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Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
awwww mi Joseph!!!!!
que lindo
siguela!!!!!! :lloro:
que lindo
siguela!!!!!! :lloro:
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
—La princesa ya ha comido y se ha bañado —le dijo Omar.
Joe se levantó y cogió a Karin en brazos, luego se volvió hacia el hombrecillo y preguntó:
—¿Qué te parece mi hijo?
—Un niño estupendo —aseguró Omar—, Ojala tenga muchos hermanos a los que mandar.
Joe rio y el bebé despertó, gimió y se retorció en sus brazos.
—¿Queréis llevarlo a la cuna? —pregunto Omar.
—Lo pondremos en la puerta de mi alcoba.
Omar cogió la cuna y siguió al príncipe. Al llegar, Joe le hizo un gesto de que esperara, abrió la puerta y entró.
Con la espalda vuelta hacia la puerta, _______________ miraba el jardín del príncipe donde el sol del atardecer empezaba a dibujar largas sombras.
—Me pareció oír un be...
_______________ se interrumpió ante la imposible imagen del príncipe meciendo un bebé en sus brazos. Joe se acercó a ella.
—Quiero que conozcas a mi hijo.
—¿Tu hijo? —_______________, estupefacta, clavó la mirada en el bebé, que no paraba de retorcerse.
—Me has entendido mal —sonrió Joe—. Quiero decir, nuestro hijo adoptivo.
—¿Nuestro?
La sonrisa de Joe se borró. Estaba enredando mucho las cosas. Cruzó la alcoba y se sentó en el borde de la cama.
—Ven a sentarte aquí —dijo.
—No, hasta que no me digas de quién es el niño.
—He dicho que vengas a sentarte. —Joe elevo la voz, irritado.
Karim se echó a berrear. _______________ se apresuró a cogerlo de brazos de su esposo y se sentó.
—Mira lo que has conseguido —lo riñó con un susurro—. Lo has hecho llorar.—_______________ lo acunó y le acarició la mejilla—. Tranquilo, ya estás a salvo. No dejaré que ese hombre malo te asuste.
Joe no pudo evitar una sonrisa. Su esposa se comportaba igual que una madre, y eso era justamente lo que él quería.
—Ya que Denise le ha dicho a todos que estás preñada. Kevin y yo encontramos una manera de salvar al hijo de Lyndar —explicó Joe—. A partir de ahora, Karim será nuestro hijo. Nadie, ni siquiera el niño, deberá saber su verdadera identidad. Si se descubriera supondría la muerte para todos los implicados, y tal vez incluso la guerra civil.
La sonrisa de _______________ reflejó su alivio y su felicidad al saber que él había salvado al bebé.
Animado, Joe preguntó:
—¿Puedes amar al niño como si fuera tuyo?
Con que era eso, la trampa para hacer que se olvidara de su familia y su hogar. _______________ se quedó mirando al bebé y luego se volvió hacia su esposo.
—Si le hago de madre, ¿significa que nunca podré volver a Inglaterra? —preguntó con voz nostálgica.
—¿Serías capaz de hacerle de madre a un hijo y luego abandonarlo? —repuso Joe.
—Jamás podría abandonar a mi hijo —exclamó _______________, y el bebé se sobresaltó—. ¿Cómo te atreves a sugerir una cosa tan vil?
Karim lanzó un chillido.
—Ya has vuelto a asustarlo —dijo _______________.
Meció al niño y le cuchicheó dulces palabras, pero él no se dejó consolar.
—Debe de tener hambre.
—Ya ha comido —dijo Joe, extendiendo los brazos para coger al bebé.
_______________ lo estrechó contra su pecho y se negó a soltarlo.
—Mi hijo me necesita.
Joe sonrió. Todo saldría bien.
—Karim necesitará un nombre nuevo —murmuró _______________, meciéndolo para calmarlo—. Lo llamaremos Paul, en honor a mi padre.
—Paul suena demasiado europeo —replicó Joe, ofreciéndole un dedo al bebé, que no paraba de llorar—. Además, la costumbre exige que sea el padre quien le ponga el nombre.
—¿Otra regla? —preguntó _______________, arqueando una ceja.
Joe le dedicó una sonrisa torcida.
—¡Oh, es de una perfección tan exquisita...! —exclamó ella, admirando al bebé.
—Sea —decidió Joe—. Nuestro hijo será conocido con el nombre de Kemal Mustafá. Kemal significa perfección, y Mustafá en honor a mi tío fallecido.
—Kemal es un buen nombre. —_______________ mecía al bebé, que por fin dejó de berrear. Al besarle la mejilla, el niño gorjeó y esbozó una sonrisa desdentada.
—Kemal está a gusto conmigo —comentó ella y levantó al bebé contra su pecho—. Ay, Señor, qué mal huele.
—La costumbre exige que sea la madre quien cambie los pañales al bebé —informó Joe.
—Pero no sé cómo se hace.
—Ya aprenderás. —Joe llamó a Omar, que entró a toda prisa—. Trae un pañal limpio.
Al cabo de unos instantes, Omar volvió con el pañal, sonriendo alegremente, y dijo:
—El Corán dice: «El paraíso yace a los pies de la madre.»
—Yo soy cristiana, so tonto —le respondió ella.
Los dos hombres observaron cómo _______________ desvestía al bebé y le quitaba el pañal sucio. Después de limpiarlo, le colocó el nuevo pañal.
—Mira, tu pobre pie torcido —le cuchicheó _______________. Inclinó la cabeza para besarle el pie malformado pero se apartó de golpe y exclamó—: Me ha mojado.
Joe y Omar rieron.
Tras lanzarles una mirada fulminante, _______________ envolvió a Kemal en el pañal y lo levantó en brazos. Le tarareó una nana, y cuando el niño cerró los ojos lo besó suavemente en la frente.
—Trae la cuna —le dijo Joe a Omar en voz baja.
Joe contempló a su mujer con el niño acurrucado en brazos. _______________ se sentía como pez en el agua. Su flor silvestre no podría abandonar nunca a su hijo ni poner en peligro su vida. Kemal tenía una madre que lo amaría para siempre.
Joe se levantó y cogió a Karin en brazos, luego se volvió hacia el hombrecillo y preguntó:
—¿Qué te parece mi hijo?
—Un niño estupendo —aseguró Omar—, Ojala tenga muchos hermanos a los que mandar.
Joe rio y el bebé despertó, gimió y se retorció en sus brazos.
—¿Queréis llevarlo a la cuna? —pregunto Omar.
—Lo pondremos en la puerta de mi alcoba.
Omar cogió la cuna y siguió al príncipe. Al llegar, Joe le hizo un gesto de que esperara, abrió la puerta y entró.
Con la espalda vuelta hacia la puerta, _______________ miraba el jardín del príncipe donde el sol del atardecer empezaba a dibujar largas sombras.
—Me pareció oír un be...
_______________ se interrumpió ante la imposible imagen del príncipe meciendo un bebé en sus brazos. Joe se acercó a ella.
—Quiero que conozcas a mi hijo.
—¿Tu hijo? —_______________, estupefacta, clavó la mirada en el bebé, que no paraba de retorcerse.
—Me has entendido mal —sonrió Joe—. Quiero decir, nuestro hijo adoptivo.
—¿Nuestro?
La sonrisa de Joe se borró. Estaba enredando mucho las cosas. Cruzó la alcoba y se sentó en el borde de la cama.
—Ven a sentarte aquí —dijo.
—No, hasta que no me digas de quién es el niño.
—He dicho que vengas a sentarte. —Joe elevo la voz, irritado.
Karim se echó a berrear. _______________ se apresuró a cogerlo de brazos de su esposo y se sentó.
—Mira lo que has conseguido —lo riñó con un susurro—. Lo has hecho llorar.—_______________ lo acunó y le acarició la mejilla—. Tranquilo, ya estás a salvo. No dejaré que ese hombre malo te asuste.
Joe no pudo evitar una sonrisa. Su esposa se comportaba igual que una madre, y eso era justamente lo que él quería.
—Ya que Denise le ha dicho a todos que estás preñada. Kevin y yo encontramos una manera de salvar al hijo de Lyndar —explicó Joe—. A partir de ahora, Karim será nuestro hijo. Nadie, ni siquiera el niño, deberá saber su verdadera identidad. Si se descubriera supondría la muerte para todos los implicados, y tal vez incluso la guerra civil.
La sonrisa de _______________ reflejó su alivio y su felicidad al saber que él había salvado al bebé.
Animado, Joe preguntó:
—¿Puedes amar al niño como si fuera tuyo?
Con que era eso, la trampa para hacer que se olvidara de su familia y su hogar. _______________ se quedó mirando al bebé y luego se volvió hacia su esposo.
—Si le hago de madre, ¿significa que nunca podré volver a Inglaterra? —preguntó con voz nostálgica.
—¿Serías capaz de hacerle de madre a un hijo y luego abandonarlo? —repuso Joe.
—Jamás podría abandonar a mi hijo —exclamó _______________, y el bebé se sobresaltó—. ¿Cómo te atreves a sugerir una cosa tan vil?
Karim lanzó un chillido.
—Ya has vuelto a asustarlo —dijo _______________.
Meció al niño y le cuchicheó dulces palabras, pero él no se dejó consolar.
—Debe de tener hambre.
—Ya ha comido —dijo Joe, extendiendo los brazos para coger al bebé.
_______________ lo estrechó contra su pecho y se negó a soltarlo.
—Mi hijo me necesita.
Joe sonrió. Todo saldría bien.
—Karim necesitará un nombre nuevo —murmuró _______________, meciéndolo para calmarlo—. Lo llamaremos Paul, en honor a mi padre.
—Paul suena demasiado europeo —replicó Joe, ofreciéndole un dedo al bebé, que no paraba de llorar—. Además, la costumbre exige que sea el padre quien le ponga el nombre.
—¿Otra regla? —preguntó _______________, arqueando una ceja.
Joe le dedicó una sonrisa torcida.
—¡Oh, es de una perfección tan exquisita...! —exclamó ella, admirando al bebé.
—Sea —decidió Joe—. Nuestro hijo será conocido con el nombre de Kemal Mustafá. Kemal significa perfección, y Mustafá en honor a mi tío fallecido.
—Kemal es un buen nombre. —_______________ mecía al bebé, que por fin dejó de berrear. Al besarle la mejilla, el niño gorjeó y esbozó una sonrisa desdentada.
—Kemal está a gusto conmigo —comentó ella y levantó al bebé contra su pecho—. Ay, Señor, qué mal huele.
—La costumbre exige que sea la madre quien cambie los pañales al bebé —informó Joe.
—Pero no sé cómo se hace.
—Ya aprenderás. —Joe llamó a Omar, que entró a toda prisa—. Trae un pañal limpio.
Al cabo de unos instantes, Omar volvió con el pañal, sonriendo alegremente, y dijo:
—El Corán dice: «El paraíso yace a los pies de la madre.»
—Yo soy cristiana, so tonto —le respondió ella.
Los dos hombres observaron cómo _______________ desvestía al bebé y le quitaba el pañal sucio. Después de limpiarlo, le colocó el nuevo pañal.
—Mira, tu pobre pie torcido —le cuchicheó _______________. Inclinó la cabeza para besarle el pie malformado pero se apartó de golpe y exclamó—: Me ha mojado.
Joe y Omar rieron.
Tras lanzarles una mirada fulminante, _______________ envolvió a Kemal en el pañal y lo levantó en brazos. Le tarareó una nana, y cuando el niño cerró los ojos lo besó suavemente en la frente.
—Trae la cuna —le dijo Joe a Omar en voz baja.
Joe contempló a su mujer con el niño acurrucado en brazos. _______________ se sentía como pez en el agua. Su flor silvestre no podría abandonar nunca a su hijo ni poner en peligro su vida. Kemal tenía una madre que lo amaría para siempre.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
awwww ya sabia que iba a querer al bebe :lloro:
es tan lindo!! los tres juntos como una familia!! :hug:
siguela!!
es tan lindo!! los tres juntos como una familia!! :hug:
siguela!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
20
_______________ puso a Kemal en la cuna, ya dormido, y luego se volvió hacia el príncipe.
—Bien, ¿cuál es mi sorpresa? —pregunto, esperanzada.
Joe la miró sin entender.
—Tráele la comida a Kemal —dijo _______________ a Omar, y le dedicó una sonrisa significativa a su esposo. Pensó que sonaba corno una madre experta.
—El niño ha comido hace apenas tres horas —dijo Joe mientras el hombrecillo se dirigía a cumplir la orden de su señora.
—Por lo visto no sabes nada de bebes.
—¿Que yo no sé nada? —replicó Joe—. ¿Y tú cómo es que eres tan experta?
—Todas las mujeres poseen un conocimiento innato sobre los bebés —dijo _______________—. Tienen el estómago pequeño y necesitan comer más a menudo que los adultos. Además, Kemal acaba de vaciarse en el pañal... Bien, ¿cuál es mi sorpresa?
—¿Qué quieres decir?
—Me dijiste que me tenías reservada una sorpresa —le recordó ella—. Algo que ha de cambiar mi deseo de volver a casa.
Su esposa era una mujer típica, pensó Joe. Por mucho que les dieran los hombres, ellas siempre querían más. Criaturas adorables, pero mercenarias... Joe señaló la cuna.
—Kemal es mi sorpresa.
—Ah. —_______________ se sintió decepcionada.
— ¿Qué otra sorpresa deseas? —preguntó Joe—. ¿Joyas? ¿Enviarle una carta a tu madre?
—Es una buena idea, pero no es eso...
— ¿Qué quieres, pues? —Joe elevó la voz, al borde de la irritación.
—Baja la voz o despertarás al bebé —dijo _______________.
Joe hizo una mueca y se acercó a ella con intenciones inequívocas.
—Kemal está durmiendo —le recordó _______________—. No podemos hacerlo ahora.
Joe suspiró y luego preguntó:
—¿Qué desearía mi princesa?
—Un sacerdote.
El semblante de Joe enrojeció y el tic nervioso volvió a su mejilla. Avanzó hacia ella y masculló:
—Te lo digo por última vez: no habrá ningún sacerdote.
_______________ le tocó el brazo y adoptó un tono meloso;
—Por favor, esposo mío. Aún no estamos casados y yo no puedo criar a este niño sin la bendición de un sacerdote.
—Nos ha casado el imán —replicó, él.
—Oh, Joe, necesito que un sacerdote dé su bendición a nuestra unión —suplicó _______________—. Además, necesito confesarme. Si muero sin haberlo hecho iré directamente al infierno.
El príncipe esbozó una sonrisa irónica y acarició suavemente la cálida mejilla de _______________.
—Los ángeles como tú no tienen nada que temer —dijo—. A ti te espera el paraíso. —Inclinó la cabeza y la besó en la boca.
_______________ se apartó y lo miró con ceño:
—¿Por qué he de ser yo la que siempre se pliega a tus deseos? ¿Por qué no cedes un poco? ¿Por qué eres tan insoportablemente terco?
El temblor hizo vibrar la mejilla marcada de Joe.
—¡Yo soy tu esposo! —bramó con ira contenida—. No vuelvas a hablarme de modo tan irrespetuoso.
Kemal despertó sobresaltado y empezó a berrear.
—Mira lo que has hecho —dijo _______________. Cogió al bebé en brazos y lo meció con dulzura.
—Métete en esa cabecita que no habrá sacerdote —sentenció Joe, y salió dando un portazo.
—¡No volverás a tocarme! —gritó _______________. Kemal lloró aún más fuerte—. Maldito estúpido —murmuro para sí mientras se paseaba por la habitación, cuchicheándole dulcemente al inconsolable bebe.
Joe bajó el pasillo a grandes zancadas y de pronto se topó con Omar.
—Apártate de mi camino, enano del demonio —masculló el príncipe, apartándolo de un empujón.
Omar sacudió la cabeza tristemente y observo a Joe alejarse. El príncipe y la princesa se peleaban demasiado. Una mujer de voluntad firme como la princesa alumbraría hijos fuertes, pero soliviantar de ese modo al príncipe no hacía más que entorpecer el acto amoroso. A este paso la princesa nunca quedaría preñada y Omar veía esfumarse su fortuna antes incluso de haberle echado el guante. El eunuco meditó sobre el triste estado de sus asuntos, y al cabo se le ocurrió una idea asombrosa. Una amplia sonrisa se le dibujó en el rostro. La cocinera era una experta en el uso de hierbas y pociones. ¿Acaso sus conocimientos abarcaban los afrodisíacos? Omar se propuso averiguarlo.
Luego, el eunuco entró en la alcoba de _______________, le entregó la bota de leche de cabra y se dispuso a marcharse sin mediar palabra.
—Espera —pidió _______________.
Omar se detuvo y la miró.
—Necesito tu ayuda.
—Los eunucos no saben nada de bebés —dijo Omar, y se encaminó hacia la puerta con decisión.
_______________ lo siguió con la mirada hasta que Kemal soltó un gemido y atrajo su atención. Se sentó en el borde de la cama y el niño empezó a chupar de la tetina, tranquilizándose al instante.
«¡Vaya! —pensó _______________—. Al menos algunos hombres son fáciles de complacer...»
«Mi esposa no se deja complacer —se dijo Joe—, como todas las mujeres tozudas de la tierra.» Por mucho que él le diera, ella siempre quería más. Cuando _______________ se obstinaba en algo, era incapaz de ceder con elegancia. «¡Pequeña ingrata! ¿Acaso no la he liberado, colmado de riquezas y convertido en princesa?» No sólo había arriesgado su honor y su vida para defenderla sino que además había postergado la persecución y asesinato de Fougere. Pero aun así esa jadis de ojos verdes no estaba satisfecha. Le exigía demasiado. Todos los esfuerzos de Joe por complacerla no eran nada ante su deseo de obtener la bendición de un sacerdote. Pero en cuanto él se lo concediera, no tardaría en encontrar otra cosa con que fastidiarlo.
Ensimismado, Joe llegó a la almena que dominaba su jardín. Su súbita aparición sorprendió a los dos guardias, que dieron un respingo.
—¿Son unos cobardes los hombres que protegen mi casa? —bramó Joe.
—Mil perdones, príncipe Joe —se disculparon los guerreros—. Pensamos que erais el fantasma... el espíritu de la princesa cristiana... Los hombres de carne y hueso no pueden asustarnos —dijo el primero.
—Los fantasmas no existen —repuso Joe con severidad.
—Como vos digáis, mi señor —convinieron los guerreros.
—Dejadme solo—ordenó Joe—. Esperad al pie de las escaleras hasta que baje.
Los dos guerreros se alejaron a paso rápido y desaparecieron de vista.
Aunque el sol ya se había puesto, la noche aun no había vencido al día. Caía el crepúsculo, aquella silenciosa hora de transición. El cielo rebosaba de matices lilas, azules y añil intenso, y aún no se veía la luna ni las estrellas.
—Bien, ¿cuál es mi sorpresa? —pregunto, esperanzada.
Joe la miró sin entender.
—Tráele la comida a Kemal —dijo _______________ a Omar, y le dedicó una sonrisa significativa a su esposo. Pensó que sonaba corno una madre experta.
—El niño ha comido hace apenas tres horas —dijo Joe mientras el hombrecillo se dirigía a cumplir la orden de su señora.
—Por lo visto no sabes nada de bebes.
—¿Que yo no sé nada? —replicó Joe—. ¿Y tú cómo es que eres tan experta?
—Todas las mujeres poseen un conocimiento innato sobre los bebés —dijo _______________—. Tienen el estómago pequeño y necesitan comer más a menudo que los adultos. Además, Kemal acaba de vaciarse en el pañal... Bien, ¿cuál es mi sorpresa?
—¿Qué quieres decir?
—Me dijiste que me tenías reservada una sorpresa —le recordó ella—. Algo que ha de cambiar mi deseo de volver a casa.
Su esposa era una mujer típica, pensó Joe. Por mucho que les dieran los hombres, ellas siempre querían más. Criaturas adorables, pero mercenarias... Joe señaló la cuna.
—Kemal es mi sorpresa.
—Ah. —_______________ se sintió decepcionada.
— ¿Qué otra sorpresa deseas? —preguntó Joe—. ¿Joyas? ¿Enviarle una carta a tu madre?
—Es una buena idea, pero no es eso...
— ¿Qué quieres, pues? —Joe elevó la voz, al borde de la irritación.
—Baja la voz o despertarás al bebé —dijo _______________.
Joe hizo una mueca y se acercó a ella con intenciones inequívocas.
—Kemal está durmiendo —le recordó _______________—. No podemos hacerlo ahora.
Joe suspiró y luego preguntó:
—¿Qué desearía mi princesa?
—Un sacerdote.
El semblante de Joe enrojeció y el tic nervioso volvió a su mejilla. Avanzó hacia ella y masculló:
—Te lo digo por última vez: no habrá ningún sacerdote.
_______________ le tocó el brazo y adoptó un tono meloso;
—Por favor, esposo mío. Aún no estamos casados y yo no puedo criar a este niño sin la bendición de un sacerdote.
—Nos ha casado el imán —replicó, él.
—Oh, Joe, necesito que un sacerdote dé su bendición a nuestra unión —suplicó _______________—. Además, necesito confesarme. Si muero sin haberlo hecho iré directamente al infierno.
El príncipe esbozó una sonrisa irónica y acarició suavemente la cálida mejilla de _______________.
—Los ángeles como tú no tienen nada que temer —dijo—. A ti te espera el paraíso. —Inclinó la cabeza y la besó en la boca.
_______________ se apartó y lo miró con ceño:
—¿Por qué he de ser yo la que siempre se pliega a tus deseos? ¿Por qué no cedes un poco? ¿Por qué eres tan insoportablemente terco?
El temblor hizo vibrar la mejilla marcada de Joe.
—¡Yo soy tu esposo! —bramó con ira contenida—. No vuelvas a hablarme de modo tan irrespetuoso.
Kemal despertó sobresaltado y empezó a berrear.
—Mira lo que has hecho —dijo _______________. Cogió al bebé en brazos y lo meció con dulzura.
—Métete en esa cabecita que no habrá sacerdote —sentenció Joe, y salió dando un portazo.
—¡No volverás a tocarme! —gritó _______________. Kemal lloró aún más fuerte—. Maldito estúpido —murmuro para sí mientras se paseaba por la habitación, cuchicheándole dulcemente al inconsolable bebe.
Joe bajó el pasillo a grandes zancadas y de pronto se topó con Omar.
—Apártate de mi camino, enano del demonio —masculló el príncipe, apartándolo de un empujón.
Omar sacudió la cabeza tristemente y observo a Joe alejarse. El príncipe y la princesa se peleaban demasiado. Una mujer de voluntad firme como la princesa alumbraría hijos fuertes, pero soliviantar de ese modo al príncipe no hacía más que entorpecer el acto amoroso. A este paso la princesa nunca quedaría preñada y Omar veía esfumarse su fortuna antes incluso de haberle echado el guante. El eunuco meditó sobre el triste estado de sus asuntos, y al cabo se le ocurrió una idea asombrosa. Una amplia sonrisa se le dibujó en el rostro. La cocinera era una experta en el uso de hierbas y pociones. ¿Acaso sus conocimientos abarcaban los afrodisíacos? Omar se propuso averiguarlo.
Luego, el eunuco entró en la alcoba de _______________, le entregó la bota de leche de cabra y se dispuso a marcharse sin mediar palabra.
—Espera —pidió _______________.
Omar se detuvo y la miró.
—Necesito tu ayuda.
—Los eunucos no saben nada de bebés —dijo Omar, y se encaminó hacia la puerta con decisión.
_______________ lo siguió con la mirada hasta que Kemal soltó un gemido y atrajo su atención. Se sentó en el borde de la cama y el niño empezó a chupar de la tetina, tranquilizándose al instante.
«¡Vaya! —pensó _______________—. Al menos algunos hombres son fáciles de complacer...»
«Mi esposa no se deja complacer —se dijo Joe—, como todas las mujeres tozudas de la tierra.» Por mucho que él le diera, ella siempre quería más. Cuando _______________ se obstinaba en algo, era incapaz de ceder con elegancia. «¡Pequeña ingrata! ¿Acaso no la he liberado, colmado de riquezas y convertido en princesa?» No sólo había arriesgado su honor y su vida para defenderla sino que además había postergado la persecución y asesinato de Fougere. Pero aun así esa jadis de ojos verdes no estaba satisfecha. Le exigía demasiado. Todos los esfuerzos de Joe por complacerla no eran nada ante su deseo de obtener la bendición de un sacerdote. Pero en cuanto él se lo concediera, no tardaría en encontrar otra cosa con que fastidiarlo.
Ensimismado, Joe llegó a la almena que dominaba su jardín. Su súbita aparición sorprendió a los dos guardias, que dieron un respingo.
—¿Son unos cobardes los hombres que protegen mi casa? —bramó Joe.
—Mil perdones, príncipe Joe —se disculparon los guerreros—. Pensamos que erais el fantasma... el espíritu de la princesa cristiana... Los hombres de carne y hueso no pueden asustarnos —dijo el primero.
—Los fantasmas no existen —repuso Joe con severidad.
—Como vos digáis, mi señor —convinieron los guerreros.
—Dejadme solo—ordenó Joe—. Esperad al pie de las escaleras hasta que baje.
Los dos guerreros se alejaron a paso rápido y desaparecieron de vista.
Aunque el sol ya se había puesto, la noche aun no había vencido al día. Caía el crepúsculo, aquella silenciosa hora de transición. El cielo rebosaba de matices lilas, azules y añil intenso, y aún no se veía la luna ni las estrellas.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
:O Es obstinada, lo sé.
Pero eran las creencias de aquel entonces :/
Muchas gracias por subir la novela!
Pero eran las creencias de aquel entonces :/
Muchas gracias por subir la novela!
Augustinesg
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
hay no esos dos se la pasan peleando!!!
siguela!!!!!!!!
siguela!!!!!!!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
De pie en el borde de la almena, Joe se apoyó en el frío muro de piedra. Miró hacia la bahía y contempló la bruma, que se deslizaba lenta y silenciosa hacia el castillo.
—Maldita jadis cristiana —mascullo Joe.
Aquella inglesa lo había seducido hasta conseguir que él se enamorara de ella, y ahora se negaba a ceder en una tontería por el bien de su unión. Ella lo amaba, él lo sabía, pero lo rechazaba una y otra vez hasta enloquecerlo de deseo. Siempre que él creía estar ganando terreno, _______________ pedía el maldito sacerdote.
Joe no cedería en ese punto. Aunque murieran los dos en el intento, ella tendría que someterse a su voluntad. Además, lo irritaba el que la paz de su jardín le estuviera vedada. Sabía que, de ir allí, ella lo abordaría y reanudaría sus inadmisibles exigencias. ¿Acaso merecía la pena tanto trastorno y preocupación por aquella mujer? «Sí», le respondió una voz interior.
Hermosa, inteligente, intrépida, y bondadosa, su flor silvestre era única entre todas las mujeres del universo de Alá... Joe parpadeó. ¿Sus ojos lo engañaban? En la distancia, un barco navegaba por la espesa bruma en dirección al castillo. ¿Quién se atrevía a aproximarse a la guarida de la bestia? Una muerte segura aguardaba a los intrusos. De pronto el barco se esfumó, engullido por la bruma.
Joe sacudió la cabeza para despejarla. ¿Era verdad que había visto un barco? Tal vez la fatiga... De repente sintió una brisa fresca... no, era otra cosa... Un cosquilleo en la nuca y un estremecimiento le recorrió la espalda. Joe miró en derredor y no vio nada. Entonces se relajó.
Una bruma espesa se cernía sobre la almena. La niebla no tenía nada de sobrenatural.
De pronto, Joe oyó los patéticos sollozos de una mujer. ¿Era _______________, lloriqueando por lo que él le había negado? Se asomó y miró el jardín de abajo, pero no podía ver a través de la densa niebla. Los sollozos se hicieron más fuertes, demasiado fuertes para provenir del jardín. Joe se giró hacia la derecha y la vio: una mujer sin velo se encontraba a menos de tres metros de él y miraba hacia el mar.
—¿Quién sois? —preguntó Joe, atónito.
Sin pronunciar palabra, la mujer se volvió hacia él. A sus labios asomó un atisbo de sonrisa al verlo y se deslizó hacia él.
Joe permaneció inmóvil.
La mujer alargó el brazo para tocarle la cara, pero de pronto, como si acabara de darse cuenta de que era un desconocido, dejó de sonreír y retrocedió un paso.
Joe avanzó hacia ella, pero la mujer desapareció antes de que pudiera tocarla.
—¿Dónde estáis? —llamó Joe, girando en redondo.
No hubo respuesta.
Al cabo de unos segundos aparecieron los dos guardias en la almena.
—¿Nos llamabais, mi príncipe?
—Ella ha estado aquí... —murmuró Joe, sintiéndose inexplicablemente triste.
—¿Quién?
—Pues... la princesa cristiana.
Ambos guerreros se llevaron la mano a sus masallah, que llevaban ocultas bajo la camisa. Se decía que los collares de cuentas azules ahuyentaban los maleficios.
—Quedáis relevados de esta guardia —les dijo Joe, y con un gesto les ordenó que se marcharan—. A partir de ahora nadie hará guardia en esta almena.
Los dos guerreros se alejaron a paso rápido. Si se entretenían, el príncipe podría cambiar de opinión.
Antes de bajar detrás de ellos, Joe echó una ojeada a la bahía envuelta en la bruma. ¿Acaso en aquel misterioso barco venía el amante musulmán de la princesa dispuesto a rescatarla...?
Al volver a la alcoba del príncipe, Omar encontró a una sombría _______________ sentada en el borde de la cama. Kemal estaba dormido en su cuna.
Omar le ofreció la copa que contenía el afrodisíaco que le había proporcionado la cocinera.
—No me apetece —dijo _______________, negando con la cabeza.
—La cocinera os ha preparado esta deliciosa bebida de limón especialmente para vos. Si lo rechazáis, se sentirá ofendida.
—Pues que se sienta como quiera.
—¿Acaso no os basta con la ira del príncipe? —repuso Omar—. ¿También queréis hacer enfadar a la cocinera? Mientras lo bebéis, yo os quitaré la venda de la mano
—Déjalo ahí. Lo tomaré luego —dijo _______________. Le tendió la mano vendada y añadió—: Es toda tuya. El picor me está volviendo loca.
Omar le quitó el vendaje con diligencia.
_______________ se inspeccionó la mano. Las heridas sanaban y la piel se veía rosada, con buen aspecto.
—Qué bonito —observó con sarcasmo.
—El médico dijo que sólo os quedaría una levísima cicatriz —le dijo Omar.
—Si lo ha dicho el médico... —musitó _______________ y bebió un trago del refresco de limón.
—El niño duerme profundamente —comentó Omar—. Tal vez sea conveniente llevarlo a otra alcoba antes de que vuelva el príncipe.
—Joe y yo somos sus padres —replicó _______________—. Kemal debe quedarse con nosotros.
—Si vuelve el príncipe con el mismo ánimo que le vi al salir, el bebé se despertará —dijo Omar.
_______________ asintió con la cabeza.
—Si ocurre así, seré yo quien se pasee por la habitación con el niño en brazos.
—Recordad, princesa —aconsejó Omar con una sonrisa—: «El paraíso yace a los pies de una madre.»
_______________ hizo una mueca.
Omar soltó una risilla y, con delicadeza, cogió a Kemal de la cuna y se dirigió hacia la puerta, susurrando por encima del hombro:
—Lana cuidará del pequeño príncipe, y yo os traeré la cena.
_______________ se dirigió a la puerta del jardín. La abrió y aspiró la amalgama de aromas que despedían las flores, pero la densa niebla que llegaba de la bahía le impedía ver. «¿Dónde estará Joe?», se preguntó. ¿Estaría furioso? ¿Por qué no entendía que ella necesitaba la bendición de un sacerdote para sentirse casada? «Al diablo con el sacerdote», pensó _______________. Ella lo que necesitaba era a su esposo. Necesitaba sentir sus manos acariciándole la piel, su poderoso cuerpo cubriéndola por entero, sentir su amor... Contara o no con la bendición del sacerdote, _______________ deseaba a su esposo.
Cerró la puerta del jardín, cruzó la alcoba y se arrodilló junto al baúl. Hurgó en el interior y sacó un caftán especialmente sugerente: de seda transparente color marfil y con tres cintas de satén marfileño atadas por delante.
_______________ se puso el caftán y empezó a pasearse por la habitación, ansiosa por la llegada de su esposo.
De pronto la puerta se abrió y la princesa giró en redondo. Era Omar, que regresaba con la cena.
El eunuco puso la mesa con los platos de comida y una jarra de agua de rosas, y se fijó en la limonada. Miró a _______________, y su cambio de atuendo le encantó. Al parecer, el afrodisíaco no sería necesario.
—Maldita jadis cristiana —mascullo Joe.
Aquella inglesa lo había seducido hasta conseguir que él se enamorara de ella, y ahora se negaba a ceder en una tontería por el bien de su unión. Ella lo amaba, él lo sabía, pero lo rechazaba una y otra vez hasta enloquecerlo de deseo. Siempre que él creía estar ganando terreno, _______________ pedía el maldito sacerdote.
Joe no cedería en ese punto. Aunque murieran los dos en el intento, ella tendría que someterse a su voluntad. Además, lo irritaba el que la paz de su jardín le estuviera vedada. Sabía que, de ir allí, ella lo abordaría y reanudaría sus inadmisibles exigencias. ¿Acaso merecía la pena tanto trastorno y preocupación por aquella mujer? «Sí», le respondió una voz interior.
Hermosa, inteligente, intrépida, y bondadosa, su flor silvestre era única entre todas las mujeres del universo de Alá... Joe parpadeó. ¿Sus ojos lo engañaban? En la distancia, un barco navegaba por la espesa bruma en dirección al castillo. ¿Quién se atrevía a aproximarse a la guarida de la bestia? Una muerte segura aguardaba a los intrusos. De pronto el barco se esfumó, engullido por la bruma.
Joe sacudió la cabeza para despejarla. ¿Era verdad que había visto un barco? Tal vez la fatiga... De repente sintió una brisa fresca... no, era otra cosa... Un cosquilleo en la nuca y un estremecimiento le recorrió la espalda. Joe miró en derredor y no vio nada. Entonces se relajó.
Una bruma espesa se cernía sobre la almena. La niebla no tenía nada de sobrenatural.
De pronto, Joe oyó los patéticos sollozos de una mujer. ¿Era _______________, lloriqueando por lo que él le había negado? Se asomó y miró el jardín de abajo, pero no podía ver a través de la densa niebla. Los sollozos se hicieron más fuertes, demasiado fuertes para provenir del jardín. Joe se giró hacia la derecha y la vio: una mujer sin velo se encontraba a menos de tres metros de él y miraba hacia el mar.
—¿Quién sois? —preguntó Joe, atónito.
Sin pronunciar palabra, la mujer se volvió hacia él. A sus labios asomó un atisbo de sonrisa al verlo y se deslizó hacia él.
Joe permaneció inmóvil.
La mujer alargó el brazo para tocarle la cara, pero de pronto, como si acabara de darse cuenta de que era un desconocido, dejó de sonreír y retrocedió un paso.
Joe avanzó hacia ella, pero la mujer desapareció antes de que pudiera tocarla.
—¿Dónde estáis? —llamó Joe, girando en redondo.
No hubo respuesta.
Al cabo de unos segundos aparecieron los dos guardias en la almena.
—¿Nos llamabais, mi príncipe?
—Ella ha estado aquí... —murmuró Joe, sintiéndose inexplicablemente triste.
—¿Quién?
—Pues... la princesa cristiana.
Ambos guerreros se llevaron la mano a sus masallah, que llevaban ocultas bajo la camisa. Se decía que los collares de cuentas azules ahuyentaban los maleficios.
—Quedáis relevados de esta guardia —les dijo Joe, y con un gesto les ordenó que se marcharan—. A partir de ahora nadie hará guardia en esta almena.
Los dos guerreros se alejaron a paso rápido. Si se entretenían, el príncipe podría cambiar de opinión.
Antes de bajar detrás de ellos, Joe echó una ojeada a la bahía envuelta en la bruma. ¿Acaso en aquel misterioso barco venía el amante musulmán de la princesa dispuesto a rescatarla...?
Al volver a la alcoba del príncipe, Omar encontró a una sombría _______________ sentada en el borde de la cama. Kemal estaba dormido en su cuna.
Omar le ofreció la copa que contenía el afrodisíaco que le había proporcionado la cocinera.
—No me apetece —dijo _______________, negando con la cabeza.
—La cocinera os ha preparado esta deliciosa bebida de limón especialmente para vos. Si lo rechazáis, se sentirá ofendida.
—Pues que se sienta como quiera.
—¿Acaso no os basta con la ira del príncipe? —repuso Omar—. ¿También queréis hacer enfadar a la cocinera? Mientras lo bebéis, yo os quitaré la venda de la mano
—Déjalo ahí. Lo tomaré luego —dijo _______________. Le tendió la mano vendada y añadió—: Es toda tuya. El picor me está volviendo loca.
Omar le quitó el vendaje con diligencia.
_______________ se inspeccionó la mano. Las heridas sanaban y la piel se veía rosada, con buen aspecto.
—Qué bonito —observó con sarcasmo.
—El médico dijo que sólo os quedaría una levísima cicatriz —le dijo Omar.
—Si lo ha dicho el médico... —musitó _______________ y bebió un trago del refresco de limón.
—El niño duerme profundamente —comentó Omar—. Tal vez sea conveniente llevarlo a otra alcoba antes de que vuelva el príncipe.
—Joe y yo somos sus padres —replicó _______________—. Kemal debe quedarse con nosotros.
—Si vuelve el príncipe con el mismo ánimo que le vi al salir, el bebé se despertará —dijo Omar.
_______________ asintió con la cabeza.
—Si ocurre así, seré yo quien se pasee por la habitación con el niño en brazos.
—Recordad, princesa —aconsejó Omar con una sonrisa—: «El paraíso yace a los pies de una madre.»
_______________ hizo una mueca.
Omar soltó una risilla y, con delicadeza, cogió a Kemal de la cuna y se dirigió hacia la puerta, susurrando por encima del hombro:
—Lana cuidará del pequeño príncipe, y yo os traeré la cena.
_______________ se dirigió a la puerta del jardín. La abrió y aspiró la amalgama de aromas que despedían las flores, pero la densa niebla que llegaba de la bahía le impedía ver. «¿Dónde estará Joe?», se preguntó. ¿Estaría furioso? ¿Por qué no entendía que ella necesitaba la bendición de un sacerdote para sentirse casada? «Al diablo con el sacerdote», pensó _______________. Ella lo que necesitaba era a su esposo. Necesitaba sentir sus manos acariciándole la piel, su poderoso cuerpo cubriéndola por entero, sentir su amor... Contara o no con la bendición del sacerdote, _______________ deseaba a su esposo.
Cerró la puerta del jardín, cruzó la alcoba y se arrodilló junto al baúl. Hurgó en el interior y sacó un caftán especialmente sugerente: de seda transparente color marfil y con tres cintas de satén marfileño atadas por delante.
_______________ se puso el caftán y empezó a pasearse por la habitación, ansiosa por la llegada de su esposo.
De pronto la puerta se abrió y la princesa giró en redondo. Era Omar, que regresaba con la cena.
El eunuco puso la mesa con los platos de comida y una jarra de agua de rosas, y se fijó en la limonada. Miró a _______________, y su cambio de atuendo le encantó. Al parecer, el afrodisíaco no sería necesario.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
uuuui ahaha,
Me encanta, por todos los cielos haha
Gracias por subir la nove!!
Me encanta, por todos los cielos haha
Gracias por subir la nove!!
Augustinesg
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
_______________ se paseaba por la alcoba como una tigresa enjaulada, hasta que se detuvo junto a la mesa y ordenó:
—Ve a buscar al príncipe.
Como si sus palabras hubieran conjurado su aparición, en ese preciso momento, la puerta se abrió de par en par y el príncipe entró raudamente. Aturdido aún por los extraños acontecimientos en la almena, Joe dio un respingo ante la visión de su esposa vestida de forma tan seductora. Sus miradas de ojos azules y ojos verdes se encontraron.
—La cena está servida —murmuró Omar, y se retiró discretamente.
_______________ esbozó una sonrisa. Se llevó las manos al pecho y, lentamente, tiró de cada una de las tres cintas con aire sensual hasta revelarse en toda su desnudez ante los ojos de su esposo. El caftán se deslizó a lo largo de su cuerpo y cayó al suelo alrededor de sus pies.
La espléndida imagen que ofrecía era irresistible.
Joe se acercó a ella con mirada anhelante. _______________ le rodeó el cuello con los brazos, lo estrechó y lo besó larga y apasionadamente. Joe acarició sus mejillas y luego le besó la mano izquierda antes de llevarse la derecha a los labios.
—No; es desagradable —susurró _______________, intentando retirar la mano.
Joe se fijó en la herida y la rozó con los labios. Luego repitió las palabras que ella misma le había dicho a él:
—Esta hermosa cicatriz te da carácter.
_______________ gimió y se apretó contra su cuerpo. Le perló el rostro con una lluvia de besos ligeros como plumas, especialmente en la cicatriz, antes de deslizar los labios por su cuello. Le quitó la camisa de lino por encima de la cabeza y besó la oscura mata de vello que le cubría el torso.
—Eres mi bestia mitológica... —murmuró, fijándose en el brillante grifo colgado junto al corazón de su esposo. _______________ lo lamió y mordisqueó, lamiéndole los pezones. Joe sintió que se ahogaba de excitación. Ella se dejó caer de rodillas y hundió la cara en su entrepierna. Joe se sentó en el borde de la mesa y se entregó por completo a su amada esposa. _______________ le quitó las botas y deslizó las manos por sus piernas para desabrocharle y quitarle los pantalones.
Poco después los dos estaban enteramente desnudos.
_______________ se introdujo en la boca su ardiente miembro y lo chupó lentamente, arriba y abajo, hasta hacerlo enloquecer de deseo. Joe ya no aguantaba más y la incorporó hasta que sus rostros quedaron a la misma altura. Él le dio un beso ávido y profundo.
—Tócame... —jadeó _______________ contra sus labios.
Joe acarició y frotó cada centímetro de su piel ardiente. Luego la sentó a horcajadas sobre sus piernas y bajó la cabeza para lamerle un pezón mientras sus dedos expertos jugueteaban con la delicada joya de su intimidad hasta hacerla gemir...
Joe se puso de pie con ella en brazos y la tendió suavemente sobre la mesa. Con los ojos nublados por la pasión, _______________ lo miró.
—Tómame... —pidió anhelante.
Joe así lo hizo. Se inclinó sobre ella y la penetro de una ardorosa embestida.
—Préñame con tu semilla... —susurró _______________.
Joe incrementó el ritmo de sus embestidas hasta que ambos alcanzaron la cima del placer al mismo tiempo, estremeciéndose en un arrebatador torrente de sensaciones.
Luego, sus exhaustos jadeos rompían el silencio de la alcoba. Finalmente, reuniendo fuerzas, Joe cogió a _______________ y la besó profundamente en la boca.
—Te amo, mi princesa —musitó.
—Ve a buscar al príncipe.
Como si sus palabras hubieran conjurado su aparición, en ese preciso momento, la puerta se abrió de par en par y el príncipe entró raudamente. Aturdido aún por los extraños acontecimientos en la almena, Joe dio un respingo ante la visión de su esposa vestida de forma tan seductora. Sus miradas de ojos azules y ojos verdes se encontraron.
—La cena está servida —murmuró Omar, y se retiró discretamente.
_______________ esbozó una sonrisa. Se llevó las manos al pecho y, lentamente, tiró de cada una de las tres cintas con aire sensual hasta revelarse en toda su desnudez ante los ojos de su esposo. El caftán se deslizó a lo largo de su cuerpo y cayó al suelo alrededor de sus pies.
La espléndida imagen que ofrecía era irresistible.
Joe se acercó a ella con mirada anhelante. _______________ le rodeó el cuello con los brazos, lo estrechó y lo besó larga y apasionadamente. Joe acarició sus mejillas y luego le besó la mano izquierda antes de llevarse la derecha a los labios.
—No; es desagradable —susurró _______________, intentando retirar la mano.
Joe se fijó en la herida y la rozó con los labios. Luego repitió las palabras que ella misma le había dicho a él:
—Esta hermosa cicatriz te da carácter.
_______________ gimió y se apretó contra su cuerpo. Le perló el rostro con una lluvia de besos ligeros como plumas, especialmente en la cicatriz, antes de deslizar los labios por su cuello. Le quitó la camisa de lino por encima de la cabeza y besó la oscura mata de vello que le cubría el torso.
—Eres mi bestia mitológica... —murmuró, fijándose en el brillante grifo colgado junto al corazón de su esposo. _______________ lo lamió y mordisqueó, lamiéndole los pezones. Joe sintió que se ahogaba de excitación. Ella se dejó caer de rodillas y hundió la cara en su entrepierna. Joe se sentó en el borde de la mesa y se entregó por completo a su amada esposa. _______________ le quitó las botas y deslizó las manos por sus piernas para desabrocharle y quitarle los pantalones.
Poco después los dos estaban enteramente desnudos.
_______________ se introdujo en la boca su ardiente miembro y lo chupó lentamente, arriba y abajo, hasta hacerlo enloquecer de deseo. Joe ya no aguantaba más y la incorporó hasta que sus rostros quedaron a la misma altura. Él le dio un beso ávido y profundo.
—Tócame... —jadeó _______________ contra sus labios.
Joe acarició y frotó cada centímetro de su piel ardiente. Luego la sentó a horcajadas sobre sus piernas y bajó la cabeza para lamerle un pezón mientras sus dedos expertos jugueteaban con la delicada joya de su intimidad hasta hacerla gemir...
Joe se puso de pie con ella en brazos y la tendió suavemente sobre la mesa. Con los ojos nublados por la pasión, _______________ lo miró.
—Tómame... —pidió anhelante.
Joe así lo hizo. Se inclinó sobre ella y la penetro de una ardorosa embestida.
—Préñame con tu semilla... —susurró _______________.
Joe incrementó el ritmo de sus embestidas hasta que ambos alcanzaron la cima del placer al mismo tiempo, estremeciéndose en un arrebatador torrente de sensaciones.
Luego, sus exhaustos jadeos rompían el silencio de la alcoba. Finalmente, reuniendo fuerzas, Joe cogió a _______________ y la besó profundamente en la boca.
—Te amo, mi princesa —musitó.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
awwww que lindo!!! Joe le dijo Te amo!!!
Es tan dfthhjks !!!
Siguela!!!
Es tan dfthhjks !!!
Siguela!!!
aranzhitha
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