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"Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: "Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
aaaaaahhhhhh!!!!!
nick y justin ya se lllevan maaass mejoorrr!!!
yyy estoy segura que ____ y nick se aaamaaaannn!!!!!
pero yo digo que ese bernand
oocultaaa algooo!!!!!
y descuidaaa esperareee
nick y justin ya se lllevan maaass mejoorrr!!!
yyy estoy segura que ____ y nick se aaamaaaannn!!!!!
pero yo digo que ese bernand
oocultaaa algooo!!!!!
y descuidaaa esperareee
chelis
Re: "Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
me encanto el capitulo, enmpiezo a dudar de Bernard
siguela siguela (:
siguela siguela (:
romina.13
Re: "Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
Por cierto chicas a las nuevas y las que siguen pasando, lean la nove de mi BF. Será muy divertida con el paso de los días https://onlywn.activoforo.com/t15267-the-girls-next-door-jonas-brothers-capitulo-3
Danne G.
Re: "Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
sigue la nove por favor quiero mas
ElitzJb
Re: "Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
Les subiré hoy en la noche Chicas.! C:
Danne G.
Re: "Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
Capítulo 13
Nueva Orleans
Nick la miró de arriba abajo, y su expresión se dulcifi¬có mientras cruzaba la habitación. __________________ dejó escapar un suspiro de alivio cuando él la tomó entre sus brazos. La opresión que había estado sintiendo en el pecho disminuyó. El familiar olor que emanaba de Nick era agradable y recon¬fortante, y la fortaleza de su cuerpo hizo brotar un estreme¬cimiento de consuelo de la misma médula de los huesos de __________________.
Los labios de Nick rozaron suavemente los suyos; se sen¬tó en la silla y se la sentó encima del regazo.
-Madame, ¿os importaría contarme qué ha ocurrido hoy? -__________________ se acurrucó contra su pecho.
-No esperaba que una pequeña visita al desván fuera a causar semejante conmoción. Además, tú ya me habías dicho que podía hacer lo que quisiera en esta casa.
-Por supuesto que puedes. -Justin estaba conmigo. -Sí, eso me han dicho.
-Lo único que hicimos fue abrir unas cuantas cajas y baúles.
La cálida mano de él se movió lánguidamente sobre la es¬palda de __________________ en un distraído vaivén.
-¿Encontraste lo que estabas buscando?
-No buscaba nada. Sólo miraba. Y Bernard se com¬portó de un modo muy raro, Nick. -Levantó la cabeza del hombro de él y lo miró seriamente-. Por el modo en que se comportó, cualquiera habría pensado que Corinne había sido su esposa. Estaba furioso.
-Comprendo. Bueno, a veces Bernard se toma las cosas demasiado a pecho.
-¡Fue algo más que eso!
-Permíteme que te explique algo sobre mi hermano, petite -dijo Nick con dulzura-. Tú siempre le has visto guar¬darse sus emociones para sí mismo. Pero de vez en cuando esas emociones salen a la superficie, y cuando eso ocurre van .acompañadas por una súbita explosión. Hoy Bernard tuvo uno de sus raros arranques de temperamento. Mañana vol¬verá a ser el Bernard callado y tristón al que estás acostum¬brada. C'est. Mi hermano siempre ha sido así.
-Pero cuando habló de Corinne...
-La muerte de Corinne, y las circunstancias que la ro¬dearon, nos afectó mucho a todos. Estoy seguro de que Ber¬nard también se ha preguntado qué le ocurrió a Corinne, y si él podría haber hecho algo para evitarlo. Tal vez sea ésa la razón por la que ahora se muestra tan deseoso de proteger sus _posesiones.
__________________ ponderó la explicación que acababa de darle Nick. Visto bajo esa luz, el episodio resultaba mucho más comprensible de lo que le había parecido aquella tarde. Pero había una pregunta que pugnaba por salir, y tenía que hacérsela, in¬cluso si con ello corría el riesgo de enfadarlo.
-Nick, ¿estás seguro de que Bernard no sentía por Co¬rinne algo más que un afecto fraternal? Cada vez que se menciona el nombre de Corinne, tu hermano reacciona de un _nodo que me parece bastante extraño. Esta tarde no ha sido .a primera vez que Bernard y yo hemos hablado acerca de Corinne. Después de mi visita a la casa del antiguo encarga-do (¿te acuerdas de ese día?), Bernard me dijo que no volvie-ra a indagar en el pasado, o éste regresaría para provocar mi ruina.
Nick guardó silencio, pero __________________ percibió que estaba tenso.
-¿Por qué no me hablaste de ello antes?
-No te conocía lo suficiente -respondió __________________-. –
Temía que te enfadaras si lo hacía. -Escrutó el rostro de Nick, intentando leerle los pensamientos-. No has respon¬dido a mi pregunta acerca de lo que tu hermano sentía por Corinne.
-Que yo sepa, Bernard sólo ha querido a una mujer en su vida. Se enamoró locamente de Ryla Curran, la hija de un americano que trajo a su familia a Nueva Orleans después de pasar muchos años recorriendo el río a bordo de una gabarra. El matrimonio estaba descartado, porque Ryla pertenecía a una familia protestante, pero terminaron teniendo una aven¬tura, y ella quedó embarazada. Ryla desapareció sin avisar a sus amistades o a su familia adónde iba. Bernard ha pasado años buscándola, pero nunca ha conseguido dar con ella. -¿Cuándo ocurrió todo eso?
-Al mismo tiempo que fue asesinada Corinne. No, entre Bernard y Corinne jamás llegó a haber nada. Él estaba loco por Ryla.Curran. Perderla lo afectó tan profundamente que no ha querido casarse con ninguna otra mujer.
-No lo sabía. -De pronto __________________ se encontró sintiendo pena por Bernard-. Bien-aimé -dijo en tono dubitativo, alzando la mano para acariciar la mejilla de Nick-, ¿estás muy enfadado por lo que he hecho esta tarde?
-En realidad, estaba esperando que lo hicieras.
-Vi el retrato de Corinne-dijo ella serenamente-. Era muy hermosa.
-Sí -admitió Nick, apartándole un mechón de la fren¬te-. Pero no tenía el cabello del color de una puesta de sol. -Su pulgar se deslizó sobre los labios de __________________-. Ni una boca que me apetecía besar cada vez que la veía. -Sus labios fueron hacia la oreja de __________________- . Y ciertamente no tenía una sonrisa que hiciera que mi corazón dejara de latir.
__________________ entornó los ojos y se acercó un poco más a su es¬poso. Cuando le pasó los brazos alrededor del cuello, su muñeca chocó con el respaldo de la silla. El inesperado do¬lor hizo que torciera el gesto.
Nick la miró fijamente.
-¿Qué pasa? ¿Te has hecho daño?
-Oh, no es nada,-respondió, gimiendo para sus adentros al comprender que la visión de su muñeca amoratada trae¬ría consigo más preguntas acerca de ese día, cuando ella esta¬ba dispuesta a olvidarse de todo el asunto.
Sin prestar atención a sus protestas, Nick apartó los brazos de __________________ de su cuello y la miró fijamente.
-Dime qué ocurre. -Sólo es un pequeño...
Nick tragó aire de golpe en cuanto vio su muñeca hin¬chada y descolorida. La negrura de las marcas de dedos re¬saltaba sobre la pálida piel. La expresión que apareció súbitamente en los ojos de Nick hizo que __________________ se pusiera muy nerviosa.
-¿Qué ha pasado?
-Sólo ha sido un pequeño accidente. Yo estaba bajando del desván (los escalones son tan estrechos, y no hay baran¬dilla) y perdí el equilibrio. Justin fue lo bastante rápido para agarrarme por la muñeca y subirme hacia la abertura. Den¬tro de uno o dos días mi muñeca estará perfectamente... -¿Esto ocurrió antes o después de que apareciese Ber-nard?
-Ejem... justo entonces. Bernard gritó y me sobresaltó, v entonces fue cuando me caí.
__________________ no le dijo lo lento que se había mostrado su hermano a la hora de ofrecer ayuda. Su percepción de las cosas podía haber estado un poco alterada, Bernard probablemente se encontrara demasiado aturdido para moverse con rapidez. Algunas personas, como Justin, sabían reaccionar con presteza ante esa clase de situaciones, mientras que otras ~e quedaban paralizadas.
-¿Por qué no me lo mencionó Bernard? --No lo sé.
Nick la levantó de su regazo y le puso los pies en el suelo. -Voy a pedirle una explicación.
-No es necesario. -__________________ trató en vano de calmarlo, no queriendo causar más problemas entre los hermanos-. Ahora ya se ha terminado, y….
-Calla. -Nick le cogió el brazo y lo levantó con mu¬cho cuidado para inspeccionarle la muñeca. Luego masculló una maldición que hizo ruborizarse a __________________-. Quiero que vayas a ver a Noeline. Ella tiene un ungüento ideal para los golpes.
-Pero ese ungüento es asqueroso-protestó __________________-. Estuve presente en una ocasión en que se lo estaba poniendo a Justin. Olía de una manera que me revolvió el estómago.
-Ve a verla ahora mismo -insistió Nick-. O me ase¬guraré de que lo hagas después. -Hizo una pausa significa¬tiva-. Y te aseguro que si he de intervenir, preferirás haberlo hecho ahora.
Unos minutos después __________________ estaba sentada con ex¬presión abatida en la cocina junto a Noeline, centrando la atención en los recipientes cuyo contenido burbujeaba alegremente en los fogones mientras el ama de llaves se ocupaba de su muñeca. Una doncella estaba de pie junto a la gran me¬sa de madera, limpiando la lámpara de hierro que colgaba del techo. Noeline esparció diestramente la pasta de color verde mostaza sobre el brazo de __________________. Su repugnante olor hizo que __________________ se apresurara a echar la cabeza hacia atrás.
-¿Cuánto tiempo tendré que ir untada con esto? -pre¬guntó con disgusto.
-Hasta mañana. -Noeline esbozó una sonrisa-. Me parece que esta noche no vas a hacer bebés con monsieur. __________________ puso los ojos en blanco.
-¡Bon Dieu, tendré suerte si Nick vuelve a acercárseme alguna vez!
Justin apareció en la puerta de la cocina y fue hacia ellas con las manos en los bolsillos.
-¿Qué es ese olor? -preguntó, y luego se llevó las ma¬nos a la garganta, fingiendo que le había dado un súbito ac¬ceso de náuseas.
__________________ decidió que se lavaría la muñeca tan pronto como hubiera conseguido escapar de Noeline.
Justin le dirigió una sonrisa consoladora.
-Huele fatal, sans doute, pero da resultado, belle-mére. -Él ha tenido ocasión de saberlo-dijo Noeline, mien¬tras le envolvía el brazo a __________________ con un paño.
-Sé lo que echas en tu ungüento, Noeline-dijo Justin. –
Se puso en cuclillas junto a __________________ y le murmuró confiden¬cialmente-: Lenguas de serpiente, sangre de murciélago, pelos de sapo...
__________________ frunció el ceño ante la tomadura de pelo. -¿Por qué no vas a buscar a Philippe? Puede echarte una mano con algunas de esas clases de latín que te has per¬dido.
Justin sonrió.
-No es necesario que recurras al latín. Me iré. Pero... Miró el vendaje de __________________ y guardó silencio, como si quisiera decir algo pero no encontrase las palabras apropia¬das. Se pasó la mano por el cabello hasta que se lo hubo de¬jado de punta, miró el suelo, luego el techo, y finalmente sus ojos se encontraron con los de __________________.
-¿Qué pasa? -murmuró ella, sorprendida por su re¬pentina timidez.
Noeline fue a comprobar uno de los recipientes que te¬nía al fuego.
-No pretendía lastimarte, belle-mére -susurró Justin, señalándole la muñeca-. Lo lamento.
-Me ayudaste, Justin -dijo __________________ suavemente-. Te estoy muy agradecida por lo que hiciste. De otro modo me habría hecho mucho daño.
Con expresión de alivio, Justin se levantó y se sacudió el polvo de los pantalones aunque no había ninguna necesidad de hacerlo.
-¿Le has contado a mi padre lo que ocurrió? -¿Que me salvaste de caer? Sí, le...
-No, me refiero al tío Bernard, y lo raro que estuvo esta tarde.
-Sí. -__________________ sonrió burlonamente---. Tu padre no pa-reció encontrarlo tan raro. Dijo que tu tío siempre ha sido un poco peculiar.
-Bien súr, eso es bastante cierto. Justin se encogió de hombros-. Bueno, me voy.
__________________ lo siguió con la mirada mientras se iba, pensan¬do que el muchacho había cambiado desde el duelo y aque¬lla conversación con Nick. Ahora se mostraba más afable y menos hosco que antes, como si su oscura naturaleza se hu¬biera visto atemperada por una nueva comprensión. Noeli¬ne volvió a tomar asiento junto a ella y sacudió la cabeza con una sonrisa en los labios.
-Ese chico ha nacido para meterse en líos.
-¿Y en qué consiste exactamente su queja? -preguntó Bernard, que parecía sentirse muy herido-. ¿No me moví lo bastante deprisa, quizá? Me llevé un buen susto, Nick. Para cuando pude volver a moverme, Justin ya la había pues¬to a salvo.
-Parece ser que te comportaste de una manera bastante beligerante-dijo Nick, ceñudo-. ¿A qué se debió? Bernard agachó la cabeza avergonzado.
-No tenía intención de perder los estribos, pero sólo podía pensar en lo mucho que te afectaría saber que ellos ha¬bían estado hurgando entre las reliquias del pasado. Eres mi hermano, Nick. No quiero que nada vuelva a traerte a la me¬moria aquella época terrible. Intenté explicarles que era mejor olvidar el pasado, y supongo que me expresé con excesiva ve¬hemencia.
-Corinne era la madre de Justin-dijo Nick-. Tiene de¬recho a mirar sus pertenencias siempre que quiera.
-Sí, por supuesto -reconoció Bernard, contrito-. Pero __________________...
-__________________ es cosa mía. La próxima vez que no estés de acuerdo con algo que ella haya hecho, ven a hablar conmigo. No olvides que __________________ es la señora de esta casa, y que para mí es mucho más una esposa de lo que nunca lo fue Corin¬ne. Y... -Nick hizo una pausa para dar más énfasis a lo que se disponía a decir, al tiempo que miraba fijamente a su her¬mano-. Si vuelves a levantarle la voz, tendrás que buscarte otro sitio donde vivir.
Bernard enrojeció a causa del esfuerzo que tuvo que ha¬cer para reprimir sus emociones, pero consiguió asentir.
Temprano por la mañana, Nick bajó por la larga curva de la escalera, tras haber sido expulsado del dormitorio por la categórica negativa de __________________ a ir a dar un paseo a caballo con él. La noche anterior habían hecho apasionadamente el amor, y __________________ decidió que dominar al brioso corcel árabe que Nick le había comprado recientemente supondría un esfuerzo ex¬cesivo para ella.
Mientras se dirigía a la puerta principal, Nick oyó un ge¬mido procedente de uno de los salones. Fue a investigar y encontró a Alexandre tendido en él, con un pie, todavía calzado con la bota, apoyado en el dorado brazo de estilo roco¬có y el otro reposando en el suelo. Estaba despeinado y sin afeitar, y sus ropas se hallaban en el más absoluto desorden. Un intenso olor a alcohol flotaba en el aire.
-Esto sí que es algo digno de verse -observó Nick en tono sardónico-. Un Vallerand después de una noche de desenfreno. -Apartó los cortinajes de las ventanas, dejan¬do entrar la luz del sol.
Alex gimió como si acabaran de apuñalarlo. -Oh, eres un bastardo.
-¿La cuarta noche en lo que llevamos de semana? -pre¬guntó Nick como si tal cosa-. Incluso para ti, eso es un ex¬ceso.
Alex buscó refugio en el sofá, como haría un animal he¬rido.
-Vete al infierno.
-No hasta que haya averiguado qué te preocupa. Por¬que con el ritmo que llevas ahora, a finales de semana va ha¬brás conseguido matarte.
Alex chasqueó los labios y percibió el olor de su propio aliento. Una mueca de disgusto ensombreció su rostro. En¬tornó los ojos, alzó la mirada hacia Nick y levantó un dedo Vacilante para señalarlo.
-Tú... -dijo-. Esta mañana has hecho el amor con tu mujer, ¿verdad?
Nick sonrió.-Siempre te lo noto por esa sonrisilla tan desagradable que aparece en tus labios -añadió Alex-. Dime... ¿la vida de casado te sienta bien? Pues me alegro. Lástima que al ca¬sarte nos hayas echado a perder la vida a los demás.
-¿De qué hablas?
-No me mires así. ¿Nunca se te ha ocurrido pensar que quizá me gustaría tener una esposa, una mujer a la que po¬seer siempre que me apeteciese hacerlo... y con la que algún día tal vez incluso tener hijos?
-¿Por qué no lo haces?
-¿Por qué? -Tras erguirse penosamente hasta quedar sentado en el sofá, Alex se sostuvo la cabeza como si temiese que fuera a desprendérsele de los hombros-. Después de que arruinaras la reputación de los Vallerand, ¿piensas que alguna familia decente le daría su hija en matrimonio a un hermano tuvo? Oh, sí, ahora a ti todo te va de maravilla, tienes a __________________, pero vo...
-Alex, tais-toi -dijo Nick, mientras la compasión remplazaba a la diversión. Tomó asiento en una silla cercana-. Calla. -Nunca había visto tan abatido a su hermano pequeño-. Debería esperar a que estuvieses sobrio antes de intentarlo, pero aun así vamos a hablar de ello.
-De acuerdo-dijo Alexandre mansamente. -Bueno, supongo que todo esto será por Henriette Cle¬ment, ¿verdad?
-Sí.
-¿Estás enamorado de ella? ¿Quieres que te den permi¬so para hacerle la corte?
-Sí.
-Pero no crees que el padre de ella vaya a otorgarte su consentimiento.
-Sé que no lo hará. Ya lo he intentado. Nick frunció el ceño.
-¿Le has pedido permiso a Clement para hacerle la cor¬te a Henriette, y él te lo ha denegado?
-¡Sí! -Alexandre asintió con una mueca-. Y ella me ama, o eso creo.
-Yo me ocuparé de ello -dijo Nick, inclinándose ha¬cia delante-. Por tu parte, quiero que... ¿me estás escuchan¬do, Alexandre? Quiero que permanezcas en casa durante lo que queda del día y que descanses. Y se acabó la bebida, ¿De acuerdo?
-Se acabó la bebida -repitió Alex, obediente.
-Iré a decirle a Noeline que te traiga su remedio especial.
-Bon Dieu, no.
-Te lo tomarás -dijo Nick sin perder la calma-, si quieres que Henriette sea tuya algún día. Quiero que maña¬na por la mañana parezcas un jovencito que acaba de levan¬tarse de la cama.
-Puedo hacerlo-dijo Alex tras reflexionar por un ins¬tante.
-Estupendo. -Nick sonrió y se puso en pie-. Deberías haber hablado conmigo de esto antes, en lugar de ir a beber por ahí hasta perder el sentido.
-No creía que tú pudieras hacer nada al respecto. -Alex hizo una pausa-. Sigo sin creerlo, realmente.
-Siempre hay formas de convencer a la gente -le aseguró Nick.
-¿Lo amenazarás con retarlo a duelo?-preguntó Alex. -No -respondió Nick con una carcajada-. Me parece que los Vallerand ya han tenido suficientes duelos. -Nick... si convences a Clement de que acceda, yo... te besaré los pies.
-No será necesario-dijo Nick en un tono bastante seco. Jacques Clement dio la bienvenida a Nick en el vestíbu¬lo y lo miró sin tratar de ocultar su diversión.
-Ya me imaginaba que hoy te pasarías por aquí, Valle¬rand. Vienes en nombre de tu hermano, ¿no? Padre está to¬mando café en la sala de los desayunos.
Nick se apoyó en una de las columnas elaboradamente talladas que delimitaban el vestíbulo. No tenía ninguna pri¬sa por enfrentarse al padre de Jacques, Diron Clement, un venerable león de hombre que siempre estaba de muy mal humor. Descendiente de los primeros colonizadores france¬ses que se establecieron en el territorio de Luisiana, y criollo hasta la última gota de su sangre, Diron detestaba a quie¬nes deseaban que Luisiana se incorporase a Estados Unidos. Y a quienes mantenían buenas relaciones con el gobernador americano.
Inteligente y lleno de experiencia, el anciano había de¬mostrado ser un superviviente nato. Junto con Victor Valle¬rand, Diron había sido generosamente recompensado por los españoles por haber utilizado su influencia para calmar el descontento en la ciudad cuando éstos tomaron posesión de ella arrebatándosela a los franceses hacía cuarenta años. Aho¬ra Diron era rico y lo suficientemente influyente para hacer lo que se le antojara.
Victor y Diron habían sido buenos amigos. Desgracia¬damente, Nick nunca había llegado a ser partícipe del afecto que Diron sentía por su padre. Para empezar, las convicciones políticas de Diron estaban demasiado alejadas de las su¬yas. Además, la muerte de Corinne había servido para que el abismo que los separaba se hiciera todavía más profundo, ya que Diron no soportaba los escándalos.
Nick miró arriba.
-Jacques -dijo especulativamente-, ¿tu hermana ha indicado que sienta alguna clase de afecto por Alexandre? -Henriette es un poco simple -dijo Jacques-. Siem¬pre lo ha sido. Dile a tu hermano que no le costaría nada en¬contrar a otra chica igual de apetecible.
-¿Significa eso que Henriette no vería con buenos ojos que él la cortejase?
-Henriette se imagina que está locamente enamorada de Alexandre. Y esta comedia de amor imposible...
-Hace que se sienta todavía más desgraciada -le dijo Nick-. ¿Y tu padre? ¿Qué opina del asunto?
-Lo desaprueba, naturalmente.
-A decir verdad, mi hermano no sería un mal partido para ella.
Jacques se encogió de hombros.
-Amigo mío, yo ya sé cómo es Alexandre. Nunca con¬seguirás hacerme creer que sería capaz de mantenerse fiel a Henriette. Ese supuesto amor durará un año como mucho, y entonces él se buscará una amante, y Henriette quedará destrozada. Es mejor para ella que se case sin la ilusión del amor. Con un compromiso concertado como es debido, Hen¬riette sabrá exactamente qué es lo que debe esperar.
-Por otra parte, un año de ilusión tal vez sea mejor que Ningún amor entre ellos.
Jacques rió.
---Ésa es una idea muy americana. El amor antes del ma¬trimonio es uno de esos conceptos suyos que los criollos nunc¬a aceptaremos. Y te lo advierto, Vallerand: no intentes con¬vencer a ese viejo obstinado del piso de arriba, o te arrancará a piel a tiras.
-Gracias por la advertencia. Bueno, iré a ver a tu padre. -¿Prefieres que te acompañe?
Nick sacudió la cabeza. -Conozco el camino.
La mansión de los Clement era sencilla pero muy elegante. Los suelos de pino rojo relucían como rubíes, y las habitaciones estaban repletas de muebles de roble y magníficas alfombras hechas a mano. Mientras subía la escalera, Nick pasó os dedos por la balaustrada, recordando cómo se había deslizado por ella cuando él y Jacques eran unos niños.
Llegó al descansillo y se detuvo al sentir la mirada de alguien posada en él. Por encima del hombro, vio que una de las puertas se hallaba entornada. Henriette le dirigió una mirada de súplica a través de la rendija. Nick supuso que algu¬na tía rica andaría cerca, y que Henriette no se atrevía a abrir a boca por miedo a que la oyeran. Nick le hizo un gesto tran¬quilizador con la cabeza. Prescindiendo de toda cautela, Henriette abrió la puerta un poco más, y de pronto una voz femenina la riñó desde el interior de la habitación. La puer¬ta se cerró de inmediato.
Nick sonrió y sacudió la cabeza con expresión de abati¬miento. No soportaba sentir que él era la última esperanza de aquellos pobres enamorados. Fue a la sala donde se desayunaba, aferrándose a la esperanza de que sabría qué decirle a Clement.
Diron Clement lo recibió con una mirada bastante hos¬ca. Un halo de cabellos blancos enmarcaba su cabeza. Cuan¬do habló, el borde de una afilada mandíbula se hizo visible a través de sus carrillos aflojados por la edad. Ojos de un gris acero taladraron a Nick mientras le señalaba una silla. -Siéntate, muchacho. Hace mucho que no hablamos. -La boda, señor --le recordó Nick.
-No. Cruzamos cuatro palabras, quizá. Estabas dema¬siado ocupado contemplando a esa prometida tuya cuyos ca¬bellos parecen arder para dedicarme ninguna atención.
Nick reprimió una sonrisa al tiempo que se acordaba de aquella velada, que no había podido ser más frustrante. No había sido capaz de apartar la mirada de __________________, muriéndose de ganas de poseerla pero sabiendo que era demasiado pron¬to para que pudiera ser suya.
-Lo lamento, señor.
-¿De veras? -carraspeó Diron-. Sí, supongo que lo lamentas, ahora que deseas garlarte mi favor. ¿Qué tal va tu matrimonio? ¿También lamentas haberte casado?
-En lo más mínimo-replicó Nick sin titubear-. Mi es¬posa sabe hacerme muy feliz.
-Y ahora has venido a abogar por la causa de tu herma¬no, ¿Eh?
-Venia a abogar por la mía, de hecho -repuso Nick-. Dado que ésa parece ser su principal objeción a la petición de Alexandre.
-Falso. ¿Eso te dijo?
-Tiene la impresión, señor, de que si no fuera por el daño que yo le he causado al buen nombre de los Vallerand en el pasado, sus intenciones para con su hija serían bien aco¬gidas.
-Ah. Te refieres a ese asunto de tu primera esposa. Nick sostuvo la mirada penetrante del anciano y asintió brevemente.
-Fue algo terrible-dijo Diron enfáticamente-. Pero mi objeción al compromiso tiene que ver con el carácter de tu hermano, no con el tuyo. Voluble, perezoso, falto de voluntad... Alexandre es insatisfactorio en todos los aspectos. -Alexandre es como todos los otros jóvenes de su edad, ni mejor ni peor. Y podrá dar a Henriette una vida como es debido.
-¿Cómo es eso? Apuesto a que a estas alturas ya se ha gastado la mayor parte de su herencia.
-Mi padre me encomendó la responsabilidad de super¬visar las finanzas de la familia. Le aseguro que Alexandre dis¬pone de los medios económicos necesarios para mantener como es debido a una familia.
Diron guardó silencio y siguió mirando fijamente a Nick desde debajo de sus enormes cejas grises.
-Monsieur Clement -dijo Nick-, usted sabe que los Vallerand son una familia de la mejor estirpe. Creo que su hija sería feliz siendo la esposa de Alexandre. Aspectos sentimen¬tales aparte, ella y Alexandre harían una buena pareja.
-Pero no podemos prescindir de esos aspectos senti¬mentales, ¿verdad? -replicó el anciano-. Toda esta situación apesta a sentimentalismo barato. ¿Es ésa la base para un Buen matrimonio? ¡No! Todas esas proposiciones impetuo¬sas, todos esos histrionismos y salidas de tono, todo ese re¬chinar de dientes y darse puñetazos en el pecho... eso no es amor. Desconfío de todo eso.
Nick enseguida comprendió cuál era la verdadera objeción del anciano. Permitir que su hija se casara por amor sig¬nificaría un duro golpe para el orgullo de Diron. No era así como se hacían las cosas en el continente. La gente se mofaría de la decisión del anciano, y, dirían que su voluntad de cierro había empezado a flaquear. Quizás incluso se atre¬vieran a decir que había obrado influenciado por los nuevos valores americanos que empezaban a infiltrarse en el terri¬torio. En suma, un matrimonio por amor pondría a Diron n una situación bastante embarazosa.
-Estoy de acuerdo -dijo Nick, pensando rápidamen¬te-. Supongo que es usted consciente de que si los mante¬nemos separados, toda esta emoción desaforada continuará. Por eso estoy a favor de la idea de un largo noviazgo; con la más estricta supervisión, naturellement. Así les daremos el tiempo suficiente para que se desenamoren.
-¿Eh? ¿Que?
-Sólo hará falta un poco de tiempo, ni siquiera un año. Usted ya sabe lo inconstantes que son los jóvenes.
Diron frunció el ceño. -Sí, ciertamente.
-Y entonces, cuando todo este ardiente amor de ahora se haya desvanecido para perderse en la indiferencia, los casare¬mos. Para entonces, Henriette probablemente ya no acceda al compromiso. Constituirá una lección para ambos. Después, con el curso de los años, Alexandre y Henriette desarrollarán poco apoco la clase de afecto mutuo sensato y prudente que te¬nían mis padres... el mismo que disfrutaban usted y su esposa.
-Hummm. -Diron se acarició la barbilla. Nick casi con¬tuvo la respiración mientras aguardaba la respuesta-. Sí, la idea encierra un cierto atractivo.
--Yo le veo mucho sentido -dijo Nick, dándose cuenta de que el anciano se sentía secretamente aliviado de que se le hubiera ofrecido una solución al dilema. De esa manera Henriette tendría al esposo que deseaba, y el orgullo de Diron quedaría a salvo.
-Hummm. Sí, eso es lo que haremos.
-Bien. -Nick adoptó una expresión lo más prosaica po¬sible-. Ahora, acerca de la dote...
-Hablaremos de eso en un momento más apropiado -lo interrumpió Diron hoscamente-. Ya estás pensando en la dote... muy propio de un Vallerand.
-¿Fingir que no la amo? -exclamó Alexandre-. No lo entiendo.
-Confía en mí-dijo Nick, cogiendo de la cintura a __________________ cuando pasó por su lado y sentándosela en el regazo-. Cuanto más pronto Henriette y tú convenzáis a todo el mundo de que no sentís nada el uno por el otro, más pronto podréis casaros.
-Sólo a ti se te podía llegar a ocurrir un plan tan retor¬cido -dijo Alex con amargura.
-Tú quieres que Henriette sea tuya -replicó Nick-. Bueno, pues así es como podrás llegar a tenerla.
__________________ se apoyó en el pecho de su esposo y le acarició el pelo.
-Muy inteligente por tu parte, Nick.
-En absoluto-dijo él modestamente, sintiéndose muy complacido por el elogio.
-Será un final feliz, y todo gracias a tu naturaleza ro¬mántica -dijo __________________ bajando la voz v provocando una sonrisa en Nick.
Alexandre se levantó para irse.
-¿Quién iba a imaginarse que Nick era un romántico? -masculló, evidentemente disgustado-. Debo de estar te¬niendo una pesadilla.
Durante las semanas siguientes, el romance de Alexan¬dre con Henriette Clement siguió su precario curso. Fueron incontables las veladas que pasaron juntos en la sala de estar, rodeados por la totalidad de la familia Clement. Cuando él la llevaba a dar un paseo en carruaje, la madre y la tía de ella los acompañaban. Alexandre nunca se atrevía a permitir que su mirada se encontrase con la de Henriette en la iglesia o en los bailes a los que asistían. La proximidad de Henriette, y la dis-tancia rigurosamente impuesta entre ellos, hizo que los senti¬mientos de Alexandre alcanzaran nuevas cimas de anhelo.
Las más leves señales de la presencia de Henriette eran significativas: el modo en que sus pasos se tornaban más len¬tos cuando tenía que dejar a Alexandre, el fugaz destello que aparecía en sus ojos cuando por fin se permitía mirarlo. Era la idea perfecta del infierno tal como se lo imaginaba cualquier hombre joven.
Para gran sorpresa suya, Alexandre descubrió que era in¬capaz de desear a ninguna otra mujer. Reaccionó con autén¬tica indignación a la sugerencia de Nick de que él y Bernard visitaran algunos de los lugares que solía frecuentar antes.
-Los rumores de tus nuevas costumbres de practicante del celibato están llegando a oídos de Diron -le informó Nick tranquilamente-. Tanto él como todos los demás tienen muy claro que estás locamente enamorado de Henriette. –
Va siendo hora de que empieces a dar la impresión de que es¬tás perdiendo el interés por ella.
-¿Y por lo tanto quieres que me vaya con una cual¬quiera?
-Lo has hecho con anterioridad -señaló Nick.
-Sí, pero de eso ya hace mucho tiempo. ¡Al menos dos meses!
Nick rió y le sugirió que encontrara otra manera de apa¬rentar que se estaba hartando de perseguir a Henriette. Con gran pesar, Alexandre comenzó a espaciar sus visitas a la casa de los Clement, mientras que Henriette se esforzaba por aparentar indiferencia ante la nueva oleada de rumores de que no tardaría en anunciarse un compromiso.
__________________ no podía evitar sentir compasión por la pareja de enamorados, y así se lo dijo a Nick.
-Someterlos a semejantes pruebas sólo para preservar el orgullo de monsieur Clement me parece ridículo. Con¬vierte algo muy simple en algo extraordinariamente compli¬cado...
-Tampoco será malo para Alexandre desear algo que no puede tener de inmediato. -Nick sonrió y se inclinó ha¬cia ella para besarla. Sentada a su tocador, __________________ se recogía el pelo en una trenza antes de que fueran a acostarse-. Con las cosas realmente valiosas, siempre merece la pena esperar. Como me ocurrió a mí contigo, por ejemplo.
-Si no recuerdo mal, no tuviste que esperar mucho para tenerme.
-He pasado toda mi vida esperándote.
Conmovida, __________________ sonrió y frotó la mejilla contra su mano.
-Bien-auné -susurró-, tú siempre sabes encontrar las palabras justas. -Empezó a desabrocharse el vestido y señaló el guardarropa-. ¿Serías tan amable de traerme un ca¬misón?
-Luego -murmuró él al tiempo que le apartaba el ves¬tido de los hombros.
Uno de los bailes más concurridos de la temporada so¬cial se estaba celebrando en la plantación Leseur con moti¬vo del compromiso de una de las tres hijas de los Leseur con Paul Patrice, el último hijo que le quedaba por casar a un mé¬dico de Nueva Orleans que gozaba de una excelente posi¬ción económica. Normalmente el hijo de un médico no ha¬bría sido considerado como el partido más apropiado para la hija de un plantador, pero Paul era un joven muy apuesto que tenía unos modales exquisitos y el porte de un auténtico caballero. Sólo tres años mayor que Justin y Philippe, esta¬ba más que dispuesto a perder su soltería a cambio de entrar en una familia rica a través del matrimonio.
-¡Dieciocho años de libertad, y ahora Paul quiere po¬nerse los grilletes! -había comentado Justin amargamen¬te-. El año que viene, probablemente un bebé... Mon Dieu, ¿es que no ha pensado en lo que está haciendo?
-Félicie Leseur es lo mejor que puede llegar a ocurrirle en el mundo -replicó Philippe, con expresión un poco so¬ñadora-. El matrimonio no es un destino tan malo como tú pareces pensar, Justin.
Justin lo miró como si se hubiera vuelto loco. Luego su boca se frunció en una sonrisita despectiva.
-Supongo que no tardarás mucho en casarte.
-Eso espero. Confío en que seré capaz de encontrar a la chica adecuada.
-Ya sé qué clase de chica escogerás -apuntó Justin-. Sensata y amante de los libros. Hablaréis de arte y de músi¬ca, y de todas esas aburridas tragedias griegas.
Muy ofendido, Philippe cerró el libro de latín que tenía delante.
-Será delicada y hermosa-dijo con dignidad-, y nun¬ca hablará demasiado. Y tú te pondrás muy celoso.
Justin resopló.
-Me haré a la mar y tendré mi propio harén en Oriente. ¡Cincuenta mujeres!
-¿Cincuenta? -repitió entre risas __________________, que acaba¬ba de entrar en la habitación-. Eso te mantendrá muy ocu¬pado, Justin.
Él abandonó su actitud burlona y le dirigió una sonrisa angelical.
-Pero si encuentro a alguien como tú, petite maman, sólo tendré una.
Su descarado encanto hizo reír de nuevo a __________________, que se volvió, sonriente, hacia Philippe.
-Esta noche, peut-étre, verás a la joven con la que sue¬ñas. ¿Irás en el carruaje que llevará a Bernard y Alexandre? -No mencionó a Irénée, quien sufría un ataque de reuma y no asistiría al baile.
Philippe asintió.
-Sí. Padre dejó muy claro que tú y él iríais solos en el primer carruaje.
-¿Solos? -murmuró Justin con expresión pensativa-. ¿Por qué iba a querer padre estar solo contigo en el carruaje, cuando podría tenernos allí a Philippe y a mí? Bueno, supon¬go que siempre puede intentar...
-¡Justin! -estalló Philippe, mortificado por el atrevi¬miento de su hermano. Le arrojó un cojín a la cabeza y Justin lo esquivó con una protesta.
-Os veré en la plantación de los Leseur -dijo __________________ con una sonrisa, y volvió al vestíbulo, donde Noeline la aguardaba con su sombrero y sus guantes.
El hogar de los Leseur era grande y majestuoso, aunque de un diseño bastante simple. Junto a uno de sus lados cre¬cía un enorme roble cuya edad se estimaba al menos en tres siglos. Las paredes estaban cubiertas por rosas trepadoras. Los destellos de los intrincados prismas de las arañas de cristal danzaban hasta en los rincones más remotos. Los in-vitados llenaban las galerías exteriores, y los sirvientes iban y venían entre ellos llevando bandejas de plata cargadas de re¬frescos.
Cerca de allí estaba la gar(-onniére, una estructura inde¬pendiente que servía para alojar a los invitados del sexo mas¬culino o los solteros de la familia que necesitaban disfrutar de un poco de intimidad. Unos cuantos caballeros acompa¬ñados por sus ayudas de cámara llevaban desde primera ho¬ra de la tarde en la gar~onniére, bebiendo, fumando y comen¬tando los últimos acontecimientos que habían tenido lugar en la ciudad. Las señoras habían estado descansando dentro de la casa, y ahora iban llegando al salón de baile ataviadas con sus vestidos más elegantes. Una orquesta especial había sido traída de Nueva Orleans para que se encargara de pro¬porcionar la música, y las alegres notas de una orquesta lle¬naban el aire.
-__________________ -dijo Nick mientras la ayudaba a bajar del carruaje-, una pequeña advertencia.
-¿Sí? -repuso ella, mirándolo con una expresión de inocencia en los ojos muy, abiertos-. ¿De qué se trata, bien¬aimé ?
-No creas que no me he dado cuenta de que Alexandre ha intentado convencerte de que lo ayudaras a pasar unos cuantos minutos a solas con Henriette durante la fiesta. Pla¬neáis algo, ¿verdad?
Ella pareció sorprenderse. -No sé de qué estás hablando. Nick le dirigió una mirada de advertencia.
-Si consiguen fingir de una manera tan convincente que lo que sienten el uno por el otro no es más que indiferen¬cia, en cuestión de meses estarán casados. Pero si se los des cubre en una cita clandestina, no podré hacer nada para ayu¬darlos.
-No los sorprenderán juntos-le aseguró __________________. -Alex podría perder a Henriette por una tontería como ésa. Tú no entiendes hasta dónde llega el orgullo de Diron. -Te aseguro que lo entiendo perfectamente. -__________________ trató de irse, pero él la retuvo cogiéndola por la cintura, la miró a los ojos-. Nick -protestó-, ¡no he hecho nada! -Sigue así-le aconsejó él, y la dejó marchar. Durante las dos horas siguientes Nick no apartó la mira¬da de Alexandre N, __________________, pero ninguno de ellos dio un solo paso para dejar el salón de baile. Después de beber una o dos copas del magnífico vino que se les estaba sirviendo a todos los invitados, Nick empezó a relajarse. La cosecha procedía de los viñedos de los Leseur.
Nick felicitó a Leseur, tanto por el excelente vino como por el compromiso entre Félicie y Paul Patrice, y ambos es¬tuvieron conversando tranquilamente mientras otros invi¬tados se les unían.
A una cierta distancia, __________________ permanecía al lado de Ale¬xandre y observaba a su esposo llena de orgullo. Nick lleva-ba un austero traje en negro y blanco y una copa de vino entre sus largos dedos mientras conversaba con los hombres que lo rodeaban. Era elegante, viril, diabólicamente apues¬to... y suyo.
Alexandre siguió la dirección de su mirada. -Tener por hermano a Nick no es fácil -observó. __________________ lo miró con el ceño fruncido y pensó en todas las veces que había visto a Nick sacar de apuros a sus hermanos, haciendo cuanto podía para asegurar que tuvieran cuanto deseaban, asumiendo sus deudas v responsabilidades sin una palabra de reproche. Oírle decir aquello a Alex le pareció toda una muestra de ingratitud por su parte.
-Nick hace muchas cosas por ti, ¿no?
-Cierto, pero durante bastantes años Bernard y yo he¬mos tenido que tratar de mantenernos a su altura. Nick fija¬ba las pautas, y todo lo que él hacía era perfecto. Y entonces, de pronto, cayó en la más absoluta desgracia, lo que supuso un desastre para todos nosotros. El apellido Vallerand quedó manchado para siempre, y Bernard y yo padecimos las con¬secuencias, al igual que Nick.
-¿Y tú todavía le guardas rencor por ello?
-No, no. Puede que en un tiempo lo hiciera, pero ahora no. Sin embargo, Bernard... -Alexandre se interrumpió. -¿Qué ^, -lo animó a seguir __________________.
El sacudió la cabeza. -Nada, nada. -Dímelo, Alex, o no te ayudaré con Henriette. Él frunció el ceño.
-Sólo iba a decir que Bernard parece encontrar difícil perdonar del todo a Nick. Pero no hay que olvidar que Ber¬nard es el segundo hijo. Siempre ha sido comparado con Nick y nunca ha podido llegar a su altura.
-No creo que nadie pueda considerar que la culpa de eso la tiene Nick-dijo __________________ en un tono muy frío-. Nrai¬ment, Alex... tú y Bernard tenéis que dejar de utilizar corno excusa a Nick sólo porque os resulta muy cómodo hacerlo, Debéis asumir la responsabilidad por vuestras acciones. Nick ya tiene bastantes asuntos que atender.
-De acuerdo -reconoció Alex, alzando las manos co¬mo si intentara defenderse de ella-. No diré ni una palabra más. Pero ¿por qué, ma soeur, a ti te está permitido criticar a Nick, pero luego no permites que nadie más lo haga?
Ella sonrió.
-Porque soy su esposa.
Nick no supo en qué momento exacto desapareció _____________. Cuando reparó en su ausencia, se separó educadamen¬te del grupo y se encaminó hacia las galerías exteriores. No había ni rastro de ella.
-Maldita sea, __________________, ¿qué estás haciendo? -masculló en voz baja. Fue al jardín, sabiendo que si su esposa había or¬ganizado un encuentro entre Alexandre y Henriette, éste pro¬bablemente tendría lugar allí.
El jardín de los Leseur era grande e intrincado, repleto de árboles exóticos, flores y plantas llegadas de Europa y Orien¬te. Sus lagunas artificiales estaban llenas de peces y eran atravesadas por preciosos puentes. Un pavo real se apresuró a apartarse indignado del camino de Nick cuando éste pasó por debajo del arco cubierto de rosas que señalaba la entrada al sendero principal. A partir de allí el jardín fue volviéndose más oscuro y los fanales se hicieron cada vez menos frecuen¬tes, hasta que Nick llegó al corredor que formaban los tejos. Una fuente adornada por querubines y peces de los que ma¬naban chorros de agua ocupaba el centro del jardín, a partir del que se bifurcaban varios senderos.
Nick maldijo en voz baja. Había pocas probabilidades de que consiguiera dar con su esposa, o sus acompañantes. Su único recurso era regresar a la sala de estar y esperar.
De pronto oyó pasos sobre el sendero de grava. Buscan¬do refugio entre las sombras, contempló la figura que se apro¬ximaba.
Era Diron Clement. Evidentemente el anciano había re¬parado en la ausencia de su hija. Con rápidas y ruidosas zancadas, Diron pasó junto a Nick sin verlo. Nick torció el gesto al percatarse de la actitud beligerante de Diron. Si en¬contraba a Henriette con Alexandre, las consecuencias se¬rían terribles. El anciano fue hacia la izquierda, siguiendo un sendero que -si la memoria de Nick no lo engañaba- con¬ducía a una diminuta pagoda. Una sonrisa involuntaria acu¬dió a sus labios. Cuando era más joven, él mismo había uti¬lizado la pagoda. Todavía guardaba unos cuantos recuerdos muy agradables de aquel lugar. No, Alexandre no la habría escogido para que sirviese de escenario a su cita secreta. Era demasiado obvia.
Dejándose llevar por una súbita corazonada, Nick esco¬gió la dirección opuesta, un sendero que llevaba a un inver¬nadero lleno de árboles frutales exóticos. Pegado a las sombras, fue acercándose hasta que vio a __________________ de pie en la esquina del invernadero. Un búho ululó en la lejanía, y __________________ dio un bote al tiempo que miraba en todas direcciones.
Verla allí, después de que ella le hubiera prometido que no tomaría parte en ningún encuentro ilícito entre Alex y Henriette, lo hizo sonreír con melancolía. Tendría que en señalarle que no podía jugar con él de aquella manera y luego irse tan contenta sin temer ninguna represalia.
__________________ suspiró, deseando estar de vuelta en el salón de baile. Se preguntó si Nick todavía no se habría dado cuenta de que se había ausentado. El búho ululó de nuevo, y __________________ se sobresaltó.
De pronto un brazo muy robusto le rodeó la cintura des¬de atrás. Una gran mano le cubrió la boca en el mismo ins¬tante en que ella empezaba a chillar de miedo. __________________ se vio arrastrada hacia atrás hasta que topó con una superficie tan dura como una pared de ladrillos. Mientras tiraba frenéticamente de la mano que le tapaba la boca, ovó una voz familiar en su oreja.
-De haber sabido que querías dar una vuelta por los jar¬dines, querida, me habría ofrecido a acompañarte.
Llena de alivio, __________________ se apoyó en él y dejó escapar un jadeo cuando la mano se apartó de su boca.
-Nick... -Se volvió y le echó los brazos al cuello-. ¡Me has dado un buen susto! -Apoyó la frente en su pecho. -Ésa era mi intención.
__________________ torció el gesto al ver lo ominoso de su expresión. -¿Dónde están? -preguntó él.
Ella se mordió el labio inferior v volvió la mirada hacia el invernadero. La puerta se abrió, y Alexandre asomó la ca¬beza. Estaba despeinado, y sus labios se hallaban sospecho¬samente húmedos.
-¿__________________? Me pareció oír...-Se quedó helado cuando vio a Nick. Los tres guardaron silencio.
Nick fue el primero en hablar.
-Tienes un minuto para despedirte de Henriette, y con¬sidera que vuestra separación podría ser permanente. Alexandre desapareció en el interior del edificio. __________________ decidió explicarse lo más deprisa posible. Habló sin pararse a tomar aliento.
-Nick, ellos sólo querían estar juntos durante cinco mi¬nutos, y yo ya había prometido que los ayudaría, así que no podía echarme atrás, y si hubieras visto lo contentos que se pusieron los dos en cuanto traje aquí a Henriette, habrías en¬tendido por qué yo tenía que...
-Cuando lleguemos a casa, te pondré encima de mis ro¬dillas y me aseguraré de que tardes mucho tiempo en poder sentarte cómodamente.
__________________ palideció.
-Tú nunca harías algo semejante.
-Disfrutaré inmensamente con ello-le aseguró él. -Nick, hablémoslo con calma...-dijo ella, pero calló al darse cuenta de que Nick no estaba escuchándola, sino que mi¬raba a lo le) os, con expresión súbitamente alerta-. ¿ Qué ocu¬rre? -preguntó.
Nick la atrajo hacia sí y le cubrió la boca con la suya. __________________ se debatió, sorprendida, pero los brazos de él la apreta¬ban con demasiada fuerza, mientras la lengua penetraba pro fundamente por entre los labios de __________________. Una mano bajó hacia el trasero de ella, rodeando la suave carne y apretándo¬la contra su sexo hinchado. __________________ sintió que se le nublaba la vista, y toda su resistencia cesó. Tragó saliva y trató de pegar¬se todavía más a él. De pronto Nick levantó la cabeza, sin pres¬tar ninguna atención a la tímida protesta de __________________.
-Ah... buenas noches, monsieur Clement-dijo con voz pastosa.
__________________ volvió la cabeza y vio el ceñudo semblante de Di¬ron Clement a un metro de distancia de ella. Su mirada pene-trante pareció atravesarla.
-Me han dicho que mi hija Henriette estaba con vos, madame Vallerand -dijo el anciano-. ¿Dónde se encuen¬tra ahora?
__________________ se volvió hacia Nick y le dirigió una mirada de impotencia.
-Me parece que no podremos seros de ninguna ayuda, señor. -Nick rozó suavemente con el pulgar la espalda de __________________-. Vine aquí con mi esposa para compartir un mo¬mento de intimidad.
-Entonces, ¿no habéis visto a Henriette esta noche? Juro por mi honor que no la he visto.
__________________ cerró los ojos, esperando fervientemente que Alex y Henriette hubieran sido lo bastante sensatos para no salir del invernadero.
Los labios de Nick rozaron suavemente los suyos; se sen¬tó en la silla y se la sentó encima del regazo.
-Madame, ¿os importaría contarme qué ha ocurrido hoy? -__________________ se acurrucó contra su pecho.
-No esperaba que una pequeña visita al desván fuera a causar semejante conmoción. Además, tú ya me habías dicho que podía hacer lo que quisiera en esta casa.
-Por supuesto que puedes. -Justin estaba conmigo. -Sí, eso me han dicho.
-Lo único que hicimos fue abrir unas cuantas cajas y baúles.
La cálida mano de él se movió lánguidamente sobre la es¬palda de __________________ en un distraído vaivén.
-¿Encontraste lo que estabas buscando?
-No buscaba nada. Sólo miraba. Y Bernard se com¬portó de un modo muy raro, Nick. -Levantó la cabeza del hombro de él y lo miró seriamente-. Por el modo en que se comportó, cualquiera habría pensado que Corinne había sido su esposa. Estaba furioso.
-Comprendo. Bueno, a veces Bernard se toma las cosas demasiado a pecho.
-¡Fue algo más que eso!
-Permíteme que te explique algo sobre mi hermano, petite -dijo Nick con dulzura-. Tú siempre le has visto guar¬darse sus emociones para sí mismo. Pero de vez en cuando esas emociones salen a la superficie, y cuando eso ocurre van .acompañadas por una súbita explosión. Hoy Bernard tuvo uno de sus raros arranques de temperamento. Mañana vol¬verá a ser el Bernard callado y tristón al que estás acostum¬brada. C'est. Mi hermano siempre ha sido así.
-Pero cuando habló de Corinne...
-La muerte de Corinne, y las circunstancias que la ro¬dearon, nos afectó mucho a todos. Estoy seguro de que Ber¬nard también se ha preguntado qué le ocurrió a Corinne, y si él podría haber hecho algo para evitarlo. Tal vez sea ésa la razón por la que ahora se muestra tan deseoso de proteger sus _posesiones.
__________________ ponderó la explicación que acababa de darle Nick. Visto bajo esa luz, el episodio resultaba mucho más comprensible de lo que le había parecido aquella tarde. Pero había una pregunta que pugnaba por salir, y tenía que hacérsela, in¬cluso si con ello corría el riesgo de enfadarlo.
-Nick, ¿estás seguro de que Bernard no sentía por Co¬rinne algo más que un afecto fraternal? Cada vez que se menciona el nombre de Corinne, tu hermano reacciona de un _nodo que me parece bastante extraño. Esta tarde no ha sido .a primera vez que Bernard y yo hemos hablado acerca de Corinne. Después de mi visita a la casa del antiguo encarga-do (¿te acuerdas de ese día?), Bernard me dijo que no volvie-ra a indagar en el pasado, o éste regresaría para provocar mi ruina.
Nick guardó silencio, pero __________________ percibió que estaba tenso.
-¿Por qué no me hablaste de ello antes?
-No te conocía lo suficiente -respondió __________________-. –
Temía que te enfadaras si lo hacía. -Escrutó el rostro de Nick, intentando leerle los pensamientos-. No has respon¬dido a mi pregunta acerca de lo que tu hermano sentía por Corinne.
-Que yo sepa, Bernard sólo ha querido a una mujer en su vida. Se enamoró locamente de Ryla Curran, la hija de un americano que trajo a su familia a Nueva Orleans después de pasar muchos años recorriendo el río a bordo de una gabarra. El matrimonio estaba descartado, porque Ryla pertenecía a una familia protestante, pero terminaron teniendo una aven¬tura, y ella quedó embarazada. Ryla desapareció sin avisar a sus amistades o a su familia adónde iba. Bernard ha pasado años buscándola, pero nunca ha conseguido dar con ella. -¿Cuándo ocurrió todo eso?
-Al mismo tiempo que fue asesinada Corinne. No, entre Bernard y Corinne jamás llegó a haber nada. Él estaba loco por Ryla.Curran. Perderla lo afectó tan profundamente que no ha querido casarse con ninguna otra mujer.
-No lo sabía. -De pronto __________________ se encontró sintiendo pena por Bernard-. Bien-aimé -dijo en tono dubitativo, alzando la mano para acariciar la mejilla de Nick-, ¿estás muy enfadado por lo que he hecho esta tarde?
-En realidad, estaba esperando que lo hicieras.
-Vi el retrato de Corinne-dijo ella serenamente-. Era muy hermosa.
-Sí -admitió Nick, apartándole un mechón de la fren¬te-. Pero no tenía el cabello del color de una puesta de sol. -Su pulgar se deslizó sobre los labios de __________________-. Ni una boca que me apetecía besar cada vez que la veía. -Sus labios fueron hacia la oreja de __________________- . Y ciertamente no tenía una sonrisa que hiciera que mi corazón dejara de latir.
__________________ entornó los ojos y se acercó un poco más a su es¬poso. Cuando le pasó los brazos alrededor del cuello, su muñeca chocó con el respaldo de la silla. El inesperado do¬lor hizo que torciera el gesto.
Nick la miró fijamente.
-¿Qué pasa? ¿Te has hecho daño?
-Oh, no es nada,-respondió, gimiendo para sus adentros al comprender que la visión de su muñeca amoratada trae¬ría consigo más preguntas acerca de ese día, cuando ella esta¬ba dispuesta a olvidarse de todo el asunto.
Sin prestar atención a sus protestas, Nick apartó los brazos de __________________ de su cuello y la miró fijamente.
-Dime qué ocurre. -Sólo es un pequeño...
Nick tragó aire de golpe en cuanto vio su muñeca hin¬chada y descolorida. La negrura de las marcas de dedos re¬saltaba sobre la pálida piel. La expresión que apareció súbitamente en los ojos de Nick hizo que __________________ se pusiera muy nerviosa.
-¿Qué ha pasado?
-Sólo ha sido un pequeño accidente. Yo estaba bajando del desván (los escalones son tan estrechos, y no hay baran¬dilla) y perdí el equilibrio. Justin fue lo bastante rápido para agarrarme por la muñeca y subirme hacia la abertura. Den¬tro de uno o dos días mi muñeca estará perfectamente... -¿Esto ocurrió antes o después de que apareciese Ber-nard?
-Ejem... justo entonces. Bernard gritó y me sobresaltó, v entonces fue cuando me caí.
__________________ no le dijo lo lento que se había mostrado su hermano a la hora de ofrecer ayuda. Su percepción de las cosas podía haber estado un poco alterada, Bernard probablemente se encontrara demasiado aturdido para moverse con rapidez. Algunas personas, como Justin, sabían reaccionar con presteza ante esa clase de situaciones, mientras que otras ~e quedaban paralizadas.
-¿Por qué no me lo mencionó Bernard? --No lo sé.
Nick la levantó de su regazo y le puso los pies en el suelo. -Voy a pedirle una explicación.
-No es necesario. -__________________ trató en vano de calmarlo, no queriendo causar más problemas entre los hermanos-. Ahora ya se ha terminado, y….
-Calla. -Nick le cogió el brazo y lo levantó con mu¬cho cuidado para inspeccionarle la muñeca. Luego masculló una maldición que hizo ruborizarse a __________________-. Quiero que vayas a ver a Noeline. Ella tiene un ungüento ideal para los golpes.
-Pero ese ungüento es asqueroso-protestó __________________-. Estuve presente en una ocasión en que se lo estaba poniendo a Justin. Olía de una manera que me revolvió el estómago.
-Ve a verla ahora mismo -insistió Nick-. O me ase¬guraré de que lo hagas después. -Hizo una pausa significa¬tiva-. Y te aseguro que si he de intervenir, preferirás haberlo hecho ahora.
Unos minutos después __________________ estaba sentada con ex¬presión abatida en la cocina junto a Noeline, centrando la atención en los recipientes cuyo contenido burbujeaba alegremente en los fogones mientras el ama de llaves se ocupaba de su muñeca. Una doncella estaba de pie junto a la gran me¬sa de madera, limpiando la lámpara de hierro que colgaba del techo. Noeline esparció diestramente la pasta de color verde mostaza sobre el brazo de __________________. Su repugnante olor hizo que __________________ se apresurara a echar la cabeza hacia atrás.
-¿Cuánto tiempo tendré que ir untada con esto? -pre¬guntó con disgusto.
-Hasta mañana. -Noeline esbozó una sonrisa-. Me parece que esta noche no vas a hacer bebés con monsieur. __________________ puso los ojos en blanco.
-¡Bon Dieu, tendré suerte si Nick vuelve a acercárseme alguna vez!
Justin apareció en la puerta de la cocina y fue hacia ellas con las manos en los bolsillos.
-¿Qué es ese olor? -preguntó, y luego se llevó las ma¬nos a la garganta, fingiendo que le había dado un súbito ac¬ceso de náuseas.
__________________ decidió que se lavaría la muñeca tan pronto como hubiera conseguido escapar de Noeline.
Justin le dirigió una sonrisa consoladora.
-Huele fatal, sans doute, pero da resultado, belle-mére. -Él ha tenido ocasión de saberlo-dijo Noeline, mien¬tras le envolvía el brazo a __________________ con un paño.
-Sé lo que echas en tu ungüento, Noeline-dijo Justin. –
Se puso en cuclillas junto a __________________ y le murmuró confiden¬cialmente-: Lenguas de serpiente, sangre de murciélago, pelos de sapo...
__________________ frunció el ceño ante la tomadura de pelo. -¿Por qué no vas a buscar a Philippe? Puede echarte una mano con algunas de esas clases de latín que te has per¬dido.
Justin sonrió.
-No es necesario que recurras al latín. Me iré. Pero... Miró el vendaje de __________________ y guardó silencio, como si quisiera decir algo pero no encontrase las palabras apropia¬das. Se pasó la mano por el cabello hasta que se lo hubo de¬jado de punta, miró el suelo, luego el techo, y finalmente sus ojos se encontraron con los de __________________.
-¿Qué pasa? -murmuró ella, sorprendida por su re¬pentina timidez.
Noeline fue a comprobar uno de los recipientes que te¬nía al fuego.
-No pretendía lastimarte, belle-mére -susurró Justin, señalándole la muñeca-. Lo lamento.
-Me ayudaste, Justin -dijo __________________ suavemente-. Te estoy muy agradecida por lo que hiciste. De otro modo me habría hecho mucho daño.
Con expresión de alivio, Justin se levantó y se sacudió el polvo de los pantalones aunque no había ninguna necesidad de hacerlo.
-¿Le has contado a mi padre lo que ocurrió? -¿Que me salvaste de caer? Sí, le...
-No, me refiero al tío Bernard, y lo raro que estuvo esta tarde.
-Sí. -__________________ sonrió burlonamente---. Tu padre no pa-reció encontrarlo tan raro. Dijo que tu tío siempre ha sido un poco peculiar.
-Bien súr, eso es bastante cierto. Justin se encogió de hombros-. Bueno, me voy.
__________________ lo siguió con la mirada mientras se iba, pensan¬do que el muchacho había cambiado desde el duelo y aque¬lla conversación con Nick. Ahora se mostraba más afable y menos hosco que antes, como si su oscura naturaleza se hu¬biera visto atemperada por una nueva comprensión. Noeli¬ne volvió a tomar asiento junto a ella y sacudió la cabeza con una sonrisa en los labios.
-Ese chico ha nacido para meterse en líos.
-¿Y en qué consiste exactamente su queja? -preguntó Bernard, que parecía sentirse muy herido-. ¿No me moví lo bastante deprisa, quizá? Me llevé un buen susto, Nick. Para cuando pude volver a moverme, Justin ya la había pues¬to a salvo.
-Parece ser que te comportaste de una manera bastante beligerante-dijo Nick, ceñudo-. ¿A qué se debió? Bernard agachó la cabeza avergonzado.
-No tenía intención de perder los estribos, pero sólo podía pensar en lo mucho que te afectaría saber que ellos ha¬bían estado hurgando entre las reliquias del pasado. Eres mi hermano, Nick. No quiero que nada vuelva a traerte a la me¬moria aquella época terrible. Intenté explicarles que era mejor olvidar el pasado, y supongo que me expresé con excesiva ve¬hemencia.
-Corinne era la madre de Justin-dijo Nick-. Tiene de¬recho a mirar sus pertenencias siempre que quiera.
-Sí, por supuesto -reconoció Bernard, contrito-. Pero __________________...
-__________________ es cosa mía. La próxima vez que no estés de acuerdo con algo que ella haya hecho, ven a hablar conmigo. No olvides que __________________ es la señora de esta casa, y que para mí es mucho más una esposa de lo que nunca lo fue Corin¬ne. Y... -Nick hizo una pausa para dar más énfasis a lo que se disponía a decir, al tiempo que miraba fijamente a su her¬mano-. Si vuelves a levantarle la voz, tendrás que buscarte otro sitio donde vivir.
Bernard enrojeció a causa del esfuerzo que tuvo que ha¬cer para reprimir sus emociones, pero consiguió asentir.
Temprano por la mañana, Nick bajó por la larga curva de la escalera, tras haber sido expulsado del dormitorio por la categórica negativa de __________________ a ir a dar un paseo a caballo con él. La noche anterior habían hecho apasionadamente el amor, y __________________ decidió que dominar al brioso corcel árabe que Nick le había comprado recientemente supondría un esfuerzo ex¬cesivo para ella.
Mientras se dirigía a la puerta principal, Nick oyó un ge¬mido procedente de uno de los salones. Fue a investigar y encontró a Alexandre tendido en él, con un pie, todavía calzado con la bota, apoyado en el dorado brazo de estilo roco¬có y el otro reposando en el suelo. Estaba despeinado y sin afeitar, y sus ropas se hallaban en el más absoluto desorden. Un intenso olor a alcohol flotaba en el aire.
-Esto sí que es algo digno de verse -observó Nick en tono sardónico-. Un Vallerand después de una noche de desenfreno. -Apartó los cortinajes de las ventanas, dejan¬do entrar la luz del sol.
Alex gimió como si acabaran de apuñalarlo. -Oh, eres un bastardo.
-¿La cuarta noche en lo que llevamos de semana? -pre¬guntó Nick como si tal cosa-. Incluso para ti, eso es un ex¬ceso.
Alex buscó refugio en el sofá, como haría un animal he¬rido.
-Vete al infierno.
-No hasta que haya averiguado qué te preocupa. Por¬que con el ritmo que llevas ahora, a finales de semana va ha¬brás conseguido matarte.
Alex chasqueó los labios y percibió el olor de su propio aliento. Una mueca de disgusto ensombreció su rostro. En¬tornó los ojos, alzó la mirada hacia Nick y levantó un dedo Vacilante para señalarlo.
-Tú... -dijo-. Esta mañana has hecho el amor con tu mujer, ¿verdad?
Nick sonrió.-Siempre te lo noto por esa sonrisilla tan desagradable que aparece en tus labios -añadió Alex-. Dime... ¿la vida de casado te sienta bien? Pues me alegro. Lástima que al ca¬sarte nos hayas echado a perder la vida a los demás.
-¿De qué hablas?
-No me mires así. ¿Nunca se te ha ocurrido pensar que quizá me gustaría tener una esposa, una mujer a la que po¬seer siempre que me apeteciese hacerlo... y con la que algún día tal vez incluso tener hijos?
-¿Por qué no lo haces?
-¿Por qué? -Tras erguirse penosamente hasta quedar sentado en el sofá, Alex se sostuvo la cabeza como si temiese que fuera a desprendérsele de los hombros-. Después de que arruinaras la reputación de los Vallerand, ¿piensas que alguna familia decente le daría su hija en matrimonio a un hermano tuvo? Oh, sí, ahora a ti todo te va de maravilla, tienes a __________________, pero vo...
-Alex, tais-toi -dijo Nick, mientras la compasión remplazaba a la diversión. Tomó asiento en una silla cercana-. Calla. -Nunca había visto tan abatido a su hermano pequeño-. Debería esperar a que estuvieses sobrio antes de intentarlo, pero aun así vamos a hablar de ello.
-De acuerdo-dijo Alexandre mansamente. -Bueno, supongo que todo esto será por Henriette Cle¬ment, ¿verdad?
-Sí.
-¿Estás enamorado de ella? ¿Quieres que te den permi¬so para hacerle la corte?
-Sí.
-Pero no crees que el padre de ella vaya a otorgarte su consentimiento.
-Sé que no lo hará. Ya lo he intentado. Nick frunció el ceño.
-¿Le has pedido permiso a Clement para hacerle la cor¬te a Henriette, y él te lo ha denegado?
-¡Sí! -Alexandre asintió con una mueca-. Y ella me ama, o eso creo.
-Yo me ocuparé de ello -dijo Nick, inclinándose ha¬cia delante-. Por tu parte, quiero que... ¿me estás escuchan¬do, Alexandre? Quiero que permanezcas en casa durante lo que queda del día y que descanses. Y se acabó la bebida, ¿De acuerdo?
-Se acabó la bebida -repitió Alex, obediente.
-Iré a decirle a Noeline que te traiga su remedio especial.
-Bon Dieu, no.
-Te lo tomarás -dijo Nick sin perder la calma-, si quieres que Henriette sea tuya algún día. Quiero que maña¬na por la mañana parezcas un jovencito que acaba de levan¬tarse de la cama.
-Puedo hacerlo-dijo Alex tras reflexionar por un ins¬tante.
-Estupendo. -Nick sonrió y se puso en pie-. Deberías haber hablado conmigo de esto antes, en lugar de ir a beber por ahí hasta perder el sentido.
-No creía que tú pudieras hacer nada al respecto. -Alex hizo una pausa-. Sigo sin creerlo, realmente.
-Siempre hay formas de convencer a la gente -le aseguró Nick.
-¿Lo amenazarás con retarlo a duelo?-preguntó Alex. -No -respondió Nick con una carcajada-. Me parece que los Vallerand ya han tenido suficientes duelos. -Nick... si convences a Clement de que acceda, yo... te besaré los pies.
-No será necesario-dijo Nick en un tono bastante seco. Jacques Clement dio la bienvenida a Nick en el vestíbu¬lo y lo miró sin tratar de ocultar su diversión.
-Ya me imaginaba que hoy te pasarías por aquí, Valle¬rand. Vienes en nombre de tu hermano, ¿no? Padre está to¬mando café en la sala de los desayunos.
Nick se apoyó en una de las columnas elaboradamente talladas que delimitaban el vestíbulo. No tenía ninguna pri¬sa por enfrentarse al padre de Jacques, Diron Clement, un venerable león de hombre que siempre estaba de muy mal humor. Descendiente de los primeros colonizadores france¬ses que se establecieron en el territorio de Luisiana, y criollo hasta la última gota de su sangre, Diron detestaba a quie¬nes deseaban que Luisiana se incorporase a Estados Unidos. Y a quienes mantenían buenas relaciones con el gobernador americano.
Inteligente y lleno de experiencia, el anciano había de¬mostrado ser un superviviente nato. Junto con Victor Valle¬rand, Diron había sido generosamente recompensado por los españoles por haber utilizado su influencia para calmar el descontento en la ciudad cuando éstos tomaron posesión de ella arrebatándosela a los franceses hacía cuarenta años. Aho¬ra Diron era rico y lo suficientemente influyente para hacer lo que se le antojara.
Victor y Diron habían sido buenos amigos. Desgracia¬damente, Nick nunca había llegado a ser partícipe del afecto que Diron sentía por su padre. Para empezar, las convicciones políticas de Diron estaban demasiado alejadas de las su¬yas. Además, la muerte de Corinne había servido para que el abismo que los separaba se hiciera todavía más profundo, ya que Diron no soportaba los escándalos.
Nick miró arriba.
-Jacques -dijo especulativamente-, ¿tu hermana ha indicado que sienta alguna clase de afecto por Alexandre? -Henriette es un poco simple -dijo Jacques-. Siem¬pre lo ha sido. Dile a tu hermano que no le costaría nada en¬contrar a otra chica igual de apetecible.
-¿Significa eso que Henriette no vería con buenos ojos que él la cortejase?
-Henriette se imagina que está locamente enamorada de Alexandre. Y esta comedia de amor imposible...
-Hace que se sienta todavía más desgraciada -le dijo Nick-. ¿Y tu padre? ¿Qué opina del asunto?
-Lo desaprueba, naturalmente.
-A decir verdad, mi hermano no sería un mal partido para ella.
Jacques se encogió de hombros.
-Amigo mío, yo ya sé cómo es Alexandre. Nunca con¬seguirás hacerme creer que sería capaz de mantenerse fiel a Henriette. Ese supuesto amor durará un año como mucho, y entonces él se buscará una amante, y Henriette quedará destrozada. Es mejor para ella que se case sin la ilusión del amor. Con un compromiso concertado como es debido, Hen¬riette sabrá exactamente qué es lo que debe esperar.
-Por otra parte, un año de ilusión tal vez sea mejor que Ningún amor entre ellos.
Jacques rió.
---Ésa es una idea muy americana. El amor antes del ma¬trimonio es uno de esos conceptos suyos que los criollos nunc¬a aceptaremos. Y te lo advierto, Vallerand: no intentes con¬vencer a ese viejo obstinado del piso de arriba, o te arrancará a piel a tiras.
-Gracias por la advertencia. Bueno, iré a ver a tu padre. -¿Prefieres que te acompañe?
Nick sacudió la cabeza. -Conozco el camino.
La mansión de los Clement era sencilla pero muy elegante. Los suelos de pino rojo relucían como rubíes, y las habitaciones estaban repletas de muebles de roble y magníficas alfombras hechas a mano. Mientras subía la escalera, Nick pasó os dedos por la balaustrada, recordando cómo se había deslizado por ella cuando él y Jacques eran unos niños.
Llegó al descansillo y se detuvo al sentir la mirada de alguien posada en él. Por encima del hombro, vio que una de las puertas se hallaba entornada. Henriette le dirigió una mirada de súplica a través de la rendija. Nick supuso que algu¬na tía rica andaría cerca, y que Henriette no se atrevía a abrir a boca por miedo a que la oyeran. Nick le hizo un gesto tran¬quilizador con la cabeza. Prescindiendo de toda cautela, Henriette abrió la puerta un poco más, y de pronto una voz femenina la riñó desde el interior de la habitación. La puer¬ta se cerró de inmediato.
Nick sonrió y sacudió la cabeza con expresión de abati¬miento. No soportaba sentir que él era la última esperanza de aquellos pobres enamorados. Fue a la sala donde se desayunaba, aferrándose a la esperanza de que sabría qué decirle a Clement.
Diron Clement lo recibió con una mirada bastante hos¬ca. Un halo de cabellos blancos enmarcaba su cabeza. Cuan¬do habló, el borde de una afilada mandíbula se hizo visible a través de sus carrillos aflojados por la edad. Ojos de un gris acero taladraron a Nick mientras le señalaba una silla. -Siéntate, muchacho. Hace mucho que no hablamos. -La boda, señor --le recordó Nick.
-No. Cruzamos cuatro palabras, quizá. Estabas dema¬siado ocupado contemplando a esa prometida tuya cuyos ca¬bellos parecen arder para dedicarme ninguna atención.
Nick reprimió una sonrisa al tiempo que se acordaba de aquella velada, que no había podido ser más frustrante. No había sido capaz de apartar la mirada de __________________, muriéndose de ganas de poseerla pero sabiendo que era demasiado pron¬to para que pudiera ser suya.
-Lo lamento, señor.
-¿De veras? -carraspeó Diron-. Sí, supongo que lo lamentas, ahora que deseas garlarte mi favor. ¿Qué tal va tu matrimonio? ¿También lamentas haberte casado?
-En lo más mínimo-replicó Nick sin titubear-. Mi es¬posa sabe hacerme muy feliz.
-Y ahora has venido a abogar por la causa de tu herma¬no, ¿Eh?
-Venia a abogar por la mía, de hecho -repuso Nick-. Dado que ésa parece ser su principal objeción a la petición de Alexandre.
-Falso. ¿Eso te dijo?
-Tiene la impresión, señor, de que si no fuera por el daño que yo le he causado al buen nombre de los Vallerand en el pasado, sus intenciones para con su hija serían bien aco¬gidas.
-Ah. Te refieres a ese asunto de tu primera esposa. Nick sostuvo la mirada penetrante del anciano y asintió brevemente.
-Fue algo terrible-dijo Diron enfáticamente-. Pero mi objeción al compromiso tiene que ver con el carácter de tu hermano, no con el tuyo. Voluble, perezoso, falto de voluntad... Alexandre es insatisfactorio en todos los aspectos. -Alexandre es como todos los otros jóvenes de su edad, ni mejor ni peor. Y podrá dar a Henriette una vida como es debido.
-¿Cómo es eso? Apuesto a que a estas alturas ya se ha gastado la mayor parte de su herencia.
-Mi padre me encomendó la responsabilidad de super¬visar las finanzas de la familia. Le aseguro que Alexandre dis¬pone de los medios económicos necesarios para mantener como es debido a una familia.
Diron guardó silencio y siguió mirando fijamente a Nick desde debajo de sus enormes cejas grises.
-Monsieur Clement -dijo Nick-, usted sabe que los Vallerand son una familia de la mejor estirpe. Creo que su hija sería feliz siendo la esposa de Alexandre. Aspectos sentimen¬tales aparte, ella y Alexandre harían una buena pareja.
-Pero no podemos prescindir de esos aspectos senti¬mentales, ¿verdad? -replicó el anciano-. Toda esta situación apesta a sentimentalismo barato. ¿Es ésa la base para un Buen matrimonio? ¡No! Todas esas proposiciones impetuo¬sas, todos esos histrionismos y salidas de tono, todo ese re¬chinar de dientes y darse puñetazos en el pecho... eso no es amor. Desconfío de todo eso.
Nick enseguida comprendió cuál era la verdadera objeción del anciano. Permitir que su hija se casara por amor sig¬nificaría un duro golpe para el orgullo de Diron. No era así como se hacían las cosas en el continente. La gente se mofaría de la decisión del anciano, y, dirían que su voluntad de cierro había empezado a flaquear. Quizás incluso se atre¬vieran a decir que había obrado influenciado por los nuevos valores americanos que empezaban a infiltrarse en el terri¬torio. En suma, un matrimonio por amor pondría a Diron n una situación bastante embarazosa.
-Estoy de acuerdo -dijo Nick, pensando rápidamen¬te-. Supongo que es usted consciente de que si los mante¬nemos separados, toda esta emoción desaforada continuará. Por eso estoy a favor de la idea de un largo noviazgo; con la más estricta supervisión, naturellement. Así les daremos el tiempo suficiente para que se desenamoren.
-¿Eh? ¿Que?
-Sólo hará falta un poco de tiempo, ni siquiera un año. Usted ya sabe lo inconstantes que son los jóvenes.
Diron frunció el ceño. -Sí, ciertamente.
-Y entonces, cuando todo este ardiente amor de ahora se haya desvanecido para perderse en la indiferencia, los casare¬mos. Para entonces, Henriette probablemente ya no acceda al compromiso. Constituirá una lección para ambos. Después, con el curso de los años, Alexandre y Henriette desarrollarán poco apoco la clase de afecto mutuo sensato y prudente que te¬nían mis padres... el mismo que disfrutaban usted y su esposa.
-Hummm. -Diron se acarició la barbilla. Nick casi con¬tuvo la respiración mientras aguardaba la respuesta-. Sí, la idea encierra un cierto atractivo.
--Yo le veo mucho sentido -dijo Nick, dándose cuenta de que el anciano se sentía secretamente aliviado de que se le hubiera ofrecido una solución al dilema. De esa manera Henriette tendría al esposo que deseaba, y el orgullo de Diron quedaría a salvo.
-Hummm. Sí, eso es lo que haremos.
-Bien. -Nick adoptó una expresión lo más prosaica po¬sible-. Ahora, acerca de la dote...
-Hablaremos de eso en un momento más apropiado -lo interrumpió Diron hoscamente-. Ya estás pensando en la dote... muy propio de un Vallerand.
-¿Fingir que no la amo? -exclamó Alexandre-. No lo entiendo.
-Confía en mí-dijo Nick, cogiendo de la cintura a __________________ cuando pasó por su lado y sentándosela en el regazo-. Cuanto más pronto Henriette y tú convenzáis a todo el mundo de que no sentís nada el uno por el otro, más pronto podréis casaros.
-Sólo a ti se te podía llegar a ocurrir un plan tan retor¬cido -dijo Alex con amargura.
-Tú quieres que Henriette sea tuya -replicó Nick-. Bueno, pues así es como podrás llegar a tenerla.
__________________ se apoyó en el pecho de su esposo y le acarició el pelo.
-Muy inteligente por tu parte, Nick.
-En absoluto-dijo él modestamente, sintiéndose muy complacido por el elogio.
-Será un final feliz, y todo gracias a tu naturaleza ro¬mántica -dijo __________________ bajando la voz v provocando una sonrisa en Nick.
Alexandre se levantó para irse.
-¿Quién iba a imaginarse que Nick era un romántico? -masculló, evidentemente disgustado-. Debo de estar te¬niendo una pesadilla.
Durante las semanas siguientes, el romance de Alexan¬dre con Henriette Clement siguió su precario curso. Fueron incontables las veladas que pasaron juntos en la sala de estar, rodeados por la totalidad de la familia Clement. Cuando él la llevaba a dar un paseo en carruaje, la madre y la tía de ella los acompañaban. Alexandre nunca se atrevía a permitir que su mirada se encontrase con la de Henriette en la iglesia o en los bailes a los que asistían. La proximidad de Henriette, y la dis-tancia rigurosamente impuesta entre ellos, hizo que los senti¬mientos de Alexandre alcanzaran nuevas cimas de anhelo.
Las más leves señales de la presencia de Henriette eran significativas: el modo en que sus pasos se tornaban más len¬tos cuando tenía que dejar a Alexandre, el fugaz destello que aparecía en sus ojos cuando por fin se permitía mirarlo. Era la idea perfecta del infierno tal como se lo imaginaba cualquier hombre joven.
Para gran sorpresa suya, Alexandre descubrió que era in¬capaz de desear a ninguna otra mujer. Reaccionó con autén¬tica indignación a la sugerencia de Nick de que él y Bernard visitaran algunos de los lugares que solía frecuentar antes.
-Los rumores de tus nuevas costumbres de practicante del celibato están llegando a oídos de Diron -le informó Nick tranquilamente-. Tanto él como todos los demás tienen muy claro que estás locamente enamorado de Henriette. –
Va siendo hora de que empieces a dar la impresión de que es¬tás perdiendo el interés por ella.
-¿Y por lo tanto quieres que me vaya con una cual¬quiera?
-Lo has hecho con anterioridad -señaló Nick.
-Sí, pero de eso ya hace mucho tiempo. ¡Al menos dos meses!
Nick rió y le sugirió que encontrara otra manera de apa¬rentar que se estaba hartando de perseguir a Henriette. Con gran pesar, Alexandre comenzó a espaciar sus visitas a la casa de los Clement, mientras que Henriette se esforzaba por aparentar indiferencia ante la nueva oleada de rumores de que no tardaría en anunciarse un compromiso.
__________________ no podía evitar sentir compasión por la pareja de enamorados, y así se lo dijo a Nick.
-Someterlos a semejantes pruebas sólo para preservar el orgullo de monsieur Clement me parece ridículo. Con¬vierte algo muy simple en algo extraordinariamente compli¬cado...
-Tampoco será malo para Alexandre desear algo que no puede tener de inmediato. -Nick sonrió y se inclinó ha¬cia ella para besarla. Sentada a su tocador, __________________ se recogía el pelo en una trenza antes de que fueran a acostarse-. Con las cosas realmente valiosas, siempre merece la pena esperar. Como me ocurrió a mí contigo, por ejemplo.
-Si no recuerdo mal, no tuviste que esperar mucho para tenerme.
-He pasado toda mi vida esperándote.
Conmovida, __________________ sonrió y frotó la mejilla contra su mano.
-Bien-auné -susurró-, tú siempre sabes encontrar las palabras justas. -Empezó a desabrocharse el vestido y señaló el guardarropa-. ¿Serías tan amable de traerme un ca¬misón?
-Luego -murmuró él al tiempo que le apartaba el ves¬tido de los hombros.
Uno de los bailes más concurridos de la temporada so¬cial se estaba celebrando en la plantación Leseur con moti¬vo del compromiso de una de las tres hijas de los Leseur con Paul Patrice, el último hijo que le quedaba por casar a un mé¬dico de Nueva Orleans que gozaba de una excelente posi¬ción económica. Normalmente el hijo de un médico no ha¬bría sido considerado como el partido más apropiado para la hija de un plantador, pero Paul era un joven muy apuesto que tenía unos modales exquisitos y el porte de un auténtico caballero. Sólo tres años mayor que Justin y Philippe, esta¬ba más que dispuesto a perder su soltería a cambio de entrar en una familia rica a través del matrimonio.
-¡Dieciocho años de libertad, y ahora Paul quiere po¬nerse los grilletes! -había comentado Justin amargamen¬te-. El año que viene, probablemente un bebé... Mon Dieu, ¿es que no ha pensado en lo que está haciendo?
-Félicie Leseur es lo mejor que puede llegar a ocurrirle en el mundo -replicó Philippe, con expresión un poco so¬ñadora-. El matrimonio no es un destino tan malo como tú pareces pensar, Justin.
Justin lo miró como si se hubiera vuelto loco. Luego su boca se frunció en una sonrisita despectiva.
-Supongo que no tardarás mucho en casarte.
-Eso espero. Confío en que seré capaz de encontrar a la chica adecuada.
-Ya sé qué clase de chica escogerás -apuntó Justin-. Sensata y amante de los libros. Hablaréis de arte y de músi¬ca, y de todas esas aburridas tragedias griegas.
Muy ofendido, Philippe cerró el libro de latín que tenía delante.
-Será delicada y hermosa-dijo con dignidad-, y nun¬ca hablará demasiado. Y tú te pondrás muy celoso.
Justin resopló.
-Me haré a la mar y tendré mi propio harén en Oriente. ¡Cincuenta mujeres!
-¿Cincuenta? -repitió entre risas __________________, que acaba¬ba de entrar en la habitación-. Eso te mantendrá muy ocu¬pado, Justin.
Él abandonó su actitud burlona y le dirigió una sonrisa angelical.
-Pero si encuentro a alguien como tú, petite maman, sólo tendré una.
Su descarado encanto hizo reír de nuevo a __________________, que se volvió, sonriente, hacia Philippe.
-Esta noche, peut-étre, verás a la joven con la que sue¬ñas. ¿Irás en el carruaje que llevará a Bernard y Alexandre? -No mencionó a Irénée, quien sufría un ataque de reuma y no asistiría al baile.
Philippe asintió.
-Sí. Padre dejó muy claro que tú y él iríais solos en el primer carruaje.
-¿Solos? -murmuró Justin con expresión pensativa-. ¿Por qué iba a querer padre estar solo contigo en el carruaje, cuando podría tenernos allí a Philippe y a mí? Bueno, supon¬go que siempre puede intentar...
-¡Justin! -estalló Philippe, mortificado por el atrevi¬miento de su hermano. Le arrojó un cojín a la cabeza y Justin lo esquivó con una protesta.
-Os veré en la plantación de los Leseur -dijo __________________ con una sonrisa, y volvió al vestíbulo, donde Noeline la aguardaba con su sombrero y sus guantes.
El hogar de los Leseur era grande y majestuoso, aunque de un diseño bastante simple. Junto a uno de sus lados cre¬cía un enorme roble cuya edad se estimaba al menos en tres siglos. Las paredes estaban cubiertas por rosas trepadoras. Los destellos de los intrincados prismas de las arañas de cristal danzaban hasta en los rincones más remotos. Los in-vitados llenaban las galerías exteriores, y los sirvientes iban y venían entre ellos llevando bandejas de plata cargadas de re¬frescos.
Cerca de allí estaba la gar(-onniére, una estructura inde¬pendiente que servía para alojar a los invitados del sexo mas¬culino o los solteros de la familia que necesitaban disfrutar de un poco de intimidad. Unos cuantos caballeros acompa¬ñados por sus ayudas de cámara llevaban desde primera ho¬ra de la tarde en la gar~onniére, bebiendo, fumando y comen¬tando los últimos acontecimientos que habían tenido lugar en la ciudad. Las señoras habían estado descansando dentro de la casa, y ahora iban llegando al salón de baile ataviadas con sus vestidos más elegantes. Una orquesta especial había sido traída de Nueva Orleans para que se encargara de pro¬porcionar la música, y las alegres notas de una orquesta lle¬naban el aire.
-__________________ -dijo Nick mientras la ayudaba a bajar del carruaje-, una pequeña advertencia.
-¿Sí? -repuso ella, mirándolo con una expresión de inocencia en los ojos muy, abiertos-. ¿De qué se trata, bien¬aimé ?
-No creas que no me he dado cuenta de que Alexandre ha intentado convencerte de que lo ayudaras a pasar unos cuantos minutos a solas con Henriette durante la fiesta. Pla¬neáis algo, ¿verdad?
Ella pareció sorprenderse. -No sé de qué estás hablando. Nick le dirigió una mirada de advertencia.
-Si consiguen fingir de una manera tan convincente que lo que sienten el uno por el otro no es más que indiferen¬cia, en cuestión de meses estarán casados. Pero si se los des cubre en una cita clandestina, no podré hacer nada para ayu¬darlos.
-No los sorprenderán juntos-le aseguró __________________. -Alex podría perder a Henriette por una tontería como ésa. Tú no entiendes hasta dónde llega el orgullo de Diron. -Te aseguro que lo entiendo perfectamente. -__________________ trató de irse, pero él la retuvo cogiéndola por la cintura, la miró a los ojos-. Nick -protestó-, ¡no he hecho nada! -Sigue así-le aconsejó él, y la dejó marchar. Durante las dos horas siguientes Nick no apartó la mira¬da de Alexandre N, __________________, pero ninguno de ellos dio un solo paso para dejar el salón de baile. Después de beber una o dos copas del magnífico vino que se les estaba sirviendo a todos los invitados, Nick empezó a relajarse. La cosecha procedía de los viñedos de los Leseur.
Nick felicitó a Leseur, tanto por el excelente vino como por el compromiso entre Félicie y Paul Patrice, y ambos es¬tuvieron conversando tranquilamente mientras otros invi¬tados se les unían.
A una cierta distancia, __________________ permanecía al lado de Ale¬xandre y observaba a su esposo llena de orgullo. Nick lleva-ba un austero traje en negro y blanco y una copa de vino entre sus largos dedos mientras conversaba con los hombres que lo rodeaban. Era elegante, viril, diabólicamente apues¬to... y suyo.
Alexandre siguió la dirección de su mirada. -Tener por hermano a Nick no es fácil -observó. __________________ lo miró con el ceño fruncido y pensó en todas las veces que había visto a Nick sacar de apuros a sus hermanos, haciendo cuanto podía para asegurar que tuvieran cuanto deseaban, asumiendo sus deudas v responsabilidades sin una palabra de reproche. Oírle decir aquello a Alex le pareció toda una muestra de ingratitud por su parte.
-Nick hace muchas cosas por ti, ¿no?
-Cierto, pero durante bastantes años Bernard y yo he¬mos tenido que tratar de mantenernos a su altura. Nick fija¬ba las pautas, y todo lo que él hacía era perfecto. Y entonces, de pronto, cayó en la más absoluta desgracia, lo que supuso un desastre para todos nosotros. El apellido Vallerand quedó manchado para siempre, y Bernard y yo padecimos las con¬secuencias, al igual que Nick.
-¿Y tú todavía le guardas rencor por ello?
-No, no. Puede que en un tiempo lo hiciera, pero ahora no. Sin embargo, Bernard... -Alexandre se interrumpió. -¿Qué ^, -lo animó a seguir __________________.
El sacudió la cabeza. -Nada, nada. -Dímelo, Alex, o no te ayudaré con Henriette. Él frunció el ceño.
-Sólo iba a decir que Bernard parece encontrar difícil perdonar del todo a Nick. Pero no hay que olvidar que Ber¬nard es el segundo hijo. Siempre ha sido comparado con Nick y nunca ha podido llegar a su altura.
-No creo que nadie pueda considerar que la culpa de eso la tiene Nick-dijo __________________ en un tono muy frío-. Nrai¬ment, Alex... tú y Bernard tenéis que dejar de utilizar corno excusa a Nick sólo porque os resulta muy cómodo hacerlo, Debéis asumir la responsabilidad por vuestras acciones. Nick ya tiene bastantes asuntos que atender.
-De acuerdo -reconoció Alex, alzando las manos co¬mo si intentara defenderse de ella-. No diré ni una palabra más. Pero ¿por qué, ma soeur, a ti te está permitido criticar a Nick, pero luego no permites que nadie más lo haga?
Ella sonrió.
-Porque soy su esposa.
Nick no supo en qué momento exacto desapareció _____________. Cuando reparó en su ausencia, se separó educadamen¬te del grupo y se encaminó hacia las galerías exteriores. No había ni rastro de ella.
-Maldita sea, __________________, ¿qué estás haciendo? -masculló en voz baja. Fue al jardín, sabiendo que si su esposa había or¬ganizado un encuentro entre Alexandre y Henriette, éste pro¬bablemente tendría lugar allí.
El jardín de los Leseur era grande e intrincado, repleto de árboles exóticos, flores y plantas llegadas de Europa y Orien¬te. Sus lagunas artificiales estaban llenas de peces y eran atravesadas por preciosos puentes. Un pavo real se apresuró a apartarse indignado del camino de Nick cuando éste pasó por debajo del arco cubierto de rosas que señalaba la entrada al sendero principal. A partir de allí el jardín fue volviéndose más oscuro y los fanales se hicieron cada vez menos frecuen¬tes, hasta que Nick llegó al corredor que formaban los tejos. Una fuente adornada por querubines y peces de los que ma¬naban chorros de agua ocupaba el centro del jardín, a partir del que se bifurcaban varios senderos.
Nick maldijo en voz baja. Había pocas probabilidades de que consiguiera dar con su esposa, o sus acompañantes. Su único recurso era regresar a la sala de estar y esperar.
De pronto oyó pasos sobre el sendero de grava. Buscan¬do refugio entre las sombras, contempló la figura que se apro¬ximaba.
Era Diron Clement. Evidentemente el anciano había re¬parado en la ausencia de su hija. Con rápidas y ruidosas zancadas, Diron pasó junto a Nick sin verlo. Nick torció el gesto al percatarse de la actitud beligerante de Diron. Si en¬contraba a Henriette con Alexandre, las consecuencias se¬rían terribles. El anciano fue hacia la izquierda, siguiendo un sendero que -si la memoria de Nick no lo engañaba- con¬ducía a una diminuta pagoda. Una sonrisa involuntaria acu¬dió a sus labios. Cuando era más joven, él mismo había uti¬lizado la pagoda. Todavía guardaba unos cuantos recuerdos muy agradables de aquel lugar. No, Alexandre no la habría escogido para que sirviese de escenario a su cita secreta. Era demasiado obvia.
Dejándose llevar por una súbita corazonada, Nick esco¬gió la dirección opuesta, un sendero que llevaba a un inver¬nadero lleno de árboles frutales exóticos. Pegado a las sombras, fue acercándose hasta que vio a __________________ de pie en la esquina del invernadero. Un búho ululó en la lejanía, y __________________ dio un bote al tiempo que miraba en todas direcciones.
Verla allí, después de que ella le hubiera prometido que no tomaría parte en ningún encuentro ilícito entre Alex y Henriette, lo hizo sonreír con melancolía. Tendría que en señalarle que no podía jugar con él de aquella manera y luego irse tan contenta sin temer ninguna represalia.
__________________ suspiró, deseando estar de vuelta en el salón de baile. Se preguntó si Nick todavía no se habría dado cuenta de que se había ausentado. El búho ululó de nuevo, y __________________ se sobresaltó.
De pronto un brazo muy robusto le rodeó la cintura des¬de atrás. Una gran mano le cubrió la boca en el mismo ins¬tante en que ella empezaba a chillar de miedo. __________________ se vio arrastrada hacia atrás hasta que topó con una superficie tan dura como una pared de ladrillos. Mientras tiraba frenéticamente de la mano que le tapaba la boca, ovó una voz familiar en su oreja.
-De haber sabido que querías dar una vuelta por los jar¬dines, querida, me habría ofrecido a acompañarte.
Llena de alivio, __________________ se apoyó en él y dejó escapar un jadeo cuando la mano se apartó de su boca.
-Nick... -Se volvió y le echó los brazos al cuello-. ¡Me has dado un buen susto! -Apoyó la frente en su pecho. -Ésa era mi intención.
__________________ torció el gesto al ver lo ominoso de su expresión. -¿Dónde están? -preguntó él.
Ella se mordió el labio inferior v volvió la mirada hacia el invernadero. La puerta se abrió, y Alexandre asomó la ca¬beza. Estaba despeinado, y sus labios se hallaban sospecho¬samente húmedos.
-¿__________________? Me pareció oír...-Se quedó helado cuando vio a Nick. Los tres guardaron silencio.
Nick fue el primero en hablar.
-Tienes un minuto para despedirte de Henriette, y con¬sidera que vuestra separación podría ser permanente. Alexandre desapareció en el interior del edificio. __________________ decidió explicarse lo más deprisa posible. Habló sin pararse a tomar aliento.
-Nick, ellos sólo querían estar juntos durante cinco mi¬nutos, y yo ya había prometido que los ayudaría, así que no podía echarme atrás, y si hubieras visto lo contentos que se pusieron los dos en cuanto traje aquí a Henriette, habrías en¬tendido por qué yo tenía que...
-Cuando lleguemos a casa, te pondré encima de mis ro¬dillas y me aseguraré de que tardes mucho tiempo en poder sentarte cómodamente.
__________________ palideció.
-Tú nunca harías algo semejante.
-Disfrutaré inmensamente con ello-le aseguró él. -Nick, hablémoslo con calma...-dijo ella, pero calló al darse cuenta de que Nick no estaba escuchándola, sino que mi¬raba a lo le) os, con expresión súbitamente alerta-. ¿ Qué ocu¬rre? -preguntó.
Nick la atrajo hacia sí y le cubrió la boca con la suya. __________________ se debatió, sorprendida, pero los brazos de él la apreta¬ban con demasiada fuerza, mientras la lengua penetraba pro fundamente por entre los labios de __________________. Una mano bajó hacia el trasero de ella, rodeando la suave carne y apretándo¬la contra su sexo hinchado. __________________ sintió que se le nublaba la vista, y toda su resistencia cesó. Tragó saliva y trató de pegar¬se todavía más a él. De pronto Nick levantó la cabeza, sin pres¬tar ninguna atención a la tímida protesta de __________________.
-Ah... buenas noches, monsieur Clement-dijo con voz pastosa.
__________________ volvió la cabeza y vio el ceñudo semblante de Di¬ron Clement a un metro de distancia de ella. Su mirada pene-trante pareció atravesarla.
-Me han dicho que mi hija Henriette estaba con vos, madame Vallerand -dijo el anciano-. ¿Dónde se encuen¬tra ahora?
__________________ se volvió hacia Nick y le dirigió una mirada de impotencia.
-Me parece que no podremos seros de ninguna ayuda, señor. -Nick rozó suavemente con el pulgar la espalda de __________________-. Vine aquí con mi esposa para compartir un mo¬mento de intimidad.
-Entonces, ¿no habéis visto a Henriette esta noche? Juro por mi honor que no la he visto.
__________________ cerró los ojos, esperando fervientemente que Alex y Henriette hubieran sido lo bastante sensatos para no salir del invernadero.
Danne G.
Re: "Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
sigue por favor
adoro tu nove tenes q seguirla
ojala y no descubran a alex con la chica xq si no se arma la trifulca
sigue
adoro tu nove tenes q seguirla
ojala y no descubran a alex con la chica xq si no se arma la trifulca
sigue
ElitzJb
Re: "Boda Entre Extraños" {Nick & Tú} -Adaptación- EN CONCURSO
AAAAAAAHHHH!!!
PERO ESE JUSTIINN ES UN AMOOOORR A SU MOODOOO!!
JEJEJEJEJEE
AAII ALEX ES UN PICAROONN PERO SE AMMAAANNN!!!
Y ___ JAJAJAJAJA NICK TIENE QUE SER MAS EXTRICTOOO!!!!
AAII SIGUELA PORFIISS
PERO ESE JUSTIINN ES UN AMOOOORR A SU MOODOOO!!
JEJEJEJEJEE
AAII ALEX ES UN PICAROONN PERO SE AMMAAANNN!!!
Y ___ JAJAJAJAJA NICK TIENE QUE SER MAS EXTRICTOOO!!!!
AAII SIGUELA PORFIISS
chelis
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