Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Fuego Cruzado - NicholasJ&Tu (Adaptación) - TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 5 de 10. • Comparte
Página 5 de 10. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
Re: Fuego Cruzado - NicholasJ&Tu (Adaptación) - TERMINADA
WUUUAAAAUUUU!!!!
AAAIII PERO LO QUE EEELLLOOSS NO SABEN QUE ____ TIENE A NIIIICCCCKK!!! PARA CUIDARLAAAAA!!!!!
AAAII TIENES QUE SEGUIIIIRLAAA
AAAIII PERO LO QUE EEELLLOOSS NO SABEN QUE ____ TIENE A NIIIICCCCKK!!! PARA CUIDARLAAAAA!!!!!
AAAII TIENES QUE SEGUIIIIRLAAA
chelis
Re: Fuego Cruzado - NicholasJ&Tu (Adaptación) - TERMINADA
Omjnplis no la dejes Ahii SIGUELA!!!
Necesito mas caps plis!!
Necesito mas caps plis!!
Karli Jonas
Re: Fuego Cruzado - NicholasJ&Tu (Adaptación) - TERMINADA
Holaaaaaaaaaaaaa!
bueno aqui les traigo todoo lo que resta del capitulo!
:) difruten, gracias por los comentarios, nos leemos mañana! ^.^
:D
Enjoy it!
las leo mañana!
Lu wH!;*
:h:
bueno aqui les traigo todoo lo que resta del capitulo!
:) difruten, gracias por los comentarios, nos leemos mañana! ^.^
Capitulo 7 (Parte 2)
—Nicholas... —gruñó Harry. Este lo sacudió una vez, luego lo soltó. Los tres habían pasado su niñez midiendo a hombres furiosos. Harry supo instintivamente que la tormenta había pasado y que un poco de sentido común había regresado a la cabeza de Nicholas.
Jesús.
Las manos de Nicholas temblaban. ¿Qué coño estaba haciendo? Era Mike, su hermano. Y había querido matarlo.
Pero nadie hablaba de _____(tn) de ese modo, como si sólo fuera una follada ocasional. Especialmente no Mike, que tenía mujeres entrando y saliendo de su cama todas las noches. Mike era del tipo de «ámalas y déjalas». También Nicholas, hasta ahora.
Cuando había sido amado y abandonado. Nicholas y Mike se miraron fijamente el uno al otro, ambos respirando jadeantemente. Mike le debía a Nicholas una disculpa. Y Nicholas le debía... algo.
¿Quién iba a ir primero? Sus miradas eran firmes, las posturas hostiles.
Dos viejos alces retándose. Maldición si Nicholas era el primero en romperse.
El aroma a buen whisky llenó el cuarto.
—Al infierno con esto —dijo Harry, empujando dos vasos de whisky en sus manos—. Atrás, los dos, y bebed. Quizá el alcohol meta algo de sentido común en vuestras calientes cabezas.
Mike había relajado su postura y estaba recobrando el aliento.
—Pero son las diez de la mañana —observó. Mike era un mujeriego, pero tenía sus límites. Siempre decía que nada de alcohol hasta después del mediodía.
—Es por la tarde en Nueva York —dijo Harry y Mike asintió, curvando la mano alrededor del grueso vaso de cristal.
Nicholas dejó salir el aliento. Otro. Miró con indignación a Harry que sostenía la botella, vertiendo el whisky tan rápido que gorgoteó.
—Tranquilo, hombre. Eso cuesta doscientos pavos la botella.
—¿Sí? —se animó Harry—. Entonces me llevaré la botella a casa. Dejarla con vosotros dos es malgastarla.
Se pararon y bebieron el whisky con suspiros satisfechos, la tensión disminuyó mientras el nivel de líquido bajaba en la botella.
Silencio. Mike y Harry miraron a Nicholas. No había censura en sus miradas, ninguna recriminación, lo que estaba fatal, por supuesto, porque Nicholas había actuado como un asno. Y había atacado a su hermano. Deberían estar confabulándose contra él para patearle el culo. Pero no lo hacían. Estaban allí, en silencio, dos hombres fuertes sin decir nada en absoluto, dejando que Nicholas se cociera en su propia salsa.
Nicholas aflojó los hombros, inhaló rápidamente. Tenía que hacerse.
—Lo siento —murmuró a Mike—. Me pasé.
Mike agachó la cabeza, los ojos fijos en la cara de Nicholas.
—Ella significa algo para ti.
Bien, pues. Por supuesto que _____(tn) significaba algo para él, aunque se mordería la lengua antes de decirlo en voz alta. Nicholas no quería decir nada porque al decirlo en voz alta de algún modo... sería hacerlo verdad. Se volvería real, crudo y espantoso. Articulando lo que eran unos locos sentimientos que apenas comprendía. —Bien, digamos que no quiero que los dos cabrones del otro lado de la calle le den una paliza.
Eso calló a Mike. A Harry también. Ambos habían visto mucha brutalidad dirigida contra las mujeres en sus vidas. Sabían lo que era que pegaran a una mujer. Ninguno quería ver a _____(tn) amoratada, con ojos hinchados y huesos rotos.
—Sí —los músculos de la mandíbula de Harry se crisparon. Nicholas supo que pensaba en su madre y su hermana, perdidas en la violencia. Se giró hacia Mike—. Haz lo que tengas que hacer para mantenerla a salvo.
Mike asintió bruscamente.
—Pararé un par de veces. Me aseguraré de que me vean. Me aseguraré de que sepan con quien se están metiendo.
Con la maldita fuerza de la ley de Estados Unidos, con eso. Mike dejó el vaso.
—Entonces. ¿Algún mensaje que quieras que le dé? ¿Algo que deba decirle?
Responde al teléfono, maldita sea. No me excluyas. Habla conmigo. Quiero verte otra vez esta noche, y la noche después de ésta y la siguiente. Ni siquiera he comenzado a sacarte de mi sistema.
La mandíbula de Nicholas se cerró antes de que esas palabras le salieran. La garganta se le apretó y se le secó. No podría haber hablado aunque hubiera querido.
Sacudió la cabeza y Mike salió. Echando una mirada extraña a la cara de Nicholas, Harry se fue también. Sin decir nada o sin analizar la situación, lo que era un milagro.
Estaba solo. Solo en su gran y cara oficina por la que había trabajado tan duramente. Solo con por lo menos tres informes urgentes y peticiones para diez presupuestos para nuevos negocios. Solo con sus jodidos pensamientos.
Estaba retrasado en todo. Debería estar zambulléndose en el trabajo y en vez de eso estaba aquí, jugando con su polla.
Respingó.
No pienses en tu polla.
Demasiado tarde.
Se le levantó, urgentemente, como si no se hubiera pasado la noche follando hasta quemarse el cerebro.
Oh Jesús, sólo el recuerdo de ella era bastante para encenderlo. La cara bajo la suya moviéndose ligeramente arriba y abajo en la cama al ritmo de sus empujes. Esos ojos inmensos azul cobalto mirando los suyos. Nunca había visto ojos de ese color antes, un azul tan intenso que resplandecía.
_____(tn) Pearce era, sin dudas, la mujer más hermosa con la que había follado jamás. La mujer más hermosa que jamás había visto. Pero había habido algo más en la cama entre ellos. Alguna clase de... conexión, por loco que sonara. Había habido intensidad, sí, de una clase que nunca había experimentado antes.
Pero también había habido otras cosas. Cosas para las que no tenía palabras, porque eran nuevas. Pero si le ponías un arma en la cabeza y le forzabas a encontrar una palabra, podría ser cariño.
Aunque era una locura, porque habían pasado la noche follando como conejitos.
Sin embargo, por mucho que hubieran follado, no era suficiente. Ni siquiera se aproximaba a suficiente. La echaba de menos, con fiereza. Echaba de menos su olor, fresco y limpio al principio.
Después, había olido a sexo, por supuesto. Pero de algún modo, sus jugos y los suyos mezclados habían olido bien, realmente bien. Echaba de menos su sonrisa, su inteligencia. Ella le captaba, entendía todo lo que decía. No había habido ninguno de esos malos momentos que Nicholas a menudo experimentaba en las primeras citas donde la mujer no tenía ni el menor indicio sobre lo que él decía. Siempre los había clasificado como esas diferencias hombre-mujer sobre las que hablaban todos esos libros.
Su cromosoma Y le hacía decir cosas que la mujer con dos X no estaba equipada para entender. Y oh, tío, viceversa. Nicholas no podía contar las veces que había escuchado, desconcertado, como la cita del día continuaba y continuaba hablando sobre cosas que apenas comprendía y que no podían importarle menos.
Nada de eso había pasado con _____(tn). Incluso inflamado por la lujuria, en la cena Nicholas encontró que _____(tn) tenía cosas interesantes que decir. Entendía al Líbano, un país que él adoraba.
Cuidar tan intensamente a su padre tenía perfecto sentido para él.
En la cama, era como si le hubiera sido hecha a medida, moviéndose ágilmente a su ritmo. Ni un mal momento, sólo sexo tan intenso que a veces pensó que se desmayaría y aún así al mismo tiempo se divirtió y…. su mente se alejó rápidamente de cualquier definición de los sentimientos que tenía.
Esto era demasiada introspección para él. En resumen… la echaba de menos, la deseaba, no estaba de ninguna manera preparado para dejarla ir.
Si había hecho algo mal, se disculparía.
Si estaba reticente, la convencería. Dejarla estar no era una opción, ni de cerca.
Levantó el teléfono y la llamó otra vez al número de su casa.
—Ha llamado a casa de los Pearce...
_____(tn) estaba sentada en la pequeña despensa de la cocina que había convertido en una oficina casera. Miraba las palabras de la pantalla escuchando sonar el teléfono. Otra vez.
El ama de llaves tenía instrucciones estrictas de dejar que el contestador saltara.
Por la sospechosa mirada ceñuda que le echó, Manuela claramente pensaba que era alguien a quien _____(tn) le debía dinero. No es que no hubiera un montón de esos.
El contestador hizo clic, dio su discursito sobre que no estaban en casa y volvió a hacer clic.
—_____(tn) —dijo una voz grave—. Cógelo. Ella apagó todo y lo desconectó de la pared. Nicholas había pasado de mensajes indecisos al principio de la mañana, con un montón de por favores, a un tono perentorio.
Mañana. Mañana iría a la oficina, llamaría a su puerta y hablaría con él, de adulto a adulto. Hoy no. Ay Dios, no, no podía enfrentarse a él hoy. No sin haber dormido y después de la experiencia sexual más intensa de su vida, que la había dejado tan temblorosa y desequilibrada.
Sólo de escuchar su voz profunda dejando mensajes hacía que se le tensaran los músculos del estómago y le temblaran los muslos. Y peor.
Una vez _____(tn) había compartido habitación con una chica graciosa y lista de Seattle que tenía una vida sexual loca y salvaje. Había llamado mucho la atención en la universidad, básicamente yéndose a la cama con cualquiera que tuviera el equipamiento adecuado. Cuando un hombre la atraía particularmente, le susurraba a _____(tn): «Uau, ese tío me hace chorrear».
_____(tn) no la había entendido verdaderamente hasta ahora. Ahora sabía exactamente de lo que Sharon había estado hablando.
Escuchar la voz de Nicholas soltaba olas de humedad a su sexo, era embarazoso. Como si su cuerpo se estuviera preparando para que entrara por su puerta y la lanzara sobre el sofá. ¡Sólo de escuchar al hombre dejar un maldito mensaje en su contestador automático!
Miró la pantalla, palabras incomprensibles navegaban delante de ella.
Un informe sobre una reunión de directores de un banco de Luxemburgo. Algo que podría hacer con los ojos cerrados, aunque por lo visto hoy no, mientras seguía maldita con los retazos de lujuria de la noche anterior.
Suspiró, impaciente. El informe tenía que entregarlo mañana y estaba sólo a mitad. Le pagaban un buen dinero, más del precio del mercado. Si quería que el banco fuera su cliente, tenía que entregar la traducción para el día siguiente.
Se obligó a sentarse recta, a concentrarse. Releyó el párrafo por millonésima vez y finalmente empezó a teclear, obligándose a concentrarse en la traducción y no en Nicholas Jonas.
—¿Querida? —la temblorosa voz cortó la atención de _____(tn). Suspiró y se levantó de su zona de trabajo.
—Ya voy, papa —le dijo. Ésta era una de las razones por las que no podía trabajar desde casa. La llamaba miles de veces al día. Aunque tenían un ama de llaves y una enfermera diplomada que se pasaba por casa dos veces al día, si _____(tn) estaba por ahí, Bryan Pearce quería a su hija.
_____(tn) sabía el porqué. Manuela era una excelente cocinera, mantenía la casa brillante y lucía una perpetua sonrisa, pero no sabía cómo manejar a su padre. Una vez había insistido en ayudarle a levantarse y se le había caído al suelo.
La enfermera que se pasaba dos veces al día era súper eficiente, pero jamás había sonreído en su vida. Ciertamente no en presencia de _____(tn).
_____(tn) había aprendido a manejar físicamente a su padre. Jamás lo dejaba caer, sabía exactamente qué músculos estaban doloridos y cómo masajearlos, podía vestirlo sin problemas y rápidamente. También se preocupaba de sonreír, de estar animada, sin importar lo duro que le resultara. Lo malo de eso era que cuando estaba en casa, Nicholas la quería a ella y sólo a ella, a su lado. _____(tn) lo entendía completamente. Si se lo pudiera permitir, se habría dedicado exclusivamente a su padre en los últimos meses de su vida.
Por desgracia, no se lo podía permitir. El oncólogo había mencionado un increíble, nuevísimo y caro tratamiento que no le curaría pero que posiblemente detendría la progresión de la enfermedad. _____(tn) había metido a su padre en el protocolo de experimentación y estaba esperando a que lo llamaran.
La nueva medicación costaría casi mil quinientos dólares al mes y el protocolo duraba tres meses.
Wordsmith iba bien, incluso con la bajada. Estaba adquiriendo nuevos clientes cada semana. Estaba creciendo, ganando más dinero cada mes. Pero los gastos subían también cada mes en una horrible espiral.
Su padre estaba en su silla de ruedas en la sala de estar con un gran libro abierto sobre su regazo. Levantó la cabeza cuando la vio y sonrió.
—Ah, querida, ahí estás. Parece que hay menos luz, ¿podrías abrir un poco más las cortinas?
Su paso y su sonrisa decayeron. Había mucha luz en la habitación.
Los doctores le habían dicho que el celebro de Bryan Pearce estaba «salpicado» con tumores, a ambos lados. Demasiados para contarlos. Y uno le estaba presionando el nervio óptico. A veces su visión se oscurecía, a veces de golpe. Eso lo aterrorizaba.
_____(tn) abrió del todo las cortinas y encendió la lámpara de pie, colocando la luz sobre su regazo, apoyando una mano sobre su hombro para que pudiera sentir su tacto.
—¿Mejor, papá?
—Oh, sí, querida. Gracias —levantó una mano y la colocó sobre la suya—. Eres tan buena conmigo.
Lo único que le quedaba era su voz: profunda, fuerte, estable. Las lágrimas le escocían en los ojos. Le apretó el hombro ligeramente y abrió la boca para preguntarle cómo le iba en su lectura de la historia definitiva del Japón medieval, cuando sonó el timbre de la puerta.
Frunciendo el ceño, _____(tn) fue hacia la puerta de la entrada delantera. A través de las ventanas laterales pudo ver un coche de policía aparcado delante de su casa.
Ay Dios, y ahora ¿qué?
El hombre que estaba de pie en su porche había estado observando la casa al otro lado de la calle. Se volvió y se sacó las gafas de aviador para revelar unos penetrantes ojos azules. Ojos ferozmente inteligentes. Iba vestido con el uniforme de policía azul oscuro con, ¡ay Dios mío!, un chaleco antibalas. Y más o menos una tonelada de ferretería colgando de su cinturón y algunas cosas parecían sospechosamente armamento. Y una enorme funda lateral atada a su muslo donde llevaba una gran pistola negra que definitivamente era armamento.
Abrió la puerta.
No era mucho más alto que ella, pero jamás había visto hombros tan anchos como los suyos. Todo en él era amplio, fuerte e implacable.
—¿Es usted _____(tn) Pearce?
—Sí —contestó—. Sí, lo soy. ¿Sucede algo, oficial?
—No, señora, para nada. Mi nombre es Mike Keillor, del departamento de policía de San Diego. Un amigo mutuo, Nicholas Jonas, me pidió que me pasara por aquí. Que hiciera sentir mi presencia —se detuvo, mirándola tan intensamente como si se estuviera dando un paseo por dentro de su cabeza.
La mención del nombre de Nicholas la sobresaltó, la desconcertó tanto que casi no pudo oír el resto de la frase. Le dio al rebobinar y oyó lo que le había dicho de nuevo, ordenando sus ideas.
Nicholas había dicho...
—¡Ah! —¡claro! Nicholas había enviado a su amigo policía, el hombre que era como un hermano para él, para intimidar a los asquerosos del otro lado de la calle. Aunque el efecto al completo no serviría para nada si no estaban en casa—. Sí, muchas gracias. —No decía nada, sólo estaba de pie allí, mirándola. _____(tn) se resistió a la necesidad de retorcerse las manos. Desde la infancia se le había entrenado para tratar con lo inesperado, incluso con encuentros incómodos, pero todo su savoir-faire la abandonó.
Sólo oír mencionar a Nicholas Jonas la aturullaba tanto que la buena educación salía directamente por la ventana.
Dio un paso atrás, manteniendo la puerta abierta.
—Por favor, entre, oficial. ¿O es sargento? —Una vida entera en los cuerpos diplomáticos le habían enseñado la importancia de conocer bien los títulos.
—Sería sargento, sí, señora. Pero por favor, llámeme sólo Mike.
—De acuerdo, Mike. ¿Querría venir a la sala de estar?
Él hizo un gesto agachando la cabeza.
—Gracias, señora. Pero primero, voy a volver al coche patrulla y a sacar mi arma larga. Voy a hacerlo lentamente, para que quien sea que esté observando desde enfrente comprenda que voy en serio.
—Nicholas... —Dios, era difícil hasta decir su nombre—. Nicholas dijo que esos dos hombres que me están... molestando se detendrían ante usted. Así lo espero. También espero que estén observando ahora mismo, o si no todo esto será para nada.
—Están observando, sin duda —la voz de Mike era mortífera—. Segunda planta, tercera ventana desde la derecha.
Los ojos de _____(tn) volaron a la ventana en cuestión. Parpadeó. Había unas cortinas venecianas andrajosas cerradas sobre la ventana. Y, sí, un agujerito creado por alguien que mantenía las varillas ligeramente abiertas. Tenías que mirar detenidamente para verlo.
Se giró y caminó lentamente hacia el coche de patrulla. En la súper amplia espalda de color azul estaban impresas grandes letras blancas. SWAT.
Él se inclinó sobre el coche y sacó un rifle. Un arma grande y fea que se veía como que esto iba muy, muy en serio. Una vez hubo cerrado la puerta del coche, se quedó de pie, dándole la espalda a ella, mirando fijamente enfrente, a la casa de sus némesis. Sosteniendo esa gran arma con completa familiaridad, como una madre sostendría a su hijo.
Finalmente se volvió y caminó de nuevo a su casa, siguiéndola adentro. Una vez la puerta estuvo cerrada, apoyó el arma de pie en una esquina, diciendo:
—No está cargada, señora. Pero eso ellos no lo saben —y se quedó de pie tranquilamente, con sus imposiblemente anchos hombros y las manos enlazadas simplemente sobre su entrepierna.
Había visto a miles de guardas marines en las embajadas de todo el mundo para comprender ese gesto. Nicholas había mencionado que Mike había estado en la marina, pero incluso ni no lo hubiera hecho, ese gesto era imposible de no reconocer.
—¿Estuvo usted en los marines, sargento Keillor? ¿Mike? Él pareció asombrado.
—Sí, señora, seis años.
Ella sonrió ligeramente. Le habían encantado los marines de las embajadas, siempre tan educados y sensatos y total y completamente competentes. A diferencia de la mayoría de los oficiales políticos.
—¿Tiene tiempo para tomar una taza de café, sar... Mike?
La miró fijamente con una luz feroz en sus ojos azules.
—Sí, señora. Gracias, señora. Necesito quedarme el tiempo suficiente para establecer que somos amigos, que tiene a un oficial de policía cuidándola.
Llamó al ama de llaves. Manuela apareció en la entrada, sonriendo, secándose las manos en su delantal. —Manuela, ¿podrías servirnos café en la sala, por favor?
—Sí, señora.
Ella se giró hacia Mike.
—Venga a la sala, entonces, y tomaremos nuestro café.
Su padre se había quedado dormido en su silla de ruedas. El oficial la miró como preguntando. _____(tn) sonrió.
—No se preocupe por mi padre. No le molestaremos. Los ruidos de la casa no le despiertan.
Al final el dolor lo despertaría, como solía pasar. Por ahora, si estaba durmiendo, el dolor se aligeraría. Necesitaba ese descanso. Observó su dormido rostro. La piel ahora colgaba de sus hermosos huesos como un vestido demasiado grande. Su cabeza, una vez llena de magnífico cabello negro, estaba calva, con sólo algunos mechones aquí y allá, debido al efecto de la última sesión de radioterapia en la cabeza.
Durante el día, su padre ponía cara de valiente, pero lo que sentía estaba allí, no oculto, en el hombre dormido. Estaba exhausto y dolorido y se veía.
Muriéndose, pensó con una punzada.
_____(tn) se volvió hacia su invitado y le indicó una silla. Mike Keillor se sentó suavemente, la espalda recta, las manos sobre las rodillas. _____(tn) se sentó en el sofá, frente a él.
Tenía que enfrentarse a eso.
—Así que. Um. ¿Nicholas le envió? —Sí, señora. Dijo que usted tenía problemas con dos jodid… tipos que estaban escalando.
—¿Cómo ha dicho?
—Escalando. Volviéndose violentos. Es un proceso y es siempre el mismo. Apuesto a que empezaron a molestarla observándola, luego gritando insultos o invitaciones soeces. ¿Estoy en lo cierto?
Ella suspiró.
—Sí, desde el día en que se trasladaron al otro lado de la calle. Cada vez que salía de la casa, parecían estar allí.
—Porque la estaban observando. Pero después de un tiempo no fueron sólo palabras, ¿verdad? Probablemente hubo gestos. Y los gestos se volvieron más y más crudos. Entonces bajaron a su porche. Luego llegaron hasta el límite de la propiedad.
_____(tn) lo miró fijamente.
—Sí, exactamente eso. ¿Cómo lo supo? —Volvió a pensar en su conversación con Nicholas—. Nicholas se lo contó.
—No, señora, no fue necesario. Es un comportamiento tan previsible como las estaciones. Nicholas dijo que tocaron su coche, ¿es correcto?
Al recordarlo, _____(tn) sintió un escalofrío.
—Sí. Bueno, uno de ellos lo hizo. Sólo dio un golpecito en la ventana del coche pero... me asustó —soltó una medio risa—. He vivido en países del tercer mundo, normalmente no soy tan miedica.
Él endureció la mandíbula.
—No es usted miedica, señora. En absoluto. El siguiente paso es tocarla a usted, y una vez lo hagan, no se detendrán. Nicholas reconoció eso. Y por eso me envió. Créame, este comportamiento lo hemos visto una y otra vez. Son matones cuando sienten que alguien es más débil que ellos. Pero en su interior, son cobardes. No querrán liarse con la policía. Seguiré viniendo. Tal vez tengamos alguna charlita. Sacarles la mierda de un susto —hizo una inclinación de cabeza—. Disculpe el lenguaje.
Sacarles la mierda de un susto le sonaba perfecto. De hecho, fantástico.
Sentado ahí, ancho, cuadrado y duro como el infierno, de hecho daba miedo mirarlo. Peligroso. No para ella, si no para cualquiera que fuera un enemigo. Aquellos músculos pesados se movían con gracia atlética. Era un SWAT. Sabía manejar las armas más que bien. Asqueroso 1 y Asqueroso 2 podían intentar atacar a una mujer, pero no con este nivel de protección. Se pondría a sí mismo y a cualquier recurso del departamento de policía a disposición de ella.
Sencillamente la ponía a salvo.
Una profunda tensión interior se disolvió. Ni siquiera había admitido para sí misma lo mucho que los Asquerosos la asustaban. Cuánto tenía que fortalecerse para salir por la puerta de su casa cada mañana.
_____(tn) sonrió.
—Bueno, pues muchas, muchas gracias, Mike. Debo decir que me siento aliviada. Hasta ahora no han hecho nada que pudiera reportar, y la mitad del tiempo pensaba que estaba exagerando su importancia en mi cabeza, pero tiene usted razón. Imagino que sentía que un día harían algo... violento.
—Habrían hecho algo violento, y pronto. Cuente con ello. Pero me aseguraré de que capten el mensaje. Si la lían con usted, estarán en la mier… graves problemas — sus ojos azules se quedaron fijos en los de ella—. Y no me lo agradezca a mí, señora. Agradézcaselo a Nicholas. Es el que me envió. Es el que la está poniendo a usted a salvo.
El corazón de _____(tn) empezó a latir con fuerza cuando una ola de calor la recorrió por completo. Ay Dios mío. ¿Él lo sabía? ¿Había algo en su cara que revelara que había pasado la noche haciendo el amor frenéticamente con Nicholas Jonas? ¿Y que lo había estado evitando toda la mañana?
—Ah… —comenzó a decir, soltando un graznido.
—Señora. El café está listo.
Agradecida, _____(tn) se giró. Manuela estaba de pie en la entrada con una bandeja que tenía una cafetera con su café de calidad internacional y tres tazas, Dios la bendijera. Si su padre se despertaba, le apetecería una taza. Manuela puso la bandeja en la mesita de café y _____(tn) se inclinó hacia delante, echándole una mirada interrogativa a Mike.
—Negro, sin azúcar, señora.
Ella sonrió.
—El café de Manuela es tan fuerte como para levantar a los muertos, Mike. ¿Seguro que no quiere azúcar? Y por favor, llámeme _____(tn).
—No, cuanto más fuerte, mejor. Me gusta el sabor amargo en el café. Me recuerda al campo de batalla.
Relajó un poco sus hombros al aceptar la pequeña taza. Parecía diminuta en sus enormes manos.
Bueno, ella no era un marine. Añadió dos cucharadas de azúcar bien colmadas y removió, observándolo mientras se bebía el café de un trago. Sus ojos se abrieron de par en par. No es que pudiera afirmar que le había hecho
sacar pelo en el pecho, porque él ya tenía de eso. Se notaban mechones espesos de vello oscuro a través del cuello en forma de V, pero sin duda alguna el pelo se le arreció.
—Sí, es verdad —dijo sonriente.
—Manuela es cubana, y su corto es famoso en un par de países.
Tal vez fue el olor del café de Manuela, tal vez el sol que se había alzado en el cielo, disparando un cálido rayo de luz sobre su regazo. Por lo que fuera, su padre bufó ligeramente y se despertó. Levantó la cabeza y la giró.
—¿Querida?
El corazón de _____(tn) se hundió. Su voz se había vuelto débil, temblorosa, un signo de que el dolor estaba llegando. No inmediatamente, pero sí pronto.
Ella se levantó, taza de café en mano.
—Aquí tienes, papá —le puso la taza en la mano, su propia mano agarrándola debajo de la de él por si la derramaba, su otra mano ligeramente apoyada en su hombro, para darle confianza. La fuerza en su agarre era errática. A veces no podía sostener las cosas—. El mejor de Manuela. Bébelo. Si lo pides amablemente, me imagino que tendrá algunos pasteles en la cocina.
_____(tn) pegó una sonrisa en su rostro, pretendiendo no darse cuenta de los huesos de pajarillo del hombro debajo de su mano. O de su temblorosa mano mientras se llevaba la taza a la boca. O del sonido de su respiración, fuerte en la silenciosa habitación. El esfuerzo de sostener la taza hasta su boca era enorme.
Su padre había sido un hombre tan guapo. La gente giraba la cabeza cuando él entraba en los sitios, incluso aunque no supieran quién era él. Tenía ese aire como de realeza, un aristócrata natural.
Ahora estaba confinado a una silla de ruedas, a menudo con dolor y a penas era capaz de alimentarse a sí mismo.
Estaba muriéndose.
Le estaba rompiendo el corazón.
Mike se había levantado, haciendo otra vez eso de espalda recta, hombros cuadrados, manos sobre la entrepierna. Su padre le echó un vistazo y lo caló al instante. —¿Marine, joven?
_____(tn) se apresuró a hacer las presentaciones.
—Papi, este es Mike Keillor, antiguo marine. Buena suposición, sigues teniendo un ojo estupendo. Ahora está en el departamento de policía de San Diego. Es amigo de un amigo mío. Mike, éste es mi padre, el embajador Bryan Pearce —le disparó a Mike una mirada dura. No te atrevas a mencionar el verdadero motivo por el que estás aquí. Lo mataría con sus manos desnudas, hubiera chaleco antibalas o no, si le decía que estaba allí para echar a unos buscalios. Lo último que su padre necesitaba era preocuparse por ella y su seguridad.
Mike asintió casi imperceptiblemente.
—Encantado de conocerle, señor. Sólo me pasé para saludar a _____(tn). Su padre se llevó la taza a la boca de nuevo con manos temblorosas, la mano de _____(tn) estaba debajo de la suya para que pudiera dar un trago. A él le encantaba el café de Manuela. Ella les había preguntado a los doctores qué podía comer y beber. Su oncólogo, un ser humano sabio, le dijo que le dejara tener sus placeres durante tanto tiempo como fuera posible.
_____(tn) había entendido muy bien lo que el amable oncólogo estaba diciendo. No habría diferencia. Igualmente moriría pronto. Dejadle disfrutar de lo que pueda mientras pueda.
_____(tn) le daba a su padre lo que quisiera, cuando lo quisiera, feliz si él podía disfrutar de algo.
Así que le dejaba tomarse el café de Manuela y los Calvados que había aprendido a amar en Francia y sus cigarros cubanos, tan a menudo como quisiera, y estaba feliz de que a él le hicieran feliz.
Los temblores iban a peor. No era sorprendente. Todo en él iba a peor. Día a día. _____(tn) acunó la barbilla de su padre, brevemente, y luego, parpadeando para contener las lágrimas, se inclinó para besarle en lo alto de la cabeza. Algo que hacía miles de veces al día. Era un milagro que no tuviera un punto más brillante ahí por todos esos besos suyos.
Se enderezó y se volvió hacia Mike Keillor. La estaba mirando con una intensidad peculiar que no pudo descifrar.
—¿Me acompañarías al coche, _____(tn)? —le preguntó él. No había movido de su posición de descanso.
Ella parpadeó.
—Claro.
Fuera, junto al coche patrulla, se volvió hacia ella.
—Necesitaré que me des un abrazo. Tal vez un beso en la mejilla. Quiero que capten el mensaje de que somos verdaderamente buenos amigos.
Ah. Eso tenía lógica.
_____(tn) se inclinó y puso sus brazos en sus hombros. Rodearle los hombros hubiera sido imposible, eran demasiado anchos. Le parecía como si no hubiera diferencia entre la dura sensación de su chaleco antibalas y la dura sensación de los músculos de sus hombros.
Había sostenido a un hombre como ese entre sus brazos toda la noche.
_____(tn) besó las mejillas de Mike y estuvo de pie durante un momento, con los brazos sobre sus hombros. —Me pasaré de nuevo mañana por la mañana. Si te molestan de nuevo, házmelo saber. Incluso si te observan, dímelo —la voz de Mike era sombría, el rostro tenso y tenía profundas hendiduras en sus mejillas—. Y mañana te traeré un spray de pimienta y un silbato de la policía. Quémales los ojos y déjalos sordos si intentan algo.
Estaba haciendo verdaderos esfuerzos por ella. Tenía la sensación de que los Asquerosos se lo pensarían dos veces antes de molestarla de nuevo.
_____(tn) sonrió.
—De verdad que aprecio todo esto, Mike. Muchas gracias.
Él apretó la mandíbula.
—Como ya dije, no me lo agradezcas a mí, agradéceselo a Nicholas. Es el que me envió. Está preocupado por ti.
_____(tn) se paralizó, sintiendo otra ola de calor recorrerla. ¿Qué decir a eso? Abrió la boca y la cerró, completamente incapaz de hablar. Nicholas la estaba cuidando y ella lo estaba evitando porque no tenía ni la más mínima idea de cómo tratar con él.
Haciendo un esfuerzo enorme, no se retorció las manos.
Mike seguía quieto, silencioso, observándola.
—Sí, humm —dijo finalmente. ¡Dios!—. ¿Le darás las gracias a Nicholas de mi parte?
—No, señora, creo que deberías hacerlo tú misma. —Inclinando la cabeza, se tocó la frente con un dedo a modo de saludo, se subió al coche patrulla y se fue.
Jesús.
Las manos de Nicholas temblaban. ¿Qué coño estaba haciendo? Era Mike, su hermano. Y había querido matarlo.
Pero nadie hablaba de _____(tn) de ese modo, como si sólo fuera una follada ocasional. Especialmente no Mike, que tenía mujeres entrando y saliendo de su cama todas las noches. Mike era del tipo de «ámalas y déjalas». También Nicholas, hasta ahora.
Cuando había sido amado y abandonado. Nicholas y Mike se miraron fijamente el uno al otro, ambos respirando jadeantemente. Mike le debía a Nicholas una disculpa. Y Nicholas le debía... algo.
¿Quién iba a ir primero? Sus miradas eran firmes, las posturas hostiles.
Dos viejos alces retándose. Maldición si Nicholas era el primero en romperse.
El aroma a buen whisky llenó el cuarto.
—Al infierno con esto —dijo Harry, empujando dos vasos de whisky en sus manos—. Atrás, los dos, y bebed. Quizá el alcohol meta algo de sentido común en vuestras calientes cabezas.
Mike había relajado su postura y estaba recobrando el aliento.
—Pero son las diez de la mañana —observó. Mike era un mujeriego, pero tenía sus límites. Siempre decía que nada de alcohol hasta después del mediodía.
—Es por la tarde en Nueva York —dijo Harry y Mike asintió, curvando la mano alrededor del grueso vaso de cristal.
Nicholas dejó salir el aliento. Otro. Miró con indignación a Harry que sostenía la botella, vertiendo el whisky tan rápido que gorgoteó.
—Tranquilo, hombre. Eso cuesta doscientos pavos la botella.
—¿Sí? —se animó Harry—. Entonces me llevaré la botella a casa. Dejarla con vosotros dos es malgastarla.
Se pararon y bebieron el whisky con suspiros satisfechos, la tensión disminuyó mientras el nivel de líquido bajaba en la botella.
Silencio. Mike y Harry miraron a Nicholas. No había censura en sus miradas, ninguna recriminación, lo que estaba fatal, por supuesto, porque Nicholas había actuado como un asno. Y había atacado a su hermano. Deberían estar confabulándose contra él para patearle el culo. Pero no lo hacían. Estaban allí, en silencio, dos hombres fuertes sin decir nada en absoluto, dejando que Nicholas se cociera en su propia salsa.
Nicholas aflojó los hombros, inhaló rápidamente. Tenía que hacerse.
—Lo siento —murmuró a Mike—. Me pasé.
Mike agachó la cabeza, los ojos fijos en la cara de Nicholas.
—Ella significa algo para ti.
Bien, pues. Por supuesto que _____(tn) significaba algo para él, aunque se mordería la lengua antes de decirlo en voz alta. Nicholas no quería decir nada porque al decirlo en voz alta de algún modo... sería hacerlo verdad. Se volvería real, crudo y espantoso. Articulando lo que eran unos locos sentimientos que apenas comprendía. —Bien, digamos que no quiero que los dos cabrones del otro lado de la calle le den una paliza.
Eso calló a Mike. A Harry también. Ambos habían visto mucha brutalidad dirigida contra las mujeres en sus vidas. Sabían lo que era que pegaran a una mujer. Ninguno quería ver a _____(tn) amoratada, con ojos hinchados y huesos rotos.
—Sí —los músculos de la mandíbula de Harry se crisparon. Nicholas supo que pensaba en su madre y su hermana, perdidas en la violencia. Se giró hacia Mike—. Haz lo que tengas que hacer para mantenerla a salvo.
Mike asintió bruscamente.
—Pararé un par de veces. Me aseguraré de que me vean. Me aseguraré de que sepan con quien se están metiendo.
Con la maldita fuerza de la ley de Estados Unidos, con eso. Mike dejó el vaso.
—Entonces. ¿Algún mensaje que quieras que le dé? ¿Algo que deba decirle?
Responde al teléfono, maldita sea. No me excluyas. Habla conmigo. Quiero verte otra vez esta noche, y la noche después de ésta y la siguiente. Ni siquiera he comenzado a sacarte de mi sistema.
La mandíbula de Nicholas se cerró antes de que esas palabras le salieran. La garganta se le apretó y se le secó. No podría haber hablado aunque hubiera querido.
Sacudió la cabeza y Mike salió. Echando una mirada extraña a la cara de Nicholas, Harry se fue también. Sin decir nada o sin analizar la situación, lo que era un milagro.
Estaba solo. Solo en su gran y cara oficina por la que había trabajado tan duramente. Solo con por lo menos tres informes urgentes y peticiones para diez presupuestos para nuevos negocios. Solo con sus jodidos pensamientos.
Estaba retrasado en todo. Debería estar zambulléndose en el trabajo y en vez de eso estaba aquí, jugando con su polla.
Respingó.
No pienses en tu polla.
Demasiado tarde.
Se le levantó, urgentemente, como si no se hubiera pasado la noche follando hasta quemarse el cerebro.
Oh Jesús, sólo el recuerdo de ella era bastante para encenderlo. La cara bajo la suya moviéndose ligeramente arriba y abajo en la cama al ritmo de sus empujes. Esos ojos inmensos azul cobalto mirando los suyos. Nunca había visto ojos de ese color antes, un azul tan intenso que resplandecía.
_____(tn) Pearce era, sin dudas, la mujer más hermosa con la que había follado jamás. La mujer más hermosa que jamás había visto. Pero había habido algo más en la cama entre ellos. Alguna clase de... conexión, por loco que sonara. Había habido intensidad, sí, de una clase que nunca había experimentado antes.
Pero también había habido otras cosas. Cosas para las que no tenía palabras, porque eran nuevas. Pero si le ponías un arma en la cabeza y le forzabas a encontrar una palabra, podría ser cariño.
Aunque era una locura, porque habían pasado la noche follando como conejitos.
Sin embargo, por mucho que hubieran follado, no era suficiente. Ni siquiera se aproximaba a suficiente. La echaba de menos, con fiereza. Echaba de menos su olor, fresco y limpio al principio.
Después, había olido a sexo, por supuesto. Pero de algún modo, sus jugos y los suyos mezclados habían olido bien, realmente bien. Echaba de menos su sonrisa, su inteligencia. Ella le captaba, entendía todo lo que decía. No había habido ninguno de esos malos momentos que Nicholas a menudo experimentaba en las primeras citas donde la mujer no tenía ni el menor indicio sobre lo que él decía. Siempre los había clasificado como esas diferencias hombre-mujer sobre las que hablaban todos esos libros.
Su cromosoma Y le hacía decir cosas que la mujer con dos X no estaba equipada para entender. Y oh, tío, viceversa. Nicholas no podía contar las veces que había escuchado, desconcertado, como la cita del día continuaba y continuaba hablando sobre cosas que apenas comprendía y que no podían importarle menos.
Nada de eso había pasado con _____(tn). Incluso inflamado por la lujuria, en la cena Nicholas encontró que _____(tn) tenía cosas interesantes que decir. Entendía al Líbano, un país que él adoraba.
Cuidar tan intensamente a su padre tenía perfecto sentido para él.
En la cama, era como si le hubiera sido hecha a medida, moviéndose ágilmente a su ritmo. Ni un mal momento, sólo sexo tan intenso que a veces pensó que se desmayaría y aún así al mismo tiempo se divirtió y…. su mente se alejó rápidamente de cualquier definición de los sentimientos que tenía.
Esto era demasiada introspección para él. En resumen… la echaba de menos, la deseaba, no estaba de ninguna manera preparado para dejarla ir.
Si había hecho algo mal, se disculparía.
Si estaba reticente, la convencería. Dejarla estar no era una opción, ni de cerca.
Levantó el teléfono y la llamó otra vez al número de su casa.
—Ha llamado a casa de los Pearce...
_____(tn) estaba sentada en la pequeña despensa de la cocina que había convertido en una oficina casera. Miraba las palabras de la pantalla escuchando sonar el teléfono. Otra vez.
El ama de llaves tenía instrucciones estrictas de dejar que el contestador saltara.
Por la sospechosa mirada ceñuda que le echó, Manuela claramente pensaba que era alguien a quien _____(tn) le debía dinero. No es que no hubiera un montón de esos.
El contestador hizo clic, dio su discursito sobre que no estaban en casa y volvió a hacer clic.
—_____(tn) —dijo una voz grave—. Cógelo. Ella apagó todo y lo desconectó de la pared. Nicholas había pasado de mensajes indecisos al principio de la mañana, con un montón de por favores, a un tono perentorio.
Mañana. Mañana iría a la oficina, llamaría a su puerta y hablaría con él, de adulto a adulto. Hoy no. Ay Dios, no, no podía enfrentarse a él hoy. No sin haber dormido y después de la experiencia sexual más intensa de su vida, que la había dejado tan temblorosa y desequilibrada.
Sólo de escuchar su voz profunda dejando mensajes hacía que se le tensaran los músculos del estómago y le temblaran los muslos. Y peor.
Una vez _____(tn) había compartido habitación con una chica graciosa y lista de Seattle que tenía una vida sexual loca y salvaje. Había llamado mucho la atención en la universidad, básicamente yéndose a la cama con cualquiera que tuviera el equipamiento adecuado. Cuando un hombre la atraía particularmente, le susurraba a _____(tn): «Uau, ese tío me hace chorrear».
_____(tn) no la había entendido verdaderamente hasta ahora. Ahora sabía exactamente de lo que Sharon había estado hablando.
Escuchar la voz de Nicholas soltaba olas de humedad a su sexo, era embarazoso. Como si su cuerpo se estuviera preparando para que entrara por su puerta y la lanzara sobre el sofá. ¡Sólo de escuchar al hombre dejar un maldito mensaje en su contestador automático!
Miró la pantalla, palabras incomprensibles navegaban delante de ella.
Un informe sobre una reunión de directores de un banco de Luxemburgo. Algo que podría hacer con los ojos cerrados, aunque por lo visto hoy no, mientras seguía maldita con los retazos de lujuria de la noche anterior.
Suspiró, impaciente. El informe tenía que entregarlo mañana y estaba sólo a mitad. Le pagaban un buen dinero, más del precio del mercado. Si quería que el banco fuera su cliente, tenía que entregar la traducción para el día siguiente.
Se obligó a sentarse recta, a concentrarse. Releyó el párrafo por millonésima vez y finalmente empezó a teclear, obligándose a concentrarse en la traducción y no en Nicholas Jonas.
—¿Querida? —la temblorosa voz cortó la atención de _____(tn). Suspiró y se levantó de su zona de trabajo.
—Ya voy, papa —le dijo. Ésta era una de las razones por las que no podía trabajar desde casa. La llamaba miles de veces al día. Aunque tenían un ama de llaves y una enfermera diplomada que se pasaba por casa dos veces al día, si _____(tn) estaba por ahí, Bryan Pearce quería a su hija.
_____(tn) sabía el porqué. Manuela era una excelente cocinera, mantenía la casa brillante y lucía una perpetua sonrisa, pero no sabía cómo manejar a su padre. Una vez había insistido en ayudarle a levantarse y se le había caído al suelo.
La enfermera que se pasaba dos veces al día era súper eficiente, pero jamás había sonreído en su vida. Ciertamente no en presencia de _____(tn).
_____(tn) había aprendido a manejar físicamente a su padre. Jamás lo dejaba caer, sabía exactamente qué músculos estaban doloridos y cómo masajearlos, podía vestirlo sin problemas y rápidamente. También se preocupaba de sonreír, de estar animada, sin importar lo duro que le resultara. Lo malo de eso era que cuando estaba en casa, Nicholas la quería a ella y sólo a ella, a su lado. _____(tn) lo entendía completamente. Si se lo pudiera permitir, se habría dedicado exclusivamente a su padre en los últimos meses de su vida.
Por desgracia, no se lo podía permitir. El oncólogo había mencionado un increíble, nuevísimo y caro tratamiento que no le curaría pero que posiblemente detendría la progresión de la enfermedad. _____(tn) había metido a su padre en el protocolo de experimentación y estaba esperando a que lo llamaran.
La nueva medicación costaría casi mil quinientos dólares al mes y el protocolo duraba tres meses.
Wordsmith iba bien, incluso con la bajada. Estaba adquiriendo nuevos clientes cada semana. Estaba creciendo, ganando más dinero cada mes. Pero los gastos subían también cada mes en una horrible espiral.
Su padre estaba en su silla de ruedas en la sala de estar con un gran libro abierto sobre su regazo. Levantó la cabeza cuando la vio y sonrió.
—Ah, querida, ahí estás. Parece que hay menos luz, ¿podrías abrir un poco más las cortinas?
Su paso y su sonrisa decayeron. Había mucha luz en la habitación.
Los doctores le habían dicho que el celebro de Bryan Pearce estaba «salpicado» con tumores, a ambos lados. Demasiados para contarlos. Y uno le estaba presionando el nervio óptico. A veces su visión se oscurecía, a veces de golpe. Eso lo aterrorizaba.
_____(tn) abrió del todo las cortinas y encendió la lámpara de pie, colocando la luz sobre su regazo, apoyando una mano sobre su hombro para que pudiera sentir su tacto.
—¿Mejor, papá?
—Oh, sí, querida. Gracias —levantó una mano y la colocó sobre la suya—. Eres tan buena conmigo.
Lo único que le quedaba era su voz: profunda, fuerte, estable. Las lágrimas le escocían en los ojos. Le apretó el hombro ligeramente y abrió la boca para preguntarle cómo le iba en su lectura de la historia definitiva del Japón medieval, cuando sonó el timbre de la puerta.
Frunciendo el ceño, _____(tn) fue hacia la puerta de la entrada delantera. A través de las ventanas laterales pudo ver un coche de policía aparcado delante de su casa.
Ay Dios, y ahora ¿qué?
El hombre que estaba de pie en su porche había estado observando la casa al otro lado de la calle. Se volvió y se sacó las gafas de aviador para revelar unos penetrantes ojos azules. Ojos ferozmente inteligentes. Iba vestido con el uniforme de policía azul oscuro con, ¡ay Dios mío!, un chaleco antibalas. Y más o menos una tonelada de ferretería colgando de su cinturón y algunas cosas parecían sospechosamente armamento. Y una enorme funda lateral atada a su muslo donde llevaba una gran pistola negra que definitivamente era armamento.
Abrió la puerta.
No era mucho más alto que ella, pero jamás había visto hombros tan anchos como los suyos. Todo en él era amplio, fuerte e implacable.
—¿Es usted _____(tn) Pearce?
—Sí —contestó—. Sí, lo soy. ¿Sucede algo, oficial?
—No, señora, para nada. Mi nombre es Mike Keillor, del departamento de policía de San Diego. Un amigo mutuo, Nicholas Jonas, me pidió que me pasara por aquí. Que hiciera sentir mi presencia —se detuvo, mirándola tan intensamente como si se estuviera dando un paseo por dentro de su cabeza.
La mención del nombre de Nicholas la sobresaltó, la desconcertó tanto que casi no pudo oír el resto de la frase. Le dio al rebobinar y oyó lo que le había dicho de nuevo, ordenando sus ideas.
Nicholas había dicho...
—¡Ah! —¡claro! Nicholas había enviado a su amigo policía, el hombre que era como un hermano para él, para intimidar a los asquerosos del otro lado de la calle. Aunque el efecto al completo no serviría para nada si no estaban en casa—. Sí, muchas gracias. —No decía nada, sólo estaba de pie allí, mirándola. _____(tn) se resistió a la necesidad de retorcerse las manos. Desde la infancia se le había entrenado para tratar con lo inesperado, incluso con encuentros incómodos, pero todo su savoir-faire la abandonó.
Sólo oír mencionar a Nicholas Jonas la aturullaba tanto que la buena educación salía directamente por la ventana.
Dio un paso atrás, manteniendo la puerta abierta.
—Por favor, entre, oficial. ¿O es sargento? —Una vida entera en los cuerpos diplomáticos le habían enseñado la importancia de conocer bien los títulos.
—Sería sargento, sí, señora. Pero por favor, llámeme sólo Mike.
—De acuerdo, Mike. ¿Querría venir a la sala de estar?
Él hizo un gesto agachando la cabeza.
—Gracias, señora. Pero primero, voy a volver al coche patrulla y a sacar mi arma larga. Voy a hacerlo lentamente, para que quien sea que esté observando desde enfrente comprenda que voy en serio.
—Nicholas... —Dios, era difícil hasta decir su nombre—. Nicholas dijo que esos dos hombres que me están... molestando se detendrían ante usted. Así lo espero. También espero que estén observando ahora mismo, o si no todo esto será para nada.
—Están observando, sin duda —la voz de Mike era mortífera—. Segunda planta, tercera ventana desde la derecha.
Los ojos de _____(tn) volaron a la ventana en cuestión. Parpadeó. Había unas cortinas venecianas andrajosas cerradas sobre la ventana. Y, sí, un agujerito creado por alguien que mantenía las varillas ligeramente abiertas. Tenías que mirar detenidamente para verlo.
Se giró y caminó lentamente hacia el coche de patrulla. En la súper amplia espalda de color azul estaban impresas grandes letras blancas. SWAT.
Él se inclinó sobre el coche y sacó un rifle. Un arma grande y fea que se veía como que esto iba muy, muy en serio. Una vez hubo cerrado la puerta del coche, se quedó de pie, dándole la espalda a ella, mirando fijamente enfrente, a la casa de sus némesis. Sosteniendo esa gran arma con completa familiaridad, como una madre sostendría a su hijo.
Finalmente se volvió y caminó de nuevo a su casa, siguiéndola adentro. Una vez la puerta estuvo cerrada, apoyó el arma de pie en una esquina, diciendo:
—No está cargada, señora. Pero eso ellos no lo saben —y se quedó de pie tranquilamente, con sus imposiblemente anchos hombros y las manos enlazadas simplemente sobre su entrepierna.
Había visto a miles de guardas marines en las embajadas de todo el mundo para comprender ese gesto. Nicholas había mencionado que Mike había estado en la marina, pero incluso ni no lo hubiera hecho, ese gesto era imposible de no reconocer.
—¿Estuvo usted en los marines, sargento Keillor? ¿Mike? Él pareció asombrado.
—Sí, señora, seis años.
Ella sonrió ligeramente. Le habían encantado los marines de las embajadas, siempre tan educados y sensatos y total y completamente competentes. A diferencia de la mayoría de los oficiales políticos.
—¿Tiene tiempo para tomar una taza de café, sar... Mike?
La miró fijamente con una luz feroz en sus ojos azules.
—Sí, señora. Gracias, señora. Necesito quedarme el tiempo suficiente para establecer que somos amigos, que tiene a un oficial de policía cuidándola.
Llamó al ama de llaves. Manuela apareció en la entrada, sonriendo, secándose las manos en su delantal. —Manuela, ¿podrías servirnos café en la sala, por favor?
—Sí, señora.
Ella se giró hacia Mike.
—Venga a la sala, entonces, y tomaremos nuestro café.
Su padre se había quedado dormido en su silla de ruedas. El oficial la miró como preguntando. _____(tn) sonrió.
—No se preocupe por mi padre. No le molestaremos. Los ruidos de la casa no le despiertan.
Al final el dolor lo despertaría, como solía pasar. Por ahora, si estaba durmiendo, el dolor se aligeraría. Necesitaba ese descanso. Observó su dormido rostro. La piel ahora colgaba de sus hermosos huesos como un vestido demasiado grande. Su cabeza, una vez llena de magnífico cabello negro, estaba calva, con sólo algunos mechones aquí y allá, debido al efecto de la última sesión de radioterapia en la cabeza.
Durante el día, su padre ponía cara de valiente, pero lo que sentía estaba allí, no oculto, en el hombre dormido. Estaba exhausto y dolorido y se veía.
Muriéndose, pensó con una punzada.
_____(tn) se volvió hacia su invitado y le indicó una silla. Mike Keillor se sentó suavemente, la espalda recta, las manos sobre las rodillas. _____(tn) se sentó en el sofá, frente a él.
Tenía que enfrentarse a eso.
—Así que. Um. ¿Nicholas le envió? —Sí, señora. Dijo que usted tenía problemas con dos jodid… tipos que estaban escalando.
—¿Cómo ha dicho?
—Escalando. Volviéndose violentos. Es un proceso y es siempre el mismo. Apuesto a que empezaron a molestarla observándola, luego gritando insultos o invitaciones soeces. ¿Estoy en lo cierto?
Ella suspiró.
—Sí, desde el día en que se trasladaron al otro lado de la calle. Cada vez que salía de la casa, parecían estar allí.
—Porque la estaban observando. Pero después de un tiempo no fueron sólo palabras, ¿verdad? Probablemente hubo gestos. Y los gestos se volvieron más y más crudos. Entonces bajaron a su porche. Luego llegaron hasta el límite de la propiedad.
_____(tn) lo miró fijamente.
—Sí, exactamente eso. ¿Cómo lo supo? —Volvió a pensar en su conversación con Nicholas—. Nicholas se lo contó.
—No, señora, no fue necesario. Es un comportamiento tan previsible como las estaciones. Nicholas dijo que tocaron su coche, ¿es correcto?
Al recordarlo, _____(tn) sintió un escalofrío.
—Sí. Bueno, uno de ellos lo hizo. Sólo dio un golpecito en la ventana del coche pero... me asustó —soltó una medio risa—. He vivido en países del tercer mundo, normalmente no soy tan miedica.
Él endureció la mandíbula.
—No es usted miedica, señora. En absoluto. El siguiente paso es tocarla a usted, y una vez lo hagan, no se detendrán. Nicholas reconoció eso. Y por eso me envió. Créame, este comportamiento lo hemos visto una y otra vez. Son matones cuando sienten que alguien es más débil que ellos. Pero en su interior, son cobardes. No querrán liarse con la policía. Seguiré viniendo. Tal vez tengamos alguna charlita. Sacarles la mierda de un susto —hizo una inclinación de cabeza—. Disculpe el lenguaje.
Sacarles la mierda de un susto le sonaba perfecto. De hecho, fantástico.
Sentado ahí, ancho, cuadrado y duro como el infierno, de hecho daba miedo mirarlo. Peligroso. No para ella, si no para cualquiera que fuera un enemigo. Aquellos músculos pesados se movían con gracia atlética. Era un SWAT. Sabía manejar las armas más que bien. Asqueroso 1 y Asqueroso 2 podían intentar atacar a una mujer, pero no con este nivel de protección. Se pondría a sí mismo y a cualquier recurso del departamento de policía a disposición de ella.
Sencillamente la ponía a salvo.
Una profunda tensión interior se disolvió. Ni siquiera había admitido para sí misma lo mucho que los Asquerosos la asustaban. Cuánto tenía que fortalecerse para salir por la puerta de su casa cada mañana.
_____(tn) sonrió.
—Bueno, pues muchas, muchas gracias, Mike. Debo decir que me siento aliviada. Hasta ahora no han hecho nada que pudiera reportar, y la mitad del tiempo pensaba que estaba exagerando su importancia en mi cabeza, pero tiene usted razón. Imagino que sentía que un día harían algo... violento.
—Habrían hecho algo violento, y pronto. Cuente con ello. Pero me aseguraré de que capten el mensaje. Si la lían con usted, estarán en la mier… graves problemas — sus ojos azules se quedaron fijos en los de ella—. Y no me lo agradezca a mí, señora. Agradézcaselo a Nicholas. Es el que me envió. Es el que la está poniendo a usted a salvo.
El corazón de _____(tn) empezó a latir con fuerza cuando una ola de calor la recorrió por completo. Ay Dios mío. ¿Él lo sabía? ¿Había algo en su cara que revelara que había pasado la noche haciendo el amor frenéticamente con Nicholas Jonas? ¿Y que lo había estado evitando toda la mañana?
—Ah… —comenzó a decir, soltando un graznido.
—Señora. El café está listo.
Agradecida, _____(tn) se giró. Manuela estaba de pie en la entrada con una bandeja que tenía una cafetera con su café de calidad internacional y tres tazas, Dios la bendijera. Si su padre se despertaba, le apetecería una taza. Manuela puso la bandeja en la mesita de café y _____(tn) se inclinó hacia delante, echándole una mirada interrogativa a Mike.
—Negro, sin azúcar, señora.
Ella sonrió.
—El café de Manuela es tan fuerte como para levantar a los muertos, Mike. ¿Seguro que no quiere azúcar? Y por favor, llámeme _____(tn).
—No, cuanto más fuerte, mejor. Me gusta el sabor amargo en el café. Me recuerda al campo de batalla.
Relajó un poco sus hombros al aceptar la pequeña taza. Parecía diminuta en sus enormes manos.
Bueno, ella no era un marine. Añadió dos cucharadas de azúcar bien colmadas y removió, observándolo mientras se bebía el café de un trago. Sus ojos se abrieron de par en par. No es que pudiera afirmar que le había hecho
sacar pelo en el pecho, porque él ya tenía de eso. Se notaban mechones espesos de vello oscuro a través del cuello en forma de V, pero sin duda alguna el pelo se le arreció.
—Sí, es verdad —dijo sonriente.
—Manuela es cubana, y su corto es famoso en un par de países.
Tal vez fue el olor del café de Manuela, tal vez el sol que se había alzado en el cielo, disparando un cálido rayo de luz sobre su regazo. Por lo que fuera, su padre bufó ligeramente y se despertó. Levantó la cabeza y la giró.
—¿Querida?
El corazón de _____(tn) se hundió. Su voz se había vuelto débil, temblorosa, un signo de que el dolor estaba llegando. No inmediatamente, pero sí pronto.
Ella se levantó, taza de café en mano.
—Aquí tienes, papá —le puso la taza en la mano, su propia mano agarrándola debajo de la de él por si la derramaba, su otra mano ligeramente apoyada en su hombro, para darle confianza. La fuerza en su agarre era errática. A veces no podía sostener las cosas—. El mejor de Manuela. Bébelo. Si lo pides amablemente, me imagino que tendrá algunos pasteles en la cocina.
_____(tn) pegó una sonrisa en su rostro, pretendiendo no darse cuenta de los huesos de pajarillo del hombro debajo de su mano. O de su temblorosa mano mientras se llevaba la taza a la boca. O del sonido de su respiración, fuerte en la silenciosa habitación. El esfuerzo de sostener la taza hasta su boca era enorme.
Su padre había sido un hombre tan guapo. La gente giraba la cabeza cuando él entraba en los sitios, incluso aunque no supieran quién era él. Tenía ese aire como de realeza, un aristócrata natural.
Ahora estaba confinado a una silla de ruedas, a menudo con dolor y a penas era capaz de alimentarse a sí mismo.
Estaba muriéndose.
Le estaba rompiendo el corazón.
Mike se había levantado, haciendo otra vez eso de espalda recta, hombros cuadrados, manos sobre la entrepierna. Su padre le echó un vistazo y lo caló al instante. —¿Marine, joven?
_____(tn) se apresuró a hacer las presentaciones.
—Papi, este es Mike Keillor, antiguo marine. Buena suposición, sigues teniendo un ojo estupendo. Ahora está en el departamento de policía de San Diego. Es amigo de un amigo mío. Mike, éste es mi padre, el embajador Bryan Pearce —le disparó a Mike una mirada dura. No te atrevas a mencionar el verdadero motivo por el que estás aquí. Lo mataría con sus manos desnudas, hubiera chaleco antibalas o no, si le decía que estaba allí para echar a unos buscalios. Lo último que su padre necesitaba era preocuparse por ella y su seguridad.
Mike asintió casi imperceptiblemente.
—Encantado de conocerle, señor. Sólo me pasé para saludar a _____(tn). Su padre se llevó la taza a la boca de nuevo con manos temblorosas, la mano de _____(tn) estaba debajo de la suya para que pudiera dar un trago. A él le encantaba el café de Manuela. Ella les había preguntado a los doctores qué podía comer y beber. Su oncólogo, un ser humano sabio, le dijo que le dejara tener sus placeres durante tanto tiempo como fuera posible.
_____(tn) había entendido muy bien lo que el amable oncólogo estaba diciendo. No habría diferencia. Igualmente moriría pronto. Dejadle disfrutar de lo que pueda mientras pueda.
_____(tn) le daba a su padre lo que quisiera, cuando lo quisiera, feliz si él podía disfrutar de algo.
Así que le dejaba tomarse el café de Manuela y los Calvados que había aprendido a amar en Francia y sus cigarros cubanos, tan a menudo como quisiera, y estaba feliz de que a él le hicieran feliz.
Los temblores iban a peor. No era sorprendente. Todo en él iba a peor. Día a día. _____(tn) acunó la barbilla de su padre, brevemente, y luego, parpadeando para contener las lágrimas, se inclinó para besarle en lo alto de la cabeza. Algo que hacía miles de veces al día. Era un milagro que no tuviera un punto más brillante ahí por todos esos besos suyos.
Se enderezó y se volvió hacia Mike Keillor. La estaba mirando con una intensidad peculiar que no pudo descifrar.
—¿Me acompañarías al coche, _____(tn)? —le preguntó él. No había movido de su posición de descanso.
Ella parpadeó.
—Claro.
Fuera, junto al coche patrulla, se volvió hacia ella.
—Necesitaré que me des un abrazo. Tal vez un beso en la mejilla. Quiero que capten el mensaje de que somos verdaderamente buenos amigos.
Ah. Eso tenía lógica.
_____(tn) se inclinó y puso sus brazos en sus hombros. Rodearle los hombros hubiera sido imposible, eran demasiado anchos. Le parecía como si no hubiera diferencia entre la dura sensación de su chaleco antibalas y la dura sensación de los músculos de sus hombros.
Había sostenido a un hombre como ese entre sus brazos toda la noche.
_____(tn) besó las mejillas de Mike y estuvo de pie durante un momento, con los brazos sobre sus hombros. —Me pasaré de nuevo mañana por la mañana. Si te molestan de nuevo, házmelo saber. Incluso si te observan, dímelo —la voz de Mike era sombría, el rostro tenso y tenía profundas hendiduras en sus mejillas—. Y mañana te traeré un spray de pimienta y un silbato de la policía. Quémales los ojos y déjalos sordos si intentan algo.
Estaba haciendo verdaderos esfuerzos por ella. Tenía la sensación de que los Asquerosos se lo pensarían dos veces antes de molestarla de nuevo.
_____(tn) sonrió.
—De verdad que aprecio todo esto, Mike. Muchas gracias.
Él apretó la mandíbula.
—Como ya dije, no me lo agradezcas a mí, agradéceselo a Nicholas. Es el que me envió. Está preocupado por ti.
_____(tn) se paralizó, sintiendo otra ola de calor recorrerla. ¿Qué decir a eso? Abrió la boca y la cerró, completamente incapaz de hablar. Nicholas la estaba cuidando y ella lo estaba evitando porque no tenía ni la más mínima idea de cómo tratar con él.
Haciendo un esfuerzo enorme, no se retorció las manos.
Mike seguía quieto, silencioso, observándola.
—Sí, humm —dijo finalmente. ¡Dios!—. ¿Le darás las gracias a Nicholas de mi parte?
—No, señora, creo que deberías hacerlo tú misma. —Inclinando la cabeza, se tocó la frente con un dedo a modo de saludo, se subió al coche patrulla y se fue.
:D
Enjoy it!
las leo mañana!
Lu wH!;*
:h:
HeyItsLupitaNJ
Re: Fuego Cruzado - NicholasJ&Tu (Adaptación) - TERMINADA
Awww que lindo Nick ayuda a la rayis
Y auch siento horrible por lo que pasa la rayis con su
Papi :( ya que viví lo mismo hace 3 años solo que
Solo que mi papi fue de Estomago :( pero bueno D:
SIGUELA pronto!! Y ahí ojalá la rayis
Ya habla con Nick jejejeje que ya esta desesperado
Jejejeje SIGUELA!!
Y auch siento horrible por lo que pasa la rayis con su
Papi :( ya que viví lo mismo hace 3 años solo que
Solo que mi papi fue de Estomago :( pero bueno D:
SIGUELA pronto!! Y ahí ojalá la rayis
Ya habla con Nick jejejeje que ya esta desesperado
Jejejeje SIGUELA!!
Karli Jonas
Re: Fuego Cruzado - NicholasJ&Tu (Adaptación) - TERMINADA
*Karli Jonas Lovato* escribió:Awww que lindo Nick ayuda a la rayis
Y auch siento horrible por lo que pasa la rayis con su
Papi :( ya que viví lo mismo hace 3 años solo que
Solo que mi papi fue de Estomago :( pero bueno D:
SIGUELA pronto!! Y ahí ojalá la rayis
Ya habla con Nick jejejeje que ya esta desesperado
Jejejeje SIGUELA!!
o.O encerio!? espero que tu papi ya este mucho mejor! :D
HeyItsLupitaNJ
Re: Fuego Cruzado - NicholasJ&Tu (Adaptación) - TERMINADA
Holaaa!
como andan!? espero super bien! :D
bueno les traigo un capitulo más! de ahora ne adelante se
pone super emocionante la nove! ;)
espero sus comentarios! ;)
Outlaw aterrizó en la zona de aviación general del aeropuerto de Lindbergh Field a las cuatro de la tarde, hora local, llevando encima un pequeño arsenal.
Oh, era lo bueno de trabajar para los Amos del Universo, aunque les hubieran bajado uno o diez puntos y su plumaje no fuera tan brillante y tupido como antes.
Si eras un director general y ganabas ciento setenta mil al año en vez de doscientos cuarenta mil, te daba menos derechos en el puto club, pero en realidad no había mucha diferencia.
En el contrato se incluía el reembolso de los jets privados para llevarte a cualquier parte que quisieras ir. Y lo bueno de los jets privados era que nadie iba a hacer ninguna pregunta.
Indudablemente iba vestido para el papel. Estudiar a sus clientes era una misión e igual que se camuflaría para una misión de francotirador en el desierto o una rápida infiltración en la jungla africana, podía colarse entre los ricos. Había aprendido bien el arte del camuflaje.
El ojo humano está inundado por las entradas desde el cerebro. No «ve» a un francotirador de camuflaje con el molesto diseño moteado. Percibía al francotirador y sus alrededores como un continuo, sin ver el contorno de su alrededor. Un buen francotirador se hacía invisible ya fuera en terreno montañoso, en la selva o en el desierto.
Aquí era lo mismo. Iba vestido con el equivalente de su traje de camuflaje. Un traje de camuflaje de rico. Iba cubierto con un exterior de seda, algodón egipcio, cachemira y pura lana virgen. Vístete como en el entorno y formarás parte de él. Lo que había debajo del traje de ocho mil dólares, un cuerpo de acero resistente y con cicatrices, no se veía.
La misión exigía celeridad, de otro modo Outlaw podría haberse pasado el día en un spa para lograr ese aspecto rubicundo y consentido. Pero no hubo tiempo.
Le había dado un enorme placer disponer de su rifle Remington de francotirador (lo usaría solo si tenía que hacerlo) para completar la misión y su Kimber 1911, tres
cargadores, equipo táctico, blindaje personal, la potente luz láser, el equipo de ganzúas, la K-bar, cuchillos karambit y un vial de ácido todo metido en su maleta de mano y maletín a juego de Louis Vuitton.
Nadie pensaría en interrogarle. Simplemente era un mundo distinto, el mundo de los súper ricos.
A su modo eran tan invisibles como los sin techo. Outlaw había sido ambos, clandestinamente. La gente desviaba los ojos de los sin techo, en especial si eras listo y te meabas encima. «Eau» de vagabundo. Pero también desviaban los ojos de los súper acaudalados. Como si los ricos emitieran una mirada especial demasiado brillante para los ojos de la gente normal.
Outlaw también tenía el porte determinado de los súper ricos. Dios sabía que había estudiado a sus clientes lo suficiente y conocía las reglas. Nunca podías ser demasiado arrogante o actuar con demasiada autoridad.
Se acercó en una limusina, de la que salió sin echarle al conductor un segundo vistazo. El piloto estaba en la parte superior de las escaleras y Outlaw pasó a su lado con solo un seco saludo. El comportamiento esperado, era invisible.
El vuelo fue tranquilo, el tiempo excelente durante todo el trayecto hasta el sur de California. Se pasó todo el viaje examinando el edificio Morrison con el Google Street View, pirateando en el archivo de los anteproyectos de la oficina del condado de San Diego y los archivos de la compañía que gestionó la construcción. La oficina de Wordsmith era diminuta, ciento cincuenta y cuatro metros cuadrados y el alquiler era de dos mil doscientos al mes. _____(tn) Pearce tenía el contrato de arrendamiento por dos años y nunca se había retrasado en el pago.
Outlaw había pirateado un satélite espía de observación y echó un vistazo al tejado del edificio. Se pasó una hora con el primer plano de cada centímetro del tejado y para cuando aterrizaron tenía una estrategia viable para entrar y salir de la oficina de _____(tn) Pearce en la novena planta, además de un plan de apoyo de emergencia.
Alquiló un Lexus y condujo él mismo acercándose al edificio Morrison. Una hora después de aterrizar estaba aparcando el Lexus en una calle lateral.
La vista de la calle había sido asombrosamente clara, pero las cámaras del Google no habían sido capaces de penetrar las ventanas de cristal ahumado del vestíbulo.
Outlaw observó la entrada durante un cuarto de hora desde un café moderno al otro lado de la calle. Observó el ir y venir de gente, lo cronometró y entró a grandes zancadas al espacio del enorme vestíbulo de caro vidrio y acero pulido junto con un grupo de hombres admitidos. Llevaba unas grandes gafas envolventes y andaba con
la cabeza gacha. Había cámaras de seguridad por todas las paredes, pero su ángulo era tal que si andabas justo por el medio de los tres metros cuadrados de suelo, las posibilidades eran que solo te pillaran los pies. Se posicionó en medio de una multitud de entusiasmados ejecutivos que acababan de regresar de algún seminario. Como muchos de los soldados de las operaciones especiales, Outlaw no era un hombre grande. Era de estatura media, enjuto y fuerte en vez de ancho. Se puso en medio de dos grandes y fornidos tipos, manteniendo el paso con ellos al cruzar el gran vestíbulo, deseando que los hombres todavía llevaran sombreros. Un Fedora de ala ancha habría sido perfecto para cubrir su rostro.
Nadie le prestó atención. Era uno más de los hombres de negocios que acababan de llegar en un avión con su equipaje de mano, andando con brío a una reunión en el edificio.
Las cámaras de seguridad en la zona de los ascensores estaban todas inclinadas en el mismo ángulo, calibradas para cubrir un área de unos dos metros desde las puertas. Lo cual solo le demostraba a Outlaw una vez más lo increíblemente estúpidos que eran los civiles. Especialmente los civiles ricos. Ningún señor de la droga o criminal que valiera su peso en cocaína habría instalado cámaras de seguridad como ésas. Los ángulos habrían estado escalonados para asegurar la máxima cobertura, para asegurar que ni una mosca lograra traspasar la seguridad. Pero ésos eran hombres duros que pagaban con sus vidas los lapsus en seguridad.
Estos civiles ricos vivían en un mundo fácil, dónde la simple idea de las cámaras de seguridad y los guardias era guay y bastaba. Con un vistazo Outlaw había visto al guardia en el gran escritorio en forma de U hecho de madera de arce y latón. Un buen corte de pelo, un tipo atractivo, esbelto y con un uniforme elegante.
La seguridad como complemento de moda.
Esto iba a ser pan comido.
Nadie le prestó la más mínima atención mientras subía a la séptima planta. Anduvo por ésta con la cabeza gacha, simplemente otro ejecutivo ensimismado en sus pensamientos sobre una próxima oferta pública de adquisición. Era una cuestión de vibraciones. Cuando quería, entre hombres que entendían las señales, Outlaw era bueno emitiendo las vibraciones de «no me jodas o te cortaré las pelotas». Pero aquí sería como emitir ondas de radio a un canal de televisión. No, en esta clase de entorno, el equivalente era «estoy demasiado ocupado y soy demasiado importante para preocuparme de gusanos como tú, así que no me hinches las pelotas». Con esa actitud, era invisible.
Iban a dar las siete de la tarde. El edificio se estaba vaciando de todos los administrativos, secretarias y becarios. Las oficinas tendrían el equipo mínimo y sólo
aquellos ocupados en un gran negocio o deseando hacer puntos con el jefe estarían todavía trabajando. Y la mayoría de ellos se marcharían a las nueve.
Outlaw no se encontró con nadie mientras andaba por todo el edificio, desde las escaleras de incendios al otro lado del pasillo. Unas cuantas oficinas tenían cámaras en el exterior de las puertas y la mayoría de ellas estaban apagadas.
Outlaw negó con la cabeza mientras caminaba. Jesucristo. ¿Apagar una cámara de seguridad? ¿Qué coño le pasaba a esta gente?
En el enorme y vacío hueco de la escalera, subió los escalones de dos en dos hasta la novena planta, sacando su luz láser, sujetándola en la palma de la mano.
La oficina 921 estaba a medio pasillo. Y vio de un vistazo que no había cámara de seguridad en el exterior de la puerta. Así que la señorita Pearce no había aflojado la cantidad adicional para la seguridad extra. Fenomenal.
Aunque había una compañía de seguridad justo enfrente del pasillo. Esa cámara estaba indudablemente encendida y cubría medio pasillo. Outlaw caminó cerca de la pared del otro lado y sólo para asegurarse, emitió la luz láser hacia la cámara mientras pasaba a su lado. Cualquiera que visionara las cintas después solo vería un tramo en blanco, como un fallo en la cinta.
De acuerdo, había hecho un reconocimiento del terreno, hora de ir a su escondite.
Estaba a veintiocho plantas del tejado y Outlaw las hizo a la carrera. Había estado sentado inmóvil durante un par de horas, así que un poco de ejercicio se sentía bien.
Arriba, en el rellano, cambió a su traje táctico de nomex, preparó su equipo y se puso en cuclillas al lado de la puerta que salía al tejado.
Comprobó su reloj. Las siete y veinte. Menos de dos horas de espera. Quería entrar a las nueve. Las nueve era una hora perfecta. Con casi todo el mundo fuera y no tan tarde como para que llamara la atención de los guardas de seguridad nocturnos.
Esperar no fue nunca un problema. Era un francotirador y la paciencia formaba una gran parte de aquello. Se le daba bien esperar. Podía ralentizar su respiración, bajar el ritmo de su corazón, ponerse en un estado de descanso vigilante y aún así permanecer listo para matar de un momento a otro.
Outlaw descansó la cabeza contra la pared y se apagó.
Toda la tarde fue un desastre. _____(tn) hizo exactamente cero trabajo.
Era terrible. Tenía el plazo límite del banco, diez textos para distribuir en su red de colaboradores y los textos nuevos para mirar y cotizar. No podía permitirse el lujo de tomarse un día libre, contemplar el espacio y pensar en Nicholas Jonas.
Sin embargo por mucho que intentó concentrarse, sus fuertes rasgos nadaban en su monitor, desplazando la descripción de una nueva tecnología industrial francesa de los componentes de un avión, que era el texto siguiente tras la reunión del consejo del banco de Luxemburgo. Cada célula de su cuerpo se tensó cuando la imagen de Nicholas floreció en su mente, el oscuro rostro concentrado sobre ella, concentrado en ella con tanta intensidad que notó que las líneas de atracción entre los dos podían volverse visibles.
Su cuerpo hormigueó con el recuerdo del deseo sexual, pero con un poco de tiempo y distancia, algo más menoscabaría en su conciencia. Algo importante sobre la noche anterior. Había sido algo elusivo, algo que no había sentido en mucho tiempo.
Había sido… feliz.
Había pasado tanto tiempo desde que se había sentido de esa manera, que le había llevado todo el día poder reconocerlo. Su ser entero había estado bañado en la dicha y, bueno, el placer sexual. El sexo había tenido todo que ver con ello, pero algo en el mismo Nicholas, más allá de su formidable potencial como amante, estaba involucrado. Ella se estaba ahogando en problemas, estaba hasta el cuello de ellos, hundiéndose rápidamente. Su padre se estaba muriendo, día a día. Pieza por pieza. Mientras trabajaba, _____(tn) trataba de borrar ese pensamiento de su mente pero ahí estaba, constantemente, este enorme agujero negro que succionaba todo en el negro pozo de su interior. Era lo primero en lo que pensaba al despertarse y su último pensamiento por la noche.
Ayudarlo a morir se la estaba comiendo viva. Y se estaba comiendo todos sus recursos financieros. Ella no sabía qué se acabaría antes… si su padre o su dinero.
No se preocupaba en absoluto por sí misma, pero le aterraba pensar en su padre pasando los últimos meses de su vida sin las comodidades que ella se mataba por facilitarle. Ya había estado en el banco para ver cómo conseguir una hipoteca sobre la casa y se habían reído de ella. Así que los recursos que tuviera que utilizar para hacer más fácil la vida de su padre tenían que venir de Wordsmith, la compañía por la que luchaba por mantener a flote.
El terror de que su padre estuviera menos que confortable al final de su vida era como una uña afilada martilleando en su cabeza, hora tras hora, minuto tras minuto. Cada vez que veía una factura médica, una tenaza se apretaba alrededor de su corazón, estrujándolo con fuerza.
Excepto anoche.
Todo eso se había borrado completamente de su mente durante las horas que había pasado en los brazos de Nicholas, la oscuridad y todo lo que la preocupaba había sido reemplazado por el calor tan intenso que la abrasaba. Parte de ella se avergonzaba de haber podido simplemente echar sus problemas por la borda durante un par de horas mientras se sumergía en la sensualidad, y parte de ella lo había celebrado. No había pensado en nada de eso (su padre enfermo, los problemas de dinero, intentar poner Wordsmith en marcha), todas las continuas sobrecargas de preocupación que alimentaban cada momento de vigilia.
Desaparecidas, como el humo. Mientras tenía tropecientos orgasmos.
_____(tn) observó el cursor parpadeando en la pantalla. Había traducido una frase y media en la última hora. Eran las ocho de la noche y la traducción debería haber estado acabada.
Esto era una locura.
Con un suspiro, apagó el ordenador, extrajo el disco duro portátil y fue al comedor, que se había convertido en una habitación de hospital para su padre.
La enfermera nocturna levantó la vista de la revista que leía y se levantó. _____(tn) le hizo un gesto para que volviera a su silla.
—¿Cómo está? —preguntó _____(tn) suavemente, caminando hacia un lado de la cama, evitando el soporte del intravenoso con sólo Dios sabía cuántos productos químicos en él.
—Presión sanguínea normal, ritmo cardíaco normal. Está ligeramente sedado. Dormirá toda la noche. —La voz de la enfermera era baja, enérgica, objetiva. _____(tn) apreciaba eso. Era eficiente y desapasionada, lo que _____(tn) necesitaba. Manuela a veces rompía a llorar en momentos inesperados y eso no ayudaba. La serena calma de la enfermera era tranquilizadora.
—Bien. —_____(tn) posó suavemente la mano sobre la de su padre. La vía intravenosa estaba en la otra mano, dónde finalmente habían encontrado una vena. Los dorsos de ambas manos estaban cubiertos de manchas oscuras donde las finas venas se habían roto. Era cada vez más difícil encontrar una vena fuerte para los fluidos intravenosos y los medicamentos que lo mantenían vivo.
_____(tn) sabía que el siguiente paso era una cirugía menor para abrir una vía subclavia para un catéter intravenoso, lo que crearía sus propios problemas de infección de la corriente sanguínea.
La mano de su padre estaba fría e inmóvil. Siempre estaba frío, sin importar lo que hiciera para protegerle del frío. Su cuerpo simplemente ya no tenía energía para calentarse a sí mismo.
Bajó la mirada hacia él, su último pariente vivo en esta tierra, la persona a quien amaba más que a nadie en el mundo.
La estaba dejando, un poco cada día, y no había nada que pudiera hacer sobre eso. Ni todas sus lágrimas, ni todos sus cuidados podrían detener el progreso de la enfermedad. Al principio, había leído ferozmente sobre el cáncer cerebral, se había conectado a foros de Internet, había hablado interminablemente online con pacientes, con doctores. Leyó todo acerca del cáncer cerebral, hasta que las palabras quedaron borrosas y hasta que finalmente, no pudo leer más.
Todo eso había pasado. No había nada que la ciencia pudiera hacer por su padre, y la única cosa que podía hacer por él era amarlo con todo su corazón y asegurarse de que estuviera tan cómodo como estuviera en su mano hacer.
A menudo, si lo sostenía el tiempo suficiente, podía transferirle una parte de su calor juvenil. Eso les complacía a ambos. Había estado sosteniendo su mano durante diez minutos, pero no estaba entrando en calor. Así que eso también le había sido arrebatado.
—Voy a salir —le dijo a la enfermera—. Estaré fuera un par de horas, tal vez más. —Eso está bien. —La enfermera se reclinó en la silla con su revista. _____(tn) sabía que saltaría instantáneamente a la acción al primer signo de desasosiego de su padre. Era una buena enfermera y había pasado un buen número de noches sin dormir con su padre.
Estaba en buenas manos.
_____(tn) agarró su maletín, cerró silenciosamente la puerta detrás de ella y se encaminó hacia su coche. Se detuvo por un momento, aspirando el aire de última hora de la tarde.
El extremo calor del día se había disipado, pero todavía hacía un calor agradable. Se sentía bien estar afuera después de pasar el día trabajando. Intentando trabajar.
Eran las nueve menos cuarto… bien pasada la hora punta. El tráfico era ligero, ella podría llegar a su oficina en menos de veinte minutos.
Simplemente pensar en su oficina, tan bonita, tan ordenada, tan silenciosa, sin que le pidieran nada aparte del trabajo, la calmó. Sufría un reflejo condicionado de Pavlov dentro de su oficina, centraba la atención en el trabajo inmediatamente, sin distracciones exteriores.
Cuatro o cinco horas de duro trabajo allí harían más que compensar el día perdido. Repentinamente anheló la calma fresca de su oficina igual que una persona perdida en el desierto ansiaba el agua.
Estaba en el coche, apartándose del bordillo, antes de que se diera cuenta de que algo faltaba. Esa ligera sensación afilada en su intestino de que Asqueroso 1 y Asqueroso 2 saldrían afuera y la acosarían.
Pero no salió nadie. Los dos parecían vivir para observarla ir y venir de su casa, pero esa noche todo había silencio.
Gracias a Mike.
Gracias a Nicholas.
Vaya.
No, no. Ya se las había arreglado para pensar demasiado en Nicholas. Mañana tendría que enfrentarse a él, tomar alguna clase de decisión sobre él, pero hoy estaba dando vueltas y tenía que detenerse.
No pensar en Nicholas. Su nuevo mantra.
Las siguientes horas tenían que ser de trabajo. Centró su atención resueltamente en lo que era necesario hacer mientras conducía de entrada a la ciudad, ganando tiempo por las calles casi vacías. Redactó mentalmente su lista de quehaceres, marcando las prioridades y para cuando entró en su plaza del garaje subterráneo ya había decidido qué traducción iba a cada cual.
Ser buena en su trabajo, convertir a Wordsmith en un éxito, tenía una conexión directa con el bienestar de su padre. Tenía que recordar eso. Permanecer concentrada.
Como siempre, disfrutó de la subida en el ascensor. Normalmente estaba repleto por las mañanas y por las tardes mientras el edificio se llenaba y se vaciaba. Esta noche estaba vacío, un gran cubo de madera y latón con puertas interiores de bronce tan pulido que reflejaban como espejos.
Se miró y se sobresaltó mientras el ascensor subía suavemente. Gracias a Dios que no eran horas de oficina. Era meticulosamente aseada en el trabajo, hasta tal punto que era una cosa buena que nadie fuera a verla. El pelo retirado hacia atrás en una cola de caballo desaliñada, nada de maquillaje, vaqueros, camisa blanca y zapatos planos. Observó su cara reflejada en las puertas.
Parecía cansada y preocupada. Lo que era como debía ser, porque estaba cansada y preocupada.
El ascensor subió como un rayo hasta pararse e hizo un sonido metálico cuando las puertas se abrieron. Caminó por el pasillo, con ganas de ponerse manos a la obra. El personal de limpieza nocturno no había llegado aún. Los arreglos florales estaban mustios; había una marca en el suelo por donde alguien había arrastrado algo pesado.
Mañana por la mañana estaría impoluto. A _____(tn) le encantaba que hubiera algo en su vida de lo que encargaran otros.
Se detuvo delante de su puerta, en mitad del pasillo. Aunque suspiraba por alcanzar el santuario de su oficina, instintivamente giró a la izquierda, como compelida por un poderoso imán.
Se quedó en pie frente a una puerta exactamente igual a suya, excepto que en la pequeña placa brillante de latón se leía Jonas Security en lugar de Wordsmith.
_____(tn) extendió una mano para tocar la madera fresca y suave.
La oficina de Nicholas. Mañana por la mañana él estaría tras esta puerta.
Tocaría el timbre de la puerta, él abriría la puerta y... ¿qué? Los siguientes minutos eran un vacío completo y absoluto en su mente. ¿Qué diría? ¿Lo siento?
Lo siento, Nicholas, simplemente enloquecí. No podía tratar contigo en absoluto.
¿La perdonaría?
Estaba tan cansada. No sólo por lo de anoche y lo de hoy. Estaba cansada de luchar con sus problemas, día sí, día también. Tan cansada que algunas de las barreras de su mente caían, desparramándose en el suelo, dejándola desnuda, en carne viva e indefensa.
Se quedó allí, con la cabeza inclinada y la mano sobre la puerta durante algunos minutos, reconciliándose con el hecho de que otra vez estaba deseando ver a Nicholas Jonas. Para absorber una parte del calor y la fuerza que él parecía estar tan feliz de compartir con ella.
Mañana. Mañana algo podría cambiar en su vida. Pero, por esta noche, tenía trabajo que hacer.
Sintiéndose mejor en cierta forma, _____(tn) giró hacia su puerta, puso su llave en el cerrojo y la empujó,
tanteando en busca del interruptor mientras la puerta se cerraba detrás de ella.
Repentinamente, unas manos la agarraron, la estamparon contra la pared tan brutalmente que se quedó sin aliento. Un frío círculo de acero conectó con fuerza contra su sien, la piel se rompió. Una gota de sangre se deslizó por su mejilla, goteando por su barbilla.
No podía respirar, no podía ver.
Sonó una respiración contra su oreja y una voz baja y cruel:
—Grita y te volaré la cabeza.
:pokerface:
que pasará......
las leo más tarde!
Lu wH!;*
:hi:
como andan!? espero super bien! :D
bueno les traigo un capitulo más! de ahora ne adelante se
pone super emocionante la nove! ;)
espero sus comentarios! ;)
Capitulo 8
Outlaw aterrizó en la zona de aviación general del aeropuerto de Lindbergh Field a las cuatro de la tarde, hora local, llevando encima un pequeño arsenal.
Oh, era lo bueno de trabajar para los Amos del Universo, aunque les hubieran bajado uno o diez puntos y su plumaje no fuera tan brillante y tupido como antes.
Si eras un director general y ganabas ciento setenta mil al año en vez de doscientos cuarenta mil, te daba menos derechos en el puto club, pero en realidad no había mucha diferencia.
En el contrato se incluía el reembolso de los jets privados para llevarte a cualquier parte que quisieras ir. Y lo bueno de los jets privados era que nadie iba a hacer ninguna pregunta.
Indudablemente iba vestido para el papel. Estudiar a sus clientes era una misión e igual que se camuflaría para una misión de francotirador en el desierto o una rápida infiltración en la jungla africana, podía colarse entre los ricos. Había aprendido bien el arte del camuflaje.
El ojo humano está inundado por las entradas desde el cerebro. No «ve» a un francotirador de camuflaje con el molesto diseño moteado. Percibía al francotirador y sus alrededores como un continuo, sin ver el contorno de su alrededor. Un buen francotirador se hacía invisible ya fuera en terreno montañoso, en la selva o en el desierto.
Aquí era lo mismo. Iba vestido con el equivalente de su traje de camuflaje. Un traje de camuflaje de rico. Iba cubierto con un exterior de seda, algodón egipcio, cachemira y pura lana virgen. Vístete como en el entorno y formarás parte de él. Lo que había debajo del traje de ocho mil dólares, un cuerpo de acero resistente y con cicatrices, no se veía.
La misión exigía celeridad, de otro modo Outlaw podría haberse pasado el día en un spa para lograr ese aspecto rubicundo y consentido. Pero no hubo tiempo.
Le había dado un enorme placer disponer de su rifle Remington de francotirador (lo usaría solo si tenía que hacerlo) para completar la misión y su Kimber 1911, tres
cargadores, equipo táctico, blindaje personal, la potente luz láser, el equipo de ganzúas, la K-bar, cuchillos karambit y un vial de ácido todo metido en su maleta de mano y maletín a juego de Louis Vuitton.
Nadie pensaría en interrogarle. Simplemente era un mundo distinto, el mundo de los súper ricos.
A su modo eran tan invisibles como los sin techo. Outlaw había sido ambos, clandestinamente. La gente desviaba los ojos de los sin techo, en especial si eras listo y te meabas encima. «Eau» de vagabundo. Pero también desviaban los ojos de los súper acaudalados. Como si los ricos emitieran una mirada especial demasiado brillante para los ojos de la gente normal.
Outlaw también tenía el porte determinado de los súper ricos. Dios sabía que había estudiado a sus clientes lo suficiente y conocía las reglas. Nunca podías ser demasiado arrogante o actuar con demasiada autoridad.
Se acercó en una limusina, de la que salió sin echarle al conductor un segundo vistazo. El piloto estaba en la parte superior de las escaleras y Outlaw pasó a su lado con solo un seco saludo. El comportamiento esperado, era invisible.
El vuelo fue tranquilo, el tiempo excelente durante todo el trayecto hasta el sur de California. Se pasó todo el viaje examinando el edificio Morrison con el Google Street View, pirateando en el archivo de los anteproyectos de la oficina del condado de San Diego y los archivos de la compañía que gestionó la construcción. La oficina de Wordsmith era diminuta, ciento cincuenta y cuatro metros cuadrados y el alquiler era de dos mil doscientos al mes. _____(tn) Pearce tenía el contrato de arrendamiento por dos años y nunca se había retrasado en el pago.
Outlaw había pirateado un satélite espía de observación y echó un vistazo al tejado del edificio. Se pasó una hora con el primer plano de cada centímetro del tejado y para cuando aterrizaron tenía una estrategia viable para entrar y salir de la oficina de _____(tn) Pearce en la novena planta, además de un plan de apoyo de emergencia.
Alquiló un Lexus y condujo él mismo acercándose al edificio Morrison. Una hora después de aterrizar estaba aparcando el Lexus en una calle lateral.
La vista de la calle había sido asombrosamente clara, pero las cámaras del Google no habían sido capaces de penetrar las ventanas de cristal ahumado del vestíbulo.
Outlaw observó la entrada durante un cuarto de hora desde un café moderno al otro lado de la calle. Observó el ir y venir de gente, lo cronometró y entró a grandes zancadas al espacio del enorme vestíbulo de caro vidrio y acero pulido junto con un grupo de hombres admitidos. Llevaba unas grandes gafas envolventes y andaba con
la cabeza gacha. Había cámaras de seguridad por todas las paredes, pero su ángulo era tal que si andabas justo por el medio de los tres metros cuadrados de suelo, las posibilidades eran que solo te pillaran los pies. Se posicionó en medio de una multitud de entusiasmados ejecutivos que acababan de regresar de algún seminario. Como muchos de los soldados de las operaciones especiales, Outlaw no era un hombre grande. Era de estatura media, enjuto y fuerte en vez de ancho. Se puso en medio de dos grandes y fornidos tipos, manteniendo el paso con ellos al cruzar el gran vestíbulo, deseando que los hombres todavía llevaran sombreros. Un Fedora de ala ancha habría sido perfecto para cubrir su rostro.
Nadie le prestó atención. Era uno más de los hombres de negocios que acababan de llegar en un avión con su equipaje de mano, andando con brío a una reunión en el edificio.
Las cámaras de seguridad en la zona de los ascensores estaban todas inclinadas en el mismo ángulo, calibradas para cubrir un área de unos dos metros desde las puertas. Lo cual solo le demostraba a Outlaw una vez más lo increíblemente estúpidos que eran los civiles. Especialmente los civiles ricos. Ningún señor de la droga o criminal que valiera su peso en cocaína habría instalado cámaras de seguridad como ésas. Los ángulos habrían estado escalonados para asegurar la máxima cobertura, para asegurar que ni una mosca lograra traspasar la seguridad. Pero ésos eran hombres duros que pagaban con sus vidas los lapsus en seguridad.
Estos civiles ricos vivían en un mundo fácil, dónde la simple idea de las cámaras de seguridad y los guardias era guay y bastaba. Con un vistazo Outlaw había visto al guardia en el gran escritorio en forma de U hecho de madera de arce y latón. Un buen corte de pelo, un tipo atractivo, esbelto y con un uniforme elegante.
La seguridad como complemento de moda.
Esto iba a ser pan comido.
Nadie le prestó la más mínima atención mientras subía a la séptima planta. Anduvo por ésta con la cabeza gacha, simplemente otro ejecutivo ensimismado en sus pensamientos sobre una próxima oferta pública de adquisición. Era una cuestión de vibraciones. Cuando quería, entre hombres que entendían las señales, Outlaw era bueno emitiendo las vibraciones de «no me jodas o te cortaré las pelotas». Pero aquí sería como emitir ondas de radio a un canal de televisión. No, en esta clase de entorno, el equivalente era «estoy demasiado ocupado y soy demasiado importante para preocuparme de gusanos como tú, así que no me hinches las pelotas». Con esa actitud, era invisible.
Iban a dar las siete de la tarde. El edificio se estaba vaciando de todos los administrativos, secretarias y becarios. Las oficinas tendrían el equipo mínimo y sólo
aquellos ocupados en un gran negocio o deseando hacer puntos con el jefe estarían todavía trabajando. Y la mayoría de ellos se marcharían a las nueve.
Outlaw no se encontró con nadie mientras andaba por todo el edificio, desde las escaleras de incendios al otro lado del pasillo. Unas cuantas oficinas tenían cámaras en el exterior de las puertas y la mayoría de ellas estaban apagadas.
Outlaw negó con la cabeza mientras caminaba. Jesucristo. ¿Apagar una cámara de seguridad? ¿Qué coño le pasaba a esta gente?
En el enorme y vacío hueco de la escalera, subió los escalones de dos en dos hasta la novena planta, sacando su luz láser, sujetándola en la palma de la mano.
La oficina 921 estaba a medio pasillo. Y vio de un vistazo que no había cámara de seguridad en el exterior de la puerta. Así que la señorita Pearce no había aflojado la cantidad adicional para la seguridad extra. Fenomenal.
Aunque había una compañía de seguridad justo enfrente del pasillo. Esa cámara estaba indudablemente encendida y cubría medio pasillo. Outlaw caminó cerca de la pared del otro lado y sólo para asegurarse, emitió la luz láser hacia la cámara mientras pasaba a su lado. Cualquiera que visionara las cintas después solo vería un tramo en blanco, como un fallo en la cinta.
De acuerdo, había hecho un reconocimiento del terreno, hora de ir a su escondite.
Estaba a veintiocho plantas del tejado y Outlaw las hizo a la carrera. Había estado sentado inmóvil durante un par de horas, así que un poco de ejercicio se sentía bien.
Arriba, en el rellano, cambió a su traje táctico de nomex, preparó su equipo y se puso en cuclillas al lado de la puerta que salía al tejado.
Comprobó su reloj. Las siete y veinte. Menos de dos horas de espera. Quería entrar a las nueve. Las nueve era una hora perfecta. Con casi todo el mundo fuera y no tan tarde como para que llamara la atención de los guardas de seguridad nocturnos.
Esperar no fue nunca un problema. Era un francotirador y la paciencia formaba una gran parte de aquello. Se le daba bien esperar. Podía ralentizar su respiración, bajar el ritmo de su corazón, ponerse en un estado de descanso vigilante y aún así permanecer listo para matar de un momento a otro.
Outlaw descansó la cabeza contra la pared y se apagó.
***************
Toda la tarde fue un desastre. _____(tn) hizo exactamente cero trabajo.
Era terrible. Tenía el plazo límite del banco, diez textos para distribuir en su red de colaboradores y los textos nuevos para mirar y cotizar. No podía permitirse el lujo de tomarse un día libre, contemplar el espacio y pensar en Nicholas Jonas.
Sin embargo por mucho que intentó concentrarse, sus fuertes rasgos nadaban en su monitor, desplazando la descripción de una nueva tecnología industrial francesa de los componentes de un avión, que era el texto siguiente tras la reunión del consejo del banco de Luxemburgo. Cada célula de su cuerpo se tensó cuando la imagen de Nicholas floreció en su mente, el oscuro rostro concentrado sobre ella, concentrado en ella con tanta intensidad que notó que las líneas de atracción entre los dos podían volverse visibles.
Su cuerpo hormigueó con el recuerdo del deseo sexual, pero con un poco de tiempo y distancia, algo más menoscabaría en su conciencia. Algo importante sobre la noche anterior. Había sido algo elusivo, algo que no había sentido en mucho tiempo.
Había sido… feliz.
Había pasado tanto tiempo desde que se había sentido de esa manera, que le había llevado todo el día poder reconocerlo. Su ser entero había estado bañado en la dicha y, bueno, el placer sexual. El sexo había tenido todo que ver con ello, pero algo en el mismo Nicholas, más allá de su formidable potencial como amante, estaba involucrado. Ella se estaba ahogando en problemas, estaba hasta el cuello de ellos, hundiéndose rápidamente. Su padre se estaba muriendo, día a día. Pieza por pieza. Mientras trabajaba, _____(tn) trataba de borrar ese pensamiento de su mente pero ahí estaba, constantemente, este enorme agujero negro que succionaba todo en el negro pozo de su interior. Era lo primero en lo que pensaba al despertarse y su último pensamiento por la noche.
Ayudarlo a morir se la estaba comiendo viva. Y se estaba comiendo todos sus recursos financieros. Ella no sabía qué se acabaría antes… si su padre o su dinero.
No se preocupaba en absoluto por sí misma, pero le aterraba pensar en su padre pasando los últimos meses de su vida sin las comodidades que ella se mataba por facilitarle. Ya había estado en el banco para ver cómo conseguir una hipoteca sobre la casa y se habían reído de ella. Así que los recursos que tuviera que utilizar para hacer más fácil la vida de su padre tenían que venir de Wordsmith, la compañía por la que luchaba por mantener a flote.
El terror de que su padre estuviera menos que confortable al final de su vida era como una uña afilada martilleando en su cabeza, hora tras hora, minuto tras minuto. Cada vez que veía una factura médica, una tenaza se apretaba alrededor de su corazón, estrujándolo con fuerza.
Excepto anoche.
Todo eso se había borrado completamente de su mente durante las horas que había pasado en los brazos de Nicholas, la oscuridad y todo lo que la preocupaba había sido reemplazado por el calor tan intenso que la abrasaba. Parte de ella se avergonzaba de haber podido simplemente echar sus problemas por la borda durante un par de horas mientras se sumergía en la sensualidad, y parte de ella lo había celebrado. No había pensado en nada de eso (su padre enfermo, los problemas de dinero, intentar poner Wordsmith en marcha), todas las continuas sobrecargas de preocupación que alimentaban cada momento de vigilia.
Desaparecidas, como el humo. Mientras tenía tropecientos orgasmos.
_____(tn) observó el cursor parpadeando en la pantalla. Había traducido una frase y media en la última hora. Eran las ocho de la noche y la traducción debería haber estado acabada.
Esto era una locura.
Con un suspiro, apagó el ordenador, extrajo el disco duro portátil y fue al comedor, que se había convertido en una habitación de hospital para su padre.
La enfermera nocturna levantó la vista de la revista que leía y se levantó. _____(tn) le hizo un gesto para que volviera a su silla.
—¿Cómo está? —preguntó _____(tn) suavemente, caminando hacia un lado de la cama, evitando el soporte del intravenoso con sólo Dios sabía cuántos productos químicos en él.
—Presión sanguínea normal, ritmo cardíaco normal. Está ligeramente sedado. Dormirá toda la noche. —La voz de la enfermera era baja, enérgica, objetiva. _____(tn) apreciaba eso. Era eficiente y desapasionada, lo que _____(tn) necesitaba. Manuela a veces rompía a llorar en momentos inesperados y eso no ayudaba. La serena calma de la enfermera era tranquilizadora.
—Bien. —_____(tn) posó suavemente la mano sobre la de su padre. La vía intravenosa estaba en la otra mano, dónde finalmente habían encontrado una vena. Los dorsos de ambas manos estaban cubiertos de manchas oscuras donde las finas venas se habían roto. Era cada vez más difícil encontrar una vena fuerte para los fluidos intravenosos y los medicamentos que lo mantenían vivo.
_____(tn) sabía que el siguiente paso era una cirugía menor para abrir una vía subclavia para un catéter intravenoso, lo que crearía sus propios problemas de infección de la corriente sanguínea.
La mano de su padre estaba fría e inmóvil. Siempre estaba frío, sin importar lo que hiciera para protegerle del frío. Su cuerpo simplemente ya no tenía energía para calentarse a sí mismo.
Bajó la mirada hacia él, su último pariente vivo en esta tierra, la persona a quien amaba más que a nadie en el mundo.
La estaba dejando, un poco cada día, y no había nada que pudiera hacer sobre eso. Ni todas sus lágrimas, ni todos sus cuidados podrían detener el progreso de la enfermedad. Al principio, había leído ferozmente sobre el cáncer cerebral, se había conectado a foros de Internet, había hablado interminablemente online con pacientes, con doctores. Leyó todo acerca del cáncer cerebral, hasta que las palabras quedaron borrosas y hasta que finalmente, no pudo leer más.
Todo eso había pasado. No había nada que la ciencia pudiera hacer por su padre, y la única cosa que podía hacer por él era amarlo con todo su corazón y asegurarse de que estuviera tan cómodo como estuviera en su mano hacer.
A menudo, si lo sostenía el tiempo suficiente, podía transferirle una parte de su calor juvenil. Eso les complacía a ambos. Había estado sosteniendo su mano durante diez minutos, pero no estaba entrando en calor. Así que eso también le había sido arrebatado.
—Voy a salir —le dijo a la enfermera—. Estaré fuera un par de horas, tal vez más. —Eso está bien. —La enfermera se reclinó en la silla con su revista. _____(tn) sabía que saltaría instantáneamente a la acción al primer signo de desasosiego de su padre. Era una buena enfermera y había pasado un buen número de noches sin dormir con su padre.
Estaba en buenas manos.
_____(tn) agarró su maletín, cerró silenciosamente la puerta detrás de ella y se encaminó hacia su coche. Se detuvo por un momento, aspirando el aire de última hora de la tarde.
El extremo calor del día se había disipado, pero todavía hacía un calor agradable. Se sentía bien estar afuera después de pasar el día trabajando. Intentando trabajar.
Eran las nueve menos cuarto… bien pasada la hora punta. El tráfico era ligero, ella podría llegar a su oficina en menos de veinte minutos.
Simplemente pensar en su oficina, tan bonita, tan ordenada, tan silenciosa, sin que le pidieran nada aparte del trabajo, la calmó. Sufría un reflejo condicionado de Pavlov dentro de su oficina, centraba la atención en el trabajo inmediatamente, sin distracciones exteriores.
Cuatro o cinco horas de duro trabajo allí harían más que compensar el día perdido. Repentinamente anheló la calma fresca de su oficina igual que una persona perdida en el desierto ansiaba el agua.
Estaba en el coche, apartándose del bordillo, antes de que se diera cuenta de que algo faltaba. Esa ligera sensación afilada en su intestino de que Asqueroso 1 y Asqueroso 2 saldrían afuera y la acosarían.
Pero no salió nadie. Los dos parecían vivir para observarla ir y venir de su casa, pero esa noche todo había silencio.
Gracias a Mike.
Gracias a Nicholas.
Vaya.
No, no. Ya se las había arreglado para pensar demasiado en Nicholas. Mañana tendría que enfrentarse a él, tomar alguna clase de decisión sobre él, pero hoy estaba dando vueltas y tenía que detenerse.
No pensar en Nicholas. Su nuevo mantra.
Las siguientes horas tenían que ser de trabajo. Centró su atención resueltamente en lo que era necesario hacer mientras conducía de entrada a la ciudad, ganando tiempo por las calles casi vacías. Redactó mentalmente su lista de quehaceres, marcando las prioridades y para cuando entró en su plaza del garaje subterráneo ya había decidido qué traducción iba a cada cual.
Ser buena en su trabajo, convertir a Wordsmith en un éxito, tenía una conexión directa con el bienestar de su padre. Tenía que recordar eso. Permanecer concentrada.
Como siempre, disfrutó de la subida en el ascensor. Normalmente estaba repleto por las mañanas y por las tardes mientras el edificio se llenaba y se vaciaba. Esta noche estaba vacío, un gran cubo de madera y latón con puertas interiores de bronce tan pulido que reflejaban como espejos.
Se miró y se sobresaltó mientras el ascensor subía suavemente. Gracias a Dios que no eran horas de oficina. Era meticulosamente aseada en el trabajo, hasta tal punto que era una cosa buena que nadie fuera a verla. El pelo retirado hacia atrás en una cola de caballo desaliñada, nada de maquillaje, vaqueros, camisa blanca y zapatos planos. Observó su cara reflejada en las puertas.
Parecía cansada y preocupada. Lo que era como debía ser, porque estaba cansada y preocupada.
El ascensor subió como un rayo hasta pararse e hizo un sonido metálico cuando las puertas se abrieron. Caminó por el pasillo, con ganas de ponerse manos a la obra. El personal de limpieza nocturno no había llegado aún. Los arreglos florales estaban mustios; había una marca en el suelo por donde alguien había arrastrado algo pesado.
Mañana por la mañana estaría impoluto. A _____(tn) le encantaba que hubiera algo en su vida de lo que encargaran otros.
Se detuvo delante de su puerta, en mitad del pasillo. Aunque suspiraba por alcanzar el santuario de su oficina, instintivamente giró a la izquierda, como compelida por un poderoso imán.
Se quedó en pie frente a una puerta exactamente igual a suya, excepto que en la pequeña placa brillante de latón se leía Jonas Security en lugar de Wordsmith.
_____(tn) extendió una mano para tocar la madera fresca y suave.
La oficina de Nicholas. Mañana por la mañana él estaría tras esta puerta.
Tocaría el timbre de la puerta, él abriría la puerta y... ¿qué? Los siguientes minutos eran un vacío completo y absoluto en su mente. ¿Qué diría? ¿Lo siento?
Lo siento, Nicholas, simplemente enloquecí. No podía tratar contigo en absoluto.
¿La perdonaría?
Estaba tan cansada. No sólo por lo de anoche y lo de hoy. Estaba cansada de luchar con sus problemas, día sí, día también. Tan cansada que algunas de las barreras de su mente caían, desparramándose en el suelo, dejándola desnuda, en carne viva e indefensa.
Se quedó allí, con la cabeza inclinada y la mano sobre la puerta durante algunos minutos, reconciliándose con el hecho de que otra vez estaba deseando ver a Nicholas Jonas. Para absorber una parte del calor y la fuerza que él parecía estar tan feliz de compartir con ella.
Mañana. Mañana algo podría cambiar en su vida. Pero, por esta noche, tenía trabajo que hacer.
Sintiéndose mejor en cierta forma, _____(tn) giró hacia su puerta, puso su llave en el cerrojo y la empujó,
tanteando en busca del interruptor mientras la puerta se cerraba detrás de ella.
Repentinamente, unas manos la agarraron, la estamparon contra la pared tan brutalmente que se quedó sin aliento. Un frío círculo de acero conectó con fuerza contra su sien, la piel se rompió. Una gota de sangre se deslizó por su mejilla, goteando por su barbilla.
No podía respirar, no podía ver.
Sonó una respiración contra su oreja y una voz baja y cruel:
—Grita y te volaré la cabeza.
:pokerface:
que pasará......
las leo más tarde!
Lu wH!;*
:hi:
HeyItsLupitaNJ
Re: Fuego Cruzado - NicholasJ&Tu (Adaptación) - TERMINADA
OOOOOOOOOOOOOOOOOHHHHH!!
SE QUITO DE ENCIMA A ASQUEROSO 1 Y 2
PEEROO AHORA ESTA ESTE LOOOCOOOOOO!!!!
AAAIII QUE NICK LAAA SAAAALLVEEEE
SE QUITO DE ENCIMA A ASQUEROSO 1 Y 2
PEEROO AHORA ESTA ESTE LOOOCOOOOOO!!!!
AAAIII QUE NICK LAAA SAAAALLVEEEE
chelis
Re: Fuego Cruzado - NicholasJ&Tu (Adaptación) - TERMINADA
oooohhhhhhhh
porrdioosss kieroo masssss
mariely_jonas
Re: Fuego Cruzado - NicholasJ&Tu (Adaptación) - TERMINADA
es enserio!!?
Maigaaad!
No lo puedo creer!
´Please siguuela!
Maigaaad!
No lo puedo creer!
´Please siguuela!
Rebecca Alvz
Re: Fuego Cruzado - NicholasJ&Tu (Adaptación) - TERMINADA
:) hola reportandome con más novela!
Enjoy It!
Nicholas sabía que era estúpido quedarse hasta tarde en la oficina cuando no estaba haciendo ningún trabajo y tenía un apartamento perfecto al que ir. Pero pensar en entrar en su casa sin _____(tn), sin haber hablado con ella, hizo que el estómago se le tensara. ¿Todavía conservaría su olor el apartamento? Las sábanas sí. Dios, no la dejaría salir de las sábanas. Olerían a ella y sabrían a ella. Mierda, si se fuera a casa sin ella, acabaría paseando por la sala de estar con una triste erección y sin nada que hacer con ella.
Aunque en algún momento tenía que irse a casa. Harry y Mike estaban vigilándole. Si no estaba allí a medianoche, vendrían a llevárselo, probablemente a algún bar en algún lugar para emborracharle, y luego le llevarían a casa.
Era una idea. Lograr una cara de mierda, oh sí. Tal vez llevarse a alguien del bar, follarla, empezar a sacarse a _____(tn) de la cabeza. Nop, eso no funcionaría. La idea no tenía ningún atractivo. Cero.
Jesús, era una mierda espantosa. Ante la idea de follarse a otra mujer su polla ni se había inmutado. Si acaso se puso mustia, las pelotas se le encogieron en la entrepierna. Si su pene hablara, le diría que sólo _____(tn) podía hacerlo, lo que era un mal yuyu, ya que la dama no hablaba con él.
Finalmente dejó de llamarla a su oficina y a su casa alrededor del mediodía, cuando ella descolgó el teléfono. El móvil permanecía apagado, por lo que él estaba bloqueado.
Mike regresó de su misión de meter el temor de Dios en esos dos cabrones pero había estado irritantemente callado sobre ella. Cuando Nicholas le preguntó como se veía _____(tn), respondió: «Hermosa». Sí, gracias Mike. Si había una cosa que Nicholas sabía, era que _____(tn) Pearce era hermosa.
Mike también dijo que _____(tn) amaba mucho a su padre.
Después de eso, Mike se cerró en banda, dejándolo colgado.
Nicholas se sentó tras su gran escritorio, un gran, lujoso y brillante símbolo de éxito que iba muy bien con el gran, lujoso y brillante símbolo que era su oficina y contemplaba esa enorme pelota con efecto que la vida le había lanzado.
Ya desde su decimoctavo cumpleaños, cuando nadie más tuvo poder legal sobre él, había conseguido todo lo que quería de la vida. No había sido fácil, joder no, especialmente convertirse en SEAL, pero por Cristo, si se le metió una idea en la cabeza, el trabajo duro, la inteligencia y la perseverancia lo lograron, eso era.
Nunca había fallado una misión que se propusiera.
Excepto ahora, cuando el problema le estaba mirando a la cara. Pocas veces quiso algo en su vida como quería a _____(tn), pero ella se escapó de su alcance y él no tenía ni la menor idea de lo que se necesitaría para recuperarla.
Se estaba muriendo, aquí. Solo, hundiéndose en algún agujero negro, sin tener ni idea de dónde agarrarse.
Nicholas se hundió aún más en su extremadamente cómoda silla de diseño de seis mil dólares, que se había avergonzado de comprar pero en la que el decorador había insistido. Joder. Estaba gimoteando. Menos mal que Mike y Harry no podían verle ahora, porque le golpearían hasta quitarle toda esa autocompasión.
Pero la cuestión era que, en cada misión, siempre supo exactamente lo que necesitaría para conseguir lo que quería. Generalmente trabajo duro y fuerza de voluntad, cosas de las que él era capaz a un alto nivel.
Pero _____(tn) no era un graduado en BUD/S, ni sobrevivir a un tiroteo, ni fundar una empresa. Era una mujer, con un corazón totalmente insondable y Nicholas simplemente no podía ver el camino despejado. Era como estar perdido en la niebla.
Se cuestionó a posteriori cada movimiento. ¿Llamar, no llamar? Bueno, eso estaba fuera de la cuestión cuando se había pasado toda la mañana machacando su número telefónico. Eso no iba bien.
¿Enviarle flores? ¿Cuáles? Había leído en alguna parte mientras esperaba en el barbero que las rosas estaban acabadas. Nadie quería rosas, demostraban que un hombre no tenía imaginación. Entonces, joder, ¿qué otra cosa había? Se estrujó el cerebro buscando otras flores y todo lo que se le ocurrió fueron margaritas. ¿No estaban las margaritas asociadas con la muerte?
Cristo, no se reconocía a sí mismo. Este no era él. Estaba…vacilando.
Nicholas Jonas, vacilando. Él no vacilaba. Él actuaba.
Sólo que esta noche no, pensó con un suspiro. Aparecer en la puerta de su casa sólo la alejaría, por no mencionar el hecho de que su padre estaba realmente enfermo y Nicholas podría molestarle si estaba durmiendo. Tío, nunca había visto a nadie con el aspecto que tenía su padre, listo para pasar por encima del umbral de la muerte en cualquier momento. Nicholas había visto la muerte antes, pero generalmente llegaba en la forma de una bala, destrozando un saludable cuerpo joven.
No, si el padre de _____(tn) estaba durmiendo, o le había llegado el turno para lo peor, ella no apreciaría que llamara a su puerta. Si había una cosa que tenía muy muy clara, que aporreó su dura cabeza, era que _____(tn) amaba a su padre y que lo había hecho su prioridad principal en la vida y que eso no iba a cambiar.
Era una verdadera lástima que eso sólo lograra que la admirara aún más.
Jesús. Tal vez sería una buena idea volver al plan A, conseguir una mierda de cara con sus hermanos.
Sí, eso sería.
Nicholas se congeló. Tenía un grupo de monitores sobre el lado corto de su escritorio en forma de L, uno mostraba el corredor fuera de su puerta. Se había quedado en blanco alrededor de una hora y media antes y él hizo una nota mental para tenerlo arreglado, tut suit11, como diría _____(tn).
El monitor mostró a _____(tn), justo afuera de su puerta. Se veía preocupada, cansada e insoportablemente bella. Extendió la larga y esbelta mano, tocando su puerta.
Eso es, cariño, pensó él, levantándose. Oh sí. Llama a mi puerta y ven a mis brazos y podremos seguir donde lo dejamos.
Ella se quedó de pie, claramente tentada, pero entonces se giró y él la perdió.
Entró en su propia oficina.
Mierda.
Bueno, ella estaba aquí. No iba a tener que esperar hasta mañana para verla. Cualquier cosa que estuviera pasando dentro de esa complicada y bonita cabeza suya, lo averiguaría en los próximos cinco minutos.
Nicholas cerró la oficina y cruzó el pasillo.
Estaba a punto de llamar al timbre al lado de la puerta cuando se detuvo, congelado.
Oh Cristo.
Podía oír el profundo estruendo de un hombre, aunque no pudo distinguir las palabras.
¡Mierda! De todos los escenarios que había llevado a su mente, el hecho que ella estuviese viendo a algún otro simplemente no se le había ocurrido. Pero si estaba saliendo con otro, ¿por qué coño había aceptado su invitación a cenar? ¿o ido a la cama con él?
Giró la cabeza y puso la oreja contra la puerta. Oh sí. Era la voz de un hombre. Indudablemente. Permaneció de pie, como si alguien lo hubiera encerrado en cemento, intentando procesar esa idea. _____(tn) estaba con otro tío.
Entonces escuchó un agudo grito de dolor y Nicholas olvidó cada pizca de entrenamiento, cada segundo de experiencia que tenía como soldado. Lo que había sido machacado en su dura cabeza por hombres con la cabeza igual de dura: que no vayas ofuscado a una situación de batalla. Nunca. Cualquier instructor habría tenido su culo si hubiera hecho en un entrenamiento lo que hizo a continuación.
Si hubiera sido capaz de utilizar su cerebro en lugar de llenarse instantáneamente de terror con la imagen de pesadilla de alguien hiriendo a _____(tn), hubiera regresado a su despacho donde tenía un montón de armas en su armero, cogido la Glock 19, comprobado el cargador, cogido un par de recambios en caso que no matara al cabrón, utilizado su cámara termográfica por lo que sabría donde estaba _____(tn) y así haría una entrada dinámica.
Se tomó unos segundos para recorrer el escenario en su mente más rápido que un ganso en temporada de caza, como había hecho antes miles de veces, aunque nunca por su cuenta y sin un equipo a su lado.
Sólo había una voz masculina y Nicholas se enfrentaría contra cualquier hombre vivo
en combate.
Su entrenamiento le dijo que esperara y que fuera preparado con el equipo adecuado. Pero a la mierda con el entrenamiento. Nadie sabía mejor que Nicholas cuanto daño podía causar un hombre enfadado a una mujer sólo en un momento. Brazos rotos, mandíbulas rotas, un puñetazo tan fuerte que reducía el hígado a pulpa…había visto todo eso en su infancia.
Había tocado cada centímetro de _____(tn) la pasada noche y pensó que ella era elegante y con clase, no tenía los músculos de alguien que supiera defensa personal. Estaba indefensa.
_____(tn) gritó de dolor otra vez y Nicholas actuó por puro y desgarrador terror, forzando la cerradura en un segundo y lanzándose a la habitación y, oh Cristo, era su peor pesadilla.
Un hombre con equipo táctico, sosteniendo un arma contra la cabeza de _____(tn) con un brazo alrededor de su cuello. Ambos se giraron y Nicholas nunca, nunca olvidaría la mirada en la cara de _____(tn). Ella había estado luchando con desesperación y cuando le vio su cara simplemente se iluminó, con alegría y esperanza. La sangre goteaba de la boca del cañón, donde se rompió la piel de la sien.
—¡Nicholas! —ella se ahogó e instintivamente se movió hacia él, sólo para ser atrapada bruscamente por el hombre que la sostenía.
—Oh no, tú no —gruñó el hombre, apretando el brazo— quédate aquí —le dijo a Nicholas y éste se detuvo. ¡Joder, joder, joder! Estaban contra la pared, con el escritorio de _____(tn) entre ellos. No había manera de que Nicholas le pudiera atacar. El hombre sostenía una Kimber 1911, con el seguro quitado, el dedo en la protección del gatillo. Se veía como alguien que sabía cómo usar el arma. Y se veía como que la usaría en un pispás.
—¿Quién coño eres tú? —El hombre apretó su brazo izquierdo aún más alrededor de la garganta de _____(tn), atrapada dentro de su codo. Nicholas podía oír que ella luchaba por respirar. Era una presa que conocía e intentó no dejar que el pánico le venciera porque era una sujeción que un hombre entrenado podía utilizar para romper su cuello en un segundo. Una elevación del antebrazo, un empuje hacia la izquierda desde el brazo con el arma y los delicados huesos en el cuello se romperían.
Era una presa que Nicholas había utilizado. En hombres que cayeron sin vida al suelo.
El terror heló sus venas. Este no era un ladrón casual al que tal vez podría engañar. Este era un agente. Nicholas se fue hacia la izquierda, pero el hombre mantenía algo entre ellos, el escritorio, una silla para los clientes.
El hombre sacudió a _____(tn).
—Dije ¿quién eres tú? Dímelo o su cerebro decorará este bonito escritorio.
Jesús. Nicholas sabía exactamente como se veía una bala a través de la cabeza. Tuvo que ejercitar todo su autocontrol para no visualizar a _____(tn), con una niebla roja donde solía estar su cabeza, cayendo al suelo.
Tiempo. Ella necesitaba tiempo. Levantó las manos. Mira, sin armas. Cristo, era verdad. Ni siquiera un maldito cuchillo.
—Nicholas Jonas —dijo.
—Jonas, hum —sacudió un poco a _____(tn)—. Quédate quieta, zorra —la mirada oscura del hombre era afilada—. ¿El tipo de la oficina de enfrente?
Nicholas asintió con la cabeza, sus ojos nunca abandonaron los del otro hombre. _____(tn) tenía la mirada fija en él, sus ojos suplicaban, pero Nicholas ni siquiera se atrevía a
mirarla. Cada célula de su cuerpo estaba centrada en el hombre, observando todos sus movimientos. Todo lo que Nicholas necesitaba era la más simple oportunidad, incluso un segundo de disminución de su atención.
Pero este tipo era bueno. Se movía cuidadosamente, sin inmutarse por estar sosteniendo a una mujer desesperada retorciéndose en sus brazos. Estaba circulando hacia la puerta, arrastrando a _____(tn).
A ella el pecho le rugía en un inútil intento por coger aire. Sus labios se estaban volviendo azules.
—La estás asfixiando —Nicholas mantuvo la voz baja e incluso entonces miraba a los ojos del hombre—. Afloja un poco.
El hombre ni siquiera respondió. Sacudió la cabeza hacia la pared posterior.
—Ve allí detrás de la mesa. Siéntate y pon las manos sobre el escritorio.
Nicholas dudó. Los ojos de _____(tn) estaban empezando a ponerse en blanco. Tal vez sólo debía lanzarse contra el hijo de puta y ver que pasaba. De todos modos, _____(tn) iba a morir en pocos minutos, si continuaba asfixiándola. Tal vez el capullo apuntaría el arma hacia el tipo grande que se lanzaba contra él y la alejara de la mujer. Si no se llevaba un tiro a la cabeza, tal vez pudiera atrapar la bala y vivir el tiempo suficiente para romperle el cuello al hijo de puta…
—¡Ahora!
Excepto tal vez que el intruso podría dispararle a la cabeza. El tipo podría tumbarlo en un segundo y entonces _____(tn) estaría a su merced. Mientras Nicholas estuviera vivo, ella tendría una oportunidad. Se movió hacia la silla y se sentó.
—Manos en el escritorio. Palmas hacia abajo, dedos extendidos.
Jesús. Nicholas ni siquiera tenía un cuchillo. Era bueno con un cuchillo, casi tan bueno como con un arma. Podría tener su K-bar atravesado en el ojo del tipo y dentro de su córtex en medio segundo, matándolo tan rápido que la orden hacia el dedo del gatillo de meter una bala en la cabeza de _____(tn) nunca llegaría más allá de la primera sinapsis.
Pero estaba sin armas. Sus manos y pies eran armas en sí, pero tenía que alcanzar primero al hombre y de momento, eso era imposible.
El intruso se estaba dirigiendo hacia la puerta, arrastrando a _____(tn) con él. Sus resuellos sonaban dolorosamente altos en el silencio de la habitación. Sus pies escarbaban para apuntalarse, los talones golpeteaban los tobillos del tipo. Él ni siquiera se inmutó. Nicholas bajó los ojos hacia los pies del hombre. Llevaba botas de combate. _____(tn) trataba de golpearle, herirle y él ni siquiera lo sentía.
Buen intento, cariño. Ella casi estaba desmayada por la falta de aire y todavía continuaba luchando.
Los dos alcanzaron la puerta. El tipo estaba intentando escapar con _____(tn), pero no iba a ir lejos, arrastrando a una mujer golpeando y gritando. Nicholas podría alcanzarle muy pronto, si pudiera…
Nicholas estaba repasando mentalmente sus opciones, ninguna de ellas era buena, cuando el hombre aflojó el brazo alrededor del cuello de _____(tn), la levantó y arrojó su cuerpo a través de la habitación, directamente a las grandes ventanas de cristal laminado de su oficina del noveno piso.
Las leo mañana! ^.^
Lu wH!;*
:hi:
Enjoy It!
Capitulo 9 (Parte 1)
Nicholas sabía que era estúpido quedarse hasta tarde en la oficina cuando no estaba haciendo ningún trabajo y tenía un apartamento perfecto al que ir. Pero pensar en entrar en su casa sin _____(tn), sin haber hablado con ella, hizo que el estómago se le tensara. ¿Todavía conservaría su olor el apartamento? Las sábanas sí. Dios, no la dejaría salir de las sábanas. Olerían a ella y sabrían a ella. Mierda, si se fuera a casa sin ella, acabaría paseando por la sala de estar con una triste erección y sin nada que hacer con ella.
Aunque en algún momento tenía que irse a casa. Harry y Mike estaban vigilándole. Si no estaba allí a medianoche, vendrían a llevárselo, probablemente a algún bar en algún lugar para emborracharle, y luego le llevarían a casa.
Era una idea. Lograr una cara de mierda, oh sí. Tal vez llevarse a alguien del bar, follarla, empezar a sacarse a _____(tn) de la cabeza. Nop, eso no funcionaría. La idea no tenía ningún atractivo. Cero.
Jesús, era una mierda espantosa. Ante la idea de follarse a otra mujer su polla ni se había inmutado. Si acaso se puso mustia, las pelotas se le encogieron en la entrepierna. Si su pene hablara, le diría que sólo _____(tn) podía hacerlo, lo que era un mal yuyu, ya que la dama no hablaba con él.
Finalmente dejó de llamarla a su oficina y a su casa alrededor del mediodía, cuando ella descolgó el teléfono. El móvil permanecía apagado, por lo que él estaba bloqueado.
Mike regresó de su misión de meter el temor de Dios en esos dos cabrones pero había estado irritantemente callado sobre ella. Cuando Nicholas le preguntó como se veía _____(tn), respondió: «Hermosa». Sí, gracias Mike. Si había una cosa que Nicholas sabía, era que _____(tn) Pearce era hermosa.
Mike también dijo que _____(tn) amaba mucho a su padre.
Después de eso, Mike se cerró en banda, dejándolo colgado.
Nicholas se sentó tras su gran escritorio, un gran, lujoso y brillante símbolo de éxito que iba muy bien con el gran, lujoso y brillante símbolo que era su oficina y contemplaba esa enorme pelota con efecto que la vida le había lanzado.
Ya desde su decimoctavo cumpleaños, cuando nadie más tuvo poder legal sobre él, había conseguido todo lo que quería de la vida. No había sido fácil, joder no, especialmente convertirse en SEAL, pero por Cristo, si se le metió una idea en la cabeza, el trabajo duro, la inteligencia y la perseverancia lo lograron, eso era.
Nunca había fallado una misión que se propusiera.
Excepto ahora, cuando el problema le estaba mirando a la cara. Pocas veces quiso algo en su vida como quería a _____(tn), pero ella se escapó de su alcance y él no tenía ni la menor idea de lo que se necesitaría para recuperarla.
Se estaba muriendo, aquí. Solo, hundiéndose en algún agujero negro, sin tener ni idea de dónde agarrarse.
Nicholas se hundió aún más en su extremadamente cómoda silla de diseño de seis mil dólares, que se había avergonzado de comprar pero en la que el decorador había insistido. Joder. Estaba gimoteando. Menos mal que Mike y Harry no podían verle ahora, porque le golpearían hasta quitarle toda esa autocompasión.
Pero la cuestión era que, en cada misión, siempre supo exactamente lo que necesitaría para conseguir lo que quería. Generalmente trabajo duro y fuerza de voluntad, cosas de las que él era capaz a un alto nivel.
Pero _____(tn) no era un graduado en BUD/S, ni sobrevivir a un tiroteo, ni fundar una empresa. Era una mujer, con un corazón totalmente insondable y Nicholas simplemente no podía ver el camino despejado. Era como estar perdido en la niebla.
Se cuestionó a posteriori cada movimiento. ¿Llamar, no llamar? Bueno, eso estaba fuera de la cuestión cuando se había pasado toda la mañana machacando su número telefónico. Eso no iba bien.
¿Enviarle flores? ¿Cuáles? Había leído en alguna parte mientras esperaba en el barbero que las rosas estaban acabadas. Nadie quería rosas, demostraban que un hombre no tenía imaginación. Entonces, joder, ¿qué otra cosa había? Se estrujó el cerebro buscando otras flores y todo lo que se le ocurrió fueron margaritas. ¿No estaban las margaritas asociadas con la muerte?
Cristo, no se reconocía a sí mismo. Este no era él. Estaba…vacilando.
Nicholas Jonas, vacilando. Él no vacilaba. Él actuaba.
Sólo que esta noche no, pensó con un suspiro. Aparecer en la puerta de su casa sólo la alejaría, por no mencionar el hecho de que su padre estaba realmente enfermo y Nicholas podría molestarle si estaba durmiendo. Tío, nunca había visto a nadie con el aspecto que tenía su padre, listo para pasar por encima del umbral de la muerte en cualquier momento. Nicholas había visto la muerte antes, pero generalmente llegaba en la forma de una bala, destrozando un saludable cuerpo joven.
No, si el padre de _____(tn) estaba durmiendo, o le había llegado el turno para lo peor, ella no apreciaría que llamara a su puerta. Si había una cosa que tenía muy muy clara, que aporreó su dura cabeza, era que _____(tn) amaba a su padre y que lo había hecho su prioridad principal en la vida y que eso no iba a cambiar.
Era una verdadera lástima que eso sólo lograra que la admirara aún más.
Jesús. Tal vez sería una buena idea volver al plan A, conseguir una mierda de cara con sus hermanos.
Sí, eso sería.
Nicholas se congeló. Tenía un grupo de monitores sobre el lado corto de su escritorio en forma de L, uno mostraba el corredor fuera de su puerta. Se había quedado en blanco alrededor de una hora y media antes y él hizo una nota mental para tenerlo arreglado, tut suit11, como diría _____(tn).
El monitor mostró a _____(tn), justo afuera de su puerta. Se veía preocupada, cansada e insoportablemente bella. Extendió la larga y esbelta mano, tocando su puerta.
Eso es, cariño, pensó él, levantándose. Oh sí. Llama a mi puerta y ven a mis brazos y podremos seguir donde lo dejamos.
Ella se quedó de pie, claramente tentada, pero entonces se giró y él la perdió.
Entró en su propia oficina.
Mierda.
Bueno, ella estaba aquí. No iba a tener que esperar hasta mañana para verla. Cualquier cosa que estuviera pasando dentro de esa complicada y bonita cabeza suya, lo averiguaría en los próximos cinco minutos.
Nicholas cerró la oficina y cruzó el pasillo.
Estaba a punto de llamar al timbre al lado de la puerta cuando se detuvo, congelado.
Oh Cristo.
Podía oír el profundo estruendo de un hombre, aunque no pudo distinguir las palabras.
¡Mierda! De todos los escenarios que había llevado a su mente, el hecho que ella estuviese viendo a algún otro simplemente no se le había ocurrido. Pero si estaba saliendo con otro, ¿por qué coño había aceptado su invitación a cenar? ¿o ido a la cama con él?
Giró la cabeza y puso la oreja contra la puerta. Oh sí. Era la voz de un hombre. Indudablemente. Permaneció de pie, como si alguien lo hubiera encerrado en cemento, intentando procesar esa idea. _____(tn) estaba con otro tío.
Entonces escuchó un agudo grito de dolor y Nicholas olvidó cada pizca de entrenamiento, cada segundo de experiencia que tenía como soldado. Lo que había sido machacado en su dura cabeza por hombres con la cabeza igual de dura: que no vayas ofuscado a una situación de batalla. Nunca. Cualquier instructor habría tenido su culo si hubiera hecho en un entrenamiento lo que hizo a continuación.
Si hubiera sido capaz de utilizar su cerebro en lugar de llenarse instantáneamente de terror con la imagen de pesadilla de alguien hiriendo a _____(tn), hubiera regresado a su despacho donde tenía un montón de armas en su armero, cogido la Glock 19, comprobado el cargador, cogido un par de recambios en caso que no matara al cabrón, utilizado su cámara termográfica por lo que sabría donde estaba _____(tn) y así haría una entrada dinámica.
Se tomó unos segundos para recorrer el escenario en su mente más rápido que un ganso en temporada de caza, como había hecho antes miles de veces, aunque nunca por su cuenta y sin un equipo a su lado.
Sólo había una voz masculina y Nicholas se enfrentaría contra cualquier hombre vivo
en combate.
Su entrenamiento le dijo que esperara y que fuera preparado con el equipo adecuado. Pero a la mierda con el entrenamiento. Nadie sabía mejor que Nicholas cuanto daño podía causar un hombre enfadado a una mujer sólo en un momento. Brazos rotos, mandíbulas rotas, un puñetazo tan fuerte que reducía el hígado a pulpa…había visto todo eso en su infancia.
Había tocado cada centímetro de _____(tn) la pasada noche y pensó que ella era elegante y con clase, no tenía los músculos de alguien que supiera defensa personal. Estaba indefensa.
_____(tn) gritó de dolor otra vez y Nicholas actuó por puro y desgarrador terror, forzando la cerradura en un segundo y lanzándose a la habitación y, oh Cristo, era su peor pesadilla.
Un hombre con equipo táctico, sosteniendo un arma contra la cabeza de _____(tn) con un brazo alrededor de su cuello. Ambos se giraron y Nicholas nunca, nunca olvidaría la mirada en la cara de _____(tn). Ella había estado luchando con desesperación y cuando le vio su cara simplemente se iluminó, con alegría y esperanza. La sangre goteaba de la boca del cañón, donde se rompió la piel de la sien.
—¡Nicholas! —ella se ahogó e instintivamente se movió hacia él, sólo para ser atrapada bruscamente por el hombre que la sostenía.
—Oh no, tú no —gruñó el hombre, apretando el brazo— quédate aquí —le dijo a Nicholas y éste se detuvo. ¡Joder, joder, joder! Estaban contra la pared, con el escritorio de _____(tn) entre ellos. No había manera de que Nicholas le pudiera atacar. El hombre sostenía una Kimber 1911, con el seguro quitado, el dedo en la protección del gatillo. Se veía como alguien que sabía cómo usar el arma. Y se veía como que la usaría en un pispás.
—¿Quién coño eres tú? —El hombre apretó su brazo izquierdo aún más alrededor de la garganta de _____(tn), atrapada dentro de su codo. Nicholas podía oír que ella luchaba por respirar. Era una presa que conocía e intentó no dejar que el pánico le venciera porque era una sujeción que un hombre entrenado podía utilizar para romper su cuello en un segundo. Una elevación del antebrazo, un empuje hacia la izquierda desde el brazo con el arma y los delicados huesos en el cuello se romperían.
Era una presa que Nicholas había utilizado. En hombres que cayeron sin vida al suelo.
El terror heló sus venas. Este no era un ladrón casual al que tal vez podría engañar. Este era un agente. Nicholas se fue hacia la izquierda, pero el hombre mantenía algo entre ellos, el escritorio, una silla para los clientes.
El hombre sacudió a _____(tn).
—Dije ¿quién eres tú? Dímelo o su cerebro decorará este bonito escritorio.
Jesús. Nicholas sabía exactamente como se veía una bala a través de la cabeza. Tuvo que ejercitar todo su autocontrol para no visualizar a _____(tn), con una niebla roja donde solía estar su cabeza, cayendo al suelo.
Tiempo. Ella necesitaba tiempo. Levantó las manos. Mira, sin armas. Cristo, era verdad. Ni siquiera un maldito cuchillo.
—Nicholas Jonas —dijo.
—Jonas, hum —sacudió un poco a _____(tn)—. Quédate quieta, zorra —la mirada oscura del hombre era afilada—. ¿El tipo de la oficina de enfrente?
Nicholas asintió con la cabeza, sus ojos nunca abandonaron los del otro hombre. _____(tn) tenía la mirada fija en él, sus ojos suplicaban, pero Nicholas ni siquiera se atrevía a
mirarla. Cada célula de su cuerpo estaba centrada en el hombre, observando todos sus movimientos. Todo lo que Nicholas necesitaba era la más simple oportunidad, incluso un segundo de disminución de su atención.
Pero este tipo era bueno. Se movía cuidadosamente, sin inmutarse por estar sosteniendo a una mujer desesperada retorciéndose en sus brazos. Estaba circulando hacia la puerta, arrastrando a _____(tn).
A ella el pecho le rugía en un inútil intento por coger aire. Sus labios se estaban volviendo azules.
—La estás asfixiando —Nicholas mantuvo la voz baja e incluso entonces miraba a los ojos del hombre—. Afloja un poco.
El hombre ni siquiera respondió. Sacudió la cabeza hacia la pared posterior.
—Ve allí detrás de la mesa. Siéntate y pon las manos sobre el escritorio.
Nicholas dudó. Los ojos de _____(tn) estaban empezando a ponerse en blanco. Tal vez sólo debía lanzarse contra el hijo de puta y ver que pasaba. De todos modos, _____(tn) iba a morir en pocos minutos, si continuaba asfixiándola. Tal vez el capullo apuntaría el arma hacia el tipo grande que se lanzaba contra él y la alejara de la mujer. Si no se llevaba un tiro a la cabeza, tal vez pudiera atrapar la bala y vivir el tiempo suficiente para romperle el cuello al hijo de puta…
—¡Ahora!
Excepto tal vez que el intruso podría dispararle a la cabeza. El tipo podría tumbarlo en un segundo y entonces _____(tn) estaría a su merced. Mientras Nicholas estuviera vivo, ella tendría una oportunidad. Se movió hacia la silla y se sentó.
—Manos en el escritorio. Palmas hacia abajo, dedos extendidos.
Jesús. Nicholas ni siquiera tenía un cuchillo. Era bueno con un cuchillo, casi tan bueno como con un arma. Podría tener su K-bar atravesado en el ojo del tipo y dentro de su córtex en medio segundo, matándolo tan rápido que la orden hacia el dedo del gatillo de meter una bala en la cabeza de _____(tn) nunca llegaría más allá de la primera sinapsis.
Pero estaba sin armas. Sus manos y pies eran armas en sí, pero tenía que alcanzar primero al hombre y de momento, eso era imposible.
El intruso se estaba dirigiendo hacia la puerta, arrastrando a _____(tn) con él. Sus resuellos sonaban dolorosamente altos en el silencio de la habitación. Sus pies escarbaban para apuntalarse, los talones golpeteaban los tobillos del tipo. Él ni siquiera se inmutó. Nicholas bajó los ojos hacia los pies del hombre. Llevaba botas de combate. _____(tn) trataba de golpearle, herirle y él ni siquiera lo sentía.
Buen intento, cariño. Ella casi estaba desmayada por la falta de aire y todavía continuaba luchando.
Los dos alcanzaron la puerta. El tipo estaba intentando escapar con _____(tn), pero no iba a ir lejos, arrastrando a una mujer golpeando y gritando. Nicholas podría alcanzarle muy pronto, si pudiera…
Nicholas estaba repasando mentalmente sus opciones, ninguna de ellas era buena, cuando el hombre aflojó el brazo alrededor del cuello de _____(tn), la levantó y arrojó su cuerpo a través de la habitación, directamente a las grandes ventanas de cristal laminado de su oficina del noveno piso.
Las leo mañana! ^.^
Lu wH!;*
:hi:
HeyItsLupitaNJ
Página 5 de 10. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
Temas similares
» Fuego Nocturno - NicholasJ&Tu (Adaptación) TERMINADA
» Remy - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMiNADA!!
» Slammed - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
» Crush- NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA!
» Real - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMiNADA!
» Remy - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMiNADA!!
» Slammed - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
» Crush- NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA!
» Real - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMiNADA!
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 5 de 10.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.