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Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
demonios, Joseph es ta sexy grrr
Que se entere Elliot que Joe es mejor y es el que eligira la rayiz
Siguela!!
Que se entere Elliot que Joe es mejor y es el que eligira la rayiz
Siguela!!
aranzhitha
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
wow joe estan ahhh
me enknta!!!
siguela!!!!!
me enknta!!!
siguela!!!!!
jamileth
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
me encantaron!!!
Joe es tan... SEXI!!
necesito saber que misterios esconde!!
como que le habla a la rayis mentalmente??
ahhh esta cada vez mejor!!
siguela pronto porfis!!! :D
Joe es tan... SEXI!!
necesito saber que misterios esconde!!
como que le habla a la rayis mentalmente??
ahhh esta cada vez mejor!!
siguela pronto porfis!!! :D
DanieladeJonas
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
NUEEVAAAA LEEECTOOORAAAAAAA!!!!
Y AAAMOOO ESTOOOSS LIIIBROOOSSSS!!!
Y AAAMOOO ESTOOOSS LIIIBROOOSSSS!!!
chelis
jamileth
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
Capítulo 8.
Regresé a la mesa de fútbol un poco aturdida. Elliot estaba inclinado sobre la
mesa y su rostro mostraba concentración competitiva. Demi estaba gritando y
riendo. Jules seguía perdido.
Demi me miró. - “¿Y bueno? ¿Qué pasó? ¿Qué te dijo?”
- “Nada. Le dije que no nos molestara y se fue.” Dije con voz monótona.
- “Él no parecía molesto cuando se fue,” dijo Elliot. “Sea lo que sea que le
hayas dicho, debió haber funcionado.”
- “Que mal,” dijo Demi. “Estaba esperando algo más emocionante.”
- “¿Estamos listos para jugar?” Preguntó Elliot. “Se me está antojando la pizza
que me voy a ganar.”
- “Sí, si es que Jules regresa,” dijo Demi. “Estoy comenzando a pensar que no le
agradamos. Él sigue desapareciendo. Creo que es una indirecta.”
- “¿Estas bromeando? Él las adora,” Elliot dijo con demasiado entusiasmo. “Lo
que pasa es que él es tímido con los extraños. Voy a buscarlo. No se vayan a
ninguna parte.”
Tan pronto Demi y yo estuvimos solas, dije, - “¿Sabes que te voy a matar,
verdad?”
Demi levantó las manos y dio un paso hacia atrás. - “Te estaba haciendo un
favor. Elliot está loco por ti. Después de que te fuiste, le dije que tienes
como a diez chicos que te llaman todas las noches. Debiste haber visto su cara.
A penas contenía los celos.”
Gruñí.
- “Es la ley de oferta y demanda,” dijo Demi. “¿Quién diría que economía sería
tan útil?”
Me di en la frente con la palma de mi mano.- “Necesito algo.”
- “Necesitas a Elliot.”
- “No, necesito azúcar. Mucha. Necesito algodón de azúcar.” Lo que necesitaba
era un borrador lo suficientemente grande como para borrar de mi vida toda
evidencia de Joe. Particularmente eso de hablar a través de la mente. Me
estremecí. ¿Cómo él lo hacía? ¿Y por qué a mí? A menos que… lo haya imaginado.
Al igual que imaginé golpear a alguien con el Neón.
- “Yo también podría usar un poco de azúcar,” dijo Demi. “Cuando llegamos, vi a
un vendedor cerca de la entrada. Me quedaré aquí para que Jules y Elliot no
piensen que huimos y tú puedas comprar el algodón de azúcar.”
Retrocedí hasta la entrada, pero cuando encontré al vendedor que vendía los algodones,
me distraje por algo que vi a lo lejos del camino. El Arcángel se alzaba sobre la copa de
los árboles. Una serpiente de carros montaba sobre la alumbrada vía y bajaba en picada
hasta perderse de vista. Me pregunté por qué Joe quería
reunirse conmigo. Sentí un pinchazo en el estómago y probablemente debí haber
tomado eso como una respuesta, pero a pesar de mis mejores intensiones, me
encontré caminando hacia el Arcángel.
Me movía junto a la corriente de todas las demás personas, manteniendo mis ojos
en las distantes vías del Arcángel que serpenteaba en el cielo. El viento había
cambiado de frío a helado, pero esa no era la razón por la cual me sentía mal.
La sensación había regresado. Esa fría y mortífera sensación de que alguien me
estaba observando.
Miré hacia ambos lados y no vi nada. Di una vuelta de 180 grados. Un poco más
atrás, parada entre un pequeño grupo de árboles, una figura encapuchada se dio
la vuelta y desapareció en la oscuridad.
Con mi corazón latiendo velozmente, eludí a un enorme grupo de personas para
alejarme de los árboles. Cuando ya estaba más lejos, volví a mirar hacia atrás.
No vi a nadie que pareciera seguirme.
Cuando me giré para seguir caminando, me di contra alguien. - “¡Lo siento!” Dije,
intentando recobrar el
balance.
Joe sonrió de oreja a oreja. - “Soy difícil de resistir.”
Lo miré y parpadeé. -“Déjame sola.”
Traté de pasar por su lado, pero él me agarró por el codo.
- “¿Qué pasa? Parece que vas a vomitar.”
- “Tienes ese efecto en mi,” dije bruscamente.
El rió y me dieron ganas de patear su espinilla.
- “Podrías tomarte algo.” Él todavía me tenía del codo y me llevó hasta el
carrito de limonadas.
No quise dar un paso más. - “¿Quieres ayudarme? Aléjate de mí.”
Él apartó un rizo de mi cara. - “Amo tu cabello. Me gusta cuando esta fuera de
control. Es como ver una parte de ti que necesita salir más a menudo.”
Con furia, alisé mi cabello. Tan pronto me di cuenta que me veía como si
intentara parecer más presentable para él, dije, - “Me tengo que ir. Demi me está
esperando.” Luego de una pausa agotada, dije, “Supongo que te veré el lunes en
clase.”
- “Ven conmigo al Arcángel.”
Yo estiré el cuello para mirar hacia el Arcángel. Gritos agudos hacían eco
desde los carros que hacían estruendos en las vías.
- “Dos personas en una silla.” Su sonrisa cambió a una lenta y atrevida.
- “No.” De ninguna manera.
- “Si sigues huyendo de mi, nunca descubrirás qué es lo que está pasando de
verdad.”
Con ese comentario, debí haberme ido corriendo. Pero no lo hice. Fue casi como
si Joe supiera exactamente qué decir para picar mi curiosidad. Como si
supiera qué decir en el momento correcto.
- “¿Qué está pasando?”
- “Solo hay una manera para saberlo.”
- “No puedo. Le tengo miedo a las alturas. Además, Demi me está esperando.” Solo
que, de repente, la idea de ir tan alto en el aire no me asustó. Ya no me
asustaba. De una manera absurda, el saber que estaba con Joe me hacía sentir
a salvo.
- “Si aguantas toda la ronda sin gritar, le diré al entrenador que nos cambie
de silla.”
- “Ya lo intenté. Él no va a cambiar de opinión.”
- “Yo podría ser más convincente que tú.”
Tomé su comentario como un insulto personal. - “Yo no grito,” dije. “No en atracciones
de carnavales.” No por ti.
Junto a Joe, me abrí camino hasta lo último de la fila de espera para el
Arcángel. Una ráfaga de gritos se levantó y luego se apagó lejos en el cielo
nocturno.
- “No te había visto antes en Delphic,” dijo Joe.
- “¿Vienes aquí seguido?” Hice una nota mental de no viajar más a Delphic en
los fines de semana.
- “Tengo una historia con este lugar.”
Llegamos hasta el principio de la fila, mientras los carros se vaciaban y un
nuevo par de buscadores de emoción se montaban.
- “Déjame adivinar,” dije. “El año pasado venías aquí en lugar de ir a la
escuela.”
Estaba siento sarcástica, pero Joe dijo, - “Contestar eso significaría dar
pistas sobre mi pasado y prefiero mantenerlo en secreto.”
- “¿Por qué? ¿Qué tiene de malo tu pasado?”
- “No creo que ahora sea un buen momento para hablar de eso. Mi pasado podría
asustarte.”
Demasiado tarde, pensé.
Él se acercó y nuestros brazos se encontraron. Una leve conexión que causó que
se me erizara el bello de mi brazo. - “Las cosas que tengo que confesar no son
el tipo de cosas que le cuentas a tu irrespetuosa compañera de biología,” él
dijo.
El frío viento me envolvió y cuando respiré, me llenó de hielo. Pero no se comparó con el
escalofrío que las palabras de Joe me causaron.
Pacht movió bruscamente su barbilla hacia la rampa. -“Parece que es nuestro turno.”- Yo
empujé la salida giratoria. Cuando llegamos a la plataforma de abordar, los únicos carros
vacíos eran el que estaba al frente y el que estaba en lo último. Joe se dirigió al
primero.
La construcción de la montaña rusa no me inspiraba confianza. Estuviera o no
remodelada, parecía que tenía un siglo de antiguo y estaba hecho de una madera que
había pasado demasiado tiempo expuesta al severo clima de Maine. El arte que tenía
pintado a los lados era menos inspirador.
El carro que Pacht escogió tenía un grupo de cuatro pinturas. La primera representaba
una turba de demonios con cuernos arrancándole las alas a un ángel masculino que
gritaba. La siguiente pintura mostraba al ángel sin alas posado sobre una lápida,
observando de lejos a unos niños jugando. En la tercera pintura, el ángel sin alas estaba
parado cerca de los niños, haciendo señas con el dedo a una niña de ojos verdes, para
que esta fuera a donde él. En la última pintura, el ángel se balanceó como un fantasma
sobre el cuerpo de la niña. Los ojos de la niña estaban negros, su sonrisa se había ido y le
salieron cuernos como a los demonios de la primera pintura. Una media luna colgaba
sobre las pinturas.
Aparté la vista y me dije que era el frío del aire lo que estaba haciendo que mis piernas
temblaran. Me deslicé en el carro junto a Joe.
-“Tu pasado no me asustará”- Dije, abrochando el cinturón sobre mi regazo. -“Creo que
más que nada, estaré consternada.”-
-“Consternada”- Repitió él. El tono de su voz me hizo creer que aceptaba la acusación.
Extraño, puesto que Joe nunca se degrada.
Los carros comenzaron a moverse en reversa y luego dieron bandazos hacia delante. De
una manera no muy tranquila, nos alejamos de la plataforma, escalando la montaña sin
cesar. El aire estaba lleno de olor a sudor, moho y del agua salada que soplaba del mar.
Joe estaba lo suficientemente cerca de mi como para poder olerlo. Capté un leve
rastro de un costoso jabón de menta.
-“Te ves pálida”- Dijo, inclinándose para poder ser escuchado a través del ruido de las
vías.
Me sentía pálida, pero no lo admití.
En la punta de la montaña, hubo un momento de vacilación. Podía ver millas a la
distancia, notando donde la oscuridad del bosque se mezclaba con la luz de los suburbios
y gradualmente se convertía en el cuadriculado de las luces de Portland. El viento se
detuvo, permitiendo que el húmedo aire se posara en mi piel.
Sin proponérmelo, miré a Joe. Encontré consolación en tenerlo a mi lado. Luego el
sonrió de oreja a oreja.
-“¿Asustada, ángel?”-
Agarré la barra de metal perforada en la parte frontal de los carros mientras sentía mi
peso inclinarse hacia el frente. Una temblorosa risa se me escapó.
Nuestro carro voló endemoniadamente rápido, mi cabello revoloteaba tras de mi.
Virando bruscamente a la izquierda y luego a la derecha, repiqueteábamos sobre las vías.
Adentro, sentía mis órganos flotar y caer en respuesta a la ronda. Miré hacia abajo,
intentando concentrarme en algo que no se moviera.
Fue entonces cuando noté que mi cinturón se había soltado.
Intenté gritarle a Joe, pero mi voz fue tragada por el aire. Sentí que se hizo un hueco en
mi estómago y solté una mano de la barra de metal para intentar asegurar el cinturón
alrededor de mi cintura. El carro circuló hacia la izquierda. Mis hombros chocaron con los
de Joe, presionándome contra él tan fuerte que dolía. El carro comenzó a elevarse y
sentí que se despegó de las vías, que no remachó completamente con ellas.
Estábamos descendiendo vertiginosamente. Las luces centelleantes de los lados de las
vías me cegaron, no podía ver hacia dónde iba la vía al final del descenso.
Era demasiado tarde. El carro viró bruscamente hacia la derecha. Sentí una sacudida de
pánico y luego sucedió. Mi hombro izquierdo chocó contra la puerta del carro. Esta se
abrió y yo fui expulsada del carro mientras la montaña rusa se alejaba sin mí. Rodé en las
vías e intenté encontrar algo a qué agarrarme. Mis manos no encontraron nada y seguí
rodando hacia el borde, precipitándome al vacío. El suelo se abalanzaba contra mí y abrí
la boca para gritar.
Lo próximo que supe fue que la ronda terminó en la plataforma de desembarque.
Mi brazo dolía por lo fuerte que Joe me estaba agarrando. -“Vaya, eso sí que fue un
grito”- Dijo él sonriéndome de oreja a oreja.
Aturdida, lo observé llevar una mano a su oído, como si mi grito todavía hiciera eco allí.
Sin estar segura de qué había pasado, observé al lugar en su mano en donde mis uñas
habían dejado semicírculos tatuados en su piel. Luego mis ojos se movieron hacia mi
cinturón de seguridad. Estaba abrochado alrededor de mi cintura.
-“Mi cinturón…”- Comencé. -“Creí…”-
-“¿Qué creíste?”- Preguntó Joe, sonando genuinamente interesado.
-“Creí… que me había caído del carro. Literalmente creí… que iba a morir.”-
-“Creo que ese es el punto.”-
A mi lado, mis manos temblaron. Mis rodillas tambalearon bajo el peso de mi cuerpo.
-“Supongo que nos quedamos como compañeros”- Dijo Joe. Sospeché un pequeño
grado de victoria en su voz, pero estaba demasiado atónita para argumentar.
-“El Arcángel”- Murmuré, mirando sobre mi hombro a la montaña rusa, la cual estaba
comenzando su siguiente ascenso.
-“Significa un ángel de alto rango.”- Definitivamente había petulancia en su voz. -
“Mientras más alto estas, peor es la caída.”-
Comencé a abrir la boca para decir otra vez cómo estaba segura de que por un momento
había dejado el carro y fuerzas más allá de mi habilidad para explicar me habían puesto a
salvo tras mi cinturón. En lugar de eso dije -“Creo que mejor soy un ángel guardián.”-
Joe sonrió otra vez. Guiándome por el camino, dijo “Te llevaré de regreso a los
videojuegos.”
ElitzJb
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
Te digo que le tengo miedo a las alturas y con solo leer la parte del arcangel se me paro el corazon
siguelaa Joe es raro lo amo
siguelaa Joe es raro lo amo
JB&1D2
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
jajaja pobre rayita
Yo jamas me subiria a uno de esos juegos
El capitulo se vio muy de Destino final
Siguela!!!
Yo jamas me subiria a uno de esos juegos
El capitulo se vio muy de Destino final
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
awww Joe!! lo amo!!
pero lo del Arcangel se lo imagino o si paso?
hasta a mi me dio miedito hehehe
siguela porfis!! en serio que me encanta :D
pero lo del Arcangel se lo imagino o si paso?
hasta a mi me dio miedito hehehe
siguela porfis!! en serio que me encanta :D
DanieladeJonas
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
ahhhhhhhhhhhhhh
siguela!!!
q fue lo que le paso a la rayis?????????
ahhhhhhhhh
siguela!!!!!
siento mucha curiosidad!!!!!!!!
del pasado d joe!!
ahhhh
siguela!!!!
siguela!!!
q fue lo que le paso a la rayis?????????
ahhhhhhhhh
siguela!!!!!
siento mucha curiosidad!!!!!!!!
del pasado d joe!!
ahhhh
siguela!!!!
jamileth
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
WUUUAAAUUUUUU!!! COMO HIZOO ESOOOOO!!!????
FUE NUESTRA IMAGINACION O FUE EL??
AAAII QU ESCONDE JOEEEEE??
PORFIISS SIGUELAA
FUE NUESTRA IMAGINACION O FUE EL??
AAAII QU ESCONDE JOEEEEE??
PORFIISS SIGUELAA
chelis
jamileth
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
Maraton
1/4
Capítulo 9
Me abrí paso entre la gente de los videojuegos, pasando el mostrador de los premios y
los baños. Cuando pude ver las mesas de fútbol, Demi no estaba en ninguna de ellas y
tampoco Elliot ni Jules.
-“Parece que se fueron”- Dijo Joe. Sus ojos debieron sostener un poquito de diversión.
Pero tratándose de Joe, podría haber sido algo completamente diferente. -“Parece que
necesitas a alguien que te lleve.”-
-“Demi no me dejaría”- Dije, parada de puntas para ver sobre el gentío. -“Probablemente
estén jugando tenis de mesa.”-
Yo recorrí por todos lados mientras Joe me seguía, tomándose una soda que había
comprado en el camino. Él se ofreció a comprarme una, pero en mi actual estado, no
estaba segura de poder tolerarla.
En el tenis de mesa no había ninguna señal de Demi ni Elliot.
-“Quizá estén en las maquinas de pinball”- Sugirió Joe. Definitivamente él se estaba
burlando de mí.
Sentí que mi rostro se ponía un poco rojo. ¿Dónde estaba Demi?
Joe sostuvo en alto su soda -“¿Segura que no quieres tomar algo?”-
Miré a la soda y luego a Joe. Solo porque mi sangre se calentara de solo pensar en
poner mi boca donde estuvo la suya, no significaba que tenía que decirle.
Busqué en mi bolso y saqué mi celular. La pantalla de mi teléfono estaba negra y se
rehusaba a encender. No entendía como la batería estaba muerta cuando la había
cargado justo antes de salir. Presioné una y otra vez el botón de encendido, pero nada
pasó.
Joe dijo -“Mi oferta sigue en pie.”-
Pensé que estaría más segura si algún extraño me llevara. Todavía estaba agitada con lo
que había pasado en el Arcángel y no importaba cuantas veces intentara olvidarlo, la
imagen de caer se repetía en mi cabeza. Me estaba… cayendo y luego la ronda había
terminado. Así de simple. Era la cosa más aterradora por la cual había pasado. Casi tan
aterradora como el hecho de que yo fui la única que lo notó. Ni siquiera Joe, que
estaba justo al lado mío.
Me di en la frente con la palma de mi mano. -“Su auto. Probablemente ella me esta
esperando en el estacionamiento.”-
Treinta minutos después había recorrido todo el estacionamiento. El Neon se había ido.
No podía creer que Demi se había ido sin mí. Tal vez había pasado alguna emergencia y no
tenía ninguna forma de saberlo porque no podía verificar los mensajes de mi celular.
Traté de mantenerme tranquila, pero si ella me había dejado, tenía una amplia cantidad
de coraje hirviendo a fuego lento y lista para rebosar.
-“¿Alguna otra opción?”- Preguntó Joe.
Mordí mi labio considerando mis otras opciones. No tenía ninguna otra opción.
Desafortunadamente, no estaba segura de estar lista para aceptar la oferta de Joe. En
un día ordinario, él emanaba peligro. Esta noche había una potente mezcla de peligro,
amenaza y misterio.
Finalmente resoplé y recé por no estar a punto de cometer un error.
-“Me llevarás directo a casa”- Dije. Sonó más como una pregunta que como una orden.
-“Si eso es lo que quieres.”-
Estuve a punto de preguntarle a Joe si él había notado algo extraño en el Arcángel,
pero me detuve. Estaba demasiado asustada para preguntar. ¿Qué pasa si no me había
caído? ¿Qué pasa si lo había imaginado todo? ¿Qué pasa si estaba viendo cosas que en
realidad no estaban pasando? Primero el chico con la máscara de esquiar. Ahora esto.
Estaba bastante segura que el que Joe me estuviera hablando a través de la mente era
real, pero no estaba segura de lo demás.
Joe siguió pasando unos cuantos espacios del estacionamiento. Una lustrosa
motocicleta negra descansaba en su soporte. Él se sentó en ella e inclinó su cabeza hacia
el asiento tras él. -“Móntate.”-
-“Vaya. Linda moto”- Dije. Lo cual era una mentira. Parecía como una lustrosa trampa
mortal. Nunca antes había montado una motocicleta. Nunca. No estaba segura de que en
esta noche quisiera cambiar eso.
-“Me gusta la sensación el viento en mi cara”- Continué, esperando que mi bravuconería
disimulara el terror que me causaba el moverme a una velocidad mayor de sesenta y
cinco millas por hora sin nada interponiéndose entre mi y la calle.
Solo había un casco, negro con la visera teñida, y él me la ofreció.
Tomándola, balanceé mi pierna sobre la moto y me di cuenta de lo insegura que me
sentía sin nada más que una estrecha silla debajo de mí. Deslicé el casco sobre mis rizos y
lo abroché bajo mi mentón.
-“¿Es difícil conducirla?”- Pregunté. Lo que en realidad quería decir era, ¿Es segura?
-“No”- Dijo Joe, contestando mis dos preguntas, la que dije y la que no dije. Él rió por lo
bajo. -“Estás tensa. Relájate.”-
Cuando él salió del estacionamiento, la explosión de movimiento me sobresaltó; había
estado aguantándome de su camisa, teniendo entre mis dedos la cantidad de tela
necesaria para mantenerme en balance. Ahora envolví mis brazos alrededor de él, en un
abrazo de oso al revés.
Joe aceleró en la autopista y mis caderas se apretaron contra él. Deseé ser la única en
haberlo notado.
Cuando llegamos a mi casa, Joe detuvo la motocicleta frente a mi casa, que estaba
toda cubierta de neblina, apagó el motor y se bajó de ella. Yo me deshice del casco,
balanceándolo cuidadosamente en el asiento frente a mi, y abrí la boca para decir algo
como Gracias por llevarme, te veo el lunes.
Las palabras se disolvieron cuando Joe cruzó la calle y subió los escalones del balcón.
No pude comenzar a especular que él estaba haciendo. ¿Llevándome hasta la puerta?
Algo sumamente improbable. Entonces… ¿Qué?
Subí al balcón después de él y lo encontré en la puerta. Observé, dividida entre confusión
y creciente preocupación, mientras él sacaba de su bolsillo un juego de llaves bastante
familiar e insertaba la llave de mi casa en la cerradura.
Yo bajé mi bolso de mi hombro y abrí el compartimiento en donde guardo las llaves. Ellas
no estaban allí.
-“Devuélveme mis llaves”- Dije, desconcertada por no saber cómo mis llaves habían
parado en su posesión.
-“Se te cayeron en los videojuegos cuando estabas buscando tu celular”- Dijo él.
-“No me interesa en dónde las tiré. Devuélvemelas.”-
Joe levantó sus manos, clamando inocencia, y se alejó de la puerta. Recostó un
hombro contra los ladrillos y me observó acercarme hasta la cerradura. Intenté girar la
llave, pero no se movió.
-“La atacaste”- Dije, moviendo la llave. Me alejé un paso. -“Adelante. Inténtalo. Está
atorada.”-
Con un agudo click, él giró la llave. Con la mano puesta en el picaporte, él arqueó sus
cejas como diciendo ¿Puedo?
Tragué, enterrando una oleada de mutua fascinación e intranquilidad. -“Vete. No vas a
entrar. Estoy sola en casa.”-
-“¿Toda la noche?”-
Inmediatamente me di cuenta de que eso no había sido la cosa más inteligente para
decir. -“Dorothea vendrá pronto.”- Eso era mentira. Hacía tiempo que Dorothea se había
ido. Era casi media noche.
-“¿Dorothea?”-
-“La señora que limpia. Ella es vieja, pero fuerte. Muy fuerte.”- Intenté pasar y dejarlo
atrás, pero no pude.
-“Suena aterrador”- Dijo, sacando la llave de la cerradura y ofreciéndomela.
-“Ella puede limpiar un inodoro por dentro y por fuera en menos de un minuto. Más que
aterrador.”d Tomando la llave, pasé por su lado con toda la intención de cerrar la puerta
entre nosotros, pero cuando lo iba a hacer, Joe se paró bajo el umbral, con sus brazos
puestos en cada lado del marco.
-“¿No me vas a invitar a entrar?”- Preguntó sonriendo.
Yo pestañeé. ¿Invitarlo a entrar? ¿A mi casa? ¿Estando yo sola?
Joe dijo -“Es tarde.”- Sus ojos me siguieron de cerca, reflejando un caprichoso brillo. -
“Debes de tener hambre.”-
-“No. Sí. Digo, sí, pero…”-
De repente, él estaba adentro.
Yo retrocedí tres pasos; él cerró la puerta, empujándola con su pié. -“¿Te gusta la comida
mexicana?”- Preguntó.
-“Yo…”- ¡Me gustaría saber qué estas haciendo dentro de mi casa!
-“¿Tacos?”-
-“¿Tacos?”- Repetí.
Esto pareció divertirlo. -“Tomates, lechuga, queso.”-
-“¡Sé lo que es un taco!”-
Antes de que pudiese detenerlo, cruzó la habitación a grandes zancadas y al final del
pasillo, se dirigió a la izquierda. A la cocina.
Fue hasta el fregadero y abrió el grifo mientras frotaba jabón hasta la mitad de sus
brazos. Aparentemente se estaba sintiendo como en casa porque primero fue a la
despensa, buscó en la nevera, sacó productos de aquí y allá (salsa, queso, lechuga y
tomate) y luego buscó en las gavetas hasta encontrar un cuchillo.
Sospeché que estaba a mitad de camino para entrar en pánico por la imagen de Joe
sosteniendo un cuchillo, cuando algo más capturó mi atención. Me adelanté dos pasos y
miré a mi reflejo en uno de los sartenes que colgaban en el estante de ollas. ¡Mi pelo!
Parecía como si una planta rodadora gigante hubiese rodado hasta mi cabeza. Tapé mi
boca con una mano.
Joe sonrió. -“¿El rojo de tu cabello es natural?”-
Yo me le quedé mirando. -“No tengo pelo rojo.”-
-“Odio ser el que te de la noticia, pero es rojo. Podría prenderlo en fuego y no se pondría
más rojo.”-
-“Es marrón.”- Está bien, tal vez tenía una pequeñísima, la cantidad más infinitesimal de
castaño rojizo en mi pelo. De todas formas, seguía siendo morena. -“Es la luz”- Dije.
-“Sí, quizá sean las bombillas.”- Su sonrisa llegó a ambos lados de su cara y un hoyuelo
apareció.
-“Regreso en seguida”- Dije, saliendo de la cocina a toda prisa.
Subí por las escaleras y recogí mi pelo en una coleta. Resuelto ya eso, me puse a pensar.
No estaba del todo cómoda con la idea de Joe vagabundeando por mi casa… y armado
con un cuchillo. Y mi mamá me mataría si se entera que dejé entrar a Joe cuando
Dorothea no estaba.
-“¿Podemos dejar esto para otro momento?”- Pregunté luego de que dos minutos más
tarde lo encontrara trabajando duramente en la cocina. Puse una mano en mi estómago,
señalando que me estaba molestando. -“Me siento algo mareada”- Dije. -“Creo que fue
por la moto.”-
El paró de cortar con el cuchillo y me miró. -“Casi termino.”-
Noté que él había cambiado el cuchillo por una más grande y afilado.
Como si él tuviera una ventana a mis pensamientos, sostuve el cuchillo en alto y lo
examinó. La hoja brillaba bajo la luz. Mi estómago se contrajo.
-“Baja el cuchillo”- Le ordené con calma.
Joe dejó de mirar al cuchillo, me miró y luego volvió a mirar al cuchillo. Luego de un
minuto, lo bajó frente a él. -“No te voy a lastimar, (tn).”-
-“Eso es… tranquilizador”- Logré decir, pero mi garganta estaba tensa y seca.
Él hizo girar el cuchillo, con el mango señalando hacia mí. -“Ven aquí. Te voy a enseñar
cómo hacer tacos.”-
No me moví. Había una chispa en sus ojos que me hacía pensar que debería estar
asustada… y lo estaba. Pero ese miedo era igualmente atractivo. Había algo
extremadamente inquietante al estar cerca de él. En su presencia, no podía confiar en mi
misma.
-“¿Qué tal… un trato?”- Su rostro estaba bajo, ensombrecido, y me observó tras sus
pestañas. El efecto fue una impresión de honradez. -“Ayúdame a hacer tacos y
contestaré algunas de tus preguntas.”-
-“¿Mis preguntas?”-
-“Creo que sabes a qué me refiero.”-
Sabía exactamente a qué se refería. Me estaba dando la oportunidad de saber un poco
sobre su mundo privado. Un mundo en donde él podía hablar a través de mi mente. Otra
vez, él supo exactamente qué decir, en el momento correcto.
Sin decir palabra, me moví al lado de él. El deslizó el picador hasta colocarlo en frente
mío.
-“Primero”- Dijo él, parándose detrás de mi y poniendo sus manos sobre la encimera,
justo a lado de las mías, “escoge un tomate.” Él agachó su cabeza para que su boca
estuviera en mi oído. Su aliento era tibio y hacía cosquillas en mi piel. -“Bien. Ahora,
agarra el cuchillo.”-
-“¿El chef siempre tiene que estar así de cerca?”- Pregunté sin estar segura si me gustaba
o me asustaba el revoloteo que su cercanía causaba dentro de mi.
-“Cuando él esta revelando secretos culinarios, sí. Agarra el cuchillo bien.”-
“Eso hago.”-
-“Bien.”- Alejándose, él me miró cuidadosamente, como inspeccionando cualquier
imperfección. Sus ojos me recorrieron de arriba a bajo y de aquí a allá. Por un
desconcertante momento, pensé ver una secreta sonrisa aprobatoria. -“El cocinar es algo
que no se aprende”- Dijo. -“Es innato. Es algo que tienes o no. Como la química. ¿Crees
que estas lista para química?”-
Yo presioné el cuchillo hasta atravesar el tomate, el cual se dividió en dos y cada mitad
rodó sutilmente en la tabla de picar. -“Tú dime. ¿Estoy lista para química?”-
Joe hizo un sonido profundo el cual no pude descifrar y luego sonrió.
Luego de cenar, Joe llevó nuestros platos al fregadero. -“Yo los limpio y tú los secas.”-
Rebuscando en las gavetas al lado del fregadero, él encontró una toalla y la lanzó
juguetonamente hacia mi.
-“Estoy lista para hacerte esas preguntas”- Dije. -“Comenzando con la noche en la
biblioteca. ¿Me seguiste…”-
Me quedé en blanco. Joe estaba recostado despreocupadamente contra la encimera.
Su oscuro cabello se asomaba bajo su gorra de béisbol. Una sonrisa tiraba de sus labios.
Mis pensamientos se disolvieron y así como así, un nuevo pensamiento rompió la
superficie de mi mente.
Quería besarlo. Ahora mismo.
Joe arqueó sus cejas. -“¿Qué?”-
-“Eh, nada. Nada de nada. Tu limpias, yo seco.”-
¿Qué pasó para que tratara a Joe como tu peor vicio? Me pregunté. ¿Qué pasó para
que ig(tn)ra lo malo y me quedara con lo bueno?
No nos tomó mucho tiempo en terminar de fregar los platos, y cuando lo hicimos, nos
encontramos apretujados en el espacio al lado del fregadero. Joe se movió para
quitarme la toalla y nuestros cuerpos se tocaron. Ninguno de los dos se movió,
manteniendo el frágil enlace que nos mantenía unidos.
Yo me alejé primero.
-“¿Asustada?”- Murmuró él.
-“No.”-
-“Mentirosa.”-
Mi pulso se aceleró. -“Tú no me asustas.”-
-“¿No?”-
Hablé sin pensar. -“Tal ves solo me asusta…”- Me maldije por a penas comenzar la
oración. ¿Ahora qué se supone que dijera? No iba a admitirle a Joe que todo sobre él
me asustaba. Eso le daría permiso para provocarme más. -“Quizá tenga miedo a… a…”-
-“¿Qué yo te guste?”-
Aliviada por no tener que terminar mi propia oración, automáticamente respondí -“Sí,”- y
me di cuenta muy tarde de lo que había confesado. -“¡Digo, no! Definitivamente no. ¡Eso
no era lo que estaba intentando decir!”-
Joe rió suavemente.
-“La verdad es que parte de mi definitivamente no esta cómoda contigo alrededor”- Dije.
-“¿Pero?”-
Me aferré a la encimera tras de mi. -“Pero al mismo tiempo, siento una aterradora
atracción hacia ti.”-
Joe sonrió.
-“Que creído eres”- Dije, empujándolo con mi mano.
Él atrapó mi mano contra su pecho y bajó mi manga hasta mi muñeca, cubriendo mi
mano con ella. Así de rápido, hizo lo mismo con la otra manga y sostuvo mi blusa por los
puños, dejando mis manos capturadas y mi boca abierta en protesta.
Me jaló hasta tenerme cerca y no se detuvo hasta que estuve directamente en frente de
él. De repente, él me levantó y me sentó en la encimera. Mi cara estaba al mismo nivel
que la suya y me petrificó con una sonrisa oscura y tentadora. Fue entonces cuando me
di cuenta que desde hace días, este momento había estado danzando los límites de mis
fantasías.
-“Quítate lo gorra”- Dije y la palabras se escaparon antes de que pudiera detenerlas.
Él la giró, poniendo la visera hacia atrás.
Me moví hasta el borde de la encimera y mis piernas colgaban a los lados de él. Algo
dentro de mí me decía que me detuviera, pero rechacé la voz hacia los confines de mi mente.
Él puso sus manos en la encimera, justo al lado de mis caderas y se acercó inclinando su
cabeza hacia un lado. Su olor, el cual era como de tierra mojada, me sobrecogió.
Inhalé dos veces. No. Esto no estaba bien. Esto no. Con Joe no. Él era aterrador. De una
manera buena, sí. Pero también de una manera negativa. Una muy negativa.
-“Deberías irte”- Susurré. -“Definitivamente deberías irte.”-
-“¿Ir aquí?”- Su boca estaba en mi hombro. -“¿O aquí?”- Se movió hasta mi cuello.
Mi cerebro no podía procesar ni un pensamiento lógico. La boca de Joe estaba
moviéndose hacia el norte, hasta mi mandíbula, probando suavemente mi piel…
-“Mis piernas se están durmiendo”- Solté. No era del todo una mentira.
Estaba experimentando una sensación de hormigueo por todo mi cuerpo, las piernas
incluidas.
-“Yo podría resolver eso.”- Las manos de Joe se cerraron sobre mis caderas.
De repente mi teléfono sonó, salté al escucharlo y lo saqué fuera de mi bolsillo.
-“Hola, cariño”- Mi mamá dijo alegremente.
-“¿Te puedo llamar después?”-
-“Seguro. ¿Qué pasa?”-
Cerré el celular. -“Tienes que irte”- Le dije a Joe. -“Ahora.”-
Él volvió a girar la visera de su gorra. Ahora su boca era lo único que podía ver bajo ella y
estaba curveada en una sonrisa pícara. -“No llevas maquillaje.”-
-“Debí haberlo olvidado.”-
-“Que tengas dulces sueños.”-
-“Seguro. No hay problema.”- ¿Qué fue lo que él dijo?
-“Sobre la fiesta de mañana en la noche…”-
-“Lo pensaré”- Logré decir.
Joe guardó en mi bolsillo un pedazo de papel y su contacto envió una sensación de
calor abajo en mis piernas. -“Aquí esta la dirección. Te estaré buscando. Ven sola.”-
Un momento más tarde escuché la puerta frontal cerrarse tras él. Un fiero sonrojo se
abrió camino hasta mi cara. Demasiado cerca, pensé. No había nada malo con el fuego…
siempre y cuando no te le acercaras demasiado. Algo que tengo que tener en mente.
Me recosté de espalda a los gabinetes, respirando entrecortadamente.
ElitzJb
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