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"Quererte A Ti" - Joe y tu Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Quererte A Ti" - Joe y tu Terminada
Capitulo 6
________ se planteó la posibilidad de hacer novillos.
Pensó en ello mientras se preparaba, pero finalmente suspiró, se puso el abrigo y fue a trabajar… como había sabido desde el principio que haría.
Además, quería ver a Joe… o eso creía. El día anterior, mientras tomaban el té en la cocina de su casa, notó que estaba tenso. Ni siquiera sugirió que fueran a tomarlo al cuarto de estar, de manera que ella decidió irse en cuanto terminó su taza.
Joe la besó en la frente para despedirse. Fue una caricia ligera, breve, pero bastó para revelar que quería más… mucho más.
Tal vez demasiado.
________ aparcó el coche, entró en el hospital y fue a ponerse el uniforme y su chapa de identificación.
—Solo por si olvido quién soy —solía bromear, pero aquel día pensó que le serviría para recordar que era una mera compañera de trabajo de Joe, no su esposa.
—________ Long —se encontró diciendo en voz alta, probando el nombre, y podría haberse dado de cabezazos contra la pared—. Olvídalo —murmuró y al alzar la cabeza vio a Allie, que la observaba con curiosidad.
—¿Te encuentras bien?
—Perfectamente. ¿Y tú? ¿Qué tal van esos planes de boda?
Allie hizo una mueca.
—Oh, avanzando, supongo. Ahora, Mark quiere casarse en el juzgado, pero mi madre quiere todo el jaleo típico de las bodas para su niñita… Ya sabes cómo son estas cosas.
—Sí, y tu madre ganará —dijo ________ en tono irónico, y trató de no pensar en la clase de boda que celebraría ella con Joe.
«Dos días», se dijo. «Solo lo conoces hace dos días. ¿Cómo puedes pensar en algo así?»
De pronto vio que entraba en la sala y le sonreía como si fuera lo mejor que había visto en toda la semana. «¡Por eso puedo pensar en algo así!»
—Hola —murmuró Joe.
—Hola —replicó ella. A pesar de sentirse como una tonta enamorada, tuvo que reconocer que era maravilloso volver a estar tan cerca de él después de menos de doce horas.
Allie se había ido, dejándolos solos en una especie de vacío que palpitaba de tensión sexual y emocional. Joe la miró a los ojos, suspiró y se volvió.
—Um… respecto a lo de anoche…
—Lo sé. Fue algo excepcional. No significó nada. Olvídalo… ¿es eso lo que ibas a decir?
Joe sonrió.
—Lo cierto es que no. Iba a preguntarte por qué huiste.
________ frunció el ceño, desconcertada.
—Pensaba que querías que me fuera.
—No. Bueno… no sé. No sé lo que quería.
«Yo sí», pensó ________. «Sé exactamente lo que querías porque era lo mismo que quería yo, y apostaría cualquier cosa a que esta noche tampoco has pegado ojo».
—Siento haber malinterpretado las cosas —dijo—. Pero tendremos que hablar más tarde, porque ahora debo ir a que la encargada del turno de noche me dé el informe.
—De acuerdo. Yo también estoy ocupado. Más tarde podemos tomar un té.
La sonrisa de Joe envolvió el corazón de ________, reconfortándolo, y se la llevó consigo al despacho, inconsciente de que iba reflejada en su propio rostro.
—Buenos días —saludó animadamente—. ¿Qué tal ha ido todo?
La encargada del turno de noche, Angela Davis, se encogió de hombros.
—Bien, si te gusta el caos. Pareces contenta.
—¿En serio? —«qué extraño», pensó ________. «Me siento confusa, no feliz. Excitada, asustada y confundida, todo a la vez»—. ¿Qué ha pasado?
—Toda clase de cosas. Karl Fisher ha tenido mucho dolor y no ha dejado de llorar en toda la noche. Le he prescrito unos analgésicos más fuertes, pero no parecen haber servido de mucho. No para de decir que creía que las cosas iban a ir mejor, lo que hace que una se sienta terriblemente mal. A pesar de todo, la mano tiene buen aspecto y sus reacciones motoras son las adecuadas, de manera que no creo que sea nada más que el lógico dolor postoperatorio. Tal vez sería buena idea que Robert Ryder o Joseph Jonas le echaran un vistazo… no sé a cuál de los dos le corresponde hacerlo ahora.
—Yo tampoco. Se lo preguntaré a Joe en cuanto pueda. Creo que está por aquí. ¿Ha habido algún otro problema? ¿Alguna urgencia?
—Ha ingresado Toby Cardew con un ataque de asma.
—¡Pero si acababan de darle el alta! —exclamó ________—. ¿Se sabe qué lo ha provocado?
—Han mencionado algo relacionado con la ansiedad.
—Supongo que debe ser eso, porque ya han descartado todo tipo de alergias. ¿Está su madre con él?
—Sí. Ha pasado aquí toda la noche. Su padre está en casa con sus hermanos.
—Bien. ¿Alguien más?
—Oh, sí. Una apendicitis. Andrew Reed, de ocho años; ya lo han operado. También ha ingresado Tim Scully con una fea fractura de cubito y radio; se ha caído de la litera de arriba. Era su primera noche en ella; típico, ¿verdad? Ha tenido que levantarse por la noche para ir al baño y se ha caído mientras trataba de bajar por la escalera.
—¿Ha entrado ya en quirófano?
—No, pero ya está listo y han llamado a Joseph Jonas para que le eche un vistazo. Creo que va a operarlo esta mañana. Por eso estaba en la sala.
Y ________ había creído que había ido por verla a ella. Qué tonta. Sintió una oleada de decepción que reprimió de inmediato. Él tenía un trabajo que hacer, lo mismo que ella. Hablaron sobre los demás pacientes y, tras quedarse a cargo de la sala, ________ fue a buscar a Joe.
Estaba hablando con los padres de Tim Scully, el joven que se había caído de la litera, de manera que decidió ir a ver a Toby. Este estaba en la cama, en una habitación contigua, inclinado hacia delante, con los brazos cruzados y aún luchando por respirar a pesar de los medicamentos que se le habían suministrado.
________ hizo algunos ejercicios respiratorios con él para que se relajara y liberara parte de la mucosidad que obviamente bloqueaba sus bronquios. Unos minutos después pareció conseguirlo y su estado mejoró. ________ lo arropó en la cama y dejó que descansara. Su madre tenía aspecto de estar totalmente agotada.
—¿Quiere una taza de té? —ofreció, y la señora Cardew asintió.
—Gracias. Ha sido otra de esas horribles noches.
—Estoy segura de ello. ¿Por qué no trata de echar una siesta mientras el niño duerme? Le haría mucho bien.
La mujer asintió. ________ localizó a Pearl, el amable camillero de la sala y le pidió que preparara un té para la señora Cardew. Luego fue a buscar a Joe y lo encontró a punto de salir de la sala.
—¿Puedes echar un vistazo a Karl antes de irte? —preguntó—. Por lo visto ha pasado una mala noche.
—Claro —Joe volvió sobre sus pasos y ________ lo acompañó—. ¿Se sabe qué le sucede?
—Dolor postoperatorio. No hay problemas neurológicos ni vasculares aparentes; solo dolor.
—Podría ser la escayola.
—Creen que está bien.
Joe asintió y se detuvo junto a la cama de Karl.
—Hola, jovencito. Me han dicho que has pasado mala noche.
—Me duele mucho —dijo el niño con tristeza. Joe examinó su brazo con delicadeza. Lo volvió a un lado y a otro y probó los reflejos de los dedos.
—¿Te duele el hueso, o la piel y los músculos?
—No sé. Pero me duele mucho —contestó Karl, y comenzó a llorar.
Joe apoyó una mano en su hombro y lo oprimió para reconfortarlo.
—Voy a darte algo para el dolor y luego quiero que te hagan una radiografía. Lo más seguro es que haga que te quiten la escayola por si te está presionando demasiado el brazo. Podrías tenerlo en una especie de cabestrillo que se utiliza para estos casos, pero tendrías que estar muy quieto durante uno o dos días. Ya veremos. Primero vamos a probar con el analgésico y con la radiografía.
Tomó la ficha que se hallaba a los pies de la cama e hizo unas anotaciones. Luego se la entregó a ________.
—¿Puedes darle esto, por favor? Y ocúpate de que le hagan la radiografía. Supongo que tendré que firmar algo para autorizarlo.
Su sonrisa era contagiosa.
—Oh, sí —respondió ________, y sonrió—. Por supuesto. En este sitio tienes que firmar hasta para tomar una taza de té.
—Apúntame para una más tarde. Ahora voy a ocuparme de Tim. Supongo que ya está preparado para entrar en quirófano, ¿no?
—Eso ha dicho Angela. ¿Qué le vas a hacer?
—Una reducción y una fijación interna. Es la única manera de obtener un resultado satisfactorio en esa clase de fracturas. Pero no creo que vaya a haber ningún problema.
Disfutenlo chicas
________ se planteó la posibilidad de hacer novillos.
Pensó en ello mientras se preparaba, pero finalmente suspiró, se puso el abrigo y fue a trabajar… como había sabido desde el principio que haría.
Además, quería ver a Joe… o eso creía. El día anterior, mientras tomaban el té en la cocina de su casa, notó que estaba tenso. Ni siquiera sugirió que fueran a tomarlo al cuarto de estar, de manera que ella decidió irse en cuanto terminó su taza.
Joe la besó en la frente para despedirse. Fue una caricia ligera, breve, pero bastó para revelar que quería más… mucho más.
Tal vez demasiado.
________ aparcó el coche, entró en el hospital y fue a ponerse el uniforme y su chapa de identificación.
—Solo por si olvido quién soy —solía bromear, pero aquel día pensó que le serviría para recordar que era una mera compañera de trabajo de Joe, no su esposa.
—________ Long —se encontró diciendo en voz alta, probando el nombre, y podría haberse dado de cabezazos contra la pared—. Olvídalo —murmuró y al alzar la cabeza vio a Allie, que la observaba con curiosidad.
—¿Te encuentras bien?
—Perfectamente. ¿Y tú? ¿Qué tal van esos planes de boda?
Allie hizo una mueca.
—Oh, avanzando, supongo. Ahora, Mark quiere casarse en el juzgado, pero mi madre quiere todo el jaleo típico de las bodas para su niñita… Ya sabes cómo son estas cosas.
—Sí, y tu madre ganará —dijo ________ en tono irónico, y trató de no pensar en la clase de boda que celebraría ella con Joe.
«Dos días», se dijo. «Solo lo conoces hace dos días. ¿Cómo puedes pensar en algo así?»
De pronto vio que entraba en la sala y le sonreía como si fuera lo mejor que había visto en toda la semana. «¡Por eso puedo pensar en algo así!»
—Hola —murmuró Joe.
—Hola —replicó ella. A pesar de sentirse como una tonta enamorada, tuvo que reconocer que era maravilloso volver a estar tan cerca de él después de menos de doce horas.
Allie se había ido, dejándolos solos en una especie de vacío que palpitaba de tensión sexual y emocional. Joe la miró a los ojos, suspiró y se volvió.
—Um… respecto a lo de anoche…
—Lo sé. Fue algo excepcional. No significó nada. Olvídalo… ¿es eso lo que ibas a decir?
Joe sonrió.
—Lo cierto es que no. Iba a preguntarte por qué huiste.
________ frunció el ceño, desconcertada.
—Pensaba que querías que me fuera.
—No. Bueno… no sé. No sé lo que quería.
«Yo sí», pensó ________. «Sé exactamente lo que querías porque era lo mismo que quería yo, y apostaría cualquier cosa a que esta noche tampoco has pegado ojo».
—Siento haber malinterpretado las cosas —dijo—. Pero tendremos que hablar más tarde, porque ahora debo ir a que la encargada del turno de noche me dé el informe.
—De acuerdo. Yo también estoy ocupado. Más tarde podemos tomar un té.
La sonrisa de Joe envolvió el corazón de ________, reconfortándolo, y se la llevó consigo al despacho, inconsciente de que iba reflejada en su propio rostro.
—Buenos días —saludó animadamente—. ¿Qué tal ha ido todo?
La encargada del turno de noche, Angela Davis, se encogió de hombros.
—Bien, si te gusta el caos. Pareces contenta.
—¿En serio? —«qué extraño», pensó ________. «Me siento confusa, no feliz. Excitada, asustada y confundida, todo a la vez»—. ¿Qué ha pasado?
—Toda clase de cosas. Karl Fisher ha tenido mucho dolor y no ha dejado de llorar en toda la noche. Le he prescrito unos analgésicos más fuertes, pero no parecen haber servido de mucho. No para de decir que creía que las cosas iban a ir mejor, lo que hace que una se sienta terriblemente mal. A pesar de todo, la mano tiene buen aspecto y sus reacciones motoras son las adecuadas, de manera que no creo que sea nada más que el lógico dolor postoperatorio. Tal vez sería buena idea que Robert Ryder o Joseph Jonas le echaran un vistazo… no sé a cuál de los dos le corresponde hacerlo ahora.
—Yo tampoco. Se lo preguntaré a Joe en cuanto pueda. Creo que está por aquí. ¿Ha habido algún otro problema? ¿Alguna urgencia?
—Ha ingresado Toby Cardew con un ataque de asma.
—¡Pero si acababan de darle el alta! —exclamó ________—. ¿Se sabe qué lo ha provocado?
—Han mencionado algo relacionado con la ansiedad.
—Supongo que debe ser eso, porque ya han descartado todo tipo de alergias. ¿Está su madre con él?
—Sí. Ha pasado aquí toda la noche. Su padre está en casa con sus hermanos.
—Bien. ¿Alguien más?
—Oh, sí. Una apendicitis. Andrew Reed, de ocho años; ya lo han operado. También ha ingresado Tim Scully con una fea fractura de cubito y radio; se ha caído de la litera de arriba. Era su primera noche en ella; típico, ¿verdad? Ha tenido que levantarse por la noche para ir al baño y se ha caído mientras trataba de bajar por la escalera.
—¿Ha entrado ya en quirófano?
—No, pero ya está listo y han llamado a Joseph Jonas para que le eche un vistazo. Creo que va a operarlo esta mañana. Por eso estaba en la sala.
Y ________ había creído que había ido por verla a ella. Qué tonta. Sintió una oleada de decepción que reprimió de inmediato. Él tenía un trabajo que hacer, lo mismo que ella. Hablaron sobre los demás pacientes y, tras quedarse a cargo de la sala, ________ fue a buscar a Joe.
Estaba hablando con los padres de Tim Scully, el joven que se había caído de la litera, de manera que decidió ir a ver a Toby. Este estaba en la cama, en una habitación contigua, inclinado hacia delante, con los brazos cruzados y aún luchando por respirar a pesar de los medicamentos que se le habían suministrado.
________ hizo algunos ejercicios respiratorios con él para que se relajara y liberara parte de la mucosidad que obviamente bloqueaba sus bronquios. Unos minutos después pareció conseguirlo y su estado mejoró. ________ lo arropó en la cama y dejó que descansara. Su madre tenía aspecto de estar totalmente agotada.
—¿Quiere una taza de té? —ofreció, y la señora Cardew asintió.
—Gracias. Ha sido otra de esas horribles noches.
—Estoy segura de ello. ¿Por qué no trata de echar una siesta mientras el niño duerme? Le haría mucho bien.
La mujer asintió. ________ localizó a Pearl, el amable camillero de la sala y le pidió que preparara un té para la señora Cardew. Luego fue a buscar a Joe y lo encontró a punto de salir de la sala.
—¿Puedes echar un vistazo a Karl antes de irte? —preguntó—. Por lo visto ha pasado una mala noche.
—Claro —Joe volvió sobre sus pasos y ________ lo acompañó—. ¿Se sabe qué le sucede?
—Dolor postoperatorio. No hay problemas neurológicos ni vasculares aparentes; solo dolor.
—Podría ser la escayola.
—Creen que está bien.
Joe asintió y se detuvo junto a la cama de Karl.
—Hola, jovencito. Me han dicho que has pasado mala noche.
—Me duele mucho —dijo el niño con tristeza. Joe examinó su brazo con delicadeza. Lo volvió a un lado y a otro y probó los reflejos de los dedos.
—¿Te duele el hueso, o la piel y los músculos?
—No sé. Pero me duele mucho —contestó Karl, y comenzó a llorar.
Joe apoyó una mano en su hombro y lo oprimió para reconfortarlo.
—Voy a darte algo para el dolor y luego quiero que te hagan una radiografía. Lo más seguro es que haga que te quiten la escayola por si te está presionando demasiado el brazo. Podrías tenerlo en una especie de cabestrillo que se utiliza para estos casos, pero tendrías que estar muy quieto durante uno o dos días. Ya veremos. Primero vamos a probar con el analgésico y con la radiografía.
Tomó la ficha que se hallaba a los pies de la cama e hizo unas anotaciones. Luego se la entregó a ________.
—¿Puedes darle esto, por favor? Y ocúpate de que le hagan la radiografía. Supongo que tendré que firmar algo para autorizarlo.
Su sonrisa era contagiosa.
—Oh, sí —respondió ________, y sonrió—. Por supuesto. En este sitio tienes que firmar hasta para tomar una taza de té.
—Apúntame para una más tarde. Ahora voy a ocuparme de Tim. Supongo que ya está preparado para entrar en quirófano, ¿no?
—Eso ha dicho Angela. ¿Qué le vas a hacer?
—Una reducción y una fijación interna. Es la única manera de obtener un resultado satisfactorio en esa clase de fracturas. Pero no creo que vaya a haber ningún problema.
Disfutenlo chicas
Nani Jonas
Re: "Quererte A Ti" - Joe y tu Terminada
olaaaa me gusto el capituloooo!!! qero saber que va a pasar con la rayita y joe xD siguelaa prontoo por favorrr!!!
Kari_JB
Re: "Quererte A Ti" - Joe y tu Terminada
Awwwwque hermososo
Ambos se gustan eso es genial!!
Plis síguela ya!!
Necesito mas caps!!
Ambos se gustan eso es genial!!
Plis síguela ya!!
Necesito mas caps!!
Karli Jonas
Re: "Quererte A Ti" - Joe y tu Terminada
por favor siguelaaa no la dejes hay me encanta la novelaaa!!!
Kari_JB
Re: "Quererte A Ti" - Joe y tu Terminada
Awwww esta muy buena la nove :')
Me gusta, es muy tierna.
SIGUELAAAAAAAAAA
Me gusta, es muy tierna.
SIGUELAAAAAAAAAA
Dayi_JonasLove!*
Re: "Quererte A Ti" - Joe y tu Terminada
Capitulo 7
Joe se encontró pensando en ________ mientras operaba. Si el brillo de sus ojos era un indicio, había parecido encantada de verlo. Era difícil simular entusiasmo hasta ese punto, se dijo mientras fijaba una placa al hueso.
El resto del equipo quirúrgico estaba cotilleando sobre alguien a quien no conocía y lo ignoró mientras seguía trabajando. Pensó en los niños y en Carla, y en lo difícil que iba a ser encontrar una sustituta.
Y la dificultad no residía tan solo en encontrarla, sino en conservarla. Las au pairs no parecían durar mucho, y la marcha de cada una suponía un trauma y una pérdida en la vida de los niños.
Era insatisfactorio para ellos desde un punto de vista emocional, pero suponía que al menos conservaban firme el apego que habían desarrollado por él. Y eso estaba bien, porque no tenía intención de ir a ningún sitio.
Se irguió, hizo girar el brazo para comprobar su posición, comprobó la temperatura y el color de los dedos y cerró la incisión, satisfecho con la operación.
Eso era todo lo que podía hacer. Se quitó la mascarilla, sonrió al equipo y le dio las gracias. Antes de salir, tiró a la papelera los guantes, el gorro y la bata.
«Té con ________», pensó y se encaminó hacia la sala.
Era fin de semana. Aparte de una breve taza de té cuando Joe había vuelto a la sala para hablar con los padres de Tim, ________ no lo había visto en todo el día.
Después de ver la radiografía de Karl había enviado instrucciones para que le quitaran la escayola y le mantuvieran el brazo fijo en un cabestrillo hasta el día siguiente. Al parecer, al despertar de la anestesia el niño había golpeado sin querer la escayola contra el costado de la cama y, al no estar completamente seca, se había deformado un poco. Ese parecía ser el origen de los dolores de Karl. Una vez retirada la escayola pareció sentirse mucho más cómodo y se quedó dormido de inmediato.
Tim y Andrew Reed, el niño que había sido operado de apendicitis, se estaban recuperando perfectamente.
El fin de semana, que ________ tenía milagrosamente libre, se presentaba sin ningún aliciente. Las posibilidades de volver a toparse con Joe en el supermercado eran tan remotas como para ni siquiera molestarse en tenerlas en cuenta y, al margen de presentarse en su casa, no se le ocurría ninguna forma de verlo hasta el lunes.
¿Qué iba a hacer para ocupar su tiempo? Ninguna de las cosas que solía hacer le ofrecían el más mínimo estímulo. Por algún motivo, parecían inútiles, vacías.
Se preguntó qué pensaría hacer Joe, y si los niños estarían deseando tenerlo para ellos solos. Se encontró una vez más pensando en su madre, en la esposa de Joe. ¿Cuándo lo habría dejado, y por qué? ¿Se habría ido sin más, o habrían pasado por un divorcio enconado y amargo?
¿La amaría aún Joe? Aquel pensamiento resultó extrañamente doloroso.
Se encontró recordando su beso, repasando por enésima vez aquellos instantes en su mente. ¿Volvería a suceder? Esperaba que sí.
Cuando apenas habían dado las diez decidió acostarse, tras tratar sin conseguirlo de concentrarse en ver la televisión. Acababa de apoyar la cabeza en la almohada cuando sonó el teléfono. Se apoyó en un codo y descolgó el auricular con un destello de esperanza. Joe no tenía su número, pero…
—¿Hola?
—¿________? Soy Joe.
Se interrumpió y ________ tuvo la extraña sensación de que no sabía qué decir. A ella le pasaba lo mismo.
—¿Cómo estás? —preguntó mientras jugueteaba con el cable del teléfono.
—Estoy bien, gracias. Siento haberte llamado tan tarde… He tenido que hacer de detective para conseguir tu número. Espero que no te importe.
—Claro que no me importa —________ se irguió en la cama, preocupada por el tono de voz de Joe—. ¿Sucede algo malo?
Él suspiró.
—No… no exactamente. Es solo que… Carla ha ido a Londres a pasar el fin de semana, se supone que yo estoy de guardia y los niños están con mis padres, que viven muy cerca —volvió a suspirar—. Solo quería hablar contigo. La casa parece muy vacía, y he pensado que sería agradable verte, aunque como es muy tarde, he supuesto que lo mejor era llamarte.
—No es muy tarde —dijo ________ con suavidad—, ni para llamar, ni para venir a verme, si quieres.
—Son más de las diez.
—Eso no importa. ¿Quieres venir aquí, o prefieres que vaya a tu casa?
—Voy yo; me parece lo justo, ya que ha sido idea mía. Además, hace mucho frío. Puedo llevar mi busca. ¿Dónde vives?
________ le dio la dirección y luego repasó mentalmente el deplorable estado de la casa. Más le habría valido pasar las tres horas anteriores limpiando en lugar de deprimiéndose pensando en Joe.
Se vistió con rapidez y bajó a recoger un poco el cuarto de estar en los diez minutos que tenía antes de que llegara. Apagó la luz central, encendió las lámparas que había a los lados del sofá, encendió las velas que había en el tocador y fue a poner agua a hervir. Solo tenía té o café para ofrecerle; ni vino, ni cerveza, ni licores.
Cuando sonó el timbre, respiró profundamente para relajarse, se pasó las manos por los vaqueros por si tenía las palmas húmedas y fue a abrir con una sonrisa de bienvenida.
Joe tenía un aspecto maravillosamente desaliñado. El pelo revuelto, la ropa descolocada… y unos ojos que podrían haber hecho avergonzarse a la antorcha olímpica. Y su boca…
________ lo hizo pasar, se puso de puntillas y lo besó en ella con ligereza, una sola vez, pero fue suficiente. Joe dejó caer algo al suelo que aterrizó con un golpe seco, la tomó entre sus brazos y ella pudo dejar de fantasear sobre sus besos porque de pronto se convirtieron en una intensa realidad.
Finalmente, Joe alzó la cabeza, sonrió y se agachó para recoger lo que había dejado caer.
—Toma, son para ti. Me temo que la caja se ha doblado un poco, pero supongo que no importa. Me he distraído.
Bombones. Bombones decadentes y pecaminosos, no los típicos, sino oscuros, con licor y un millón de calorías por unidad.
________ rio.
—¿Cómo has sabido que son mis favoritos? —preguntó, y al mirar los expresivos ojos de Joe olvidó respirar por un momento.
—Lo he adivinado —confesó Joe—. Habría traído vino, pero tengo que conducir y he pensado que los bombones serían más adecuados.
—Gracias —________ volvió a ponerse de puntillas para besarlo. Luego lo tomó de un brazo y lo llevó al cuarto de estar—. Siéntate mientras sirvo algo de beber. ¿Prefieres té o café? Me temo que es todo lo que tengo.
—Un café está bien. Pero voy a ayudarte.
—Oh, la cocina está hecha un caos…
Joe rio suavemente.
—Lo que es justo es justo. Tú viste ayer mi casa en su peor momento.
—Pero yo no tengo excusa —protestó ella.
Al parecer, Joe era tan testarudo como ella, porque le hizo volverse, apoyó las manos en sus hombros y la empujó con suavidad por el pasillo hacia la cocina.
—No sé a qué te referías. Tiene un aspecto estupendo —dijo tras ella, y su aliento le acarició la nuca. Ella sintió el loco impulso de apoyarse contra él e inclinar la cabeza para que dejara un rastro de besos ardientes en su cuello…
Como si hubiera leído sus pensamientos, Joe la besó en el pelo y ella sintió la caricia como si hubiera sido el roce del ala de un ángel. Cerró los ojos y permaneció quieta mientras él la atraía hacia sí para que pudiera sentir el calor de su cuerpo. Luego inclinó la cabeza y la besó en el cuello, despertando en ella una sensación increíblemente erótica.
—Eres preciosa —murmuró, en un tono de voz ronco y cargado de promesas.
«Hazme el amor», pensó ________. «No pares. Llévame al cielo. Por favor…»
Joe la soltó y la dejó abandonada en un mar de emociones tan poderosas que ella temió ahogarse.
—¿Café ? —dijo él con suavidad, y ella avanzó como un autómata para tomar las tazas y ponerse a prepararlo.
—¿Quieres azúcar? —preguntó, y se dio cuenta de que nunca lo había preparado para él. Apenas había hecho nada para él. ¡Solo lo conocía hacía tres días!
Sin embargo, sabía que era más importante para ella que cualquier otro hombre que hubiera conocido. No había duda de que era algo precipitado, impulsivo, insensato, y todas las demás cosas sobre las que le habría advertido su madre, pero ella sabía que además estaba bien.
Se volvió hacia él para darle su café y vio que la observaba con una expresión muy intensa. Joe tomó la taza de sus manos y la dejó en la mesa.
—No, no quiero azúcar. Quiero hacer el amor contigo, pero sé que es demasiado pronto —dijo con voz ronca.
Su sinceridad hizo que los ojos de ________ se llenaran de lágrimas.
—No, no lo es —dijo, con la misma sinceridad—. No es demasiado pronto… para nosotros. Siento que llevo años esperándote.
Por un momento, Joe no dijo nada y cerró los ojos. Cuando volvió a abrirlos, el calor que había en ellos consumió a ________. Él alargó una mano y, sin decir nada, ella la tomó y lo condujo hasta su dormitorio en la planta alta.
Antes de entrar dudó un momento.
—Está hecho un desastre —dijo, y él rio.
—¿De verdad crees que me importa? —Joe le hizo volverse y la miró a los ojos—. Oh, ________ —susurró, y la estrechó entre sus brazos. Su boca buscó la de ella y la besó con ternura—. No he venido aquí a esto —murmuró—. No es por eso por lo que te he llamado.
—Shh. No te preocupes. Lo sé —ella alzó la mano y le acarició la mejilla. Luego la deslizó tras su nuca y lo atrajo hacia sí—. Hazme el amor —murmuró—. Por favor. Ahora. Te necesito.
Los ojos de Joe se oscurecieron y, con un ronco gemido, buscó su boca y la encontró. ________ sintió que su cuerpo ardía y que sus piernas cedían.
Entonces él la tomó en brazos y la dejó con delicadeza en medio de la cama. La desvistió con lentitud, con dedos temblorosos, y ella pudo ver lo excitado que estaba por lo agitado de su respiración.
—Eres tan encantadora —susurró con voz vacilante, y cuando la miró a los ojos, el abierto deseo que estos reflejaban encontraron un eco en el corazón de ________—. Te necesito.
—Lo sé. Está bien —________ se arrodilló en la cama y tiró del borde del jersey de Joe hasta sacárselo por encima de la cabeza sin ninguna ceremonia. Su paciencia estaba a punto de agotarse; lo necesitaba ya, necesitaba abrazarlo, tocarlo, formar parte de él. Nada más importaba, y ningún otro pensamiento pasaba por su cabeza.
Lo desnudó y se quedó sin aliento al ver su cuerpo delgado, musculoso… y tan excitado. Lo tocó con manos temblorosas y sintió su satinada y ardiente piel bajo las palmas, el estremecimiento que lo recorrió mientras ella deslizaba los dedos a lo largo de su cuerpo.
—________… —susurró él, jadeante, a punto de perder el control. Eso era lo que ella buscaba. No quería técnica, ni habilidad; lo quería a él. Solo a él. Nada más, nada menos.
—Sí —contestó, y lo tomó entre sus brazos.
________ estaba acurrucada junto a Joe, con la cabeza apoyada contra su pecho y una rodilla entre sus muslos. Estaban tan cerca como podían estar, y agotados por igual. La respiración de ________ se fue calmando poco a poco, a la par que los latidos de su corazón. El de Joe latía justo debajo de su oreja, lenta y extrañamente reconfortante.
No se movió. No se podía mover. Se limitó a permanecer allí, como una muñeca abandonada, escuchando el latido de su corazón. Sintió su mano en la espalda, deslizándose sobre su piel, acariciándola con suavidad. Suspiró satisfecha y él volvió la cabeza para besarla en la frente.
—¿Estás bien?
—¿Cómo puedes preguntar eso? —murmuró ________, demasiado flácida como para mover la boca con normalidad.
Él rió y la estrechó contra su costado.
—Ha sido bastante espectacular, ¿verdad?
Algo inquietaba a ________, algo importante, pero no lograba averiguar de qué se trataba para enfrentarse a ello. Cerró los ojos, se acurrucó contra él y suspiró de nuevo. La biología era algo muy inteligente, pensó, despreocupada, y entonces recordó lo que la inquietaba.
Oh, maldición.
Deslizó un dedo por el pecho de Joe.
—Um… ¿me he perdido algo, o hemos olvidado utilizar protección? —preguntó.
Él se quedó muy quieto unos momentos. Luego siguió acariciándole la espalda. —No, no te has perdido nada, ________. No voy a contagiarte nada.
—¿Contagiarme? —repitió ella, desconcertada. No era eso en lo que estaba pensando.
—La última mujer con la que me acosté fue mi esposa, hace tres años —confesó Joe—. Puedes estar tranquila.
¿Tres años? ¡No era de extrañar que se hubiera mostrado tan receptivo a sus caricias!, pensó ________. Y ella a las de él, por supuesto. Entre ambos sumaban un montón de años de abstinencia.
—No estaba pensando en eso, sino en la posibilidad de haberme quedado embarazada —explicó—. No estoy tomando la pastilla.
Joe volvió a quedarse muy quieto. Cuando habló, su voz sonó apagada e inexpresiva.
—No es necesaria la pastilla. Cuando he dicho que podías estar tranquila también estaba pensando en eso. No puedo dejarte embarazada. Soy estéril.
Ahora les subo otro cap
Joe se encontró pensando en ________ mientras operaba. Si el brillo de sus ojos era un indicio, había parecido encantada de verlo. Era difícil simular entusiasmo hasta ese punto, se dijo mientras fijaba una placa al hueso.
El resto del equipo quirúrgico estaba cotilleando sobre alguien a quien no conocía y lo ignoró mientras seguía trabajando. Pensó en los niños y en Carla, y en lo difícil que iba a ser encontrar una sustituta.
Y la dificultad no residía tan solo en encontrarla, sino en conservarla. Las au pairs no parecían durar mucho, y la marcha de cada una suponía un trauma y una pérdida en la vida de los niños.
Era insatisfactorio para ellos desde un punto de vista emocional, pero suponía que al menos conservaban firme el apego que habían desarrollado por él. Y eso estaba bien, porque no tenía intención de ir a ningún sitio.
Se irguió, hizo girar el brazo para comprobar su posición, comprobó la temperatura y el color de los dedos y cerró la incisión, satisfecho con la operación.
Eso era todo lo que podía hacer. Se quitó la mascarilla, sonrió al equipo y le dio las gracias. Antes de salir, tiró a la papelera los guantes, el gorro y la bata.
«Té con ________», pensó y se encaminó hacia la sala.
Era fin de semana. Aparte de una breve taza de té cuando Joe había vuelto a la sala para hablar con los padres de Tim, ________ no lo había visto en todo el día.
Después de ver la radiografía de Karl había enviado instrucciones para que le quitaran la escayola y le mantuvieran el brazo fijo en un cabestrillo hasta el día siguiente. Al parecer, al despertar de la anestesia el niño había golpeado sin querer la escayola contra el costado de la cama y, al no estar completamente seca, se había deformado un poco. Ese parecía ser el origen de los dolores de Karl. Una vez retirada la escayola pareció sentirse mucho más cómodo y se quedó dormido de inmediato.
Tim y Andrew Reed, el niño que había sido operado de apendicitis, se estaban recuperando perfectamente.
El fin de semana, que ________ tenía milagrosamente libre, se presentaba sin ningún aliciente. Las posibilidades de volver a toparse con Joe en el supermercado eran tan remotas como para ni siquiera molestarse en tenerlas en cuenta y, al margen de presentarse en su casa, no se le ocurría ninguna forma de verlo hasta el lunes.
¿Qué iba a hacer para ocupar su tiempo? Ninguna de las cosas que solía hacer le ofrecían el más mínimo estímulo. Por algún motivo, parecían inútiles, vacías.
Se preguntó qué pensaría hacer Joe, y si los niños estarían deseando tenerlo para ellos solos. Se encontró una vez más pensando en su madre, en la esposa de Joe. ¿Cuándo lo habría dejado, y por qué? ¿Se habría ido sin más, o habrían pasado por un divorcio enconado y amargo?
¿La amaría aún Joe? Aquel pensamiento resultó extrañamente doloroso.
Se encontró recordando su beso, repasando por enésima vez aquellos instantes en su mente. ¿Volvería a suceder? Esperaba que sí.
Cuando apenas habían dado las diez decidió acostarse, tras tratar sin conseguirlo de concentrarse en ver la televisión. Acababa de apoyar la cabeza en la almohada cuando sonó el teléfono. Se apoyó en un codo y descolgó el auricular con un destello de esperanza. Joe no tenía su número, pero…
—¿Hola?
—¿________? Soy Joe.
Se interrumpió y ________ tuvo la extraña sensación de que no sabía qué decir. A ella le pasaba lo mismo.
—¿Cómo estás? —preguntó mientras jugueteaba con el cable del teléfono.
—Estoy bien, gracias. Siento haberte llamado tan tarde… He tenido que hacer de detective para conseguir tu número. Espero que no te importe.
—Claro que no me importa —________ se irguió en la cama, preocupada por el tono de voz de Joe—. ¿Sucede algo malo?
Él suspiró.
—No… no exactamente. Es solo que… Carla ha ido a Londres a pasar el fin de semana, se supone que yo estoy de guardia y los niños están con mis padres, que viven muy cerca —volvió a suspirar—. Solo quería hablar contigo. La casa parece muy vacía, y he pensado que sería agradable verte, aunque como es muy tarde, he supuesto que lo mejor era llamarte.
—No es muy tarde —dijo ________ con suavidad—, ni para llamar, ni para venir a verme, si quieres.
—Son más de las diez.
—Eso no importa. ¿Quieres venir aquí, o prefieres que vaya a tu casa?
—Voy yo; me parece lo justo, ya que ha sido idea mía. Además, hace mucho frío. Puedo llevar mi busca. ¿Dónde vives?
________ le dio la dirección y luego repasó mentalmente el deplorable estado de la casa. Más le habría valido pasar las tres horas anteriores limpiando en lugar de deprimiéndose pensando en Joe.
Se vistió con rapidez y bajó a recoger un poco el cuarto de estar en los diez minutos que tenía antes de que llegara. Apagó la luz central, encendió las lámparas que había a los lados del sofá, encendió las velas que había en el tocador y fue a poner agua a hervir. Solo tenía té o café para ofrecerle; ni vino, ni cerveza, ni licores.
Cuando sonó el timbre, respiró profundamente para relajarse, se pasó las manos por los vaqueros por si tenía las palmas húmedas y fue a abrir con una sonrisa de bienvenida.
Joe tenía un aspecto maravillosamente desaliñado. El pelo revuelto, la ropa descolocada… y unos ojos que podrían haber hecho avergonzarse a la antorcha olímpica. Y su boca…
________ lo hizo pasar, se puso de puntillas y lo besó en ella con ligereza, una sola vez, pero fue suficiente. Joe dejó caer algo al suelo que aterrizó con un golpe seco, la tomó entre sus brazos y ella pudo dejar de fantasear sobre sus besos porque de pronto se convirtieron en una intensa realidad.
Finalmente, Joe alzó la cabeza, sonrió y se agachó para recoger lo que había dejado caer.
—Toma, son para ti. Me temo que la caja se ha doblado un poco, pero supongo que no importa. Me he distraído.
Bombones. Bombones decadentes y pecaminosos, no los típicos, sino oscuros, con licor y un millón de calorías por unidad.
________ rio.
—¿Cómo has sabido que son mis favoritos? —preguntó, y al mirar los expresivos ojos de Joe olvidó respirar por un momento.
—Lo he adivinado —confesó Joe—. Habría traído vino, pero tengo que conducir y he pensado que los bombones serían más adecuados.
—Gracias —________ volvió a ponerse de puntillas para besarlo. Luego lo tomó de un brazo y lo llevó al cuarto de estar—. Siéntate mientras sirvo algo de beber. ¿Prefieres té o café? Me temo que es todo lo que tengo.
—Un café está bien. Pero voy a ayudarte.
—Oh, la cocina está hecha un caos…
Joe rio suavemente.
—Lo que es justo es justo. Tú viste ayer mi casa en su peor momento.
—Pero yo no tengo excusa —protestó ella.
Al parecer, Joe era tan testarudo como ella, porque le hizo volverse, apoyó las manos en sus hombros y la empujó con suavidad por el pasillo hacia la cocina.
—No sé a qué te referías. Tiene un aspecto estupendo —dijo tras ella, y su aliento le acarició la nuca. Ella sintió el loco impulso de apoyarse contra él e inclinar la cabeza para que dejara un rastro de besos ardientes en su cuello…
Como si hubiera leído sus pensamientos, Joe la besó en el pelo y ella sintió la caricia como si hubiera sido el roce del ala de un ángel. Cerró los ojos y permaneció quieta mientras él la atraía hacia sí para que pudiera sentir el calor de su cuerpo. Luego inclinó la cabeza y la besó en el cuello, despertando en ella una sensación increíblemente erótica.
—Eres preciosa —murmuró, en un tono de voz ronco y cargado de promesas.
«Hazme el amor», pensó ________. «No pares. Llévame al cielo. Por favor…»
Joe la soltó y la dejó abandonada en un mar de emociones tan poderosas que ella temió ahogarse.
—¿Café ? —dijo él con suavidad, y ella avanzó como un autómata para tomar las tazas y ponerse a prepararlo.
—¿Quieres azúcar? —preguntó, y se dio cuenta de que nunca lo había preparado para él. Apenas había hecho nada para él. ¡Solo lo conocía hacía tres días!
Sin embargo, sabía que era más importante para ella que cualquier otro hombre que hubiera conocido. No había duda de que era algo precipitado, impulsivo, insensato, y todas las demás cosas sobre las que le habría advertido su madre, pero ella sabía que además estaba bien.
Se volvió hacia él para darle su café y vio que la observaba con una expresión muy intensa. Joe tomó la taza de sus manos y la dejó en la mesa.
—No, no quiero azúcar. Quiero hacer el amor contigo, pero sé que es demasiado pronto —dijo con voz ronca.
Su sinceridad hizo que los ojos de ________ se llenaran de lágrimas.
—No, no lo es —dijo, con la misma sinceridad—. No es demasiado pronto… para nosotros. Siento que llevo años esperándote.
Por un momento, Joe no dijo nada y cerró los ojos. Cuando volvió a abrirlos, el calor que había en ellos consumió a ________. Él alargó una mano y, sin decir nada, ella la tomó y lo condujo hasta su dormitorio en la planta alta.
Antes de entrar dudó un momento.
—Está hecho un desastre —dijo, y él rio.
—¿De verdad crees que me importa? —Joe le hizo volverse y la miró a los ojos—. Oh, ________ —susurró, y la estrechó entre sus brazos. Su boca buscó la de ella y la besó con ternura—. No he venido aquí a esto —murmuró—. No es por eso por lo que te he llamado.
—Shh. No te preocupes. Lo sé —ella alzó la mano y le acarició la mejilla. Luego la deslizó tras su nuca y lo atrajo hacia sí—. Hazme el amor —murmuró—. Por favor. Ahora. Te necesito.
Los ojos de Joe se oscurecieron y, con un ronco gemido, buscó su boca y la encontró. ________ sintió que su cuerpo ardía y que sus piernas cedían.
Entonces él la tomó en brazos y la dejó con delicadeza en medio de la cama. La desvistió con lentitud, con dedos temblorosos, y ella pudo ver lo excitado que estaba por lo agitado de su respiración.
—Eres tan encantadora —susurró con voz vacilante, y cuando la miró a los ojos, el abierto deseo que estos reflejaban encontraron un eco en el corazón de ________—. Te necesito.
—Lo sé. Está bien —________ se arrodilló en la cama y tiró del borde del jersey de Joe hasta sacárselo por encima de la cabeza sin ninguna ceremonia. Su paciencia estaba a punto de agotarse; lo necesitaba ya, necesitaba abrazarlo, tocarlo, formar parte de él. Nada más importaba, y ningún otro pensamiento pasaba por su cabeza.
Lo desnudó y se quedó sin aliento al ver su cuerpo delgado, musculoso… y tan excitado. Lo tocó con manos temblorosas y sintió su satinada y ardiente piel bajo las palmas, el estremecimiento que lo recorrió mientras ella deslizaba los dedos a lo largo de su cuerpo.
—________… —susurró él, jadeante, a punto de perder el control. Eso era lo que ella buscaba. No quería técnica, ni habilidad; lo quería a él. Solo a él. Nada más, nada menos.
—Sí —contestó, y lo tomó entre sus brazos.
________ estaba acurrucada junto a Joe, con la cabeza apoyada contra su pecho y una rodilla entre sus muslos. Estaban tan cerca como podían estar, y agotados por igual. La respiración de ________ se fue calmando poco a poco, a la par que los latidos de su corazón. El de Joe latía justo debajo de su oreja, lenta y extrañamente reconfortante.
No se movió. No se podía mover. Se limitó a permanecer allí, como una muñeca abandonada, escuchando el latido de su corazón. Sintió su mano en la espalda, deslizándose sobre su piel, acariciándola con suavidad. Suspiró satisfecha y él volvió la cabeza para besarla en la frente.
—¿Estás bien?
—¿Cómo puedes preguntar eso? —murmuró ________, demasiado flácida como para mover la boca con normalidad.
Él rió y la estrechó contra su costado.
—Ha sido bastante espectacular, ¿verdad?
Algo inquietaba a ________, algo importante, pero no lograba averiguar de qué se trataba para enfrentarse a ello. Cerró los ojos, se acurrucó contra él y suspiró de nuevo. La biología era algo muy inteligente, pensó, despreocupada, y entonces recordó lo que la inquietaba.
Oh, maldición.
Deslizó un dedo por el pecho de Joe.
—Um… ¿me he perdido algo, o hemos olvidado utilizar protección? —preguntó.
Él se quedó muy quieto unos momentos. Luego siguió acariciándole la espalda. —No, no te has perdido nada, ________. No voy a contagiarte nada.
—¿Contagiarme? —repitió ella, desconcertada. No era eso en lo que estaba pensando.
—La última mujer con la que me acosté fue mi esposa, hace tres años —confesó Joe—. Puedes estar tranquila.
¿Tres años? ¡No era de extrañar que se hubiera mostrado tan receptivo a sus caricias!, pensó ________. Y ella a las de él, por supuesto. Entre ambos sumaban un montón de años de abstinencia.
—No estaba pensando en eso, sino en la posibilidad de haberme quedado embarazada —explicó—. No estoy tomando la pastilla.
Joe volvió a quedarse muy quieto. Cuando habló, su voz sonó apagada e inexpresiva.
—No es necesaria la pastilla. Cuando he dicho que podías estar tranquila también estaba pensando en eso. No puedo dejarte embarazada. Soy estéril.
Ahora les subo otro cap
Nani Jonas
Re: "Quererte A Ti" - Joe y tu Terminada
Capitulo 8
La conmoción paralizó unos momentos a ________.
¿Estéril?
¿Joe estéril? ¿Joe, que tenía tres hijos, no podía dejarla embarazada?
—Pero tienes tres hijos —dijo, confundida—. ¿Cómo…?
—Son adoptados.
—Oh —¿qué más podía decir? Respiró y soltó el aire muy despacio—. ¿Estás seguro?
—¿De que son adoptados? Por completo —dijo él, y rio sin humor.
—No, me refiero a lo de tu… esterilidad —dijo, apenas capaz de pronunciar la palabra. Sentía que un terrible vacío empezaba a abrirse en su interior y estaba desesperada por detenerlo, pues sabía que si no lo hacía la consumiría. Quería un hijo de Joe… ¡lo necesitaba!
—Sí, estoy seguro —contestó él al cabo de un momento, y ella pudo percibir el dolor que reflejaba su voz. Dejó el suyo a un lado y se concentró en el de él. Podía ocuparse del suyo después. Aquello era importante.
—¿Qué pasó? —preguntó con delicadeza—. ¿Lo sabes?
—Tuve paperas a los veinticinco años. Estuve muy enfermo. Como complicación sufrí una severa orquitis, y unos meses después, cuando decidimos empezar a tener familia, no conseguimos nada.
—Así que te hiciste una prueba.
—Sí. Encontraron muy pocos espermas saludables. Baja movilidad y ese tipo de cosas. Lyn estaba desolada. Lo intentamos todo: posturas absurdas, centrifugación del esperma, jeringuillas… toda clase de cosas. No hacíamos el amor, sino que manteníamos relaciones sexuales muy organizadas para que coincidieran con su ovulación, pero fallamos mes tras mes. Ella tampoco era apta para los tratamientos de inseminación artificial, así que no pudimos hacer nada.
________ tragó las lágrimas que se habían acumulado en su garganta y amenazaban con atragantarla.
—Así que decidisteis adoptar.
—Sí. Decidimos adoptar. Pasamos por todo el procedimiento y poco antes de que nos dieran la aprobación nos entregaron algunos álbumes de los niños que nadie quiere. Los llaman «Niños que Esperan», y hay página tras página llena de ellos. La mayoría son grupos de hermanos, porque casi nadie quiere comprometerse con algo así. Normalmente, la gente quiere un bebé. Eso era lo que buscábamos nosotros, pero cuando vimos a mis tres hijos supe que era a ellos a los que quería.
—¿Qué pensó Lyn?
Joe se encogió de hombros.
—No sé. En aquel momento aceptó intentarlo, pero nunca pareció tan entusiasmada como yo. Supongo que debería haberla escuchado. Tenía reservas por motivos razonables. Yo no tenía ninguna. Sabía que podíamos dar a esos niños un hogar.
—¿Qué edades tenían?
—Skye tenía tres, Danny iba a cumplir dos y Jaz era un bebé. Su madre había muerto de una sobredosis y no se sabía nada del padre. Fue una adopción sin complicaciones, pero acabó separándonos, aunque entonces no me di cuenta. Estaba demasiado centrado en los niños como para captar las señales, y ya estábamos concluyendo el proceso de adopción cuando Lyn me dejó.
________ percibió el dolor que aún revelaba la voz de Joe. Debía haber algo más, pero imaginaba el daño que debió producir la marcha de Lyn.
—¿Fue muy amargo? —preguntó con suavidad.
—¿Amargo? —Joe respiró hondo y rio con aspereza—. Supongo que ese adjetivo es bastante adecuado. Se fue con mi mejor amigo. Llevaban meses teniendo relaciones. Lyn estaba embarazada.
________ cerró los ojos ante el horror de sus palabras.
—Oh, Joe —susurró, y deslizó los brazos en torno a él—. Cuánto lo siento…
—Logré superarlo. Seguí adelante con el proceso de adopción, a pesar de que los Servicios Sociales se mostraron más reacios a concedérmela en esas circunstancias, luchamos y estamos consiguiendo salir adelante. Danny no lo pasó muy mal, pero Jasper estaba perdido sin Lyn y Skye quedó destrozada.
—Lo supongo —dijo ________ con tristeza—. Pobrecita.
—Sí. Acababa de empezar a abrirse y a unirse a nosotros y tuvo que volver al principio. Peor aún, porque la muerte de su madre había sido inevitable, pero Lyn había elegido irse. Eso fue difícil de asimilar. Skye se sintió muy dolida, y aún es complicado relacionarse con ella.
—¿Y tú? ¿Te sentiste muy dolido? —Joe asintió despacio.
—Más que nada traicionado. Podía entender lo del bebé. Sabía lo importante que era para Lyn tener uno, y lo entendía. Yo también sentía el instinto de ser padre, de ver a mi esposa embarazada, de tener a mi bebé en brazos. Me encantan los niños. Deseaba con todas mis fuerzas tener uno, pero no podía ser… —se interrumpió y respiró profundamente—. Lo siento, pero aún me afecta.
—Tranquilo —murmuró ________—. Tómate tu tiempo; no pienso ir a ninguna parte.
Tras un momento, Joe continuó con su desgarradora historia.
—Cuando averiguamos que yo era estéril le ofrecí el divorcio, y volví a ofrecérselo antes de empezar con el procedimiento de adopción. Lyn dijo que no. Dijo que no y, sin embargo, una vez que los niños estuvieron en casa, y cuando ya llevaban un año viviendo con nosotros, me dijo que quería irse y que estaba embarazada de otro hombre. No puedo perdonarla por eso, por lo que les hizo a esos pobres y vulnerables niños, y tampoco puedo perdonar al que era mi mejor amigo por haber formado parte de ello, por haberme mentido, por haber permitido que me desahogara con él mientras se estaba acostando con mi esposa a mis espaldas. Casi lo maté por eso.
________ no dijo nada. No había nada que decir, nada que añadir que no sonara trillado o falto de sinceridad.
—Lo siento —continuó Joe al cabo de un momento—. No suelo hablar de esto a menudo, y aún me afecta.
—¿Aún los ves?
—No. No puedo perdonarlos por lo que les hicieron a los niños, y sería hipócrita tener algo que ver con ellos. Además, no soy ningún masoquista —volvió la cabeza y besó a ________ en la frente—. No pretendía desahogarme así contigo, pero antes o después tenías que enterarte de todo.
—No te disculpes —murmuró ________—. Me preguntaba por qué se habría ido tu esposa y ahora ya lo sé —sabía más de lo que quería.
Joe se volvió hacia ella.
—En cualquier caso, no tiene nada que ver con nosotros —dijo—. Es agua pasada —la besó en los párpados, en la barbilla, en el hueco de la garganta—. Ahora olvídalo y deja que vuelva a hacerte el amor.
«Olvídalo», repitió ________ en su interior. Como si fuera fácil hacerlo.
Pero Joe tenía razón. Debía olvidarlo y concentrarse en él, en aquel momento. Más tarde, cuando estuviera sola, tendría tiempo de pensar en ello.
Joe dejó un rastro de fuego por su hombro y brazo antes de erguirse para reclamar sus labios. El fuego se extendió por todo el cuerpo de ________, que se arqueó hacia él, desesperada de repente por sentirlo muy cerca.
Entonces, en la distancia, sonó el celular. Joe masculló una maldición, se apartó de ella y tomó su ropa interior.
—No te muevas —dijo, y corrió escaleras abajo. Ella oyó su voz mientras hablaba por teléfono y un momento después sus pasos mientras subía la escalera.
—Tengo que ir al hospital. Tú quédate ahí. Te llamaré si voy a estar poco tiempo. De lo contrario, nos vemos mañana. ¿De acuerdo?
________ asintió.
—De acuerdo —estuvo a punto de decirle que volviera de todos modos a la hora que fuese, pero lo pensó mejor. Necesitaba estar sola. Tenía mucho que pensar.
Joe terminó de vestirse y le dio un beso de despedida.
—Nos vemos luego. Piensa en mí —Como si fuera a poder hacer otra cosa, pensó ________.
Cuando oyó cómo se cerraba la puerta tras él, se levantó de la cama, se puso la bata y bajó. Las velas aún ardían. Las apagó, así como las lámparas, se sentó en el sofá y abrió la caja de bombones.
Joe se había ido, pero sus palabras seguían con ella, repitiéndose una y otra vez en su mente. «Soy estéril… estéril… estéril…»
Tragó saliva, pero las lágrimas se derramaron de todos modos por sus mejillas. Estaba sufriendo, comprendió vagamente; por Joe y por los hijos que nunca tendría, y por Lyn, que no había podido tener un hijo con su marido, y por sí misma, por los sueños que se habían esfumado.
El teléfono sonó y se levantó a contestar.
Era Joe.
—Va a ser una larga noche —dijo, a modo de disculpa—. No me esperes. Te llamaré mañana. Guárdame algunos bombones.
—De acuerdo —dijo ________, tratando de mostrarse animada—. Nos vemos mañana.
Colgó justo antes de que un sollozo escapara de su garganta y, por fin, acurrucada en un rincón del sofá, cedió a las lágrimas.
Espero les gusten los caps
La conmoción paralizó unos momentos a ________.
¿Estéril?
¿Joe estéril? ¿Joe, que tenía tres hijos, no podía dejarla embarazada?
—Pero tienes tres hijos —dijo, confundida—. ¿Cómo…?
—Son adoptados.
—Oh —¿qué más podía decir? Respiró y soltó el aire muy despacio—. ¿Estás seguro?
—¿De que son adoptados? Por completo —dijo él, y rio sin humor.
—No, me refiero a lo de tu… esterilidad —dijo, apenas capaz de pronunciar la palabra. Sentía que un terrible vacío empezaba a abrirse en su interior y estaba desesperada por detenerlo, pues sabía que si no lo hacía la consumiría. Quería un hijo de Joe… ¡lo necesitaba!
—Sí, estoy seguro —contestó él al cabo de un momento, y ella pudo percibir el dolor que reflejaba su voz. Dejó el suyo a un lado y se concentró en el de él. Podía ocuparse del suyo después. Aquello era importante.
—¿Qué pasó? —preguntó con delicadeza—. ¿Lo sabes?
—Tuve paperas a los veinticinco años. Estuve muy enfermo. Como complicación sufrí una severa orquitis, y unos meses después, cuando decidimos empezar a tener familia, no conseguimos nada.
—Así que te hiciste una prueba.
—Sí. Encontraron muy pocos espermas saludables. Baja movilidad y ese tipo de cosas. Lyn estaba desolada. Lo intentamos todo: posturas absurdas, centrifugación del esperma, jeringuillas… toda clase de cosas. No hacíamos el amor, sino que manteníamos relaciones sexuales muy organizadas para que coincidieran con su ovulación, pero fallamos mes tras mes. Ella tampoco era apta para los tratamientos de inseminación artificial, así que no pudimos hacer nada.
________ tragó las lágrimas que se habían acumulado en su garganta y amenazaban con atragantarla.
—Así que decidisteis adoptar.
—Sí. Decidimos adoptar. Pasamos por todo el procedimiento y poco antes de que nos dieran la aprobación nos entregaron algunos álbumes de los niños que nadie quiere. Los llaman «Niños que Esperan», y hay página tras página llena de ellos. La mayoría son grupos de hermanos, porque casi nadie quiere comprometerse con algo así. Normalmente, la gente quiere un bebé. Eso era lo que buscábamos nosotros, pero cuando vimos a mis tres hijos supe que era a ellos a los que quería.
—¿Qué pensó Lyn?
Joe se encogió de hombros.
—No sé. En aquel momento aceptó intentarlo, pero nunca pareció tan entusiasmada como yo. Supongo que debería haberla escuchado. Tenía reservas por motivos razonables. Yo no tenía ninguna. Sabía que podíamos dar a esos niños un hogar.
—¿Qué edades tenían?
—Skye tenía tres, Danny iba a cumplir dos y Jaz era un bebé. Su madre había muerto de una sobredosis y no se sabía nada del padre. Fue una adopción sin complicaciones, pero acabó separándonos, aunque entonces no me di cuenta. Estaba demasiado centrado en los niños como para captar las señales, y ya estábamos concluyendo el proceso de adopción cuando Lyn me dejó.
________ percibió el dolor que aún revelaba la voz de Joe. Debía haber algo más, pero imaginaba el daño que debió producir la marcha de Lyn.
—¿Fue muy amargo? —preguntó con suavidad.
—¿Amargo? —Joe respiró hondo y rio con aspereza—. Supongo que ese adjetivo es bastante adecuado. Se fue con mi mejor amigo. Llevaban meses teniendo relaciones. Lyn estaba embarazada.
________ cerró los ojos ante el horror de sus palabras.
—Oh, Joe —susurró, y deslizó los brazos en torno a él—. Cuánto lo siento…
—Logré superarlo. Seguí adelante con el proceso de adopción, a pesar de que los Servicios Sociales se mostraron más reacios a concedérmela en esas circunstancias, luchamos y estamos consiguiendo salir adelante. Danny no lo pasó muy mal, pero Jasper estaba perdido sin Lyn y Skye quedó destrozada.
—Lo supongo —dijo ________ con tristeza—. Pobrecita.
—Sí. Acababa de empezar a abrirse y a unirse a nosotros y tuvo que volver al principio. Peor aún, porque la muerte de su madre había sido inevitable, pero Lyn había elegido irse. Eso fue difícil de asimilar. Skye se sintió muy dolida, y aún es complicado relacionarse con ella.
—¿Y tú? ¿Te sentiste muy dolido? —Joe asintió despacio.
—Más que nada traicionado. Podía entender lo del bebé. Sabía lo importante que era para Lyn tener uno, y lo entendía. Yo también sentía el instinto de ser padre, de ver a mi esposa embarazada, de tener a mi bebé en brazos. Me encantan los niños. Deseaba con todas mis fuerzas tener uno, pero no podía ser… —se interrumpió y respiró profundamente—. Lo siento, pero aún me afecta.
—Tranquilo —murmuró ________—. Tómate tu tiempo; no pienso ir a ninguna parte.
Tras un momento, Joe continuó con su desgarradora historia.
—Cuando averiguamos que yo era estéril le ofrecí el divorcio, y volví a ofrecérselo antes de empezar con el procedimiento de adopción. Lyn dijo que no. Dijo que no y, sin embargo, una vez que los niños estuvieron en casa, y cuando ya llevaban un año viviendo con nosotros, me dijo que quería irse y que estaba embarazada de otro hombre. No puedo perdonarla por eso, por lo que les hizo a esos pobres y vulnerables niños, y tampoco puedo perdonar al que era mi mejor amigo por haber formado parte de ello, por haberme mentido, por haber permitido que me desahogara con él mientras se estaba acostando con mi esposa a mis espaldas. Casi lo maté por eso.
________ no dijo nada. No había nada que decir, nada que añadir que no sonara trillado o falto de sinceridad.
—Lo siento —continuó Joe al cabo de un momento—. No suelo hablar de esto a menudo, y aún me afecta.
—¿Aún los ves?
—No. No puedo perdonarlos por lo que les hicieron a los niños, y sería hipócrita tener algo que ver con ellos. Además, no soy ningún masoquista —volvió la cabeza y besó a ________ en la frente—. No pretendía desahogarme así contigo, pero antes o después tenías que enterarte de todo.
—No te disculpes —murmuró ________—. Me preguntaba por qué se habría ido tu esposa y ahora ya lo sé —sabía más de lo que quería.
Joe se volvió hacia ella.
—En cualquier caso, no tiene nada que ver con nosotros —dijo—. Es agua pasada —la besó en los párpados, en la barbilla, en el hueco de la garganta—. Ahora olvídalo y deja que vuelva a hacerte el amor.
«Olvídalo», repitió ________ en su interior. Como si fuera fácil hacerlo.
Pero Joe tenía razón. Debía olvidarlo y concentrarse en él, en aquel momento. Más tarde, cuando estuviera sola, tendría tiempo de pensar en ello.
Joe dejó un rastro de fuego por su hombro y brazo antes de erguirse para reclamar sus labios. El fuego se extendió por todo el cuerpo de ________, que se arqueó hacia él, desesperada de repente por sentirlo muy cerca.
Entonces, en la distancia, sonó el celular. Joe masculló una maldición, se apartó de ella y tomó su ropa interior.
—No te muevas —dijo, y corrió escaleras abajo. Ella oyó su voz mientras hablaba por teléfono y un momento después sus pasos mientras subía la escalera.
—Tengo que ir al hospital. Tú quédate ahí. Te llamaré si voy a estar poco tiempo. De lo contrario, nos vemos mañana. ¿De acuerdo?
________ asintió.
—De acuerdo —estuvo a punto de decirle que volviera de todos modos a la hora que fuese, pero lo pensó mejor. Necesitaba estar sola. Tenía mucho que pensar.
Joe terminó de vestirse y le dio un beso de despedida.
—Nos vemos luego. Piensa en mí —Como si fuera a poder hacer otra cosa, pensó ________.
Cuando oyó cómo se cerraba la puerta tras él, se levantó de la cama, se puso la bata y bajó. Las velas aún ardían. Las apagó, así como las lámparas, se sentó en el sofá y abrió la caja de bombones.
Joe se había ido, pero sus palabras seguían con ella, repitiéndose una y otra vez en su mente. «Soy estéril… estéril… estéril…»
Tragó saliva, pero las lágrimas se derramaron de todos modos por sus mejillas. Estaba sufriendo, comprendió vagamente; por Joe y por los hijos que nunca tendría, y por Lyn, que no había podido tener un hijo con su marido, y por sí misma, por los sueños que se habían esfumado.
El teléfono sonó y se levantó a contestar.
Era Joe.
—Va a ser una larga noche —dijo, a modo de disculpa—. No me esperes. Te llamaré mañana. Guárdame algunos bombones.
—De acuerdo —dijo ________, tratando de mostrarse animada—. Nos vemos mañana.
Colgó justo antes de que un sollozo escapara de su garganta y, por fin, acurrucada en un rincón del sofá, cedió a las lágrimas.
Espero les gusten los caps
Nani Jonas
Re: "Quererte A Ti" - Joe y tu Terminada
Oh dios que pobre Joe, pero me confundi, Lyn se murió o no? JAJA
Tiene que aceptarlo, tiene que hacerlo, y al fin llegaste a donde me quede juju.
SIGUELAAAAAA
Tiene que aceptarlo, tiene que hacerlo, y al fin llegaste a donde me quede juju.
SIGUELAAAAAA
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Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.