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Las reglas de la fantasia (joe y tu)

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Las reglas de la fantasia (joe y tu) - Página 5 Empty Re: Las reglas de la fantasia (joe y tu)

Mensaje por NanixG Mar 03 Jul 2012, 10:44 am

Las cejas de Ann se levantaban en una sola.



—¿Te das cuenta de que en el tiempo que sé que has salido con quizás una docena de chicos, has tenido sexo con varios de ellos y nunca has admitido tener otros sentimientos que no sean superficiales por ninguno de ellos?

__________ (TN) sonrió. Poniéndolo de aquella manera, le sonaba a... puso un tono de burla y dijo:

—¿Me estás llamando putón, amiga?

—Por supuesto que no —dijo Ann—. Te diviertes, el chico se divierte, nadie sale herido. No hay nada de malo en eso. Todo lo que estoy diciendo es que mantienes a los hombres a distancia. Emocionalmente.

—Quizás sea porque simplemente no ha conocido a Míster Perfecto —dijo Rose y __________ (TN) asintió energéticamente.

—O quizás esté demasiado asustada en admitir que ya lo ha hecho —dijo Rina suavemente—. ¿Qué pasa si Míster Perfecto es para su familia Míster Imperfecto?

—Todavía no ha pasado, así que no pienso en ello — dijo __________ (TN) frívolamente. De hecho, estaba haciendo todo lo que podía, para evitar pensar en ello. Ella se inclinó sobre la mesa para darle un golpecito al antebrazo de Rosalie—. Te toca. Quiero escuchar la última de la saga sexual con Emmet.

Los ojos de Rosalie adquirieron un brillo travieso.

—¿Puedes creerte que he conocido a su ex mujer?

—Oh, Dios mío. ¡Has conocido a Tanya! —gritó __________ (TN) , inmediatamente distraída de sus propios asuntos—. ¿Cómo es ella? ¿Dónde fue? ¿Cómo llegó a pasar eso?

—Ah, así que finalmente me toca ser el centro de atención —dijo Rose con una sonrisa de gata—. ¿Estás segura? ¿No hay nada más que quieras decirnos sobre Edwaaaard? — alargó las letras de su nombre.

__________ (TN) la cogió del brazo.

—¡Tanya!

—¿No la odiaste a primera vista? —preguntó Rina—. Yo creo que lo haría.

—¿Puedes creer que de hecho me pareció una buena tía? —dijo Rosalie—. Pero dejadme que os cuente la historia, ¿de acuerdo?

Todas asintieron vigorosamente.

—Está probando los menús para el nuevo restaurante que ha abierto. Su marido y ella dieron una cena e invitaron a Emmet. Aparentemente, él le habló a Tsnya sobre mí y entonces su madre entró en escena y...

—Espera —Ann levantó una de sus manos—. Vas demasiado rápido para mí. ¿Cómo llegó la madre de Emmet a todo aquello?

—Tanya y ella son amigas. Es más, la madre de Emmet, Darissa, es socia del restaurante. De alguna manera, insistieron en llevarme a la cena.

—¿Su madre y su ex mujer juntas? —preguntó __________ (TN) —. Eso es espeluznante.

—Ambas son geniales. Honestamente, me caen muy bien. Y el nuevo marido de Tanya, Benjamín, es genial. Se ve a la legua que están locamente enamorados.

—Eso ayuda —admitió __________ (TN) —, pero aun así, ¿no te sentiste rara, Rose?

—Un poco competitiva, un poco amenazada —sonrió arrepentida—. Pero cuando vi a Emmet con Tanya, era obvio que ya había pasado mucho tiempo desde lo que fuera que hubieran tenido antes.

—Vale, es suficiente con lo de Tanya —dijo ella—. Quiero escuchar la parte sexual del fin de semana. Y quiero baklava y café mientras lo escucho.

Después de pedir, Rosalie dijo:

—Sí, tuvimos un sexo maravilloso, pero también fui a verle otra vez a entrenar a los chicos. Me dijo que quizás, en lugar de eso, preferiría salir de compras. ¿Podéis creeros que renuncié a ir de compras por San Francisco?

—No —dijo __________ (TN) repentinamente—. Estás loca.

La expresión de Rosalie era suave y sentimental.

—No podía resistirme a verlo con aquellos chicos. Es increíble. Un entrenador nato. Un profesor, un mentor.

__________ (TN) sabía a lo que ella se refería. De hecho, podía ver a Joe haciendo ese tipo de cosas perfectamente.

—Padre —añadió Rina.

Y ella también podía imaginarse a Joe de aquella manera. Sería un padre genial. Si los dos tuvieran niños... serían preciosos. Y elegantes como ella y valientes como él.

—¿No habéis hablado todavía de niños, verdad? —preguntó Ann; sonaba un poco horrorizada.

__________ (TN) se puso recta, como dejando claro que ella no había estado pensando en niños, cuando se dio cuenta de que Ann le hablaba a Rose.

—No hemos hablado de tener niños ahora mismo, pero sabéis que yo no me comprometo seriamente con ningún hombre que no quiera tener niños —rió Rosalie—. No, la que está impaciente es Darissa.

Rina levantó la cabeza.

—¿A ella no le importa que seas blanca?

—No parece. Simplemente está feliz de que Emmet haya cambiado el ritmo de vida, se haya deshecho del ritmo acelerado de la abogacía y tenga una vida más equilibrada. Y una relación.

—¿Y tus padres también están de acuerdo con el asunto racial? —preguntó __________ (TN) —. Sé que dijiste que habían conocido a Emmet y les había caído bien, pero...

—¿Pero?

—Es mestizo —dada la experiencia con sus propios padres, lo de Rose sonaba realmente bien para ser cierto.

—No creo que mis padres tengan un «color» en mente para mí. A ellos les importa lo que haya en el interior de un hombre, no el aspecto que tenga.

¿No sería eso genial?

__________ (TN) cortó un trozo de baklava que acababa de llegar a la mesa.

—¿Y qué hay del hecho de que Emmet viva en un país totalmente diferente? —preguntó ella—. Un país, por cierto, en el que estás pasando demasiado tiempo y separándote demasiado lejos de los residentes —le frunció el ceño a Rosalie.

—No voy a mudarme allí —Rosalie le dio un pellizco al brazo de __________ (TN) —. Además, ¿no queréis que sea feliz?

—Sí, pero en Vancouver. Con nosotras.

Ann y Rina rieron.

—Esa es nuestra Bel —dijo Ann. —Bueno, somos el Cuarteto Imponente —protestó __________ (TN) —. No podemos romper eso.

Aquellas eran sus mejores amigas. Con ellas podía decir todo lo que pensaba. Comprobar sus límites. No tenía que cerrar la boca y sonreír educadamente. Aunque se divertía con sus amigas , el Cuarteto era especial. El hecho de que todas fueran tan diferentes contribuía a eso. Sí, algunas de las discusiones se volvían un poco acaloradas, pero la variedad de opiniones era interesante.

Y desafiante.

Además, las cuatro habían compartido muchos rollos personales, aquello era un lazo real. ¡Joder, quería a aquellas chicas!

—Os estáis haciendo ideas vosotras solas —dijo Rosalie, pero ahora ya no estaba sonriendo—. Me queréis casar y mandarme a vivir a San Francisco. Dadme un respiro, solo conozco a este tío desde hace un par de meses.

—¿Vas a verle este fin de semana? —preguntó Ann.

—Sí, viene aquí. Vamos a pasar la noche del saludo con mi familia entera.

—¿Cuándo vamos a conocerlo nosotras? —pregunto __________ (TN) . Habían estado escuchando acerca de aquel hombre inteligente, sexy y guapo durante semanas y ya estaba empezando a estar impaciente.

—Este fin de semana no. Quiero algo de tiempo para estar a solas con él —dijo Rosalie.

—Los dos podéis acostaros todo el tiempo —dijo __________ (TN) .

—Lo creas o no, también hablamos. Parece que cada vez que tenemos una conversación, aprendemos algo el uno del otro.

—Tiene que ser genial —dijo __________ (TN) y, sintiéndose disgustada. Toda la vida de Rosalie era simplemente demasiado alucinantemente perfecta. No es que ella tuviera envidia de su amiga, pero no era justo que algunas personas lo tuvieran tan fácil.

—Deberías saberlo —continuó Rosalie—. Mira lo que has aprendido de Joe de salvar vidas, y cómo has sido capaz de convencernos para que asistamos a un curso. Apuesto a que él también está aprendiendo un montón de cosas de ti.

—Por supuesto que sí —dijo Ann. Echó un vistazo a su reloj y tragó la última gota de café—. Lo siento, chicas, pero tengo que irme.

—Sí, se está haciendo tarde.

Pagaron la cuenta, acordaron que __________ (TN) fuera la que se llevara el último trozo de baklava y se dijeron adiós.

Mientras __________ (TN) conducía a casa, se acordó de lo que Rosalie había dicho sobre una persona aprendiendo de la otra. Cuando empezó a ver a Joe, asumió que un bombero, un chico con un trabajo de obrero, no tendría nada que enseñarle. Bueno, al parecer lo había hecho.

Por una cosa, su integridad la estaba haciendo pensar de forma diferente acerca de las historias sobre las que ella escribía. Y lo duro que había luchado por alejarlas de convertirse en algo irreconocible.

¿Le habría enseñado ella alguna sola cosa hasta aquel momento? ¿Además de admitir sus fantasías y disfrutar de ellas?

Una sonrisa amplia se le dibujó en la cara. De acuerdo, quizás, después de todo, aquella no fuera una lección tan mala.

El martes por la mañana, Joe estaba pensando en __________ (TN) , como había hecho desde que se despidiera de ella el sábado por la noche. Sus fantasías sexuales eran increíbles, pero también le gustaba hablar con ella. Hacer cosas de vez en cuando, como ir a cenar juntos, preferiblemente con las mínimas paradas cardíacas. Sería divertido dar un paseo por la playa, ir a ver una película. Ver si ella se rendía y lo cogía de la mano.

En un teatro oscuro donde proyectaran películas, no tendría razón alguna para negarse.

Uno de los bomberos había estado hablando antes sobre una película que su esposa y él habían ido a ver la noche anterior. Había dicho:

—¿Puedes creer que nos gustara a los dos? Había suficiente acción para mí y suficiente rollo romántico para ella. Algunas risas, también.

Cuando encontró un momento en privado, fue a llamar por teléfono a __________ (TN) .

—¿Quieres ir a ver una película esta noche? Me han dicho que Someone kidnapped my fiancée es buena.

Ella rió entre dientes.

—Mi hermana pequeña y tú. Ella se muere por ir a verla.

—Eh... —qué demonios, ganaría más puntos si se decidía en el tema familiar—. ¿Quieres que la llevemos con nosotros?

—¿Llevarnos a Cat? ¿A una película, con nosotros? —su voz era chillona, lo que sonaba como incredulidad.

—Claro. ¿Por qué no? —preguntó él cautelosamente, preguntándose si su hermana sería un auténtico coñazo.

—Yo, eh, es un día entre semana. Mañana tiene que ir al colegio.

—Podemos ir a una sesión más temprano. En cualquier caso, ¿cuántos años tiene?

—No, no va a funcionar —después de un largo momento, le dijo—: Gracias por la oferta.

Ah. Oh, bueno, quizás su hermana y ella tuvieran problemas. No era asunto suyo.

—¿Tú y yo?, entonces.

—Una película —dijo ella con voz monótona—. Mira Joe, no soy mucho de películas.

¿No era de películas? Dios, quizás era una de esas chicas a las que les gusta la ópera y la sinfonía. Pero no iba a preguntarle aquello.

—¿Qué te parece un paseo por el dique? ¿O ir a tomar algo en algún sitio?

—Estoy muy ocupada esta semana. Simplemente, organicemos el día para lo de la fantasía de la geisha, ¿de acuerdo?

Joe frunció el ceño. Alice siempre decía que él era un ingenuo cuando se trata de captar una indirecta. Sin embargo, estaba empezando a pensar que __________ (TN) no quería salir en público con él. La había tenido que convencer para ir al Tropika, y ella había hecho toda aquella tontería de la demostración de afecto en público. Quizás, era algún tipo de tradición, como ella había dicho.

De acuerdo, así que ella todavía parecía lo suficientemente feliz para seguir teniendo sexo con él y aquello lo hacia ser un chico condenadamente afortunado.

—Genial —dijo. Intentaron ajustar sus horarios y terminaron quedando para el viernes por la noche.

—Probablemente será más fácil si lo hacemos en tu casa —dijo él, curioso por saber dónde vivía—. De esa manera, podrás preparar todo lo del té y cualquier cosa más que vayas a hacer.

—Eso no será posible.

Él se había dado cuenta de que ella no había dicho una palabra sobre la situación en la que vivía.

—¿Tienes un compañero de piso?

—Algo así —soltó un gran suspiro—. ¿Me prometes que no vas a reírte si te cuento algo?

—Eh, claro.

—Vivo con mi familia —dijo lúgubremente—. Tres generaciones de nosotros, todos en una casa. Es importante para mis padres y mi tía y mi abuela, y es más fácil, simplemente seguir la corriente.

¡Oh, vaya! Definitivamente tendrían que hacer lo de la geisha en su casa.

—Sé a qué te refieres —le dijo él—. Mi hermana vive con mis padres en la granja. Ella quiere tener su propio apartamento, pero está intentando mantener la calma y ellos dicen que es una pérdida de dinero. Son unos roñosos.

—Mi familia también lo es. Excepto en raras ocasiones, como cuando me dieron el Jeep al licenciarme en la universidad. Pero los padres son así. Gastan un montón de dinero en cosas que parecen extravagantes y son unos tacaños en otras.

—Familia —dijo él—. ¿Qué podemos hacer?

—Me alegro de que lo entiendas. Mucha gente cree que es una locura, vivir en casa de tus padres.

—Es respetuoso —sonrió él—, y el camino más fácil, ¿verdad? —sí, él pensó que Alice y ella tendrían un montón de cosas de las que hablar.

Ella rió.

—Sí, así es. Entonces, de todas maneras, tendré que jugar a ser geisha en tu casa. ¿Quizás pueda echarte de casa durante una hora, preparar el escenario y después puedas volver?

—Claro —ya sentía un zumbido sexual de emoción.

—Entonces, ¿quién vas a ser tú?

—¿Cómo?

—¿Quién es el hombre en la fantasía de la geisha?

Un Joe muy cachondo. Ver el pelo de __________ (TN) todo recogido de alguna manera elaborada, su esbelta figura dentro de un bonito kimono. Teniéndola jugueteando con aquello del masaje. Entonces todo empezaría a desabrocharse, su pelo caería libre...

—¿Un soldado americano? ¿Un escenario como el de Madame Butterfly? —preguntó ella.

—No —dijo él rápidamente—. Nada de guerra. Eso no me resulta nada sexy —además, aquella era su fantasía. ÉI no quería tener que representar ningún papel—. ¿Qué te parece si soy solamente yo, un bombero canadiense, que está de viaje en Japón, curioso por adivinar de qué trata todo eso de la geisha?

—¿Te das cuenta de que en cada fantasía que hemos hecho, uno de los dos jugaba a ser sí mismo? Uno de estos días vamos a tener que hacer fantasías en donde los dos representemos un papel.

Las fantasías eran divertidas, pero llevaban mucho trabajo.

—O simplemente podemos tener sexo como Joe y __________ (TN) .

Hubo un silencio al otro lado de la línea. Entonces:

—A mí me gustan las Reglas de la Fantasía. Y creo que a ti, también. Mira, Joe, tienes un montón de sexo tradicional con montones de chicas, ¿no?

Él resopló de furia.

—No hay nada «tradicional» en la manera en la que yo me acuesto con una mujer.

Ella rió suavemente.

—De acuerdo, ya lo he pillado, semental. Pero es igual, lo que nosotros estamos haciendo es especial. ¿No crees?

La chica tenía razón, pero él estaba decidido a tomarle el pelo.

—Convénceme. O mejor, manda una geisha a que me convenza.

Ella soltó un resoplido de risa.

—Cuenta con ello.

Pero era __________ (TN) , vestida con un vestido floreado y una bonita blusa quien estaba de pie en el pasillo, al otro lado de la puerta de su apartamento cuando él abrió la puerta el viernes por la noche.

Él se inclinó para darle un beso.

—Estás preciosa. ¿Pero dónde está mi geisha?

Ella levantó un par de bolsas de la compra.

—Aquí dentro.

—Vaaale —dijo suavemente.

—Ve a dar un paseo —le dijo—. Dame una hora.

Capitulo 13

__________ (TN) no había dicho si ella quería que él hiciera sonar el timbre cuando llegara, pero supuso que lo haría, para darle un aviso.

—Soy yo —dijo por el telefonillo.

—Ah, Cullen-san —una voz canturreaba—. Por favor, subir.

Genial, pensó él. Realmente se había metido en el papel. La emoción lo hizo subir las escaleras corriendo.

Cuando él abrió su propia puerta, no estaba muy seguro de lo que podía encontrarse. Lo que vio fue a una pequeña mujer inclinada muy baja con un recogido muy elaborado que colgaba en los confines de su cintura.

—¿ __________ (TN) ? —dijo él.

—Lo siento mucho, señor —se levantó lentamente—. __________ (TN) no está aquí. Solo Flor de Cerezo, que lo asistirá esta noche —todavía estaba hablando con aquel ligero acento.

Ella se puso totalmente erguida y Joe la observó. Aquella no era __________ (TN) , ¿o sí? La cara de la mujer estaba maquillada cuidadosamente con polvos blancos, unos ojos exagerados con líneas rojas y negras y los labios tan rojos como la pintura recién lavada del camión de bomberos.

Tenía el pelo largo retirado de la cara, hacia atrás y recogido en un moño de fantasía en lo alto de la cabeza. Dentro de él, ella había guardado una horquilla con ramos colgando de flores rosas artificiales que bailaban cuando movía la cabeza.

Llevaba un kimono de color crema con un motivo de flores de cereza. El escote de pico mostraba su garganta, en marcando una tela rosa, quizás una prenda interior. Alrededor de la cintura tenía una banda de tela verde pálido entallada en oro y rosa que tenía que tener veinte centímetros de ancho. Estaba estirada tan ajustada que sus pechos y caderas parecían haber desaparecido. Sobresalía la parte de abajo del kimono, sus pequeños pies estaban ataviados en zapatos blancos. Unos calcetines raros en forma de manoplas, como si los dedos de sus pies fueran un solo pulgar.

Aquello no era una mujer, y mucho menos una chica sexy, sino una muñeca.

—¿Flor de Cerezo? —dijo él dubitativamente.

Hai —juntó las manos, con las palmas y los dedos encarándose y se inclinó otra vez, no tan bajo esta vez. Las uñas de sus manos eran de color rosa, apreció él, haciendo juego con las flores más que con su barra de labios.

—Está aquí para proponerle un entretenimiento nocturno, Cullen-san —abrió el abanico dibujado con flores y lo deslizó delante de su cara. Entonces, apareció parcialmente por detrás y le dedicó una mirada coqueta llena de travesura bailarina. Pura __________ (TN) .

NanixG
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Las reglas de la fantasia (joe y tu) - Página 5 Empty Re: Las reglas de la fantasia (joe y tu)

Mensaje por NanixG Mar 03 Jul 2012, 10:45 am

Oh, Dios, ahora sabía lo que estaba haciendo ella con aquel disfraz asexual. Probablemente era auténtico. Estaba regresando al momento en el que él le había rescatado la vida tan literalmente. Casi rió. Se sentía como rendido para decirle que se quitara todo aquello y se lavara su divertida máscara blanca. Entonces, se acordó de en qué se había convertido la fantasía del rescate.



Quizás la dejaría llevar todo aquello hacia donde ella quisiera. Seguro que no iba a decepcionarle.

—Por favor, pasar —dijo ella, gesticulando delicadamente con el abanico— y por favor, quitarse los zapatos antes.

Joe llevaba una camiseta, unos pantalones cortos y unas sandalias de cuero. Se deshizo de las sandalias y vio que ella se daba la vuelta y se dirigía hacia el salón, a pequeños pasos. Vaya, ¿qué llevaba en la parte de atrás del kimono? La amplia banda no estaba atada en un lazo, sino recogida en un paquete cuadrado bien elaborado.

El escote del kimono bajaba hacia abajo en la espalda, desnudando una buena cantidad de piel. Aquella piel que estaba pintada de blanco, excepto por un par de bandas que estaban desnudas. Tenía que haber sido intencional, porque las formas eran unas uves perfectas, señalando su cuello desde la línea del pelo. Su propia piel, pálida en las zonas donde el sol no había llegado, todavía parecía oscuras en comparación con la pintura blanca.

Aquel pequeño brillo de piel desnuda, la piel de __________ (TN) , era de alguna manera increíblemente sexy.

—¿Cullen-san? —se dio la vuelta—. ¿Venir ahora?

—Estaba admirando la vista de atrás —le respondió.

Ella inclinó la cabeza en reconocimiento, después volvió a girarse y caminar. Esta vez, él la siguió, con uno de sus pasos equivalentes a diez de ella.

Mientras entraba en su propio salón, pensó en lo diferente que parecía. La iluminación era oscura y rosada. Ella había cogido prestado su artilugio con la bombilla de color, pero esta vez había elegido el rosa. No había sorpresas en esa parte. Había transformado la mesa de café de una mierda sacada de un garaje en algo verdaderamente elegante. Encima de una tela de color marfil estaba la tetera, tazas con forma de bol, un pequeño bote con dos... ¿era aquello chocolate?, y un vaso con tres lirios de color púrpura. De fondo, se escuchaba algún tipo de música oriental suave, y pudo oler la fragancia del incienso.

—Esta noche ser una noche de primavera —explicó ella—. La época de los lirios y de las flores de cerezo —aleteó sus pestañas tímidamente—. La época en la que las cosas empezar.

Él asintió, preguntándose qué era lo que ella pretendía empezar con él.

—Por favor, sentarse —le dijo su geisha.

Cuando se dirigió automáticamente hacia el sillón, ella revoloteó su abanico y sonrió tras él.

—Por favor, sentarse en el suelo, Cullen-san. De esta manera —y en un instante, su cuerpo se había plegada graciosamente sobre sus rodillas a un lado de la mesa de café.

Era fácil para ella, pero él era dos veces su talla y era fuerte, no flexible. Joe luchó por encontrar una postura que no lo matara o que no golpeara la mesa del café.

—Cullen-san, un hombre muy grande —dijo ella— Lo grande siempre ser una buena cualidad en el hombre —ella le dirigió otra mirada breve y coqueta y después miró la tetera— ¿agradar el té, a Cullen-san?

—El té suena genial —él era más bebedor de café, pero ella había hecho té y aquello encajaba con la fantasía de la geisha.

Ella llenó una taza de un líquido verdoso claro, lo sostuvo en ambas manos y se lo ofreció, con la cabeza inclinada. Mientras él la cogía de sus manos sintió como si estuviera aceptando un regalo. Un regalo frágil. La sostuvo de la manera en la que ella lo había hecho, aunque sus manos eran tan grandes que empequeñecían la taza. Aterrado por el miedo a romperla, la dirigió como pudo a la cara y olió su aroma. Olía bien, a alguna especie de hierbas.

—¿Qué tipo de té es este? —preguntó.

—Té verde. Siempre haber té verde en la ceremonia del té —dijo ella—. Estar preparado con polvo, mezclado con el agua hirviendo. Flor de Cerezo hacer esto muchas veces, por lo que Cullen-san no deber preocuparse —le envió una mirada juguetona—. Los hombres occidentales siempre tener prisa.

—No cuando se trata de ciertas cosas —le replicó él y obtuvo una sonrisa como respuesta.

Él se dio cuenta de que ella no se había servido ninguna taza, simplemente se sentaba tímidamente sobre sus rodillas, con la cabeza inclinada hacia él.

—¿No vas a tomar un poco? —le preguntó.

—Si desear, yo acompañar.

Vale, ya estaba pillando de lo que iba aquello.

—Lo deseo.

Ella se sirvió una taza, la levantó hacia sus labios y después esperó.

—Cullen-san deber beber primero.

Él tomó un sorbo. Sabía a trozos de césped en agua caliente, pero no tenía la intención de insultarla.

—No está mal. Ahora te toca a ti.

Ella bebió también.

Y mientras lo hacía, él se dio cuenta de que la cara blanca no llegaba hasta el nacimiento del pelo. Por un momento, se preguntó si había aplicado descuidadamente el maquillaje, o es que no quería mancharse el pelo. Entonces, observó cómo de simétrica era la banda que enmarcaba su cara, y después supo que era deliberado. Como las dos uves que había en la parte posterior de su cuello.

Cuando todo estaba pintado, un brillo de piel desnuda se convertía en increíblemente seductor. Él quería cogerla y tocarle la sien, recorrerla con su dedo hasta el oído.

—¿Cullen-san?

—¿Eh? Lo siento, ¿qué es eso?

—Ser tradición servir unos pequeños dulces en la ceremonia del té. Para Cullen-san, en primavera, Flor de Cerezo elegir... —se detuvo, con los labios curvados en una sonrisa— chocolate con sabor a cereza.

Ella le ofreció la tacita y él cogió uno.

—Buena elección —era un chocolate Bad Girl, se dio cuenta en cuanto lo mordió—. Toma tú el otro —le dijo.

Hai. Arigato gozaimasu. Gracias —ella lo cogió y lo mordisqueó, de forma diferente a como __________ (TN) lo había devorado el sábado por la noche.

Era el mismo apartamento, pero el ambiente era muy distinto. Sin mencionar la música. Aquella música exótica estaba creciendo dentro de él.

—¿Qué instrumento es ese? —preguntó—. Creo que nunca antes lo había oído.

Shamisen —dijo ella—. Ser un instrumento como la guitarra o el banjo, con tres cuerdas. Tocar y después grabar para usted. Normalmente, las geishas tocar el shamisen para los clientes, pero Flor de Cerezo pensar que quizás Cullen-san preferir conversar. ¿Hai?

El se dio cuenta finalmente de que cuando ella decía «hai» no era «hola» sino la palabra japonesa para «sí».

—Hablar estará bien —él aceptó el consejo, aunque de hecho, le encantaría retarle a tocar el shamisen—. ¿De qué quieres hablar?

Ella abrió el abanico, lo puso delante de la cara por lo que solamente revelaba un brillo de ojo y una brocha de sus pestañas.

—Cullen-san, por supuesto.

—Ese es un gran tema —le sonrió.

—Ah, sí, pero Flor de Cerezo cree que lo grande ser muy —paseó el abanico por sus ojos—, muy —lo hizo otra vez—, bueno.

A pesar del tono juguetón y seductor, no estaba todavía exactamente excitado. Toda aquella experiencia era completamente diferente de lo que había esperado. Pero entonces, ¿qué había pensado él que ella haría? ¿Le habría dado la bienvenida con un kimono holgado, se lo hubiera quitado, lo habría arrojado a la cama, rodeándolo en su espalda y después se hubiera tirado sobre él?

Él no sabía mucho sobre las geishas, pero tenía alguna idea de que la cultura japonesa valoraba la serenidad y la paz. No, no sería uno de esos hombres occidentales que siempre tenían prisa.

Bebió algo de té y encontró que, como la música, estaba creciendo dentro de él. El sabor de la hierba mezclado agradablemente con el chocolate y el sabor a cereza que persistía en su boca.

—Continuar, Cullen-san —dijo ella—. ¿Por qué no empezar con el día de hoy? ¿Ser hoy un buen día?

—Se está poniendo mejor —y realmente lo estaba, ahora que él había decidido relajarse y seguir el flujo.

Ella inclinó la cabeza hacia abajo.

—¿Cómo pasar Cullen-san el día?

Había dormido. Vaya, qué tonto aburrido que era.

—Trabajé en el turno de noche, eso son catorce horas, y estuvimos ocupados toda la noche. Cuando terminé a las ocho de la mañana, vine a casa y dormí la mayor parte del día.

—¿Ocupado toda la noche? —repitió ella, con un tono de insinuación—. ¿Qué ser lo que tener a Cullen-san ocupado toda la noche?

—Un par de falsas alarmas. Una mujer mayor que no podía abrir su bote de pastillas —el recuerdo lo hizo sonreír—, ¿puedes creer que llamó a los bomberos para que le rescataran por eso?

—Alguna gente ser muy tonta. No deber gastar el valioso tiempo de bomberos importantes como Cullen-san.

—Sin embargo, ocurre todo el tiempo. Sí, perdemos algunas horas de sueño, pero estamos contentos de ayudar a la gente que está sola, confusa, deprimida. Es simplemente un problema que nos mantiene alejados de llamadas más serias. Además, nos da algo por lo que reír una vez que estamos de vuelta en el parque de bomberos. Tenemos una lista de todas las llamadas disparatadas que hemos recibido.

Ella arqueaba las cejas formando un ceño desconcertado.

—Sonar... amigable, el parque de bomberos.

Ah. Ella estaba acordándose de cómo él se había quejado de los chicos, siempre burlándose de él.

—Puede serlo —admitió él—. Cuando no me tratan como si fuera una mierda... lo siento, Flor de Cerezo, quiero decir... mal, no son malos chicos.

Era divertido ver cómo él no tenía problemas para decir tacos delante de __________ (TN) . De hecho, su desvergonzada lengua podía rivalizar fácilmente con la suya. Pero él no podía imaginar que un lenguaje obsceno saliera de la boca de una geisha.

Así que... no quería ofender a una geisha que realmente era __________ (TN) disfrazada. Vaya, realmente había caído en su escenificación.

—La camaradería es buena —le dijo él—, simplemente es que no soy un miembro del equipo todavía y eso es frustrante.

Sus labios hicieron una mueca y después se alinearon.

—Sí, los hombres siempre tener prisa.

Joder, lo tenía justo ahí. Tuvo que sonreír y decir:

—Tienes razón.

—¿Qué otras llamadas tener la pasada noche? —preguntó ella.

Su sonrisa se desvaneció y él miró hacia otro lado, acordándose.

—Contar —le dijo inmediatamente ella.

—También tuvimos un accidente desagradable —le dijo suavemente—. Un adolescente bebido que estrelló su coche contra una farola. Llegamos ahí rápido, lo sacamos del coche, pero estaba gravemente herido.

—¡Ay! —bueno, joder, aquella era __________ (TN) , no Flor de Cerezo. Estaba frunciendo el ceño, con preocupación, las líneas de expresión arrugando la pintura blanca al lado de sus ojos y en la frente.

Pero cuando habló otra vez había vuelto a retomar la voz de Flor de Cerezo.

—Ser tan triste. Tener que ser muy duro, ver cosas como esas.

Lo era, y era bonito saber que __________ (TN) , no solamente Flor de Cerezo, lo entendía.

—Sí, es duro. Es una pena —negó con la cabeza—. Mier... cosas como esas no tendrían que pasar.

—No —otra vez ella encontró sus ojos y él vio a __________ (TN) dentro de aquella máscara. Entonces, ella dejó caer la cabeza y llenó las dos tazas de té—. ¿No incendios? ¿No luchar los bomberos contra los incendios?

—Claro que no es solo lo que hacemos. Pero, sí, tuvimos un incendio anoche. Fue bastante fuerte. Nos llevó tres horas apagarlo. Un fuego que empezó en una cama, dentro de un viejo edificio de apartamentos. Las alarmas de incendios y los aspersores no se habían mantenido adecuadamente, el lugar era de madera, prendió rápido —recordar aquello lo hacía estar enfadado otra vez.

Ella se tragó el suspiro.

—¿Alguien salir herido?

Él negó con la cabeza.

—Tuvimos que ir a rescatar a un par de señores mayores impedidos y a un chico joven parapléjico, pero todos los demás salieron por su propio pie.

—¿Aspersores y alarmas no mantenidas? —le dijo, la pintura blanca otra vez se rompía al fruncir el ceño—. Eso no ser bueno.

—No, y el propietario y el encargado probablemente sean demandados por eso, lo que sea que merezca la pena. El propietario reside en Hong Kong. Y el encargado aquí en la ciudad no se preocupa lo más mínimo —dijo él amargamente.

—Y gente mayor y discapacitada vivir en edificios peligrosos.

—Sí. No es lo correcto, pero pasa —tuvo una idea y se la comentó—: Algún periodista debería redactar un artículo sobre eso.

Ella abrió los ojos de par en par y entonces ladeó la cabeza, dedicándole una mirada furtiva.

—Quizás alguna persona mucho más inteligente qua la humilde Flor de Cerezo poder hacer tal cosa.

Él rió entre dientes, volvió a tomar un sorbo de té y se hizo hacia atrás, contra el sillón. Había algo bonito, contarle a alguien, que no fuera bombero, anécdotas de su trabajo. Algunos de los bomberos casados habían dicho que sus esposas no querían oír cosas de ese estilo. Las asustaba. Sus padres tampoco tenían ganas de escucharlo. Simplemente, se limitaban a decirle que entrara en razón y se diera cuenta de que había nacido para ser granjero.

Ocasionalmente alguna novia le había preguntado algo, pero siempre le daba la impresión de que estaban buscando detalles sensacionalistas. Como los espectadores que miran estúpidamente un accidente. No estaban interesadas en cómo se sentía él con cada llamada. O la rutina del trabajo, cómo acababa de los nervios con la manera de actuar de los chicos.

Pero __________ (TN) ... parecía interesada. ¿O estaba siendo simplemente Flor de Cerezo? Probablemente el trabajo de una geisha consistiera en hacer que un hombre se sintiera asistido y apreciado.

¿Le importaba realmente a __________ (TN) cómo había sido su noche? ¿Le importaba el chico que iba en el coche y de quien puede que nunca volvieran a hablar jamás? ¿El problema con los caseros y los responsables de los apartamentos que no hacían el mantenimiento adecuado?

El la miró a través de la mesa. Los estereotipos que tenía la gente eran que los americanos eran inescrutables. Normalmente __________ (TN) tenía una cara expresiva, pero aquella noche, con el maquillaje de geisha, era difícil de leer en ella. Siguió pensando que había visto a __________ (TN) con aquellos ojos castaños, pero era complicado saber cuándo llevaba la máscara. Realmente odiaba aquella maldita cara pintada.

—Si deseo algo, ¿lo hará mi geisha?—le preguntó.

Ella parpadeó, después juntó las manos e inclinó su cabeza de nuevo. El movimiento hacía bailar las flores de su pelo, como si un viento suave de primavera estuviera soplando sobre ellas.

—Flor de Cerezo hacer todo lo que pueda para respetar los deseos de Cullen-san.

Respetar, había dicho. No obedecer. Suficientemente justo.

—¿Qué desear Cullen-san en este momento? —preguntó ella dulcemente, con la cabeza todavía inclinada.

—Que te laves la cara.

Ella levantó la cabeza, con los ojos de par en par, observándole. Rápidamente recordó su papel y se inclinó hacia una postura recatada.

—Cullen-san no deber pedir a Flor de Cerezo hacer eso. Es como... pedir que quitar la ropa.

—Empezaremos por el maquillaje —le dijo él bromeando. Aquello era extraño. De alguna manera, estaba coqueteando con él, pero era tan raro que él tenía problemas para animarse. No es que fuera realmente asexual, pero no era la imagen sexy que a él le gustaba. Quizás, lo de la geisha solamente surtiera efecto en un japonés.

—Pero la piel blanca ser la más bonita —protestó ella—. La piel de Flor de Cerezo ser tan oscura, tan fea.

—Date la vuelta —le dijo él suavemente.

Ella lo estudió por un momento y después le dio lentamente la espalda.

Él la alcanzó y suavemente trazó una de las uves que formaba su nuca. El calor sedoso de su piel se deslizó a través de la suya propia hasta la sangre, calentando todo el camino hasta la verga. Oh, sí, tocar a __________ (TN) lo excitaba.

Ella tembló y él se preguntó si aquella caricia la excitaba a ella también.

Él trazó la otra V.

—Preciosa.

Ella miró por encima del hombro, con los ojos abiertos e iluminados.

Él hizo lo que quería haber hecho antes. Suavemente trazó la línea desde su sien hasta el oído, alrededor del nacimiento del pelo.

—Déjame ver tu piel, Flor de Cerezo. Es lo que deseo. Dijiste que querías respetar mis deseos.

Hai. Si Cullen-san estar seguro de desear observar mi cara plana y oscura, ir a lavarme —ella se levantó graciosamente y caminó con afectación. El se dio cuenta de que tenía que andar dando aquellos pasos tan diminutos porque el kimono le sujetaba las piernas juntas.

Joe estiró las suyas, doloridas. ¿Qué sería lo siguiente? Habían hablado del masaje y él había bromeado con la idea de que caminara sobre su espalda. ¿Podría dejarla hacer aquello? Su pene había empezado a despertarse cuando la había tocado y estaba metiéndole prisa por continuar con todo aquello.

Cuando ella volvió, él solo pudo contemplarla. El pelo formal y el disfraz eran el mismo pero la cara era la de __________ (TN) . Parecía mucho más relajada y femenina. Mujer, no muñeca, Y ahora que su cara ya no era más una máscara, el disfraz empezaba a gustarle. Aquella era __________ (TN) con su preciosos pelo recogido, sus curvas ágiles encerradas en una ropa ajustada. Ya estaba deseando soltarle el pelo y hundir los dedos en él. Quitarle aquel kimono, saber lo que llevaba de ropa interior.

Oh, sí, definitivamente, su cuerpo estaba respondiendo en aquel momento.

Ella sostenía en la mano una pequeña botella.

—Creer que Cullen-san pidió un masaje. ¿Ser así?

—Suena genial —de acuerdo, podría aplazar lo de desabrocharle el kimono un poco más.

—No ser tradicional que una geisha dé masajes, pero Cullen-san ser cliente especial. Flor de Cerezo no experta pero hacer lo que esté en sus manos —tenía la otra mano extendida, hacia él—. Venir.

Él luchó por ponerse en pie y la cogió de la mano, que parecía incluso más pequeña de lo habitual. Ella tiró suavemente de él en dirección a su habitación. Mientras él atravesaba la puerta, vio que había cambiado la bombilla de la lámpara de su mesita por una de color rosa.

Ella fue a la cama y retiró las sábanas.

—¿Quieres que me tumbe? —le dijo él.

—Boca abajo, sí —le dijo—. Pero primero, quitarte la ropa.

Quitarse la ropa significaba dejarle ver su creciente erección.

Pero ella tampoco apartó la vista. Abrió su boca roja y su lengua asomó hasta tocarle el labio. A él le palpitaba el pene, se levantaba más hacia arriba.

—Ah, sí —dijo ella—. Ser la reacción natural de un hombre. No haber razón por la que sentirse avergonzado.

¿Avergonzado? Joder, estaba cachondo.

Cautelosamente, se tumbó boca abajo. No es que fuera la postura más cómoda para un hombre con una erección. La música empezó a sonar. Había una flauta y un instrumento de cuerda que él pensó que se trataba del shamisen. El sonido, aunque era exótico y poco familiar, era extrañamente relajante.

La cama se movía y crujía. Él echó un vistazo a su alrededor.

__________ (TN) , todavía completamente vestida, con su pelo en aquellos tirabuzones hinchados, estaba colocada a un lado. Ella se echó loción en una de sus manos y después las frotó. Un aroma llenó el aire, y encajó con la música perfectamente. Especiado, almizclado.

—¿Qué aroma es este? —preguntó él.

—Sándalo —murmuró ella, inclinándose hacia delante y empezando a masajearle los hombros. Al principio lo hizo con suavidad, extendiendo la crema por su piel y después, lo hizo con más fuerza, amasando los músculos de abajo. No había demasiada fuerza en aquellas manos, pero era un tipo diferente de masaje al que había tenido cuando se había hecho daño en la espalda durante el entrenamiento. Aquello no tenía nada que ver con el alivio de dolor. Se centraba en acariciarlo y juguetear con él.

Unos nudillos puntiagudos se le clavaban, pero las suaves palmas de las manos aliviaban la molestia. Las uñas afiladas cosquilleaban y arañaban de una manera que no relajaba el picor, pero en lugar de eso creaba uno nuevo. El intentó no retorcerse pero era imposible.

Ella trabajó sus hombros y la parte inferior de su espalda. Tenía despiertos todos los sentidos cuando ella alcanzó su trasero. Sus músculos se tensaron automáticamente cuando ella le agarró ambas nalgas. Mientras ella golpeaba y masajeaba su trasero hasta relajarlo, su pene se tensaba y crecía.

—Las piernas un poco más abiertas, Cullen-san —murmuró ella—. ¿Hacer sentir bien?

—Muy bien —el momento en el que él separó las piernas, un dedo espabilado se arrojó entre ellas y, como si hubiera sido por accidente, dio un golpecito suave a sus testículos. Él gimió.

—Sí, realmente bien.

Ella trabajó sus muslos y sus pantorrillas. El pudo mirar por encima del hombro, casi sugiriendo que regresara a las partes importantes. Pero ella ni siquiera se dio cuenta. Estaba arrodillada sobre la cama, con la atención dirigida hacia sus piernas, una expresión intensa en su cara ruborizada.

__________ (TN) estaba haciendo aquello por él. Lo estaba agradando, intentando crear ambiente, solo si él se lo permitía. Maldita sea, él no era ningún adolescente. Podía ser paciente y dejar que las sensaciones afloraran lentamente.

Y así lo hicieron. Su cuerpo estaba convirtiéndose en ultrasensible a sus caricias. Cuando ella le masajeó los pies, él volvió a gemir. Entonces, se sintió culpable.

—Debes tener las manos cansadas —giró la cabeza otra vez para verla.

Ella volvió a sentarse sobre sus talones, con las florecillas colgantes bailando y un par de largos mechones de pelos sueltos.

—Mis manos ser tan pequeñas y Cullen-san ser un hombre tan grande. Tener una gran —se detuvo— proporción.

Una que se estaba volviéndose aún más grande también.

—Ya has hecho suficiente. Ha sido increíble. Gracias, eh, Flor de Cerezo —y ahora puede que la atrajera hacia la cama con él y le dejara aliviar otro dolor. Aquel que ella misma había creado cerca de su ingle.

—No haber terminado —le dijo ella—. Cullen-san pedir... ¿cómo decir esto? ¿Caminar por la espalda?

—¿Vas a hacer eso?

—No ser deshonesto —pidió ella—. Por favor, no moverse mientras Flor de Cerezo coger el equilibrio.

Dios, realmente, iba a hacer aquello.

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Las reglas de la fantasia (joe y tu) - Página 5 Empty Re: Las reglas de la fantasia (joe y tu)

Mensaje por NanixG Mar 03 Jul 2012, 10:45 am

Él estiró el cuerpo, deseando poder observarla en lugar de estar boca abajo. Escuchó el susurro de la tela; entonces, la cama se movió y después él sintió sus muslos desnudos sentándose a horcajadas sobre su cintura. Bien. Muy bien. Sabía que ella debía haberse levantado aquel kimono hasta los muslos. ¿Llevaría medias? ¿Tanga? ¿Estaría mojada la ropa interior?



Él se movió, intentando dejar más sitio a su paquete.

Ella se levantó, por lo que estaba de pie, sobre la cama, con un pie a cada lado de él.

—No moverse ahora.

—Lo siento.

Un pie desnudo se plantó en medio de su espalda y se contoneó, después se le unió el otro pie y él sintió todo su peso. Acostumbrado a llevar equipaje pesado y a sacar a hombros a la gente de los incendios, sus cincuenta cinco kilos no le molestaban en absoluto.

Hubiera dado cualquier cosa por ver su aspecto en aquel momento.

—¿Cómo puedes mantener el equilibrio?

—Utilizar el techo —respondió ella, sonando un poca sin aliento—. Estirar y tocar el techo.

Ella empezó a mover su peso de un pie al otro y entonces movió ambos pies hacia delante por lo que de hecho, estaba caminado desde la espalda hacia sus hombros. Ahí, ella se flexionó y retorció sus pies, alternativamente enterrando los talones y los dedos en sus músculos.

De hecho, no le daba tanto placer como cuando había utilizado las manos, pero había algo salvaje en la idea de que su espalda estuviera soportando el peso de su cuerpo.

Los dedos de sus pies se clavaron en los músculos, donde su cuello se conectaba con los hombros.

Preocupado por si ella perdía el equilibrio y se caía, le dijo:

—Ha sido genial. Puedes dejarlo ya.

Ella se bajó y él se dio la vuelta, por lo que pudo verla bajar de la cama y sentarse en el borde.

—Ha sido el masaje más interesante que nunca me han dado. Gracias. Ahora, tengo otra petición.

—¿Sí? ¿Querer que Flor de Cerezo camine por la parte delantera del cuerpo? —sus ojos brillaban traviesos.

—¿Qué te parece de rodillas? —preferiblemente, justo sobre su verga, que se retorcía solo con la idea.

Pero aquello no era realmente lo que él había intentado preguntarle. Quería tocarla.

Él se deslizó hacia su lado y suavemente la alcanzó y le dio la vuelta, por lo que ella quedó de espaldas a él. Entre el pelo recogido y la línea baja del escote del kimono, su nuca y la parte posterior de la espalda lo dejó fascinado. Porque normalmente, ella llevaba el pelo suelto y él apenas había visto antes aquella parte de su cuerpo. Tan delicada y femenina. Unos pocos mechones caían sueltos y él los movió hacia un lado con el dedo y después le acarició la nuca con sus labios.

A ella le dio un escalofrío.

—Cullen-san —murmuró ella, con la cabeza todavía inclinada, lejos de él— besos suaves como estos y arrodillar para masajear la parte delantera de su cuerpo, poder dar lugar a otras cosas.

¡Por fin!

—Eso es exactamente lo que espero.

Ella le dedicó una mirada con los ojos entrecerrados.

—Una geisha no ser una cortesana.

¿Qué? Mierda. ¿Estaba diciendo que no iba a haber sexo esa noche? Él había asumido que aquel sensual vestido y las ceremonias habían sido una especie de juego preliminar. Vaya, había elegido la fantasía incorrecta.

Pero espera, él no quería una cortesana en aquel momento de todas formas.

—Nunca iría a una prostituta —le dijo— no quiero que una mujer tenga sexo conmigo porque le pague para ello. También, tiene que desearlo.

—Ah, sí —ella asintió una vez, sin mirarle— y una geisha moderna, si su trabajo estar hecho y desear estar con un hombre, poder hacer lo que desee.

Joe empezó a sonreír. Ahora lo tenía. Tenía que seducir a aquella geisha.

—Te encuentro muy atractiva, Flor de Cerezo —le dijo— pero ¿puedes sentirte atraída por —se tragó un golpe de risa— un gran hombre?

Hubo una pausa, y después, ella volvió a mirarle por encima del hombro. Y hacia abajo. Haciéndole saber que era consciente de que estaba desnudo y erecto.

Sus labios se curvaron en una sonrisa de satisfacción.

—Quizás, pero este gran hombre occidental, tener que ser gentil con Flor de Cerezo. Ella ser un crisantemo delicado y su flauta de color jade ser muy grande y fuerte.

¿Crisantemo? ¿Flauta de color jade? ¿De dónde habría sacado todo eso?

Pero era interesante que, mientras su __________ (TN) siempre le decía lo fuerte que era, hubiera elegido que Flor de Cerezo fuera frágil.

Aquella era otra de las cosas buenas de las Reglas de la Fantasía, pensó él. Las fantasías llevaban a ambos, __________ (TN) y Joe, a explorar diferentes partes de sus personalidades.

También le habían hecho a él detenerse y captar lo filosófico, justo cuando su cuerpo estaba gritando por la necesidad de sexo. Muy raro. Y todavía, estaba disfrutando la lenta seducción con la geisha.

—Estaré gentil contigo —le prometió él.

—¿Ser posible que así sea? Los hombres tener necesidades... —volvió a dedicarle otra mirada, esta vez una juguetona, hacia su ansiosa verga. Las flores artificiales que llevaba en el pelo bailaban cada vez que se movía.

—Los hombres pueden ser pacientes. Incluso los hombres occidentales.

Él cambió de posición en la cama, por lo que pudo acercarse a ella y besar la suave piel de su nuca. Tenía un aspecto frágil, vulnerable y la verdad era, que él quería ser dulce con ella. Abrió los labios, por lo que pudo tomar el aire caliente y después jugueteó con su lengua. Mientras se movía alrededor de su piel, ella suspiraba y levantaba la cabeza, permitiéndole un mejor acceso. Él deslizó la parte de arriba de su kimono medio centímetro, explorando la nueva piel revelada con su boca. Imaginó todo lo demás que se escondía bajo aquella tela tan firmemente ajustada. Sintió las venas infladas con el calor ardiente de su excitación.

La seducción era por naturaleza un proceso lento, y él ya no tenía ninguna prisa. El té, el masaje, incluso aquella música inusual, le habían dado una sensación de relajación que atemperaba su urgencia. La frágil piel, el delicado cuello, aquellos mechones suaves que todo lo que hacían era hacerle querer tratarla como una flor de primavera.

El pelo recogido bromeaba con él. Los rizos inflados estaban confinados y disciplinados, como el kimono. El quería verla con el pelo suelto. Tenía vida por sí mismo cuando ella se lo soltaba, siempre balanceándose, ondeando, atrapando la luz.

—Tienes un pelo muy bonito —le dijo él— pero, me gustaría que te lo dejaras suelto.

—¿Suelto? —una mano subió para acariciarle los rizos— pero, ser tradicional. Sensual. ¿Querer un pelo corriente?

—Nunca has tenido un pelo corriente. Sí, quiero que te lo sueltes —y de repente, él supo exactamente lo que quería—. Quiero cepillártelo.

—¿Cepillármelo? —ella sonaba sorprendida y lo miró rápidamente y calculando la situación.

—Cepillarlo —repitió él.

Empezó a dibujársele una sonrisa en la cara, que después se volvió más amplia.

—Sí, Cullen-san poder cepillar el pelo de Flor de Cerezo.

Ella saltó de la cama y se fue, volviendo con un cepillo con el mango de madera. Entonces, volvió a tomar asiento al borde de la cama, dándole la espalda y se quitó la cola con las flores que le sujetaba el pelo. Él creyó haberla oído murmurar «Estas estúpidas flores me estaban volviendo loca», y sonrió para sí. Sí, __________ (TN) Swan estaba dentro de aquella geisha.

Una por una, ella se quitó todas las horquillas y sostuvo el moño con la mano. Con cada una de ellas, su pelo se deslizaba y caía, y cuando se había quitado todas las horquillas del pelo, él empezó a cepillar suavemente, desde las raíces hasta las puntas que colgaban en su espalda.

Ella estiró el cuello, levantó la cabeza mientras él trabajaba, emitiendo ronroneos de satisfacción.

—Qué bueno es esto —dijo ella en una voz más parecida a la de __________ (TN) que a la de Flor de Cerezo—. Nunca antes un hombre me había cepillado el pelo.

Y él nunca había cepillado el pelo de una mujer, tampoco. Increíble, vaya un placer sensual que había en hacer aquello. Con la luz rosa, su pelo ondeaba y brillaba, tan negro contra el floreado kimono.

Joe estaba duro, pero su erección ya no tenía aquel sentimiento de urgencia. Por ahora, se contentaba con poder cepillarle el pelo, disfrutaba de las sensaciones sensuales que le producía. Juegos preliminares. Sí, era divertido.

Las puntas del pelo de __________ (TN) rozaban el divertido paquete que apretaba y aseguraba la banda del kimono.

—Flor de Cerezo —le dijo, mientras tocaba el lío de tela—. Nunca he visto nada como esto. Parece un nudo muy complicado.

Su cabeza se bajó, mientras asentía.

—Muy complicado. Llevar mucho, mucho tiempo atarlo correctamente —había un tono de risa en su voz.

—Quizás podamos deshacerlo y puedas mostrarme cómo se hace —mordiéndose la parte interior de su mejilla añadió—: Me gustaría aprender más sobre la cultura japonesa,

Sus hombros se movieron en lo que él pensó era una risa silenciosa.

—Si Cullen-san poder deshacerlo, entonces Flor de Cerezo enseñar cómo se hace.

Una invitación y un reto. Él dejó de cepillarle el pelo y estudió más de cerca el paquetito. Todo lo que tenía que hacer era encontrar uno de los extremos y recorrer el camino hacia atrás. Excepto, que no podía ver ninguno, todo aquello formaba un paquete bien contenido. Había aprendido cómo desabrochar cualquier tipo de sujetador que existía, por lo que era realmente un imbécil si no llegaba a deshacerse de aquel estúpido kimono.

—Debe ser alguna especie de magia japonesa que no logro resolver —confesó finalmente.

Ella rió.

—Es magia occidental —alcanzó el paquete con ambas manos, hurgó en la parte de debajo de la banda y entonces lo desató. Ella sostenía en la mano un enorme imperdible—. Flor de Cerezo ser una geisha muy ocupada. No tener tiempo para atar y reatar el obi. Atar de manera elegante una vez, colocar en su sitio y después poner el imperdible.

—De acuerdo, geisha ocupada. Digamos que el trabajo de hoy está hecho. Ahora dispones de tu propio tiempo.

Ella dejó el imperdible en la cama y después giró para mirarlo, con una mano sosteniendo el kimono cerca de su pecho. Dios, vaya una escena más bonita aquella. Ahora era totalmente __________ (TN) , con su cara bronceada y su pelo largo cayendo como alas sobre sus hombros. __________ (TN) llevaba un vestido femenino que sujetaba con una de sus manos. Por un momento, él imaginó ver una visión, como cada noche: ella salía del cuarto de baño y se dirigía hacia él para unírsele en la cama.

Bueno, mierda. ¿De dónde había salido aquel pensamiento?

¿Cómo de en serio estaba tomándose las cosas con __________ (TN) ?

Pero aquella era otra idea para otro momento. Justo ahora, él tenía una chica increíblemente sexy sentada al borde de su cama, vestida con un kimono y solo Dios sabía con que otra cosa.

Él recorrió con el dedo la línea del escote de su vestido, hacia donde ella mantenía la mano cerrada.

—¿Qué llevan las geishas bajo los kimonos?

Sus pestañas se amontonaban hacia abajo y miraba furtivamente a través de ellas.

—¿Más cultura japonesa, Cullen-san?

Él rió entre dientes.

—Puro interés personal esta vez —pero estaba abriéndose camino por sí mismo. Un chico se suponía que tenía que seducir a una chica antes de empezar a quitarle la ropa—. Estoy interesado en todo lo que te concierna, Flor de Cerezo —él se inclinó hacia delante para rozar sus labios con los de ella, contento de que se hubiera quitado aquellos labios rojos.

—¿Sobre mí? —ella respiraba contra su boca, dejando los labios abiertos con la última palabra.

—Sobre ti —le dijo él contra su boca. Entonces, deslizó su lengua suavemente entre sus labios, solo jugando con las comisuras de ellos, no moviéndose dentro de su boca.

Ella se retiró hacia atrás solo medio centímetro.

—Gustar tu interés.

Aquella era otra cosa que él nunca había hecho: hablar y besar al mismo tiempo. Era suave, sexy, divertido, sentir cómo se movían sus labios, el roce de la caliente respiración. Alternando la conversación con besos, mordiscos, sabores.

—Eres una muy buena conversa-besucona, Flor de Cerezo.

Ella rió contra su boca.

—¿Conversa-besucona? ¿Ser esa una expresión canadiense, Cullen-san? —introdujo la lengua entre sus labios y después volvió a retirarla.

Él la atrapó, tocando la punta de su lengua con la de ella, y después se hizo hacia atrás.

—La he inventado yo. Para ti. ¿Y qué pasa con eso de Cullen-san? Estás fuera del trabajo.

Ella mordisqueó su labio inferior.

—Nunca decir a Flor de Cerezo cuál ser su nombre.

Que lo mataran si ella no tenía razón. Y obviamente estaba determinada a quedarse parcialmente con su personaje.

—Joe —le dijo. Nunca había sido tan consciente de la manera en la que su boca se movía, formando las palabras. Su nombre terminaba con una exhalación y él la marcó, mandando algo de aire dentro de su boca medio abierta.

—¿Joe-san? —dijo ella, terminando con los labios llenos, abiertos, húmedos en su labio inferior. Ella chupó un momento y después se apartó de él.

—Solo Joe —vaya, aquello era tan sexy...

Él se hundió en su boca, encontró su lengua y empezó a hacer un pequeño baile con ella.

—¿Quieres tumbarte conmigo? —sugirió él—. Los dos estaremos más cómodos.

—¿Tumbar... en la cama? —preguntó ella, fingiendo timidez.

Él se movió para tumbarse a su lado y dio una palmada en el espacio que quedaba a su lado.

—Aquí.

Todavía esforzándose al máximo para mantener el kimono cerrado, ella se tumbó a su lado, dándole la cara. La tela caía encima de su cintura, revelando algo de tela blanca, algo que la cubría hasta medio muslo. Bajo eso, estarían sus propias piernas esbeltas y desnudas y sus pies. Con aquellas uñas de color rosa.

Ella tenía la cabeza sobre una almohada, él sobre la otra. Él cogió su cara con las manos y se inclinó para besarla otra vez, lentamente primero y ocupándose de ella cuando se detenían. Su piel estaba caliente bajo las palmas de sus manos, la respiración era agitada. Cuando recorrió con sus dedos su garganta, sintió cómo se le aceleraba el pulso.

Inclinó el cuerpo hacia ella y se tocaron las rodillas; entonces, ambos estiraron las piernas y se acercaron unos centímetros más, todavía besándose.

Cuando su pene rozó el cuerpo de ella, esta gimió y entonces, empezó a chuparle la lengua. Chupaba, lo dejaba, chupaba otra vez, jugueteando con su lengua con la punta de la suya propia.

Él empezó a gemir también.

Volvió a retomar el control, jugando con su lengua de la misma manera como si estuviera haciéndolo con su clítoris.

Ella empezó a mover la parte inferior de su cuerpo, con la pelvis contoneándose contra su erección. Era demasiado para ser paciente, si continuaba de aquella manera.

Él la besó por toda la cara, cuello, pecho, hasta el borde de la tela sedosa que llevaba. No había sujetador bajo aquello, sus pezones estaban empujando contra la fina tela. Él cerró los labios suavemente alrededor de uno y chupó y entonces, ella gimió de nuevo. Él dirigió su atención hacia el otro, pero saborearla a través de la tela no era lo suficientemente bueno.

—¿Es hora de que nos deshagamos de esto? — él la cogió suavemente de un borde del kimono que todavía la rodeaba.

Ella se sentó, ruborizada y despeinada y juntos se lo quitaron. Él acarició su cintura y cogió la tela con sus dedos pulgar e índice.

—¿Es ropa interior tradicional de geisha?

Hai —ella soltó una risa temblorosa—, aunque olvidar una o dos capas.

Se quitó aquella tela por la cabeza. Ahora estaba completamente desnuda, excepto por una piedra brillante que decoraba su ombligo y un diminuto triángulo de tela transparente de color rosa a través de la cual los delicados rizos de su pelo eran claramente visibles.

Cuando ella volvió a tumbarse sobre la cama, Joe pasó unos minutos, simplemente mirando. ¿Cuánto tiempo habría pasado desde que había salido de la puerta y la había visto comportarse como una geisha? Poco a poco, la ayudó a deshacerse de las capas de su disfraz y ahora la __________ (TN) mujer que estaba sentada en su cama era simplemente __________ (TN) ¿O no era ella? Quizás todavía quería ser tratada como Flor de Cerezo, la flor frágil.

Tenía una mujer medio desnuda en su cama. ¿Importaba quién quisiera ser?

No tanto si era una versión de __________ (TN) .

Él se inclinó y empezó a besarla en los hombros y entonces, bajó hacia la parte inferior de su cuerpo, deteniéndose algo más detenidamente en los senos. Sentía cómo su propio cuerpo se apresuraba por la necesidad, mientras sus pezones se endurecían y ella empezaba a retorcerse.

—¿Estás bien? —jadeó él.

Hai —gimió ella—. Flor de Cerezo se siente como un capullo de crisantemo a punto de abrirse.

De acuerdo, entonces, todavía estaba siendo geisha.

Él continuó besando el camino hacia la parte baja de su cuerpo, jugando con la gema de su ombligo y después trazando un húmedo camino sobre la tela rosa. Sintió la suave elasticidad de su pelo. Motivado por el almizcle fuerte de su sexo. Entonces, se encontró entre sus piernas, donde la tela estaba empapada.

Sintiéndose completamente tierno, porque sí, quería sentirse dentro de ella, lamió la banda de seda. Sus caderas se levantaban de la cama. Él cogió su pequeño y dulce trasero con una mano y utilizó la otra para quitarle las bragas, por lo que pudo explorar completamente los tesoros que guardaba entre sus piernas. Aquel capullo de crisantemo estaba tan finamente diseñado, tan elaborado y perfecto, que no pudo ser más que dulce con ella.

—Dios, Joe, qué bien sienta eso —la voz era la de __________ (TN) .

¡Oh, sí! Realmente estaba llegando a ella si hacía que le olvidara de interpretar a Flor de Cerezo.

Él saboreó sus dulces jugos y entonces, abrió sus pétalos finos y llenos mientras su lengua se hacía camino entre ellos. Ella tenía temblando toda la parte inferior de su cuerpo, presionándose contra su boca, telegrafiando su necesidad. Él deslizó dos de sus dedos dentro, utilizando la lengua para hacer círculos sobre su clítoris, chupando suavemente con la boca. Entonces, ella empezó a contonearse, a gimotear, gritando su nombre mientras alcanzaba el orgasmo.

Él había estado intentando controlar su erección por tanto tiempo, que ahora no había manera de que pudiera aguantar más.

Se deslizó entre sus piernas, encontró su cremosa entrada y empezó a aliviarse dentro de ella.

—Sí —gritó— ahora, justo así —ella lo condujo hacia adentro, atrapándole con sus músculos mientras le daba la bienvenida.

Cuando él pudo entrar dentro de ella, se hizo hacia atrás, y estaba a punto de embestir cuando ella empezó a moverse. Dirigía las manos hacia su clítoris y levantaba la parte inferior de su cuerpo, llevando las piernas hacia arriba. No estaba segura de lo que estaba haciendo, él siguió su ritmo, levantándose sobre sus rodillas por lo que sus cuerpos quedaron alineados.

Pero perdió el contacto cuando ella echó las piernas hacia atrás, sobre su torso. Sus manos se agarraron a su cintura y fue como si fuera a hacer algún tipo lento de movimiento hacia atrás, como un salto mortal. Ahora eran solamente sus hombros los que descansaban sobre la cama.

Ella se detuvo antes de que los pies tocaran su cabeza. Y ahí estaba, totalmente extendida bajo él, con la vulva dilatada y brillante con aquella luz rosa. Él adoptó la postura cuidadosamente, tocándola solo con la punta de su pene. Debía llevar cuidado en no poner nada de peso sobre ella, para no perturbar su cuidadoso equilibrio.

Él se deslizó hacia delante, enterrándose él mismo, sintiendo cómo sus testículos presionaban contra su caliente piel. Entonces, se hizo hacia atrás por lo que solo su punta estaba todavía dentro de ella.

Ella no se movía y entonces, él se dio cuenta de que realmente no podía hacerlo, no en aquella posición. Se lo estaba dejando todo a él.

La vista desde allí arriba era increíble. Nunca había visto el cuerpo de una mujer desde aquel ángulo y __________ (TN) en tan fina. Tan esbelta, con todos sus músculos tensos, el pelo desparramado por la almohada, su bonita cara mirándole entre la «V» que formaban sus piernas tan abiertas.

Y tan dilatada, brillante y húmeda en la parte donde su pene entraba.

Él embistió hacia delante con suavidad, observando mientras ella lo absorbía, centímetro a centímetro. ¿Cómo podía aquel diminuto cuerpo sostenerle a él entero? Él se deslizó otra vez fuera, húmedo y brillante por sus fluidos. Y entró en retroceso, con aquella vista tan sexy que tuvo que moverse más rápido.

Sus pechos y su barriga plana se levantaban y caían tan rápidamente como ella jadeaba por aire, con el pelo moviéndose hacia atrás y hacia delante sobre la almohada. También estaba observando cómo sus cuerpos se encontraban.

—Dios, es genial —gimió él.

—Más rápido —jadeó ella—. Muévete más rápido.

Eso era exactamente lo que él quería hacer. Él empujó con más fuerza, con más rapidez, sintiendo cómo sus testículos se levantaban, y cada cosa dentro de él se llenaba y crecía, preparada para explotar. Entonces, ella empezó a gimotear, convulsionando el cuerpo alrededor de él. Sentía el cuerpo aflojar y entonces, derramó toda su semilla dentro de ella en una embestida final que la hizo gritar de placer.

Todavía con los cuerpos entrelazados, aguantaron las réplicas de su orgasmo.

Después, lentamente, ella inclinó las rodillas. Su cuerpo empezó a deslizarse hacia abajo y él se retiró y se acostó a su lado. Ella dejó escapar un gemido de satisfacción mientras se desplomaba contra la cama.

—Increíble.

—Nunca he tomado a una mujer que hiciera eso antes —gimió él, desplomándose a su lado.

—Tengo mucha imaginación —ella giró la cabeza y le dedicó una sonrisa descarada que le decía que en aquel momento estaba con __________ (TN) y no con Flor de Cerezo—, y flexibilidad. Podríamos hacer alguna fantasía gimnástica, si quieres. O el Kama Sutra. Apuesto a que si hubiéramos mirado desde fuera, hubiéramos reconocido una postura del Kama Sutra.

Dios. ¿Cómo serían las otras posturas? ¿Sexys? ¿O simplemente enrevesadas e incómodas? Sería divertido encontrar alguna.

—De acuerdo, pongamos lo de la gimnasia y el kama Sutra en la lista —acordó él.

La alcanzó, encontró su mano y la apretó.

—No sé con quién acabo de tener sexo, si con Flor de Cerezo o con __________ (TN) , pero sea quien sea es una mujer muy excitante.

—¿Ha sido la fantasía tal y como habías imaginado?

—Mucho más —excepto por una cosa—. ¿Hay alguna posibilidad de que te quedes aquí conmigo esta noche?

Ella lo estudió por un momento largo y después, negó con la cabeza lentamente.

—Mi familia está muy anticuada en esas cosas. Necesito recoger las cosas y marcharme —se bajó de la cama y se levantó unos segundos, dándole la espalda.

Él se preguntó en qué estaría pensando.

Entonces, le sonrió descaradamente de nuevo, por encima del hombro.

—La siguiente fantasía es mía.

—¿Qué has elegido? —se crujió los dedos—. Eh, no hemos llegado a hacer lo del masaje frontal de rodillas.

Ella rió.

—Puedes tener eso para tu próximo turno, pero ahora me toca a mí. Creo que quizás sea lo de la sesión de fotos. O… estaba leyendo un artículo en el periódico esta mañana sobre geishas chicos en un club de Japón.

—¡No voy a ponerme un kimono!

—No lo hacen. Es simplemente que son expertos en satisfacer a una mujer —arqueó una de sus cejas—. No es que estés haciendo un mal trabajo precisamente.

A pesar del cumplido, la increíble fantasía de la geisha y el magnífico sexo, sentía una sensación de decepción. Cuando otras chicas se habían quedado a pasar la noche, a menudo hubiera deseado que no lo hicieran. No le agradaba despertarse con alguien que estuviera a su lado por la mañana. Así que, ¿por qué motivo estaba tan decepcionado al ver que __________ (TN) no se quedaba?

Él entendió lo del tema familiar. Pero ella yo era mayor. Claramente, tenía el derecho de pasar una noche fuera de casa. Si realmente quería hacerlo.

¿Era ese el vínculo que explicaba la razón por la que ella se sentía reticente a ir a ver una película o a dar un paseo con él? La única vez que había querido salir a cenar fuera, él la había forzado mucho.

¿Era lo suficientemente bueno en la cama, pero no lo era para compartir cualquier otra cosa?

Capitulo 14

__________ (TN) estaba riéndose cuando la película acabó y encendieron las luces. ¿Quién habría pensado que Someone kidnapped my fiancée sería tan divertida?

Cat le dio un pellizco en el brazo.

—Te lo dije, te lo dije y te lo dije.

—Vale. Por una vez, tienes razón.

Al otro lado de __________ (TN) , Martin se unía a la conversación.

—Desde ahora voy a dejar de ser un snob de las películas.

Y al otro lado de Cat, la hermana de quince años de Martin, Leslie, decía:

—Los dos tenéis que escuchar más a menudo lo que tenemos que decir. ¿Verdad, Cat?

Cat y Leslie se habían conocido solo aquella noche, pero habían hecho buenas migas inmediatamente. Se habían dado cuenta de que tenían un montón de cosas en común, incluyendo la costumbre de subirse el dobladillo de las camisetas, tan pronto como salían de sus casas. __________ (TN) hubiera hecho lo mismo si no llevara su vestido verde cheongsam.

__________ (TN) todavía no estaba completamente segura de cómo había llegado esa cita del sábado por la noche. De alguna manera, las madres y las hermanas pequeñas habían engañado a Martin y a ella para llevar a las niñas a la sesión de tarde de una película y después regresar a la casa de los Fong. Allí, los padres de __________ (TN) y Cat se unirían con los de Martin para tomar el té y el postre.

Las chicas todavía estaban bromeando con Martin y ella cuando todos llegaron al pasillo.

—Todavía no se han cogido de las manos —susurró Cat a Leslie en voz alta—. ¿Crees que están intentando ser discretos delante de nosotras?

Martin puso los ojos en blanco.

—No podrás decirme que tus padres no te han dicho que la demostración de afecto en público es de mal gusto. Pero si eso te hace feliz... —cogió la mano de __________ (TN) —. ¿Te parece así bien? ¿O también quieres que nos demos un beso?

—No voy a besarte en público —protestó __________ (TN) con risas mientras entraban en el vestíbulo del Silver City en la Pender Street.

—¿ __________ (TN) ? —una voz masculina sobresaltada la hizo mirar hacia arriba.

—¡Joe!

Estaba de pie, justo delante de ella, sujetando una bolsa de palomitas y parecía impactado por lo que estaba viendo.

Mierda, ella le había dicho que no le gustaban las películas. Y doble mierda, todavía iba cogida de la mano con Martin. Apresuradamente se soltó.

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Las reglas de la fantasia (joe y tu) - Página 5 Empty Re: Las reglas de la fantasia (joe y tu)

Mensaje por NanixG Mar 03 Jul 2012, 10:46 am

Joe todavía estaba mirando.



Martin miraba de un lado a otro entre ellos y entonces dijo:

—Hola, soy Martin Fong, un amigo de __________ (TN) . Y esta es mi hermana, Leslie, y quizás ya conozcas a la hermana de __________ (TN) , Cat.

—No —dijo __________ (TN) rápidamente—. Nunca se habían visto. Joe es un amigo del trabajo. Lo he entrevistado para un artículo.

Joe, que estiraba la mano y ahora estrechaba la de Martin, le dedicó a ella otra mirada llena de sorpresa y dolor.

Joder, ¿por qué había dicho ella aquello? Podía haberle dicho que era un amigo. No había nada de malo en tener un amigo blanco. A veces sus instintos de defensa y rechazo eran demasiado fuertes.

Pero espera. No debería sentirse culpable. No es que Joe y ella tuvieran una relación. Aunque los dos habían dicho que no estaban saliendo con nadie más...

Cat y Leslie estaban acurrucadas la una al lado de la otra, riéndose y susurrando. __________ (TN) pudo escuchar la palabra «bombón» de Cat y «demasiado viejo para ti» de Leslie.

__________ (TN) le echó una mirada significativa a Martin.

—Joe es bombero.

Martin abrió los ojos de par en par. Miró a __________ (TN) preguntándole «¿es este tu amante secreto?» y ella asintió levemente.

—Vamos, chicos —interrumpió Cat—. Mamá y papá estarán ya en casa de los Fong y Leslie dice que hay pastel de chocolate para el postre.

—Sí —dijo Martin ansiosamente—. Supongo que deberíamos irnos —puso una mano en cada hombro de las chicas y las dirigió alejándose de __________ (TN) y Joe.

—No es lo que estás pensando —le dijo __________ (TN) a Joe—. Te llamaré más tarde y te lo explicaré todo.

Tenía la cara fría.

—No tienes que darme ninguna explicación. Puedes salir con quien quieras. Ir a ver películas con quien quieras.

—Pero, yo no...

— __________ (TN) —era Cat, otra vez ahí y delante de ella—. Vamos a llegar tarde —le dedicó una rápida mirada a Joe y escondió una risa tras su mano.

__________ (TN) se encogió de hombros, diciéndole «lo siento, pero ¿qué otra opción tengo?» y le dijo:

—Te llamaré.

Eran las once pasadas cuando los Swan llegaron a casa, pero la abuela y la tía , ambas con sus vestidos, estaban esperando para hablar de lo que había pasado durante la velada.

La familia se acomodó en la sala de estar y los padres de __________ (TN) se quitaron las chaquetas de sus trajes conozca a la familia política potencial.

Una excitada Cat colgaba encima de la mesa del café.

—Leslie es tan divertida, y Martin es realmente genial, aunque es un poco tímido, y la película estuvo también genial, y después conocimos a un amigo de __________ (TN) que es tan guapo, lo que encaja perfectamente porque es bombero y...

—¿Quién es ese amigo, __________ (TN) ? —interrumpió su madre, inclinándose hacia delante en el sofá—. No lo has mencionado.

__________ (TN) miró a Cat.

—Es alguien a quien he entrevistado para un artículo.

Cat se encogió de hombros.

—Lo que sea —se giró a la abuela y a la tía—. De todas maneras, el postre ha estado muy bueno pero la familia estuvo haciendo todo el rato el rollo ese de la entrevista.

—¿El rollo de la entrevista? —la tía fruncía el ceño— Es __________ (TN) quien entrevista.

—Lo que quiere decir ella —dijo __________ (TN) —, es que mamá y papá estuvieron sometiendo al pobre Martin al tercer grado. Y su gente también me interrogó... lo siento, quiero decir me preguntó, para ver si hacíamos una buena pareja. Trabajos, perspectivas acerca de las carreras y el matrimonio, cuántos niños queremos tener, todo ese tipo de mier... cosas,

—Esas cosas son importantes —dijo la abuela.

—Las campanas de boda sonarán —dijo Cat con picardía—, si los padres se salen con la suya.

—Eso es ir demasiado rápido —protestó __________ (TN) —. Mí gusta Martin, a él le gusto yo. Queremos pasar juntos mal tiempo. Saber, ya sabéis, qué es lo que sentimos el uno por el otro realmente —miró con el ceño fruncido a sus padres—. Si todo el mundo nos presiona de la manera que lo están haciendo, no va a funcionar. Las relaciones nuevas son frágiles.

O Martin y ella podrían de hecho simplemente presionar a sus padres y casarse.

—Es comprensible que los padres estén ansiosos —le dijo su madre—. Quieren lo mejor para sus hijos.

—Deben confiar en sus hijos para saber qué es lo mejor para ella —refunfuñó __________ (TN) —, o para él.

—Los chicos son demasiado jóvenes para emitir un juicio —dijo la abuela firmemente— cuantos más años vive una persona, más experiencia tiene y más sabiduría. Los padres y los abuelos están más capacitados para saber —asintió en dirección a los padres de __________ (TN) , uno a cada lado del sofá—. ¿Creéis que estos dos lo han resuelto todo por sí solos?

Cat soltó un grito de risa.

—Eh, mamá, papá, ¿lo habríais hecho? ¿Os hubierais casado si no hubierais encajado bien?

__________ (TN) siempre había sabido que el matrimonio de sus padres había sido... facilitado, si no acordado en realidad. Pero ella nunca había pensado en las implicaciones. ¿Se preocupaban sus padres realmente el uno por el otro? ¿Habrían estado alguno de ellos, puede que los dos, enamorado de otra persona y verse obligados a dejarlos a un lado?

Ella miró a uno y luego al otro. ¿Por qué de hecho su madre se estaba ruborizando?

—Puede que no nos hubiéramos conocido —dijo su padre seriamente— si no llega a ser por nuestras familias. Así que tenemos que estarles agradecidos.

Su madre le dedicó una mirada de sorpresa.

—¿Mamá? —dijo __________ (TN) .

Su madre se giró hacia ella, todavía pareciendo un poco perpleja.

—Tu padre tiene razón —dijo ella suavemente—. Nuestros padres sabían lo que era lo mejor para nosotros —echó un vistazo a su alrededor—. Mira lo que hemos conseguido juntos. Dos hijas preciosas, una casa en donde toda la familia puede vivir junta, seguridad financiera en un mundo inestable.

Y se amaban, __________ (TN) lo sabía, incluso si no tenían la pasión ardiente que ella deseaba.

En su casa, el amor era tan estructurado, tan lleno de reglas, expectativas, peticiones... Las películas como la que habían visto esa noche hablaban de un amor diferente. De ser amado por quien realmente eres, sin reglas ni límites.

El tipo de amor que Rosalie sentía por Emmet.

¿Cómo le haría sentir eso a alguien? ¿Empezar a planear un futuro a largo plazo? No simplemente un futuro que envolviera aspectos prácticos, o económicos, o conexiones familiares, sino lujuria y pasión y un sentimiento creciente de intimidad.

Suspiró.

— __________ (TN) , estás cansada —le dijo la abuela—. Ha sido un día estresante, conocer a la familia de Martin por primera vez.

—A ellos les gusta —dijo su madre con una sonrisa.

—Sí —confirmó Cat—. Ha hecho muy buenas migas con su futura familia política.

—Cállate —dijo __________ (TN) irritada.

—Tú cállate —le contestó Cat.

—Catherine, hace mucho tiempo que deberías estar en la cama —dijo su madre firmemente—. Y __________ (TN) , deja de comportarte como una cría.

—Sí, será mejor que lo haga ahora, porque si no, vais a casarme antes de que lo sepa —murmuró. Antes de que nadie pudiera contestar, dijo—: Me voy a la cama. Buenas noches a todo el mundo.

Un coro de «buenas noches» la siguió hacia el piso de abajo, hasta su habitación.

Dentro, con la puerta cerrada, cogió el teléfono móvil y marcó el número de Joe. No hubo respuesta. ¿No habría llegado todavía de la película? Y por cierto, ¿con quién habría ido? ¿Otra chica? Si era así, ¿por qué le había hecho frente?

Bueno, no lo había hecho. Le había dicho que podía salir con quien ella quisiera.

Pero ni siquiera la había mirado a los ojos. Algo que contradecía sus palabras.

¿O era simplemente porque ella lo había sorprendido con sus palabras, y se negaba a ser simplemente un amigo del trabajo?

¿Y por qué se preocupaba ella de todas maneras?

Porque no había dejado aún lo de las fantasías y no podía pensar en un compañero mejor que Joe. Aquello era todo lo que había. Todo lo que podía haber.

Oh, mierda, quizás aquello fuera todo lo que pudiera haber, pero eso no significaba... que no le gustara aquel chico.

Se hundió en la cama con un suspiro. Mierda, mierda, mierda.

—Me importa —murmuró en voz alta—. Así, puedo decirlo. Y puedo sentirlo. No va a ir a ninguna parte, pero quizás realmente me importe.

Y ahora se sentía demasiado mal por haberle hecho daño.

Volvió a marcar el número y esta vez dejó un mensaje.

—Soy __________ (TN) . Sí, sé que ambos podemos salir con quien queramos, pero eso no era una cita. Era algo acordado. Un estúpido rollo familiar. Si hay alguna mano que quiera coger, es la tuya. Llámame y deja que te lo explique todo.

Eran las diez de la mañana del domingo, antes de que Joe pensara que podría llamar también a __________ (TN) y ver lo que tenía ella que decir acerca de la pasada noche.

Había sido condenadamente impactante haberla visto. La chica que decía que no le gustaban las películas, que había dicho que la gente no muestra afecto en público, saliendo del cine con otro hombre, agarrada de su mano y bromeando sobre el hecho de besarse en público.

En realidad, cada vez que pensaba en ello, se enfadaba aún más.

Sí, estaba jodidamente celoso. Y jodidamente loco por que ella compartiera esas cosas con otro tío, y que con Joe solamente quisiera tener sexo. Él podía tirársela de todas las maneras posibles, pero no era lo suficientemente bueno como para que le cogiera la mano en público. O para llevarla a ella y a su hermana a ver una maldita película.

Bueno, que la jodan.

Y ¡joder!, él todavía quería hacerlo. Pero también quería todo lo de las citas, como aquel chico de portada y ella estaban haciendo.

Su mensaje había dejado bien claro que no se trataba de una cita, ¿pero de qué otra manera podía llamar a aquello, cogerse de la mano cuando sales de ver una película?

Él ya sabía que era una chica alocada y a él lo estaba volviendo loco el preguntarse con qué tipo de explicación saldría ella. Así que, finalmente, después de una ducha fría que le aclaró un poco las ideas, hizo una gran taza de café, se sentó en el sofá y cogió el teléfono.

Cuando ella respondió en su teléfono móvil, él le dijo:

—Claro que me ha parecido una cita.

—¡Joe! Has llamado —sonaba aliviada—. Espera, deja que cierre la puerta de mi habitación.

Él oyó un ruido sólido y entonces ella dijo:

—Era una cita arreglada. Un rollo familiar. Y Martin y yo tenemos nuestro acuerdo especial secreto.

Simplemente apostaba a que así fuera.

—¿El mismo que tenemos tú y yo? ¿Con qué tipo de reglas jugáis Martin y tú?

—¡Por Dios, Joe! Martin es gay.

Aquello lo pilló por sorpresa. Entonces, pensó en ello. El hombre era muy guapo, iba muy bien vestido, casi demasiado.

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Las reglas de la fantasia (joe y tu) - Página 5 Empty Re: Las reglas de la fantasia (joe y tu)

Mensaje por NanixG Mar 03 Jul 2012, 10:47 am

—¿Gay?



—Sí, pero no se lo digas a nadie. Todavía no ha salido del armario.

—¿Estabas cogida de la mano con un chico gay?

—Nuestras hermanas estuvieron dando la lata, así que lo hicimos, para que nos dejaran en paz.

Joe había bebido unas cuantas cervezas después de la película, y después se fue a casa, solo y enfadado. ¿Quizás más cervezas de las que pensaba? ¿Tenía resaca y era esa la razón por la que le costaba tanto trabajo seguir lo que estaba diciendo? ¿O solo era __________ (TN) ? La mitad del tiempo no había mucho sentido en sus palabras.

Tragó algo de café.

Sin embargo, era condenadamente desconcertante. De todas maneras, ¿quién quería que la vida fuera simple?

—Retrocede un poco —le dijo él—. ¿Cuál es la historia otra vez?

Ella suspiró.

—Ya te dije que vengo de una familia muy tradicional. Igual que Martin. Siempre están intentando elegir las personas con las que debemos salir. Buena gente , ¿de acuerdo? Parientes, y amigos de parientes y amigos.

Él puso el pie encima de la mesa de café, sintiéndose ahora más curioso que enfadado.

—Vale. Entonces, ¿ellos eligieron que Martin y tú salierais juntos?

—Sí, y salimos una vez y nos dimos cuenta de que aquello podría resultar realmente bien.

Él cerró los ojos y los apretó con fuerza.

—¿Resultar realmente bien?

—Citas falsas.

—Falsas... —bebió más café, reflexionó y después chasqueó los dedos—. ¿Quieres decir que salís simplemente como amigos y fingís que es una cita real?

—La verdad es que no salimos mucho, pero fingimos que lo hacemos.

—Oh, mierda, es demasiado temprano para esto —tenía que reírse—. Me estás volviendo loco.

—Lo siento. Lo que quiero decir es que lo que hacemos es cubrirnos el uno al otro. Es decir, cuando tú y yo hicimos la fantasía del claqué y la de la geisha, fingí estar fuera con Martin. Y él hace lo mismo, lo que le da una noche entera con su pareja.

—Ahora te sigo —frunció el ceño—. Parece complicado. ¿No tienes que contar con cosas, como qué hicisteis en vuestra cita falsa?

—Sí. Lo planeamos todo por teléfono. Porque nuestras familias hacen preguntas y después comparan notas.

—Vaya —todo aquello era difícil de procesar en su cabeza—. ¿Realmente tienes que hacer toda esa mierda? ¿No puedes simplemente decirles lo que estabas haciendo? —las últimas palabras apenas habían salido de su boca antes de que él hiciera una mueca de dolor—. Bueno, no exactamente lo que estás haciendo, pero, no sé... ¿no puedes decirle que sales con un bombero que se llama Joe?

—No eres como mis padres quieren. Y eres bombero.

¿Qué?

—¿Quieres decir que me odiarían simplemente porque soy un bombero blanco?

—No te odiarían. De hecho, estarían contentos de venderte un paquete turístico o alquilarte un apartamento, pero no querrían que vieras a su hija.

Él negó con la cabeza y entonces, pensó en su propia familia. No es mejor quedarse con los alemanes, no confían en nadie que no se ensucie las manos cuando trabaja.

—Supongo que puedo entender la cuestión racial, ¿pero qué hay de malo con los bomberos?

Ella soltó una carcajada afligida.

—Es una larga historia, pero, bueno, ahí va. Si dos personas salen, es porque van en serio. Puede incluso que con vistas al matrimonio. Una familia debe cuidar de sus hijas, clisarlas con hombres que vayan a cuidar de ellas. Si un hombre tiene un trabajo peligroso, puede que muera y entonces, la deje sola con los niños.

—Joder. La gente muere en el coche todos los días. Tienen infartos al corazón.

—No me digas a que es de locos. ¿Y cómo crees que me siento yo con la idea de que alguien tenga que ocuparse de mí porque soy incapaz de hacerlo por mí misma?

—¿Aguantas esa mierda? —pensó en lo que había dicho ella sobre las citas falsas—. ¿Y les mientes?

Ella suspiró.

—Sé que parece jodido mentir a alguien, pero confía en mí, es una manera de vivir para un montón de chicos . Y para un montón de indios, de japoneses, etcétera. Nuestros padres no nos dejan mucha elección que no sea llevar nuestras vidas secretas y mentir acerca de ellas. Realmente, no tiene mayor importancia.

—Es cuestión de principios —protestó él—. Si quieres salir con alguien, deberías ser capaz de decírselo a tus padres y ellos deberían aceptarlo. ¿No es una mejor opción que mentirles?

—Es fácil de decir para ti —le dijo amargamente.

De repente, él se dio cuenta de cómo de extrañamente se parecía esa conversación a la que había tenido con Alice hacía una semana. Era una cuestión de principios.

Él respiró profundamente.

—Ven a casa y cena con mi familia.

—¿Qué? —su voz fue como un chirrido en su oído.

—Ya me has escuchado.

—¿Por qué?

—Porque... —¿Porque quería que al menos uno de los dos defendiera sus principios? ¿Porque quería comprobar la fe en sus padres frente al cinismo de Alice?—. Joder, no sé. Porque estamos saliendo.

—¿Saliendo? — hubo una larga, larga pausa— Vale, sí, puede que lo estemos haciendo.

Él se sonrió a sí mismo. ¡Toma! Le había hecho admitir que su relación iba más allá del sexo.

—También dijiste que tus padres están anticuados—dijo ella tentativamente—. ¿Seguro que no tendrán ningún problema con que estés saliendo con una chica como yo?

No podía mentirle.

—Puede que lo hagan al principio. Sí, ellos creen que los alemanes son mejores. Pero eso es una locura. Si quien salir con una china, tailandesa, africana o lo que sea, tendrán que aceptarlo de cualquier manera. Si a mí me gusta, a ellos también tendrá que gustarle.

—Es fácil para ti decir eso —repitió, las palabras tan suaves que apenas podía oírlas.

Sí, fácil de decir. Quizás no fuera tan fácil en la práctica. Pero él creía absolutamente en eso. Si __________ (TN) y él iban a tener cualquier tipo de relación, tenían que resolver aquel asunto. Él no iba a actuar a escondidas a espaldas de sus padres como si estuvieran haciendo algo malo.

—Yo también, quiero conocer a tus padres —-dijo él.

—Joder, Joe —dijo repentinamente—. ¿No has oído ni una palabra de lo que te he dicho?

—No voy a permitirte que reniegues de mí, pasar por un estúpido compañero de trabajo. Tenemos una relación, __________ (TN) .

—No tenemos ninguna relación, ¡somos solo dos amigos que follamos!

Bueno, seguro que aquello le decía a él en qué punto estaban. Era demasiado para ella decir que estaban saliendo. Estaba herido y enfadado y tenía ganas de tirar la taza de café por el salón.

—¿Qué pasa si yo quiero algo más que eso? —preguntó él.

—Búscate una buena chica alemana— respondió ella. Entonces, él la oyó aspirar una bocanada de aire y dejarla escapar—. Oh, mierda, Joe, esto es una tontería. No nos peleemos. Sí, de acuerdo, puede que tengamos una... una relación— le costaba trabajo decir aquella palabra y a él le dio la sensación de que no la utilizaba muy a menudo—. Nos gustamos —continuó ella—. Y tenemos algo que funciona muy bien. Tú, yo y las Reglas de la Fantasía, ¿verdad?

—Supongo —tuvo que admitir.

—¿Estás preparado para abandonar eso? Porque yo no lo estoy —cuando él no respondió en un par de segundos, ella le dijo, con una voz seductora—. Todavía tenemos que encontrar una cascada.

Él tuvo que soltar una risa reacia.

—¿Qué otra chica jugaría a esas cosas contigo? ¿Darte Cualquier fantasía que tu corazón desee?

Nadie que él pudiera imaginar. Además, incluso si otra chica lo hiciera, todas las fantasías en su cabeza tendrían a __________ (TN) Swan como protagonista principal.

El hecho era que no le iba mal con aquella chica. Nunca había conocido a nadie como ella y no iba a dejarla escapar. Con el tiempo, ya sabrían lo que uno sentiría por el otro.

Ella era más joven que él, y estaba más influenciada por sus padres. Pero era periodista y él se había dado cuenta de que ella se preocupaba por las cosas que importaban. Si su relación se volvía más seria, entonces sería el momento para encontrarse con el principio.

—De hecho —ronroneó ella—, sé que me toca a mí la siguiente fantasía, pero te daré una extra. Encuentra la cascada, Joe. O haremos lo del liguero y las medias de rejilla, quizás lo de la cama de latón. ¿Llamaradas encima del camión de bomberos? ¿O qué te parece lo de la fantasía gimnástica? ¿O el masaje sexo de rodillas y de frente?

Simplemente tenía que guardar silencio. Cuanto más lo hiciera, más persuasiva se iba a poner ella. Y a él le encantaba aquel método de persuasión.

—¿Estás ahí todavía? —dijo ella.

—Estoy aquí. De acuerdo, me parece bien. Me regiré por tus reglas —tan solo durante un tiempo más, añadió él silenciosamente.

—Entonces, ¿cuál es tu siguiente fantasía?

Él pensó en lo que había sentido cuando ella se había sentado en el borde de la cama con aquel kimono. Con el pelo suelto, esa banda que confinaba su cuerpo finalmente desatada. Hasta aquel momento, cada vez que habían tenido sexo, habían empezado en un escenario algo pervertido. Pero ahora, él deseaba...

—Algo completamente diferente —dijo con suavidad.

—¡Genial! Dime.

—Es la hora de acostarse y yo acabo de tomar una ducha y me dirijo hacia la cama —él pensaba en una noche normal, cuando no estaba trabajando en el turno de noche o no se quedaba en Chilliwack—. Tengo la televisión encendida, estoy viendo algún programa de debate de noche —¿y dónde estaba __________ (TN) ? Oh, sí, él lo sabía—. Tú estás en el baño tomando un baño de espuma. La puerta del cuarto está abierta y la fragancia floreada de tu baño se cuela en la habitación.

—¿Y entonces vienes y te metes conmigo en la bañera?

—No. Tú sales de la bañera, te secas y haces lo que normalmente sueles hacer antes de irte a dormir. Te pones... —había empezado la fantasía con el kimono, pero ahora aquella no era la imagen que tenía en mente—. Estoy viendo pijamas.

—¿Pijamas? De seda, supongo.

—De algodón. Algo simple, casi un poco inocente.

—Espera un momento —su voz había pasado de seductora a indecisa—. ¿No nos estamos metiendo en alguna cosa pervertida de colegialas?

—¡Dios, no! No estoy interesado en tener sexo con niñas —le dio un escalofrío—. No, me refiero a ese tipo de cosas que ves en los escaparates de las tiendas de lencería de la Robson Street. Pantalones de pijamas y algún top, quizás con algún motivo floreado —sonrió— de color rosa, por supuesto.

—Pijamas floreados de color rosa, algo inocente —dijo escépticamente—. ¿Y después, qué?

—Vienes a la habitación, subes a la cama, a mi lado. Ambos nos sentamos ahí, apoyados en la almohada y viendo la televisión, haciendo comentarios sobre el antes y el ahora. Nos cogemos de las manos, nuestros hombros se acarician. Ambos estamos muy cansados, bostezando un poco.

—Esta es una fantasía algo extraña. O no es lo suficientemente extraña. No lo pillo.

Puede que ella no lo hiciera, pero él lo veía claro como el agua en su mente.

—Entonces, apagamos las luces, nos tumbamos en la cama. Nos giramos para darnos un beso de buenas noches, realmente con suavidad. Pero los besos empiezan a convertirse en algo más —mientras lo imaginaba su verga empezaba a temblar bajo sus pantalones—. Ya puedes imaginarte lo que sigue. Nos ponemos en marcha.

Hubo un silencio al otro lado de la línea.

—¿Qué tipo de fantasía es esa?

Él se tocó el pene con la mano que tenía libre.

—A mí me parece genial.

—Pero es... como sexo de casados.

Él no lo había visto de aquella manera, pero ahora que ella lo mencionaba, supuso que de eso se trataba.

—Entonces, ¿estás diciendo que el sexo solamente funciona para ti si hay algún tipo de preliminar pervertido? ¿No puedes imaginar cómo excitarte simplemente compartiendo una noche tranquila, juntos en la cama de madrugada?

—Yo... no sé. Nunca he hecho eso antes. Suena algo... raro.

Él rió.

—¿Raro? Tienes la idea más rara de lo que es raro.

—No me suena como una fantasía.

—Yo nunca lo he hecho —le confesó dulcemente— no con otra chica.

—¿Qué haces con otras chicas?

—Vamos a algún sitio, regresamos a una de nuestras casas, jugueteamos un poco, nos acostamos —pensó en aquello—. La parte del sexo es esperada desde el principio, es la razón de toda la noche, aunque también la parte de la cita es divertida. Hay expectativas durante toda la noche. Nunca simplemente nos relajamos, nos preparamos para ir a la cama y después, eh, caminamos hacia el sexo. ¿Y tú?

—¿Cuando veo a un amante? —ella se calló y después le dijo—: Sí, tienes razón. La única razón de salir juntos es acabar acostándonos. No salimos porque mis amantes no son chicos altamente calificados por mis padres, y no merece la pena el riesgo de que nos vean en público. Voy a sus casas. Cualquier cosa que hacemos, como comer o ver una película, sabemos que acabará con nosotros teniendo sexo. Mi último novio tenía un jacuzzi en su terraza y bebíamos vino hasta tener relaciones justo ahí.

Demasiada información. Él no quería imaginarse a __________ (TN) en un jacuzzi con otro tío. O a __________ (TN) en la cama con otro tío. Incluso ver una película con alguien, sabiendo que acabarían teniendo sexo.

Vaya, tenía mala suerte, ¿o qué?

—Así que, ninguno de nosotros ha hecho eso antes —dijo él—. Lo que hace que sea una buena fantasía.

—¿La fantasía del sexo de casados? —el tono de su voz le decía que tenía la cara con una mueca de confusión.

No le entusiasmaba demasiado la idea de aquella expresión, pero él estaba obsesionado con aquella fantasía.

—Dame una oportunidad. Quizás te guste. Además, me toca a mí.

—Pensaré en ello, pero tú también deberías hacerlo. Hay muchas más opciones con más potencial.

Rosalie había elegido el sitio para el Cuarteto Imponente el lunes por la noche. Cuando había escrito un correo a las demás para encontrarse en el restaurante Shaughnessy en el jardín botánico Van Dusen, había dicho que su madre lo había recomendado.

__________ (TN) pudo ver la razón cuando entró en el aparcamiento. La madre de Rose estaba seriamente metida en la jardinería y en los paisajes, por ambas razones, el trabajo y el hobby.

No era exactamente el lugar habitual de reunión para chicas de "veintialgo", pero lo del Cuarteto era especial. Cuando llegaron juntas, no había nada de música, bebidas ni chicos a los que buscar. Era un sitio para hablar, hablar y hablar.

Rina se detuvo, mientras __________ (TN) admiraba las cestas colgantes que había cerca de la entrada.

—Bonito sitio —dijo __________ (TN) mientras Rina caminaba hacia ella, con una belleza gauguiniana en su largo y holgado vestido indonesio teñido. Las dos eran tan opuestas, __________ (TN) tan pequeña con su mini y su top de color salmón, Rina tan voluptuosa y con la ropa tan suelta. Era increíble pensar que tenían tanto en común.

—No sabes cuántas veces he conducido por este sitio, pero nunca había estado aquí —decía __________ (TN) mientras caminaban por la entrada—. Parece como si ocupara el bloque entero, ¿verdad?

—Sí, y los jardines son preciosos. Yo venía a la sala de plantas religiosamente cada año, y lo había visitado varias veces, solo por inspiración —Rina tenía un chalé en North Van y ella también adoraba la jardinería.

—¿Incluso habías comido en el restaurante?

—No, pero sé que tiene un patio muy bonito. Tiene que ser muy relajante en una noche tan preciosa como esta.

—No estarás tan relajada cuando te diga lo que Joe y yo hemos hecho — __________ (TN) prometió contarlo mientras pasaban la tienda de recuerdos y giraban a la izquierda, hacia el restaurante.

Como eran las primeras en llegar, eligieron una mesa en un rincón bajo una sombrilla verde y consultaron la elección del vino. Por entonces, las cuatro ya conocían los gustos de cada una. Aquella noche era el momento para un vino blanco y frío, no bebidas de chiquillas.

Ann llegó mientras la camarera abría la botella de Pinot grigio.

—Cronometraje impecable —dijo Ann, quitándose su chaqueta azul marino para revelar un top azul sin mangas de algún tipo de tela ajustable que insinuaba sus senos.

Unos pocos minutos después, Rosalie apareció corriendo. Estaba casi sin aliento y su pelo largo y rubio, normalmente suelto, estaba retirado de su cara en un nudo.

—Lo siento, estaba ayudando en una cirugía a un gato birmano.

—¿Ha salido todo bien? —preguntó Rina.

—Genial. Hemos quitado un tumor cancerígeno y parece que lo hemos sacado todo. El gato ni siquiera necesitará quimioterapia —Rosalie les brindó una sonrisa—. Me encanta mi trabajo de verano.

—Será difícil regresar a las clases —dijo Ann—, después de todas las prácticas.

—Dios, el verano casi se ha acabado, ¿verdad? —dijo __________ (TN) —. Casi no me he dado cuenta.

—El fin de semana que viene es el día del trabajador —dijo Roalie, quitándose la goma del pelo y moviéndolo suelto, con un gemido de placer—. A propósito, ¿podemos pasar la cena al martes?

A menudo hacían un fin de semana largo si alguna de ellas se iba o tenía planes familiares. Las otras tres se miraron, murmuraron estar de acuerdo y entonces, __________ (TN) dijo:

—¿Qué pasa? ¿Te vas a San Francisco?

—Sí. Probablemente será mi última oportunidad por un tiempo —suspiró—. Todavía no tengo el horario de mis clases, pero seguramente tendré clases todos los días y después el trabajo a media jornada en la clínica. Sin mencionar la tonelada de trabajos de laboratorio y los deberes. No sé qué vamos a hacer Emmet y yo —otro suspiro.

Rina se inclinó para cogerla de la mano.

—Mucha gente tiene relaciones a distancia, Rose. Especialmente, si uno de ellos va a la universidad. Os las arreglaréis para que funcione.

—¿Quién mejor que vosotros? —dijo __________ (TN) —. Emmet y tú tenéis toda la experiencia con el cibersexo y el sexo telefónico.

Rosalie se esforzó por sonreír un poco.

—Es verdad, pero no es lo mismo que estar allí.

—No hay nada como un pene —dijo __________ (TN) , y las otras rieron a carcajadas.

—Sí, eso es definitivamente parte de ello —Rosalie guiñó un ojo—. Una gran parte. Pero también es tan bonito poder hablar cara a cara, abrazarse, compartir las cosas en persona.

—Será como un reto personal —dijo Ann—. Una prueba, quizás. Emmet y tú habéis estado en el periodo de la luna de miel y...

—¿Luna de miel? —interrumpió __________ (TN) —. Ni siquiera están comprometidos.

—La luna de miel de una nueva relación —continuó Ann—. Donde todo es de color de rosa y no se puede dejar de pensar el uno en el otro todo el tiempo. Pero la vida siempre interviene y eso es algo bueno. Una relación necesita pruebas. Si es real, sólida, y eso es lo que me parece vuestra relación, Rose, entonces solo se volverá más fuerte.

Joe estaba en su mente un horrible montón de tiempo, pensó __________ (TN) . ¿Periodo de la luna de miel? Quizás. Pero solamente de su relación de fantasía. Mientras que por lo de las pruebas... bueno, todo lo que podía decir ella era que afortunadamente Joe había abandonado aquella absurda idea de conocer a los padres de cada uno. Ellos dos no eran definitivamente Emmet y Rose. Apenas habían sobrevivido a lo de la cita falsa con Martin.

Pero había que tomar en cuenta, que habían sobrevivido.

—Ann tiene razón —estaba diciendo Rina—. Es muy importante que hagas eso de las pruebas antes de casarte con una persona. Ahí es donde mi gente se equivoca. Pero Emmet tú ya estáis por delante de ellos. Habláis sobre las cosan que cuentan, buscáis las soluciones juntos. Realmente pienso que es tu señor Cleaver.

Las chicas siempre bromeaban con Rose por el hecho de que ella buscaba una versión moderna de Ward Cleaver, de Leave it to Beaver. ¿Quién hubiera dicho que vendría en un paquete afroamericano?

Rosalie estaba empezando a sonreír.

—Gracias. Eso es de gran ayuda. Ahora, ¿deberíamos pedir algo de comer? ¿Y qué pensáis de este sitio? ¿No es precioso?

Discutieron acerca del jardín Van Dusen, del menú, de si iban a compartir o pedir comidas individuales y entonces, hicieron el pedido; todas eligieron pescado de varios tipos, y se apoyaron sobre el respaldo de las sillas para beber el vino. El blanco italiano estaba riquísimo, con un toque de burbujeo. Una combinación perfecta para aquella noche.

—¿Cómo ha ido el fin de semana, Rose? —preguntó Rina—. ¿Se llevan bien Emmet y tu familia?

—Muy bien. Lo han invitado para acción de gracias y a su madre también.

—Suena como una campaña para venderle Vancouver a los dos —dijo __________ (TN) con aprobación.

—Nadie ha dicho que mis padres fueran estúpidos - __________ (TN) estuvo de acuerdo.

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Las reglas de la fantasia (joe y tu) - Página 5 Empty Re: Las reglas de la fantasia (joe y tu)

Mensaje por NanixG Mar 03 Jul 2012, 10:48 am

—Dinos si hay algo que podamos hacer para ayudar —dijo Rina—. Estamos todas en la misma página. Nadie quiere que te vayas de Vancouver.



—Sin mencionar que realmente, realmente queremos conocer a Emmet —dijo __________ (TN) —. Si los dos vais en serio, él tiene que recibir nuestro sello de aprobación.

—Nunca hemos hecho eso —comentó Ann—. Nunca hemos conocido a ninguno de nuestros novios.

—Ninguna de nosotros se había enamorado antes—dijo __________ (TN) , intentando sonar despreocupada, no verde de envidia por el hecho de que Rosalie tuviera la libertad de enamorarse de un hombre de distinta raza—. Entonces, ¿ninguna más? Rina, ¿deberíamos entrevistar también a Al? Y Ann, ¿qué hay del chico de Toronto?

—Todavía no —respondió Rina—, aunque nos llevarnos realmente bien.

—¿Más besos? —bromeó Rosalie.

Rina se ruborizó.

—Besos y algunos jugueteos en el sofá.

—¡Vaya! —dijo __________ (TN) —. ¿Es buen juguetón?

—Parece saber con qué lugares tiene que juguetear —Rina estaba riéndose ahora.

—Veo sexo en un futuro próximo, nena —dijo __________ (TN) .

—Puede que tengas razón.

__________ (TN) se giró hacia Ann, que estaba sospechosamente en silencio.

—Eso lo hacen tres de nosotras alineadas con el sexo. ¿Qué hay sobre David y tú?

Ann negó con la cabeza, parecía triste.

—No va a pasar.

—Pero dijiste... —empezaba Rina, mientras Rosalie decía: —Creí que él...—y __________ (TN) seguía: —Dijiste que había chispas —todas se callaron y miraron a Ann.

—Está casado.

—Oh, mierda —dijo __________ (TN) —. ¡Vaya un gilipollas!

—Te lo tenía que haber dicho desde el principio —dijo Rosalie, y Rina asintió.

—Sí, debería haberlo hecho —estuvo de acuerdo Ann. Se frotó las sienes y después alcanzó el bolso para sacar un par de pastillas—. Acordarme —dijo ella— de comprar más analgésicos.

Todas la miraron desconcertantemente y ella se ruborizó.

—Lo siento, lo he dicho en voz alta. Lo hago todo el tiempo. Simplemente, lo hago en mi cabeza por regla general.

Vaya. Ann, siempre la más equilibrada del grupo, estaba empezando a perder el control.

—¿Cómo lo averiguaste? —dijo de repente Rina—¿Lo de que estaba casado?

—Me lo dijo el sábado, después de que estuvimos trabajando todo el día. Hubo un momento, ya sabéis... ¿el momento cuando un beso está a punto de suceder?

Todas asintieron energéticamente.

—Él se acercó y entonces de repente retiró la cabeza y lo soltó, «no puedo, estoy casado». Dijo que su mujer y él no se llevaban demasiado bien, y cuando tenía la oportunidad de venir a Vancouver, lo aceptaba para darse a los dos algún espacio en el que respirar. Cuando estaba aquí, no quería hablar, ni siquiera pensar en su matrimonio. Quería concentrarse en el trabajo y tomar un descanso de sus problemas personales.

—Escaqueo —dijo Rosalie, justo en el momento en el que __________ (TN) decía:

—Se entiende, pero no es una excusa.

Rina estaba frunciendo el ceño.

—Dijiste que hubo chispas. Una vez que él se dio cuenta de eso, debería habértelo dicho.

—Ha admitido que se ha comportado como una mierda, por si os sirve de algo. Dice que yo le gusto realmente, que estaba disfrutando de nuestro tiempo de trabajo juntos, hablando, llegando a conocerme. Se engañó a sí mismo pensando que era algo inofensivo —se encogió de hombros—. Dice que ya no tiene práctica con las relaciones.

—Puro cuento —resopló Rosalie—. Lo sintió, estaba disfrutando de ello, dándote ilusiones.

—Puede —Ann descansó la cabeza sobre sus manos—, pero, básicamente, le creo. En todo caso, eligió no ver lo que estaba pasando. No quería que yo me hiciera ilusiones o hacerme daño. Simplemente quería un pequeño periodo donde fuera capaz de fingir —suspiró—. Lo entiendo y ahí está la cosa: todavía me atrae. Y yo le atraigo a él, lo ha admitido.

—Pero no vas a hacer nada con él —dijo Rina—. ¿Verdad? Quiero decir, está casado. Ni siquiera está oficialmente separado.

—No, no vamos a hacer nada. Por supuesto que no —dijo Ann firmemente, como convenciéndose a sí misma. Entonces, levantó la cabeza, cogió su copa de vino y tomó un trago generoso—. Pero tengo una pregunta para vosotras.

Las otras se miraron con cautela.

—Adelante —dijo Rosalie.

—Siempre estamos bromeando con el hecho de conocer a Míster Perfecto. Como por ejemplo, ¿es realmente Emmet el señor Cleaver de Rosalie? ¿Es Joe esa persona para __________ (TN) ?

—No le está permitido serlo —murmuró __________ (TN) . Cogió el vaso y tomó un largo sorbo.

Ann se encogió de hombros.

—Lo que sea. Pero siempre ahí, cuando una de nosotras empieza a salir con alguien. ¿Será Al Míster Perfecto para Rina? Hablamos como si realmente hubiera un gran amor ahí fuera para cada una de nosotras.

—Es bonito pensar que es así —dijo Rina suavemente.

—Lo es —Ann estaba de acuerdo—. Bueno, ¿y qué pasa si realmente existe, y te das cuenta de que está casado?

—Entonces, no es Míster Perfecto —dijo repentinamente Rosalie.

Ann giró hacia ella.

—Entonces, ¿estás diciendo que lo de Míster Perfecto es cuando una relación tiene sentido y no cuando tu corazón lo siente de esa manera?

Rosalie abrió la boca y después la cerró. Cuando habló otra vez, fue para decir:

—Aquí viene la cena.

La camarera distribuyó los platos y todas hicieron educadas exclamaciones. La comida parecía y olía deliciosamente, no había nada como el olor a ajo en una noche de verano, o en cualquier noche, en realidad, pero en aquel momento la conversación era mucho más importante.

Cuando la camarera rellenó las copas de vino y se fue hacia otra mesa, Ann se inclinó hacia __________ (TN) .

—Dices que Joe no es Míster Perfecto. ¿Qué pasaría si lo fuera?

—Pero no lo es.

Ann negó con la cabeza impacientemente.

—Hablemos de manera hipotética. Concéntrate, __________ (TN) ¿Qué pasaría si encuentras a Míster Perfecto y resulta que no es como quieren tus padres? Siempre estás saliendo con chicos que imponen tus padres, así que es lógico que te enamores de alguno de ellos.

—No es lógico, es estúpido —dijo __________ (TN) , cogiendo un trozo de salmón con el tenedor.

—¿Pero te vas a enamorar de un chico si nunca quedas con ninguno que te atraiga lo más mínimo? —preguntó Ann—. Si quieres que Míster Perfecto sea perfecto, lo lógico sería que dejaras de salir con hombres de otras razas.

—Lo que me dejaría sin sexo —dijo __________ (TN) de mala manera—, porque nunca he conocido a un chico con el que quiera tener sexo.

—Entonces, estás arriesgándote a enamorarte de un hombre que es tabú —dijo Ann.

—No dejaré que eso ocurra. Como dice Rose, no puede ser Míster Perfecto.

—Joder, ¿ninguna de vosotras puede entender lo que digo? —Ann miró alrededor de la mesa—. ¿Qué tu cerebro no puede dirigir tu corazón?

—Sí, por supuesto —dijo Rina; sonaba confusa—. Tenemos ese ideal romántico de una persona perfecta, el compañero del alma al que estamos destinadas para el resto de nuestras vidas. Lo estás diciendo tú misma, ¿qué pasa si nuestro corazón nos dice que hemos encontrado a nuestro compañero del alma, pero hay alguna razón por la que es completamente inapropiado para nosotras? Como, por ejemplo, que esté casado.

—Exactamente —dijo Ann—. Quizás se casara joven, con la persona equivocada y por razones equivocadas. Quizás pensaba incluso que estaba enamorado, pero finalmente solo se trataba de lujuria y ahora no queda nada entre ellos.

—Han contraído unos votos —replicó Rosalie—. Votos para estar juntos toda la vida.

—O hasta el día del divorcio, en muchas religiones —dijo Ann—, incluso si una persona no es nada religiosa.

—¿Honestamente quieres que David se divorcie de su mujer? —preguntó Rosalie.

—¡No! No estoy diciendo que... yo... —Ann se llevó ambas manos a la cabeza y la sacudió de un lado a otro—. No sé lo que estoy diciendo. Estoy demasiado confusa.

—¿Ann? —Rosalie la miraba—. No puedes estar confusa. Sabes lo que es correcto.

—A veces, no se puede tener lo que una quiere —coincidió __________ (TN) con determinación—. Esa es la vida real.

Rina suspiró y le tocó el brazo a Ann.

—Eh, deja que pase algo de tiempo. Escucha a tu cabeza y a tu corazón. Las cosas comenzarán a aclararse.

—Eso espero —Ann tomó un profundo aliento—. Lo siento.

—No lo sientas. Puedes contárnoslo todo —le aseguró __________ (TN) . Miró a su alrededor. ¿Iba a ser aquella una de las veces que tenían que invocar a las reglas «estamos de acuerdo en que no estamos de acuerdo»?

Pero no, Rosalie estaba tocando el otro brazo de Ann.

—Por supuesto que puedes hacerlo. Yo solo siento que ese tío no fuera honesto contigo desde el principio.

No obstante, había una vibración tensa alrededor de la mesa y todas las caras tenían expresiones de confusión. Sí, era genial que el Cuarteto pudiera discutir de cualquier tema, pero no era tan maravilloso si la discusión arruinaba la noche.

—¿Nadie quiere escuchar la fantasía sexual de la geisha? —preguntó __________ (TN) .

Oh, sí, aquel comentario cambió definitivamente la vibración.

Pronto las chicas estaban escuchando atentamente cada palabra y haciendo serias incursiones en las cenas mientras escuchaban. __________ (TN) , que había perfeccionado hacía tiempo el arte de comer y hablar al mismo tiempo, disfrutaba de cada momento hasta que Rosalie, con los ojos brillantes, preguntó:

—¿Cuál es la siguiente fantasía?

—Te toca a ti, ¿verdad? —dijo Ann.

—Así debería haber sido —se quejó __________ (TN) —, pero tuve que aliviar el frágil ego de un hombre.

Ann arqueó las cejas.

—Joe no me parece una persona tan frágil.

—No, pero me pilló cogida de la mano con Martin, saliendo de una película a la que ya me había invitado él —explicó la situación y después dijo—: Es un chico que va de un extremo al otro. Simplemente no entiende lo complicadas que pueden resultar las cosas para una chica como yo, atrapada entre el mundo moderno y entre unos padres que está encerrados en la Edad Media.

—Aunque va a ser duro también para él —dijo Rosalie pensativamente—. Es como si estuvieras renegando de él.

—¿Renegando de él? —preguntó __________ (TN) —. Puede tener la fantasía sexual que quiera.

—No, quiero decir que estás negando que exista como persona que es importante en tu vida.

—Bueno, él no es exactamente... —empezó __________ (TN) .

Ann la interrumpió.

—Oh, no, no digas que no es importante. Le has visto una o dos veces por semana durante el último mes, habéis hecho juntos cosas increíblemente íntimas. Ese hombre definitivamente es significativo en tu vida. Te preocupas por aliviar sus sentimientos heridos más que simplemente desentenderte.

—Todavía no he terminado con el sexo —murmuró __________ (TN) .

Las otras tres estallaron de la risa.

¿Qué demonios había dicho que era tan jodidamente divertido?

—Sois tan chicas —dijo ella despectivamente—. No podéis separar el sexo de los sentimientos. Si os acostáis con alguien, tenéis que pensar que estáis medio enamoradas de esa persona.

—Yo lo hice —dijo Rosalie—. Lo separé. Emmet y yo lo hicimos la primera vez que empezamos a salir juntos. Con nosotros, los sentimientos vinieron después. Intimidad física, luego conversación y después preocupación el uno por el otro. Así que entiendo lo que quieres decir, __________ (TN) . Solo te digo que tengas cuidado.

—¿Que tenga cuidado de qué?

Ahora, ¿por qué había preguntado eso, si sabía perfectamente cuál era la respuesta?

—Joe es responsable, considerado, atento —dijo Rosalie—. No estás acostándote con ningún macho guapo y tonto.

Ann asintió.

—Eso es lo que planeaste cuando elegiste a Míster Febrero, pero ha resultado ser algo más. Y eso significa que es fácil empezar a preocuparse por una persona.

¿Empezar a preocuparse? Ella supuso que las chicas sabían perfectamente bien que su corazón ya había tomado aquel rumbo.

—Entonces te encontrarás con el problema que has estado evitando —concluyó Rina—: preocuparte por un hombre que tu familia no aprobará.

—Mierda— ahora era el turno de __________ (TN) para enterrar la cabeza entre las manos. Después, la levantó otra vez—. No, espera. Yo no soy una sensiblera como Rose H., y Joe no es mi estúpido señor Cleaver. Es un buen chico y si, me gusta un montón, pero eso no significa que vaya a enamorarme de él. Me niego a dejar que vosotras tres me obliguéis a dejar de tener el mejor sexo que nunca he tenido en mi vida.

—Nadie está intentando que dejes de hacer nada —dijo Ann—. Simplemente no queremos ver cómo sales herida de todo esto.

—Mira quién habla— respondió __________ (TN) .

Ann cerró los ojos momentáneamente.

—Sí, llevas razón. Supongo que las dos necesitamos llevar cuidado cuando nos dirigimos a un lugar al que no debemos.

¿Pero es que era demasiado tarde? ¿Para las dos?

La pregunta colgaba ahí, sin que nadie la respondiera, en el aire, entre las cuatro.

Después de un segundo o dos de silencio, Rosalie repitió la pregunta de antes.

—Entonces, ¿cuál es la siguiente fantasía?

Rose estaba obviamente intentando cambiar el ambiente de las cosas, pero aquella no era la pregunta adecuada.

__________ (TN) gimió.

—¿Podéis creerlo que quiere la fantasía del sexo de casados?

—¿Sexo de casados? —dijo Rosalie—. ¿Qué es eso?

__________ (TN) lo explico y Rina suspiró feliz.

—Oh, sí, lo pilló totalmente. Es exactamente el tipo de sexo que yo quiero.

—A mí me suena algo aburrido— se burló __________ (TN) .

—Pues a mí me suena a que Joe está empezando a tomárselo en serio— dijo Ann—. Como si se estuviera imaginando cómo serie irse a la cama contigo cada noche.

—Oh, dadme un respiro—. Eso no está en las cartas.

Aún así, a fin de cuentas, eso era lo que ella quería, ¿o no? ¿El mismo hombre, una noche tras otra? Pero… cuando conociera al hombre correcto, por supuesto.

Capitulo 15
Martes, turno de día de Joe. Había tranquilidad en el parque de bomberos, por lo que le daba demasiado tiempo para pensar en aquella noche. El plan era que __________ (TN) lo llamaría alrededor de las siete, para asegurarse de que había salido a tiempo del trabajo; después iría a su casa. En todo en lo que él podía pensar era en lo que haría más tarde.

En su papel de novato como cocinero, mezcló unos sándwiches de rosbif con sopa de tomate y después comprobó el reloj. A las doce en punto, llamó a todo el mundo.

—¡Está preparado!

Los dos equipos se apresuraron a agruparse para la comida, y Joe empezó a servir la sopa de dos grandes cacerolas en pequeños boles. La gente siempre era servida por rango: el capitán primero, luego el lugarteniente Spievak y después los demás, terminando por él mismo.

Cuando Joe había hablado por última vez con __________ (TN) , había tratado de convencerle de que se olvidara de la fantasía de los pijamas y la televisión en la cama, pero él se había mantenido en sus trece. Si ella pensaba que aquella fantasía era demasiado sosa, él le demostraría lo contrario. Quería probar si podía darle un buen sexo sin necesidad de recurrir a los disfraces y a los accesorios.

—¡Eh, meón! ¿Qué demonios pasa contigo? — era el lugarteniente, clavando su grande cara entre Joe y el cucharón de sopa grasienta que estaba sosteniendo.

—¿Qué?

—¿Vas a darme esa sopa o estás en otro planeta?

Apresuradamente, Joe lleno el bol y se lo ofreció.

—Lo siento, estaba pensando en algo.

—Y en nada que tenga que ver con el trabajo —Spievak soltó uno de sus gruñidos patentados—. Tiene que ser una chica. ¿Esa pieza pequeña?

Joe quería darle un puñetazo, pero sabía que el lugarteniente estaba poniéndole un cebo.

—Sí, es una chica.

—Eh, John-Boy —llamó Spievak—. Mimoso tiene problemas con las mujeres.

Y entonces, John-Boy y Little Man se le unieron para burlarse de él.

—¿Cuál es el problema? — preguntó Little Man, tomando el bol que Joe le ofrecía—. Sé todo lo que hay que saber acerca de las mujeres.

—Sí, claro y esa es la razón por la que tu mujer llama diez veces en un turno, para asegurarse de que realmente estás aquí —bromeó Spievak.

—¿Es sobre aquella bonita chica que vino al parque de bomberos? — le preguntó John-Boy con la cabeza ligeramente inclinada hacia un lado, como si estuviera realmente interesado.

A pesar de todas las burlas, aquellos chicos eran una especie de hermanos. ¿Serie posible que en realidad tuvieran un buen consejo que darle?

Él ya había terminado de servir la sopa, por lo que cogió su propio bol y se sentó en un extremo de la mesa con ellos, que estaban enzarzados en una discusión sobre el partido de fútbol de la noche anterior.

—Sí, es __________ (TN) —admitió él—. Me tiene confundido. Tiene esas ideas extrañas y reglas que no tienen sentido la mitad de las veces. Quizás sea alguna cosa de su familia ¿Qué coño sé yo sobre la cultura de ellos?

Spievak resopló.

—Chinas, blancas, negras, púrpuras… realmente solo hay dos tipos de chicas.

Joe y los otros dos giraron hacia él.

—¿Ah, sí? — preguntó John-Boy—. No puedo esperar a escuchar eso. Ilumínanos, ¿quieres?

—A ver, ignorantes— dijo Spievak—. Escuchadme y veréis que tengo razón. Hay chicas complicadas y chicas simples. Ahora, el meón esta acostumbrado a salir con chicas simples. El tipo de chicas a las que os lleváis a cenar y después os falláis. Fanfarronean por acostarse con un bombero y vosotros le seguís el juego. ¿Tengo razón?

Sonaba como algo superficial. Aunque era verdad que Joe siempre había evitado a las chicas que parecían buscar un compromiso.

Y Brella no era de esas. Entonces, ¿por qué estaba él tan enfadado con ella?

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Mensaje por NanixG Mar 03 Jul 2012, 10:49 am

Veo que a casi nadie le gusta la nove, por lo que he decidido tratar de acabrla hoy o mañana, no quiero dejar la nove sin terminar.
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Mensaje por NanixG Mar 03 Jul 2012, 10:50 am

—Sigue, ¿qué pasa con las chicas complicadas? —preguntó Joe, pensando que probablemente estaría loco al pedirle a Bulldog Spievak un consejo sobre una mujer.



-Empujan a un hombre a la bebida -dijo Spievak, sorbiendo ruidosamente la sopa.

Joe soltó una pequeña carcajada.

—Esa es __________ (TN) .

—Más problemas de los que merecen la pena —añadió Spievak.

—No siempre -dijo John-Boy sorprendentemente. Puso en la mesa el medio sándwich que le quedaba—. Mira mi novia, Dawn. Ella es una de esas chicas complicadas. La cena no es lo suficientemente buena, necesita hablar. Y solamente hablar tampoco es suficiente, tengo que decirle qué es lo que siento. E incluso eso no es siempre suficiente. Tiene que analizar hasta el más mínimo detalle.

—¿Soportas esa mierda? —preguntó Spievak con un tono de incredulidad.

John-Boy emitió una sonrisa satisfecha.

—Cuando acaba con todo eso, el sexo es jodidamente increíble.

—Entonces, ¿lo de la conversación y el análisis es alguna especie de juego preliminar? —preguntó Joe.

—Para ella, supongo que sí. Ella dice que la hace sentirse más cerca de mí y que necesita sentirse cerca para sentirse sexy —John-Boy se encogió de hombros y volvió a coger el sándwich—. Supongo que eso me hace sentirme más cerca de ella también —entonces, quizás asustado por haberse hablado demasiado de los sentimientos de aquella chica, los miró—. ¿Y he mencionado que el sexo es jodidamente increíble?

El lugarteniente se giró hacia Joe con una mirada lasciva.

—¿Cómo es tu chica en el saco?

Aquello era algo perdido. Si decía «no voy a decíroslo» ellos pensarían que ella no le habría dejado aún o que era muy mala. Si decía «genial», él empezaría a babear y a contarlo todo como John-Boy y él no quería hacer eso.

—Ya podéis imaginarlo —gruñó—. Todavía sigo viéndola.

—La chica es excitante —dijo Spievak.

—Sí, tiene que serlo —aceptó John-Boy.

—Entonces, ¿qué es la mierda que la hace ser tan complicada?—dijo Little Man, enterrando una esquina de su sándwich en la sopa—. ¿Está con todo el rollo ese sensiblero como la chica de John-Boy?

—No. Es un tema familiar. Su gente no quiere que salga con nadie que no sea como ellos quieren, así que no va a decirles que está saliendo conmigo.

Little Man rió.

—Vaya, ya lo tienes. No tendrás que chismear con sus padres.

Pero él quería conocer a la gente de __________ (TN) . Verla con ellos, llegarla a conocer mejor. Obviamente, su familia la frustraba, pero aun así, ella se preocupaba por ellos.

Él empezó a comerse su sopa mientras John-Boy le decía:

—Yo salí con una chica musulmana una vez y tenía unos padres así. Ella dijo que su padre la echaría a patadas de su casa si se enteraba de que seguía viéndome.

—¿Qué hiciste tú?

John-Boy se encogió de hombros.

—Decidí que no merecía la pena. Quizás ella no tenía problemas en mentir y en salir a hurtadillas, pero yo no podía. ¿Quién necesita esa mierda? Siempre hay otra chica.

—Sí, una chica simple —dijo Spievak, y todos explotaron de la risa.

Simple era fácil, pensó Joe, pero complicada era más interesante. Si la chica merecía más que «aquella mierda» como lo llamaba John-Boy. Y por la manera en la que no podía dejar de pensar en __________ (TN) , supuso que él tenía que pensar que realmente lo merecía.

Por otro lado, quizás a __________ (TN) no le importara él en absoluto. Puede que simplemente estuviera escapando de mentirles a sus padres. A ella le iban las fantasías, así que a lo mejor aquella era alguna fantasía del gran tabú.

Joder. ¿Por qué coño era ella tan jodidamente complicada?

La alarma de incendios se activó y la adrenalina surgió, cortando los pensamientos de todos y apresurándolos a la última emergencia.

Joe le había dicho por teléfono que a las siete, pero no respondía. Mierda. __________ (TN) estaba lista para el sexo y él iba a tener que trabajar hasta tarde.

Ella dejó un mensaje, llamó media hora más tarde y siguió intentándolo. Alrededor de las diez estaba casi preparada para considerar a aquel chico como un fracaso. Posiblemente no pudiera haber trabajado hasta tan tarde, así que claramente se había olvidado de su cita.

Se había olvidado de representar su estúpida fantasía. Se había olvidado de tener sexo con ella.

Y ella estaba lista para olvidar todas las cosas bonitas que había pensado alguna vez sobre él. Era un idiota arrogante, que totalmente no la merecía.

Furiosa, estaba casi a punto de llevar su vibrador a la cama cuando decidió darle una última oportunidad. Era simplemente posible que hubiera tenido un accidente, o quizás alguien de su familia estaba enfermo.

Él cogió el teléfono.

—¿Qué? —preguntó, sonaba enfadado.

—¿Joe?

—Sí. Oh, __________ (TN) —ahora no parecía estar loco de alegría.

—¿Qué pasa? ¿Dónde estabas? —entonces una idea horrible la golpeó. Quizás estuviera con otra chica allí—. ¿Estás solo?

—Sí. Solo.

Solo, pero no sonaba como normalmente lo hacía.

—Se suponía que teníamos una fantasía esta noche —le dijo a través de unos dientes apretados por la irritación.

Él gimió. De hecho, gemía por la idea de tener sexo con ella.

Ella estaba a punto de decirle que se fuera a la mierda, cuando él le dijo:

—Esta noche no, ¿vale? Lo siento. Otra vez será. Ha sido un día de mierda.

Aunque él no estaba articulando mal las palabras, algo en la manera en la que estaba hablando sugería que había bebido. ¿Solo? Aquello no sonaba nada bien. Todavía estaba enfadada, pero ahora también estaba empezando a preocuparse. ¿Un día de mierda? ¿De qué iba todo aquello?

Cuando sus amigas tenían un día de mierda, lo compartían, y todo el mundo les respondía con simpatía, consejos, abrazos, y todo lo demás. Nadie tenía que afrontar la mierda solo.

—¿Un día de mierda? —le dijo ella—. Eso suena muy mal. ¿Qué ha pasado?

Hubo una larga pausa, después un suspiro.

—Hemos perdido a uno. Un niño.

¿Perdido un niño?

Oh... Dios... mío. Todo su cuerpo se endureció por la conmoción. Él se refería a que un niño había muerto.

Aquello no tenía nada que ver con un colega detestable, una pelea con una madre, o un par de zapatos, los más bonitos del mundo, vendidos en la talla correcta. La idea de Joe de un día de mierda era muy diferente al de las chicas. Estaba tan desconcertada que quería colgar el teléfono. Pero Joe estaba mal. No podía soportar la idea de que estuviera solo y herido.

Quizás hablar un rato lo ayudaría a calmarse.

—¿Ha sido en un incendio? —preguntó tanteando.

—Accidente. Su madre estaba conduciendo a casa desde el colegio. Un borracho chocó con el coche. El borracho está vivo. El niño no ha tenido tanta suerte.

Mierda, mierda, mierda, mierda. No había nada peor que eso.

—Es un mal tema para hablar —dijo Joe—. Lo siento, __________ (TN) . Dame un par de días y vuelve a llamarme. ¿De acuerdo?

¿Cómo demonios podía él tratar con cosas como esas?

—Joe, no deberías estar solo.

—Hemos salido con los chicos después del trabajo. Hemos ido a tomar unas cervezas.

Un chico muerto por culpa de un borracho y los bomberos respondían yéndose fuera a beber. No pudo evitar preguntarle:

—¿No has conducido hasta tu casa?

El sonido que él emitió fue medio risa, medio sollozo.

—No. He venido caminando.

Y ahora estaba sentado, agonizando acerca de lo que había pasado.

—Voy para tu casa —dijo ella.

—Joder. __________ (TN) . No estoy de humor para ninguna estúpida fantasía sexual.

¡Dios! ¿Pensaba él que era todo lo que le importaba a ella?

Casi al borde de explotar al teléfono, pensó, pero eso es lo que yo le he hecho pensar a él.

¿Era todo lo que a ella le importaba? Eso es lo que les había dicho a las chicas y había intentado decirse a sí misma también.

—No importa —murmuró y después colgó.

Ella se quedó mirando el teléfono por unos momentos.

Él estaba solo y herido. Aquella idea le hacía retorcerla de dolor.

Claro que iba a ir para su casa. No es que tuviera ninguna idea de cómo ayudar, pero al menos tenía que intentarlo.

Se quitó su camiseta de dormir y se puso unos pantalones vaqueros y una sudadera. El resto de la casa se había ido al piso de arriba hacía un buen rato, pero alguien podía estar todavía despierto u oírla salir. Escribió una nota. «Crisis con una amiga. Puede que me quede a pasar la noche. Llamarme al móvil si me necesitáis». Después de ponerla en la puerta de su habitación, salió corriendo de la casa.

Para cuando había llegado a casa de Joe, le habían pasado por la cabeza dos, tres y cuatro ideas e incluso había dado la vuelta una vez. Él no quería o necesitaba su compañía, lo había dejado bien claro.

Pero quizás aquello tuviera más que ver con lo que ella quería o necesitaba que con lo que él quisiera o necesitara.

De todas maneras, ella estaba allí en ese momento, y sorprendentemente había una plaza de aparcamiento que no requería permiso de residencia. ¿El destino?

Ella pulsó el timbre del interfono, estaba nerviosa.

No pasó nada.

Volvió a hacerlo y nada todavía.

Los nervios la llevaron a la determinación. Sacó el teléfono móvil y marcó el número, esperó hasta que saltó el contestador.

—Estoy abajo y no voy a irme. Déjame subir antes de que despierte a todo el edificio.

Hubo una larga pausa y entonces la puerta sonó abierta.

Ella la empujó y se metió dentro a toda prisa, preguntándose si tendría que aporrear la puerta de su apartamento. Pero no, estaba entreabierta cuando llegó. ¿La habría dejado así al llegar a casa?

Entró y encontró la habitación a oscuras.

—¿Joe? No veo nada. ¿Dónde estás? —no hubo respuesta, así que le dijo—. Voy a encender la luz.

—No —una voz chirriaba entre la oscuridad—. Estoy en el sofá.

Ella cerró con llave la puerta del apartamento y entró en la habitación, tropezando con algo. Se inclinó y descubrió un par de pantalones vaqueros, y se dio cuenta de que el normalmente limpio de Joe había dejado un rastro de ropa desparramada por el suelo.

Su visión iba mejorando a medida que sus ojos se adaptaban a la escasa luz. No había bajado la persiana, por lo que no estaba completamente oscuro después de todo.

Encontró el sofá y vio que él estaba tumbado allí, llevando los pantalones del chándal y nada más, cuando el teléfono sonó.

—Joder —dijo él—. ¿No puede dejarme nadie en paz? —lo cogió de la mesa del café y dijo—: ¿Qué? —en el mismo tono agresivo que había utilizado cuando ella lo había llamado. Entonces, un segundo más tarde, dijo—. ¿Lugarteniente? —como si no pudiera creerlo. Entonces—. De acuerdo— y después—. No, mi novia está aquí.

¿Novia? ¿Eso era lo que pensaba él que ella era? Ella no había sido la novia de nadie desde el instituto. Tenía amantes y citas a ciegas. «Novia». Aquello implicaba tantas cosas que no sabía cómo tomárselo.

—¿Quién era? —preguntó.

—Bulldog Spievak—dijo con sorpresa—. Me preguntaba si estaba bien —su voz se volvió ronca en la última palabra.

Con la luz que entraba por la ventana, ella pudo ver la humedad de sus ojos y entonces, se fijó en el brillo de unas lágrimas que trazaba un camino ya humedecido por sus mejillas.

Mierda. Ella nunca había visto a un hombre llorar.

Su corazón latía con fuerza. Ella quería darle un abrazo pero tenía miedo de que él la apartara.

Sorprendentemente, las lágrimas no lo hacían parecer débil. La verdad era que Joe Jonasera uno de los hombres más fuertes que ella había conocido. El hecho de que tuviera corazón, de que se preocupara por un extraño joven que había muerto aquel día, solo le hacía ser más fuerte. Y en aquel momento, a ella se le humedecieron sus propios ojos.

__________ (TN) parpadeó para quitarse las lágrimas, se arrodillo en el suelo al lado del sofá y lo cogió de la mano.

—Lo siento tanto, Joe.

Él apretó su mano. Con fuerza.

—No ha sido culpa tuya —le dijo ella—. Hiciste todo lo que pudiste.

—¿Cómo lo sabes? —le preguntó bruscamente—. No estabas allí.

—Lo sé. Porque te conozco —no muy bien, quizás, pero una persona no tenía que conocer a Joe muy bien para saber que siempre hacía todo lo que estuviera en sus manos para hacer lo correcto—. Fue así, ¿verdad?

—Sí. Todos lo hicimos —con la voz ahogada, paseó la mano que tenía libre por sus mejillas. Después de un momento le dijo—: Cuando era un niño sabía que quería ser bombero, salvar a todo el mundo.

—Has salvado a mucha gente. Como aquel hombre en el Tropika la otra noche —dolorida por él, se inclinó y rozó con los labios su húmeda mejilla—. Nadie puede salvar a todo el mundo. Ya lo sabes.

—Sí —dio un suspiro estremecedor; después, de repente, se bajó del sofá, retirando sus manos de ella y empezó a pasear por el salón.

Sus zancadas eran estables y su discurso había sido articulado. No había bebido cerveza suficiente como para estar borracho. Lo justo, sin embargo, para perder sus inhibiciones, lo que a ella le permitió ver sus lágrimas. __________ (TN) era categórica al pensar que aquello era algo raro en Joe.

—Haces más que la mayoría de la gente —le dijo, preguntándose qué sería lo que él necesitaba escuchar. Nunca había pensado antes cómo de duro tenía que ser para un bombero, doctor o alguien que salva vidas. Cómo deben sufrir cuando una vida no puede ser salvada. Como Rose, con aquellos animales en la clínica veterinaria, pero mucho, mucho peor.

—Me está haciendo volverme furioso —dijo él—. No tiene sentido, no hay justicia.

—¿Para quién muere y quién vive? —preguntó ella.

—Sí —se dio la vuelta para mirarla a la cara—. ¿Por qué ese pequeño niño? ¡Tenía ocho malditos años! ¿Qué le había hecho a nadie para merecer eso?

Ella negó con la cabeza, impotentemente.

—Probablemente nada.

—¡Exacto! —se detuvo y prosiguió—: ¿No irás a decirme ninguna mierda de que era Dios quien lo llamaba o que había llegado su hora?

—No. No creo en todo eso. La muerte de ese chico tampoco tiene ningún sentido para mí —mierda, aquello no era probablemente lo mejor que podía haber dicho. Joe debía estar buscando una razón, y ella le había dicho que no había ninguna.

Pero, sorprendentemente, se puso de cuclillas al lado de ella, donde todavía estaba sentada en el suelo. Le cogió la cara con ambas manos.

—Gracias.

—¿Por...?

—Por no soltar jodidos tópicos.

Sí, ella no era mucho de soltar tópicos, eso seguro.

—¿Los otros chicos también estaban deprimidos?—preguntó tentativamente —. ¿Incluso los hombres como Bulldog que llevan en la profesión años y años?

Él asintió.

—Siempre es doloroso perder a alguien. Pero lo peor es cuando es un niño.

Porque los niños son inocentes y deberían tener toda la vida por delante.

—Puedo entender eso —le dijo suavemente—. Ni siquiera puedo imaginar qué es lo que se siente al estar ahí, dar todo lo mejor de ti e incluso así, nada que puedas hacer para salvar a esa persona.

—Es jodidamente frustrante.

Ella asintió.

—Apuesto a que te hace estar completamente furioso.

Él hizo un sonido de sobresalto que casi era una risa.

—Puedes estar segura de eso —entonces, la cogió de la cabeza y tiró de ella hacia su torso desnudo—. Me alegro de que hayas venido.

Ella estaba asfixiada, pero podía haberse quedado allí para toda la vida. Intentó arreglárselas para añadir:

—Yo también. —cuando él la liberó, ella le dijo—: ¿Qué puedo hacer? ¿Quieres que hablemos de ello?

Él suspiró profundamente.

—¿Quizás tumbarnos juntos? Nada de sexo, es solamente que...

Aunque no terminó la frase, puede que no supiera cómo hacerlo, la mente de __________ (TN) captó la palabra consuelo.

—Claro, hagámoslo —ella se levantó y le cogió para levantarlo también—. Vamos a tumbarnos.

En su habitación oscura, no se quitaron las ropas ni se metieron bajo las sábanas, simplemente se tumbaron encima de la colcha. Él estaba sobre su espalda y ella lo abrazaba, descansando la cabeza en su pecho y una pierna sobre la de él.

—Puedes hablarme de ello —se ofreció otra vez. Aunque sería difícil escuchar todo aquello, ayudar a Joe le importaba más que cualquier cosa en aquel momento.

Joe no respondió, solo acarició su hombro y su antebrazo en un movimiento repetitivo.

Mierda, era genial tener a __________ (TN) allí, pensó él. Lo hacía sentir tan bien que se hubiera preocupado por ir a su casa... Eso le decía que él era para ella algo más que simplemente una fantasía tabú.

Sí, aquello era una relación. Una buena, a pesar de sus complicaciones.

¿Debería él aceptar su oferta? La otra noche le había comentado algo sobre el trabajo y ella no había cortado la conversación, pero él sólo había mencionado lo que realmente era. En qué mierda podía convertirse un día como aquel.

Él había elegido ese trabajo. El inconveniente era que era él quien tenía que afrontarlo. ¿Por qué debería ella tener que escuchar toda esa basura?

Además, al día siguiente por la mañana tenían una sesión informativa de incidentes críticos con un equipo de bomberos especialmente entrenados. Todo el equipo tendría la oportunidad de hablar sobre lo que había pasado. A menudo aquellos bomberos venían justo después del incidente, pero aquella cosa con el chico había pasado al final del turno, por lo que la sesión informativa estaba planeada para la mañana.

La mañana parecía muy lejana. Aquella noche, tenía tanto dolor en su interior, que seguro lo ayudaría soltar un poco.

Y ella se había ofrecido. Quizás debería empezar y ver cómo reaccionaba ella.

Tomó un profundo aliento, captó la fragancia floreada de su pelo. Deseaba solamente poder enterrar la cara en aquel cabello y olvidarse de todo.

Pero él sabía que nada lo haría olvidarse de aquello. No esa noche. Nunca. Un bombero veía cosas que se le quedaban clavadas para el resto de su vida.

Volvió a respirar.

—Cuando la alarma se disparó —le dijo lentamente—, respondimos. En aquellos primeros segundos, no tenemos ni idea de a lo que nos enfrentamos. Puede ser una falsa alarma, un apartamento que está totalmente incendiado. Puede ser un accidente de coche, un ataque al corazón, simplemente no lo sabemos. No puedes imaginar la adrenalina del momento.

Ella asintió contra su pecho.

—Debe ser duro, no saber con lo que tienes que tratar.

—El parte nos informa de lo básico —le dijo—. Hay un anuncio por altavoces. Quizás lo oyeras aquel día —en otro momento, él le hubiera dedicado una sonrisa irónica por la idea de cómo le había interrumpido la alarma aquella tarde de domingo. Pero en ese preciso momento, la sonrisa, y el sexo no estaban en su agenda—. Incluso así —continuó— no nos hacemos una idea real hasta que llegamos a la escena. Entonces, nos metemos en ese enorme camión de bomberos, tomando las calles mientras el tráfico se detiene. Un grupo de chicos con la adrenalina alta —realmente alta. Vaya una jodida superficialidad.

Él se escuchó el tono de amargura en su voz mientras continuaba.

—Se oye el claxon, suena la alarma, las luces destellan. Somos los reyes de la carretera y... —se detuvo, pensando como sería la sensación de conducir el camión de bomberos. Y cómo se sentía él en aquel momento.

—¿Y? —dijo ella de repente.

Él suspiró, un suspiro largo y torcido que venía desde lo más hondo de su vientre.

—En ese momento, nos sentimos capaces de todo. Sea cual sea el enemigo, incendio, accidente, enfermedad, podemos con él.

—A menudo lo hacéis —sus palabras venían en forma de respiración caliente contra su pecho.

—Más a menudo que no, afortunadamente.

—¿Pero algunos enemigos son demasiado fuertes?

—Sí. Y odiamos no poder con ellos. Siempre odiamos no poder con ellos.

—Y tiene que ser peor cuando alguien muere, y horrible cuando es un niño. Porque ellos apenas han empezado a vivir sus vidas. Y ahora, no podrán hacerlo.

Mierda. Sus ojos estaban goteando como los de una chica esa noche. Tragó saliva con fuerza y su voz se volvió ahogada cuando dijo:

—Sí, da asco.

—Es verdad —su cabeza asentía otra vez contra su pecho. Después de un momento, murmuró—: ¿Joe? Sigue. Dime lo que ha pasado hoy.

La tentación de descargarlo todo era irresistible.

—Sabíamos que había sido un accidente de dos coches. Cuando llegamos allí, fue increíble lo que vimos. El borracho había estado conduciendo a toda velocidad, se había pasado un semáforo en rojo y se había empotrado contra la parte trasera del vehículo del chico. Llevó el coche hacia una cabina de teléfonos. El chico estaba en el asiento de atrás —se detuvo para comprobar cómo __________ (TN) respondía.

—Dios —dijo ella con suavidad.

—El coche estaba torcido, envolviendo la cabina telefónica en la parte del copiloto con el coche del borracho clavado al lado del conductor. La madre estaba consciente y gritaba. Pudimos abrir la puerta con un hacha y sacarla de allí. Podía caminar, no estaba herida gravemente, pero estaba aterrorizada por el niño.

—¿Pudisteis sacarlo?

—No, el coche estaba aplastado alrededor de él. Empezamos a trabajar con las herramientas hidráulicas. Necesitábamos deshacernos del techo para poder acceder a él y darle asistencia médica. El niño no estaba chillando, por lo que pensamos que podía estar inconsciente, y la única herida visible eran los cortes de cristal en su cara. De todas maneras, para cuando quitamos el techo, los servicios de urgencias ya estaban en la escena.

—¿Los servicios de urgencias?

—La ambulancia. Servicios de urgencia. Cuando llegaron se encargaron de la cuestión médica. Entonces, uno de ellos se metió y pudo acercarse lo suficiente para tomar las constantes vitales del niño. Dijo que el niño estaba en estado suspendido.

—¿Qué significa eso? — __________ (TN) hablaba suavemente incitándolo para que continuara con la historia.

—Estaba estable y no había deformidad física visible. O sea, que no había hemorragias importantes, nada de golpes en la cabeza, ningún hueso roto a simple vista. Estado suspendido es mejor que estado de urgencia. Cuando un paciente está en estado de urgencia, tenemos que trabajar con más rapidez, correr unos riesgos que de otra manera no haríamos. Es difícil, cortar un coche para sacar a alguien de ahí. Si lo haces mal, el vehículo puede moverse y herir más a la persona.

Joe cerró los ojos, recordando la escena y después volvió a abrirlos otra vez, en la oscuridad, y respiró la fragancia de __________ (TN) .

—Trabajamos tan rápido como pudimos, te juro que lo hicimos.

—Pero...

—Los servicios de urgencias le hacían un seguimiento y repentinamente él empezó a mostrar señales de shock. Era el detonador. Subió su estatus a urgente. Debía tener alguna herida interna. Los síntomas no siempre se manifiestan bien, y cuando lo hacen, el paciente puede empeorar fácilmente. Eso es lo que dice el equipo de los servicios de urgencia —suspiró—. Así que trabajamos incluso más rápido, pero... murió antes de que pudiéramos sacarlo de allí.

—Mierda.

—Sí. Y la madre lo observó todo. Lo vio morir.

—Dios mío —suspiró—. Qué horrible.

—Sí —lo había sido. Y sin embargo, de alguna manera, no se sentía tan mal en aquel momento.

Excepto... ¿qué era aquella humedad en su pecho? ¿Estaría __________ (TN) llorando? ¿La había arrastrado él hacia su miseria?

—¿Estás bien? —susurró—. Siento haber descargado todo esto sobre ti.

—Estoy bien —pero su respiración sonaba fuerte y húmedo, lo que decía que no era así.

Él le apretó el hombro y ella se acurrucó más cerca. Después de un minuto o dos, ella volvió a respirar de aquella manera.

—Sé que es nuevo para ti lo de ser bombero, pero por lo que dices sobre los otros chicos, estas cosas no se vuelven más fácil de llevar. ¿Has pensado alguna vez en dejarlo?

Él negó con la cabeza.

—De ninguna manera.

—Entonces, merece la pena —era una afirmación, no una pregunta—. Merece la pena arriesgar tu vida, merecen la pena noches como esta. Porque la mayoría del tiempo, consigues vencer.

Aquel era el fondo de todo aquello y ella había logrado llegar hasta él. Lo ayudaba recordar eso justo aquella noche, cuando realmente lo necesitaba.

—Sí— le besó en la parte de arriba de la cabeza—. No podría dedicarme a otra cosa.

—Entonces, simplemente tienes que superar los malos momentos, ¿no? Y al día siguiente debes levantarte y volver a ese camión a salvar una vida o dos.

—Gracias— dijo él.

—Por…

Por estar ahí, por escuchar y preocuparse, por ayudarle a superar aquel momento de mierda. Y ayudarle a recordar la razón por la que había llegado a ser bombero. Por todas esas cosas, él no se sentía cómodo para expresarlo con palabras.

—Eh, ya sabes por qué.

Ella era tan pequeña y calida en sus manos, tan fuertes y generosas. ¿Cómo sostener a aquella chica le hacia sentirse tan bien?

—De nada— le dijo ella—. Ojalá pudiera hacer más, pero no hay arreglo, ¿verdad? La pena es así. Es un proceso, simplemente tienes que superarlo.

—Suena como si ya hubieras pasado por eso.

Ella asintió.

—Mi abuelo. Estaba muy unida a él. Murió cuando yo tenía dieciséis años. Hicimos todo los rituales tradicionales, quemamos dinero falso. Fue una época de mucho jaleo. Cuando el bullicio acabó, la familia se sentía totalmente diferente. Yo también me sentía diferente, como si una parte de mí se hubiera ido con él— soltó un profundo suspiro, su respiración cosquilleaba el pelo de su pecho.

—Lo siento, __________ (TN) .

—Gracias— después de un momento, ella dijo—: ¿sabes de lo que me di cuenta entonces? Que también había sido importante para cada miembro de la familia, y que cada uno lo echaba de menos a su manera, de forma especial. Una vez que supe aquello, empecé a ser más agradable con el resto de mi familia. Para ayudarles a superar la pérdida. De hecho, me ayudó a mí misma.

Ella tenía dieciséis años cuando aquello pasó. En algún momento, los niños se rebelan contra las restricciones familiares e intentan encontrar su propio camino. Para __________ (TN) , la muerte de su abuelo había hecho que se acercara más a su familia. No era de extrañar que tuviera problemas para enfrentarse a ellos por lo de sus reglas anticuadas.

Pero le había hecho pensar en la pena de la pérdida.

—¿Sabes? Con ese niño... en parte estoy triste porque muriera y en parte estoy enfadado porque es tan injusto. Pero también estoy enfadado conmigo mismo por no haber conseguido salvarle.

Ella estiró el brazo y se apretó a su cintura.

—Tú no has fallado. No has fallado ni tú, ni los otros bomberos, tampoco los de los servicios de urgencias. No si hicisteis todo lo que estaba en vuestras manos, pero el enemigo era simplemente demasiado poderoso y vil. Nadie puede ganar todas las batallas.

—Pero se supone los bomberos son superhéroes —le dijo irónicamente, sabiendo que era estúpido y sin embargo, sintiéndolo todavía de aquella manera.

Ella dijo resoplando algo de aire.

—Por el tema de la perspectiva...

Dios, aquello lo hacía sentir bien. Besó su pelo otra vez, le apretujó el hombro, sintió cómo ella se adaptaba a su posición para ponerse más cómoda.

Y de repente, se sintió cansado de toda aquella historia. Él podía cambiar de humor y estaba seguro de que era capaz de hacerlo.

—Entonces, me metí a bombero porque quería ser un superhéroe —le dijo él—. ¿Por qué te metiste tú en el periodismo?

__________ (TN) no dijo nada por un momento, probablemente por el cambio brusco de tema. Entonces, le tomó la palabra:

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Las reglas de la fantasia (joe y tu) - Página 5 Empty Re: Las reglas de la fantasia (joe y tu)

Mensaje por NanixG Mar 03 Jul 2012, 10:51 am

—Me encantan las palabras —el calor de su voz le decía a lo que se refería—. He estado haciendo garabatos desde que tenía cuatro o cinco años, y siempre más en periodismo que en ficción —soltó una suave risa—. En la escuela primaria algunas niñas pequeñas jugaban con muñecas, otras escribían bonitas historias. Yo no. Hacía una especie de periódica donde contaba todos los cotilleos que oía en el vecindario. Utilizaba mi permiso para hacer copias y fue así como empecé a venderlos. Los había vendido todos antes de que me lo prohibieran.



Simplemente fue capaz de imaginar a una __________ (TN) la Editora de la talla de una pinta, y estaba indignado por lo que le habían hecho.

—Eh, no es justo, eso es censura.

—Sí, excepto porque no conseguí comprender uno de los principios básicos del periodismo —le dijo irónicamente—. Se supone que no puedes informar sobre rumores, tienes que comprobar los hechos antes.

Él se rió entre dientes.

—Buena lección —Dios, había conseguido hacerle reír. ¿Quién hubiera creído que iba a ser capaz de reírse aquella noche? Pensando en lo que ella le había dicho, él le preguntó—: ¿querrás tener tu propio periódico algún día?

—Oh, vaya, eso sería tan maravilloso... Poder publicar lo que quiera sin que ningún editor me diga cómo enfocarlo, o reescribirlo después de que lo haya entregado ya.

—¿Sobre qué escribirías?

—Sobre todo. Artículos serios, como la necesidad de que todo el mundo aprenda la reanimación cardiopulmonar, los problemas que causan los caseros y los gerentes de un apartamento. Artículos divertidos, como lo del calendario de los bomberos. Historias de interés humano —se detuvo y él sintió cómo sonreía sobre su pecho—, como cuál es realmente el trabajo de esos superhéroes que llevan un uniforme amarillo y que conducen esos camiones de bomberos de un rojo brillante por las calles con las sirenas aullando.

—Dios, __________ (TN) . Has estado entrevistándome —no estaba seguro de cómo se sentía acerca de eso.

—Sí, algo así. Siempre estoy entrevistando a todo el mundo, en el sentido en que siempre estoy buscando una buena historia que contar. Pero, Joe, sabes que nunca utilizaría nada sin consultarlo antes, ¿no?

—Lo sé. Confío en ti.

Y era verdad. Antes de aquella noche, había creído que ella era sexy, intrigante e irritante. Todavía era todas aquellas cosas, pero había mucho más en ella.

Por primera vez en horas, se sentía en paz. El estrés del día le había dejado cansado y ahora que la tensión se había ido, tenía sueño.

—¿Te quedas conmigo? —le murmuró.

—Vale.

Aquella simple palabra era todo lo que necesitaba para dejarse llevar por el sueño.

Capitulo 16
Joe se levantó con la tenue luz de la primera hora de la mañana para encontrar que su cuerpo estaba rodeando los brazos de __________ (TN) , sus suaves curvas. Su pelo sedoso caía sobre ambas almohadas y él movió la cabeza un poco, por lo que pudo enterrar la nariz en él e inhalar su aroma.

Debería sentirse avergonzado por la manera en la que había confesado todo la última noche pero, ¿cómo podía sentirse arrepentido si eso había hecho que ella se quedara con él?

Vaya, esperaba que no tuviera problemas con su familia por su culpa.

Se tensó un poco, dándose cuenta de que nunca se había sentido antes de aquella manera. Protector, agradecido, afectuoso.

Entonces, se encogió de hombros. Oh, joder. Se había despendolado mucho durante su vida. Como su madre seguía diciéndole, ya era hora de que sentara la cabeza con una chica.

Especialmente con una como __________ (TN) . Una que le ofreciera comodidad y comprensión, al igual que el mejor sexo que un hombre podía imaginar.

Y hablando de aquello... su pene estaba empezando a sentirse bien contento por tener el trasero caliente de una mujer acurrucado contra él.

Él apartó un poco de su suave pelo y acarició con la nariz su nunca, entonces, le dejó un rastro de besos alrededor de cada oreja a las que después hizo cosquillas con la punto de su lengua.

—Ah —murmuró ella y levantó bruscamente una de sus manos con un movimiento indiferente, que él esquivó.

Él le lamió la oreja otra vez y esperó.

—Hazlo otra vez —soltó una risita.

—Estás despierta.

—Puede que sí. Puede que no. ¿Quieres que esté despierta?

—Sí —presionó su erección con fuerza contra la parte de atrás de su cuerpo—. Sería muy difícil quitarte toda esa ropa si estuvieras dormida.

—Ah. Sí, pero piensa en la fantasía sexual del sueño. O quizás en la fantasía sexual del sonámbulo. Podría ser divertido.

El no estaba muy seguro de si quería reírse o quejarse. ¿No pillaba ella que en ocasiones simplemente la deseaba así? ¿Solo __________ (TN) ? Aunque tenía que admitir que había algo erótico en la idea de fingir que ella fuera una sonámbula en su cama, y después que le saltara encima...

Pero en aquel momento, él no tenía la energía suficiente para las fantasías. Simplemente quería desnudarse con __________ (TN) Swan, la chica que había venido a su casa porque él se sentía mal.

Él se hizo a un lado, se quitó los pantalones y presionó otra vez contra ella.

—Sí, de acuerdo —dijo ella, riéndose—. Te has salido con la tuya.

Ella se sentó en la cama, se quitó la sudadera por la cabeza y él vio que no llevaba sujetador. Se deshizo de sus pantalones y deslizó las bragas por las piernas y dijo:

—¿Ahora, qué?

—Trepa por la colcha y después túmbate en la cama otra vez, justo en la posición en la que estabas.

Ella lo miró un largo rato, con una expresión difícil de leer. Entonces obedeció, deslizándose por la cama y tumbándose en la manera en la que él la había despertado.

Joe la siguió bajo las sábanas y encajó su cuerpo contra el de ella.

Oh, sí, esa era exactamente la manera en la que un hombre debiera despertarse en mitad de la noche.

Él le levantó el pelo, le besó la nuca y después le dijo:

—¿Por dónde iba?

Su cuerpo tembló por la risa.

—Por mi oreja. Pero no me importa si empiezas un poco más abajo.

Él estiró la mano hacia abajo y la coló entre sus muslos. Dios, ella ya estaba completamente mojada.

—¿Aquí, quizás? —después, separó sus piernas y deslizó su verga entre ellas.

Sus muslos lo atraparon y suspiró.

—Ese es un buen lugar.

Y entonces ella empezó a hacer algo que él no era capaz de describir. La más diminuta de las contracciones y liberaciones, con sus muslos, su vulva, su trasero, todo se movía alrededor de su pene y su ingle, creando el masaje más erótico nunca imaginable. Y mientras lo hacía, se estaba poniendo más caliente, más pletórica, más resbaladiza.

Y él se estaba poniendo más duro.

Ella deslizó una de sus manos entre sus piernas y le agarró el pene y con la otra mano separó ambos pliegues. Cuando ella le guió dentro, ambos gimieron.

Él se retiró un poco hacia atrás, para admirar la línea que formaba su espalda y la suave curva de su trasero. Entonces, agarrándole de las caderas, la embistió suavemente otra vez.

Ella arqueó la espalda y murmuró:

—Oh, sí.

Establecieron un ritmo lento y fácil. Cada vez que él se inclinaba hacia delante, ella presionaba su trasero hacia atrás, encontrándose con él a medio camino. Él enterró la cara dentro de su pelo, respiró su fragancia, le lamió la nuca. Volvió a encontrar de nuevo su oreja y ella gimió.

Él quería besar sus labios. Deseaba que hicieran el amor cara a cara. Así que, después él se hizo hacia atrás y salió fuera completamente.

—¿Joe?

Retiró las sábanas a un lado y le dio la vuelta a __________ (TN) , entonces se tumbó y empezó a subirla encima.

Ella se retorció, resistiéndose.

—¿Qué pasa? ¿Qué quieres?

—Te quiero encima.

Incluso con aquella débil luz, él pudo ver cómo sus dientes destellaban en una sonrisa.

—Puedo hacer eso.

Entonces ella montó a horcajadas sobre él, con una pierna a cada lado de sus muslos.

—La postura de la vaquera. ¿Te gusta la idea? ¿No te importa darme el control de la situación?

Él tuvo que echarse a reír.

— __________ (TN) , llevas el control de todo desde la noche en la que me conociste. Ahora, ¿qué vas a hacer con ese privilegio?

Ella empujó su húmeda vulva contra su verga rígida.

—Soy una supermujer. Solo utilizo mi poder para hacer el bien. Y esto, te prometo, que va a ser muy, muy bueno.

Él esperó a ver lo que ella hacía, contento por el momento de disfrutar la vista de un cuerpo femenino esbelto, blanco y bonito posicionado sobre él, con el pelo Castaño cayéndole sobre sus hombros y senos.

Entonces, ella se inclinó hacia delante y todos aquellos mechones de pelo le rozaron el torso, juguetearon con sus pezones. Sus labios coqueteaban con los suyos, saboreándolos, mordisqueándolos y finalmente posicionándose para intensificar el beso.

Joe estaba tan ocupado disfrutando del beso que se sobresaltó cuando ella le cogió la verga y la deslizó por su cuerpo para tomarla dentro.

Él se liberó de su boca.

—Joder, eso es muy bueno.

Ella levantó la cabeza, enderezando los hombros y el torso por lo que él tuvo que mirarla.

—Todavía no has visto nada —bromeó ella.

Entonces, ella empezó a levantarse, después a bajar y mientras lo hacía, le apretaba con cada uno de sus músculos internos. La luz pálida del día entró por la ventana, reflejándose en su pelo, haciendo que él se concentrara en su resplandeciente cara. Quería observarla casi tanto como quería llegar a sus profundidades, a sus lugares más secretos.

Ella era exótica, con aquellos rasgos femeninos y su increíble pelo. No obstante, de alguna manera tenía algo que le resultaba familiar. Nunca en su vida podría cansarse de mirar aquella cara, acariciar aquel pelo, encontrar todas las maneras posibles de tocarla y darle placer.

Él quería una fantasía vamos juntos a la cama al final del día, y ella se lo estaba concediendo. Había cogido a un chico depresivo y quemado al final de un día de mierda y lo había hecho sentir cómodo, comprendido y finalmente aliviado.

Amor.

¿Le había dado ella amor? ¿Lo haría alguna vez?

Mientras Joe entraba más profundamente dentro de ella, estaba completamente seguro de que no podría conformarse con cualquier otra cosa.

Amor. ¿Cómo había llegado a pasar eso?

¿Venía después de uno de los peores días en la vida de un hombre?

¿En forma de una chica diminuta a la que él no estaba ni cerca de comprender?

Un mes antes, nunca hubiera pensado en ello, pero ahora, parecía inevitable.

Oh, joder, ¿cómo podía pensar en otra cosa cuando estaba enterrado dentro de ella? Sus caderas se levantaban de la cama y él la cogió por la cintura, tirando de ella hacia abajo con más fuerza y tensión.

—¿Qué tal el paseo? —le preguntó él.

—¿El paseo? —ella sonrió—. Oh, Dios, ¡fantasía de vaquera!

—La próxima vez tendrás que traer un sombrero de vaquera —le dijo él. Sí, a él le encantaban aquellas disparatadas. Tanto como le dieran momentos de tranquilidad también, simplemente apoyándose el uno al otro y hablando de la manera en la que lo habían hecho la noche anterior.

Ella se inclinó hacia atrás, se estiró, y una de sus manos encontró sus testículos, y él dejó de pensar.

No había manera de que pudiera aguantar mucho tiempo de esa forma, así que, buscó su clítoris, y lo apretujó con suavidad mientras el ritmo se aceleraba.

Él oyó sus respiraciones agitadas, el suave golpe de la carne húmeda. Entonces, empezó a jadear con una nota alta y profunda. Y después.

—Sí, Joe, más, ahora. ¡Sí, sí, sí!

Mientras él sentía cómo ella empezaba a convulsionarse, dio una embestida final y derramó todo lo que tenía dentro de ella —su gratitud, su pasión, sus expectativas—, mientras sus cuerpos quedaban enredados.

Se quedaron así por unos momentos, temblando por el alivio, antes de desplomarse en la cama, con su cuerpo encima del de él.

Él sintió que ella le besaba el hombro y él le besó la parte superior de la cabeza. Después, se inclinó para recoger las sábanas y así evitar que ella no cogiera frío y poder abrazarla con más fuerza.

—Es de día —dijo ella, como si acabara de darse cuenta.

—Te has quedado toda la noche. ¿Qué le dijiste a tu familia?

—Estaban en la cama. Dejé una nota diciendo que estaba en casa de una amiga.

—¿Te preguntarán?

—Sí.

—¿Y tú qué dirás?

Ella suspiró, con su pecho cayendo y levantándose sobre el suyo, después se bajó de la cama para sentarse al lado de él.

Fría. La cama estaba fría y sola sin ella. Pero él sabía que tenía que darle su espacio, dejarla que se diera cuenta de las cosas a su manera y a su tiempo.

—Si me presionan —le dijo—, les daré un nombre. Quizás Rosalie, ella está completamente estresada por su relación a larga distancia —su espalda desnuda estaba delante de él.

Él engaño lo molestó. __________ (TN) era una buena persona, él lo sabía, así que necesitaba saber la razón por lo que hacía aquello.

—¿No te molesta, tener que mentirles?

—No. Sí —negó con la cabeza—. No, es su culpa que lo haga. No entran en razones.

Él había utilizado la misma excusa cuando era adolescente y cuando se fue de casa de sus padres por haber violado un estúpido toque de queda. Supuso que todo niño se sentía así alguna vez en la vida.

Pero aun así, ¿no había un momento en el que los niños crecían y enfrentaban solos los problemas?

Y antes de que se pusiera todo justiciero, ¿no era hora de enfrentarse a sus padres por lo del tema asiático? Después de todo, aquella chica que se sentaba en su cama podría ser su futura nuera.

—¿ __________ (TN) ?

Él esperó hasta que ella se dio la vuelta para mirarle.

—No quiero aplazar más todo esto. Ven a cenar a la granja. Conoce a mi familia.

Ella se columpió sobre sí misma, dándole la espalda otra vez, colocando aquel pelo como una cortina entre ellos.

—Joe, yo... —sus hombros se alzaban y caían— Hay algo bonito entre nosotros. Pero es solamente entre nosotros. Nuestras familias no tienen nada que ver.

Su espalda parecía tan fina y frágil. Él se sentó y la acarició.

—Pero quiero que mis padres y mi hermana te conozcan.

Ella inclinó la cabeza.

—Yo llevo dos vidas separadas. ¿Por qué no puedes hacerlo tú?

—Porque tú me importas y yo te importo a ti.

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Las reglas de la fantasia (joe y tu) - Página 5 Empty Re: Las reglas de la fantasia (joe y tu)

Mensaje por NanixG Mar 03 Jul 2012, 10:51 am

Ella se puso rígida bajo su mano, pero no negó sus palabras.



—¿Por qué debería mantener las cosas separadas? —preguntó él—. ¿Por qué tienes que hacerlo tú?

Su espalda se movió bajo su mano mientras suspiraba

—Mis amigas, el Cuarteto Imponente, tienen una regla cuando están de acuerdo en que no están de acuerdo. Hay temas en los que nunca llegaremos a estar de acuerdo y otros en los que no queremos pelearnos, así que simplemente llegamos al acuerdo de no discutirlos nunca más.

—A mí me suena como un escaqueo.

—Dios, Joe —se movió para mirarle—. Vas de un extremo al otro. O está bien o está mal. O se gana o se pierde. No puedes ver nada en mitad de esas cosas. ¿No te das cuenta de que yo no veo las cosas en blanco y negro, sino en tonos grises?

—¿Y eso? —preguntó cautelosamente. Vaya, Spievak tenía razón, aquella era una de esas chicas condenadamente complicadas. Y lo tenía discutiendo sobre filosofía, ambos desnudos en la cama.

—No existe el bien y el mal. Y si es así, están en conflicto permanente —debía haber visto la confusión en su cara porque negó con la cabeza impacientemente—. Vale, déjame que intente explicarlo. ¿Está bien tener respeto por los mayores en mi familia? Sí. Y siglos de sabiduría no pueden estar equivocados. Pero entonces, está mal tener prejuicios, negar a la gente porque tenga un fondo étnico diferente o sea de otro país. Quizás eso se haya hecho desde hace siglos, pero moralmente está mal.

Aquello estaba haciendo que a él empezara a dolerle la cabeza. La vida en blanco y negro era mucho más fácil.

—Ya sé a qué te refieres —admitió él—. Pero ¿podemos respetar a nuestros mayores y aun así no estar de acuerdo con ellos? ¿Podemos decirles que las cosas han cambiado? ¿Hay nuevas creencias que son mejores que las anticuadas?

—Inténtalo y cuéntame qué ha pasado —le dijo ella amargamente—. Yo solo he estado diciendo eso desde hace quince años.

Como hacía Alice a su familia. Y nunca la habían escuchado.

Le dijo a __________ (TN) la misma cosa que le había dicho a su hermana.

—Tenemos que seguir intentándolo.

—Un hombre de principios —el tono de voz decía que aquello no era un cumplido.

Él era un hombre impaciente, pero no era estúpido. Presionarla no iba a ayudar a su causa. No importaba lo fuerte que se sintiera respecto a aquello, tenía que dejarlo pasar. Temporalmente.

—Entonces —dijo suavemente—, ¿quieres desayunar algo? Tengo cereales en la despensa, o podemos salir fuera si lo prefieres. Pero tengo que estar en el parque de bomberos a las ocho.

—¿Desayuno? —sonaba algo aliviada.

Sí, él quería mucho más de ella que toda esa mierda de las vidas separadas, pero había tiempo para eso. __________ (TN) era cabezona, pero él estaba jodidamente motivado. Y odiaba perder.

Además, él sabía que a ella él le importaba. Puede que no estuviera deseando decírselo, pero no lo había negado.

Aquello iba a ser interesante.

__________ (TN) tomó una ducha rápida en la casa de Joe, pero rechazó la oferta del desayuno.

Unos bloques más lejos del de Joe, con los nervios flor de piel, ella se dio cuenta de que no podía enfrentarse aquello sola. Metió el Jeep en un aparcamiento y escribió un mensaje a sus amigas: «¡Ayuda! ¡Es una emergencia! Comida a las 12 en Las Marg».

Las Margaritas era un restaurante mejicano a unan pocas manzanas de la clínica veterinaria donde trabajaba Rosalie y __________ (TN) sintió la necesidad imperiosa de tomarse un margarita. De hecho, una jarra entera.

Entre tanto, a las ocho de la mañana, un capuchino podría valerle, así que se fue hacia Blenz hasta estar segura al que sus padres se hubieran ido al trabajo y estuviera mas o menos a salvo en casa.

De todas maneras, todavía estaban Cat, la tíay la abuela. Estaban todas sentadas en la cocina como si hubieran estado esperándola.

—¿No deberías estar en el colegio? —le preguntó a su hermana.

—Los profesores tienen una jornada de formación.

Parecía que los profesores tomaban días de desarrollo profesional al menos una vez al mes.

La abuela alcanzó la tetera, pero __________ (TN) puso una mano delante para detenerla.

—Me he tomado un café. Gracias, de todas maneras.

—¿Todo está bien con tu amiga? —preguntó la abuela.

—Todo se solucionará—dijo __________ (TN) .

—¿Cuál era el problema? —preguntó la tía.

—Simplemente... una especie de situación traumática personal.

—¿De qué amiga se trata? —insistió la tía, como por supuesto alguien estaba obligado a hacer.

No era justo. No, no quería tener que mentirles, pero todos ellos la forzaban a hacerlo.

—Rosalie.

—¿La veterinaria? —preguntó la tía.

—Sí —suspiró __________ (TN) y decidió continuar antes de que nadie más preguntara—. Está preocupada porque la universidad empieza y no sabe cómo eso va a afectar a su relación de pareja. Su novio vive en San Francisco —todo era verdad, así calmaba su conciencia.

—Ah, es mejor salir con un hombre en tu tierra —dijo la abuela.

—Ella no se ha enamorado de un hombre de su tierra—dijo repentinamente antes de poder detenerse a sí misma—. Se ha enamorado de Emmett.

—Amor —la abuela soltó un bufido como el de un dragón—. Es una locura pensar demasiado en el amor.

—Apuesto a que no fue Rosalie la de anoche —bromeaba Cat.

__________ (TN) casi había olvidado que estaba allí. Ahora, se giraba a su hermana con los ojos echando chispas.

—¿De qué estás hablando?— ¿estaba Cat rompiendo su voto no pronunciado de guardar los secretos de cada una? Además, ella no podía saber quién era Joe realmente. ¿O sí?

—Apuesto a que has pasado la noche con Martin.

—¡Claro que no!

—Por supuesto que no lo ha hecho —dijo la abuela—. Catherine, no deberías decir cosas como esas.

Cat levantó las manos en señal de rendición.

—Lo siento, lo siento, lo siento. ¡Era una broma! Estaba bromeando. ¿No tenéis ningún sentido del humor?

—No hay nada con lo que bromear —la regañó su tía—. __________ (TN) es una buena chica.

No, no lo soy. Y estoy loca fingiendo serlo. Soy una mujer con derecho a vivir mi vida como me venga en gana.

Pero, si les contaba la verdad, se quedarían destrozados. Furiosos. Heridos.

Le estarían echando sermones implacables. Harían de su vida un infierno hasta que finalmente entrara en razón.

Y dejaría a Joe.

Su corazón dio una sacudida exasperante.

Mierda. Si tenía sentimientos fuertes por aquel hombre, quizás debería simplemente dejarlo. Antes de que se implicara más de lo que ya estaba.

Tres caras femeninas la miraban, preguntándole demasiado. Preguntándole más de lo que ella podía responder.

—Tengo que trabajar en un artículo —dijo bruscamente.

__________ (TN) fue la primera en llegar a Las Margaritas y rápidamente cogió una de las mesas de la terraza y pidió un margarita. Ann había mandado un mensaje para decir que no podría llegar antes de la una y __________ (TN) había estado impaciente toda la mañana.

Rina llegó unos minutos más tarde y rechazó una bebida.

—Tengo ensayo esta tarde. ¿Qué pasa, Bel? ¿Estás bien?

—Estoy bien, solo necesito... —se detuvo, sin estar completamente segura de qué era lo que necesitaba. ¿Consejo? ¿O simplemente un abrazo? Parecía como si las únicas personas en las que podía confiar plenamente fueran aquellas tres mujeres. Era extraño, cómo las cuatro eran tan diferentes y como tenían lazos tan fuertes, más que con otras chicas.

Rosalie vino corriendo.

—¿Qué pasa?

—¿Margarita? —preguntó __________ (TN) .

—Por supuesto que no, es un día laborable.

Ann fue la siguiente en llegar.

—¿No podemos tener una comida de emergencia en el centro de la ciudad? Es imposible coger un taxi a estas horas del día.

—¿Quieres una copa? —sugirió __________ (TN) , sosteniendo el vaso de margarita tentadoramente en su mano.

Ann lo miró.

—Sí, qué demonios. Voy a tomar uno.

—Pero estás trabajando —le dijo Rosalie.

—Y un margarita no va a invalidar mi juicio, o hacer perder mis inhibiciones, o ninguna otra jodida cosa.

—¿Cómo? —dijo __________ (TN) —. Pensaba que yo era la que había pedido esta comida de emergencia.

—Así es —dijo Ann—. David está todavía casado, no voy a follármelo, aunque esté enormemente tentada, y esa es la historia de mi vida —alcanzó su margarita recién traído, tomó un largo trago y cerró los ojos—. Oh, sí, qué bueno está. —Abrió los ojos de nuevo, y le dijo a la camarera—: Un plato de nachos para compartir, por favor —después se giró hacia __________ (TN) -—. ¿Por qué estamos aquí?

__________ (TN) tragó saliva.

—¿Estás segura de que te encuentras bien?

—Excelente —dijo Ann en un tono que parecía de todo menos eso.

—Eh, vale entonces — __________ (TN) dio un trago a su propia bebida.

—¿Habéis hecho Joe y tú lo de la fantasía del sexo de casados? —probó Rosalie.

—No —dijo ella rápidamente. Entonces... vale, aquella era la verdad que había estado intentando evitar—. Quizás. Algo así. No como él había dicho, pero...

—¿Bel? —dijo Rina, poniendo la mano sobre el hombro de __________ (TN) .

—Da un paso hacia atrás —dijo Ann—. Tranquilízate y cuéntanos lo que ha pasado.

—Cuando telefoneé para asegurarme de que había salido del trabajo, no respondió, y cuando finalmente lo hizo canceló la cita y me dijo que había tenido un día de mierda. Y era verdad, podía oírlo en su voz.

—¿Y entonces... ? —instigó Rosalie.

—Fui a su casa para ver si podía ayudarle en algo.

Rina sonrió.

—Por supuesto que lo hiciste. Eres una buena amiga. Apuesto a que estaba contento de verte.

—Al principio no estaba muy segura. Estaba comportándose como un machote, ya sabéis, cuando un hombre no admite que tiene un problema.

Las otras asintieron con complicidad.

—Pero al final, quiso hablar sobre lo que había pasado y lo hicimos y fue... duro —su voz tembló en la última palabra pero se recuperó en seguida. Les contó a las chicas todo lo del niño fallecido y cómo había sido de difícil para Joe y los otros bomberos afrontar la situación.

—Dios mío —dijo Ann suavemente—. Su trabajo hace que el nuestro sea insignificante, ¿verdad?

__________ (TN) asintió.

—¿Puedes imaginar lo fuerte que ha de ser una persona para tratar con cosas como esa y continuar con su labor día a día ?

—También tiene que ser estresante para las novias y las mujeres —dijo Rosalie.

__________ (TN) asintió de nuevo.

—Especialmente porque realmente no puedes hacer nada. Simplemente estar ahí y escuchar.

—Pero esa es la cosa más importante que puede hacerse —dijo Rina—. Eso es lo que nosotras hacemos la una por la otra. Esa es la razón por la que estamos aquí ahora.

__________ (TN) empezó a sonreír.

—Sí. Gracias. Gracias por el consuelo.

Su camarera llegó con los nachos y __________ (TN) cogió uno grande lleno de queso y lo enterró en la salsa.

—Un margarita y tres buenas amigas. Ya me siento mucho mejor.

—¿Mejor sobre qué? —dijo Ann—. ¿Estás estresada por la historia de Joe? ¿Por su trabajo? ¿Por el hecho de que tenga que lidiar con cosas horribles?

—No —la palabra salió tan rápidamente que __________ (TN) tuvo que detenerse y examinar lo que había dicho. ¿Podría ella soportar escuchar más historias como la que había escuchado la noche anterior? ¿Ver cómo Joe lloraba y cómo ella misma lloraba?

Joder, sí. Eso era lo que se hacía cuando alguien te importaba. Y si él era lo bastante fuerte para salir ahí fuera e intentar salvar la vida de la gente, ella era lo bastante fuerte para oírlo.

—Es Joe —dijo ella suavemente—. Está siendo insidioso.

Las otras tres intercambiaron miradas.

Rosalie dijo: —Vale, yo pregunto. ¿A qué te refieres con eso?

—Se acerca a mí sigilosamente —cuando todas fruncieron el ceño, ella hizo señales con la mano—. No, no físicamente. Emocionalmente. Cuando lo conocí pensé en «sexo con un bombón», y después llegaron las Reglas de la Fantasía, pero él parece que quiere que esto sea una relación de pareja y... —suspiró dulcemente—, puede que yo también lo quiera.

Rosalie le acarició la mano.

—Ah, __________ (TN) . Lo veíamos venir. Finalmente has conocido a un hombre que te importa.

__________ (TN) soltó la mano de Rosalie, y apretó su cabeza fuertemente con ambas manos.

—¡Jodér!

—Y estás preocupada por tu familia —dijo Rina.

Con las manos todavía sujetando su cabeza, __________ (TN) asintió con determinación.

—No quieres enfrentarte a ellos —dijo Ann—. Es difícil ir en contra de unos padres.

—Ese es un gran paso para ti —dijo Rina—: dejar que te importe. Admitir que lo haces. Quizás sea lo suficiente por ahora.

__________ (TN) la miró con los ojos entrecerrados.

—¿Qué quieres decir?

—Mantén tu vida secreta un poco más de tiempo. Deja que las cosas con Joe avancen y si se vuelve sería la cosa, entonces tendrás que enfrentarte a tu familia.

—Eso es lo que yo creo —dijo __________ (TN) , finalmente quitándose las manos de la cabeza—, pero Joe quiere que vaya a cenar a casa de sus padres.

—Pues hazlo —dijo Rosalie.

—Él también quiere conocer a mi familia. Creo quo está ofendido, herido, porque yo no quiero presentarles a mis padres.

—Hazle entender la situación —dijo Rina—. No es que estés renegando de él, o diciendo que no es lo suficientemente bueno, simplemente tienes que solucionar un montón de cosas antes.

—Tiene problemas para entender eso. Para él las cosas son tan sencillas... Él dice que si yo le gusto debe llevarme a casa y su familia deberá entonces aceptarme también —sonrió un poco—. Son unos alemanes anticuados.

—Suena como una reunión interesante —dijo Rosalie, con los ojos brillándole—. Creo que es realmente considerado que quiera llevarte a casa para que conozcas a los suyos.

Supongo que yo no soy «considerada» porque no quiero llevarlo a casa a que conozca a los míos.

—Estoy de acuerdo con él —continuó Rosalie—. Sí, sus padres lo quieren, deben confiar en su juicio, desear que sea feliz y aceptar la elección que él haga.

__________ (TN) bebió el último trago de margarita.

—Quizás sea así como tiene que funcionar, pero no pasa de esa manera en mi familia. No estoy segura que lo haga en esto —irónicamente pensó que las dos familias tenían un montón en común, incluyendo el hecho de que se odiarían a primera vista.

—Conóceles y averígualo —dijo Ann—. ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Crees que va a darte una patada en el culo si su familia no te acepta?

__________ (TN) lo consideró y después negó con la cabeza.

—Tiene unos principios muy fuertes. Pero no quiero causarle problemas entre sus padres y él.

—No vas a causar el problema —dijo Ann—. Esos temas son cosa de ellos y todavía existen cosas así. Que Joe salga contigo puede que no sea un tema muy fácil, pero son cosas que su familia y él tienen que solucionar.

—Y si Joe y tú llegáis a tener algo realmente serio —dijo Rosalie—, tú también tendrás que solucionar los problemas con tu familia.

—Mierda —siempre todo conducía a lo mismo.

—Estoy de acuerdo —dijo Rina—, y sabes que siempre he entendido completamente lo que pasa en tu familia. De acuerdo, la idea es espeluznante y horrible, pero la cuestión es que ¿te ves a ti misma descartando a un hombre que te importa, pero que no encaja con las nociones anticuadas de tu gente?

Aquella mañana, más temprano, __________ (TN) había estado pensando en que probablemente tuviera que hacer esas cosas. Ahora, lentamente, negó con la cabeza. De todas maneras, no podía ver lo de sus padres dando la bienvenida a Joe a la familia.

—Me siento tan rota.

—¿Puedes hacer lo que he sugerido y posponer esa situación? —preguntó Rina.

—Un tiempo. Después de todo, Joe y yo solo estamos al principio de una relación.

—La palabra R —dijo Ann—. Has utilizado la palabra R.

—Oh, mierda — __________ (TN) enterró la cara en sus manos pero a pesar de todos los problemas, sentía cómo el calor surgía en alguna parte de su corazón—. Se me ha escapado.

—Un lapsus —dijo Rosalie—. Pero Joe suena como un hombre con determinación. ¿Serás realmente capaz de quitarte de encima todo el rollo familiar?

—Quizás. Si hago que las fantasías sean lo suficientemente excitantes.

Una sesión de fotos con Míster Febrero merecía una cámara de fotos más elegante que su pequeña digital multiusos, con la que __________ (TN) normalmente trabajaba. Había negociado con una caja de su último obsequio, los chocolates Bad Girl, como préstamo del equipo de una de las fotógrafas del Straight. Un trípode, luz y una cámara buena daría el toque perfecto: ella era la fotógrafa, y su modelo guapetón tendría que hacer todo lo que ella le pidiera.

Al menos, si él se metía dentro, no estaría tan depresivo por el asunto del niño que había muerto. Pero Joe parecía muy resistente.

Habían hablado el día anterior sobre el artículo del Straight que acababa de salir. Él se había quejado otra vez por aparecer en la portada, pero había tenido que admitir que el artículo era bueno.

Después, ese día, cuando ella había llamado para confirmar la hora de su cita, había estado optimista por un hombre que se había pasado por el parque de bomberos aquella tarde. El hombre había traído dulces de azúcar y les había dado las gracias por haber salvado la vida de su mujer que estaba en un coma diabético. Joe dijo que los bomberos habían insistido para que él se sentara y comiera los dulces con ellos, porque después de todo, no podía hacerlo en casa, delante de su mujer.

Cuando __________ (TN) se apresuró a entrar en el apartamento de Joe el viernes por la noche, actuando como si aquello fuera puro negocio, y ni siquiera lo conocía, comprobó el aspecto de su cara. Sí, estaba sonriendo. Era una buena señal.

—Quítate la ropa —le ordenó ella mientras preparaba el equipo.

—¿Perdona?

Vaya, él estaba realmente atractivo aquella noche, con unos pantalones vaqueros de botones y una camiseta blanca lisa que mostraba su musculado cuerpo. Aquel hombre la tentaba a hacer todo tipo de cosas. Como abrazarle y besarle. O al menos, echarle unas cuantas fotos de aquella manera. Pero no era la fantasía que ella había planeado y ella era fiel a su guión.

Ella le frunció el ceño.

—¿Eres el señor Cullen, verdad? ¿Míster Febrero?

Él intensificó la sonrisa mientras se ponía en el escenario.

—¿Y tú eres la señorita Swan, la fotógrafa del Straight?

Para esa fantasía, ella había decidido vestirse con un look de trabajo: pantalones de algodón de color beige, por lo que podía ponerse en el suelo sin dificultad y una camiseta ajustada blanca. Se había retirado el pelo de la cara y lo había sujetado con unas horquillas. Gesticulaba a la tonelada de equipo que había descargado.

—Eso es, chico del calendario.

Él soltó un resoplido de risa y después, tensó la cara y la miró con el ceño fruncido.

—¿Y quieres que me quite la ropa? Nadie me había dicho que esto iba a ser una sesión de fotos de desnudo. Creo que tengo que llamar a mi agente.

—No te pongas nervioso —le dijo ella, intentando no reírse—. No es una sesión de fotos de desnudo.

A Joe se le daba genial lo de las fantasías. De hecho, si hubiera tenido que fantasear con un amante de fantasías sexuales, no habría podido soñar con alguien mejor que aquel hombre.

Especialmente, después de la última noche que habían pasado juntos. Ahora ella sentía como si hubiera un nivel completamente diferente entre los dos. Algo bajo la superficie que le daba el sexo, diversión con cierta profundidad. Él era su modelo de calendario de fantasía y sin embargo, era un hombre que podía llorar desconsoladamente por la muerte sin sentido de un chico. Justo hasta el momento en el que él había empezado a presionarla con el tema de la familia, había sido perfecto.

Alcanzó su mochila y sacó una caja blanca que le ofreció.

Él la giró y pudo ver el logotipo de Bad Girl.

—¿Chocolate?

¡Aja! Ahora ella lo tenía. Había arqueado la ceja con incredulidad.

—Me los he comido todos —le dijo __________ (TN) —. ¿Lo que hay ahí es tu uniforme?

—Oh, mierda, será mejor que esta caja no lleve ninguna tanga dentro —miró dentro con ansiedad—. Realmente creo que debería llamar a mi agente.

—Dios, nadie me ha dicho que ibas a ir de estrella —intentó que su expresión fuera seria—. No es una tanga. Ábrela.

Ella ya tenía su cámara de fotos prestada y tomó una serie de fotos rápidas grabando su reacción cuando sacaba los bóxers que ella había metido en la caja. No eran de seda roja, como ella había planeado, sino unos de seda negra con corazones rojos. Y no simplemente corazones rojos. Aquellos estaban en llamas, que se desprendían de ellos. En el momento en el que ella se había dado cuenta de que eran calzoncillos con corazones incendiados, supo que serían perfectos para su excitante bombero.

Joe los estaba sosteniendo en la mano, y la expresión le decía que no estaba muy seguro de si reírse o echarse a llorar.

—Quítate la ropa —le repitió ella su inicial petición—. Si eres vergonzoso, puedes utilizar el cuarto de baño. Pero confía en mí, no voy a ver nada que no haya visto antes.

Él la miró un instante y después, un brillo resplandeció en sus ojos verdes tentadores.

—Mientras que no te sientas ofendida... —metió los dedos a ambos lados de la cintura de la camiseta, y empezó a levantársela. Lentamente. Revelando un centímetro de su piel curtida y bronceada. Otro centímetro más.

Ella quería darse la vuelta, fingiendo indiferencia, colocando el trípode. En lugar de eso, se había quedado allí mirando, con la boca seca. Claro que ya lo había visto desnudo, pero había alguna razón exótica en la manera en la que los bailarines se desnudaban lentamente más que salir ya desnudos al escenario. El anticipo agudiza el apetito.

Obviamente, aquella idea rondaba también la cabeza de Joe y estaba intentando torturarla mientras la excitaba. Delicioso centímetro a centímetro.

La camiseta casi había alcanzado los pezones, los rizos morenos del pelo del pecho hicieron que le picaran los dedos y que sus propios pezones se irguieran y...

Él se paró.

—¿Qué pasa? —su voz salió casi ahogada, por lo que se aclaró la garganta y dijo repentinamente—: ¿Estás seguro de que no te da vergüenza? La verdad es que te estás tomando tu tiempo para hacer esto.

Había dejado la camiseta caer.

—Creo que no estaría mal poner algo de música. Me ayuda a relajarme. Es la primera vez que voy a hacer una sesión de fotos.

Estaba tramando algo, aquel amante de fantasía de __________ (TN) . Ella puso los ojos en blanco, representando su papel, intentando no reflejar que aquello la estaba afectando.

—Bien. Si necesitas algo que te ayude a relajarte, adelante.

—¿Tienes alguna preferencia?

Oh, no, había empezado a llevar a cabo su jugueteo y podía interpretarlo perfectamente.

—Cualquier cosa con la que te relajes mejor —le dijo ella sugerentemente, preguntándose qué música elegiría— y mientras te decides, lo prepararé todo para el reportaje.

Mientras él jugueteaba con su sistema de espectáculo, ella colocó el trípode y el foco. En los primeros acordes de la música, ella ajustó la luz y encajó la cámara de fotos en el trípode.

Era otra vez un saxofón, el tipo de música que había utilizado para su fantasía del bailarín. Y por supuesto, el recuerdo de la manera en la que ambos habían danzado bajo la luz azul, cómo él la había sujetado y habían hecho el amor al ritmo de la música, hizo que la sangre le hirviera.

Él empezó otra vez con la camiseta. La levantó, después un poco más, con unos movimientos lentos, vagos, sensuales, coordinados con aquella música sexy. Ella no había imaginado un espectáculo de striptease dentro de la visión de su fantasía, pero qué demonios, una visión podía verse mejorada.

Cuando la camiseta descubrió sus pezones, ella vio que estaban tersos y erguidos. Como estaban los suyos, un hecho que probablemente él suponía, pero al menos la camiseta de algodón hacía que él no estuviera seguro del todo.

Su mirada se dirigió rápidamente hacia abajo, comprobando sus pantalones. ¡Oh, vaya! Parecía como si fuera desnudo bajo aquel tejido vaquero. Su erección estaba a punto de escapar, y a ella le picaban las manos por desabrochar aquellos botones y liberarla.

—¿Preparándote para tu primer plano? —bromeó ella, con la voz ronca.

Él no respondió, simplemente levantó la camiseta que cubrió su cabeza y desnudó su torso cubierto de seis paquetes esculpidos. Para mantener sus dedos impacientes ocupados, echó unas cuantas fotos y después volvió a hacerlo mientras aparecía su cara y tiraba la camiseta a un lado. Solo estaba a quince centímetros de ella, pero esta podía ver cómo su piel resplandecía del sudor.

Ella también estaba excitada. Le hubiera encantado quitarse su camiseta, desnudarse hasta revelar su sujetador de encaje, pero aquello no cuadraba con su idea de una fotógrafa profesional.

—Eh —dijo suavemente—, ¿qué pasa con las fotos? Pensaba que me querías en bóxers.

—Estás tomándote tanto tiempo, que supuse que podría echar una o dos fotos mientras lo hacías —le destelló con una brillante sonrisa—. No quiero quedarme dormida mientras estoy esperando.

Él le dedicó una sonrisa igualmente juguetona.

—Lo siento si estoy aburriéndote.

—Supongo que puedo soportarlo un minuto o dos más —gesticuló hacia la parte de abajo con su cabeza—. ¿Vas a quitarte los pantalones pronto?

Sus manos encontraron el botón de la cintura. Se entretuvo con él. Entonces con un rápido movimiento lo abrió. Sus dedos se dirigieron hacia el siguiente botón y todavía estaba moviéndose al compás de aquella música, simplemente con un movimiento lento y de caderas. Las caderas de __________ (TN) también empezaron a moverse por sí solas, mientras un dolor hambriento crecía entre sus piernas.

Ella echó otra foto mientras él se desabrochaba el último botón. Si hubiera dominado completamente su elegante cámara, hubiera podido vender las fotos perfectamente. No es que ella quisiera compartir el cuerpo de Joe con el resto del mundo. Aquello estaba más en la línea de una colección muy privada.

Él metió las manos dentro de la cinturilla del pantalón y empezó a deslizarlo por sus esbeltas caderas, y ella se olvidó de la colección de fotos y de todo lo que le rodeaba excepto... de aquel... momento.

Cuando se había bajado los pantalones, ella pudo verlo correctamente. No llevaba ropa interior. Solamente piel desnuda. Caderas, vientre y una verga dura sobresaliendo hacia arriba.

Su cuerpo estaba ofreciendo un argumento convincente para que ella dejara a un lado la fantasía y fuera a empalarse ella misma. Pero no, realmente le apetecía representar aquella. Y entonces, siguió echando fotos.

—Pensaba que dijiste que no era una sesión de fotos de desnudo.

Ella se alejó de la cámara de fotos.

—¿Quieres llamar a tu agente? ¿Ahora mismo?

—Quizás no ahora mismo —él estaba allí de pie, no parecía ni lo más mínimo consciente. ¿Cómo podía él ignorar la erección que la hacía salivar?

Él estaba metido totalmente en la fantasía. Su plan había sido que él se pusiera los bóxers que ella echara fotos mientras los dos se excitaban. Pero ahora ella estaba preparada para gritar que lo deseaba y los bóxers estaban tirados donde él los había arrojado, sobre la mesa del café. Sin utilizar.

No, aquella no era la manera en la que iba terminar. No si a ella le quedaba algo de autocontrol en el cuerpo.

Ella asintió hacia los calzoncillos.

—Tu disfraz, chico de calendario.

Él miró hacia el pequeño montón de seda, pareciendo tan entusiasmado como si estuviera mirando un montón de caca de perro.

—¿Realmente vas a hacer que me ponga eso?

—Esa es la fantasía —le dijo ella— y es mi turno, mi fantasía. Tú tuviste ya tu geisha. Geisha con disfraz.

Él gruñó.

—Te gustó Flor de Cerezo—le recordó ella—, incluso yo fingí ser japonesa. Así que, me debes una.

—Llevan corazones rojos —le dijo él.

—Concéntrate en las llamas, no en los corazones.

Otro gruñido. Con cautela, los cogió.

—Simplemente podemos tener sexo ahora —le dijo esperanzado—. Estoy preparado. En caso de que no te hayas dado cuenta.

—Bueno, yo no lo estoy —y aquello no era una mentira. Puede que su cuerpo estuviera gritando por satisfacción, pero ella realmente, realmente deseaba verle con aquellos bóxers—. Deja de andarte con rodeos y póntelos —ella sacó la cámara del trípode y se puso la cinta alrededor del cuello.

Con un suspiro exagerado, él se puso los calzoncillos y se los subió, encajando la cinturilla en la parte baja de sus caderas.

Modelo de portada. Para un catálogo de ropa interior masculina. O una revista de fantasía erótica femenina, si tal cosa existía. Si no había, estaba segura de que debería haberlo. Era casi una pena que ella fuera la única mujer que pudiera ver una imagen como esa.

Casi.

Pero estaba loca si iba a dejar que otra chica se excitara como lo hacía ella, babeando por Joe. Quizás se acostara en su cama con sus fotos, tocándose entre las piernas e imaginando los dedos de él. Como __________ (TN) estaba a punto de hacer en aquel momento, su vulva necesitaba ser tocada.

—¿Qué quieres que haga? —le preguntó.

—Siente la seda —le murmuró ella—. Escucha la música. Cierra los ojos, si eso te ayuda a relajarte.

—¿Relajarme? —le dijo él, sin estar muy seguro de que aquello fuera posible.

—Soy la única que está aquí—le dijo ella—. Estás solo con una fotógrafa y su cámara, y la fotógrafa piensa que estás genial. Tan genial, que se está excitando solo observándote. Pero ella tiene que ignorar esos sentimientos porque este es su trabajo y necesita echar las fotos.

—Entonces, la fotógrafa me mira como profesional, ¿pero también se excita como mujer?

—Exactamente.

—Pero ella se está escondiendo tras la cámara de fotos y no deja que la mujer salga fuera y juegue.

—¿Escondiéndose? —ella pensó en eso—. No, simplemente se siente indiferente. Es una mirona. Observar puede ser realmente excitante. Y la cámara refleja lo que la fotógrafa ve, así que cuanto más sexy te vea, mejores serán las fotos.

—¿Observar a través de la lente de una cámara te excita? —sus palabras parecían escépticas, pero su pene sobresaliendo parecía decir que el concepto estaba sencillamente bien.

—Oh, sí. Bajo mi ropa de trabajo, mi cuerpo se está calentando, dilatando. Humedeciendo.

Y lo estaba haciendo. Todo eso y más. Hablando de aquella manera, con él semidesnudo y tan atractivo, se sentía increíblemente sexy.

—¿Húmeda? —su voz sonaba ronca.

Ella le sonrió.

—De acuerdo, continuemos. Concéntrate en la música que has elegido, deja que se sumerja dentro de ti. Muévete, disfruta del deslizamiento y la transparencia de la seda en tu piel. Piensa en mí y en la cámara, observa el molde de tela adhiriéndose a tu firme trasero, delineando esa preciosa verga. No puedo mirar una verga sin desearla. Las fotos van a reflejar eso.

—¿Moverme?

—Anda, inclínate, flexiona algún músculo. No quiero que hagas posturas formales. Prefiero que estés natural
.
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Las reglas de la fantasia (joe y tu) - Página 5 Empty Re: Las reglas de la fantasia (joe y tu)

Mensaje por NanixG Mar 03 Jul 2012, 10:52 am

Ella sabía que Joe era así. En el fondo, había una gran parte de él que se sentía bailarín, stripper, artista.



Él empezó a moverse, consciente de sí mismo al principio. Ella levantó la cámara y empezó a disparar, moviéndose alrededor de él, trabajando con la sombra y la luz, capturando el brillo del sudor sobre su morena piel. Y mientras ella lo hacía, él pudo ver que su parte artista salía a la luz. Él empezó a jugar con ella y con la cámara de fotos, haciendo posturas sexys para ella.

Aquello era duro. Ella estaba tan emocionada que no sabía si seguir capturando las imágenes o simplemente entregarse a él, dejar a un lado la cámara y agarrar aquellos fabulosos músculos.

—¿Es esto lo que quieres?—le preguntó él—quiero decir, ¿está funcionando así? ¿Es excitante?

Ella se arrodillo frente a él, echando una foto.

—Oh, sí. ¿Qué me dices de ti?

—¿No puedes decirlo por ti misma? —se detuvo, frunció el ceño un poco— es raro. Como si estuviera intentando seducirte, pero a través de una cámara de fotos.

—Está funcionando —le dijo ella— es simplemente una especie de juego preliminar diferente.

Él asintió lentamente, empezando a sonreír.

—Juegos preliminares sin caricias. Sí, ya lo pillo.

—¿Entonces, no te importa demasiado mi fantasía? —bromeó ella.

—De acuerdo, es divertida. Aunque quizás haya más juegos preliminares de los necesarios —le sonrió— pero es excitante, interpretar papeles como si fuéramos dos extraños, y no lo somos. Como, con lo de la geisha, si otra chica hubiera hecho de Flor de Cerezo, no hubiera sido tan sexy.

Ella se sintió halagada.

—No lo había visto de esa manera, pero tienes razón. Otra cosa es, que no me sentiría cómoda con un extraño. Contigo, puedo representar mis fantasías más salvajes aún sabiendo que no te sentirás ofendido.

Él le sonrió, mirando hacia abajo, donde ella todavía estaba arrodillada en el suelo.

—¿Hemos hecho ya la más salvaje?

Ella rió entre dientes.

—Lo dudo. De alguna manera, contigo, sigo encontrando más y más fantasías.

—Eso es bueno. Entonces, ¿dejamos a un lado los preliminares? ¿Qué quieres que haga ahora?

Ella tomó una profunda bocanada de aire, volviendo a la fantasía.

—Date la vuelta, camina hacia el cuarto de baño. Párate ahí, pon un brazo agarrando el marco de la puerta. Sí, eso es —decía ella mientras él obedecía, con los músculos ondeando en su espalda— ahora gírate hacia el otro lado y haz lo mismo. Ahora apóyate de espaldas, como arrastrándote contra el marco. Vaya, es perfecto. De acuerdo, anda hacia mí. Despacio.

—Sólo para ti.

—Este podría ser el principio de una maravillosa carrera como modelo.

—En tus sueños.

—¿Nada de pasarelas en tu futuro? —le murmuró mientras él andaba pavoneándose hacia ella.

—Es un término loco —meditó— me pregunto de dónde habrá salido.

—No lo sé. ¿Andando de manera estrecha, equilibrándote como un gato, con tacones altos y ropa elegante? ¿Esas mujeres de pasarela, arrogantes y apartadas?

—Sí. Puedo imaginar cómo estoy entre el público, observándolas. Tan distantes e inaccesibles. Maniquís, no mujeres reales —él dejó de moverse, mirando hacia el vacío— pero entonces, hay una que es diferente. Quizás pueda atraer su atención, conectamos. Puedo verlo en su cara. Ese segundo dejo de ser un extraño anónimo y empiezo a ser un hombre para ella. Un hombre por el que se siente atraída.

—¡Vaya! — __________ (TN) estaba totalmente en aquella escena con él, siendo la mujer. Sintiendo el calor sexual del momento.

Se miraron y juntos dijeron:

—La fantasía de la pasarela.

—Oh, sí—suspiró ella—puedes tener esa. Definitivamente puedo utilizar alta moda, un peinado con estilo, montón de maquillaje. Pareciendo inaccesible y misteriosa.

—Ponla en la lista.

—Estás siendo tan bueno con eso.

—Tengo una profesora excelente —dejó los dedos colgando en la cinturilla de sus bóxers— ¿hacia dónde vamos ahora? Ya que estoy más... relajado e interesado en continuar con los preliminares, puedes convencerme de considerar una sesión desnuda —se bajó los calzoncillos unos centímetros para revelar la brillante cabeza de su pene.

Joder. Ella recorría sus labios con la lengua, deseaba probarle. ¿Podrían sus nervios excitados aguantar más tortura? Desesperadamente necesitaba tocar, saborear, quitarle los bóxers, sentirle dentro de ella. Y sin embargo, tomar fotos desnudas de él era tan apetecible...

—Otra fantasía —dijo ella— otra noche. Sesión de fotos con el modelo de póster.

—Esa puede funcionar para los dos —le dijo él, considerándolo— yo sé cómo utilizar bien una cámara.

Cada célula de su cuerpo se estremecía con la idea de que él la fotografiara desnuda.

—De acuerdo —apenas podía hablar— está en la lista.

—Esa lista se está haciendo muy larga. Pero tengo una pregunta.

—¿Cuál es?

—¿Terminan todas las fantasías en sexo?

—Por supuesto. Eso es definitivamente parte de las Reglas de la Fantasía. Unos preliminares que llevan a un sexo increíble.

—Entonces, ¿qué pasa con esta? ¿Qué ocurre después de todos los preliminares fotográficos? ¿Está la fotógrafa tan vencida por la lujuria que salta encima del modelo?

Él le estaba leyendo la mente o quizás el rubor de su excitación en las mejillas. Dejó a un lado la cámara de fotos y le dedicó una mirada nivelada.

—No, es una profesional. Nunca haría eso. Pero si el modelo está tan vencido por la lujuria, puede venir hacia ella... —se detuvo sugerentemente.

—Oh, sí —caminó hacia ella—. ¡Ya era hora!

—Eh, tú también te estás divirtiendo —bromeó ella.

Él se detuvo a solo unos centímetros de ella, por lo que sus cuerpos estaban casi tocándose, pero no lo suficiente. El aire entre ellos era caliente y húmedo, salado y exótico, cargado de sexo. __________ (TN) se dio cuenta de que su cuerpo estaba temblándole, justo una contorsión fina de los nervios bajo su piel.

Ella esperaba que él aplastara su cuerpo contra el suyo, pero en lugar de eso se movió detrás de ella y le soltó el pelo.

Mientras olas de cabello caían, él volvió a ponerse delante de ella.

—¿Divertido? Sí, siempre me lo paso bien contigo, __________ (TN) . Y sí, el anticipo es bueno. La conversación también. Me gusta todo eso.

Cuando se habían encontrado la primera vez, el sexo había sido duro y rápido. Ahora, era mucho más que eso. Todo bueno. Muy bueno.

—Yo también —dijo ella suavemente.

Él alcanzó a desabrochar el botón de su camiseta.

—¿Tienes idea de lo sexys que son estos botones?

Sus dedos rozaron su piel y su respiración se aceleró.

—Me pasa lo mismo con los de tus pantalones. Llévalos otra vez algún día y deja que te los desabroche.

Él empezó a trabajar el siguiente botón, pero entonces, algo dio un sonido melódico y se detuvo.

Otro sonido.

—Mierda —dijo __________ (TN) —. Es mi móvil. He debido de olvidar apagarlo.

—No le hagas caso —empezó con el otro botón.

Normalmente lo hubiera hecho, pero por alguna razón aquel sonido le parecía de mal agüero. Como si estuviera diciendo «te arrepentirás si no lo coges».

Ella gruñó.

—Solo un segundo —le dijo a Joe mientras buscaba en su mochila.

El número entrante era el del teléfono móvil de su madre. ¿Teléfono móvil? ¿A aquellas horas de la noche? ¿Por qué razón no había utilizado el número de su casa? Aquello no le daba buena espina.

__________ (TN) abrió el teléfono y dijo:

—¿Qué pasa?

—Oh, __________ (TN) , estoy tan feliz de hablar contigo —la voz calmada que su madre normalmente desprendía se había vuelto frenética.

Los nervios de __________ (TN) , previamente moviéndose agitados por la tensión sexual, consumían lágrimas de pánico.

—¿Qué ha pasado? —preguntó.

—Es Cat —hubo interferencias y __________ (TN) perdió unas palabras y después escuchó—: La traían en coche desde la biblioteca y... —se cortó otra vez.

—¿Qué? —gritó __________ (TN) en el teléfono—. ¡No puedo oírte!

—Hospital —dijo la madre de __________ (TN) .

—¿Cat está en el hospital? ¿En qué hospital?

—En el Vancouver General. Estamos de camino a... quirófano.

—¿Cat está en el quirófano? ¿Cómo de grave?

—... en la espalda.

—Nos vemos allí — __________ (TN) cerró el teléfono, con las manos temblando. Agitadamente miró alrededor de la habitación. Las llaves del coche. ¿Dónde? Se agachó y buscó en su mochila, después la volcó, desparramándolo todo hasta que las encontró.

Dos manos la agarraron de los hombros y ella miró hacia arriba. Su visión era nublada, pero vio cómo Joe se había puesto los vaqueros y la camiseta.

—¿Tu hermana ha tenido un accidente y está en el hospital? —preguntó.

—En el Vancouver General. Tengo que irme.

Él cogió las llaves de su mano.

—Estás nerviosa, __________ (TN) . Estás llorando. No es seguro que conduzcas. Yo te llevaré.

Llevaba razón. Tenía las mejillas cubiertas de lágrimas y ella ni siquiera se había dado cuenta. De repente, no se sintió tan fuerte y no tenía nada de orgullo.

—Sí, por favor —se levantó.

—Arréglate la camiseta —le dijo él— y ponte los zapatos.

Mientras se apresuraba en obedecer, él arregló el jaleo del suelo y volvió a meterlo todo en su mochila. En la puerta, se puso un par de sandalias y ambos bajaron corriendo por las escaleras.

—¿Dónde está tu coche? —le preguntó él.

—A tres bloques de aquí. No pude aparcar más cerca.

Al nivel del suelo, él la cogió de la mano y la llevó por otro tramo de escalones.

—Cogeremos el mío.

Abrió la puerta del copiloto de su camión de bomberos y casi la arroja hacia el asiento, después corrió al otro lado al asiento del conductor y pronto estaban saliendo del parking y metiéndose en la carretera.

—Conduce más deprisa —le apresuró ella.

—No necesitamos más accidentes —le dijo con determinación, pero se saltó un par de semáforos en ámbar.

__________ (TN) localizó el teléfono en la mochila y marcó el número de su madre.

—Dime lo que ha pasado.

—Cat y Emily estaban en la biblioteca, investigando para un proyecto del instituto —esta vez la señal era mejor y __________ (TN) podía oír cada palabra—. El padre de Emily las recogió y las estaba llevando a casa, por Hastings, cuando un coche les embistió.

—¿Un coche embistió el suyo? —vaciló su voz.

Joe la miró y ella se encontró con su mirada, sabiendo que ambos se acordaban del accidente del que habían hablado la noche anterior. Aquel en el que habían intentado sacar al niño del coche pero había muerto. __________ (TN) tuvo que tragar saliva antes de volver a hablar.

—¿Cómo ha sido de grave? ¿Dijiste que era la espalda de Cat? ¿Y está en el quirófano?

—No, no, no está en el quirófano. Todavía no. Están haciendo pruebas para ver si hay un daño en la columna vertebral, si necesitará operación.

—Dios —columna vertebral. Operación de espalda. Cat podría acabar parapléjica. Cuadripléjica—. Joder, joder, joder.

—¡ __________ (TN) !

—Lo siento, mamá.

—Está bien. Todos estamos nerviosos.

__________ (TN) era vagamente consciente de que el camión de Joe pasaba como una bala al lado de un coche que conducía despacio por la Cambie Street Bridge.

—¿Estás en el hospital? —le preguntó a su madre.

—Sí, acabamos de llegar. Tu padre está intentando averiguar qué ha pasado.

—¿Qué hay de Emily y su padre?

—El señor Chang está bien, fue la parte del copiloto en la que se estrelló el coche. No sé nada de Emily.

—Dios —dos chicas de catorce años—. Estoy en Cambie Street Bridge. Pronto estaré ahí.

—¡ __________ (TN) ! ¿No estarás conduciendo y hablando por el teléfono móvil? Te cuelgo ahora mismo. No quiero que haya otro accidente en la familia.

—Espera, mamá, ¿dónde tengo que ir cuando...? —se giró hacia Joe—. Mierda. Ha colgado.

Él apoyó una mano confortante en su muslo por un momento, después la puso en el volante.

—¿Están en el hospital?

—Acaban de llegar. No me han dicho dónde tengo que ir.

—¿Ha sido un accidente de coche? Será en la sala de urgencias. Estarán examinando a tu hermana, haciéndole pruebas, comprobando el tratamiento que necesita —hizo una pausa—. ¿Es su espalda?

__________ (TN) asintió, aterrorizada.

—Puede que no sea nada grave —le dijo aliviándola—. __________ (TN) , veo un montón de accidentes de coche cada semana. Muchos acaban con una herida en la espalda, y a menudo es poca cosa. El traumatismo es común, pero no hay daños graves. Por supuesto. Trataba con ese tipo de cosas cada día. Su experiencia le ayudó a tener algo de perspectiva.

—Gracias —de todas maneras, era su hermana. Cerró con fuerza los ojos—. Estoy asustada —le confesó en voz baja.

—Lo sé. Ojalá pudiera ayudarte.

—Claro que lo haces —abrió los ojos otra vez para verle entrar en la entrada de emergencia.

—Ya estamos aquí —le dijo—. Me detendré y te dejaré salir y entonces...

Ella tenía la puerta abierta antes de que el camión se hubiera detenido completamente y había saltado del asiento, corriendo hacia el hospital.

No hubo problemas para encontrar a la familia Swan. La voz de su abuela, quejándose en un ruidoso cantonés, la llevó directa hacia ellos. Se apresuró hacia el grupo y este la absorbió mientras ella se desplomaba sobre brazos y pechos femeninos.

Pero fue hacia su padre hacia quien se giró después de permitirse un momento de consuelo femenino.

—¿Papá? ¿Cómo es de grave?

—Estos doctores, demasiadas pruebas —dijo la tía mientras la abuela hablaba en cantones.

—¿Papá? —gritó __________ (TN) tan fuerte que las dos mujeres se quedaron calladas.

La voz tranquila y relajada de su padre llenó el silencio.

—Tiene el brazo derecho roto y dos costillas. Tiene una contusión y todavía están haciéndole más pruebas, pero son optimistas de que no hay un daño grave ni peligro de muerte.

—Gracias a Dios —sus ojos todavía estaban inundados, pero ahora con lágrimas de alivio—. ¿Qué ha pasado con Emily?

—Hemos hablado con sus padres —dijo su madre—. Tiene varias heridas también, y puede que tengan que operarle del bazo. Pero estará bien.

—Eso es genial. ¿Y el señor Chang está bien?

—Sí —dijo su madre.

—No fue culpa suya —añadió su padre—. Hubo un robo, una persecución policial. El hombre se dio a la fuga y se estrelló con su coche.

__________ (TN) soltó una respiración más relajada y pausada. Iba a ponerse bien. Su hermana iba a ponerse bien.

Con dolor de culo, no había duda de ello, mientras se recuperara, pero bien.

Las piernas de __________ (TN) se sintieron de goma de repente. Oh, mierda, ¿iba a desmayarse?

Una mano le tocó le hombro.

— __________ (TN) —dijo Joe con una voz llena de preocupación—. ¿Está bien Cat?

Ella sonrió a través de sus lágrimas y se dio la vuelta para mirarle.

—Parece que va a ponerse bien.

Y ahí estaba él, de pie delante de ella con sus pantalones vaqueros y su camiseta, sosteniendo su estúpida mochila de color rosa y con una expresión de preocupación en la cara.

Fuerte, de confianza. Atento.

—¿ __________ (TN) ? —preguntó su madre—. ¿Quién es?

Ella echó un vistazo a su alrededor para ver a su madre, a su padre, a su tía y a su abuela, todos mirándolos a Joe y ella.

—Este es Joe Jonas—les dijo. Ella se dio la vuelta hacia él, lo miró a los ojos y algo dentro de su pecho salió a la vida.

Joe, quien no solo había hecho realidad sus fantasías, sino también había sido su caballero blanco cuando lo había necesitado. Joe, que le hacía reír y llorar. Le hacía pensar sobre su vida y sus elecciones más seriamente de lo que nunca lo había hecho.

Quien había despertado su corazón dormido y seducido hasta sacarlo de una celda que había estado protegiéndolo durante años enteros.

Ella podía decir que estaba entrevistándole cuando habían llamado. O podía decir que era un colega, incluso un amigo.

Si lo hacía, le haría daño.

Tomó una profunda bocanada de aire, sabiendo que las cosas en su familia nunca volverían a ser las mismas y dijo:

—Joe es mi novio.

Ella oyó gritos tras ella, pero era la cara de Joe la que estaba mirando. No vio solo el placer en sus ojos sino también el reconocimiento de lo que aquello significaba para ella. Quizás nunca llegara a entenderse completamente con su extraña familia, su punto de vista, pero lo estaba intentando y ahora él sabía que ella también lo estaba haciendo. Porque aquello importaba. Su relación importaba.

Dio un pequeño asentimiento, vio su sonrisa y después se preparó para darse la vuelta hacia su familia. Su madre estaba frunciendo el ceño.

— __________ (TN) , ¿qué estás diciendo?

—Hablaremos de eso más tarde —dijo __________ (TN) —. Ahora preocupémonos por Cat.

Lentamente, su madre asintió. Su padre, mirándole con el ceño fruncido también lo hizo.

—¿Novio? —preguntó su tía .

Por supuesto, era demasiado esperar que la generación más mayor se mantuviera callada.

—Sí, tía.

—Ah —su tía puso una de sus manos sobre el pecho, encima del corazón—. Estoy tan aliviada.

¿Aliviada? ¿Había oído correctamente __________ (TN) ?

—¿Estás loca? —dijo su abuela.

La tía se giró hacia su hermana.

—No estoy loca. Me preocupaba que fuera lesbiana.

—¿Lesbiana? —repitió __________ (TN) . ¿Sabía su tía acaso lo que esa palabra significaba?

—La vida es difícil para una lesbiana —dijo su tía.

—Es difícil la vida con una persona de diferente raza y cultura —dijo la madre agriamente.

—La vida no siempre elige el camino más fácil —dijo su tía.

—No —contestó __________ (TN) . ¿Estaba realmente su tía de su parte?—. He llegado a darme cuenta de eso.

—Eh —Joe interrumpió, moviéndose para ponerse al lado de ella—. No creo que sea asunto mío pero, ¿por qué demonios creyó que __________ (TN) era lesbiana?

—Salía con un chico gay. Me preocupaba de que estuviera fingiendo una cita, así que nadie sabía si los dos lo eran.

Ella miró boquiabierta a su tía.

—¿Sabías que Martin era gay?

—¿Martin gay? —dijo su madre desconcertada.

—Sí —confirmó __________ (TN) —, pero por favor, por favor, guardarlo en secreto. No ha salido del armario aún.

Su madre se giró hacia la tía.

—¿Cómo demonios lo supiste?

Su tía soltó un resoplido.

—Martin es un niño. No un hombre de verdad como Joe. Las mujeres necesitan hombres de verdad —su mirada se niveló con la de Joe.

__________ (TN) también lo estudió. Le sacaba más de una cabeza, tenía unos hombros amplios y musculosos. Un hombre que entraba corriendo en edificios en llamas, que salvaba a la gente en restaurantes tailandeses. Un hombre que se deprimía si no era capaz de salvar a alguien.

Su bailarín privado, su Míster Febrero. Un hombre que llevaba —a no ser que ella estuviera confundida— unos bóxers con corazones en llamas bajo aquellos pantalones vaqueros de botones.

—Tía, no podría estar más de acuerdo contigo.

__________ (TN) entrelazó los dedos con los de Joe.

—Joe, me gustaría presentarte a mi familia.

FIN!


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Mensaje por NanixG Mar 03 Jul 2012, 10:53 am

Aqui esta la nove, espero que la disfruten tanto como yo.
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Mensaje por Yhosdaly Miér 04 Jul 2012, 11:17 pm

Que haces con tu vida mujerr????? 2da temporada!!!
Siguelaaa pordiosss
No habia comentado porq los capis eran muy largos y estaba esperando. A terminar de leerlos! Siguelaaaa!!!!
Soguelaaaaa
2da temporadaaaaaa. Tienes todavia tela que cortar con esa hostoria!
Siguelaaa!!!!
Att: tu fielisima lectora!
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Mensaje por NanixG Miér 04 Jul 2012, 11:33 pm

Me encantaría seguirla pero la novela no es mía es de una escritora, yo solo la edito con joe, a mi también me hubiera gustado hacer una segunda temporada, pero soy muy mala escribiendo.

Que bueno que te gusto :-D fuiste técnicamente mi única y fiel lectora :-)
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Mensaje por aranzhitha Vie 06 Jul 2012, 2:37 pm

awwww me encanto
Al final la rayiz se dio cuenta que valia la pena luchar por el amor de Joe
Fue hermosa :arre:
Joe era tan lindo, tan tierno :hug: el hombre perfecto
Gracias por compartirla!!!!
Quise comentar antes pero los capis eran muy largos pero fue hermosa
aranzhitha
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