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Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
ohh siguela mujer
me encanta la nove
Joe es tan lindo
me encanta la nove
Joe es tan lindo
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
La provocadora visión de su cuerpo desnudo y perfecto y su nombre pronunciado en un susurro provocaron un respingo en la virilidad de Joe, que se esforzó en vano por reprimir su deseo.
—¿Se ha bebido el agua de rosas? —preguntó Joe en turco y con voz ronca.
Omar asintió con la cabeza.
—Para asegurar su sumisión le añadieron un suave relajante —le dijo el eunuco a Joe.
Joe pasó el dedo por la tersa mejilla de _______________. Luego se volvió hacia el eunuco y le ordenó:
—Déjanos solos.
—Pero aún no he acabado...
—Yo acabaré por ti.
—¿El amo masajeando a su esclava? —exclamó Omar con perplejidad.
Joe lanzó un gruñido y arqueó una ceja con mirada fulminante. ¿Por qué aquellos dos esclavos se creían con derecho a discutir con él?
—Corno queráis, señor —asintió Omar y se volvió para salir. Joe no alcanzó a ver la ancha sonrisa de satisfacción que cruzó el rostro del hombrecillo.
Joe se untó las manos de aceite y empezó a masajear los suaves hombros de _______________, cuyos pechos perfectos parecían llamarle, rogándole sus caricias. Deslizó las manos hacia sus sedosos montes y los acarició con movimientos sensuales.
_______________ aspiró hondo, embargada por la asombrosa sensación de mil alas diáfanas de mariposa agitándose en su vientre. No sabía que lo que sentía era deseo. Abrumada por la proximidad de Joe y el contacto de su cuerpo, no se atrevió a protestar, abandonándose al exquisito placer que él le proporcionaba. _______________ anhelaba el roce de sus sensuales labios.
—Bésame... —susurró impulsivamente.
Aquella invitación era irresistible. Joe se inclinó y le dio un beso ávido. Su lengua se abrió camino entre sus labios, saboreando y explorando su dulzura. _______________ se encendió de pasión, retorciéndose de puro deseo abrasador, mientras entre sus muslos despertaba un ardor palpitante, Joe pasó suavemente un dedo sobre la joya de su sexo húmedo y palpitante. Ansiosa, _______________ gimió con voz ronca. Estimulado por su dulce abandono, Joe acarició cada uno de sus oscuros pezones con la lengua y los mordisqueó con delicadeza, mientras su dedo experto continuaba su delicado asalto a la entrepierna de la chica.
_______________ sintió que la tensión de su cuerpo se disparaba y pensó que moriría. De pronto estalló con un grito de asombro, y descendió flotando lentamente a tierra como montada en una nube vaporosa. Saciada por aquella inesperada y desconocida liberación, _______________ cerró los ojos. Joe sonrió con afecto y la besó en los labios. Luego la envolvió en el yashmak y la llevó de vuelta a su alcoba.
Más tarde, al despertar, _______________ recordó las caricias íntimas del príncipe y un calor abrasador le ruborizó el rostro. Ella no sabía que era eso lo que los hombres le hacían a las mujeres. Nunca había pensado demasiado en ello. ¿Cómo se había abandonado tan enteramente a sus caricias? ¿Acaso era una libertina? Y, aún más importante, ¿cómo podía volver a mirarle a la cara sin morirse de vergüenza?
_______________ apartó estos pensamientos. Ahora no quería pensar en ello, ya se ocuparía de eso luego. Con suerte, ya habría escapado de allí y tendría tiempo de darle vueltas al asunto.
Se puso el caftán limpio que le habían dejado y se dirigió a la ventana. El sol brillaba en lo alto del cielo y la playa estaba desierta, salvo por un par de botes amarrados en la arena.
«¿Dónde estará Joe? —se pregunto—. ¿Y que estará haciendo en este momento?»
_______________ se dio la vuelta rápidamente al oír abrirse la puerta. Era Omar, portando una bandeja de comida.
—Bien, es hora de aprender a comportarse como corresponde a una dama otomana —anunció el eunuco, dejando la bandeja— Primero, la etiqueta de mesa.
—Yo no soy ninguna dama otomana.
—Pero sois una dama.
—No es necesario ninguna etiqueta si las mujeres no comen con los hombres —replicó _______________.
—Tonterías. Como madre de los hijos del príncipe Joe, seréis invitada a Topkapi.
—No tengo ninguna intención de convertirme en madre de nadie... ¿Qué es Topkapi?
—El palacio del sultán —contestó Omar—. Venid a sentaros a la mesa conmigo.
_______________ vaciló por un momento, pero al final cedió al sentir los gruñidos de su famélico estómago. Se sentó en un almohadón y contempló los alimentos.
—¿Y bien?
—Comed —ordenó Omar, dejándose caer su robusto cuerpo sobre un almohadón—. Iré corrigiendo vuestros deplorables modales ingleses a medida que lo hagáis.
—¿Corrigiendo mis qué?
Omar señaló la bandeja y repitió.
—Comed.
_______________ dominó su cólera y sonrió con fingida dulzura. Aquel enano irritante necesitaba aprender un par de cosas, y ella sabía exactamente cómo sacarle de sus casillas.
_______________ cogió varias olivas, se las llevó a la boca y las masticó ruidosamente. Luego escupió los huesos al suelo.
—¡No! —chilló Omar—. Debéis comer una oliva por vez. Sacaros el hueso de la boca con delicadeza y dejadlo a un lado de vuestro plato.
_______________ asintió y cogió un puñado de almendras tostadas, pistachos, cacahuetes y avellanas. Se los zampó en la boca hasta que se le hincharon los mofletes.
—¡No os pongáis tanta comida en la boca! —le instruyó Omar—. Una dama debe tomar bocados pequeños.
—¿Qué has dicho? —_______________ abrió la boca y enseñó los frutos masticados.
Omar hizo una mueca.
—No habléis cuando tengáis comida en la boca, por favor.
_______________ asintió con la cabeza. Acabó de masticar, luego tragó y se bebió todo el agua de rosas que había en su copa.
—No lo bebáis todo de una vez —le riñó el eunuco—. Tomad un pequeño sorbo por vez, con delicadeza.
—¿Se ha bebido el agua de rosas? —preguntó Joe en turco y con voz ronca.
Omar asintió con la cabeza.
—Para asegurar su sumisión le añadieron un suave relajante —le dijo el eunuco a Joe.
Joe pasó el dedo por la tersa mejilla de _______________. Luego se volvió hacia el eunuco y le ordenó:
—Déjanos solos.
—Pero aún no he acabado...
—Yo acabaré por ti.
—¿El amo masajeando a su esclava? —exclamó Omar con perplejidad.
Joe lanzó un gruñido y arqueó una ceja con mirada fulminante. ¿Por qué aquellos dos esclavos se creían con derecho a discutir con él?
—Corno queráis, señor —asintió Omar y se volvió para salir. Joe no alcanzó a ver la ancha sonrisa de satisfacción que cruzó el rostro del hombrecillo.
Joe se untó las manos de aceite y empezó a masajear los suaves hombros de _______________, cuyos pechos perfectos parecían llamarle, rogándole sus caricias. Deslizó las manos hacia sus sedosos montes y los acarició con movimientos sensuales.
_______________ aspiró hondo, embargada por la asombrosa sensación de mil alas diáfanas de mariposa agitándose en su vientre. No sabía que lo que sentía era deseo. Abrumada por la proximidad de Joe y el contacto de su cuerpo, no se atrevió a protestar, abandonándose al exquisito placer que él le proporcionaba. _______________ anhelaba el roce de sus sensuales labios.
—Bésame... —susurró impulsivamente.
Aquella invitación era irresistible. Joe se inclinó y le dio un beso ávido. Su lengua se abrió camino entre sus labios, saboreando y explorando su dulzura. _______________ se encendió de pasión, retorciéndose de puro deseo abrasador, mientras entre sus muslos despertaba un ardor palpitante, Joe pasó suavemente un dedo sobre la joya de su sexo húmedo y palpitante. Ansiosa, _______________ gimió con voz ronca. Estimulado por su dulce abandono, Joe acarició cada uno de sus oscuros pezones con la lengua y los mordisqueó con delicadeza, mientras su dedo experto continuaba su delicado asalto a la entrepierna de la chica.
_______________ sintió que la tensión de su cuerpo se disparaba y pensó que moriría. De pronto estalló con un grito de asombro, y descendió flotando lentamente a tierra como montada en una nube vaporosa. Saciada por aquella inesperada y desconocida liberación, _______________ cerró los ojos. Joe sonrió con afecto y la besó en los labios. Luego la envolvió en el yashmak y la llevó de vuelta a su alcoba.
Más tarde, al despertar, _______________ recordó las caricias íntimas del príncipe y un calor abrasador le ruborizó el rostro. Ella no sabía que era eso lo que los hombres le hacían a las mujeres. Nunca había pensado demasiado en ello. ¿Cómo se había abandonado tan enteramente a sus caricias? ¿Acaso era una libertina? Y, aún más importante, ¿cómo podía volver a mirarle a la cara sin morirse de vergüenza?
_______________ apartó estos pensamientos. Ahora no quería pensar en ello, ya se ocuparía de eso luego. Con suerte, ya habría escapado de allí y tendría tiempo de darle vueltas al asunto.
Se puso el caftán limpio que le habían dejado y se dirigió a la ventana. El sol brillaba en lo alto del cielo y la playa estaba desierta, salvo por un par de botes amarrados en la arena.
«¿Dónde estará Joe? —se pregunto—. ¿Y que estará haciendo en este momento?»
_______________ se dio la vuelta rápidamente al oír abrirse la puerta. Era Omar, portando una bandeja de comida.
—Bien, es hora de aprender a comportarse como corresponde a una dama otomana —anunció el eunuco, dejando la bandeja— Primero, la etiqueta de mesa.
—Yo no soy ninguna dama otomana.
—Pero sois una dama.
—No es necesario ninguna etiqueta si las mujeres no comen con los hombres —replicó _______________.
—Tonterías. Como madre de los hijos del príncipe Joe, seréis invitada a Topkapi.
—No tengo ninguna intención de convertirme en madre de nadie... ¿Qué es Topkapi?
—El palacio del sultán —contestó Omar—. Venid a sentaros a la mesa conmigo.
_______________ vaciló por un momento, pero al final cedió al sentir los gruñidos de su famélico estómago. Se sentó en un almohadón y contempló los alimentos.
—¿Y bien?
—Comed —ordenó Omar, dejándose caer su robusto cuerpo sobre un almohadón—. Iré corrigiendo vuestros deplorables modales ingleses a medida que lo hagáis.
—¿Corrigiendo mis qué?
Omar señaló la bandeja y repitió.
—Comed.
_______________ dominó su cólera y sonrió con fingida dulzura. Aquel enano irritante necesitaba aprender un par de cosas, y ella sabía exactamente cómo sacarle de sus casillas.
_______________ cogió varias olivas, se las llevó a la boca y las masticó ruidosamente. Luego escupió los huesos al suelo.
—¡No! —chilló Omar—. Debéis comer una oliva por vez. Sacaros el hueso de la boca con delicadeza y dejadlo a un lado de vuestro plato.
_______________ asintió y cogió un puñado de almendras tostadas, pistachos, cacahuetes y avellanas. Se los zampó en la boca hasta que se le hincharon los mofletes.
—¡No os pongáis tanta comida en la boca! —le instruyó Omar—. Una dama debe tomar bocados pequeños.
—¿Qué has dicho? —_______________ abrió la boca y enseñó los frutos masticados.
Omar hizo una mueca.
—No habléis cuando tengáis comida en la boca, por favor.
_______________ asintió con la cabeza. Acabó de masticar, luego tragó y se bebió todo el agua de rosas que había en su copa.
—No lo bebáis todo de una vez —le riñó el eunuco—. Tomad un pequeño sorbo por vez, con delicadeza.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
:O ... oh... valla!!
Continua por favor!! :O
Oh, y muchas muchas gracias por subir el capitulo :D
Continua por favor!! :O
Oh, y muchas muchas gracias por subir el capitulo :D
Augustinesg
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
pobre omar la rayiz lo va a volver loco
Joe es tan sexy
siguela!!!!!!!!!
Joe es tan sexy
siguela!!!!!!!!!
aranzhitha
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
—¿Qué es eso? —inquirió _______________, indicando un plato.
—Arenque frito.
_______________ se llevó un trozo de pescado a la boca. Fingió que no le gustaba y lo escupió en el plato.
—¿Ves? —señaló—. He usado el plato en lugar del suelo.
—Por hoy ya hemos trabajado bastante en los modales de la mesa —anunció Omar, sintiendo náuseas—. Ahora haremos una clase de lengua. —Levantó el dedo índice y dijo—: Bir.
_______________ lo miró con perplejidad.
—Bir significa uno —explicó Omar—, Repetidlo.
—No quiero.
—No importa. Hacedlo —le espetó el eunuco, irritado.
—Bir.
—Excelente pronunciación —asintió Omar. Al parecer, sería una buena alumna. Levantando un dedo por cada número que decía, contó hasta cinco—: Bir, iki, HC, dort, bes. Repetid.
_______________ compuso una expresión inocente y recito:
—Birria, quiqui, uca, drota, vesa.
—¡No! Bir, iki, nc, dort, bes.
—Birria, quiqui, uca, drota, vesa.
Omar alzó ambas manos y contó hasta diez con los dedos:
—Bir, iki, uc, dort, bes, alti, yedi, sekiz, dokuz, on.
_______________ sonrió dulcemente y repitió:
—¡Birria, quiqui, uca, drota, vesa... on!
Omar elevó una oración en silencio, suplicando que Alá le concediera paciencia.
—No os preocupéis por los números, ya los aprenderéis —dijo. Levantó el brazo y, señalándoselo, dijo—: Kol.
—Cul.
—Kol.
—Cul.
Omar se señaló el ojo y dijo:
—Guz.
—Gas —farfulló alegremente _______________.
—Guz.
—Gas.
Omar sacó la lengua, se la señaló y dijo:
—Dil.
—Del —repitió _______________, disfrutando.
—No; dil. —La voz de Omar subía de tono conforme aumentaba su frustración.
—Eso he dicho: del
Omar tenía ganas de gritar. _______________ se regocijaba en su interior. Omar aspiró hondo para calmarse; se señaló la nariz y dijo:
—Bnrun.
—Burun —repitió _______________, y se metió el dedo en la nariz.
—¡No! —chilló Omar, dándole un manotazo—. Las damas no se tocan la nariz.
En ese momento llamaron a la puerta y eso salvó a Omar de un tormento mayor. Entró un sirviente y le entregó un mensaje. Luego se fue.
Mientras leía la nota, en el rostro de Omar se dibujó una expresión de dicha suprema. Levantó la vista para mirar a _______________ y sonrió de oreja a oreja.
—¿Buenas noticias? —inquirió ella.
—Las mejores —gorjeó Omar—. El príncipe os invita a cenar con él en su alcoba.
_______________ no quería volver a ver al príncipe nunca más, ni qué decir de compartir la cena con él.
—Dile al príncipe que rehúso su invitación —dijo con frialdad.
—Está prohibido rehusar una invitación del príncipe.
—¿Así que el príncipe me ordena cenar con él?
—Decidlo como queráis —repuso Omar, encogiéndose de hombros—. Cenaréis con el príncipe y, si sois afortunada, quedaréis preñada de su simiente.
—Arenque frito.
_______________ se llevó un trozo de pescado a la boca. Fingió que no le gustaba y lo escupió en el plato.
—¿Ves? —señaló—. He usado el plato en lugar del suelo.
—Por hoy ya hemos trabajado bastante en los modales de la mesa —anunció Omar, sintiendo náuseas—. Ahora haremos una clase de lengua. —Levantó el dedo índice y dijo—: Bir.
_______________ lo miró con perplejidad.
—Bir significa uno —explicó Omar—, Repetidlo.
—No quiero.
—No importa. Hacedlo —le espetó el eunuco, irritado.
—Bir.
—Excelente pronunciación —asintió Omar. Al parecer, sería una buena alumna. Levantando un dedo por cada número que decía, contó hasta cinco—: Bir, iki, HC, dort, bes. Repetid.
_______________ compuso una expresión inocente y recito:
—Birria, quiqui, uca, drota, vesa.
—¡No! Bir, iki, nc, dort, bes.
—Birria, quiqui, uca, drota, vesa.
Omar alzó ambas manos y contó hasta diez con los dedos:
—Bir, iki, uc, dort, bes, alti, yedi, sekiz, dokuz, on.
_______________ sonrió dulcemente y repitió:
—¡Birria, quiqui, uca, drota, vesa... on!
Omar elevó una oración en silencio, suplicando que Alá le concediera paciencia.
—No os preocupéis por los números, ya los aprenderéis —dijo. Levantó el brazo y, señalándoselo, dijo—: Kol.
—Cul.
—Kol.
—Cul.
Omar se señaló el ojo y dijo:
—Guz.
—Gas —farfulló alegremente _______________.
—Guz.
—Gas.
Omar sacó la lengua, se la señaló y dijo:
—Dil.
—Del —repitió _______________, disfrutando.
—No; dil. —La voz de Omar subía de tono conforme aumentaba su frustración.
—Eso he dicho: del
Omar tenía ganas de gritar. _______________ se regocijaba en su interior. Omar aspiró hondo para calmarse; se señaló la nariz y dijo:
—Bnrun.
—Burun —repitió _______________, y se metió el dedo en la nariz.
—¡No! —chilló Omar, dándole un manotazo—. Las damas no se tocan la nariz.
En ese momento llamaron a la puerta y eso salvó a Omar de un tormento mayor. Entró un sirviente y le entregó un mensaje. Luego se fue.
Mientras leía la nota, en el rostro de Omar se dibujó una expresión de dicha suprema. Levantó la vista para mirar a _______________ y sonrió de oreja a oreja.
—¿Buenas noticias? —inquirió ella.
—Las mejores —gorjeó Omar—. El príncipe os invita a cenar con él en su alcoba.
_______________ no quería volver a ver al príncipe nunca más, ni qué decir de compartir la cena con él.
—Dile al príncipe que rehúso su invitación —dijo con frialdad.
—Está prohibido rehusar una invitación del príncipe.
—¿Así que el príncipe me ordena cenar con él?
—Decidlo como queráis —repuso Omar, encogiéndose de hombros—. Cenaréis con el príncipe y, si sois afortunada, quedaréis preñada de su simiente.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Hhahah xD La rayis es terrible!!! Te hace reir mucho ahha xD
Gracias por ser tan buena con nosotras y subir la novela :cheers:
Gracias por ser tan buena con nosotras y subir la novela :cheers:
Augustinesg
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Jajajaj Omar si es atrevido
jajajaja la rayis es muy graciosa
siguelaaa
jajajaja la rayis es muy graciosa
siguelaaa
JB&1D2
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Omar me cae como el culo. Es un puto lame suelos.
Síguela (:
Síguela (:
ItsBee♡
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
—No quedaré preñada de la simiente de nadie —replicó _______________, indignada—. Me escaparé.
—En ese caso será mejor que aprendáis nuestra lengua —sugirió Omar—. Quizá tengáis que hacer preguntas para llegar a Inglaterra.
_______________ sonrió.
—No había pensado en eso. —Se inclinó y le plantó un beso en la mejilla. El eunuco se sorprendió.
—Bir, iki, uc, dort, bes —contó _______________ con los dedos.
—¡Excelente! —exclamó Omar— Ahora comed una oliva como una dama otomana.
_______________ cogió una oliva y se la llevó a la boca. Al terminar, sacó el hueso con gesto delicado y lo dejo a un lado del plato.
—¡Con mi ayuda os convertiréis en una perfecta dama otomana! —exclamó Omar con alegría.
—Lo que haga falta para escapar, mi querido amigo —dijo _______________.
Omar sonrió y asintió con la cabeza. Que pensara lo que quisiera. Aquella mujer no conseguiría engañar a Joe y el príncipe nunca estaría dispuesto a dejarla ir.
Omar pasó varias horas preparando y emperifollando a su protegida. Al final, cuando llego la hora indicada, la condujo por el laberinto de pasillos hasta la alcoba del príncipe.
Ataviada enteramente de blanco, _______________ se sentía como la novia de un infiel, con un atuendo que traslucía más de lo que cubría. Vestía pantalones bombachos de harén de seda diáfana recogidos en los tobillos, y en torno a la cintura y por los lados lucía unos bordados dorados. Su túnica de mangas anchas a juego se cerraba por delante con botones dorados. Llevaba zapatillas blancas de satén y un velo blanco transparente le cubría la pelirroja melena y el rostro sonrojado. El cajal le perfilaba los ojos, dándole un toque de misterio a su inocencia. Por pudor, el eunuco le había echado un yashmak por encima de los hombros.
Omar llamó a la puerta y entró. _______________ mantuvo la vista fija en el suelo, aún avergonzada de su conducta anterior. Omar se arrodilló, tirando de su protegida para que ella lo imitara, y rozó la frente en el suelo alfombrado.
De pronto _______________ sintió algo húmedo sobre su rostro. Levantó la vista sorprendida y se encontró con el perro que había visto en la playa aquella mañana. El animal volvió a lamerla.
—Siéntate, Winston —ordenó Joe. Y luego—: Levantaos, mis esclavos.
Omar se puso de pie y ayudó a _______________ a incorporarse. Sin decir palabra, el eunuco la despojó del yashmak y el velo, y se marchó. _______________ no miró a su captor mientras éste se dirigía hacia ella.
Joe le alzó el mentón y clavó la mirada en sus arrebatadores ojos verdes.
—Había olvidado lo sensibles que pueden ser las vírgenes —dijo con tono burlón.
—Y supongo que disfrutáis con la agradable experiencia de arruinar a centenares de inocentes —le espetó _______________, sintiendo unos repentinos e inexplicables celos.
—Por supuesto.
¡Slurp! Antes de que _______________ pudiera responder, el perro le lamió la mano. Bajó la vista para mirar a la bestia de aquella bestia. El perro, leonado y blanco, tenía una cabeza larga que se estrechaba hacia la nariz. Era grande y esbelto, de orejas largas y sedosas y pelaje suave y brillante. Sus ojos enormes y oscuros eran cautivadores, y en ellos se reflejaba una mirada distinguida y amable.
—Este tipo tan simpático es Winston —dijo Joe.
_______________ extendió el brazo con gesto vacilante y acarició la cabeza del perro. Winston la correspondió lamiéndole los dedos.
—Nunca había visto un perro de esta raza —dijo ella.
—Winston es un saluki, una raza especial de perros de caza —le explicó Joe—. Le encantan las personas, sobre todo las damas.
Joe la cogió del brazo y la acompañó hasta el otro lado de la alcoba, donde se sentaron en mullidos almohadones junto a la mesa. Winston se coló entre ellos.
_______________ echó un vistazo a la habitación del príncipe Era amplia y estaba amueblada con estilo espartano. Contenía una cama, una mesa y un brasero de bronce que proporcionaba calor. Era la alcoba de un guerrero.
—¿Tienes hambre? —preguntó Joe.
—Pues sí.
—Una pregunta innecesaria —comento—siempre estás hambrienta, y lo digo sin ánimo de ofender.
_______________ contempló el pequeño banquete dispuesto sobre la mesa: sardinas fritas, pepinillos, yogur y ensalada de pepinos, arroz al azafrán y una fuente de cordero troceado.
—Me dijisteis que los hombres no comen con las mujeres, ni los amos con sus esclavos —le recordó _______________ mientras cogía una sardina frita—, ¿Por qué queréis que cene con vos?
—Entre una invitación y una orden media una gran diferencia —respondió Joe, llenándole el plato de cordero y arroz—. Esta noche serás mi huésped.
—¿Y si decido irme? —preguntó _______________.
—Tengamos la velada en paz, ¿de acuerdo?
—No puede haber paz entre enemigos.
—No parecías mi enemiga en los baños esta mañana —le recordó Joe.
_______________ se sonrojó y cambió de tema.
—La carne está deliciosa.
—Sí, el muslo de doncella es uno de mis platos preferidos.
_______________ sonrió y cogió la copa de agua de rosas.
—El cordero preparado así queda tierno como el muslo de una doncella.
El príncipe la abrumaba pero era evidente que se esforzaba en ser agradable. A _______________ la turbaba su proximidad, así que se concentró en el perro. Le ofreció un trozo de carne y luego le acarició la cabeza.
—Winston es un nombre extraño —comentó.
—Es griego.
—Pensaba que erais turco.
—Ulises, un poderoso guerrero griego, regresó de la guerra de Troya después de veinte años y en su casa lo recibió su fiel perro. Winston —le contó Joe—. Al reconocer a su amo. Winston meneó la cola, loco de felicidad, y luego bajó las orejas y murió.
—Qué historia tan triste.
—Su objetivo es demostrar la lealtad del perro al hombre, no provocar tristeza —señaló Joe—. ¿Prefieres limonada en lugar de agua de rosas?
—No, gracias —rehusó _______________—. No me apetece estar drogada.
Joe sintió que los labios le temblaban.
—¿Qué has aprendido hoy con Omar?
_______________ sacó la lengua y dijo:
—Dil.
Joe sonrió, y asombró a su cautiva con su inusual buen humor. No se estaba comportando en absoluto como el monstruo que ella había conocido. ¿Qué treta se traía entre manos ?
Poco después entraron dos sirvientes y uno de ellos recogió los platos vacíos y los restos de la cena mientras el otro servía café turco y pastelillos.
—¿Puedo coger uno? —preguntó _______________, cogiendo un pastelillo.
Joe asintió con la cabeza.
—Tus modales han mejorado, esclava.
—¿Esclava? —_______________ lo miró arqueando una perfecta ceja cobriza—. Pensaba que esta noche era vuestro huésped.
—Tienes razón, perdonad mi expresión.
_______________ dio un mordisco al pastelillo, frito en aceite y relleno de crema en el centro.
—Mmmm... delicioso.
—¿Te gustan los buñuelos de ombligo de doncella?
_______________ sonrió.
—La hendidura del centro se parece al ombligo de una doncella —explicó Joe—. Ahora cuéntame más sobre tu familia y tu vida.
_______________ lo miró en silencio durante un momento. ¿Por qué quería saber cosas de ella? Finalmente accedió.
—He vivido en el condado de Essex toda mi vida —empezó _______________—. El castillo de Basildon ha sido la residencia de la familia Devereux desde que llegó mi bisabuelo de Gales con el rey Enrique VII. Como recompensa por su lealtad y servicios al rey Tudor, mi bisabuelo recibió en matrimonio a la tenaz heredera del viejo señor, es decir, mi bisabuela.
—Así pues, te pareces a tu bisabuela —bromeó Joe.
_______________ no captó la pulla.
—No; heredé el pelo cobrizo y los ojos verdes de mi madre —dijo.
—¿Y las pecas?
—Las pecas no.
—No deberías sentirte culpable de la muerte de tu padre. —Joe intentó imprimir un tono dulce a su voz.
—La muerte de mi padre no es asunto vuestro —declaró _______________ con incomodidad.
—Todo lo que tenga que ver contigo es asunto mío.
—No os entrometáis más.
—¿Amabas a Fougere? —La pregunta sorprendió a ambos.
—Lo amaba locamente —se burló _______________. Pero ¿quién se creía que era aquel hombre para hacer esas preguntas? ¿El Gran Turco?
Joe frunció el entrecejo con gesto irónico y luego cambió de tema.
—¿Cómo es Inglaterra?
—Es el jardín del Edén.
—Dicho por una fiel inglesa. —Joe se levantó y le tendió la mano—. Ven. Ten enseñaré mi jardín del Edén.
—En ese caso será mejor que aprendáis nuestra lengua —sugirió Omar—. Quizá tengáis que hacer preguntas para llegar a Inglaterra.
_______________ sonrió.
—No había pensado en eso. —Se inclinó y le plantó un beso en la mejilla. El eunuco se sorprendió.
—Bir, iki, uc, dort, bes —contó _______________ con los dedos.
—¡Excelente! —exclamó Omar— Ahora comed una oliva como una dama otomana.
_______________ cogió una oliva y se la llevó a la boca. Al terminar, sacó el hueso con gesto delicado y lo dejo a un lado del plato.
—¡Con mi ayuda os convertiréis en una perfecta dama otomana! —exclamó Omar con alegría.
—Lo que haga falta para escapar, mi querido amigo —dijo _______________.
Omar sonrió y asintió con la cabeza. Que pensara lo que quisiera. Aquella mujer no conseguiría engañar a Joe y el príncipe nunca estaría dispuesto a dejarla ir.
Omar pasó varias horas preparando y emperifollando a su protegida. Al final, cuando llego la hora indicada, la condujo por el laberinto de pasillos hasta la alcoba del príncipe.
Ataviada enteramente de blanco, _______________ se sentía como la novia de un infiel, con un atuendo que traslucía más de lo que cubría. Vestía pantalones bombachos de harén de seda diáfana recogidos en los tobillos, y en torno a la cintura y por los lados lucía unos bordados dorados. Su túnica de mangas anchas a juego se cerraba por delante con botones dorados. Llevaba zapatillas blancas de satén y un velo blanco transparente le cubría la pelirroja melena y el rostro sonrojado. El cajal le perfilaba los ojos, dándole un toque de misterio a su inocencia. Por pudor, el eunuco le había echado un yashmak por encima de los hombros.
Omar llamó a la puerta y entró. _______________ mantuvo la vista fija en el suelo, aún avergonzada de su conducta anterior. Omar se arrodilló, tirando de su protegida para que ella lo imitara, y rozó la frente en el suelo alfombrado.
De pronto _______________ sintió algo húmedo sobre su rostro. Levantó la vista sorprendida y se encontró con el perro que había visto en la playa aquella mañana. El animal volvió a lamerla.
—Siéntate, Winston —ordenó Joe. Y luego—: Levantaos, mis esclavos.
Omar se puso de pie y ayudó a _______________ a incorporarse. Sin decir palabra, el eunuco la despojó del yashmak y el velo, y se marchó. _______________ no miró a su captor mientras éste se dirigía hacia ella.
Joe le alzó el mentón y clavó la mirada en sus arrebatadores ojos verdes.
—Había olvidado lo sensibles que pueden ser las vírgenes —dijo con tono burlón.
—Y supongo que disfrutáis con la agradable experiencia de arruinar a centenares de inocentes —le espetó _______________, sintiendo unos repentinos e inexplicables celos.
—Por supuesto.
¡Slurp! Antes de que _______________ pudiera responder, el perro le lamió la mano. Bajó la vista para mirar a la bestia de aquella bestia. El perro, leonado y blanco, tenía una cabeza larga que se estrechaba hacia la nariz. Era grande y esbelto, de orejas largas y sedosas y pelaje suave y brillante. Sus ojos enormes y oscuros eran cautivadores, y en ellos se reflejaba una mirada distinguida y amable.
—Este tipo tan simpático es Winston —dijo Joe.
_______________ extendió el brazo con gesto vacilante y acarició la cabeza del perro. Winston la correspondió lamiéndole los dedos.
—Nunca había visto un perro de esta raza —dijo ella.
—Winston es un saluki, una raza especial de perros de caza —le explicó Joe—. Le encantan las personas, sobre todo las damas.
Joe la cogió del brazo y la acompañó hasta el otro lado de la alcoba, donde se sentaron en mullidos almohadones junto a la mesa. Winston se coló entre ellos.
_______________ echó un vistazo a la habitación del príncipe Era amplia y estaba amueblada con estilo espartano. Contenía una cama, una mesa y un brasero de bronce que proporcionaba calor. Era la alcoba de un guerrero.
—¿Tienes hambre? —preguntó Joe.
—Pues sí.
—Una pregunta innecesaria —comento—siempre estás hambrienta, y lo digo sin ánimo de ofender.
_______________ contempló el pequeño banquete dispuesto sobre la mesa: sardinas fritas, pepinillos, yogur y ensalada de pepinos, arroz al azafrán y una fuente de cordero troceado.
—Me dijisteis que los hombres no comen con las mujeres, ni los amos con sus esclavos —le recordó _______________ mientras cogía una sardina frita—, ¿Por qué queréis que cene con vos?
—Entre una invitación y una orden media una gran diferencia —respondió Joe, llenándole el plato de cordero y arroz—. Esta noche serás mi huésped.
—¿Y si decido irme? —preguntó _______________.
—Tengamos la velada en paz, ¿de acuerdo?
—No puede haber paz entre enemigos.
—No parecías mi enemiga en los baños esta mañana —le recordó Joe.
_______________ se sonrojó y cambió de tema.
—La carne está deliciosa.
—Sí, el muslo de doncella es uno de mis platos preferidos.
_______________ sonrió y cogió la copa de agua de rosas.
—El cordero preparado así queda tierno como el muslo de una doncella.
El príncipe la abrumaba pero era evidente que se esforzaba en ser agradable. A _______________ la turbaba su proximidad, así que se concentró en el perro. Le ofreció un trozo de carne y luego le acarició la cabeza.
—Winston es un nombre extraño —comentó.
—Es griego.
—Pensaba que erais turco.
—Ulises, un poderoso guerrero griego, regresó de la guerra de Troya después de veinte años y en su casa lo recibió su fiel perro. Winston —le contó Joe—. Al reconocer a su amo. Winston meneó la cola, loco de felicidad, y luego bajó las orejas y murió.
—Qué historia tan triste.
—Su objetivo es demostrar la lealtad del perro al hombre, no provocar tristeza —señaló Joe—. ¿Prefieres limonada en lugar de agua de rosas?
—No, gracias —rehusó _______________—. No me apetece estar drogada.
Joe sintió que los labios le temblaban.
—¿Qué has aprendido hoy con Omar?
_______________ sacó la lengua y dijo:
—Dil.
Joe sonrió, y asombró a su cautiva con su inusual buen humor. No se estaba comportando en absoluto como el monstruo que ella había conocido. ¿Qué treta se traía entre manos ?
Poco después entraron dos sirvientes y uno de ellos recogió los platos vacíos y los restos de la cena mientras el otro servía café turco y pastelillos.
—¿Puedo coger uno? —preguntó _______________, cogiendo un pastelillo.
Joe asintió con la cabeza.
—Tus modales han mejorado, esclava.
—¿Esclava? —_______________ lo miró arqueando una perfecta ceja cobriza—. Pensaba que esta noche era vuestro huésped.
—Tienes razón, perdonad mi expresión.
_______________ dio un mordisco al pastelillo, frito en aceite y relleno de crema en el centro.
—Mmmm... delicioso.
—¿Te gustan los buñuelos de ombligo de doncella?
_______________ sonrió.
—La hendidura del centro se parece al ombligo de una doncella —explicó Joe—. Ahora cuéntame más sobre tu familia y tu vida.
_______________ lo miró en silencio durante un momento. ¿Por qué quería saber cosas de ella? Finalmente accedió.
—He vivido en el condado de Essex toda mi vida —empezó _______________—. El castillo de Basildon ha sido la residencia de la familia Devereux desde que llegó mi bisabuelo de Gales con el rey Enrique VII. Como recompensa por su lealtad y servicios al rey Tudor, mi bisabuelo recibió en matrimonio a la tenaz heredera del viejo señor, es decir, mi bisabuela.
—Así pues, te pareces a tu bisabuela —bromeó Joe.
_______________ no captó la pulla.
—No; heredé el pelo cobrizo y los ojos verdes de mi madre —dijo.
—¿Y las pecas?
—Las pecas no.
—No deberías sentirte culpable de la muerte de tu padre. —Joe intentó imprimir un tono dulce a su voz.
—La muerte de mi padre no es asunto vuestro —declaró _______________ con incomodidad.
—Todo lo que tenga que ver contigo es asunto mío.
—No os entrometáis más.
—¿Amabas a Fougere? —La pregunta sorprendió a ambos.
—Lo amaba locamente —se burló _______________. Pero ¿quién se creía que era aquel hombre para hacer esas preguntas? ¿El Gran Turco?
Joe frunció el entrecejo con gesto irónico y luego cambió de tema.
—¿Cómo es Inglaterra?
—Es el jardín del Edén.
—Dicho por una fiel inglesa. —Joe se levantó y le tendió la mano—. Ven. Ten enseñaré mi jardín del Edén.
NiinnyJonas
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
}:O Por Diiioos!!
Cada vez, cada vez se pone mejor y mejor.
No puedo esperar para poder saber que pasa! :D
Muchisimas gracias por subir el capitulo!
Saludos!
Cada vez, cada vez se pone mejor y mejor.
No puedo esperar para poder saber que pasa! :D
Muchisimas gracias por subir el capitulo!
Saludos!
Augustinesg
Re: Esclavizada - Joe Jonas & Tu [Terminada]
Estoy aburrida, comenten más y les hago maraton entre 3 y 5 caps les parece?
NiinnyJonas
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