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"Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Página 9 de 10. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
Re: "Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
mas capitulos por favooooooor
me estas volviendo loca sin colocar x no mas capitulos nuevos
me estas volviendo loca sin colocar x no mas capitulos nuevos
ElitzJb
Re: "Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
BIEN! Al parecer regresamos todas! Jajaj No había subido porque pensé que habían perdido el interés... El jueves le subo una maratón, cantidad de capítulos es completamente confidencial.
Haré un concurso para ver quien de ustedes aparece como prota en la siguiente novela que suba de Lisa! C:¿Qué les parece? Ya saben que la edición puede hacer cualquier cosa. Hay puestos para dos personas.
-Protagónico mujer.
-Antagonista, amiga, hermana etc.
Haré un concurso para ver quien de ustedes aparece como prota en la siguiente novela que suba de Lisa! C:¿Qué les parece? Ya saben que la edición puede hacer cualquier cosa. Hay puestos para dos personas.
-Protagónico mujer.
-Antagonista, amiga, hermana etc.
Danne G.
Re: "Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
perder el interes de la nove?
nunca, solo que estoy a full con la u y apenas tengo tiempo
solo entro cuando puedo, espero con ansias la maraton
me gustaria participar del concurso pero no se editar, soy rara
nunca, solo que estoy a full con la u y apenas tengo tiempo
solo entro cuando puedo, espero con ansias la maraton
me gustaria participar del concurso pero no se editar, soy rara
romina.13
Re: "Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
No te preocupes Romi no es sobre editar va a constar de otras cosas diferentes, lo haré para que todas participen y te entiendo la Uni me absorbe cual esponja al agua.
Danne G.
Re: "Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
COOMOO CREES!! QUE PERDERIAMOS EL INTERES DE ESTA NOOOVEEEE!!!!..????
AAII SIGUELA PORFIISSSS
QUE YA QUIEOOO SABER QUE MAAASS PASAAAA!!!
AAII SIGUELA PORFIISSSS
QUE YA QUIEOOO SABER QUE MAAASS PASAAAA!!!
chelis
Re: "Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
x dios como se te ocurre q la nove no me interesa mas bien la AMO de verdad la ADORO tenes q seguirla please
sigue x fitas
haber si entiendo tu idea .... tu quieres q participemos en un concurso donde se edite la foto para tu nueva novela cierto???
si es asi pues yo le entro me encanta editar fotos y si mas o mejor se de q se trata la novela mejor xq les doy un toque genial
no es q sea experta pero hago lo mejor q puedo
sigue x fitas
haber si entiendo tu idea .... tu quieres q participemos en un concurso donde se edite la foto para tu nueva novela cierto???
si es asi pues yo le entro me encanta editar fotos y si mas o mejor se de q se trata la novela mejor xq les doy un toque genial
no es q sea experta pero hago lo mejor q puedo
ElitzJb
Re: "Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
Bien chicas les tengo dos noticias..
-La mala es que hoy no subiré porque les prometí maratón LARGO y tengo 3 capis editados.
- Mañana si estará subido todo.. solo me faltan editar dos capis más y es que con esta me demoro más porque el original (traducción) tiene muchos errores entonces tengo que hacer las cosas bien para que ustedes entiendan y no se vean obligadas a leer absurdas incoherencias.
PD: El sábado les traigo las bases del concurso y en que consiste todo para que empiecen a participar.
-La mala es que hoy no subiré porque les prometí maratón LARGO y tengo 3 capis editados.
- Mañana si estará subido todo.. solo me faltan editar dos capis más y es que con esta me demoro más porque el original (traducción) tiene muchos errores entonces tengo que hacer las cosas bien para que ustedes entiendan y no se vean obligadas a leer absurdas incoherencias.
PD: El sábado les traigo las bases del concurso y en que consiste todo para que empiecen a participar.
Danne G.
Re: "Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
Capítulo 14
Nueva Orleans
Clement los miró sin decir nada, reparando en el sonro¬jo de __________________ y el desaliño de su vestido, el rostro inescruta¬ble de Nick y su obvio estado de excitación sensual. La pareja no llevaba mucho tiempo casada, así que parecía plausible que hubieran salido al jardín para escabullirse en busca de un poco de intimidad. Clement les dirigió una última mirada suspicaz, carraspeó ruidosamente y les volvió la espalda, ale¬jándose de ellos para reanudar su búsqueda de Henriette.
__________________ miró a su esposo con expresión de perplejidad y gratitud.
-Si tú no hubieras estado aquí, Clement los habría des¬cubierto. Gracias.
-Ponte bien el vestido-dijo él fríamente-. Y llévate de aquí a Henriette ahora mismo.
Los enamorados salieron sigilosamente del invernadero. __________________ contempló el rostro ensombrecido por la culpabi¬lidad de la joven y obligó a sus labios a que esbozaran una sonrisa tranquilizadora.
-Allons, Henriette. Tenemos que ir con tu tante, de¬prisa.
La joven se apartó tímidamente de Alexandre y prece¬dió a __________________ por el camino que conducía al edificio princi¬pal. Alex se mordió el labio inferior sin atreverse a enfurecer a su hermano todavía más de lo que ya estaba.
Nick, evidentemente disgustado, observó a su esposa has¬ta que se perdió de vista.
Alex le lanzó una mirada de rebeldía.
-¿Es que eres incapaz de entender el amor, Nick? ¿No sa¬bes qué es lo que se siente cuando deseas a alguien hasta que te duelen los brazos de tanto que deseas abrazarla? ¿Vas a decirme que tú no habrías hecho lo mismo si hubieras estado en mi lugar? Sé cómo comprometiste a __________________ para obligar¬la a que se casara contigo. Y me parece que...
Nick alzó las manos burlonamente como intentando de¬fenderse.
-Basta, Alex. Me da absolutamente igual que veas a Henriette o no, porque el único que se arriesga eres tú. Pe¬ro cuando haces cómplice a mi esposa, tengo derecho a in¬tervenir.
La ira que Alexandre se había sentido tan autorizado a sentir se desvaneció al instante.
-Claro -farfulló-. Pero __________________ quería ayudar. -De eso no me cabe ninguna duda. Mi esposa tiene el corazón muy blando, y no cuesta mucho ganárselo. Resulta fácil aprovecharse de una naturaleza tan generosa, n'est-ce pas? No vuelvas a involucrarla en este asunto, Alex: no tole¬raré que lo hagas.
Alexandre asintió, muy avergonzado por las palabras de su hermano.
-Lo siento, Nick. Yo sólo podía pensar en Henriette y... -Ya lo sé -lo interrumpió Nick.
-Estás furioso con __________________. Te ruego que no la culpes. Ella sólo hizo lo que tanto Henriette como yo le suplicamos que hiciera. No la castigarás, ¿verdad?
Nick alzó las cejas y sonrió despectivamente.
-Vamos, Alex... parece como si creyeras que mi esposa necesita que se la proteja de mí.
Después de confiar nuevamente a Henriette a los cuida¬dos de su tía, quien había prometido no delatarlos ante Diron, __________________ se retiró a un rincón oscuro de la galería exterior. Esperaba, con sentimiento de culpa que Nick no la encontrase allí, aunque sabía que tarde o temprano tendría que hacerle frente. La multitud de invitados que llenaba la casa había em-pezado a dirigirse hacia el comedor, donde se serviría la cena de medianoche. __________________, para quien el baile había perdido todo su atractivo, se sentía muy nerviosa e inquieta.
Había herido el orgullo masculino de Nick, y lo lamenta¬ba. Aunque él era un marido comprensivo y tolerante, tam¬bién era un varón criollo, y __________________ había ido en contra de sus deseos expresos. Con expresión preocupada, se puso a pen¬sar en posibles maneras de calmarlo.
Entonces oyó pasos, y vio aproximarse una forma os¬cura.
-¿Nick? -preguntó, sabiendo que él había ido en su busca. Los pasos se detuvieron. __________________ mantuvo la mirada vuelta hacia otro lado mientras hablaba-. Perdóname. No soportaba ver tan infelices a Henriette y Alexandre. Pero tú tenías razón, y debería haberte escuchado. Hagamos las pa¬ces, d'accord? -Se acercó a él con una sonrisa conciliadora en los labios-. Deseo tanto darte placer, bien-aimé...
Se detuvo con una exclamación ahogada cuando el rostro de él se hizo visible. No era Nick, sino Étienne Sagesse. Tenía los ojos vidriosos, y __________________ percibió que el aliento le olía a licor.
-Qué oferta más tentadora -murmuró él-. Ya me imagino cómo harás las paces, con tu dulce boca y esas ma¬necitas tan hábiles que tienes. Envidio a tu esposo... nunca he tratado de ocultarlo.
__________________ sintió que se le ponía la piel de gallina cuando vio la expresión en el rostro rechoncho de Sagesse. Estaba muy borracho. Intentó pasar por su lado, pero él se lo impidió. -Déjame pasar-dijo ella sin levantar la voz.
-Todavía no. Quiero un poco de lo que le das a tu mari¬do. Después de todo, primero me perteneciste a mí. Deberías pasar cada noche en mi cama. Yo debería ser el hombre que encuentra placer entre tus piernas, no Vallerand.
-No seas estúpido -dijo __________________ secamente mientras su mente discurría a toda velocidad. No podía permitir que Sagesse causara una escena. Eso crearía un escándalo, y otro duelo. Tenía que alejarse de él rápidamente, antes de que al¬guien los descubriera-. No te quería entonces, y ciertamen¬te no te quiero ahora. Apártate de mi camino, maldito bo¬rracho.
Él sonrió, y sus labios relucieron con un húmedo des¬tello.
-Eres toda fuego y pasión, __________________. Puede que no seas la mujer más hermosa de Nueva Orleans, pero sabes cómo mantener satisfecha la polla de un hombre, ¿verdad? -Fue hacia ella con paso vacilante-. Pobre __________________. Habrías podi¬do ser mi esposa, y en lugar de eso ahora compartes la cama con un asesino.
-Creo que fuiste tú quien la mató. Sagesse sonrió.
-No, no fui yo. Corinne no representaba ninguna ame¬naza para mí. Me había dado todo lo que yo deseaba; más, de hecho. Aparte de que estaba mortalmente aburrido, yo no tenía ninguna razón para matarla.
Extendiendo los brazos, apoyó las manos en la pared por encima de la cabeza de __________________. Ella lo miró, paralizada por la expresión que había en su rostro.
-Sabes qué fue lo que le ocurrió, ¿verdad? -preguntó en voz baja.
El aliento impregnado de licor de Sagesse se extendió so¬bre el rostro de __________________.
-Sí. -Cuéntamelo. Él recorrió su cuerpo con la mirada.
-¿Y si lo hago? ¿Qué me ofrecerás a cambio?
Viendo que ella guardaba silencio sin dejar de observar¬lo, Sagesse extendió la mano hacia su pecho y se lo apretó bru¬talmente. __________________ lo golpeó lo bastante fuerte para obligarlo a volver la cara, y luego intentó huir. Sagesse la agarró por el pelo y tiró de ella, obligándola a retroceder. __________________ soltó un grito de dolor y le clavó las uñas en las manos, tratando de liberarse.
Las palabras de Sagesse se estrellaron contra su mejilla como una salva de disparos.
-Por una vez sabré lo que es tenerte en mis brazos. –
-No...
-Deberías haber sido mía. -Sagesse le plantó una rodi¬lla entre los muslos, y le mordió la mejilla. Un grito escapó de los labios de __________________, y Sagesse le tapó la boca con una mano mientras con la otra buscaba sus pechos. Estremeciéndose de asco, __________________ le mordió la mano y volvió a gritar.
De pronto oyó una voz llena de furia detrás de ella, y __________________ fue bruscamente alejada de Sagesse por un tirón tan vio¬lento que su cabeza se vio impulsada hacia atrás. En cuanto aquellas manos la soltaron se tambaleó, y tuvo que apoyarse en una columna para no perder el equilibrio. Temblando, vio que Justin se arrojaba sobre Sagesse con las manos extendidas hacia su garganta. __________________ los vio pelear, estremeciéndose ante el sonido de cada golpe.
-¡No, Justin! -Miró frenéticamente alrededor, buscan¬do ayuda. Los invitados ya se habían dado cuenta del alter¬cado y no tardaron en hallarse rodeados de gente. Alguien la señaló. __________________ buscó refugio dentro de las sombras, retroce¬diendo hacia la oscuridad mientras se apartaba los cabellos de la cara y se subía el escote para cubrirse los senos.
Un hombre surgió de entre el gentío y se abalanzó sobre Justin, apartándolo de Sagesse. Era Bernard.
-¡No seas idiota y cálmate de una vez! -masculló mien¬tras se esforzaba por retener al chico que se debatía entre sus brazos.
-¡Maldito seas! -juró Justin-. ¡Suéltame! ¡Lo haré pe¬dazos!
Varios parientes de Sagesse aparecieron, entre ellos el cu¬ñado de Étienne, Severin Dubois. Hicieron corro alrededor de Étienne, discutiendo entre ellos mientras comenzaban a tirar de él para llevárselo a la gar~onniére. La conducta de Étienne suponía una deshonra para toda la familia. Después de haberse visto humillados de aquella manera, lo único que querían era ocultar a Étienne antes de que su honor pudie¬ra quedar todavía más malparado.
__________________ se encogió al sentir una multitud de miradas po¬sadas en ella. Ojalá hubiera podido desaparecer. ¿Pensarían acaso que ella se lo había buscado, que había permitido Étienne la sedujese, tal como había seducido a Corinne en el pasado? Se sobresaltó al oír que le decían casi al oído: -¿__________________?
Philippe acababa de aparecer a su lado y la miraba a los ojos con preocupación. El muchacho le pasó un brazo por los hombros, como si temiese que ella fuera a desmayarse en cualquier momento. __________________ se apoyó en él, hallando un po¬co de consuelo en su presencia. Philippe era tan tranquilo y mesurado... tan distinto de su turbulento hermano, quien se¬guía soltando juramentos mientras intentaba liberarse de Bernard. Siguiendo la dirección de la mirada de __________________, Phi¬lippe observó el rostro enrojecido de su hermano, y esbozó una sonrisa.
-Nunca le perdonará a Bernard que lo haya apartado de Sagesse-comentó.
-Estoy de acuerdo-dijo __________________ con una risa trémula. -¿Estás bien?
Ella asintió brevemente. -¿Dónde está Nick?
-Alguien ha ido a buscarlo... -Philippe no llegó a concluir la frase cuando el gentío que no paraba de hablar se calló de pronto. La congregación se separó para dejar pasar a Nick mientras éste se abría camino a empujones entre la gente. No hubo ningún sonido. Incluso Justin guardaba si-lencio.
Nick se detuvo y sus ojos fueron velozmente del rostro sonrojado de __________________ al de Justin. Se volvió y vio a Étienne Sagesse, de pie entre sus parientes, y __________________ se quedó hela¬da cuando vio la sed de sangre en los ojos de su esposo. -Nick, no -dijo vivamente.
Él no pareció prestarle atención mientras clavaba la mi¬rada en Sagesse.
-Juro por Dios que te mataré -dijo con un tono de voz que helaba la sangre de quien lo oyese, __________________ incluida. Antes de que nadie atinase a reaccionar, Nick ya había llega¬do hasta Etienne en dos zancadas.
__________________ se llevó las manos a la boca para contener un grito mientras veía que su esposo se convertía en un desconoci¬do. Abriéndose paso por entre los Sagesse, Nick saltó sobre el borracho y le golpeó la cabeza contra el suelo. Hicieron falta los esfuerzos combinados de Bernard, Alexandre, Jus¬tin y Philippe para llevárselo de allí.
Severin Dubois se abrió paso entre la multitud reunida, mientras Nick se debatía intentando zafarse de los brazos que lo retenían. La voz tranquila y llena de autoridad de Du¬bois consiguió contener la furia ciega de Nick.
-No puede haber excusa para el insulto de que ha sido objeto su esposa, Vallerand. Lo que acaba de hacer Étienne es imperdonable. En nombre de la familia Sagesse, os ofrezco nuestras más humildes disculpas. Lo único que puedo hacer es juraros que no volverá a suceder.
-No, no volverá a suceder -dijo Nick en tono bur¬lón-. Porque esta vez no cometeré el error de dejarlo con vida. Que alguien le traiga una espada. Acabaré con esto ahora mismo.
-No podéis batiros en duelo con él-replicó Dubois-. Sagesse no se encuentra en condiciones de empuñar una es¬pada. Sería un asesinato.
-Entonces mañana por la mañana.
-Sería un asesinato de todos modos -insistió Dubois, al tiempo que sacudía la cabeza-. Y además...
Étienne lo interrumpió de pronto con su voz pastosa. Sus parientes lo habían ayudado a levantarse del suelo. Le san¬graba la nariz, pero no trató de restañar la sangre.
-Pero Nick ya ha probado el sabor del asesinato. Nick intentó zafarse.
-Soltadme --gruñó, pero Bernard y Alex se limitaron a sujetarlo con más fuerza.
-Étienne -dijo Dubois secamente-, guarda silencio. Sagesse avanzó hacia ellos con paso vacilante y una mue¬ca que se parecía a una sonrisa.
-Llevas años mintiéndote a ti mismo acerca de lo que le sucedió a Corinne -le dijo a Nick-. ¿Por qué eres inca¬paz de enfrentarte a la verdad? Todas las piezas están ahí. Y sin embargo tú nunca has sido capaz de unirlas. Podrías encontrar las respuestas bajo tu propio techo, pero no quie¬res hacerlo. -Rió al ver la cara que ponía Nick-. Qué estú¬pido eres...
-¡Étienne, basta! -lo conminó Dubois, agarrándolo por el cuello de la camisa y llevándoselo de allí.
Nick los vio marchar como en un sueño. Se quitó de enci¬ma abruptamente las manos de sus hermanos y miró alrede¬dor en busca de __________________. Estaba sola junto a la barandilla de la galería, con los cabellos revueltos. Nick llegó inmediatamen¬te hasta ella y la tomó por los hombros.
__________________ temblaba incontroladamente.
-Creo que Sagesse sabe quién mató a Corinne, Nick. Nick tomó su rostro entre las manos y lo cubrió de besos que eran a la vez de consuelo y posesión.
-¿Te ha hecho daño? -preguntó. -No, en absoluto.
Él acarició sus hombros, su espalda y sus caderas. __________________ sabía que la gente los miraba, pero lo abrazó, sin importarle lo que pudieran pensar. Nick se había puesto rígido, y el cora¬zón le retumbaba dentro del pecho.
-Esto no volverá a suceder -le oyó murmurar __________________-. De lo contrario, estoy dispuesto a matarlo.
Ella echó la cabeza hacia atrás, sorprendida. -No digas eso. Todo ha quedado aclarado, Nick.
Los ojos de Nick eran negros e insondables, y una intensa palidez había aparecido bajo el moreno de su rostro.
-No -repuso en voz baja-. Pero quedará aclarado. __________________ separó los labios para replicar, pero él la apartó de su cuerpo y la empujó suavemente hacia Alexandre. -Llévala a casa.
-¿Qué vas a hacer? -preguntó __________________.
-No tardaré mucho en volver -dijo él por toda res¬puesta.
-Ven conmigo -le rogó ella.
Intercambiando una mirada con Alex, Nick dio media vuelta y se fue.
-¡Nick! -gritó ella, siguiéndolo. Alexandre la cogió del brazo.
-No te preocupes, _____________. Nick sólo va a hablar con Severin y uno o dos de los Sagesse. Estoy seguro de que Jac¬ques Clement estará allí para encargarse de mediar entre ellos. -Volvió su atención hacia Bernard, quien esperaba no muy lejos-. ¿Vas con él?
Bernard negó con la cabeza.
-Mi presencia no sería de mucha utilidad-dijo, y aña¬dió venenosamente-: especialmente teniendo en cuenta que deberíamos haber dejado que Nick matara a ese bastardo in¬solente.
La voz de Justin se abrió paso a través del silencio. -Si él no lo hace, lo haré yo.
Repararon en el muchacho. Alex frunció el ceño, mien¬tras que Bernard soltó una risa despectiva.
-No eres más que un bravucón -le dijo.
__________________ se acercó inmediatamente a Justin y le cogió una mano.
-No digas esas cosas -pidió.
-Llevo toda la velada observando a Sagesse -dijo Jus¬tin con voz ronca-. Mientras él te observaba. Cuando de¬sapareciste, enseguida fue en tu busca. Lo seguí, y...
-Gracias -lo interrumpió ella con dulzura-. Gracias por rescatarme. Ahora que todo ha terminado podemos... -Lo vi salir a la galería-continuó Justin, bajando la voz hasta convertirla en un susurro para que nadie más pudiera oír lo que decía. Se volvió, dando la espalda a los demás. Su intensa mirada no se apartó del rostro de __________________-. Para cuando llegué a una de las puertas, él ya te tenía cogida. Eché a correr, y pasé junto a alguien que estaba inmóvil en aquel lado de la galería. De pie allí, observándoos. Era el tío Ber¬nard. No iba a mover ni un dedo para ayudarte.
__________________ sacudió la cabeza, sin entender por completo qué encontraba él de tan significativo.
-Justin, ahora no...
-¿Es que no lo entiendes? Algo va mal cuando un hom¬bre no está dispuesto a defender a un miembro de su familia. La actitud de Sagesse no sólo representaba una ofensa contra ti, sino contra nuestro padre, y contra mí, y...
-Estoy muy cansada-susurró ella, sin querer oír nada más. Los ánimos se hallaban demasiado encendidos, y era evi¬dente que el muchacho estaba fuera de sí. Ya habría tiempo para aclararlo todo más tarde.
__________________ yacía en la cama hecha un ovillo, sola. Le casta¬ñeteaban los dientes y permanecía con los ojos muy abiertos en la habitación sumida en la penumbra. Los acontecimientos de la noche se repetían una y otra vez en su mente, y no conseguía librarse de la sensación de que algo terrible se ha¬bía puesto en movimiento, algo que ni ella ni Nick podían evitar.
Nunca había visto perder el control a Nick, como le ha¬bía sucedido esa noche. Por un instante había pensado que su esposo mataría a Sagesse delante de ella. Se llevó las manos a
las sienes y apretó con la esperanza de alejar de sí las tene¬brosas imágenes. Pero éstas continuaron acosándola impla¬cablemente, al igual que el eco del juramento hecho por Nick: «duro por Dios que te mataré. »
Con un gemido, __________________ giró en el lecho y hundió la cara en la almohada. La casa estaba silenciosa. Todos los Vallerand se habían ido a dormir, excepto Bernard, quien había optado por pasar la noche en algún otro lugar. Todos habían acorda¬do no mencionarle lo ocurrido a Irénée.
Las horas parecieron transcurrir muy despacio antes de que __________________ oyera los ruidos que anunciaban la llegada de al¬guien. Saltó de la cama, y estaba llegando a la puerta cuando
Nick entró en el dormitorio. No pareció sorprenderse de en¬contrarla despierta.
-¿Qué ha pasado? -preguntó ella, rodeándole la cin¬tura con los brazos. Sintió que dentro de Nick parecía hervir a fuego lento una violencia apenas contenida. Nick la estrechó contra su pecho por un instante y a continuación la hizo retroceder un poco para así poder contemplarla.
-Ga va?
-Sí, ahora que estás aquí me encuentro perfectamente -respondió __________________. Lo observó intentando adivinar el es¬tado de ánimo de él-. ¿Va a haber un duelo mañana?
-No.
-Me alegro -dijo ella, infinitamente aliviada-. Ven a la cama, y hablaremos de...
-Todavía no, petite. He de salir de nuevo. -¿Por qué?
-Debo atender un asunto pendiente.
-¿Esta noche? -__________________ sacudió la cabeza-. Nick, tie¬nes que quedarte aquí. Me da igual qué asuntos de negocios tengas que atender o en qué consista eso que has de hacer. Te necesito. Quédate conmigo...
-No tardaré en volver -dijo él-. No me queda más elección, __________________ -añadió con firmeza.
__________________ no podía permitir que Nick fuera a ninguna parte aquella noche, mientras se encontrara en aquel estado de áni¬mo tan peligroso. Todos sus instintos insistían en que lo man¬tuviera a salvo junto a ella.
-No te vayas -imploró al tiempo que lo cogía por la pechera de la chaqueta.
Cuando vio que él se disponía a rechazar su petición, __________________ jugó una carta que había esperado no tener que em¬plear.
-Una vez me dijiste que si te pedía que no hicieras algo, me darías ese gusto. Bien, pues ahora te lo estoy pidiendo. No te vayas.
Nick dejó escapar un gruñido de frustración.
-Maldita sea, __________________. Tengo que ir. No me hagas esto precisamente esta noche.
-¿Te niegas a hacer lo que te pido? -preguntó __________________, mirándolo a los ojos. Advertía que su deseo de complacerla chocaba violentamente con cualquiera que fuese la tarea que
se había impuesto a sí mismo. Nick apretaba los labios en una mueca de exasperación.
El silencio se prolongó como una cuerda a punto de rom¬perse. Antes que permitir que Nick sufriera otro momento de torturante debate interior, __________________ decidió inclinar la balanza. Sus esbeltas manos descendieron de la chaqueta de él y le ali¬saron la parte delantera de los pantalones. Sintió que Nick se estremecía ante aquel contacto tan inesperado. __________________ bus¬có su miembro, que ya empezaba a reaccionar, lo rodeó con la mano y, apretando suavemente, hizo que cobrara una vida palpitante. Luego apoyó los senos contra el pecho de él.
Cuando Nick volvió a hablar, su voz sonó profunda y va¬cilante.
-__________________, ¿qué estás haciendo? -le preguntó. -Distraerte, eso es lo que estoy haciendo.
El miembro de Nick ya había alcanzado su máximo gro¬sor, y __________________ tiró de los botones de ónice tallado de sus pan¬talones para liberarlo. Ayudados por la presión que los tensaba bajo la gruesa tela, los botones salieron fácilmente de sus ojales. __________________ emitió un gruñido de placer cuando sus dedos se deslizaron alrededor del miembro erecto.
Nick dejó escapar una exclamación ahogada y dio un paso hacia atrás, y __________________ se apresuró a seguirlo, haciendo que los dedos con los que lo provocaba descendieran hacia la zona sedosa que había bajo sus testículos.
-__________________ -dijo él con voz ronca-, si piensas que con esto vas a evitar que me vaya, estás muy equivocada. -¿Qué me dices de esto' -replicó __________________, bajando la ca-beza para tomar el miembro en su boca cálida. Su lengua buscó delicadamente hasta que encontró una vena palpitante.
Oyó un sonido ahogado encima de ella, antes de que él encontrara el aliento necesario para balbucear:
-Sí, creo que eso me mantendrá aquí. -Apoyándose contra la pared, Nick respiró entrecortadamente mientras ella usaba su boca y sus manos para excitarlo todavía más. Cuan do no pudo seguir soportándolo por más tiempo, la tomó en sus brazos y la llevó a la cama para consumar el acto con ávi¬da pasión.
Nueva Orleans era un hervidero de murmuraciones. To¬dos conocían la rivalidad entre Étienne Sagesse y Nicholas Vallerand, pero lo ocurrido en el baile de los Leseur iba más allá de lo imaginable. La historia de cómo un Sagesse completamente borracho se había propasado con la esposa pelirroja de Vallerand corrió de casa en casa.
Se decía que la joven madame Vallerand había sido vista medio desnuda en la galería. Un testigo aseguraba haber oído jurar a Vallerand que se vengaría de todos los miembros de la familia Sagesse. Otro afirmaba que Vallerand había amena¬zado con estrangular a su segunda esposa, tal corno hiciera con la primera, si alguna vez la sorprendía mirando a otro hombre.
Mientras iba a las oficinas de la pequeña empresa navie¬ra que tenía en la ciudad, Nick fue muy consciente de la este¬la de excitación que iba dejando a su paso. Las mujeres no lo miraban así desde antes de su matrimonio, como si él fuera un animal muy peligroso al que había que evitar. Los hom¬bres se mostraban en su presencia como muchachos que acabaran de tropezar con el matón de la escuela. Disgusta¬do, Nick se dio prisa por concluir lo que tenía que hacer. Ob-viamente, su destino en la vida era verse perseguido por el escándalo tanto si lo merecía como si no.
Cuando regresó a la plantación, vio varios carruajes in¬móviles en el largo sendero que llevaba al edificio principal. No era el día habitual de recibir visitas de Irénée. Nick entró y se quitó los guantes v el sombrero. Un rumor de roces pro¬cedentes del salón llegó a sus oídos.
Antes de que pudiera ir a investigar, se presentó ________. -Son las amistades de Irénée -susurró con una sonrisa conspiratoria mientras lo cogía del brazo-. No te dejes ver. No queremos que nadie se desmaye.
Lo condujo a la biblioteca. Nick dejó que fuese tiran¬do de él mientras se llenaba los ojos con la visión de su cuer¬po. Llevaba un vestido azul ribeteado de delicados encajes blancos.
-Tu madre ha tenido una mañana maravillosa-lo pu¬so al corriente ella mientras cerraba la puerta de la biblio¬teca-. Tanto si viven cerca como si viven lejos, todas han venido a verla para escuchar su versión de lo que ocurrió anoche. El que ella ni siquiera estuviese allí carece de im¬portancia.
Nick sonrió de mala gana mientras pensaba que allí don¬
de cualquier otra esposa se mostraría tensa y preocupada por la situación, __________________ todavía era capaz de tomársela a broma. Se inclinó para besarla y paladeó la dulzura de sus labios. -No te preocupes-dijo en tono burlón-. El escánda¬lo quedará olvidado en apenas diez o doce años.
__________________ sonrió y volvió a bajar la cabeza.
-Bueno, en ese caso tendremos que llevar una vida muy recogida hasta entonces.
-Madame Vallerand-susurró, y la besó en el cuello-, usted haría que el mismísimo infierno pareciese atractivo. -Puedes estar seguro de que te seguiré adondequiera que vayas, bien-aimé.
Ya entrada la noche, __________________ fue bruscamente desperta¬da de su sueño cuando Nick alzó el brazo que tenía sobre su cintura v se levantó de la cama. Echando de menos el calor del cuerpo de él, __________________ farfulló una confusa protesta. -Tengo que salir un rato.
-¿Salir? -Adormilada y llena de irritación, __________________ se apartó los cabellos de la cara-. ¿No hablamos de eso la no¬che anterior?
-Lo hicimos -dijo Nick; se puso los pantalones y bus¬có la camisa que se había quitado al acostarse-. Y debería haberme ocupado de mi asunto entonces... pero me vi dis¬traído.
-¿Ese asunto no puede ser atendido a la luz del día? -Me temo que no.
-¿Vas a hacer algo peligroso? ¿Ilegal? -No del todo.
-¡Nick!
-Regresaré en unas dos horas.
-No lo apruebo-dijo ella-. Detesto que salgas de casa durante la noche.
-Duérmete -susurró él; la hizo acostarse y le dio un beso en la frente-. Cuando despiertes, estaré aquí a tu lado -añadió mientras la arropaba.
Por la mañana, una ligera llovizna despertó a __________________, y se abrigó un poco más de lo que habría sido necesario en un día de septiembre. Su sencillo vestido de terciopelo era de un tono rojo óxido que resaltaba el color de su pelo. Se recogió el ca¬bello en una larga cola de caballo.
Un débil gemido llegó hasta ella procedente de la cama, y __________________ miró por encima del hombro a la masa de sábanas enredadas y largos miembros recubiertos de vello. Tal como prometió, Nick había regresado durante la noche. Se negó a dar ninguna explicación de dónde había estado, se quitó la ropa, puso fin a las preguntas de __________________ haciéndole el amor, y luego se quedó dormido enseguida. __________________ se irritó ante su actitud evasiva, pero también sintió alivio al tenerlo nueva¬mente junto a ella.
Fue hacia la cama con las manos apoyadas en las caderas. -Vaya, así que estás despierto -dijo animadamente. -Estoy cansado -musitó él.
-Me alegra saberlo. Espero que estés agotado, Nick. Así esta noche quizá te quedarás en tu cama en vez de ir a atender algún asunto tan misterioso que ni siquiera puedes explicár¬selo a tu esposa.
Nick se irguió en la cama, la sábana cayó hasta su cintura mientras se restregaba la cara con las manos. Aunque estaba muy enfadada con él, __________________ no pudo evitar apreciar la visión de su cuerpo moreno y musculoso.
-Está bien-musitó él-. Te lo explicaré todo, ya que está claro que de otra forma no me dejarás en paz. Anoche fui a... Se calló cuando oyó un ruido de pasos que corrían escale¬ras arriba.
Frunciendo el ceño, __________________ salió al pasillo y vio a Philip¬pe. El muchacho tenía el rostro demudado por el pánico. -¿Dónde está Justin? -chilló apenas la vio-. ¿Está en casa?
-No lo sé -respondió ella, cerrando parcialmente la puerta del dormitorio a su espalda mientras Nick se ponía un batín-. Me parece que ha ido a dar una vuelta por la ciudad con unos cuantos amigos. ¿Por qué? ¿Qué pasa?
Philippe trató de recuperar el aliento. –
-He ido a mi clase de esgrima -jadeó-. He oído... n... nuevas sobre Étienne Sagesse...
__________________ sintió un ominoso escalofrío cuando el muchacho se calló. Advirtió la presencia de Nick detrás de ella, y se apo¬yó en su pecho.
-Continúa -pidió Nick-. ¿Qué pasa con Sagesse, Phi¬lippe?
-He oído decir que lo encontraron anoche en el Vieux Carré, cerca de Rampart Street... Étienne Sagesse ha sido ase¬sinado.
__________________ miró a su esposo con expresión de perplejidad y gratitud.
-Si tú no hubieras estado aquí, Clement los habría des¬cubierto. Gracias.
-Ponte bien el vestido-dijo él fríamente-. Y llévate de aquí a Henriette ahora mismo.
Los enamorados salieron sigilosamente del invernadero. __________________ contempló el rostro ensombrecido por la culpabi¬lidad de la joven y obligó a sus labios a que esbozaran una sonrisa tranquilizadora.
-Allons, Henriette. Tenemos que ir con tu tante, de¬prisa.
La joven se apartó tímidamente de Alexandre y prece¬dió a __________________ por el camino que conducía al edificio princi¬pal. Alex se mordió el labio inferior sin atreverse a enfurecer a su hermano todavía más de lo que ya estaba.
Nick, evidentemente disgustado, observó a su esposa has¬ta que se perdió de vista.
Alex le lanzó una mirada de rebeldía.
-¿Es que eres incapaz de entender el amor, Nick? ¿No sa¬bes qué es lo que se siente cuando deseas a alguien hasta que te duelen los brazos de tanto que deseas abrazarla? ¿Vas a decirme que tú no habrías hecho lo mismo si hubieras estado en mi lugar? Sé cómo comprometiste a __________________ para obligar¬la a que se casara contigo. Y me parece que...
Nick alzó las manos burlonamente como intentando de¬fenderse.
-Basta, Alex. Me da absolutamente igual que veas a Henriette o no, porque el único que se arriesga eres tú. Pe¬ro cuando haces cómplice a mi esposa, tengo derecho a in¬tervenir.
La ira que Alexandre se había sentido tan autorizado a sentir se desvaneció al instante.
-Claro -farfulló-. Pero __________________ quería ayudar. -De eso no me cabe ninguna duda. Mi esposa tiene el corazón muy blando, y no cuesta mucho ganárselo. Resulta fácil aprovecharse de una naturaleza tan generosa, n'est-ce pas? No vuelvas a involucrarla en este asunto, Alex: no tole¬raré que lo hagas.
Alexandre asintió, muy avergonzado por las palabras de su hermano.
-Lo siento, Nick. Yo sólo podía pensar en Henriette y... -Ya lo sé -lo interrumpió Nick.
-Estás furioso con __________________. Te ruego que no la culpes. Ella sólo hizo lo que tanto Henriette como yo le suplicamos que hiciera. No la castigarás, ¿verdad?
Nick alzó las cejas y sonrió despectivamente.
-Vamos, Alex... parece como si creyeras que mi esposa necesita que se la proteja de mí.
Después de confiar nuevamente a Henriette a los cuida¬dos de su tía, quien había prometido no delatarlos ante Diron, __________________ se retiró a un rincón oscuro de la galería exterior. Esperaba, con sentimiento de culpa que Nick no la encontrase allí, aunque sabía que tarde o temprano tendría que hacerle frente. La multitud de invitados que llenaba la casa había em-pezado a dirigirse hacia el comedor, donde se serviría la cena de medianoche. __________________, para quien el baile había perdido todo su atractivo, se sentía muy nerviosa e inquieta.
Había herido el orgullo masculino de Nick, y lo lamenta¬ba. Aunque él era un marido comprensivo y tolerante, tam¬bién era un varón criollo, y __________________ había ido en contra de sus deseos expresos. Con expresión preocupada, se puso a pen¬sar en posibles maneras de calmarlo.
Entonces oyó pasos, y vio aproximarse una forma os¬cura.
-¿Nick? -preguntó, sabiendo que él había ido en su busca. Los pasos se detuvieron. __________________ mantuvo la mirada vuelta hacia otro lado mientras hablaba-. Perdóname. No soportaba ver tan infelices a Henriette y Alexandre. Pero tú tenías razón, y debería haberte escuchado. Hagamos las pa¬ces, d'accord? -Se acercó a él con una sonrisa conciliadora en los labios-. Deseo tanto darte placer, bien-aimé...
Se detuvo con una exclamación ahogada cuando el rostro de él se hizo visible. No era Nick, sino Étienne Sagesse. Tenía los ojos vidriosos, y __________________ percibió que el aliento le olía a licor.
-Qué oferta más tentadora -murmuró él-. Ya me imagino cómo harás las paces, con tu dulce boca y esas ma¬necitas tan hábiles que tienes. Envidio a tu esposo... nunca he tratado de ocultarlo.
__________________ sintió que se le ponía la piel de gallina cuando vio la expresión en el rostro rechoncho de Sagesse. Estaba muy borracho. Intentó pasar por su lado, pero él se lo impidió. -Déjame pasar-dijo ella sin levantar la voz.
-Todavía no. Quiero un poco de lo que le das a tu mari¬do. Después de todo, primero me perteneciste a mí. Deberías pasar cada noche en mi cama. Yo debería ser el hombre que encuentra placer entre tus piernas, no Vallerand.
-No seas estúpido -dijo __________________ secamente mientras su mente discurría a toda velocidad. No podía permitir que Sagesse causara una escena. Eso crearía un escándalo, y otro duelo. Tenía que alejarse de él rápidamente, antes de que al¬guien los descubriera-. No te quería entonces, y ciertamen¬te no te quiero ahora. Apártate de mi camino, maldito bo¬rracho.
Él sonrió, y sus labios relucieron con un húmedo des¬tello.
-Eres toda fuego y pasión, __________________. Puede que no seas la mujer más hermosa de Nueva Orleans, pero sabes cómo mantener satisfecha la polla de un hombre, ¿verdad? -Fue hacia ella con paso vacilante-. Pobre __________________. Habrías podi¬do ser mi esposa, y en lugar de eso ahora compartes la cama con un asesino.
-Creo que fuiste tú quien la mató. Sagesse sonrió.
-No, no fui yo. Corinne no representaba ninguna ame¬naza para mí. Me había dado todo lo que yo deseaba; más, de hecho. Aparte de que estaba mortalmente aburrido, yo no tenía ninguna razón para matarla.
Extendiendo los brazos, apoyó las manos en la pared por encima de la cabeza de __________________. Ella lo miró, paralizada por la expresión que había en su rostro.
-Sabes qué fue lo que le ocurrió, ¿verdad? -preguntó en voz baja.
El aliento impregnado de licor de Sagesse se extendió so¬bre el rostro de __________________.
-Sí. -Cuéntamelo. Él recorrió su cuerpo con la mirada.
-¿Y si lo hago? ¿Qué me ofrecerás a cambio?
Viendo que ella guardaba silencio sin dejar de observar¬lo, Sagesse extendió la mano hacia su pecho y se lo apretó bru¬talmente. __________________ lo golpeó lo bastante fuerte para obligarlo a volver la cara, y luego intentó huir. Sagesse la agarró por el pelo y tiró de ella, obligándola a retroceder. __________________ soltó un grito de dolor y le clavó las uñas en las manos, tratando de liberarse.
Las palabras de Sagesse se estrellaron contra su mejilla como una salva de disparos.
-Por una vez sabré lo que es tenerte en mis brazos. –
-No...
-Deberías haber sido mía. -Sagesse le plantó una rodi¬lla entre los muslos, y le mordió la mejilla. Un grito escapó de los labios de __________________, y Sagesse le tapó la boca con una mano mientras con la otra buscaba sus pechos. Estremeciéndose de asco, __________________ le mordió la mano y volvió a gritar.
De pronto oyó una voz llena de furia detrás de ella, y __________________ fue bruscamente alejada de Sagesse por un tirón tan vio¬lento que su cabeza se vio impulsada hacia atrás. En cuanto aquellas manos la soltaron se tambaleó, y tuvo que apoyarse en una columna para no perder el equilibrio. Temblando, vio que Justin se arrojaba sobre Sagesse con las manos extendidas hacia su garganta. __________________ los vio pelear, estremeciéndose ante el sonido de cada golpe.
-¡No, Justin! -Miró frenéticamente alrededor, buscan¬do ayuda. Los invitados ya se habían dado cuenta del alter¬cado y no tardaron en hallarse rodeados de gente. Alguien la señaló. __________________ buscó refugio dentro de las sombras, retroce¬diendo hacia la oscuridad mientras se apartaba los cabellos de la cara y se subía el escote para cubrirse los senos.
Un hombre surgió de entre el gentío y se abalanzó sobre Justin, apartándolo de Sagesse. Era Bernard.
-¡No seas idiota y cálmate de una vez! -masculló mien¬tras se esforzaba por retener al chico que se debatía entre sus brazos.
-¡Maldito seas! -juró Justin-. ¡Suéltame! ¡Lo haré pe¬dazos!
Varios parientes de Sagesse aparecieron, entre ellos el cu¬ñado de Étienne, Severin Dubois. Hicieron corro alrededor de Étienne, discutiendo entre ellos mientras comenzaban a tirar de él para llevárselo a la gar~onniére. La conducta de Étienne suponía una deshonra para toda la familia. Después de haberse visto humillados de aquella manera, lo único que querían era ocultar a Étienne antes de que su honor pudie¬ra quedar todavía más malparado.
__________________ se encogió al sentir una multitud de miradas po¬sadas en ella. Ojalá hubiera podido desaparecer. ¿Pensarían acaso que ella se lo había buscado, que había permitido Étienne la sedujese, tal como había seducido a Corinne en el pasado? Se sobresaltó al oír que le decían casi al oído: -¿__________________?
Philippe acababa de aparecer a su lado y la miraba a los ojos con preocupación. El muchacho le pasó un brazo por los hombros, como si temiese que ella fuera a desmayarse en cualquier momento. __________________ se apoyó en él, hallando un po¬co de consuelo en su presencia. Philippe era tan tranquilo y mesurado... tan distinto de su turbulento hermano, quien se¬guía soltando juramentos mientras intentaba liberarse de Bernard. Siguiendo la dirección de la mirada de __________________, Phi¬lippe observó el rostro enrojecido de su hermano, y esbozó una sonrisa.
-Nunca le perdonará a Bernard que lo haya apartado de Sagesse-comentó.
-Estoy de acuerdo-dijo __________________ con una risa trémula. -¿Estás bien?
Ella asintió brevemente. -¿Dónde está Nick?
-Alguien ha ido a buscarlo... -Philippe no llegó a concluir la frase cuando el gentío que no paraba de hablar se calló de pronto. La congregación se separó para dejar pasar a Nick mientras éste se abría camino a empujones entre la gente. No hubo ningún sonido. Incluso Justin guardaba si-lencio.
Nick se detuvo y sus ojos fueron velozmente del rostro sonrojado de __________________ al de Justin. Se volvió y vio a Étienne Sagesse, de pie entre sus parientes, y __________________ se quedó hela¬da cuando vio la sed de sangre en los ojos de su esposo. -Nick, no -dijo vivamente.
Él no pareció prestarle atención mientras clavaba la mi¬rada en Sagesse.
-Juro por Dios que te mataré -dijo con un tono de voz que helaba la sangre de quien lo oyese, __________________ incluida. Antes de que nadie atinase a reaccionar, Nick ya había llega¬do hasta Etienne en dos zancadas.
__________________ se llevó las manos a la boca para contener un grito mientras veía que su esposo se convertía en un desconoci¬do. Abriéndose paso por entre los Sagesse, Nick saltó sobre el borracho y le golpeó la cabeza contra el suelo. Hicieron falta los esfuerzos combinados de Bernard, Alexandre, Jus¬tin y Philippe para llevárselo de allí.
Severin Dubois se abrió paso entre la multitud reunida, mientras Nick se debatía intentando zafarse de los brazos que lo retenían. La voz tranquila y llena de autoridad de Du¬bois consiguió contener la furia ciega de Nick.
-No puede haber excusa para el insulto de que ha sido objeto su esposa, Vallerand. Lo que acaba de hacer Étienne es imperdonable. En nombre de la familia Sagesse, os ofrezco nuestras más humildes disculpas. Lo único que puedo hacer es juraros que no volverá a suceder.
-No, no volverá a suceder -dijo Nick en tono bur¬lón-. Porque esta vez no cometeré el error de dejarlo con vida. Que alguien le traiga una espada. Acabaré con esto ahora mismo.
-No podéis batiros en duelo con él-replicó Dubois-. Sagesse no se encuentra en condiciones de empuñar una es¬pada. Sería un asesinato.
-Entonces mañana por la mañana.
-Sería un asesinato de todos modos -insistió Dubois, al tiempo que sacudía la cabeza-. Y además...
Étienne lo interrumpió de pronto con su voz pastosa. Sus parientes lo habían ayudado a levantarse del suelo. Le san¬graba la nariz, pero no trató de restañar la sangre.
-Pero Nick ya ha probado el sabor del asesinato. Nick intentó zafarse.
-Soltadme --gruñó, pero Bernard y Alex se limitaron a sujetarlo con más fuerza.
-Étienne -dijo Dubois secamente-, guarda silencio. Sagesse avanzó hacia ellos con paso vacilante y una mue¬ca que se parecía a una sonrisa.
-Llevas años mintiéndote a ti mismo acerca de lo que le sucedió a Corinne -le dijo a Nick-. ¿Por qué eres inca¬paz de enfrentarte a la verdad? Todas las piezas están ahí. Y sin embargo tú nunca has sido capaz de unirlas. Podrías encontrar las respuestas bajo tu propio techo, pero no quie¬res hacerlo. -Rió al ver la cara que ponía Nick-. Qué estú¬pido eres...
-¡Étienne, basta! -lo conminó Dubois, agarrándolo por el cuello de la camisa y llevándoselo de allí.
Nick los vio marchar como en un sueño. Se quitó de enci¬ma abruptamente las manos de sus hermanos y miró alrede¬dor en busca de __________________. Estaba sola junto a la barandilla de la galería, con los cabellos revueltos. Nick llegó inmediatamen¬te hasta ella y la tomó por los hombros.
__________________ temblaba incontroladamente.
-Creo que Sagesse sabe quién mató a Corinne, Nick. Nick tomó su rostro entre las manos y lo cubrió de besos que eran a la vez de consuelo y posesión.
-¿Te ha hecho daño? -preguntó. -No, en absoluto.
Él acarició sus hombros, su espalda y sus caderas. __________________ sabía que la gente los miraba, pero lo abrazó, sin importarle lo que pudieran pensar. Nick se había puesto rígido, y el cora¬zón le retumbaba dentro del pecho.
-Esto no volverá a suceder -le oyó murmurar __________________-. De lo contrario, estoy dispuesto a matarlo.
Ella echó la cabeza hacia atrás, sorprendida. -No digas eso. Todo ha quedado aclarado, Nick.
Los ojos de Nick eran negros e insondables, y una intensa palidez había aparecido bajo el moreno de su rostro.
-No -repuso en voz baja-. Pero quedará aclarado. __________________ separó los labios para replicar, pero él la apartó de su cuerpo y la empujó suavemente hacia Alexandre. -Llévala a casa.
-¿Qué vas a hacer? -preguntó __________________.
-No tardaré mucho en volver -dijo él por toda res¬puesta.
-Ven conmigo -le rogó ella.
Intercambiando una mirada con Alex, Nick dio media vuelta y se fue.
-¡Nick! -gritó ella, siguiéndolo. Alexandre la cogió del brazo.
-No te preocupes, _____________. Nick sólo va a hablar con Severin y uno o dos de los Sagesse. Estoy seguro de que Jac¬ques Clement estará allí para encargarse de mediar entre ellos. -Volvió su atención hacia Bernard, quien esperaba no muy lejos-. ¿Vas con él?
Bernard negó con la cabeza.
-Mi presencia no sería de mucha utilidad-dijo, y aña¬dió venenosamente-: especialmente teniendo en cuenta que deberíamos haber dejado que Nick matara a ese bastardo in¬solente.
La voz de Justin se abrió paso a través del silencio. -Si él no lo hace, lo haré yo.
Repararon en el muchacho. Alex frunció el ceño, mien¬tras que Bernard soltó una risa despectiva.
-No eres más que un bravucón -le dijo.
__________________ se acercó inmediatamente a Justin y le cogió una mano.
-No digas esas cosas -pidió.
-Llevo toda la velada observando a Sagesse -dijo Jus¬tin con voz ronca-. Mientras él te observaba. Cuando de¬sapareciste, enseguida fue en tu busca. Lo seguí, y...
-Gracias -lo interrumpió ella con dulzura-. Gracias por rescatarme. Ahora que todo ha terminado podemos... -Lo vi salir a la galería-continuó Justin, bajando la voz hasta convertirla en un susurro para que nadie más pudiera oír lo que decía. Se volvió, dando la espalda a los demás. Su intensa mirada no se apartó del rostro de __________________-. Para cuando llegué a una de las puertas, él ya te tenía cogida. Eché a correr, y pasé junto a alguien que estaba inmóvil en aquel lado de la galería. De pie allí, observándoos. Era el tío Ber¬nard. No iba a mover ni un dedo para ayudarte.
__________________ sacudió la cabeza, sin entender por completo qué encontraba él de tan significativo.
-Justin, ahora no...
-¿Es que no lo entiendes? Algo va mal cuando un hom¬bre no está dispuesto a defender a un miembro de su familia. La actitud de Sagesse no sólo representaba una ofensa contra ti, sino contra nuestro padre, y contra mí, y...
-Estoy muy cansada-susurró ella, sin querer oír nada más. Los ánimos se hallaban demasiado encendidos, y era evi¬dente que el muchacho estaba fuera de sí. Ya habría tiempo para aclararlo todo más tarde.
__________________ yacía en la cama hecha un ovillo, sola. Le casta¬ñeteaban los dientes y permanecía con los ojos muy abiertos en la habitación sumida en la penumbra. Los acontecimientos de la noche se repetían una y otra vez en su mente, y no conseguía librarse de la sensación de que algo terrible se ha¬bía puesto en movimiento, algo que ni ella ni Nick podían evitar.
Nunca había visto perder el control a Nick, como le ha¬bía sucedido esa noche. Por un instante había pensado que su esposo mataría a Sagesse delante de ella. Se llevó las manos a
las sienes y apretó con la esperanza de alejar de sí las tene¬brosas imágenes. Pero éstas continuaron acosándola impla¬cablemente, al igual que el eco del juramento hecho por Nick: «duro por Dios que te mataré. »
Con un gemido, __________________ giró en el lecho y hundió la cara en la almohada. La casa estaba silenciosa. Todos los Vallerand se habían ido a dormir, excepto Bernard, quien había optado por pasar la noche en algún otro lugar. Todos habían acorda¬do no mencionarle lo ocurrido a Irénée.
Las horas parecieron transcurrir muy despacio antes de que __________________ oyera los ruidos que anunciaban la llegada de al¬guien. Saltó de la cama, y estaba llegando a la puerta cuando
Nick entró en el dormitorio. No pareció sorprenderse de en¬contrarla despierta.
-¿Qué ha pasado? -preguntó ella, rodeándole la cin¬tura con los brazos. Sintió que dentro de Nick parecía hervir a fuego lento una violencia apenas contenida. Nick la estrechó contra su pecho por un instante y a continuación la hizo retroceder un poco para así poder contemplarla.
-Ga va?
-Sí, ahora que estás aquí me encuentro perfectamente -respondió __________________. Lo observó intentando adivinar el es¬tado de ánimo de él-. ¿Va a haber un duelo mañana?
-No.
-Me alegro -dijo ella, infinitamente aliviada-. Ven a la cama, y hablaremos de...
-Todavía no, petite. He de salir de nuevo. -¿Por qué?
-Debo atender un asunto pendiente.
-¿Esta noche? -__________________ sacudió la cabeza-. Nick, tie¬nes que quedarte aquí. Me da igual qué asuntos de negocios tengas que atender o en qué consista eso que has de hacer. Te necesito. Quédate conmigo...
-No tardaré en volver -dijo él-. No me queda más elección, __________________ -añadió con firmeza.
__________________ no podía permitir que Nick fuera a ninguna parte aquella noche, mientras se encontrara en aquel estado de áni¬mo tan peligroso. Todos sus instintos insistían en que lo man¬tuviera a salvo junto a ella.
-No te vayas -imploró al tiempo que lo cogía por la pechera de la chaqueta.
Cuando vio que él se disponía a rechazar su petición, __________________ jugó una carta que había esperado no tener que em¬plear.
-Una vez me dijiste que si te pedía que no hicieras algo, me darías ese gusto. Bien, pues ahora te lo estoy pidiendo. No te vayas.
Nick dejó escapar un gruñido de frustración.
-Maldita sea, __________________. Tengo que ir. No me hagas esto precisamente esta noche.
-¿Te niegas a hacer lo que te pido? -preguntó __________________, mirándolo a los ojos. Advertía que su deseo de complacerla chocaba violentamente con cualquiera que fuese la tarea que
se había impuesto a sí mismo. Nick apretaba los labios en una mueca de exasperación.
El silencio se prolongó como una cuerda a punto de rom¬perse. Antes que permitir que Nick sufriera otro momento de torturante debate interior, __________________ decidió inclinar la balanza. Sus esbeltas manos descendieron de la chaqueta de él y le ali¬saron la parte delantera de los pantalones. Sintió que Nick se estremecía ante aquel contacto tan inesperado. __________________ bus¬có su miembro, que ya empezaba a reaccionar, lo rodeó con la mano y, apretando suavemente, hizo que cobrara una vida palpitante. Luego apoyó los senos contra el pecho de él.
Cuando Nick volvió a hablar, su voz sonó profunda y va¬cilante.
-__________________, ¿qué estás haciendo? -le preguntó. -Distraerte, eso es lo que estoy haciendo.
El miembro de Nick ya había alcanzado su máximo gro¬sor, y __________________ tiró de los botones de ónice tallado de sus pan¬talones para liberarlo. Ayudados por la presión que los tensaba bajo la gruesa tela, los botones salieron fácilmente de sus ojales. __________________ emitió un gruñido de placer cuando sus dedos se deslizaron alrededor del miembro erecto.
Nick dejó escapar una exclamación ahogada y dio un paso hacia atrás, y __________________ se apresuró a seguirlo, haciendo que los dedos con los que lo provocaba descendieran hacia la zona sedosa que había bajo sus testículos.
-__________________ -dijo él con voz ronca-, si piensas que con esto vas a evitar que me vaya, estás muy equivocada. -¿Qué me dices de esto' -replicó __________________, bajando la ca-beza para tomar el miembro en su boca cálida. Su lengua buscó delicadamente hasta que encontró una vena palpitante.
Oyó un sonido ahogado encima de ella, antes de que él encontrara el aliento necesario para balbucear:
-Sí, creo que eso me mantendrá aquí. -Apoyándose contra la pared, Nick respiró entrecortadamente mientras ella usaba su boca y sus manos para excitarlo todavía más. Cuan do no pudo seguir soportándolo por más tiempo, la tomó en sus brazos y la llevó a la cama para consumar el acto con ávi¬da pasión.
Nueva Orleans era un hervidero de murmuraciones. To¬dos conocían la rivalidad entre Étienne Sagesse y Nicholas Vallerand, pero lo ocurrido en el baile de los Leseur iba más allá de lo imaginable. La historia de cómo un Sagesse completamente borracho se había propasado con la esposa pelirroja de Vallerand corrió de casa en casa.
Se decía que la joven madame Vallerand había sido vista medio desnuda en la galería. Un testigo aseguraba haber oído jurar a Vallerand que se vengaría de todos los miembros de la familia Sagesse. Otro afirmaba que Vallerand había amena¬zado con estrangular a su segunda esposa, tal corno hiciera con la primera, si alguna vez la sorprendía mirando a otro hombre.
Mientras iba a las oficinas de la pequeña empresa navie¬ra que tenía en la ciudad, Nick fue muy consciente de la este¬la de excitación que iba dejando a su paso. Las mujeres no lo miraban así desde antes de su matrimonio, como si él fuera un animal muy peligroso al que había que evitar. Los hom¬bres se mostraban en su presencia como muchachos que acabaran de tropezar con el matón de la escuela. Disgusta¬do, Nick se dio prisa por concluir lo que tenía que hacer. Ob-viamente, su destino en la vida era verse perseguido por el escándalo tanto si lo merecía como si no.
Cuando regresó a la plantación, vio varios carruajes in¬móviles en el largo sendero que llevaba al edificio principal. No era el día habitual de recibir visitas de Irénée. Nick entró y se quitó los guantes v el sombrero. Un rumor de roces pro¬cedentes del salón llegó a sus oídos.
Antes de que pudiera ir a investigar, se presentó ________. -Son las amistades de Irénée -susurró con una sonrisa conspiratoria mientras lo cogía del brazo-. No te dejes ver. No queremos que nadie se desmaye.
Lo condujo a la biblioteca. Nick dejó que fuese tiran¬do de él mientras se llenaba los ojos con la visión de su cuer¬po. Llevaba un vestido azul ribeteado de delicados encajes blancos.
-Tu madre ha tenido una mañana maravillosa-lo pu¬so al corriente ella mientras cerraba la puerta de la biblio¬teca-. Tanto si viven cerca como si viven lejos, todas han venido a verla para escuchar su versión de lo que ocurrió anoche. El que ella ni siquiera estuviese allí carece de im¬portancia.
Nick sonrió de mala gana mientras pensaba que allí don¬
de cualquier otra esposa se mostraría tensa y preocupada por la situación, __________________ todavía era capaz de tomársela a broma. Se inclinó para besarla y paladeó la dulzura de sus labios. -No te preocupes-dijo en tono burlón-. El escánda¬lo quedará olvidado en apenas diez o doce años.
__________________ sonrió y volvió a bajar la cabeza.
-Bueno, en ese caso tendremos que llevar una vida muy recogida hasta entonces.
-Madame Vallerand-susurró, y la besó en el cuello-, usted haría que el mismísimo infierno pareciese atractivo. -Puedes estar seguro de que te seguiré adondequiera que vayas, bien-aimé.
Ya entrada la noche, __________________ fue bruscamente desperta¬da de su sueño cuando Nick alzó el brazo que tenía sobre su cintura v se levantó de la cama. Echando de menos el calor del cuerpo de él, __________________ farfulló una confusa protesta. -Tengo que salir un rato.
-¿Salir? -Adormilada y llena de irritación, __________________ se apartó los cabellos de la cara-. ¿No hablamos de eso la no¬che anterior?
-Lo hicimos -dijo Nick; se puso los pantalones y bus¬có la camisa que se había quitado al acostarse-. Y debería haberme ocupado de mi asunto entonces... pero me vi dis¬traído.
-¿Ese asunto no puede ser atendido a la luz del día? -Me temo que no.
-¿Vas a hacer algo peligroso? ¿Ilegal? -No del todo.
-¡Nick!
-Regresaré en unas dos horas.
-No lo apruebo-dijo ella-. Detesto que salgas de casa durante la noche.
-Duérmete -susurró él; la hizo acostarse y le dio un beso en la frente-. Cuando despiertes, estaré aquí a tu lado -añadió mientras la arropaba.
Por la mañana, una ligera llovizna despertó a __________________, y se abrigó un poco más de lo que habría sido necesario en un día de septiembre. Su sencillo vestido de terciopelo era de un tono rojo óxido que resaltaba el color de su pelo. Se recogió el ca¬bello en una larga cola de caballo.
Un débil gemido llegó hasta ella procedente de la cama, y __________________ miró por encima del hombro a la masa de sábanas enredadas y largos miembros recubiertos de vello. Tal como prometió, Nick había regresado durante la noche. Se negó a dar ninguna explicación de dónde había estado, se quitó la ropa, puso fin a las preguntas de __________________ haciéndole el amor, y luego se quedó dormido enseguida. __________________ se irritó ante su actitud evasiva, pero también sintió alivio al tenerlo nueva¬mente junto a ella.
Fue hacia la cama con las manos apoyadas en las caderas. -Vaya, así que estás despierto -dijo animadamente. -Estoy cansado -musitó él.
-Me alegra saberlo. Espero que estés agotado, Nick. Así esta noche quizá te quedarás en tu cama en vez de ir a atender algún asunto tan misterioso que ni siquiera puedes explicár¬selo a tu esposa.
Nick se irguió en la cama, la sábana cayó hasta su cintura mientras se restregaba la cara con las manos. Aunque estaba muy enfadada con él, __________________ no pudo evitar apreciar la visión de su cuerpo moreno y musculoso.
-Está bien-musitó él-. Te lo explicaré todo, ya que está claro que de otra forma no me dejarás en paz. Anoche fui a... Se calló cuando oyó un ruido de pasos que corrían escale¬ras arriba.
Frunciendo el ceño, __________________ salió al pasillo y vio a Philip¬pe. El muchacho tenía el rostro demudado por el pánico. -¿Dónde está Justin? -chilló apenas la vio-. ¿Está en casa?
-No lo sé -respondió ella, cerrando parcialmente la puerta del dormitorio a su espalda mientras Nick se ponía un batín-. Me parece que ha ido a dar una vuelta por la ciudad con unos cuantos amigos. ¿Por qué? ¿Qué pasa?
Philippe trató de recuperar el aliento. –
-He ido a mi clase de esgrima -jadeó-. He oído... n... nuevas sobre Étienne Sagesse...
__________________ sintió un ominoso escalofrío cuando el muchacho se calló. Advirtió la presencia de Nick detrás de ella, y se apo¬yó en su pecho.
-Continúa -pidió Nick-. ¿Qué pasa con Sagesse, Phi¬lippe?
-He oído decir que lo encontraron anoche en el Vieux Carré, cerca de Rampart Street... Étienne Sagesse ha sido ase¬sinado.
Danne G.
Re: "Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
Capítulo 15
Nueva Orleans
El verdadero alcance de las sospechas que pesaban sobre Nick fue revelado por la visita de Jean-Claude Gervais, el ca¬pitán de las gens d'armes. Gervais, la máxima autoridad policial en Nueva Orleans, no habría ido a verlo en persona a menos que la situación fuese extremadamente grave.
El capitán Gervais habría dado cualquier cosa por estar en la piel de otro. No había olvidado el favor que le hizo Nicholas Vallerand no hacía mucho tiempo, cuando dejó caer unas cuantas palabras en los oídos apropiados para asegurar que las gens d'armes recibirían nuevo armamento y equipo. Y ahora él le devolvía aquel favor entrometiéndose en su inti¬midad e interrogándolo acerca de un asesinato. Tratando de ocultar la incomodidad que sentía, Gervais se mostró impasi¬ble cuando se le dio la bienvenida en el hogar de los Vallerand.
-Monsieur Vallerand -comenzó, manteniéndose más tieso que un palo mientras Nick cerraba la puerta de la biblio¬teca para que pudieran hablar a solas-. La razón por la que estoy aquí...
-Ya sé por qué está aquí, capitán. -Vallerand fue hacia una hilera de licoreras de cristal y alzó una con una mirada interrogativa.
-Non, merci -dijo Gervais, aunque tenía muchos de¬seos de beberse una copa.
Vallerand se encogió de hombros y se sirvió un coñac. -Siéntese, si quiere. Supongo que esto nos llevará un tiempo.
-Monsieur Vallerand -dijo Gervais, acomodando su corpachón en un gran sillón de cuero-, ante todo debe sa¬ber usted que esto no es una investigación oficial...
-Ya sé que tiene muchas preguntas que formularme, ca¬pitán. Para ahorrar tiempo, seamos lo más directos posible. -Vallerand esbozó una sonrisa-. Reservemos la charla en¬tre amigos para una ocasión más agradable, ¿de acuerdo? Gervais asintió.
-¿Es cierto, monsieur, que hace dos noches, en la plan¬tación de los Leseur, estuvo usted a punto de matar a Étienne Sagesse?
Vallerand asintió.
-Sagesse acababa de insultar a mi esposa, y, natural¬mente, yo quería hacerlo pedazos. Pero las familias de am¬bos evitaron que nos peleáramos. Y me persuadieron de que no debía retarlo a duelo debido al estado en que se encon¬traba.
-Sí. Me han contado que bebió. -Sólo un criollo en¬tendería el delicado significado que Gervais imprimió a la última palabra. La frase era como una acusación directa dirigida contra la masculinidad, el honor y el carácter de Sages¬se. Se consideraba imperdonable que un criollo bebiera más licor del que podía aguantar-. Monsieur-añadió-, su es¬posa y monsieur Sagesse estuvieron prometidos en cierto mo¬mento, ¿verdad?
Vallerand entornó los ojos negros como el azabache. -En efecto, lo estuvieron.
-La familia Sagesse afirma que usted se la quitó a Étien¬ne. ¿Cómo ocurrió exactamente?
Vallerand se disponía a replicar cuando llamaron suave¬mente, y la puerta fue abierta una rendija.
-¿Sí? -dijo Vallerand abruptamente. Gervais ovó un suave murmullo femenino.
-Me gustaría escuchar, mon mari, si te parece bien. Pro¬meto no interrumpir.
Vallerand interrogó con la mirada a Gervais.
-Si el capitán no tiene nada que objetar... -dijo des¬pués-. Capitán Gervais, mi esposa, __________________ Vallerand.
Gervais se inclinó cortésmente, descubriendo que la jo¬ven madame Vallerand era una mujer impresionante, con aquella cabellera roja como el fuego y sus vívidos ojos azules. Transmitía sensatez y energía, pero al mismo tiempo ha¬cía que su interlocutor no pudiera evitar imaginarla desnu¬da, y ante la visión de su boca, tan suave y carnal, acudían a la mente pensamientos asombrosamente lúbricos. Incluso con su imponente esposo presente en la habitación, Gervais sintió que la cara le empezaba a relucir, y se alegró de poder volver a tomar asiento en el sillón de cuero.
-¿Capitán? -lo instó Vallerand. Gervais dio un respingo.
-Monsieur... las preguntas que tengo que formular po¬drían resultar embarazosas para madame.
-Podemos ser francos ante mi esposa-dijo Vallerand, tomando asiento junto a ella.
-Bien. Se trata del secuestro de la prometida de Étienne Sagesse.
-¿Secuestro?-repitió madame Vallerand con incredu¬lidad-. Yo no lo llamaría así. Cuando puse los pies en Nueva Orleans por primera vez, había dejado la casa de los Sagesse sin que nadie me obligara a ello: tomé esa decisión debido a que monsieur Sagesse se estaba comportando de una manera muy poco caballerosa conmigo. Por invitación de la madre de Nicholas, vine a residir aquí (ella conocía a mi madre, ¿sa¬be?), y luego enfermé. Durante mi convalecencia, me enamo¬ré de Nicholas y acepté su oferta de matrimonio. Nadie me secuestró. Es muy simple, voyez-vous?
-Ciertamente -musitó Gervais-. Monsieur Valle¬rand se batió en duelo con monsieur Sagesse por dicha cues¬tión, ¿verdad?
-Sí.
-¿Diría usted que eso volvió todavía más profunda la enemistad que ya existía entre ambos?
-No -respondió Vallerand-. De hecho, terminé el duelo prematuramente.
-¿Por qué?
-Sentí pena por Sagesse. Cualquiera de los que asistie¬ron estará de acuerdo en que yo podría haberlo matado fácil¬mente, en legítima defensa de mi honor. Pero he llegado a la edad, capitán, en que un hombre desea disfrutar de un poco de paz. Hasta me atreví a abrigar la esperanza de que los Sa¬gesse y los Vallerand por fin dejarían de ser enemigos. -Un leve temblor estremeció sus cejas cuando vio que incluso su esposa lo miraba con escepticismo-. Es cierto -añadió en tono neutro.
-¿Incluso conociendo la relación que Sagesse había man¬tenido con su primera esposa?-preguntó el capitán.
-El odio es una emoción que lo consume todo-decla¬ró Vallerand-. Deja espacio para muy poco más. -Miró a su esposa con una sonrisa en los labios-. Finalmente empecé a renunciar al odio cuando comprendí que la vida sería mucho más rica sin él. -Su atención volvió a centrarse en el capitán-, No es que perdonara a Sagesse, entiéndame. Su traición me había herido profundamente, y tengo tanto orgu¬llo como cualquiera. Pero llegué a hartarme de tanto alimen-tar el resentimiento, y deseaba dejar atrás el pasado.
-Pero Sagesse lo hizo imposible...
-Yo no diría eso. Después del duelo ya no hubo prácti¬camente ninguna comunicación entre nosotros.
El capitán Gervais formuló unas cuantas preguntas más acerca de la relación que había existido entre Corinne y Étien¬ne, y luego cambió de tema.
-Monsieur Vallerand, dos testigos lo vieron anoche en el Vieux Carré. ¿Qué propósito lo llevó allí?
Vallerand pareció ponerse en guardia, y titubeó antes de responder:
-Fui a visitar a mi antigua placée.
Tanto __________________ como el capitán enrojecieron. ¿Martame?, pensó __________________. ¿Qué diablos podía haber estado haciendo él con Mariane? Parpadeó mientras caía en la cuenta de que el capitán Gervais le estaba hablando.
-Marame Vallerand, si desea dejar la habitación... -No, me quedaré -dijo ella con voz átona.
Claramente consternado, Gervais reanudó el interroga¬torio.
-¿Su amante ~ -le preguntó a Nick. -Sí, durante varios años.
__________________ sólo escuchó a medias el resto de la entrevista. Un sinfín de posibilidades desagradables se agitaban dentro de su mente. O Nick le había mentido v aún mantenía a Mariame como amante suya, o ahora le estaba mintiendo al capi¬tán Gervais par-, ocultar la verdadera razón por la que había estado en el Vicux Carré.
Finalmente, el capitán Gervais se puso en pie para indi¬car que el interrogatorio había terminado.
-Monsieur Vallerand-dijo solemnemente-, me sien¬to obligado a hacerle notar que debería tener muy presentes ciertos hechos. Digo esto de manera extraoficial, por su¬puesto.
Nick inclinó la cabeza v su mirada escrutadora se clavó en el rostro del capitán, que agregó:
-Es importante que los habitantes de Nueva Orleans sientan que la ley es tan competente ahora como antes de que los americanos tomaran posesión del territorio. El pueblo no tiene demasiada fe en ninguna institución gubernamen¬tal; incluida, lamento admitirlo, mi propia fuerza policial. Étienne Sagesse pertenecía a una antigua familia que siempre ha sido muy respetada por todos, y su muerte es considera¬da como una gran pérdida. La gente exige que semejante cri¬men reciba un rápido castigo. Además, hoy en día no es po¬sible garantizarle un proceso justo a nadie. El sistema judicial pasa por una fase de gran agitación. Uno tendría que estar loco para confiarle su vida a la esperanza de que recibirá un trato justo y equitativo.
Nick asintió lentamente.
-Especialmente -añadió Gervais-, cuando varios des¬tacados miembros de la comunidad han alzado su voz para denunciarlo a usted. Uno de esos hombres es el juez del tribunal del condado. Piden que lo arresten. Como compren¬derá, se trata de algo más que un mero ruido de sables, mon¬sieur.
-¿Pertenece alguno de esos hombres, por casualidad, a la Asociación Mexicana? -quiso saber Nick.
--La mayoría de ellos, creo -contestó Gervais, un poco sorprendido por la pregunta.
Los amigos de Burr, comprendió __________________ con indigna¬ción. Los cómplices de Aaron Burr pedían que se arrestara a Nick, muy probablemente porque habían prometido a Burr que harían cuanto estuviera en su mano para vengarse de él por el desdén que había mostrado hacia su causa. No podía haber mejor oportunidad que ésta.
-Le estoy dando tiempo para prepararse, monsieur. -Gervais miró a Nick-. Porque muy pronto me veré obli¬gado a arrestarlo. -Hizo una pausa-. ¿Tiene alguna pre¬gunta que hacerme, monsieur?
-Sólo una-dijo Nick-. ¿Cómo fue asesinado monsieur Sagesse?
-Lo estrangularon-respondió Gervais-. Matar de esa manera a un hombre de la corpulencia de Sagesse requiere una gran fuerza, monsieur. -Observó significativamente el musculoso pecho de Nick y sus anchos hombros-. Pocos hom¬bres habrían sido capaces de hacerlo.
__________________ fue incapaz de emitir el mínimo sonido mientras Nick acompañaba al capitán a la puerta principal. Se apretó el estómago con los puños. Se sentía como si estuviese atra¬pada en una pesadilla, y anhelaba despertar de ella.
Transcurrió un minuto que pareció un año, y Nick vol¬vió con ella. Hincó una rodilla en el suelo junto a la silla y tomó los fríos puños de __________________ en su cálida mano.
-Cariño -murmuró-. Mírame.
Ella lo miró fijamente sin tratar de ocultar la desespera¬ción que sentía.
-Anoche vi a Mariame -continuó Nick-. Tenía que hacer los arreglos necesarios para que su hijo, el que tuvo de otro hombre, saliera del territorio. Es un mestizo, y la semana pasada se descubrió que estaba teniendo una aventura con una mujer blanca. Su vida corre peligro. Quizá ya sepas qué es lo que les hacen a... bueno, será mejor no entrar en detalles. Hace unos días Mariame me envió un mensaje pidiéndome ayuda. Sabiendo lo que significa el muchacho para ella, no po¬día negarme.
__________________ apenas había escuchado la explicación.
-¿Qué fue lo que dijo el capitán Gervais acerca de dar¬nos tiempo para prepararnos? Lo que ha hecho es darnos tiempo para que nos vayamos lo más lejos posible. Se refe¬ría a huir, ¿verdad?
-Sí -respondió Nick con un suspiro-. A eso se refe¬ría.
-Tenemos que irnos esta misma noche. No tardaré mu¬cho en hacer el equipaje. ¿México? No, Francia...
-No vamos a ir a ninguna parte -la interrumpió él con dulzura.
__________________ lo cogió por las solapas de la chaqueta.
-¡Sí, vamos a hacerlo! Me da igual dónde viva, siempre que esté contigo. Si te quedas aquí, ellos... -Se le quebró la voz-. Creo lo que ha dicho el capitán Gervais, Nick.
-Yo no maté a Étienne Sagesse.
-Eso ya lo sé. Pero nunca conseguiremos probarlo, y aunque lo consiguiéramos, nadie nos escucharía. Las autori¬dades americanas quieren alardear de su poder sobre los criollos, y acabar con un hombre de tu posición les haría sentir que por fin han conseguido hacerse con el control de la ciu¬dad. Debemos irnos. Te declararán culpable. ¿Es que no lo en¬tiendes? Si te ocurriera algo, Nick...
-No vamos a salir huyendo. Eso no sería vida, ni para ti ni para mí.
-¡No! -dijo ella, apartándose de él cuando intentó tran¬quilizarla-. ¡No, no digas ni una palabra más! -Recuperó rápidamente el control de sí misma-. Voy a ir arriba y haré el equipaje para nosotros y los chicos. Dile a Noeline que man¬de bajar los baúles. No, no, ya se lo diré yo. -Saltó hacia atrás cuando vio que Nick extendía las manos hacia ella-. ¡No me toques!
-Nos quedamos, __________________-dijo él con suavidad.
Ella consideró rápidamente distintas maneras de obligar¬lo a marchar.
-Yo partiré hacia Francia esta misma noche, y tú puedes quedarte aquí y dejar que te ahorquen con tus principios, o venir con tu familia y ser feliz. ¡No deberías necesitar mu¬cho tiempo para elegir!
Comenzó a salir de la habitación hecha una furia y un instante después, rauda como el rayo, volvió a aparecer en el hueco de la puerta.
-Y mientras consideras tus opciones -dijo-, podrías ir pensando que a estas alturas lo más probable es que yo ya esté embarazada. ¡Nuestro hijo necesitará un padre! Y si eso no te llena de inquietud... -Entornó los ojos, que se convir¬tieron en dos rendijas-. ¡Entonces juro por todos los santos que si te quedas aquí para que te ahorquen, aun así iré a Fran¬cia y encontraré otro hombre con el que casarme! ¿Te con¬vence eso de venir conmigo?
Mientras __________________ subía las escaleras, Nick se sentó en su sillón. A pesar de lo preocupado y apesadumbrado que es¬taba, no pudo evitar sonreír. Aunque recorriese el mundo entero, nunca encontraría una mujer que lo comprendiera ni la mitad de bien que su esposa. Con cuatro frases concisas, __________________ había conseguido acertar de lleno en todos los luga¬res donde él era vulnerable.
La casa estaba tan silenciosa como una tumba, salvo por los sonidos que acompañaban a __________________ mientras hacía el equipaje a toda prisa. Cubierta por un grueso velo y con las facciones demudadas por la pena, Irénée se había llevado con¬sigo a Noeline a la catedral, donde pasó varias horas recibien¬do el consejo de un viejo sacerdote amigo de la familia, y pi-diendo el perdón para su hijo en una larga y desesperada serie de plegarias. No había sido capaz de hablar con Nick, o de mirarlo siquiera, mientras dejaba la plantación.
Naturalmente, reflexionó Nick, a Irénée no se le había ocurrido pensar que él quizá no hubiese matado a Étienne Sagesse. Su madre llevaba años viviendo en la creencia de que él había dado muerte a Corinne. Se preguntó, desolado, cómo era posible que la anciana siguiera queriendo a un hijo al que creía capaz de matar a sangre fría.
Hasta que empezó a anochecer, Nick estuvo sopesando la idea de huir, pero por fin la desestimó. Mucho tiempo atrás había adquirido propiedades en Europa, por si sus posesiones llegaban a correr peligro. Si se veía obligado a huir, disponía de los medios necesarios para que él y __________________ vivieran cómodamente durante el resto de sus vidas. Pero los años de exilio, el verse perseguido por su reputación, miran¬do siempre por encima del hombro por temor al castigo de los Sagesse o sus parientes... No, él y __________________ nunca serían fe¬lices. Por no mencionar que la venganza de los Sagesse tam¬bién incluiría a sus descendientes. Las vidas de sus hijos co¬rrerían peligro, hasta que alguien pagara por el crimen del que se acusaba a Nick. Tenía que quedarse y luchar por demostrar su inocencia.
Se detuvo al pie de la doble curva de la escalera y alzó la mirada. Philippe se había encerrado en su habitación. Des¬pués de que hubiera vuelto a casa v fuese informado del inminente arresto de Nick, Justin había partido en alguna mis¬teriosa misión. Una doncella pasó sigilosamente junto a Nick y subió la escalera llevando una maleta de cuero, mientras __________________ la apremiaba a que se diera prisa. Nick sacudió la ca¬beza con expresión melancólica. Nadie podría acusar de fal¬ta de coraje a la mujer con la que se había casado. Puso el pie en el primer escalón, con la intención de ir arriba y poner fin a todos aquellos preparativos que no iban a servir de nada.
Lo detuvo el estruendo que resonó detrás de él, cuando Justin abrió la puerta principal e irrumpió en la casa como si se hubiera vuelto loco.
-¡Padre! -gritó-. Pad.., -Se detuvo en seco ante Nick. La niebla impregnada de humedad que flotaba en el aire le había empapado la ropa y el pelo, y cuando se quedó inmóvil las gotas enseguida empezaron a caer sobre la alfombra.
Nick tendió las manos hacia él para sostenerlo. -Justin, ¿dónde has...?
-He estado si... siguiendo... -tartamudeó Justin al tiem¬po que lo cogía de los brazos-. He estado siguiendo a Ber¬nard. -Tiró impacientemente de su padre-. Está en la ciu¬dad, bebiendo y jugando en La Siréne.
Aquello no sorprendió a Nick.
-Bernard tiene su propio modo de hacer frente al in¬fortunio familiar, mon fils. Bien sabe Dios que ha tenido que sufrirlo en muchas ocasiones. Deja que haga lo que quiera. Y ahora...
-¡No, no! -exclamó Justin-. Tienes que hablar con él. -¿Por qué?
-Has de preguntarle... Ciertas cosas. -¿Como cuáles?
-Pregúntale por qué odia tanto a __________________. Y por qué es¬taba dispuesto a dejar que cayera del desván. ¡Pregúntale por qué estaba en aquella galería, por qué la vio con Sagesse y no trató de ayudarla! ¡Pregúntale dónde estuvo anoche!
Justin -dijo Nick con impaciencia-, está claro que, por la razón que sea, tú y Bernard habéis tenido una discu¬sión muy seria. Pero en estos momentos hay cosas más im¬portantes que...
-¡No, nada es tan importante como esto! -se obstinó Justin-. ¡Pregúntale qué sentía por mi madre! ¡Y luego pre¬gúntale qué era lo que sabía Étienne que lo volvía tan peli¬groso!
Nick lo sacudió violentamente. -¡Basta!
Justin cerró la boca.
-Comprendo que quieras ayudar-añadió Nick-. No quieres que me culpen de ese asesinato, pero eso no te autori¬za a lanzar acusaciones contra otras personas, especialmente de tu propia familia. Bernard quizá no te caiga bien, pero... -Ven conmigo -suplicó Justin-. Habla con él. Si lo haces, enseguida comprenderás lo que intento decirte. Es lo único que te pido. ¡Maldita sea, y no me digas que no tie¬nes tiempo para ello! ¿Qué otra cosa planeabas hacer esta no¬che? ¿Esperar a que te arrestaran?
Nick lo miró a los ojos, mientras Justin contenía la respi¬ración.
-Está bien -cedió por fin.
Justin lo rodeó con los brazos y escondió la cara en su pe¬cho, y luego saltó a un lado.
-No quiero encontrarme con ninguno de los Sagesse. Hemos de evitar el camino principal...
-Tendremos que usarlo-dijo Nick-. Porque a la ho¬ra que es, los otros caminos ya se habrán convertido en un lodazal. -Fue hacia la puerta, y Justin se apresuró a se¬guirlo.
Renée Sagesse Dubois estaba sentada a solas en el salón con la carta sellada en su regazo, contemplándola con ojos enrojecidos. Estaba dirigida a Nicholas Vallerand. Recordó haber visto a Étienne escribiéndola justo antes del duelo. Étienne la había sellado con sus propias manos, y se había negado a revelarle su contenido. Le había indicado que le en¬tregara la carta a Nicholas, si Vallerand salía vencedor del duelo.
Renée se preguntó vagamente por qué Vallerand le ha¬bía perdonado la vida a Étienne entonces, por qué había dado por finalizado el duelo sin que se produjera un verdadero derramamiento de sangre. Étienne se lo había mencio¬nado en más de una ocasión durante los meses siguientes, y parecía sentir todavía más desprecio que antes por Nicholas.
Desde el duelo, Renée había tratado de devolverle la car¬ta a Étienne, pero éste había insistido en que debía guardarla, con las mismas instrucciones. En cuanto él hubiera muerto, ella se la entregaría a Nicholas.
Pero Renée no podía hacerlo. Pese a la promesa que ha¬bía hecho, se sentía incapaz de comparecer ante el asesino de su hermano.
-Lo lamento, Étienne -susurró-. No puedo hacerlo. -Arrojó la carta al suelo y se echó a llorar.
Al cabo de unos momentos, Renée recuperó la compos¬tura y fijó la vista en la carta. ¿Qué podía haber escrito Étien¬ne? ¿Cuáles eran sus verdaderos sentimientos hacia el hombre que había sido su amigo, su enemigo y, finalmente, su asesino? Renée la recogió y rompió el sello de lacre escar¬lata.
Comenzó a leer, mientras se enjugaba las lágrimas. La pri¬mera página era tan críptica que no había forma de entenderla. Pasó a la segunda.
-Oh, no -murmuró-. Étienne... ¿cómo es posible? Mientras cabalgaba con su hijo por el camino cubierto por la niebla, Nick se preguntaba sombríamente qué loco impul¬so se habría adueñado de él para que estuviera yendo a la ciu¬dad con Justin. No sacaría nada de hablar con Bernard, quien probablemente ya estaría demasiado borracho para articular una frase completa.
¿Por qué estaba Justin tan resuelto a involucrar a Bernard en aquel maldito embrollo? Nick tuvo que contenerse para no decirle a su hijo que regresaba a la plantación. Pero como le había hecho notar Justin, el muchacho nunca le había pedido nada.
Justin puso su montura al galope. Llegaron a una curva del camino v aflojaron la marcha, porque acababan de ver a cuatro jinetes inmóviles a unos metros por delante de ellos. Los jinetes se desplegaron de inmediato, formando un semi¬círculo al tiempo que iban hacia la pareja.
Nick reconoció a Severin Dubois, los dos hermanos de Étienne y uno de los primos Sagesse. Era fácil imaginar cuál sería el propósito que los había unido: se habrían propuesto vengar la muerte de uno de los suyos. Nick se llenó una mano al costado. Un instante después masculló una maldición al darse cuenta de que se había dejado las pistolas en casa.
Justin tiró de las riendas e hizo que su montura volviese grupas hacia la derecha, listo para huir.
-No, Justin-dijo Nick con voz ronca. Los jinetes esta¬ban demasiado cerca, y tratar de escapar no serviría de nada. El muchacho hizo caso omiso y siguió adelante con aquella temeridad. Uno de los Sagesse blandió su rifle agarrándolo por el cañón y utilizó la gruesa culata de madera de arce co¬mo si fuera un garrote.
Un grito enronquecido brotó de la garganta de Nick, y el pánico se adueñó de él.
-¡Malditos seáis! -les rugió a los Sagesse al tiempo que se apeaba de un salto. Corriendo por el barro, consiguió lle¬gar hasta su hijo a tiempo de sostener el cuerpo desmadejado cuando éste resbaló de la silla de montar.
Los caballos arañaron el suelo con los cascos y se remo¬vieron nerviosamente. Severin Dubois contempló sin perder la calma cómo Nick bajaba a su hijo al suelo.
-Hoy en día no te puedes fiar de la justicia -observó Dubois-. Hemos pensado que sería mejor que nos ocupá¬ramos personalmente del asunto.
Nick volvió la cabeza de su hijo a un lado y apartó con mu¬cho cuidado los mojados cabellos negros para examinar la herida. Un estremecimiento de ira recorrió su cuerpo cuan do vio el corte y el morado en la sien. El muchacho gimió y se debatió entre sus brazos.
-Lo siento -murmuró Nick, besando su pálida meji¬lla-. Je t'aime, Justin. Ya verás que no te ocurre nada. No te muevas. -Se quitó la capa y lo envolvió protectoramente con ella.
-No le haremos más daño -dijo Severin-. A menos, naturalmente, que intente crearnos dificultades.
Nick miró a Dubois con ojos llenos de odio y dejó en el suelo a Justin. Sin moverse de donde estaba, no ofreció nin¬guna resistencia cuando uno de los Sagesse empezó a atarle las muñecas.
-¿Dónde está monsieur Vallerand? -inquirió Renée. __________________ no pudo evitar mostrarse asombrada. Por lo que re¬cordaba de su breve estancia con los Sagesse hacía ya varios
meses, la hermana de Étienne siempre había poseído una gé¬lida compostura que nada parecía capaz de modificar. Pero ahora parecía una mujer completamente distinta, agitada temblando de emoción-. He de hablar con su esposo -aña¬dió rápidamente, negándose a entrar en el salón-. Immédia¬tement.
-Me temo que ahora no se encuentra aquí -dijo _____________
-¿Dónde está? ¿Cuándo regresará?
__________________ miró a su interlocutora, preguntándose si los Sa¬gesse la habrían enviado con algún propósito malévolo. -No lo sé -respondió sin faltar a la verdad.
-Tengo algo de mi hermano para él.
-¿De qué se trata? -preguntó __________________ sin molestarse en ocultar su recelo.
-Una carta. Étienne quería que le fuese entregada a mon¬sieur Vallerand cuando él muriera.
__________________ asintió fríamente. Sin duda la carta era un último intento de mofarse de su marido contando mentiras. Sólo Étienne podía haber sido capaz de encontrar un modo de reírse de Nick desde la tumba.
-Si tiene a bien confiármela, me aseguraré de que la re¬ciba.
-No lo entiende. La carta cuenta todo lo referente al pa¬sado... La aventura... Todo.
__________________ abrió los ojos como platos.
-Déjeme verla -dijo, y arrancó la carta de las manos de Renée antes de que ésta llegara a tendérsela. Luego dio media vuelta y leyó rápidamente las líneas escritas a toda pri¬sa. Parecían arrojarse sobre ella desde la página.
El amor te ciega y nubla tu mente, Nick. Te conozco lo bastante para saber que preferirías cargar con la res¬ponsabilidad por un crimen que no cometiste antes que creer que tu propio hermano fue capaz de semejante trai¬ción.
... te di lo que deseabas... vi cómo te hundías en tus propios engaños, mientras que yo...
__________________ dejó de leer y miró a Renée. -¡Bernard! -gritó.
Renée la miró como si no pudiera evitar sentir piedad por ella.
-Eso es lo que asegura la carta. Después de que la rela¬ción entre Étienne y Corinne hubiera llegado a su fin, ella dio inicio a una nueva aventura con Bernard. Prácticamente admitió ante Étienne, y también le habló de sus planes para hacer pública la relación que estaba manteniendo con Bernard, si éste no accedía a huir con ella.
__________________ leyó frenéticamente el resto de la carta.
... no cabe duda de que la idea de librarse de Corinne le pareció mucho más atractiva a Bernard que la de tener que soportar su compañía durante una vida de exilio. Si se me hubiera dado a elegir entre esas dos cosas, yo mis¬mo podría haber estrangulado a la zorra. Pero hacer que pareciese que había sido el esposo convertido en cornudo quien lo había hecho... eso fue un toque magistral digno únicamente de un Vallerand.
-Étienne escribe que su esposo cometió un grave error al no considerar la posibilidad de que Corinne y Bernard hubieran tenido una aventura-dijo Renée-. Étienne menospreciaba a Nicholas porque había pasado por alto lo que hubiese podido ver sólo con que se hubiera molestado en mirar.
-Pero Nick creía que Bernard estaba muy enamorado de otra.
-Sí, una chica americana.
-Bernard la dejó embarazada, y ella huyó... oh, cómo se llamaba...
-Ryla Curran -la interrumpió Renée-. En la carta Étienne asegura que las cosas no sucedieron así. Bernard es¬taba interesado en la chica, pero nunca llegó a tener nada que ver con ella.
-¿Cómo se enteró Étienne?
-Porque no fue Bernard sino Étienne quien la sedujo. -Renée sonrió con amargura-. Desgraciadamente ella no fue la primera joven a la que él le arruinó la vida... ni la última. Pero a Bernard le convenía fingir que había sido aman¬te de Ryla, porque así sería menos probable que la gente sos¬pechara cuál había sido la verdadera naturaleza de su relación con Corinne.
Sintiendo que se le helaba la sangre en las venas, _____________ se preguntó qué efecto tendría sobre Nick descubrir lo que había hecho su hermano. La cabeza empezó a darle vueltas. -Bernard mató a Étienne... -dijo.
-Eso creo. Naturalmente, no existe ninguna prueba, sólo...
-¡Fue él! -insistió __________________-. La noche del baile en la mansión de los Leseur, Bernard debía de estar convencido de que Étienne no permanecería en silencio durante mucho tiempo, y... ¡sí, tiene que haberlo matado! Sólo que, por es¬te segundo asesinato, Nick pagará todas las consecuencias. -No se deje llevar por el pánico -dijo Renée-. Hay tiempo. Lo único que habrá que hacer será enseñar la carta a las autoridades cuando vengan en busca de su esposo. -Hizo una pausa y añadió-: A menos que Nicholas ya haya hui¬do del territorio. ¿Lo ha hecho?
__________________ le dirigió una mirada acerba.
Renée se disponía a preguntar algo más cuando las dis¬trajo una súbita intrusión.
-¿Nick? -preguntó __________________, volviéndose en redondo-. ¿Dónde...? -Las palabras murieron en sus labios.
Justin estaba apoyado en el marco de la puerta, jadeando y resoplando tras haber corrido kilómetros sin detenerse en ningún momento. Estaba pálido y tenía la frente amoratada y manchada de sangre. Hasta el último centímetro de su cuer¬po estaba cubierto de barro y sudor.
-Necesito ayuda. ¿Dónde está Alexandre?
-Con Henriette y los Clement-respondió __________________-. Justin, ¿qué...?
-¡Philippe! ¡Philippe, ven aquí! -exclamó el mucha¬cho.
Philippe apareció en lo alto de la escalera, miró a su her¬mano y se apresuró a bajar. Justin miró a Renée Dubois y di¬jo con expresión de odio:
-Todo un detalle por su parte hacerle compañía a mi madrastra mientras su esposo y su hermanos asesinan a mi... -Súbitamente mareado, se apoyó en el marco de la puerta mientras se llevaba las manos a la cabeza-. Mi padre -con¬cluyó con un jadeo ahogado, y extendió las manos hacia __________________ mientras ésta iba hacia él para sostenerlo. Justin la estre¬chó entre sus brazos, sin pensar en el barro que le manchaba la ropa y las manos-. Se lo llevaron -balbuceó, luchando por no perder el conocimiento-. No sé adónde. Lo matarán. Oh, Dios, puede que ya lo hayan matado.
El pequeño grupo sacó el caballo de Nick del camino prin¬cipal y lo llevó por senderos secundarios. Los Sagesse esta¬ban decididos a castigar al hombre que, según ellos, había ase¬sinado a Étienne. En aquel territorio, donde el poder parecía cambiar de manos prácticamente cada mes, las definiciones de lo que estaba bien y lo que estaba mal eran variables. Para los Sagesse, la única manera de estar seguros de que realmen¬te se le hacía justicia a un hombre era confiar en la familia de éste.
Con las manos atadas a la espalda, Nick aguardó mientras ellos cogían las riendas de su caballo y lo conducían hasta un remoto rincón de la plantación de los Sagesse medio oculto entre los campos en barbecho. Cuando sus captores se de¬tuvieron junto a una arboleda v desmontaron, Nick entró en acción clavando los talones en los flancos de su montura, que saltó hacia un lado, con la esperanza de que el tirón le arran¬cara las riendas de la mano a Severin Dubois.
Dubois cogió el extremo de la cuerda con que habían ata¬do a Nick de las muñecas, haciendo que éste cayese al suelo. Nick se desplomó sobre el costado con un gruñido de dolor. Su ignominioso descenso no provocó risas o burlas. Aquello era un asunto muy serio, y los Sagesse no obraban impulsa¬dos por un mezquino deseo de venganza, sino para cumplir con su deber moral.
Aunque sabía que no serviría de nada, Nick se debatió desesperadamente mientras lo levantaban. El primer golpe llegó con una fuerza cegadora, que lanzó su cabeza hacia atrás entre un fogonazo de dolor que le atravesó el cráneo. Antes de que pudiera recuperar la respiración, Nick recibió un torrente de golpes que le partieron las costillas y lo deja¬ron sin aliento. Su cabeza fue bruscamente empujada hacia un lado, y Nick sintió que las fuerzas lo abandonaban. La luz. y la oscuridad giraron a su alrededor, y todos los sonidos se desvanecieron en un súbito rugido.
Renée palideció.
-¿Dices que mi esposo se lo ha llevado? -preguntó con tono de incredulidad-. ¿Severin y...?
-¡Sí! -rugió Justin-. ¡Toda su maldita familia! -¿Cuánto hace de eso?
-No lo sé. Media hora, quizá.
Renée puso una mano sobre el hombro de __________________. -No sabía que planearan hacer tal cosa.
-Oh, claro -masculló Justin.
-Tu insolencia no va a ayudar a nadie, jovencito -dijo Renée, y volviéndose hacia __________________, añadió-: Creo que sé adónde lo han llevado, pero no estoy segura. Mi carruaje está esperando fuera.
-¿Por qué iba a querer ayudarme a encontrarlo? -pre¬guntó __________________ sin percatarse apenas de la presencia de Philip¬pe cuando éste se reunió con ellos.
-Étienne no obró bien al guardar silencio durante todos estos años, cuando sabía que Nicholas era inocente. Nadie puede reparar lo que ha hecho, y nadie...
-Quizá -la interrumpió Justin con voz gélida- po¬dríamos dejar los discursos para más tarde, y tratar de en¬contrar a mi padre antes de que la familia de usted le alargue el cuello. -Con un gemido de dolor, abrió la puerta princi¬pal y señaló el carruaje.
Philippe escoltó a __________________ fuera de la casa, y Justin cogió firmemente a Renée por el codo. Ella lo fulminó con la mi¬rada.
-¡Me estás poniendo perdido el vestido con esa mano tan sucia, muchacho!
En vez de soltarla, Justin se apoyó en ella para mantener su precario equilibrio.
-Cuéntame adónde vamos y por qué piensas que mi padre está ahí-dijo mientras bajaban los escalones de la entrada-. Probablemente sólo quieres hacer que sigamos una pista falsa para impedir que lo encontremos.
-Ya lo he explicado -dijo Renée con altivez-. Y vamos a un campo en el extremo noroeste de mi plantación, un lugar muy discreto y alejado de todo. -Una sombra de malicia se infiltró en su voz-. Donde hay árboles de sobra para un ahor¬camiento. Severin mató allí a un hombre en una ocasión. Lo sé porque lo seguí.
-¿Qué delito había cometido ese hombre?
Se detuvieron ante la portezuela del carruaje. Renée se apartó de Justin y decidió decir algo que hiciera callar de una vez al arrogante muchacho.
-Severin sospechaba que ese hombre era mi amante -respondió. Complacida con su propio descaro, esperó en vano un sonrojo juvenil que nunca llegó.
-¿Y lo era?-Los oscuros ojos de Justin eran demasiado adultos para un muchacho de su edad.
-Sí -contestó ella, confiando en que eso lo redujera al silencio.
Justin miró de arriba abajo a Renée con expresión las¬civa.
-Tienes que ser muy buena en la cama para hacer que un hombre arriesgue su vida a fin de acostarse contigo. Para gran disgusto suyo, fue Renée la que se sonrojó mien¬tras se apresuraba a subir al carruaje.
Los Sagesse se habían reunido junto al tronco de un an¬ciano roble, y pasaron una soga por la rama más gruesa de éste.
-Esperaremos que vuelva en sí -dijo Severin Dubois, y los hombres gruñeron mientras subían el cuerpo desma¬dejado de Nick a la silla de montar del nervioso garañón negro, que sólo toleraba la proximidad de su dueño. Nick era el único que podía montarlo.
Tomas Sagesse, el más joven de los hermanos de Étienne, pasó la soga alrededor del cuello de Nick, le ciñó el nudo y co¬gió con mucho cuidado las riendas del garañón.
-No podré mantenerlo sujeto durante mucho rato. -Tienes que hacerlo. Quiero que Nicholas esté cons¬ciente-replicó Severin-. Quiero que se entere de lo que le ', va a ocurrir.
Cuando soltaran al caballo, el cuerpo de Vallerand que¬daría suspendido en el aire. Su cuello no se rompería. La so¬ga le oprimiría la tráquea, y Vallerand moriría estrangulado. Severin se acercó al nervioso caballo y clavó la mirada en el rostro ensangrentado de Vallerand.
-Abre los ojos. ¡Acabemos con esto de una vez!
Al oír aquella voz con la que no estaba familiarizado, el caballo dio un paso hacia un costado y el nudo quedó toda¬vía más apretado. Vallerand abrió los ojos y al moverse el garañón levantó la cabeza, aliviando así la presión asfixiante de la soga. Severin había esperado ver en su rostro ira, resenti¬miento, súplica, pero no había emoción alguna en los oscu¬ros ojos.
Con un penoso esfuerzo, Vallerand separó los hinchados labios.
-__________________... -dijo con un hilo de voz. Severin frunció el entrecejo.
-Yo no me preocuparía por su esposa, Vallerand. Sos¬pecho que se alegrará mucho de verse libre de un bastardo implacable como usted. -Se volvió hacia Tomas y le indicó con un ademán que soltara las riendas del garañón-. Aho¬ra, mientras todavía está consciente.
De pronto, oyeron el grito desesperado de una mujer. -¡Nooo!
Divisaron a lo lejos uno de los carruajes de los Sagesse, cuyas ruedas estaban atascadas en el fango, y a una mujer que se acercaba a ellos dando traspiés. Tomas alzó la mano para descargar una palmada sobre los cuartos traseros del garañón, pero Severin lo detuvo con una seca orden. Acaba¬ba de ver que Renée salía del carruaje. Una cólera tempes¬tuosa apareció en su rostro mientras veía que la esposa y los hijos de Vallerand seguían a Renée.
__________________ cayó y se apresuró a levantarse para echar a co¬rrer por la blanda tierra que se hundía bajo sus pies. El terror se apoderó de ella cuando observó que nadie sujetaba las riendas del caballo. Había una soga alrededor del cuello de Nick, atada a la rama de un árbol. Lo habían golpeado salva¬jemente, y tenía los ojos cerrados. Apartando con gran es¬fuerzo la mirada de aquel horrible espectáculo, se dirigió a Severin Dubois con voz trémula.
-Comete un error. -Le tendió la carta-. Mire esto... por favor... no haga nada hasta que la haya leído.
Tomas extendió la mano hacia las riendas del garañón en un gesto vacilante, pero el corcel se movió nerviosamen¬te y abrió mucho los ojos, listo para estallar en un súbito frenesí de movimientos. __________________ le puso la carta en la mano a Severin y miró al garañón, fascinada, dándose cuenta de que la vida de su esposo pendía de un hilo muy delgado. Un millar de plegarias cruzaron por su mente. El papel cru¬jió cuando Severin volvió una página, y el garañón sacudió la cabeza impaciente. Nick ya no parecía estar consciente, y __________________ esperaba verlo caer de la grupa en cualquier mo¬mento.
De pronto oyó la voz de Justin que hablaba suavemen¬te tras ella.
-Cortaré la soga. No te muevas.
La esbelta y oscura forma del muchacho pasó por detrás del garañón para ir hacia el roble. Empezó a trepar, un cu¬chillo sujeto entre los dientes.
-Quieto, muchacho -dijo Severin Dubois, sacándose una pistola de los pantalones. Justin continuó trepando tron¬co arriba como si no lo hubiera oído-. Muchacho... -vol¬vió a decir Dubois, y __________________ lo interrumpió.
-Guarde la pistola, monsieur Dubois. Usted sabe que mi esposo no es culpable.
-Esta carta no prueba nada.
-Tiene que creer lo que dice -dijo __________________, mirando el cuerpo desplomado de Nick-. Su hermano la escribió con su propia mano. -Nunca había imaginado que llegaría a sentir una agonía semejante. Todo lo que amaba, su única oportunidad de conocer la felicidad, se hallaba precariamente sus¬pendido ante ella.
-Una mano que temblaba bastante, a juzgar por su le¬tra -fue la réplica de Severin-. Étienne estaba borracho cuando escribió esta carta. ¿Por qué debería aceptar yo una sola de las palabras que contiene?
Renée se encaró con él.
-¡Deja de atormentarla, Severin! Por una vez sé lo bas¬tante hombre para admitir que te has equivocado.
Una brisa se enredó en los pliegues de la capa de __________________ y los hizo aletear. El movimiento bastó para hacer que el garañón se estremeciera y se lanzara al galope. __________________ oyó un áspero grito -el suyo- mientras veía cómo el cuerpo de su esposo caía del caballo con una lentitud de pesadilla. Pero la soga ya no se hallaba sujeta a la rama. Justin la ha¬bía cortado.
El cuerpo de Nick chocó con la blanda tierra y se quedó inmóvil. Una brisa helada agitó sus negros cabellos. __________________ extendió inmediatamente las manos hacia Nick, y cayó de ro-dillas junto a él con un sollozo de terror.
Danne G.
Re: "Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
Capítulo 16
Nueva Orleans
Después de mirar el cuerpo que yacía en el suelo, Seve¬rin se volvió hacia Renée.
-Si lo que dice esta carta es cierto, Renée-dijo con una mueca de desprecio-, si realmente fue Bernard quien mató a Corinne, eso no cambia el hecho de que Nicholas asesinó a tu hermano porque Étienne era incapaz de mantenerse alejado de su hermosa mujercita.
-¿Por qué iba a recurrir Nicholas al asesinato si de¬seaba la muerte de Étienne? -inquirió Renée-. ¡Étienne le dio todas las ocasiones de hacerlo honorablemente! Nicholas podría haberlo matado en el duelo, pero no lo hizo. Podría haber exigido una satisfacción en el baile de los Le¬seur y dado muerte a Étienne allí mismo con una espada, y nadie habría pensado mal de él por eso. Pero no lo hizo. i Se¬verin, sé razonable por una vez!
Tras quitarle la soga del cuello, __________________ hizo que Nick apoyara la cabeza y los hombros en su regazo. Tenía la ca¬misa hecha jirones, y la ropa mojada y cubierta de barro. _____________ palpó el cuello de su esposo y encontró el débil ritmo de su pulso.
-Ya estás a salvo -susurró, utilizando un pliegue de su vestido para limpiarle la sangre de la cara. Una lágrima se deslizó por la mejilla de __________________, y se la enjugó, aunque eso no evitó que manaran otras muchas. Nick dejó escapar un te¬nue gemido, y __________________ se apresuró a tranquilizarlo con un murmullo-. Estoy aquí, bien-aimé.
Él cerró los dedos temblorosos sobre el terciopelo de la falda de __________________, como si buscara refugio en el cálido cuerpo de ésta.
-__________________... -Intentó volverse sobre el costado, y ense¬guida hizo una mueca de dolor.
-No, no, estate quieto-dijo __________________, apretándole sua¬vemente la cabeza contra los pechos.
-Te quiero -susurró él.
-Sí, mon cher, ya lo sé. Yo también te quiero. -Miró a Justin, quien permanecía inmóvil a un par de metros de ellos y parecía estar un poco aturdido. Su expresión se endureció al añadir-: Justin, dile a monsieur Dubois que vamos a lle¬var a casa a tu padre.
Justin asintió y se acercó a Dubois, que seguía discutien¬do con su esposa.
-¿Por qué lo defiendes? -quiso saber Dubois, empe¬zando a enrojecer.
-No estoy defendiéndolo -dijo Renée en tono tran¬quilizador-. Sólo pretendo que se castigue al verdadero ase¬sino de mi hermano. ¿Por qué no quieres tratar de encontrar
a Bernard? Ahí está esa justicia que buscas, si eres capaz de sonsacarle la verdad.
-Tal vez lo hagamos -dijo Severin con aspereza, y le¬vantó la voz para que todos lo oyeran-. ¿Dónde está Ber¬nard?
Nadie respondió. __________________ pensó a toda prisa, pregun¬tándose qué era lo mejor para el bien de Nick. Si sus propios deseos fuesen lo único a considerar, __________________ los animaría a que encontraran a Bernard e hicieran lo que quisiesen con él, con tal que ella nunca tuviera que volver a ver su aborrecible rostro. Pero Bernard era el hermano de Nick, y Nick tenía de¬recho a decidir cómo había que ocuparse de él.
-Bernard está en casa -dijo __________________ sin inmutarse-. Hoy ha acompañado a su madre a la iglesia.
Justin y Philippe la miraron discretamente, sabedores de que estaba mintiendo.
-Así es -dijo Justin-. Más vale que os deis prisa, si queréis encontrarlo.
__________________ no había apartado la mirada de Severin Dubois. -Yo me quedaré la carta, monsieur, si no le importa. Es lo único que evitará que el capitán Gervais arreste a mi es¬poso.
-Primero debo saber-dijo Severin- qué piensa con¬tarle a Gervais acerca de lo que ha ocurrido hoy.
En otras palabras, __________________ podía quedarse con la carta si daba su palabra de que no denunciaría ante Gervais o sus su¬bordinados que los Sagesse habían golpeado brutalmente a su esposo. Impotente, __________________ pensó que de todos modos las autoridades no harían nada. Pero el odio que le inspiraban Dubois y los Sagesse perduraría el resto de su vida, y se pro¬metió a sí misma que algún día pagarían lo que habían hecho. No tuvo que mirar a Justin para saber que el muchacho es¬taba pensando lo mismo.
-Guardaremos silencio a cambio de la carta -dijo-. Ahora he de llevar a mi esposo a casa lo más deprisa posible, o podría ser que todavía hubierais conseguido matarlo.
-Por supuesto-dijo Severin, con una aspereza que ocul¬taba la incomodidad que experimentaba.
Era incapaz de sentir verdadero arrepentimiento, pero algo en el modo como lo miraba la joven esposa de Vallerand hizo que se sintiera avergonzado.
-Es muy joven para tener una lengua tan afilada-mur¬muró dirigiéndose a Renée, y a continuación dio media vuel¬ta e hizo una seña a los hermanos Sagesse de que fuesen hacia el carruaje atascado en el barro-. Ya veo por qué la llaman la mariée du diable.
-Es una muchacha muy valiente -dijo Renée, y una sombra de melancolía cruzó por su rostro-. Ojalá se hu¬biera casado con Étienne: podría haber llegado a cambiarlo.
Los Sagesse y su cuñado cabalgaron hacia el camino que llevaba a la plantación de los Vallerand. El carruaje de Renée fue a lo largo del campo y se detuvo cerca, y ella misma abrió las puertas, dando rápidas órdenes al cochero.
Philippe se puso en cuclillas junto a __________________.
-No lo entiendo -dijo-. Sabes que Bernard está en La Siréne. ¿Por qué les has dicho que estaba en casa?
-Porque así ganaremos un poco de tiempo -repuso __________________, usando su capa para proteger de la lluvia el rostro de Nick.
-¿Tiempo para qué? -preguntó Philippe.
-Para advertir a Bernard antes de que lo encuentren. -No -dijo Philippe, indignado-. ¿Por qué se debería advertir a Bernard? ¿Por qué no permitir que los Sagesse cai¬gan sobre él?
-Porque tu padre no querría algo así. Y ahora llevamos a Nick al carruaje.
A pesar de lo delgados que estaban, los gemelos eran unos muchachos muy fuertes y consiguieron llevar hasta el carruaje el cuerpo inconsciente de su padre. Nick no emitió sonido alguno, y __________________ se preguntó con creciente temor si no estaría herido de gravedad.
Después de que Nick estuviera a salvo dentro del carrua¬je, Justin cogió del brazo a __________________ y la llevó aparte. Su rostro mostraba señales de cansancio, pero su expresión era tran¬quila y resuelta.
-Iré a hablar con Bernard -anunció-. ¿Qué debería decirle?
-Dile... -__________________ hizo una pausa-. Dile que los Sa¬gesse lo buscan. Durante esta noche, al menos. Creo que con¬seguirá ponerse a salvo si se esconde en el nuevo almacén que Nick ha hecho construir en el muelle del río. -Frunció el ce¬ño-. ¿Cómo llegarás a la ciudad?
Justin señaló con un movimiento de la cabeza el garañón negro, que no se había alejado mucho y en ese momento pas¬taba bajo un árbol.
-Me llevaré el caballo de nuestro padre.
-No puedes montarlo -protestó __________________, sabiendo lo desconfiado que era el animal.
-Sí que puedo -replicó Justin.
__________________ sabía que el muchacho no haría tal afirmación si no estuviese seguro de que podía hacerlo. Ella no daría su con¬sentimiento, sin embargo, hasta que una cosa hubiera que¬dado muy clara.
-Estoy depositando mi confianza en ti-dijo-. Pro¬méteme que no te dejarás arrastrar por ese temperamento que tienes. Dale el mensaje a Bernard y vete. Nada de acu¬saciones, nada de discusiones. Confío en que no alces la ma¬no contra él, Justin. ¿Será eso demasiado difícil para ti? Mirándola a los ojos Justin respondió
-No. -Cogió la mano de __________________, se la llevó a los la¬bios y luego apretó suavemente la mejilla contra ella-. Cui¬da de él -añadió con voz ronca, y la acompañó hasta el ca¬rruaje.
La juerga en La Siréne era la habitual en un lugar de re¬putación ligeramente dudosa. En cualquier otra ocasión, Justin habría estado encantado de visitarlo. Se trataba de la clase de taberna que le gustaba, sin ningún fingimiento de sofisticación pero aun así lo bastante decente para que a los habitantes de la parte alta del río, siempre tan vulgares y fan¬farrones, no les estuviera permitido visitarla.
Justin entró en el local y se abrió paso entre el gentío hasta las salas de juego que había en la parte de atrás. No le resultó difícil localizar a su tío. Bernard estaba sentado a una mesa con un grupo de amigos, mezclando distraídamente las cartas.
-Bernard-lo interrumpió Justin-, tengo un mensaje para ti.
Bernard lo miró sorprendido.
-¿Justin? Bon Dieu... mira la pinta que llevas. Te has vuelto a pelear, ¿verdad?-Un brillo de disgusto iluminó sus ojos oscuros-. No me molestes.
-El mensaje es de __________________. Justin sonrió al ver que los otros caballeros sentados a la mesa ya empezaban a prestar atención a lo que decían-. ¿Te gustaría oírlo en privado, o debo decirlo delante de todos?
-Mocoso insolente. -Bernard arrojó las cartas sobre la mesa, se puso de pie y se llevó a Justin hacia el rincón-. Ahora dime lo que tengas que decir, y luego márchate.
Justin apartó la mano de su tío y miró a éste con un súbi¬to destello de fuego en sus ojos azules.
-Habrían sido tres asesinatos -murmuró-. Por tu cul¬pa, esta noche casi matan a mi padre.
-¿Qué insensatez es ésta? -preguntó Bernard, inex¬presivo.
-El mensaje de __________________ -dijo Justin- es que los Sages¬se saben que mataste a Étienne. Te están buscando. Si valoras en algo tu vida, más vale que encuentres alguna manera de desaparecer. __________________ sugiere que te escondas en el nuevo al-macén del muelle.
Bernard no reaccionó, salvo por un violento estremeci¬miento en la comisura de su boca.
-Eso es una mentira -dijo con dulzura-. Es un farol para hacerme admitir algo que yo... -Tal vez lo sea -replicó Justin-. ¿Por qué no te que¬das y lo averiguas? Creo que deberías hacerlo. -Esbozó una leve sonrisa-. En serio.
Bernard miró al muchacho con una mezcla de furia e in¬credulidad. Luego alzó las manos como si fuera a estrangu¬larlo.
Justin no se movió.
-No lo intentes -dijo suavemente-. Ni estoy borra¬cho ni soy una mujer indefensa, así que disto mucho de ser tu tipo de víctima favorita.
-No lamento nada -dijo Bernard ásperamente-. El mundo es un lugar mucho mejor ahora que se ha librado de Sagesse... y de la ramera que te trajo al mundo.
Justin palideció. Sin abrir la boca, vio que su tío salía con paso tambaleante de la sala de juego.
Después de que Nick hubiera sido atendido por el doc¬tor, Noeline tuvo que dar su visto bueno al tratamiento aña¬diendo todavía más vendajes y ungüentos de su propia cosecha, y luego colgó unos cuantos amuletos sobre el dintel de la puerta. __________________ no se atrevió a quitarlos de allí, ya que Noeline le había asegurado que eran muy poderosos.
Para gran alivio suyo, Nick finalmente recuperó el cono¬cimiento y consiguió abrir sus ojos amoratados.
-¿Qué ha pasado?-preguntó, soltando un juramento de dolor mientras se llevaba una mano a sus maltrechas cos¬tillas.
__________________ se apresuró a ir hacia la cama con un vaso de agua. Le levantó la cabeza con mucho cuidado y lo ayudó a beber. Le contó todo lo que había sucedido después de su casi ahorca¬miento, y le mostró la carta que le había salvado la vida.
-Renée Dubois la trajo hoy hace unas horas. Étienne le dijo que debía dártela cuando él muriese.
-Léemela -pidió Nick con voz ronca mientras dejaba el vaso.
__________________ leyó la carta tratando de que su voz sonara lo más firme e impersonal posible. Cuando hubo terminado de leer la primera página y llegó a la primera mención de Bernard, no miró a Nick, pero percibió el torrente de indigna¬ción, miedo y furia que se apoderó de él.
-No -lo oyó mascullar.
__________________ continuó leyendo. Antes de que hubiera llegado al final de la carta, Nick ya se la había quitado de las manos y estaba haciendo una bola con ella.
-Sagesse era un borracho mentiroso. -Nick, ya sé que no quieres creerlo, pero...
-Pero tú sí lo crees -se mofó él-. Eso hace que todo se vuelva mucho más fácil, ¿verdad? Atribuyámosle la cul¬pa a Bernard, alguien que ya no es muy de tu agrado para empezar, y entonces el misterio de lo que ocurrió hace diez años deja de existir. ¿Qué importa que Sagesse tuviera tan poco sentido del honor como una rata de las cloacas? Es ob¬vio que tú te sientes más que satisfecha con la explicación de un bastardo borracho. ¡Pero no fue así como sucedió, maldi¬ta sea!
-¿Y por qué estás tan seguro de eso? ¿Simplemente por¬que Bernard es hermano tuyo?
-Maldita sea -repitió Nick con aspereza-. ¿Dónde está Bernard ahora?
Comprendiendo su ira, y la angustia que había tras ella, __________________ respondió sin enfadarse.
-Es posible que haya ido a esconderse al nuevo alma¬cén del muelle del río. Sabe que los Sagesse están buscándolo. Puede que ya se haya puesto en camino para salir del territorio. Nick apartó las ropas de la cama y trató de pasar las piernas por encima del borde del colchón.
-Nick, ¿qué estás haciendo?-exclamó __________________-. ¡To¬davía no te encuentras lo bastante bien como para ir a nin¬guna parte, cabeza dura! Nom de Díeu, hoy te han dado una paliza que estuvo a punto de matarte.
Él dejó escapar un gemido de dolor y se llevó las manos a las costillas.
-Ayúdame a vestirme. -¡Ni lo sueñes!
-Tengo que ver a Bernard.
-¿Por qué? ¡Sabes que él lo negará todo! -Cuando lo vea sabré si es cierto o no. -¡No dejaré que te mates, Nick!
Llena de determinación, __________________ lo empujó hacia atrás con toda la fuerza de que fue capaz. Aunque su peso sólo era una fracción del de él, las heridas lo habían debilitado considerablemente. Desplomándose sobre la almohada con un ge¬mido, Nick perdió el conocimiento por unos instantes. Alertada por el alboroto, Noeline apareció junto a ella. -¿Madame?
__________________ agradeció la presencia competente del ama de llaves.
-Dale un sedante, Noeline, antes de que consiga volver a levantarse. Adminístrale una dosis lo bastante grande para dormir a un elefante, porque de otro modo no se estará quieto. -Oui, madame.
-Voy a salir un rato -anunció __________________, y se dirigió ha¬cia la silla de la que colgaba su capa manchada de barro-. Sí, ya sé que es tarde. Me llevaré conmigo a Justin.
Los contornos de las cajas, el mobiliario y las balas de al¬godón quedaron brevemente iluminados por la luz de la luna cuando una de las puertas del almacén giró sobre sus bisa¬gras. La voz de una mujer atravesó aquel aire viciado.
-¿Bernard? ¿Estás ahí?
Un rumor de pasos y arañazos en el rincón rompió el si¬lencio.
-¿__________________? -Bernard, cuya voz estaba impregnada por una sombra de recelo y sorpresa, encendió una cerilla. Mientras Justin permanecía inmóvil junto a ella, __________________ vio que su cuñado encendía una lámpara de aceite.
-Ten cuidado con eso -le advirtió-. Después de todo lo que he tenido que soportar hoy, no quiero vérmelas con un incendio.
-Después de lo que has tenido que soportar-dijo Ber¬nard, con voz trémula-. Santo Dios, yo llevo horas escon¬dido aquí, y temiendo por mi vida.-Haces bien en temer-le aseguró __________________.
-¿Qué estáis haciendo aquí? -preguntó Bernard con expresión hosca-. ¿Qué le ha pasado a Nick?
-Lo hirieron de gravedad-respondió __________________-, pero el médico dice que se recuperará.
-No gracias a ti -intervino Justin, y __________________ le dio un codazo para que guardara silencio.
Sostuvo sin pestañear la mirada de odio de Bernard. -Tu vida corre peligro, Bernard. Los Sagesse quieren matarte, y si ellos no te encuentran primero, serás arrestado por el capitán Gervais y sus hombres. Étienne Sagesse dejó una carta en la que explicaba cuanto sabía sobre el asesina¬to de Corinne. Estoy segura de que no te sorprenderá ente¬rarte de que estás implicado.
-Maldita ramera pelirroja... -masculló Bernard al tiem¬po que daba un paso hacia ella. Justin avanzó inmediatamen¬te, sacando su colchemarde. Al ver que tendría que enfrentar se a aquella arma reluciente, Bernard retrocedió y fulminó con la mirada a __________________-. ¿Qué es lo que quieres de mí? -Sólo la verdad -contestó __________________-. Nick nunca será capaz de aceptar todo esto a menos que confirmes lo que dice la carta. Responde a mis preguntas, y te ayudaré a salir de aquí con vida.
-¿Qué quieres que diga? -inquirió él, temblando de fu¬ria y con el rostro demudado por la culpa.
-¿Por qué tuviste esa aventura con Corinne? Bernard la miró a los ojos. Al parecer procuraba evitar el pálido rostro de Justin.
-Simplemente ocurrió. No tuve ningún control sobre ello. Y nadie salió perjudicado, porque Corinne ya había trai¬cionado a Nick con Sagesse. Más tarde comprendí que Corinne estaba medio loca. Quería huir conmigo, dejarlo todo... Le dije que yo no podía hacer tal cosa, pero ella insistió. Y un día consiguió hacerme perder los estribos. Antes de que pudie¬ra darme cuenta de lo que hacía, mis manos ya estaban alre¬dedor de su cuello. Nick fue más feliz sin ella... Corinne con¬vertía su vida en un infierno...
-Por favor -lo interrumpió __________________-, no intentes afirmar que le estabas prestando un servicio a Nick. Lo acu¬saron injustamente de asesinato y durante años padeció las consecuencias. Dejaste que él cargara con todas las culpas de lo que tú habías hecho.
-Tienes que ayudarme-dijo Bernard, con el rostro ba¬ñado de sudor-. Da igual lo que yo haya hecho, porque sabes que Nick no querría que me mataran.
-Hay un barco que zarpa para Liverpool al amanecer -dijo __________________-. El Nighthawk. He hablado con el capitán Tierney hace menos de una hora. Permitirá que subas a bordo sin hacerte preguntas. -Desató una bolsita de su cintura y se la arrojó a las manos. Bernard la cogió mecánicamente en un puño-. Hay dinero suficiente para ayudarte a iniciar una nueva vida en algún otro sitio. No vuelvas nunca, Bernard. -Se volvió hacia Justin, quien seguía sosteniendo el colche¬marde en su mano temblorosa. Sus ojos azules relucían con el brillo de las lágrimas. Parpadeó para impedir que manasen-. Vamos, Justin -murmuró-. Llévame a casa.
Salieron del almacén sin que ninguno de los dos mirase atrás.
Pese al clamor de los cómplices de Aaron Burr, Nick no fue arrestado. La carta de Étienne, combinada con una discre¬ta presión por parte del gobernador Claiborne y el inespera¬do silencio del director de la Gaceta de Orleans, convencie¬ron al Consejo Municipal y las gens d'armes de que el ausente Bernard Vallerand realmente era culpable del crimen.
Aquellos hombres influyentes que habían estado conspi¬rando con Aaron Burr tal vez podrían haber hecho que la cosa no terminara ahí, pero estaban ocupados con asuntos más acuciantes. Aquel verano del año 1806, Burr había reuni¬do hombres y suministros en una pequeña isla en el río Ohio para preparar su plan de conquistar México y el Oeste. Sin embargo, los rumores que no habían dejado de acosarlo des¬de que fue a Nueva Orleans terminaron siendo su perdición.
Abandonando lo que veía como un navío que se hunde, el general Wilkinson cambió de bando y añadió sus adverten¬cias a todas las que ya había recibido el presidente Jefferson. Éste terminó ordenando el arresto de Burr, al mismo tiempo que una de las cartas escritas en código que éste había enviado a Wilkinson era publicada en un importante periódico.
Cuando Irénée fue informada de lo que había hecho Ber¬nard, se mostró tan apenada como si su hijo hubiese muerto. Para una madre era muy difícil aceptar que un hijo pudiera ser capaz de semejante maldad, y la conmoción causada por la noticia pareció envejecerla. Sin embargo, Irénée poseía una enorme fortaleza interior, e informó con una gran dignidad a la familia de que el nombre de Bernard nunca debía volver a mencionarse en su presencia.
Nick se recuperó rápidamente de sus lesiones, y no tar¬dó en estar tan fuerte como antes. Aunque la revelación de la verdad acerca de Bernard había supuesto un duro golpe para él, también lo alivió saber por fin qué le había ocurrido a Corinne. Con su nombre libre de toda mancha y su reputa¬ción restaurada, Nick por fin se sintió en paz consigo mismo y con el mundo. Y __________________ lo mantuvo demasiado ocupa¬do para que pudiera dedicarse a pensar en su oscuro pasado, arropándolo con su calidez y su cariño hasta que Nick ya no pudo dar cabida en su corazón a nada que no fuese la feli¬cidad
En primavera, Alexandre contrajo matrimonio con Hen¬riette Clement y la boda llenó de felicidad a cuantos tuvieron algo que ver con ella. Durante un tiempo había parecido como si el escándalo de la muerte de Étienne Sagesse fuera a impedir que Diron Clement accediese a que su hija contrajera matri¬monio con un Vallerand. Sin embargo, consiguieron persua¬dir al anciano de que aquello era lo mejor para ambos jóve¬nes, y finalmente otorgó su consentimiento con una calculada exhibición de autoridad, porque temía que alguien pudiera llegar a entrever la bondad que se ocultaba tras todo aquel hacerse de rogar.
__________________ se puso muy contenta cuando recibió una carta de su hermana Jacqueline en la que le pedía cariñosamente que perdonara aquel largo silencio entre ellas. Eso la indujo a abrigar la esperanza de que jeanne y Gaspard no tardarían en deponer su actitud y reconocerían su matrimonio con Nick. A insistencia de __________________, Jacqueline y su ya muy maduro es¬poso acudieron a la plantación y pasaron casi un mes allí. Aun¬que a Nick no le hizo demasiada gracia aquella intrusión en su intimidad, soportó la visita por la felicidad que le aporta¬ba a __________________.
Poco después de la boda de Alexandre, Philippe fue a Francia para proseguir sus estudios y visitar todos los luga¬res sobre los que había leído y con los que llevaba tanto tiempo soñando. Aunque la familia le rogó a Justin que lo acom¬pañara, el muchacho optó por quedarse, declarando que no sentía ningún interés por los museos llenos de moho y las rui¬nas antiguas. Con su hermano lejos, Justin solía vagar solo por Nueva Orleans, a veces pasando horas en el muelle y si¬guiendo con la mirada cada navío que veía partir como si fueran su única posibilidad de escapar.
Justin había cambiado después de los acontecimientos del otoño pasado para convertirse en un joven mucho más maduro y considerado, había dejado atrás su insolencia adolescente. Pasaba una gran parte del tiempo en compañía de su padre, ambos profundizaban en su relación y llegaron a estar más cerca el uno del otro de lo que nadie hubiese espe¬rado jamás.
No transcurrió mucho tiempo antes de que __________________ cubriese que estaba encinta. No pudo evitar sentirse encan¬tada por la actitud de Nick, quien se mostró convencido .
que eso suponía un logro realmente notable por parte de ella. -Vraiment, no es algo tan inesperado-repuso __________________ tomándoselo a broma-. Como dice tu madre, lo único nota¬ble es que haya tardado tanto en suceder.
-Si me das una hija-le había dicho él, rodeándola con sus brazos-, pondré el mundo a tus pies.
-Podría decidir darte un chico-dijo ella-. ¿No te gus¬taría tener otro hijo?
Él sacudió la cabeza con una sonrisa.
-No, petite, necesitamos más mujeres en la familia. Nick había sido excluido durante el embarazo de Corinne, tal como solía hacerse, y a decir verdad nada de todo aquello había tenido el menor significado para él hasta que nacieron los gemelos. Con __________________, sin embargo, asumió un interés nada recatado.
Si alguien había dudado de que Nicholas estuviera real¬mente prendado de su mujer, tal duda quedó disipada para siempre. Cada vez que __________________ experimentaba un amago de malestar o una sombra de náuseas, se llamaba al médico de la familia, que recibía una buena reprimenda si se demoraba más de la cuenta. Irénée le contó a una de sus amigas en la más es¬tricta de las confidencias que a pesar de las protestas del doctor, Nicholas insistía en estar presente en la habitación mien¬tras __________________ era examinada. Las ancianas señoras pasaron toda una tarde escandalizándose con horrorizado deleite ante tal extravagancia.
Para disgusto de __________________, la tradición la obligó a perma¬necer en casa en cuanto se le empezó a notar que estaba em¬barazada. Según era costumbre entre los criollos, sólo podía asistir a pequeñas reuniones o fiestas privadas con sus amis¬tades más íntimas. Para aliviar el aburrimiento de __________________ durante los últimos dos o tres meses de su embarazo, Nick redujo al mínimo imprescindible sus actividades en la ciu¬dad y pasó la mayor parte del tiempo en la plantación. Le lle¬vaba libros, juegos, grabados, y para la velada de un sábado incluso contrató a unos cuantos actores del St. Pierre para que representaran una obra en el salón.
La noche de esa memorable ocasión, __________________ se sintió particularmente contenta, asombrada como estaba por el he¬cho de que su esposo llegara a semejantes extremos con tal de hacerla feliz. Sonrió y se acurrucó entre los brazos de Nick mientras éste la llevaba al piso de arriba, manteniendo la mano apoyada en la pronunciada curva de su vientre.
-Qué suerte tengo de ser tu esposa-dijo.
-No hace mucho, no habrías encontrado a nadie que es¬tuviera de acuerdo contigo -señaló Nick.
-Bueno, ahora todos ven lo mal que te juzgaron, y se dan cuenta de lo maravilloso que eres, bien-auné.
-Me importa un comino lo que piensen de mí-dijo él con expresión de cariño-. Con tal de que tú seas feliz. -Podría ser más feliz.
-¿Oh? -Él enarcó una ceja-. Dime lo que quieres, amor mío, y será tuvo. __________________ jugueteó distraídamente con el nudo de su cor¬batín. -Te lo haré saber cuando estemos en la cama.
Nick rió suavemente.
-Para ser una mujer que está enceinte, eres notablemente apasionada, petite. '' -¿Eso supone algún problema?
Un brillo malicioso apareció en los ojos de él.
-Oh, sí. Uno del que me encantará ocuparme -pro¬metió.
__________________ rió y se quitó las zapatillas empujándolas con las puntas de los pies, dejando que rodaran escalones abajo mientras él la llevaba al dormitorio.
FIN
Danne G.
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