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Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
6
Joe regresó a mediodía e inspeccionó su tienda con aire satisfecho. La alcoba estaba ordenada y limpia. La indomable cautiva había hecho bien su trabajo.
_______________ dormía en su cama, acurrucada como un gatito. Al parecer, la falta de costumbre de trabajar la había agotado. Joe contempló a su bella durmiente. _______________ era menuda y esbelta, de hermosas curvas, y su tentador cuerpo parecía creado para seducirlo. Su reluciente cabello cobrizo le caía por el rostro de ángel en una cascada hasta sus provocadoras caderas. Velados por las pestañas, sus ojos parecían esmeraldas exquisitas. «Las esmeraldas simbolizan la fidelidad», recordó Joe. Cuando aquella belleza entregara su
corazón, amaría plenamente y para siempre.
Serena o enfurecida, _______________ excitaba el deseo de Joe, que nunca se había sentido tan vivo como cuando estaba junto a ella. Era asombroso cómo el amor aparecía de repente en la vida de un hombre y llenaba su solitario corazón. Pero, en nombre de Alá, ¿en qué demonios estaba pensando? Joe hizo un esfuerzo por apartar de su mente esos pensamientos de ternura. Su cautiva no era más que un medio para consumar su venganza, y acabaría por desprenderse de ella. Sin embargo, un gran pesar por lo que podrían haber compartido le atenazaba el corazón. Si _______________ hubiera sido cualquier otra persona, Joe la habría acogido a su lado para toda la eternidad. Qué extraño que no se percatara de que su corazón se hallaba desierto hasta que ella apareció en su vida. Pero _______________ era la prometida de Fougere y sin duda su único punto débil. Si ella supiera lo que él le estaba preparando, seguramente pondría fin a su propia vida.
Joe se hizo fuerte contra el pesar que sentía. La sangre de su hermana y de su hermano clamaba venganza. La sacudió suavemente.
—Despierta, esclava.
_______________ se dio vuelta en la cama, le dio la espalda y se cubrió la cabeza con el edredón.
De un tirón, Joe la despojó del cubrecama y le ordenó:
—¡Despierta!
_______________ se incorporó de golpe. Sus ojos esmeralda se despejaron, los enfocó en él y se llenaron de una indisimulada aversión.
—Los esclavos no duermen cuando quieren —le dijo Joe, sintiendo que se le partía el corazón al ver el odio que reflejaba su expresión—. Una esclava ha de estar siempre pendiente de los deseos de su amo. No lo olvides.
_______________ se levantó trabajosamente y replicó:
—¿Siempre pendiente?
Joe frunció el entrecejo, y su mirada de ojos azules se aguzó al posarse en ella. Sin duda estaba muy enfadado, pensó ella.
—Mil perdones, mi amo y señor —suplicó _______________ mecánicamente—. Tenéis ante vos a una dócil esclava.
Joe gruñó y asintió con la cabeza.
—[size=14]Por esta vez estás perdonada —dijo.
El príncipe se volvió, incapaz de soportar el destello de ira que encendía los ojos de _______________. Se acercó al baúl de viaje y hurgó entre las pertenencias de la joven. Finalmente sacó una prenda de color verde y la arrojo sobre la cama.
—Se te ha manchado la ropa de tanto trajinar —dijo Joe—. Cámbiate de vestido.
—¿Acaso importa que vaya sucia o limpia, mi señor? Me volveré a ensuciar cada vez que trabaje—respondió _______________—. Se me estropeará otro vestido y el conde se disgustará cuando compruebe que debe comprarme un vestuario nuevo.
Joe arqueó una ceja con gesto irónico.
—Jamás volverás a ver a ese conde, así que no tienes que temer su indignación. Recuerda, una esclava nunca cuestiona la opinión de su amo.
Ambos se miraron en silencio.
—¿Y bien? —_______________ levantó una ceja cobriza perfectamente perfilada.
—¿Y bien qué? —Joe sabía lo que quería pero fingió no comprenderlo.
—¿Me dejaréis a solas para que pueda cambiarme?
—Ya te he dicho antes que los esclavos no gozan de intimidad.
Era inútil discutir con aquel bruto. _______________ le volvió la espalda, se desabrochó la falda y la dejó caer. Luego se quitó la blusa por encima de la cabeza y también la arrojó al suelo.
Joe admiró la sedosa silueta de su espalda, que se intuía bajo la camisola. Su mirada se deslizó hacia sus piernas, maravillosamente torneadas. Incluso la forma de sus pies era delicada.
_______________ se inclinó para coger el vestido limpio que estaba sobre la cama. Joe sonrió con aprecio al reparar en la apetecible curva redondeada de sus nalgas. El deseo se apoderó de él con fuerza indomable. Ella no guardaba ninguna semejanza con todas las mujeres que había conocido en su vida. Joe apenas pudo controlar el impulso de tomarla y poseerla allí mismo.
Una vez vestida, _______________ se dio la vuelta para mirarlo de frente y repentinamente los penetrantes ojos azules de Joe la hechizaron. El deseo acechaba en lo más hondo de ellos, y también algo más, algo que ella no reconoció. La falta de experiencia le impedía ver el amor que en él nacía.
Joe alzó la mano como si fuera a acariciar su suave mejilla, un gesto que confundió y asustó a _______________. En ese instante Joe supo que si la tocaba, si la amaba tan sólo una vez, no podría desprenderse de ella jamás. Dejó caer la mano bruscamente y se volvió.
—¡Abdul! —llamó, y cuando su ayudante entró al cabo de unos momentos, le ordenó—: Acompaña a mi esclava. Ella me preparará la comida.
—No sé hacerlo —replicó _______________.
—Aprenderás. —Joe se volvió hacia Abdul y añadió—: Que nadie la ayude.
—No puedo aprender si el cocinero no me enseña —insistió ella.
—Te las arreglarás—dijo Joe—. Hasta un turco estúpido como yo es capaz de preparar una comida. —Le hizo un gesto despectivo y, volviéndose hacia Abdul, le ordenó—: Que ningún hombre pueda verle el rostro.
—Lo lamentaréis —le espetó _______________ antes de que Abdul le condujera a la cocina.
Al cabo de un rato, Joe se sentó cómodamente en los almohadones junto a su mesa y esperó la comida. _______________ regresó con una bandeja en las manos, manchadas y sudadas de trajinar junto al fuego. Abdul la seguía a corta distancia.
_______________ dejó la bandeja encima de la mesa delante de Joe, que instintivamente hizo un gesto de repugnancia. Frente a él había unos trozos de cordero chamuscado ensartados en una broqueta, arroz aguado y alcachofas flotando en vinagre.
_______________ no se había dado cuenta de lo mal que le había salido, y observaba con ojos expectantes. Siempre se enorgullecía de sus logros y ahora esperaba que su captor disfrutara de sus pinitos en la cocina.
Joe reprimió una sensación de asco, diciéndose que las apariencias no significaban nada. Un plato de aspecto desagradable podía tener un sabor delicioso, al menos pasable. Hizo un esfuerzo y dio un mordisco al cordero, que, pese a estar carbonizado por fuera, estaba prácticamente crudo. Joe masticó y tragó el trozo que se había llevado a la boca, pero luego apartó el plato.
—Este cordero todavía respira —sentencio.
_______________ no replicó, pero se sentía insultada y apretó los labios con rabia.
—Está medio crudo —gruñó Joe, probando el arroz—. Con esto un hombre podría perder un diente.
_______________ permaneció en silencio, hirviendo de rabia por dentro, a pesar de la decepción que traslucía su rostro.
Joe clavó los ojos en las alcachofas. «¿Cómo se puede ser capaz de estropear una alcachofa?», pensó, consciente de que _______________ estaba herida en su orgullo En contra de lo que le aconsejaba su instinto, Joe hincó el diente en una alcachofa. Abrió los ojos de par en par, sorprendido por la inesperada acritud del vinagre. Tiró la alcachofa y escupió lo que tenía en la boca. Estuvo a punto de atragantarse y cogió la copa de agua de rosas, de la que bebió de ella al tiempo que reprimía el impulso de limpiarse la boca por dentro con una servilleta.
—¿Intentas envenenarme? —graznó.
—Por supuesto que no, aunque la idea es interesante —masculló _______________ mientras su rabia contenida se convertía en cólera desatada—. Os dije que no tenía conocimientos de cocina, pero ¿acaso creísteis...?
—Por una vez me has dicho la verdad —interrumpió Joe— Alabo tu franqueza, pero deploro tu falta de talento culinario.
—Sois realmente...
—Tal vez tus talentos se encuentren en otra parte. —Joe miró hacia la cama y agregó—: ¿Intentamos descubrirlos?
_______________ cerró la boca y echó chispas por los ojos.
—Bien, en el futuro no tendrás que prepararme las comidas, pero las servirás. —Miró a Abdul e inquirió—; ¿Qué comen hoy los hombres?
—Cus-cus con tortas de pan.
—Perfecto. —Joe se incorporó y se dispuso a salir—. Utiliza el tiempo que yo esté fuera para tus necesidades personales —le dijo el príncipe, observando que _______________ se ruborizaba, cohibida y sorprendida—. Naturalmente, esta noche nos servirás la cena a mi huésped y a mí.
—Na... naturalmente, mi señor —masculló _______________.
Joe salió detrás de su ayudante.
_______________ se dejó caer sobre la cama, olvidando que el lugar que correspondía a una esclava era el suelo. ¡Ay, cómo detestaba a aquel hombre! De haber sido más lista lo habría envenenado. Pero bien pensado, morir envenenado era demasiada clemencia para aquella bestia. Le apetecía prepararle algo más doloroso y sangriento.
«Mentirosa», se dijo _______________. A pesar de su odio, sabía que nunca podría hacerle daño a su captor. Por alguna misteriosa razón, jamás se había sentido tan viva como cuando estaba en su presencia. Joe no la había dañado y tampoco violado, ni siquiera le había azotado. Aun siendo un guerrero admirable y temido, ¿era posible que la feroz Espada de Alá ocultara un corazón tierno...?
La luz vacilante de las velas bañaba la opulencia de los aposentos del príncipe con un tenue resplandor que no alcanzaba los rincones más apartados de la tienda. Joe y Nick estaban sentados frente a la mesa, esperando que les sirvieran la cena. Delante del príncipe, en la mesa, había una copa de agua de rosas, mientras que su amigo prefería beber del vino que había traído de su mansión.
—¿Cómo sigue tu pequeño halcón? —preguntó Joe en turco.
Nick sonrió.
—Bien, aunque debidamente castigada. ¿Enviaste el mensaje a...?
Los dos hombres se volvieron al abrirse la lona de la tienda. Entró Abdul y, poniendo los ojos en blanco, mantuvo abierta la lona para la esclava que portaba la cena del príncipe.
_______________ apareció como un fantasma vengador. Vestía un yashmak prestado del harén de Nick e iba cubierta de negro de pies a cabeza. Sólo sus ojos eran visibles.
_______________ cruzó la alcoba a paso lento, dejó la pesada bandeja sobre la mesa y empezó a poner los platos frente a ellos. El primer plato era pinchos morunos de conejo escabechado con aceite de oliva, estragón picado y perejil. El ágape se completaba con arroz al azafrán, pepinillos, pimientos rellenos y alcachofas adobadas con un leve toque de vinagre.
—Me estoy asfixiando con estas ropas —se quejó _______________ en francés mientras llenaba las copas de agua—. El cuerpo se suele amortajar después de muerto, no antes.
—¿Has dicho algo? —le preguntó Joe a su amigo.
—No —contestó Nick con una sonrisa. El espectáculo que había aguardado con expectación todo el día estaba a punto de empezar. Observar al príncipe con su cautiva sería una diversión muy entretenida.
—Debo de estar equivocado —dijo Joe—. Los impecables modales de mi esclava jamás le permitirían hablar, salvo cuando alguien se dirige a ella. También sabe que después de servir, una esclava bien educada se retira a un rincón donde pase inadvertida y aguarda la llamada de su amo.
_______________ lo maldijo para sus adentros y se retiró al extremo más alejado de la tienda, donde se sentó en silencio, consumiéndose de rabia. Segura de que su brutal captor no podía verla en aquel rincón en penumbras, _______________ se quitó el velo negro y lo dejó caer en la alfombra, y luego lo pisó con vehemencia. ¡Nunca más volvería a ponerse ese maldito trapo! ¡Dios todopoderoso! Ella era una mujer inglesa, no una concubina turca.
—Delicioso —afirmó Nick en turco, probando el conejo—. ¿Lo ha preparado ella...?
—Por supuesto que no —refunfuñó Joe, echando un vistazo al rincón donde permanecía _______________. En francés, agregó—: «Incomestible» es la palabra que mejor describe la cocina de mi esclava. Créeme cuando digo que casi me envenena con el almuerzo.
—¿Por error o con alevosía? —preguntó Nick, y bebió un sorbo de vino.
Joe se encogió de hombros y dijo con tono de disgusto:
—Las alcachofas estaban amargas; el arroz, duro; y el cordero, pobre criatura, aún respiraba.
Nick se echó a reír y se atragantó con el vino. Joe le dio unas palmadas en la espalda y el vino acabó derramándose en la mesa.
Joe miró a _______________ y chasqueó los dedos en demanda de su servicio. Ella no le hizo caso.
—Necesitamos tu ayuda, esclava—llamó Joe—. Debes aprender a prestar atención a las necesidades de tu amo.
Mascullando de rabia, _______________ avanzó hacia la mesa como un guerrero. Joe vio que en sus rasgos perfectos llevaba escrito el grito de batalla. La velada prometía ser muy interesante.
—Una esclava decente nunca se despoja de su velo —le espetó Joe.
—Yo nunca seré una esclava decente —replicó _______________—. Ni de otra clase.
—Basta. Limpia el vino y sírvele más a mi huésped —le ordenó Joe.
_______________ se arrodilló junto a la mesa y empezó a enjugar el vino con un trapo.
—4La venganza contra la comadreja habría sido completa si ella estuviera casada con él —comentó Joe, provocando la risa de su amigo—. Fougere se habría enfrentado conmigo en una batalla abierta para arrebatármela.
La expresión de _______________ era impertérrita mientras servía el vino. Antes de que aquella cena llegara a su fin, juró para sus adentros, la venganza sería suya.
—Hablando de Fougere —dijo Nick en turco para que _______________ no lo entendiera—, ¿qué plan tienes para hacerle salir de su guarida? Siempre le tuve cariño a tu hermana, y quiero que cuentes conmigo.
—Mi sirviente lleva un mensaje en estos momentos —respondió Joe, también en turco—. La prometida del conde de Beaulieu, prisionera de la Espada de Alá, será vendida en subasta privada en Estambul. Por supuesto, el conde está invitado a participar.
Aquello sorprendió a Nick. Sabía que su amigo se sentía atraído por la joven.
—La comadreja es un cobarde y no se dejará ver —señaló.
—Fougere vendrá a Estambul, estoy seguro —sentenció Joe.
—¿Y tu esclava, qué? —inquirió Nick.
_______________ dormía en su cama, acurrucada como un gatito. Al parecer, la falta de costumbre de trabajar la había agotado. Joe contempló a su bella durmiente. _______________ era menuda y esbelta, de hermosas curvas, y su tentador cuerpo parecía creado para seducirlo. Su reluciente cabello cobrizo le caía por el rostro de ángel en una cascada hasta sus provocadoras caderas. Velados por las pestañas, sus ojos parecían esmeraldas exquisitas. «Las esmeraldas simbolizan la fidelidad», recordó Joe. Cuando aquella belleza entregara su
corazón, amaría plenamente y para siempre.
Serena o enfurecida, _______________ excitaba el deseo de Joe, que nunca se había sentido tan vivo como cuando estaba junto a ella. Era asombroso cómo el amor aparecía de repente en la vida de un hombre y llenaba su solitario corazón. Pero, en nombre de Alá, ¿en qué demonios estaba pensando? Joe hizo un esfuerzo por apartar de su mente esos pensamientos de ternura. Su cautiva no era más que un medio para consumar su venganza, y acabaría por desprenderse de ella. Sin embargo, un gran pesar por lo que podrían haber compartido le atenazaba el corazón. Si _______________ hubiera sido cualquier otra persona, Joe la habría acogido a su lado para toda la eternidad. Qué extraño que no se percatara de que su corazón se hallaba desierto hasta que ella apareció en su vida. Pero _______________ era la prometida de Fougere y sin duda su único punto débil. Si ella supiera lo que él le estaba preparando, seguramente pondría fin a su propia vida.
Joe se hizo fuerte contra el pesar que sentía. La sangre de su hermana y de su hermano clamaba venganza. La sacudió suavemente.
—Despierta, esclava.
_______________ se dio vuelta en la cama, le dio la espalda y se cubrió la cabeza con el edredón.
De un tirón, Joe la despojó del cubrecama y le ordenó:
—¡Despierta!
_______________ se incorporó de golpe. Sus ojos esmeralda se despejaron, los enfocó en él y se llenaron de una indisimulada aversión.
—Los esclavos no duermen cuando quieren —le dijo Joe, sintiendo que se le partía el corazón al ver el odio que reflejaba su expresión—. Una esclava ha de estar siempre pendiente de los deseos de su amo. No lo olvides.
_______________ se levantó trabajosamente y replicó:
—¿Siempre pendiente?
Joe frunció el entrecejo, y su mirada de ojos azules se aguzó al posarse en ella. Sin duda estaba muy enfadado, pensó ella.
—Mil perdones, mi amo y señor —suplicó _______________ mecánicamente—. Tenéis ante vos a una dócil esclava.
Joe gruñó y asintió con la cabeza.
—[size=14]Por esta vez estás perdonada —dijo.
El príncipe se volvió, incapaz de soportar el destello de ira que encendía los ojos de _______________. Se acercó al baúl de viaje y hurgó entre las pertenencias de la joven. Finalmente sacó una prenda de color verde y la arrojo sobre la cama.
—Se te ha manchado la ropa de tanto trajinar —dijo Joe—. Cámbiate de vestido.
—¿Acaso importa que vaya sucia o limpia, mi señor? Me volveré a ensuciar cada vez que trabaje—respondió _______________—. Se me estropeará otro vestido y el conde se disgustará cuando compruebe que debe comprarme un vestuario nuevo.
Joe arqueó una ceja con gesto irónico.
—Jamás volverás a ver a ese conde, así que no tienes que temer su indignación. Recuerda, una esclava nunca cuestiona la opinión de su amo.
Ambos se miraron en silencio.
—¿Y bien? —_______________ levantó una ceja cobriza perfectamente perfilada.
—¿Y bien qué? —Joe sabía lo que quería pero fingió no comprenderlo.
—¿Me dejaréis a solas para que pueda cambiarme?
—Ya te he dicho antes que los esclavos no gozan de intimidad.
Era inútil discutir con aquel bruto. _______________ le volvió la espalda, se desabrochó la falda y la dejó caer. Luego se quitó la blusa por encima de la cabeza y también la arrojó al suelo.
Joe admiró la sedosa silueta de su espalda, que se intuía bajo la camisola. Su mirada se deslizó hacia sus piernas, maravillosamente torneadas. Incluso la forma de sus pies era delicada.
_______________ se inclinó para coger el vestido limpio que estaba sobre la cama. Joe sonrió con aprecio al reparar en la apetecible curva redondeada de sus nalgas. El deseo se apoderó de él con fuerza indomable. Ella no guardaba ninguna semejanza con todas las mujeres que había conocido en su vida. Joe apenas pudo controlar el impulso de tomarla y poseerla allí mismo.
Una vez vestida, _______________ se dio la vuelta para mirarlo de frente y repentinamente los penetrantes ojos azules de Joe la hechizaron. El deseo acechaba en lo más hondo de ellos, y también algo más, algo que ella no reconoció. La falta de experiencia le impedía ver el amor que en él nacía.
Joe alzó la mano como si fuera a acariciar su suave mejilla, un gesto que confundió y asustó a _______________. En ese instante Joe supo que si la tocaba, si la amaba tan sólo una vez, no podría desprenderse de ella jamás. Dejó caer la mano bruscamente y se volvió.
—¡Abdul! —llamó, y cuando su ayudante entró al cabo de unos momentos, le ordenó—: Acompaña a mi esclava. Ella me preparará la comida.
—No sé hacerlo —replicó _______________.
—Aprenderás. —Joe se volvió hacia Abdul y añadió—: Que nadie la ayude.
—No puedo aprender si el cocinero no me enseña —insistió ella.
—Te las arreglarás—dijo Joe—. Hasta un turco estúpido como yo es capaz de preparar una comida. —Le hizo un gesto despectivo y, volviéndose hacia Abdul, le ordenó—: Que ningún hombre pueda verle el rostro.
—Lo lamentaréis —le espetó _______________ antes de que Abdul le condujera a la cocina.
Al cabo de un rato, Joe se sentó cómodamente en los almohadones junto a su mesa y esperó la comida. _______________ regresó con una bandeja en las manos, manchadas y sudadas de trajinar junto al fuego. Abdul la seguía a corta distancia.
_______________ dejó la bandeja encima de la mesa delante de Joe, que instintivamente hizo un gesto de repugnancia. Frente a él había unos trozos de cordero chamuscado ensartados en una broqueta, arroz aguado y alcachofas flotando en vinagre.
_______________ no se había dado cuenta de lo mal que le había salido, y observaba con ojos expectantes. Siempre se enorgullecía de sus logros y ahora esperaba que su captor disfrutara de sus pinitos en la cocina.
Joe reprimió una sensación de asco, diciéndose que las apariencias no significaban nada. Un plato de aspecto desagradable podía tener un sabor delicioso, al menos pasable. Hizo un esfuerzo y dio un mordisco al cordero, que, pese a estar carbonizado por fuera, estaba prácticamente crudo. Joe masticó y tragó el trozo que se había llevado a la boca, pero luego apartó el plato.
—Este cordero todavía respira —sentencio.
_______________ no replicó, pero se sentía insultada y apretó los labios con rabia.
—Está medio crudo —gruñó Joe, probando el arroz—. Con esto un hombre podría perder un diente.
_______________ permaneció en silencio, hirviendo de rabia por dentro, a pesar de la decepción que traslucía su rostro.
Joe clavó los ojos en las alcachofas. «¿Cómo se puede ser capaz de estropear una alcachofa?», pensó, consciente de que _______________ estaba herida en su orgullo En contra de lo que le aconsejaba su instinto, Joe hincó el diente en una alcachofa. Abrió los ojos de par en par, sorprendido por la inesperada acritud del vinagre. Tiró la alcachofa y escupió lo que tenía en la boca. Estuvo a punto de atragantarse y cogió la copa de agua de rosas, de la que bebió de ella al tiempo que reprimía el impulso de limpiarse la boca por dentro con una servilleta.
—¿Intentas envenenarme? —graznó.
—Por supuesto que no, aunque la idea es interesante —masculló _______________ mientras su rabia contenida se convertía en cólera desatada—. Os dije que no tenía conocimientos de cocina, pero ¿acaso creísteis...?
—Por una vez me has dicho la verdad —interrumpió Joe— Alabo tu franqueza, pero deploro tu falta de talento culinario.
—Sois realmente...
—Tal vez tus talentos se encuentren en otra parte. —Joe miró hacia la cama y agregó—: ¿Intentamos descubrirlos?
_______________ cerró la boca y echó chispas por los ojos.
—Bien, en el futuro no tendrás que prepararme las comidas, pero las servirás. —Miró a Abdul e inquirió—; ¿Qué comen hoy los hombres?
—Cus-cus con tortas de pan.
—Perfecto. —Joe se incorporó y se dispuso a salir—. Utiliza el tiempo que yo esté fuera para tus necesidades personales —le dijo el príncipe, observando que _______________ se ruborizaba, cohibida y sorprendida—. Naturalmente, esta noche nos servirás la cena a mi huésped y a mí.
—Na... naturalmente, mi señor —masculló _______________.
Joe salió detrás de su ayudante.
_______________ se dejó caer sobre la cama, olvidando que el lugar que correspondía a una esclava era el suelo. ¡Ay, cómo detestaba a aquel hombre! De haber sido más lista lo habría envenenado. Pero bien pensado, morir envenenado era demasiada clemencia para aquella bestia. Le apetecía prepararle algo más doloroso y sangriento.
«Mentirosa», se dijo _______________. A pesar de su odio, sabía que nunca podría hacerle daño a su captor. Por alguna misteriosa razón, jamás se había sentido tan viva como cuando estaba en su presencia. Joe no la había dañado y tampoco violado, ni siquiera le había azotado. Aun siendo un guerrero admirable y temido, ¿era posible que la feroz Espada de Alá ocultara un corazón tierno...?
La luz vacilante de las velas bañaba la opulencia de los aposentos del príncipe con un tenue resplandor que no alcanzaba los rincones más apartados de la tienda. Joe y Nick estaban sentados frente a la mesa, esperando que les sirvieran la cena. Delante del príncipe, en la mesa, había una copa de agua de rosas, mientras que su amigo prefería beber del vino que había traído de su mansión.
—¿Cómo sigue tu pequeño halcón? —preguntó Joe en turco.
Nick sonrió.
—Bien, aunque debidamente castigada. ¿Enviaste el mensaje a...?
Los dos hombres se volvieron al abrirse la lona de la tienda. Entró Abdul y, poniendo los ojos en blanco, mantuvo abierta la lona para la esclava que portaba la cena del príncipe.
_______________ apareció como un fantasma vengador. Vestía un yashmak prestado del harén de Nick e iba cubierta de negro de pies a cabeza. Sólo sus ojos eran visibles.
_______________ cruzó la alcoba a paso lento, dejó la pesada bandeja sobre la mesa y empezó a poner los platos frente a ellos. El primer plato era pinchos morunos de conejo escabechado con aceite de oliva, estragón picado y perejil. El ágape se completaba con arroz al azafrán, pepinillos, pimientos rellenos y alcachofas adobadas con un leve toque de vinagre.
—Me estoy asfixiando con estas ropas —se quejó _______________ en francés mientras llenaba las copas de agua—. El cuerpo se suele amortajar después de muerto, no antes.
—¿Has dicho algo? —le preguntó Joe a su amigo.
—No —contestó Nick con una sonrisa. El espectáculo que había aguardado con expectación todo el día estaba a punto de empezar. Observar al príncipe con su cautiva sería una diversión muy entretenida.
—Debo de estar equivocado —dijo Joe—. Los impecables modales de mi esclava jamás le permitirían hablar, salvo cuando alguien se dirige a ella. También sabe que después de servir, una esclava bien educada se retira a un rincón donde pase inadvertida y aguarda la llamada de su amo.
_______________ lo maldijo para sus adentros y se retiró al extremo más alejado de la tienda, donde se sentó en silencio, consumiéndose de rabia. Segura de que su brutal captor no podía verla en aquel rincón en penumbras, _______________ se quitó el velo negro y lo dejó caer en la alfombra, y luego lo pisó con vehemencia. ¡Nunca más volvería a ponerse ese maldito trapo! ¡Dios todopoderoso! Ella era una mujer inglesa, no una concubina turca.
—Delicioso —afirmó Nick en turco, probando el conejo—. ¿Lo ha preparado ella...?
—Por supuesto que no —refunfuñó Joe, echando un vistazo al rincón donde permanecía _______________. En francés, agregó—: «Incomestible» es la palabra que mejor describe la cocina de mi esclava. Créeme cuando digo que casi me envenena con el almuerzo.
—¿Por error o con alevosía? —preguntó Nick, y bebió un sorbo de vino.
Joe se encogió de hombros y dijo con tono de disgusto:
—Las alcachofas estaban amargas; el arroz, duro; y el cordero, pobre criatura, aún respiraba.
Nick se echó a reír y se atragantó con el vino. Joe le dio unas palmadas en la espalda y el vino acabó derramándose en la mesa.
Joe miró a _______________ y chasqueó los dedos en demanda de su servicio. Ella no le hizo caso.
—Necesitamos tu ayuda, esclava—llamó Joe—. Debes aprender a prestar atención a las necesidades de tu amo.
Mascullando de rabia, _______________ avanzó hacia la mesa como un guerrero. Joe vio que en sus rasgos perfectos llevaba escrito el grito de batalla. La velada prometía ser muy interesante.
—Una esclava decente nunca se despoja de su velo —le espetó Joe.
—Yo nunca seré una esclava decente —replicó _______________—. Ni de otra clase.
—Basta. Limpia el vino y sírvele más a mi huésped —le ordenó Joe.
_______________ se arrodilló junto a la mesa y empezó a enjugar el vino con un trapo.
—4La venganza contra la comadreja habría sido completa si ella estuviera casada con él —comentó Joe, provocando la risa de su amigo—. Fougere se habría enfrentado conmigo en una batalla abierta para arrebatármela.
La expresión de _______________ era impertérrita mientras servía el vino. Antes de que aquella cena llegara a su fin, juró para sus adentros, la venganza sería suya.
—Hablando de Fougere —dijo Nick en turco para que _______________ no lo entendiera—, ¿qué plan tienes para hacerle salir de su guarida? Siempre le tuve cariño a tu hermana, y quiero que cuentes conmigo.
—Mi sirviente lleva un mensaje en estos momentos —respondió Joe, también en turco—. La prometida del conde de Beaulieu, prisionera de la Espada de Alá, será vendida en subasta privada en Estambul. Por supuesto, el conde está invitado a participar.
Aquello sorprendió a Nick. Sabía que su amigo se sentía atraído por la joven.
—La comadreja es un cobarde y no se dejará ver —señaló.
—Fougere vendrá a Estambul, estoy seguro —sentenció Joe.
—¿Y tu esclava, qué? —inquirió Nick.
Última edición por NiinnyJonas el Lun 10 Sep 2012, 7:45 pm, editado 1 vez
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Joe la va a vender??
Que no la quiere??
Pobre rayiz la trata muy mal
Siguela!!!! Sube mas
Que no la quiere??
Pobre rayiz la trata muy mal
Siguela!!!! Sube mas
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Joe miró detenidamente a _______________, que ignoraba lo que decían y le devolvió una mirada airada. La expresión de ternura en el rostro de Joe proclamaba el amor que en él nacía, pero se sobrepuso a ese sentimiento.
—¿Qué pasa con ella? —dijo Joe—. Mi esclava sólo importa como medio para incitar a la comadreja a salir de su agujero, y será vendida al mejor postor.
Nick miró a su amigo de soslayo y dijo con aire malicioso:
—Si ya estás decidido, ¿por qué no me la vendes a mí?
Por un instante la cólera desfiguró los rasgos cincelados del príncipe, pero al punto Joe se encogió de hombros con gesto indiferente y los dos viejos amigos bromearon como un par de adolescentes.
—Eres incapaz de controlar a dos inglesas salvajes —se burló Joe, hablando francés para que _______________ entendiera.
Nick soltó una risotada y replicó también en francés:
—¿Y tú sí lo eres?
—Por supuesto —contestó Joe.
_______________ les dirigió una mirada de reproche y se encaminó hacia la abertura de la tienda, donde estaba Abdul. Éste le entregó la bandeja con el postre: dos copas de crema y limón.
—Pues yo veo que tienes problemas con una —observó Nick—. Por tanto, deja que un maestro te aconseje.
Joe fingió buscar en derredor.
—Yo no veo ningún maestro en mujeres en este lugar —dijo—. Si hubiese un espejo, entonces podría...
¡Plop, plop! El postre de limón cayó sobre la mesa e interrumpió la fanfarronada del príncipe.
—El postre está servido —anunció _______________—. ¿Deseáis algo más, mis señores?
Joe y Nick miraron sorprendidos la masa de crema y limón sobre la mesa y luego a ella. Cuando el postre se derramó de la mesa sobre sus piernas, ambos hombres se levantaron de un salto.
—Lo siento, ha sido un accidente —se excusó _______________, percibiendo la magnitud de lo que acababa de hacer.
—¿Ves lo que quiero decir, amigo? —se mofó Nick, y se echó a reír.
—Instruye a tu esclavo igual que a tu mascota preferida —citó Joe, haciendo que la crema que tenía en la punta de los dedos salpicara la cara de _______________—. Si ensucia donde no debe...
—Un mensaje de Denise, mi señor —le interrumpió Abdul, que entraba en ese momento. Entregó la misiva al príncipe.
Joe leyó el mensaje de su madre. Como si nubes de tormenta se precipitaran sobre su rostro, la expresión de Joe se trocó en una mueca aterradora.
—Me necesitan en Estambul enseguida —le dijo en turco a Nick—. Alguien ha intentado asesinar a mi primo Kevin. El canalla fracasó pero ha conseguido escapar.
—¿Por qué habría alguien de querer asesinar al heredero del sultán? —preguntó Nick, consternado—. ¡Qué locura!
Joe se encogió de hombros.
—Pronto averiguaré la respuesta.
—El Saddam te llevará a Estambul más rápido que un caballo —ofreció Nick—. Mi tripulación estará lista para zarpar a primera hora de la mañana.
—Avisaré a los hombres que levantamos el campamento por la mañana —dijo Abdul, y se marchó.
—¿Y ella? —inquirió Nick.
—Mi esclava me acompañará —contestó Joe, y cambió al francés para agregar—: Envíanos tu pantalón manchado. No volverá a comer hasta que lave nuestras prendas.
Nick asintió con la cabeza y salió.
Joe miró a _______________. La joven tenía crema de limón en la punta de la nariz, en los labios y en el mentón. Él cogió una toalla y se la lanzó.
—Llegará mi día —murmuró _______________.
—Ya lo creo que llegará —dijo Joe con tono amenazador—. Llegará antes de lo que crees. —Luego salió de la tienda a grandes zancadas.
_______________ se quedó pensando en el significado de sus palabras.
—¿Qué pasa con ella? —dijo Joe—. Mi esclava sólo importa como medio para incitar a la comadreja a salir de su agujero, y será vendida al mejor postor.
Nick miró a su amigo de soslayo y dijo con aire malicioso:
—Si ya estás decidido, ¿por qué no me la vendes a mí?
Por un instante la cólera desfiguró los rasgos cincelados del príncipe, pero al punto Joe se encogió de hombros con gesto indiferente y los dos viejos amigos bromearon como un par de adolescentes.
—Eres incapaz de controlar a dos inglesas salvajes —se burló Joe, hablando francés para que _______________ entendiera.
Nick soltó una risotada y replicó también en francés:
—¿Y tú sí lo eres?
—Por supuesto —contestó Joe.
_______________ les dirigió una mirada de reproche y se encaminó hacia la abertura de la tienda, donde estaba Abdul. Éste le entregó la bandeja con el postre: dos copas de crema y limón.
—Pues yo veo que tienes problemas con una —observó Nick—. Por tanto, deja que un maestro te aconseje.
Joe fingió buscar en derredor.
—Yo no veo ningún maestro en mujeres en este lugar —dijo—. Si hubiese un espejo, entonces podría...
¡Plop, plop! El postre de limón cayó sobre la mesa e interrumpió la fanfarronada del príncipe.
—El postre está servido —anunció _______________—. ¿Deseáis algo más, mis señores?
Joe y Nick miraron sorprendidos la masa de crema y limón sobre la mesa y luego a ella. Cuando el postre se derramó de la mesa sobre sus piernas, ambos hombres se levantaron de un salto.
—Lo siento, ha sido un accidente —se excusó _______________, percibiendo la magnitud de lo que acababa de hacer.
—¿Ves lo que quiero decir, amigo? —se mofó Nick, y se echó a reír.
—Instruye a tu esclavo igual que a tu mascota preferida —citó Joe, haciendo que la crema que tenía en la punta de los dedos salpicara la cara de _______________—. Si ensucia donde no debe...
—Un mensaje de Denise, mi señor —le interrumpió Abdul, que entraba en ese momento. Entregó la misiva al príncipe.
Joe leyó el mensaje de su madre. Como si nubes de tormenta se precipitaran sobre su rostro, la expresión de Joe se trocó en una mueca aterradora.
—Me necesitan en Estambul enseguida —le dijo en turco a Nick—. Alguien ha intentado asesinar a mi primo Kevin. El canalla fracasó pero ha conseguido escapar.
—¿Por qué habría alguien de querer asesinar al heredero del sultán? —preguntó Nick, consternado—. ¡Qué locura!
Joe se encogió de hombros.
—Pronto averiguaré la respuesta.
—El Saddam te llevará a Estambul más rápido que un caballo —ofreció Nick—. Mi tripulación estará lista para zarpar a primera hora de la mañana.
—Avisaré a los hombres que levantamos el campamento por la mañana —dijo Abdul, y se marchó.
—¿Y ella? —inquirió Nick.
—Mi esclava me acompañará —contestó Joe, y cambió al francés para agregar—: Envíanos tu pantalón manchado. No volverá a comer hasta que lave nuestras prendas.
Nick asintió con la cabeza y salió.
Joe miró a _______________. La joven tenía crema de limón en la punta de la nariz, en los labios y en el mentón. Él cogió una toalla y se la lanzó.
—Llegará mi día —murmuró _______________.
—Ya lo creo que llegará —dijo Joe con tono amenazador—. Llegará antes de lo que crees. —Luego salió de la tienda a grandes zancadas.
_______________ se quedó pensando en el significado de sus palabras.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
aww Joe que malo eres
Que le paso a su primo??
Siguela!!!
Que le paso a su primo??
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
AAAAAAWW ME ENCANTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAaa! SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
BelenBelieve
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
ckkkfoakfoa yo quiero amor entre ellos!
Ok me encaaantoooo la maraton!
La verdad sos la mejor : )
Siguelaa !
Ok me encaaantoooo la maraton!
La verdad sos la mejor : )
Siguelaa !
# TeamBullshit
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
7
En la playa, el aire matinal estaba impregnado de serenidad. Hacia el este, el sol naciente rasgaba de ámbar el horizonte. Anclado en la bahía, el Saddam se balanceaba sobre las suaves olas, mientras una gaviota silenciosa cruzaba el cielo, planeando como una mansa nube pasajera.
Un bote yacía sobre la arena blanca. Junto a ella, Rashid y un puñado de marineros a las órdenes de Nick conversaban en voz baja. Joe y Nick hablaban a solas, a cierta distancia.
—¿Vendrás a Estambul para la subasta? —preguntó Joe, entregándole a su amigo el pantalón que había limpiado su cautiva.
Nick asintió con la cabeza.
—Envíame un mensaje si me necesitas antes.
—Mi señor —interrumpió Abdul—. Los hombres tienen listos sus pertrechos y están preparados para zarpar.
—Muy bien. Te veré en casa dentro de unos días —le dijo Joe a su ayudante—. Si te necesito en Estambul, te lo haré saber a través de las palomas de Denise.
Abdul asintió e hizo una reverencia. Giró sobre sus talones y se encaminó hacia donde aguardaban los hombres del príncipe.
—¿Tienes alguna idea de quién podría desear la muerte de Kevin? —preguntó Nick.
Joe se encogió de hombros y dijo:
—No me atrevería a hablar de nadie.
Más allá en la playa, _______________ y April también se despedían. Ambas iban cubiertas de negro de pies a cabeza.
_______________ abrazó a su prima y susurró.
—Descuida. Volveré y te rescataré.
—No agotes la paciencia del príncipe —le advirtió April—. Además, es más apuesto que la comadreja...
—¿Quieres decir que reconoces que Fougere parece una comadreja? —preguntó _______________, sorprendida por el comentario de su prima.
April sonrió tímidamente y se encogió de hombros.
—Si regresamos a Inglaterra, la reina volverá a enviarte a casar con otro —aventuró—. Probablemente un hombre aún más detestable que la comadreja.
—No te preocupes por eso —repuso _______________ con cierta arrogancia—. Tengo un plan.
—¿Un plan?
—No quiero saber nada de los hombres —anunció _______________—. Mi intención es ingresar en un convento francés y entregar mi vida a Dios.
—¿Tú en un convento? —April se echó a reír.
—¿De qué te ríes?
—Oh, _______________, no discutamos —dijo April, poniéndose seria—. Quizá pase mucho tiempo antes de que volvamos a vernos.
_______________ asintió con la cabeza.
—Te echaré de menos.
—Mi señor Nick tiene una casa en Estambul y ha prometido llevarme a hacerte una visita —le informó April.
—Y sus otras mujeres, ¿qué?
—¿Crees que ellas también querrían visitarte? —repuso April, sin comprender el sentido de la pregunta.
—Lo dudo —respondió _______________, conteniendo una risilla. Bajó la voz y en un susurro, agregó—: Envíame un mensaje cuando llegues, y escaparemos juntas.
De pronto, la mano de un hombre agarró a _______________ por detrás y le dio la vuelta bruscamente. Era Joe, acompañado de Nick.
—Nunca escaparás de mí —le espetó el príncipe.
_______________ se dispuso a responder.
—Desafíame en público, y me veré obligado a darte un castigo público —le advirtió Joe, con tono fulminante.
_______________ se volvió hacia April y se lanzó a los brazos de su prima, quejándose.
—¿Por qué siempre pierdo a aquellos que amo?
—No será para siempre, querida _______________. —April intentó consolarla con palmaditas en la espalda—. Nos volveremos a ver.
Finalmente, Joe se llevó a _______________ en dirección al bote. La ayudó a subir y luego lo hizo él. Rashid y los demás hombres empujaron la embarcación hasta las olas que rompían en la orilla y se encaramaron a ella, luego ocuparon sus puestos y empezaron a remar.
_______________ miró hacia la playa y se despidió de April moviendo el brazo.
—Despedirse de un ser querido siempre es difícil —comentó Joe junto a su oído.
_______________ se limitó a mirarlo de soslayo, sorprendida por el sentimiento que advirtió en su voz.
Llegaron al Saddam y _______________ levantó la vista hacia el barco. El bote se mecía sobre las olas, al igual que los mástiles del barco.
_______________ se sintió fugazmente mareada y se aferró al brazo de su captor. Joe percibió el temor que asomaba a su rostro y adivinó que no sería capaz de subir a cubierta. Así pues, para diversión de los hombres, se la echó al hombro y empezó a subir la escala. _______________ no opuso resistencia. Al llegar a cubierta, Joe la depositó en el suelo pero no la soltó.
—¿Te sientes mal? —preguntó.
—No. —_______________ sacudió la cabeza y miró hacia la playa. Su prima ya no estaba.
—¿Tienes miedo?
_______________ lo miró.
—Yo... yo nunca he estado sola y tan lejos de casa —confesó.
—No tienes nada que temer —aseguró Joe—. Yo te acompañaré en este viaje.
—Gracias —murmuró _______________, recuperando de pronto su aire socarrón—. Eso me hace sentir mejor.
Los labios de Joe temblaron, como impulsados a sonreír, pero se contuvo.
—Tengo hambre —dijo _______________ con sequedad—. Os ruego que me llevéis a mi camarote. Me gustaría empezar a limpiaros el pantalón para no quedarme sin almuerzo, ya que tampoco he desayunado.
Un bote yacía sobre la arena blanca. Junto a ella, Rashid y un puñado de marineros a las órdenes de Nick conversaban en voz baja. Joe y Nick hablaban a solas, a cierta distancia.
—¿Vendrás a Estambul para la subasta? —preguntó Joe, entregándole a su amigo el pantalón que había limpiado su cautiva.
Nick asintió con la cabeza.
—Envíame un mensaje si me necesitas antes.
—Mi señor —interrumpió Abdul—. Los hombres tienen listos sus pertrechos y están preparados para zarpar.
—Muy bien. Te veré en casa dentro de unos días —le dijo Joe a su ayudante—. Si te necesito en Estambul, te lo haré saber a través de las palomas de Denise.
Abdul asintió e hizo una reverencia. Giró sobre sus talones y se encaminó hacia donde aguardaban los hombres del príncipe.
—¿Tienes alguna idea de quién podría desear la muerte de Kevin? —preguntó Nick.
Joe se encogió de hombros y dijo:
—No me atrevería a hablar de nadie.
Más allá en la playa, _______________ y April también se despedían. Ambas iban cubiertas de negro de pies a cabeza.
_______________ abrazó a su prima y susurró.
—Descuida. Volveré y te rescataré.
—No agotes la paciencia del príncipe —le advirtió April—. Además, es más apuesto que la comadreja...
—¿Quieres decir que reconoces que Fougere parece una comadreja? —preguntó _______________, sorprendida por el comentario de su prima.
April sonrió tímidamente y se encogió de hombros.
—Si regresamos a Inglaterra, la reina volverá a enviarte a casar con otro —aventuró—. Probablemente un hombre aún más detestable que la comadreja.
—No te preocupes por eso —repuso _______________ con cierta arrogancia—. Tengo un plan.
—¿Un plan?
—No quiero saber nada de los hombres —anunció _______________—. Mi intención es ingresar en un convento francés y entregar mi vida a Dios.
—¿Tú en un convento? —April se echó a reír.
—¿De qué te ríes?
—Oh, _______________, no discutamos —dijo April, poniéndose seria—. Quizá pase mucho tiempo antes de que volvamos a vernos.
_______________ asintió con la cabeza.
—Te echaré de menos.
—Mi señor Nick tiene una casa en Estambul y ha prometido llevarme a hacerte una visita —le informó April.
—Y sus otras mujeres, ¿qué?
—¿Crees que ellas también querrían visitarte? —repuso April, sin comprender el sentido de la pregunta.
—Lo dudo —respondió _______________, conteniendo una risilla. Bajó la voz y en un susurro, agregó—: Envíame un mensaje cuando llegues, y escaparemos juntas.
De pronto, la mano de un hombre agarró a _______________ por detrás y le dio la vuelta bruscamente. Era Joe, acompañado de Nick.
—Nunca escaparás de mí —le espetó el príncipe.
_______________ se dispuso a responder.
—Desafíame en público, y me veré obligado a darte un castigo público —le advirtió Joe, con tono fulminante.
_______________ se volvió hacia April y se lanzó a los brazos de su prima, quejándose.
—¿Por qué siempre pierdo a aquellos que amo?
—No será para siempre, querida _______________. —April intentó consolarla con palmaditas en la espalda—. Nos volveremos a ver.
Finalmente, Joe se llevó a _______________ en dirección al bote. La ayudó a subir y luego lo hizo él. Rashid y los demás hombres empujaron la embarcación hasta las olas que rompían en la orilla y se encaramaron a ella, luego ocuparon sus puestos y empezaron a remar.
_______________ miró hacia la playa y se despidió de April moviendo el brazo.
—Despedirse de un ser querido siempre es difícil —comentó Joe junto a su oído.
_______________ se limitó a mirarlo de soslayo, sorprendida por el sentimiento que advirtió en su voz.
Llegaron al Saddam y _______________ levantó la vista hacia el barco. El bote se mecía sobre las olas, al igual que los mástiles del barco.
_______________ se sintió fugazmente mareada y se aferró al brazo de su captor. Joe percibió el temor que asomaba a su rostro y adivinó que no sería capaz de subir a cubierta. Así pues, para diversión de los hombres, se la echó al hombro y empezó a subir la escala. _______________ no opuso resistencia. Al llegar a cubierta, Joe la depositó en el suelo pero no la soltó.
—¿Te sientes mal? —preguntó.
—No. —_______________ sacudió la cabeza y miró hacia la playa. Su prima ya no estaba.
—¿Tienes miedo?
_______________ lo miró.
—Yo... yo nunca he estado sola y tan lejos de casa —confesó.
—No tienes nada que temer —aseguró Joe—. Yo te acompañaré en este viaje.
—Gracias —murmuró _______________, recuperando de pronto su aire socarrón—. Eso me hace sentir mejor.
Los labios de Joe temblaron, como impulsados a sonreír, pero se contuvo.
—Tengo hambre —dijo _______________ con sequedad—. Os ruego que me llevéis a mi camarote. Me gustaría empezar a limpiaros el pantalón para no quedarme sin almuerzo, ya que tampoco he desayunado.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
ahhh porque Joe no es lindo como Nick es con April
Siguela!!!
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Nueva Lectora!!
Te digo que no paré de reirme con esta novela!
¿Quien iba a pensar que una "dama" iba a ser tan diablillo? haha
Me encanta, es una de esas novelas que te atrapa y no te deja soltar el libro. Claro que en este caso es hipotetico y relativo hah.
Muchas gracias por subir la novela!
Que tengas un muy buen dia!
Te digo que no paré de reirme con esta novela!
¿Quien iba a pensar que una "dama" iba a ser tan diablillo? haha
Me encanta, es una de esas novelas que te atrapa y no te deja soltar el libro. Claro que en este caso es hipotetico y relativo hah.
Muchas gracias por subir la novela!
Que tengas un muy buen dia!
Augustinesg
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Hdasjdnasjdn debe ser feo
separarse de alguien a quien amas
pero, me dio cosita con Joe
Pobre, el es asi de malo porque por
dentro esta sufriendo... y april esa mina
es ree entregada ajajja Ya es que no se
pude resisitir? Bueno, me ennncanto el capitulo
Lo amee! SIGUELAAA!
separarse de alguien a quien amas
pero, me dio cosita con Joe
Pobre, el es asi de malo porque por
dentro esta sufriendo... y april esa mina
es ree entregada ajajja Ya es que no se
pude resisitir? Bueno, me ennncanto el capitulo
Lo amee! SIGUELAAA!
# TeamBullshit
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Oh my good, ¡esta siendo buena! ¿Qué paso con su mentalidad? Me mataste...
Síguela (:
Síguela (:
ItsBee♡
Página 7 de 31. • 1 ... 6, 7, 8 ... 19 ... 31
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