Entrega la Evidencia y nadie saldrá herido. (One Direction y tú) [TERMINADA]

—¿Renuncias?
El silencio que vino después de aquella pregunta penetró cada pared de la oficina, ahuyentando cada pedazo de fuerza que dentro de mí quedaba.
Helen entrecerró los ojos, volteó y dejó caer su peso sobre el asiento frente a su escritorio. Entrelazó sus dedos de las manos con más fuerza de lo normal y luego de unos segundos parecidos a una eternidad, habló.
— Pensé que seguirías aquí luego de conocer tu nuevo ascenso, ¿De verdad no quieres ser la siguiente directora de The Next Time?
Si. Por supuesto que quería tener esa oportunidad y decirle al mundo que yo era la jefa de toda la editorial. Lo deseaba desde que tuve acceso a sus instalaciones.
Pero, no era suficiente.
Un mundo tan complicado como el de Helen no me incluía, no podría ingresar tan fácil y mantenerme con la dedicación necesaria luego de todo lo que pasé. Aprendí a reír, disfrutar de la vida, también lloré, pero me hizo dar cuenta de demasiadas cosas que dejé por alto al conocer al estúpido grupo que me tenía de mal humor cada día. Podía pensar libremente, y de aquellas maneras en que disfruté, saqué una conclusión.
Yo ya no era parte de The Next Time desde que llegué a Inglaterra persiguiendo a One Direction.
Tomé aire y preparé mi corazón para la última decisión que daría en esa oficina.
— Exacto —Dije—. Dejaré mi lugar y los privilegios determinados a mi asistente.
Los ojos de Hel se abrieron de par en par. No podían estar creyendo lo que acababa de hacer.
Le había cedido mi puesto de directora a Will.

— ¿¡Estás loca!?
El grito de Will pudo haberse escuchado por toda la calle, íbamos caminando-corriendo en dirección a mi casa. Le conté sobre su nuevo puesto en la revista luego de que saliera dándole un fuerte portazo de despedida en la, ahora, ex-oficina de Hel, y aún a cuadras de ahí seguía sin creerlo.
— ¡Has rechazado su puesto! —Continuó exclamando—. ¡Por Dios, lo has rechazado!
Doblamos una esquina y yo seguía sin hablar ni una palabra, me habían comido la lengua los ratones. Pero eso no fue lo que me hizo detener frente a una tienda de electrónicos. Fue la televisión.
— “El famoso grupo británico-irlandés One Direction, ha llegado a Nueva York ésta mañana para dar un concierto especial a todas sus fanáticas que los han esperado por horas…”
One Direction.
La cámara en un comienzo enfocó directamente a la multitud de chicas y chicos que intentaban hacerse un espacio entre los guardias de seguridad del aeropuerto, llorando, gritando, todo lo que yo podía ver desde el otro lado de la cámara cada día con ellos. Después, pudo verse llegar un avión privado y una de las puertas abrirse, los gritos aumentaron y miré el centro de la cámara.
El primero en salir fue Niall, con el gorro trasero de su polar encima y lentes oscuros cubriendo sus ojos. Ni si quiera saludó o algo. El siguiente en salir fue Liam, de la misma manera que el rubio. Continuaron desbordando totalmente iguales sin hacer un leve contacto con sus fanáticas y la prensa, algo que no había visto hace mucho tiempo.
— Estás preocupada por ellos, ¿No? —Acertó Will sacándome de ese trance.
Volteé la mirada hacia él y pude ver su rostro apenado. Traté de sonreír y dije:
— Son unos idiotas.
Media vuelta y continué caminando hacia mi hogar.
Al abrir la puerta, me encontraría con Kate y probablemente me haría el cuestionario infaltable de cada visita a Helen. Pero cuando entré a casa con Will atrás, ella no estaba ahí.
Preparé un par de capuchinos para agradecerle a mi amigo por estar conmigo siempre, se merecía aquel puesto. Estábamos en medio de la conversación cuando mi teléfono sonó. Vi el número, desconocido.
— Habla ____ Cloe Ellesonn, ¿Con quién tengo el gusto de hablar? —Lo sé, costumbre.
Desde el otro lado no se pudo escuchar nada, ni si quiera una respiración que me diese la señal de continuar.
— ¿Quién es? —Preguntó Will.
— Debe de ser equivocado, nadie ha respondido.
— Entonces córtale, ____.
Reí un poco, si nadie respondería era obvio que cortaría la llamada. No tenía que recordármelo siempre.
Y cuando separé el móvil de mi oído, pude escuchar una voz chillona gritando desde aquella otra procedencia.
— ¡Les advertí que no buscaran en mis contactos!
Mi pecho se aceleró de un segundo a otro, esa voz la reconocería por todo rincón del mundo si fuese posible. Y luego de escuchar unos “Mierda” susurrados, mis dudas se habían ido.
El grito era de Lou, y las palabrotas, de mis chicos.
Corté inmediatamente sin voluntad propia porque simplemente me habían asustado. ¿Cómo pueden llamar aún?
— No lo puedo creer —Dijo Will a mis espaldas—. ¿Han sido ellos?
Bien. Si hasta él lo había averiguado entonces era verdad, el grupo se comunicó conmigo.
Miré a los ojos de mi amigo, tenían un brillo especial que conocía cuando se emocionaba, solo que reflejaban ahora mi rostro totalmente preocupado. ¿Y si ellos querían gritarme? ¿Insultarme? ¿Demandarme? Todo eso me hacía sentir mucho más vacía de lo que ya estaba, no era una muy buena señal.
— Debes hablarles —Murmuró Will.
Fruncí el ceño.
— ¿Qué? —Intenté preguntarle.
— Por alguna razón intentaron comunicarse contigo, háblales.
Tomó de mis manos el teléfono que se entrometía en todo y pulsó el botón de Llamar.
— ¿¡Qué estás haciendo!? —Le grité.
Corrí a quitárselo antes de que hiciese alguna estupidez y corté.
La sonrisa no se le quitó de su rostro por un buen rato luego de regañarlo, pero sabía que si duraba un segundo más, la llamada hubiera sido atendida por ellos.
Cuando terminó sus agradecimientos por el puesto de Presidente en The Next Time, se despidió con un abrazo, besó mi mejilla y toda mi casa volvió a quedar en el silencio al cerrar la puerta.
Sola. Hace 6 meses estaba las venti-cuatro horas rodeada de personas que querían saber más de mí de lo que yo misma podía saber. Hace 6 meses dormía acompañada de un idiota irlandés que se escabullía por las noches para solo poder estar conmigo. Hace 5 meses obtuve mi primer beso con un ruliento que subestimé de ser mujeriego. Conocí el otro lado de un chico inmaduro que escondía sus preocupaciones. Lo sensible que puede ser una persona cuando no se le conoce demasiado. Y hace solo 3 semanas, la persona que menos pensé en apreciar, se convirtió en el verdadero respaldo en mí.
Pero en este momento todos querían olvidarme.

Eran las 4 de la mañana, aún no podía quedarme dormida y solo observaba el techo de mi dormitorio. Giré sobre mí misma y quedé con la mirada fija en el teléfono. Por lo menos tenían algo de conciencia en llamarme; yo no podría hacerlo.
El tono de llamada me sobresaltó en ese momento, dejándome con el corazón a mil. Me levanté pensando en que otra vez serían ellos, pero me alivié al ver el nombre de Kate en la pantalla.
Atendí.
— ¿Sabes que hora es? —Le pregunté.
Ella rió y dijo:
— Estás despierta, yo debería preguntarte eso.
Sonreí. Tenía razón.
— ¿Qué sucede?
— Quiero que me vengas a ayudar a subir unas cajas al hotel, ¿Puedes?
Mentirosa. Había planeado algo.
— ¿Cajas? ¿Ahora? —Bufé.
— Lo siento, lo siento. Está bien, te mentí. Solo quiero que me acompañes un rato, ¿vale? —Suspiró, ahora si estaba diciendo la verdad—. Me siento sola.
Tomé las llaves de mi casa antes de salir totalmente arreglada y me dirigí al hotel donde Kate se hospedaba. Ella no tenía casa ahora, no era necesario luego de viajar casi todas las semanas y nunca estar presente para cuidarla, por algo me compró la mía.
— Espero que no estés cansada —Me dijo caminando hacia el ascensor.
La miré a los ojos sonriendo, solo por caminar unas cuadras no lo estaría.
— Tengo 18 años, Kate.
Ambas reímos y la puerta de la caja se abrió, y justo en el momento en que volteé a mirarla para gastarle una broma, me encontraba sola, dentro del ascensor.
¿Qué estaba planeando?
Un momento. El hotel me resultaba familiar.
Recordé las últimas noticias que Kate mantenía en su escritorio antes de salir corriendo de la oficina y me sobresalté. Ellos se estaban alojando ahí, y yo estaba también… ahí.
Apreté rápidamente el botón de bajar, pero era demasiado tarde. Las cuerdas comenzaban a girar sobre sí y ahora me encontraba subiendo al piso 16 del hotel.
Cuando las puertas de abrieron, no tuve otra opción. Bajé de él.
Estaba totalmente en solitario, solo las luces del pasillo por delante como si fuese una película de terror. Miré hacia la derecha, nada. Miré hacia la izquierda, nada. Elegí la derecha.
Me detuve y crucé mis brazos en el símbolo de mi enojo y pateé el suelo con fuerza. Me había enfurecido con Kate por hacerme esto.
— No lo sé, estaban cubiertos de chocolate amargo y no pude comerlos.
— ¿No pudiste comerlos? ¡Dejaste solo el plato encima de la mesa, Niall!
— ¡Pero Louis dijo que eran dulces!
Mierda.
Mi mente quedó en blanco. Podía sentir sus voces desde mi espalda acercándose con gran lentitud. Eran ellos, estaba totalmente segura. ¿Los cinco? Tal vez no, solo escuché a Niall y Liam. Las risas me confundieron.
«____, voltéate y solo entra al ascensor como si no los conocieras.» Me dije.
Volteé. Aún no se habían percatado de mi presencia. Caminé unos pasos y cuando levanté mi mano para llamar al ascensor, otra más grande me detuvo justo en la muñeca.
— ¿Qué haces aquí? —Harry.
Mi resistencia se esfumó por completo.
— ¡____! —Escuché la voz de Niall.
No pude girar a verlo, porque cuando lo hice, la mano de Harry me cegó completamente y con la otra rodeó mi cintura encerrándome.
Podía sentir la respiración saliendo de sus pulmones contra mi oído, y en mi espalda su fuerte corazón latiendo a la par con el mío.
— Llama a Louis y dile que estaremos en mi habitación.
Su voz había cambiado, no en el tono, sino en el sentido de cómo le ordenó al rubio sobre la advertencia.
Me hizo caminar a ciegas hasta entrar a su dormitorio, con las ventanas y cortinas cerradas podía sentir la oscuridad. Se separó rápidamente de mí y volteé por fin a verlo. Tenía sus mejillas enrojecidas, pero no creo que haya sido por la vergüenza.
Había bebido demasiado.
— Harry… —Susurré.
La puerta fue golpeada con fuerza y se dirigió a abrirla, de ahí pude ver entrar a los demás pertenecientes al grupo saludando a su amigo Hazza.
Retrocedí instintivamente y me apoyé en la ventana al lado de la cama, cada uno estaba esparcido por la habitación como si de una presa fuese yo y ellos los depredadores esperando el ataque.
¿Quién hablaría primero? Todos me estaban observando. Estaban despiertos a esta hora y por la pura coincidencia pude saber de quién fue la culpa.
— Kate —Susurré.
Y me crucé de brazos desviando la mirada hacia el suelo.
— Vaya, está enojada —Empezó Harry.
— Ya lo sabemos, Harold —Continuó Louis—. No es necesario que lo anuncies.
— Cállate, Louis.
Me sobresalté. Se habían respondido de mala forma. Eso no era muy común que digamos.
— Les dije que ella vendría a vernos —Dijo Niall—. ¿Puedo acercarme?
Levanté la mirada y ahí pude reconocerlo. Era mi pequeño duende irlandés rogándome por un abrazo.
— ¿Por qué me preguntas a mí? Acércate y hazlo. —Rió Liam, que por cierto, su cabello había desaparecido parcialmente, con un nuevo estilo rapado.
Con eso mis ojos comenzaron a cristalizarse, yo necesitaba ese abrazo que cada mañana me despertaba y ahora que lo tenía frente a mí comencé a sentirme llena.
Niall corrió en mi dirección, yo dejé caer los brazos y con los suyos rodeó mi cintura apretándome a su cuerpo.
Yo solo cerré los ojos. Adoraba sentirlo de vuelta.
— No te vayas otra vez, ____ —Me susurraba—. No nos importa que seas una reportera.
Ahogué un grito y me mordí los labios, ese idiota me había recordado porqué no podía verles a la cara.
— Quédate con nosotros, ¿Vale? —Se separó ligeramente de mí—. A la mayoría del grupo no le importó lo del sobre en la mesa. ¿Te quedarás?
Desvié la mirada. Aún no había dicho nada, porque si lo hacía, las palabras serían ahogadas por los sollozos que aparecían en mi garganta, por eso mismo no respondería.
Fui separada lentamente por Liam del abrazo, imitando a su compañero y dejándome peor aún con su pequeña confesión.
— Pensé que no te volvería a ver… —Murmuró—. …incluso cambié mi imagen para ordenar mis pensamientos…
— Ya es suficiente —Escuché elevar la voz a Harry—. Zayn y yo no queremos este tipo de cursilerías.
¿Zayn?
Dirigí mis ojos hacia el moreno de ojos miel en la silla junto a la entrada, sentado en una tensa posición de cautiverio y presión me observaba con detenimiento por cada pequeño cambio que hacía en el tema.
— Harry tiene razón, —Habló Louis, desde la cama acostado—. Primero debemos dejar que ella hable.
Se sentó rápidamente y apoyó sus codos sobre las piernas apoyando su cabeza en sus manos.
— ¿Quieres decirnos algo, ____?
«No me hagan hacerlo», pensaba en ese momento. Lo que menos quería era quebrarme. Prometí no volver a llorar frente a ellos, pero se me estaba haciendo difícil.
Tomé aire y dejé que Liam dejase de abrazarme.
Vamos, Cloe, diles lo que practicaste.
— P-Perdónenme… —Solté.
A la mierda la promesa. Ya estaba derramando lágrimas sin pensarlo.
Comencé a temblar y me abracé a mí misma, con pequeños segundos, aparecían gigantes pensamientos de diferentes reacciones que podrían haber tomado, y cada vez era mayor el miedo.
— Les dije que esto sucedería.
Oh, no.
La voz de Zayn estaba ronca. Como la primera vez que nos topamos junto al grupo en la entrada de aquel hotel de Londres, y las veces que me observaba a lo lejos como si de verdad quisiese odiarme. Esa mirada que creí no volver a ver nunca más, y que ahora estaba apuñalándome sin hacer ni si quiera algún movimiento.
— Ella solo quería ganarse el orgullo de su jefa y —Se levantó—, manejarnos como títeres en un teatro.
Caminó hacia mí, separando bruscamente a Liam. Tomó mi mentón con más fuerza de lo normal y dejó nuestras miradas chocando una contra la otra.
— Zayn, suéltala —Dijo Louis.
— Deja de darme órdenes, Tomlinson —Respondió el moreno, mirándolo más enojado.
«No pierdas», pensé. Si él había dicho que le gustaba, entonces en algún momento tuve la oportunidad de hacerle pensar que no tenía nada de interés en ellos por la fama, y si pude hacerlo una vez, también ahora le dejaría en claro que yo… ya no trabajaba para Helen.
— Suéltame —Le escupí con enojo—. Suéltame ahora, Zayn Malik.
Su semblante aflojó un poco, como si su nombre saliendo de mi boca le diera una advertencia.
— ¿O qué? ¿Me amenazarás con aquella estúpida evidencia que tienes en tu móvil?
«No puedo hacerlo».
— Sabes que no voy a ser tan gentil para ti —Murmuré.
— Bien hecho, ingrata.
Comenzó. Al igual que la vez en que me insultó más de lo normal.
— ¿Ingrata? He renunciado a mi trabajo, idiota.
Su rostro tembló un momento, junto a varios respingos a nuestras espaldas.
— ¿Te han despedido o no?
Fruncí el ceño. Él no me ganaría esta vez.
— Orgulloso —Le dije.
— ¿Viejos insultos? Eres tan original…
— No más original que tú, pequeño.
Ouch, aquello fue por la forma en que el sobrenombre ése me afectaba.
En un simple movimiento, soltó mi mentón. Llevó su mano hacia su nuca y suspiró a regañadientes al mismo tiempo que cerraba sus ojos. Sí, lo había fastidiado. Y mucho.
— ¿Lo ven? Y aún cree que puede decirnos qué hacer…
— Pidió disculpas, Zayn —Dijo casi tartamudeando, Niall—. Renunció a su trabajo y…Vino hasta aquí para-
No, no quería venir aquí para disculparme. Eso fue idea de Kate. Yo en el fondo necesitaba sacar algo, algo que le diera una pista de quién yo era realmente. Y se me ocurrió lo más sincero que pude encontrar en el fondo de mi mente.
— Te amo.
Dos palabras, 1 gigantesco significado. Con eso se iba a calmar todo, ¿Verdad?
Saboreé aquella frase en mis labios por primera vez y había superado mis expectativas, se sentían más firmes saliendo a la libertad que retenerlas por muy dentro que sea del corazón. Suspiré lentamente, el silencio que había en la habitación me hizo mirar fijamente el rostro de Zayn. Estaba totalmente sorprendido; igual que los demás.
— ¿Qué…? —Iba a comenzar a decir.
— Repítelo.
La voz gruesa de Harry apareció irrumpiendo en toda la escena, Liam fue más rápido y junto con Louis sostuvieron los hombros del ruliento antes de que con todos sus celos dispersos por el aire corrieran hacia nosotros.
— ¡No lo creeré hasta que lo repitas, ____! —Gritó.
Volví una semana atrás, cuando inesperadamente fue malinterpretada mi confesión hacia Niall, y Harry respondió con el mismo tono ésta vez.
— ¡Harry, cálmate! —Le gritó exasperado, Louis—. Quedaste en que nunca más ibas a dejarte llevar por los celos.
— Déjame ir, Louis. Te lo advierto —Le respondió.
Ya no podía más.
La forma en la que se trataban era muy por debajo a lo que acostumbré en estos 6 meses que viajé con ellos, y no por errores míos la banda tenía que estar en aquella situación tan difícil.
Volteé hacia Harry y caminé en su dirección. Liam abrió los ojos preocupado, Louis intentaba calmarlo, Niall miraba atento la escena y Zayn, detrás de mí omitiendo expresión alguna.
— Harry —Le dije.
Cuando nuestros ojos se encontraron, calmó instantáneamente sus celos, relajó los hombros y los dos compañeros que sujetaban su cuerpo lo soltaron.
Fruncí el ceño. Esta sería la segunda y última vez que sobrepasa sus criterios para dejar salir su lado celoso.
Volteé a mirar a Zayn; atento a mis movimientos sin creer aun lo que había dicho. Y para empeorar todo, el rostro decepcionado de Niall a su lado.
— Escucha, —Apunté al moreno con mi dedo índice—. Si no puedes decir nada bueno en 5 segundos a partir de ahora, me iré.
1…
Harry le susurró algo a Louis y él le sonrió. «Perdón, Tommo»
2…
— No dejes que se vaya, Liam —Dijo Niall, triste.
3…
— Eso no depende de mi…
4…
Zayn abrió la boca y cuando creí que iba decir «Quédate», calló de inmediato.
5.