensificara, esto no era nada justo. Luché conmigo misma y levanté mi vista enfocándola en la suya.
-No te odio, el pasado quedó atrás, solo intento hacer mi vida- respondí.
-Nadie va a interferir en eso, me alegra mucho saber que estás bien. Has cambiado mucho a Marcos y lo veo también bien a él, así que me alegro por ustedes, yo solo… sentí que te debía una charla por todo lo que sucedió y una disculpa- dijo. Él iba a seguir con esto… de acuerdo, tendría que dejar que mi parte más escondida saliera y trajera nuevamente a mi mente todo ese período de mi vida.
-Ya… ya es pasado, no te preocupes- dije aunque me importaba y claro que merecía una disculpas.
-Oye, mírame- me pidió cuando mi mirada estaba en todos lados menos en sus ojos; me costaba mirarlo, ¿Por qué me pedía eso? Siempre queriendo que todo fuese a su manera, mis ojos no iba a interferir en lo que estaba diciendo, bien podía él hablarme sin que yo lo estuviese mirando. Finalmente intenté enfocarla en sus azules y hermosos ojos. –Nunca quise hacerte daño, lo siento mucho. Fue un momento difícil de mi vida, no tendría que haberte involucrado en él pero soy humano y cometo un millón de errores, creo que es necesario que lo sepas a pesar de que ya sea pasado- dijo con seguridad y calma.
Controlé las lágrimas, amenazaban con salir y de ninguna jodida manera iba a mostrarme débil en ese momento, pero yo sabía que al tocar esos temas las cosas se iban a complicar en mi mente y no podía permitirlo, tenía que mantenerme fuerte, no se trataba de orgullo sino de cuidado de mi misma.
-Está bien, igual ya pasó pero agradezco que te disculpes- dije con un nudo en la garganta del tamaño de un árbol. -¿Puedo pasar al baño?- pregunté, necesitaba dos minutos para calmarme.
-Claro que si, al fondo a la derecha- me señaló.
Finalmente, sola en el baño dejé que algunas lágrimas se derramaran; me miré al espejo, me sentía cansada pero era algo más mental que físico; quería salir corriendo de ese lugar de una buena vez y a la vez quedarme toda la noche con él. Odiaba que su compañía me generase tantas sensaciones encontradas, buenas y malas, era desquiciante ni siquiera saber qué sentir; yo debería estar con Marcos, entre sus brazos y no con un hombre que tanto daño había hecho. El pequeño paquete sobre una de las repisas del baño me llamó la atención y me acerqué un poco más a la misma; había varias cajas con pastillas, tomé una leyendo el extraño nombre y bajo el mismo en pequeñas letras decía “controlador de impulsos”. Volví a dejarla donde estaba, no estaba bien andar husmeando ese tipo de cosas además era claro por qué las estaba tomando, me había dicho a cerca de su problema con el sexo, motivo por el cual también nos habíamos separado además de otras cuestiones.
Quizá mi parte más humana volvió a activarse. No debería ser nada fácil vivir con eso, supuse que estaba recibiendo ayuda de lo contrario las pastillas no estarían ahí; aunque no quería meterme en ese asunto, era demasiado delicado y la única vez que lo hablamos todo había terminado mal. No era que pudiese preguntarle “¿Cómo vas con el drama de querer acostarte con toda mujer que se te cruza?”, y además tampoco me animaba a preguntar por eso pero sentí que no solo yo había pasado mal en ese momento, él también había tenido su muy mal momento. Me hubiese gustado poder estar a su lado en esos momentos, pero él había preferido apartarme; aunque yo no tenía idea qué hubiese sucedido si las cosas no se dieran de esa forma, ahora sentía ese pequeño remordimiento por haberlo odiado tanto sin pensar que él tenía entre manos un asunto bastante delicado del cuál hacerse cargo.
Volví al living, él me siguió con la mirada mientras bebía su café hasta que tomé asiento nuevamente en el sofá. Creo que todo ya estaba bastante dicho, mi cabeza era un cúmulo de pensamientos bastante desordenados que ya ni me molesté en ordenar.
-¿Cómo… has estado?- me atreví a preguntar finalmente.
-Bien, gracias. Estuve viviendo todo el año en Italia, mi padre tenía negocios ahí así que le ayudé con la empresa y luego decidimos regresar aquí donde está la sede central, él estará viajando a menudo y yo me ocuparé de los negocios por estos lados- me comentó.
-Me alegro que todo mache en orden- respondí. Era imposible que tuviésemos un diálogo normal después de todo lo que había sucedido, él intentaba hacerlo pero yo respondía como una criatura criada en medio de la selva y ni siquiera generaba más diálogos, así que supe que era momento de irme ya. –Ya es algo tarde, voy a irme a casa- dije poniéndome de pie.
-Te llevo- me dijo haciendo lo mismo.
-Prefiero tomar un taxi, si no te molesta- respondí.
-De acuerdo, deja que al menos te acompañe fuera- dijo mientras yo caminaba hacia la puerta, me giré y levanté la mano en señal de “ya basta”.
-Alex… así está bien, por favor- pedí casi suplicante. No lo estaba rechazando, al contrario, tenía miedo que pasar un rato más con él hiciera que mis resistencias se derrumbasen y que todo lo que había construido hasta el momento se esfumara.
Se detuvo delante de mí junto a la puerta, justo igual que la última vez que nos despedimos hace un año; me miró sin decir nada y levantó su mano acercándola a mi rostro para acariciar suavemente mi mejilla. No tengo palabras para poder describir lo que esa caricia me provocó; cerré los ojos por pura acción refleja mientras sentía ese suave cosquilleo en la zona que su mano tocaba. Tomé su mano con la mía suavemente y la retiré de mi rostro mirándolo de manera resignada.
-No hagas esto… por favor- le pedí.
-¿Qué cosa?- preguntó dando un paso más hacia mí; iba a volver a quejarme pero sus brazos me rodearon en un suave abrazo que me dejó sin palabras. Mis resistencias se habían esfumado por completo, en ese momento sentí que no había ningún otro lugar donde quisiera estar, y en mi interior sabía que eso no estaba nada bien pero lo único que podía sentir era su aroma, la calidez de su cuerpo y sus brazos aferrándome a él con suavidad. Permanecí inmóvil durante unos segundos en los cuales no supe qué hacer, no me estaba besando ni tratando de quitarme la ropa, él solo me estaba abrazando como me hubiese gustado que sucediera hace un año antes de marcharme. Pero no pude contenerme demasiado, no al menos durante un abrazo; llevé una de mis manos a su brazo y la otra a su nuca simplemente para poder mantener algún tipo de contacto; me aferró más a él y como hacía tanto tiempo no me sucedía, quise quedarme ahí para siempre.
-¿Cómo estás?- preguntó complicándome la vida un poco más, porque estaba claro que le iba a responder y no podía ser completamente indiferente y marcharme dejando que hablara solo, y porque a su vez me afectaba mucho tenerlo ahí frente a mí hablándome y yo debía estar ya en el baño y luego con Marcos.
-Bien… ¿Y tú?- respondí siguiendo con una pregunta, ¿A caso no podía ser seca y cortante con él y marcharme de una buena vez?
-Muy bien, gracias- dijo con tranquilidad. No podía seguir ahí, tenía que irme antes de que de verdad me hiciera mal; junté fuerza de voluntad y tras una sonrisa amable di un paso para poder avanzar hacia mi objetivo, el cuál parecía tan lejano ahora. Su mano sujetó mi brazo, su cálida piel tocó la mía y lo miré casi sobresaltada; su agarre no era delicado como el de Marcos; Alexander no era delicado con nada, y esas eran de las tantas cosas que siempre habían logrado alterarme las hormonas, la mente y todo lo que había a mi alrededor cuando se acercaba. –Creo que sería buena idea si pudiéramos hablar- dijo muy cerca de mí, alterándome como solía hacerlo en algún momento de mi vida.
-¿Hablar de qué?- pregunté con la respiración algo acelerada. Tenía que centrarme, yo no tenía nada que hablar con él, no dejaría que nadie arruinase mi vida otra vez; la había pasado muy mal y él no había estado para curar mis heridas sino todo lo contrario, las había creado, dejándome sola y haciéndome pasar muy mal y yo tenía que tener eso muy presente.
-No es mi intensión molestarte, solo me gustaría que las cosas estuvieran bien, que no haya esta tensión molesta- me dijo. ¿Tensión molesta? ¿Es que acaso se daba cuenta de que lo miraba con rabia?
-No tenemos nada de qué hablar, todo está bien- mentí y supe que no me había creído ni una sola palabra; su cercanía comenzaba a molestarme, ¿Tenía que estar así de cerca? Su mano aún sujetaba mi brazo aunque no con demasiada presión pero bastaba para que mi mente se alterase de todas las maneras existentes.
-Por favor Sam, es solo una conversación…vayamos a beber un café- me pidió; ¡No podía ser tan descarado! ¿Qué le hacía creer a él que yo accedería así como así solo porque se le ocurriese?
-Estoy con mi amiga y con Marcos, no me voy a ir- le respondí con mucha seriedad y mirándolo a los ojos para que le quedase claro.
-Di que te sientes mal, solo será una charla y no volveré a molestarte nunca más- dijo y abrí la boca porque no sabía si reírme o enviarlo al demonio; él pretendía no solo que yo me fuese a beber café con él sino que además le mintiera a las personas que estaban conmigo, las únicas personas que me habían apoyado cuando él me dejó sola y destruida. No le respondí; me solté de su agarre y me marché hacia el baño donde intenté tranquilizarme.
No podía volver a meterme en esto por más que solo fuese una conversación. En mi interior salía a flote esa maldita necesidades de seguirlo, de irme con él a beber café o lo que fuese pero no era algo razonable, era mi parte impulsiva, la que había sepultado en algún lugar oscuro de mi mente, la que me dañaba y la que si no tenía cuidado terminaría por hacerme pedazos nuevamente. Regresé con los chicos; Marcos se encontraba conversando con unos amigos que se habían acercado a la barra mientras bebían un trago; utilicé todas mis fuerzas por actuar con normalidad, de ninguna manera iba a dejar que se dieran cuenta de que algo no estaba bien.
-¿Cómo estás pasando?- preguntó Marcos pasándome su vaso, del cual bebí un trago que quemó mi garganta y mi expresión lo hizo reír.
-Ahora y después de haber probado eso no muy bien- bromeé. -¿Por qué tomas eso tan fuerte?- le dije cuando pude tragar con normalidad.
-Bueno, me gusta. Es uno de los tragos que siempre he bebido- dijo con una sonrisa acomodando un mechón de mi cabello detrás de la oreja. –Vayamos a bailar un rato- dijo y lo seguí hacia la pista mientras Sheila se encontraba con su chico ayudándolo a servir algunos tragos.
Eran ya las dos de la mañana cuando volvimos junto a la barra; Marcos volvió a conversar con sus amigos después de haberme dedicado bastante tiempo a mí; otra de sus buenas actitudes, sabía cómo equilibrar todo, estar conmigo, tener tiempo para sus allegados y eso me hacía sentir muy bien. Pero en mi interior estaba esa pequeña molestia instalada; sobre todo cuando mis ojos dieron con él cerca de donde nos encontrábamos; estaba con varias personas y conversaba con una rubia de falda corta, lo cual no me pareció nada extraño tratándose de Alex. ¿Qué tan mal podía hacerme una conversación? Después de todo iba a verlo bastante seguido y sería mejor no mirarlo para matarlo cada vez que nos cruzábamos, ¿No?
Es una maldita excusa mental, lo sabes…, susurró mi parte más moral y razonable pero la hice a un lado porque me molestaba pensar de forma racional a veces. Giró su rostro mientras reía de quién sabe qué cosa y me miró desde lejos; esos ojos sobre los míos eran capaces de estropear cualquier tipo de equilibrio que había conseguido; no tuve que decirle demasiado porque a continuación me acerqué a Marcos aún con su mirada sobre mí y le hablé.
-Voy a ir a casa, estoy algo cansada, creo que será mejor que duerma un poco- dije con total culpa por estar mintiendo así. Él me miró unos segundos un poco confuso y pensativo.
-Te llevaré, y me quedo contigo por si necesitas algo- dijo de forma dulce.
-No es necesario, es temprano aún y estás pasando bien, diviértete aquí con tus amigos y mañana voy a tu casa y cenamos algo por la noche- le dije como si la excusa de dedicarme a él todo el día fuese a borrarme la culpa por estar mintiendo.
-De acuerdo, cuídate y cualquier cosa me llamas- dijo no muy convencido de dejarme ir sola pero aceptándolo finalmente; me despedí de él con un dulce beso en los labios y lo abracé unos segundos.
Salí fuera del club, y me dirigí hacia la zona del estacionamiento. La misma se encontraba detrás del callejón, por el cuál no pasaba un alma, estaba oscuro y apenas si se sentía la música del lugar del cuál había salido. Me pregunté si Alex habría entendido que iría con él o seguiría entretenido dentro; de cualquier manera quizá era lo mejor, y yo podría irme a casa a descansar y a no sentirme tan mal por haber mentido de esa forma. A paso rápido llegué al oscuro y desolado estacionamiento donde solo los vehículos se encontraban ubicados en hileras; me detuve y esperé unos segundos sintiéndome una idiota y con algo de miedo por si por esas casualidades de la vida Marcos saliera del lugar y se dirigiera aquí y me preguntase que rayos estaba haciendo. Temía arruinar todo…
Escuché pasos detrás de mí y me giré sobresaltada y con el corazón latiendo a mil. Y ahí estaba él, con las llaves del auto en su mano y una muy sutil y peligrosa sonrisa en su rostro que hizo que mis ojos se desviaran hacia el piso antes de que mis piernas me comenzaran a fallarme.
-¿Te asusté?- preguntó.
-No…- mentí y mantuve la seriedad, solo hablaría con él y me iría a mi casa y terminaría este asunto de una buena vez. Caminé junto a él sin decir palabras hasta su auto estacionado en una de las hileras finales; abrió las puertas y subí manteniendo aún la boca cerrada, aunque no hubiese sabido muy bien qué decirle. El interior de su vehículo olía a su característico perfume, uno que por lo visto seguía usando y que me traía recuerdos que no quería tener en ese momento. -¿Dónde vamos?- pregunté casi a la defensiva ni bien salimos del estacionamiento.
-A mi apartamento, ¿No aceptaste un café y una conversación?- preguntó de forma natural. A no… eso sí que no.
-No dije que iría a tu apartamento, hay un millón de cafés para ir que abren toda la noche- respondí aferrando mi bolso con fuerza solo para aliviar tensiones; él se río y me miró unos segundos.
-No te haré nada, te dije que solo quiero que hablemos. Si tienes miedo a ir podemos buscar un café, no tengo problemas- dijo pegándome en medio del orgullo.
-No, así está bien y claro que será solo una conversación porque estoy cansada y quiero dormir- poco lógico lo que había dicho pero, ¿Qué era lógico para mí cuando él estaba cerca?
Continuaba viviendo en la misma zona pero ya no en el mismo edificio. El mismo era como podía esperar alto y lujoso; subimos hasta el piso número 8 sin decir palabra alguna aunque me sentía muy nerviosa por tenerlo cerca de mí, pero debía actuar con normalidad. El interior del apartamento era más reducido que su anterior casa pero equipado de forma completa y decorado en tonos oscuros y caobas, ¿Habría Clara ayudado con esto? ¡No!, no iba a pensar en ello, él ya no tenía nada que ver conmigo. Me quité el abrigo y tomé asiento en un pequeño living junto a la terraza; la misma se encontraba abierta y el cálido aire ingresaba trayendo consigo el aroma del mar. Se marchó a la cocina y miré el reloj; marcaba las 2 y media de la madrugada, si me apresuraba a las 3 ya estaría yendo a casa a dormir, no quería pasar más tiempo del necesario con él sobre todo cuando mi parte poco racional, comenzaba a sentirse cómoda ahí.
Regresó al cabo de un rato con dos tazas con café y galletas de vainilla que dejó sobre la mesa que había delante de los pequeños sofás negros. La luz era tenue, pero eso era algo muy normal en los ambientes en los cuales él estaba, sabía que no le gustaba la iluminación fuerte dentro de una casa, aunque estaba segura que también era para dar a todo un ambiente más privado cuando traía a sus miles de mujeres, bueno, o en Europa o donde sea que hubiese estado. Tomó asiento en un sofá frente al mío y bebió un sorbo de su taza con café.
-Si quieres algo más, me dices- dijo señalando las redondas galletas.
-No quiero nada más- respondí medio a la defensiva y medio impulsiva. -¿Y bien?- pregunté con algo de impaciencia.
-¿Cómo has estado?- respondió.
-Ya has hecho esa pregunta y te he dicho que estoy muy bien- le dije.
-Sabes a lo que me refiero- dijo comenzando a tocar temas delicados.
-Alexander… me pediste hablar para que todo esté bien. Yo no tengo nada contra ti pero estoy bien con mi vida y no me interesa dejar de estarlo, pretendo cruzarte poco y hablarte lo necesario por respeto, así que no veo el sentido a esta conversación- dije de una sola vez y casi quedándome sin aire por no respirar entre palabras.
-Pero aun así has aceptado venir…- dijo en un tono más suave dejándome ahora sin argumentos.
-Dime si quieres decirme algo más para que pueda irme- le pedí sin responder lo dicho.
-Me odias…- ¿Por qué me estaba haciendo esto? ¿Por qué su simple presencia ya comenzaba a generar problemas? Bastaba con que abriera la boca para que eso se intensificara, esto no era nada justo. Luché conmigo misma y levanté mi vista enfocándola en la suya.
-No te odio, el pasado quedó atrás, solo intento hacer mi vida- respondí.
-Nadie va a interferir en eso, me alegra mucho saber que estás bien. Has cambiado mucho a Marcos y lo veo también bien a él, así que me alegro por ustedes, yo solo… sentí que te debía una charla por todo lo que sucedió y una disculpa- dijo. Él iba a seguir con esto… de acuerdo, tendría que dejar que mi parte más escondida saliera y trajera nuevamente a mi mente todo ese período de mi vida.
-Ya… ya es pasado, no te preocupes- dije aunque me importaba y claro que merecía una disculpas.
-Oye, mírame- me pidió cuando mi mirada estaba en todos lados menos en sus ojos; me costaba mirarlo, ¿Por qué me pedía eso? Siempre queriendo que todo fuese a su manera, mis ojos no iba a interferir en lo que estaba diciendo, bien podía él hablarme sin que yo lo estuviese mirando. Finalmente intenté enfocarla en sus azules y hermosos ojos. –Nunca quise hacerte daño, lo siento mucho. Fue un momento difícil de mi vida, no tendría que haberte involucrado en él pero soy humano y cometo un millón de errores, creo que es necesario que lo sepas a pesar de que ya sea pasado- dijo con seguridad y calma.
Controlé las lágrimas, amenazaban con salir y de ninguna jodida manera iba a mostrarme débil en ese momento, pero yo sabía que al tocar esos temas las cosas se iban a complicar en mi mente y no podía permitirlo, tenía que mantenerme fuerte, no se trataba de orgullo sino de cuidado de mi misma.
-Está bien, igual ya pasó pero agradezco que te disculpes- dije con un nudo en la garganta del tamaño de un árbol. -¿Puedo pasar al baño?- pregunté, necesitaba dos minutos para calmarme.
-Claro que si, al fondo a la derecha- me señaló.
Finalmente, sola en el baño dejé que algunas lágrimas se derramaran; me miré al espejo, me sentía cansada pero era algo más mental que físico; quería salir corriendo de ese lugar de una buena vez y a la vez quedarme toda la noche con él. Odiaba que su compañía me generase tantas sensaciones encontradas, buenas y malas, era desquiciante ni siquiera saber qué sentir; yo debería estar con Marcos, entre sus brazos y no con un hombre que tanto daño había hecho. El pequeño paquete sobre una de las repisas del baño me llamó la atención y me acerqué un poco más a la misma; había varias cajas con pastillas, tomé una leyendo el extraño nombre y bajo el mismo en pequeñas letras decía “controlador de impulsos”. Volví a dejarla donde estaba, no estaba bien andar husmeando ese tipo de cosas además era claro por qué las estaba tomando, me había dicho a cerca de su problema con el sexo, motivo por el cual también nos habíamos separado además de otras cuestiones.
Quizá mi parte más humana volvió a activarse. No debería ser nada fácil vivir con eso, supuse que estaba recibiendo ayuda de lo contrario las pastillas no estarían ahí; aunque no quería meterme en ese asunto, era demasiado delicado y la única vez que lo hablamos todo había terminado mal. No era que pudiese preguntarle “¿Cómo vas con el drama de querer acostarte con toda mujer que se te cruza?”, y además tampoco me animaba a preguntar por eso pero sentí que no solo yo había pasado mal en ese momento, él también había tenido su muy mal momento. Me hubiese gustado poder estar a su lado en esos momentos, pero él había preferido apartarme; aunque yo no tenía idea qué hubiese sucedido si las cosas no se dieran de esa forma, ahora sentía ese pequeño remordimiento por haberlo odiado tanto sin pensar que él tenía entre manos un asunto bastante delicado del cuál hacerse cargo.
Volví al living, él me siguió con la mirada mientras bebía su café hasta que tomé asiento nuevamente en el sofá. Creo que todo ya estaba bastante dicho, mi cabeza era un cúmulo de pensamientos bastante desordenados que ya ni me molesté en ordenar.
-¿Cómo… has estado?- me atreví a preguntar finalmente.
-Bien, gracias. Estuve viviendo todo el año en Italia, mi padre tenía negocios ahí así que le ayudé con la empresa y luego decidimos regresar aquí donde está la sede central, él estará viajando a menudo y yo me ocuparé de los negocios por estos lados- me comentó.
-Me alegro que todo mache en orden- respondí. Era imposible que tuviésemos un diálogo normal después de todo lo que había sucedido, él intentaba hacerlo pero yo respondía como una criatura criada en medio de la selva y ni siquiera generaba más diálogos, así que supe que era momento de irme ya. –Ya es algo tarde, voy a irme a casa- dije poniéndome de pie.
-Te llevo- me dijo haciendo lo mismo.
-Prefiero tomar un taxi, si no te molesta- respondí.
-De acuerdo, deja que al menos te acompañe fuera- dijo mientras yo caminaba hacia la puerta, me giré y levanté la mano en señal de “ya basta”.
-Alex… así está bien, por favor- pedí casi suplicante. No lo estaba rechazando, al contrario, tenía miedo que pasar un rato más con él hiciera que mis resistencias se derrumbasen y que todo lo que había construido hasta el momento se esfumara.
Se detuvo delante de mí junto a la puerta, justo igual que la última vez que nos despedimos hace un año; me miró sin decir nada y levantó su mano acercándola a mi rostro para acariciar suavemente mi mejilla. No tengo palabras para poder describir lo que esa caricia me provocó; cerré los ojos por pura acción refleja mientras sentía ese suave cosquilleo en la zona que su mano tocaba. Tomé su mano con la mía suavemente y la retiré de mi rostro mirándolo de manera resignada.
-No hagas esto… por favor- le pedí.
-¿Qué cosa?- preguntó dando un paso más hacia mí; iba a volver a quejarme pero sus brazos me rodearon en un suave abrazo que me dejó sin palabras. Mis resistencias se habían esfumado por completo, en ese momento sentí que no había ningún otro lugar donde quisiera estar, y en mi interior sabía que eso no estaba nada bien pero lo único que podía sentir era su aroma, la calidez de su cuerpo y sus brazos aferrándome a él con suavidad. Permanecí inmóvil durante unos segundos en los cuales no supe qué hacer, no me estaba besando ni tratando de quitarme la ropa, él solo me estaba abrazando como me hubiese gustado que sucediera hace un año antes de marcharme. Pero no pude contenerme demasiado, no al menos durante un abrazo; llevé una de mis manos a su brazo y la otra a su nuca simplemente para poder mantener algún tipo de contacto; me aferró más a él y como hacía tanto tiempo no me sucedía, quise quedarme ahí para siempre.
celeste smith
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
Me fascinó el final Exploté de la ternura Quería que hablaran más ¡Gracias por subir! *-*
DearLizzy
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
es que es que... es él u.u y me puede a mi! pobre Sam jajajaja graciass! *-* subiré en estos días el siguiente
celeste smith
Re: Pasiones Ocultas (Así te conocí)
Que hermoso, es demasiada ternura... No me dejes con la intriga!!!
BeluAtaide
Página 20 de 24. • 1 ... 11 ... 19, 20, 21, 22, 23, 24
Temas similares
» A Ocultas de las Cámaras (H.S.)
» ¿Porque ocultas la parte buena de ti?_______ Medina y Niall Horan(Necesito chicas)
» Pasiones Rebeldes [Harry Styles y Tu] [ HOT ]
» Psicopata: Pasiones Criminales-Niall Horan y Tu-Erotica
» te conoci por acidente
» ¿Porque ocultas la parte buena de ti?_______ Medina y Niall Horan(Necesito chicas)
» Pasiones Rebeldes [Harry Styles y Tu] [ HOT ]
» Psicopata: Pasiones Criminales-Niall Horan y Tu-Erotica
» te conoci por acidente
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 20 de 24.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.