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Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu

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Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu - Página 7 Empty Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu

Mensaje por Val's Matth. Miér 22 Ago 2012, 2:34 pm

Chicas estoy apunto de salir de la universidad asi que estoy full asiendo mi tesis y por ello no e tenido tiempode nada, pero hoy les traigo un cap mucho mas largo ok :)
les dejo la novela para que la disfruten tanto como yo
ademas muchas gracias por los comentarios :)



Capitulo 14


_____ aprovechó aquel estado al que
Jake había llegado para disparar, pero había perdido el ins­tinto que hasta
entonces la había guiado. Aunque Jake había entrado completamente en lo que le
pedía, ella no era capaz de conectar con sus evo­caciones porque... porque no
era Nick. Cuando descubrió que era eso lo que le pasaba, la cámara estuvo a
punto de caérsele al suelo.



Intentó negarlo, achacando al propio
Jake su falta de entusiasmo. Pero en el fondo de su cora­zón, mientras apretaba
furiosamente el obturador, sabía que había ocurrido lo que durante tanto tiempo
había temido: había roto sus reglas, había interrumpido el flujo de creatividad
que tantos éxitos le había reportado. Había perdido el toque mágico para hacer
aquellas fotos que la habían hecho famosa. Y jamás iba a recuperarlo.



Un sexto sentido hizo salir a Nick al
porche justo en el momento en el que la joven se dirigía a fotografiar su
último vaquero. Nick la observó con las entrañas encogidas, consciente de cómo
se comportaba _____ durante aquellas sesiones. Sabía que la sesión de la mañana
no iba a terminar como la del día anterior, pero aun así, no le hacía ninguna
gracia que _____ se sirviera de su volup­tuoso tono de voz para conseguir que
los hom­bres la miraran con lujuria.



Pero aquél era su trabajo y le gustara
a él o no, iba a continuar dedicándose a ello. Así que lo que tenía que hacer
era concentrarse en algo más pro­ductivo, como intentar negociar un plazo más
lar­go para pagar el préstamo. Con un suspiro, entró de nuevo en la casa y se
dirigió a su despacho.



Cuando llegaron las doce, ya había
hablado con infinitos banqueros. Fue al comedor, esperan-



do que _____ hubiera decidido comer
con todo el mundo para variar, pero no estaba allí. Nick se de­dicó a charlar
con los otros huéspedes, intentando reír y actuar como si se tratara de un ser
humano perfectamente normal, aunque se sentía como si lo hubieran vaciado.



Juanita entró en el comedor con una
fuente de patatas y ensalada y miró directamente a Nick.



—Por si quieres saberlo, esta tarde va
a hacer­les las fotos a Peter y a Rosa en el patio.



—Gracias —se imaginaba que Juanita
había sido capaz de advertir la agonía por la que estaba pasando, a pesar de
los esfuerzos que estaba ha­ciendo para disimularlo. Si la amenaza de perder el
rancho ya era suficientemente mala, la de per­der a _____ lo estaba
destrozando.



—¿Quieres sentarte y comer un poco?
—le pre­guntó Juanita.



Nick sacudió la cabeza.


—Haz que se quede —le sugirió la
cocinera.



—No creo que pueda —replicó él,
forzando una sonrisa.



—Inténtalo al menos —contestó ella, y
fue a servir la comida.



Nick lo intentaría si supiera que
podía servir de algo. Pero la última noche le había dado lo mejor de sí mismo,
y aun así no había sido suficiente. Tras intercambiar algunas palabras con los
hués­pedes, salió del comedor. Al día siguiente a esa misma hora, _____ ya no
estaría allí. Él no era ca­paz de aceptarlo, pero tampoco sabía qué podía hacer
para evitarlo.



Salió al corral, ensilló a Red y lo
montó dejan­do que el caballo galopara a toda la velocidad que



el terreno permitía. Cabalgó
duramente, pero no encontró así la paz que normalmente recuperaba montando. Al
final, decidió regresar, y al acercar­se al rancho vio a _____ conduciendo el
descapota­ble y aparcándolo al lado de su cabana.



Detuvo a su caballo y se inclinó sobre
la silla, observando atentamente a _____ mientras salía del coche y entraba en
la cabana.



La conexión que se había forjado entre
ellos ti­raba de él como si fuera un novillo enlazado. Mientras espoleaba a Red
para ponerlo de nuevo en marcha, se preguntaba si sentiría lo mismo cuando _____
estuviera a miles de kilómetros. Por la intensidad de la sensación, suponía que
sí. Pero _____ tampoco quería que él fuera a Nueva York. Lo había dejado
perfectamente claro.



Nick se Nickó su tiempo para volver al
corral y desensillar el caballo. No quería llegar al establo antes de que _____
hubiera terminado la sesión fo­tográfica con los niños. Pero tenía que verla,
tenía que hablar con ella por lo menos una vez más y aquella podría ser su última
oportunidad.



El sonido de unas risas infantiles
procedentes del establo llegó hasta él y sonrió. Por un breve instante, se
permitió imaginarse a _____ fotogra­fiando a sus propios hijos, pero no podía
persistir en sus fantasías demasiado tiempo, no cuando ha­bía tan pocas
probabilidades de que llegaran a ha­cerse realidad.



Juanita lo miró cuando lo vio aparecer
en la puerta del establo, pero _____ ni siquiera se dio cuenta de que llegaba.



—Ha sido un salto mortal estupendo,
Peter — estaba diciendo—. Venga, hazlo otra vez.



—¿Quieres ver como hago una voltereta
late­ral? —preguntó Rosa.



—Claro que sí —contestó _____ mientras
dispa­raba—. Mira hacia aquí, Peter. Estupendo. Y aho­ra dime, ¿tienes un osito
de peluche?



—Sí, el osito Freddy.


—¿Y cómo es de grande?


Peter alzó los brazos mientras _____
disparaba.



—¡Allí va! —gritó entonces Rosa.


_____ se volvió hacia ella, intentando
retratar su intento de voltereta.



—Eso ha estado muy bien. Si sigues así
termi­narás en las Olimpiadas.



—Claro que sí —contestó Rosa, y siguió
dando volteretas.



Nick no pudo resistir la tentación de
acercarse. Se sentó al lado de Juanita, que descansaba sobre una bala de heno,
con el rostro resplandeciente de orgullo. La cocinera se inclinó y le susurró a
Nick al oído.



—Fíjate en lo bien que está con ellos.


Y claro que Nick se estaba fijando.
Entre foto y foto, _____ los llamaba para arreglarles el pelo, para hacerles
una caricia o para abrocharles un botón. Nick no podía verle la cara, pero
advertía la sonrisa de su boca en su voz. Estaba encantada con esos niños, y
ellos a su vez parecían adorarla.



Y, a juzgar por el insoportable dolor
de su co­razón, él también.



Nick observó con un sentimiento
agridulce el resto de la sesión.



—Ya está. Se acaba de terminar el
carrete.



—Ahora haz tú una —dijo Rosa—, lo
habías prometido.



—Es cierto —_____ dejó la cámara, se
acercó a la colchoneta que habían llevado y ejecutó una voltereta lateral
bastante decente—. ¡Ta-chán! — se levantó abriendo los brazos en una clásica
pose gimnástica.



—¡Guau! —Rosa aplaudió y Peter la miró
ra­diante.



_____ se volvió entre risas hacia
Juanita.



—Vaya, Juanita, yo... —al ver a Nick,
la sonrisa desapareció de sus labios—. Hola. No sabía que estabas aquí.



Nick se levantó.


—Espero que no te importe.


—No, por supuesto que no. Al fin y al
cabo, estás en tu rancho.



Juanita le dio a Nick un codazo en las
costillas y señaló a _____ con la cabeza. Corrió después a llevarse de allí a
los niños.



—Y ahora ha llegado el momento de
disfrutar del delicioso helado de fresa que os había prome­tido.



—¡Yupiii! —gritó Rosa—. Ven, _____,
vamos a comer helado.



—Mmm —_____ recogió la cámara y se la
colgó al hombro.



—Eh, _____, ¿podría hablar un momento
conti­go? —le preguntó Nick, acercándose a ella.



_____ miró hacia la puerta, Juanita ya
se estaba yendo con los niños.



—De acuerdo. Pero no creo...


Nick la abrazó y la besó antes de
darse cuenta siquiera de lo que estaba haciendo.



Al principio, _____ se resistió, pero
no por mu­cho tiempo. A continuación, se quitó la cámara



del hombro y la dejó en el suelo para
poder mol­dearse contra él.



Nick habría estado besándola toda la
vida, pero no era aquélla una perspectiva excesivamen­te realista, de modo que,
con absoluta desgana, se separó de ella.



—Bonita voltereta.


—Pensaba que querías que habláramos
—su­surró _____.



—Yo también —se pasó la lengua por el
labio inferior—. Dios mío, qué bien sabes.



—Nick, esto sólo sirve para que todo
resulte mucho más duro.



La respuesta de Nick fue una enorme
carcaja­da.



—No creo que pueda estarlo más —la
estrechó contra ella para que pudiera comprobarlo por sí misma.



_____ sacudió la cabeza.


—Vaqueros. Imposible no quererlos.


—Me alegro de que lo pienses. Porque
tengo un plan en mente mucho mejor que el helado de fresas.



—No, no tengo tiempo.


—Pero si no te vas hasta mañana.


—En realidad me voy dentro de una
hora. He decidido pasar la última noche en Bozeman.



Nick no se sentía capaz de soportar
tanto do­lor.



—No...


_____ lo miró con ojos tristes.


—No puedo arriesgarme a pasar otra
noche aquí. Corro el riesgo de perderme a mí misma en este rancho.



—O de encontrarte.


—No comprendes —se pasó la mano por el
pelo—. Yo soy _____ ________, la mujer que se dedi­ca a hacer calendarios de
fotos sugerentes de hombres. Esa es la tumba que me he cavado a mí misma y te
aseguro que no hay muchas otras dis­ponibles.



—Jamás te he pedido que dejes de hacer
eso.



—Lo sé —sonrió con tristeza—. Y habría
sido más fácil que lo hicieras. Podría haberme reído en tu cara y negarme a
abandonar mi carrera.



—No des por finalizado esto que
tenemos, _____ —la tensión que sentía en el pecho amena­zaba con convertirse en
auténtico pánico. _____ no podía marcharse de allí—. Podemos intentar ha­cer
algo que sea bueno para los dos. Déjame al menos intentarlo.



_____ negó con la cabeza.


—He venido aquí a la caza de un
marido. Que­ría preparar un calendario, por supuesto, pero también quería un
hombre que pudiera darme.... lo que necesitaba. Y lo más gracioso de todo es
que lo he encontrado.



—Pues yo no sé dónde está la gracia.


—Se la verías si lo vieras desde mi
perspectiva. Nick, he perdido la capacidad para hacer fotos eróticas.



Nick se avergonzaba de la alegría que
le pro­dujo saberlo.



—¿Qué ha pasado?


—La verdad es que es terrible. Tenía
allí a un tipo perfecto, Jake Collins...



—Sí, lo conozco —y se alegraba de que _____
no se hubiera fijado especialmente en él.



—He intentado recrear el ambiente, la
química que hace de mis calendarios algo especial. Y sólo podía pensar en ti.



Nick adoraba oírselo decir, pero sabía
que no debía hacerlo. _____ le estaba diciendo que su visi­ta al rancho podía
ser el fin de su carrera.



—Quizá... quizá recuperes la capacidad
—se obligó a sugerir, consciente de que eso era lo que _____ necesitaba
escuchar en un momento como aquél.



—Ése es el motivo por el que he
decidido irme hoy. Cuanto antes me aleje de aquí, antes podré recuperar mi
propio ser.



Nick no tenía respuesta para eso.
Incluso aun­que creyera que _____ podría ser absolutamente feliz en el rancho.



—Lo que hay entre nosotros es
maravilloso, _____. Me niego a creer que pueda hacernos nin­gún daño.



—Eso espero —el sombrero que Nick le
había regalado para la conducción del ganado estaba colgado de un gancho. _____
se acercó a recogerlo y se lo tendió—. Pensaba llevártelo a tu despacho, pero
así me has evitado un viaje.



—No quiero que me lo devuelvas. No
dejaría que se lo pusiera ninguna otra mujer. Si no lo quieres, tíralo a
cualquier papelera del aeropuer­to.



_____ bajó la mirada.


—Te mandaré un cheque... para pagarte
la se­sión de fotos.



—No quiero ningún cheque.


—Pero...


—No te atrevas a enviarme dinero, como
si



nuestra relación hubiera sido sólo de
negocios. Si se te ocurre hacerlo, lo romperé en dos trozos y te lo mandaré.



_____ tragó saliva.


—Siempre he sabido que eras un
cabezota, va­quero.



—Lo mismo puedo decir de ti —tenía que
con­cederle a _____ el mérito de estar actuando en aquella escena de despedida
como si fuera una gran actriz. Porque Nick estaba convencido de que por dentro
estaba tan destrozada como él.



—Bueno, entonces supongo que ha
llegado el momento de la despedida. Adiós Nick, buena suerte.



—Igualmente, _____ —y la observó
alejarse de allí, consciente de que aquél era el momento más doloroso de su
vida, y sabiendo que no podía ha­cer nada para evitarlo.



Un test de embarazo casero podía estar
equi­vocado, pensó _____. Así que, antes de dejarse lle­var por el pánico, lo
que debería hacer era ir al médico.



Era extraño, pero realmente no sentía
ningún miedo. Quizá eso llegara más tarde, cuando tuvie­ra que enfrentarse a
las consecuencias de su con­ducta. Porque la verdad era que en ese momento,
sentada en el taller y mirando las fotografías del potencial padre de su hijo,
se sentía, por vez pri­mera desde que había abandonado el rancho, ex­tremadamente
contenta.



Habían sido seis semanas muy duras.
Algunos días, se levantaba pensando si la vida merecía tal



esfuerzo, pero había continuado
intentándolo, in­tentando salir de su apatía. Quizá, inconsciente­mente, había
estado esperando la llegada de aquel día, aunque realmente no supiera qué hacer
con aquella noticia.



Bernie llamó a la puerta del taller.


—¿Podemos hablar?


_____ dejó las fotos y se volvió hacia
ella, giran­do la silla.



—Claro. ¿Sobre qué?


—¡«Sobre qué»!, pregunta. _____, han
pasado seis semanas desde que llegaste de Montana. Ya es hora de que te
recuperes del viaje. Te he dado tiempo para que te dedicaras a vagar por la ciu­dad,
para que fueras pensando en otro calenda­rio, pero todavía no he oído nada de
los resulta­dos de tu búsqueda. Además, aún no hemos decidido qué va a pasar
con el calendario de Montana, si vamos a meter doce fotos o trece. Cal­vin
llama todos los días, esperando una reunión y nosotras... —se interrumpió y se
quedó mirando la enorme fotografía de un desnudo que colgaba en la pared—.
¡Dios mío!



_____ sonrió.


—Pero esa foto no va para el
calendario.



Bernie continuaba con la mirada fija
en la foto­grafía.



—Has hecho un buen trabajo hasta
ahora, _____, pero esto es más que bueno. No sabía que te estabas dedicando a
fotografiar desnudos.



—Esto es una especie de... —se
interrumpió para aclararse la garganta—. Hallazgo.



—Una genialidad, eso es lo que es.
Esto tiene que exponerse en una galería. ¿Tienes más?



—Ésta es la mejor, pero hay otras dos
—le en­señó las otras dos fotos de Nick. Ella no había sido capaz de mirarlas
hasta hacía una semana, pero desde entonces, no había podido concen­trarse en
otra cosa.



Le tendió a Bernie aquellas láminas
que había mantenido guardadas durante semanas. No quería dejar que nadie viera
a Nick hasta que ella no hu­biera decidido lo que quería hacer con ellas.



—¿Y se puede saber quién es? —preguntó
Ber­nie suavemente.



—Nick Jonas.


Bernie agarró a _____ del brazo y tiró
de ella.



—Ven ahora mismo a mi despacho a Nickar
un café mientras preparo unas llamadas. Tía Bernie necesita saber qué está
pasando aquí.



Repantigada en una silla, frente al
escritorio de Bernie, _____ Nickaba una taza de café que no era ni la mitad de
bueno que el de Juanita mientras le contaba a Bernie lo que le ocurría.



—Imagino que el quid de la cuestión es
que la sesión fotográfica con Nick fue la última de la que realmente disfruté.
Al día siguiente me obligué a sacar las fotografías de Jake, pero cuando verda­deramente
me divertí fue cuando estuve fotogra­fiando a los niños, ¿te lo puedes creer?



Bernie la miraba como si estuviera en
estado de shock.



—Pensé que jamás oiría algo así de tus
labios.



—Ya sé lo que quieres decir. Llevo
semanas deseando recuperar las ganas por fotografiar mo­delos, incluso tengo ya
una idea.



—¿De verdad? —Bernie pareció volver a
la vida.



—Sí, monitores de gimnasio, entrenadores
per­sonales...



—¡Es una idea explosiva! Ya me los
estoy imagi­nando: músculos de acero, pantalones cortos... Ve­amos, podemos
llamarlo Hombres Musculosos o...



—No vamos a llamarlo nada. No tengo
ningún interés en hacer esas fotos. He visitado algunos gimnasios intentando
recuperar el viejo entusias­mo. Pero estoy bloqueada, Bernie.



Bernie se apoyó contra el respaldo de
la silla y se llevó la mano a la cara.



—Al principio, esperaba que se tratara
de un problema temporal —continuó explicando _____—. Pero me temo que no es
así.



—Y tiene que ser por algo que ha
ocurrido en Montana. Desde que regresaste de allí, no has vuelto a ser la misma
—Bernie suspiró—. Una no­che de sexo con Jonas y el resto de los hom­bres han
perdido todo el interés para ti, ¿es eso lo que me estás diciendo?



—Bueno, hay otro pequeño detalle.


—No puedo imaginarme ya nada más
catastró­fico. Di lo que sea.



—Estoy embarazada.


—¡No me lo puedo creer!.


Nick rara vez bebía, pero aquella
noche pare­cía la más indicada para disfrutar de una botella de Jack Daniels.
Con los pies apoyados en el es­critorio, desenroscó el tapón del whisky.



—¿Nick?


Nick miró hacia a la puerta y se
encontró una visión sorprendente: Juanita con una bandeja de



sandwiches. Debía de estar
verdaderamente preo­cupada por él para haber roto sus propias normas de tal
manera.



—Supongo que la cocina lleva horas
cerrada —comentó Nick sonriendo.



—No estás comiendo nada, maldita sea,
por eso te he traído esto —entró en la habitación y descubrió la botella de
whisky encima del escrito­rio—. Será mejor que te llenes antes el estómago.



—Muchas gracias, Juanita.


Juanita sacó entonces un álbum de
fotos que llevaba bajo el brazo.



—Ya he ordenado las fotografías que me
hizo _____. Pero antes de enviárselas a mis padres, me gustaría que las vieras.



—Claro —era la última cosa del mundo
que necesitaba hacer, pero sabía lo importantes que eran aquellas fotografías
para Juanita.



Juanita abrió el álbum y lo colocó
frente a él.



—Dice que nunca había fotografiado a
niños, pero esa mujer es una verdadera artista.



El corazón de Nick se llenó de orgullo
y amor mientras estudiaba las fotografías y recordaba las risas de aquella
tarde. _____ había capturado con la cámara la alegría de un niño sin nada mejor
que hacer que volteretas sobre el heno.



—¿No te parecen maravillosas?
—preguntó Juanita.



—Sí —contestó Nick con voz ronca.


—¿Has... has tenido alguna noticia de
ella?



—No —había contado los días, las
semanas. _____ le había dicho que, si algo ocurría, no duda­ría en decírselo.
Su silencio indicaba que su intui­ción no se había cumplido.



—No puedo creer que no vaya a volver
nunca. Estaba loca por este lugar. Se veía en sus ojos, en su rostro.



—Quizá sea ésa la razón por la que no
va a volver —Nick señaló la silla que estaba frente al escritorio—. Juanita,
será mejor que te sientes. Hay algo de lo que me gustaría hablar contigo.



—Se trata del rancho, ¿verdad?


—Tienes que empezar a buscar otro \xabap. Pa­sado mañana, el banco sacará el rancho a subasta.


enjoy...
Val's Matth.
Val's Matth.


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Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu - Página 7 Empty Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu

Mensaje por aranzhitha Miér 22 Ago 2012, 3:25 pm

awww la rayiz esta embarazada :affraid:
Nick recuperala!!!
Amo a Nick
Siguela!!!
aranzhitha
aranzhitha


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Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu - Página 7 Empty Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu

Mensaje por Val's Matth. Dom 26 Ago 2012, 2:42 am

Ultimo capitulo chicas gracias por aber leido la nove :)
aunque no subire mas por que definitibamente no tengo tiempo has que les dejo la nove y un monton de gracias!!!! ok un beso y hasta la proxima :)



Capitulo 15






En cuanto superó la sorpresa inicial,
Bernie en­vió a _____ de vuelta a su escritorio, con instruccio­nes de
seleccionar al menos las fotografías para el calendario de Montana. _____ pasó
la mayor parte del día batallando con la duda de si utilizar o no la fotografía
de Nick, y cuando llegó la hora de marcharse, todavía no lo había decidido.



A la mañana siguiente, continuaba en
la misma situación, lo que seguramente le valdría una bue­na reprimenda de
Bernie. Pero en vez de ello, ésta le sugirió que se Nickaran el día libre y
salie­ran de compras, tal como _____ había propuesto el día que la había
llamado desde el rancho.



—No creo que éste sea el mejor momento
para que vaya a comprarme ropa —protestó _____.



—Entonces la compraremos para el bebé
—re­plicó Bernie mientras apagaba su ordenador—. Vamos, salir de compras me
ayuda a pensar.



—Yo no voy a quedarme con el bebé.


—¿Y a dónde piensas devolverlo?
—Bernie g a su amiga del brazo para sacarla de la ofi­cina—. Estas cosas no
funcionan así, _____. Me temo que en este caso no se admiten cambios.



—Se lo voy a enviar a Nick.


—¿Por correo urgente o regular?


—Por el amor de Dios, Bernie, haces
que todo esto parezca ridículo.



—Porque lo es. Eres una persona
adorable y creativa que está comenzando a crear un ser hu­mano. He visto lo
posesiva que eres con tus foto­grafías. ¿Qué te hace pensar que te costará
menos desprenderte de ese bebé?



—No puedo tener un hijo, Bernie, tengo
una carrera en la que pensar.



—Bien dicho, _____, tú siempre tan
profesional.



Salieron a la calle y Bernie paró a un
taxi.



—Llévenos a F.A.O. Schwartz —le pidió
al taxista en cuanto montó. _____ la siguió al interior del taxi.



—Bernie, ¡eso es una juguetería!


—Bueno, supongo que el chiquillo
tendrá que jugar con algo.



—No voy a quedarme con ese bebé.


—No, claro que no.


Dos horas después, estaban merendando
en una cafetería, rodeadas de bolsas repletas de ju­guetes. _____ consideraba
que era absurdo com­prar tal cantidad de juguetes para un bebé con el que no
pensaba quedarse, pero había disfrutado enormemente al hacerlo.



—Nickaré una decisión sobre el
calendario de Montana esta misma tarde, te lo prometo —le pro­metió a su amiga.



—El problema es que no sabes si
utilizar o no la foto de Nick, ¿verdad?



—Precisamente.


—¿Y él te deja utilizarla?


—Sí. El rancho tiene serios problemas
econó­micos y el calendario podría ayudarlo.



—En ese caso te aconsejo que la
utilices. Vais a necesitar ese dinero.



—No hables como si fuéramos una
pareja. So­mos dos personas independientes —replicó al instante _____.



—Te equivocas. Si vais a ser padres
del mismo hijo, ya no volveréis a ser nunca personas com­pletamente
independientes. Pero aun así, no es eso lo más importante. Por fin has
encontrado al hombre que habías estado buscando durante to­das tus sesiones
fotográficas. Tú no te dabas cuen­ta, y el cielo sabe que yo tampoco, pero esta
parte de tu carrera estaba condenada a tener un fin. Sólo era cuestión de
tiempo.



—Perdona, Bernie, pero esos
calendarios sólo formaban parte de mi trabajo, no tenían nada que ver con la
búsqueda de un hombre o cualquier otra interpretación freudiana que se te haya
podi­do ocurrir.



—Entonces, ¿por qué después de haberte
acos­tado con ese hombre y haberte quedado acciden­talmente embarazada, has
hecho las mejores foto­grafías de niños que he visto en toda mi vida?



_____ se quedó mirándola fijamente.


—¿Te refieres a las fotografías de
Peter y Rose? Me divertí mucho haciéndolas, pero no creo que fueran nada
especial.



—Afortunadamente, nuestro editor no
está de



acuerdo contigo. Tras haber visto esas
fotografías, quiere que el próximo calendario sea de niños.



_____ se quedó boquiabierta.


—Dios mío, Bernie, yo jamás he sido
una fotó-grafa de niños. No sabría ni por dónde empezar....



—Entonces aprende, maldita sea —Bernie
se inclinó hacia su amiga—. Estoy convencida de que te resultará fácil, porque
eso es lo que tienes ahora en tu corazón. Te he estado observando en la
juguetería y he podido confirmar lo que ya sos­pechaba: no eras capaz de
apartar los ojos de los niños. Y me temo, querida, que es tu delicada condición
la responsable de todo esto. Podría ha­berte dado por adoptar un perro, y ahora
estaría­mos pensando en calendarios de animales, lo que habría sido mucho más
fácil. Pero el caso es que te has quedado embarazada y estás enamorada del
padre de ese bebé, podría añadir. Y todo ello supondrá una nueva orientación en
tu trabajo.



—Bernie, si estás sugiriendo que Nick
y yo nos casemos y eduquemos juntos a ese bebé, estás co­metiendo un terrible
error. No funcionaría. Nick no es un hombre que se conforme con un matri­monio
de fin de semana y, aunque me cueste ad­mitirlo, tampoco yo.



—Entonces vete a vivir a Montana.


—¿Que me vaya a...? ¿Es que te has
vuelto loca, Bernie?



—_____, todos tus sentimientos
aparecen refle­jados en tus fotografías. Gracias a ellas he podido admirar el paisaje
de Montana y darme cuenta también de que adoras ese lugar. Creo que debe­rías
permitirte ser feliz, que deberías irte a vivir a allí.



A _____ se le llenaron los ojos de
lágrimas. No había en el mundo una amiga mejor que Bernie.



—No podría. No puedo marcharme y
dejarte en la estacada.



—¿En qué estacada? A no ser que hayas
decidi­do despedirme, yo mantendría abierta la oficina de Nueva York. Teniendo
teléfono, fax y correo electrónico, ¿a quién le importa dónde puedas es­tar?



—Yo... no sé que decir —pero la
alegría bur­bujeaba en su interior, a pesar de que la razón le decía que no
debería siquiera considerar aquella idea.



Bernie asintió, con los ojos
sospechosamente brillantes.



—Tendrás que irte. Entre otras cosas
porque te he reservado un billete para el primer avión que sale hacia Bozeman
mañana por la mañana.



_____ había decidido no llamar con
antelación. Llevaba seis semanas sin tener contacto con Nick y no quería que su
primera conversación fuera te­lefónica. Quería poder verle los ojos cuando le diera
la noticia de que iban a ser padres.



Mientas conducía hacia el rancho, no
podía decidir si la debilidad que sentía en el estómago era producto de las
náuseas matutinas o del ner­viosismo ante la perspectiva de volver a ver a Nick.
La carretera se le estaba haciendo intermina­ble y habría dado cualquier cosa
por poder contar con la sólida presencia de Nick a su lado, como durante el
primer viaje, cuando habían visto jun­tos a aquel par de águilas.



Cuando por fin llegó a la puerta que
conducía a Susurros del Viento, tuvo la sensación de estar volviendo a casa.



Aparentemente, no era la única que
había de­cidido visitar el rancho aquel día, se dijo al ver la cantidad de
vehículos que había en el patio. La gente merodeaba por los alrededores, como
si hu­biera ido a disfrutar de un día de campo o a... Sin­tió náuseas.



Estaba tan ansiosa por encontrarse de
nuevo en el rancho que prácticamente no le había prestado atención al letrero
que habían clavado en la puerta. No podía leerlo todo, pero sí lo su­ficiente como
para comprender que debía estar asustada: anunciaba una subasta a las dos de la
tarde.



Miró su reloj. ¡Ya eran cerca de las
cuatro!



Pero no, aquella era la hora de Nueva
York. El reloj del coche marcaba las dos menos cinco. Se apeó del coche para
abrir la puerta del rancho. La cruzó con el coche y salió de nuevo a cerrarla
para dirigirse después a toda velocidad hasta la casa.



Subió a grandes zancadas las escaleras
del por­che, se abrió paso entre la gente allí arremolinada y abrió la puerta
principal.



—¡Nick! —gritó.


Nick estaba en la sala de estar,
apoyado contra la chimenea, con dos hombres de aspecto muy serio que _____
identificó inmediatamente como los que pretendían arrebatarle el rancho.



Al oírla, el vaquero volvió la cabeza
y se quedó mirándola fijamente.



—¿_____? —les dijo algo a sus
acompañantes y



se acercó a la puerta—. ¿Por qué no me
has dicho que venías?



_____ lo miró a los ojos y lo único
que vio en ellos fue una profunda preocupación.



—No sabía que iba a venir hasta ayer,
y no quería tener una conversación telefónica sobre...



—Vamos a mi despacho —la agarró del
codo y la condujo hacia allí.



—¡Dile a todo el mundo que se suspende
la subasta, Nick!



—La subasta no comenzará hasta que yo
no dé mi consentimiento, así que todavía tenemos un par de minutos. Déjame ir a
buscarte un vaso de agua. Estás muy pálida.



—No tenemos tiempo para eso, y estoy
estu­pendamente.



Nick la metió en su despacho y
prácticamente la empujó para que se sentara.



—Voy a buscar el agua, quédate aquí.


—¡Nick!


—¡Maldita sea, quédate aquí!


En cuanto Nick desapareció, _____ se
levantó y fue al cuarto de estar. Los hombres que esperaban allí a Nick, se
llevaron las manos al ala del som­brero y murmuraron algo similar a una
bienveni­da.



—Al parecer son ustedes los que están
a cargo de esta fiesta —comentó _____.



—Sí, nosotros somos los encargados de
la su­basta, si es a eso a lo que se refiere —dijo el más alto de los dos.



—No va a haber ninguna subasta —les
advir­tió—. Sólo quería que lo supieran.



—Perdóneme, señora —dijo el más bajitc


pero la subasta comenzará en cuanto Nick
resuel­va el asunto que tiene pendiente con usted.



—El asunto que tiene pendiente conmigo
es que yo voy a darle todo el dinero que sea necesa­rio para impedir esta
subasta.



—Ni lo sueñes —oyó decir a Nick tras
ella.



_____ giró bruscamente, golpeando al
hacerlo el vaso de agua que Nick llevaba en la mano y de­rramando parte del
contenido sobre su camisa. Nick volvió a agarrarla del brazo, en aquella oca­sión
con menos delicadeza que la anterior.



—Perdónennos caballeros, sólo será un
minu­to.



—Siento haberte tirado el agua en la
camisa — se disculpó _____ mientras Nick la obligaba a en­trar en el despacho.



—Veo que sigues siendo una mujer tan
cabe­zota como cuando te marchaste —cerró la puerta con el pie y le tendió el
vaso de agua medio va­cío.



—Y tú un hombre todavía más terco.
Debería echarte todo el vaso encima para que te tranquili­ces.



Nick dejó su sombrero en la mesa y la
miró fi­jamente.



—¿Te ha llamado Juanita?


—No.


—No me mientas, _____. No me extrañaría
nada que te hubiera llamado para contarte lo de la su­basta y tú hubieras
decidido venir a salvarme.



_____ bebió un sorbo de agua sin
apartar su mi­rada de la de Nick.



—Claro que he venido a salvarte.


—Y un cuerno.


—Fuiste suficientemente hombre como
para sacar la mujer que hay en mí, Nick, ahora com­probaremos si eres
suficientemente hombre como para tragarte todo tu orgullo y permitir que haga
algo que pueda permitirnos vivir juntos.



Nick la miraba con atención, sin decir
una sola palabra.



—Te estoy pidiendo que te cases
conmigo, Nick.



—¿Por qué?


—Creo que puedes imaginártelo.


Un júbilo salvaje asomó a los ojos de Nick
mientras se acercaba a ella, le quitaba el vaso de la mano y la besaba con una
desesperación que dejó a _____ jadeante.



—No tienes por qué casarte conmigo
—susu­rró Nick.



—Se supone que eso es lo que tendría
que de­cir yo —respondió _____ entre risas.



Nick alzó la cabeza y la miró a los
ojos.



—Sé que tú querrías que el bebé
creciera aquí conmigo, pero estoy seguro de que yo podría acostumbrarme a vivir
en cualquier parte —tragó saliva—. No quiero interferir en tu carrera, ni for­zarte
a asumir ningún tipo de compromiso por culpa de aquella noche loca.



_____ suspiró y apoyó las manos en sus
hom­bros.



—Jamás le he pedido a ningún hombre
que se casara conmigo. Además, me he puesto el som­brero que me regalaste
pensando que eso te ayu­daría a decidirte.



Nick parecía triste, pero al menos así
_____ con­siguió arrancarle una sonrisa.



—Sigues estando magnífica con el
sombrero, y me alegro de que lo conserves. Pero _____, tú no me quieres a mí.



—Claro que sí. Y el problema es que
cuando se edite el calendario, no voy a ser la única, así que quiero
adelantarme a todas las mujeres que van a aparecer por aquí, dispuestas a
convertirse en rancheras.



Nick le enmarcó el rostro con las
manos.



—Mira, sé que el rancho llegó a
significar algo importante para ti, pero a todo le llega su fin. No quiero que
te sacrifiques por la idea sentimental de que Susurros del Viento tiene que
continuar siendo como es.



—En primer lugar, yo no estoy
sacrificando nada. Mi faceta de fotógrafa de hombres atractivos ha muerto de
forma natural.



—Eso todavía no lo sabes. Quizá
después de tener el niño, tú...



—No quiero volver a meterme en ese
tipo de trabajo. Mi objetivo ha cambiado. Ahora me ape­tece fotografiar a niños
y, afortunadamente, Ber-nie me ha conseguido un trabajo en esa línea.



—Otra razón más para que te alejes de
este barco que esta hundiéndose. Dios sabe que en­tiendo perfectamente lo que
sientes por el rancho. Durante toda la semana ha estado viniendo gente a mi
oficina, intentando encontrar una forma de impedir la subasta. Pero es
imposible. Yo ya lo he aceptado, y tú también deberías hacerlo. Conser­va tus
recursos para tu nueva aventura.



—¡Pero si tú eres mi principal
recurso!



—No, yo soy...


—Nick. No te estoy pidiendo que te
cases con-



migo porque adore Susurros del Viento
—se inte­rrumpió un instante—. Te lo estoy pidiendo por­que te amo.



Por fin había conseguido dejarlo sin
habla, pensó _____. Alargó la mano y acarició sus labios entreabiertos.



—Ahora te toca decir a ti que tú
también me quieres y que quieres casarte conmigo.



—_____ —susurró Nick con voz ronca—.
Estoy sin un centavo, vamos a tener un hijo, ¿cómo voy a...?



—Escogiendo el amor y olvidándote del
orgu­llo. Admitiendo que me necesitas y permitiendo que te dé lo que te hace
falta. Déjame ser tu mu­jer, Nick.



Lentamente, comenzaba a nacer un
brillo de esperanza en la mirada de Nick.



—¿Te acuerdas de las águilas que vimos
el día que nos conocimos? —le preguntó _____.



Nick asintió.


—He estado leyendo muchas cosas sobre
ellas. Al parecer se emparejan de por vida.



—Sí, eso es cierto.


—Y eso es lo que nos ha sucedido a
nosotros, Nick. Aquella noche de junio, nos convertimos en compañeros, como las
águilas, aunque he tardado algún tiempo en darme cuenta.



—Yo no, yo ya lo supe entonces.


—Pero no me lo dijiste porque...


—Porque te amaba. Te amaba tanto, que
estaba decidido a vivir sin ti si era eso lo que necesitabas.



Era tanta la ternura que había en sus
palabras que _____ tuvo que hacer un serio esfuerzo para contener las lágrimas.



—No es eso lo que necesito. Lo que
necesito es vivir aquí, contigo, educar a nuestro hijo, dedi­carme a la
fotografía y poder contar con tus besos y tus declaraciones de amor de vez en
cuando.



—Te amo, _____, y te amaré mientras
viva.



Y mientras respondía al delicioso beso que si­guió a aquella
declaración, _____ habría jurado que oyó, a
través de la ventana

¡Fin!
Val's Matth.
Val's Matth.


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Mensaje por aranzhitha Dom 26 Ago 2012, 9:11 am

awww que lindo
Que bien que la rayiz se dio cuenta
Que sera feliz en el rancho
Gracias por compartirla!!!
aranzhitha
aranzhitha


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Mensaje por Sunny Dom 26 Ago 2012, 9:25 am

Awww2wwwwwwwwwwwwwwwwwww Dios que tierno!Que lindos que son los dos!
Bernie es una idola, ajajajaj !
Que lastima que la novela llego a su fin, pero igual espero que sigas subiendo mas novelas!Besos
Sunny
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Mensaje por ElitzJb Dom 26 Ago 2012, 6:54 pm

te aseguro q la ame
de verdad me fascino mas bellas las declaraciones de los 2...
es una lastima q alla terminado tan rápido :(
bueno Val's Matth hasta la próxima ojala y vuelvas muy pronto cuídate y gracias x compartir esta novela con nosotras
suerte con tu tesis chaito
ElitzJb
ElitzJb


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