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Anelos prohibidos (Nick y tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
OOOOOHHHHH
PERO EL QUE JUEGA CON UNA BOMBAAA LE EXPLOTAAAA!!!!
JAJAJAJAJAJA
ESO LE PASARA A NIIICKKK!!!
AAAII SIGUELA Y SOOYY NUEVA LECTOORAAA
PERO EL QUE JUEGA CON UNA BOMBAAA LE EXPLOTAAAA!!!!
JAJAJAJAJAJA
ESO LE PASARA A NIIICKKK!!!
AAAII SIGUELA Y SOOYY NUEVA LECTOORAAA
chelis
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
Capítulo 6, parte 1
_________ se sintió que acababa de quedarse dormida cuando llamaron a la puerta. Tom apareció en el umbral, sonriente y con una bandeja en la que había dos tazas de café y un plato con tostadas.
—¿Qué hora es? —murmuró _________ mientras se erguía. Tom dejó la bandeja en la mesilla.
—Casi las diez. Nick me ha dicho que te encontró deambulando a medianoche por los pasillos en busca de tu dormitorio, así que he pensado que te convendría dormir un rato más.
_________ no tuvo valor para decirle que había estado despierta casi toda la noche, en parte por el frío, y en parte por lo estimulada, indignada y furiosa que se había sentido tras lo que había experimentado como una auténtica explosión de sensualidad.
Tom le ofreció una de las tazas.
—Siento haber dejado que deambularas por el castillo. Fue una suerte que te encontraras con Nick.
_________ tomó un sorbo de café y gruñó.
—¿Tú crees? Pensé que era el fantasma de la condesa ninfómana… pero no tuve tanta suerte.
Tom frunció el ceño.
—¿Fue desagradable contigo?
—Le pareció muy extraño que no compartiéramos el dormitorio. Me temo que no está demasiado convencido de que sea tu novia —_________ suspiró—. Sospecho que me escuchó hablando con Kevin Claude en el tren y ahora piensa que soy una… cualquiera.
Tom tomó un sorbo de su café mientras digería aquella información.
—No te preocupes —dijo finalmente—. Aún tenemos tiempo de arreglar las cosas en la fiesta de esta noche. Seguro que todo el mundo pensará que eres la novia ideal, recatada, leal, pendiente de mí… esa clase de cosas. ¿Qué has traído para vestirte?
—Mi vestido de seda chino.
Tom negó firmemente con la cabeza.
—No. Es demasiado sexy. Necesitamos algo menos llamativo, más pudoroso.
_________ entrecerró los ojos.
—Te refieres a algo anticuado y sin gracia, ¿no? ¿Ya se te ha ocurrido algo?
Tom fue hasta la ventana y apartó la cortina con un teatral ademán.
—No «algo» sino un lugar. Levántate, Cenicienta. Vamos a dar un paseo por las tiendas de Hawksworth.
Media hora después, Tom aparcaba el coche de su padre en la plaza de un pueblo que no parecía haber cambiado demasiado en setenta años. Caminando por el empedrado de las calles pasaron junto a fruterías, carnicerías y diversas tiendas antes de detenerse ante unos grandes almacenes con una ampulosa fachada.
Braithwaite, Centro de Moda del Norte de Inglaterra desde 1908, decía el cartel que había sobre la puerta. _________ se preguntó si se trataría de una ironía.
—Usted primero, señora —dijo Tom con expresión totalmente seria mientras abría la puerta—. Trajes de noche en la primera planta.
_________ reprimió una risita.
—Ya sabes que me encantan los vestidos de época, pero.
—Nada de peros —interrumpió Tom mientras avanzaban hacia unas escaleras en el centro de la tienda—. Piensa que te estás vistiendo para interpretar un papel. Esta noche no vas a ser la encantadora y, por qué no decirlo, un tanto excéntrica _________. Vas a ser la novia perfecta de un Jonas, y eso significa «aburrida».
_________ refunfuñó un poco mientras Tom descolgaba un horroroso vestido lleno de volantes y plisados del tipo de azul marino que se utilizaba para los uniformes escolares.
—Parecería una auténtica Drag Queen —protestó _________—. Pensaba que estábamos buscando algo aburrido —añadió mientras se ponía a rebuscar entre los vestidos que colgaban del perchero—. Hay que encontrar lo más parecido a una mortaja. ¿Qué te parece esto? —Descolgó un vestido negro, largo, recto y sin ninguna clase de adorno. La etiqueta con el precio era una muestra de la falta de atractivo del vestido. Ya había sido rebajado en tres ocasiones y prácticamente lo regalaban.
—No está mal —dijo Tom—. ¿Por qué no te lo pruebas?
—No. Es de mi talla, es horrible y hace demasiado frío como para que me apetezca desvestirme. Comprémoslo y vayamos a un pub. Como tu novia, creo que merezco un sustancioso y calorífico almuerzo.
El Bull in Hawksworth era el típico pub inglés, con las paredes amarillentas a causa del humo del tabaco y la típica diana para jugar a los dardos.
_________ ocupó una mesa mientras Tom iba a la barra. Regresó con una pinta de cerveza, un vaso de vino tinto y un periódico doblado bajo el brazo.
—Enseguida traen la comida —dijo mientras se sentaba—. ¿Te importa que haga una rápida llamada a Sergio? Te he traído el periódico para que te entretengas un rato. En el castillo apenas hay señal, y además me aterroriza que alguien pueda escucharme.
_________ se encogió de hombros.
—Por mí no hay problema. Llama a Sergio.
—¿Capto un «pero» en tu tono?
_________ tomó un sorbo de vino y negó con la cabeza.
—No, claro que no —tras permanecer un momento pensativa, añadió—: ¿No crees que todo sería más fácil si hablaras claro?
—¿Si contara la verdad a mi familia? —dijo Tom con expresión repentinamente hastiada—. No serviría de nada. Es más fácil vivir mi vida lejos de aquí, sin tener que hacerlo con las secuelas de haber decepcionado a toda mi familia. Puede que mi padre tenga setenta años, pero aún se enorgullece de su reputación de mujeriego. Considera que el flirteo es un indicio de sofisticación social… como imagino que notaste anoche. La homosexualidad es algo totalmente extraño para él; piensa que es algo antinatural —tras hacer una expresiva mueca, añadió—: Creo que si le contara la verdad acabaría con él. Y en cuanto a Nick.
—No sé qué le da derecho a juzgar a los demás, como si él fuera algo especial —espetó _________ mientras desdoblaba el periódico—. No es mejor que tú por ser heterosexual, y tampoco es mejor que yo por ser un esnob.
—¡Cielo santo! —exclamó Tom a la vez que la tomaba del brazo.
_________ siguió la dirección de su mirada y se quedó anonada, pues allí mismo, en la portada del periódico, había una foto de Nick. Bajo el titular Héroes Homenajeados, aparecía de perfil, con su característico gesto inexpresivo y vestido con un uniforme cargado de medallas.
Incrédulo, Tom empezó a leer el artículo que acompañaba a la foto.
El mayor Nick Jonas recibió la medalla George por su «entrega y dedicación al deber y el valor con que se ha enfrentado a situaciones de extremo riesgo personal». El mayor Jonas ha desactivado más de cien objetos explosivos, salvando potencialmente la vida de numerosos soldados y civiles, una hazaña que él describe como «nada notable».
_________ y Tom permanecieron unos momentos en silencio. _________ se sintió como si acabara de tragarse un fuego artificial que hubiera estallado en su interior. El camarero dejó en la mesa sus platos de lasaña con patatas fritas y se fue, pero el apetito de _________ había desaparecido misteriosamente.
CariitoJonas15
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
GUUUUUUUAAUU!!
ME QUEDE IGUAAAL QUE EEELLLOOOOOSSSS!!!
AAAII ES UN HEROOOOOOEEEEEEEE!!!!!
SIGUEEELAA PORFIISS
ME QUEDE IGUAAAL QUE EEELLLOOOOOSSSS!!!
AAAII ES UN HEROOOOOOEEEEEEEE!!!!!
SIGUEEELAA PORFIISS
chelis
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
ah Tom deberia de decir la verdad
Nick me encanta
Siguela!!!
Nick me encanta
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
Capítulo 6, parte 2
—Supongo que eso le da derecho a actuar como si fuera un «poco» especial y ligeramente mejor que tú y yo —admitió—. ¿Sabías algo de esto?
—No tenía ni idea.
—¿Y no le gustaría saberlo a tu padre? ¿No se sentiría orgulloso?
Tom se encogió de hombros.
—Siempre ha desdeñado la carrera militar de Nick, tal vez porque opina que la gente de nuestra clase no debe trabajar, a no ser que sea en trabajos relacionados con el arte, como el mío —tomó su cerveza y frunció el ceño—. Puede que también tenga que ver con el hecho de que su hermano murió en las Malvinas, aunque no lo sé con certeza. Ese es uno de los asuntos que no se menciona en casa.
_________ no lograba dejar de mirar la fotografía, aunque no quería hacerlo. Y, a pesar de sí misma, tampoco lograba dejar de pensar en lo atractivo que era Nick. Había sido fácil catalogarlo de hombre arrogante y obsesionado por el control, pero lo que le había dicho Tom sobre su madre la noche anterior, y ahora aquello, le hacía verlo bajo una luz diferente. Y, lo que era aún peor, le hacía verse a sí misma bajo una luz diferente. Habiendo sido objeto de prejuicios ignorantes desde pequeña, a _________ le gustaba pensar que ella nunca se precipitaría a la hora de juzgar a nadie, aunque tal vez debía reconocer que en aquella ocasión lo había hecho.
Pero él también lo había hecho, se recordó con actitud desafiante. La había descartado como alguien superficial, a la caza de dinero, algo totalmente alejado de la verdad, al menos en lo referente a la parte del dinero. Afortunadamente, aquella noche, con la ayuda del horrible vestido que había comprado y algunos comentarios sucintos sobre asuntos de actualidad y política internacional, haría ver a Nick que también estaba equivocado respecto a aquello.
Por el bien de Tom, obviamente. Cuando se levantaron tomó el periódico.
—¿Crees que les importará que me lo lleve?
—¿Para qué? —preguntó Tom, sorprendido—. ¿Quieres dormir con el héroe bajo la almohada?
—¡No! —_________ sintió que se ruborizaba a pesar de sí misma—. Quiero echar un vistazo al resto de los titulares para poder mantener una conversación inteligente esta noche.
Tom no paró de reír hasta que llegaron al coche.
Ralph se ajustó la pajarita frente al espejo y se pasó una mano por el pelo, perfectamente peinado hacia atrás.
—Encuentro de mal gusto tu insistencia en sacar el tema de mi muerte, Nick —dijo en tono ofendido—. Y precisamente esta noche. Cumplir los setenta ya es bastante deprimente como para que encima te dediques a recordarme que el tiempo no deja de pasar.
—No es nada personal —dijo Nick—. Sé que es un tema aburrido, pero lo cierto es que Alnburgh no sobrevivirá a los impuestos tras tu muerte si no transfieres la propiedad a algún otro. Siete años es…
Ralph lo interrumpió con una amarga risa.
—Cuando dices «algún otro» te refieres a ti, ¿no? ¿Y qué me dices de Tom?
Nick recordó de nuevo las palabras de su madre: «Alnburgh es tuyo, Nick. No dejes que nadie diga nunca lo contrario».
Apretó los puños en los bolsillos del pantalón de su esmoquin. La experiencia le había enseñado que cuando Ralph tomaba aquella actitud lo mejor era responder con la máxima indiferencia.
—Tom no es el heredero lógico.
—Yo no estoy tan seguro de eso —replicó Ralph con ironía—. Lo más probable es que Tom viva otros sesenta o setenta años, y te aseguro que yo tengo intención de durar muchos años más que siete. Dado el trabajo que tienes, creo que eres tú el que más está tentando la suerte en ese aspecto. Recuerda lo que le pasó a mi querido hermano Leo. Nunca regresó de las Malvinas.
Nick ya había notado que su padre había bebido e iba camino de emborracharse, lo que implicaba que cualquier otro intento de persuasión por su parte sería contraproducente.
—Transfiéresela a Tom si quieres —dijo, y se encogió de hombros antes de tomar el periódico que había sobre la mesa de café—. Eso sería mejor que no hacer nada, aunque no estoy seguro de que te lo agradeciera, ya que odia estar aquí tanto como Tatiana. Además, así correría aún más riesgo de caer en manos de cazafortunas como la chica que ha traído este fin de semana.
La ceremonia de entrega de medallas a la que había asistido el día anterior estaba en primera plana. Nick se preguntó si su padre la habría visto y habría decidido no decir nada.
—¿_________? —Ralph se volvió—. A mí me pareció bastante encantadora. Y es preciosa. Tom ha elegido bien.
—Pero no parece haber tenido en cuenta el hecho de que a ella le importa tres pitos —comentó Nick mientras volvía a dejar el periódico.
—¿Estás celoso, Nick? —dijo Ralph con auténtica malicia—. Crees que deberías ser tú el que se llevara a todas las chicas guapas, ¿verdad? Casi me atrevería a decir que la quieres para ti, como…
Tom entró en aquel momento y Ralph se interrumpió bruscamente.
—¿Como qué? —dijo Nick con suavidad.
—Nada —cuando Ralph se volvió hacia Tom, la hostilidad de su rostro desapareció por completo—. Estábamos hablando de ti y de _________.
Tom sonrió mientras se acercaba al mueble bar.
—Es preciosa, ¿verdad? Y tiene mucho talento. Es una gran actriz.
Con su esmoquin y el pelo recién mojado por la ducha, Tom no parecía tener más de quince años, pensó Nick, cuya hostilidad hacia _________ Greenham no hizo más que aumentar.
—Ya me he fijado —dijo mientras se encaminaba hacia la puerta. Antes de salir se volvió hacia su padre—. Recuerda lo que te he dicho sobre la transferencia de la propiedad. Ah, y le he prometido a Thomas que yo me ocuparía del vino para esta noche. ¿Tienes alguna preferencia?
—Hay un vino excelente del año veintinueve… aunque, pensándolo bien, abre algunas botellas del setenta y uno —su sonrisa tuvo un matiz retador—. Reservemos lo realmente bueno para cuando cumpla los cien años, ya que pienso seguir por aquí para celebrarlo.
Nick masculló una maldición mientras se alejaba. Ya que no había logrado convencer a su padre sobre la necesidad de transferir el castillo, esperaba tener más éxito en lo referente a _________ Greenham.
CariitoJonas15
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
pobre Nick :(
Siento que su padre no lo quiere y que lo detesta
En cambio a Tom si lo quiere y hace diferencias
Que feo :x
Siguela!!!
Siento que su padre no lo quiere y que lo detesta
En cambio a Tom si lo quiere y hace diferencias
Que feo :x
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
UUUUHHHH!!!!
NICK.. NICK ... NICKITOOOO!!!
TE DARAS DE TOOOOOPEEESSS CUANDO DESCUBRAS LA VERDAD!!!!
JEJEJE SIGUELAA PORFIISS
NICK.. NICK ... NICKITOOOO!!!
TE DARAS DE TOOOOOPEEESSS CUANDO DESCUBRAS LA VERDAD!!!!
JEJEJE SIGUELAA PORFIISS
chelis
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
Capitulo 6, parte 3
Afortunadamente, no se había comido toda la lasaña en el almuerzo, reflexionó _________ mientras subía la cremallera lateral de su vestido negro. Habría sido mejor que se lo hubiera probado en la tienda. Al parecer, todos los cruasanes y el pan que había comido en París le estaban pasando factura.
No había un espejo de cuerpo entero en su habitación, pero tampoco lo necesitaba para saber el terrible aspecto que tenía con aquel severo y horrible vestido sin mangas y en forma de tubo que le llegaba a los tobillos. Afortunadamente tenía una raja lateral, lo que significaba que al menos podría caminar sin parecer una geisha. Y también contaba con la secreta satisfacción de saber que llevaba una ropa interior realmente sexy bajo aquel vestido.
Se dio la vuelta para ver la parte trasera y soltó una risotada al ver la etiqueta del precio colgando de uno de los tirantes. Habiendo vivido en un autobús, siempre iba a costarle aparentar tener clase y dinero, como no dejaron de recordarle Olympia Rothwell Hyde y sus secuaces cuando estaba en el colegio. Tiró de la etiqueta, pero no logró arrancarla. T ras un nuevo intento se convenció de que iba a necesitar unas tijeras, algo que no tenía.
Se mordió el labio. Tom ya había bajado, pero ella no podía presentarse así ante Tatiana, que sin duda luciría un modelo de diseñador e iría cargada de joyas. No le iba a quedar más remedio que escabullirse hasta la cocina para ver si la aterradora señora Daniels, la cocinera que le había presentado Tom aquella mañana, tenía alguna.
Ya más familiarizada con los recovecos del castillo, se encaminó hacia las escaleras traseras que llevaban a la cocina. El sonido de sus tacones resonó en las paredes de piedra mientras bajaba. La pared acristalada que separaba el pasillo de la cocina estaba cubierta de vapor, aunque podía verse que los dominios de la señora Daniels habían sido tomados por una legión de uniformados cocineros. _________ recordó que Tom había mencionado que tanto la señora Daniels como Thomas, el mayordomo, tenían la noche libre. Se dio la vuelta para regresar por donde había llegado cuando una resonante voz le hizo detenerse en seco.
—¿Buscas algo?
_________ sintió que el corazón se le subía a la garganta al ver a Nick en el umbral de la puerta de una de las habitaciones que daba al pasillo. Sus miradas se encontraron y, por un instante, _________ creyó captar un breve destello de emoción en la de Nick, aunque no supo interpretar si fue de desagrado o de otra cosa.
—Estaba buscando a la señora Daniels —dijo con voz estrangulada, como si acabaran de atraparla haciendo algo malo—. Quería pedirle unas tijeras.
—Es un alivio saberlo —la sonrisa de Nick fue apenas perceptible—. Supongo que eso significa que no voy a tener que decirte que llevas colgando la etiqueta del precio del vestido en la espalda.
_________ sintió que se ruborizaba, algo que no solía sucederle a menudo. Carraspeó antes de contestar.
—No.
—Tal vez yo pueda ayudarte. Sígueme.
_________ agradeció el punzante sonido de sus tacones sobre la piedra, pues enmascaró los frenéticos latidos de su corazón. Nick tuvo que agachar la cabeza para pasar por la puerta y _________ lo siguió al interior de una bodega cuyas estanterías estaban llenas de botellas. Había una mesa con más botellas y junto a estas un cuchillo y un paño manchado. Nick tomó el cuchillo.
—¿Qué… qué estás haciendo? —preguntó _________ mientras veía cómo limpiaba la hoja del cuchillo con el paño.
—Decantar el vino.
—¿Para qué? —_________ se esforzó por mantener una conversación razonable, pero su mente se vio invadida por fragmentos del artículo del periódico que acababa de leer, haciéndole imposible pensar con claridad. «Entrega y dedicación al deber, situaciones de extremo riesgo personal». Era como si alguien hubiera tomado la imagen que se había hecho de él y la hubiera roto en mil trocitos con los que se componía una imagen totalmente distinta.
—Para librar al vino del sedimento. La botella que acabo de abrir vio la luz hace más de ochenta años.
_________ dejó escapar una risita.
—¿Y no ha pasado ya su fecha de caducidad?
—Como muchas otras cosas, mejora con el paso del tiempo —Nick tomó a _________ por los hombros con sorprendente delicadeza para que se girara—. ¿Quieres probar un poco?
—¿No es muy caro?
_________ se preguntó por qué sentía como amabilidad la mera falta de hostilidad. Sintió que se le erizaba el vello de la nuca cuando los dedos de Nick rozaron su piel desnuda. Se puso rígida, decidida a no ceder al estremecimiento de deseo que recorrió su cuerpo. Sintió que los pechos le cosquilleaban y que sus pezones presionaban contra la tela del vestido.
—Digamos que podrías comprar varios vestidos como ese por el precio de una botella —murmuró Nick, y _________ sintió su cálido aliento en el cuello. Cerró los ojos, deseando que aquel momento se prolongara para siempre, pero enseguida oyó el ruido del plástico al romperse cuando Nick le quitó la etiqueta.
—Lo cierto es que eso no dice demasiado sobre tu vino —trató de bromear.
—No —Nick tomó una botella de la mesa y sirvió un poco de vino en el decantador—. Es un magnífico vestido. Te sienta bien.
_________ sintió que se le ponía la carne de gallina al escuchar el cumplido.
—Es un vestido muy barato —volvió a reír, incómoda, y se cruzó de brazos para ocultar la evidente protuberancia de sus pezones—. ¿O te referías precisamente a eso al decir que me sienta bien?
—No —contestó Nick con una mirada fría y desapasionada a la vez que le ofrecía el decantador—. Me temo que no tengo ningún vaso, así que tendrás que beberlo directamente de aquí. Tómalo despacio. Aspira antes su aroma.
_________ apenas se sentía capaz de respirar, pero se sentía como si Nick la hubiera hipnotizado, e hizo lo que él dijo.
El vino olía a antiguo, a incienso y veneración, y al instante se vio transportada a la capilla del colegio, donde, arrodillada, tomaba el vino de la comunión mientras trataba de ignorar los susurros de Olympia Rothwell Hyde y sus amigas, que murmuraban que iría al infierno porque todo el mundo sabía que no estaba bautizada, y menos aún confirmada. ¿Qué cura habría querido bautizar a una niña llamada «Verano» Greenham?
Se apartó con brusquedad justo cuando el vino iba a tocar sus labios, de manera que este se deslizó por su barbilla. Nick reaccionó como el rayo y puso la mano bajo su barbilla para que el preciado líquido no cayera al suelo.
—Lo siento —dijo _________—. No pretendía malgastarlo.
—En ese caso, no lo hagamos —susurró Nick y a continuación inclinó la cabeza hacia _________ hasta que sus labios se encontraron.
CariitoJonas15
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
OOOOOOOOOOOOOOOOOOHHHHHHHH!!!!!!!!
YOO QUIERO PROVARR A NICK.. DIIIGOOO A EL VIINOOOO!!!!!!!
YOO QUIERO PROVARR A NICK.. DIIIGOOO A EL VIINOOOO!!!!!!!
chelis
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