Through love {HS}

-Jac, mamá quiere que bajes a desayunar, quiere hablar contigo, ahora. -Dije abriendo la puerta para encontrarme con un adolescente perdido tumbado en la cama como si estuviera su vida ligada a ella.
-¿Cual es el problema ahora? -Dijo contra su almohada.
-No se, dímelo tú. -Estaba harta de los problemas que habitualmente había en esta familia, y la mayoría de todos los generaba mi hermano mayor.
-Esta vez, no he hecho nada de nada. -Bufó él mientras despegaba su cuerpo de aquel colchón dirgiendose hacía mí para poder salir.
-Quizás si tu mente no fuera de un chico de 10 años. -Susurré lo suficiente para que pudiera escucharlo.
-Perdona, el numero 10 son los centímetros de más que tengo en mi arma de abajo. -Me guiñó un ojo para luego desaparecer por las escaleras. Asqueroso



Volví a mi habitación mientras negaba con la cabeza, 19 años y todavía, él seguía aquí. Gente con dinero os hago un llamamiento para que logréis darle una oferta por sus magnificas habilidades por el fútbol.
Unos últimos libros y todo estaba listo para comenzar un día mas de clases. Un ruido desde mi cama hizo desviar mi atención, cogí mi móvil para ver de que se trataba. Un nuevo mensaje. Mordí mi labio, costumbre mía cuando se trataba de algo interesante. 7:30 de la mañana y algo en mi buzón de entrada, lo era.


"Puede parecer cursi pero tengo ganas ya de saborear tus labios.
-Dan."


Una sonrisa nerviosa se formó en mis labios mientras releía una y otra vez ese mensaje, no había otro como él. Siempre tan cuidadoso, misterioso y extraño a la vez, nunca sabías muy bien por donde podría venir para hacerte sonrojar o enfadarte.
Decidí no contestarle, lo vería dentro de unos minutos, así podría contestarle en primera persona. Llevé mi mochila hacía uno de mis hombros mientras me dirigía al piso de abajo.


-¿No crees que es algo peligroso? -Oí la voz de mi madre.
-Peligroso, ¿por qué? Nunca me ha pasado nada malo. -Defendía mi hermano, enseguida supe de lo que estaban hablando, carreras.
-Nunca es peligroso hasta que me llamen del hospital porque mi hijo se ha estrellado o la policía teniéndote retenido en una celda.
-Cada cierto tiempo cambiamos de lugar, para que así no nos logren pillar. -Agarró el vaso de su zumo terminando lo poco que quedaba de un sorbo.
-¿Y ese es vuestro hobbie cada fin de semana? -Dije yo metiéndome en la conversación dejando mi mochila a un lado de la mesa.
-Créeme mejor que estar un sábado estudiando o un domingo entero debajo de unas sabanas junto a tu novio, lo es. -Se marchó dejando señal de su furia en el ruido del vaso sobre la mesa. Jac odiaba este tipo de conversaciones.


Mis ojos se abrieron de golpe al escucharle, giré mi vista hacia mi madre la cual se encontraba al igual que yo con la mirada fija en el recorrido de mi hermano hacia su habitación.

-Mamá..
-¿Es por algo que he hecho yo o algo? -Su vista se fijó en mí.
-¿Que?
-Quiero decir, su comportamiento..-Dijo tratando sobre él.-Antes no era así, no lo era.
-No, mamá, claro que no, y bueno tiene 19 años, un poco de rebeldía es normal en él.
-Tú tienes un año menos y no te comportas así.
-Soy chica, eso me sirve de escusa.
-Bueno, como tú dices, simple rebeldía. -Rodeó la mesa de la cocina para llegar hacía una silla donde estaban sus cosas.- ¿Tienes algún plan para esta tarde?
-No, que yo recuerde, ¿por qué? -Mi mano llegó hasta una taza de café para luego rellenarla con le poco café que quedaba.
-Podríamos quedar después de clases en el Chersburks, tengo que hablar contigo.
-¿De qué? -Un primer sorbo y mis neuronas ya lograban estar en funcionamiento.
-Sobre tu padre. -Tragué con dificultad.
-Vale, allí nos veremos.


Se despidió de mi con una sonrisa y un beso en mi frente acompañado de un "te quiero" para luego verla desaparecer por aquella puerta. Fijé mi mirada en el liquido marrón que se guardaba dentro de la taza, suspiré dejándola hacía un lado. Volví a posicionar mi mochila sobre mi hombro ya para dirigirme hacia clases.


-Spears, ¿sabes donde está mi sudadera? -Bajó mi hermano corriendo mientras su miraba recorría todo el salón y posteriormente el saco de la ropa sucia.
-Quizás, Samantha lo tenga, o no espera, ¿Megan? Si creo que lo tendrá ella. -Comencé a mencionar a todos sus ligues, cosa que él también odiaba, me dirigió una mala mirada mientras yo le correspondía con una risa divertida.
-Mejor, olvídalo. -Sonreí antes de comenzar mi camino hacía la puerta, escuché pasos detrás de mí. Mi hermano pidiéndole que le llevara, que sorpresa.


No era mucho recorrido el que teníamos que hacer hasta llegar al lugar de todas nuestras mañanas. Apagué el motor del coche para luego abrir la puerta y cerrarla a mi paso. Muchos estudiantes ya comenzaban a venir, extraño, ya que muchos de ellos se saltaban sus primeras clases.


-Luego, ¿puedes esperarme otra vez? -Preguntó mi hermano sujetando la puerta para que pudiese entrar.
-No puedo, he quedado con mamá para hablar en el Chersburks. -Jugueteaba con las llaves de mi coche a medida que avanzábamos sobre los pasillos.
-¿Hablar sobre qué? -Bajé mi mirada hacía el suelo para luego volver a fijarla en él.
-Mi padre.
-¿Otra vez ese españolito? -Así es como le llamaba él. Sonreí ante aquello
-Sí, otra vez. -Afirmé mientras me acercaba a una de las taquillas laterales, girando la ruleta para dar con la combinación y que esta se abriera.
-Sea lo que sea de lo que te diga, cuéntamelo  -Dijo él apoyándose sobre una columna.- Sé que no soy tu hermano, si no, tu hermanastro, pero debes entender que tengo cierta responsabilidad.
-Tan imbécil para unas cosas y adorable para otras. ¿Cómo lo haces Jorge?.
-Porque soy un hombre en condiciones, y no me llames por nombre español aunque ambos empiecen por la misma letra, no lo hagas. -Odiaba que hiciera eso pero me resultaba gracioso enfadarlo, giró sobre sus tobillos para marcharse por los pasillos. Solté una leve risa volviendo mi cabeza hacia mi taquilla sacando de mi mochila los libros que no necesitaba yo ocupando mis manos con aquellos que si. Cerré mi taquilla con fuerza para que esta se cerrara del todo bien, llevaba días con problemas de seguridad en ella. Aceleré mi paso para juntarme con una chica que acababa de atravesar el umbral de la puerta con un bostezo bien largo.


-Buenos días, señorita. -Me posicioné a un lado suyo siguiéndole el paso.
-Hola Pear. -Dijo sin alegría alguna.
-¿Qué ocurre?
-Simplemente estoy cansada, nada mas. -Su mano comenzó a rodar la ruleta para que luego dejara ver el interior de su alma, como lo llamaba ella.
-Y..-Alargué aquel monosílabo para que prosiguiera a contarme.
-Mi madre me saca de los nervios con su boda, literalmente. -Confesó.
-Es normal, esta emocionada. -Me apoyé en una de las taquillas de al lado.
-Sí pero todavía queda demasiado y es muy estresante. Vale que haya encontrado el amor después de la muerte de mi padre, pero tiene una universitaria en casa, tranquilidad, por favor. -Reí ante aquel comentario, relamí mis labios mientras observaba mi horario guardado en la portada de mi libro. Literatura a primera hora de la mañana, genial.
-Oye, ¿has visto a Dan? -Pregunté una vez que había recorrido mi mirada sobre los estudiantes que se encontraban por ahí.
-No, la verdad. Chico raro entrando en el pasillo. -Dijo ella mientras fijaba su vista en la puerta haciendo que toda mi atención cayera sobre él.-Pensaba que había entrado en el ejercito como su padre.
-Maia..-Susurré molestada.
-¿Que? Es lo que se rumorea por ahí.


Visioné a aquel chico dando pequeños pasos pero decididos sobre el pasillo escoltado por un montón de miradas por las demás personas. Sin duda era el tío mas raro de todo el edificio, no se relacionaba con nadie, prefería estar solo antes que ser amigo de mi hermano o su compañía  El silencio, seguramente, era quien mas le acompañaba. Su casa queda enfrente de la mía y bueno, sus padres son complicados, su padre es del ejercito y su madre se pasa viajando de un lugar a otro, vive con su hermana Gemma pero no parece tener una buena relación con ella. Él es como si fuera el mas malo y misterioso de todos y es quizás que por eso le temen y le llaman "raro". Su figura pasó lentamente por enfrente nuestro mientras yo seguía clavada en mi lugar mirándolo, giró su cabeza para observar a  varias personas y luego, posteriormente, a mí que aparté rápidamente mi mirada para dirigirla hacia Maia.


-Bueno, tengo que  decirte algo si no se me olvidará. -Comenzó ella a hablar.
-¿Que ocurre?
-Fiesta sábado, seguramente va a ser la fiesta del siglo y tú vas a venir.
-Siempre dices lo mismo de todas las fiestas a las que vas.
-Y es porque tengo razón. -Una mano rodeó mi muñeca tirando de ella para apartarme de las taquillas.
-Te la robo un momento. -Dijo el moreno de ojos claros para pegarme a él y depositar un beso en mis labios. No pude evitar sonreír ante aquello.
-¿Y esto? -Dije después de aquel beso.
-Lo necesitaba, créeme. -Fije mi mirada en él sonriendo aun mas.- Y porque quiero una noche especial a solas contigo. -Entrelazó mis manos con las suyas llevándolas a su cuello para dejarlas ahí.
-¿Que día?
-El sábado.
-Error moreno. -Apareció Maia a nuestro lado.- El sábado hay fiesta y Spears va a ir.
-Es verdad, la fiesta, gracias Maia. -Dijo Dan molesto ocultándolo en una sonrisa hacia Maia.- Pero siempre podemos escaparnos un rato tú y yo y así enseñarte una sorpresa. -Susurró el con intenciones de intrigarme y efectivamente, lo había conseguido. Sonrió victorioso después de haber visto mi rostro.- Luego nos vemos. -Depositó un beso corto en mis labios para luego alejarse.


Sorpresa, sorpresa. Me gustan las sorpresas pero no la intriga que tienes cuando te dices que hay una para tí. Dan provocaba eso en mí, aparte de otras cosas. El bolígrafo que sostenía en mi mano hacia leves toques sobre el cuaderno mientras mi miraba quedaba fija en las hojas blancas de él. Escuchaba las sillas y las voces de mis demás compañeros de literatura, primera clase de este día.


-¿Puedo sentarme? -Escuché una voz carraspera a mi lado, levanté mi mirada hacía aquel lugar encontrando dos ojos color esmeralda.