Sin ataduras (Harry Styles)

¿Por qué toda mi felicidad había sido arrebatada tan de pronto? Cuando tenía algo a lo que aferrarme, cuando sentía la felicidad renacer dentro de mí, alguien me lo arrebata. Aquella bebita que se comenzaba a formar dentro de mí, a la que había amado sin siquiera haberla visto; solo sentirla crecer dentro de mi cuerpo me hacía sentir completa, feliz, me hacía amarla cada segundo más.
Y me la habían quitado.
La había matado aún estado dentro de mí.
Recordaba aquel dolor inmenso en la espalda, recordaba la sangre manchando mi pantalón, recordaba sentirla morir dentro de mí. Recordaba cada pinchazo, cada punzada de dolor, recordaba todo como un video reproduciéndose una y otra vez dentro de mi cabeza.
Zoey. Así iba a llamarse. La pequeña no llegó ni a ver la luz del día, no llegó a gritar por mi primera vez.
Me levanté de la cama, aún sintiéndome débil y dolida por todas partes, tanto exterior como interiormente. Me cambié el pijama que llevaba puesta y me puse unos jeans ajustados y una blusa con pronunciado escote, de color rosa. Me coloqué mis altos tacones de color rosa y me maquillé, cubriendo las ojeras y cualquier otro rastro de falta de sueño y llanto. Nadie podía verme así. Tomé mi bolso blanco y me vi por última vez en el espejo. Tomé las llaves de mi auto y mi teléfono y me dispuse a salir de mi habitación. Bajé las escaleras y me encontré con una de las criadas.
—No te olvide de limpiar cuidadosamente mi espejo, tiene marcas de dedos—le sonreí con superioridad. Ella me miró con sorpresa, pero terminó asintiendo repetidas veces antes de marcharse escaleras arriba.
Así es, perras, Tania ha vuelto.
No sabía bien hacia donde me dirigía, solo quería salir de aquella casa, me sentía atrapada y necesitaba aire. No me fijé bien por donde iba, por cuáles calles doblaba, si estaba cerca de casa, solo conduje. Aparqué cerca de un parque muy amplio. No, un parque no. Más parecía un campo de fútbol. Sin ganas de seguir manejando me bajé y me senté en una banca, apoyando los codos en mis rodillas.
Las lágrimas comenzaron a salir casi automáticamente, y no las detuve.
—¿Estás bien?—preguntó alguien delante de mí. Levanté la vista de repente, encontrándome con un chico realmente guapo, alto, de cabello castaño y ojos claros; entre verdes y miel, una rara y bonita combinación.—¿Te molesta si me siento?—preguntó con una sonrisa.
Negué, incapaz de decir algo. Era simplemente hermoso, no había visto a nadie como él. No había visto a alguien como él aparte de Harry.
—¿Qué te pasa, bonita?—preguntó nuevamente.
—¿Por qué te interesaría saber qué me pasa?—murmuré con la voz rota. Me sequé las lágrimas y aclaré la garganta. Ya basta de tanto lloriqueo.
—No todos los días se ve a una hermosura como tú llorando a mares. Dime qué te pasa, tal vez te ayude a sentir mejor.
—Me quitaron lo único que tenía en la vida, lo único a lo que podía aferrarme… lo único que me hacía feliz. Me lo quitaron—miré el suelo.
—Oh—solo articuló. Sin poder evitarlo, las lágrimas volvieron a brotar de mis ojos a mares. Me cubrí el rostro y sentí unos brazos rodearme, en un apretado y reconfortante abrazo. Me dejé abrazar por unos instantes, luego me separé y le miré a la cara. El chico sonrió de lado y me secó las lágrimas dulcemente. Reí, sintiéndome tonta por llorar y desahogarme con un completo extraño.
—Lo siento—murmuré.
—Descuida—él sonrió nuevamente.—Por cierto, no me has dicho tu nombre.
—Soy Tania, Tania Samuels. ¿Y tú cómo te llamas?
—Soy Brad, Brad Cooper.

Abrí los ojos lentamente, sintiéndome desorientada de momento. Estaba acostada sobre una mullida superficie. La reconocí al instante. Mi cama. Estaba en mi casa.
Giré la cabeza y miré el reloj despertador, este marcaba las nueve y media de la mañana. Debería estar en la escuela ahora mismo. Me levanté, quedando sentada y me froté los ojos. Sentía la cabeza darme vueltas y el estómago revuelto. Esperé a que el leve mareo pasara y miré a mi alrededor, tratando de recordar qué había pasado.
La puerta de mi cuarto se abrió, y casi sonreía al ver aquella cabellera rizada. Harry miraba algo en su celular, lo guardó al instante. Cerró la puerta y se giró. Abrió más los ojos cuando me vio, tal vez no esperaba que estuviera despierta.
—Harry… ¿qué pasó?—pregunté cruzando las piernas.
—¿Cómo te sientes?—preguntó serio. Se sentó frente a mí, con el ceño levemente fruncido.
—Harry, ¿qué pasó?—insistí.
—Yo… no sé cómo decirte esto, Valerie.
—Dímelo y ya—le apuré.
—Te desmayaste. Con tu mamá fuimos al hospital y te hicieron una prueba de sangre…
—Ajá…—hice un ademán para que prosiguiera, él colocó una mano en mi pierna.
—Estás embarazada, Val.

No supe cuánto tiempo pasó junto a él. Solo sabía que me divertía y que Brad era perfecto. Como aquella pieza que encajaba en mi rompecabezas incompleto. Salimos a dar una vuelta por la ciudad, paramos en un parque de diversiones, en una heladería más tarde. Cuando estuvimos exhaustos, fuimos hacia un parque de skate que estaba vacío en aquel momento y nos sentamos detrás de un árbol.
El sacó algo del bolsillo interno de su chaqueta de cuero negra. Parecía un cigarrillo.
Tomó un encendedor y lo prendió, para luego guardarlo y darle una larga calada, botando el humo por la nariz.
—¿Quieres?—dudé.—Vamos, te hará sentir mejor, más feliz.
Feliz… ya no conocía el significado de aquella palabra.
—Está bien—acepté. Le di una calada quizás muy larga, ya que comencé a toser como loca, sintiendo los ojos picar. Brad me dio unas palmadas en la espalda y tomó nuevamente el cigarrillo, que olía evidentemente diferente que uno normal.
Nos alternamos las caladas, hasta que el cigarrillo se había acabado. Me sentía notablemente más liviana, más contenta, más risueña.
Nos encontramos tumbados en la hierba, riéndonos por cosas sin sentido.
—Eres hermosa, ¿sabías?—él me miró, apoyado sobre su codo.
—¿En serio lo crees?—me reí como tonta, comenzando a ver todo más colorido y brillante.
—En serio, lo creo—en un abrir y cerrar de ojos estaba sobre mí, casi aplastándome, pero no me importó. Me hizo sentir cosquillas cuando sus dedos rozaron mi mejilla suave y tortuosamente.
—Bésame—casi le rogué.
El no lo dudó, ya que se acercó y estampó sus labios contra los míos, con fiereza, casi con desesperación. Mordió mi labio inferior suavemente, para luego bajar por mi mandíbula y cuello. Aventuré con mis manos por debajo de su remera, sintiendo sus músculos.
Cuando comenzó a moverse sobre mí, abrí las piernas y lo rodeé por las caderas, dándole casi toda libertad.
Aquello nunca me había pasado antes, no así.
Y era tan fuerte lo que sentía, que hubiese hecho cualquier cosa que me hubiera pedido. Cualquier cosa.
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Este capítulo es algo diferente, ya que la mayoría es narrado por Tania, pero quería comenzar a contar desde su punto de vista como su vida comienza a cambiar después de la pérdida de su bebé. Espero que les guste ^^.
Lots of love xx.

me ennnncanntooooo, sigueeeelaaaa :*

Me encanto como narra Tania y VAL ESTA EMBARAZADA!!!!!!!!! es lo unico que tengo para decir. jajja
Siguela
xoxoxo

P-E-R-F-E-C-T-O como todos los capitulos que escribes :) Siguela cuando puedas, Suerte xxx

Tania es tan inocente, no sabia que se habia fumado un porro xd
y Dios, Val embarazada! pero... de Hazza? :O
Seguila cuando puedas!

NUEVA Y FIEL LECTORA. SOY JUDITH Y TENGO 13 AÑOS. TU NOVELA ME ENCAAAAANTA!!! SIGUELAAAAA MUCHISIMOS BESOS Xxxxxxx