Pasiones Ocultas (Así te conocí)

Me sentía realmente mal, no comprendía cómo le podía haber creído cuando era claro que él no respetaría a nadie; ni siquiera me quería de verdad, él solo había querido acostarse conmigo un par de veces y listo, cuando consiguió lo que quiso se había ido a los brazos de esa vieja. ¿Qué tenía ella que no tenía yo? ¿A caso se trataba de la experiencia? Porque si era por amor, estaba segura de que esa mujer no lo amaba como yo lo hacía y de seguro no sufría por él de esta manera; ¡Qué tontos son los hombres a veces! Bien podría yo sentirme bien porque él se perdería de todo el amor que yo tenía para darle pero por otro lado estaba tan dolida y me sentía tan angustiada que por momento deseaba correr hacia sus brazos y decirle que no me importaba nada, que si debía compartirlo entonces lo aceptaría, que lo único que deseaba era que todo esto fuese una pesadilla y que quería que las cosas volvieran a la normalidad.

Pero de ninguna maldita manera haría eso, porque si algo me quedaba era esa pequeña cuota de dignidad, si bien era una persona sin orgullo necesitaba centrarme en mi valor como persona y no dejar que un idiota como él me quitase lo último que me quedaba como mujer. No podía odiarlo, eso era verdad, pero tendría que aprender a olvidar de la mejor manera aunque eso significara que mi vida fuese una eterna tortura. Me levanté del piso en el cuál me había sentado dentro de un oscuro callejón; acomodé un poco mi ropa y comencé a caminar por las casi desoladas calles; podría sentir miedo de andar sola por la ciudad a esas horas pero con lo enojada que estaba ni siquiera eso sentía, probablemente si alguien se me acercaba lo terminara atacando o algo así.


Un auto negro se disminuyó la velocidad a mi lado y la ventanilla se bajó.
-Sube al auto, Sam, tenemos que hablar- dijo Alex y le dedique una fulminante mirada de rabia.
-No subiré a ningún lado, déjame en paz- le dije molesta y sin detenerme.
-Es de madrugada y es peligroso que andes en la calle, sube al auto y deja que te lleve a tu casa- dijo nuevamente.
-Que me dejes en paz Alexander… vete con esa perra con la que me engañas- le respondí de forma irónica.
-No me hagas perder la paciencia, ¡sube al maldito auto!- me gritó ya estresado y le hice una seña con el dedo muy obscena sin responderle nada y apurando el paso, pero cuando llegué a la esquina me encerró con el vehículo imposibilitándome el paso y se bajó del mismo caminando hacia mí. -¿Tu no entiendes cuando se te habla?- me dijo acercándose más y retrocedí hasta chocar con la puerta del vehículo.
-No te me acerques, no quiero tenerte cerca- le dije en tono amenazante y haciéndome a un lado para poder pasar pero me sujetó del brazo a lo que reaccioné dándole una cachetada que hizo que me soltara. –Te dije que no me toques- le repetí; creo que nunca en mi vida había estado tan enojada y no me gustaba pegarle, pero él lo tenía bien merecido por lo que me había hecho.
-No te vayas, déjame explicarte las cosas, por favor…- me pidió en un suplicante tono, lo observé por un segundo ¿de verdad estaba pasándola mal? Ya no sabía si creerle, si me estaba diciendo la verdad o solo quería envolverme de nuevo para nose qué cosa.


-¿Qué quieres explicarme? Porque estaba muy claro, no tengo ganas de escuchar las formas de follar con ella que tienes, ahórrate esos comentarios- le dije mientras seme caían las lágrimas de los ojos. –Y quédate con esa mujer si tanto placer te da, pero se hombre, y déjame vivir en paz a mi que bastante daño me has hecho…- le dije con la voz entrecortada y giré para comenzar a caminar en dirección opuesta.
-Soy adicto Sam…. – soltó de la nada y me detuve en seco sin girarme, ¿adicto? ¿Adicto a qué? ¿De qué demonios estaba hablando? Temía que solo estuviese diciendo una locura de esas para que yo no me fuera, y ni siquiera entendía por qué no quería que me fuera si después de todo parecía no importarle demasiado. Suspiré y me limpié las lágrimas girando para poder ver su rostro a una distancia considerable.


-¿De qué hablas?- pregunté de forma fría y seca.
-Tengo problemas… con el sexo- dijo y suspiré negando con la cabeza, no podía creer que estuviese jugando con cosas que de verdad podía ser serias.
-Tú el único problema que tienes es que eres un jodido mujeriego- dije sin ningún tipo de rodeos y juro que la expresión que vi en su rostro me hizo preguntarme si no estaría diciéndome la verdad, porque no se veía bien sino bastante torturado por estar hablando de esto.
-No quería decirte esto, ¿Cómo puedes querer estar con un enfermo? Nunca fue mi intención hacerte daño yo… yo siento cosas por ti, eres la primer persona por la que siento algo y solo estaba evitando perderte- me dijo. No podía más que escucharlo, jamás lo había visto hablarme de esa manera ni trabarse tanto a la hora de decir cosas que siempre le había salido con mucha fluidez; su seguridad parecía haber desaparecido por completo mientras mi mente trataba de entender qué quería decir que tenía problemas con el sexo. –Sé que es mucho para ti todo esto, por eso… por favor, déjame explicarte, sube al auto Sam- volvió a pedirme con cuidado y ese tono de súplica que ya me hacía daño escuchar de una persona tan segura como él. Así que reuní fuerzas de dónde me quedaban y subí a su auto sin decir palabra; el hizo lo mismo y lo puso en marcha; no hablamos durante un rato, yo no sabía qué decirle y de seguro él tampoco o intentaba hacerlo de alguna manera.
-¿Desde cuándo te pasa esto? ¿Has ido al doctor o algo?- pregunté sin saber bien a qué me estaba refiriendo.
-Hace ya muchos años y claro que he ido Sam, solo… no lo puedo manejar ¿de acuerdo? Si estoy en uno de esos días y alguien se me insinúa yo sencillamente no puedo controlarlo, lo necesito, es como una maldita droga… no me deja pensar, el razonamiento queda a parte y lo único que necesito desesperadamente es descargar toda la tensión que siento…-me dijo como si estuviese hablando de una maldición sobre su cuerpo… y creo que a eso se asemejaba.
-¿Qué tiene que ver Clara en todo esto? ¿O solo es una más de las tantas con las cuales te acuestas en esos momentos?- pregunté aunque sentía que cualquier palabra podía lastimarlo si tenía en cuenta su problema.
-¿Tú crees que esto es divertido, que yo la paso genial por querer follar desquiciadamente?- me preguntó algo molesto y deteniendo el auto junto al parque para mirarme de frente. –Es una maldita tortura vivir así y no poder controlarme; desde que estoy a tu lado no imaginas el esfuerzo que he hecho por mantenerme al límite de todo y tampoco tienes idea lo difícil que se me hace… Clara… ella sabe cómo hacer que me sienta mejor- dijo y el estómago se me retorció de celos y rabia.
-¿Por qué no te quedas con ella entonces?- dije ya enojada y se rio de forma irónica.
-Porque no siento nada por ella, es contigo con quién quiero estar…- esa respuesta me dejaba sin nada que decir, ¿Cómo lograba derretirme en medio de este caos?
-No puedo compartirte Alex… déjame ayudarte, déjame entenderte si tienes ese problema. Si es conmigo con quién quieres estar ¿por qué ir a buscar a otra? Yo puedo aprender la forma de ayudarte y de calmarte también…- le dije ya olvidando todo el orgullo, el enojo y lo demás.
-No es tan sencillo Samantha, no quiero meterte en esto- me dijo; lo observé sin decir palabra, estaba intentando entender todo esto y se me estaba haciendo muy difícil la verdad pero el amor que sentía por él era lo que me hacía quedarme dónde estaba y no salir corriendo.
-No me importa Alex. Es así o no estaremos juntos, lo lamento… no puedo estar compartiéndote con otras no es justo para mi, ¿o eso querías?- quise saber.
-No…- dijo tomando mi mano. –No quiero eso, no quiero hacerte daño yo…demonios, esto es muy difícil. Debería dejarte ir ¿sabes? Pedirte que te alejes de mi y sigas tu vida pero soy egoísta… no puedo hacer eso, te necesito a mi lado- dijo; me acerqué metiéndome entre sus brazos sin que nada más me importara y abrazándolo con fuerza.
-Entonces olvida lo demás, déjame ayudarte, me tienes a mi, no necesitas a más nadie- le aseguré.


No tenía idea en qué me estaba metiendo, pero estaba segura de lo que sentía por él, de que si tenía un problema lo ayudaría de la mejor manera aunque eso implicara algo tan delicado como el sexo o lo que fuera. No quería vivir sin él, no me imaginaba sin él a mi lado y aunque desde ahora el camino se pusiera algo más difícil, estaba dispuesta a pasar lo que fuera si él aceptaba mi ayuda y no volvía nunca más a mentirme de esa manera.
-Vamos a casa… quédate conmigo esta noche- susurró en mi oído y aunque tenía mil preguntas para hacerle, mi cuerpo y mi mente solo lo necesitaban a él por completo.