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Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
19
_______________ abrió los ojos y contempló una lujosa estancia que no le era familiar. ¿Dónde estaba? Una gruesa alfombra persa cubría el suelo, había una mesa de mármol rodeada de grandes cojines, y en una de las paredes distinguió dos portillas.
_______________ sabía que no se encontraba en casa de su suegra, y en el palacio de Topkapi no había visto portillas. De repente, como un rayo fulminante, acudió a su memoria la cruenta y estremecedora escena de la ejecución de Jamal: la cimitarra mortal rasgaba el aire y un río de sangre brotaba del tronco decapitado del eunuco.
—No... —gimió, debatiéndose contra el horror. Si se dejaba llevar por esos pensamientos, no tardaría en volverse loca.
Hizo un esfuerzo por incorporarse y apoyo las piernas en el suelo. Confiando en que el aire del mar la reanimaría, arrastró los pies por la alcoba hasta la portilla. Pero fue un error pararse a mirar el Bosforo azul. En su imaginación, _______________ vio la cara hinchada del bebé de Lyndar. Sintió náuseas, se cubrió la boca con la mano y le vino una arcada.
Entonces la puerta se abrió de par en par.
Era Joe, con una bandeja en las manos. Miró a su esposa con ojos inquisitivos y al instante advirtió el estado de agitación en que se encontraba. Cerró la puerta de una patada y cruzó el camarote para dejar la bandeja sobre la mesa.
—¿Te encuentras mal? —preguntó.
—¿Dónde estamos? —repuso ella.
—En la falúa de Kevin. —Joe la cogió del brazo y la condujo hacia la mesa—. Come algo, que recuperarás fuerzas.
—No tengo hambre.
—El té te restablecerá —la animó Joe.
—Lo único que me puede restablecer es volver a Inglaterra, donde vive gente civilizada —replicó ella, sentándose en un cojín.
Joe se sentó junto a ella y le sirvió una taza de té. Con manos temblorosas, _______________ tomó la taza y bebió.
—Te advertí que cerraras los ojos —le recordó Joe con suavidad.
_______________ lo miró con expresión afligida y Joe sintió que se le partía el corazón.
—No pude hacerlo... —dijo ella con un hilo de voz—. Es por mi culpa que Jamal y Lyndar...
Joe le rodeó los hombros y la estrechó. _______________ se quedó rígida, pero él la acarició con gestos tranquilizadores y dijo:
—Los traidores escogen su propio destino.
—¿Y el bebé? —_______________ dejó el té en la mesa y fijó los ojos en sus manos. ¿Cuál era la mejor manera de abordar el tema de volver a Inglaterra? ¿Cómo podía vivir en una tierra donde la gente mataba a bebés inocentes?
—Háblame de tu padre —le susurró Joe.
_______________ volvió la cabeza con brusquedad y se lo quedó mirando en silencio. Sus rostros estaban apenas a unos centímetros, y ella sintió la mirada azul y penetrante de Joe.
—Comparte el duro peso de tus pesadillas —suplicó Joe—. La carga se te hará más leve.
_______________ sacudió la cabeza.
—La flota de Fougere atacó y hundió el barco en que viajaba mi hermana para reunirse con su marido —murmuró Joe, sorprendiéndola—. Imagino que aquel egoísta malnacido aprovechó la oportunidad de asaltar un barco imperial porque navegaba en solitario. No hubo supervivientes.
¿Por qué le contaba eso?, se preguntó _______________. Nunca antes había confiado en ella. ¿Qué motivos tenía ahora?
—Juramos venganza, y mi hermano y yo conseguimos dar con su paradero —prosiguió Joe—. Pero no comprendimos que dejarse encontrar formaba parte de su plan para tendernos una emboscada. Se había enterado de que queríamos matarlo, y el muy cobarde quería tendernos una trampa mortal. Al final, Karim murió y yo salvé el pellejo, pero con la mejilla rasgada por la mitad. Si no hubiera sido por Nick, yo también habría muerto.
—Matar a Fougere es un acto de justicia —afirmó _______________—. No tienes por qué darme explicaciones.
—No es ése el objetivo de mi historia. Yo era un hombre maduro y entrenado para la guerra, pero aun así fui incapaz de salvarle la vida a mi hermano. Así pues, no tiene sentido que te creas culpable por lo que pasó cuando eras una niña.
—Mi padre murió porque yo, desobedeciendo sus órdenes, crucé los muros para cabalgar sin escolta —musitó _______________, y los ojos se le nublaron con el dolor del recuerdo—. Nadie dijo que fuera así, pero los ojos de todos expresaban lo que pensaban. Me juzgaron culpable.
—Me resulta difícil de creer.
—¡Es verdad! —exclamó _______________, elevando la voz, presa de la agitación—. En lugar de quedarme paralizada de miedo, tendría que haberme acercado a ese hombre y...
—Aquellos hombres asesinaron a tu padre —dijo Joe.
—¡Oh, basta! —_______________ se cubrió los oídos con las manos.
Joe la acercó a él y la envolvió con sus brazos, sosteniendo su cuerpo tembloroso. Él había querido calmarla, no alterarla.
—No hablemos más de ello. —Joe le acarició el pelo y la besó en la cabeza, luego la meció como a un bebé—. Haré todo lo que obre en mi mano por aniquilar a tus demonios y ofrecerte paz, aunque tenga que viajar a Inglaterra para vengar la muerte de tu padre.
—¿Harías eso por mí? —preguntó _______________ con los ojos anegados en lágrimas.
—Lo juro.
_______________ se derrumbó de emoción ante la sorprendente promesa de su esposo. Se echó a llorar, acurrucada contra su pecho. Joe le acarició la espalda, susurrándole palabras reconfortantes.
—Quiero volver a casa —musitó _______________.
—Hacia allí nos dirigimos.
—A Inglaterra, quiero decir.
—Tú eres mi esposa —murmuró Joe.
—Aún no nos ha casado un sacerdote. –_______________ levantó la vista para mirarlo y dejó escapar un hipo.
—Allí no serías feliz —aseguró Joe—. No vivirías tranquila si volvieras a Inglaterra.
—¡Cómo te atreves a decidir lo que me conviene! —exclamó _______________, y en sus ojos volvió a brillar el fuego.
—En Inglaterra sufrías por tus pesadillas —dijo Joe—. ¿Volverás para pisar el lugar exacto donde murió tu padre? Además, pronto te arrepentirías de haberme abandonado.
Aquel inesperado comentario sobresalto a _______________.
—¿Por qué habría de arrepentirme?
Joe sonrió.
—Porque me amas.
—¿Amar a un hombre que no levantó un dedo para salvar a un bebé inocente? ¿Amar a un hombre que no ama...?
_______________ sabía que no se encontraba en casa de su suegra, y en el palacio de Topkapi no había visto portillas. De repente, como un rayo fulminante, acudió a su memoria la cruenta y estremecedora escena de la ejecución de Jamal: la cimitarra mortal rasgaba el aire y un río de sangre brotaba del tronco decapitado del eunuco.
—No... —gimió, debatiéndose contra el horror. Si se dejaba llevar por esos pensamientos, no tardaría en volverse loca.
Hizo un esfuerzo por incorporarse y apoyo las piernas en el suelo. Confiando en que el aire del mar la reanimaría, arrastró los pies por la alcoba hasta la portilla. Pero fue un error pararse a mirar el Bosforo azul. En su imaginación, _______________ vio la cara hinchada del bebé de Lyndar. Sintió náuseas, se cubrió la boca con la mano y le vino una arcada.
Entonces la puerta se abrió de par en par.
Era Joe, con una bandeja en las manos. Miró a su esposa con ojos inquisitivos y al instante advirtió el estado de agitación en que se encontraba. Cerró la puerta de una patada y cruzó el camarote para dejar la bandeja sobre la mesa.
—¿Te encuentras mal? —preguntó.
—¿Dónde estamos? —repuso ella.
—En la falúa de Kevin. —Joe la cogió del brazo y la condujo hacia la mesa—. Come algo, que recuperarás fuerzas.
—No tengo hambre.
—El té te restablecerá —la animó Joe.
—Lo único que me puede restablecer es volver a Inglaterra, donde vive gente civilizada —replicó ella, sentándose en un cojín.
Joe se sentó junto a ella y le sirvió una taza de té. Con manos temblorosas, _______________ tomó la taza y bebió.
—Te advertí que cerraras los ojos —le recordó Joe con suavidad.
_______________ lo miró con expresión afligida y Joe sintió que se le partía el corazón.
—No pude hacerlo... —dijo ella con un hilo de voz—. Es por mi culpa que Jamal y Lyndar...
Joe le rodeó los hombros y la estrechó. _______________ se quedó rígida, pero él la acarició con gestos tranquilizadores y dijo:
—Los traidores escogen su propio destino.
—¿Y el bebé? —_______________ dejó el té en la mesa y fijó los ojos en sus manos. ¿Cuál era la mejor manera de abordar el tema de volver a Inglaterra? ¿Cómo podía vivir en una tierra donde la gente mataba a bebés inocentes?
—Háblame de tu padre —le susurró Joe.
_______________ volvió la cabeza con brusquedad y se lo quedó mirando en silencio. Sus rostros estaban apenas a unos centímetros, y ella sintió la mirada azul y penetrante de Joe.
—Comparte el duro peso de tus pesadillas —suplicó Joe—. La carga se te hará más leve.
_______________ sacudió la cabeza.
—La flota de Fougere atacó y hundió el barco en que viajaba mi hermana para reunirse con su marido —murmuró Joe, sorprendiéndola—. Imagino que aquel egoísta malnacido aprovechó la oportunidad de asaltar un barco imperial porque navegaba en solitario. No hubo supervivientes.
¿Por qué le contaba eso?, se preguntó _______________. Nunca antes había confiado en ella. ¿Qué motivos tenía ahora?
—Juramos venganza, y mi hermano y yo conseguimos dar con su paradero —prosiguió Joe—. Pero no comprendimos que dejarse encontrar formaba parte de su plan para tendernos una emboscada. Se había enterado de que queríamos matarlo, y el muy cobarde quería tendernos una trampa mortal. Al final, Karim murió y yo salvé el pellejo, pero con la mejilla rasgada por la mitad. Si no hubiera sido por Nick, yo también habría muerto.
—Matar a Fougere es un acto de justicia —afirmó _______________—. No tienes por qué darme explicaciones.
—No es ése el objetivo de mi historia. Yo era un hombre maduro y entrenado para la guerra, pero aun así fui incapaz de salvarle la vida a mi hermano. Así pues, no tiene sentido que te creas culpable por lo que pasó cuando eras una niña.
—Mi padre murió porque yo, desobedeciendo sus órdenes, crucé los muros para cabalgar sin escolta —musitó _______________, y los ojos se le nublaron con el dolor del recuerdo—. Nadie dijo que fuera así, pero los ojos de todos expresaban lo que pensaban. Me juzgaron culpable.
—Me resulta difícil de creer.
—¡Es verdad! —exclamó _______________, elevando la voz, presa de la agitación—. En lugar de quedarme paralizada de miedo, tendría que haberme acercado a ese hombre y...
—Aquellos hombres asesinaron a tu padre —dijo Joe.
—¡Oh, basta! —_______________ se cubrió los oídos con las manos.
Joe la acercó a él y la envolvió con sus brazos, sosteniendo su cuerpo tembloroso. Él había querido calmarla, no alterarla.
—No hablemos más de ello. —Joe le acarició el pelo y la besó en la cabeza, luego la meció como a un bebé—. Haré todo lo que obre en mi mano por aniquilar a tus demonios y ofrecerte paz, aunque tenga que viajar a Inglaterra para vengar la muerte de tu padre.
—¿Harías eso por mí? —preguntó _______________ con los ojos anegados en lágrimas.
—Lo juro.
_______________ se derrumbó de emoción ante la sorprendente promesa de su esposo. Se echó a llorar, acurrucada contra su pecho. Joe le acarició la espalda, susurrándole palabras reconfortantes.
—Quiero volver a casa —musitó _______________.
—Hacia allí nos dirigimos.
—A Inglaterra, quiero decir.
—Tú eres mi esposa —murmuró Joe.
—Aún no nos ha casado un sacerdote. –_______________ levantó la vista para mirarlo y dejó escapar un hipo.
—Allí no serías feliz —aseguró Joe—. No vivirías tranquila si volvieras a Inglaterra.
—¡Cómo te atreves a decidir lo que me conviene! —exclamó _______________, y en sus ojos volvió a brillar el fuego.
—En Inglaterra sufrías por tus pesadillas —dijo Joe—. ¿Volverás para pisar el lugar exacto donde murió tu padre? Además, pronto te arrepentirías de haberme abandonado.
Aquel inesperado comentario sobresalto a _______________.
—¿Por qué habría de arrepentirme?
Joe sonrió.
—Porque me amas.
—¿Amar a un hombre que no levantó un dedo para salvar a un bebé inocente? ¿Amar a un hombre que no ama...?
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Que no ama que??
Joe deberia decirle que el bebe esta vivo
Sube mas
Joe deberia decirle que el bebe esta vivo
Sube mas
JB&1D2
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
ahh la rayiz piensa lo peor de Joe!!
Pero él si salvo al bebé
Y tabien la ama!!! :lloro:
Siguela!!!!!!
Pero él si salvo al bebé
Y tabien la ama!!! :lloro:
Siguela!!!!!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Es increible! increible!
Ahora cuando se entere lo que Joe hizo se va a queres morir.. del amor, por supuesto ahha
Muchas gracias por subir la nove!!
Ahora cuando se entere lo que Joe hizo se va a queres morir.. del amor, por supuesto ahha
Muchas gracias por subir la nove!!
Augustinesg
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Joe le puso un dedo sobre los labios y repitió:
—Sí, me amas.
_______________ se dispuso a negarlo, pero Joe fue más rápido. Su boca acalló la de ella con un beso largo y pausado.
Atrapada por su hechizo, _______________ le devolvió el beso con el mismo ardor. Cayeron sobre la alfombra, el cuerpo de él cubriéndola.
De pronto unos fuertes golpes sonaron en la puerta.
Joe levantó la cabeza y exclamó:
—¿Qué pasa?
—El castillo de la Doncella a la vista —contesto la voz de un hombre.
—Estaremos listos en un momento.
Joe se volvió hacia _______________, que tenía la mirada iluminada de pasión. No pudo resistirse a besarla de nuevo y a mirarla con ojos henchidos de amor. La expresión de _______________ se serenó.
—Aún quiero volver a casa —dijo.
—Cambiarás de opinión. Te tengo reservada una sorpresa.
Joe se puso de pie y la ayudo a levantarse. Luego le tendió el feridye.
_______________ lo contemplaba y pensaba en sus palabras. Era verdad. Se había enamorado de su captor. Se había acostumbrado tanto a tenerlo a su lado que no soportaba la idea de abandonarlo. Pero ¿qué sentía él por ella? ¿Su amor era correspondido? ¿O la consideraba meramente una propiedad?
_______________ aún seguía cavilando el angustiante problema de los sentimientos de su esposo hacia ella cuando pisaron tierra treinta minutos después. Ante sus ojos se alzaba el castillo de la Doncella. Le pareció menos intimidante que la primera vez; ¿sería porque realmente amaba a su señor?
Winston, el saluki, corrió a paso largo por la playa hacia ellos. Detrás del perro, llegaban apresurados Abdul y Omar.
En lugar de saludar a su amo. Winston se precipitó sobre _______________, que trastabilló hacia atrás. Joe la ayudó a recobrar el equilibrio antes de caer. Winston intentó lamerle la cara a través del yashmak, pero _______________ lo apañó.
—Tiene sus ventajas esconderse detrás de un velo —dijo.
Joe abrió la boca para responder, pero Winston eligió ese momento para saludarlo y pasó la lengua por su boca.
—Estoy segura de haber visto a Winston lamiéndose el trasero —dijo _______________, mirando de soslayo a su esposo.
Joe acarició la cabeza del perro y luego lo apartó. Agarró a su esposa por el brazo, le dio vuelta y le levantó el velo.
—Op beni —susurró Joe, posando los labios sobre los de ella. Luego del beso preguntó—: ¿Qué decías de Winston?
—No importa —musitó _______________.
—Hos geidniz —los saludó Omar—. Bienvenidos, mi príncipe y mi princesa.
—Acompaña a la princesa a sus aposentos —ordenó Joe.
—Venid conmigo, mi señora —dijo el eunuco, caminando con ella por la playa—. Ahora tomaréis un baño, comeréis y descansaréis.
Abdul escudriñó el rostro de su amo y luego observó:
—Parecéis cansado.
—La noche ha sido larga y la mañana aún más larga —le dijo Joe—. ¿El niño está bien?
Abdul asintió.
—Lana se ha ocupado de él en tu ausencia. ¿La princesa sabe que está a punto de ser madre?
—Todavía no. —Joe contempló a _______________ mientras se alejaba por la playa con Omar—. Pero lo aceptará.
—¿Y si lo rechaza?
—No ternas. Mi flor silvestre tiene un corazón bondadoso.
—¿Tenéis noticias de la comadreja? —inquirió Abdul.
—Olvídate de Fougere —dijo Joe—. Si viene en busca de algo sólo encontrará la muerte.
Entretanto, Omar en lugar de llevar a _______________, a su anterior alcoba, la acompañó a los aposentos del príncipe. La habitación era espaciosa pero espartana: una cama, una mesa y un brasero de bronce. Su único lujo era una gruesa alfombra persa que cubría el suelo.
_______________ se encaró con el hombrecillo.
—Ésta no es mi alcoba.
—El castillo de la Doncella es mío —declaró Joe, de pie en el umbral—. Todas las habitaciones me pertenecen. La otra alcoba está ocupada.
_______________ lo miró arqueando una ceja.
—¿Acaso tienes otra cautiva?
—A menos que yo diga lo contrario, mi esposa dormirá conmigo —dijo Joe, acercándose con paso tranquilo—. Soy muy europeo, ¿no te parece?
—Pues aún no nos ha casado un sacerdote.
—Tú eres mi esposa a menos que me divorcie de ti.
—¿Quieres decir que podría divorciarme de ti? —preguntó _______________, atónita. Aparte del viejo rey Enrique, ella no sabía de nadie que se hubiera divorciado.
—Las mujeres no se divorcian de sus esposos —le informó Joe—. Es ilegal.
_______________ lo miró a los ojos.
—¿Ilegal? Ya verás.
Omar los escuchaba acongojado. ¿Es que no dejarían nunca de pelearse? ¿Cómo iba a quedarse embarazada la princesa si hostigaba constantemente al príncipe? De pronto se le ocurrió la solución perfecta y, como si les estuviera otorgando su bendición. Omar sonrió de oreja a oreja.
—¿Y tú por qué sonríes? —preguntó Joe—. Venga, sírvenos el almuerzo.
—No tengo hambre. —_______________ puso morritos.
—Tengas o no tengas hambre, comerás.
—Pues no lo haré.
Omar soltó una risilla y se dirigió hacia la puerta.
—Pareces cansada. Túmbate un rato hasta que vuelva.
—No estoy cansada.
—La fatiga te ha dejado ojeras en torno a tus hermosos ojos —observó Joe—. Y estás tan quejica como un bebé cuando le salen los dientes.
—No pienso dormir nunca más, me niego —anunció _______________—. Dormir me perturba.
Joe soltó una risotada. Su esposa era la mujer más asombrosa que jamás había conocido. Si el mundo estuviera poblado de más mujeres como ella, los hombres pasarían la vida detrás de un velo y obedeciendo órdenes. Joe le dio un suave golpecito en el mentón.
—Si alguien es capaz de conciliar el sueño, estoy convencido de que ésa eres tú. Ven conmigo, pasearemos por el jardín. El aire fresco te abrirá el apetito y te relajará.
Joe la condujo por las puertas que se abrían en un extremo de la alcoba, y enfilaron uno de los senderos. _______________ sólo había visto el jardín a la luz de la luna. La magnífica obra de su esposo la sorprendió. Era más maravillosa aún que los jardines de Topkapi.
—Sí, me amas.
_______________ se dispuso a negarlo, pero Joe fue más rápido. Su boca acalló la de ella con un beso largo y pausado.
Atrapada por su hechizo, _______________ le devolvió el beso con el mismo ardor. Cayeron sobre la alfombra, el cuerpo de él cubriéndola.
De pronto unos fuertes golpes sonaron en la puerta.
Joe levantó la cabeza y exclamó:
—¿Qué pasa?
—El castillo de la Doncella a la vista —contesto la voz de un hombre.
—Estaremos listos en un momento.
Joe se volvió hacia _______________, que tenía la mirada iluminada de pasión. No pudo resistirse a besarla de nuevo y a mirarla con ojos henchidos de amor. La expresión de _______________ se serenó.
—Aún quiero volver a casa —dijo.
—Cambiarás de opinión. Te tengo reservada una sorpresa.
Joe se puso de pie y la ayudo a levantarse. Luego le tendió el feridye.
_______________ lo contemplaba y pensaba en sus palabras. Era verdad. Se había enamorado de su captor. Se había acostumbrado tanto a tenerlo a su lado que no soportaba la idea de abandonarlo. Pero ¿qué sentía él por ella? ¿Su amor era correspondido? ¿O la consideraba meramente una propiedad?
_______________ aún seguía cavilando el angustiante problema de los sentimientos de su esposo hacia ella cuando pisaron tierra treinta minutos después. Ante sus ojos se alzaba el castillo de la Doncella. Le pareció menos intimidante que la primera vez; ¿sería porque realmente amaba a su señor?
Winston, el saluki, corrió a paso largo por la playa hacia ellos. Detrás del perro, llegaban apresurados Abdul y Omar.
En lugar de saludar a su amo. Winston se precipitó sobre _______________, que trastabilló hacia atrás. Joe la ayudó a recobrar el equilibrio antes de caer. Winston intentó lamerle la cara a través del yashmak, pero _______________ lo apañó.
—Tiene sus ventajas esconderse detrás de un velo —dijo.
Joe abrió la boca para responder, pero Winston eligió ese momento para saludarlo y pasó la lengua por su boca.
—Estoy segura de haber visto a Winston lamiéndose el trasero —dijo _______________, mirando de soslayo a su esposo.
Joe acarició la cabeza del perro y luego lo apartó. Agarró a su esposa por el brazo, le dio vuelta y le levantó el velo.
—Op beni —susurró Joe, posando los labios sobre los de ella. Luego del beso preguntó—: ¿Qué decías de Winston?
—No importa —musitó _______________.
—Hos geidniz —los saludó Omar—. Bienvenidos, mi príncipe y mi princesa.
—Acompaña a la princesa a sus aposentos —ordenó Joe.
—Venid conmigo, mi señora —dijo el eunuco, caminando con ella por la playa—. Ahora tomaréis un baño, comeréis y descansaréis.
Abdul escudriñó el rostro de su amo y luego observó:
—Parecéis cansado.
—La noche ha sido larga y la mañana aún más larga —le dijo Joe—. ¿El niño está bien?
Abdul asintió.
—Lana se ha ocupado de él en tu ausencia. ¿La princesa sabe que está a punto de ser madre?
—Todavía no. —Joe contempló a _______________ mientras se alejaba por la playa con Omar—. Pero lo aceptará.
—¿Y si lo rechaza?
—No ternas. Mi flor silvestre tiene un corazón bondadoso.
—¿Tenéis noticias de la comadreja? —inquirió Abdul.
—Olvídate de Fougere —dijo Joe—. Si viene en busca de algo sólo encontrará la muerte.
Entretanto, Omar en lugar de llevar a _______________, a su anterior alcoba, la acompañó a los aposentos del príncipe. La habitación era espaciosa pero espartana: una cama, una mesa y un brasero de bronce. Su único lujo era una gruesa alfombra persa que cubría el suelo.
_______________ se encaró con el hombrecillo.
—Ésta no es mi alcoba.
—El castillo de la Doncella es mío —declaró Joe, de pie en el umbral—. Todas las habitaciones me pertenecen. La otra alcoba está ocupada.
_______________ lo miró arqueando una ceja.
—¿Acaso tienes otra cautiva?
—A menos que yo diga lo contrario, mi esposa dormirá conmigo —dijo Joe, acercándose con paso tranquilo—. Soy muy europeo, ¿no te parece?
—Pues aún no nos ha casado un sacerdote.
—Tú eres mi esposa a menos que me divorcie de ti.
—¿Quieres decir que podría divorciarme de ti? —preguntó _______________, atónita. Aparte del viejo rey Enrique, ella no sabía de nadie que se hubiera divorciado.
—Las mujeres no se divorcian de sus esposos —le informó Joe—. Es ilegal.
_______________ lo miró a los ojos.
—¿Ilegal? Ya verás.
Omar los escuchaba acongojado. ¿Es que no dejarían nunca de pelearse? ¿Cómo iba a quedarse embarazada la princesa si hostigaba constantemente al príncipe? De pronto se le ocurrió la solución perfecta y, como si les estuviera otorgando su bendición. Omar sonrió de oreja a oreja.
—¿Y tú por qué sonríes? —preguntó Joe—. Venga, sírvenos el almuerzo.
—No tengo hambre. —_______________ puso morritos.
—Tengas o no tengas hambre, comerás.
—Pues no lo haré.
Omar soltó una risilla y se dirigió hacia la puerta.
—Pareces cansada. Túmbate un rato hasta que vuelva.
—No estoy cansada.
—La fatiga te ha dejado ojeras en torno a tus hermosos ojos —observó Joe—. Y estás tan quejica como un bebé cuando le salen los dientes.
—No pienso dormir nunca más, me niego —anunció _______________—. Dormir me perturba.
Joe soltó una risotada. Su esposa era la mujer más asombrosa que jamás había conocido. Si el mundo estuviera poblado de más mujeres como ella, los hombres pasarían la vida detrás de un velo y obedeciendo órdenes. Joe le dio un suave golpecito en el mentón.
—Si alguien es capaz de conciliar el sueño, estoy convencido de que ésa eres tú. Ven conmigo, pasearemos por el jardín. El aire fresco te abrirá el apetito y te relajará.
Joe la condujo por las puertas que se abrían en un extremo de la alcoba, y enfilaron uno de los senderos. _______________ sólo había visto el jardín a la luz de la luna. La magnífica obra de su esposo la sorprendió. Era más maravillosa aún que los jardines de Topkapi.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
awww que lindo es mi Joe!!!
Siguela!!! Quiero mas!!
Siguela!!! Quiero mas!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Hola!!! ya llevo mucho tiempo leyendo esta novela y hasta ahorita pude comentar!!! la amo!!1 tienes que seguir... creeme es una de las poca novelas que me encantan.... solo ha habido una novela que me guste y con esta son 2 xD tu sigue subiendo!!! te esperamos!!!
ayashi-chan1
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Las gipsófílas blancas, rosadas y rojas se entremezclaban con caléndulas multicolores y una diversidad de aster, crisantemos y verbena. Florecían calabaceras, pensamientos, dragones, dicentras y prímulas en un perfecto despliegue otoñal. Era evidente que el príncipe era un hombre sensible al color, la forma y el diseño.
—Más allá crecen las hierbas —comentó Joe, llevándola por otro sendero.
—Eres un jardinero experto —murmuró _______________, inhalando la amalgama de aromas—. ¿No hay rosas?
—La jardinería me apacigua —le dijo Joe—. Y deberías saber que las rosas no florecen a finales de otoño.
—¿Qué es eso? —inquirió _______________, señalando una planta con hojas como helechos.
—Milenrama, se usa para hacer una infusión que facilita la digestión.
—¿Y eso?
—Patas de león —respondió Joe—. Favorece la somnolencia cuando se deja bajo la almohada.
Joe acercó la mano a las hojas aterciopeladas en forma de abanico, dobladas en tiernos pliegues. Cogió varias en cuyos pliegues brillaban gotas de rocío.
La sonrisa de _______________ hechizó a Joe.
—¿Cómo puede ser que una hoja dé sueño ?
—Me encanta tu sonrisa —susurró él, abrazándola—. Me recuerda la luz del sol.
Joe levantó el mentón y los cálidos labios de él le dieron un beso largo y suave.
—¿Ahora sí tienes hambre? —le preguntó luego.
—Bueno, supongo que algo podría comer.
Volvieron a la alcoba de Joe. Omar los esperaba con el almuerzo y todavía no se le había borrado aquella estúpida sonrisa.
_______________ hizo una mueca al ver una fuente de berenjenas fritas sobre la mesa. ¡El alimento afrodisíaco!
_______________ amaba a su esposo y quería tener hijos con él. Pero ¿cómo iba a traer al mundo a un niño inocente en una cultura que veía con buenos ojos el asesinato de bebés como el hijo de Lyndar? ¿Cómo podría soportar la angustia constante de que el sultán ordenara la ejecución de su propio hijo?
—Llévate esto ahora mismo —le ordenó _______________ al eunuco.
A Omar se le borró la sonrisa. Si la princesa se negaba a comer berenjena, habría que encontrar otra forma de que quedara encinta.
Desconcertado, Joe miró la fuente y se volvió hacia su mujer.
—¿Qué le pasa a la berenjena?
—Deja preñadas a las mujeres —le informó _______________—, igual que una hoja puede darle sueño.
«No quiere tener hijos de mí», pensó el príncipe. Mil puñales se clavaron en su corazón, pero mantuvo una expresión impertérrita. ¿Cómo podía haberse equivocado tanto al pensar que ella tenía buen corazón? _______________ no aceptaría nunca a Karim. Quizá había cometido una gran injusticia con el niño. Joe sabía por experiencia lo desgraciado que podía sentirse un niño con una madre incapaz de amarlo. «¿Qué debo hacer ahora? —se preguntó—. ¿Enviarle el niño a Nick? ¿Ejecutarlo?» Pero Joe sabía que nunca podría ordenar la muerte de un inocente.
—Llévate la berenjena —ordenó.
La expresión de Omar se ensombreció.
—¿Deseáis que os sirva otra cosa?
—No —replicó _______________, despidiéndolo. El súbito dolor que había asomado a los ojos de su esposo le había quitado el apetito. Hizo un esfuerzo por imprimir cierta alegría a su voz y preguntó—: ¿Dónde está mi sorpresa?
—Tienes que descansar antes de la sorpresa.
_______________ se acostó a regañadientes. Joe dejó la pata de león debajo de su almohada y se incorporó para irse, pero ella lo detuvo y le rogó:
—Por favor, quédate un rato.
Joe se sentó en el borde de la cama y la miró fijamente. _______________ sintió que se le encogía el corazón al ver el dolor que traslucían sus ojos. Se incorporó, llevó su mano a los labios y la besó.
—Me encantan los niños, pero tengo miedo.
—No tienes que temer al parto —dijo Joe, con alivio—. Haré venir a la mejor comadrona de Estambul.
—No es de eso que tengo miedo —musitó _______________—. Al menos, no demasiado.
—¿Qué te asusta?
—Karim ha muerto por culpa de los actos de su madre —explicó _______________—. ¿Qué le sucedería a un hijo nuestro si yo hiciera algo condenable? Hay tantas costumbres que desconozco...
Joe la atrajo y la abrazó contra su pecho.
—Mientras tenga vida en mi cuerpo, ningún hombre te hará daño, ni a ti ni a nuestros hijos. ¿Acaso no me arrodillé ante el sultán y te defendí?
_______________ le acarició la mejilla marcada por la cicatriz. Luego lo besó y murmuró:
—Confío en ti.
«Todo irá bien», pensó Joe. Su esposa aceptaría al niño con amor.
—He pasado toda la noche en vela y necesito descansar —suspiró Joe, reclinándola suavemente sobre las almohadas. Luego se tendió junto a ella y la acunó entre sus brazos.
_______________ se relajó y apoyó la cabeza contra su pecho. Se dejó mecer por el calor de su cuerpo y el ritmo regular de los latidos de su corazón. Pronto se quedó dormida.
Joe le dio un beso en la cabeza y se deslizó fuera de la cama. La cubrió con el edredón y contempló un rato largo aquel rostro que había llegado a amar.
Luego se encaminó hacia la antigua alcoba de _______________. Allí encontró a Lana alimentando al niño con una bota de cuero provista de una tetina de piel de cordero. Joe cogió a Karim en brazos y siguió alimentándolo. Los ojos oscuros del niño, tan parecidos a los de su madre, observaban al príncipe con interés, pero su boca no paró de chupar la tetina de piel. Joe contempló al pequeño príncipe, asombrado por lo vulnerables y confiados que eran los niños. Dejó la bota de leche de cabra a un lado y puso al niño sobre el hombro para que eructara. Con el bebé así acurrucado, Joe se paseó por la estancia. El vulnerable bebé y el intrépido guerrero ofrecían una imagen insólita.
—Hijo mío, eres un noble príncipe del más grandioso Imperio que jamás ha visto el mundo. Como padre, te enseñaré todo lo que necesitas saber. Tu madre, a quien pronto conocerás, es un ángel desafiante enviado por Alá para amarte incondicionalmente. Su tierno corazón mitigará las duras lecciones de la vida.
Exhausto por la falta de sueño, Joe se tendió en la cama con el bebé acurrucado contra su cuerpo. Y ambos se sumieron en un sueño profundo...
—Despertad, mi príncipe –le dijo Omar con un empujoncito.
Joe abrió los ojos, miró al eunuco y luego al bebé. Karim seguía durmiendo plácidamente.
—Más allá crecen las hierbas —comentó Joe, llevándola por otro sendero.
—Eres un jardinero experto —murmuró _______________, inhalando la amalgama de aromas—. ¿No hay rosas?
—La jardinería me apacigua —le dijo Joe—. Y deberías saber que las rosas no florecen a finales de otoño.
—¿Qué es eso? —inquirió _______________, señalando una planta con hojas como helechos.
—Milenrama, se usa para hacer una infusión que facilita la digestión.
—¿Y eso?
—Patas de león —respondió Joe—. Favorece la somnolencia cuando se deja bajo la almohada.
Joe acercó la mano a las hojas aterciopeladas en forma de abanico, dobladas en tiernos pliegues. Cogió varias en cuyos pliegues brillaban gotas de rocío.
La sonrisa de _______________ hechizó a Joe.
—¿Cómo puede ser que una hoja dé sueño ?
—Me encanta tu sonrisa —susurró él, abrazándola—. Me recuerda la luz del sol.
Joe levantó el mentón y los cálidos labios de él le dieron un beso largo y suave.
—¿Ahora sí tienes hambre? —le preguntó luego.
—Bueno, supongo que algo podría comer.
Volvieron a la alcoba de Joe. Omar los esperaba con el almuerzo y todavía no se le había borrado aquella estúpida sonrisa.
_______________ hizo una mueca al ver una fuente de berenjenas fritas sobre la mesa. ¡El alimento afrodisíaco!
_______________ amaba a su esposo y quería tener hijos con él. Pero ¿cómo iba a traer al mundo a un niño inocente en una cultura que veía con buenos ojos el asesinato de bebés como el hijo de Lyndar? ¿Cómo podría soportar la angustia constante de que el sultán ordenara la ejecución de su propio hijo?
—Llévate esto ahora mismo —le ordenó _______________ al eunuco.
A Omar se le borró la sonrisa. Si la princesa se negaba a comer berenjena, habría que encontrar otra forma de que quedara encinta.
Desconcertado, Joe miró la fuente y se volvió hacia su mujer.
—¿Qué le pasa a la berenjena?
—Deja preñadas a las mujeres —le informó _______________—, igual que una hoja puede darle sueño.
«No quiere tener hijos de mí», pensó el príncipe. Mil puñales se clavaron en su corazón, pero mantuvo una expresión impertérrita. ¿Cómo podía haberse equivocado tanto al pensar que ella tenía buen corazón? _______________ no aceptaría nunca a Karim. Quizá había cometido una gran injusticia con el niño. Joe sabía por experiencia lo desgraciado que podía sentirse un niño con una madre incapaz de amarlo. «¿Qué debo hacer ahora? —se preguntó—. ¿Enviarle el niño a Nick? ¿Ejecutarlo?» Pero Joe sabía que nunca podría ordenar la muerte de un inocente.
—Llévate la berenjena —ordenó.
La expresión de Omar se ensombreció.
—¿Deseáis que os sirva otra cosa?
—No —replicó _______________, despidiéndolo. El súbito dolor que había asomado a los ojos de su esposo le había quitado el apetito. Hizo un esfuerzo por imprimir cierta alegría a su voz y preguntó—: ¿Dónde está mi sorpresa?
—Tienes que descansar antes de la sorpresa.
_______________ se acostó a regañadientes. Joe dejó la pata de león debajo de su almohada y se incorporó para irse, pero ella lo detuvo y le rogó:
—Por favor, quédate un rato.
Joe se sentó en el borde de la cama y la miró fijamente. _______________ sintió que se le encogía el corazón al ver el dolor que traslucían sus ojos. Se incorporó, llevó su mano a los labios y la besó.
—Me encantan los niños, pero tengo miedo.
—No tienes que temer al parto —dijo Joe, con alivio—. Haré venir a la mejor comadrona de Estambul.
—No es de eso que tengo miedo —musitó _______________—. Al menos, no demasiado.
—¿Qué te asusta?
—Karim ha muerto por culpa de los actos de su madre —explicó _______________—. ¿Qué le sucedería a un hijo nuestro si yo hiciera algo condenable? Hay tantas costumbres que desconozco...
Joe la atrajo y la abrazó contra su pecho.
—Mientras tenga vida en mi cuerpo, ningún hombre te hará daño, ni a ti ni a nuestros hijos. ¿Acaso no me arrodillé ante el sultán y te defendí?
_______________ le acarició la mejilla marcada por la cicatriz. Luego lo besó y murmuró:
—Confío en ti.
«Todo irá bien», pensó Joe. Su esposa aceptaría al niño con amor.
—He pasado toda la noche en vela y necesito descansar —suspiró Joe, reclinándola suavemente sobre las almohadas. Luego se tendió junto a ella y la acunó entre sus brazos.
_______________ se relajó y apoyó la cabeza contra su pecho. Se dejó mecer por el calor de su cuerpo y el ritmo regular de los latidos de su corazón. Pronto se quedó dormida.
Joe le dio un beso en la cabeza y se deslizó fuera de la cama. La cubrió con el edredón y contempló un rato largo aquel rostro que había llegado a amar.
Luego se encaminó hacia la antigua alcoba de _______________. Allí encontró a Lana alimentando al niño con una bota de cuero provista de una tetina de piel de cordero. Joe cogió a Karim en brazos y siguió alimentándolo. Los ojos oscuros del niño, tan parecidos a los de su madre, observaban al príncipe con interés, pero su boca no paró de chupar la tetina de piel. Joe contempló al pequeño príncipe, asombrado por lo vulnerables y confiados que eran los niños. Dejó la bota de leche de cabra a un lado y puso al niño sobre el hombro para que eructara. Con el bebé así acurrucado, Joe se paseó por la estancia. El vulnerable bebé y el intrépido guerrero ofrecían una imagen insólita.
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