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Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
ahhhh pero que malditos!!!!
Como que la quieren matar?? Solo por hablar de su pais!!
Y Joe porque la zarandea!!! Que le pasa es su esposa!!!!
Siguela!!!
Como que la quieren matar?? Solo por hablar de su pais!!
Y Joe porque la zarandea!!! Que le pasa es su esposa!!!!
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
¿Clima y paisaje? No había traición en eso.
—¿Qué más?
—Les conté que la reina Isabel gobierna en Inglaterra. Y...
«Ya estamos», pensó Joe. Alarmado por lo que pudiera revelarle su esposa, se preparó para lo peor. _______________ no dijo nada.
—¿Y qué más? —insistió Joe.
—No me acuerdo...
Joe la cogió por los hombros y volvió a zarandearla.
—Tienes que acordarte. No puedo salvar tu vida, por poco que valga, si no lo sé todo.
—Las mujeres inglesas gozan de total libertad y nunca llevan velos para cubrirse la cara —interrumpió Denise, de pie en el umbral de la puerta—. Las inglesas hacen lo que quieren y pueden casarse con el hombre que ellas elijan.
Joe soltó un gruñido. Era aún peor de lo que había imaginado. ¡Que Alá se apiadase de ellos! La vida de ambos estaba en peligro.
—La culpa es de Lyndar —dijo Denise.
Joe miró a su madre con incredulidad.
—Vos, de todas las personas, ¿defendéis esta traición?
—Lyndar le dio el opio —comentó Denise, entrando en la habitación—. Fue el opio, no tu esposa, quien dijo esas mentiras.
—Yo nunca he mentido —afirmó _______________—. Es verdad que Isabel es la reina de Inglaterra.
—¿Y las mujeres inglesas se casan con quien quieren? —preguntó Denise.
—Pues no —admitió _______________—. Supongo que exageré un poco...
—Olvídate de todo lo que te he dicho sobre lo grave que es mentir —suplicó Joe—. Ahora tenemos que mentir para deshacer el entuerto que has creado. Nuestras vidas dependen de ello. ¿De acuerdo?
_______________ asintió, asustada.
—Cuando nos arrodillemos ante el sultán, harás todo lo que yo te diga sin rechistar —la instruyó Joe—. No levantes la vista para mirar a nadie, y si valoras tu vida no abras la boca. Yo hablaré por ti.
De nuevo, _______________ asintió. Dios mío, era demasiado joven para morir. Y tan lejos de casa. ¿Quién lloraría su muerte?
—Omar, vístela —ordenó Joe, levantándose para salir de la alcoba.
—Yo os acompañaré —dijo Denise.
—No. Sólo conseguiréis quedar mancillada por este delito —repuso Joe.
—Sin embargo, os acompañaré.
—¡He dicho que no! —exclamó Joe—. Os quedaréis aquí y no os meteréis en este asunto.
—Sigo siendo tu madre —le recordó Denise con voz severa—. A mí no me das órdenes. Iré, con o sin tu consentimiento.
—¡Estúpidos! —gimió Joe, pasando junto a su madre—. Estoy rodeado de un hatajo de estúpidos.
Dos horas después, los tres aguardaban ante el salón de los Sultanes a que los convocaran a la presencia del sultán. Vestida totalmente de negro, _______________ esperaba entre su esposo y su suegra, temblando de miedo.
—El sultán Selim estará sentado en el trono sobre un estrado —le dijo Joe—. Kevin estará de pie junto a él y hablará en nombre de su padre.
—No te atrevas a levantar la vista para mirar a Selim y tampoco a Kevin —dijo Denise—. ¿Lo has entendido?
—S... sí—farfulló _______________.
—No tienes nada que temer —aseguró Joe, estrechándole las manos—. Yo estaré a tu lado y nadie te hará daño.
—Mentiroso —dijo Denise—. Si Selim la considera culpable de traición, la ejecutarán.
—Si Selim hace eso, será la última orden que dé en su vida —sentenció Joe.
—¿Qué quieres decir?
—Lo mataré.
—¡Alá nos proteja! —exclamó Denise—. Te has dejado contagiar por la traición de tu esposa. ¿Qué será de nosotros?
—Os advertí que os quedarais en casa —le recordó Joe.
Con los ojos desorbitados de asombro, _______________ miró a su esposo.
—¿Vengarías mi muerte?
—Sí, pero tenemos que hacer lo posible para evitar que sea necesario —dijo Joe—. ¿Harás exactamente lo que yo te diga?
Sorprendida por la lealtad que le mostraba, _______________ lo miró fijamente. El hombre que la había hecho esclava estaba dispuesto a matar y a morir por ella. Si alguna vez se presentaba la ocasión, ¿podría ella hacer menos por él?
—¿Harás lo que te diga? —repitió Joe.
—Sí.
—Bien. Llegaremos al centro de la estancia y nos pondremos de rodillas de cara al estrado. Entonces nos inclinaremos y tocaremos con la frente la alfombra. No te incorpores a menos que lo ordene Kevin.
—Yo iré detrás vuestro —dijo Denise.
—Vos no iréis a ninguna parte —replicó Joe.
—Yo comparto el destino de mi hijo —insistió Denise.
—Madre, sois una imbécil —masculló Joe—. Quedaos aquí, o yo mismo os estrangularé.
—Muy bien. —Denise decidió que si la situación se volvía peligrosa, ella hablaría en su defensa. En cuanto se hubiera arrodillado ante su hermano, nadie podría hacerla callar.
El agha kislar salió del salón en ese momento. El jefe de los eunucos fijó una mirada fulminante en la acusada y luego se volvió hacia el sobrino de su amo.
—Seguidme —dijo.
Joe y _______________ cruzaron el umbral del salón. Mientras el agha kislar se dirigía hacia el centro de la estancia para anunciar su presencia, _______________ echó una ojeada alrededor. El salón de los Sultanes era largo y rectangular, espacioso y decorado con elegancia. En un extremo se elevaba una plataforma, sobre la que se abría un balcón. Frente al trono, el suelo de azulejos estaba cubierto por una alfombra decorada con bordados.
—El sultán utiliza este salón para recibir y entretener a todo el harén —susurró Joe.
—¿Y yo soy el entretenimiento de hoy? —le respondió _______________, también en un susurro.
El agha kislar hizo un gesto de que se presentaran ante el sultán. _______________ vaciló. Joe la cogió con fuerza por la mano sana, le dio un apretón para animarla y juntos avanzaron.
Por orden imperial, casi todas las mujeres del harén estaban ahí para presenciar la audiencia. Shasha estaba sentada justo al otro extremo de la entrada, y exhibía un ojo morado. A su lado estaba Marie, con los labios hinchados y llenos de costras. Varias otras odaliscas también exhibían toda una gama de morados.
—¿Qué más?
—Les conté que la reina Isabel gobierna en Inglaterra. Y...
«Ya estamos», pensó Joe. Alarmado por lo que pudiera revelarle su esposa, se preparó para lo peor. _______________ no dijo nada.
—¿Y qué más? —insistió Joe.
—No me acuerdo...
Joe la cogió por los hombros y volvió a zarandearla.
—Tienes que acordarte. No puedo salvar tu vida, por poco que valga, si no lo sé todo.
—Las mujeres inglesas gozan de total libertad y nunca llevan velos para cubrirse la cara —interrumpió Denise, de pie en el umbral de la puerta—. Las inglesas hacen lo que quieren y pueden casarse con el hombre que ellas elijan.
Joe soltó un gruñido. Era aún peor de lo que había imaginado. ¡Que Alá se apiadase de ellos! La vida de ambos estaba en peligro.
—La culpa es de Lyndar —dijo Denise.
Joe miró a su madre con incredulidad.
—Vos, de todas las personas, ¿defendéis esta traición?
—Lyndar le dio el opio —comentó Denise, entrando en la habitación—. Fue el opio, no tu esposa, quien dijo esas mentiras.
—Yo nunca he mentido —afirmó _______________—. Es verdad que Isabel es la reina de Inglaterra.
—¿Y las mujeres inglesas se casan con quien quieren? —preguntó Denise.
—Pues no —admitió _______________—. Supongo que exageré un poco...
—Olvídate de todo lo que te he dicho sobre lo grave que es mentir —suplicó Joe—. Ahora tenemos que mentir para deshacer el entuerto que has creado. Nuestras vidas dependen de ello. ¿De acuerdo?
_______________ asintió, asustada.
—Cuando nos arrodillemos ante el sultán, harás todo lo que yo te diga sin rechistar —la instruyó Joe—. No levantes la vista para mirar a nadie, y si valoras tu vida no abras la boca. Yo hablaré por ti.
De nuevo, _______________ asintió. Dios mío, era demasiado joven para morir. Y tan lejos de casa. ¿Quién lloraría su muerte?
—Omar, vístela —ordenó Joe, levantándose para salir de la alcoba.
—Yo os acompañaré —dijo Denise.
—No. Sólo conseguiréis quedar mancillada por este delito —repuso Joe.
—Sin embargo, os acompañaré.
—¡He dicho que no! —exclamó Joe—. Os quedaréis aquí y no os meteréis en este asunto.
—Sigo siendo tu madre —le recordó Denise con voz severa—. A mí no me das órdenes. Iré, con o sin tu consentimiento.
—¡Estúpidos! —gimió Joe, pasando junto a su madre—. Estoy rodeado de un hatajo de estúpidos.
Dos horas después, los tres aguardaban ante el salón de los Sultanes a que los convocaran a la presencia del sultán. Vestida totalmente de negro, _______________ esperaba entre su esposo y su suegra, temblando de miedo.
—El sultán Selim estará sentado en el trono sobre un estrado —le dijo Joe—. Kevin estará de pie junto a él y hablará en nombre de su padre.
—No te atrevas a levantar la vista para mirar a Selim y tampoco a Kevin —dijo Denise—. ¿Lo has entendido?
—S... sí—farfulló _______________.
—No tienes nada que temer —aseguró Joe, estrechándole las manos—. Yo estaré a tu lado y nadie te hará daño.
—Mentiroso —dijo Denise—. Si Selim la considera culpable de traición, la ejecutarán.
—Si Selim hace eso, será la última orden que dé en su vida —sentenció Joe.
—¿Qué quieres decir?
—Lo mataré.
—¡Alá nos proteja! —exclamó Denise—. Te has dejado contagiar por la traición de tu esposa. ¿Qué será de nosotros?
—Os advertí que os quedarais en casa —le recordó Joe.
Con los ojos desorbitados de asombro, _______________ miró a su esposo.
—¿Vengarías mi muerte?
—Sí, pero tenemos que hacer lo posible para evitar que sea necesario —dijo Joe—. ¿Harás exactamente lo que yo te diga?
Sorprendida por la lealtad que le mostraba, _______________ lo miró fijamente. El hombre que la había hecho esclava estaba dispuesto a matar y a morir por ella. Si alguna vez se presentaba la ocasión, ¿podría ella hacer menos por él?
—¿Harás lo que te diga? —repitió Joe.
—Sí.
—Bien. Llegaremos al centro de la estancia y nos pondremos de rodillas de cara al estrado. Entonces nos inclinaremos y tocaremos con la frente la alfombra. No te incorpores a menos que lo ordene Kevin.
—Yo iré detrás vuestro —dijo Denise.
—Vos no iréis a ninguna parte —replicó Joe.
—Yo comparto el destino de mi hijo —insistió Denise.
—Madre, sois una imbécil —masculló Joe—. Quedaos aquí, o yo mismo os estrangularé.
—Muy bien. —Denise decidió que si la situación se volvía peligrosa, ella hablaría en su defensa. En cuanto se hubiera arrodillado ante su hermano, nadie podría hacerla callar.
El agha kislar salió del salón en ese momento. El jefe de los eunucos fijó una mirada fulminante en la acusada y luego se volvió hacia el sobrino de su amo.
—Seguidme —dijo.
Joe y _______________ cruzaron el umbral del salón. Mientras el agha kislar se dirigía hacia el centro de la estancia para anunciar su presencia, _______________ echó una ojeada alrededor. El salón de los Sultanes era largo y rectangular, espacioso y decorado con elegancia. En un extremo se elevaba una plataforma, sobre la que se abría un balcón. Frente al trono, el suelo de azulejos estaba cubierto por una alfombra decorada con bordados.
—El sultán utiliza este salón para recibir y entretener a todo el harén —susurró Joe.
—¿Y yo soy el entretenimiento de hoy? —le respondió _______________, también en un susurro.
El agha kislar hizo un gesto de que se presentaran ante el sultán. _______________ vaciló. Joe la cogió con fuerza por la mano sana, le dio un apretón para animarla y juntos avanzaron.
Por orden imperial, casi todas las mujeres del harén estaban ahí para presenciar la audiencia. Shasha estaba sentada justo al otro extremo de la entrada, y exhibía un ojo morado. A su lado estaba Marie, con los labios hinchados y llenos de costras. Varias otras odaliscas también exhibían toda una gama de morados.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
ahh pero el Sultan golpeo a todas???
Que maldito si hizo eso!! Se merece él la muerte en vez de la rayiz!!
Siguela!!!
Sube mas porfis!!
Que maldito si hizo eso!! Se merece él la muerte en vez de la rayiz!!
Siguela!!!
Sube mas porfis!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
«¡Ay! ¿Qué problemas he provocado con mi cháchara? —se lamentó _______________—. Por unas cuantas palabras dichas a la ligera, estas mujeres, que tan bien me han acogido, han tenido que soportar un sufrimiento indecible. Si sobrevivo, ¿podrán perdonarme algún día?». Los remordimientos y la culpa le atenazaron el corazón.
Joe y _______________ llegaron al centro de la estancia, se volvieron hacia el estrado y se arrodillaron. Juntos, se inclinaron para tocar la alfombra con la frente.
—Se os ha convocado aquí para responder a la acusación de haber sembrado la discordia y el malestar en el seno de la familia imperial —anunció el príncipe Kevin con voz clara y fuerte.
«¿Discordia y malestar?», pensó _______________. Había una gran diferencia entre traición y discordia. ¿Acaso el príncipe Kevin había eludido la palabra traición intencionadamente? ¿Era ésa la señal de que todo iría bien?
—Levantad la vista —ordenó el príncipe Kevin.
Joe se incorporó, apoyándose sobre las pantorrillas. _______________ recordó las instrucciones de su esposo y permaneció con la frente contra la alfombra.
—Levantaréis la vista los dos —dijo Kevin con voz severa.
_______________ imitó a su esposo pero mantuvo la mirada fija en la alfombra.
—El sultán Selim, en su infinita sabiduría, prefiere tratar esta inquietante situación como un problema familiar —informó Kevin—. Es por ello que se os ha convocado aquí, en lugar del salón de audiencias.
Un gesto del sultán hizo que Kevin se inclinara hacia él y escuchara las palabras de su padre, pronunciadas en voz baja. Luego el príncipe se volvió de nuevo hacia ellos y dijo:
—El sultán Selim desea ver el rostro de la infiel.
Sin vacilar, Joe retiró el velo negro que cubría a su esposa. _______________ se concentró en mantener la vista clavada en la alfombra. Era arriesgado levantar los ojos para mirar al sultán y al príncipe.
—Primo, a ti no se te acusa de nada —le dijo Kevin a Joe.
—Oh padishah, rey de reyes —dijo Joe al sultán, y se inclinó con una reverencia formal. Al ver que su tío estaba atento a sus palabras, agregó—: Compartiré el destino de mi esposa.
Kevin hizo una mueca fugaz. Sabía que su primo defendería a su esposa hasta el final, y el sultán no estaba en condiciones de ofender a su guerrero más temerario y valiente. Si la pequeña salvaje no hacía nada para irritarlo, seguramente el sultán la perdonaría.
—¿Por qué tergiversaste la verdad sobre Inglaterra ante las mujeres del sultán? —preguntó Kevin.
—Mi esposa fumó del opio que le ofreció Lyndar —empezó Joe—. Ella...
—El sultán desea que la infiel hable por sí misma —lo interrumpió el príncipe.
Joe y _______________ se miraron, alarmados, y él le advirtió con la mirada que fuera cauta y prudente con sus palabras.
—Oh padishah, rey de reyes —entonó _______________, imitando a su esposo. Se inclinó para tocar con la frente en la alfombra y luego se incorporó, apoyando de nuevo el peso sobre sus piernas. Con la mirada fija en el suelo, respondió—: El opio hizo que añorara mi tierra natal, y la nostalgia me indujo a exagerar, mi señor... quiero decir, su alteza... yo... yo... quiero decir, mi padishah, rey de reyes.
—¿Y bien? —insistió Kevin.
«¿Y bien qué?» se preguntó _______________, presa del pánico. El miedo le resecaba la boca. ¿Qué esperaban de ella?
—Por obra mía, estas mujeres han sido castigadas —dijo _______________, confiando en que su enfoque fuera más apropiado—. Lamento mis palabras, me disculpo ante el sultán por haber creado este... este revuelo, y prometo no volver a fumar opio nunca más.
El sultán Selim le dijo algo a Kevin. El príncipe se volvió hacia _______________ y dijo:
—El sultán desea escuchar la historia de la reina inglesa. ¿Es realmente vuestra prima?
—Sí, pero jamás he estado en la corte —contestó _______________. Sabía que debía elegir sus palabras con cuidado y destacar con especial énfasis la importancia de los hombres—. Isabel es la única hija sobreviviente del fallecido rey Enrique. Sus consejeros son los hombres más sabios del reino, y ellos la guían en todos los asuntos de estado.
—Así pues, la reina de Inglaterra gobierna aconsejada por hombres —repitió Kevin con una voz que llegó hasta los rincones más apartados del salón.
—Sus ministros son todos hombres —dijo _______________—. Ellos marcan las directrices políticas de Inglaterra y la reina atiende sus consejos.
—¿Y las demás mujeres? —inquirió Kevin.
—¿Las demás mujeres? —repitió _______________, confundida.
—Las mujeres inglesas —aclaró Kevin—. Tú, por ejemplo. Cuéntale al sultán y a estas damas sobre tu vida en Inglaterra.
—Yo vivía en casa de mi padre y sólo cruzaba sus muros cuando iba acompañada de una escolta de guardias armados —reconoció. E involuntariamente añadió—: Excepto aquel día... —_______________ palideció y su voz se fue apagando al recordar aquel terrible día que llevaría grabado en la memoria para siempre jamás.
Joe se volvió para mirar a su esposa. Saltándose el protocolo, la rodeó con el brazo en gesto protector y la acercó a él.
—Unos forajidos atacaron a mi esposa cuando ella iba sin escolta —explicó—. Esto sucedió hace muchos años, pero el recuerdo de aquel día todavía la atormenta. Ella fue testigo del asesinato de su padre.
De pronto, Denise entró intempestivamente, cruzó el salón con paso firme y se arrodilló junto a _______________. Cogió la mano vendada de la joven y la levantó a la vista de todos.
—¡Mi padishah, mi hermano, os suplico misericordia para con la nuera que me salvó la vida! —exclamó Denise, mirando a Selim directamente a los ojos—. En verdad os digo que está aquí con nosotros por obra de Alá. Además, en su vientre lleva el vástago del único hijo que me queda.
Ese comentario fue saludado con una reacción inmediata de todos los presentes.
Joe y _______________ miraron a Denise, atónitos ante su descabellada mentira. Las mujeres del harén susurraban entre ellas con expectación. Kevin se inclinó sobre su padre para consultarlo. Al final, el sultán Selim se levantó sin pronunciar palabra y abandonó el salón.
«¿Qué significa esto?», se preguntó _______________, con el corazón encogido por el miedo. ¿La ejecutarían? ¿Matarían también a Joe?
—El sultán Selim es misericordioso —anunció Kevin—. La esposa del infiel recibirá el perdón bajo una condición. —Miró a su primo—. Deberás proporcionarle el justo castigo por esta ofensa y controlar su lengua en el futuro.
Joe asintió con la cabeza.
—Mi esposa recibirá los azotes que merece.
Los labios de Kevin temblaron.
—El sultán dice que puedes postergar el castigo hasta que haya nacido el niño. La semana que viene es el cumpleaños de mi madre. Vuelve entonces con la pequeña salvaje. —A continuación, el príncipe Kevin abandonó el salón, y las mujeres del sultán salieron detrás de él.
Joe y _______________ llegaron al centro de la estancia, se volvieron hacia el estrado y se arrodillaron. Juntos, se inclinaron para tocar la alfombra con la frente.
—Se os ha convocado aquí para responder a la acusación de haber sembrado la discordia y el malestar en el seno de la familia imperial —anunció el príncipe Kevin con voz clara y fuerte.
«¿Discordia y malestar?», pensó _______________. Había una gran diferencia entre traición y discordia. ¿Acaso el príncipe Kevin había eludido la palabra traición intencionadamente? ¿Era ésa la señal de que todo iría bien?
—Levantad la vista —ordenó el príncipe Kevin.
Joe se incorporó, apoyándose sobre las pantorrillas. _______________ recordó las instrucciones de su esposo y permaneció con la frente contra la alfombra.
—Levantaréis la vista los dos —dijo Kevin con voz severa.
_______________ imitó a su esposo pero mantuvo la mirada fija en la alfombra.
—El sultán Selim, en su infinita sabiduría, prefiere tratar esta inquietante situación como un problema familiar —informó Kevin—. Es por ello que se os ha convocado aquí, en lugar del salón de audiencias.
Un gesto del sultán hizo que Kevin se inclinara hacia él y escuchara las palabras de su padre, pronunciadas en voz baja. Luego el príncipe se volvió de nuevo hacia ellos y dijo:
—El sultán Selim desea ver el rostro de la infiel.
Sin vacilar, Joe retiró el velo negro que cubría a su esposa. _______________ se concentró en mantener la vista clavada en la alfombra. Era arriesgado levantar los ojos para mirar al sultán y al príncipe.
—Primo, a ti no se te acusa de nada —le dijo Kevin a Joe.
—Oh padishah, rey de reyes —dijo Joe al sultán, y se inclinó con una reverencia formal. Al ver que su tío estaba atento a sus palabras, agregó—: Compartiré el destino de mi esposa.
Kevin hizo una mueca fugaz. Sabía que su primo defendería a su esposa hasta el final, y el sultán no estaba en condiciones de ofender a su guerrero más temerario y valiente. Si la pequeña salvaje no hacía nada para irritarlo, seguramente el sultán la perdonaría.
—¿Por qué tergiversaste la verdad sobre Inglaterra ante las mujeres del sultán? —preguntó Kevin.
—Mi esposa fumó del opio que le ofreció Lyndar —empezó Joe—. Ella...
—El sultán desea que la infiel hable por sí misma —lo interrumpió el príncipe.
Joe y _______________ se miraron, alarmados, y él le advirtió con la mirada que fuera cauta y prudente con sus palabras.
—Oh padishah, rey de reyes —entonó _______________, imitando a su esposo. Se inclinó para tocar con la frente en la alfombra y luego se incorporó, apoyando de nuevo el peso sobre sus piernas. Con la mirada fija en el suelo, respondió—: El opio hizo que añorara mi tierra natal, y la nostalgia me indujo a exagerar, mi señor... quiero decir, su alteza... yo... yo... quiero decir, mi padishah, rey de reyes.
—¿Y bien? —insistió Kevin.
«¿Y bien qué?» se preguntó _______________, presa del pánico. El miedo le resecaba la boca. ¿Qué esperaban de ella?
—Por obra mía, estas mujeres han sido castigadas —dijo _______________, confiando en que su enfoque fuera más apropiado—. Lamento mis palabras, me disculpo ante el sultán por haber creado este... este revuelo, y prometo no volver a fumar opio nunca más.
El sultán Selim le dijo algo a Kevin. El príncipe se volvió hacia _______________ y dijo:
—El sultán desea escuchar la historia de la reina inglesa. ¿Es realmente vuestra prima?
—Sí, pero jamás he estado en la corte —contestó _______________. Sabía que debía elegir sus palabras con cuidado y destacar con especial énfasis la importancia de los hombres—. Isabel es la única hija sobreviviente del fallecido rey Enrique. Sus consejeros son los hombres más sabios del reino, y ellos la guían en todos los asuntos de estado.
—Así pues, la reina de Inglaterra gobierna aconsejada por hombres —repitió Kevin con una voz que llegó hasta los rincones más apartados del salón.
—Sus ministros son todos hombres —dijo _______________—. Ellos marcan las directrices políticas de Inglaterra y la reina atiende sus consejos.
—¿Y las demás mujeres? —inquirió Kevin.
—¿Las demás mujeres? —repitió _______________, confundida.
—Las mujeres inglesas —aclaró Kevin—. Tú, por ejemplo. Cuéntale al sultán y a estas damas sobre tu vida en Inglaterra.
—Yo vivía en casa de mi padre y sólo cruzaba sus muros cuando iba acompañada de una escolta de guardias armados —reconoció. E involuntariamente añadió—: Excepto aquel día... —_______________ palideció y su voz se fue apagando al recordar aquel terrible día que llevaría grabado en la memoria para siempre jamás.
Joe se volvió para mirar a su esposa. Saltándose el protocolo, la rodeó con el brazo en gesto protector y la acercó a él.
—Unos forajidos atacaron a mi esposa cuando ella iba sin escolta —explicó—. Esto sucedió hace muchos años, pero el recuerdo de aquel día todavía la atormenta. Ella fue testigo del asesinato de su padre.
De pronto, Denise entró intempestivamente, cruzó el salón con paso firme y se arrodilló junto a _______________. Cogió la mano vendada de la joven y la levantó a la vista de todos.
—¡Mi padishah, mi hermano, os suplico misericordia para con la nuera que me salvó la vida! —exclamó Denise, mirando a Selim directamente a los ojos—. En verdad os digo que está aquí con nosotros por obra de Alá. Además, en su vientre lleva el vástago del único hijo que me queda.
Ese comentario fue saludado con una reacción inmediata de todos los presentes.
Joe y _______________ miraron a Denise, atónitos ante su descabellada mentira. Las mujeres del harén susurraban entre ellas con expectación. Kevin se inclinó sobre su padre para consultarlo. Al final, el sultán Selim se levantó sin pronunciar palabra y abandonó el salón.
«¿Qué significa esto?», se preguntó _______________, con el corazón encogido por el miedo. ¿La ejecutarían? ¿Matarían también a Joe?
—El sultán Selim es misericordioso —anunció Kevin—. La esposa del infiel recibirá el perdón bajo una condición. —Miró a su primo—. Deberás proporcionarle el justo castigo por esta ofensa y controlar su lengua en el futuro.
Joe asintió con la cabeza.
—Mi esposa recibirá los azotes que merece.
Los labios de Kevin temblaron.
—El sultán dice que puedes postergar el castigo hasta que haya nacido el niño. La semana que viene es el cumpleaños de mi madre. Vuelve entonces con la pequeña salvaje. —A continuación, el príncipe Kevin abandonó el salón, y las mujeres del sultán salieron detrás de él.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
ahhh Denisse que bueno que intersedio
y no la quiere :P imaginate si la quisiera!!!
siguela!!!!!!!! :lloro:
y no la quiere :P imaginate si la quisiera!!!
siguela!!!!!!!! :lloro:
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
:O Ohhh se salvo!!
Igual.. le va a pegar? :/
Que feo que era todo antes no?, bueno, en ese sentido.
Muchas gracias por subir!
Siempre estoy pendiente :3
Un abrazo!
Igual.. le va a pegar? :/
Que feo que era todo antes no?, bueno, en ese sentido.
Muchas gracias por subir!
Siempre estoy pendiente :3
Un abrazo!
Augustinesg
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Joe se puso de pie y ayudó a levantarse a _______________ y a Denise. Miró a su madre con ojos fulminantes.
—Debo ocuparme de Marie. La pobre no parece estar muy bien, gracias a tu esposa —murmuró Denise—. Pasaré aquí la noche y volveré a casa por la mañana.
—Hemos tenido suerte de salvar la vida ——dijo Joe a su esposa—. Jamás volveremos a tener tanta suerte. ¿Entiendes?
_______________ asintió con la cabeza.
—Seré la esposa perfecta —juró.
Y _______________ fue la esposa perfecta. Durante exactamente una semana.
Llegó el día de la fiesta de Marie. En contra de lo que le aconsejaba el sentido común, Joe aceptó asistir a la pequeña celebración en el palacio de Topkapi.
—Actúa como si estuvieras preñada —le susurró Denise a su nuera mientras seguían al agha kislar por el pasillo hacia el salón de la bas kadin.
«¿Actuar como si estuviera preñada? —pensó _______________—. ¿Cómo demonios se hace eso?» Cerró los ojos y pidió inspiración divina. Y entonces llegaron al salón de Marie.
—Hola —dijo Shasha.
_______________ soltó un gemido al ver el morado ya menos evidente en el rostro de la muchacha.
—Siento lo de tu herida —dijo.
Shasha sonrió para indicarle que la perdonaba.
—Estoy con algunas de las mujeres en la sala grande. ¿Te gustaría venir a jugar con nosotras?
_______________ miró a su esposo para pedirle permiso.
Joe asintió con la cabeza y dijo:
—Voy a visitar a Kevin y luego enviaré a alguien que venga a buscarte.
Mientras se dirigían al salón del sultán, Shasha confesó:
—Mi morado mereció la pena, sólo por ver el asombro en la cara de Kevin ante mi negativa de casarme con el príncipe Mikhail el verano que viene y mi exigencia de que me encontrara un noble inglés.
—Hice mal en promover esas ideas tan tontas —reconoció _______________—. He aprendido la lección. Tengo que vigilar lo que digo.
—Y nosotras tendríamos que habernos dado cuenta de que Estambul no es Inglaterra —respondió Shasha—. Además, la culpa es de Lyndar. Fue ella quien contó lo que nos dijiste. ¡Que Alá le depare una muerte ignominiosa!
—Jamás desees cosas que realmente no quieres, porque tal vez lo consigas —le aconsejó _______________.
—La muerte de Lyndar sería motivo de celebración —afirmó Shasha, y cambió el tema—: ¿Cómo te sientes?
—Culpable —reconoció _______________—. Os agradecí vuestra amabilidad metiéndoos en un aprieto.
—No me refiero a eso —dijo Shasha—. ¿Cómo te sientes ahora que llevas la semilla de la bestia en el vientre?
—Todo lo bien que cabe esperar —murmuró con gesto evasivo, abochornada por aquella mentira.
—¿Te mareas?
—De momento no.
Algunas de las odaliscas que habían jugado a Caballeros de Estambul con _______________ se reunieron en torno a las dos muchachas. Varias exhibían leves morados, otras no tenían marcas.
—Prometiste que nos enseñarías juegos ingleses —dijo una de ellas.
_______________ vaciló. No tenía ninguna gana de volver a arrodillarse ante el sultán para implorar su misericordia. Si ocurría algo así, era probable que la matara el mismo Joe.
—Creo que no...
—Por favor —insistió otra muchacha.
—Nos lo prometiste —le recordó Shasha.
—¿Qué os parece jugar al escondite? —sugirió _______________, pensando que ese juego no entrañaba ningún peligro.
—¡Qué divertido y emocionante! —exclamó Shasha, y las demás odaliscas corroboraron su entusiasmo.
—Una se tapa los ojos y cuenta hasta cien mientras las demás se esconden —explicó _______________—. Luego intenta encontrar a las demás antes de que ellas consigan tocar la meta o punto de partida.
—Como soy princesa de nacimiento, seré yo quien cuente —anunció Shasha.
—Ser la que cuenta no es ningún honor —dijo _______________.
—No importa, contaré yo —insistió Shasha.
_______________ asintió.
—¿Qué usamos como meta?
—El trono de mi padre —dijo Shasha, y en sus ojos brilló un destello travieso—. Para salvaros tendréis que tocar el trono del sultán.
Shasha se colocó frente al trono de su padre y se tapó los ojos con las manos. Pero hizo trampa, separando los dedos para ver hacia dónde corrían las demás muchachas.
—Está prohibido mirar —dijo _______________.
—De acuerdo. —Shasha se tapó los ojos y empezó a contar—. Bir, iki, uc, dort, bes, alti, yedi, sekiz, dokuz, on...
Las muchachas, y también _______________, salieron a la carrera del salón del sultán y se desperdigaron por el palacio. _______________ no sabía hacia dónde iba y de pronto se encontró en la sala común del harén, que en ese momento estaba desierta.
Se precipitó hacia uno de los pequeños nichos de la estancia, puso ocho cojines uno encima de otro y se tumbó en el suelo detrás del montón. El silencio en aquella estancia desconocida le resultó vagamente amenazante. Pasaron los minutos lentamente. Un zumbido le llenaba los oídos y sentía correr la sangre, intensificada por la emoción.
_______________ nunca había estado tan a solas, sin la compañía de otro ser humano. A medida que se prolongaban los minutos, empezó a embargarle la aterradora sensación de que estaba sola en el mundo. Tan intensa era esa horrible sensación que estuvo a punto de volver al salón del sultán y dejar que la atraparan. Pero dos cosas le impidieron salir: a cierta distancia, _______________ oyó risas y grititos apagados, y vio a Shasha correr hacia la meta antes de que llegara una de las muchachas. Aquello la tranquilizó. Pensó que tal vez debería aventurarse a alcanzar la meta, cuando de pronto oyó el ruido suave de pasos en la sala común del harén. ¿Sería alguna de las muchachas que buscaba otro lugar para esconderse, o era Shasha que la perseguía a ella? Se asomó por detrás de los cojines. Los pasos eran de Lyndar. _______________ iba a advertirla de su presencia, pero en ese momento entró Jamal a la sala común para hablar con su señora.
—La pequeña salvaje cayó de pie como una maldita gata —se quejó Lyndar—. De no ser porque se entrometió ella, Denise ya estaría muerta.
—¿Por qué es necesaria la muerte de Denise? —preguntó Jamal.
—Debo ocuparme de Marie. La pobre no parece estar muy bien, gracias a tu esposa —murmuró Denise—. Pasaré aquí la noche y volveré a casa por la mañana.
—Hemos tenido suerte de salvar la vida ——dijo Joe a su esposa—. Jamás volveremos a tener tanta suerte. ¿Entiendes?
_______________ asintió con la cabeza.
—Seré la esposa perfecta —juró.
Y _______________ fue la esposa perfecta. Durante exactamente una semana.
Llegó el día de la fiesta de Marie. En contra de lo que le aconsejaba el sentido común, Joe aceptó asistir a la pequeña celebración en el palacio de Topkapi.
—Actúa como si estuvieras preñada —le susurró Denise a su nuera mientras seguían al agha kislar por el pasillo hacia el salón de la bas kadin.
«¿Actuar como si estuviera preñada? —pensó _______________—. ¿Cómo demonios se hace eso?» Cerró los ojos y pidió inspiración divina. Y entonces llegaron al salón de Marie.
—Hola —dijo Shasha.
_______________ soltó un gemido al ver el morado ya menos evidente en el rostro de la muchacha.
—Siento lo de tu herida —dijo.
Shasha sonrió para indicarle que la perdonaba.
—Estoy con algunas de las mujeres en la sala grande. ¿Te gustaría venir a jugar con nosotras?
_______________ miró a su esposo para pedirle permiso.
Joe asintió con la cabeza y dijo:
—Voy a visitar a Kevin y luego enviaré a alguien que venga a buscarte.
Mientras se dirigían al salón del sultán, Shasha confesó:
—Mi morado mereció la pena, sólo por ver el asombro en la cara de Kevin ante mi negativa de casarme con el príncipe Mikhail el verano que viene y mi exigencia de que me encontrara un noble inglés.
—Hice mal en promover esas ideas tan tontas —reconoció _______________—. He aprendido la lección. Tengo que vigilar lo que digo.
—Y nosotras tendríamos que habernos dado cuenta de que Estambul no es Inglaterra —respondió Shasha—. Además, la culpa es de Lyndar. Fue ella quien contó lo que nos dijiste. ¡Que Alá le depare una muerte ignominiosa!
—Jamás desees cosas que realmente no quieres, porque tal vez lo consigas —le aconsejó _______________.
—La muerte de Lyndar sería motivo de celebración —afirmó Shasha, y cambió el tema—: ¿Cómo te sientes?
—Culpable —reconoció _______________—. Os agradecí vuestra amabilidad metiéndoos en un aprieto.
—No me refiero a eso —dijo Shasha—. ¿Cómo te sientes ahora que llevas la semilla de la bestia en el vientre?
—Todo lo bien que cabe esperar —murmuró con gesto evasivo, abochornada por aquella mentira.
—¿Te mareas?
—De momento no.
Algunas de las odaliscas que habían jugado a Caballeros de Estambul con _______________ se reunieron en torno a las dos muchachas. Varias exhibían leves morados, otras no tenían marcas.
—Prometiste que nos enseñarías juegos ingleses —dijo una de ellas.
_______________ vaciló. No tenía ninguna gana de volver a arrodillarse ante el sultán para implorar su misericordia. Si ocurría algo así, era probable que la matara el mismo Joe.
—Creo que no...
—Por favor —insistió otra muchacha.
—Nos lo prometiste —le recordó Shasha.
—¿Qué os parece jugar al escondite? —sugirió _______________, pensando que ese juego no entrañaba ningún peligro.
—¡Qué divertido y emocionante! —exclamó Shasha, y las demás odaliscas corroboraron su entusiasmo.
—Una se tapa los ojos y cuenta hasta cien mientras las demás se esconden —explicó _______________—. Luego intenta encontrar a las demás antes de que ellas consigan tocar la meta o punto de partida.
—Como soy princesa de nacimiento, seré yo quien cuente —anunció Shasha.
—Ser la que cuenta no es ningún honor —dijo _______________.
—No importa, contaré yo —insistió Shasha.
_______________ asintió.
—¿Qué usamos como meta?
—El trono de mi padre —dijo Shasha, y en sus ojos brilló un destello travieso—. Para salvaros tendréis que tocar el trono del sultán.
Shasha se colocó frente al trono de su padre y se tapó los ojos con las manos. Pero hizo trampa, separando los dedos para ver hacia dónde corrían las demás muchachas.
—Está prohibido mirar —dijo _______________.
—De acuerdo. —Shasha se tapó los ojos y empezó a contar—. Bir, iki, uc, dort, bes, alti, yedi, sekiz, dokuz, on...
Las muchachas, y también _______________, salieron a la carrera del salón del sultán y se desperdigaron por el palacio. _______________ no sabía hacia dónde iba y de pronto se encontró en la sala común del harén, que en ese momento estaba desierta.
Se precipitó hacia uno de los pequeños nichos de la estancia, puso ocho cojines uno encima de otro y se tumbó en el suelo detrás del montón. El silencio en aquella estancia desconocida le resultó vagamente amenazante. Pasaron los minutos lentamente. Un zumbido le llenaba los oídos y sentía correr la sangre, intensificada por la emoción.
_______________ nunca había estado tan a solas, sin la compañía de otro ser humano. A medida que se prolongaban los minutos, empezó a embargarle la aterradora sensación de que estaba sola en el mundo. Tan intensa era esa horrible sensación que estuvo a punto de volver al salón del sultán y dejar que la atraparan. Pero dos cosas le impidieron salir: a cierta distancia, _______________ oyó risas y grititos apagados, y vio a Shasha correr hacia la meta antes de que llegara una de las muchachas. Aquello la tranquilizó. Pensó que tal vez debería aventurarse a alcanzar la meta, cuando de pronto oyó el ruido suave de pasos en la sala común del harén. ¿Sería alguna de las muchachas que buscaba otro lugar para esconderse, o era Shasha que la perseguía a ella? Se asomó por detrás de los cojines. Los pasos eran de Lyndar. _______________ iba a advertirla de su presencia, pero en ese momento entró Jamal a la sala común para hablar con su señora.
—La pequeña salvaje cayó de pie como una maldita gata —se quejó Lyndar—. De no ser porque se entrometió ella, Denise ya estaría muerta.
—¿Por qué es necesaria la muerte de Denise? —preguntó Jamal.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
ahhh esa Lyndar !! Estaba segura que era una maldita!!!
Asi que ella fue la autora de los atentados!!!
Que la rayiz le diga a Joe para que la atrapen!!
Siguela!!!
Sube mas!!!!!!! Porfis!!
Asi que ella fue la autora de los atentados!!!
Que la rayiz le diga a Joe para que la atrapen!!
Siguela!!!
Sube mas!!!!!!! Porfis!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
—Si Joe cree que Fougere mató a Denise, saldrá de Estambul para darle caza —respondió Lyndar con la voz irritada por la estupidez de su sirviente—. Así será más fácil asesinar a Kevin.
—Asesinemos primero a Joe y luego a Kevin —sugirió Jamal.
—Necesitamos a la Bestia del Sultán para defender el Imperio en nombre de mi hijo —dijo Lyndar—. Cuando Karim alcance la mayoría de edad, mataremos a Selim y a la bestia.
_______________ se cubrió la boca con ambas manos para sofocar un grito. Tenía que encontrar a Joe. Inmediatamente. Echó otro vistazo y vio a Lyndar sentarse en su diván. Jamal se sentó a su lado, sobre un cojín. Por lo visto, aquellos miserables conspiradores se estaban poniendo cómodos.
—Quizá el método más apropiado sea con veneno —dijo Lyndar—. En nombre de Marie, podríamos enviarle a Denise y a su entrometida nuera un rahat lokum disimulado con tinte.
—¿Y si la Bestia del Sultán también probara el brebaje? ——replicó Jamal.
—Es una posibilidad inquietante —reconoció Lyndar—. ¿Tienes alguna otra sugerencia?
«La traición es un mal que necesita soluciones drásticas», decidió _______________. Lyndar y Jamal estaban sentados de espaldas al nicho. Si conseguía escabullirse por la puerta que había detrás de ellos, se las arreglaría para encontrar a los demás.
_______________ se incorporó y, recogiéndose el caftán, se apresuró de puntillas por la estancia en dirección a la puerta. A punto estuvo de llegar, pero al echar un vistazo por encima del hombro tropezó con el borde de una mesita.
Lyndar se volvió rápidamente y gritó:
—¡Atrápala!
_______________ cruzó la puerta y echó a correr por un pasillo largo y serpenteante. Avistó una puerta de vidrio con parteluz que daba al jardín, y se lanzó hacia ella. Jamal y Lyndar le pisaban los talones.
—¡Fuego! —chilló _______________, rogando que su grito atrajera una multitud al instante.
Pero Jamal la atrapó, cerró las manos en torno a su garganta y apretó. Con una fuerza nacida de la desesperación, _______________ hundió la rodilla en el vientre del eunuco, que se dobló por el impacto.
Con el aliento entrecortado, _______________ se giró para huir, pero Lyndar la cogió por su melena cobriza y la arrojó al suelo.
—Ahógala —ordenó Lyndar.
Jamal sujetó a _______________ y le tapó la boca con la mano. A pesar de su frenético forcejeo, el hombre consiguió arrastrarla hacia una fuente cercana. Antes de que Jamal pudiera hundirle la cabeza bajo el agua, ella le mordió la mano y consiguió abrir la boca por unos segundos.
—¡Joe! —gritó _______________, y apenas alcanzó a respirar cuando le sumergieron la cabeza en el agua.
—Asesinemos primero a Joe y luego a Kevin —sugirió Jamal.
—Necesitamos a la Bestia del Sultán para defender el Imperio en nombre de mi hijo —dijo Lyndar—. Cuando Karim alcance la mayoría de edad, mataremos a Selim y a la bestia.
_______________ se cubrió la boca con ambas manos para sofocar un grito. Tenía que encontrar a Joe. Inmediatamente. Echó otro vistazo y vio a Lyndar sentarse en su diván. Jamal se sentó a su lado, sobre un cojín. Por lo visto, aquellos miserables conspiradores se estaban poniendo cómodos.
—Quizá el método más apropiado sea con veneno —dijo Lyndar—. En nombre de Marie, podríamos enviarle a Denise y a su entrometida nuera un rahat lokum disimulado con tinte.
—¿Y si la Bestia del Sultán también probara el brebaje? ——replicó Jamal.
—Es una posibilidad inquietante —reconoció Lyndar—. ¿Tienes alguna otra sugerencia?
«La traición es un mal que necesita soluciones drásticas», decidió _______________. Lyndar y Jamal estaban sentados de espaldas al nicho. Si conseguía escabullirse por la puerta que había detrás de ellos, se las arreglaría para encontrar a los demás.
_______________ se incorporó y, recogiéndose el caftán, se apresuró de puntillas por la estancia en dirección a la puerta. A punto estuvo de llegar, pero al echar un vistazo por encima del hombro tropezó con el borde de una mesita.
Lyndar se volvió rápidamente y gritó:
—¡Atrápala!
_______________ cruzó la puerta y echó a correr por un pasillo largo y serpenteante. Avistó una puerta de vidrio con parteluz que daba al jardín, y se lanzó hacia ella. Jamal y Lyndar le pisaban los talones.
—¡Fuego! —chilló _______________, rogando que su grito atrajera una multitud al instante.
Pero Jamal la atrapó, cerró las manos en torno a su garganta y apretó. Con una fuerza nacida de la desesperación, _______________ hundió la rodilla en el vientre del eunuco, que se dobló por el impacto.
Con el aliento entrecortado, _______________ se giró para huir, pero Lyndar la cogió por su melena cobriza y la arrojó al suelo.
—Ahógala —ordenó Lyndar.
Jamal sujetó a _______________ y le tapó la boca con la mano. A pesar de su frenético forcejeo, el hombre consiguió arrastrarla hacia una fuente cercana. Antes de que Jamal pudiera hundirle la cabeza bajo el agua, ella le mordió la mano y consiguió abrir la boca por unos segundos.
—¡Joe! —gritó _______________, y apenas alcanzó a respirar cuando le sumergieron la cabeza en el agua.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
18
—¡Fuego!
De pie en la terraza de los aposentos de su primo, Joe levantó la cabeza para buscar indicios de humo.
No vio nada. ¿Quién gritaría falsamente la alarma más temida?
—¡Joe! —oyó un segundo chillido desesperado.
El príncipe saltó por encima de la balaustrada y echó a correr en dirección al grito de su esposa, seguido de Kevin.
Joe cruzó una hilera de setos altos y presenció una escena espantosa: Jamal intentaba ahogar a _______________ mientras Lyndar observaba. Sin perder un instante, alcanzó al eunuco, lo apartó de su mujer con violencia, y le dio un puñetazo en la mandíbula, tumbándolo.
—¡La traidora debe morir! —chilló Lyndar.
Jadeando con desesperación, _______________ se derrumbó sobre la hierba. Joe la puso sobre el vientre y empezó a darle palmadas en la espalda para vaciarle los pulmones. _______________ tosió, atragantada, y vomitó.
—¡Esa zorra debe morir! —gritó Lyndar, enloquecida de furia. Kevin la cogió por los brazos y la sujetó con fuerza.
Joe sintió que el corazón le latía desbocadamente de sólo pensar que había estado a punto de perder a su esposa. La sostuvo entre sus brazos, acariciándole las pálidas mejillas.
—Estás a salvo —le susurró—. Nadie te hará daño.
Para entonces, ya se había congregado en torno a ellos una multitud. Atentos a recibir órdenes, el agha kislar y su contingente de guardias eunucos aguardaban a un lado. Marie y Denise, junto con Shasha y las demás odaliscas, miraban a _______________, atónitas.
Kevin hizo un gesto para que dos guardias sujetaran a Lyndar, y se encaró con ella:
—Contadnos por qué intentabais matar a la esposa de mi primo.
—Yo sólo respondo ante mi sultán —replicó Lyndar.
—Responded si no queréis que os mate aquí mismo —la amenazó Kevin, desenvainando el puñal.
—Esa salvaje insultó a Selim —dijo Lyndar, con un brillo siniestro en sus ojos oscuros—. Hay que...
—¡Silencio! —bramó Joe.
—Joe... —susurró _______________.
—No hables hasta recobrar el aliento —le dijo el príncipe acariciándole la mejilla.
—Lyndar... quiere... matar... a Kevin.
Joe palideció. Se volvió hacia los demás y ordenó.
—Atrás todos. Primo, acércate un momento.
Kevin lo hizo y ambos hombres se inclinaron sobre _______________.
—Lyndar trama matarte —le dijo ella a Kevin. Miró a su esposo y añadió—: Y también a Denise.
—No hables más hasta que te hayas recuperado del todo —le ordenó Kevin. Se levantó y se volvió hacia el agha kislar—. Vigila a Lyndar y a Jamal hasta que los llame para interrogarlos. Luego llevarás a mi presencia a la esposa de mi primo. —Kevin miró a los espectadores y anunció—: La flor silvestre está bien y desea estar a solas hasta recuperarse. Ahora, marchaos.
—¡Selim se enterará de este escándalo! —gritó Lyndar mientras los guardias se la llevaban a rastras.
Marie dio un paso al frente y dijo:
—Lleva a tu esposa a mis aposentos. Llamaré a mi médico personal.
Joe cogió a _______________ en brazos y siguió a Marie y a Denise. Una vez en la alcoba de la bas kadin, dejó a su esposa en la cama y se sentó junto a ella.
—Ocúpate de Kevin —dijo Denise mientras entraba a toda prisa el médico—. En cuanto se haya recuperado, el agha kislar escoltará a tu esposa hasta donde estés. Podrás interrogarla más tarde.
El médico buscó el pulso de _______________ y escuchó sus pulmones tras pedirle que respirara hondo.
—La princesa está bien —le dijo a su señora—. Es mejor que le sequéis el pelo y que esté bien arropada.
De pie en la terraza de los aposentos de su primo, Joe levantó la cabeza para buscar indicios de humo.
No vio nada. ¿Quién gritaría falsamente la alarma más temida?
—¡Joe! —oyó un segundo chillido desesperado.
El príncipe saltó por encima de la balaustrada y echó a correr en dirección al grito de su esposa, seguido de Kevin.
Joe cruzó una hilera de setos altos y presenció una escena espantosa: Jamal intentaba ahogar a _______________ mientras Lyndar observaba. Sin perder un instante, alcanzó al eunuco, lo apartó de su mujer con violencia, y le dio un puñetazo en la mandíbula, tumbándolo.
—¡La traidora debe morir! —chilló Lyndar.
Jadeando con desesperación, _______________ se derrumbó sobre la hierba. Joe la puso sobre el vientre y empezó a darle palmadas en la espalda para vaciarle los pulmones. _______________ tosió, atragantada, y vomitó.
—¡Esa zorra debe morir! —gritó Lyndar, enloquecida de furia. Kevin la cogió por los brazos y la sujetó con fuerza.
Joe sintió que el corazón le latía desbocadamente de sólo pensar que había estado a punto de perder a su esposa. La sostuvo entre sus brazos, acariciándole las pálidas mejillas.
—Estás a salvo —le susurró—. Nadie te hará daño.
Para entonces, ya se había congregado en torno a ellos una multitud. Atentos a recibir órdenes, el agha kislar y su contingente de guardias eunucos aguardaban a un lado. Marie y Denise, junto con Shasha y las demás odaliscas, miraban a _______________, atónitas.
Kevin hizo un gesto para que dos guardias sujetaran a Lyndar, y se encaró con ella:
—Contadnos por qué intentabais matar a la esposa de mi primo.
—Yo sólo respondo ante mi sultán —replicó Lyndar.
—Responded si no queréis que os mate aquí mismo —la amenazó Kevin, desenvainando el puñal.
—Esa salvaje insultó a Selim —dijo Lyndar, con un brillo siniestro en sus ojos oscuros—. Hay que...
—¡Silencio! —bramó Joe.
—Joe... —susurró _______________.
—No hables hasta recobrar el aliento —le dijo el príncipe acariciándole la mejilla.
—Lyndar... quiere... matar... a Kevin.
Joe palideció. Se volvió hacia los demás y ordenó.
—Atrás todos. Primo, acércate un momento.
Kevin lo hizo y ambos hombres se inclinaron sobre _______________.
—Lyndar trama matarte —le dijo ella a Kevin. Miró a su esposo y añadió—: Y también a Denise.
—No hables más hasta que te hayas recuperado del todo —le ordenó Kevin. Se levantó y se volvió hacia el agha kislar—. Vigila a Lyndar y a Jamal hasta que los llame para interrogarlos. Luego llevarás a mi presencia a la esposa de mi primo. —Kevin miró a los espectadores y anunció—: La flor silvestre está bien y desea estar a solas hasta recuperarse. Ahora, marchaos.
—¡Selim se enterará de este escándalo! —gritó Lyndar mientras los guardias se la llevaban a rastras.
Marie dio un paso al frente y dijo:
—Lleva a tu esposa a mis aposentos. Llamaré a mi médico personal.
Joe cogió a _______________ en brazos y siguió a Marie y a Denise. Una vez en la alcoba de la bas kadin, dejó a su esposa en la cama y se sentó junto a ella.
—Ocúpate de Kevin —dijo Denise mientras entraba a toda prisa el médico—. En cuanto se haya recuperado, el agha kislar escoltará a tu esposa hasta donde estés. Podrás interrogarla más tarde.
El médico buscó el pulso de _______________ y escuchó sus pulmones tras pedirle que respirara hondo.
—La princesa está bien —le dijo a su señora—. Es mejor que le sequéis el pelo y que esté bien arropada.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
ahh esa maldita de Lyndar la intento matar!!! :lloro:
Maldita!!! Y todavia dice que fue culpa de la rayiz!!
Siguela!!! Sube mas porfis!
Maldita!!! Y todavia dice que fue culpa de la rayiz!!
Siguela!!! Sube mas porfis!
aranzhitha
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