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Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 3 de 7. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
Hey!!
Nueva lectora!!
Tienes que seguirla pronto porfaa!!!
Me encanta, Nick és tan...... sexy
Siguela!!
Nueva lectora!!
Tienes que seguirla pronto porfaa!!!
Me encanta, Nick és tan...... sexy
Siguela!!
*Stephanie*
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
aranzhitha escribió:awwww me encanta
Nick como asustas a la rayiz
Con lo de los osos y pumas
Siguela!!!
siii hahaha es tan lindo Nick *-* ahahha
Val's Matth.
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
*Stephanie* escribió: Hey!!
Nueva lectora!!
Tienes que seguirla pronto porfaa!!!
Me encanta, Nick és tan...... sexy
Siguela!!
Bienvenida!!!! ahahha siii Nick es lo mas sexy de este mundo xD ahahhaha
Val's Matth.
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
Chicas lamento la demora pero no tuve internet estos dos días pero, ya resolví el problema así que no hay problema con lo de subir la nove ok :) les dejo el siguiente capitulo ok :)
Capitulo 5
Se preguntó qué haría ella en ese
caso. Probablemente empujarlo. O quizá no. El interés que había mostrado hacia
él podía llevar a pensar que
quizá le ofreciera aquellos labios tan
sensuales. En cualquier caso, tenía que pensárselo bien antes de actuar. Un
comportamientos similar con otra neoyorquina había terminado convirtiéndose en
el mayor desengaño amoroso que había sufrido en su vida.
—Será mejor que vaya a encargarme de
ese papeleo que te comenté —le dijo—. A no ser que necesites que te ayude a
instalarte.
Un brillo de reconocimiento iluminó la
mirada de _____.
Nick contuvo la respiración,
preguntándose si aceptaría su oferta. Oferta que, una vez hecha, hasta a él
mismo comenzaba a parecerle demasiado precipitada.
—No, puedo arreglármelas sola
—contestó por
fin.
Nick soltó la respiración, advirtiendo
asombrado que estaba más desilusionado de lo que esperaba en aquellas
circunstancias.
—Entonces me iré.
—De acuerdo. Pero antes dime, ¿dónde
se cena?
Nick sonrió. Aquel apetito constante
lo divertía.
—A las seis, en la casa. Comemos
siempre en familia, en el comedor.
—Y hablando de familias, ¿hay alguna
norma que prohiba bañarse desnuda? No quiero poner a nadie en una situación
embarazosa.
La tensión volvió a hacer acto de
presencia. A no ser que se hubiera equivocado con la fotógrafa, Nick estaba
convencido de que quería que supiera que pensaba bañarse desnuda. Y, para desgracia
de su ya reblandecido cerebro, no tardó ni una décima de segundo en
imaginársela.
Un hombre objeto
—Las familias no suelen usar la
piscina —le explicó—. La cabana seis está reservada para parejas, y el uso de
la piscina entra en el contrato. Aunque tal vez te apetezca esperar hasta que
oscurezca.
—Gracias, lo tendré en cuenta.
—Nos veremos en la cena entonces —se
despidió Nick, y comenzó a salir del claro.
—¡Ese no es el camino por el que hemos
venido! —gritó _____ tras él.
Nick se detuvo y se volvió hacia ella.
—No. Pero es el camino más corto para
ir a la casa.
—Así que hay dos caminos que conducen
al claro, uno que sale de la cabana y otro de la entrada principal.
—Exacto.
—¿Así que usas la piscina cuando no
hay nadie en la cabana?
—Sí, así es.
—Entonces quizá podamos encontrar un
sistema para compartirla.
¡Fuegos del infierno! Aquella mujer
prometía ser de armas Nickar.
—Quizá. Bueno, te veré en la cena —se
llevó la mano al ala del sombrero y se alejó de allí rápidamente antes de
correr el riesgo de decir o hacer algo que le impidiera después dar marcha
atrás.
Estaba deseando compartir aquella
piscina con ella, sí. Pero si decidía morder el anzuelo de las burbujas, se aseguraría
por todos los medios de que _____ no llevara esa maldita cámara colgada al
cuello.
4
Una ráfaga de viento empapada de gotas
de lluvia acarició el pelo de _____ mientras ésta se dirigía hacia la casa.
Las nubes descansaban sobre las crestas de las montañas y la temperatura había
bajado. Incluso una citadina como ella podía predecir que se avecinaba una
tormenta, pensó _____, lo que probablemente arruinaría su plan de utilizar la
piscina aquella noche.
Todavía estaba resentida consigo misma
por el papel que había asumido en la conversación con Nick. La negativa de este
último a participar en su proyecto le había dolido y se decía que había sido la
voluntad de venganza la que la había motivado a declarar su intención de
bañarse desnuda. Odiaba pensar que tenía tan pocos escrúpulos como para haber
sugerido favores sexuales a cambio de una fotografía. Favores que por supuesto
jamás otorgaría. Quería que Nick apareciera en la porta-
da, pero no estaba dispuesta a
sacrificar por ello sus principios.
Un constante y cada vez más cercano
martilleo le hizo alzar la mirada hacia el tejado de la casa, y allí descubrió
a Nick, arrodillado y clavando unas tablas. No llevaba sombrero y el viento
azotaba su pelo. Tras él, se alzaban las montañas cubiertas de
—¡La sopa ya está lista! —le gritó _____.
—Yo cenaré más tarde. Esta gotera le
estaba volviendo loca a Juanita, nuestra cocinera, y he prometido arreglarla
antes de que comience la tormenta. No tardaré.
Hasta entonces _____ no se había dado
cuenta de las ganas que tenía de verlo durante la cena.
—¿Qué hace la gente de por aquí para
divertirse por la noche?
—Irse a la cama.
Si aquella hubiera sido la respuesta
de un neoyorquino, _____ habría llegado de inmediato a la conclusión de que
era intencionadamente ambigua, aunque Nick probablemente había querido decir
exactamente lo que había dicho. Pero al ser una citadina, sexualmente frustrada
además, le bastaron aquellas palabras para imaginarse a sí misma en medio de
una nube de sábanas, acompañada de cierto ranchero y deleitándose con el
sonido de la lluvia.
—Pensaba que quizá hubiera algún sitio
en el que dieran clases de baile o algo parecido —repuso.
—Hay un rancho a la altura de la
carretera principal en el que hacen todo eso. Podría decirle a Jeeter que te llevara.
Pero los hombres de este rancho prefieren pasar tranquilamente la noche.
—é^sí. 9u.ed.ea escuchar a los osos cuando se acercan.
Nick sonrió.
—Exacto. Ahora será mejor que entres
en casa. A Juanita no le gusta que la gente llegue tarde a cenar, y sé que te
conviene estar a buenas con
ella.
_____ había estado demorando la marcha
como si fuera una adolescente revoloteando alrededor de una estrella del pop.
Una conducta absolutamente intolerable para una mujer de su edad. Se prometió
cambiar de actitud inmediatamente.
—Que sigas martilleando bien —le gritó
y se metió en la casa sin arriesgar siquiera otra mirada hacia el tejado. Había
otros vaqueros en el rancho, y pronto tendría posibilidad de escoger a aquel
que mejor se ajustara a sus deseos.
La entrada de la casa estaba desierta,
pero tras una de las puertas se escuchaban los sonidos del comedor, de manera
que _____ no tuvo ningún problema en encontrarlo.
Y a pesar de la embriaguez producida
por los aromas de la comida, le bastó abrir la puerta para que su ojo artístico
reparara en que pocas veces había estado en una habitación tan interesante como
aquélla.
Una chimenea de piedra tallada
dominaba un ala del comedor y el aroma de la madera y el tabaco de pipa
dominaban la atmósfera que allí se respiraba. Pero aquel aspecto más rústico
del ambiente estaba suavizado por los cálidos sofás de cuero, tan mullidos que
invitaban a sentarse en ellos nada más verlos. _____ acarició el brazo del más
cercano a ella, disfrutando de su suave textura.
«Sería muy divertido tumbarse en uno
de esos sofás con...» Detuvo rápidamente el curso de sus pensamientos.
Necesitaba poner su plan en marcha cuanto antes, porque empezaba a correr el
serio peligro de enredarse en una situación muy embarazosa.
Una mujer bajita con un delantal entró
en ese momento al comedor.
—¿Vienes a cenar? —preguntó.
—Sí, por favor —contestó _____
mientras se adentraba en el comedor—. Tú debes de ser Juanita.
—Y tú la fotógrafa.
—Exacto.
Juanita la estudió en silencio.
—Nick me ha dicho que has comprado un
montón de barritas dulces —sonaba como una acusación.
«Gracias, Nick», pensó _____
disgustada.
—Me gusta comer entre horas, y no
quería molestarte.
Juanita la recorrió de pies a cabeza
con la mirada.
—Si sigues comiendo esas porquerías en
vez de comida saludable, no vas a conservar tu figura durante mucho tiempo.
_____ intentó disimular una sonrisa.
Si el tipo de Juanita era una muestra de lo que se podía llegar a conseguir
mediante la comida saludable, era preferible alimentarse a base de golosinas.
—Supongo que tienes razón, pero,
sinceramente, no quiero molestar a nadie por culpa de mis horarios de comida y
Nick me ha dicho que no te gusta que la gente ande merodeando por la cocina
cuando no estás en ella.
—Y tiene razón. Si dejo que los huéspedes
entren en la cocina cuando quieran, lo único que voy a conseguir son
problemas.
—Yo no quiero interferir en tu horario
de trabajo, y las barritas bastarán para...
—Te propongo un trato.
_____ la miró sorprendida.
—¿Qué tipo de trato?
—Tengo dos pequeños, Rose y Peter, y
están creciendo rápidamente. Mi madre y mi padre están en México y
continuamente me están pidiendo fotografías de ellos, pero a mí no se me da
nada bien lo de la cámara. Si me haces unas buenas fotos, podría enviárselas
como regalo de Navidad, y a cambio podrás entrar en la cocina cada vez que te
apetezca.
—Normalmente no fotografío a niños —de
hecho, ni siquiera sabría por dónde empezar.
Juanita sacudió la mano, como
descartando aquella excusa.
—Ya lo sé. Fotografías a hombres.
Tengo uno de tus calendarios en mi casa, el de los obreros de la construcción
—le guiñó el ojo—. Es muy bue-
no.
Aquella era una situación en la que _____
nunca se había encontrado: era la primera vez que hablaba con una desconocida
que había comprado uno de sus calendarios y a la vez que satisfecha, se sintió
un poco cohibida.
—Puedes hacer un trabajo estupendo con
Rosa y con Peter. Ahora vamos a cenar antes de que todo se enfríe.
_____ se encogió de hombros y la
siguió. Tendría que acordarse de comentarle lo ocurrido a
Bernie la próxima vez que hablara con
ella. Su amiga se iba a morir de risa cuando se enterara de que la sofisticada _____
________ iba a fotografiar a
unos mocosos.
Nick tuvo problemas para dormir
aquella noche. Mientras descansaba en la cama, la mayor parte de sus
pensamientos consistían en excusas para ir a ver cómo estaba _____. La tormenta
abatía el rancho con fuerza suficiente para asustar a una neoyorquina,
razonaba, y además no estaba del todo seguro de que en la cabana no hubiera
goteras.
Al cabo de un rato, se levantó y se
acercó a la ventana del dormitorio. Desde su privilegiado mirador del segundo
piso, podía ver la cabana de _____. La fotógrafa todavía tenía la luz
encendida. Nick no había dejado ningún cubo en la cabana, así que, en el caso
de que hubiera goteras, era muy posible que estuviera intentando encontrar
algún recipiente para contener el agua. Además, no había teléfono y en el caso
de que hubiera problemas, _____ podía tener dificultades para encontrar el
camino hacia la casa.
Pero la lógica se impuso. Luann, su
extremadamente eficiente ama de llaves, habría advertido que había goteras
cuando había informado de los problemas en el baño.
Nick regresó a la cama y cerró los
ojos, pero estaba demasiado alterado para dormir. Oyó cómo iba amainando la
tormenta, y se levantó de nuevo para ver si _____ había apagado la luz. Pero
no, continuaba encendida, lo que le produjo una inquietud que no sentía desde
hacía tiempo.Permanecía semidesnudo, asomado a la ventana, fijando la mirada
en la oscuridad e imaginando el miedo que los aullidos de los coyotes podían
causarle a alguien que jamás había oído nada parecido. Lo mejor que podía
hacer era bajar y asegurarse de que _____ estaba bien.
Pero no había terminado de vestirse
cuando reflexionó sobre lo que estaba haciendo y volvió a desnudarse. Estaba
demasiado ansioso y eso podía ser fuente de problemas. _____ podía llegar a
convertirse en algo más que una simple aventura y era precisamente una aventura
el único tipo de relación que estaba dispuesto a mantener con una mujer. Tiempo
atrás, pensaba que una neoyorquina era la mujer ideal para echar una canita al
aire, pero la vida le había enseñado a conocerse mejor.
Si aquella misma noche iniciaba algún
tipo de relación con _____, ésta contaría con dos semanas para meterse bajo su
piel. Tiempo más que suficiente para desbaratar su vida por completo. Y si aun
así estaba dispuesto a tener algún tipo de relación con ella, lo mejor que
podía hacer era medir cuidadosamente sus pasos antes de que se le ocurriera
enamorarse o alguna otra locura por el
estilo.
Intentó controlarse haciendo
ejercicios de respiración y terminó durmiéndose. Pero dormir significaba
soñar. Y al amanecer se despertó con una erección que tuvo que dominar con una
ducha de agua fría antes de vestirse. Irritado consigo mismo, decidió bajar a
desayunar, deseando que su primer pensamiento del día no hubiera sido preguntarse
si _____ estaría ya en el comedor.
Tiempo después, mientras Nickaba su
segunda
taza de café, concluyó que _____ no
iba a aparecer. El resto de los huéspedes había terminado ya de desayunar y
Luann y Juanita estaban recogiendo la mesa. Nick había consultado a los
huéspedes para saber cuántos querían ir a conducir el ganado. Había cinco personas
interesadas: una pareja de jóvenes y un matrimonio con una hija de catorce
años.
Nick continuó saboreando lentamente su
café. Con la cantidad de trabajo que tenía, era absurdo perder el tiempo de
aquella manera, pero quería ver a _____ otra vez, aunque sólo fuera un momento.
Estaba apunto de renunciar e iniciar
las tareas del día cuando _____ entró en el comedor, con el auténtico aspecto
de un zombie. Un zombie muy atractivo, pero zombie al fin.
Juanita dejó de limpiar la mesa que
acababa de recoger y alzó la mirada.
Nick se preparó para la perorata que
iba a llegar a continuación. Para Juanita era un insulto que alguien llegara
tarde a la mesa, y para ella no suponía ninguna diferencia que su ofensor
fuera uno de los huéspedes o no. Afortunadamente, en Susurros del Viento eran
frecuentes los huéspedes que repetían la experiencia y habían aprendido a Nickarse
con calma los modales dictatoriales de Juanita, entre otras cosas porque
cocinaba como los propios ángeles.
Juanita dejó el trapo en la mesa y se
acercó a _____.
—Tienes aspecto de necesitar una taza
de café, querida —agarró a _____ del brazo y la condujo al lado de Nick—.
Siéntate aquí y te traeré el desayu-
no. ¿Te apetecen unas tostadas? ¿Unos
huevos pasados por agua?
Nick se quedó boquiabierto.
—Con un café y unas tostadas bastará,
Juanita. Muchas gracias —_____ se sentó y miró hacia Nick—. ¿Siempre comienzan
tan temprano las mañanas en el rancho?
Nick cerró la boca.
—Generalmente, sí —su libido reparó en
los somnolientos ojos de _____ y se imaginó a sí mismo acercándose a ella y
besándola lentamente hasta alejar el sueño.
Juanita entró de nuevo con una
humeante taza
de café.
—Aquí tienes. Las tostadas ya están en
camino.
Nick miró a Juanita sin disimular su
asombro, pero ella lo ignoró y corrió de nuevo a la cocina.
—Gracias, Juanita —respondió _____.
Dio un sorbo de café y cerró los ojos.
—¿Estás bien? —le preguntó Nick.
_____ abrió los ojos y bebió un nuevo
sorbo de
café.
—Digamos que mi cerebro comenzará a
funcionar de un segundo a otro. Te juro que ha habido un gallo que se ha
pasado toda la noche cantando al lado de mi ventana.
—Debía de ser Cogburn. Tiende a
cacarear en cuanto sale el sol. Al fin y al cabo ese su trabajo.
—¿Y no podías darle unos días de
vacaciones?
—Mmm. Parece que no eres una persona a
la que le guste madrugar.
—No lo parece, no lo soy.
—¿Y qué tal ha ido la noche?
—Digamos que ha sido un tanto ruidosa.
Nick bufó.
—¿Comparada con Nueva York, donde se
pasan toda la noche sonando sirenas? Tienes que estar bromeando.
—Pero a esos ruidos estoy
acostumbrada. Aquí está todo en silencio y de pronto se oye un aullido. Cesa
el aullido y al cabo de un rato se escucha un alarido. Tras unos minutos de
silencio, se oye un crujido. Y así toda la noche. Me sentía como si estuviera
durmiendo en un banco del zoo.
—Me pregunté si debía acercarme a
comprobar cómo estabas.
—¿De verdad? —_____ lo miró un tanto
alarmada.
—Pero entonces he decidido que a una
neoyorquina como tú no es fácil asustarla.
—No he dicho que estuviera asustada.
Sólo despierta.
Juanita entró en ese momento.
—Aquí tienes las tostadas, y un poco
de compota de manzana —dejó el plato frente a _____ y le sirvió más café.
—Tiene un aspecto estupendo. Y el café
está sabrosísimo.
—Si quieres más, sólo tienes que llamarme
— Juanita le palmeó cariñosamente el hombro.
—Quizá sea una indiscreción
preguntarlo, ¿pero se puede saber qué está pasando aquí? — preguntó Nick, que
no salía de su asombro.
—Le estoy sirviendo el desayuno a una
de las huéspedes. ¿No es para eso para lo que estoy contratada?
—Sí, pero nunca sirves el desayuno a
nadie que llegue tarde a la mesa, a no ser que sea por
alguna emergencia. Y estás tratando a _____
como... como si fuera la mismísima _____patra, por el amor de Dios.
—Esta mujer es una artista —repuso
Juanita—. Así que no se puede esperar que se atenga al mismo horario que el
resto de nosotros.
Nick desvió la mirada hacia _____, que
estaba intentando disimular una sonrisa tras la taza de café.
—Ya veo.
—Volveré para servirte otro café
dentro de un rato, _____ —dijo Juanita, y se dirigió hacia la puerta.
—Yo también quiero otra taza de café
—le pidió Nick.
Juanita se detuvo.
—Si quieres seguir perdiendo el tiempo
—regresó a su lado para llenarle la taza—. ¿Vas a posar para _____?
—No, no voy a posar.
—Sí, supongo que eres un poco viejo
para hacer algo así.
Nick se atragantó con el café. Treinta
y ocho años no eran tantos. Todavía estaba en la primera etapa de su vida, y
jamás se había sentido mejor, más vivo, más dispuesto a... Bueno, no era ése
precisamente el problema. Se aclaró la garganta. —Pues el caso es que _____ me
lo ha pedido. —¿Y se ha negado a hacerlo? —le preguntó Juanita a _____.
—De lleno —_____ ya se había despejado
del todo y estaba disfrutando horrores con la conversación.
—¿Y por qué diablos ha hecho una cosa
así? —
Juanita se volvió hacia Nick y lo miró
con expresión de incredulidad—. Es posible que no seas el hombre más atractivo
del mundo, pero no estás mal para ser un vaquero. Y estoy segura de que _____
puede sacarte muy favorecido.
—A pesar de lo halagado que me siento
por tu discurso, Juanita, preferiría limpiar el gallinero con un cepillo de
dientes a posar para una foto.
—Algunas personas no son capaces de
ver la oportunidad de su vida aunque la tengan delante de las narices —replicó
Juanita encogiéndose de hombros.
—Supongo que no —contestó _____—.
Gracias por el desayuno.
—De nada —y Juanita salió de la
habitación moviendo pesarosa la cabeza.
—¿Has hechizado a mi cocinera o algo
parecido? —preguntó Nick en cuanto estuvo seguro de que Juanita ya no podía
oírlo.
_____ soltó una carcajada.
—Por lo visto sí. ¿Quieres saber mi
secreto?
—Supongo que todo el condado pagaría
para saberlo. Juanita es la mejor cocinera de la zona y lo sabe. Para todos
siguen siendo un misterio las razones que la han llevado a quedarse en el rancho,
pero yo sospecho que es porque le dejo hacer lo que quiere. No cede ante
nadie, y sin embargo, a ti parece bastarte con mover un dedo para que cumpla
hasta el más absurdo de tus deseos.
—Mi dedo índice, más exactamente.
Juanita quiere que les haga unas fotos a sus hijos —_____ dio un mordisco a la
tostada y murmuró su aprobación.
—Oh —Nick la observó con placer
mientras hundía los dientes en el pan y se pasaba la lengua por los labios—.
Ahora lo entiendo. Juanita adora a esos niños.
_____ tragó el trozo de tostada y
preguntó:
—¿Dónde está su padre?
—El matrimonio no funcionó, pero ambos
son católicos y no admiten la posibilidad del divorcio. Él está participando en
el circuito de rodeo y viene una vez al mes a ver a los niños, pero es ella la
que los atiende. Ha contratado a una adolescente para que se los cuide cuando
ella está en la cocina.
—Parece una situación difícil.
—Lo es.
—De todas formas, Juanita parece una
mujer fuerte. Y, maldita sea, hace un café delicioso.
Nick se preguntaba cuánto tiempo
podría continuar allí sin que alguien fuera a buscarlo, compartiendo aquellos
primeros minutos de la mañana con _____.
—Sí, Juanita es una mujer fuerte. De
hecho, más de una vez pensé que iba a darle una paliza a Deidre.
—¿De verdad? ¿Y por qué? ¿Se metió
Deidre alguna vez con su forma de cocinar?
—No. Ellas... Bueno, digamos que
Juanita no aprobaba la conducta de Deidre —Deidre se había imaginado que
Juanita se pondría de su parte en la cuestión del aborto, al ser una mujer que
también había tenido que enfrentarse a problemas ocasionados por los hombres,
pero se había equivocado de medio a medio.
_____ miró a Nick por encima del borde
de su
taza. Éste se imaginaba que querría
preguntarle qué tipo de conducta de su ex-esposa podría haber provocado una
reacción así en Juanita, pero se estaba conteniendo. No debería haber sacado
aquel tema, se dijo, el sol que se filtraba por las ventanas, el sabor del café
y la tranquilidad que reinaba en el comedor creaban un ambiente tan relajante
que tenía la impresión de que podía contarle cualquier cosa a _____ y que ella
lo comprendería. Sin embargo, el aborto de Deidre no era un tema de
conversación apropiado para compartirlo con una persona a la que hacía sólo
veinticuatro horas que conocía.
Con un suspiro de pesar, se levantó de
la mesa.
—Será mejor que me vaya.
—¿Qué tienes que hacer hoy?
A Nick le encantó que alguien, sobre
todo siendo _____ ese alguien, le hiciera aquella pregunta. Él tenía una imagen
del matrimonio que jamás había podido hacer realidad con Deidre. No habían
convivido el tiempo suficiente para encontrar cierta rutina a su relación, y
él había terminado descubriendo que la rutina era algo que le gustaba.
—Esta mañana tenemos que reparar
algunos desperfectos en los establos y por la tarde hay que cruzar a una de las
yeguas.
Un ligero rubor tiñó las mejillas de _____.
—¿De verdad? ¿Y se trata de uno de
esos trabajos de inseminación artificial?
—No, aquí todavía no han llegado esas
rarezas. Y de momento podemos asegurar que el viejo procedimiento continúa
siendo bastante bueno
—contestó, preguntándose al mismo
tiempo si aquella conversación estaría teniendo en ella el mismo efecto que
estaba teniendo en él—. Hoy vas a fotografiar a Jeeter, ¿verdad?
—He quedado con él después del
almuerzo, probablemente en el establo. Esta mañana voy a dedicarla a localizar
paisajes. Me aseguraré de que nos mantengamos alejados de... las labores de
crianza.
—Eso no será hasta las dos y media.
Uno de nuestros vecinos tiene que traer su semental.
—Amor a primera hora de la tarde.
—Yo no lo llamaría amor exactamente.
—Lujuria entonces.
—Supongo que eso se acerca más a la
realidad. A veces compadezco a los pobres animales. Es increíble lo fácil que
es manipularlos a causa de su naturaleza —mientras que él , por su puesto, era
mucho más sofisticado. Sí, claro. Y era ésa la razón por la que se estaba
imaginando a _____ completamente desnuda sobre un montón de heno—. Si quieres,
puedes pasarte por el corral después de la sesión de fotografía.
—Y si tú quieres, pásate por el
establo antes de que empiece la sesión con el semental.
—Ya veremos —fijó la mirada en el
plato de _____—. Será mejor que comas algo más. No creo que aguantes con unas
tostadas hasta la hora del almuerzo.
—¡Olvidas que no tendré por qué
hacerlo! — contestó _____ con una sonrisa triunfal, y con una mutua inclinación
de cabeza, se despidieron.
Disfrútenlo...
Capitulo 5
Se preguntó qué haría ella en ese
caso. Probablemente empujarlo. O quizá no. El interés que había mostrado hacia
él podía llevar a pensar que
quizá le ofreciera aquellos labios tan
sensuales. En cualquier caso, tenía que pensárselo bien antes de actuar. Un
comportamientos similar con otra neoyorquina había terminado convirtiéndose en
el mayor desengaño amoroso que había sufrido en su vida.
—Será mejor que vaya a encargarme de
ese papeleo que te comenté —le dijo—. A no ser que necesites que te ayude a
instalarte.
Un brillo de reconocimiento iluminó la
mirada de _____.
Nick contuvo la respiración,
preguntándose si aceptaría su oferta. Oferta que, una vez hecha, hasta a él
mismo comenzaba a parecerle demasiado precipitada.
—No, puedo arreglármelas sola
—contestó por
fin.
Nick soltó la respiración, advirtiendo
asombrado que estaba más desilusionado de lo que esperaba en aquellas
circunstancias.
—Entonces me iré.
—De acuerdo. Pero antes dime, ¿dónde
se cena?
Nick sonrió. Aquel apetito constante
lo divertía.
—A las seis, en la casa. Comemos
siempre en familia, en el comedor.
—Y hablando de familias, ¿hay alguna
norma que prohiba bañarse desnuda? No quiero poner a nadie en una situación
embarazosa.
La tensión volvió a hacer acto de
presencia. A no ser que se hubiera equivocado con la fotógrafa, Nick estaba
convencido de que quería que supiera que pensaba bañarse desnuda. Y, para desgracia
de su ya reblandecido cerebro, no tardó ni una décima de segundo en
imaginársela.
Un hombre objeto
—Las familias no suelen usar la
piscina —le explicó—. La cabana seis está reservada para parejas, y el uso de
la piscina entra en el contrato. Aunque tal vez te apetezca esperar hasta que
oscurezca.
—Gracias, lo tendré en cuenta.
—Nos veremos en la cena entonces —se
despidió Nick, y comenzó a salir del claro.
—¡Ese no es el camino por el que hemos
venido! —gritó _____ tras él.
Nick se detuvo y se volvió hacia ella.
—No. Pero es el camino más corto para
ir a la casa.
—Así que hay dos caminos que conducen
al claro, uno que sale de la cabana y otro de la entrada principal.
—Exacto.
—¿Así que usas la piscina cuando no
hay nadie en la cabana?
—Sí, así es.
—Entonces quizá podamos encontrar un
sistema para compartirla.
¡Fuegos del infierno! Aquella mujer
prometía ser de armas Nickar.
—Quizá. Bueno, te veré en la cena —se
llevó la mano al ala del sombrero y se alejó de allí rápidamente antes de
correr el riesgo de decir o hacer algo que le impidiera después dar marcha
atrás.
Estaba deseando compartir aquella
piscina con ella, sí. Pero si decidía morder el anzuelo de las burbujas, se aseguraría
por todos los medios de que _____ no llevara esa maldita cámara colgada al
cuello.
4
Una ráfaga de viento empapada de gotas
de lluvia acarició el pelo de _____ mientras ésta se dirigía hacia la casa.
Las nubes descansaban sobre las crestas de las montañas y la temperatura había
bajado. Incluso una citadina como ella podía predecir que se avecinaba una
tormenta, pensó _____, lo que probablemente arruinaría su plan de utilizar la
piscina aquella noche.
Todavía estaba resentida consigo misma
por el papel que había asumido en la conversación con Nick. La negativa de este
último a participar en su proyecto le había dolido y se decía que había sido la
voluntad de venganza la que la había motivado a declarar su intención de
bañarse desnuda. Odiaba pensar que tenía tan pocos escrúpulos como para haber
sugerido favores sexuales a cambio de una fotografía. Favores que por supuesto
jamás otorgaría. Quería que Nick apareciera en la porta-
da, pero no estaba dispuesta a
sacrificar por ello sus principios.
Un constante y cada vez más cercano
martilleo le hizo alzar la mirada hacia el tejado de la casa, y allí descubrió
a Nick, arrodillado y clavando unas tablas. No llevaba sombrero y el viento
azotaba su pelo. Tras él, se alzaban las montañas cubiertas de
—¡La sopa ya está lista! —le gritó _____.
—Yo cenaré más tarde. Esta gotera le
estaba volviendo loca a Juanita, nuestra cocinera, y he prometido arreglarla
antes de que comience la tormenta. No tardaré.
Hasta entonces _____ no se había dado
cuenta de las ganas que tenía de verlo durante la cena.
—¿Qué hace la gente de por aquí para
divertirse por la noche?
—Irse a la cama.
Si aquella hubiera sido la respuesta
de un neoyorquino, _____ habría llegado de inmediato a la conclusión de que
era intencionadamente ambigua, aunque Nick probablemente había querido decir
exactamente lo que había dicho. Pero al ser una citadina, sexualmente frustrada
además, le bastaron aquellas palabras para imaginarse a sí misma en medio de
una nube de sábanas, acompañada de cierto ranchero y deleitándose con el
sonido de la lluvia.
—Pensaba que quizá hubiera algún sitio
en el que dieran clases de baile o algo parecido —repuso.
—Hay un rancho a la altura de la
carretera principal en el que hacen todo eso. Podría decirle a Jeeter que te llevara.
Pero los hombres de este rancho prefieren pasar tranquilamente la noche.
—é^sí. 9u.ed.ea escuchar a los osos cuando se acercan.
Nick sonrió.
—Exacto. Ahora será mejor que entres
en casa. A Juanita no le gusta que la gente llegue tarde a cenar, y sé que te
conviene estar a buenas con
ella.
_____ había estado demorando la marcha
como si fuera una adolescente revoloteando alrededor de una estrella del pop.
Una conducta absolutamente intolerable para una mujer de su edad. Se prometió
cambiar de actitud inmediatamente.
—Que sigas martilleando bien —le gritó
y se metió en la casa sin arriesgar siquiera otra mirada hacia el tejado. Había
otros vaqueros en el rancho, y pronto tendría posibilidad de escoger a aquel
que mejor se ajustara a sus deseos.
La entrada de la casa estaba desierta,
pero tras una de las puertas se escuchaban los sonidos del comedor, de manera
que _____ no tuvo ningún problema en encontrarlo.
Y a pesar de la embriaguez producida
por los aromas de la comida, le bastó abrir la puerta para que su ojo artístico
reparara en que pocas veces había estado en una habitación tan interesante como
aquélla.
Una chimenea de piedra tallada
dominaba un ala del comedor y el aroma de la madera y el tabaco de pipa
dominaban la atmósfera que allí se respiraba. Pero aquel aspecto más rústico
del ambiente estaba suavizado por los cálidos sofás de cuero, tan mullidos que
invitaban a sentarse en ellos nada más verlos. _____ acarició el brazo del más
cercano a ella, disfrutando de su suave textura.
«Sería muy divertido tumbarse en uno
de esos sofás con...» Detuvo rápidamente el curso de sus pensamientos.
Necesitaba poner su plan en marcha cuanto antes, porque empezaba a correr el
serio peligro de enredarse en una situación muy embarazosa.
Una mujer bajita con un delantal entró
en ese momento al comedor.
—¿Vienes a cenar? —preguntó.
—Sí, por favor —contestó _____
mientras se adentraba en el comedor—. Tú debes de ser Juanita.
—Y tú la fotógrafa.
—Exacto.
Juanita la estudió en silencio.
—Nick me ha dicho que has comprado un
montón de barritas dulces —sonaba como una acusación.
«Gracias, Nick», pensó _____
disgustada.
—Me gusta comer entre horas, y no
quería molestarte.
Juanita la recorrió de pies a cabeza
con la mirada.
—Si sigues comiendo esas porquerías en
vez de comida saludable, no vas a conservar tu figura durante mucho tiempo.
_____ intentó disimular una sonrisa.
Si el tipo de Juanita era una muestra de lo que se podía llegar a conseguir
mediante la comida saludable, era preferible alimentarse a base de golosinas.
—Supongo que tienes razón, pero,
sinceramente, no quiero molestar a nadie por culpa de mis horarios de comida y
Nick me ha dicho que no te gusta que la gente ande merodeando por la cocina
cuando no estás en ella.
—Y tiene razón. Si dejo que los huéspedes
entren en la cocina cuando quieran, lo único que voy a conseguir son
problemas.
—Yo no quiero interferir en tu horario
de trabajo, y las barritas bastarán para...
—Te propongo un trato.
_____ la miró sorprendida.
—¿Qué tipo de trato?
—Tengo dos pequeños, Rose y Peter, y
están creciendo rápidamente. Mi madre y mi padre están en México y
continuamente me están pidiendo fotografías de ellos, pero a mí no se me da
nada bien lo de la cámara. Si me haces unas buenas fotos, podría enviárselas
como regalo de Navidad, y a cambio podrás entrar en la cocina cada vez que te
apetezca.
—Normalmente no fotografío a niños —de
hecho, ni siquiera sabría por dónde empezar.
Juanita sacudió la mano, como
descartando aquella excusa.
—Ya lo sé. Fotografías a hombres.
Tengo uno de tus calendarios en mi casa, el de los obreros de la construcción
—le guiñó el ojo—. Es muy bue-
no.
Aquella era una situación en la que _____
nunca se había encontrado: era la primera vez que hablaba con una desconocida
que había comprado uno de sus calendarios y a la vez que satisfecha, se sintió
un poco cohibida.
—Puedes hacer un trabajo estupendo con
Rosa y con Peter. Ahora vamos a cenar antes de que todo se enfríe.
_____ se encogió de hombros y la
siguió. Tendría que acordarse de comentarle lo ocurrido a
Bernie la próxima vez que hablara con
ella. Su amiga se iba a morir de risa cuando se enterara de que la sofisticada _____
________ iba a fotografiar a
unos mocosos.
Nick tuvo problemas para dormir
aquella noche. Mientras descansaba en la cama, la mayor parte de sus
pensamientos consistían en excusas para ir a ver cómo estaba _____. La tormenta
abatía el rancho con fuerza suficiente para asustar a una neoyorquina,
razonaba, y además no estaba del todo seguro de que en la cabana no hubiera
goteras.
Al cabo de un rato, se levantó y se
acercó a la ventana del dormitorio. Desde su privilegiado mirador del segundo
piso, podía ver la cabana de _____. La fotógrafa todavía tenía la luz
encendida. Nick no había dejado ningún cubo en la cabana, así que, en el caso
de que hubiera goteras, era muy posible que estuviera intentando encontrar
algún recipiente para contener el agua. Además, no había teléfono y en el caso
de que hubiera problemas, _____ podía tener dificultades para encontrar el
camino hacia la casa.
Pero la lógica se impuso. Luann, su
extremadamente eficiente ama de llaves, habría advertido que había goteras
cuando había informado de los problemas en el baño.
Nick regresó a la cama y cerró los
ojos, pero estaba demasiado alterado para dormir. Oyó cómo iba amainando la
tormenta, y se levantó de nuevo para ver si _____ había apagado la luz. Pero
no, continuaba encendida, lo que le produjo una inquietud que no sentía desde
hacía tiempo.Permanecía semidesnudo, asomado a la ventana, fijando la mirada
en la oscuridad e imaginando el miedo que los aullidos de los coyotes podían
causarle a alguien que jamás había oído nada parecido. Lo mejor que podía
hacer era bajar y asegurarse de que _____ estaba bien.
Pero no había terminado de vestirse
cuando reflexionó sobre lo que estaba haciendo y volvió a desnudarse. Estaba
demasiado ansioso y eso podía ser fuente de problemas. _____ podía llegar a
convertirse en algo más que una simple aventura y era precisamente una aventura
el único tipo de relación que estaba dispuesto a mantener con una mujer. Tiempo
atrás, pensaba que una neoyorquina era la mujer ideal para echar una canita al
aire, pero la vida le había enseñado a conocerse mejor.
Si aquella misma noche iniciaba algún
tipo de relación con _____, ésta contaría con dos semanas para meterse bajo su
piel. Tiempo más que suficiente para desbaratar su vida por completo. Y si aun
así estaba dispuesto a tener algún tipo de relación con ella, lo mejor que
podía hacer era medir cuidadosamente sus pasos antes de que se le ocurriera
enamorarse o alguna otra locura por el
estilo.
Intentó controlarse haciendo
ejercicios de respiración y terminó durmiéndose. Pero dormir significaba
soñar. Y al amanecer se despertó con una erección que tuvo que dominar con una
ducha de agua fría antes de vestirse. Irritado consigo mismo, decidió bajar a
desayunar, deseando que su primer pensamiento del día no hubiera sido preguntarse
si _____ estaría ya en el comedor.
Tiempo después, mientras Nickaba su
segunda
taza de café, concluyó que _____ no
iba a aparecer. El resto de los huéspedes había terminado ya de desayunar y
Luann y Juanita estaban recogiendo la mesa. Nick había consultado a los
huéspedes para saber cuántos querían ir a conducir el ganado. Había cinco personas
interesadas: una pareja de jóvenes y un matrimonio con una hija de catorce
años.
Nick continuó saboreando lentamente su
café. Con la cantidad de trabajo que tenía, era absurdo perder el tiempo de
aquella manera, pero quería ver a _____ otra vez, aunque sólo fuera un momento.
Estaba apunto de renunciar e iniciar
las tareas del día cuando _____ entró en el comedor, con el auténtico aspecto
de un zombie. Un zombie muy atractivo, pero zombie al fin.
Juanita dejó de limpiar la mesa que
acababa de recoger y alzó la mirada.
Nick se preparó para la perorata que
iba a llegar a continuación. Para Juanita era un insulto que alguien llegara
tarde a la mesa, y para ella no suponía ninguna diferencia que su ofensor
fuera uno de los huéspedes o no. Afortunadamente, en Susurros del Viento eran
frecuentes los huéspedes que repetían la experiencia y habían aprendido a Nickarse
con calma los modales dictatoriales de Juanita, entre otras cosas porque
cocinaba como los propios ángeles.
Juanita dejó el trapo en la mesa y se
acercó a _____.
—Tienes aspecto de necesitar una taza
de café, querida —agarró a _____ del brazo y la condujo al lado de Nick—.
Siéntate aquí y te traeré el desayu-
no. ¿Te apetecen unas tostadas? ¿Unos
huevos pasados por agua?
Nick se quedó boquiabierto.
—Con un café y unas tostadas bastará,
Juanita. Muchas gracias —_____ se sentó y miró hacia Nick—. ¿Siempre comienzan
tan temprano las mañanas en el rancho?
Nick cerró la boca.
—Generalmente, sí —su libido reparó en
los somnolientos ojos de _____ y se imaginó a sí mismo acercándose a ella y
besándola lentamente hasta alejar el sueño.
Juanita entró de nuevo con una
humeante taza
de café.
—Aquí tienes. Las tostadas ya están en
camino.
Nick miró a Juanita sin disimular su
asombro, pero ella lo ignoró y corrió de nuevo a la cocina.
—Gracias, Juanita —respondió _____.
Dio un sorbo de café y cerró los ojos.
—¿Estás bien? —le preguntó Nick.
_____ abrió los ojos y bebió un nuevo
sorbo de
café.
—Digamos que mi cerebro comenzará a
funcionar de un segundo a otro. Te juro que ha habido un gallo que se ha
pasado toda la noche cantando al lado de mi ventana.
—Debía de ser Cogburn. Tiende a
cacarear en cuanto sale el sol. Al fin y al cabo ese su trabajo.
—¿Y no podías darle unos días de
vacaciones?
—Mmm. Parece que no eres una persona a
la que le guste madrugar.
—No lo parece, no lo soy.
—¿Y qué tal ha ido la noche?
—Digamos que ha sido un tanto ruidosa.
Nick bufó.
—¿Comparada con Nueva York, donde se
pasan toda la noche sonando sirenas? Tienes que estar bromeando.
—Pero a esos ruidos estoy
acostumbrada. Aquí está todo en silencio y de pronto se oye un aullido. Cesa
el aullido y al cabo de un rato se escucha un alarido. Tras unos minutos de
silencio, se oye un crujido. Y así toda la noche. Me sentía como si estuviera
durmiendo en un banco del zoo.
—Me pregunté si debía acercarme a
comprobar cómo estabas.
—¿De verdad? —_____ lo miró un tanto
alarmada.
—Pero entonces he decidido que a una
neoyorquina como tú no es fácil asustarla.
—No he dicho que estuviera asustada.
Sólo despierta.
Juanita entró en ese momento.
—Aquí tienes las tostadas, y un poco
de compota de manzana —dejó el plato frente a _____ y le sirvió más café.
—Tiene un aspecto estupendo. Y el café
está sabrosísimo.
—Si quieres más, sólo tienes que llamarme
— Juanita le palmeó cariñosamente el hombro.
—Quizá sea una indiscreción
preguntarlo, ¿pero se puede saber qué está pasando aquí? — preguntó Nick, que
no salía de su asombro.
—Le estoy sirviendo el desayuno a una
de las huéspedes. ¿No es para eso para lo que estoy contratada?
—Sí, pero nunca sirves el desayuno a
nadie que llegue tarde a la mesa, a no ser que sea por
alguna emergencia. Y estás tratando a _____
como... como si fuera la mismísima _____patra, por el amor de Dios.
—Esta mujer es una artista —repuso
Juanita—. Así que no se puede esperar que se atenga al mismo horario que el
resto de nosotros.
Nick desvió la mirada hacia _____, que
estaba intentando disimular una sonrisa tras la taza de café.
—Ya veo.
—Volveré para servirte otro café
dentro de un rato, _____ —dijo Juanita, y se dirigió hacia la puerta.
—Yo también quiero otra taza de café
—le pidió Nick.
Juanita se detuvo.
—Si quieres seguir perdiendo el tiempo
—regresó a su lado para llenarle la taza—. ¿Vas a posar para _____?
—No, no voy a posar.
—Sí, supongo que eres un poco viejo
para hacer algo así.
Nick se atragantó con el café. Treinta
y ocho años no eran tantos. Todavía estaba en la primera etapa de su vida, y
jamás se había sentido mejor, más vivo, más dispuesto a... Bueno, no era ése
precisamente el problema. Se aclaró la garganta. —Pues el caso es que _____ me
lo ha pedido. —¿Y se ha negado a hacerlo? —le preguntó Juanita a _____.
—De lleno —_____ ya se había despejado
del todo y estaba disfrutando horrores con la conversación.
—¿Y por qué diablos ha hecho una cosa
así? —
Juanita se volvió hacia Nick y lo miró
con expresión de incredulidad—. Es posible que no seas el hombre más atractivo
del mundo, pero no estás mal para ser un vaquero. Y estoy segura de que _____
puede sacarte muy favorecido.
—A pesar de lo halagado que me siento
por tu discurso, Juanita, preferiría limpiar el gallinero con un cepillo de
dientes a posar para una foto.
—Algunas personas no son capaces de
ver la oportunidad de su vida aunque la tengan delante de las narices —replicó
Juanita encogiéndose de hombros.
—Supongo que no —contestó _____—.
Gracias por el desayuno.
—De nada —y Juanita salió de la
habitación moviendo pesarosa la cabeza.
—¿Has hechizado a mi cocinera o algo
parecido? —preguntó Nick en cuanto estuvo seguro de que Juanita ya no podía
oírlo.
_____ soltó una carcajada.
—Por lo visto sí. ¿Quieres saber mi
secreto?
—Supongo que todo el condado pagaría
para saberlo. Juanita es la mejor cocinera de la zona y lo sabe. Para todos
siguen siendo un misterio las razones que la han llevado a quedarse en el rancho,
pero yo sospecho que es porque le dejo hacer lo que quiere. No cede ante
nadie, y sin embargo, a ti parece bastarte con mover un dedo para que cumpla
hasta el más absurdo de tus deseos.
—Mi dedo índice, más exactamente.
Juanita quiere que les haga unas fotos a sus hijos —_____ dio un mordisco a la
tostada y murmuró su aprobación.
—Oh —Nick la observó con placer
mientras hundía los dientes en el pan y se pasaba la lengua por los labios—.
Ahora lo entiendo. Juanita adora a esos niños.
_____ tragó el trozo de tostada y
preguntó:
—¿Dónde está su padre?
—El matrimonio no funcionó, pero ambos
son católicos y no admiten la posibilidad del divorcio. Él está participando en
el circuito de rodeo y viene una vez al mes a ver a los niños, pero es ella la
que los atiende. Ha contratado a una adolescente para que se los cuide cuando
ella está en la cocina.
—Parece una situación difícil.
—Lo es.
—De todas formas, Juanita parece una
mujer fuerte. Y, maldita sea, hace un café delicioso.
Nick se preguntaba cuánto tiempo
podría continuar allí sin que alguien fuera a buscarlo, compartiendo aquellos
primeros minutos de la mañana con _____.
—Sí, Juanita es una mujer fuerte. De
hecho, más de una vez pensé que iba a darle una paliza a Deidre.
—¿De verdad? ¿Y por qué? ¿Se metió
Deidre alguna vez con su forma de cocinar?
—No. Ellas... Bueno, digamos que
Juanita no aprobaba la conducta de Deidre —Deidre se había imaginado que
Juanita se pondría de su parte en la cuestión del aborto, al ser una mujer que
también había tenido que enfrentarse a problemas ocasionados por los hombres,
pero se había equivocado de medio a medio.
_____ miró a Nick por encima del borde
de su
taza. Éste se imaginaba que querría
preguntarle qué tipo de conducta de su ex-esposa podría haber provocado una
reacción así en Juanita, pero se estaba conteniendo. No debería haber sacado
aquel tema, se dijo, el sol que se filtraba por las ventanas, el sabor del café
y la tranquilidad que reinaba en el comedor creaban un ambiente tan relajante
que tenía la impresión de que podía contarle cualquier cosa a _____ y que ella
lo comprendería. Sin embargo, el aborto de Deidre no era un tema de
conversación apropiado para compartirlo con una persona a la que hacía sólo
veinticuatro horas que conocía.
Con un suspiro de pesar, se levantó de
la mesa.
—Será mejor que me vaya.
—¿Qué tienes que hacer hoy?
A Nick le encantó que alguien, sobre
todo siendo _____ ese alguien, le hiciera aquella pregunta. Él tenía una imagen
del matrimonio que jamás había podido hacer realidad con Deidre. No habían
convivido el tiempo suficiente para encontrar cierta rutina a su relación, y
él había terminado descubriendo que la rutina era algo que le gustaba.
—Esta mañana tenemos que reparar
algunos desperfectos en los establos y por la tarde hay que cruzar a una de las
yeguas.
Un ligero rubor tiñó las mejillas de _____.
—¿De verdad? ¿Y se trata de uno de
esos trabajos de inseminación artificial?
—No, aquí todavía no han llegado esas
rarezas. Y de momento podemos asegurar que el viejo procedimiento continúa
siendo bastante bueno
—contestó, preguntándose al mismo
tiempo si aquella conversación estaría teniendo en ella el mismo efecto que
estaba teniendo en él—. Hoy vas a fotografiar a Jeeter, ¿verdad?
—He quedado con él después del
almuerzo, probablemente en el establo. Esta mañana voy a dedicarla a localizar
paisajes. Me aseguraré de que nos mantengamos alejados de... las labores de
crianza.
—Eso no será hasta las dos y media.
Uno de nuestros vecinos tiene que traer su semental.
—Amor a primera hora de la tarde.
—Yo no lo llamaría amor exactamente.
—Lujuria entonces.
—Supongo que eso se acerca más a la
realidad. A veces compadezco a los pobres animales. Es increíble lo fácil que
es manipularlos a causa de su naturaleza —mientras que él , por su puesto, era
mucho más sofisticado. Sí, claro. Y era ésa la razón por la que se estaba
imaginando a _____ completamente desnuda sobre un montón de heno—. Si quieres,
puedes pasarte por el corral después de la sesión de fotografía.
—Y si tú quieres, pásate por el
establo antes de que empiece la sesión con el semental.
—Ya veremos —fijó la mirada en el
plato de _____—. Será mejor que comas algo más. No creo que aguantes con unas
tostadas hasta la hora del almuerzo.
—¡Olvidas que no tendré por qué
hacerlo! — contestó _____ con una sonrisa triunfal, y con una mutua inclinación
de cabeza, se despidieron.
Disfrútenlo...
Val's Matth.
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
aww me encanta Nick es tan lindo
Yo quieri bañarme con él
Siguela!!
Yo quieri bañarme con él
Siguela!!
aranzhitha
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
Chicas subo rapidito ok un beso :)
Capitulo 6
_____ se dejó caer por la cocina
varias veces a lo largo de la mañana y en el proceso conoció a Rosa, una cría
de cuatro años y a Peter, de dos. Realmente no tenía ni idea de cómo iba a
fotografiar a aquellos dos querubines, pero Juanita estaba tan encantada con la
idea que fingió tener más confianza en el proyecto de la que realmente sentía.
Fueron tantas sus visitas a la cocina
que no necesitó comer, así que mientras los trabajadores y los huéspedes se
dedicaban a almorzar, aprovechó para ir al establo y preparar la cámara. Durante
la mañana, se había imaginado que la luz que se filtraba por la puerta sería
suficiente para poder prescindir del flash, cosa que prefería. El uso de la luz
ambiental era uno de los distintivos de su trabajo del que se sentía
orgullosa.
Justo al lado de la puerta, la luz
caía tal como ella quería.
Colocó una bala de heno contra uno de
los pesebres; todos los cubículos estaban vacíos y no pudo menos que
preguntarse dónde estaría la yegua que estaba citada aquella tarde, y si la
habrían acicalado de forma especial para el gran momento.
_____ se moría de curiosidad por
presenciar el acontecimiento, pero había oído decir que ese tipo de actividades
tenían repercusión en los humanos, y lo último que necesitaba era un efecto de
ese tipo.
Tras colocar el heno, comprobó la
luminosidad desde diferentes ángulos. Descubrió así a una familia de gatos
dentro de una caja de madera y detrás de una carretilla. La manta que la
cubría parecía haber sido deliberadamente colocada allí. Al parecer, alguien
se había encargado de crear un espacio adecuado para los gatitos, y _____ se
preguntó si Nick sería capaz de ese tipo de sutilezas.
El olor que impregnaba los establos
despertaba en _____ recuerdos agridulces de cuando de niña montaba. En aquella
época, había adorado los caballos y había deseado con todas sus fuerzas tener
uno propio. Su padre le había dicho que le compraría el caballo de sus sueños
el día que consiguiera el primer premio en uno de los más importantes
campeonatos infantiles. Y su padre era un hombre de palabra. Por eso se había
quedado sin caballo.
Jeeter llegó a la hora que lo había
citado, perfectamente peinado y con lo que _____ sospechaba era su atuendo de
la noche de los sábados: vaqueros nuevos, botas relucientes, camisa a cuadros,
chaleco de cuero y un sombrero que parecía recién salido de la caja.
—Señora —la saludó, llevándose la mano
al sombrero.
—Pareces preocupado, Jeeter.
—Estoy más nervioso que un toro a
punto de pasar por la navaja.
_____ se imaginaba que estaba haciendo
referencia a la práctica de castrar los toros.
—No te preocupes —le dijo—. Esta
sesión de fotos tendrá el efecto contrario. Cuando esto termine, te vas a
pavonear por el rancho tan orgulloso como un gallo. Muchos de mis modelos me
han dicho que posar es muy bueno para su ego —sacó una pequeña libreta de la
funda de la cámara—. Antes de que empecemos, necesito conocer un poco tu
vida.
—No hay mucho que decir.
—Oh, déjame que lo dude —le hizo las
consabidas preguntas sobre edad, lugar de nacimiento, experiencia laborar y
aficiones, y con la misma naturalidad, empezó a arrojar las preguntas que había
elaborado pensando en su proyecto de matrimonio.
—¿Tienes novia?
—¿Hace falta saber eso?
—Me gustaría regalarle una copia del
calendario.
Jeeter sonrió.
—No sé. Que tenga una foto mía me
parece bien, pero no creo que me guste ver a Julia suspirando por los otros
tipos durante el resto del año.
Así que tenía novia. _____ no esperaba
que Jeeter respondiera al modelo de marido que tenía en mente, y, desde luego
no pensaba entrometerse en territorio ajeno.
—Entonces quizá le guste tener una
copia en-
marcada de la foto que voy a hacerte
para el calendario.
—Sería magnífico. Yo se la firmaría y
todo eso.
—Claro que sí. Bueno, vamos a empezar.
Jeeter se atusó el bigote y jugueteó
con el primer botón de la camisa.
—¿Es así como debía de vestirme? No
estaba seguro.
—Estás magnífico —lo miraba
directamente a los ojos mientras hablaba—. ¿Nadie te ha dicho nunca que eres la
viva imagen de Alan Jackson?
—Un par de veces —parecía ya un poco
más relajado, y el brillo de sus ojos había comenzado a intensificarse.
—Empezaremos contigo sentado en esa
bala de heno.
—Sí, señora —absolutamente cohibido,
se sentó en el borde de la bala, con la camisa abrochada hasta el cuello.
Parecía cualquier cosa menos sexy y relajado.
Por la experiencia de _____, la mayor
parte de los hombres empezaban la sesión de la misma forma. Al fin y al cabo,
no eran modelos profesionales. Se tensaban y miraban directamente a la cámara,
como si se estuvieran haciendo las fotografías para el carnet de conducir. El
trabajo de _____ consistía en conseguir que se soltaran.
—Eso esta bien —le dijo—. Inclínate un
poco hacia atrás. Muy bien —apretó el obturador, sabiendo que aquel disparo no
iba servir de nada—. Ahora desabróchate el chaleco.
Jeeter obedeció al instante.
—Tienes un cuerpo magnífico. ¿Sueles
hacer ejercicio?
—No. Sólo el relacionado con mi
trabajo — movió ligeramente los hombros.
_____ había descubierto que alabando
la musculatura de los hombres se conseguían excelentes resultados para las
fotografías. Afortunadamente, nunca había tenido que fingir sus elogios. Adoraba
mirar a hombres bien constituidos, tanto por su condición de artista como por
la de mujer.
—Sería una pena esconder ese cuerpo.
Vamos a hacer unas cuantas fotografías sin chaleco.
—Sí, señora —su voz vibraba con una
nueva confianza.
—Y desabróchate los cuatro primeros
botones de la camisa —esperó a que terminara y volviera a mirarla. Entonces, se
humedeció lentamente los labios—. Muy bien —dijo manteniendo la voz en un tono
íntimamente bajo—. Julia es una mujer muy afortunada.
—Le diré lo que me acaba de decir.
—Desde luego —_____ se acercó un poco
más—. Ahora inclínate sobre el codo y apuntala el heno con la bota. Mmm. Me
gusta. Me gusta mucho —lo que hacía, y no había un solo hombre que no se
rindiera a aquella táctica, era fingir que disfrutaba de la forma en la que
aquella pose hacía resaltar el bulto que se insinuaba en los pantalones.
A Jeeter se le había acelerado ya la
respiración.
—¿Y qué me dice de la camisa?
—preguntó con voz ronca—. ¿También quiere que me la quite?
—Desabróchatela del todo y sácala del
pantalón —murmuró _____ disparando de nuevo—. Veremos qué tal queda. Oh, sí,
me gusta. Es como si estuvieras empezando a desnudarte, como si estu-
viera a punto de iniciarse la seducción.
Inclina un poco las caderas. Qué músculos tan adorables, Jeeter —ronroneó,
mientras lo fotografiaba desde diferentes ángulos—. Ahora mírame. Así,
perfecto.
Al final, iba a conseguir lo que
estaba buscando con el primer carrete. Las pupilas de Jeeter ya estaban
suficientemente dilatadas y una ligera capa de sudor cubría su pecho desnudo.
—Debes de poner frenética a tu novia,
¿verdad? —susurró—. Estoy segura de que la vuelves loca de deseo. No hace
falta que me lo digas. Lo sé. Cualquier mujer que te mirara a los ojos se volvería
loca de pasión.
Jeeter entreabrió los labios mientras
la miraba, excitado y hechizado por el susurrante sonido de su voz. El problema
era que la propia _____ se excitaba en el proceso. No podía evitarlo, pero
tenía que controlarlo.
Aun así, tenía que alimentar aquellos
sentimientos en Jeeter porque eso era lo que las mujeres iban a ver cuando
compraran el calendario.
—Eres un amante excelente, ¿verdad,
Jeeter? Sabes cómo complacer a una mujer, cómo conseguir que jamás se harte de
ti y de ese magnífico cuerpo.
Jeeter gimió suavemente.
—Eso es —dijo _____—. Eso es lo que
quiero. Dame lo que quiero —disparó varias veces rápidamente, captando la
intensidad que emanaba de aquel cuerpo. Llegó al final del carrete satisfecha
por los resultados obtenidos. Había sido una sesión perfecta.
Se enderezó lentamente y bajó la
cámara.
—Has estado fantástico, Jeeter.
r
—¿Eso es todo? —preguntó con pasión
contenida.
—Sí, eso es todo. Has estado
maravilloso —se volvió con intención de ir a buscar el contrato que había
guardado en la funda de la cámara y vio a Nick observándola apoyado contra el
marco de la puerta. En el estado en el que ella se encontraba, la visión de
aquel atractivo vaquero era un poderoso afrodisíaco—. Hola —lo saludó un tanto
avergonzada.
—Hola —no cambió de posición y tampoco
apartó la mirada de ella.
_____ se dijo que era una buena señal
que hubiera sentido suficiente curiosidad como para acercarse a presenciar la
sesión.
—¿Llevas allí mucho rato? —le preguntó
_____ mientras se acercaba a buscar el contrato.
—El suficiente.
'—Eh, jefe —exclamó Jeeter—. Ésta es
la forma menos trabajosa que he visto en toda mi vida de ganar dinero.
—Me lo imagino, Jeeter.
_____ era incapaz de adivinar por su
expresión o por su tono de voz su estado de humor.
—¿Ya ha empezado... el apareamiento?
—Todavía no.
—Bien —tragó saliva—. Me gustaría ver
cómo se hace.
—De acuerdo.
_____ se inclinó y guardó la cámara
antes de sacar el contrato de uno de los bolsillos laterales.
—No tardaré mucho.
—Tómate todo el tiempo que quieras. No
empezarán hasta que no esté yo allí.
—De acuerdo —se volvió y se acercó de
nuevo hacia Jeeter, que estaba ya poniéndose el chaleco—. Aquí está el
contrato. Te aconsejo que te lo lleves a casa y lo leas tranquilamente. Y si
quieres consultar con un abogado, me parece estupendo.
Jeeter se alisó el chaleco y Nickó el
contrato.
—Podría firmarlo ahora mismo.
Nick decidió intervenir en la
conversación.
—No firmes ningún contrato hasta que
no lo hayas leído. Tienes que saber si estás de acuerdo o no con lo que vas a
firmar.
—Puedo leerlo cien veces y no
enterarme de nada, jefe. Toda esa palabrería legal me confunde
endemoniadamente.
—¿Quieres que lo lea por ti?
—Te estaría muy agradecido —le tendió
el contrato—. Dime jefe, ¿me vas a necesitar por aquí durante las dos próximas
horas?
—¿Esperamos la llegada de algún
caballo esta tarde?
—No.
—En ese caso me imagino que no tienes
nada especial que hacer. Pero siempre puedo encontrar...
—Te agradecería que me dieras un par
de horas libres —Jeeter pretendía parecer imperturbable, pero estaba
fracasando estrepitosamente—. Estaba pensando en ir a ver a Julia.
Nick miró a _____ y volvió a fijar sus
ojos en Jeeter.
—Sí, vete.
—Gracias, jefe —jeeter se dirigió a _____—.
Me enseñará esas fotografías, ¿verdad?
—Claro. Pero todavía tengo que decidir
cuál quiero para el calendario.
—No se olvide de reservar una para
Julia. Y es posible que mi madre también quiera una.
—Ya hablaremos de eso —_____ ponía
especial cuidado en que no circularan muchas copias. Quería que las fotos del
calendario fueran únicas. Pero de vez en cuando hacía alguna excepción.
—Sí, señora —Jeeter se llevó la mano
al sombrero—. Ha sido un placer.
En cuanto Jeeter desapareció de su
vista, _____ rió suavemente.
—Definitivamente, Julia es una mujer
con suerte.
—¿Y qué ocurriría si no estuviera
Julia? —preguntó Nick tranquilamente.
_____ alzó la mirada hacia Nick. Sus
ojos grises resplandecían de tal forma que activaron todos los sentidos de _____.
—Eso sería problema de Jeeter —le
dijo—. Y estoy segura de que encontraría alguna forma de solucionarlo.
—¿Contigo?
_____ estuvo a punto de abofetearlo.
Afortunadamente, se dio cuenta a tiempo de que Nick no conocía sus códigos
éticos. Era consciente de que después de lo que acababa de presenciar, sería
absurdo culparlo por imaginar lo que seguiría a aquella abierta seducción en el
caso de que se tratara de un modelo soltero y disponible.
—Tengo una norma: jamás me acuesto con
uno de mis modelos.
—¿Nunca? —se acercó todavía más a
ella.
—Nunca —Dios. Cómo lo deseaba. Allí,
en ese preciso instante. Sería capaz de hacer el amor en
el suelo del establo, contra aquel
montón de heno. En cualquier parte. Pero eso arruinaría su proyecto de portada.
Por no hablar de la posibilidad de encontrar marido.
—¿Entonces te dedicas a excitarlos y
luego los abandonas? —preguntó con voz baja.
_____ se encogió de hombros,
intentando actuar como si el pulso no estuviera latiéndole a doscientos por
hora, como si Nick no estuviera a sólo unos centímetros de ella, excitándola
con aquel delicioso aroma, aquella afrodisíaca mezcla de sol, cuero y sudor.
—Es igual que con los actores. También
se excitan cuando tienen que rodar determinadas escenas, pero eso no
significa que rematen la acción cuando están fuera de las cámaras.
—Algunos lo hacen.
—Bueno, pues yo no. Tengo una
reputación intachable, estoy orgullosa de ello y pretendo seguir estándolo.
—¿Y qué me dices de ti?
_____ tembló ante su acariciante tono
de voz.
—¿Qué pasa conmigo?
—¿Cómo te las arreglas para descargar
toda esa tensión que inunda tu cuerpo?
—¿Y qué te hace pensar que a mí
también me afecta?
—Oh, no lo sé —deslizó la mirada sobre
ella—. Quizá sea la electricidad de la que está cargado el ambiente. O quizá
esa expresión de tus ojos, que dice que estás pidiendo a gritos que un hombre
te ponga las manos encima.
—Creo que te estás dejando llevar por
un ego excesivamente alimentado.
—¿Tú crees? —alzó la mano y le
acarició suavemente el labio inferior.
_____ retrocedió al instante.
—¿Por qué te apartas, _____?
—Me has sorprendido.
—Entonces déjame ver cómo reaccionas
cuando no te sorprendo —se quitó el sombrero, lo dejó sobre la bala de heno,
acortó la escasa distancia que los separaba y le enmarcó el rostro con las
manos.
_____ intentó alejarse, pero aquella
caricia era como la lluvia en un campo desierto. La absorbió como si le fuera
la vida en ello, y deseaba más, a pesar de ser consciente del error que estaba
cometiendo.
—No —susurró mientras Nick inclinaba
la cabeza.
—No pasa nada, yo no soy uno de tus
modelos.
—No, pero... quiero que lo seas.
—Eso no va a ocurrir, pequeña —y besó
sus labios con una delicadeza que rozaba la ternura.
Sin previa advertencia, las
restricciones que hasta ese momento _____ se había impuesto se quebraron y se
transformó inmediatamente en sujeto activo, aferrándose a su cabeza y profundizando
el beso. Nick reaccionó al instante, hundiendo la lengua en su boca.
Y cuando sus bocas se fundieron, la
pasión de _____ se desató de forma salvaje. Competía con él para acariciar,
lamer, absorber y devorar lo que ansiaba... lo que ambos deseaban. Nick la
estrechó contra él y _____ gimió ante la plenitud de aquel contacto. Aquel
hombre sabía cómo usar
sus manos, cómo humedecer su cuerpo,
cómo hacer crecer el deseo hasta convertirlo en algo insoportable.
Antes de que _____ se hubiera dado
cuenta de lo que estaba ocurriendo, Nick le hizo apoyarse contra la pared y
comenzó a bajarle la cremallera de los pantalones. En medio de aquella locura,
un rayo de lucidez le hizo comprender a _____ que pretendía hacer el amor con
ella allí mismo, en el establo.
—¡No! —la ronca protesta apenas pudo
salir de sus labios—. No quiero —dijo con voz atragantada.
Nick paró y alzó la cabeza para
mirarla a los ojos.
—Y un infierno que no quieres.
—No quiero —haciendo acopio de todas
sus fuerzas, lo empujó.
Nick se quedó mirándola fijamente.
—Eres una mentirosa, _____.
—No estoy mintiendo. Si ocurre algo
entre nosotros, ya no podré utilizarte para la portada de mi calendario.
—Cariño, no me vas a poder utilizar de
ninguna manera. Así que es preferible que permitas que nos relajemos.
_____ alzó la cabeza con expresión
desafiante.
—No pienso renunciar. Estoy segura de
que habrás posado para mí antes de que me vaya.
—¿Para que puedas tratarme como has
tratado al pobre Jeeter?
—Esto es un negocio, Nick, del que
todo el mundo obtiene beneficios. Y me gusta mi forma de trabajar.
—Pues bien, no vas a tener oportunidad
de trabajar de esta forma conmigo —se volvió con los brazos en jarras—. Arréglate
la ropa. Tengo algo que quiero que veas.
_____ se subió la cremallera y
advirtió que también tenía desabrochados un par de botones de la camisa.
Estaba tan ofuscada, que ni siquiera se había dado cuenta de lo que estaba
haciendo. Todo su cuerpo ardía y palpitaba de deseo, pero no podía dejarse
llevar por sus sentimientos. Tenía oportunidad de hacer una foto que podía ser
la joya de su carrera.
Mientras terminaba de componer sus
ropas, Nick se puso el sombrero con un gesto de firmeza y recogió el contrato
de Jeeter. Lo miró fijamente y silbó con admiración.
—¿Qué pasa? —le preguntó _____.
—Veo que pagas bien.
—Por supuesto —contestó, preguntándose
si el dinero podría hacerle cambiar de opinión. No tenía idea de cuál era su
situación económica, pero una cantidad como aquélla no podía irle mal a nadie—.
Y en tu caso, la cantidad es negociable, teniendo en cuenta que tengo previsto
sacarte en la portada.
Nick levantó la mirada del contrato.
—No lo voy a hacer, _____ —sonrió—. Y
cuanto antes lo aceptes, antes podremos dedicarnos a algo más satisfactorio
para los dos.
—No estoy interesada.
—Pues creo que acabamos de demostrar
lo interesada que estás.
—Me refiero mentalmente.
Nick soltó una carcajada.
—Hacer el amor no es un trabajo
intelectual, sino físico. Apaga tu cerebro durante un rato y disfruta conmigo.
—No puedo —se colgó la cámara al
hombro—. Una relación contigo podría echar a perder... algunas cosas
—obviamente, no podía decirle que pretendía encontrar un marido en aquel viaje
y que una breve aventura no entraba dentro de sus planes—. ¿Nos vamos?
—Claro. Ha llegado la hora de la clase
de educación sexual —dobló el contrato y se lo guardó en el bolsillo.
Aquel comentario, combinado con aquel
gesto que hizo volar la mirada de _____ hasta sus caderas, tuvo un efecto
devastador. Se endurecieron sus pezones y en la zona pélvica se extendió un
inquietante calor.
—Quizá no sea una buena idea. Tengo
que ir a comprobar si ha llegado un encargo que le hice a Bernie y...
—No ha llegado. Me habría enterado en
la comida y nadie me ha comentado nada.
—Oh, bien, hablando de comida, me la
he perdido por culpa de la sesión de fotografía y la verdad es que tengo
apetito.
Nick la miró de reojo.
—Desde luego. De hecho, yo diría que
estás muerta de hambre.
_____ se sonrojó violentamente.
—Después de una sesión como la de esta
tarde, estoy especialmente vulnerable. Has aparecido y, bueno.... digamos que
he reaccionado.
—Sí, señora, desde luego que has
reaccionado.
—Eso no significa nada.
—Si tú lo dices...
—Ahora, si me perdonas, voy a la
cocina a buscar algo de comer.
—No —Nick la agarró del brazo y se
dirigió con ella hacia el corral.
—¿Qué estás haciendo? —intentó
alejarse, pero la mano de Nick sujetaba su brazo como si fuera una tenaza—. Nick,
te he dicho que he cambiado de opinión. Déjame marcharme. No quiero montar una
escena.
—Y yo tampoco. Pero después de haberte
visto con Jeeter creo que es importante que veas lo que va a pasar en el
corral. Quizá así entiendas mejor los motivos por los que no quiero posar para
tu calendario.
—¿Mi calendario? ¿Y qué demonios tiene
que ver mi calendario con una cópula entre caballos?
—Más de lo que tú te piensas.
—Evidentemente —musitó ella, pero
decidió continuar después de todo. Si contemplar aquel espectáculo podía mostrarle
nuevos datos sobre las cosas que irritaban a Nick, mejor que mejor.
—Bien —Nick parecía haber olvidado que
todavía la tenía firmemente sujeta del brazo.
—Ya puedes soltarme, he prometido no
escaparme.
—Es una pena. Habría sido divertido
tener que echarte el lazo.
—¿Así que eso lo que haces con las
mujeres que no hacen lo que tú quieres? ¿Les echas un lazo al cuello como si
estuvieras en un rodeo?
—No, corazón —le dirigió una mirada
peligrosamente sexy—. Eso lo reservo para las que están dispuestas a
colaborar.
6
En cuanto Nick llegó al corral en el
que aguardaba expectante una yegua parda llamada Suzet-te, les pidió a José y
a Stan que llevaran a Blaze, el semental que estaba en el corral adyacente. Un
puñado de trabajadores y de huéspedes se habían acercado hasta allí para
presenciar el espectáculo.
_____ apoyó los brazos en los maderos
del corral y posó la barbilla entre las manos. Nick la miró pensando que no
desencajaba en absoluto. Deidre, sin embargo, siempre parecía estar fuera de
lugar en el rancho. Quizá el secreto estuviera en que _____ no iba maquillada y
vestía de forma sencilla. O quizá fuera por la intensidad con la que parecía
contemplar la vida del rancho, algo que a Deidre nunca había parecido
importarle.
Por supuesto, _____ tenía un objetivo
claro, y en cuanto lo viera cumplido, perdería totalmente su interés. Aun así,
le había impresionado lo terca que
podía llegar a ser cuando se le metía
una idea en la cabeza. No conocía a mucha gente que compartiera con él aquella
característica. Pero precisamente esa terquedad podía impedir que ambos
disfrutaran de una magnífica aventura, a no ser que Nick decidiera vulnerar la
norma que hasta entonces le había impedido mezclar los negocios con el placer.
Si la seducía, conseguiría librarse del proyecto del calendario y de todo tipo
de discusiones al respecto. Todo lo que necesitaba era crear las circunstancias
adecuadas para ello.
Disfrútenlo...
Capitulo 6
_____ se dejó caer por la cocina
varias veces a lo largo de la mañana y en el proceso conoció a Rosa, una cría
de cuatro años y a Peter, de dos. Realmente no tenía ni idea de cómo iba a
fotografiar a aquellos dos querubines, pero Juanita estaba tan encantada con la
idea que fingió tener más confianza en el proyecto de la que realmente sentía.
Fueron tantas sus visitas a la cocina
que no necesitó comer, así que mientras los trabajadores y los huéspedes se
dedicaban a almorzar, aprovechó para ir al establo y preparar la cámara. Durante
la mañana, se había imaginado que la luz que se filtraba por la puerta sería
suficiente para poder prescindir del flash, cosa que prefería. El uso de la luz
ambiental era uno de los distintivos de su trabajo del que se sentía
orgullosa.
Justo al lado de la puerta, la luz
caía tal como ella quería.
Colocó una bala de heno contra uno de
los pesebres; todos los cubículos estaban vacíos y no pudo menos que
preguntarse dónde estaría la yegua que estaba citada aquella tarde, y si la
habrían acicalado de forma especial para el gran momento.
_____ se moría de curiosidad por
presenciar el acontecimiento, pero había oído decir que ese tipo de actividades
tenían repercusión en los humanos, y lo último que necesitaba era un efecto de
ese tipo.
Tras colocar el heno, comprobó la
luminosidad desde diferentes ángulos. Descubrió así a una familia de gatos
dentro de una caja de madera y detrás de una carretilla. La manta que la
cubría parecía haber sido deliberadamente colocada allí. Al parecer, alguien
se había encargado de crear un espacio adecuado para los gatitos, y _____ se
preguntó si Nick sería capaz de ese tipo de sutilezas.
El olor que impregnaba los establos
despertaba en _____ recuerdos agridulces de cuando de niña montaba. En aquella
época, había adorado los caballos y había deseado con todas sus fuerzas tener
uno propio. Su padre le había dicho que le compraría el caballo de sus sueños
el día que consiguiera el primer premio en uno de los más importantes
campeonatos infantiles. Y su padre era un hombre de palabra. Por eso se había
quedado sin caballo.
Jeeter llegó a la hora que lo había
citado, perfectamente peinado y con lo que _____ sospechaba era su atuendo de
la noche de los sábados: vaqueros nuevos, botas relucientes, camisa a cuadros,
chaleco de cuero y un sombrero que parecía recién salido de la caja.
—Señora —la saludó, llevándose la mano
al sombrero.
—Pareces preocupado, Jeeter.
—Estoy más nervioso que un toro a
punto de pasar por la navaja.
_____ se imaginaba que estaba haciendo
referencia a la práctica de castrar los toros.
—No te preocupes —le dijo—. Esta
sesión de fotos tendrá el efecto contrario. Cuando esto termine, te vas a
pavonear por el rancho tan orgulloso como un gallo. Muchos de mis modelos me
han dicho que posar es muy bueno para su ego —sacó una pequeña libreta de la
funda de la cámara—. Antes de que empecemos, necesito conocer un poco tu
vida.
—No hay mucho que decir.
—Oh, déjame que lo dude —le hizo las
consabidas preguntas sobre edad, lugar de nacimiento, experiencia laborar y
aficiones, y con la misma naturalidad, empezó a arrojar las preguntas que había
elaborado pensando en su proyecto de matrimonio.
—¿Tienes novia?
—¿Hace falta saber eso?
—Me gustaría regalarle una copia del
calendario.
Jeeter sonrió.
—No sé. Que tenga una foto mía me
parece bien, pero no creo que me guste ver a Julia suspirando por los otros
tipos durante el resto del año.
Así que tenía novia. _____ no esperaba
que Jeeter respondiera al modelo de marido que tenía en mente, y, desde luego
no pensaba entrometerse en territorio ajeno.
—Entonces quizá le guste tener una
copia en-
marcada de la foto que voy a hacerte
para el calendario.
—Sería magnífico. Yo se la firmaría y
todo eso.
—Claro que sí. Bueno, vamos a empezar.
Jeeter se atusó el bigote y jugueteó
con el primer botón de la camisa.
—¿Es así como debía de vestirme? No
estaba seguro.
—Estás magnífico —lo miraba
directamente a los ojos mientras hablaba—. ¿Nadie te ha dicho nunca que eres la
viva imagen de Alan Jackson?
—Un par de veces —parecía ya un poco
más relajado, y el brillo de sus ojos había comenzado a intensificarse.
—Empezaremos contigo sentado en esa
bala de heno.
—Sí, señora —absolutamente cohibido,
se sentó en el borde de la bala, con la camisa abrochada hasta el cuello.
Parecía cualquier cosa menos sexy y relajado.
Por la experiencia de _____, la mayor
parte de los hombres empezaban la sesión de la misma forma. Al fin y al cabo,
no eran modelos profesionales. Se tensaban y miraban directamente a la cámara,
como si se estuvieran haciendo las fotografías para el carnet de conducir. El
trabajo de _____ consistía en conseguir que se soltaran.
—Eso esta bien —le dijo—. Inclínate un
poco hacia atrás. Muy bien —apretó el obturador, sabiendo que aquel disparo no
iba servir de nada—. Ahora desabróchate el chaleco.
Jeeter obedeció al instante.
—Tienes un cuerpo magnífico. ¿Sueles
hacer ejercicio?
—No. Sólo el relacionado con mi
trabajo — movió ligeramente los hombros.
_____ había descubierto que alabando
la musculatura de los hombres se conseguían excelentes resultados para las
fotografías. Afortunadamente, nunca había tenido que fingir sus elogios. Adoraba
mirar a hombres bien constituidos, tanto por su condición de artista como por
la de mujer.
—Sería una pena esconder ese cuerpo.
Vamos a hacer unas cuantas fotografías sin chaleco.
—Sí, señora —su voz vibraba con una
nueva confianza.
—Y desabróchate los cuatro primeros
botones de la camisa —esperó a que terminara y volviera a mirarla. Entonces, se
humedeció lentamente los labios—. Muy bien —dijo manteniendo la voz en un tono
íntimamente bajo—. Julia es una mujer muy afortunada.
—Le diré lo que me acaba de decir.
—Desde luego —_____ se acercó un poco
más—. Ahora inclínate sobre el codo y apuntala el heno con la bota. Mmm. Me
gusta. Me gusta mucho —lo que hacía, y no había un solo hombre que no se
rindiera a aquella táctica, era fingir que disfrutaba de la forma en la que
aquella pose hacía resaltar el bulto que se insinuaba en los pantalones.
A Jeeter se le había acelerado ya la
respiración.
—¿Y qué me dice de la camisa?
—preguntó con voz ronca—. ¿También quiere que me la quite?
—Desabróchatela del todo y sácala del
pantalón —murmuró _____ disparando de nuevo—. Veremos qué tal queda. Oh, sí,
me gusta. Es como si estuvieras empezando a desnudarte, como si estu-
viera a punto de iniciarse la seducción.
Inclina un poco las caderas. Qué músculos tan adorables, Jeeter —ronroneó,
mientras lo fotografiaba desde diferentes ángulos—. Ahora mírame. Así,
perfecto.
Al final, iba a conseguir lo que
estaba buscando con el primer carrete. Las pupilas de Jeeter ya estaban
suficientemente dilatadas y una ligera capa de sudor cubría su pecho desnudo.
—Debes de poner frenética a tu novia,
¿verdad? —susurró—. Estoy segura de que la vuelves loca de deseo. No hace
falta que me lo digas. Lo sé. Cualquier mujer que te mirara a los ojos se volvería
loca de pasión.
Jeeter entreabrió los labios mientras
la miraba, excitado y hechizado por el susurrante sonido de su voz. El problema
era que la propia _____ se excitaba en el proceso. No podía evitarlo, pero
tenía que controlarlo.
Aun así, tenía que alimentar aquellos
sentimientos en Jeeter porque eso era lo que las mujeres iban a ver cuando
compraran el calendario.
—Eres un amante excelente, ¿verdad,
Jeeter? Sabes cómo complacer a una mujer, cómo conseguir que jamás se harte de
ti y de ese magnífico cuerpo.
Jeeter gimió suavemente.
—Eso es —dijo _____—. Eso es lo que
quiero. Dame lo que quiero —disparó varias veces rápidamente, captando la
intensidad que emanaba de aquel cuerpo. Llegó al final del carrete satisfecha
por los resultados obtenidos. Había sido una sesión perfecta.
Se enderezó lentamente y bajó la
cámara.
—Has estado fantástico, Jeeter.
r
—¿Eso es todo? —preguntó con pasión
contenida.
—Sí, eso es todo. Has estado
maravilloso —se volvió con intención de ir a buscar el contrato que había
guardado en la funda de la cámara y vio a Nick observándola apoyado contra el
marco de la puerta. En el estado en el que ella se encontraba, la visión de
aquel atractivo vaquero era un poderoso afrodisíaco—. Hola —lo saludó un tanto
avergonzada.
—Hola —no cambió de posición y tampoco
apartó la mirada de ella.
_____ se dijo que era una buena señal
que hubiera sentido suficiente curiosidad como para acercarse a presenciar la
sesión.
—¿Llevas allí mucho rato? —le preguntó
_____ mientras se acercaba a buscar el contrato.
—El suficiente.
'—Eh, jefe —exclamó Jeeter—. Ésta es
la forma menos trabajosa que he visto en toda mi vida de ganar dinero.
—Me lo imagino, Jeeter.
_____ era incapaz de adivinar por su
expresión o por su tono de voz su estado de humor.
—¿Ya ha empezado... el apareamiento?
—Todavía no.
—Bien —tragó saliva—. Me gustaría ver
cómo se hace.
—De acuerdo.
_____ se inclinó y guardó la cámara
antes de sacar el contrato de uno de los bolsillos laterales.
—No tardaré mucho.
—Tómate todo el tiempo que quieras. No
empezarán hasta que no esté yo allí.
—De acuerdo —se volvió y se acercó de
nuevo hacia Jeeter, que estaba ya poniéndose el chaleco—. Aquí está el
contrato. Te aconsejo que te lo lleves a casa y lo leas tranquilamente. Y si
quieres consultar con un abogado, me parece estupendo.
Jeeter se alisó el chaleco y Nickó el
contrato.
—Podría firmarlo ahora mismo.
Nick decidió intervenir en la
conversación.
—No firmes ningún contrato hasta que
no lo hayas leído. Tienes que saber si estás de acuerdo o no con lo que vas a
firmar.
—Puedo leerlo cien veces y no
enterarme de nada, jefe. Toda esa palabrería legal me confunde
endemoniadamente.
—¿Quieres que lo lea por ti?
—Te estaría muy agradecido —le tendió
el contrato—. Dime jefe, ¿me vas a necesitar por aquí durante las dos próximas
horas?
—¿Esperamos la llegada de algún
caballo esta tarde?
—No.
—En ese caso me imagino que no tienes
nada especial que hacer. Pero siempre puedo encontrar...
—Te agradecería que me dieras un par
de horas libres —Jeeter pretendía parecer imperturbable, pero estaba
fracasando estrepitosamente—. Estaba pensando en ir a ver a Julia.
Nick miró a _____ y volvió a fijar sus
ojos en Jeeter.
—Sí, vete.
—Gracias, jefe —jeeter se dirigió a _____—.
Me enseñará esas fotografías, ¿verdad?
—Claro. Pero todavía tengo que decidir
cuál quiero para el calendario.
—No se olvide de reservar una para
Julia. Y es posible que mi madre también quiera una.
—Ya hablaremos de eso —_____ ponía
especial cuidado en que no circularan muchas copias. Quería que las fotos del
calendario fueran únicas. Pero de vez en cuando hacía alguna excepción.
—Sí, señora —Jeeter se llevó la mano
al sombrero—. Ha sido un placer.
En cuanto Jeeter desapareció de su
vista, _____ rió suavemente.
—Definitivamente, Julia es una mujer
con suerte.
—¿Y qué ocurriría si no estuviera
Julia? —preguntó Nick tranquilamente.
_____ alzó la mirada hacia Nick. Sus
ojos grises resplandecían de tal forma que activaron todos los sentidos de _____.
—Eso sería problema de Jeeter —le
dijo—. Y estoy segura de que encontraría alguna forma de solucionarlo.
—¿Contigo?
_____ estuvo a punto de abofetearlo.
Afortunadamente, se dio cuenta a tiempo de que Nick no conocía sus códigos
éticos. Era consciente de que después de lo que acababa de presenciar, sería
absurdo culparlo por imaginar lo que seguiría a aquella abierta seducción en el
caso de que se tratara de un modelo soltero y disponible.
—Tengo una norma: jamás me acuesto con
uno de mis modelos.
—¿Nunca? —se acercó todavía más a
ella.
—Nunca —Dios. Cómo lo deseaba. Allí,
en ese preciso instante. Sería capaz de hacer el amor en
el suelo del establo, contra aquel
montón de heno. En cualquier parte. Pero eso arruinaría su proyecto de portada.
Por no hablar de la posibilidad de encontrar marido.
—¿Entonces te dedicas a excitarlos y
luego los abandonas? —preguntó con voz baja.
_____ se encogió de hombros,
intentando actuar como si el pulso no estuviera latiéndole a doscientos por
hora, como si Nick no estuviera a sólo unos centímetros de ella, excitándola
con aquel delicioso aroma, aquella afrodisíaca mezcla de sol, cuero y sudor.
—Es igual que con los actores. También
se excitan cuando tienen que rodar determinadas escenas, pero eso no
significa que rematen la acción cuando están fuera de las cámaras.
—Algunos lo hacen.
—Bueno, pues yo no. Tengo una
reputación intachable, estoy orgullosa de ello y pretendo seguir estándolo.
—¿Y qué me dices de ti?
_____ tembló ante su acariciante tono
de voz.
—¿Qué pasa conmigo?
—¿Cómo te las arreglas para descargar
toda esa tensión que inunda tu cuerpo?
—¿Y qué te hace pensar que a mí
también me afecta?
—Oh, no lo sé —deslizó la mirada sobre
ella—. Quizá sea la electricidad de la que está cargado el ambiente. O quizá
esa expresión de tus ojos, que dice que estás pidiendo a gritos que un hombre
te ponga las manos encima.
—Creo que te estás dejando llevar por
un ego excesivamente alimentado.
—¿Tú crees? —alzó la mano y le
acarició suavemente el labio inferior.
_____ retrocedió al instante.
—¿Por qué te apartas, _____?
—Me has sorprendido.
—Entonces déjame ver cómo reaccionas
cuando no te sorprendo —se quitó el sombrero, lo dejó sobre la bala de heno,
acortó la escasa distancia que los separaba y le enmarcó el rostro con las
manos.
_____ intentó alejarse, pero aquella
caricia era como la lluvia en un campo desierto. La absorbió como si le fuera
la vida en ello, y deseaba más, a pesar de ser consciente del error que estaba
cometiendo.
—No —susurró mientras Nick inclinaba
la cabeza.
—No pasa nada, yo no soy uno de tus
modelos.
—No, pero... quiero que lo seas.
—Eso no va a ocurrir, pequeña —y besó
sus labios con una delicadeza que rozaba la ternura.
Sin previa advertencia, las
restricciones que hasta ese momento _____ se había impuesto se quebraron y se
transformó inmediatamente en sujeto activo, aferrándose a su cabeza y profundizando
el beso. Nick reaccionó al instante, hundiendo la lengua en su boca.
Y cuando sus bocas se fundieron, la
pasión de _____ se desató de forma salvaje. Competía con él para acariciar,
lamer, absorber y devorar lo que ansiaba... lo que ambos deseaban. Nick la
estrechó contra él y _____ gimió ante la plenitud de aquel contacto. Aquel
hombre sabía cómo usar
sus manos, cómo humedecer su cuerpo,
cómo hacer crecer el deseo hasta convertirlo en algo insoportable.
Antes de que _____ se hubiera dado
cuenta de lo que estaba ocurriendo, Nick le hizo apoyarse contra la pared y
comenzó a bajarle la cremallera de los pantalones. En medio de aquella locura,
un rayo de lucidez le hizo comprender a _____ que pretendía hacer el amor con
ella allí mismo, en el establo.
—¡No! —la ronca protesta apenas pudo
salir de sus labios—. No quiero —dijo con voz atragantada.
Nick paró y alzó la cabeza para
mirarla a los ojos.
—Y un infierno que no quieres.
—No quiero —haciendo acopio de todas
sus fuerzas, lo empujó.
Nick se quedó mirándola fijamente.
—Eres una mentirosa, _____.
—No estoy mintiendo. Si ocurre algo
entre nosotros, ya no podré utilizarte para la portada de mi calendario.
—Cariño, no me vas a poder utilizar de
ninguna manera. Así que es preferible que permitas que nos relajemos.
_____ alzó la cabeza con expresión
desafiante.
—No pienso renunciar. Estoy segura de
que habrás posado para mí antes de que me vaya.
—¿Para que puedas tratarme como has
tratado al pobre Jeeter?
—Esto es un negocio, Nick, del que
todo el mundo obtiene beneficios. Y me gusta mi forma de trabajar.
—Pues bien, no vas a tener oportunidad
de trabajar de esta forma conmigo —se volvió con los brazos en jarras—. Arréglate
la ropa. Tengo algo que quiero que veas.
_____ se subió la cremallera y
advirtió que también tenía desabrochados un par de botones de la camisa.
Estaba tan ofuscada, que ni siquiera se había dado cuenta de lo que estaba
haciendo. Todo su cuerpo ardía y palpitaba de deseo, pero no podía dejarse
llevar por sus sentimientos. Tenía oportunidad de hacer una foto que podía ser
la joya de su carrera.
Mientras terminaba de componer sus
ropas, Nick se puso el sombrero con un gesto de firmeza y recogió el contrato
de Jeeter. Lo miró fijamente y silbó con admiración.
—¿Qué pasa? —le preguntó _____.
—Veo que pagas bien.
—Por supuesto —contestó, preguntándose
si el dinero podría hacerle cambiar de opinión. No tenía idea de cuál era su
situación económica, pero una cantidad como aquélla no podía irle mal a nadie—.
Y en tu caso, la cantidad es negociable, teniendo en cuenta que tengo previsto
sacarte en la portada.
Nick levantó la mirada del contrato.
—No lo voy a hacer, _____ —sonrió—. Y
cuanto antes lo aceptes, antes podremos dedicarnos a algo más satisfactorio
para los dos.
—No estoy interesada.
—Pues creo que acabamos de demostrar
lo interesada que estás.
—Me refiero mentalmente.
Nick soltó una carcajada.
—Hacer el amor no es un trabajo
intelectual, sino físico. Apaga tu cerebro durante un rato y disfruta conmigo.
—No puedo —se colgó la cámara al
hombro—. Una relación contigo podría echar a perder... algunas cosas
—obviamente, no podía decirle que pretendía encontrar un marido en aquel viaje
y que una breve aventura no entraba dentro de sus planes—. ¿Nos vamos?
—Claro. Ha llegado la hora de la clase
de educación sexual —dobló el contrato y se lo guardó en el bolsillo.
Aquel comentario, combinado con aquel
gesto que hizo volar la mirada de _____ hasta sus caderas, tuvo un efecto
devastador. Se endurecieron sus pezones y en la zona pélvica se extendió un
inquietante calor.
—Quizá no sea una buena idea. Tengo
que ir a comprobar si ha llegado un encargo que le hice a Bernie y...
—No ha llegado. Me habría enterado en
la comida y nadie me ha comentado nada.
—Oh, bien, hablando de comida, me la
he perdido por culpa de la sesión de fotografía y la verdad es que tengo
apetito.
Nick la miró de reojo.
—Desde luego. De hecho, yo diría que
estás muerta de hambre.
_____ se sonrojó violentamente.
—Después de una sesión como la de esta
tarde, estoy especialmente vulnerable. Has aparecido y, bueno.... digamos que
he reaccionado.
—Sí, señora, desde luego que has
reaccionado.
—Eso no significa nada.
—Si tú lo dices...
—Ahora, si me perdonas, voy a la
cocina a buscar algo de comer.
—No —Nick la agarró del brazo y se
dirigió con ella hacia el corral.
—¿Qué estás haciendo? —intentó
alejarse, pero la mano de Nick sujetaba su brazo como si fuera una tenaza—. Nick,
te he dicho que he cambiado de opinión. Déjame marcharme. No quiero montar una
escena.
—Y yo tampoco. Pero después de haberte
visto con Jeeter creo que es importante que veas lo que va a pasar en el
corral. Quizá así entiendas mejor los motivos por los que no quiero posar para
tu calendario.
—¿Mi calendario? ¿Y qué demonios tiene
que ver mi calendario con una cópula entre caballos?
—Más de lo que tú te piensas.
—Evidentemente —musitó ella, pero
decidió continuar después de todo. Si contemplar aquel espectáculo podía mostrarle
nuevos datos sobre las cosas que irritaban a Nick, mejor que mejor.
—Bien —Nick parecía haber olvidado que
todavía la tenía firmemente sujeta del brazo.
—Ya puedes soltarme, he prometido no
escaparme.
—Es una pena. Habría sido divertido
tener que echarte el lazo.
—¿Así que eso lo que haces con las
mujeres que no hacen lo que tú quieres? ¿Les echas un lazo al cuello como si
estuvieras en un rodeo?
—No, corazón —le dirigió una mirada
peligrosamente sexy—. Eso lo reservo para las que están dispuestas a
colaborar.
6
En cuanto Nick llegó al corral en el
que aguardaba expectante una yegua parda llamada Suzet-te, les pidió a José y
a Stan que llevaran a Blaze, el semental que estaba en el corral adyacente. Un
puñado de trabajadores y de huéspedes se habían acercado hasta allí para
presenciar el espectáculo.
_____ apoyó los brazos en los maderos
del corral y posó la barbilla entre las manos. Nick la miró pensando que no
desencajaba en absoluto. Deidre, sin embargo, siempre parecía estar fuera de
lugar en el rancho. Quizá el secreto estuviera en que _____ no iba maquillada y
vestía de forma sencilla. O quizá fuera por la intensidad con la que parecía
contemplar la vida del rancho, algo que a Deidre nunca había parecido
importarle.
Por supuesto, _____ tenía un objetivo
claro, y en cuanto lo viera cumplido, perdería totalmente su interés. Aun así,
le había impresionado lo terca que
podía llegar a ser cuando se le metía
una idea en la cabeza. No conocía a mucha gente que compartiera con él aquella
característica. Pero precisamente esa terquedad podía impedir que ambos
disfrutaran de una magnífica aventura, a no ser que Nick decidiera vulnerar la
norma que hasta entonces le había impedido mezclar los negocios con el placer.
Si la seducía, conseguiría librarse del proyecto del calendario y de todo tipo
de discusiones al respecto. Todo lo que necesitaba era crear las circunstancias
adecuadas para ello.
Disfrútenlo...
Val's Matth.
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
Woooow
me encanta esta novela!
todo eso de los vaqueros sexys! OMJ! :twisted:
es genial! a ver como termina para estos dos!
nos estamos leyendo! :)
me encanta esta novela!
todo eso de los vaqueros sexys! OMJ! :twisted:
es genial! a ver como termina para estos dos!
nos estamos leyendo! :)
HeyItsLupitaNJ
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
awwww Nick
Me encanta es tan sexy
Y todos esos vaqueros
Como trabaja asi la rayiz??
Yo andaria muy urgida :risa:
Siguela!!
Me encanta es tan sexy
Y todos esos vaqueros
Como trabaja asi la rayiz??
Yo andaria muy urgida :risa:
Siguela!!
aranzhitha
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
HeyItsLupitaNJ escribió:Woooow
me encanta esta novela!
todo eso de los vaqueros sexys! OMJ! :twisted:
es genial! a ver como termina para estos dos!
nos estamos leyendo! :)
haha si es cierto nos deja un poco suspirando con cada capitulo con los vaqueros sexy ahahaha
Val's Matth.
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
aranzhitha escribió:awwww Nick
Me encanta es tan sexy
Y todos esos vaqueros
Como trabaja asi la rayiz??
Yo andaria muy urgida
Siguela!!
URGIDA?? yo estaría muriendo ahahahahhaha diosss tanto vaquero sexy y además Nicholas hahaha me muro ahahah
Val's Matth.
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
Hoy me levante temprano así que subiré la novela temprano xD ojala la disfruten tanto como yo ahhaha xD
Capitulo 7
Observó un mechón de pelo dorado
acariciando la mejilla de _____ y tuvo que contenerse para no acercarse a
apartarlo de su rostro. Aquél no era el mejor momento para poner en marcha su
plan. Blaze, un viejo caballo blanco, con demasiados defectos para ser
considerado un buen semental, entró trotando en el corral situado al lado del
de Suzette, agarrado por Stan y José.
—¿Qué están haciendo? —preguntó _____—.
Se supone que tendrían que dejarlo ir con ella. —No, Blaze tiene que
prepararla. —¿Perdón?
—Mira, tenemos que asegurarnos de que
Suzette esté dispuesta antes de que la monte Chico, el semental. En caso
contrario, si no está interesada, podría morderlo o darle una coz. No podemos
arriesgarnos a que le suceda nada a Chico, que vale muchísimo más que Blaze.
—Oh —_____ volvió a prestar atención a
Suzette—. En algunas ocasiones yo también he tenido que utilizar mis pezuñas.
Nick bajó la voz, aunque había pocas
posibilidades de que nadie los oyera.
—¿Te estás refiriendo a tu historia
reciente?
_____ contestó sin atreverse a
mirarlo.
—No, mi atracción hacia ti es real, y
extremadamente inconveniente.
O conveniente, desde otro punto de
vista, se dijo Nick.
—Me alegro de saberlo. Porque odiaría
que me apartaras de tu lado a patadas —observó a Suzette acercarse a la cerca
a la que Blaze estaba atado. La yegua alzó la cola y permitió que Blaze la
olisqueara. Buena señal.
—No creo que te echen a patadas muy a
menudo.
—No, si puedo evitarlo.
—Blaze parece muy ansioso.
—Oh, y lo está. Muy pronto se hará
evidente hasta qué punto.
Blaze se revolvía contra las cuerdas,
intentando atravesar la cerca. Su excitación pronto fue patente para
cualquiera que se Nickara la molestia de mirar entre sus patas.
—Ah, ya veo a qué te referías —musitó _____—.
Dios mío...
—Los machos no están hechos para
guardar secretos.
—¿Y qué me dices de ella? ¿Cómo sabéis
que
está preparada?
—Por su mirada.
_____ volvió la cabeza y descubrió a Nick
observándola fijamente.
Nick contuvo la respiración ante el
tumulto de emociones que se agolpaba en aquellos ojos azules. Oh, sí, _____
estaba preparada. Mucho más que preparada.
—¿Estamos hablando de caballos?
—preguntó _____.
—Tú sí, ¿no? —un agudo relincho de
Blaze lo obligó a prestar atención al corral. Suzzete alzó ligeramente sus
cuartos traseros y volvió a relinchar—. Muy bien. Ya estamos listos —alzó la
voz—. José, Stan, llevaros a Blaze y traed a Chico. —Ahora mismo, jefe —dijo
José. Ayudado por Stan, intentaron apartar a Blaze de la cerca. Blaze se
resistía, relinchaba y clavaba sus patas en el suelo, como si quisiera impedir
que lo doblegaran las cuerdas.
—Esto es terrible —musitó _____—.
Pobre Blaze.
—Esto es un negocio —Nick la miró—.
¿No es eso lo que tú me has dicho a mí?
_____ se apartó de la verja y lo miró.
—Sí estás insinuando que mis sesiones fotográficas se parecen en algo a esta,
esta...
—No lo estoy insinuando —replicó Nick
bajando la voz—. Lo estoy diciendo abiertamente. Durante el tiempo que he
estado observándote trabajar con Jeeter, no podía dejar de pensar en Blaze. No
sé si tienes algún novio que se beneficie de todas esas hormonas que flotan a
tu alrededor cuando trabajas, pero yo me niego a ser tratado como un semental
suplente mientras otro tipo se beneficia de la parte principal del acontecimiento.
—No tengo novio — dijo _____, sin
apartar la mirada de su rostro.
A pesar de sí mismo, Nick digirió
aquella información como una buena noticia.
—Entonces a veces debes de sentirte un
poco
frustrada, querida —a pesar de que
tenía toda su atención concentrada en _____, era consciente del ritual de
seducción que estaba poniendo Chico en funcionamiento. Permanecía alerta a
cualquier señal que pudiera indicar que había problemas, pero hasta el
momento, todo parecía estar yendo perfectamente.
—Mis frustraciones no son asunto tuyo
—replicó _____.
—Pero podría hacer que lo fueran.
—No.
Nick sintió cómo se endurecía su sexo al
recordar la lengua de _____ en el interior de su boca y lo ansiosa que parecía
ella por atrapar su beso. El instinto le dijo que los caballos se iban a
aparear en cualquier momento.
—Mira hacia allí, _____, no quiero que
te pierdas nada —la agarró del codo para hacerle volverse hacia el corral
justo en el momento en el que Chico se lanzaba contra Suzette y se hundía en
ella. Nick sintió que _____ se estremecía.
Se preguntó si saldría huyendo ante
aquella intensa muestra de sensualidad, y en aquella ocasión decidió que, si
lo hacía, la dejaría marchar. Sin embargo, _____ no se movió. Continuaba temblando,
pero no apartaba la mirada de los caballos.
Nick odiaba tener que dejarla en ese
momento. Si pudiera acompañarla después de aquello a la cabana, podrían
terminar lo que aquella misma tarde habían comenzado. Pero él era uno de los
encargados de aquella tarea de apareamiento.
—Tengo que irme —musitó, apretándole
cariñosamente el brazo.
_____ asintió sin mirarlo.
—Si necesitas algo, ya sabes dónde encontrarme
—añadió Nick.
_____ volvió a asentir.
Nick se alejó, deseando que hubiera
alguien capaz de asumir sus responsabilidades. Porque estaba convencido de que,
si pudiera Nickar a _____ de la mano y llevarla a algún lugar apartado,
terminarían haciendo el amor hasta que ambos estuvieran agotados.
_____ no estaba segura de cómo había
conseguido volver a la cabana. Imágenes de sementales y atractivos vaqueros se
cruzaban en su mente mientras se alejaba tambaleante del corral con intención
de disfrutar de un mínimo de intimidad para poder pensar.
No podía ceder al deseo que sentía por
Nick Jonas, ¿o sí? Pero en ese caso no podría utilizarlo para el calendario y
además estaría poniendo en peligro la posibilidad de conseguir un marido. Sin
embargo, mientras abría la puerta de la cabana y se metía en su refrescante
interior, ninguna de esas dos razones le parecía suficientemente fuerte para
negarse el placer de estar en los brazos de Nick.
Encontró un paquete en su cama, debían
de ser los contactos que Bernie le había enviado el día anterior. El alivio
fluyó por sus venas ante la perspectiva de una labor familiar. La experiencia
le había enseñado que seleccionar fotografías para un calendario no le excitaba
como las sesiones en las que las hacía. Era un proceso en el
que se requería desapasionamiento, un
ojo crítico, y una de las cosas que le habían hecho llegar tan lejos en su
profesión había sido precisamente su capacidad para juzgar fríamente su propio
trabajo.
Sin apartase de la cama, abrió el
paquete y ojeó sin darle demasiada importancia la nota de Bernie, hasta que
llegó al último párrafo, que la dejó completamente paralizada.
Ha llamado tu padre. Está interesado
en utilizar el calendario de Hombres de Montana como regalo de Navidad para
las compradoras de cosméticos de Sphinx. Le he dicho que tenía que consultarlo
contigo. Sinceramente, aunque sería bonito que fuéramos nosotras las que lo
presentáramos en público, creo que tu padre está pensando en un gran
lanzamiento publicitario. En el fondo, me encantaría que le mandaras a freír
espárragos. Ese calendario se va a vender perfectamente sin su ayuda. Por
cierto, ¿has encontrado ya un futuro marido?
_____ se sentó en la cama y releyó
aquel párrafo. Cuando había editado su primer calendario, le había pedido a su
padre que considerara la posibilidad de utilizarlo como un regalo para sus
clientes, lo que le habría proporcionado la publicidad que tanto necesitaba.
Le había resultado muy difícil pedírselo, pero mucho más escuchar su negativa.
Y cuando ya había conseguido ganarse
su propia fama, su padre estaba deseando ligar el nombre de su empresa con el
suyo. _____ todavía no
estaba segura de lo que iba a hacer,
pero tenía la absoluta certeza de que aquel calendario iba a ser el mejor que
había hecho en toda su vida. Y para ello tenía que conseguir que Nick Jonas
saliera en la portada.
_____ evitó encontrarse con Nick
durante el resto del día y no fue a la casa principal a la hora de cenar.
Además, picotear algo del frigorífico se adecuaba mejor a su modo de
alimentación. Se moría de ganas de darse un baño en la piscina, pero no quería
arriesgarse a que apareciera Nick por allí. Si no confiaba en su propia
capacidad de control cuando estaba Nick a su lado, aunque estuviera
completamente vestida, ¿qué garantías tenía de poder dominarse si la descubría
desnuda en una burbujeante bañera?
Así que decidió dedicarse a
seleccionar doce fotos del montón que Bernie le había enviado. Aquella tarea
absorbió toda su atención y, cuando terminó, descubrió que estaba
suficientemente cansada como para irse a la cama. Sería mejor que disfrutara
aquella noche de los lujos de una cama, se dijo, porque al día siguiente iba a
tener que dormir al aire libre. Nick estaría allí también, pero habría mucha
más gente con ellos, por no hablar de los perros, los caballos y el ganado. _____
juzgaba la situación suficientemente segura como para impedirle caer en la
tentación.
Se deslizó fácilmente hasta un
profundo sueño, a pesar de que los aullidos y los cacareos eran los mismos de
la noche anterior. Posiblemente, el aire de las montañas y el sol habían
ejercido algún efecto mágico durante el día, pues se sentía increíblemente
relajada. O quizá, pensó brevemente
antes de olvidarse del mundo, empezaba
a acostumbrarse a Montana.
A la mañana siguiente, se levantó de
un salto, ilusionada ante la perspectiva de estar viendo constantemente a Nick
durante los próximos dos días. Se perdió el desayuno, pues empleó una ridicula
cantidad de tiempo decidiendo qué ponerse y qué meter en la mochila. Al final,
se decidió por unos vaqueros, una sudadera y el chaleco. Se llevó además ropa
interior de recambio, productos de aseo y algunas barritas dulces. Cuando terminó
con el equipaje, se puso las gafas de sol y agarró la cazadora de camino hacia
la puerta.
El sol había condensado el rocío sobre
la hierba, dejando en el aire una esencia que inundó a _____ de recuerdos de
un veraneo muy especial, el que había disfrutado a los catorce años. Normalmente,
había pasado las vacaciones de verano alternando clases de baile y de música,
pero aquel año, había sido invitada por una amiga del colegio a pasar dos
gloriosas semanas en la casa que la familia tenía en Connecticut. A partir de
ese momento, _____ había identificado la fragancia de la hierba con el olor de
la libertad.
Al salir vio a los vaqueros reunidos
al lado del corral en el que estaban siendo ensillados los caballos. Un perro
de pelaje blanco y negro, en el que ya se había fijado el primer día y cuyo nombre
era Trixie, trotaba alrededor del grupo, esperando la salida del viaje.
Incluso desde esa distancia, _____
distinguió a Nick entre la multitud. Reconocía ya su forma de
andar, la caída de sus hombros y su
forma de llevar un sombrero. Cuarenta y ocho horas antes ni siquiera se conocían,
y ya había llegado a convertirse para ella en alguien alarmantemente familiar.
Bueno, eso no tenía por qué ser malo, se dijo mientras se ajustaba la correa de
la cámara al hombro y se dirigía hacia el corral. Cuanto más se familiarizara
con él, mejor lo fotografiaría cuando llegara el momento de hacerlo.
Al acercarse, reconoció entre los
vaqueros a Jeeter y a José. Estaba de suerte. José era otro firme candidato al
calendario y por fin iba a tener posibilidad de averiguar si estaba interesado.
Quizá hasta pudiera hacerle algunas fotos durante el viaje. Además, era
también un posible marido, se recordó. Con aquello en mente, decidió centrar
toda su atención exclusivamente en José, pero sus ojos volaban
irremediablemente hacia Nick.
Los aromas y los sonidos del corral le
llevaron recuerdos de la tarde anterior, cuando había contemplado al lado del Nick
al semental montando a la yegua. Nick debía saber exactamente lo que estaba
haciendo al arrastrarla hasta allí después del encuentro que habían tenido en
el establo. Pero si sucumbía a sus considerables encantos, ya no tendría la
foto de portaba. Y por excitantes que fueran las circunstancias, haría bien en
intentar no olvidarlo.
Afortunadamente, durante los dos días
siguientes al menos, iban a estar suficientemente acompañados. Miró hacia los
cinco huéspedes que habían decidido ayudar al traslado del ganado. Los
recordaba vagamente después de la primera comida que habían compartido y por
haberse cruza-
do con ellos en el rancho, pero no
había retenido
sus nombres.
Sabía que la pareja que parecía más
joven llevaba sólo un año casada y vivía en Massachusetts. La segunda pareja
tenía ya una hija de catorce años a la que Nick estaba ayudando en ese momento
a ajustar los estribos, mientras sus padres permanecían a su lado ofreciendo
consejo con un marcado acento de Boston.
En ese momento, Nick le dio la espalda
a sus padres y le guiñó un ojo a la niña.
Ésta le devolvió la sonrisa y _____
supuso que Nick acababa de ganarse una amiga para toda la vida. A ninguna
adolescente le gustaba que sus padres estuvieran rondando continuamente a su
alrededor.
—Así están bien, Laura —le dijo a la
niña. —Yo creo que deberían estar más cortos —repuso la madre de la niña.
Laura colocó los pies sobre los
estribos y asintió su aprobación mirando a Nick.
—En el oeste se monta de forma
diferente, mamá —dijo Laura.
—Bueno, en cualquier caso yo quiero
más cortos mis estribos.
Nick se volvió para contestar y en ese
momento reparó en _____. Una expresión de bienvenida iluminó su rostro antes
de que volviera a prestar atención a la madre de Laura.
—Los ajustaremos como usted quiera,
señora Preston. José? ¿Quieres preparar el caballo de la señora Preston? Y trae
después a Dinamita, para que la monte la señorita ________. ¿Dinamita? _____
tragó saliva.
—Claro, jefe.
_____ no pudo reprimir un intenso
palpito de deseo cuando Nick caminó hacia ella. Era un hombre increíblemente
atractivo.
Nick se echó el sombrero hacia atrás
con el pulgar y sonrió.
—Así que has venido.
—Dije que vendría. Pero acerca de ese
caballo en el que pretendes que monte...
—Admiro a las mujeres que cumplen con
su palabra —la miró durante un instante en silencio—. Necesitas un sombrero.
—No tengo. Pero no importa. Escucha,
¿Dinamita es...?
—Todo el mundo lleva sombrero —la
agarró del brazo—. Vamos. Veamos si podemos encontrarte uno.
—No me gustan los sombreros —pero lo
siguió. Al fin y al cabo, era menos embarazoso que negarse y montar una
escena—. Jamás he llevado. —Pero esta vez lo harás. No quiero que te desmayes
por culpa del sol, ni que se te queme esa preciosa naricilla.
—Tengo protector solar. Y toneladas de
pelo para evitar una insolación. Y mi nariz es del todo menos pequeña.
Nick se echó a reír mientras la
instaba a subir los escalones del porche que conducía a la casa.
—Tienes razón. Tienes una de esas
narices aristocráticas. Pero perderá su aspecto regio si se te pone como un Nickate.
—Oh, por el amor de Dio, no me trates
como si fuera una niña. Ya soy adulta, puedo cuidar de mí misma.
—En Nueva York quizá —Nick le hizo un
gesto a Luann, que estaba sacando las cenizas de la chimenea—. Buenos días,
Luann.
—Buenos días, Nick —sonrió a _____—.
Apuesto a que va a conseguirte un sombrero.
—Eso dice él.
Nick se metió en su despacho seguido
de _____
y cerró la puerta.
—Necesitas algo para cubrirte la
cabeza, pero antes que nada, necesitas esto —se quitó el sombrero y la besó.
Inmediatamente, las barreras que _____
había levantado con tanto trabajo, todas las razones que había forjado para no
permitir que aquello ocurriera, se derrumbaron. Sabía que debería empujarlo
en vez de dedicarse a distinguir el sabor del café en su boca, en vez de
respirar la esencia de su loción y el excitante efecto de aquella combinación
con el cuero y el sudor.
Nick la sostuvo contra él y alzó la
cabeza.
—Buenos días, _____.
Ella se esforzó en recuperar
rápidamente la
respiración.
—Estás intentando causarme problemas,
¿verdad, vaquero?
—Estoy intentando aliviar tus
problemas. Has estado evitándome desde ayer, ¿verdad?
—Tenía trabajo que hacer.
Nick deslizó las manos por su espalda
y las posó en su trasero.
—Y yo también, pero podría haberte
encontrado un hueco en mi horario.
_____ comenzaba a sentirse como una
masa informe derretida por el deseo, pero no quería que
Nick supiera hasta qué punto la
afectaba. Nickó aire.
—Te estoy reservando para la portada, Nick.
Nick curvó sus labios en una sensual
sonrisa.
—Maldita sea, eres una mujer muy
cabezota.
«Y tú el hombre más sexy con el que me
he encontrado en toda mi vida», pensó ella. _____ fijó la mirada en aquellos
embriagadores ojos grises y agradeció al cielo que Luann se encontrara al otro
lado de la puerta y hubiera al menos otras siete personas esperándolos en el
corral. Porque si no hubiera sido así, Nick habría sido capaz de convencerla
de que hiciera cualquier cosa en ese mismo instante, incluyendo una sesión de
sexo sobre aquella enorme mesa de roble.
—No tenemos tiempo —le advirtió.
—Eso es lo que estaba intentando
decirte. La vida es demasiado corta.
—Me refiero a que tenemos que volver
al corral.
—Ah.
—Y después de todo esto, será mejor
que aparezca con un sombrero.
—Lo del sombrero lo decía
completamente en serio —se separó de ella y se acercó a un perchero en el que
había colgados varios sombreros—. Y también todo lo demás, pero lo primero que
quiero es cubrirte la cabeza —Nickó un sombrero color crema—. Veamos si te
sienta bien.
_____ lo Nickó, pero no se lo puso.
—Me lo pondré cuando comience a
montar.
—No. Tenemos que asegurarnos antes de
que te sienta bien. Y no quiero excusas. Venga, pónte-lo —le quitó el sombrero,
se lo colocó en la cabe-
za y la observó atentamente para
supervisar el resultado. Lentamente, apareció en su rostro una
sonrisa.
—¿Qué? —miró a su alrededor, en busca
de un espejo, pero no encontró ninguno—. Estoy ridicula, ¿verdad?
—No. Pareces hecha para llevar
sombrero.
Quédatelo.
—Eso sí que es completamente ridículo.
En cuanto me vaya de aquí no volveré a usarlo —y tampoco volvería a ver a Nick Jonas.
Aquel pensamiento le produjo una sensación de vacío que inmediatamente decidió
ignorar—. Ahora me lo pondré para justificar la escenita que has montado, pero
después de esta excursión te lo devolveré.
—Yo no me precipitaría tanto. No es
fácil encontrar un sombrero que le siente a uno bien. Algunas personas tienen
que probarse más de cien hasta encontrar uno que encaje con su personalidad.
Ése es perfecto para ti —se puso su propio sombrero—. Vamos...
Fascinada por su declaración, _____
corrió tras
él.
—¿Y por qué es perfecto?
Nick siguió caminando.
—Enmarca tu belleza, no la cubre.
Además, el color es perfecto para tu pelo. Y el tamaño de las alas es ideal.
Con esas piernas tan largas, no te habría sentado bien uno con el ala más
pequeña — se volvió hacia ella, sin dejar de caminar hacia los corrales—. Es un
modelo clásico, pero esa pluma le da un toque muy especial. Como te he dicho,
es perfecto.
Un grato calor se extendía por el
interior de _____ mientras escuchaba su evaluación. La rotundidad de sus
palabras hacía más impactante todavía aquel cumplido. Si aquella era una
estrategia de seducción, estaba demostrando ser muy hábil. _____ se había
tragado cada una de sus palabras sin advertir en ellas ni una gota de cinismo.
Para cuando llegaron a los corrales,
había decidido sin ningún tipo de duda que adoraba aquel sombrero.
Disfrútenla...
Capitulo 7
Observó un mechón de pelo dorado
acariciando la mejilla de _____ y tuvo que contenerse para no acercarse a
apartarlo de su rostro. Aquél no era el mejor momento para poner en marcha su
plan. Blaze, un viejo caballo blanco, con demasiados defectos para ser
considerado un buen semental, entró trotando en el corral situado al lado del
de Suzette, agarrado por Stan y José.
—¿Qué están haciendo? —preguntó _____—.
Se supone que tendrían que dejarlo ir con ella. —No, Blaze tiene que
prepararla. —¿Perdón?
—Mira, tenemos que asegurarnos de que
Suzette esté dispuesta antes de que la monte Chico, el semental. En caso
contrario, si no está interesada, podría morderlo o darle una coz. No podemos
arriesgarnos a que le suceda nada a Chico, que vale muchísimo más que Blaze.
—Oh —_____ volvió a prestar atención a
Suzette—. En algunas ocasiones yo también he tenido que utilizar mis pezuñas.
Nick bajó la voz, aunque había pocas
posibilidades de que nadie los oyera.
—¿Te estás refiriendo a tu historia
reciente?
_____ contestó sin atreverse a
mirarlo.
—No, mi atracción hacia ti es real, y
extremadamente inconveniente.
O conveniente, desde otro punto de
vista, se dijo Nick.
—Me alegro de saberlo. Porque odiaría
que me apartaras de tu lado a patadas —observó a Suzette acercarse a la cerca
a la que Blaze estaba atado. La yegua alzó la cola y permitió que Blaze la
olisqueara. Buena señal.
—No creo que te echen a patadas muy a
menudo.
—No, si puedo evitarlo.
—Blaze parece muy ansioso.
—Oh, y lo está. Muy pronto se hará
evidente hasta qué punto.
Blaze se revolvía contra las cuerdas,
intentando atravesar la cerca. Su excitación pronto fue patente para
cualquiera que se Nickara la molestia de mirar entre sus patas.
—Ah, ya veo a qué te referías —musitó _____—.
Dios mío...
—Los machos no están hechos para
guardar secretos.
—¿Y qué me dices de ella? ¿Cómo sabéis
que
está preparada?
—Por su mirada.
_____ volvió la cabeza y descubrió a Nick
observándola fijamente.
Nick contuvo la respiración ante el
tumulto de emociones que se agolpaba en aquellos ojos azules. Oh, sí, _____
estaba preparada. Mucho más que preparada.
—¿Estamos hablando de caballos?
—preguntó _____.
—Tú sí, ¿no? —un agudo relincho de
Blaze lo obligó a prestar atención al corral. Suzzete alzó ligeramente sus
cuartos traseros y volvió a relinchar—. Muy bien. Ya estamos listos —alzó la
voz—. José, Stan, llevaros a Blaze y traed a Chico. —Ahora mismo, jefe —dijo
José. Ayudado por Stan, intentaron apartar a Blaze de la cerca. Blaze se
resistía, relinchaba y clavaba sus patas en el suelo, como si quisiera impedir
que lo doblegaran las cuerdas.
—Esto es terrible —musitó _____—.
Pobre Blaze.
—Esto es un negocio —Nick la miró—.
¿No es eso lo que tú me has dicho a mí?
_____ se apartó de la verja y lo miró.
—Sí estás insinuando que mis sesiones fotográficas se parecen en algo a esta,
esta...
—No lo estoy insinuando —replicó Nick
bajando la voz—. Lo estoy diciendo abiertamente. Durante el tiempo que he
estado observándote trabajar con Jeeter, no podía dejar de pensar en Blaze. No
sé si tienes algún novio que se beneficie de todas esas hormonas que flotan a
tu alrededor cuando trabajas, pero yo me niego a ser tratado como un semental
suplente mientras otro tipo se beneficia de la parte principal del acontecimiento.
—No tengo novio — dijo _____, sin
apartar la mirada de su rostro.
A pesar de sí mismo, Nick digirió
aquella información como una buena noticia.
—Entonces a veces debes de sentirte un
poco
frustrada, querida —a pesar de que
tenía toda su atención concentrada en _____, era consciente del ritual de
seducción que estaba poniendo Chico en funcionamiento. Permanecía alerta a
cualquier señal que pudiera indicar que había problemas, pero hasta el
momento, todo parecía estar yendo perfectamente.
—Mis frustraciones no son asunto tuyo
—replicó _____.
—Pero podría hacer que lo fueran.
—No.
Nick sintió cómo se endurecía su sexo al
recordar la lengua de _____ en el interior de su boca y lo ansiosa que parecía
ella por atrapar su beso. El instinto le dijo que los caballos se iban a
aparear en cualquier momento.
—Mira hacia allí, _____, no quiero que
te pierdas nada —la agarró del codo para hacerle volverse hacia el corral
justo en el momento en el que Chico se lanzaba contra Suzette y se hundía en
ella. Nick sintió que _____ se estremecía.
Se preguntó si saldría huyendo ante
aquella intensa muestra de sensualidad, y en aquella ocasión decidió que, si
lo hacía, la dejaría marchar. Sin embargo, _____ no se movió. Continuaba temblando,
pero no apartaba la mirada de los caballos.
Nick odiaba tener que dejarla en ese
momento. Si pudiera acompañarla después de aquello a la cabana, podrían
terminar lo que aquella misma tarde habían comenzado. Pero él era uno de los
encargados de aquella tarea de apareamiento.
—Tengo que irme —musitó, apretándole
cariñosamente el brazo.
_____ asintió sin mirarlo.
—Si necesitas algo, ya sabes dónde encontrarme
—añadió Nick.
_____ volvió a asentir.
Nick se alejó, deseando que hubiera
alguien capaz de asumir sus responsabilidades. Porque estaba convencido de que,
si pudiera Nickar a _____ de la mano y llevarla a algún lugar apartado,
terminarían haciendo el amor hasta que ambos estuvieran agotados.
_____ no estaba segura de cómo había
conseguido volver a la cabana. Imágenes de sementales y atractivos vaqueros se
cruzaban en su mente mientras se alejaba tambaleante del corral con intención
de disfrutar de un mínimo de intimidad para poder pensar.
No podía ceder al deseo que sentía por
Nick Jonas, ¿o sí? Pero en ese caso no podría utilizarlo para el calendario y
además estaría poniendo en peligro la posibilidad de conseguir un marido. Sin
embargo, mientras abría la puerta de la cabana y se metía en su refrescante
interior, ninguna de esas dos razones le parecía suficientemente fuerte para
negarse el placer de estar en los brazos de Nick.
Encontró un paquete en su cama, debían
de ser los contactos que Bernie le había enviado el día anterior. El alivio
fluyó por sus venas ante la perspectiva de una labor familiar. La experiencia
le había enseñado que seleccionar fotografías para un calendario no le excitaba
como las sesiones en las que las hacía. Era un proceso en el
que se requería desapasionamiento, un
ojo crítico, y una de las cosas que le habían hecho llegar tan lejos en su
profesión había sido precisamente su capacidad para juzgar fríamente su propio
trabajo.
Sin apartase de la cama, abrió el
paquete y ojeó sin darle demasiada importancia la nota de Bernie, hasta que
llegó al último párrafo, que la dejó completamente paralizada.
Ha llamado tu padre. Está interesado
en utilizar el calendario de Hombres de Montana como regalo de Navidad para
las compradoras de cosméticos de Sphinx. Le he dicho que tenía que consultarlo
contigo. Sinceramente, aunque sería bonito que fuéramos nosotras las que lo
presentáramos en público, creo que tu padre está pensando en un gran
lanzamiento publicitario. En el fondo, me encantaría que le mandaras a freír
espárragos. Ese calendario se va a vender perfectamente sin su ayuda. Por
cierto, ¿has encontrado ya un futuro marido?
_____ se sentó en la cama y releyó
aquel párrafo. Cuando había editado su primer calendario, le había pedido a su
padre que considerara la posibilidad de utilizarlo como un regalo para sus
clientes, lo que le habría proporcionado la publicidad que tanto necesitaba.
Le había resultado muy difícil pedírselo, pero mucho más escuchar su negativa.
Y cuando ya había conseguido ganarse
su propia fama, su padre estaba deseando ligar el nombre de su empresa con el
suyo. _____ todavía no
estaba segura de lo que iba a hacer,
pero tenía la absoluta certeza de que aquel calendario iba a ser el mejor que
había hecho en toda su vida. Y para ello tenía que conseguir que Nick Jonas
saliera en la portada.
_____ evitó encontrarse con Nick
durante el resto del día y no fue a la casa principal a la hora de cenar.
Además, picotear algo del frigorífico se adecuaba mejor a su modo de
alimentación. Se moría de ganas de darse un baño en la piscina, pero no quería
arriesgarse a que apareciera Nick por allí. Si no confiaba en su propia
capacidad de control cuando estaba Nick a su lado, aunque estuviera
completamente vestida, ¿qué garantías tenía de poder dominarse si la descubría
desnuda en una burbujeante bañera?
Así que decidió dedicarse a
seleccionar doce fotos del montón que Bernie le había enviado. Aquella tarea
absorbió toda su atención y, cuando terminó, descubrió que estaba
suficientemente cansada como para irse a la cama. Sería mejor que disfrutara
aquella noche de los lujos de una cama, se dijo, porque al día siguiente iba a
tener que dormir al aire libre. Nick estaría allí también, pero habría mucha
más gente con ellos, por no hablar de los perros, los caballos y el ganado. _____
juzgaba la situación suficientemente segura como para impedirle caer en la
tentación.
Se deslizó fácilmente hasta un
profundo sueño, a pesar de que los aullidos y los cacareos eran los mismos de
la noche anterior. Posiblemente, el aire de las montañas y el sol habían
ejercido algún efecto mágico durante el día, pues se sentía increíblemente
relajada. O quizá, pensó brevemente
antes de olvidarse del mundo, empezaba
a acostumbrarse a Montana.
A la mañana siguiente, se levantó de
un salto, ilusionada ante la perspectiva de estar viendo constantemente a Nick
durante los próximos dos días. Se perdió el desayuno, pues empleó una ridicula
cantidad de tiempo decidiendo qué ponerse y qué meter en la mochila. Al final,
se decidió por unos vaqueros, una sudadera y el chaleco. Se llevó además ropa
interior de recambio, productos de aseo y algunas barritas dulces. Cuando terminó
con el equipaje, se puso las gafas de sol y agarró la cazadora de camino hacia
la puerta.
El sol había condensado el rocío sobre
la hierba, dejando en el aire una esencia que inundó a _____ de recuerdos de
un veraneo muy especial, el que había disfrutado a los catorce años. Normalmente,
había pasado las vacaciones de verano alternando clases de baile y de música,
pero aquel año, había sido invitada por una amiga del colegio a pasar dos
gloriosas semanas en la casa que la familia tenía en Connecticut. A partir de
ese momento, _____ había identificado la fragancia de la hierba con el olor de
la libertad.
Al salir vio a los vaqueros reunidos
al lado del corral en el que estaban siendo ensillados los caballos. Un perro
de pelaje blanco y negro, en el que ya se había fijado el primer día y cuyo nombre
era Trixie, trotaba alrededor del grupo, esperando la salida del viaje.
Incluso desde esa distancia, _____
distinguió a Nick entre la multitud. Reconocía ya su forma de
andar, la caída de sus hombros y su
forma de llevar un sombrero. Cuarenta y ocho horas antes ni siquiera se conocían,
y ya había llegado a convertirse para ella en alguien alarmantemente familiar.
Bueno, eso no tenía por qué ser malo, se dijo mientras se ajustaba la correa de
la cámara al hombro y se dirigía hacia el corral. Cuanto más se familiarizara
con él, mejor lo fotografiaría cuando llegara el momento de hacerlo.
Al acercarse, reconoció entre los
vaqueros a Jeeter y a José. Estaba de suerte. José era otro firme candidato al
calendario y por fin iba a tener posibilidad de averiguar si estaba interesado.
Quizá hasta pudiera hacerle algunas fotos durante el viaje. Además, era
también un posible marido, se recordó. Con aquello en mente, decidió centrar
toda su atención exclusivamente en José, pero sus ojos volaban
irremediablemente hacia Nick.
Los aromas y los sonidos del corral le
llevaron recuerdos de la tarde anterior, cuando había contemplado al lado del Nick
al semental montando a la yegua. Nick debía saber exactamente lo que estaba
haciendo al arrastrarla hasta allí después del encuentro que habían tenido en
el establo. Pero si sucumbía a sus considerables encantos, ya no tendría la
foto de portaba. Y por excitantes que fueran las circunstancias, haría bien en
intentar no olvidarlo.
Afortunadamente, durante los dos días
siguientes al menos, iban a estar suficientemente acompañados. Miró hacia los
cinco huéspedes que habían decidido ayudar al traslado del ganado. Los
recordaba vagamente después de la primera comida que habían compartido y por
haberse cruza-
do con ellos en el rancho, pero no
había retenido
sus nombres.
Sabía que la pareja que parecía más
joven llevaba sólo un año casada y vivía en Massachusetts. La segunda pareja
tenía ya una hija de catorce años a la que Nick estaba ayudando en ese momento
a ajustar los estribos, mientras sus padres permanecían a su lado ofreciendo
consejo con un marcado acento de Boston.
En ese momento, Nick le dio la espalda
a sus padres y le guiñó un ojo a la niña.
Ésta le devolvió la sonrisa y _____
supuso que Nick acababa de ganarse una amiga para toda la vida. A ninguna
adolescente le gustaba que sus padres estuvieran rondando continuamente a su
alrededor.
—Así están bien, Laura —le dijo a la
niña. —Yo creo que deberían estar más cortos —repuso la madre de la niña.
Laura colocó los pies sobre los
estribos y asintió su aprobación mirando a Nick.
—En el oeste se monta de forma
diferente, mamá —dijo Laura.
—Bueno, en cualquier caso yo quiero
más cortos mis estribos.
Nick se volvió para contestar y en ese
momento reparó en _____. Una expresión de bienvenida iluminó su rostro antes
de que volviera a prestar atención a la madre de Laura.
—Los ajustaremos como usted quiera,
señora Preston. José? ¿Quieres preparar el caballo de la señora Preston? Y trae
después a Dinamita, para que la monte la señorita ________. ¿Dinamita? _____
tragó saliva.
—Claro, jefe.
_____ no pudo reprimir un intenso
palpito de deseo cuando Nick caminó hacia ella. Era un hombre increíblemente
atractivo.
Nick se echó el sombrero hacia atrás
con el pulgar y sonrió.
—Así que has venido.
—Dije que vendría. Pero acerca de ese
caballo en el que pretendes que monte...
—Admiro a las mujeres que cumplen con
su palabra —la miró durante un instante en silencio—. Necesitas un sombrero.
—No tengo. Pero no importa. Escucha,
¿Dinamita es...?
—Todo el mundo lleva sombrero —la
agarró del brazo—. Vamos. Veamos si podemos encontrarte uno.
—No me gustan los sombreros —pero lo
siguió. Al fin y al cabo, era menos embarazoso que negarse y montar una
escena—. Jamás he llevado. —Pero esta vez lo harás. No quiero que te desmayes
por culpa del sol, ni que se te queme esa preciosa naricilla.
—Tengo protector solar. Y toneladas de
pelo para evitar una insolación. Y mi nariz es del todo menos pequeña.
Nick se echó a reír mientras la
instaba a subir los escalones del porche que conducía a la casa.
—Tienes razón. Tienes una de esas
narices aristocráticas. Pero perderá su aspecto regio si se te pone como un Nickate.
—Oh, por el amor de Dio, no me trates
como si fuera una niña. Ya soy adulta, puedo cuidar de mí misma.
—En Nueva York quizá —Nick le hizo un
gesto a Luann, que estaba sacando las cenizas de la chimenea—. Buenos días,
Luann.
—Buenos días, Nick —sonrió a _____—.
Apuesto a que va a conseguirte un sombrero.
—Eso dice él.
Nick se metió en su despacho seguido
de _____
y cerró la puerta.
—Necesitas algo para cubrirte la
cabeza, pero antes que nada, necesitas esto —se quitó el sombrero y la besó.
Inmediatamente, las barreras que _____
había levantado con tanto trabajo, todas las razones que había forjado para no
permitir que aquello ocurriera, se derrumbaron. Sabía que debería empujarlo
en vez de dedicarse a distinguir el sabor del café en su boca, en vez de
respirar la esencia de su loción y el excitante efecto de aquella combinación
con el cuero y el sudor.
Nick la sostuvo contra él y alzó la
cabeza.
—Buenos días, _____.
Ella se esforzó en recuperar
rápidamente la
respiración.
—Estás intentando causarme problemas,
¿verdad, vaquero?
—Estoy intentando aliviar tus
problemas. Has estado evitándome desde ayer, ¿verdad?
—Tenía trabajo que hacer.
Nick deslizó las manos por su espalda
y las posó en su trasero.
—Y yo también, pero podría haberte
encontrado un hueco en mi horario.
_____ comenzaba a sentirse como una
masa informe derretida por el deseo, pero no quería que
Nick supiera hasta qué punto la
afectaba. Nickó aire.
—Te estoy reservando para la portada, Nick.
Nick curvó sus labios en una sensual
sonrisa.
—Maldita sea, eres una mujer muy
cabezota.
«Y tú el hombre más sexy con el que me
he encontrado en toda mi vida», pensó ella. _____ fijó la mirada en aquellos
embriagadores ojos grises y agradeció al cielo que Luann se encontrara al otro
lado de la puerta y hubiera al menos otras siete personas esperándolos en el
corral. Porque si no hubiera sido así, Nick habría sido capaz de convencerla
de que hiciera cualquier cosa en ese mismo instante, incluyendo una sesión de
sexo sobre aquella enorme mesa de roble.
—No tenemos tiempo —le advirtió.
—Eso es lo que estaba intentando
decirte. La vida es demasiado corta.
—Me refiero a que tenemos que volver
al corral.
—Ah.
—Y después de todo esto, será mejor
que aparezca con un sombrero.
—Lo del sombrero lo decía
completamente en serio —se separó de ella y se acercó a un perchero en el que
había colgados varios sombreros—. Y también todo lo demás, pero lo primero que
quiero es cubrirte la cabeza —Nickó un sombrero color crema—. Veamos si te
sienta bien.
_____ lo Nickó, pero no se lo puso.
—Me lo pondré cuando comience a
montar.
—No. Tenemos que asegurarnos antes de
que te sienta bien. Y no quiero excusas. Venga, pónte-lo —le quitó el sombrero,
se lo colocó en la cabe-
za y la observó atentamente para
supervisar el resultado. Lentamente, apareció en su rostro una
sonrisa.
—¿Qué? —miró a su alrededor, en busca
de un espejo, pero no encontró ninguno—. Estoy ridicula, ¿verdad?
—No. Pareces hecha para llevar
sombrero.
Quédatelo.
—Eso sí que es completamente ridículo.
En cuanto me vaya de aquí no volveré a usarlo —y tampoco volvería a ver a Nick Jonas.
Aquel pensamiento le produjo una sensación de vacío que inmediatamente decidió
ignorar—. Ahora me lo pondré para justificar la escenita que has montado, pero
después de esta excursión te lo devolveré.
—Yo no me precipitaría tanto. No es
fácil encontrar un sombrero que le siente a uno bien. Algunas personas tienen
que probarse más de cien hasta encontrar uno que encaje con su personalidad.
Ése es perfecto para ti —se puso su propio sombrero—. Vamos...
Fascinada por su declaración, _____
corrió tras
él.
—¿Y por qué es perfecto?
Nick siguió caminando.
—Enmarca tu belleza, no la cubre.
Además, el color es perfecto para tu pelo. Y el tamaño de las alas es ideal.
Con esas piernas tan largas, no te habría sentado bien uno con el ala más
pequeña — se volvió hacia ella, sin dejar de caminar hacia los corrales—. Es un
modelo clásico, pero esa pluma le da un toque muy especial. Como te he dicho,
es perfecto.
Un grato calor se extendía por el
interior de _____ mientras escuchaba su evaluación. La rotundidad de sus
palabras hacía más impactante todavía aquel cumplido. Si aquella era una
estrategia de seducción, estaba demostrando ser muy hábil. _____ se había
tragado cada una de sus palabras sin advertir en ellas ni una gota de cinismo.
Para cuando llegaron a los corrales,
había decidido sin ningún tipo de duda que adoraba aquel sombrero.
Disfrútenla...
Val's Matth.
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
Holiss!Nueva Lectora!Me encanta la nove! Amo a Nick! Es tan sexy jjajajaja
Bueno, espero verte por mis noves y que la sigas pronto!Besos.
Bueno, espero verte por mis noves y que la sigas pronto!Besos.
Sunny
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
awwww me encanta Nick
Es tan sexy
Ya que uno de los dos seda, para que se acuesten
Siguela!!!
Es tan sexy
Ya que uno de los dos seda, para que se acuesten
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
Siguelaaaa y pasa por mis noves cuando puedas te esperan nuevos caps :D
thegirlwiththebrokensmile
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