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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 2 de 7. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
shamm escribió:Nueva lectora!! Siguelaaaaa Me EnCaNtaaaaa!! :3
Bienvenida!!! que bueno que te guste la nove, en unos minutitos mas la sigo ok :)
Val's Matth.
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
militah_26 escribió:Valeeeee!! esta geniial siguela luegooo me encanto ajshash me tendras viciada jhum djahass de algo que sirvan las vacaciones ajshasha :d nos vemos luego
hahahha sí por lo menos lees tranquila y no piensas" que tengo para el lunes?" hahahahaha
Val's Matth.
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
militah_26 escribió:Valeeeee!! esta geniial siguela luegooo me encanto ajshash me tendras viciada jhum djahass de algo que sirvan las vacaciones ajshasha :d nos vemos luego
hahahha sí por lo menos lees tranquila y no piensas" que tengo para el lunes?" hahahahaha
Val's Matth.
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
nyJB escribió:hola
eh aqui una nueva lectora me encanta esta novela
siguelaaaaaaaaa
quiero mas capitulos
Bienvenida!!!
ha!!! gracias pro darte el tiempo de leerla y que te guste :)
Val's Matth.
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
aranzhitha escribió:awwwwww me encanta
Nick que malvado es todo lo
que le hace pasar a la rayiz
y no quiere que lo fotografíen
siguela!!!
ahahahahahha siiii Nick siempre con sus aires de superioridad y tan reservado hahaha peor lo amo xD
Val's Matth.
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
Chicas gracias por los comentarios, *-* de veras que me alegraron el día xD.
Así que les dejo nuevo capitulo, espero que lo disfruten tanto como yo, un beso :)
Capitulo 3
Considerando que Nick no era la persona que normalmente iba a buscar a los huéspedes al aeropuerto, la historia que le había contado para justificar el cartel con el que lo había encontrado debía de ser cierta. Quizá escribir el mensaje en el pecho de Loni Anderson no había sido un gesto machista, después de todo. Pero no debía olvidar que había añadido que el rancho estaba diri-
gido por vaqueros auténticos con toda intencionalidad.
Mientras se acercaba a la puerta de la camioneta, _____ observó que el vehículo tenía tal cantidad de barro que era prácticamente imposible distinguir su color. Y estaba convencida de que una persona tenía que haber pasado a propósito por cada charco que encontrara para dejar una carrocería en ese estado.
Después de supervisar la camioneta, los rasgados vaqueros de Nick y su viejo sombrero, llegó a una conclusión:
—¿Sabes lo que pienso, Nick? Nick, que estaba abriendo la puerta en ese momento, se detuvo y la miró. —No tengo la menor idea. —Pues creo que estás mostrando una actitud bastante infantil.
En los labios de Nick volvió a aparecer una sonrisa.
—¿Usted cree?
_____ se acercó a la camioneta y le pasó a Nick la maleta para que la colocara en la parte de atrás. En el proceso, lo miró directamente a los ojos y sonrió.
—La cuestión es que yo soy una chica de Nueva York, hace tiempo que soy capaz de enfrentarme a todo tipo de situaciones y no estoy dispuesta a dejar que nadie me trate como si fuera una estúpida —se interrumpió y arrugó la nariz al sentir el desagradable olor que se extendía por la cabina de la camioneta—. ¿Qué es eso?
Nick parecía estar haciendo un serio esfuerzo para no echarse a reír.
—Eso es una estupidez, señora.
_____ se asomó a la cabina y se fijó en la bolsa que había en el salpicadero.
—¿Esto tiene algo que ver con tu sentido del humor?
—No señora —era evidente que estaba conteniendo la risa—. Eso es una muestra que tengo que llevar al laboratorio para saber si las vacas tienen parásitos. Ésa es la tarea que tengo que hacer.
—No me lo creo. Has planeado esto para ver cómo reacciono.
—Le demostraré que no miento yendo directamente al laboratorio y dejando allí esta bolsa.
—Eso no demuestra nada. ¿Por qué has decidido meter la bolsa en la cabina, en vez de llevarla en el remolque?
—A mí no me molesta llevarla en la cabina.
—Ya entiendo —así que realmente estaba poniéndola a prueba—. ¿Y si yo soy capaz de ir en la cabina con esta bolsa apestosa hasta que lleguemos al laboratorio, aceptarás ser portada de mi calendario?
—No.
—Entonces no necesito hacer el sacrificio — Nickó la bolsa y agarrándola con dos dedos, la dejó en el remolque. Después se sentó en el asiento de pasajeros—. Llevaré la mochila y la maleta conmigo.
—Va a ir muy incómoda.
—Lo prefiero a correr el riesgo de que mis cosas terminen reventando su bolsa.
—A mí tampoco me gustaría.
—Estoy segura.
—Estoy hablando en serio —insistió Nick—.
Necesito llevar esa muestra al laboratorio —añadió mientras metía la maleta de la fotógrafa en la
cabina.
Mientras se la colocaba en las rodillas, _____ apreció la fragancia boscosa de su loción.
—Me. sorprende que no te hayas echado parte del contenido de la bolsa encima, para incrementar el efecto.
Nick le pasó la mochila.
—Eso habría sido llevar las cosas un poco lejos.
—¿De modo que tienes ciertos límites a la hora de burlarte de los novatos?
—Para ser sincero, normalmente no nos burlamos de ellos, a menos que pidan específicamente conocer a auténticos vaqueros —cerró la puerta.
—¡Pero mi secretaria tenía que pedirlos! —le explicó—. De otra forma, podría haber terminado en algún lugar turístico, lleno de vaqueros falsos. Yo quería algo real.
—Bueno, supongo que eso es lo que encontrará en Susurros del Viento —contestó, arrastrando exageradamente la voz.
No si no podía tenerlo a él, se dijo _____. Pero ella siempre conseguía al hombre que buscaba.
Iban tan apretados en la cabina que Nick rozaba la rodilla de _____ cada vez que cambiaba de marcha. A ella no parecía preocuparle en absoluto, pero a Nick comenzaba a ponerle nervioso aquel contacto porque, por mucho que intentara evitarlo, se sentía atraído hacia ella.
De hecho, cada vez era mayor la evidencia de que encontraba algo especial en las mujeres urba-
ñas, posiblemente porque eran muy diferentes a las que se encontraban en un ambiente rural. Le bastaba con recordar la fascinación que había sentido desde el primer momento por Deidre.
A petición de _____, tras dejar la muestra en el laboratorio, pararon a comprar unas hamburguesas. Por la rapidez con la que _____ dio cuenta de la suya, Nick dedujo que no había comido demasiado durante el vuelo.
Siempre se había sentido estúpidamente impresionado por las mujeres bonitas, y no podía evitar disfrutar observando a _____ hacer algo tan simple como desenvolver la hamburguesa y darle un mordisco con aquellos dientes increíblemente blancos. Tenía una boca llena y generosa, una boca tentadora, que invitaba a ser acariciada.
_____ sacó una servilleta de papel de bolsillo y se limpió un resto de Nickate de la comisura de los
labios.
—Necesito pedir ciertos privilegios en la cocina —dijo.
—¿Privilegios en la cocina? ¿Piensa cocinar
cuando esté en el rancho?
—No cocinar, exactamente, pero me gusta comer a horas un tanto extrañas. Supongo que podría decirse que me gusta picotear. Y estaba preguntándome si podrían permitirme que fuera de vez en cuando a la cocina a prepararme algo de
comer.
Nick pensó inmediatamente que la cocina era
el reino de Juanita en el rancho.
—Lo dudo, pero si consigue caerle bien a nuestra cocinera, es posible que acceda a prepararle algo entre horas.
—Preferiría hacérmelo yo. Si no te importa parar en algún supermercado, ahora me gustaría comprar unas chocolatinas.
Nick giró la camioneta y la dejó en el aparcamiento de un supermercado. Rápidamente, _____ comenzó a levantar su mochila.
—No se moleste, yo le traeré lo que necesite —se ofreció Nick mientras se quitaba el cinturón de seguridad—. Dígame lo que quiere.
—De acuerdo —por vez primera, le ofreció una sonrisa sincera—. Cualquier cosa con chocolate y nueces.
El resultado de la sonrisa de _____ fue impresionante. Nick olvidó totalmente lo que acababa de decirle.
—Lo siento, ¿puede repetir lo que ha dicho?
—Chocolate y nueces —repitió—. Por cierto, ¿cómo te has hecho la cicatriz que tienes en la barbilla?
—Un potro me dio una coz hace años, pero no pretendía hacerlo. Sólo estaba asustado.
—Nick, ¿cuánto podría costarme convencerte para que me dejaras fotografiarte?
El efecto de la sonrisa de _____ se desvaneció al instante.
—Más de lo que puedes imaginarte —contestó Nick, decidiendo que ya había llegado el momento de prescindir de las formalidades. Abrió la puerta de la camioneta y salió—. ¿Cuántas barritas quieres?
—Por lo menos treinta.
—¿Treinta?
—Sí. Déjame darte algo de diñe...
—Ya lo pagaré yo. Simplemente, no podía imaginarme que quisieras treinta barritas.
—Ya te he dicho que como entre horas.
—A veces me cuesta entender.
Nick se metió en el supermercado y fue directamente al mostrador de los dulces. Tenía que admitir que aquella mujer suponía un cambio refrescante comparada con todas las que conocía, incapaces siquiera de admitir que comían dulces y mucho menos de enviar a un hombre a comprarles nada más y nada menos que treinta barritas de chocolate.
Cuando volvió con la bolsa y se la tendió, _____ buscó inmediatamente en su interior y sacó una barrita.
—Parece que tenías hambre, ¿eh? —comentó Nick.
_____ se echó a reír.
—Sí. Es un problema de metabolismo. No duermo mucho, pero necesito comer un montón para mantener mis niveles de energía. Mi padre es igual, así que supongo que lo he heredado de él.
Mientras ella desenvolvía la barrita, Nick volvió a salir a la carretera.
—Yo diría que la culpa de eso la tiene el vivir en Nueva York.
—¿Tú crees? ¿Alguna vez has estado allí?
—Sí.
—¿Y a qué fuiste?
—Mi ex-esposa tenía un apartamento allí. Supongo que todavía lo tiene.
—Una información fascinante. Ya sé que ésta es una pregunta personal, y no tienes por qué contestarla, pero, ¿te importaría decirme a qué se dedica tu ex-esposa en Nueva York? Es una ciudad más pequeña de lo que la gente imagina. Incluso es posible que la conozca.
—Supongo que sí. Se llama Deidre Antón.
_____ se irguió en su asiento.
—¿La modelo?
—Sí —Nick casi podía escuchar lo que estaba concluyendo _____ al oír su respuesta.
—¿Y ésa es la razón por la que no quieres posar para mí?
—Esa es la más importante. No tengo nada personal contra ti, pero ese mundo de la moda me revuelve el estómago. La realidad es disfrazada por medio de kilos y kilos de maquillaje, pero la gente cree que es real lo que está viendo e intenta en vano parecerse a esas modelos.
—Pero en mi calendario no van a salir hombres maquillados. A mí me gusta retratar la personalidad que reflejan los rostros. Si te fotografiara a ti, querría que saliera esa cicatriz que tienes en la barbilla, porque es parte de ti y lo que yo quiero....
—_____, no lo voy a hacer, así que puedes pasarte todo el día hablando y no conseguirías nada. Te he dicho que Deidre es la razón principal, pero la otra parte es que yo soy un hombre que disfruta de su intimidad. No quiero que mi imagen recorra todo el país.
—Pues es una verdadera pena.
—No puedo entender dónde está el problema. Yo soy el primer vaquero que has visto en Montana, pero no seré el último. A Jeeter le encantará la idea de posar para ti, estoy seguro. Y Stan es un tipo muy guapo. Si José no tiene inconveniente, será otro modelo perfecto, y estoy convencido de que en cuanto le digas lo de las películas, estará loco por posar. Por cierto, ¿eso de las películas es verdad?
—Claro que sí. Tres de los hombres que han salido en mis calendarios, han conseguido pequeños papeles en algunas películas. A uno de ellos hasta le dejaron decir algo.
—Preferiría que me clavaran desnudo en un hormiguero.
—¡Qué idea tan genial para una fotografía!
—Pero no para un hombre de Montana. En cualquier caso, no creo que tengas ningún problema para conseguir vaqueros. Hay montones de ranchos por aquí y, si lo que quieres hacer es un calendario, sólo necesitas doce, ¿no?
—Bueno, quisiera poder contar con alguno más, por si surge algún problema con las fotos. No me gustaría tener que volver.
—Sí, supongo que eso te parece terrible — Nick la miró de reojo, y agradeció que se hubiera sonrojado ligeramente al advertir su grosería.
—No pretendía que sonara de esa forma. Este es un lugar muy- hermoso —miró por la ventanilla, como si quisiera demostrar lo que estaba diciendo—. Realmente hermoso —dijo, con más convicción aquella vez.
Él permaneció en silencio a continuación, dejando que la vista de las montañas hiciera su trabajo. Cada sección de la cordillera tenía algo especial, pero Nick adoraba de forma especial el Cañón de Gallatin, por el que se accedía al Parque Yellowstone.
Aquella parte del estado había podido disfrutar de la lluvia durante las dos primeras semanas de junio. El agua había teñido las praderas de flores intensamente rojas, azules y amarillas. Nick siempre había pensado que las flores silvestres, de cor-
ta vida y extrema delicadeza, hacían un hermoso contraste con la solidez de las montañas.
_____ musitó algo y continuó mirando por la ventanilla.
—No te he oído —le advirtió Nick.
—Debería haber comprado un formato amplio —contestó _____.
—Desde luego, Yo jamás viajo sin uno. ¿Se puede saber que es un formato amplio?
_____ continuaba ensimismada con el paisaje.
—Se usa una película más ancha y hace falta un trípode, así que no puedes dejarte llevar por la espontaneidad. Para el calendario trabajo con películas de treinta y cinco milímetros, pero para un paisaje como éste, un formato amplio es más adecuado.
—Parece que te gusta la vista.
—Desde luego. Nunca había visto nada parecido, salvo en fotografías, por supuesto. Es una pena que esté tan lejos de todo.
Nick sonrió para sí. Era evidente que para _____ Nueva York era el centro del universo.
—No está tan lejos —dijo secamente—. De hecho, está exactamente en frente de mi casa.
—Bueno, sí, pero... Oh, Dios mío. Para inmediatamente.
Nick frenó bruscamente mientras ella se quitaba el cinturón de seguridad y salía corriendo de la camioneta.
—¿Te has mareado? Apuesto a que ha sido por culpa de esa barrita.
—Estoy estupendamente —estuvo a punto de caerse al suelo al saltar de la camioneta—. ¡Ven y mira!
Impulsado por la curiosidad, Nick comprobó que no se avecinaba ningún coche y salió tras
ella.
—Allí —exclamó _____ mirando hacia el cielo.
Nick alzó la mirada, entrecerrando ligeramente los ojos. El enorme pájaro que se deslizaba sobre sus cabezas era inconfundible. La cabeza y la cola blancas resplandecían bajo el sol. A Nick se le henchía el corazón cada vez que veía uno de esos ejemplares.
—Es un águila calva, ¿verdad? —preguntó _____
en un susurro.
—Sí —y justo entonces apareció otra, probablemente la hembra de la pareja. Nick posó la mano en el hombro de _____ y comentó—: Ése es el macho.
_____ se aferró a su brazo.
—Oh, Nick, son magníficas.
La emoción que se reflejaba en su voz hizo que Nick se volviera hacia ella, descubriendo al hacerlo lágrimas en sus ojos. La visión de las águilas la había conmovido de una forma que él comprendía muy bien. Y aquella debía de ser la primera vez que _____ las veía. A Nick le gustaba haber sido testigo de aquel momento. Del mismo modo que le gustaba que le agarrara el brazo como lo estaba haciendo.
—Bueno —_____ se separó de él en cuanto las águilas desaparecieron de su vista—. Gracias. Antes sólo las había visto en el zoológico.
—No es lo mismo.
—No, no es lo mismo —afirmó _____ con una tímida sonrisa.
Y en ese preciso instante, Nick tuvo el presen-
timiento de que aquella mujer iba a llegar a ser para él mucho más que un huésped. Sí, era cierto que no tenía ningún interés en el matrimonio, pero eso no significaba que hubiera renunciado para siempre a las mujeres.
Hasta entonces, había procurado no relacionarse con ninguna de las que se habían alojado en el rancho, pero quizá hubiera llegado el momento de hacer una excepción.
Enjoy...
Así que les dejo nuevo capitulo, espero que lo disfruten tanto como yo, un beso :)
Capitulo 3
Considerando que Nick no era la persona que normalmente iba a buscar a los huéspedes al aeropuerto, la historia que le había contado para justificar el cartel con el que lo había encontrado debía de ser cierta. Quizá escribir el mensaje en el pecho de Loni Anderson no había sido un gesto machista, después de todo. Pero no debía olvidar que había añadido que el rancho estaba diri-
gido por vaqueros auténticos con toda intencionalidad.
Mientras se acercaba a la puerta de la camioneta, _____ observó que el vehículo tenía tal cantidad de barro que era prácticamente imposible distinguir su color. Y estaba convencida de que una persona tenía que haber pasado a propósito por cada charco que encontrara para dejar una carrocería en ese estado.
Después de supervisar la camioneta, los rasgados vaqueros de Nick y su viejo sombrero, llegó a una conclusión:
—¿Sabes lo que pienso, Nick? Nick, que estaba abriendo la puerta en ese momento, se detuvo y la miró. —No tengo la menor idea. —Pues creo que estás mostrando una actitud bastante infantil.
En los labios de Nick volvió a aparecer una sonrisa.
—¿Usted cree?
_____ se acercó a la camioneta y le pasó a Nick la maleta para que la colocara en la parte de atrás. En el proceso, lo miró directamente a los ojos y sonrió.
—La cuestión es que yo soy una chica de Nueva York, hace tiempo que soy capaz de enfrentarme a todo tipo de situaciones y no estoy dispuesta a dejar que nadie me trate como si fuera una estúpida —se interrumpió y arrugó la nariz al sentir el desagradable olor que se extendía por la cabina de la camioneta—. ¿Qué es eso?
Nick parecía estar haciendo un serio esfuerzo para no echarse a reír.
—Eso es una estupidez, señora.
_____ se asomó a la cabina y se fijó en la bolsa que había en el salpicadero.
—¿Esto tiene algo que ver con tu sentido del humor?
—No señora —era evidente que estaba conteniendo la risa—. Eso es una muestra que tengo que llevar al laboratorio para saber si las vacas tienen parásitos. Ésa es la tarea que tengo que hacer.
—No me lo creo. Has planeado esto para ver cómo reacciono.
—Le demostraré que no miento yendo directamente al laboratorio y dejando allí esta bolsa.
—Eso no demuestra nada. ¿Por qué has decidido meter la bolsa en la cabina, en vez de llevarla en el remolque?
—A mí no me molesta llevarla en la cabina.
—Ya entiendo —así que realmente estaba poniéndola a prueba—. ¿Y si yo soy capaz de ir en la cabina con esta bolsa apestosa hasta que lleguemos al laboratorio, aceptarás ser portada de mi calendario?
—No.
—Entonces no necesito hacer el sacrificio — Nickó la bolsa y agarrándola con dos dedos, la dejó en el remolque. Después se sentó en el asiento de pasajeros—. Llevaré la mochila y la maleta conmigo.
—Va a ir muy incómoda.
—Lo prefiero a correr el riesgo de que mis cosas terminen reventando su bolsa.
—A mí tampoco me gustaría.
—Estoy segura.
—Estoy hablando en serio —insistió Nick—.
Necesito llevar esa muestra al laboratorio —añadió mientras metía la maleta de la fotógrafa en la
cabina.
Mientras se la colocaba en las rodillas, _____ apreció la fragancia boscosa de su loción.
—Me. sorprende que no te hayas echado parte del contenido de la bolsa encima, para incrementar el efecto.
Nick le pasó la mochila.
—Eso habría sido llevar las cosas un poco lejos.
—¿De modo que tienes ciertos límites a la hora de burlarte de los novatos?
—Para ser sincero, normalmente no nos burlamos de ellos, a menos que pidan específicamente conocer a auténticos vaqueros —cerró la puerta.
—¡Pero mi secretaria tenía que pedirlos! —le explicó—. De otra forma, podría haber terminado en algún lugar turístico, lleno de vaqueros falsos. Yo quería algo real.
—Bueno, supongo que eso es lo que encontrará en Susurros del Viento —contestó, arrastrando exageradamente la voz.
No si no podía tenerlo a él, se dijo _____. Pero ella siempre conseguía al hombre que buscaba.
Iban tan apretados en la cabina que Nick rozaba la rodilla de _____ cada vez que cambiaba de marcha. A ella no parecía preocuparle en absoluto, pero a Nick comenzaba a ponerle nervioso aquel contacto porque, por mucho que intentara evitarlo, se sentía atraído hacia ella.
De hecho, cada vez era mayor la evidencia de que encontraba algo especial en las mujeres urba-
ñas, posiblemente porque eran muy diferentes a las que se encontraban en un ambiente rural. Le bastaba con recordar la fascinación que había sentido desde el primer momento por Deidre.
A petición de _____, tras dejar la muestra en el laboratorio, pararon a comprar unas hamburguesas. Por la rapidez con la que _____ dio cuenta de la suya, Nick dedujo que no había comido demasiado durante el vuelo.
Siempre se había sentido estúpidamente impresionado por las mujeres bonitas, y no podía evitar disfrutar observando a _____ hacer algo tan simple como desenvolver la hamburguesa y darle un mordisco con aquellos dientes increíblemente blancos. Tenía una boca llena y generosa, una boca tentadora, que invitaba a ser acariciada.
_____ sacó una servilleta de papel de bolsillo y se limpió un resto de Nickate de la comisura de los
labios.
—Necesito pedir ciertos privilegios en la cocina —dijo.
—¿Privilegios en la cocina? ¿Piensa cocinar
cuando esté en el rancho?
—No cocinar, exactamente, pero me gusta comer a horas un tanto extrañas. Supongo que podría decirse que me gusta picotear. Y estaba preguntándome si podrían permitirme que fuera de vez en cuando a la cocina a prepararme algo de
comer.
Nick pensó inmediatamente que la cocina era
el reino de Juanita en el rancho.
—Lo dudo, pero si consigue caerle bien a nuestra cocinera, es posible que acceda a prepararle algo entre horas.
—Preferiría hacérmelo yo. Si no te importa parar en algún supermercado, ahora me gustaría comprar unas chocolatinas.
Nick giró la camioneta y la dejó en el aparcamiento de un supermercado. Rápidamente, _____ comenzó a levantar su mochila.
—No se moleste, yo le traeré lo que necesite —se ofreció Nick mientras se quitaba el cinturón de seguridad—. Dígame lo que quiere.
—De acuerdo —por vez primera, le ofreció una sonrisa sincera—. Cualquier cosa con chocolate y nueces.
El resultado de la sonrisa de _____ fue impresionante. Nick olvidó totalmente lo que acababa de decirle.
—Lo siento, ¿puede repetir lo que ha dicho?
—Chocolate y nueces —repitió—. Por cierto, ¿cómo te has hecho la cicatriz que tienes en la barbilla?
—Un potro me dio una coz hace años, pero no pretendía hacerlo. Sólo estaba asustado.
—Nick, ¿cuánto podría costarme convencerte para que me dejaras fotografiarte?
El efecto de la sonrisa de _____ se desvaneció al instante.
—Más de lo que puedes imaginarte —contestó Nick, decidiendo que ya había llegado el momento de prescindir de las formalidades. Abrió la puerta de la camioneta y salió—. ¿Cuántas barritas quieres?
—Por lo menos treinta.
—¿Treinta?
—Sí. Déjame darte algo de diñe...
—Ya lo pagaré yo. Simplemente, no podía imaginarme que quisieras treinta barritas.
—Ya te he dicho que como entre horas.
—A veces me cuesta entender.
Nick se metió en el supermercado y fue directamente al mostrador de los dulces. Tenía que admitir que aquella mujer suponía un cambio refrescante comparada con todas las que conocía, incapaces siquiera de admitir que comían dulces y mucho menos de enviar a un hombre a comprarles nada más y nada menos que treinta barritas de chocolate.
Cuando volvió con la bolsa y se la tendió, _____ buscó inmediatamente en su interior y sacó una barrita.
—Parece que tenías hambre, ¿eh? —comentó Nick.
_____ se echó a reír.
—Sí. Es un problema de metabolismo. No duermo mucho, pero necesito comer un montón para mantener mis niveles de energía. Mi padre es igual, así que supongo que lo he heredado de él.
Mientras ella desenvolvía la barrita, Nick volvió a salir a la carretera.
—Yo diría que la culpa de eso la tiene el vivir en Nueva York.
—¿Tú crees? ¿Alguna vez has estado allí?
—Sí.
—¿Y a qué fuiste?
—Mi ex-esposa tenía un apartamento allí. Supongo que todavía lo tiene.
—Una información fascinante. Ya sé que ésta es una pregunta personal, y no tienes por qué contestarla, pero, ¿te importaría decirme a qué se dedica tu ex-esposa en Nueva York? Es una ciudad más pequeña de lo que la gente imagina. Incluso es posible que la conozca.
—Supongo que sí. Se llama Deidre Antón.
_____ se irguió en su asiento.
—¿La modelo?
—Sí —Nick casi podía escuchar lo que estaba concluyendo _____ al oír su respuesta.
—¿Y ésa es la razón por la que no quieres posar para mí?
—Esa es la más importante. No tengo nada personal contra ti, pero ese mundo de la moda me revuelve el estómago. La realidad es disfrazada por medio de kilos y kilos de maquillaje, pero la gente cree que es real lo que está viendo e intenta en vano parecerse a esas modelos.
—Pero en mi calendario no van a salir hombres maquillados. A mí me gusta retratar la personalidad que reflejan los rostros. Si te fotografiara a ti, querría que saliera esa cicatriz que tienes en la barbilla, porque es parte de ti y lo que yo quiero....
—_____, no lo voy a hacer, así que puedes pasarte todo el día hablando y no conseguirías nada. Te he dicho que Deidre es la razón principal, pero la otra parte es que yo soy un hombre que disfruta de su intimidad. No quiero que mi imagen recorra todo el país.
—Pues es una verdadera pena.
—No puedo entender dónde está el problema. Yo soy el primer vaquero que has visto en Montana, pero no seré el último. A Jeeter le encantará la idea de posar para ti, estoy seguro. Y Stan es un tipo muy guapo. Si José no tiene inconveniente, será otro modelo perfecto, y estoy convencido de que en cuanto le digas lo de las películas, estará loco por posar. Por cierto, ¿eso de las películas es verdad?
—Claro que sí. Tres de los hombres que han salido en mis calendarios, han conseguido pequeños papeles en algunas películas. A uno de ellos hasta le dejaron decir algo.
—Preferiría que me clavaran desnudo en un hormiguero.
—¡Qué idea tan genial para una fotografía!
—Pero no para un hombre de Montana. En cualquier caso, no creo que tengas ningún problema para conseguir vaqueros. Hay montones de ranchos por aquí y, si lo que quieres hacer es un calendario, sólo necesitas doce, ¿no?
—Bueno, quisiera poder contar con alguno más, por si surge algún problema con las fotos. No me gustaría tener que volver.
—Sí, supongo que eso te parece terrible — Nick la miró de reojo, y agradeció que se hubiera sonrojado ligeramente al advertir su grosería.
—No pretendía que sonara de esa forma. Este es un lugar muy- hermoso —miró por la ventanilla, como si quisiera demostrar lo que estaba diciendo—. Realmente hermoso —dijo, con más convicción aquella vez.
Él permaneció en silencio a continuación, dejando que la vista de las montañas hiciera su trabajo. Cada sección de la cordillera tenía algo especial, pero Nick adoraba de forma especial el Cañón de Gallatin, por el que se accedía al Parque Yellowstone.
Aquella parte del estado había podido disfrutar de la lluvia durante las dos primeras semanas de junio. El agua había teñido las praderas de flores intensamente rojas, azules y amarillas. Nick siempre había pensado que las flores silvestres, de cor-
ta vida y extrema delicadeza, hacían un hermoso contraste con la solidez de las montañas.
_____ musitó algo y continuó mirando por la ventanilla.
—No te he oído —le advirtió Nick.
—Debería haber comprado un formato amplio —contestó _____.
—Desde luego, Yo jamás viajo sin uno. ¿Se puede saber que es un formato amplio?
_____ continuaba ensimismada con el paisaje.
—Se usa una película más ancha y hace falta un trípode, así que no puedes dejarte llevar por la espontaneidad. Para el calendario trabajo con películas de treinta y cinco milímetros, pero para un paisaje como éste, un formato amplio es más adecuado.
—Parece que te gusta la vista.
—Desde luego. Nunca había visto nada parecido, salvo en fotografías, por supuesto. Es una pena que esté tan lejos de todo.
Nick sonrió para sí. Era evidente que para _____ Nueva York era el centro del universo.
—No está tan lejos —dijo secamente—. De hecho, está exactamente en frente de mi casa.
—Bueno, sí, pero... Oh, Dios mío. Para inmediatamente.
Nick frenó bruscamente mientras ella se quitaba el cinturón de seguridad y salía corriendo de la camioneta.
—¿Te has mareado? Apuesto a que ha sido por culpa de esa barrita.
—Estoy estupendamente —estuvo a punto de caerse al suelo al saltar de la camioneta—. ¡Ven y mira!
Impulsado por la curiosidad, Nick comprobó que no se avecinaba ningún coche y salió tras
ella.
—Allí —exclamó _____ mirando hacia el cielo.
Nick alzó la mirada, entrecerrando ligeramente los ojos. El enorme pájaro que se deslizaba sobre sus cabezas era inconfundible. La cabeza y la cola blancas resplandecían bajo el sol. A Nick se le henchía el corazón cada vez que veía uno de esos ejemplares.
—Es un águila calva, ¿verdad? —preguntó _____
en un susurro.
—Sí —y justo entonces apareció otra, probablemente la hembra de la pareja. Nick posó la mano en el hombro de _____ y comentó—: Ése es el macho.
_____ se aferró a su brazo.
—Oh, Nick, son magníficas.
La emoción que se reflejaba en su voz hizo que Nick se volviera hacia ella, descubriendo al hacerlo lágrimas en sus ojos. La visión de las águilas la había conmovido de una forma que él comprendía muy bien. Y aquella debía de ser la primera vez que _____ las veía. A Nick le gustaba haber sido testigo de aquel momento. Del mismo modo que le gustaba que le agarrara el brazo como lo estaba haciendo.
—Bueno —_____ se separó de él en cuanto las águilas desaparecieron de su vista—. Gracias. Antes sólo las había visto en el zoológico.
—No es lo mismo.
—No, no es lo mismo —afirmó _____ con una tímida sonrisa.
Y en ese preciso instante, Nick tuvo el presen-
timiento de que aquella mujer iba a llegar a ser para él mucho más que un huésped. Sí, era cierto que no tenía ningún interés en el matrimonio, pero eso no significaba que hubiera renunciado para siempre a las mujeres.
Hasta entonces, había procurado no relacionarse con ninguna de las que se habían alojado en el rancho, pero quizá hubiera llegado el momento de hacer una excepción.
Enjoy...
Val's Matth.
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
awwwww Nick es tan lindo
aunque un poco terco
Y quiere relacionarse con la rayiz :twisted:
Siguela!
aunque un poco terco
Y quiere relacionarse con la rayiz :twisted:
Siguela!
aranzhitha
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
siiiiii me encanto
nah me fascino el capitulo
espero q lo sigas pronto esta increible
pon mas capitulos por favor
nah me fascino el capitulo
espero q lo sigas pronto esta increible
pon mas capitulos por favor
ElitzJb
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
aranzhitha escribió:awwwww Nick es tan lindo
aunque un poco terco
Y quiere relacionarse con la rayiz :twisted:
Siguela!
HAHHAhahaha siii Nick es lo mas terco que hay pero se le justifica con lo lindo y sexy ahahah
Val's Matth.
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
nyJB escribió:siiiiii me encanto
nah me fascino el capitulo
espero q lo sigas pronto esta increible
pon mas capitulos por favor
siii no te preocupes pero , hoy estuve ocupada por eso subo tarde pero subiré en un minuto mas :)
Val's Matth.
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
La mento la demora chicas pero esque no tuve tiempo de subir temprano pero ahora les subo el cap ok un beso :)
Capitulo 4
_____ pensaba que su decisión de crear
un calendario presentando a los vaqueros de Montana había sido una pura
estrategia de ventas, pero a medida que iba dejándose envolver por aquel paisaje
espectacular, iban haciéndose más presentes las fantasías de su infancia. Hasta
ese momento, prácticamente había olvidado el que había sido su juego favorito
durante la niñez: se imaginaba como una vaquera, viviendo en un rancho y rodeada
de montañas. Mientras Nick continuaba conduciendo hacia Susurros del Viento,
iban extendiéndose ante ella las montañas, las praderas y las escarpadas
riberas que durante la infancia habían poblado su imaginación.
—¿Por qué hay tan poco tráfico?
—preguntó al cabo de un rato.
—Éste es el tráfico que hay
normalmente.
—Pero la carretera está prácticamente
vacía.
—Si Nickas ochocientas mil personas y
las extiendes a lo largo de un estado del tamaño de Montana no creo consigas
tener mucho tráfico.
—¿Esa es la población de Montana? Pero
si Nueva York tiene...
—Cerca de diez veces la población de
Montana. Soy perfectamente consciente de ello. Me sentía como un toro
atrapado en un corral de rodeo cada vez que iba a allí. Gracias a Dios, ahora
ya no tengo que ir.
—¿Estás bromeando? Nueva York es
fantástico. Mires donde mires encuentras algo interesante que ver.
-—No si lo que a ti te gusta mirar es
esto.
Eso tenía que admitirlo, se dijo _____.
Era imposible encontrar nada parecido a aquel paisaje en Manhattan, pero
también era cierto que ella no había conseguido su prestigio fotografiando paisajes
hermosos. Observó el perfil del hombre que iba a su lado. Le encantaría
capturar la expresión decidida de su barbilla, la curva de su oreja y las
agresivas líneas de su nariz.
Y la cámara estaba preparada.
Lentamente, abrió la cremallera de la funda y sacó la cámara todo lo
sigilosamente que pudo.
—No —Nick no se había movido ni un
milímetro, pero al parecer conocía las pretensiones de _____.
—¿Y si no utilizara ninguna de estas
fotos para el calendario y sólo las quisiera para divertirme?
—Olvídalo. He pasado cinco años casado
con una modelo, y conozco a los fotógrafos. Rara vez hacen una foto por simple
entretenimiento.
_____ tenía que admitir que era
verdad. Aunque
disfrutaba de su trabajo, nunca
derrochaba tiempo o material por el simple placer de hacer una fotografía.
—De acuerdo, no era sólo para
entretenerme. Pero he pensado que quizá al ver mi trabajo podrías cambiar de
opinión y decidirte a posar para el calendario.
—Lo siento, pero tendrás que encontrar
a alguien con un ego superior al mío si quieres tener éxito con una
argumentación de ese tipo. Yo sólo me miro al espejo cuando me afeito y para no
cortarme el cuello.
A _____ se le ocurrió inmediatamente
una idea para una fotografía: Nick, sin camisa pero con sombrero, blandiendo
una navaja de afeitar mientras permanecía en frente de un lavabo. Le encantaría
verlo con el pecho desnudo. Por el cuello de la camisa, se adivinaba una mata
de pelo cubriendo su pecho. Maldita fuera, quería que aquel hombre posara para
ella.
—Bueno, ya estamos —dijo Nick mientras
abandonaba la carretera principal—. Bienvenida a Susurros del Viento.
Frenó frente a una puerta de metal y
salió a abrirla. A ambos de la puerta había dos enormes postes de madera y una
alambrada que se extendía en la distancia. Colgaba de uno de los postes una
señal de madera con el nombre del rancho.
Nick volvió a subir a la camioneta,
atravesó la puerta y bajó de nuevo a cerrarla, dándole a _____ tiempo
suficiente para contemplar el paisaje. La carretera giraba hacia una enorme
pradera bordeada de álamos. Más allá de la pradera, el terreno comenzaba a
inclinarse hacia arriba, elevándose poco a poco hasta las montañas.
Habría sido una magnífica postal. Si
hubiera fotografiado aquella escena, en medio de la lámina habría aparecido el
rancho, recortado contra los árboles. Un rancho que le recordaba extraordinariamente
a la casa con la que ella había soñado cuando era niña. Los corrales y el
establo ocupaban la parte derecha de la pradera y había unas cabanas de madera
a la izquierda.
Apareció entre los árboles un grupo de
jinetes y se dirigió hacia los corrales. Casi parecía que estuvieran esperando
la llegada de _____.
—Esto es exactamente lo que estaba
buscando —dijo _____ cuando Nick volvió a montar en la camioneta—. No te
importará que aparezcan diferentes partes del rancho en el calendario,
¿verdad?
—En absoluto, mientras no aparezcan
partes de mí... —le sostuvo la mirada—. Y no creas que no soy capaz de escuchar
el zoom de un objetivo. Hazme una foto sin que yo te haya dado permiso, y te
llevaré a los tribunales.
_____ se sintió profundamente
ofendida.
—-Jamás se me ocurriría. Eso va contra
toda ética profesional.
Aquella respuesta fue correspondida
con una carcajada burlona.
—Cuando me casé con Deidre, los
reporteros nos siguieron unas cuantas veces. Así que no me eches sermones sobre
la ética de los fotógrafos.
—El hecho de que no te haya gustado
estar casado con una modelo famosa no te da derecho a mantener esos prejuicios
contra los fotógrafos en general —contestó _____ ofendida.
—Claro que me da derecho. Y lo aprendí
de la forma más dura.
—Pues, para tu información, yo siempre
consigo permiso de mis modelos antes de utilizar las fotografías. Y también lo
hacen todos los fotógrafos que conozco.
-—Estupendo. Y puedes estar segura de
que yo no te lo daré.
—No me había encontrado con alguien
que tuviera tanta fobia a las fotografías en mi vida.
Nick no respondió.
Y _____ suspiró. Si fuera sensata,
habría renunciado ya a fotografiarlo, pero sabía que no estaría satisfecha
hasta que consiguiera ver plasmado en el papel el calendario que ya había
imaginado. Quizá pudiera encontrar otro vaquero que proyectara la imagen que
estaba buscando, pero también era posible que eso no ocurriera. Nick era un
ejemplar extraño, y _____ había fotografiado a suficientes hombres para darse
cuenta.
Nick detuvo la camioneta mientras los
jinetes cruzaban la pista frente a ellos.
El primero de los jinetes, un vaquero
larguirucho al que _____ le calculó unos veinticinco años, cambió de dirección
y se dirigió hacia la camioneta.
—¡Llevadlos al corral! —les gritó a
sus compañeros, un hombre, una mujer y dos chicos—. Ahora mismo voy hacia
allá.
Nick bajó la ventanilla mientras el
vaquero se acercaba.
—¿Cómo van las cosas, Jeeter?
—He visto un puma cerca del arroyo.
Parece muy grande, podría acabar con un ternero de un solo mordisco.
—¿Un puma? —gimió _____.
Jeeter inclinó la cabeza para mirar
dentro de la cabina de la camioneta.
—Sí, un puma, señora.
—Jeeter Neff, te presento a _____ ________,
nuestra fotógrafa de Nueva York —los presentó Nick.
—Encantado de conocerla —respondió Jeeter—.
Escucha, Nick, alguien debería intentar cazar a ese bicho antes de que ocurra
algo.
Nick apoyó los brazos en el volante y
frunció el ceño.
—Eso es lo que habría hecho tu padre
—añadió Jeeter.
—Lo sé, pero entonces había muchos más
pumas. De todas maneras, pensábamos llevar la manada a otros pastos el mes
que viene. Podemos adelantar el cambio y evitarle riesgos al ganado. —Tú eres
el jefe.
—Tendremos que reunir a algunos
hombres que tengan experiencia conduciendo ganado — Nick se volvió hacia _____—.
Quizá te apetezca ir con ellos y sacarle alguna foto al puma si aparece. _____
no tenía ninguna gana de verse cara a cara con un animal salvaje, pero la
imagen de la conducción del ganado podía ser un fondo espectacular para el
calendario.
—Parece interesante —dijo mientras
medía a Jeeter con la mirada. No tenía un rostro tan duro como el de Nick, pero
tenía una cara bonita, adornada con un mostacho capaz de estimular la fantasía
de cualquier mujer—. Estoy haciendo un calendario llamado Hombres de Montana y
he venido con intención de fotografiar vaqueros para que aparezcan en él.
¿Estarías interesado en posar para mí?
—¿No está bromeando? —preguntó Jeeter,
echándose el sombrer.o hacia atrás—. ¿Quiere decir que voy a convertirme en el
Hombre Noviembre o algo asP
_____ soltó una carcajada.
—No puedo garantizarte que sea ése tu
mes, pero sí, es algo así.
—¿Y tendré que desnudarme? No quiero
decir que no esté dispuesto a hacerlo, pero me gustaría saberlo de antemano.
—Como mucho, tendrás que quitarte la
camisa. Unos pantalones vaqueros pueden servir para realzar el atractivo
sexual.
—Sí, señora —Jeeter sonrió—. Sólo
tiene que decirme dónde y cuándo —miró a Nick—. Siempre y cuando Nick esté de
acuerdo, y no tenga que hacerlo dentro de mi horario de trabajo.
—Estoy seguro de que encontrarás algún
momento para hacerlo —contestó Nick secamente.
—¿Y tú también vas a posar, Nick? Yo
creía que tú...
—No.
Jeeter miró a su jefe y se volvió
después hacia _____.
—¿Y esto no cuesta nada? ¿No tengo que
pagar, ni nada parecido?
—De hecho, soy yo la que te va a pagar
a ti — le explicó _____.
—Esto es increíble. Voy a terminar
colgado en la pared de alguien y encima me van a pagar por ese privilegio.
Bueno, será mejor que vaya a controlar lo que están haciendo con los caballos
—se llevó la mano al sombrero—. Avíseme cuando quiera contar conmigo —y se
alejó galopando.
—Parece que ya le has hecho picar el
anzuelo —comentó Nick mientras levantaba el pie del freno.
—Odio decírtelo, pero ésa es la
reacción que normalmente consigo. De hecho, creo que eres el único hombre que
se ha negado a posar para mí.
—Y pretendo seguir conservando esa
distinción.
—¿No te parece que estás siendo un
poco cabezota? ¿Que tienes algunos prejuicios, podríamos decir?
—No vas a convencerme, así que te
sugiero que cambies de tema, _____, o no nos vamos a llevar bien mientras
estés aquí. —Estás siendo ridículo.
—Perdóname, pero estoy en mi rancho,
así que seré exactamente como me apetezca. —Es decir, un hombre difícil.
—Prefiero considerarme un hombre capaz de pensar con independencia. Bueno, ya
hemos llegado —aparcó la camioneta al lado de una adorable cabana de madera
que estaba un poco más apartada que las otras cinco. En los escalones de la
entrada, habían colocado macetas con tulipanes amarillos y capullos de
narcisos.
—De momento tengo que reconocer que
las cabanas son encantadoras —señaló _____. Nick se volvió hacia ella antes de
salir. —Yo también puedo ser encantador si nadie amenaza con ponerme una cámara
delante.
_____ advirtió la firmeza de su mirada
y decidió dar marcha atrás durante algún tiempo.
—Entendido —contestó. Todavía tenía
dos semanas por delante para convencerlo.
Una de las cosas que había aprendido
cuando
había comenzado a trabajar como
fotógrafa, era que había que tener paciencia. Abrió la puerta de la camioneta.
—En ese caso, estaré encantado en
ayudarla a bajar, señora —dijo en un tono del que había desaparecido toda
aspereza—. No me gustaría que se cayera y se rompiera ese precioso cuello.
_____ lo miró arqueando con expresión
interrogante las cejas.
—¿Lo ves? —replicó Nick con una
sonrisa—. Puedo llegar a ser encantador.
Desde luego, admitió _____, consciente
del caos que se había producido en su interior al ver su sonrisa.
—Gracias. Creo que no me vendría mal
que me ayudaras.
Nick bajó de la camioneta y se acercó
a la puerta de _____. Ésta le pasó la mochila y Nick la dejó en el suelo sin
ningún problema. Pero bajar la maleta que _____ se había colocado entre las
piernas, iba a ver más complicaciones. _____ tuvo que estirar las piernas para
que Nick pudiera sacarla. Y mientras agarraba la maleta, este último rozó
involuntariamente el interior de sus muslos.
Nick actuaba como si no lo notara, y
ella también fingió no advertirlo, pero su cuerpo no estaba tan dispuesto a
que algo así pasara desapercibido. _____ sentía aumentar la temperatura de
algunos lugares muy específicos de su cuerpo, y el pulso se le aceleró de forma
peligrosa.
Y había que evitarlo como fuera. En
primer lugar, porque quería que Nick apareciera en el calendario. En segundo
lugar, porque quería reservarse para el vaquero con el que pretendía casarse
durante su estancia en Montana. Y,
desde luego, ese vaquero no era Nick. Éste no era un hombre suficientemente
dócil para desempeñar el papel que ella había asignado a su futuro esposo.
—¿Está ya lista para bajar, señora, o
necesita unos minutos más para analizar la situación?
_____ volvió la cabeza y lo descubrió
observándola con la boca curvada en una sonrisa y los pulgares apoyados en
las trabillas del cinturón. Aquella habría sido una fotografía excelente.
Deseando con todas sus fuerzas que Nick no fuera capaz de imaginarse que había
sido su inesperado contacto el que la había hecho quedarse con la mirada perdida
en el vacío, _____ agarró la cámara y bajó.
Nick la condujo al interior de la
cabana, que, por cierto, no estaba cerrada. _____ no tardaría en aprender que
en el rancho nadie se Nickaba la molestia de cerrar ninguna puerta con llave.
El interior de la cabana no desmerecía
en nada al exterior. Las paredes de madera proporcionaban un contraste ideal a
la madera de pino del mobiliario, consistente en una cama de matrimonio, un
escritorio y una mesa. La cama estaba cubierta por un edredón de color
turquesa. Los cuadros de las paredes y la alfombra del suelo completaban el
mobiliario. _____ asintió satisfecha. —Es magnífica.
—Esta es mi cabana favorita —comentó Nick—.
Y además tienes una piscina de agua caliente en la parte de atrás.
—¿Una piscina de agua caliente? —_____
frunció el ceño al imaginarse un monstruo de plástico quebrando el rústico
encanto del lugar.
—Susurros del Viento está construido
en una zona de manantiales de agua caliente —le explicó Nick—. ¿No lo leíste en
el folleto?
—No, eso se lo dejé a Bernie. Supongo
que se le olvidó comentármelo.
—Vamos, te la enseñaré —Nick dejó la
maleta y la mochila en el suelo y salió por la puerta de atrás.
Tras un serio debate consigo misma, _____
dejó allí la bolsa de la cámara y lo siguió. No era probable que entrara nadie
en la cabana y se llevara la cámara mientras estaba fuera, pero aun así no le
gustaba dejarla allí con la puerta abierta. La vida en la gran ciudad la había
convertido en una mujer precavida.
Corrió a encontrarse con Nick, que
caminaba a grandes zancadas por un estrecho camino que desaparecía entre los
árboles. En cuanto llegó allí _____, sintió crujir las agujas de los pinos bajo
sus pies y su olfato despertó al sentir todas las fragancias del bosque. El
viento se filtraba por las ramas de los árboles, provocando delicados susurros
que, pensó _____, probablemente habían dado el nombre al rancho.
Al cabo de unos minutos, Nick volvió
la cabeza.
—Ésta es nuestra piscina privada. A
algunas personas les da miedo estar aquí en plena naturaleza, pero los perros
avisan en cuanto aparece algo por los alrededores.
—¿Algo como qué?
—Bueno, mofetas, por supuesto,
mapaches y venados. Es raro, pero también es posible que aparezca un puma o un
alce. Ah, y en una ocasión vimos un oso gris.
Un hombre objeto
—¿Un oso gris? —_____ miró a su
alrededor con el corazón en un puño. Lo que en un primer momento le habían
parecido los pacíficos sonidos del bosque acababan de convertirse en algo
siniestro. En su imaginación, el crujido de una ramita se transformaba en la
pisada de un monstruo—. Yo creía que esos osos sólo se podían ver en Alaska.
—Por aquí también tenemos algunos
—contestó Nick con una tranquilidad pasmosa.
—¿Cuándo has visto uno por última vez?
—Hace cinco años aproximadamente
—llegaron a un claro del bosque donde había una burbujeante bañera de madera
rojiza en la que cabrían cómodamente dos personas—. Y aquí tenemos un pequeño
pedazo del paraíso.
—Por lo menos hasta que aparezca el
oso — _____ se adelantó y hundió la mano en el agua. Después de haber pasado el
día viajando, no había nada que pudiera apetecerle más que desnudarse y
meterse en el agua.
—Los perros te avisarán si aparece
algún oso por los alrededores. A no ser que el viento vaya en dirección
contraria y no sean capaces de oler-lo.
—¿Estás intentando asustarme? Porque
si es eso lo que pretendes, estás haciendo un trabajo condenadamente bueno.
La sonrisa de Nick le dio la
respuesta.
—De acuerdo, digamos que estoy
exagerando un poco las cosas. Es una mala costumbre que tengo con la gente de
la ciudad. Y lo único que de verdad puedo asegurarte es que hay más posibilidades
de que te atraquen en Nueva York que de encontrarte con un oso gris en el
rancho.
—No me resulta muy consoladora la
comparación. Debería ir armada por el rancho.
Nick la miró con expresión pensativa.
—¿Sabes? Ni siquiera me acuerdo de la
última vez que tuvimos en el rancho a una mujer soltera como huésped. Y la
verdad es que no se me ocurrió pensar que podías pasar miedo estando sola.
Quizá deberías trasladarte a la casa principal.
—Preferiría quedarme en la cabana —de
la que ya estaba completamente enamorada—. Estoy segura de que las primeras
pioneras vivían solas la mayor parte del tiempo.
—Y también lo hacen las mujeres que
viven actualmente en los ranchos. Mi madre pasaba mucho tiempo sola cuando mi
padre y los trabajadores salían a los rodeos.
—¿Este rancho era de tus padres?
—Y de tres generaciones anteriores a
ellos. Mi madre y mi padre todavía seguirían aquí si mi padre no hubiera
enfermado de Alzheimer. Después de mucho luchar, tuvieron que renunciar y
trasladarse a Billings, donde está el especialista.
Cinco generaciones de Jonas habían
vivido en el rancho. No le extrañaba que Nick pareciera pertenecer a aquel
lugar. —¿Tienes hermanos?
—Una hermana. Se enamoró de un texano
y se marchó a Austin.
La incredulidad que se reflejaba en su
voz hizo sonreír a _____.
—En cuanto comenzó a tener hijos,
perdió el interés por el rancho, así que yo le compré su parte.
—Y tú adoras Susurros del Viento,
¿verdad?
—Es mi casa —respondió tranquilamente.
El agua caliente del manantial corría
entre los dedos de _____ mientras ella recordaba un ensayo que había leído en
el colegio sobre la importancia de un lugar en la vida de una persona. Jamás había
entendido lo que quería decir hasta ese momento. Aunque a ella le gustaba la
ciudad, no sentía hacia ella el vínculo que, evidentemente, ataba a Nick a
aquella tierra.
—Mi tiempo de estancia en este lugar
será muy limitado —comenzó a decir, sin ver todavía claro el pensamiento que
comenzaba a formarse en su mente—. Tengo trabajo que hacer, pero aun así,
mientras esté aquí... y lo consideraría como un favor especial, me gustaría
que me mostraras por qué este lugar es tan especial para ti.
Nick la contempló en silencio durante
un largo rato.
—Me encantaría —respondió por fin—.
¿Sabes montar?
—Algo —todavía recordaba las clases de
hípica que había recibido cuando tenía diez años. Lo mucho que se había
esforzado para ganar y la terrible sensación de fracaso que se había apoderado
de ella cuando sólo había conseguido quedar en segundo lugar. No había vuelto a
tocar un caballo desde entonces.
—¿Y crees que podrías aguantar un par
de días ayudándonos a trasladar el ganado? Mañana tengo algunos asuntos que
atender, pero pasado, estoy pensando en hacer el traslado con un par de hombres
del rancho y los huéspedes que quieran acompañarme. Tenemos que apartar del
peligro a esos becerros.
Superbianca
—Claro —_____ no había dormido al aire
libre en su vida, pero sabía que era algo que a menudo hacían los vaqueros, y
estaba allí para capturar la esencia de la vida de esos hombres—. Probablemente
se me ocurran algunas ideas para las fotografías del calendario.
—Lo que puedes estar segura que vas a
conseguir son unas buenas agujetas si no has montado mucho últimamente. Pero
llevaremos también una carreta para guardar las mochilas, los sacos de dormir y
las provisiones, así que si te cansas, podrás...
—No me cansaré. Nick se frotó la
barbilla y la miró. —Esto no es un examen, _____. Lamento haberte hecho
sentirte como si la gente de la ciudad tuviera que demostrarnos algo. Se
supone que has venido aquí para relajarte y pasarlo bien. —Pero no estoy de
vacaciones. —Apostaría cualquier cosa a que nunca te has Nickado unas
vacaciones.
—No. Y estoy convencida de que tú
tampoco. —No —sonrió—. Pero en un paraje como éste, quizá ambos pudiéramos
fingir que estamos de vacaciones.
Dios santo, estaba coqueteando con
ella. _____ se preguntó si con un inocente flirteo, que no comprometiera sus
principios, podría conseguir que participara en el proyecto del calendario.
—De acuerdo, fingiremos que estamos de
vacaciones. Pero mañana tengo que trabajar. ¿Puedo pedirte prestado a Jeeter
durante un par de horas? —Puedes. No se me ocurriría apartarlo del camino de
la fama y la fortuna.
—Si te apetece, puedes venir a verme
trabajar. Es posible que así cambies de opinión.
—Ya he visto muchas sesiones
fotográficas, así que difícilmente cambiaré de opinión.
Su tono desafiante afirmó todavía más
la determinación de _____.
—Eso ya lo veremos.
Nick estaba navegando por aguas desconocidas.
Permanecía al lado de la bañera, mirando a _____. El sol que se filtraba entre
las ramas de los pinos iluminaba el cabello dorado de la fotógrafa y el deseo
crecía en su interior con una dulce insistencia. Sabía que no debía permitirse
pensamientos de ese tipo con una de sus huéspedes, pero jamás se había
encontrado con una como aquélla.
Tal como le había dicho a _____, una
mujer soltera era algo extraño en el rancho, visitado habi-tualmente por
familias. Años atrás, dos viudas habían Nickado la costumbre de acudir al
rancho todos los veranos, pero aquellas sexagenarias estaban muy lejos de
parecerse a una mujer como _____. Estando a solas con ella en aquel claro del
bosque, Nick tenía que hacer un serio esfuerzo para contenerse y evitar poner
fin a la prudente distancia que conservaban en todo momento entre ellos. Con
unas pocas palabras bien escogidas y un mínimo aliento, estaría incluso
dispuesto a arriesgarse a abrazarla.
Capitulo 4
_____ pensaba que su decisión de crear
un calendario presentando a los vaqueros de Montana había sido una pura
estrategia de ventas, pero a medida que iba dejándose envolver por aquel paisaje
espectacular, iban haciéndose más presentes las fantasías de su infancia. Hasta
ese momento, prácticamente había olvidado el que había sido su juego favorito
durante la niñez: se imaginaba como una vaquera, viviendo en un rancho y rodeada
de montañas. Mientras Nick continuaba conduciendo hacia Susurros del Viento,
iban extendiéndose ante ella las montañas, las praderas y las escarpadas
riberas que durante la infancia habían poblado su imaginación.
—¿Por qué hay tan poco tráfico?
—preguntó al cabo de un rato.
—Éste es el tráfico que hay
normalmente.
—Pero la carretera está prácticamente
vacía.
—Si Nickas ochocientas mil personas y
las extiendes a lo largo de un estado del tamaño de Montana no creo consigas
tener mucho tráfico.
—¿Esa es la población de Montana? Pero
si Nueva York tiene...
—Cerca de diez veces la población de
Montana. Soy perfectamente consciente de ello. Me sentía como un toro
atrapado en un corral de rodeo cada vez que iba a allí. Gracias a Dios, ahora
ya no tengo que ir.
—¿Estás bromeando? Nueva York es
fantástico. Mires donde mires encuentras algo interesante que ver.
-—No si lo que a ti te gusta mirar es
esto.
Eso tenía que admitirlo, se dijo _____.
Era imposible encontrar nada parecido a aquel paisaje en Manhattan, pero
también era cierto que ella no había conseguido su prestigio fotografiando paisajes
hermosos. Observó el perfil del hombre que iba a su lado. Le encantaría
capturar la expresión decidida de su barbilla, la curva de su oreja y las
agresivas líneas de su nariz.
Y la cámara estaba preparada.
Lentamente, abrió la cremallera de la funda y sacó la cámara todo lo
sigilosamente que pudo.
—No —Nick no se había movido ni un
milímetro, pero al parecer conocía las pretensiones de _____.
—¿Y si no utilizara ninguna de estas
fotos para el calendario y sólo las quisiera para divertirme?
—Olvídalo. He pasado cinco años casado
con una modelo, y conozco a los fotógrafos. Rara vez hacen una foto por simple
entretenimiento.
_____ tenía que admitir que era
verdad. Aunque
disfrutaba de su trabajo, nunca
derrochaba tiempo o material por el simple placer de hacer una fotografía.
—De acuerdo, no era sólo para
entretenerme. Pero he pensado que quizá al ver mi trabajo podrías cambiar de
opinión y decidirte a posar para el calendario.
—Lo siento, pero tendrás que encontrar
a alguien con un ego superior al mío si quieres tener éxito con una
argumentación de ese tipo. Yo sólo me miro al espejo cuando me afeito y para no
cortarme el cuello.
A _____ se le ocurrió inmediatamente
una idea para una fotografía: Nick, sin camisa pero con sombrero, blandiendo
una navaja de afeitar mientras permanecía en frente de un lavabo. Le encantaría
verlo con el pecho desnudo. Por el cuello de la camisa, se adivinaba una mata
de pelo cubriendo su pecho. Maldita fuera, quería que aquel hombre posara para
ella.
—Bueno, ya estamos —dijo Nick mientras
abandonaba la carretera principal—. Bienvenida a Susurros del Viento.
Frenó frente a una puerta de metal y
salió a abrirla. A ambos de la puerta había dos enormes postes de madera y una
alambrada que se extendía en la distancia. Colgaba de uno de los postes una
señal de madera con el nombre del rancho.
Nick volvió a subir a la camioneta,
atravesó la puerta y bajó de nuevo a cerrarla, dándole a _____ tiempo
suficiente para contemplar el paisaje. La carretera giraba hacia una enorme
pradera bordeada de álamos. Más allá de la pradera, el terreno comenzaba a
inclinarse hacia arriba, elevándose poco a poco hasta las montañas.
Habría sido una magnífica postal. Si
hubiera fotografiado aquella escena, en medio de la lámina habría aparecido el
rancho, recortado contra los árboles. Un rancho que le recordaba extraordinariamente
a la casa con la que ella había soñado cuando era niña. Los corrales y el
establo ocupaban la parte derecha de la pradera y había unas cabanas de madera
a la izquierda.
Apareció entre los árboles un grupo de
jinetes y se dirigió hacia los corrales. Casi parecía que estuvieran esperando
la llegada de _____.
—Esto es exactamente lo que estaba
buscando —dijo _____ cuando Nick volvió a montar en la camioneta—. No te
importará que aparezcan diferentes partes del rancho en el calendario,
¿verdad?
—En absoluto, mientras no aparezcan
partes de mí... —le sostuvo la mirada—. Y no creas que no soy capaz de escuchar
el zoom de un objetivo. Hazme una foto sin que yo te haya dado permiso, y te
llevaré a los tribunales.
_____ se sintió profundamente
ofendida.
—-Jamás se me ocurriría. Eso va contra
toda ética profesional.
Aquella respuesta fue correspondida
con una carcajada burlona.
—Cuando me casé con Deidre, los
reporteros nos siguieron unas cuantas veces. Así que no me eches sermones sobre
la ética de los fotógrafos.
—El hecho de que no te haya gustado
estar casado con una modelo famosa no te da derecho a mantener esos prejuicios
contra los fotógrafos en general —contestó _____ ofendida.
—Claro que me da derecho. Y lo aprendí
de la forma más dura.
—Pues, para tu información, yo siempre
consigo permiso de mis modelos antes de utilizar las fotografías. Y también lo
hacen todos los fotógrafos que conozco.
-—Estupendo. Y puedes estar segura de
que yo no te lo daré.
—No me había encontrado con alguien
que tuviera tanta fobia a las fotografías en mi vida.
Nick no respondió.
Y _____ suspiró. Si fuera sensata,
habría renunciado ya a fotografiarlo, pero sabía que no estaría satisfecha
hasta que consiguiera ver plasmado en el papel el calendario que ya había
imaginado. Quizá pudiera encontrar otro vaquero que proyectara la imagen que
estaba buscando, pero también era posible que eso no ocurriera. Nick era un
ejemplar extraño, y _____ había fotografiado a suficientes hombres para darse
cuenta.
Nick detuvo la camioneta mientras los
jinetes cruzaban la pista frente a ellos.
El primero de los jinetes, un vaquero
larguirucho al que _____ le calculó unos veinticinco años, cambió de dirección
y se dirigió hacia la camioneta.
—¡Llevadlos al corral! —les gritó a
sus compañeros, un hombre, una mujer y dos chicos—. Ahora mismo voy hacia
allá.
Nick bajó la ventanilla mientras el
vaquero se acercaba.
—¿Cómo van las cosas, Jeeter?
—He visto un puma cerca del arroyo.
Parece muy grande, podría acabar con un ternero de un solo mordisco.
—¿Un puma? —gimió _____.
Jeeter inclinó la cabeza para mirar
dentro de la cabina de la camioneta.
—Sí, un puma, señora.
—Jeeter Neff, te presento a _____ ________,
nuestra fotógrafa de Nueva York —los presentó Nick.
—Encantado de conocerla —respondió Jeeter—.
Escucha, Nick, alguien debería intentar cazar a ese bicho antes de que ocurra
algo.
Nick apoyó los brazos en el volante y
frunció el ceño.
—Eso es lo que habría hecho tu padre
—añadió Jeeter.
—Lo sé, pero entonces había muchos más
pumas. De todas maneras, pensábamos llevar la manada a otros pastos el mes
que viene. Podemos adelantar el cambio y evitarle riesgos al ganado. —Tú eres
el jefe.
—Tendremos que reunir a algunos
hombres que tengan experiencia conduciendo ganado — Nick se volvió hacia _____—.
Quizá te apetezca ir con ellos y sacarle alguna foto al puma si aparece. _____
no tenía ninguna gana de verse cara a cara con un animal salvaje, pero la
imagen de la conducción del ganado podía ser un fondo espectacular para el
calendario.
—Parece interesante —dijo mientras
medía a Jeeter con la mirada. No tenía un rostro tan duro como el de Nick, pero
tenía una cara bonita, adornada con un mostacho capaz de estimular la fantasía
de cualquier mujer—. Estoy haciendo un calendario llamado Hombres de Montana y
he venido con intención de fotografiar vaqueros para que aparezcan en él.
¿Estarías interesado en posar para mí?
—¿No está bromeando? —preguntó Jeeter,
echándose el sombrer.o hacia atrás—. ¿Quiere decir que voy a convertirme en el
Hombre Noviembre o algo asP
_____ soltó una carcajada.
—No puedo garantizarte que sea ése tu
mes, pero sí, es algo así.
—¿Y tendré que desnudarme? No quiero
decir que no esté dispuesto a hacerlo, pero me gustaría saberlo de antemano.
—Como mucho, tendrás que quitarte la
camisa. Unos pantalones vaqueros pueden servir para realzar el atractivo
sexual.
—Sí, señora —Jeeter sonrió—. Sólo
tiene que decirme dónde y cuándo —miró a Nick—. Siempre y cuando Nick esté de
acuerdo, y no tenga que hacerlo dentro de mi horario de trabajo.
—Estoy seguro de que encontrarás algún
momento para hacerlo —contestó Nick secamente.
—¿Y tú también vas a posar, Nick? Yo
creía que tú...
—No.
Jeeter miró a su jefe y se volvió
después hacia _____.
—¿Y esto no cuesta nada? ¿No tengo que
pagar, ni nada parecido?
—De hecho, soy yo la que te va a pagar
a ti — le explicó _____.
—Esto es increíble. Voy a terminar
colgado en la pared de alguien y encima me van a pagar por ese privilegio.
Bueno, será mejor que vaya a controlar lo que están haciendo con los caballos
—se llevó la mano al sombrero—. Avíseme cuando quiera contar conmigo —y se
alejó galopando.
—Parece que ya le has hecho picar el
anzuelo —comentó Nick mientras levantaba el pie del freno.
—Odio decírtelo, pero ésa es la
reacción que normalmente consigo. De hecho, creo que eres el único hombre que
se ha negado a posar para mí.
—Y pretendo seguir conservando esa
distinción.
—¿No te parece que estás siendo un
poco cabezota? ¿Que tienes algunos prejuicios, podríamos decir?
—No vas a convencerme, así que te
sugiero que cambies de tema, _____, o no nos vamos a llevar bien mientras
estés aquí. —Estás siendo ridículo.
—Perdóname, pero estoy en mi rancho,
así que seré exactamente como me apetezca. —Es decir, un hombre difícil.
—Prefiero considerarme un hombre capaz de pensar con independencia. Bueno, ya
hemos llegado —aparcó la camioneta al lado de una adorable cabana de madera
que estaba un poco más apartada que las otras cinco. En los escalones de la
entrada, habían colocado macetas con tulipanes amarillos y capullos de
narcisos.
—De momento tengo que reconocer que
las cabanas son encantadoras —señaló _____. Nick se volvió hacia ella antes de
salir. —Yo también puedo ser encantador si nadie amenaza con ponerme una cámara
delante.
_____ advirtió la firmeza de su mirada
y decidió dar marcha atrás durante algún tiempo.
—Entendido —contestó. Todavía tenía
dos semanas por delante para convencerlo.
Una de las cosas que había aprendido
cuando
había comenzado a trabajar como
fotógrafa, era que había que tener paciencia. Abrió la puerta de la camioneta.
—En ese caso, estaré encantado en
ayudarla a bajar, señora —dijo en un tono del que había desaparecido toda
aspereza—. No me gustaría que se cayera y se rompiera ese precioso cuello.
_____ lo miró arqueando con expresión
interrogante las cejas.
—¿Lo ves? —replicó Nick con una
sonrisa—. Puedo llegar a ser encantador.
Desde luego, admitió _____, consciente
del caos que se había producido en su interior al ver su sonrisa.
—Gracias. Creo que no me vendría mal
que me ayudaras.
Nick bajó de la camioneta y se acercó
a la puerta de _____. Ésta le pasó la mochila y Nick la dejó en el suelo sin
ningún problema. Pero bajar la maleta que _____ se había colocado entre las
piernas, iba a ver más complicaciones. _____ tuvo que estirar las piernas para
que Nick pudiera sacarla. Y mientras agarraba la maleta, este último rozó
involuntariamente el interior de sus muslos.
Nick actuaba como si no lo notara, y
ella también fingió no advertirlo, pero su cuerpo no estaba tan dispuesto a
que algo así pasara desapercibido. _____ sentía aumentar la temperatura de
algunos lugares muy específicos de su cuerpo, y el pulso se le aceleró de forma
peligrosa.
Y había que evitarlo como fuera. En
primer lugar, porque quería que Nick apareciera en el calendario. En segundo
lugar, porque quería reservarse para el vaquero con el que pretendía casarse
durante su estancia en Montana. Y,
desde luego, ese vaquero no era Nick. Éste no era un hombre suficientemente
dócil para desempeñar el papel que ella había asignado a su futuro esposo.
—¿Está ya lista para bajar, señora, o
necesita unos minutos más para analizar la situación?
_____ volvió la cabeza y lo descubrió
observándola con la boca curvada en una sonrisa y los pulgares apoyados en
las trabillas del cinturón. Aquella habría sido una fotografía excelente.
Deseando con todas sus fuerzas que Nick no fuera capaz de imaginarse que había
sido su inesperado contacto el que la había hecho quedarse con la mirada perdida
en el vacío, _____ agarró la cámara y bajó.
Nick la condujo al interior de la
cabana, que, por cierto, no estaba cerrada. _____ no tardaría en aprender que
en el rancho nadie se Nickaba la molestia de cerrar ninguna puerta con llave.
El interior de la cabana no desmerecía
en nada al exterior. Las paredes de madera proporcionaban un contraste ideal a
la madera de pino del mobiliario, consistente en una cama de matrimonio, un
escritorio y una mesa. La cama estaba cubierta por un edredón de color
turquesa. Los cuadros de las paredes y la alfombra del suelo completaban el
mobiliario. _____ asintió satisfecha. —Es magnífica.
—Esta es mi cabana favorita —comentó Nick—.
Y además tienes una piscina de agua caliente en la parte de atrás.
—¿Una piscina de agua caliente? —_____
frunció el ceño al imaginarse un monstruo de plástico quebrando el rústico
encanto del lugar.
—Susurros del Viento está construido
en una zona de manantiales de agua caliente —le explicó Nick—. ¿No lo leíste en
el folleto?
—No, eso se lo dejé a Bernie. Supongo
que se le olvidó comentármelo.
—Vamos, te la enseñaré —Nick dejó la
maleta y la mochila en el suelo y salió por la puerta de atrás.
Tras un serio debate consigo misma, _____
dejó allí la bolsa de la cámara y lo siguió. No era probable que entrara nadie
en la cabana y se llevara la cámara mientras estaba fuera, pero aun así no le
gustaba dejarla allí con la puerta abierta. La vida en la gran ciudad la había
convertido en una mujer precavida.
Corrió a encontrarse con Nick, que
caminaba a grandes zancadas por un estrecho camino que desaparecía entre los
árboles. En cuanto llegó allí _____, sintió crujir las agujas de los pinos bajo
sus pies y su olfato despertó al sentir todas las fragancias del bosque. El
viento se filtraba por las ramas de los árboles, provocando delicados susurros
que, pensó _____, probablemente habían dado el nombre al rancho.
Al cabo de unos minutos, Nick volvió
la cabeza.
—Ésta es nuestra piscina privada. A
algunas personas les da miedo estar aquí en plena naturaleza, pero los perros
avisan en cuanto aparece algo por los alrededores.
—¿Algo como qué?
—Bueno, mofetas, por supuesto,
mapaches y venados. Es raro, pero también es posible que aparezca un puma o un
alce. Ah, y en una ocasión vimos un oso gris.
Un hombre objeto
—¿Un oso gris? —_____ miró a su
alrededor con el corazón en un puño. Lo que en un primer momento le habían
parecido los pacíficos sonidos del bosque acababan de convertirse en algo
siniestro. En su imaginación, el crujido de una ramita se transformaba en la
pisada de un monstruo—. Yo creía que esos osos sólo se podían ver en Alaska.
—Por aquí también tenemos algunos
—contestó Nick con una tranquilidad pasmosa.
—¿Cuándo has visto uno por última vez?
—Hace cinco años aproximadamente
—llegaron a un claro del bosque donde había una burbujeante bañera de madera
rojiza en la que cabrían cómodamente dos personas—. Y aquí tenemos un pequeño
pedazo del paraíso.
—Por lo menos hasta que aparezca el
oso — _____ se adelantó y hundió la mano en el agua. Después de haber pasado el
día viajando, no había nada que pudiera apetecerle más que desnudarse y
meterse en el agua.
—Los perros te avisarán si aparece
algún oso por los alrededores. A no ser que el viento vaya en dirección
contraria y no sean capaces de oler-lo.
—¿Estás intentando asustarme? Porque
si es eso lo que pretendes, estás haciendo un trabajo condenadamente bueno.
La sonrisa de Nick le dio la
respuesta.
—De acuerdo, digamos que estoy
exagerando un poco las cosas. Es una mala costumbre que tengo con la gente de
la ciudad. Y lo único que de verdad puedo asegurarte es que hay más posibilidades
de que te atraquen en Nueva York que de encontrarte con un oso gris en el
rancho.
—No me resulta muy consoladora la
comparación. Debería ir armada por el rancho.
Nick la miró con expresión pensativa.
—¿Sabes? Ni siquiera me acuerdo de la
última vez que tuvimos en el rancho a una mujer soltera como huésped. Y la
verdad es que no se me ocurrió pensar que podías pasar miedo estando sola.
Quizá deberías trasladarte a la casa principal.
—Preferiría quedarme en la cabana —de
la que ya estaba completamente enamorada—. Estoy segura de que las primeras
pioneras vivían solas la mayor parte del tiempo.
—Y también lo hacen las mujeres que
viven actualmente en los ranchos. Mi madre pasaba mucho tiempo sola cuando mi
padre y los trabajadores salían a los rodeos.
—¿Este rancho era de tus padres?
—Y de tres generaciones anteriores a
ellos. Mi madre y mi padre todavía seguirían aquí si mi padre no hubiera
enfermado de Alzheimer. Después de mucho luchar, tuvieron que renunciar y
trasladarse a Billings, donde está el especialista.
Cinco generaciones de Jonas habían
vivido en el rancho. No le extrañaba que Nick pareciera pertenecer a aquel
lugar. —¿Tienes hermanos?
—Una hermana. Se enamoró de un texano
y se marchó a Austin.
La incredulidad que se reflejaba en su
voz hizo sonreír a _____.
—En cuanto comenzó a tener hijos,
perdió el interés por el rancho, así que yo le compré su parte.
—Y tú adoras Susurros del Viento,
¿verdad?
—Es mi casa —respondió tranquilamente.
El agua caliente del manantial corría
entre los dedos de _____ mientras ella recordaba un ensayo que había leído en
el colegio sobre la importancia de un lugar en la vida de una persona. Jamás había
entendido lo que quería decir hasta ese momento. Aunque a ella le gustaba la
ciudad, no sentía hacia ella el vínculo que, evidentemente, ataba a Nick a
aquella tierra.
—Mi tiempo de estancia en este lugar
será muy limitado —comenzó a decir, sin ver todavía claro el pensamiento que
comenzaba a formarse en su mente—. Tengo trabajo que hacer, pero aun así,
mientras esté aquí... y lo consideraría como un favor especial, me gustaría
que me mostraras por qué este lugar es tan especial para ti.
Nick la contempló en silencio durante
un largo rato.
—Me encantaría —respondió por fin—.
¿Sabes montar?
—Algo —todavía recordaba las clases de
hípica que había recibido cuando tenía diez años. Lo mucho que se había
esforzado para ganar y la terrible sensación de fracaso que se había apoderado
de ella cuando sólo había conseguido quedar en segundo lugar. No había vuelto a
tocar un caballo desde entonces.
—¿Y crees que podrías aguantar un par
de días ayudándonos a trasladar el ganado? Mañana tengo algunos asuntos que
atender, pero pasado, estoy pensando en hacer el traslado con un par de hombres
del rancho y los huéspedes que quieran acompañarme. Tenemos que apartar del
peligro a esos becerros.
Superbianca
—Claro —_____ no había dormido al aire
libre en su vida, pero sabía que era algo que a menudo hacían los vaqueros, y
estaba allí para capturar la esencia de la vida de esos hombres—. Probablemente
se me ocurran algunas ideas para las fotografías del calendario.
—Lo que puedes estar segura que vas a
conseguir son unas buenas agujetas si no has montado mucho últimamente. Pero
llevaremos también una carreta para guardar las mochilas, los sacos de dormir y
las provisiones, así que si te cansas, podrás...
—No me cansaré. Nick se frotó la
barbilla y la miró. —Esto no es un examen, _____. Lamento haberte hecho
sentirte como si la gente de la ciudad tuviera que demostrarnos algo. Se
supone que has venido aquí para relajarte y pasarlo bien. —Pero no estoy de
vacaciones. —Apostaría cualquier cosa a que nunca te has Nickado unas
vacaciones.
—No. Y estoy convencida de que tú
tampoco. —No —sonrió—. Pero en un paraje como éste, quizá ambos pudiéramos
fingir que estamos de vacaciones.
Dios santo, estaba coqueteando con
ella. _____ se preguntó si con un inocente flirteo, que no comprometiera sus
principios, podría conseguir que participara en el proyecto del calendario.
—De acuerdo, fingiremos que estamos de
vacaciones. Pero mañana tengo que trabajar. ¿Puedo pedirte prestado a Jeeter
durante un par de horas? —Puedes. No se me ocurriría apartarlo del camino de
la fama y la fortuna.
—Si te apetece, puedes venir a verme
trabajar. Es posible que así cambies de opinión.
—Ya he visto muchas sesiones
fotográficas, así que difícilmente cambiaré de opinión.
Su tono desafiante afirmó todavía más
la determinación de _____.
—Eso ya lo veremos.
Nick estaba navegando por aguas desconocidas.
Permanecía al lado de la bañera, mirando a _____. El sol que se filtraba entre
las ramas de los pinos iluminaba el cabello dorado de la fotógrafa y el deseo
crecía en su interior con una dulce insistencia. Sabía que no debía permitirse
pensamientos de ese tipo con una de sus huéspedes, pero jamás se había
encontrado con una como aquélla.
Tal como le había dicho a _____, una
mujer soltera era algo extraño en el rancho, visitado habi-tualmente por
familias. Años atrás, dos viudas habían Nickado la costumbre de acudir al
rancho todos los veranos, pero aquellas sexagenarias estaban muy lejos de
parecerse a una mujer como _____. Estando a solas con ella en aquel claro del
bosque, Nick tenía que hacer un serio esfuerzo para contenerse y evitar poner
fin a la prudente distancia que conservaban en todo momento entre ellos. Con
unas pocas palabras bien escogidas y un mínimo aliento, estaría incluso
dispuesto a arriesgarse a abrazarla.
Val's Matth.
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
Siguelaaa me gusta el cowboy :) PD gracias por comentar en mis noves, subi caps
thegirlwiththebrokensmile
Re: Tu Eres Mi Hombre Objeto- Nick y Tu
awwww me encanta
Nick como asustas a la rayiz
Con lo de los osos y pumas
Siguela!!!
Nick como asustas a la rayiz
Con lo de los osos y pumas
Siguela!!!
aranzhitha
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