1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)

—Tengo una idea.
Me giré. Estaba saliendo de clases a la hora del almuerzo. Detrás estaba Joe. Me miraba con un brillo en los ojos, uno de esos que indican que está tramando algo. Lo miré aburrida. Otra idea de Joe ¡Que interesante!

—Vaya. Si a mi me encantan esas ideas tuyas.
Hizo una mueca y luego me miró serio. —No subestimes mis ideas Jane, pueden llegar a ser geniales.
Mi estomago rugió en ese momento. Tenía hambre. —Al grano Joe, quiero comer.
—Tengo un plan para sacarle dinero a papá.
Lo miré sorprendida. —Oye, ¿y tu como para que quieres sacarle dinero?
—Ya tuvimos esta conversación. Porque necesitamos dinero.
Acomodé mejor el bolso en mi hombro que ya se estaba cayendo. —Aja. Habla.
—Bueno… primero. Tenemos que lograr vender los platanos.

Suspiré pesadamente acordándome de los cuarenta y nueve plátanos, más o menos, que esperaban a ser comidos en el auto de Joe. —Por supuesto. Pero aclárame algo Joe. ¿Por qué esa repentina necesidad de dinero?
Joe miró hacia el suelo. Escondía algo.

—Yo necesito dinero. Tú necesitas dinero. Ambos necesitamos dinero.
Lo miré ceñuda —Si. Ustedes necesitan dinero, Vosotros necesitáis dinero. Me sé bastante bien la conjugación del verbo, Joe. Lo que pregunto es ¿Por qué?
Joe resoplo, ya exasperado. —Te dije antes. Porque tú necesitas un auto o lo que sea. Además ¿Desde cuándo el dinero no es necesario? Aunque sea para una salida a cine.
—Tienes razón. —Mi estómago rugió volviendo a la vida. Había tenido un mal desayuno y a duras penas había comido en lo que llevaba del día. — Tengo hambre Joe. Dime rápido tu plan.
—Bueno, después de vender los plátanos las ganancias que quedan no deberían ser muchas. No creo que nos den mucho por ellos.
—Entonces. ¿Qué sugieres?
—Sugiero las tutorías.
Lo miré como si de repente le hubiera crecido cola.
—Se supone que debemos generar ingresos no gastos, las tutorías suponen un gasto.
—Ya lo sé. Pero no cuando eres tú quien las ofrece.
— ¿Qué? —De repente todo estaba lejos de ser una buena idea —¿tutorías de que? ¿A quién las voy a ofrecer?
—De matemáticas, a Nicholas y a cualquier otro.

Me quedé sin aliento. ¿Matemáticas? ¿A Nick? Cuando abrí mi boca para articular palabra, la cerré inmediatamente al encontrarme con la mirada de Nick que ya estaba muy próximo a nosotros.
—Hola chicos. ¿Qué tal?
Fulminé a Joe con la mirada. Enviándole un mensaje mudo. Que ni se le ocurriera de repente comentar con Nicholas algo sobre su nueva idea sin darme tiempo a refutarla primero.
Joe me miró con un brillo malévolo en sus ojos.
—Nada. Acá discutiendo con Jane asuntos económicos.. — Me dio otra miradita significativa y luego le pasó un brazo por los hombros a Nicholas — Oye amigo. ¿Nos colaboras?
Nick lo miró extrañado. —¿Yo? Claro. ¿Con que?

Maldita sea. Odié en ese momento su generosidad. Y sobre todo el brillo preocupado de sus ojos que pude percibir cuando Joe mencionó lo de problemas económicos. Joe empezó a caminar en dirección a su auto, llevándose a Nick con él. Pero se detuvo precipitadamente. Se giró completamente y me miró con el ceño fruncido.

—Ahora que me acuerdo. Tengo que ir por Chad. Se supone que teníamos que aclarar algo… no se que. —Metió la mano a su bolsillo y sacó las llaves del auto. — Toma, saca la mercancía. —De repente, estas volaron, y en mi intento por atraparlas en el aire, terminaron en el suelo. Miré anonadada a Joe alejarse con una sonrisa de disculpa. ¿Qué rayos le pasaba? ¿Qué pretendía? Lo maldije mentalmente y me giré para recoger las llaves, pero me di cuenta que Nicholas me las tendía con una mueca.

—No tienes muy buenos reflejos, la verdad.
—Y así es como arruinas lo que se podría considerar como un acto agradable. Pero Gracias igual —Cogí las llaves que me ofrecía y me dispuse a pasar por su lado normalmente.
—Espera ¿Qué era eso en lo que Joe necesitaba mi ayuda?
Maldije a mi hermano mentalmente de nuevo. Diablos, estoy casi demasiado acostumbrada a hacerlo. —En nada. De verdad, ni le hagas caso.

Nicholas frunció el ceño preocupado. —¿En serio tienen problemas económicos? Porque he notado que tú casa con tu padre a cargo, digamos que… no me imagino viviendo esa situación. Pero si tienen algún inconveniente, solo me tienes que decir Jane. Y bueno…. Tratar de dejar de lado ese rencor obsesivo que tienes por mí.
Me miró por unos segundos que parecieron una eternidad. Aparté la mirada y suspiré. —No tengo un rencor obsesivo, Nick. Es solo que si tengo que elegir entre tu presencia y un puñetazo en la cara, preferiría el puñetazo.

—Vaya manera de arruinar lo que podría ser un buen díalogo entre los dos. Ya se que contigo no se puede hablar.
Comenzó a caminar en dirección opesta. Maldita sea. La había embarrado con mi comentario. Caminé detrás de él y lo llamé. Se volteó hacia mi con un esto exasperado.

—Vamos, Nicholas. Era broma. Tu sabes. —Sonreí apenada —Y por cierto, gracias por lo de antes. Es muy lindo de tu parte pero… —Y que diablos, decidí contarle el verdadero y estúpido motivo por el que necesitábamos dinero. —Yo creo que Joe necesita dinero porque no tiene con que invitar a Mel o a cualquiera a una cita. Y yo bueno… Joe dice que necesito un auto, para o te que esperarlo siempre a él. Y yo creo que tiene razón. A propósito ¿Quieres un plátano? A 1 dólar cada uno.

Nicholas me miró divertido —Vaya, tan desesperada estás. Que hasta mercado ambulante te has vuelto.
—Y así es como se arruina una amable conversación. Idiota.
Caminé hacia el auto. Cuarenta y nueve plátanos aguardaban allí. Rayos. ¿Cómo diablos iba a hacer yo para venderlos todos? Noté que Nick me seguía.
—Pensé que lo de los plátanos te parecía muy ridículo.
Soltó una franca carcajada —Es solo que verte hacer el intento de venderlos merece la pena. Además, estoy considerando comprarte algunos.
—si es por lástima, no gracias. —Abrí el auto y al ver el montón de plátanos suspiré.
—Vamos Jane. No creas que tengo tan buen corazón como para que me dé lástima que tu no tengas auto o que Joe no tenga dinero para tener tantas citas como quisiera. Solo tengo hambre. —Lo miré suspicaz, estalló en carcajadas al verme forcejar con la enorme cantidad de frutas amarillas —Bueno, debo admitir que das un poco de lástima ahora.
Estuve tentada a lanzarle un plátano a la cabeza —Vete.
— ¡Pero te roban la mercancía!

Siguió riéndose y yo seguí preguntándome por que diablos había seguido el estúpido plan de Joe y había llevado esos plátanos al colegio. Volteé para pedirle ayuda a Nicholas con los plátanos pero vi a Joe acercase con una sonrisa de lado.
—Nick, me imagino que Jane te estaba comentando sobre las tutorías.
Nicholas miró a Joe sin entender nada y yo lo fulminé con la mirada. Si Joe se atrevía…
—¿Te acuerdas que me comentaste que estabas teniendo problemas con matemáticas…?