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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Perfect Chemistry (Harry Styles)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Perfect Chemistry (Harry Styles)
Sensualonas I'M BACK!!!! Yaaay siento la demora, pero ya no importa aquí tienen sus merecidos caps : )
_____________________________________________
49. Invitado
Tras dos paquetes de pañuelos, Sierra dejó de intentar animarme y me permitió llorar hasta que me quedé dormida. Por la mañana, le pido que deje las persianas bajadas y las cortinas cerradas. No hay nada malo en quedarse todo el día en cama, ¿verdad?
- Gracias por no decirme “ya te lo había advertido”. -Busco algo que ponerme en su armario después de que me haya obligado a levantarme.
Ella está de pie junto al vestidor, maquillándose.
- No voy a decírtelo, pero puedes estar segura de que lo pienso.
- Gracias -respondo con ironía. Sierra saca unos vaqueros y una camiseta de manga larga del armario.
- Toma, ponte esto. No estarás ni la mitad de mona que con tu ropa, pero seguirás estando mejor que ninguna chica de Fairfield.
- No digas eso.
- ¿Por qué? Es la verdad.
- No, no lo es. Tengo el labio superior demasiado grueso.
- A los chicos les encanta. Las estrellas de cine pagan un montón de dinero por ponerse labios gruesos.
- Tengo la nariz torcida.
- Solo desde cierto ángulo.
- Tengo una teta más grande que la otra.
- Invitado, son grandes. A los chicos les obsesionan las tetas grandes. Les da igual que una sea más grande que la otra -dice, apartándome del espejo-. Admítelo, estás como un tren. Vale, ahora mismo tienes los ojos muy rojos y te han salido bolsas después de llorar toda la noche. Pero eres preciosa. Mírate, Invitado, y di en voz alta: «Estoy cañón».
- No.
- Venga. Te sentirás mejor. Mírate en el espejo y grita; ¡Mis tetas molan!
- No.
- ¿No puedes admitir por lo menos que tienes un pelo precioso?
- ¿Hablas contigo misma delante de un espejo? -le pregunto.
- Claro. ¿Quieres verlo? -Me aparta hacia un lado y se coloca frente al espejo-. No estás nada mal, Sierra -exclama-. Doug es un tipo con suerte -continúa, y volviéndose hacia mí, añade-: Ves, es fácil.
Sin embargo, en lugar de estallar en carcajadas, me echo a llorar.
- ¿Tan fea soy?
Niego con la cabeza.
- ¿Es porque no tengo ropa con pedrería? Sé que tu madre te ha echado de casa, pero ¿crees que nos dejará entrar para asaltar tu armario? No sé cuánto tiempo aguantarás con mi talla.
Mi madre no llamó anoche para preguntar por mí. Creo que esperaba que lo hiciera, aunque raras veces cumple con mis expectativas. Y mi padre... bueno, probablemente no sepa que anoche no dormí en casa. Pueden quedarse con mi ropa. Aunque puede que más tarde me escape para ver cómo está Shelley.
- ¿Quieres un consejo? -me pregunta Sierra.
La miro con cautela.
- No lo sé. Nunca te ha gustado la idea de que Harry y yo saliéramos juntos.
- Eso no es verdad, Invitado. Nunca te he dicho nada. Aun así, creo que cuando se relaja, es un buen chico. Nos divertimos mucho el día que fuimos al Lago Ginebra. Doug también. Me dijo que Harry era un tío guay. No sé lo que ha ocurrido entre ustedes dos, pero tienes dos opciones: o te olvidas de él o sacas toda la artillería.
- ¿Es eso lo que haces tú con Doug?
Sonríe.
- A veces, digamos que Doug necesita un toque de atención. Cuando nuestra relación empieza a hacerse monótona, hago algo para reavivarla. No lo interpretes como una excusa para arrodillarte ante Harry. Pero si es realmente la persona que deseas, ¿qué te impide ir a por él? No me gusta verte triste, Invitado.
- ¿Me veías feliz con Harry?
- Más bien obsesionada. Pero sí, también feliz. Más feliz de lo que habías estado en muchísimo tiempo. Cuando alguien te gusta mucho, sueles estar o muy bien o muy mal. ¿Tiene sentido?
- Sí, aunque me hace parecer bipolar.
- El amor puede hacerte sentir así.
Tras dos paquetes de pañuelos, Sierra dejó de intentar animarme y me permitió llorar hasta que me quedé dormida. Por la mañana, le pido que deje las persianas bajadas y las cortinas cerradas. No hay nada malo en quedarse todo el día en cama, ¿verdad?
- Gracias por no decirme “ya te lo había advertido”. -Busco algo que ponerme en su armario después de que me haya obligado a levantarme.
Ella está de pie junto al vestidor, maquillándose.
- No voy a decírtelo, pero puedes estar segura de que lo pienso.
- Gracias -respondo con ironía. Sierra saca unos vaqueros y una camiseta de manga larga del armario.
- Toma, ponte esto. No estarás ni la mitad de mona que con tu ropa, pero seguirás estando mejor que ninguna chica de Fairfield.
- No digas eso.
- ¿Por qué? Es la verdad.
- No, no lo es. Tengo el labio superior demasiado grueso.
- A los chicos les encanta. Las estrellas de cine pagan un montón de dinero por ponerse labios gruesos.
- Tengo la nariz torcida.
- Solo desde cierto ángulo.
- Tengo una teta más grande que la otra.
- Invitado, son grandes. A los chicos les obsesionan las tetas grandes. Les da igual que una sea más grande que la otra -dice, apartándome del espejo-. Admítelo, estás como un tren. Vale, ahora mismo tienes los ojos muy rojos y te han salido bolsas después de llorar toda la noche. Pero eres preciosa. Mírate, Invitado, y di en voz alta: «Estoy cañón».
- No.
- Venga. Te sentirás mejor. Mírate en el espejo y grita; ¡Mis tetas molan!
- No.
- ¿No puedes admitir por lo menos que tienes un pelo precioso?
- ¿Hablas contigo misma delante de un espejo? -le pregunto.
- Claro. ¿Quieres verlo? -Me aparta hacia un lado y se coloca frente al espejo-. No estás nada mal, Sierra -exclama-. Doug es un tipo con suerte -continúa, y volviéndose hacia mí, añade-: Ves, es fácil.
Sin embargo, en lugar de estallar en carcajadas, me echo a llorar.
- ¿Tan fea soy?
Niego con la cabeza.
- ¿Es porque no tengo ropa con pedrería? Sé que tu madre te ha echado de casa, pero ¿crees que nos dejará entrar para asaltar tu armario? No sé cuánto tiempo aguantarás con mi talla.
Mi madre no llamó anoche para preguntar por mí. Creo que esperaba que lo hiciera, aunque raras veces cumple con mis expectativas. Y mi padre... bueno, probablemente no sepa que anoche no dormí en casa. Pueden quedarse con mi ropa. Aunque puede que más tarde me escape para ver cómo está Shelley.
- ¿Quieres un consejo? -me pregunta Sierra.
La miro con cautela.
- No lo sé. Nunca te ha gustado la idea de que Harry y yo saliéramos juntos.
- Eso no es verdad, Invitado. Nunca te he dicho nada. Aun así, creo que cuando se relaja, es un buen chico. Nos divertimos mucho el día que fuimos al Lago Ginebra. Doug también. Me dijo que Harry era un tío guay. No sé lo que ha ocurrido entre ustedes dos, pero tienes dos opciones: o te olvidas de él o sacas toda la artillería.
- ¿Es eso lo que haces tú con Doug?
Sonríe.
- A veces, digamos que Doug necesita un toque de atención. Cuando nuestra relación empieza a hacerse monótona, hago algo para reavivarla. No lo interpretes como una excusa para arrodillarte ante Harry. Pero si es realmente la persona que deseas, ¿qué te impide ir a por él? No me gusta verte triste, Invitado.
- ¿Me veías feliz con Harry?
- Más bien obsesionada. Pero sí, también feliz. Más feliz de lo que habías estado en muchísimo tiempo. Cuando alguien te gusta mucho, sueles estar o muy bien o muy mal. ¿Tiene sentido?
- Sí, aunque me hace parecer bipolar.
- El amor puede hacerte sentir así.
Catherine
Re: Perfect Chemistry (Harry Styles)
50. Harry
A la mañana siguiente, tras la visita de Invitado al almacén, interrumpo mi desayuno al reparar en una cabeza afeitada que asoma por la puerta principal de mi casa.
- Louis, yo de ti, mantendría una distancia prudencial -le grito.
Mi madre me da una colleja.
- Esa no es manera de tratar a tus amigos, Harold.
Sigo comiendo mientras ella va a abrirle la puerta a ese... traidor.
- ¿No estarás todavía enfadado conmigo, verdad, Harry? -pregunta Louis.
- Por supuesto que no está enfadado contigo, Louis. Siéntate y come algo. He hecho huevos con chorizo.
Louis tiene el descaro de darme una palmada en el hombro.
- Te perdono, tío.
Entonces, levanto la mirada, primero hacia mi madre para asegurarme de que no esté prestando atención, y luego a Louis.
- ¿Me perdonas?
- Tienes el labio muy hinchado, Louis -señala mi madre, examinando la herida que le he provocado yo.
Louis se palpa con cuidado el labio.
- Sí, me tropecé con un puño. Ya sabe cómo es eso.
- No, no lo sé. Tropiezas con demasiados puños. Un día acabarás en el hospital -sentencia, apuntándole con un dedo acusador-. Bueno, me voy a trabajar. Louis, intenta mantenerte alejado hoy de los puños, ¿vale? Harry, cierra con llave cuando te vayas, por favor.
Miro a Louis.
- ¿Qué?
- Ya lo sabes. ¿Cómo pudiste llevar a Invitado al almacén?
- Lo siento -masculla mientras engulle nuestra comida.
- No, no lo sientes.
- De acuerdo, tienes razón. No lo siento.
Observo asqueado cómo utiliza los dedos para coger la comida y llevársela a la boca.
- No sé cómo te soporto.
- ¿Qué ocurrió anoche con Invitado? -me pregunta, siguiéndome fuera de la casa.
El desayuno amenaza con volver a salir por donde ha entrado, pero esta vez no tiene nada que ver con los modales de mi amigo. Lo cojo por el cuello de la camiseta.
- Invitado y yo hemos roto. No quiero volver a escuchar su nombre nunca más.
- Hablando del rey de Roma -canturrea mi amigo estirando el cuello. Le suelto y me doy la vuelta, esperando toparme con Invitado. Sin embargo, no la veo por ningún lado, y cuando vuelvo a girarme, Louis me propina un puñetazo en pleno rostro.
- Estamos en paz. Y tío, la señorita Ellis ha tenido que dejarte hecho polvo para que me amenaces solo por pronunciar su nombre. Sé que podrías matarme con tus propias manos -asegura Louis-, pero dudo que lo hagas.
Saboreo la sangre mientras compruebo que aún tengo la mandíbula en su sitio.
- Yo no estaría muy seguro de eso. Te voy a decir algo. Si no dejas de meterte en mi vida, te daré una paliza. Y eso incluye mis asuntos con Invitado y con Héctor.
- Pues yo también tengo que decirte algo. Meterme en tu vida es lo único que me hace seguir adelante. Joder, incluso la paliza que me dio ayer mi viejo cuando llegó borracho a casa no me entretiene tanto como tu vida.
Agacho la cabeza.
- Lo siento, Louis. No debería haberte golpeado. Ya tienes bastante con tu viejo.
Louis murmura un «no te preocupes».
Anoche fue la primera vez en la que me arrepentí de haber utilizado los puños contra alguien. A Louis le ha pegado tantas veces su viejo que probablemente llevará cicatrices el resto de su vida. Soy un auténtico gilipollas por haber actuado así. En cierto modo, me alegra que Invitado y yo hayamos acabado. No soy capaz de controlar mis sentimientos y emociones cuando estoy con ella.
Mi única esperanza es poder evitarla fuera de clase de química. Sí, eso es, porque aunque no esté cerca de ella, no puedo quitármela de la cabeza.
Una de las ventajas de haber roto con Invitado es que, durante estas dos semanas, he tenido tiempo para reflexionar sobre el asesinato de mi padre. La noche en cuestión ha empezado a regresar a mi mente en forma de destellos. Algo no encaja, pero no logro adivinar el qué. Mi padre sonreía, hablaba, y justo antes de que le dispararan, le vi sorprendido y nervioso. ¿No tendría que haberse sentido así durante todo el tiempo?
Esta noche es Halloween. Y también es la noche que Héctor ha elegido para llevar a cabo la operación. He estado inquieto todo el día. He trabajado en siete coches diferentes, y les he hecho de todo, desde cambiarles el aceite hasta remplazar juntas desgastadas y agujereadas.
Guardo la pistola de Héctor en el cajón de mi habitación, no quiero andar por ahí armado hasta que no sea necesario. Aunque en realidad es una estupidez, porque este será el primer trapicheo de los muchos que me esperan durante el resto de mi vida.
«Eres como el viejo». Intento no darle importancia a la voz que resuena en mi cabeza y que me ha atormentado todo el día. «Como el viejo».
No puedo evitarlo. Recuerdo todas las veces que mi padre me decía: «Somos colegas, Harry. Tú y yo nos entendemos muy bien. ¿Algún día serás tan fuerte como tu padre?», me preguntaba. Y yo siempre levantaba la mirada hacia él y le contestaba con absoluta devoción: «Claro, papá. Quiero ser como tú». '
Mi padre nunca me dijo que podía llegar a ser mejor que él ni que había otra forma de hacer las cosas. Sin embargo, esta noche demostraré que soy como mi viejo. He intentado comportarme de otro modo asegurando a Liam y a Niall que podían elegir otro camino. Soy un idiota por pensar que puedo ser un modelo para ellos.
Mis pensamientos vuelven a centrarse en Invitado. He intentado olvidar que irá con alguien al baile de Halloween. Su ex, según me ha parecido entender. Intento apartar de mi mente el hecho de que otro tío le ponga las manos encima.
Estoy seguro de que intentará besarla. ¿Quién no iba a querer besar esos labios dulces, suaves, aterciopelados?
Esta noche trabajaré hasta la hora en la que tengo que acudir a mi cita. Si me quedara en casa solo, me volvería loco dándole vueltas a todo.
Me resbala de las manos el remachador y me golpea en toda la frente. Sin embargo, no me enfado conmigo mismo, sino con Invitado. A las ocho estoy más enfadado con mi compañera de laboratorio que con nadie en este mundo, aunque no sé si tengo derecho a estarlo.
A la mañana siguiente, tras la visita de Invitado al almacén, interrumpo mi desayuno al reparar en una cabeza afeitada que asoma por la puerta principal de mi casa.
- Louis, yo de ti, mantendría una distancia prudencial -le grito.
Mi madre me da una colleja.
- Esa no es manera de tratar a tus amigos, Harold.
Sigo comiendo mientras ella va a abrirle la puerta a ese... traidor.
- ¿No estarás todavía enfadado conmigo, verdad, Harry? -pregunta Louis.
- Por supuesto que no está enfadado contigo, Louis. Siéntate y come algo. He hecho huevos con chorizo.
Louis tiene el descaro de darme una palmada en el hombro.
- Te perdono, tío.
Entonces, levanto la mirada, primero hacia mi madre para asegurarme de que no esté prestando atención, y luego a Louis.
- ¿Me perdonas?
- Tienes el labio muy hinchado, Louis -señala mi madre, examinando la herida que le he provocado yo.
Louis se palpa con cuidado el labio.
- Sí, me tropecé con un puño. Ya sabe cómo es eso.
- No, no lo sé. Tropiezas con demasiados puños. Un día acabarás en el hospital -sentencia, apuntándole con un dedo acusador-. Bueno, me voy a trabajar. Louis, intenta mantenerte alejado hoy de los puños, ¿vale? Harry, cierra con llave cuando te vayas, por favor.
Miro a Louis.
- ¿Qué?
- Ya lo sabes. ¿Cómo pudiste llevar a Invitado al almacén?
- Lo siento -masculla mientras engulle nuestra comida.
- No, no lo sientes.
- De acuerdo, tienes razón. No lo siento.
Observo asqueado cómo utiliza los dedos para coger la comida y llevársela a la boca.
- No sé cómo te soporto.
- ¿Qué ocurrió anoche con Invitado? -me pregunta, siguiéndome fuera de la casa.
El desayuno amenaza con volver a salir por donde ha entrado, pero esta vez no tiene nada que ver con los modales de mi amigo. Lo cojo por el cuello de la camiseta.
- Invitado y yo hemos roto. No quiero volver a escuchar su nombre nunca más.
- Hablando del rey de Roma -canturrea mi amigo estirando el cuello. Le suelto y me doy la vuelta, esperando toparme con Invitado. Sin embargo, no la veo por ningún lado, y cuando vuelvo a girarme, Louis me propina un puñetazo en pleno rostro.
- Estamos en paz. Y tío, la señorita Ellis ha tenido que dejarte hecho polvo para que me amenaces solo por pronunciar su nombre. Sé que podrías matarme con tus propias manos -asegura Louis-, pero dudo que lo hagas.
Saboreo la sangre mientras compruebo que aún tengo la mandíbula en su sitio.
- Yo no estaría muy seguro de eso. Te voy a decir algo. Si no dejas de meterte en mi vida, te daré una paliza. Y eso incluye mis asuntos con Invitado y con Héctor.
- Pues yo también tengo que decirte algo. Meterme en tu vida es lo único que me hace seguir adelante. Joder, incluso la paliza que me dio ayer mi viejo cuando llegó borracho a casa no me entretiene tanto como tu vida.
Agacho la cabeza.
- Lo siento, Louis. No debería haberte golpeado. Ya tienes bastante con tu viejo.
Louis murmura un «no te preocupes».
Anoche fue la primera vez en la que me arrepentí de haber utilizado los puños contra alguien. A Louis le ha pegado tantas veces su viejo que probablemente llevará cicatrices el resto de su vida. Soy un auténtico gilipollas por haber actuado así. En cierto modo, me alegra que Invitado y yo hayamos acabado. No soy capaz de controlar mis sentimientos y emociones cuando estoy con ella.
Mi única esperanza es poder evitarla fuera de clase de química. Sí, eso es, porque aunque no esté cerca de ella, no puedo quitármela de la cabeza.
Una de las ventajas de haber roto con Invitado es que, durante estas dos semanas, he tenido tiempo para reflexionar sobre el asesinato de mi padre. La noche en cuestión ha empezado a regresar a mi mente en forma de destellos. Algo no encaja, pero no logro adivinar el qué. Mi padre sonreía, hablaba, y justo antes de que le dispararan, le vi sorprendido y nervioso. ¿No tendría que haberse sentido así durante todo el tiempo?
Esta noche es Halloween. Y también es la noche que Héctor ha elegido para llevar a cabo la operación. He estado inquieto todo el día. He trabajado en siete coches diferentes, y les he hecho de todo, desde cambiarles el aceite hasta remplazar juntas desgastadas y agujereadas.
Guardo la pistola de Héctor en el cajón de mi habitación, no quiero andar por ahí armado hasta que no sea necesario. Aunque en realidad es una estupidez, porque este será el primer trapicheo de los muchos que me esperan durante el resto de mi vida.
«Eres como el viejo». Intento no darle importancia a la voz que resuena en mi cabeza y que me ha atormentado todo el día. «Como el viejo».
No puedo evitarlo. Recuerdo todas las veces que mi padre me decía: «Somos colegas, Harry. Tú y yo nos entendemos muy bien. ¿Algún día serás tan fuerte como tu padre?», me preguntaba. Y yo siempre levantaba la mirada hacia él y le contestaba con absoluta devoción: «Claro, papá. Quiero ser como tú». '
Mi padre nunca me dijo que podía llegar a ser mejor que él ni que había otra forma de hacer las cosas. Sin embargo, esta noche demostraré que soy como mi viejo. He intentado comportarme de otro modo asegurando a Liam y a Niall que podían elegir otro camino. Soy un idiota por pensar que puedo ser un modelo para ellos.
Mis pensamientos vuelven a centrarse en Invitado. He intentado olvidar que irá con alguien al baile de Halloween. Su ex, según me ha parecido entender. Intento apartar de mi mente el hecho de que otro tío le ponga las manos encima.
Estoy seguro de que intentará besarla. ¿Quién no iba a querer besar esos labios dulces, suaves, aterciopelados?
Esta noche trabajaré hasta la hora en la que tengo que acudir a mi cita. Si me quedara en casa solo, me volvería loco dándole vueltas a todo.
Me resbala de las manos el remachador y me golpea en toda la frente. Sin embargo, no me enfado conmigo mismo, sino con Invitado. A las ocho estoy más enfadado con mi compañera de laboratorio que con nadie en este mundo, aunque no sé si tengo derecho a estarlo.
Catherine
Re: Perfect Chemistry (Harry Styles)
51. Invitado
Estoy frente al Taller de Enrique, haciendo ejercicios de respiración para controlar los nervios. Sé que Harry está solo porque no veo el Camry del dueño del garaje por ningún lado.
Estoy decidida a seducirle.
Si lo que llevo puesto no llama su atención, nada lo hará. Voy a dar toda... voy a sacar toda la artillería. Llamo a la puerta, cierro los ojos y rezo para que todo salga tal y como tengo planeado.
Me abro la chaqueta de satén larga y plateada y la fresca brisa nocturna me acaricia la piel desnuda. Cuando el chasquido de la puerta me alerta de la presencia de Harry, abro lentamente los ojos. Pero no son los ojos negros de Harry los que observan mi cuerpo semidesnudo. Es Enrique, que tiene la vista clavada en mi sujetador de encaje rosa y en mi falda de animadora como si acabara de tocarle la lotería.
Muerta de vergüenza, me cubro con la chaqueta. Si también pudiera esconder la cabeza dentro de ella, lo haría.
- Harry -grita Enrique, estallando en carcajadas-. Una niña que pide caramelos pregunta por ti.
Es posible que tenga la cara de color rojo remolacha, pero estoy decidida a seguir adelante. Estoy aquí para demostrarle a Harry que no voy a abandonarle.
- ¿Quién es? -pregunta la voz de Harry desde el interior del garaje.
- Yo ya me iba -me dice Enrique, pasando por mi lado-. Dile a Harry que cierre el taller cuando se vaya. Hasta otra.
Enrique cruza la sombría calle mientras canturrea en voz baja.
- Enrique, ¿quién...? -La voz de Harry se desvanece cuando llega a la puerta del taller. Me mira con furia-. ¿Necesitas indicaciones para llegar a algún sitio en particular o has venido para que te arreglen el coche?
- Ninguna de las dos cosas -respondo.
- ¿Buscas caramelos en esta zona de la ciudad?
- No.
- Se acabó, nena, ¿lo entiendes? ¿Por qué sigues entrometiéndote en mi vida y atormentándome de este modo? Además, ¿no tendrías que estar en el baile de Halloween con algún tipo del instituto?
- Le he dejado plantado. ¿Podemos hablar?
- Mira, tengo un montón de trabajo por hacer. ¿A qué has venido? ¿Y dónde está Enrique?
- Se ha ido -le informo, nerviosa-. Creo que le he asustado.
- ¿Tú? No lo creo.
- Le he enseñado lo que llevo debajo del abrigo.
Harry arquea las cejas.
- Déjame entrar antes de que acabe congelada aquí fuera. Por favor -le suplico, mirando hacia atrás. La oscuridad ahora me parece aterradora y el corazón me late con fuerza. Me encojo bajo el abrigo. Tengo la piel de gallina y empiezo a temblar.
Harry deja escapar un suspiro, me conduce al interior del taller y cierra la puerta. Afortunadamente, hay un calefactor en medio del local. Me planto frente a él y empiezo a frotarme las manos.
- Mira, la verdad es que me alegro de que hayas venido. Pero ¿no rompimos hace poco?
- Quiero que lo intentemos de nuevo. Fingir que solo somos compañeros de laboratorio ha sido una tortura. Te echo de menos. ¿Y tú, me has echado de menos?
Parecen asaltarle las dudas. Ladea la cabeza, como si no estuviera muy seguro de haber oído bien.
- Sabes que aún estoy en los Latino Blood, ¿verdad?
- Lo sé. Aceptaré lo que me ofreces, Harry.
- Nunca podré cumplir con tus expectativas.
- ¿Y si te dijera que no tengo ninguna expectativa?
Aspira una profunda bocanada de aire y la suelta lentamente. Sé que está reflexionando porque su expresión se ha vuelto muy seria.
- Voy a decirte algo -dice finalmente-. Te quedarás mientras me termino la cena. No te preguntaré lo que llevas, o mejor dicho, lo que no llevas bajo el abrigo. ¿Trato hecho?
Sonrío con vacilación y me aliso el cabello con las manos.
- Trato hecho.
- No tienes que hacer eso por mí -me asegura, apartándome la mano suavemente del pelo-. Traeré una manta para que no te ensucies.
Espero hasta que saca una manta de lana de color verde de un armario. Nos sentamos sobre ella y Harry mira el reloj.
- ¿Quieres un poco? -pregunta, señalando la comida. Tal vez si como algo consiga tranquilizarme.
- ¿Qué es?
- Enchiladas. Mi madre las hace deliciosas -explica cortando un pedacito con el cuchillo y pasándomelo-. Si no estás acostumbrada a la comida picante...
- Me encanta el picante -le interrumpo, metiéndomelo en la boca. Empiezo a masticar, deleitándome con la mezcla de sabores. No obstante, al tragarlo la lengua me empieza a arder. En algún lugar remoto puedo distinguir el sabor, pero sigue picando mucho.
- Pica. -Es lo único que puedo articular mientras intento tragar.
- Te lo he advertido. -Harry me pasa su vaso-. Bebe. Es mejor la leche, pero solo tengo agua.
Cojo el vaso. El líquido me enfría la lengua, pero cuando lo apuro siento que el fuego se reaviva.
- Agua... -imploro.
Harry rellena el vaso.
- Bebe lo que quieras, aunque no creo que sirva de mucho. Pronto se te pasará.
En lugar de beber, esta vez meto la lengua en el líquido y la dejo ahí. Ahhh...
- ¿Estás bien?
- ¿A ti qué te parece? -replico como puedo.
- Lo cierto es que resulta erótico verte así, con la lengua a remojo. ¿Quieres darle otro bocado? -pregunta con picardía, comportándose como el Harry de siempre.
- Ni de coña -le espeto, aún con la lengua dentro del vaso.
- ¿Todavía te pica?
Aparto el vaso para contestarle:
- Parece que tengo un millón de jugadores de fútbol clavándome las botas en la lengua.
- Ay -se lamenta entre risas... -¿Sabes? Una vez me dijeron que lo mejor para calmar el picor es besar a alguien,
- ¿Es lo único que se te ha ocurrido para insinuar que quieres besarme?
El me mira fijamente y me atrae con sus ojos.
- Nena, yo siempre quiero besarte.
- Me temo que no lo vas a conseguir tan fácilmente, Harry. Quiero respuestas. Primero las respuestas y después los besos.
- ¿Por eso has venido hasta aquí desnuda bajo esa chaqueta?
- ¿Quién dice que vaya desnuda? -le digo, acercándome a él.
Harry deja el plato sobre la manta. Si la boca me quema aún, apenas me doy cuenta. Ahora me toca a mí hacerme con el control de la situación.
- Juguemos a algo, Harry. Lo llamo Haz una pregunta y desnúdate. Cada vez que formules una pregunta, tendrás que quitarte una prenda. Yo haré lo mismo.
- Calculo que me da para unas siete preguntas. ¿Cuántas tienes tú?
- Empieza, Harry. Acabas de hacer tu primera pregunta. -Él asiente con la cabeza y se quita uno de los zapatos-. ¿Por qué no empiezas con la camiseta? -le pregunto.
- Confío que sepas que acabas de hacer una pregunta. Creo que es un ejemplo...
- No es una pregunta -insisto.
- Acabas de preguntarme por qué no empiezo por la camiseta -dice con una sonrisa.
Se me acelera el pulso. Me bajo la falda de animadora y escondo las piernas bajo la chaqueta.
- Ahora solo me quedan cuatro prendas.
Harry intenta mantenerse distante, pero en sus ojos distingo un deseo que no había visto hasta ahora. Y la estúpida sonrisa desaparece de su rostro en cuanto se pasa la lengua por los labios.
- Necesito un cigarrillo. Es muy difícil dejarlo. ¿Has dicho cuatro?
- Eso ha sonado como una pregunta, Harry.
Él niega con la cabeza.
- No, listilla, no era una pregunta. Pero ha sido un buen intento. Veamos. ¿Cuál es la verdadera razón que te ha traído hasta aquí?
- Porque quería demostrarte cuánto te quiero -respondo.
Harry parpadea un par de veces, pero no demuestra emoción alguna. Esta vez se quita la camiseta y la deja a un lado, mostrando su torso bronceado y liso como una tabla.
Me arrodillo a su lado, esperando poder tentarle y hacerle perder el control.
- ¿Quieres ir a la universidad? Dime la verdad.
Él vacila un instante.
- Si mi vida fuera diferente, sí.
Me quito una sandalia.
- ¿Te has acostado alguna vez con Nick? -me pregunta.
-No.
Se quita el zapato derecho, sin dejar de mirarme en ningún momento.
- ¿Lo hiciste con Emma? -le pregunto yo.
Duda antes de contestar:
- No quieres saberlo.
- Sí que quiero. Quiero saberlo todo. Las mujeres con las que has estado, la primera persona con la que te acostaste...
Él se frota la nuca, como si le hubiera dado un tirón y quisiera aliviar el dolor.
- Vaya, eso son muchas preguntas -dice-. Emma y yo... bueno, sí, nos acostamos. La última vez fue en abril. Por entonces, aún no sabía que me estaba engañando con otro tío. No recuerdo muy bien las aventuras anteriores a Emma. Atravesé un periodo de un año en el que me apetecía salir con una chica diferente cada semana. Y me acosté con la mayoría. Fue una tontería.
- ¿Usaste siempre protección?
- Sí.
- ¿Quieres contarme tu primera vez?
- Mi primera vez fue con Isabel.
- ¿Isabel Ávila? -pregunto, confusa. Harry asiente.
- No es lo que crees. Ocurrió el verano antes de entrar en el instituto y ambos queríamos zanjar el tema de la virginidad y averiguar por qué todo el mundo le daba tanta importancia al sexo. Fue horrible. Yo estuve muy torpe y ella se pasó casi todo el tiempo riendo. Ambos llegamos a la conclusión de que no había sido muy buena idea intentarlo con alguien que era casi como un hermano. Vale, ya te lo he contado todo. Ahora, por favor, quítate la chaqueta.
- Aún no, nene. Si te has acostado con tantas chicas, ¿cómo sé que no has pillado alguna enfermedad? Dime que te has hecho pruebas.
- Cuando me pusieron las grapas en el hospital, me hicieron varios análisis. Créeme, estoy sano.
- Yo también. Por si te lo estás preguntando. -Me quito la otra sandalia, contenta por no sentirme como una estúpida ni que él se cabree por hacerle tantas preguntas-. Te toca.
- ¿Alguna vez has pensado en hacer el amor conmigo? -suelta, quitándose un calcetín mientras espera mi respuesta.
Estoy frente al Taller de Enrique, haciendo ejercicios de respiración para controlar los nervios. Sé que Harry está solo porque no veo el Camry del dueño del garaje por ningún lado.
Estoy decidida a seducirle.
Si lo que llevo puesto no llama su atención, nada lo hará. Voy a dar toda... voy a sacar toda la artillería. Llamo a la puerta, cierro los ojos y rezo para que todo salga tal y como tengo planeado.
Me abro la chaqueta de satén larga y plateada y la fresca brisa nocturna me acaricia la piel desnuda. Cuando el chasquido de la puerta me alerta de la presencia de Harry, abro lentamente los ojos. Pero no son los ojos negros de Harry los que observan mi cuerpo semidesnudo. Es Enrique, que tiene la vista clavada en mi sujetador de encaje rosa y en mi falda de animadora como si acabara de tocarle la lotería.
Muerta de vergüenza, me cubro con la chaqueta. Si también pudiera esconder la cabeza dentro de ella, lo haría.
- Harry -grita Enrique, estallando en carcajadas-. Una niña que pide caramelos pregunta por ti.
Es posible que tenga la cara de color rojo remolacha, pero estoy decidida a seguir adelante. Estoy aquí para demostrarle a Harry que no voy a abandonarle.
- ¿Quién es? -pregunta la voz de Harry desde el interior del garaje.
- Yo ya me iba -me dice Enrique, pasando por mi lado-. Dile a Harry que cierre el taller cuando se vaya. Hasta otra.
Enrique cruza la sombría calle mientras canturrea en voz baja.
- Enrique, ¿quién...? -La voz de Harry se desvanece cuando llega a la puerta del taller. Me mira con furia-. ¿Necesitas indicaciones para llegar a algún sitio en particular o has venido para que te arreglen el coche?
- Ninguna de las dos cosas -respondo.
- ¿Buscas caramelos en esta zona de la ciudad?
- No.
- Se acabó, nena, ¿lo entiendes? ¿Por qué sigues entrometiéndote en mi vida y atormentándome de este modo? Además, ¿no tendrías que estar en el baile de Halloween con algún tipo del instituto?
- Le he dejado plantado. ¿Podemos hablar?
- Mira, tengo un montón de trabajo por hacer. ¿A qué has venido? ¿Y dónde está Enrique?
- Se ha ido -le informo, nerviosa-. Creo que le he asustado.
- ¿Tú? No lo creo.
- Le he enseñado lo que llevo debajo del abrigo.
Harry arquea las cejas.
- Déjame entrar antes de que acabe congelada aquí fuera. Por favor -le suplico, mirando hacia atrás. La oscuridad ahora me parece aterradora y el corazón me late con fuerza. Me encojo bajo el abrigo. Tengo la piel de gallina y empiezo a temblar.
Harry deja escapar un suspiro, me conduce al interior del taller y cierra la puerta. Afortunadamente, hay un calefactor en medio del local. Me planto frente a él y empiezo a frotarme las manos.
- Mira, la verdad es que me alegro de que hayas venido. Pero ¿no rompimos hace poco?
- Quiero que lo intentemos de nuevo. Fingir que solo somos compañeros de laboratorio ha sido una tortura. Te echo de menos. ¿Y tú, me has echado de menos?
Parecen asaltarle las dudas. Ladea la cabeza, como si no estuviera muy seguro de haber oído bien.
- Sabes que aún estoy en los Latino Blood, ¿verdad?
- Lo sé. Aceptaré lo que me ofreces, Harry.
- Nunca podré cumplir con tus expectativas.
- ¿Y si te dijera que no tengo ninguna expectativa?
Aspira una profunda bocanada de aire y la suelta lentamente. Sé que está reflexionando porque su expresión se ha vuelto muy seria.
- Voy a decirte algo -dice finalmente-. Te quedarás mientras me termino la cena. No te preguntaré lo que llevas, o mejor dicho, lo que no llevas bajo el abrigo. ¿Trato hecho?
Sonrío con vacilación y me aliso el cabello con las manos.
- Trato hecho.
- No tienes que hacer eso por mí -me asegura, apartándome la mano suavemente del pelo-. Traeré una manta para que no te ensucies.
Espero hasta que saca una manta de lana de color verde de un armario. Nos sentamos sobre ella y Harry mira el reloj.
- ¿Quieres un poco? -pregunta, señalando la comida. Tal vez si como algo consiga tranquilizarme.
- ¿Qué es?
- Enchiladas. Mi madre las hace deliciosas -explica cortando un pedacito con el cuchillo y pasándomelo-. Si no estás acostumbrada a la comida picante...
- Me encanta el picante -le interrumpo, metiéndomelo en la boca. Empiezo a masticar, deleitándome con la mezcla de sabores. No obstante, al tragarlo la lengua me empieza a arder. En algún lugar remoto puedo distinguir el sabor, pero sigue picando mucho.
- Pica. -Es lo único que puedo articular mientras intento tragar.
- Te lo he advertido. -Harry me pasa su vaso-. Bebe. Es mejor la leche, pero solo tengo agua.
Cojo el vaso. El líquido me enfría la lengua, pero cuando lo apuro siento que el fuego se reaviva.
- Agua... -imploro.
Harry rellena el vaso.
- Bebe lo que quieras, aunque no creo que sirva de mucho. Pronto se te pasará.
En lugar de beber, esta vez meto la lengua en el líquido y la dejo ahí. Ahhh...
- ¿Estás bien?
- ¿A ti qué te parece? -replico como puedo.
- Lo cierto es que resulta erótico verte así, con la lengua a remojo. ¿Quieres darle otro bocado? -pregunta con picardía, comportándose como el Harry de siempre.
- Ni de coña -le espeto, aún con la lengua dentro del vaso.
- ¿Todavía te pica?
Aparto el vaso para contestarle:
- Parece que tengo un millón de jugadores de fútbol clavándome las botas en la lengua.
- Ay -se lamenta entre risas... -¿Sabes? Una vez me dijeron que lo mejor para calmar el picor es besar a alguien,
- ¿Es lo único que se te ha ocurrido para insinuar que quieres besarme?
El me mira fijamente y me atrae con sus ojos.
- Nena, yo siempre quiero besarte.
- Me temo que no lo vas a conseguir tan fácilmente, Harry. Quiero respuestas. Primero las respuestas y después los besos.
- ¿Por eso has venido hasta aquí desnuda bajo esa chaqueta?
- ¿Quién dice que vaya desnuda? -le digo, acercándome a él.
Harry deja el plato sobre la manta. Si la boca me quema aún, apenas me doy cuenta. Ahora me toca a mí hacerme con el control de la situación.
- Juguemos a algo, Harry. Lo llamo Haz una pregunta y desnúdate. Cada vez que formules una pregunta, tendrás que quitarte una prenda. Yo haré lo mismo.
- Calculo que me da para unas siete preguntas. ¿Cuántas tienes tú?
- Empieza, Harry. Acabas de hacer tu primera pregunta. -Él asiente con la cabeza y se quita uno de los zapatos-. ¿Por qué no empiezas con la camiseta? -le pregunto.
- Confío que sepas que acabas de hacer una pregunta. Creo que es un ejemplo...
- No es una pregunta -insisto.
- Acabas de preguntarme por qué no empiezo por la camiseta -dice con una sonrisa.
Se me acelera el pulso. Me bajo la falda de animadora y escondo las piernas bajo la chaqueta.
- Ahora solo me quedan cuatro prendas.
Harry intenta mantenerse distante, pero en sus ojos distingo un deseo que no había visto hasta ahora. Y la estúpida sonrisa desaparece de su rostro en cuanto se pasa la lengua por los labios.
- Necesito un cigarrillo. Es muy difícil dejarlo. ¿Has dicho cuatro?
- Eso ha sonado como una pregunta, Harry.
Él niega con la cabeza.
- No, listilla, no era una pregunta. Pero ha sido un buen intento. Veamos. ¿Cuál es la verdadera razón que te ha traído hasta aquí?
- Porque quería demostrarte cuánto te quiero -respondo.
Harry parpadea un par de veces, pero no demuestra emoción alguna. Esta vez se quita la camiseta y la deja a un lado, mostrando su torso bronceado y liso como una tabla.
Me arrodillo a su lado, esperando poder tentarle y hacerle perder el control.
- ¿Quieres ir a la universidad? Dime la verdad.
Él vacila un instante.
- Si mi vida fuera diferente, sí.
Me quito una sandalia.
- ¿Te has acostado alguna vez con Nick? -me pregunta.
-No.
Se quita el zapato derecho, sin dejar de mirarme en ningún momento.
- ¿Lo hiciste con Emma? -le pregunto yo.
Duda antes de contestar:
- No quieres saberlo.
- Sí que quiero. Quiero saberlo todo. Las mujeres con las que has estado, la primera persona con la que te acostaste...
Él se frota la nuca, como si le hubiera dado un tirón y quisiera aliviar el dolor.
- Vaya, eso son muchas preguntas -dice-. Emma y yo... bueno, sí, nos acostamos. La última vez fue en abril. Por entonces, aún no sabía que me estaba engañando con otro tío. No recuerdo muy bien las aventuras anteriores a Emma. Atravesé un periodo de un año en el que me apetecía salir con una chica diferente cada semana. Y me acosté con la mayoría. Fue una tontería.
- ¿Usaste siempre protección?
- Sí.
- ¿Quieres contarme tu primera vez?
- Mi primera vez fue con Isabel.
- ¿Isabel Ávila? -pregunto, confusa. Harry asiente.
- No es lo que crees. Ocurrió el verano antes de entrar en el instituto y ambos queríamos zanjar el tema de la virginidad y averiguar por qué todo el mundo le daba tanta importancia al sexo. Fue horrible. Yo estuve muy torpe y ella se pasó casi todo el tiempo riendo. Ambos llegamos a la conclusión de que no había sido muy buena idea intentarlo con alguien que era casi como un hermano. Vale, ya te lo he contado todo. Ahora, por favor, quítate la chaqueta.
- Aún no, nene. Si te has acostado con tantas chicas, ¿cómo sé que no has pillado alguna enfermedad? Dime que te has hecho pruebas.
- Cuando me pusieron las grapas en el hospital, me hicieron varios análisis. Créeme, estoy sano.
- Yo también. Por si te lo estás preguntando. -Me quito la otra sandalia, contenta por no sentirme como una estúpida ni que él se cabree por hacerle tantas preguntas-. Te toca.
- ¿Alguna vez has pensado en hacer el amor conmigo? -suelta, quitándose un calcetín mientras espera mi respuesta.
Catherine
Re: Perfect Chemistry (Harry Styles)
Háaaaaaaaaa quería poner tensión a la cosa, pero me siento mal por no haber subido cap durante muchos días. Así que pondré lo que sigue :3
_____________________________________
52. Harry (Parte I)
- Sí -responde Invitado. - ¿Y tú? ¿Has pensado alguna vez en hacer el amor conmigo?
Todas las noches sueño despierto, fantaseando con ella, con dormir a su lado... con hacerle el amor.
- Ahora mismo, no puedo pensar en otra cosa. -Miro el reloj. Pronto tendré que irme. A los traficantes de drogas no les importa mucho la vida sentimental de cada cual. No puedo llegar tarde, pero deseo tanto a Invitado-. Lo próximo que tendrás que quitarte será el abrigo. ¿Estás segura de que quieres seguir?
Me quito el otro calcetín. Lo único que me falta para quedarme completamente desnudo son los vaqueros y los calzoncillos.
- Sí, quiero seguir -asegura, sonriendo de oreja a oreja, con sus preciosos labios rosados brillando bajo la luz-. Apaga las luces antes de que... me quite el abrigo.
Apago las luces del taller y la observo mientras se pone de pie sobre la manta y se desabrocha el abrigo con dedos temblorosos. Estoy en trance, sobre todo porque mientras lo hace, me mira con esos ojos claros llenos de deseo.
Cuando se abre lentamente el abrigo, no puedo apartar la mirada del regalo que oculta en su interior. Se acerca a mí, pero tropieza con un zapato.
La cojo a tiempo y la ayudo a recostarse sobre la suave manta. Entonces me coloco encima de ella.
- Gracias por evitar que me caiga -dice. Le cuesta respirar.
Le retiro un mechón de la cara y me pongo a su lado. Cuando ella me rodea el cuello con los brazos, lo único que deseo es protegerla durante el resto de mi vida. Le quito el abrigo y me alejo un poco para observarla. Solo lleva puesto un sujetador de encaje rosa. Nada más.
- Como un ángel -susurro.
- ¿Ha terminado el juego? -pregunta con nerviosismo.
- Sí, nena. Lo que viene a continuación lo es todo menos un juego.
Apoya sus uñas perfectamente arregladas sobre mi pecho. ¿Sentirá los latidos de mi corazón con la palma de la mano?
- He traído preservativos -dice.
Si hubiese sabido... si hubiera imaginado que esta noche sería «la noche», habría venido preparado. Supongo que no imaginaba que esto pudiera suceder de verdad con Invitado. Introduce la mano en el bolsillo del abrigo y una docena de preservativos se esparcen sobre la manta.
- ¿Tenías planeado hacerlo varias veces?
Avergonzada, se cubre la cara con ambas manos.
- Solo he cogido un puñado.
Le aparto las manos y froto mi frente contra la suya.
- Estoy bromeando. No seas tan tímida conmigo. -Cuando se deshace de la chaqueta, sé que me odiaré por tener que dejarla allí cuando me vaya. Ojalá pudiéramos pasar juntos toda la noche. Y, sin embargo, sé que los deseos solo se cumplen en los cuentos de hadas.
- ¿No vas... a quitarte los pantalones? -me pregunta. Tranquila.
Ojalá pudiera tomarme mi tiempo y hacer que esta noche durase para siempre. Es como estar de excursión en el paraíso y saber que has de regresar al infierno. Le recorro el cuello y los hombros con mis besos, lentamente.
- Soy virgen, Harry. ¿Y si hago algo mal?
- Nada va a salir mal. Esto no es un examen de la Sra. Peterson. Solo estamos tú y yo. El resto del mundo no importa ahora mismo, ¿vale?
- Vale -contesta ella en voz baja.
Tiene los ojos brillantes. ¿Estará llorando?
- No te merezco. Lo sabes, ¿verdad?
- ¿Cuándo te darás cuenta de que eres un buen chico? -suelta, y al ver que no respondo, me obliga a acercar la cabeza a la suya-. Esta noche mi cuerpo es tuyo, Harry -me susurra muy cerca de los labios-. ¿Lo deseas?
- No sabes cómo. -Mientras nos besamos, me deshago de los vaqueros y de los calzoncillos y la abrazo con fuerza, sintiendo la suavidad y el calor de su cuerpo contra el mío-. ¿Estás asustada? -le murmuro al oído cuando creo que está preparada. Yo lo estoy y ya no puedo esperar más.
- Un poco, pero confío en ti.
- Relájate, preciosa.
- Lo intento.
- Esto no funcionará a no ser que te relajes -le digo, apartándome un poco para coger uno de los preservativos con una mano temblorosa-. ¿Estás segura de esto?
- Sí, estoy segura. Te quiero, Harry -confiesa-. Te quiero -repite, esta vez casi con desesperación.
Dejo que sus palabras fluyan a través de mí y me contengo. No quiero hacerle daño. ¿A quién pretendo engañar? Para una chica, la primera vez siempre es dolorosa, por muy cuidadoso que sea el chico.
Quiero decirle cómo me siento, confesarle cómo ha llegado a convertirse en el centro de mi existencia. Pero no puedo. Soy incapaz de pronunciar palabra alguna.
- Hazlo -ruega ella, notando mi vacilación. Así que obedezco, pero cuando ella ahoga un gemido, deseo poder evitarle todo el dolor que siente.
Aspira por la nariz y se enjuga una lágrima que le resbala por la mejilla. No puedo soportar verla sufrir. Por primera vez desde que vi morir a mi padre, se me escapa una lágrima.
Ella me sujeta la cabeza entre las manos y me borra la lágrima con sus besos.
- Estoy bien, Harry.
Pero a mí no me lo parece. Tengo que hacer que sea perfecto. Porque puede que nunca tenga otra oportunidad y ella tiene que saber lo hermoso que puede llegar a ser este momento. Me concentro totalmente en ella, desesperado por convertirlo en algo muy especial.
Más tarde, la acerco hacia mí. Invitado se acurruca entre mis brazos mientras yo le acaricio el pelo, ambos deseosos de alargar aquella intimidad todo el tiempo que podamos.
No puedo creer que haya compartido su cuerpo conmigo. Debería sentirme exultante. Pero en lugar de eso, me siento como una mierda.
No podré proteger a Invitado durante el resto de mi vida de los tipos que quieran estar con ella, verla como yo la he visto, tocarla como la he tocado hoy. No quiero dejarla marchar nunca.
Pero ya es demasiado tarde. No puedo perder más tiempo. Al fin y al cabo, ella no será mía para siempre y no puedo fingir por más tiempo.
- ¿Te encuentras bien? -le pregunto.
- Sí. Más que bien.
- Tengo que marcharme -le digo, mirando el reloj digital que hay apoyado sobre una de las cajas de herramientas.
Invitado apoya la barbilla en mi pecho.
- Vas a renunciar a los Latino Blood, ¿verdad?
El cuerpo se me agarrota.
- No -le digo con la voz cargada de angustia. Joder, ¿por qué me pregunta eso?
- Ahora todo es diferente, Harry. Hemos hecho el amor.
- Lo que hemos hecho ha sido genial. Pero no cambia nada.
Ella se pone en pie, recoge su ropa y empieza a vestirse en un rincón.
- Entonces, ¿solo soy otra chica que puedes añadir a la lista de tías con las que te has acostado?
- No digas eso.
- ¿Por qué no? Es la verdad, ¿no?
- No.
- Pues demuéstramelo, Harry.
- No puedo. -Ojalá pudiera decirle otra cosa. Tiene que saber que las cosas siempre serán así. Tendré que dejarla plantada una y otra vez porque los Latino Blood no dejarán de reclamarme. Invitado, que ama con el corazón y con el alma, es como una droga. Se merece algo mejor-. Lo siento -le digo después de ponerme los pantalones. ¿Qué otra cosa puedo decirle?
Ella aparta la mirada y camina hacia la salida del garaje como si fuera un robot.
Cuando oigo el chirrido de neumáticos, se me disparan todas las alarmas. Un coche se dirige hacia nosotros... el RX-7 de Zayn.
Esto no pinta nada bien.
- Sube al coche -le ordeno.
Pero ya es demasiado tarde. El RX de Zayn se detiene frente a nosotros con un frenazo. Le acompañan unos cuantos chicos de los Latino Blood.
- ¡No me lo puedo creer! ¡Has ganado la apuesta! -grita Zayn desde el interior del vehículo.
Intento esconder a Invitado detrás de mí, pero es inútil. Pueden ver con total claridad sus piernas desnudas y sexys sobresaliendo del abrigo.
- ¿A qué se refiere? -me pregunta. Siento la necesidad de quitarme los pantalones y dárselos para que se los ponga. Si se entera de la apuesta, pensará que esa es la razón por la que me he acostado con ella. Tengo que conseguir que se marche, y rápido.
- Sí -responde Invitado. - ¿Y tú? ¿Has pensado alguna vez en hacer el amor conmigo?
Todas las noches sueño despierto, fantaseando con ella, con dormir a su lado... con hacerle el amor.
- Ahora mismo, no puedo pensar en otra cosa. -Miro el reloj. Pronto tendré que irme. A los traficantes de drogas no les importa mucho la vida sentimental de cada cual. No puedo llegar tarde, pero deseo tanto a Invitado-. Lo próximo que tendrás que quitarte será el abrigo. ¿Estás segura de que quieres seguir?
Me quito el otro calcetín. Lo único que me falta para quedarme completamente desnudo son los vaqueros y los calzoncillos.
- Sí, quiero seguir -asegura, sonriendo de oreja a oreja, con sus preciosos labios rosados brillando bajo la luz-. Apaga las luces antes de que... me quite el abrigo.
Apago las luces del taller y la observo mientras se pone de pie sobre la manta y se desabrocha el abrigo con dedos temblorosos. Estoy en trance, sobre todo porque mientras lo hace, me mira con esos ojos claros llenos de deseo.
Cuando se abre lentamente el abrigo, no puedo apartar la mirada del regalo que oculta en su interior. Se acerca a mí, pero tropieza con un zapato.
La cojo a tiempo y la ayudo a recostarse sobre la suave manta. Entonces me coloco encima de ella.
- Gracias por evitar que me caiga -dice. Le cuesta respirar.
Le retiro un mechón de la cara y me pongo a su lado. Cuando ella me rodea el cuello con los brazos, lo único que deseo es protegerla durante el resto de mi vida. Le quito el abrigo y me alejo un poco para observarla. Solo lleva puesto un sujetador de encaje rosa. Nada más.
- Como un ángel -susurro.
- ¿Ha terminado el juego? -pregunta con nerviosismo.
- Sí, nena. Lo que viene a continuación lo es todo menos un juego.
Apoya sus uñas perfectamente arregladas sobre mi pecho. ¿Sentirá los latidos de mi corazón con la palma de la mano?
- He traído preservativos -dice.
Si hubiese sabido... si hubiera imaginado que esta noche sería «la noche», habría venido preparado. Supongo que no imaginaba que esto pudiera suceder de verdad con Invitado. Introduce la mano en el bolsillo del abrigo y una docena de preservativos se esparcen sobre la manta.
- ¿Tenías planeado hacerlo varias veces?
Avergonzada, se cubre la cara con ambas manos.
- Solo he cogido un puñado.
Le aparto las manos y froto mi frente contra la suya.
- Estoy bromeando. No seas tan tímida conmigo. -Cuando se deshace de la chaqueta, sé que me odiaré por tener que dejarla allí cuando me vaya. Ojalá pudiéramos pasar juntos toda la noche. Y, sin embargo, sé que los deseos solo se cumplen en los cuentos de hadas.
- ¿No vas... a quitarte los pantalones? -me pregunta. Tranquila.
Ojalá pudiera tomarme mi tiempo y hacer que esta noche durase para siempre. Es como estar de excursión en el paraíso y saber que has de regresar al infierno. Le recorro el cuello y los hombros con mis besos, lentamente.
- Soy virgen, Harry. ¿Y si hago algo mal?
- Nada va a salir mal. Esto no es un examen de la Sra. Peterson. Solo estamos tú y yo. El resto del mundo no importa ahora mismo, ¿vale?
- Vale -contesta ella en voz baja.
Tiene los ojos brillantes. ¿Estará llorando?
- No te merezco. Lo sabes, ¿verdad?
- ¿Cuándo te darás cuenta de que eres un buen chico? -suelta, y al ver que no respondo, me obliga a acercar la cabeza a la suya-. Esta noche mi cuerpo es tuyo, Harry -me susurra muy cerca de los labios-. ¿Lo deseas?
- No sabes cómo. -Mientras nos besamos, me deshago de los vaqueros y de los calzoncillos y la abrazo con fuerza, sintiendo la suavidad y el calor de su cuerpo contra el mío-. ¿Estás asustada? -le murmuro al oído cuando creo que está preparada. Yo lo estoy y ya no puedo esperar más.
- Un poco, pero confío en ti.
- Relájate, preciosa.
- Lo intento.
- Esto no funcionará a no ser que te relajes -le digo, apartándome un poco para coger uno de los preservativos con una mano temblorosa-. ¿Estás segura de esto?
- Sí, estoy segura. Te quiero, Harry -confiesa-. Te quiero -repite, esta vez casi con desesperación.
Dejo que sus palabras fluyan a través de mí y me contengo. No quiero hacerle daño. ¿A quién pretendo engañar? Para una chica, la primera vez siempre es dolorosa, por muy cuidadoso que sea el chico.
Quiero decirle cómo me siento, confesarle cómo ha llegado a convertirse en el centro de mi existencia. Pero no puedo. Soy incapaz de pronunciar palabra alguna.
- Hazlo -ruega ella, notando mi vacilación. Así que obedezco, pero cuando ella ahoga un gemido, deseo poder evitarle todo el dolor que siente.
Aspira por la nariz y se enjuga una lágrima que le resbala por la mejilla. No puedo soportar verla sufrir. Por primera vez desde que vi morir a mi padre, se me escapa una lágrima.
Ella me sujeta la cabeza entre las manos y me borra la lágrima con sus besos.
- Estoy bien, Harry.
Pero a mí no me lo parece. Tengo que hacer que sea perfecto. Porque puede que nunca tenga otra oportunidad y ella tiene que saber lo hermoso que puede llegar a ser este momento. Me concentro totalmente en ella, desesperado por convertirlo en algo muy especial.
Más tarde, la acerco hacia mí. Invitado se acurruca entre mis brazos mientras yo le acaricio el pelo, ambos deseosos de alargar aquella intimidad todo el tiempo que podamos.
No puedo creer que haya compartido su cuerpo conmigo. Debería sentirme exultante. Pero en lugar de eso, me siento como una mierda.
No podré proteger a Invitado durante el resto de mi vida de los tipos que quieran estar con ella, verla como yo la he visto, tocarla como la he tocado hoy. No quiero dejarla marchar nunca.
Pero ya es demasiado tarde. No puedo perder más tiempo. Al fin y al cabo, ella no será mía para siempre y no puedo fingir por más tiempo.
- ¿Te encuentras bien? -le pregunto.
- Sí. Más que bien.
- Tengo que marcharme -le digo, mirando el reloj digital que hay apoyado sobre una de las cajas de herramientas.
Invitado apoya la barbilla en mi pecho.
- Vas a renunciar a los Latino Blood, ¿verdad?
El cuerpo se me agarrota.
- No -le digo con la voz cargada de angustia. Joder, ¿por qué me pregunta eso?
- Ahora todo es diferente, Harry. Hemos hecho el amor.
- Lo que hemos hecho ha sido genial. Pero no cambia nada.
Ella se pone en pie, recoge su ropa y empieza a vestirse en un rincón.
- Entonces, ¿solo soy otra chica que puedes añadir a la lista de tías con las que te has acostado?
- No digas eso.
- ¿Por qué no? Es la verdad, ¿no?
- No.
- Pues demuéstramelo, Harry.
- No puedo. -Ojalá pudiera decirle otra cosa. Tiene que saber que las cosas siempre serán así. Tendré que dejarla plantada una y otra vez porque los Latino Blood no dejarán de reclamarme. Invitado, que ama con el corazón y con el alma, es como una droga. Se merece algo mejor-. Lo siento -le digo después de ponerme los pantalones. ¿Qué otra cosa puedo decirle?
Ella aparta la mirada y camina hacia la salida del garaje como si fuera un robot.
Cuando oigo el chirrido de neumáticos, se me disparan todas las alarmas. Un coche se dirige hacia nosotros... el RX-7 de Zayn.
Esto no pinta nada bien.
- Sube al coche -le ordeno.
Pero ya es demasiado tarde. El RX de Zayn se detiene frente a nosotros con un frenazo. Le acompañan unos cuantos chicos de los Latino Blood.
- ¡No me lo puedo creer! ¡Has ganado la apuesta! -grita Zayn desde el interior del vehículo.
Intento esconder a Invitado detrás de mí, pero es inútil. Pueden ver con total claridad sus piernas desnudas y sexys sobresaliendo del abrigo.
- ¿A qué se refiere? -me pregunta. Siento la necesidad de quitarme los pantalones y dárselos para que se los ponga. Si se entera de la apuesta, pensará que esa es la razón por la que me he acostado con ella. Tengo que conseguir que se marche, y rápido.
Última edición por Catherine el Miér 05 Dic 2012, 10:28 pm, editado 1 vez
Catherine
Re: Perfect Chemistry (Harry Styles)
Ahhhhh que va a pasar? La verdad espero que sí se entere de la apuesta jaja soy mala pero daría drama a la nove jajaja bue seguí PORFAVOR lo necesito LO necesitamos.
Andie
Re: Perfect Chemistry (Harry Styles)
Y se viene el drama!! No lo puedo creer lo hicieron y Harry se preocupaba por ella! ¡Es un amor hecho hombre! No tienes idea de como te extrañé y lo feliz que estoy de que hayas actualizado, pero quierp más más más. Estoy como asdfghjuytre. Sé que se va a enterar y BAM drama a la vista!!!! Ay mi Dios, síguela pronto por favor. He amado cada uno de los capítulos, muy buenos!
Love
Love
Chiaara
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