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Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Los hombres observaron anonadados cómo Joe pasaba junto a ellos y subía al estrado de un salto. Arrebató el yashmak de manos de Omar y al cubrir a _______________ con la túnica, ésta empezó a pestañear y se desmayó. Joe la cogió y la levantó en brazos.
—He cambiado de parecer —anunció Joe.
Al fondo de la sala, Kevin y Nick intercambiaron sonrisas victoriosas.
—No podéis cambiar de parecer —protestó Akbar—. La subasta ha comenzado.
Joe miró al mercader de esclavos con el rostro demudado por la rabia.
—He dicho que se acabó la venta.
—Vaya fraude —se atrevió a insinuar el conde Orcioni.
—Es injusto—convino Yagli Cirkin.
—He decidido quedarme con mi esclava —informó Joe a los hombres reunidos—. Con cargo a mi cuenta, os invito a escoger otra pieza de entre la exquisita mercancía de Akbar.
—¿Regalaréis a cada hombre de los presentes otra esclava de su elección? —inquirió Akbar, sus ojos oscuros desorbitados por la idea de todo el oro que ganaría.
—Sí, salvo a Yagli Cirkin, que nunca fue invitado a esta subasta —declaró Joe, clavando una mirada inapelable en el mercader de esclavos.
Joe bajó del estrado con _______________ apoyada contra su pecho. Los hombres se apartaron para dar paso a la imprevisible Bestia del Sultán. Al llegar junto a su primo Joe se detuvo.
—Selecciona todas las vírgenes que te apetezca desflorar —le ofreció.
—Aunque es una belleza, yo prefiero que mis vírgenes sean más jóvenes —comentó Kevin—. ¿Qué harás con ella?
—¿Tú crees que hace falta preguntárselo? —bromeó Nick.
Pero la Bestia del Sultán dio al León de Estambul y al Hijo del Tiburón un susto mayúsculo:
—Esta virtuosa y noble doncella merece un matrimonio honorable —anunció, y luego se volvió hacia Nick—. Por favor, acompaña a Omar a la casa de mi madre. —Y Joe salió con _______________ en brazos por el portal arqueado.
Caía la tarde en profundas sombras que cruzaban la calle desierta frente a la sala de Akbar. Los fieles de Estambul se reunían para rezar; los infieles cristianos y judíos preparaban la cena de la noche.
Joe se detuvo un instante y dirigió una mirada llena de amor al rostro de su cautiva. Las pestañas de _______________ temblaron y se abrieron. Joe vio los ojos verdes más arrebatadores del mundo.
—Joe... —suspiró _______________, como un susurro mecido por una brisa suave. Pero el sueño narcotizado se la llevó nuevamente.
Estrechándola contra sí, Joe apoyó los labios sobre los de ella.
—Perdóname, mi preciosa flor silvestre —susurró—. Te protegeré siempre y nunca te dejaré ir.
De pronto apareció Abdul, conduciendo sus caballos.
—¿Voy en busca de una litera? —se ofreció—. Estoy seguro de que Akbar...
—No.
Abdul asintió con la cabeza y alargó los brazos para coger a _______________. Negándose en silencio a renunciar a su tesoro, Joe la acomodó en sus brazos y montó en su caballo. Joe y Abdul bajaron lentamente por el estrecho sendero en dirección a la casa de Denise.
No advirtieron la presencia de una figura cubierta de negro que desde un callejón junto al establecimiento de Akbar espiaba la escena. Al pasar el príncipe, el hombre se apartó el kufiyah negro de la cara y se quedó mirándolos fijamente. Su semblante enjuto recordaba al de una comadreja y la cólera le torció los labios en una mueca silenciosa. «Conque la Bestia del Sultán alberga sentimientos tiernos hacia la inglesa —pensó el conde de Beaulieu, esfumándose entre las sombras—. Bien. Mí prometida será el instrumento de la defenestración y muerte del príncipe.»
Al llegar al patio de la casa de su madre, Joe deslizó una pierna por encima de la silla de montar y se dejó caer del caballo. _______________ dormía acurrucada contra su pecho. Abdul tomó las riendas y condujo los caballos hacia los establos.
Una vez dentro, Joe pasó ante los sorprendidos sirvientes de su madre, que corrieron en busca de su señora para contarle la nueva, Joe se dirigió a la alcoba donde dormía en las esporádicas visitas que hacía a su madre, la misma que había ocupado desde niño.
Con _______________ aún en sus brazos, Joe abrió la puerta y entró, luego la cerró con un golpe de la bota. Cruzó la alcoba en dirección a la cama y allí retiró la colcha. Tendió a _______________ con gesto delicado y empezó a desvestirla. Sintió que perdía el aliento ante la visión de aquella belleza sin parangón, y de sólo pensar que había estado a punto de perderla se le secó la boca de pánico. El reconocimiento de que tenía una debilidad, su amor por su bella cautiva, casi lo derribó.
Joe respiró hondo para calmarse. Su flor silvestre le pertenecía. Él la protegería y ningún enemigo podría utilizar su amor por ella en contra suyo. Movió a _______________ para que su cabeza descansara sobre la almohada y le subió la colcha hasta el mentón. Sentado en el borde de la cama, acarició su mejilla de seda, luego se inclinó sobre ella y la besó en la frente.
—Cuando vuelva serás mía para siempre —prometió.
—¿La amas y no has tenido corazón para venderla? —dijo una voz a sus espaldas—. Menuda venganza.
Sorprendido, Joe se volvió y se encontró con su madre, que lo miraba con una mueca de menosprecio.
—Es siempre un placer visitarte, querida madre —dijo él con tono seco.
Denise se inclinó y contempló con severidad a la joven mujer que según todos los indicios le había robado el corazón a su hijo.
—Supongo que está bastante bien, salvo esas horribles pecas —observó Denise—. ¿Lleva en su vientre a mi nieto?
Denise hizo un gesto para retirar el edredón, pero Joe la detuvo con la mano.
—Dormirá varias horas, y yo tengo que atender ciertos asuntos. Cuando llegue Nick con Omar, dile al eunuco que cuide de ella. —Joe abrió la puerta y miró a su madre, arqueando una ceja oscura—. Dejemos que duerma.
—¿Es que no vas a permitir que la mire? —preguntó Denise.
—Quiero que descanse —dijo Joe—. Ya la conocerás cuando despierte.
—Muy bien —accedió Denise, cruzando la alcoba para salir delante de él—. Pero te advierto, mi curiosidad se verá saciada.
—Esta noche, madre —concedió Joe con voz cansina—. La conocerás cuando vuelva. —Se giró y echó a andar por el pasillo, pero la voz de su madre lo detuvo.
—¿Adónde vas?
Joe le dirigió una sonrisa inescrutable.
—A visitar al imán.
—He cambiado de parecer —anunció Joe.
Al fondo de la sala, Kevin y Nick intercambiaron sonrisas victoriosas.
—No podéis cambiar de parecer —protestó Akbar—. La subasta ha comenzado.
Joe miró al mercader de esclavos con el rostro demudado por la rabia.
—He dicho que se acabó la venta.
—Vaya fraude —se atrevió a insinuar el conde Orcioni.
—Es injusto—convino Yagli Cirkin.
—He decidido quedarme con mi esclava —informó Joe a los hombres reunidos—. Con cargo a mi cuenta, os invito a escoger otra pieza de entre la exquisita mercancía de Akbar.
—¿Regalaréis a cada hombre de los presentes otra esclava de su elección? —inquirió Akbar, sus ojos oscuros desorbitados por la idea de todo el oro que ganaría.
—Sí, salvo a Yagli Cirkin, que nunca fue invitado a esta subasta —declaró Joe, clavando una mirada inapelable en el mercader de esclavos.
Joe bajó del estrado con _______________ apoyada contra su pecho. Los hombres se apartaron para dar paso a la imprevisible Bestia del Sultán. Al llegar junto a su primo Joe se detuvo.
—Selecciona todas las vírgenes que te apetezca desflorar —le ofreció.
—Aunque es una belleza, yo prefiero que mis vírgenes sean más jóvenes —comentó Kevin—. ¿Qué harás con ella?
—¿Tú crees que hace falta preguntárselo? —bromeó Nick.
Pero la Bestia del Sultán dio al León de Estambul y al Hijo del Tiburón un susto mayúsculo:
—Esta virtuosa y noble doncella merece un matrimonio honorable —anunció, y luego se volvió hacia Nick—. Por favor, acompaña a Omar a la casa de mi madre. —Y Joe salió con _______________ en brazos por el portal arqueado.
Caía la tarde en profundas sombras que cruzaban la calle desierta frente a la sala de Akbar. Los fieles de Estambul se reunían para rezar; los infieles cristianos y judíos preparaban la cena de la noche.
Joe se detuvo un instante y dirigió una mirada llena de amor al rostro de su cautiva. Las pestañas de _______________ temblaron y se abrieron. Joe vio los ojos verdes más arrebatadores del mundo.
—Joe... —suspiró _______________, como un susurro mecido por una brisa suave. Pero el sueño narcotizado se la llevó nuevamente.
Estrechándola contra sí, Joe apoyó los labios sobre los de ella.
—Perdóname, mi preciosa flor silvestre —susurró—. Te protegeré siempre y nunca te dejaré ir.
De pronto apareció Abdul, conduciendo sus caballos.
—¿Voy en busca de una litera? —se ofreció—. Estoy seguro de que Akbar...
—No.
Abdul asintió con la cabeza y alargó los brazos para coger a _______________. Negándose en silencio a renunciar a su tesoro, Joe la acomodó en sus brazos y montó en su caballo. Joe y Abdul bajaron lentamente por el estrecho sendero en dirección a la casa de Denise.
No advirtieron la presencia de una figura cubierta de negro que desde un callejón junto al establecimiento de Akbar espiaba la escena. Al pasar el príncipe, el hombre se apartó el kufiyah negro de la cara y se quedó mirándolos fijamente. Su semblante enjuto recordaba al de una comadreja y la cólera le torció los labios en una mueca silenciosa. «Conque la Bestia del Sultán alberga sentimientos tiernos hacia la inglesa —pensó el conde de Beaulieu, esfumándose entre las sombras—. Bien. Mí prometida será el instrumento de la defenestración y muerte del príncipe.»
Al llegar al patio de la casa de su madre, Joe deslizó una pierna por encima de la silla de montar y se dejó caer del caballo. _______________ dormía acurrucada contra su pecho. Abdul tomó las riendas y condujo los caballos hacia los establos.
Una vez dentro, Joe pasó ante los sorprendidos sirvientes de su madre, que corrieron en busca de su señora para contarle la nueva, Joe se dirigió a la alcoba donde dormía en las esporádicas visitas que hacía a su madre, la misma que había ocupado desde niño.
Con _______________ aún en sus brazos, Joe abrió la puerta y entró, luego la cerró con un golpe de la bota. Cruzó la alcoba en dirección a la cama y allí retiró la colcha. Tendió a _______________ con gesto delicado y empezó a desvestirla. Sintió que perdía el aliento ante la visión de aquella belleza sin parangón, y de sólo pensar que había estado a punto de perderla se le secó la boca de pánico. El reconocimiento de que tenía una debilidad, su amor por su bella cautiva, casi lo derribó.
Joe respiró hondo para calmarse. Su flor silvestre le pertenecía. Él la protegería y ningún enemigo podría utilizar su amor por ella en contra suyo. Movió a _______________ para que su cabeza descansara sobre la almohada y le subió la colcha hasta el mentón. Sentado en el borde de la cama, acarició su mejilla de seda, luego se inclinó sobre ella y la besó en la frente.
—Cuando vuelva serás mía para siempre —prometió.
—¿La amas y no has tenido corazón para venderla? —dijo una voz a sus espaldas—. Menuda venganza.
Sorprendido, Joe se volvió y se encontró con su madre, que lo miraba con una mueca de menosprecio.
—Es siempre un placer visitarte, querida madre —dijo él con tono seco.
Denise se inclinó y contempló con severidad a la joven mujer que según todos los indicios le había robado el corazón a su hijo.
—Supongo que está bastante bien, salvo esas horribles pecas —observó Denise—. ¿Lleva en su vientre a mi nieto?
Denise hizo un gesto para retirar el edredón, pero Joe la detuvo con la mano.
—Dormirá varias horas, y yo tengo que atender ciertos asuntos. Cuando llegue Nick con Omar, dile al eunuco que cuide de ella. —Joe abrió la puerta y miró a su madre, arqueando una ceja oscura—. Dejemos que duerma.
—¿Es que no vas a permitir que la mire? —preguntó Denise.
—Quiero que descanse —dijo Joe—. Ya la conocerás cuando despierte.
—Muy bien —accedió Denise, cruzando la alcoba para salir delante de él—. Pero te advierto, mi curiosidad se verá saciada.
—Esta noche, madre —concedió Joe con voz cansina—. La conocerás cuando vuelva. —Se giró y echó a andar por el pasillo, pero la voz de su madre lo detuvo.
—¿Adónde vas?
Joe le dirigió una sonrisa inescrutable.
—A visitar al imán.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!
Iuuju!! no la vendio, :D Menos mal!!
Eso es amor :3
Gracias por subir un capitulo mas!! Que divina!!
... Anda a saber quien es "el iman" o.O
ahaha
Iuuju!! no la vendio, :D Menos mal!!
Eso es amor :3
Gracias por subir un capitulo mas!! Que divina!!
... Anda a saber quien es "el iman" o.O
ahaha
Augustinesg
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
ahhhhh que lindo mi Joseph!!
No la vendio! Y se va a casar con ella!!
Yo sabia que la amaba
Siguela!!!
No la vendio! Y se va a casar con ella!!
Yo sabia que la amaba
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
—¿Por qué?
—Para casarme —le informó Joe por encima del hombro y, al doblar el recodo, desapareció de la vista.
Joe salió al patio y estuvo a punto de chocar con Abdul, que en ese momento entraba a la casa.
—¿Mi caballo? —preguntó el príncipe.
—Lo he llevado al establo.
Joe lo miró ceñudo, pero luego se relajó su expresión.
—Iremos caminando.
—¿Adonde? —preguntó Abdul.
—A ver al imán.
Abdul adelantó el paso para andar junto al príncipe, y los dos hombres se adentraron en la noche. Al cabo de un rato se detuvieron frente a la residencia del sacerdote. Sin vacilar, Joe llamó a la puerta.
Pasaron varios minutos hasta que la puerta se abrió bruscamente.
—La Bestia del Sultán... —balbuceó un sirviente, retrocediendo unos pasos.
Nadie los invitó a entrar, pero Joe y Abdul pasaron junto al atemorizado sirviente justo cuando su amo llegaba al vestíbulo.
—Príncipe Joe, ¿en qué puedo serviros? —saludó el imán, con la sorpresa reflejada en el rostro.
—Quiero casarme —le dijo Joe.
—Felicidades, señor. —El imán sonrió—. Si me dais el nombre de la afortunada doncella, mi escribiente...
—Ahora —le interrumpió Joe.
—¿Perdón, señor?
—Quiero casarme esta noche.
—Es una petición un tanto inusual —repuso el imán—. Los documentos...
—No es ninguna petición —declaró Joe, dirigiendo una mueca fiera al sacerdote—. Me casaré esta misma noche.
—Bien, señor. El documento matrimonial se puede preparar antes de una hora —accedió el imán. Llevarle la contraria al príncipe podía ser muy desaconsejable para la salud—. ¿Con quién deseáis casaros?
—Con mi esclava _______________...
—¿Vuestra esclava...? —El imán se quedó de una pieza—. Pero un príncipe no se casa con su esclava.
—Lo hace, si así lo desea —le espetó Joe, visiblemente irritado.
—No me entendéis —explicó el imán—. Casarse con un esclavo es ilegal.
—Necesita la manumisión —susurró Abdul al príncipe.
—Redactad los documentos de manumisión y de matrimonio —dijo Joe—. Firmaré el papel que le concede la libertad a mi esclava y luego el otro.
—Pues... —El imán vaciló.
—Seréis generosamente recompensando —añadió Joe.
—Se puede hacer pero llevará un poco de tiempo.
—Esperaré.
El imán inclinó la cabeza.
—Os ruego que entréis en mi salón y toméis un refrigerio mientras esperáis.
Alrededor de la medianoche, Joe y Abdul salieron de la residencia del imán. No había luna y todo estaba sumido en un extraño silencio. La estrecha calle estaba desierta.
—Jamás imaginé que algún día sería un hombre casado —comentó Joe mientras se encaminaban hacia casa de Denise.
Abdul miró a su amo de reojo y dijo:
—Probad a darle unos azotes...
Joe se detuvo de pronto y pidió silencio con la mano. Aguzaron el oído. A sus espaldas se detuvo un ruido de pasos. Joe y Abdul se miraron y reemprendieron la marcha. Los pasos también lo hicieron, acompasados a su ritmo. Joe y Abdul disminuyeron el paso. Las pisadas los imitaron.
Joe se detuvo e hizo un gesto a Abdul indicándole que siguiera caminando. Abdul negó con la cabeza. Joe gruñó, pero Abdul le hizo una seña de que siguieran andando. Esta vez fue Joe quien negó con la cabeza.
De pronto, las pisadas se abalanzaron hacia ellos y ambos se giraron. Dos hombres les atacaban empuñando sendos puñales. Uno de ellos se precipitó sobre Abdul. El otro, un tipo gigantesco, cogió a Joe desprevenido, lo derribó de un empujón y se dispuso a clavarle el puñal. Rápido como un rayo, Joe le asestó una patada en la entrepierna y el villano se encogió de dolor. El príncipe lo sujetó contra el suelo y lo desarmó, amenazándolo con su propio puñal contra el cuello. El otro atacante decidió poner pies en polvorosa.
—¡Piedad, por Alá! —suplicó el asesino.
—¿Quién te ha enviado? —bromeó Joe.
—Fougere... —balbuceó el hombre.
—¿Dónde se esconde esa maldita comadreja?
—No lo sé, señor... Alá lo castigará...
Aquellas fueron las últimas palabras que pronuncio aquel asesino a sueldo. La Bestia del Sultán le rebano el cuello de oreja a oreja.
—Para casarme —le informó Joe por encima del hombro y, al doblar el recodo, desapareció de la vista.
Joe salió al patio y estuvo a punto de chocar con Abdul, que en ese momento entraba a la casa.
—¿Mi caballo? —preguntó el príncipe.
—Lo he llevado al establo.
Joe lo miró ceñudo, pero luego se relajó su expresión.
—Iremos caminando.
—¿Adonde? —preguntó Abdul.
—A ver al imán.
Abdul adelantó el paso para andar junto al príncipe, y los dos hombres se adentraron en la noche. Al cabo de un rato se detuvieron frente a la residencia del sacerdote. Sin vacilar, Joe llamó a la puerta.
Pasaron varios minutos hasta que la puerta se abrió bruscamente.
—La Bestia del Sultán... —balbuceó un sirviente, retrocediendo unos pasos.
Nadie los invitó a entrar, pero Joe y Abdul pasaron junto al atemorizado sirviente justo cuando su amo llegaba al vestíbulo.
—Príncipe Joe, ¿en qué puedo serviros? —saludó el imán, con la sorpresa reflejada en el rostro.
—Quiero casarme —le dijo Joe.
—Felicidades, señor. —El imán sonrió—. Si me dais el nombre de la afortunada doncella, mi escribiente...
—Ahora —le interrumpió Joe.
—¿Perdón, señor?
—Quiero casarme esta noche.
—Es una petición un tanto inusual —repuso el imán—. Los documentos...
—No es ninguna petición —declaró Joe, dirigiendo una mueca fiera al sacerdote—. Me casaré esta misma noche.
—Bien, señor. El documento matrimonial se puede preparar antes de una hora —accedió el imán. Llevarle la contraria al príncipe podía ser muy desaconsejable para la salud—. ¿Con quién deseáis casaros?
—Con mi esclava _______________...
—¿Vuestra esclava...? —El imán se quedó de una pieza—. Pero un príncipe no se casa con su esclava.
—Lo hace, si así lo desea —le espetó Joe, visiblemente irritado.
—No me entendéis —explicó el imán—. Casarse con un esclavo es ilegal.
—Necesita la manumisión —susurró Abdul al príncipe.
—Redactad los documentos de manumisión y de matrimonio —dijo Joe—. Firmaré el papel que le concede la libertad a mi esclava y luego el otro.
—Pues... —El imán vaciló.
—Seréis generosamente recompensando —añadió Joe.
—Se puede hacer pero llevará un poco de tiempo.
—Esperaré.
El imán inclinó la cabeza.
—Os ruego que entréis en mi salón y toméis un refrigerio mientras esperáis.
Alrededor de la medianoche, Joe y Abdul salieron de la residencia del imán. No había luna y todo estaba sumido en un extraño silencio. La estrecha calle estaba desierta.
—Jamás imaginé que algún día sería un hombre casado —comentó Joe mientras se encaminaban hacia casa de Denise.
Abdul miró a su amo de reojo y dijo:
—Probad a darle unos azotes...
Joe se detuvo de pronto y pidió silencio con la mano. Aguzaron el oído. A sus espaldas se detuvo un ruido de pasos. Joe y Abdul se miraron y reemprendieron la marcha. Los pasos también lo hicieron, acompasados a su ritmo. Joe y Abdul disminuyeron el paso. Las pisadas los imitaron.
Joe se detuvo e hizo un gesto a Abdul indicándole que siguiera caminando. Abdul negó con la cabeza. Joe gruñó, pero Abdul le hizo una seña de que siguieran andando. Esta vez fue Joe quien negó con la cabeza.
De pronto, las pisadas se abalanzaron hacia ellos y ambos se giraron. Dos hombres les atacaban empuñando sendos puñales. Uno de ellos se precipitó sobre Abdul. El otro, un tipo gigantesco, cogió a Joe desprevenido, lo derribó de un empujón y se dispuso a clavarle el puñal. Rápido como un rayo, Joe le asestó una patada en la entrepierna y el villano se encogió de dolor. El príncipe lo sujetó contra el suelo y lo desarmó, amenazándolo con su propio puñal contra el cuello. El otro atacante decidió poner pies en polvorosa.
—¡Piedad, por Alá! —suplicó el asesino.
—¿Quién te ha enviado? —bromeó Joe.
—Fougere... —balbuceó el hombre.
—¿Dónde se esconde esa maldita comadreja?
—No lo sé, señor... Alá lo castigará...
Aquellas fueron las últimas palabras que pronuncio aquel asesino a sueldo. La Bestia del Sultán le rebano el cuello de oreja a oreja.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
ahhh querian matar a mi Joe!!!! :pale:
maldita comadreja :caliente:
pronto tendra su merecido :¬¬:
se van a casar!!!!
siguela!!!!!!!
maldita comadreja :caliente:
pronto tendra su merecido :¬¬:
se van a casar!!!!
siguela!!!!!!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Si se van a casar Fiesta!!!
esa comadreja porque aparece arruina todo
siguelaaa
esa comadreja porque aparece arruina todo
siguelaaa
JB&1D2
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Que capitulo mas ... Shockeante
Gracias por subir!!!!!!
Gracias por subir!!!!!!
Augustinesg
Página 13 de 31. • 1 ... 8 ... 12, 13, 14 ... 22 ... 31
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