Sin ataduras (Harry Styles)

—Eso no es gracioso—reí entre dientes.
Nos encontrábamos cubiertos por una sábana y enredados entre sí debajo de ésta. Mi cabeza rebosaba entre el pecho y el hombro de Harry, mientras este me rodeaba con un brazo; su mano libre estaba en mi muslo, manteniendo mi pierna sobre su cadera.
—Sí lo es—contradijo él, riendo. Sonrió dulcemente y alejé la cabeza para mirarlo a los ojos. El se acercó y besó mi nariz dulcemente; me mordí el labio.
—Qué lindo es estar así—murmuré, acurrucándome contra él.
—Sí, podría quedarme así lo que resta del día… esa es una buena idea, nos quedaremos así y hasta nos saltaremos la escuela mañana.
—Si la vida fuera tan fácil—me reí mientras jugaba con el pequeño dije en forma de cruz de oro que llevaba colgando de una cadenita fina del mismo material.—Lamento arruinar toda la felicidad, pero, debemos hablar, Hazza—me levanté, quedando sentada y agarrando la sábana contra mi pecho, apoyando la espalda en el respaldo. Harry me imitó.
Se hizo una breve pausa entre los dos.
—Dime, Harry, ¿de qué me protegías? ¿Qué era lo que Tania te chantajeaba?
—Tiene que ver con tu madre, Val…
—¿Qué pasa con mi madre?—pregunté preocupada.
—Ella me dijo que Robert le es infiel… me dijo que si no hacía lo que ella decía le diría a tu mamá que tu padrastro se acostaba con otras. Y si eso le afectaba a tu madre, te afectaría a ti; ya sabes, por lo que pasó hace pocos años… tu madre se deprimiría y tú…
—¡Ya lo sé!
—Entonces te eso te haría daño y… ¿qué?—me miró confuso.
—Lo sé. Sé que Robert le es infiel a mamá, Harry—asentí levemente. Solté una risa burlona—En parte el también me amenazaba, ya que yo siempre le arruinaba sus planes con esas rubias plásticas con las que se acuesta.
—Creí que no lo sabías, por eso no te lo había dicho…—él tomó una de mis manos.
—Me da miedo decírselo a mamá, pero tengo que hacerlo, y más después de lo que ha hecho, o lo que ha intentado hacer—le miré a los ojos, recordando lo que había pasado hace tan solo unas pocas horas.
—Te puedes quedar aquí si quieres, mamá dejó a Gemma en casa de una tía y ella no vendrá hasta pasado mañana.
—La verdad es que lo que menos quiero en este momento es estar en mi casa—dije bajando la vista, viendo como Harry jugaba con mis dedos.
—Quédate entonces—él acarició el dorso de mi mano tiernamente.—¿Quieres que te acompañe a buscar tus cosas?—sonrió de lado.
—¿Y si Tania está en casa?—pregunté preocupada.
—Eso no me importa ahora, que haga lo que le dé la gana. Te amo, me amas… soy feliz, y ni ella ni nadie me lo va a quitar a hora, ¿entendiste?—se inclinó y me besó.—Vístete, vamos a buscar tus cosas, asís nos quedamos más tiempo en cama—sonrió dulcemente.

—Este lugar comienza a darme escalofríos—dije abrazándome a mí misma cuando entramos a la casa, que parecía estar más abandonada que otra cosa, a pesar de que en ese instante todo estaba en orden.
—Vamos—Harry colocó una mano en mi espalda baja y caminó detrás de mí mientras subíamos las escaleras. El se sentó en la cama, viéndome organizar todo. Metí un par de prendas en un bolso y los libros que necesitaría para el instituto mañana. Cerré la cremallera y me senté a su lado.—¿Estás bien?
—Contigo aquí, sí lo estoy—tomé su mano. El sonrió y me atrajo hacia él, uniendo sus labios con los míos.
—Vaya, parece que el ambiente está caliente por aquí. ¿Qué demonios estás haciendo, Harry?—una voz chillona nos hizo separar.
—¿Acaso no ves?—pregunté con sorna. Nos levantamos de la cama y tomé mi bolso, el cual me colgué al hombro. Tomé la mano de Harry y nos dirigimos a la puerta, la cual ella tapó antes de que la atravesáramos.
—Harry… sabes lo que esto significa, ¿no?—lo miró con cara de suficiencia.
—Sabes todo, Tania, ¿no es así? Pero lo que no sabías era que yo ya sabía lo que hacía tu padre. Mientras tú estaba noche tras noche revolcándote con alguien diferente, yo me encargaba de espantar a las rubias plásticas que tu maniático padre traía a esta casa. Y créeme que esto no se quedará así.
Tania se quedó callada y apreté la mandíbula, controlándome para no saltarle encima y molerla a golpes. Sonreí con suficiencia antes de proseguir.
—Además—me crucé de brazos—, no te conviene que mi mamá se entere. ¿Qué significaría eso, querida Tania?—ella no respondió, pero su rostro se tensó y frunció el ceño, mirándome enojada—. Exacto, mi mamá se divorciaría de tu papá, y adiós carro, adiós marca de ropa, adiós lujos. Porque si no se te olvida, tú y tu padre están donde están por el dinero de mi madre. Dime, ¿de dónde demonios vas a sacar tu ropa de marca cuando mi mamá los eche de la casa?—su cara comenzaba a enrojecer, totalmente enfurecida. Segundos después se fue, pataleando y echando chispas. Tomé mi juego de llaves y solté un sonoro suspiro, haciéndole una seña a Harry para que saliera de la habitación, la cual cerré con llave al salir.
De camino bajando las escaleras nos topamos con Niall, que iba subiendo, miró mi bolso y frunció levemente el ceño.
—Me quedo donde Harry esta noche, no puedo quedarme aquí—lo miré con una triste sonrisa.
—Pero…
—Te llamo al rato, ¿sí? Prometo explicarte—le dije con voz suave. Bajé los escalones que tenía de diferencia y lo abracé por algunos segundos, en modo de agradecimiento por todo su apoyo y cariño.
—Está bien—murmuró.
—Gracias por todo, Nialler, cualquier cosa, te dejo a cargo de mi bebé—le tendí las llaves de mi auto y besé su mejilla. Tomé la mano de Harry, para luego salir de la casa de una vez por todas.
Cinco minutos después dobló hacia una calle desconocida.
—¿A dónde vamos?
—No desesperes, ya llegamos—aparcó detrás de otro auto en la orilla de la calle, justo al lado de un parque. Nos bajamos y él me tendió la mano, la tomé y me guió a través de los árboles y pequeños laguitos con peces hasta un claro, donde estaba un único e inmenso árbol, más alejado de los demás.
Era realmente bonito, con el atardecer cayendo sobre nosotros.
—¿Qué hacemos aquí, Hazza?
—Una vez vine aquí con Louis. ¿Sabes qué le dije?—él sonrió, mirando a su alrededor, tomando mis dos manos. Negué.—Le dije que traería aquí a la indicada, a la correcta. Y tú eres esa, Val—sonrió abiertamente. Soltó mis manos y se agachó para arrancar una flor lila del césped. La giró entre sus dedos, apreciándola con curiosidad; volvió la cabeza hacia mí.—Ahora nada nos impide estar juntos, Val. Quiero que estemos juntos, que enfrentemos las cosas juntos, quiero estar ahí a tu lado sin una amenaza o persona de por medio. La pregunta es si tú también quieres eso, si quieres estar conmigo. Valerie, ¿quieres ser mi novia?
—Claro que quiero estar contigo, Hazza—sonreí, sintiendo la felicidad llenarme después de tanto tiempo. El tomó una de mis manos y con la otra colocó la flor en mi cabello, justo por encima de mi oreja. Acunó mi rostro con sus dos manos y me atrajo hacia él, besándome, sellando aquella propuesta con un tierno y suave beso, porque comparado con los demás, este era sin prisas, suave y dulce, lleno de amor.
—Se siente bien, estar así, y que pueda llamarte oficialmente novia, sin que nadie me lo impida.
—Sí que se siente bien, novio—le sonreí, llenando sus mejillas con pequeñitos besos.
—Vámonos ahora, me has robado algunas horas de sueño que quiero reponer. Prometo traerte aquí en otro momento—asentí. Se inclinó y besó mi mejilla mientras me tomaba de la mano caminábamos nuevamente en dirección a su auto.

—Sí… estoy bien. Los demás están al tanto de todo. Lamento no habértelo dicho antes, pero es que… sí, está bien… no, no estoy enojada—reí ante el cambiante humor del rubio.—Está bien, cuida de Chris. Tú también, duerme bien—rodé los ojos y colgué en el momento en el que la puerta del baño se abría.
—¿Era Niall?—Harry salía con una toalla rodeando su cintura y con otra en la mano mientras secaba su cabello. Gotas de agua se escurrían por su torso desnudo, distrayéndome.
—Sí—contesté. Gateé por la cama y conecté mi teléfono, dejándolo sobre la mesa al lado de la cama para que cogiera carga. Me escurrí entre las sábanas queriendo a Harry a mi lado rodeándome para darme calor, ya que a pesar de que el aire acondicionado no estaba encendido, hacía frío. Agradecí haber traído un par de calcetines extras para esa noche.
Vi de refilón como dejaba caer la toalla ya con el bóxer puesto y se inclinaba para rebuscar un pantalón largo de pijama y ponérselo. Se quedó con el torso desnudo y volvió al baño para colgar la toalla nuevamente.
Apagó la luz y pronto sentí la cama hundirse y unos brazos rodearme por la espalda. Enredamos nuestras piernas y sentí sus labios presionar suavemente mi cabeza.
—Buenas noches, hermosa.
—Buenas noches, Hazza.

mueroooooooooo, no puede ser más perfectoo! <3 los amo juntossss

aaaaaaaaaawwwwwww ahora son novios!!!! YEY! soy feliz soy feliz!! *-* que lindo *-* Siguela pronto!

Mentirosa, dijiste que subias maraton, pero como AME el capitulo te perdono jajjaja SON NOVIOS OFICIALES!!!! al fin, ya estaba que moria de la desesperacion. seguila
xoxooxox

COMOOOOOOOOOOOOOOOOOOO L dejasssssssssssssssssssssssss asiiiiiiiiiiiiiiiii mujer¡?

P E R F E C T O :D

Repetitivos besos en mi nuca me hicieron remover e la mullida superficie de la cama de Harry. Sonreí antes que estirarme levemente.
—¿Qué hora es?—pregunté con la voz ronca.
—Son las seis—murmuró él antes de depositar otro beso en mi nuca. Me reí entre dientes y me giré, enredándome más entre las sábanas.—Buenos días.
—Buenos días, Hazza—pasé mi mano por su pecho suavemente, deleitándome con su suave y blanca piel. El se inclinó y besó dulcemente mi frente antes de levantarse y frotarse los ojos. Unos pocos rayos que se filtraban por entre las cortinas iluminaron levemente los rizos de Harry, dándoles un tono más claro; la cadena de oro que llevaba en el cuello resplandeció por una fracción de segundo.
—No quiero ir a la escuela—abracé una almohada, colocándome boca abajo, mirándole.
—Yo tampoco—me miró y acarició mi cabello—, pero no siempre tenemos lo que queremos—sonrió burlonamente.—¿Entras primero al baño?
—No, ve tú—escondí mi cara en la almohada. Sentí sus labios en mi cabeza antes de que el movimiento en la cama me indicara que se había levantado.
Mi teléfono sonó por algún lado, así que estiré la mano y lo busqué entre las sábanas y almohadas, poniendo todo de cabeza. Me bajé de la cama y atendí la llamada. Era Sophie.
Mientras la ponía al tanto de todos los detalles tendías las sábanas y ponías las almohadas correctamente, dejando todo el desastre en perfecto orden. Me senté sobre las sábanas ahora tendidas y bien colocadas, abrazando mis piernas con un brazo mientras finalizaba la llamada con Sophie. En ese momento Harry salía del baño con una toalla envuelta en la cintura y el cabello revuelto, todavía húmedo, que despedía gotas que resbalaban por su torso desnudo. Me miraba con una sonrisa de lado; el hoyuelo marcado en su mejilla. Me estaba provocando.
—No me provoques, Styles—le advertí a la vez que tomaba mi toalla, mi cepillo de dientes y mi ropa interior. Entré en el baño y me dejé llevar por la sensación de felicidad que me embargaba.
Diez minutos después salí envuelta en una toalla. Harry tenía el pantalón del uniforme puesto, y su camisa estaba abierta mientras se colocaba los calcetines y nos zapatos. Noté su mirada sobre mí cuando me ponía la falda y la camisa. Cuando peinaba mi cabello sus brazos me rodearon por la cintura, él apoyó su barbilla en mi hombro y me miró a través del espejo.
—¿Sabes qué? Ahora sí que soy feliz—murmuré. El se inclinó y yo le miré, juntó sus labios con los míos suavemente.
—Yo también—aseguró.

El día en la escuela había sido… diferente. Las miradas estaban sobre nosotros cuando Harry mantenía su brazo sobre mis hombros mientras íbamos a la cafetería, o cuando llegábamos a una clase juntos, o cuando me robaba besos en medio del pasillo. Los murmullos no se hicieron esperar. Pero por algún motivo, Tania no hizo nada fuera de lo común. Nos vio y no dijo nada, ni un comentario sarcástico, ni nada para dejarme en ridículo. Nada.
Estaba seria, muy rara
Harry estacionó frente a mi casa.
—¿Quieres que te acompañe?
—Tranquilo, solo me cambio y bajo. Vuelvo en un segundo—me incliné y dejé un beso rápido en sus labios.
—Está bien—suspiró, regalándome una sonrisa. Me bajé del auto e ingresé a la casa. Me encontré con Niall, el cual salía de la cocina con una galleta con chispas de chocolate y un vaso de leche en la otra mano.—Hola Nialler—lo abracé, feliz.
—¿Sabes una cosa? Creo que por tercera vez en mi vida estoy preocupado por Tania.
—¿En serio?—enarqué las cejas.
—Después de la escuela ha venido directamente para acá y no ha salido de su cuarto. Y desapareció durante las primeras tres horas, nadie sabe a dónde fue. Últimamente está más rara… está menos…
—¿Menos qué? ¿Menos perra?
—Puede ser.
—No te preocupes, Niall, Tania está loca.
—Como sea—se encogió de hombros y subió las escaleras, yo detrás de él.
Cambié mi uniforme por unos pantalones ajustados de jean y una blusa blanca, con mi chaqueta negra por encima, al igual que mis botas cortas. Tomé mi bolso y al salir de mi habitación me paré frente a la puerta de la habitación de Tania. Estaba entre abierta.
Y como dice, la curiosidad mató al gato.
Entré; estaba vacía.
Me acerqué al baño, cuya puerta estaba abierta y no había nadie dentro. Pero no fue simplemente el hecho de que estuviera vacío lo que llamó mi atención. Fue un aparato que a pesar de nunca haberlo usado, conocía muy bien. No lo toqué, pero entendí lo que significaba aquello. Salí de allí a toda prisa y vi varios pedazos de papel desperdigados por el suelo. Si algo no era Tania, era desordenada.
En el bote de a basura había un sobre abierto arrojado. Me agaché y saqué la hoja que estaba dentro. Leí rápidamente, sin poder creer. Volví a leer dos y tres veces. Quizá cuatro, porque no podía asimilar la información que tenía en las manos.
—¿Qué demonios…?—el papel cayó de mis manos cuando Tania me sorprendió en su habitación.—Oh no…
—Tania… estás embarazada.
—Yo…—se trabó con sus propias palabras. Y por primera vez en los dos años que llevaba viviendo con ella, la vi vulnerable, sin una respuesta para dar, sin una mirada sínica, sin el sarcasmo y la superioridad marcados en su rostro de muñeca. Pero aquello sólo duró unos segundos, porque se reparó de la mueca que esbozaba y se irguió, quedando derecha y mirándome con soberbia. Dejó escapar una risa burlona—. No me digas que lo usarás en mi contra, divulgándolo por toda la escuela…
—Tania… ¿cuánto tiempo tiene?—pregunté al recordar que no había terminado de leer la hoja completa, solo enfocándome en el punto centrar. Tania estaba embarazada.
—¿Y a ti por qué te importa eso?—un punto a su favor. Ni yo misma lo sabía.
—¿Cuánto tiempo tiene?—pregunté sin titubeos, dudaba grandemente que me respondiera.
—Tres meses…
—Maldición—murmuré, mirándola.
—¿Harás correr el chisme?
—¿Quién más lo sabe?
—Nadie… hasta ahora—ella respondió, tensando la mandíbula.—Respóndeme, ¿lo contarás a medio mundo?
—Tania, recuerda que no soy tú—le recriminé.
Y ella hizo algo que nunca la vi hacer en la vida. Sus ojos se volvieron cristalinos y sus rodillas le fallaron, cayó al suelo y se cubrió el rostro con ambas manos, llorando. Yo tan solo la miré, sintiéndome tan extraña y fuera de lugar, como si todo fuera mi imaginación. Rebusqué mi teléfono y le marqué a Harry, que aún seguía abajo.
—¿Qué pasa, Val?
—Vete, Harry. Al rato te llamo y voy para tu casa…
—¿Qué sucede? ¿Estás llorando?
—No, no soy yo. Después hablamos, ¿sí?
—Está bien—contestó extrañado—. Llámame, te amo.
—Yo también, te llamaré—dejé el bolso y el teléfono en la alfombra y me arrodillé frente a ella. Ella levantó la vista, mirándome con sus ojos azules, ahora rojos por las lágrimas.
—¿Por qué te quedas? ¿Qué haces aquí todavía?
—¿Quién es el padre, Tania?—pregunté con suavidad.
Ella rompió a llorar de nuevo y sin siquiera poder creerlo yo misma, la abracé. Y ella, para mi grandísima sorpresa, se dejó abrazar.
—¿Por qué lloras, Tania?
—¡Porque no sé quién es el padre de mi hijo!