Entrega la Evidencia y nadie saldrá herido. (One Direction y tú) [TERMINADA]

3 de la mañana. Mi vuelo salía en 5 horas más y me encontraba recostada observando el techo de mi habitación en el hotel.
El teléfono no había sonado en todo ese tiempo que estuve sola; por primera vez necesitaba alguna distracción y no llamaban.
Cerré los ojos que seguían hinchados de tanto llorar y suspiré. Luego volví a abrirlos.
¿En qué estaba pensando? Nunca me había dolido tanto hacer algo que me daría un trabajo estable y orgullo, aunque ahora me arrepiento totalmente de comenzar todo- No, no es todo realmente… No me arrepiento de haber conocido al grupo de idiotas y a su equipo, porque de alguna manera ellos me ayudaron con mis problemas cuando no tenía a nadie de mi lado.
La puerta sonó; ¿A esa hora? Me levanté indiferente hacia la entrada y sin abrirla me apoyé en ella.
— ¿____? Soy Louis —Dijo—. Sé que estás despierta, vamos.
Bufé en mi posición y decidí dejarle pasar. Me observó seriamente mientras entraba, aunque yo no le haya seguido el juego.
Al cerrar la puerta, volteé hacia él y pude ver cómo abría sus ojos cuando descubrió los restos del espejo esparcidos por el piso.
— ¿Qué ocurrió? —Se alteró, yo solo negué con al cabeza—. Estás mintiéndome, ____.
Fruncí el ceño y dejé salir un gruñido, al mismo tiempo en que él me imitaba. Caminó hacia mí con rapidez y agarró mis hombros para hacerme mirar bien su rostro.
— Louis, suéltame.
Quería sonar imponente, con fuerza, pero al parecer sonó más a una súplica que una orden, porque el rostro de Louis se ablandó y ahora veía su verdadera preocupación esparcida en cada centímetro de su piel.
— ¿Es tu padre? ¿Tu madre? ¿Qué sucede? —Preguntaba demasiado, yo seguía negándole el acceso a la verdad—. Hay una razón por la que estás así, ____. Si no me la dices, llamaré al resto y sabes que lo haré.
Era cierto. Podía hacer lo más ridículo posible si se lo proponía y ni la vergüenza lo encontraba antes de que ya lo haya hecho. Pero en ese momento no soltaría la verdad. No. Esperaría un poco más y me daría fuerzas a mí misma para soportarlo.
— No sucede nada que te incumba. —Firme. En parte era verdad—. Mañana tienen una entrevista con la prensa, es muy tarde.
Su ceño se alivianó; listo.
Me separé de él y lo miré a los ojos para decir:
— ¿Querías averiguar algo?
Su nariz se arrugó levemente y retrocedió un par de pazos. «Si, no soy lo suficientemente digna de tener a alguien como tú», preparé mi respuesta en mi cabeza a lo que iba a decir.
— Pensé que no me afectaría tanto disimularlo.
Me confundí, ¿Disimular qué?
— Yo ya sabía que tenías un leve interés más en Zayn que en los demás, se te nota demasiado.
Mis mejillas se encendieron inmediatamente, ¿Era tan obvia? Por Dios, que estúpida vergüenza había entrado en mí.
Me acerqué a él nerviosa, su mirada me siguió y al estar frente a frente, me sonrió.
— Esto es para que veas el gran observador que puedo llegar a ser —Dijo—. Quería disfrutar unos momentos más a tu lado, es todo.
Sus mejillas superaron a las mías sonrojándose, era lo más tierno que podía ver en ese instante y me hizo temblar. Desde en un comienzo, había luchado para querer ser aceptado de alguna manera. Louis. Boo Bear. Tommo. Tal cual es.
— Y esto era lo que quería averiguar —Continuó, acercándose a mi rostro—. Si es que en realidad me querías.
Rozó mis labios con lentitud y cuando estuve a segundos de sentir besarlo por completo. Su boca besó mi nariz.
Rió.
— Le dijiste a Harry que corrías el rostro involuntariamente cuando en el fondo no querías a esa persona frente a ti —Susurró—. Y desde el principio, dejaste que te besase.
Era verdad. Ellos eran las únicas personas que tuvieron la oportunidad de ser aceptados de tal manera. Los quería. Mucho. Y tanto que dolería como una gran daga en el corazón.
— Quiero que arregles esto —Apuntó al espejo roto—. Por algo está roto y no quieres decírmelo, ¿O no? Mañana le diré a los chicos que me ayuden a sacarte la información. Te veo en el desayuno.
Me guiñó un ojo para hacerme reír de verdad, besó mi mejilla y caminó hacia la salida.
¿Así sería nuestra despedida? “Te veo en el desayuno” no sería más que un recuerdo.
Abrió la puerta, dijo un “No le digas a los demás que vine”, y salió.
Yo aún continuaba de espaldas a la entrada, con mis hombros temblando y los ojos otra vez liberando las lágrimas de arrepentimiento que sentí venir cuando vi la sonrisa de Louis al despedirse.

Basta de niñerías. Ahora era una adulta sin sentimientos.
Corrí hacia la entrada del aeropuerto, como la primera vez que tomé un avión. Hace 6 meses, primer trabajo fuera de Nueva York y de Estados Unidos. ¿Destino? Londres, Inglaterra. Objetivo: One Direction.
— Vuelo 1040 con destino Nueva York, pasajeros por favor hacerse frente a la puerta 07A para comenzar el embarque… —Dijo la mujer tras los parlantes.
Aquel era mi vuelo. Mi salida a todo esto. Mi cambio totalmente de esos meses. La verdad.
Tenía encima un corsé color piel sin hombros, unos shorts a la cintura y un chaleco café con zapatos del mismo color. (Aquí)Tomé mis cosas y subí al avión como todas las demás personas que se encontraban sentadas frente a la puerta 07A.
Habían parejas, uniformados, diplomados y familias en la fila, todos con una sonrisa en el rostro y un gran destino como NY para el recordatorio de sus vidas.
Más yo, era un cuerpo vacío. Estaba como primera prioridad llegar a mi casa y el maldito trabajo con una bruja como Helen de jefa.
Dejé mis cosas en el portaequipaje de la parte superior y miré a resto de los pasajeros. Hace tiempo que no veía tantas personas a mí alrededor en un avión. Simplemente porque yo me sentaba con los chicos y nadie nos molestaba.
Mi primer beso fue con Harry. En el coliseo romano. ¿Quién puede decir aquello?
Me besé con Louis en un oloroso vestidor debido a sus repentinos celos. Siendo que nunca los demuestra con facilidad.
Niall me demostró que sus besos transmitían todo lo que él sentía en ese momento, y por supuesto, era el mejor.
El más respetuoso de todos fue Liam, que esperó hasta el último instante cuando se lo pedí.
Pero Zayn… era Zayn. El tonto ogro que resultó ser el chico con quién dejaría mi corazón. Él lo dejará bajo 100 llaves si fuese posible.
Tuvo razón en un principio. Yo solo era una estúpida chiquilla en busca de fama colgándose de ellos para ganar dinero, un mejor trabajo debido a una fotografía de mierda que saqué detrás de un callejón.
Vamos, tenía 18 años. Y papá al parecer tenía razón, estaba huyendo de esto. Escapando de lo que me pudiesen decir cuando encuentren el papel que les escribí en mi escritorio.
«The Next Time es mi hogar. Helen Patrick es mi jefa. Esa fotografía es mi trabajo.»
Puede que todo el amor que hayan sentido por mí se haya desvanecido junto con esas palabras. Ni yo misma me querría si por todos esos meses pensasen que me estaba tomando unas vacaciones, cuando en realidad era parte de una farsa.
¿Por qué lo estoy haciendo? En parte, siempre fue el trabajo. Pero fue que los conocí, y sobretodo a sus fanáticas. Me odiarían más por no haberlos aceptado, que por darles aquella fotografía que de alguna manera podría haber sido robada de otro teléfono y no del mío.
El avión tomó posición de despegar en la pista. Suspiré para relajarme un poco, y fue ahí cuando me dispuse a mirar hacia la ventana.
— ¿Por qué hay tanta gente? —Preguntó mi compañero de asiento—. ¿Puedes ver algo?
Agudicé mi mirada hacia donde se dirigía la suya y los vi.
Estaban cinco chicos, apoyados en los grandes ventanales intentando gritar algo a alguien. Yo era ese alguien, por Dios.
Me tapé la boca ahogando un grito del llanto que saldría en cualquier momento. Ellos habían llegado tarde. El motor se había encendido. Fijé mis ojos en cada uno de esos estúpidos rodeados de chicas y comencé a llorar.
«Good Bye, One Direction», sería la planicie.
Todos los pasajeros saludaron por sus ventanas, yo me quedé ahí, sumergida en un mar de lágrimas, desde donde nunca emergería a la superficie otra vez.
Mi teléfono sonó. Miré la pantalla y sollocé. Era Lou.
Respondí.
— Dejen de decir estupideces, idiotas —Se le escuchó desde el otro lado.
Al parecer, no vio si yo había respondido o colgado. Pero todo se convirtió en un silencio cuando dije:
— Lou… —Sollocé, esperé a algo de fuerza—. Gracias.
Y le corté. Hasta ahí quedaba por terminada nuestras conversaciones. Sus outfits y accesorios que estaban encima de mi cama cada día al despertar. Sus reacciones de felicidad cuando sabía cosas que le contaba en secreto. Su hija Lux. Todo.
El avión despegó y dejé con ellos mi felicidad, mis vacaciones, sus sonrisas junto a las mías. Eso… eso era lo que tenían a su alrededor…
Felicidad…