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Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Continuación del capítulo 8...
_______________ vaciló un instante. Sus ojos se entrelazaron e, impulsivamente, le tendió la mano. Joe la condujo hasta el jardín por la puerta en forma de arco.
Como creadas para el amor, la luna llena brillaba suspendida en el cielo y miles de estrellas rutilantes titilaban como diamantes en un fondo perfecto de terciopelo negro. Las fragancias de una miríada de flores se fundían como amantes e impregnaban el cielo nocturno de un velo invisible de aromas.
—Qué hermoso —suspiró _______________.
—¿Te complace mi arte? —preguntó Joe.
—¿Habéis conjurado la luna y las estrellas para complacerme?
Joe negó con la cabeza.
—No; me refiero a la jardinería, una de mis aficiones. Me gusta la soledad.
_______________ se sintió sorprendida.
—¿Tú creaste esta belleza?
—Incluso las bestias necesitan descansar de tanto saqueo y pillaje —afirmó Joe—. El silencio se agradece después de escuchar los gritos de inocentes torturados.
_______________ sonrió embelesada. A veces aquel hombre era realmente encantador. Tal vez si se hubieran conocido en otras circunstancias, otro tiempo, otro lugar...
—Toda esta belleza encubre el hecho de que el castillo fue escenario de una gran tragedia –dijo Joe, dando un paso hacia ella.
—¿Qué tragedia?
—Éste es el castillo de la Doncella. Y un alma atormentada ronda la fortaleza que se erige encima de nosotros.
—¿Espíritus? —aventuró _______________, acercándose a él.
—Hace trescientos años murió una princesa cristiana en este lugar, suspirando por su pretendiente musulmán —contó Joe—. Muchos de mis hombres aseguran haberla visto cuando hacen guardia por la noche, siempre esperando y suspirando por su amante musulmán.
—Oh, qué terrible... —_______________ se santiguo y se acercó más a él.
Joe no solía desperdiciar una ocasión. La giro hacia él y la atrajo contra su cuerpo viril. Acerco el rostro a ella lentamente hasta cubrirle los labios con la boca, explorando su dulzura con un beso suave y sensual
_______________ se sintió atrapada en el hechizo de Joe con una languidez que iba apoderándose de sus sentidos Deslizó los brazos por su torso hasta enlazarlos alrededor de su cuello y apretarlo contra ella. Con su repentina entrega, el beso se volvió ardoroso y exigente. _______________ temblaba de deseo, buscando con su lengua la de él. De pronto, la cordura volvió en forma de un gemido de placer exhalado por _______________, que se aparto bruscamente.
—No soy ninguna furcia para dejar que me manoseen —acertó a decir—. Mi virginidad pertenece a mi marido. —Habiendo dicho eso, huyó de allí.
Joe se quedó mirándola fijamente. ¿Que había hecho mal? Ella había disfrutado con su beso. Eso lo sabía con certeza. Así pues, ¿por qué estaba tan disgustada? ¿Acaso esperaba que él se casara con ella?
Omar aguardaba en el pasillo, a las puertas de la alcoba del príncipe.
—¿Por qué os ha despedido tan pronto? —exclamó mientras su protegida pasaba junto a él como una exhalación.
—¿Por dónde se va a mi alcoba? —dijo _______________ sin detenerse.
—¿Habéis ofendido al príncipe? —gimió Omar—. ¿Qué habéis...?
—Cállate —le espetó _______________.
—Pero nuestras fortunas...
_______________ se detuvo en seco y se encaró con el hombrecillo.
—Mi honor es más valioso que tu maldita fortuna.
Omar guardó silencio. Con un gesto indicó el camino y la acompañó por el laberinto de pasillos y escaleras hasta su alcoba.
Joe pasó la noche dando vueltas en la cama, añorando sentir el cuerpo de su bella cautiva a su lado. El fiel Winston se acurrucó contra el largo cuerpo de su amo. Magro consuelo, a decir verdad.
Como creadas para el amor, la luna llena brillaba suspendida en el cielo y miles de estrellas rutilantes titilaban como diamantes en un fondo perfecto de terciopelo negro. Las fragancias de una miríada de flores se fundían como amantes e impregnaban el cielo nocturno de un velo invisible de aromas.
—Qué hermoso —suspiró _______________.
—¿Te complace mi arte? —preguntó Joe.
—¿Habéis conjurado la luna y las estrellas para complacerme?
Joe negó con la cabeza.
—No; me refiero a la jardinería, una de mis aficiones. Me gusta la soledad.
_______________ se sintió sorprendida.
—¿Tú creaste esta belleza?
—Incluso las bestias necesitan descansar de tanto saqueo y pillaje —afirmó Joe—. El silencio se agradece después de escuchar los gritos de inocentes torturados.
_______________ sonrió embelesada. A veces aquel hombre era realmente encantador. Tal vez si se hubieran conocido en otras circunstancias, otro tiempo, otro lugar...
—Toda esta belleza encubre el hecho de que el castillo fue escenario de una gran tragedia –dijo Joe, dando un paso hacia ella.
—¿Qué tragedia?
—Éste es el castillo de la Doncella. Y un alma atormentada ronda la fortaleza que se erige encima de nosotros.
—¿Espíritus? —aventuró _______________, acercándose a él.
—Hace trescientos años murió una princesa cristiana en este lugar, suspirando por su pretendiente musulmán —contó Joe—. Muchos de mis hombres aseguran haberla visto cuando hacen guardia por la noche, siempre esperando y suspirando por su amante musulmán.
—Oh, qué terrible... —_______________ se santiguo y se acercó más a él.
Joe no solía desperdiciar una ocasión. La giro hacia él y la atrajo contra su cuerpo viril. Acerco el rostro a ella lentamente hasta cubrirle los labios con la boca, explorando su dulzura con un beso suave y sensual
_______________ se sintió atrapada en el hechizo de Joe con una languidez que iba apoderándose de sus sentidos Deslizó los brazos por su torso hasta enlazarlos alrededor de su cuello y apretarlo contra ella. Con su repentina entrega, el beso se volvió ardoroso y exigente. _______________ temblaba de deseo, buscando con su lengua la de él. De pronto, la cordura volvió en forma de un gemido de placer exhalado por _______________, que se aparto bruscamente.
—No soy ninguna furcia para dejar que me manoseen —acertó a decir—. Mi virginidad pertenece a mi marido. —Habiendo dicho eso, huyó de allí.
Joe se quedó mirándola fijamente. ¿Que había hecho mal? Ella había disfrutado con su beso. Eso lo sabía con certeza. Así pues, ¿por qué estaba tan disgustada? ¿Acaso esperaba que él se casara con ella?
Omar aguardaba en el pasillo, a las puertas de la alcoba del príncipe.
—¿Por qué os ha despedido tan pronto? —exclamó mientras su protegida pasaba junto a él como una exhalación.
—¿Por dónde se va a mi alcoba? —dijo _______________ sin detenerse.
—¿Habéis ofendido al príncipe? —gimió Omar—. ¿Qué habéis...?
—Cállate —le espetó _______________.
—Pero nuestras fortunas...
_______________ se detuvo en seco y se encaró con el hombrecillo.
—Mi honor es más valioso que tu maldita fortuna.
Omar guardó silencio. Con un gesto indicó el camino y la acompañó por el laberinto de pasillos y escaleras hasta su alcoba.
Joe pasó la noche dando vueltas en la cama, añorando sentir el cuerpo de su bella cautiva a su lado. El fiel Winston se acurrucó contra el largo cuerpo de su amo. Magro consuelo, a decir verdad.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
9
Tras una noche agitada, _______________ despertó temprano. Estaba sola. Por el aspecto de la cama y la alcoba, supo que Joe no había dormido junto a ella. Puede que por fin entendiera que ella no quería tenerlo cerca. ¿O sí quería?
La imagen del príncipe acudió a su mente. Vio su rostro apuesto acercarse a ella, sintió el calor de su aliento, sus labios sensuales sobre su boca... Un delicioso estremecimiento le recorrió el cuerpo.
¡En nombre de Dios! _______________ bajó de la cama y cruzó la alcoba para mirar por la ventana. El amanecer alumbraba el horizonte por el este. _______________ se dio cuenta, sobresaltada, de que tenía que escapar o perdería su virtud. Las sensaciones desconocidas que el arrogante príncipe despertaba en ella eran demasiado excitantes, tentadoras y fuertes para resistirse por mucho tiempo a ellas.
_______________ decidió huir lo antes posible y encontrar la manera de dar con April. Juntas regresarían a Inglaterra. ¡Aunque tuvieran que caminar a lo largo y ancho de toda Europa!
Era muy temprano, por lo que habría poca gente levantada. Aquél era el momento más propicio para escapar. Con la llegada de Abdul y los hombres del príncipe, sería muy difícil hacerlo, si no imposible. ¿Cómo iría? ¿Por tierra o por mar? La mirada de _______________ vagó hasta la playa desierta. Los dos botes seguían amarrados a la arena. Iría por mar. ¿Cómo se disfrazaría? Viajar como mujer era demasiado peligroso. ¡Ojalá tuviera ropas turcas! Pero no había nada que hacer. Se conformaría con vestirse de mozo de cuadras inglés. Y que Dios, Alá o quien fuera la protegiera.
Cruzó la alcoba a toda prisa y empezó a sacar los vestidos que guardaba en su baúl de viaje. Hurgó hasta el fondo y encontró el traje de mozo de cuadras que usaba para montar. Su madre le había prohibido llevárselo a Francia, así que lo había escondido en el fondo del baúl. Sacó las calzas deshilachadas y la camisa, junto con la gorra y las botas negras de cuero.
Temiendo que le sorprendieran mientras se preparaba, se cambió apresuradamente, se calzó las botas y recogió la fogosa melena bajo la gorra. Cogió todos los vestidos, formó una bola y los llevó a la cama. Ahí compuso una forma que ella confiaba se asemejara a una persona y la cubrió con el edredón. Luego cruzó la alcoba de puntillas, apoyó la oreja contra la puerta y escuchó. En el pasillo no se oía nada. ¿Dónde estarían Joe y Omar? Respiró hondo y accionó el picaporte. La puerta estaba abierta. Omar las pasaría negras por eso.
_______________ salió al pasillo poco iluminado. Pegada contra la pared, avanzó de puntillas hasta la escalera. Ojalá se acordara de cómo salir de ese laberinto de piedra...
Tras pasar la noche insomne, Joe había salido con Winston al muro supuestamente encantado que dominaba la bahía. Necesitaba despejarse la cabeza y para ello confiaba en el olor salado del mar y la prodigiosa visión del sol naciente.
Joe se esforzaba en vano por concentrarse en quién querría ver muerto a Kevin. ¿Se trataba de una vil conspiración o de un fanático solitario? Pero cada vez que intentaba pensar en el intento de asesinato, su mente conjuraba la visión de su cautiva, su melena de fuego, sus miradas seductoras, el contoneo de sus caderas y su espíritu intrépido. Nunca había conocido una mujer como ella. Ojalá se hubieran conocido en otras circunstancias, otro tiempo, otro lugar...
¡En nombre de Alá! Ella era la prometida de Fougere y el instrumento de su venganza.
Mirando hacia el mar, Joe advirtió un fugaz movimiento furtivo por el sendero que conducía a la playa. Dio un paso hacia el borde del parapeto y escudriñó aquel punto. Alguien o algo se ocultaba detrás de las rocas que bordeaban el camino.
—Inshallah —murmuró.
Su cautiva intentaba escapar. Girando sobre sus talones, Joe se precipitó hacia la escalera. Winston le seguía de cerca.
En la playa, _______________ se escondió entre los juncos para recuperar el aliento. El corazón le latía desbocado y se sentía mareada.
Hizo un esfuerzo para escrutar la playa desierta y luego se lanzó a la carrera hacia uno de los dos botes. Lo arrastró, resoplando, hasta la orilla, se encaramo de un salto y empezó a remar hacia la libertad.
«Nunca más volveré a verle la cara.. Ese pensamiento la cogió por sorpresa. Aquella idea fugaz la inquietó por alguna razón desconocida pero pronto se desvaneció. «¿Hacia dónde tengo que ir para llegar a la mansión de Nick? —se preguntó—. ¿Sobreviviré en esta decrépita bañera que hace las veces de bote? ¿O me ahogaré?»
_______________ esperaba llegar a la mansión de Nick siguiendo la línea de la costa. Allí rescataría de alguna manera a April y juntas remarían de vuelta a Inglaterra. Si se ahogaba por el camino, así sea. Feliz estaría de morir como una mujer libre en lugar de vivir como prisionera del príncipe. Por cierto, ¿dónde estaba él?
_______________ miró hacia la orilla. Como si sus pensamientos lo hubieran conjurado, allí estaba Joe con los brazos en jarras, mirándola con una sonrisa. ¿Acaso el príncipe había perdido la cabeza? Ella se daba a la fuga y él permanecía ahí sonriendo como un imbécil.
Joe observó a _______________, que bregaba con los pesados remos. Su flor silvestre era demasiado delicada.
—Quieto, Winston —ordenó a su perro.
Se quitó las botas y se recogió los pantalones hasta la rodilla, luego empujó el segundo bote hasta la orilla y saltó al interior. Con movimientos pausados, empezó a remar hacia su cautiva. Al fin y al cabo, ella no llegaría muy lejos en un bote que hacía agua.
En un intento desesperado por distanciarse, _______________ remó con frenesí, pero los largos golpes de remo del príncipe acortaban distancias inexorablemente. _______________ supo que había perdido la partida pero decidió ignorar el hecho. Siguió remando y ni siquiera se dignó a dirigirle una mirada. El príncipe no hizo intento alguno de detenerla.
—Buenos días, señora mía —saludó Joe.
_______________ lo miró de soslayo pero no dijo nada. ¿Qué nuevo juego se traía entre manos ?
Joe se aclaró la garganta.
—He dicho buenos días.
—Os he oído.
—Maravillosa mañana para salir a remar, ¿no te parece?
—Un ejercicio muy vigorizante —contestó _______________, decidiendo seguirle el juego.
—¿Adónde vas? —preguntó Joe.
—A casa.
—Tu casa está aquí, conmigo.
—Mi casa está en Inglaterra.
—Así pues, ¿te vas remando a Inglaterra? Siento decirte que no llegarás.
_______________ lo miró con desdén.
—Llegaré si me dejáis en paz.
La imagen del príncipe acudió a su mente. Vio su rostro apuesto acercarse a ella, sintió el calor de su aliento, sus labios sensuales sobre su boca... Un delicioso estremecimiento le recorrió el cuerpo.
¡En nombre de Dios! _______________ bajó de la cama y cruzó la alcoba para mirar por la ventana. El amanecer alumbraba el horizonte por el este. _______________ se dio cuenta, sobresaltada, de que tenía que escapar o perdería su virtud. Las sensaciones desconocidas que el arrogante príncipe despertaba en ella eran demasiado excitantes, tentadoras y fuertes para resistirse por mucho tiempo a ellas.
_______________ decidió huir lo antes posible y encontrar la manera de dar con April. Juntas regresarían a Inglaterra. ¡Aunque tuvieran que caminar a lo largo y ancho de toda Europa!
Era muy temprano, por lo que habría poca gente levantada. Aquél era el momento más propicio para escapar. Con la llegada de Abdul y los hombres del príncipe, sería muy difícil hacerlo, si no imposible. ¿Cómo iría? ¿Por tierra o por mar? La mirada de _______________ vagó hasta la playa desierta. Los dos botes seguían amarrados a la arena. Iría por mar. ¿Cómo se disfrazaría? Viajar como mujer era demasiado peligroso. ¡Ojalá tuviera ropas turcas! Pero no había nada que hacer. Se conformaría con vestirse de mozo de cuadras inglés. Y que Dios, Alá o quien fuera la protegiera.
Cruzó la alcoba a toda prisa y empezó a sacar los vestidos que guardaba en su baúl de viaje. Hurgó hasta el fondo y encontró el traje de mozo de cuadras que usaba para montar. Su madre le había prohibido llevárselo a Francia, así que lo había escondido en el fondo del baúl. Sacó las calzas deshilachadas y la camisa, junto con la gorra y las botas negras de cuero.
Temiendo que le sorprendieran mientras se preparaba, se cambió apresuradamente, se calzó las botas y recogió la fogosa melena bajo la gorra. Cogió todos los vestidos, formó una bola y los llevó a la cama. Ahí compuso una forma que ella confiaba se asemejara a una persona y la cubrió con el edredón. Luego cruzó la alcoba de puntillas, apoyó la oreja contra la puerta y escuchó. En el pasillo no se oía nada. ¿Dónde estarían Joe y Omar? Respiró hondo y accionó el picaporte. La puerta estaba abierta. Omar las pasaría negras por eso.
_______________ salió al pasillo poco iluminado. Pegada contra la pared, avanzó de puntillas hasta la escalera. Ojalá se acordara de cómo salir de ese laberinto de piedra...
Tras pasar la noche insomne, Joe había salido con Winston al muro supuestamente encantado que dominaba la bahía. Necesitaba despejarse la cabeza y para ello confiaba en el olor salado del mar y la prodigiosa visión del sol naciente.
Joe se esforzaba en vano por concentrarse en quién querría ver muerto a Kevin. ¿Se trataba de una vil conspiración o de un fanático solitario? Pero cada vez que intentaba pensar en el intento de asesinato, su mente conjuraba la visión de su cautiva, su melena de fuego, sus miradas seductoras, el contoneo de sus caderas y su espíritu intrépido. Nunca había conocido una mujer como ella. Ojalá se hubieran conocido en otras circunstancias, otro tiempo, otro lugar...
¡En nombre de Alá! Ella era la prometida de Fougere y el instrumento de su venganza.
Mirando hacia el mar, Joe advirtió un fugaz movimiento furtivo por el sendero que conducía a la playa. Dio un paso hacia el borde del parapeto y escudriñó aquel punto. Alguien o algo se ocultaba detrás de las rocas que bordeaban el camino.
—Inshallah —murmuró.
Su cautiva intentaba escapar. Girando sobre sus talones, Joe se precipitó hacia la escalera. Winston le seguía de cerca.
En la playa, _______________ se escondió entre los juncos para recuperar el aliento. El corazón le latía desbocado y se sentía mareada.
Hizo un esfuerzo para escrutar la playa desierta y luego se lanzó a la carrera hacia uno de los dos botes. Lo arrastró, resoplando, hasta la orilla, se encaramo de un salto y empezó a remar hacia la libertad.
«Nunca más volveré a verle la cara.. Ese pensamiento la cogió por sorpresa. Aquella idea fugaz la inquietó por alguna razón desconocida pero pronto se desvaneció. «¿Hacia dónde tengo que ir para llegar a la mansión de Nick? —se preguntó—. ¿Sobreviviré en esta decrépita bañera que hace las veces de bote? ¿O me ahogaré?»
_______________ esperaba llegar a la mansión de Nick siguiendo la línea de la costa. Allí rescataría de alguna manera a April y juntas remarían de vuelta a Inglaterra. Si se ahogaba por el camino, así sea. Feliz estaría de morir como una mujer libre en lugar de vivir como prisionera del príncipe. Por cierto, ¿dónde estaba él?
_______________ miró hacia la orilla. Como si sus pensamientos lo hubieran conjurado, allí estaba Joe con los brazos en jarras, mirándola con una sonrisa. ¿Acaso el príncipe había perdido la cabeza? Ella se daba a la fuga y él permanecía ahí sonriendo como un imbécil.
Joe observó a _______________, que bregaba con los pesados remos. Su flor silvestre era demasiado delicada.
—Quieto, Winston —ordenó a su perro.
Se quitó las botas y se recogió los pantalones hasta la rodilla, luego empujó el segundo bote hasta la orilla y saltó al interior. Con movimientos pausados, empezó a remar hacia su cautiva. Al fin y al cabo, ella no llegaría muy lejos en un bote que hacía agua.
En un intento desesperado por distanciarse, _______________ remó con frenesí, pero los largos golpes de remo del príncipe acortaban distancias inexorablemente. _______________ supo que había perdido la partida pero decidió ignorar el hecho. Siguió remando y ni siquiera se dignó a dirigirle una mirada. El príncipe no hizo intento alguno de detenerla.
—Buenos días, señora mía —saludó Joe.
_______________ lo miró de soslayo pero no dijo nada. ¿Qué nuevo juego se traía entre manos ?
Joe se aclaró la garganta.
—He dicho buenos días.
—Os he oído.
—Maravillosa mañana para salir a remar, ¿no te parece?
—Un ejercicio muy vigorizante —contestó _______________, decidiendo seguirle el juego.
—¿Adónde vas? —preguntó Joe.
—A casa.
—Tu casa está aquí, conmigo.
—Mi casa está en Inglaterra.
—Así pues, ¿te vas remando a Inglaterra? Siento decirte que no llegarás.
_______________ lo miró con desdén.
—Llegaré si me dejáis en paz.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
—Si yo accediera a eso, hermosa mía, ten por seguro que te ahogarías.
—Bordearé la costa.
—En ese caso, más te convendría ir andando por la arena —advirtió Joe—. Ese bote hace agua.
—No me lo creo. —_______________ remaba sin perder el ritmo.
—Date la vuelta y mira.
_______________ echó un vistazo por encima del hombro y fijó los ojos en el horizonte.
—Mira abajo.
_______________ dejó de remar justo lo necesario para comprobar el fondo del bote a sus espaldas. Era cierto, se filtraba agua. Se miró los pies. Un charco de agua le cubría hasta los tobillos.
_______________ lanzó una imprecación con un estilo impropio de su condición de dama. Luego palideció y miró al príncipe.
—No sé nadar —gimoteó.
Joe maniobró el bote hasta colocarlo junto al de ella.
—Sube, pero no nos desequilibres —le dijo.
Con cuidado, _______________ se levantó y se pasó al otro bote. Se sentó frente a él. Sus ojos se encontraron y se miraron largo rato. _______________ fue la primera en desviar la vista. Joe empezó a remar hacia la orilla.
Una vez en la playa, el príncipe saltó del bote y lo arrastró por la arena. Sin demasiados miramientos, sacó a _______________ en brazos y la depositó en tierra.
—Fuera de mi protección acechan peligros innombrables —le advirtió Joe, mirándola desde su imponente estatura—. Considérate afortunada de que te haya visto. —Intentó cogerla por el brazo pero _______________ se soltó bruscamente y se encaró con él.
—¿Afortunada? ¿Creéis que soy afortunada de ser vuestra prisionera? —exclamó _______________. Con las manos en las caderas, su aspecto enfurecido era sublime—. Dejasteis esa bañera inservible para engañarme.
—Jamás desearía verte muerta —afirmó Joe—. Muchas mujeres se sentirían honradas de ser mi concubina.
—¿Co... co... concubina? —farfulló _______________.
En ese momento Winston se abalanzó sobre ella y, apoyando las patas delanteras en sus hombros, le lamió la cara.
—¡Quítame de encima este animal sarnoso! —exclamó _______________, y aprendió una lección importante: no hables cuando un perro te está lamiendo la cara. Winston incluso introdujo su lengua en la boca abierta de la chica.
—¡Ajjj!
—Siéntate, Winston —ordenó Joe—. Ahí tienes la prueba.
—¿La prueba de qué? —_______________ cayó limpiamente en la trampa.
—Puesto que Winston se siente atraído por ti, no hay duda que eres una perra —remachó Joe.
—Prefiero sus besos a los tuyos.
Con gesto rudo Joe la apretó contra su largo cuerpo viril. Sus labios planearon sobre los de ella, y le preguntó con voz ronca:
—¿Es verdad eso?
Su cercanía la excitó, pero fingió indiferencia y replicó:
—¿Quieres ponerme a prueba?
—Antes enjuágate la boca —dijo Joe, aflojando la mano que la sujetaba—. Esta mañana he visto que Winston se lamía el trasero.
—¡Ajjj! —Con una mueca de asco, _______________ se trotó la boca frenéticamente, y clavó los ojos en el perro, enfurecida. Winston meneó la cola.
Joe la cogió por el antebrazo y la condujo por el sendero que subía al castillo. Al llegar a la alcoba de _______________, Joe la hizo entrar de un empujón y luego se encaró con el eunuco.
—¿Cómo ha conseguido escapar? —le espeto el príncipe, agarrándolo por la camisa y levantándolo en vilo.
—¿Cómo? —preguntó Omar corno un eco nervioso, tragando saliva—. No lo entiendo.
—Salí por la puerta—murmuró _______________.
—¿Dejaste la puerta sin cerrar y sin vigilancia? —vociferó incrédulo Joe, y arrojó al hombrecillo contra un extremo de la habitación.
_______________ se precipitó en su ayuda y se dejo caer de rodillas junto a él.
—¿Te has hecho daño? —pregunto.
Temblando de miedo, Omar meneó la cabeza.
—Omar no tiene la culpa —confesó _______________, encarándose con el príncipe—. Es indigno, incluso de vos, atacar a una persona más débil.
—¡Silencio! —gritó Joe.
Omar paseó la mirada del príncipe a su cautiva y otra vez a él. A ese paso no habría hijos fuertes y él perdería su fortuna antes incluso de haberla conseguido. Por lo visto, su recompensa por esta ingrata tarea no sería más que un sufrimiento permanente.
—Recuerda que este diablo con forma de mujer es mi prisionero, y actúa en consecuencia —le advirtió Joe.
—¿Diablo? —chilló _______________.
Joe se volvió hacia ella con ojos gélidos, fulminándola con la mirada. Al salir, ordenó por encima del hombro.
—Lávala. Y en nombre de Alá, quema esas prendas tan repugnantes que lleva. —Cerró de un portazo.
—Desventurada será la mujer que desafía a un hombre —dijo Omar, citando el Corán.
—¡Ingrato! —le espetó _______________—. Te he defendido ante él.
—Las mujeres deben mostrarse respetuosas en presencia de una barba —añadió Omar.
—Métete esa idea donde te quepa, enano imbécil.
—Me habéis hecho quedar mal con el príncipe —gimió él—. Y hacéis peligrar nuestras fortunas.
—¡Oh, Dios! Vete. Déjame sola. Y asegura la puerta cuando salgas o el príncipe se verá obligado a matarte.
Omar puso los ojos en blanco. Aquella pequeña salvaje ya daba órdenes corno una princesa imperial. ¿Por qué no se entregaba al príncipe y se fundían en uno? Omar se dijo que jamás entendería a las mujeres, y mucho menos a aquélla. Bendito sea Ala, un eunuco no tenía necesidad de entender al sexo débil; sólo tenía que servirle.
—Bordearé la costa.
—En ese caso, más te convendría ir andando por la arena —advirtió Joe—. Ese bote hace agua.
—No me lo creo. —_______________ remaba sin perder el ritmo.
—Date la vuelta y mira.
_______________ echó un vistazo por encima del hombro y fijó los ojos en el horizonte.
—Mira abajo.
_______________ dejó de remar justo lo necesario para comprobar el fondo del bote a sus espaldas. Era cierto, se filtraba agua. Se miró los pies. Un charco de agua le cubría hasta los tobillos.
_______________ lanzó una imprecación con un estilo impropio de su condición de dama. Luego palideció y miró al príncipe.
—No sé nadar —gimoteó.
Joe maniobró el bote hasta colocarlo junto al de ella.
—Sube, pero no nos desequilibres —le dijo.
Con cuidado, _______________ se levantó y se pasó al otro bote. Se sentó frente a él. Sus ojos se encontraron y se miraron largo rato. _______________ fue la primera en desviar la vista. Joe empezó a remar hacia la orilla.
Una vez en la playa, el príncipe saltó del bote y lo arrastró por la arena. Sin demasiados miramientos, sacó a _______________ en brazos y la depositó en tierra.
—Fuera de mi protección acechan peligros innombrables —le advirtió Joe, mirándola desde su imponente estatura—. Considérate afortunada de que te haya visto. —Intentó cogerla por el brazo pero _______________ se soltó bruscamente y se encaró con él.
—¿Afortunada? ¿Creéis que soy afortunada de ser vuestra prisionera? —exclamó _______________. Con las manos en las caderas, su aspecto enfurecido era sublime—. Dejasteis esa bañera inservible para engañarme.
—Jamás desearía verte muerta —afirmó Joe—. Muchas mujeres se sentirían honradas de ser mi concubina.
—¿Co... co... concubina? —farfulló _______________.
En ese momento Winston se abalanzó sobre ella y, apoyando las patas delanteras en sus hombros, le lamió la cara.
—¡Quítame de encima este animal sarnoso! —exclamó _______________, y aprendió una lección importante: no hables cuando un perro te está lamiendo la cara. Winston incluso introdujo su lengua en la boca abierta de la chica.
—¡Ajjj!
—Siéntate, Winston —ordenó Joe—. Ahí tienes la prueba.
—¿La prueba de qué? —_______________ cayó limpiamente en la trampa.
—Puesto que Winston se siente atraído por ti, no hay duda que eres una perra —remachó Joe.
—Prefiero sus besos a los tuyos.
Con gesto rudo Joe la apretó contra su largo cuerpo viril. Sus labios planearon sobre los de ella, y le preguntó con voz ronca:
—¿Es verdad eso?
Su cercanía la excitó, pero fingió indiferencia y replicó:
—¿Quieres ponerme a prueba?
—Antes enjuágate la boca —dijo Joe, aflojando la mano que la sujetaba—. Esta mañana he visto que Winston se lamía el trasero.
—¡Ajjj! —Con una mueca de asco, _______________ se trotó la boca frenéticamente, y clavó los ojos en el perro, enfurecida. Winston meneó la cola.
Joe la cogió por el antebrazo y la condujo por el sendero que subía al castillo. Al llegar a la alcoba de _______________, Joe la hizo entrar de un empujón y luego se encaró con el eunuco.
—¿Cómo ha conseguido escapar? —le espeto el príncipe, agarrándolo por la camisa y levantándolo en vilo.
—¿Cómo? —preguntó Omar corno un eco nervioso, tragando saliva—. No lo entiendo.
—Salí por la puerta—murmuró _______________.
—¿Dejaste la puerta sin cerrar y sin vigilancia? —vociferó incrédulo Joe, y arrojó al hombrecillo contra un extremo de la habitación.
_______________ se precipitó en su ayuda y se dejo caer de rodillas junto a él.
—¿Te has hecho daño? —pregunto.
Temblando de miedo, Omar meneó la cabeza.
—Omar no tiene la culpa —confesó _______________, encarándose con el príncipe—. Es indigno, incluso de vos, atacar a una persona más débil.
—¡Silencio! —gritó Joe.
Omar paseó la mirada del príncipe a su cautiva y otra vez a él. A ese paso no habría hijos fuertes y él perdería su fortuna antes incluso de haberla conseguido. Por lo visto, su recompensa por esta ingrata tarea no sería más que un sufrimiento permanente.
—Recuerda que este diablo con forma de mujer es mi prisionero, y actúa en consecuencia —le advirtió Joe.
—¿Diablo? —chilló _______________.
Joe se volvió hacia ella con ojos gélidos, fulminándola con la mirada. Al salir, ordenó por encima del hombro.
—Lávala. Y en nombre de Alá, quema esas prendas tan repugnantes que lleva. —Cerró de un portazo.
—Desventurada será la mujer que desafía a un hombre —dijo Omar, citando el Corán.
—¡Ingrato! —le espetó _______________—. Te he defendido ante él.
—Las mujeres deben mostrarse respetuosas en presencia de una barba —añadió Omar.
—Métete esa idea donde te quepa, enano imbécil.
—Me habéis hecho quedar mal con el príncipe —gimió él—. Y hacéis peligrar nuestras fortunas.
—¡Oh, Dios! Vete. Déjame sola. Y asegura la puerta cuando salgas o el príncipe se verá obligado a matarte.
Omar puso los ojos en blanco. Aquella pequeña salvaje ya daba órdenes corno una princesa imperial. ¿Por qué no se entregaba al príncipe y se fundían en uno? Omar se dijo que jamás entendería a las mujeres, y mucho menos a aquélla. Bendito sea Ala, un eunuco no tenía necesidad de entender al sexo débil; sólo tenía que servirle.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Aquella tarde Joe se encontraba en el patio para recibir a sus hombres. Abdul y los demás hombres acababan de llegar de la mansión de Nick y en ese momento se apeaban de los caballos.
Joe se acercó a ellos, estrechó la mano de su ayudante y luego dijo en turco a los demás guerreros:
—Vuestro viaje ha sido veloz y seguro. Os felicito.
Abdul asintió.
—¿Y el vuestro cómo ha sido?
—La visita a Estambul fue infructuosa —explicó Joe—. Una pérdida de tiempo.
—¿Por qué?
—Denise se comportó con su desprecio habitual. —Joe no reparó en la amargura que teñía sus palabras al hablar de su madre—. Kevin no tiene ni idea de quién podría beneficiarse de su muerte. Marie cree que la culpable es Lyndar.
—¿Lyndar? —repitió Abdul.
—La nueva kadin de mi tío —aclaró Joe—. Hace poco dio a luz un varón y le puso como nombre Karim, en honor de mi hermano.
—Ninguna madre quiere el mal para su hijo —observó Abdul—. Si algo le sucediera a Selim y Kevin se convirtiera en sultán, tendría que sacrificar la vida de su hijo.
—El bebé nació tullido, es imperfecto y jamás podría desafiar el derecho de Kevin al sultanato —barruntó Joe—. Ningún hombre iría a la guerra bajo el mando de un cojo.
—¿Esa Lyndar sería capaz de poner en marcha un plan condenado al fracaso?
—Con la posible excepción de mi madre, ninguna mujer es capaz de concebir tal ardid.
—¿Alguna hipótesis? —preguntó Abdul.
—Otros asuntos han ocupado mi mente —reconoció Joe.
Una sonrisa iluminó el rostro de Abdul.
—¿Vuestra cautiva, quizá?
Joe miró en dirección a la alcoba de _______________.
—Esta mañana ha intentado escapar. Afortunadamente el bote que cogió hacía agua.
Abdul sonrió.
—Me alivia saber que la pequeña salvaje no os ha rajado el cuello. ¿Tenéis noticia sobre el paradero de la comadreja?
Joe negó con la cabeza y en ese momento algo atrajo su atención. El cuidador de las palomas mensajeras cruzaba el patio a toda prisa en dirección a ellos y se detuvo a cierta distancia, esperando permiso para acercarse. El príncipe hizo un gesto con la cabeza. El hombre le entregó una misiva y luego retrocedió unos pasos. La noticia era inquietante, y el viejo sirviente no tenía intención de exponerse a la proverbial cólera del príncipe.
Joe leyó el mensaje y levantó la vista. La furia mudó su rostro en una expresión aterradora.
—¿Malas noticias? —indagó Abdul.
—Alguien ha intentado asesinar a Lyndar y su hijo.
—¿Cómo? ¿Dónde? —preguntó Abdul consternado.
—La nota de mi madre es breve y no ofrece detalles. Mañana viajaremos a Estambul.
—Supongo que esto demuestra la inocencia de Lyndar —observó Abdul.
—Denise dice que hay pruebas que demuestran la participación de Fougere —agregó Joe.
—¿La comadreja?
—Mi amo —lo llamó Omar, distrayéndolos. El robusto hombrecillo cruzaba el patio a paso apresurado y los abordó sin esperar el permiso del príncipe—. Os he estado buscando.
—Y ya me has encontrado —dijo Joe—. Habla.
—¿Quién es éste? —preguntó Abdul, mirando al eunuco desde su imponente estatura.
—Mi madre me envió a Omar para que se ocupara de mi cautiva —respondió Joe—. Por desgracia, le deja la puerta abierta y sin vigilar.
Omar saludó a Abdul con un gesto de la cabeza, pero de pronto recordó su reciente escarceo con la muerte, y gritó:
—¡Me ha apuñalado!
—¿Quién te ha apuñalado? —preguntó Joe—. ¿Y cómo es que no estás muerto?
—O al menos sangrando —añadió Abdul, conteniendo una carcajada.
—No tiene ninguna gracia —le espetó Omar al gigante. Se volvió hacia el príncipe y dijo—: Mientras vuestra a... am... prisionera dormía la oí gemir. Como es natural, me preocupé e intenté despertarla. Entonces empezó a gritar el nombre de su padre, me cogió por sorpresa y me apuñaló.
—¿Estás herido? —inquirió Abdul.
—¿Cómo consiguió el cuchillo? —quiso saber Joe.
—Sólo se trataba de un cuchillo imaginario —dijo Omar—. De lo contrario ahora no estaría hablando con vos. Por Alá, sufre unas pesadillas aterradoras.
Joe no dijo nada y miró en dirección a la alcoba de su cautiva. _______________, de pie frente a la ventana, advirtió que él la miraba y se apartó.
«Ya basta», decidió Joe. El príncipe giró sobre sus talones y dejó a sus hombres, que lo siguieron con la mirada mientras se alejaba.
_______________ se giró al escuchar el ruido de la llave en la cerradura. La puerta se abrió de par en par y en el umbral apareció su captor.
—No eres responsable de la muerte de tu padre –repitió Joe, avanzando hacia ella
—¿Qué? —_______________ lo miró confundida.
—No volverás a soñar con la muerte de tu padre —le ordenó Joe, señalándola con el dedo—. Es una orden.
—¿Cómo os atrevéis...?
—Me atrevo porque alborotas mi casa y asustas a mis sirvientes.
—¿Asustar a quién?
—Omar todavía tiembla porque lo apuñalaste mientras dormías —dijo Joe—. ¿No te acuerdas de haberlo hecho?
_______________ palideció.
—¿Está herido?
Joe sonrió.
—No tenías un arma, sólo lo hiciste en tu sueño.
—Y entonces, ¿por qué demonios dais voces de esta manera?
—Eres tú la que da voces —replicó Joe—. Baja el tono cuando hables conmigo.
—Mis pensamientos y mis sueños me pertenecen —replicó _______________—. No podéis...
—La muerte de tu padre no fue culpa tuya —la interrumpió Joe, resuelto a exorcizar su inmerecida responsabilidad en el asunto—. Desobedeciste a tu padre, pero su destino era morir aquel día.
En un intento por no oír aquellas palabras, _______________ se cubrió los oídos con las manos.
—Escúchame. —Joe le cogió las manos, se las apartó con un gesto brusco y la sacudió con fuerza—. Una niña de diez años es incapaz de salvar a un hombre de sus asesinos. Tu...
De pronto _______________ lo golpeó con toda su fuerza.
—Mi padre era amable, honrado y justo. Un santo que me quería a pesar de mis fallos, me llamaba su sombra porque lo seguía a todas partes. La única vez que lo desobedecí... ¡No manchéis la memoria de mi padre hablando de él!
Joe no pudo hacer otra cosa que mirarla fijamente. Estaba asombrado por la potencia de su puñetazo y por la audacia tan increíblemente estúpida de aquella mujer. Ningún hombre lo había golpeado jamás y seguido con vida.
«Está angustiada –se dijo Joe—. No se da cuenta de lo que hace... ¿De verdad no se da cuenta? —pensó Joe, luchando contra sus contradicciones internas—. Ella es la prometida de la comadreja.»
—Alejad vuestra detestable persona de mi presencia —le soltó _______________— ¡Os odio!
Joe se acercó a ellos, estrechó la mano de su ayudante y luego dijo en turco a los demás guerreros:
—Vuestro viaje ha sido veloz y seguro. Os felicito.
Abdul asintió.
—¿Y el vuestro cómo ha sido?
—La visita a Estambul fue infructuosa —explicó Joe—. Una pérdida de tiempo.
—¿Por qué?
—Denise se comportó con su desprecio habitual. —Joe no reparó en la amargura que teñía sus palabras al hablar de su madre—. Kevin no tiene ni idea de quién podría beneficiarse de su muerte. Marie cree que la culpable es Lyndar.
—¿Lyndar? —repitió Abdul.
—La nueva kadin de mi tío —aclaró Joe—. Hace poco dio a luz un varón y le puso como nombre Karim, en honor de mi hermano.
—Ninguna madre quiere el mal para su hijo —observó Abdul—. Si algo le sucediera a Selim y Kevin se convirtiera en sultán, tendría que sacrificar la vida de su hijo.
—El bebé nació tullido, es imperfecto y jamás podría desafiar el derecho de Kevin al sultanato —barruntó Joe—. Ningún hombre iría a la guerra bajo el mando de un cojo.
—¿Esa Lyndar sería capaz de poner en marcha un plan condenado al fracaso?
—Con la posible excepción de mi madre, ninguna mujer es capaz de concebir tal ardid.
—¿Alguna hipótesis? —preguntó Abdul.
—Otros asuntos han ocupado mi mente —reconoció Joe.
Una sonrisa iluminó el rostro de Abdul.
—¿Vuestra cautiva, quizá?
Joe miró en dirección a la alcoba de _______________.
—Esta mañana ha intentado escapar. Afortunadamente el bote que cogió hacía agua.
Abdul sonrió.
—Me alivia saber que la pequeña salvaje no os ha rajado el cuello. ¿Tenéis noticia sobre el paradero de la comadreja?
Joe negó con la cabeza y en ese momento algo atrajo su atención. El cuidador de las palomas mensajeras cruzaba el patio a toda prisa en dirección a ellos y se detuvo a cierta distancia, esperando permiso para acercarse. El príncipe hizo un gesto con la cabeza. El hombre le entregó una misiva y luego retrocedió unos pasos. La noticia era inquietante, y el viejo sirviente no tenía intención de exponerse a la proverbial cólera del príncipe.
Joe leyó el mensaje y levantó la vista. La furia mudó su rostro en una expresión aterradora.
—¿Malas noticias? —indagó Abdul.
—Alguien ha intentado asesinar a Lyndar y su hijo.
—¿Cómo? ¿Dónde? —preguntó Abdul consternado.
—La nota de mi madre es breve y no ofrece detalles. Mañana viajaremos a Estambul.
—Supongo que esto demuestra la inocencia de Lyndar —observó Abdul.
—Denise dice que hay pruebas que demuestran la participación de Fougere —agregó Joe.
—¿La comadreja?
—Mi amo —lo llamó Omar, distrayéndolos. El robusto hombrecillo cruzaba el patio a paso apresurado y los abordó sin esperar el permiso del príncipe—. Os he estado buscando.
—Y ya me has encontrado —dijo Joe—. Habla.
—¿Quién es éste? —preguntó Abdul, mirando al eunuco desde su imponente estatura.
—Mi madre me envió a Omar para que se ocupara de mi cautiva —respondió Joe—. Por desgracia, le deja la puerta abierta y sin vigilar.
Omar saludó a Abdul con un gesto de la cabeza, pero de pronto recordó su reciente escarceo con la muerte, y gritó:
—¡Me ha apuñalado!
—¿Quién te ha apuñalado? —preguntó Joe—. ¿Y cómo es que no estás muerto?
—O al menos sangrando —añadió Abdul, conteniendo una carcajada.
—No tiene ninguna gracia —le espetó Omar al gigante. Se volvió hacia el príncipe y dijo—: Mientras vuestra a... am... prisionera dormía la oí gemir. Como es natural, me preocupé e intenté despertarla. Entonces empezó a gritar el nombre de su padre, me cogió por sorpresa y me apuñaló.
—¿Estás herido? —inquirió Abdul.
—¿Cómo consiguió el cuchillo? —quiso saber Joe.
—Sólo se trataba de un cuchillo imaginario —dijo Omar—. De lo contrario ahora no estaría hablando con vos. Por Alá, sufre unas pesadillas aterradoras.
Joe no dijo nada y miró en dirección a la alcoba de su cautiva. _______________, de pie frente a la ventana, advirtió que él la miraba y se apartó.
«Ya basta», decidió Joe. El príncipe giró sobre sus talones y dejó a sus hombres, que lo siguieron con la mirada mientras se alejaba.
_______________ se giró al escuchar el ruido de la llave en la cerradura. La puerta se abrió de par en par y en el umbral apareció su captor.
—No eres responsable de la muerte de tu padre –repitió Joe, avanzando hacia ella
—¿Qué? —_______________ lo miró confundida.
—No volverás a soñar con la muerte de tu padre —le ordenó Joe, señalándola con el dedo—. Es una orden.
—¿Cómo os atrevéis...?
—Me atrevo porque alborotas mi casa y asustas a mis sirvientes.
—¿Asustar a quién?
—Omar todavía tiembla porque lo apuñalaste mientras dormías —dijo Joe—. ¿No te acuerdas de haberlo hecho?
_______________ palideció.
—¿Está herido?
Joe sonrió.
—No tenías un arma, sólo lo hiciste en tu sueño.
—Y entonces, ¿por qué demonios dais voces de esta manera?
—Eres tú la que da voces —replicó Joe—. Baja el tono cuando hables conmigo.
—Mis pensamientos y mis sueños me pertenecen —replicó _______________—. No podéis...
—La muerte de tu padre no fue culpa tuya —la interrumpió Joe, resuelto a exorcizar su inmerecida responsabilidad en el asunto—. Desobedeciste a tu padre, pero su destino era morir aquel día.
En un intento por no oír aquellas palabras, _______________ se cubrió los oídos con las manos.
—Escúchame. —Joe le cogió las manos, se las apartó con un gesto brusco y la sacudió con fuerza—. Una niña de diez años es incapaz de salvar a un hombre de sus asesinos. Tu...
De pronto _______________ lo golpeó con toda su fuerza.
—Mi padre era amable, honrado y justo. Un santo que me quería a pesar de mis fallos, me llamaba su sombra porque lo seguía a todas partes. La única vez que lo desobedecí... ¡No manchéis la memoria de mi padre hablando de él!
Joe no pudo hacer otra cosa que mirarla fijamente. Estaba asombrado por la potencia de su puñetazo y por la audacia tan increíblemente estúpida de aquella mujer. Ningún hombre lo había golpeado jamás y seguido con vida.
«Está angustiada –se dijo Joe—. No se da cuenta de lo que hace... ¿De verdad no se da cuenta? —pensó Joe, luchando contra sus contradicciones internas—. Ella es la prometida de la comadreja.»
—Alejad vuestra detestable persona de mi presencia —le soltó _______________— ¡Os odio!
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
—No deseo tu afecto. —Joe se sintió dolido por sus palabras pero mantuvo la expresión impasible. Estaba acostumbrado a que las mujeres lo desdeñaran, y en eso ellas nunca lo defraudaban.
—Tú eres el instrumento de mi venganza —declaro Joe con voz amenazadora, clavándole una gélida mirada—. Te venderé en subasta y eso hará que la comadreja salga de su madriguera. Pertenecerás al mejor postor y tu prometido conocerá a su Creador.
_______________ retrocedió con un gesto brusco, como si la hubieran golpeado. Cayó de rodillas y se cubrió la cara con las manos.
Satisfecho, Joe salió de la alcoba raudamente. La puerta se cerró de golpe, la llave giró en la cerradura y _______________ vio sellarse su destino.
«¡Dios mío! ¿Venderme en subasta? —pensó—. Qué clase de monstruo es capaz de vender a una mujer? Él me ha besado y acariciado íntimamente. ¿Cómo puede hacerme esto?»
La puerta estaba cerrada con llave. La muerte era su única salida. «El suicidio es pecado mortal», susurraron las enseñanzas religiosas de toda una vida.
_______________ juró enfrentarse a su destino con valentía, e hizo un esfuerzo por reprimir el llanto. No pudo. Se echó a sollozar convulsivamente y un río de lagrimas le bañó las mejillas. Encontraría la manera de escapar, y ¡ay de Savon Fougere si sus caminos se cruzaban antes de que el príncipe diera con él! _______________ estaba dispuesta a matarlo con sus propias manos por haberle puesto en esa aterradora situación.
A primera hora de la mañana siguiente, _______________ vio por la ventana a Joe partir con Abdul hacia Estambul.
—Tú eres el instrumento de mi venganza —declaro Joe con voz amenazadora, clavándole una gélida mirada—. Te venderé en subasta y eso hará que la comadreja salga de su madriguera. Pertenecerás al mejor postor y tu prometido conocerá a su Creador.
_______________ retrocedió con un gesto brusco, como si la hubieran golpeado. Cayó de rodillas y se cubrió la cara con las manos.
Satisfecho, Joe salió de la alcoba raudamente. La puerta se cerró de golpe, la llave giró en la cerradura y _______________ vio sellarse su destino.
«¡Dios mío! ¿Venderme en subasta? —pensó—. Qué clase de monstruo es capaz de vender a una mujer? Él me ha besado y acariciado íntimamente. ¿Cómo puede hacerme esto?»
La puerta estaba cerrada con llave. La muerte era su única salida. «El suicidio es pecado mortal», susurraron las enseñanzas religiosas de toda una vida.
_______________ juró enfrentarse a su destino con valentía, e hizo un esfuerzo por reprimir el llanto. No pudo. Se echó a sollozar convulsivamente y un río de lagrimas le bañó las mejillas. Encontraría la manera de escapar, y ¡ay de Savon Fougere si sus caminos se cruzaban antes de que el príncipe diera con él! _______________ estaba dispuesta a matarlo con sus propias manos por haberle puesto en esa aterradora situación.
A primera hora de la mañana siguiente, _______________ vio por la ventana a Joe partir con Abdul hacia Estambul.
Chicas, sé que no son cinco capítulos, pero por lo general los caps son largos...
Espero les guste... besitos
Espero les guste... besitos
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
ahhhhh pobre de la rayiz
Joe se paso :caliente:
siguela!!!!!!!!
gracias por los capis :)
Joe se paso :caliente:
siguela!!!!!!!!
gracias por los capis :)
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
:O Ohhhh!
Madre mía!
Esto es.. esto es, IM-PRE-SIO-NAN-TE,
No puedo mas que agradecer tu generosidad para con nosotras poniendo todos estos capitulos.
Muchas, muchisimas gracias!!
Madre mía!
Esto es.. esto es, IM-PRE-SIO-NAN-TE,
No puedo mas que agradecer tu generosidad para con nosotras poniendo todos estos capitulos.
Muchas, muchisimas gracias!!
Augustinesg
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