~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)

FLOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOORRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR
HOLAAA!! Waa, por fin me paso por tu noveee! ME FASCINAAA! En serioo :) Quiero que la sigas pronto!

siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :)

siguela plissssss
me encanta

AAAAY CHICAS PERDON POR NO SUBIRLES CAP U_U ES QUE NO ESTUVE EN CASA Y RECIEN ACABO DE VOLVER DE LA CASA DE UNA AMIGA, PEEEEERO YAYA(? PONGO CAP ;)
GRACIAS POR SUS COMENTARIOS CHICAS, ENSERIO :D
Y BIENVENIDA FII A LA NOVEEEEE!
:hi:
ME ENCANTA VERTE POR ACÁ (:

Continuación...

Un kilómetro, dos kilómetros, muchos más. Sus piernas eran como pesos de plomo que debía arrastrar sobre el terreno áspero y desparejo. El polvo flotaba en el aire que tenía que respirar, levantado por el caballo y el jinete al que tenía que seguir. La transpiración hacía que el pelo se le pegara al cuello. Su cara estaba manchada por la mezcla de polvo y de hilillos de sudor.
Se obligó a seguir avanzando, más allá de lo que había creído que era su límite de resistencia, tropezando continuamente mientras que cada paso le hacía apretar los dientes. La impulsaba el odio por el hombre de anchos hombros que sujetaba la cuerda.
_______ tropezó con una mata de hierbas y cayó de rodillas. La cuerda la hizo quedar cuan larga era sobre el suelo áspero. Un ahogado grito de dolor fue arrancado de sus labios cuando fue arrastrada casi toda la longitud de su cuerpo antes que la cuerda se aflojara.
Con esfuerzo logró ponerse de rodillas, demasiado exhausta para ponerse de pie. Sollozando de cansancio y dolor, se sentó sobre sus talones. Sentía los pulmones, como si le fueran a estallar antes que pudiera recobrar el aliento. Una amenazante oscuridad giró ante sus ojos. Esperaba sentir en cualquier momento el tirón de la cuerda, pero ya no le importaba. No daría un paso más.
Un par de botas polvorientas apareció ante su borroso campo visual. Con recelo, ______ levantó la cabeza. Las facciones masculinas sombreadas por la barba de su captor, flotaron ante sus ojos vidriosos.
Él se erguía ante ella con una cantimplora redonda y cubierta de lona en la mano. Desenroscó la tapa y se la ofreció. _______ sentía la garganta seca y áspera y la boca algodonosa. Sus labios estaban partidos e hinchados.
Miró la cantimplora un largo momento. Levantó la vista hacia la cara delgada, dura, buscó en su boca una pequeña gota de saliva y trató de escupir. Fue un obstinado gesto de odio.
Él la miró en silencio, se encogió de hombros y se llevó la cantimplora a los labios. El sonido del líquido dentro del recipiente, atormentó a _______ casi hasta la locura. Su cuerpo sediento gritó ante la humedad de los labios de él cuando el hombre bajó la cantimplora. El orgullo fue olvidado. Si le hubiera ofrecido la cantimplora una segunda vez, ________ la habría aceptado con desesperación.
En cambio, él volvió a enroscar la tapa y caminó hasta su caballo. _______ contuvo un sollozo y lo miró. Casi había rendido su orgullo a este jefe renegado, su despiadado captor. _______ nunca había mirado otros ojos tan dorados como el infierno y tan desprovistos de emoción.
Se balanceaba al borde de la histeria. Su cerebro y su cuerpo agotados necesitaban nada más que el más leve empujón para caer al otro lado. La mantenía su instinto de supervivencia, el mismo instinto que la hacía permanecer erguida.
Su mirada recorrió el pequeño claro cubierto de arbustos. Los otros jinetes se habían apeado para dar un descanso a sus caballos. Los ángulos de la boca de ________ se crisparon brevemente cuando jadeó para llenar sus pulmones ardientes con aire. La detención no había sido decidida a causa de que ella no podía dar otro paso, sino porque los caballos necesitaban descansar.
________ levantó la vista y sus ojos recorrieron la quebrada línea de montañas contra el horizonte. Un sol cegador montaba guardia sobre ellas y proyectaba sombras en sus laderas para darles un aspecto imponente. Parecían hallarse más cerca que antes. ¿O sólo estaba imaginándolo, como producto de su agotamiento?
Su mirada borrosa giró hacia el este y miró hacia abajo. Habían estado subiendo, probablemente en forma continuada desde que dejaron el camino hacia el sur. El aire más enrarecido explicaba por qué su respiración era tan laboriosa. _______ estaba demasiado exhausta para encontrar algún alivio en eso.
Inclinó la cabeza y dejó que sus ojos se cerraran. Se sentía demasiado cansada para pensar. Mantener funcionando sus pulmones y su corazón parecía requerir todas sus fuerzas. En un sopor como de trance, oía el martilleo regular de su pulso.
Ningún otro sonido llegaba a sus oídos… ni siquiera él murmullo de voces que conferenciaban en una lengua que le era desconocida, ni el golpear de los cascos de los caballos contra la tierra reseca, ni el zumbido que hacían sus colas cuando las agitaban para alejar a las moscas… nada, excepto el sonido tranquilizador de que estaba viva.

Capítulo 6

El crujido del cuero de las sillas de montar y el tintineo de las espuelas fue una alarma que sacó a ________ de su trance. Se obligó a levantar la cabeza y miró aturdida los ojos miel sin fondo que la miraban desde arriba del caballo.
El descanso había terminado. La banda estaba a caballo y lista para continuar. ________ miró fijamente las facciones duras y pronunciadas del jinete de ojos oscuros, su nuevo amo.
Echando mano a sus últimas reservas de fuerzas, _______ se puso dificultosamente de pie. El lazo se había aflojado y la cuerda colgaba suelta alrededor de su cintura. Esperó que se tensara, que el caballo se moviera y tirara de la cuerda atada en el arzón de la silla.
En cambio, una mano enguantada tiró de la cuerda que caía a través de una pierna vestida de negro. Con un experto movimiento de la muñeca, el lazo que le rodeaba la cintura cayó al suelo. El caballo se le acercó. Con sus sentidos adormecidos, ________ trató de comprender qué estaba sucediendo, pero fue demasiado para ella.
Inclinándose sobre su silla, él la rodeo con la curva de acero de su brazo y la levantó como si no pesara más que una criatura. En realidad, _______ se sentía notablemente ingrávida, flotando en un estado suspendido.
Cuando él la sentó de través sobre su regazo, ella recordó el repulsivo y degradante tratamiento que había recibido de manos del hombre llamado Juan, quien había matado a Brad. Sus músculos doloridos no hubieran podido defenderse de otro ataque así.
Sin embargo, _______ lo intentó.

—No, por favor…

Las palabras salieron como un graznido de su garganta seca, mientras se sostenía contra el brazo de él. El pequeño brote de energía pronto se agotó, dejándola fláccida y rendida en el brazo de él.

—Por favor… —imploró _______ en un susurro—. Otra vez no…

Él la ignoró, se limitó a dejarla que siguiera apoyándose en su brazo y empezó a enrollar el lazo que la había obligado a caminar los últimos kilómetros. Cuando estuvo nuevamente atado a la silla, el hombre adaptó su posición de modo que el hombro de ella quedó en el hueco bajo su brazo izquierdo y la cabeza se apoyó contra la solidez de su hombro del mismo lado.
La mano izquierda tomó las riendas enrolladas en el arzón de la silla y descansó ligeramente sobre el muslo de ella. El hombre hizo que el caballo empezara a andar, al paso. Los otros jinetes lo siguieron en un grupo más o menos disperso. En la posición en que se encontraba, ________ no tuvo que hacer ningún esfuerzo. Los brazos y el pecho de él la sostenían completamente.
Con ojos cansados y recelosos, ocultos tras la cortina de sus pestañas de puntas doradas, observó la cara del jinete que la llevaba. Los cañones oscuros de una barba negra acentuaban enérgicamente las líneas de su mandíbula y mentón. Había una cruel delgadez en su boca, implacablemente cerrada. Surcos como tajos estaban tallados a cada lado de la boca. La sugestión de finura patricia de su nariz se repetía en los pómulos que se elevaban desde los huecos enjutos de las mejillas.
Subrayados por pestañas espesas y largas, los ojos dorados e inescrutables se movían continuamente sobre la tierra que atravesaban los jinetes, en una constante alerta que nada reflejaba sus íntimos pensamientos. Cejas gruesas, masculinas, arqueadas y muy negras, señalaban el comienzo de la frente que se perdía bajo el ala del sombrero manchado de polvo.
Era un rostro impactante, demasiado agresivamente masculino y tallado con brusquedad. Exigía atención. Su presencia habría dominado a un grupo aunque él no dijera una palabra, como sucedió cuando ________ lo distinguió inmediatamente de los demás.
Remoto y duro, era un hombre de temer. Sin embargo, ella se apoyaba confortablemente en él y se sentía acunada por los movimientos ondulantes de los músculos de su pecho y su brazo. El almizclado olor masculino de él, le llenaba los sentidos. Parecía actuar como una droga sobre su cerebro fatigado y vencer a todas sus defensas. _______ sintió que sus párpados caían y se cerraban.
Algo le tocó la mejilla. Una voz grave, suavemente aterciopelada y ronca, murmuró palabras ininteligibles en un tono autoritario. Sus pestañas temblaron y se abrieron lentamente, luchando contra las brumas se sueño y cansancio que le nublaban la visión. Estaba apoyada contra algo duro y firme. ¿O era alguien?
Sus ojos enfocaron los dedos enguantados que se retiraron de su mejilla. Cuando como en un relámpago comprendió dónde se encontraba, el apoyo le fue retirado. Los músculos acalambrados y doloridos, reaccionaron lentamente para mantener el equilibrio cuando él se bajó y se volvió para ayudarla a bajar.
A _______ se le doblaron las rodillas, pero esas manos en su cintura la sostuvieron hasta que sus piernas se afirmaron lo suficiente para no caer. Inmediatamente él la soltó y dio la vuelta para desensillar su caballo. _______, todavía desconfiando de su capacidad para caminar, miró a su alrededor.
Un crepúsculo dorado empezaba a adquirir tonos de color púrpura al aproximarse el anochecer. Estaban acampando para pasar la noche. Miró a su alrededor el hueco natural que serviría como sitio para el campamento. La hierba crecía alta y densa donde corría un arroyuelo. Un caballo ya arrancaba los frescos tallos mientras su jinete le quitaba la silla del lomo.
El murmullo del agua atrajo a ________ como un poderoso imán. La sed le quemaba la lengua y la garganta. Miró fijamente hacia el origen del sonido pero sus pies parecían clavados al suelo duro.
Le pusieron una cantimplora debajo de la nariz. Cuando sintió el olor húmedo del agua, sus manos atadas se tendieron con ansiedad hacia el recipiente, hasta que sus ojos reconocieron la mano enguantada que lo sostenía. Su mirada recorrió el brazo cubierto por el poncho y llegó al rostro inescrutable de su secuestrador.
Su cuerpo estremecido clamaba por el agua pero ella no quiso beber de la cantimplora de él. Bajó las manos, enfrentó desafiante esos ojos entornados, sabiendo que ella sería la única que sufriría por esta autodestructiva exhibición de rebeldía, pero no le importó.
Una ceja negra se crispó, permitiéndole un segundo para pensarlo dos veces antes que la cantimplora fuera retirada. Medio enloquecida por la sed, ________ volvió la cabeza y encontró la mirada azul del americano. Dio un paso vacilante a un costado, como queriéndose alejar de ellos, pero fue detenida por una autoritaria voz en español que ya estaba empezando a reconocer.

—Estoy demasiado cansada para huir. Todo lo que deseo hacer es sentarme —Su voz era ronca y áspera, apenas reconocible hasta para ella misma—. ¿Puede entender eso?

Evidentemente su mensaje fue comprendido, quizá por la debilidad de su voz o por la inseguridad de sus piernas. Nadie intentó detenerla cuando empezó otra vez a caminar con músculos que apenas podían coordinar sus movimientos.


SI VEO COMENTARIOS MÁS TARDE SUBO LA CONTINUACIÓN :D

[i]Amo esta nove :L:

sube!!!!
me encanta!!!!

DENTRO DE UN RATITO SUBO CAP DEDICADO A ADE ;)

—Estoy demasiado cansada para huir. Todo lo que deseo hacer es sentarme —Su voz era ronca y áspera, apenas reconocible hasta para ella misma—. ¿Puede entender eso?
Evidentemente su mensaje fue comprendido, quizá por la debilidad de su voz o por la inseguridad de sus piernas. Nadie intentó detenerla cuando empezó otra vez a caminar con músculos que apenas podían coordinar sus movimientos.

Continuación...
Una alfombra de hierba verde le ofrecía a _______ un mullido cojín. Agradecida, se desplomó allí, sin deseos de moverse o pensar. Pero necesitaba concentrarse en otra cosa que no fuera su sed. Trató de mirar al cielo que se oscurecía y encontrar la primera estrella de la noche. Sus ojos tropezaron con un hombre agachado a su lado y que sostenía una cantimplora. Aspiró profundamente ante la vista atormentadora del recipiente y su mirada acusadora voló hacia el par de ojos azules.

—Váyase —ordenó _______ con voz ronca.
—Creí que usted era una persona decidida a sobrevivir, señora _______ Rogers Townsend —dijo él en tono de burla— pero aquí está, tratando de morir de sed. ¿Siempre tiene estas tendencias suicidas?
—No es asunto suyo.

Cerró los ojos para no ver la cantimplora y volvió la cara hacia la hierba que tenía bajo su cabeza.

—Es asunto mío. Es asunto de todos nosotros —señaló él—. Usted dice que tiene un padre rico que pagará mucho dinero para que se la devuelvan. Y aquí está usted, tratando de matarse antes que podamos devolverla a su padre.
—Dinero.

_______ trató de reír pero le salió un sonido ahogado.

—Allá en el camino usted habló mucho acerca de por qué debíamos perdonarle la vida. Nunca la dominó el pánico, nunca perdió la cabeza. ¿Por qué, entonces, ahora no es lista y bebe un poco de agua? —Desenroscó la tapa de la cantimplora y ella se estremeció al oír el sonido—. Usted no desea realmente morir, señora Townsend.

_______ dio un respingo.

—No me llame así.

Lo que estaba pensando era que no quería morir.
Una mano se curvó debajo de su cuello y le levantó la cabeza. La frescura del cuello de metal de la cantimplora le tocó los labios. El olor del agua le llenó los sentidos.

—Vamos. Beba.

Él inclinó la cantimplora y envió entre los labios de ella un lento hilillo de agua.
_______ levantó la mano para elevar más la cantimplora y dejar que más agua llenara su boca reseca. No pudo tragar con suficiente rapidez y empezó a ahogarse.

—Tranquila… —le advirtió el americano y le retiró la cantimplora—. Beba lentamente… de poco en poco cada vez.

________ se obligó a beber a sorbos lentos, cuando hubiera querido tragar litros. Todavía quedaba agua en la cantimplora cuando él la retiró. Ella hubiera bebido más y así lo dijo.

—Más tarde —dijo él en tono tranquilizador y depositó nuevamente la cabeza de ella sobre la hierba.
Ella se volvió sobre su almohada de hierba a fin de poder mirarlo con más comodidad. Lo estudió en silencio un minuto, todavía envuelta en el confortable capullo que la protegía temporalmente de la realidad de su situación.

—¿Cuál es su nombre? —preguntó _______.

Fue obvia la hesitación de él cuando fingió ocuparse en asegurar firmemente la tapa de la cantimplora. Cuando terminó, miró con aparente indiferencia al resto de la banda. La mirada azul que dirigió después a _______ fue fría y serena.

—Ellos me llaman Laredo —dijo, indicando con un movimiento de cabeza a los otros miembros del grupo. ________ esperó que él le confesara su nombre completo—. Es tan bueno como cualquiera —concluyó él.
La curiosidad iluminó los ojos felinos de ella.
—¿Es usted de Laredo?
—No exactamente —repuso él y no dijo más.
—¿Es americano? —insistió ________.
—Allá nací.

Miró hacia el norte con una expresión remota en sus ojos. Hizo un sonido como si no quisiera, o no pudiera regresar nunca allá.

—¿Quiénes son ellos?

Las sombras se alargaban a través del sitio del campamento y proyectaban las siluetas oscuras de los hombres que se movían de un lado a otro.

—¿Sus nombres? ¿Sus ocupaciones? Probablemente lo han olvidado. Es mejor así —dijo el hombre que había adoptado el nombre de Laredo—. Así es más fácil.
Habían encendido un pequeño fuego. La luz vacilante de las llamas tocó el rostro malévolo del hombre llamado Juan. Los dientes quebrados y amarillos quedaron expuestos cuando una mueca burlona le separó los labios. Estaba observando fijamente a _______. Ella recordó con todo su cuerpo esas manos sucias y lascivas y el olor repugnante de su aliento.

—Más fácil para que usted y sus amigos roben, asesinen y violen —dijo _______ con voz cargada de desafiante odio.

Él había seguido la dirección de su mirada. Su expresión fue de tolerancia cuando volvió a mirarla y arrojó la cantimplora al suelo, al lado de ella.

—Le dejaré esto —dijo—. Yo esperaría un poco, antes de beber más.
Empezó a alejarse.
—Laredo… —lo llamó ________, apoyándose en un codo, con sus muñecas todavía atadas delante de ella. Él se volvió y esperó que ella hablara, en actitud paciente y cortés, pero remota—. Yo… —Se ahogó con las palabras y volvió a empezar—. ¿Yo voy a proporcionar el entretenimiento nocturno para usted y sus amigos?
—Usted dijo que su padre no pagaría un centavo si le hacíamos daño —respondió él, pero esas palabras no confirmaron ni desmintieron los temores de ella.
—Sé lo que dije —replicó _______—. Eso no responde a mi pregunta.

Laredo se encogió de hombros y caminó hacia el fuego del campamento, dejándola que se imaginara lo peor. ________, ya no más cegada ante su situación por el agotamiento y la sed, se incorporó hasta sentarse.
Nada podría impedirles que la violaran y exigieran igualmente un rescate a su padre. Con sus acciones, Laredo había dejado bien en claro que él no se pondría en contra de sus amigos para protegerla y esta banda de salteadores no tenía escrúpulos. Atada y envarada, con el cuerpo dolorido, _________ era incapaz de protegerse y defenderse.

Estaban sirviendo comida de una olla que colgaba sobre el fuego. Frijoles, le indicó su nariz y sintió en el estómago las agudas garras del hambre. Habían pasado casi veinticuatro horas desde su última comida. Parecía mucho más. Las pesadillas siempre parecían durar más y la suya apenas comenzaba, pensó _______.
A varios metros de ella, Laredo estaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas, comiendo de un plato que sostenía con una mano. En equilibrio sobre una rodilla tenía un jarro de estaño lleno de café humeante. ________ lo miró, famélica y su estómago gruñó protestando.
Recortada por la luz del fuego, una alta silueta caminó hacia ella. ________ reconoció instantáneamente en el hombre de elásticos movimientos al líder, su raptor. Sólo cuando él ya estaba casi frente a ella, _______ pudo ver el plato de comida que traía en una mano y la taza de café en la otra.
El hombre se inclinó, dejó la comida en el suelo junto a ella y se enderezó. El hambre impidió a _______ ver el nada apetitoso aspecto del espeso potaje de frijoles, un trozo de tasajo y una dura tajada de pan. Ansiosamente levantó las muñecas para que se las desataran a fin de que pudiera comer. Él se limitó a mirarla desde arriba, con sus duras facciones ocultas por las sombras de la noche.

—Desáteme —pidió ella. Él no hizo ademán de liberarle las manos. _______ suspiró impaciente y miró a Laredo sobre su hombro—. ¿Querría traducir en español a este ignorante jefe suyo que no puedo comer con las manos atadas?

Laredo, vacilante, levantó la cabeza para mirar más allá de _______ al hombre que estaba de pie junto a la joven. Hubo un breve diálogo en español en el cual ella no oyó ni un sí ni un no pronunciados por la voz grave. Antes que pudiera adivinar cuál era la decisión tomada, se quedó sentada sola y el hombre empezó a alejarse en dirección al fuego.
Llena de frustración, volvió a mirar a Laredo. Él estaba levantándose con el plato y el jarro en las manos, caminando hacia ella. Se sentó en el suelo, dejó su comida a un lado, desató la cuerda y le dejó libres las muñecas.

—Gracias.

________ flexionó sus muñecas y dedos entumecidos. Había círculos rojos donde la cuerda le había raspado la piel, pero su hambre era demasiado intensa para que por el momento sintiera alguna incomodidad.

—Sólo seguí órdenes —dijo él con indiferencia, se encogió de hombros y levantó su plato.

Con manos no muy seguras, ________ tomó el suyo. Durante los minutos siguientes se concentró en llenarse el estómago, tomando los frijoles con el trozo de pan y arrancando con los dientes bocados de la carne correosa. No quedaba ni una migaja en el plato cuando terminó su comida con un sorbo de café. Harta, rodeó el jarro con ambas manos y clavó la vista en el fuego mortecino.
Laredo, que estaba haciendo lo mismo, atrajo su mirada. En el suave resplandor de la luz moribunda, se lo veía más joven, con un asomo de soledad en sus torturados ojos azules. La curiosidad de _______ volvió a despertarse.

—Realmente, usted no pertenece aquí, no es como ellos —le dijo en voz baja.
La mirada de soslayo de él fue cínica y burlona.
—¿De veras?
—Usted no es como ellos.
—¿Por qué? —Su boca se torció—. ¿Por qué sé hablar inglés?
—No, claro que no. —_______ ladeó la cabeza y lo estudió—. ¿Por qué está con ellos? No puedo creer que haya sido porque así lo eligió.
—Usted no quiere creer eso —corrigió él.
—¿Está con ellos por elección?
_______ estaba decidida a obtener una respuesta sincera a su pregunta.
—Sí. —No hubo nada de arrepentimiento en la voz de él—. Ellos son mis amigos.
—¿Aunque hayan matado a un hombre y lo hayan hecho a usted partícipe de ello? —________ no podía aceptar que él estuviera diciéndole la verdad.
—¿Se refiere a su marido? Él fue muerto por su propia estupidez. Si no hubiera sacado el revolver habría sido despojado del arma y de un poco dinero… nada más. —Sus ojos azules brillaron en silenciosa reflexión—. Noto que usted no está demasiado apenada por esa muerte.
________ ignoró deliberadamente ese último comentario.
—¿Porque defendió lo que le pertenecía, él provocó su propia muerte? —dijo, desafiándolo con voz tensa—. ¿Es así como usted racionaliza este asesinato? —Su mirada fiera fue hasta el líder de los bandidos que estaba a unos pocos metros—. ¿O está expresando las palabras de él? ¡Su jefe, quien me perdonó misericordiosamente la vida a fin de poder entregarme al mismo cerdo libidinoso que asesinó a mi marido!

________ no habló con suavidad ni trató de disimular su venenoso desprecio. Laredo bebió un sorbo de café y no respondió.

—¿Qué pasa? ¿Tiene miedo de que recuerde que usted no se opuso en absoluto cuando su jefe me entregó a su colega delincuente? No puedo culparlo por eso, ¿verdad? —preguntó ________ en tono burlón—. Usted no hace más que cumplir órdenes.
—Así es —reconoció él calmosamente.
—No importa que usted crea que sean órdenes justas o injustas —añadió ella con disgusto—. ¿Quién es él? ¿El diablo reencarnado?
—Aquí los nombres no tienen importancia. —Parecía imposible provocar la ira de Laredo; él no defendía a su jefe ni lo condenaba—. Se lo dije antes. Beba su café.
—¿Qué hace usted? ¿Se inclina profundamente ante él y lo llama jefe? —Apelar a su orgullo parecía inútil pero era su única esperanza—. Tiene que ayudarme, Laredo. Usted es americano y yo soy americana. No puede dejar que hagan lo que tengan planeado hacer conmigo. Por favor…
________ contuvo un sollozo nacido del pánico.
—¿No siente que me están observando, que nos están vigilando? —continuó Sheila y su mirada abarcó al círculo de hombres sentados cerca del fuego del campamento. No era su dinero lo que atraía sus miradas—. Ayúdeme a escapar.
—¿Para que pueda acudir a los soldados, a la policía, y contarles lo sucedido? —Laredo rechazó burlón el pedido de ella, con una sonrisa dura y cínica asomando en los ángulos de su boca—. Olvida que yo estuve allí con ellos. El nudo corredizo rodearía mi cuello además del de ellos.
—Yo no les diré nada, se lo juro. Ayúdeme, por favor.
—Olvídese de eso —dijo él, vaciando su jarro de café.

Lágrimas ardientes le escaldaron los ojos. ________ las secó, apenas atreviéndose a respirar por temor a que su respiración se convirtiera en sollozos entrecortados. Pasaron varios minutos hasta que pudo recobrar su compostura.

—¿Adónde me llevan? —dijo, ahora agrupando a Laredo con los otros.
—¿Mañana? —Su mirada la tocó fugazmente y después se dirigió al oeste—. Allá.

________ se volvió y vio el brillo de la punta de un cigarrillo encendido, lo cual le recordó lo cerca de ellos que estaba el jefe de los bandidos. Dirigió la mirada a la imponente y negra silueta de las montañas de la Sierra Madre.

—¿A las montañas?—preguntó.

Recibió un seco movimiento afirmativo de la cabeza de Laredo como confirmación.
Ello explicaba que se valieran de caballos para el transporte. Vastas secciones de la parte norte de la sierra eran accesibles solamente a lomo de caballo o a pie. Esta tierra inhóspita, primitiva, ofrecía un escondite perfecto para la banda de forajidos. Su corazón se hundió en la desesperación.

—¿Cómo se comunicarán con mi padre? —preguntó temerosa por primera vez de que quizá nunca la dejaran marcharse.
—Hay formas.
—¿Qué me pasará cuando ustedes reciban el dinero?
—Eso no es decisión mía.
Meneó la cabeza aparentemente despreocupado por el destino de ella.
—Lo decidirá él, supongo —Con un movimiento de cabeza, señaló la figura silenciosa que seguía de pie a unos pocos metros—. ¿Usted siempre salta cuando él le dice que lo haga, o primero pregunta cómo de alto? —dijo ________ en tono mordaz.
—Usted habla demasiado. —Hubo en su tono un asomo de impaciencia que indicó que él no era tan indiferente como aparentaba a los dardos diminutos de ella. Se puso de pie y le ofreció una mano para que se levantara—. Venga. Se hace tarde y es hora de que nos acostemos.

Ella se disponía a aceptar la mano ofrecida, pero las últimas palabras la hicieron detenerse. Sus dedos quedaron suspendidos en el aire, a pocos centímetros de la palma abierta de él.

—¿Nosotros? —preguntó ________ con todos sus nervios instantáneamente alertados.
—Esta noche usted dormirá conmigo —dijo Laredo, asintiendo con la cabeza.

La cólera se hinchó como una niebla roja en los ojos de ella. Había acudido a él pidiéndole ayuda, haciéndole saber sus temores por oscuridad de la noche.
¿Creía él que ella no ofrecería- resistencia?. Porque era americano y había hablado con ella, ¿pensaba que ella estaría agradecida de que fuera él y no uno de los otros?
El brazo extendido de Laredo mantenía el poncho separado de su cintura y sus caderas. Pese a la poca luz, _______ vio el mango de un cuchillo que asomaba de la vaina de cuero enganchada en el cinturón. La correa de seguridad estaba desprendida.
Fingiendo una amarga resignación, _______ tomó la mano extendida con su mano izquierda y dejó que él la ayudara a ponerse de pie. Enseguida, simuló tropezar, aferró el cuchillo y lo sacó de la vaina antes que Laredo se diera cuenta de lo que sucedía. Se separó de él y retrocedió dos pasos. La hoja del cuchillo brilló amenazadora a la luz del fuego del campamento.

—No me toque —siseó.
—Tontita, déme ese cuchillo —murmuró él en voz baja y colérica.
—Acérquese y lo mataré…

Un agudo grito de dolor brotó de su garganta.
Unas garras de acero le rodearon las muñecas desolladas por las cuerdas, tomándoselas desde atrás y se las retorcieron hasta que el cuchillo se deslizó de sus dedos paralizados. Instantáneamente, ________ fue obligada a girar, con su brazo retorcido en el medio de la espalda y se encontró inmovilizada contra la muralla de un pecho de hombre.
Otros dedos aferraron un puñado de sus cabellos y le bajaron la cabeza hacia atrás. Entreabrió los labios en un segundo grito de dolor mientras sus ojos dilatados miraban las facciones afiladas y duras de su raptor. Los centelleantes destellos dorados primero le quemaron los ojos y después descendieron, dejando una huella ardiente, por sus mejillas hasta sus labios trémulos y húmedos.
_______ esperó que en cualquier momento la boca implacable de él aplastara brutalmente la suya. Cada fibra palpitante de su cuerpo sintió el salvajismo de ese beso, aunque él todavía no lo había reclamado. Pero su mente giró vertiginosamente, aturdida por esa imaginaria posesión.
Tan rudamente como fue aplastada contra él, se sintió arrojada a un costado y cayó al suelo. El jefe se inclinó, levantó la cuerda que había estado atada a sus muñecas y se la arrojó al silencioso Laredo, al tiempo que en voz baja daba una orden en español.
La boca de Laredo estaba contraída en una mueca sombría cuando empezó a atarle nuevamente las manos.

—Loca tonta —murmuró él—. ¿Por qué hizo eso?
—Lo volvería a hacer —le aseguró ________, pero su voz tembló.
—Él lo sabe.

Cuando Laredo se incorporó, una manta fue arrojada sobre ________, acompañada de unas breves palabras en español. Ella quiso cubrirse con la manta pero no pudo apartar los ojos del hombre alto que la vigilaba.
Laredo se alejó y regresó a los pocos segundos para depositar su silla de montar al lado de ________. Sacudió la manta y se tendió en el suelo. Se tapo, se cubrió los ojos con el sombrero y apoyó la cabeza sobre la silla.

—Descanse todo lo que pueda, señora Townsend —dijo Laredo con frialdad—. Mañana será un largo día. Alguien montará guardia durante toda la noche y yo tengo el sueño muy liviano.

Conteniendo un sollozo de frustración, ________ vio que la alta silueta llevaba sus platos y jarros junto al fuego y regresaba para quedarse de pie a pocos metros, en la oscuridad. Ardió un fósforo protegido por un par de manos para encender un cigarrillo. Después ella dejó de ver la silueta, pero supo que estaba allí. Su raptor siempre alerta.
No le produjo ninguna sensación de seguridad ni de alivio el hecho de que Laredo simplemente estuviera tendido a su lado y no intentara someterla. Todavía temblaba por la sensación de esos brazos de acero que la habían sujetado. Cerró los ojos, pero dudó que pudiera dormir.
La cuerda anudada irritaba la piel lacerada de sus muñecas. Debajo de ella, el suelo duro atormentaba sus músculos acalambrados y doloridos. ________ sintió el aroma de humo de tabaco. Sobrevivir, pensó, y tuvo ganas de reír.

~~~

Una abertura en arco en una pared daba a un pasillo q sugería más habitaciones en esa parte de la casa.
Una voz familiar habló en español detrás de _______. Se volvió en el momento que el brazo de Laredo se apartaba de ella, y encontró los oscuros ojos entornados de su raptor. Un metal frío se deslizó entre sus muñecas; bajó los ojos, vio que Laredo cortaba la cuerda que le sujetaba las manos.
Una palabra de agradecimiento empezó a formarse en sus labios pero enseguida recordó lo que Laredo le había dicho antes. El sólo obedecía órdenes. De modo que flexionó sus dedos entumecidos y no dijo nada. Laredo envainó su cuchillo y fue hasta la puerta.

—¿Adónde va? —preguntó ella con una ligera sacudida de la cabeza, tratando de no mostrar el temor que le producía quedarse sola con el jefe de los bandidos.

Laredo se detuvo, miró a _______ y a su jefe y después nuevamente a ella.

—Voy a ocuparme de los caballos —dijo.

Laredo salió y la mirada de ella rebotó en el par de ojos centelleantes y dorados. Tuvo la inquietante sensación de que él estaba leyéndole el pensamiento y se volvió. Sintió que se le erizaba la piel a lo largo de la columna vertebral y no se sorprendió cuando oyó que él hablaba a sólo veinte centímetros de su nuca.

—Señora —dijo él en español, en tono autoritario, y con una mano le indicó que se dirigiera al pasillo.

El mismo terminaba en dos habitaciones. Con un gesto, el jefe indicó a ________ que entrara en la última de las dos. Ella miró a su alrededor y dedujo que ésta sería su nueva prisión. La celda monacal contenía un catre de aspecto incómodo, un rústico tocador con una jofaina y Una jarra de agua, y una silla. Una cortina de tejido rústico y de un color naranja apagado colgaba en la única ventana.
Su mirada se detuvo en el espejo rectangular que colgaba sobre el tocador. ________ miró atónita su propia imagen. Parecía una mendiga harapienta. Tenía la cara sucia de tierra y sudor. Su pelo estaba revuelto y pegoteado, su natural brillo quedaba oculto bajo espesas capas de polvo. El polvoriento sarape que la cubría volvía informe su figura.



DE AHORA EN MÁS LA HISTORIA SE PONE MUUUY BUENA :D

BIENVENIDA A LA NOVE just_jonatica :hi: