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Las reglas de la fantasia (joe y tu)

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Las reglas de la fantasia (joe y tu) - Página 2 Empty Re: Las reglas de la fantasia (joe y tu)

Mensaje por NanixG Sáb 23 Jun 2012, 3:02 pm

Aquello de su secreta vida podía resultar fácilmente una verdadera patada en el culo. ¡Si su familia no fuera tan desesperadamente anticuada y tan América...!



Metió un par de condones y su top corto dentro del armario, reservándolo a un lado para lavarlo después, cuando pudiera hacerlo en privado. Después metió la llave en la cerradura y, deslizándose en su camisón de color rosa y blanco, se fue hacia el pasillo para lavarse un poco. No iba a ducharse esa noche. Las estridentes cañerías despertarían a todo el mundo seguro.

A pesar de los pañuelos que había utilizado en el camión de Joe, todavía estaba pegajosa entre las piernas.

Humedeció una toallita con agua caliente y se detuvo un momento.

Sexo sin protección. No había tenido sexo sin protección. Joe había asegurado no tener nada, pero tampoco conocía a aquel tío. ¿Debería empezar a preocuparse?

En primer lugar, ¿creía realmente que él había sido honesto con ella? Una voz interior le decía que todo estaba bien. Entonces, ¿era él lo suficientemente inteligente para saber lo que pasaba cuando se corrían riesgos y no se utilizaba protección? La profesión de bombero era un trabajo de obrero, así que probablemente no estaba delante de ninguna lumbrera o un intelectual, pero había recibido una formación paramédica. Sí, era plenamente consciente de lo que podía pasar con sus fluidos.

Sintiéndose segura, empezó a lavarse entre las piernas, con cuidado.

Vaya, ¡tenía un pene enorme! Incluso más grande que su consolador. Nunca había estado con un hombre que tuviera una verga tan grande. ¿Había sido esa la razón por la que su orgasmo había sido tan placentero?

Mierda. ¿Le habría marcado de por vida con otros tíos que la tuvieran más pequeña?

Se suponía que el tamaño no contaba, sino lo que el hombre en cuestión podía hacer con el equipamiento. Y a decir verdad, Joe no había hecho demasiado, excepto ponerse duro y eyacular.

No era justo. Había pasado por encima y más allá de su obligación, asegurándose de que ella alcanzaba un primer orgasmo.

Aun así, en su escala de buenos amantes, no estaba en ningún lugar cerca del diez. ¿Sería incluso consciente de los preliminares que se habían inventado para eso?

Entonces, ¿por qué razón había respondido ella tan salvajemente? ¿Por qué su vulva se humedecía y le dolía incluso ahora que ella misma se tocaba con la toallita y pensaba en él?

— ¿ __________ (TN) ? —la suave llamada estuvo seguida de un gentil golpecito en la puerta del cuarto de baño.

Joder, joder, joder. Definitivamente, no había nada de intimidad en aquella estúpida casa.

—Sí, tita, soy yo.

Carlota, en la mitad de sus setenta, era su tía abuela. La hermana pequeña de su abuelita, y viuda también. __________ (TN) arrojó la toallita en la papelera y fue a abrir la puerta.

Su tía, con un cuerpo pequeñito encerrado en su bata marrón, tenía una expresión de preocupación en la cara.

— ¿Te encuentras bien, __________ (TN) ? Es muy tarde. ¿Va todo bien? ¿Tienes hambre?

__________ (TN) , esperando que su tía no pudiera distinguir el olor a sexo, le dio un leve abrazo.

—Todo va bien y no tengo hambre, pero gracias. Necesitaba quedarme hasta tarde para hacer una entrevista —afortunadamente no estaba muy ruborizada.

— ¿De qué trata el artículo? ¿Es uno de esos secletos? —aunque hablaba bien, su tía, como su hermana, nunca habían llegado a tener una completa fluidez en el lenguaje.

—Sí, tía, es secreto —el periodismo era una carrera perfecta. __________ (TN) siempre podía jugar con la carta de lo «confidencial» cuando su familia se ponía demasiado pesada.

— ¿Veremos pronto ese artículo publicado?

Lo harían, si compraban el Straight. Pero no sabrían que el artículo era de __________ (TN) . Escribía bajo dos seudónimos, utilizando su verdadero nombre solo cuando no le importaba que su familia leyera ese tipo de artículos.

—Eso espero —dijo ella—, todavía tengo que hacer más entrevistas. Ya veremos cómo acaba todo.

—Tu trabajo es un misterio tan grande —le dijo su tía, mientras abría los ojos de par en par—, tan emocionante.

¡Esa noche sí que había sido emocionante!

—Solo a veces, otras veces solo es un montón de aburrida investigación.

—Ah, bueno, un trabajo es una tarea ardua; si no, no es un trabajo.

Su tía lo sabía muy bien. No solo marcaba las directrices de la familia junto a la abuela, sino que ambas también se encargaban del edificio que pertenecía a la familia. Los padres de __________ (TN) estaban muy ocupados con su agencia de viajes, que había crecido mucho en los últimos años, desde que Anthony se había unido a ellos. Sí, los Swan eran la típica familia americana: trabajadores y serios en cuanto a las propiedades y manejando su propio negocio.

—Vete ya a acostarte—le dijo la tita Carlota—. Las chicas jóvenes como tú necesitan descansar. Que tengas dulces sueños, __________ (TN) .

Volvió a abrazar a su tía.

—Gracias, tita, seguro que los tendré.

Si soñaba con Joe, serían unos sueños ardientes.

El sábado por la mañana, después de ir al supermercado y cumplir con otros deberes familiares, __________ (TN) pudo disfrutar de su propio espacio. Cat, su hermana pequeña de catorce años, estaba en el colegio y el resto de la familia estaba fuera, trabajando, de compras o haciendo vida social.

__________ (TN) cogió un par de rollitos de huevo caseros del frigorífico. Los echó a la sartén durante unos minutos y después tomó el desayuno en su habitación-oficina y encendió el ordenador. Todo estaba preparado para pasar a limpio los apuntes que había cogido la noche anterior y pensó que los rollitos en forma de pene eran un acompañamiento realmente sutil.

Tenía tres nuevos correos electrónicos en la bandeja de entrada, todos de sus amigas del Cuarteto Imponente.

Ann decía: «Me quedé muy preocupada al dejarte sola en el club anoche. Espero que hayas conseguido hacer las entrevistas y que llegaras a casa sana y salva. Avísame cuando leas el correo».

Esta Ann... Tan responsable, tan preocupada. Era difícil de creer que solo tuviera veintiocho años. Tenía una vida tan ajetreada que seguro necesitaría botox antes de los treinta.

__________ (TN) respondió: «Sí, llegué sana y salva, pero ¡tarde! Y en cuanto a lo de las entrevistas... bueno, digamos que conseguí algo muy bueno de Míster Febrero — ¡y era muy grande y duro!—. Ya te contaré el lunes».

Hizo clic en ENVIAR, riéndose ante la idea de que Ann sacrificara sus libros de Derecho para mirar el correo. Aquel mensaje seguro que la hacía olvidar su rutina judicial. Le había dado algo para entretenerse antes de que volvieran a quedar las cuatro en su regular cena y reunión de los lunes por la noche.

El email de Rosalie decía: «Vaya, __________ (TN) , ¡qué noche! Estaba tan cachonda que al llegar a casa tuve que llamar a Emmet. Él está desorbitadamente ocupado este fin de semana, levantando la empresa de su amigo y mudándose a un nuevo apartamento en Berkeley, pero supuse que no le importaría algo de sexo telefónico de madrugada. ¿Y adivina qué? ¡No le importó en absoluto!».

__________ (TN) estaba realmente contenta por Rose, y orgullosa de que su amiga hubiera conectado tan bien con un novio tan caliente, pero seguro que a ella le gustaría saber también que __________ (TN) tenía historias propias que contar el lunes.

__________ (TN) respondió: «Supongo que el sexo telefónico no está mal, ¡si no puedes tener SEXO REAL! Deja que te dé una pequeña pista: su nombre empieza con Míster F...».

El mensaje de Rina decía: «No sé si una buena idea o no, pero está ese hombre, el tío de uno de mis estudiantes de piano, que me ha pedido salir un par de veces. Nunca me ha parecido bien tener una cita con ningún familiar de un alumno, pero la otra noche estaba tan cachonda e irritada que me dije "¡Necesito encontrar un hombre ya!". Así que lo llamé por teléfono y hemos quedado para esta noche. No es que vaya a acostarme con él ni nada en la primera cita».

Eh, bien por Rina. A ella le gustaban los hombres y el sexo, pero tendía a ser demasiado tímida. Y la razón era aquella obsesión que tenía por su cuerpo. Por Dios santo, aquella mujer era exuberante. Debía intentar marcar más sus curvas en lugar de pensar en hacerlas desaparecer.

__________ (TN) escribió: «No, claro que no vas a hacerlo. Igual que yo no lo haría, pero, ups, supongo que ¡lo hice! ¡Anoche! ¡Y ni siquiera era una primera cita!»

Vale, ya había tenido suficiente bromeando con las chicas. Era hora de ponerse a trabajar. Con una ocupación tan difícil, reviviendo los momentos de la noche anterior.

Pero fue más complicado aún de lo que ella había pensado, a medida que avanzaba en el tema. No le costó trabajo teclear los recuerdos clasificados como para todos los públicos, pero cuando llegó a los momentos de mayores de dieciocho años se humedeció y le volvieron las ganas. Y sola, maldita sea. Para cuando hubo acabado con el artículo, estaba escurriéndose en su silla y tuvo que abrir el armario para una sesión de urgencia con su consolador.

Un rato después, pudo volver a concentrarse en el trabajo. Empezó tecleando todas las preguntas de la entrevista que haría al día siguiente en el parque de bomberos.

Aquello iba a ser muy raro, cuando viera a Joe allí.

Cuando él le dijo que le gustaría volver a verla, ella no había sabido qué responder. Los tipos con los que normalmente solía salir, fueran citas preparadas con asiáticos o los amantes que ella misma elegía, tendían a ser chicos inteligentes. ¿De qué demonios iban a hablar Joe y ella?

El sexo duro y sucio era fabuloso, pero tenía que haber algo más que eso, ¿o no?

Por otro lado, cuando se acostaba con chicos con un poco de cerebro, el sexo era bueno, pero no de una categoría superior. Su fiel Pearl Butterfly podía hacer un mejor trabajo que la mayoría de los tíos con los que se había acostado.

Mientras terminaba de escribir las preguntas, una que no había puesto le rondaba persistentemente en la cabeza. Cuando volviera a ver a Joe, a la luz del día, ¿la haría ponerse tan excitada como entonces?

No podía ser un hombre tan ardiente... o puede que sí.



Capítulo 3

Había sido un domingo largo y soleado, sin ningún incendio ni muchos accidentes o emergencias médicas en el West End. El parque de bomberos de Joe era uno de aquello, parques pequeños que solo tenía dos piezas de dotación fundamentales: un camión de bomberos y un vehículo que transportaba la escalera.

El parque estaba tranquilo, con algunos de los chicos fuera, en el centro de entrenamiento. Joe y otra pareja de bomberos estaban en el camino de entrada para lavado de coches número 7, con el lugarteniente proporcionando direcciones que no necesitaban.

No fue una sorpresa que los chicos pasaran de «limpiar el camión de bomberos» a «calar al novato hasta los huesos». Los pantalones azules y su camiseta de manga corta del uniforme empapado se le adherían al cuerpo, mientras él se ponía de cuclillas para limpiar las llantas de los gigantes neumáticos.

—Coño, echad un vistazo a eso —dijo el Little Man Mancuso—. Aquella es una vista jodidamente atractiva —dejó escapar un aullido de lobo. El Little Man era un hombre que medía casi cerca del metro noventa y pesaba unos ciento quince kilos, así que aquel aullido hacía vibrar los tímpanos de cualquiera.

Joe se levantó y se dio la vuelta para mirar.

Un Jeep TJ negro había irrumpido en la tranquila calle residencial de la entrada del parque de bomberos. El techo era bajo por lo que él pudo vislumbrar al conductor: una mujer con gafas de sol y un pelo negro largo y brillante. Incluso antes de que su mente pudiera registrar la montura rosa de las gafas de sol, que encajaban perfectamente con la tapicería de los asientos del Jeep, supo que aquella era __________ (TN) Swan.

Se le aceleró el pulso.

Ella aparcó el coche en una de las plazas que había en un lateral de la entrada.

Cuando se bajó del coche, Little Man dijo:

—Y se está volviendo más atractiva por momentos.

Una camiseta de color rosa palo y unos pantalones de algodón blancos resaltaban su bronceada piel y marcaban sus esbeltas curvas. Joder, aquella mujer casi podría llegar a persuadirle de que lo pequeño era mucho más hermoso que lo grande.

Llevaba otra vez unas sandalias rosas, pero con unos tacones algo más altos de los que había llevado el viernes por la noche. Lo suficientemente altos para hacerle balancear las caderas cuando caminaba. Definitivamente, excitándolo de nuevo.

Y además, él había estado dentro de aquel bombón.

—Conectaría la manguera directamente hacia ella —dijo John-Boy Boyd—. Me apuesto a que estaría mejor con la camiseta completamente empapada.

Joe, que había tenido el mismo pensamiento, lo miró.

—Eh, mimoso, esa es la zorrita que se te echaba encima el viernes por la noche —le dijo el lugarteniente—, ¿verdad?

—Es periodista —dijo Joe—. Necesita... eh, terminar su entrevista.

Cuando __________ (TN) y él quedaron en verse otra vez, él había pensado que era la oportunidad perfecta para darse cuenta de si realmente quería pasar más tiempo con ella, para conocerla. Ahora cada una de las células de su cuerpo, especialmente las que se concentraban en la zona de su ingle, le gritaban « ¡Sí!».

__________ (TN) se había quitado las gafas de sol, había sacado la cámara de fotos y ya estaba tomando algunas de los chicos y el camión de bomberos.

— ¿«Terminar la entrevista»? —Dijo el lugarteniente— ¿Así es como lo llama la gente joven ahora? No querrás decir…

— ¡Terminar la entrevista! —dijo Joe repentinamente, deseando poder mandar a su superior a tomar por culo.

Mientras se dirigía hacia ella, __________ (TN) levantó la cámara hacia la cara y él pudo oír el chasquido del botón. Cuando la bajó, pudo distinguir el centelleo de sus ojos castaños.

— ¿Cómo puede ser que cada vez que te veo estés mojado? — le dijo ella, bromeando.

Mojado. Aquellas palabras le recordaron su entrepierna y su tanga negra y de cómo ella había estado empapada. Por él.

Su madre y su hermana siempre le habían dicho que se podía leer en su cara. No era capaz de mantener un secreto, no importaba la fuerza con la que lo intentara.

En aquel momento, supuso que __________ (TN) estaría de acuerdo. Ella debía haber adivinado sus pensamientos porque abrió los ojos de par en par. Ladeó la cabeza, por lo que su pelo le deslizó como alas a ambos lados de su cara.

Joe se sintió tan excitado, que sus ropas mojadas iban a secarse con rapidez por el calor que desprendía su cuerpo.

— ¿Quién es tu amiga, mimoso? —le preguntó el lugarteniente mientras los otros chicos se le acercaban para unirse a __________ (TN) y a él.

— ¿No vas a presentárnosla? —preguntó John-Boy.

En aquel momento, se le presentaba una manera segura de apaciguar su erección. Estaba aliviado, pero también enfadado por romper aquella escena.

—Claro que sí. __________ (TN) , te presento a Little Man Mancuso, John-Boy Boyd y por supuesto recordarás al lugarteniente, Bulldog Spievak—estaba forzando la situación, utilizando sus motes en lugar de los verdaderos nombres.

John-Boy dio un paso hacia delante y le estrechó la mano.

—Johnson Boyd, __________ (TN) . Realmente encantado de conocerte —y realmente reacio a soltarle la mano.

—Tony Mancuso —apostaba a que Little Man levantaría su mano para besarla.

—Y claro que me acuerdo de ti —dijo el lugarteniente, casi babeando, haciendo honor a su mote—. Puedes llamarme simplemente Bulldog, cariño. Es por mis grandes ojos marrones.

__________ (TN) rió con aparente deleite.

—Me alegro mucho de conoceros. Me gustaría saber las opiniones que tenéis de Joe... —se detuvo, dedicándole una mirada traviesa—, lo siento, quiero decir de mimoso, el flamante ganador Míster Febrero.

—Ha tenido suerte —dijo John-Boy, sonriendo.

—No —soltó Little Man—. Dice mucho sobre nuestro parque de bomberos.

— ¿Por qué piensas eso? — __________ (TN) levantó la cabeza.

Little Man le guiñó el ojo.

—Hemos enviado a nuestro hombre más feo y se ha hecho con el concurso, hemos reservado el calendario completo.

__________ (TN) se rió entre dientes.

—Muy bueno. Yo sé que tendré uno de esos ejemplares.

Joe gimió. Joder, estaba ligando con todos ellos. Con todos menos con él.

Después ella levantó la cabeza y estudió a Little Man con una mirada considerada.

—La pregunta es: ¿sois todos capaces de bailar tan bien como lo hace Joe?

—Mejor —respondió bruscamente John-Boy—. Hablo por mí, claro está. Si me dejas que te lleve un viernes por la noche al Roxy te lo demostraré.

Echando humo, Joe sacudió la cabeza, buscó los ojos de John-Boy y le dedicó una mirada que decía «mía». Además, ¿no estaban ya los otros bomberos saliendo con alguien?

John-Boy le dedicó una sonrisa arrogante, que decía que Joe solo había estado haciendo el imbécil. Le estaba dando cuerda, para ver si reivindicaba lo suyo.

Y lo hizo. Con una chica a la que apenas conocía.

__________ (TN) estaba estudiando a aquellos chicos, cada uno de ellos treinta centímetros más altos que ella. ¿Cómo podía una chica que parecía una muñeca diminuta tener el control sobre cuatro gigantescos bomberos?

Su mirada recayó en Joe.

— ¿Por qué estás tan mojado? —le preguntó ella. La mirada se tomó su tiempo, deteniéndose en el algodón empapado que se ajustaba a su torso y viajando después hacia abajo, donde la ropa se le pegaba al paquete. Un paquete que empezaba a crecer otra vez bajo el escrutinio—. ¿El meón no consigue manejar su propia manguera? —bromeó ella.

Los otros chicos explotaron en carcajadas.

—No —dijo Joe—, es culpa de ellos. ¿Sabes cómo les gusta a los niños salpicar a cualquiera que tengan a la vista? Bueno, pues algunos niños no crecen nunca.

Aquello era la manera con la que explicaba todos aquellos rituales de novatadas. Chiquilladas. Él había ido allí para desempeñar un trabajo de hombres y realmente lo habían tratado como a un niño nuevo en la escuela primaria.

Y justo en aquel momento, estaba enfermo de toda la atención que se dirigían los chicos y ella. Después de todo, __________ (TN) había ido allí para verle a él, a Míster Febrero, ¿o no era así?

—Perdona, ¿querías una entrevista? —le recordó.

—Ah —ella abrió la bolsa del mismo color rosa que había llevado el viernes por la noche, con una grabadora—. ¿A alguno os importa que encienda esto? Es mucho más fácil, y más preciso, que tomar cientos de notas.

Nadie puso ninguna pega así que ella presionó el botón y después dejó el aparato encima de su bolsa abierta.

—Vale, decidme cómo Joe entró en el concurso del calendario en primer lugar y cómo se os quedó el cuerpo al resto.

Mierda, ¿por qué tenía que incluir a los demás en todo aquello?

Little Man ya estaba hablando.

—Lo obligamos a hacerlo.

Ella miró a Joe.

— ¿Es eso cierto?

Joe asintió.

—El novato, ¿qué puedo decir? Me hacen hacer cualquier cosa —y en la mayoría de las ocasiones, cosas humillantes. Sabía que se suponía que tenía que tragarse todo aquello y sonreír, así que se esforzó por buscar una sonrisa.

—Tenemos que hacerlo —dijo el lugarteniente—, es parte de nuestro trabajo.

— ¿Molestar a un principiante es parte de vuestro trabajo? — __________ (TN) tenía una expresión escéptica.

—Tenemos que comprobar que está de nuestro lado. Si es parte del equipo.

—Tiene que ver con la confianza —añadió John-Boy.

—Eh... —las cejas finas y castañas de Joe estaban alineadas—. ¿Puedes explicar eso con más detenimiento?

Sí, ¿podrían hacerlo? A Joe le encantaría conocer la respuesta. ¿Era solo una cuestión de tortura o había algún tipo de lógica detrás de todo aquello?

Los otros chicos se miraron unos a otros y después se encogieron de hombros.

—Es más o menos eso —dijo Little Man—. Todos tenemos que pasar por ahí.

—Entonces —dijo ella—, ¿haber sido tratados como mierdas cuando empezasteis os anima a seguir la vieja y fina tradición cuando viene el siguiente novato?

Joe no tuvo que fingir la sonrisa esta vez. Estaba claro que ella tenía un pico de oro.

El lugarteniente soltó una especie de carcajada.

—Nos has pillado —y después endureció las facciones—. Es más todo lo que hemos dicho de la cuestión de equipo. Debemos hacer una especie de evaluación antes de saber si podemos confiar en esa persona.

__________ (TN) estuvo en silencio unos segundos y después dijo: -Cuando entras en un incendio, no va uno por cada lado. Los cuatro sois un equipo. Cada uno de vosotros tiene que contar con el otro, no importa lo difícil que se pongan las cosas. Nadie va a echarse atrás, porque si alguien lo hace, pone a los otros compañeros en peligro.

Lo había clavado.

Joe sabía todo aquello, había estado martilleando su cabeza durante todo el entrenamiento, pero ella estaba encajando aquello con lo que los chicos lo habían hecho pasar desde él había entrado en el parque de bomberos número 11. De la manera en la que lo estaba explicando, aquella manera de tomarle el pelo tenía sentido. Los chicos estaban comprobando si era lo suficientemente fuerte como para ser parte de su equipo.

Los otros tres estaban asintiendo.

—Ah —reflexionó __________ (TN) —, y supongo que no se necesita mucha más resistencia que llevar el honor de vuestra impresa a un puesto en el concurso del calendario.

Joe hizo una mueca.

El lugarteniente apretó el puño y lo dirigió hacia el torso de Joe. Fuerte.

—Y después el viejo mimoso tuvo que ir a bailar como una chica.

—Lo que haga falta por ganar —dijo Joe sosegadamente —, ya estés luchando con el fuego o con un grupo de competidores.

—Estoy con Joe —dijo __________ (TN) —, os ha tratado muy bien. Puede que penséis que bailar sea cosa de chicas, pero os puedo asegurar que cada una de las mujeres del público pensó que era el hombre más sexy que había pisado el escenario —le dedicó una mirada sensual—. Podía haberse llevado a cualquiera de ellas el viernes por la noche.

Vale, quizás ella estaba exagerando, pero el sintió lo mismo. El poder. El aura del sexo puro quemando entre él y el público. Y después también lo sintió, con aquellas chicas que fueron a los bastidores.

Podía haber tenido a cualquiera de ellas, pero había elegido a __________ (TN) .

Y ahora, a la brillante luz del día, con ella tan bonita y excitante y segura de sí misma, ahí de pie sobre sus pequeños zapatos rosas, su mata de cabello brillante a la luz de la luna que ahora captaba y reflejaba la luz del sol, todavía seguía siendo la única que él deseaba.

— ¿Has venido aquí para entrevistarme a mí o para entrevistarlos a ellos? —gruñó él.

Ella tenía los ojos en llamas, apenas una masa de fuego.

—Creo que ya tengo todo lo que necesitaba de estos caballeros —miró a su alrededor—. Gracias, Bulldog, Johnson, Tony. Ha sido un placer.

Después aquellos sensuales ojos oscuros se dirigieron hacia él.

¿Hay algún sitio en el que podamos hablar en privado, Joe?

Privado. ¿De qué estaba hablando exactamente?

—Sí, ya nos damos por aludidos —dijo Little Man—. Dejaremos el camión a un lado y os dejaremos a los dos hablar en privado.

__________ (TN) echó algunas fotos más mientras John-Boy ponía el camión de bomberos en su sitio, dentro de una zona del parque de bomberos.

Después, ella se giró hacia Joe.

—Toda esta historia de mimoso y meón, perdona por la expresión, realmente te saca de tus casillas, ¿verdad?

Él se encogió de hombros.

—Sí.

—Están poniéndote a prueba.

—Sí, ya lo sé. Pero, joder, siempre he querido ser bombero, desde que tenía seis años. Hice todo lo que tuve que hacer para que me contrataran, aunque me llevara años y años. Siempre he sido el número uno en la preparación. Nunca decepcionaría a estos tíos.

Ella había estado observándole cuidadosamente mientras hablaba. Y entonces, le dijo:

—Te creo.

Él sintió el calor en su corazón y cómo desaparecía algo de tensión acumulada en los hombros.

—Gracias, pero ellos también deberían hacerlo.

—Lleva un tiempo construir un equipo —le dijo ella de manera neutral.

Él soltó una risa irónica.

—Joder, sigues dando en el clavo. La cosa es que me siento como parte del equipo desde hace bastante tiempo. Cuando era niño, me crié en Chilliwack y siempre estaba rondando por el parque de bomberos. Era algo así como la mascota. Incluso me llevaron con ellos en algunos pequeños incendios. Me dejaron hacer algunas cosas, como lavar la manguera.

Ella estaba sonriéndole, como si le gustara la imagen que él estaba describiendo.

—Uno de aquellos chicos se unió al equipo de incendios de Vancouver y a los Servicios de Rescate. Es el jefe del batallón ahora.

—Eso debe de ser bueno para los dos.

Él hizo una mueca. El jefe Boychuk era genial, pero...

—En cierto modo. Pero hay un inconveniente.

— ¿Cuál es?

—Te daré un ejemplo. Cuando acabamos la formación, nos dieron nuestras asignaciones. La mayoría de nosotros quería acabar en un parque de bomberos como Main y Powell. Queríamos luchar contra el fuego, salir ahí fuera tanto como pudiéramos. Pero yo, el mejor de la formación, acabé en este parque de bomberos. Y después de todo no tenemos tanta acción aquí.

— ¿El jefe quiere protegerte?

—Sí. Cree que está cuidando de mí, pero no me está haciendo ningún favor.

—Ah. ¿Los otros bomberos conocen la relación que tenéis?

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Mensaje por NanixG Sáb 23 Jun 2012, 3:05 pm

comenten por fis..... :-)

Al rato sigo el maraton
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Mensaje por Nicole Sáb 23 Jun 2012, 6:58 pm

waaaaaaaaaa!!!!!!
esta re eocionante jajajjajaja :risa:
me encanto eso de que "aquella mujer casi podría llegar a persuadirle de que lo pequeño era mucho más hermoso que lo grande." jajajjajjajaja
me hubiera encantado ver la cara de joe de pervertido :twisted:
que pasara despues lo aran en la estacion??? baba
siguela pliss esta emocionante waaa!!! :D
Nicole
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Las reglas de la fantasia (joe y tu) - Página 2 Empty Re: Las reglas de la fantasia (joe y tu)

Mensaje por Yhosdaly Sáb 23 Jun 2012, 7:31 pm

He aqui nueva lectora!!!!!
Por amor de dios siguela!!!
Soy de Venezuela!
SiguelaA porfisss

Att: tu nueva lectora!
Yhosdaly
Yhosdaly


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Las reglas de la fantasia (joe y tu) - Página 2 Empty Re: Las reglas de la fantasia (joe y tu)

Mensaje por NanixG Dom 24 Jun 2012, 5:43 pm

Bienvenida :-D que bueno que les guste, gracias por los coments, ya la sigo :)
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Mensaje por NanixG Dom 24 Jun 2012, 5:47 pm



Él asintió con determinación.

—Él les dijo incluso que cuidaran de mí. Por lo que me tratan con más dureza que a cualquiera de los que han sido novatos.

Ella estuvo en silencio un rato y después le dijo:

—Sí, pero cuanto más te prueben, más fuerte te harás.

— ¿Y por qué no me ponen a prueba en un verdadero incendio? Hacen cosas como poner patas arriba el cuarto de baño y después me hacen limpiarlo, me mandan a comprar cartones de papel higiénico cuando están rebajados, me roban el colchón de la cama y lo sostienen con latas de refresco.

El último ejemplo hizo que ella arqueara las cejas.

—Saltas sobre la cama y...

—Ya puedes imaginar lo que pasa. Obviamente podía hacerlo. Estaba riéndose a carcajadas.

De mala gana, él se unió a ella.

—Vale, claro, algunas de esas cosas son divertidas. No me importa el chiste. Pero es unilateral. El rango es completamente respetado. Nunca puedo devolvérsela.

—Se la devolverás cuando venga el siguiente novato. Llevando el peso de la gran antigua tradición.

De repente, él se dio cuenta de que todos los chicos se habían ido, de que el coche estaba guardado bajo una puerta cerrada y de que él estaba en la entrada del parque, hablando con una señorita sexy y atractiva sobre las bromas que le hacían al meón.

¿Estaba loco?

-Te veo muy bien —le dijo él. No era el comentario más Inteligente del mundo, pero era lo que él pensaba en ese momento.

De todas maneras, parecía surtir efecto porque el centelleo de sus ojos cambió de risa a apreciación.

-Tú también. Incluso mojado —ella le echó un vistazo a su cuerpo —. Especialmente mojado.

Él gimió.

—Hay algo en la manera en la que dices mojado...

Ella bajó un poco la cabeza, que apenas alcanzaba las axilas de él, por lo que pudo apreciar la coronilla negra y sedosa y aquellas alas que formaban la cascada de su pelo.

—La manera en la que digo mojado hace que te pongas duro.

Y también pasaba eso cuando decía duro y la idea de que ella observaba cómo se ponía. Los pantalones del uniforme, mojados, estaban convirtiéndose en realmente incómodos.

—Te deseo —le dijo él.

— ¿Aquí y ahora?

—Sí —vaya, sonaba como un adolescente cachondo incapaz de llevar el control, pero realmente era la verdad.

Ella inclinó la cabeza y su cabello brillante volvió a su lugar y después levantó la cara hacia él. Le brillaban los ojos como brasas, dispuestos a echar chispas si soplabas sobre ellos.

—Yo también.

Se estaba preguntando si su vulva estaría igual de centelleante que sus ojos, cuando ella se dirigió hacia él, por lo que sus cuerpos se tocaron. Ella alcanzó justo el punto, a la vista de toda una hilera de ventanas de apartamentos, en pleno West End, atrapándole la erección.

Esta saltó, y él dejó escapar otro gemido.

—Mierda, __________ (TN) , no podemos hacerlo aquí.

Un destello de humor se le dibujó en la cara.

—Puede que no aquí exactamente, pero tiene que ser en algún lugar. ¿Mi coche? Podemos subir la capota.

El Jeep era pequeño pero valía la pena intentarlo. Hasta que se le ocurriera una idea mejor.

— ¿Quieres ver el camión de bomberos?

— ¿El camión de bomberos? Yo estaba pensando —rió por lo bajo— más en tu manguera.

—El camión de bomberos —dijo él suavemente— ¿Nunca lo has probado en un camión de bomberos?

— ¡Dios mío! ¿Como en la película Llamaradas?

—En la parte de arriba, sobre la manguera. ¿Quiere probarlo? —vaya una idea más excitante.

Rezaba porque todo el mundo estuviera dentro y se quedaran allí. El la llevó al estacionamiento donde estaba el camión de bomberos número 7, que brillaba reluciente, al lado de la camioneta número 12.

Afortunadamente, el aparcamiento estaba vacío. Tiró de __________ (TN) hacia él y se inclinó para besarla. Joder, la diferencia de altura se estaba haciendo incómoda. El tenía que torcerse y ella estirar todo el cuerpo, de puntillas.

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Mensaje por NanixG Dom 24 Jun 2012, 5:47 pm

si hay comentarios la sigo hoy :-)
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Mensaje por Yhosdaly Dom 24 Jun 2012, 6:47 pm

casii, morii!!!!!!!!!11
x dios siguelaaa mujer!!
me fascina esta nove en verio!!!
siguelaaa
att: tu fiel lectora!
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Mensaje por NanixG Lun 25 Jun 2012, 4:04 pm

ya la sigo :-) que bueno que te guste
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Mensaje por NanixG Lun 25 Jun 2012, 4:09 pm





Impacientemente, él arrastró la puerta del último compartimento del camión hasta abrirla, donde siempre montaba con uno de los otros bomberos. Después ayudó a __________ (TN) a subir —no podía pesar más de cincuenta y ocho kilos— y la puso sobre el último escalón.

Sus cuerpos se atrajeron de inmediato como imanes. Después, ella lo rodeó con sus brazos, mientras éste los hundía en aquel frondoso cabello. Vaya, olía a flores y especias. Y sus bocas se encontraron también, calientes e intensas.

Aquella chica sabía muy bien cómo besar. Tenía los labios húmedos y salvajes y le recordaban al sabor de algo rosado y afrutado, como las fresas, y la punta de su lengua acariciaba enloquecedoramente la suya.

Ella presionaba las caderas contra las de él, a medida que encajaba el cuerpo sobre su erección. Oh, sí, todas las partes de su cuerpo encajaban ahora a la perfección.

Pero encajarían incluso mejor aún sin toda aquella ropa puesta.

Había estado ocupándose de ella, pero en ese momento su necesidad era demasiado urgente. Cuando él se retiró y hurgó en el botón del cinturón de sus pantalones blancos, ella no puso ninguna objeción.

Tenía la ropa de la talla de una muñeca para ser una mujer muy adulta. De alguna manera, hacía que aquella situación se volviera incluso más excitante.

Una vez que se las arregló para bajarle la cremallera, no pudo esperar a quitárselos, simplemente hundió la mano en aquel lugar.

Él se calentó allí, bajo algún escaso trozo de ropa interior y entonces, le cubrió su montículo. Aquellos escasos y sedosos mechones de pelo dieron paso a sus labios, finos y dilatados. Necesitaba entrar dentro de ella, pero llevaba los pantalones tan ajustados que resultaba imposible incluso dejar que uno de sus dedos la invadieran.

Ella tampoco estaba ayudándole mucho, gimiendo y empujando contra su mano, por lo que él no podía retirarse de sus pantalones.

— __________ (TN) , déjame bajarte los pantalones.

Lo hizo ella misma, forzando los laterales por sus caderas, y entonces los pantalones empezaron a deslizarse; a él no le importó dónde fueran a parar, porque ahora sí podía penetrarle con sus dedos. Ella estaba tan tensa, que sus músculos casi succionaban de sus dedos y él no pudo creer que su pene ya hubiera encajado una vez en aquel estrecho lugar.

Pero lo había hecho y por supuesto, deseaba hacerlo otra vez. Y muy, muy pronto.

Las hábiles manos de ella ya estaban dedicándose a su propia cremallera, tirando de sus pantalones hacia abajo, liberándole, pero solo unos segundos antes de que sus manos le capturasen, una encima de la otra, agarrando toda su longitud. Su pene brincaba, emergía. Él luchó contra la urgencia de embutirla. Si lo hacía, se correría sobre aquellas delicadas manos.

—Te necesito ahora —dijo ella con urgencia.

— ¡Dios, si! Yo también.

De alguna manera, ella liberó una de sus piernas del pantalón y la enrolló alrededor de su cintura, tirando de él más cerca.

Apresuradamente, él quitó la mano, la agarró de la cintura, posicionándola de la manera más adecuada.

No pudo esperar un minuto más, y por la manera en la que ella estaba gimiendo, también debía sentir lo mismo.

Tenía la sensación de que aquello iba a durar poco más de un segundo. Sería una combustión espontánea.

Ella le agarró la verga, él abrió aún más sus labios, desplazó hacia atrás las caderas y...

La alarma de incendios se disparó.

— ¡Joder! —él se retiró y su verga se deslizó por la mano de ella. No, aquello no podía estar sucediendo.

Cuando ella se le quedó mirando, con una expresión aturdida, él le sacudió los hombros.

— ¡Vístete! Los chicos estarán aquí en unos segundos.

El sistema de altavoces los interrumpió, con un anuncio del parte sobre la naturaleza de la llamada.

— ¡Oh, mierda! — __________ (TN) se inclinó para tirar hacia arriba de sus pantalones.

—Tú lo has dicho —él intentó forzar la cremallera sobre una erección dolorosa y a punto de estallar—. Tienes que irte —él bajó a __________ (TN) por los escalones justo en el momento en que John-Boy abría la puerta del estacionamiento del camión.

—Señora, deje paso —dijo el lugarteniente, serio y sin juegos ahora, que se apresuró delante de ella.

Rápidamente, __________ (TN) se hizo a un lado.

Joe corría a toda velocidad hasta donde tenía su uniforme y sus botas, dobladas y dispuestas cuidadosamente. Todo lo que debía hacer era poner un pie aquí, otro ahí y ponerse los tirantes.

Batiéndose para unirse a los demás hombres, perdió la pista de __________ (TN) hasta que el camión, con la sirena encendida y las luces destellando, salió por la entrada al parque. Y ahí estaba ella, al lado de su Jeep, viendo cómo se iban.

Mierda. Tenían asuntos pendientes que acabar y él ni siquiera le había dado su número de teléfono.

Puede que su bombero hubiera desaparecido, pero aparentemente la excitación no lo había hecho. Ella apretó los muslos, contrayendo los músculos entre ellos. Joder, aquello era tan injusto...

Ella realmente necesitaba aquel orgasmo.

Se lo merecía, después de toda la propaganda, jugando a los reporteros con los otros bomberos, mientras todo en lo que había pensado era en sentir el fuerte cuerpo de Joe escondiéndose bajo la tela ajustada.

¿No podía haber esperado la maldita alarma de incendios unos minutos más? Era todo lo que necesitaban, los dos.

No había nada de delicadeza en aquel sexo, pero bueno, era potente.

No era justo, no era justo, no era justo.

__________ (TN) respiró con fuerza. Como su amiga Ann le decía siempre, ninguna mujer debe depender nunca de un hombre.

Ella echó un vistazo a su alrededor. El parque de bomberos parecía desértico. En la calle, un par de chicos paseaban, sin rumbo, a un Weimaraner. Era una calle tranquila, con bulevares cubiertos de hierba, árboles frondosos y patios ajardinados. Una calle residencial, con apartamentos de varios tamaños y formas. Muchos de ellos con ventanas que daban al parque de bomberos.

Con decisión, puso la capota de su Jeep, subió las ventanas y se hundió en el asiento del copiloto. Se estiró hacia atrás, se desabrochó los pantalones, que ni siquiera estaban sucios —lo que decía mucho de aquellos chicos a la hora de mantener limpios los camiones—, y después deslizó la mano dentro. Justo como Joe había estado haciendo.

Él tenía la mano tan grande comparada con la suya. Todo en él era grande.

Oh, sí...

Cuando ella le había bajado los calzoncillos y su verga había saltado liberada, pensó en que necesitaría las dos manos para sostenerla.

Recordaba el aspecto que tenía, con aquellas venas dilatadas, y la cabeza de color rojo púrpura que ya goteaba su excitación. Vaya una puesta en marcha. Con fuerza. Una potencia masculina, escarpada y tosca.

Y hablando de rebosar, ella ya estaba totalmente empapada.

Se acarició de un lado a otro, entre sus labios dilatados, imaginando los dedos de Joe y luego, incluso mejor, su lengua. Aquel hombre sabía cómo besar, por lo que apostaba que sus labios y su lengua también podrían hacer maravillas un poco más hacia el sur.

Su lengua en su clítoris.



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Mensaje por Yhosdaly Lun 25 Jun 2012, 6:19 pm

ook, orgasmo momentaneoo, ashhhh fuckyn alarmaa!!
siguelaaa porfisss
muuero por saber qu sigue


siguelaaa
tu fiel lectora!!!!
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Mensaje por fernanda Lun 25 Jun 2012, 7:50 pm

Oh por dios , creo que amo esta nove!
tienes que seguirla por favor!
fernanda
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Mensaje por NanixG Mar 26 Jun 2012, 2:08 pm



Ella lo acarició, lo apretó. Imaginó cómo sus labios se arremolinaban alrededor de su verga mientras él lamía su clítoris y oh, sí, justo ahí, justo de aquella manera...

El orgasmo surgió de su cuerpo y ella lo recibió.

Después, jadeante y con el cuerpo todavía tembloroso, se hundió en el asiento. Satisfecha.

Puede que no tanto como si realmente él hubiera estado dentro de ella, pero no había estado mal, después de todo. Era bueno saber que una mujer podía arreglárselas sin necesidad de un hombre ni de un consolador.

Se abrochó el pantalón y miró a un lado y a otro. ¿Realmente había sido capaz de hacer aquello, en mitad de una tarde de domingo y en la entrada del parque de bomberos de Joe?

¿Tendría siquiera el valor de contárselo a él alguna vez? ¿O incluso a las chicas? Ella comenzó a reírse, pensando en la reacción que aquello provocaría.

Pero... espera un momento. Se sentó, con el ceño fruncido. ¿Iba a volver a ver a Joe otra vez? Él nunca había tenido la oportunidad de pedirle el teléfono.

¿Quería ella verle de nuevo?

Ella pensó en su verga agresiva y en sus músculos dentro de su vagina, contraída involuntariamente. ¡Oh, claro que sí!

De repente, oyó un chasquido que venía del asiento a su lado, donde había tirado su mochila. ¿Qué demonios...?

Oh, mierda, la grabadora. Había estado encendida todo aquel tiempo.

Ella enterró la cara entre sus manos y se echó a reír.

Después de la acostumbrada noche de comilona con su familia, presentando cada cosa, desde las patas de pollo hasta la sopa de frijoles, __________ (TN) y Cat limpiaron la mesa.

En la cocina, cayeron en su rutina habitual. __________ (TN) puso a un lado las sobras y vaciaba los platos mientras Cat llenaba el lavavajillas. Hablando en voz baja, para que las mujeres de Ia generación más antigua no pudieran oírlas, comentaron la última locura de Cat.

A sus catorce años, su hermana era casi ocho centímetros más alta que ella y tenía los pechos más grandes, y además, estaba preocupantemente interesada en los chicos. La buena noticia era que el chico en cuestión era chino. La mala noticia era que sus padres no permitirían de ninguna manera que Cat tuviera una cita con nadie hasta que no pasaran al menos dos años más.

—Entonces, hemos quedado para ver una película el viernes por la noche —Cat hizo a un lado su largo pelo, un movimiento que había aprendido de __________ (TN) —. Les diré a papá y mamá que voy a salir con algunas chicas y simplemente no mencionaré los chicos.

—Te vas a meter en un lío si te pillan.

—No van a hacerlo. Nosotras las chicas nos cubrimos las unas a las otras.

__________ (TN) frunció el ceño. Sí, su hermana estaba aprendiendo un montón de ella. Incluyendo maneras de engañar a su familia. Si solamente los suyos pudieran aflojar un poco y ser razonables... Claro que puede que Cat fuera demasiado joven para quedar con un chico, pero ¿por qué suponía un problema que chicos y chicas salieran juntas en grupo?

—Solo asegúrate de que te quedas con el grupo —le dijo su hermana.

Cat le dedicó una brillante sonrisa.

—Seguro. Los grupos son divertidos.

¿Estaba Cat intentando engañarle a ella también?

__________ (TN) le agarró el brazo.

—No intentes ocultarme nada, ¿vale? Confía en mí, ya sé lo que estás pensando. No hay duda de que algunas de las reglas de la familia son desca __________ (TN) das, pero eres demasiado joven para resolverlo todo por ti misma. Yo ya he pasado por dónde estás tú... —se detuvo y rió tristemente—. De acuerdo, todavía estoy en esa etapa. Habla conmigo, te ayudaré a tratar las cosas de la mejor manera.

—Guay —su hermana le dio un abrazo que casi llegó a tranquilizarla.

La cocina estaba impoluta y el lavavajillas funcionando. Jenny estaba a punto de escaparse hacia su habitación cuando su abuela, Marie, la madre de su madre, las llamó.

—Chicas, venid ahora y sentaos. Vamos a hablar.

__________ (TN) y Cat intercambiaron miradas, pusieron los ojos en blanco y obedientemente regresaron a la mesa. La abuela, diminuta como era, era la jefa de la casa.

Ellas tomaron asiento a un lado y a otro de la abuela y la tía que, a su edad, se parecían cada vez más a dos gemelas.

Su padre, a la cabeza de la mesa rectangular de caoba, se quitó las gafas de alambre y se las dio a su madre, que estaba al otro extremo de la mesa, mientras recibía una mirada que decía « ¿Puedo largarme de aquí?».

Ella negó con la cabeza levemente.

—Catherine —le dijo la tía—, ¿has acabado todos tus deberes?

—Casi— respondió Cat—, todavía necesito terminar un trabajo para mañana.

— ¿No dijiste que Emily y tú estarías trabajando todo el día? —le preguntó su madre, con sus ojos castaños atravesándole—. ¿Aún no has terminado?

—Hoy hemos hecho los deberes de matemáticas y ciencia. El trabajo es para la asignatura de inglés.

¿Matemáticas y ciencia? No, apostaba a que Cat y Emily realmente habían estado paseando por la Robson Street, buscando zapatos bonitos y chicos guapos. Pero __________ (TN) mantuvo la boca cerrada, las hermanas nunca revelaban sus secretos.

—Bueno, entonces, ¿qué estás haciendo aquí sentada?—la abuela hizo un movimiento con sus diminutas manos, como echándola fuera—. Ve a terminar el trabajo.

__________ (TN) le envió a su hermana una mirada de lado, diciéndole « ¡Qué suerte tienes!», mientras Cat murmuraba.

—Sí, abuela, voy a hacerlo ahora mismo —y se levantó de la silla para irse.

—Yo tengo que acabar un artículo —dijo __________ (TN) —. Tengo que entregarlo mañana —eh, había funcionado con Cat. ¿Por qué no iba a intentarlo?

—Siempre tienes que acabar un artículo cuando es tarde— le dijo la tía—. Tienes que organizar mejor tu vida y así...

—Sí— interrumpió la abuela—, organízate y entonces tendrás tiempo para encontrar un buen marido —se inclinó hacia su hermana, sacudiendo el dedo hacia __________ (TN) .

Dos urracas con el pelo gris, luchando por su turno para picotearla.

—Soy demasiado joven para pensar en esas cosas —dijo __________ (TN) , como ya lo había dicho unas tres mil veces antes—. No era así en vuestra época, pero ahora sí —se giró a su madre—. Díselo, mamá. Las mujeres occidentales a menudo no se casan hasta que llegan a los treinta.

Su madre asintió. Sencilla pero con elegancia dentro de su blusa entallada de la marca Joe Chapman y su falda, llevaba su largo cabello negro recogido en un elegante moño.

—Eso es verdad, pero creo que no es lo correcto. Una mujer necesita un compañero en su vida, igual que el hombre. Y es mejor tener niños cuando eres joven, tienes salud y fortaleza, de esa manera...

—Eres una chica bonita, __________ (TN) —interrumpió la tía—. Te pareces a mí, cuando tenía tu edad, por tanto...

—No, se parece más a mí—dijo la abuela. Después, frunció el ceño, como si se hubiera permitido distraerse un poco—. Acaba la universidad ahora, ten un buen trabajo y perspectivas.

Su madre asintió.

— __________ (TN) , estoy de acuerdo con que es el momento perfecto para encontrarte marido. No sé por qué te empeñas en no quedar con chicos buenos y jóvenes.

—No lo hago —de hecho, me encantaría encontrar a un chico que fuera guapo, inteligente, excitante y divertido. Alguien que pudiera respetar su inteligencia y su derecho a perseguir su propia carrera. Un hombre que pudiera volverse loco con ella y con la que quisiera tener niños. Un hombre que pudiera ayudarle a resolver sus problemas. Pero hasta la fecha, el gusto de su familia nunca había encajado con el suyo propio, por lo que había crecido con recelo hacia las citas a ciegas—. Es solo que estoy demasiado ocupada.

—Tienes tiempo suficiente para ver a tus amigas blancas cada semana —señalo la tía—. No merece la pena gastar el tiempo con la gente blanca. Y es mejor ver a chicos que a chicas.

Si su familia intentara siquiera encontrarle un chico que fuera la mitad de divertido de sus amigas del Cuarteto Imponente, entonces puede que quizás viera algo que mereciera más la pena en quedar con una cita a ciegas.

__________ (TN) suspiró.

— ¿He de suponer que tienes a alguien en mente?

La tía tiró de un trozo de papel de la larga manga de su camisa bordada china.

—Aquí mismo. Jacob Black. Contable. Hijo de la señora Black, a quien conozco del salón donde jugamos al bingo. Acaba de romper con su novia porque era demasiado frívola. Necesita una chica buena y formal.

¿Yo? Las cejas de __________ (TN) se arqueaban, lanzando la pregunta. ¿Buena y formal? ¡Venga ya! Su tía la miraba.

—He hablado con la señora Chen en la tienda de té —dijo la abuela—. Su hijo, Ben, acaba de regresar a la ciudad. Ha estudiado Derecho en Ontario, y ahora vuelve a casa para trabajar con una importante empresa del centro. Un chico con éxito. Justo lo que tú necesitas.

Genial, serían Ben y __________ (TN) . Obviamente una pareja que se había creado en el cielo.

Su padre, que hasta aquel momento se había quedado callado, se aclaró la garganta.

— __________ (TN) , estamos contentos de tenerte en casa con nosotros...

—Las mujeres chinas han de vivir en familia —interrumpió la tía.

Sí, claro, como si fuera la primera vez que escuchara aquello. Cada vez que sugería mudarse a su propio apartamento o irse a vivir con alguna amiga, en su familia cundía el pánico. Las buenas chicas chinas no dejan el núcleo familiar hasta que se casaban. Y hasta entonces, quedaban bajo la supervisión y el control de la familia.

Comportándose como una buena hija, __________ (TN) bajó la cabeza y guardó silencio.

Su padre se inclinó hacia ella.

—Sin embargo, tu madre tiene razón. Una mujer debe casarse, debe empezar una familia. Así es como se supone que han de ser las cosas.

__________ (TN) no estaba en desacuerdo necesariamente, pero cada vez que pensaba en el matrimonio, le daba un fuerte dolor de estómago.

Era una mujer canadiense moderna. La segunda generación completamente occidentalizada. No quería hacer los deberes de una buena chica y casarse con alguien que la familia aprobara, un chico bueno y con éxito. No al menos que esa persona le atrajera y lo amara. Pero, hasta el momento, nunca se había sentido atraída de aquella manera por un chico.

Aunque puede que fuera algo rebelde, no iba a mostrar falta de respeto hacia su gente. Eran buenas personas y ella los amaba.

Pero de verdad, realmente no quería entrar en un matrimonio acordado con un chico que no fuera apasionado. Callejón sin salida.

Y, mientras tanto, jugaría con las riendas de su vida. Por un lado, intentaba respetar y proteger a sus padres, pero por otro lado, una chica tenía que ser fiel a sus principios.

—Si el contable y el abogado no te dicen nada —dijo su madre, con un diminuto brillo de humor en los ojos—, ¿cómo te sentirías con un arquitecto?

¿Un arquitecto? Puede que hubiera alguna parte creativa o dos en su cuerpo. Puede que incluso tuviera erecciones creativas.

Resignada por el hecho de que nunca le permitirían dejar la mesa hasta que no estuviera de acuerdo en quedar con alguno de las últimas ofertas, __________ (TN) preguntó:

— ¿Quién es él?

—Puede que hayas ido al colegio con él —dijo su madre—. ¿Marty Fong? Su madre vino a la agencia de viajes y estuvimos hablando sobre nuestros hijos. La familia se había mudado a Toronto por una temporada, pero ya están de vuelta. Marty estudiaba arquitectura en la universidad British Columbia y trabajaba a media jornada para una empresa de arquitectos—su madre le dedicó una mirada intencionada—. Su madre dice que tampoco ha mostrado interés nunca en las citas a ciegas.

—Suena perfecto —dijo __________ (TN) irónicamente.

Claro, recordaba a Marty, de la escuela primaria. Aquel pobre chico era más bajo que ella, lo que significaba que había sido objeto de burlas. Un chico ñoño, también, lo que no había ayudado demasiado. Pero había sido un buen chico. La había ayudado con las matemáticas.

Si tenía que elegir la opción una, dos o tres, elegiría la tercera. Al menos, Marty y ella tendrían algo de qué hablar y puede que quizás pudieran hacer que aquello se convirtiera en una ventaja mutua. Un par de veces antes, ella y una de sus citas obligadas habían fingido seguir viéndose. Era una buena táctica: mantener a ambas parejas de padres contentos, mientras sus chicos podían seguir con sus verdaderas vidas.

—Le recuerdo —le dijo ella a su madre—, era un buen chico —para ser una picha enana—. Sí, si le apetece salir, lo haré.

—Bien. El viernes por la noche, entonces. Llamaré a su madre.

En tono de burla, __________ (TN) añadió:

—Bien. Estoy segura de que las dos llegaréis a un acuerdo sobre un buen sitio al que podamos ir. Decídmelo cuando lo hayáis decidido.

Después, con las obligaciones familiares temporalmente satisfechas, se marchó a toda prisa al santuario de su habitación, donde pudo ponerse los auriculares y repetir el sonido de Joe y ella casi teniendo sexo.

Capítulo 4

Aquella semana la cena del lunes por la noche del Cuarteto Imponente se celebraba en la marisquería que había en el suroeste del parque Stanley. __________ (TN) había llegado pronto, por lo que tuvo tiempo de dar un paseo con el Jeep alrededor del parque.

Empezó en la zona norte al lado del club Vancouver Rowíng y después condujo por el cañón que resonaba todas las noches a las nueve. Mientras pasaba por el Prospect Point, pensó que las cosas no podían irle mejor: la luz del sol se apagaba, un CD de Arctic Monkeys sonaba en la radio, la vista era preciosa y, lo mejor de todo, tenía historias excitantes que contarles a las chicas.

Tarareando la música, condujo bajo el Lions Gate Bridge y después pasó la estatua de una nadadora. ¿Quién era en cualquier caso?, ¿y había escrito alguien un artículo sobre ella?

Continuó por el Second Beach hasta el campo de golf par 3, las pistas de tenis, las de bolos y después en los aparcamientos de la marisquería. Mientras saltaba del Jeep, su barriga le dio un retortijón anticipatorio. Ah, estaba deseando devorar el atún ahí. ¡Y uno de esos fabulosos acompañamientos de puré de patatas!

Y no podía esperar a ver a sus tres mejores amigas. La verían de una manera diferente para cuando la noche llegara a su fin. Sí, ya era hora de que Rose cediera la corona de la diosa del sexo.

El cuarteto había quedado por primera vez hacía ya casi dos años, cuando todas se habían apuntado a un curso de yoga. Pero resultó que ninguna de ellas estaba lo suficientemente interesada. Las quejas de después de las clases habían dado paso a risas en el café, algunos lazos serios con los cócteles y finalmente a citas semanales. Cuatro mujeres completamente diferentes, __________ (TN) era la única Americana con rasgos orientales, aunque eran muy parecidas en las cosas que realmente importaban. Como la creencia en el poder de la amistad femenina. Y, __________ (TN) se sonría a sí misma, en la absoluta necesidad de discutir todas las cosas hasta el más mínimo detalle. Vaya, ¡las chicas iban a escuchar una gran cantidad de eso esta noche!

Mientras ella se acercaba al restaurante, estaba casi dando saltos, muy emocionada.

La marisquería Fish House, un viejo edificio caótico con pintura blanca y verde, verjas y terrazas, se emplazaba bajo viejos árboles frondosos y estaba rodeada por un exuberante mar de hierba verde. Parecía sereno; un lugar perfecto para que señoras de pelo blanco pudieran tomar el té, no para compartir los detalles sexuales de unas chicas de veintitantos.

— ¡Bell! —una voz la llamaba detrás de ella.

Ella se giró para ver a Ann saliendo de su precioso Miata descapotable de color rojo, algo graciosa vestida con la falda ajustada de uniforme de color azul marino y sus tacones de aguja. Por Dios, ¿llevaba medias? ¿En agosto?

Aquella mujer estaba realmente pirada. Loca como una abogada, si eso era lo que llevaba.

__________ (TN) , cómoda con su camiseta rosa flamenco y sus pitillos de algodón blancos, esperó a que su amiga se le uniera.

—Eh, chica de oficina. No llevas un uniforme muy cómodo, ¿eh?

Ann se quitó la chaqueta y se subió las mangas de su camisa de color marfil.

—Tengo que ir al aseo y quitarme las medias. Y echarme algo de loción solar. Creo que me he quemado la nariz, solamente conduciendo los cinco kilómetros que me separan de la oficina.

Como miembro en un enorme bufete de abogados, Ann pasaba los días—y buena parte de sus noches—en la torre de oficinas de cristales ahumados en el centro de la ciudad.

__________ (TN) le inspeccionó la nariz.

—La tienes roja y te están saliendo pecas. Qué mono.

Ann puso los ojos en blanco.

—Sí, pero pretendo ser profesional. Me uniré a vosotras en un par de minutos.

—No te entretengas —le dijo __________ (TN) — o te perderás la historia con mi bombero.

Ann la agarró del brazo.

— ¿De verdad lo hiciste? Pensaba que estabas bromeando.

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Mensaje por NanixG Mar 26 Jun 2012, 2:09 pm



— ¿Bromeo yo cuando se trata de sexo?

—Espera un segundo —Ann echó un vistazo a su alrededor, le dio a __________ (TN) su bolso y su chaqueta y después se levantó la falda, alcanzó las medias debajo de ella y se deshizo hábilmente de estas. Se quitó los zapatos, quitó las punteras de sus pies y después volvió a calzarse. Todo eso en poco más de diez segundos.

—Estoy impresionada —le dijo __________ (TN) .

—Es increíble lo que puede hacer una mujer cuando está motivada. Ahora volvamos a eso para que puedas soltar todo lo bueno.

Rosalie y Rina ya estaban pegadas a la mesa en el último extremo de la reja y estaban sentadas la una al lado de la otra, de cara a la entrada. Saludaron con la mano cuando vieron a __________ (TN) y a Ann.

Rose tenía un aire dorado y resplandeciente, con su indomable pelo y su bronceado resaltado por una camisa de pico de color turquesa vivo. Rina, siempre se vestía con ropa estampada al estilo hippie, llevaba una camisa holgada de color blanco de alguna tela diáfana y los pendientes eran aquella noche una cascada de brillantes diamantes falsos.

__________ (TN) estiró el dedo para tocarlos.

—Son bonitos.

Cuando __________ (TN) se sentó al lado de Rosalie, esta la miró más de cerca, atentamente.

__________ (TN) no podía ocultar la sonrisa del triunfo.

— ¡Lo has hecho!—Rosalie gritó—. ¡Vaya!

—Pensé que lo decías de broma— dijo Rina.

— ¿Cómo es esto? —refunfuñó __________ (TN) —. ¿Nadie me cree? Venga ya, no soy ninguna mentirosa —hizo una pausa— Vale, excepto con mi familia, pero es por su propio bien. Ojos que no ven, corazón que no siente. Y lo digo también por mí —guardarle secretos a su familia se había convertido un habito desde hacía bastante tiempo, ahora no lo pensaba ni siquiera dos veces.

—No, no eres mentirosa —dijo Ann —, pero siempre exageras un poco las cosas. ¿Te acuerdas cuando nos contaste lo del chico coreano, en el jacuzzi? Si te digo la verdad, no me creía que tuviera un pene de veinticinco centímetros.

—Vale, te doy la razón en eso —rió __________ (TN) a carcajadas—. Ningún chico coreano tiene un pene de veinticinco centímetros, pero un bombero…

— ¿La has visto? —preguntó Rina y después se ruborizó —. Lo siento, quiero decir, ¿realmente te acostaste con él? —Ella se inclinó hacia un lado, con los codos apoyados en la mesa—. ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Qué te pareció? ¿Es tan bueno como parece?

__________ (TN) sonrió, intensificando el anticipo.

—Vino —pidió ella.

Ann alcanzó la botella de vino que estaba en un cubo de cerámica. Vacío en el vaso de __________ (TN) algo dorado y un poco gaseoso y llenó después los vasos de Rosalie y Rina.

__________ (TN) bebió un sorbo de vino, bueno, con un toque de fruta de verano, puede que de melocotón, mientras Ann se llenaba su propio vaso y después retomaba el ritual familiar de echar un par de pastillas de un bote.

— ¿Había habido alguna vez en que Ann no hubiera tenido un dolor de cabeza?

—Vamos, Bell —dijo de repente Rosalie—, cuéntanoslo.

__________ (TN) , todavía mirando a la pobre Ann, dijo:

—No olvides ponerte algo de loción en la cara.

— ¿Qué? Ah, sí, vale -Ann sacó un tubito de su bolso, se embadurno la cara y después ofreció a las demás la loción.

La rubia de Rosalie se puso un poco, la piel de oliva de Rina no lo necesitaba, y __________ (TN) también lo rechazo.

—Yo nunca me quemo -después bromeo-. Ahora, estoy mintiendo. Me he quemado un poco este fin de semana. Os lo dije, nunca me he sentido tan caliente con un tío antes.

—Pensé que solo ibas a buscarle para entrevistarle —dijo Rina.

—Me puso muy Caliente — __________ (TN) se encogió de hombros —. Me puse caliente toda la noche, pero especialmente él y su número de baile. Así que, supuse yo, que sería más divertido si apagaba mi fuego con un bombero antes que con mi consolador.

—Eh, eso es muy justo -dijo Rosalie, con los ojos centelleantes—. El Chico que empieza el fuego tiene que ser el que lo apague.

—Tienes toda la razón en eso.

—Debía de haber docenas de chicas que se sintieran de la misma manera -dijo Ann-. No te ofendas, ¿pero cómo conseguiste engancharle?

__________ (TN) sonrío maliciosamente.

—Supongo que vio algo en mí —hizo uno de sus movimientos de pelo dulces y lentos, como los anuncios de champú.

Las otras chicas estallaron de risa.

—Sí, supongo que eso funcionaría —dijo Rose—. Los hombres se vuelven locos con el pelo de una mujer, ¿verdad? Emmet está siempre enrollando el mío con sus dedos —parpadeó—. En otros sitios también.

—No lo sabía —dijo Ann, hundiendo los dedos en su cabello negro de leona. Lo llevaba muy corto, un estilo muy cómodo pero casi andrógino. Pero sus finos rasgos y sus grandes ojos de color avellana eran puramente femeninos y el corte de pelo encajaba perfectamente con ella. Así que, aunque nunca lo hubiera creído, ella era el polvo de las pecosas.

—Yo tampoco —dijo Rina—. Hay pelo largo como el de Bel o el de Rose, y luego está el mío, como la cabeza de la medusa —su pelo Castaño era una caída de rizos incontrolables. Sin embargo, era bonito. Ella tenía ese aspecto de recién levantada que tanto les gustaba a los chicos.

—Todas vosotras tenéis un pelo magnífico —dijo Rosalie.

—Ya basta con el pelo —dijo Ann—. Retomemos la historia, Bell. Entonces, ¿hiciste volar tu cabello y Míster Febrero te cogió y te dio caña?

—Sí, algo así. Lo hicimos justo fuera de la puerta trasera del Caprice, después me besó y ambos nos perdimos.

—Dime que no tuviste relaciones en un callejón trasero —Ann parecía horrorizada.

—No exactamente.

—Venga ya —dijo Ann—, danos los detalles.

—Espera —se quejó __________ (TN) —. A veces suenas como una abogada.

Ann simplemente arqueó las cejas.

—Cuéntalo, Bel —dijo Rina repentinamente—. Tú también lo estás deseando, lo sé.

Y era verdad, cerró los ojos y se acordó. Joe cubriendo su trasero, su camisa subida...

—Estaba a punto de correrme y él lo sabía, así que se movió justo de la manera correcta, presionando aquella enorme erección contra la entrepierna de mi tanga y... tuve un orgasmo. Y fue uno bueno.

—Vaya, incluso a través de la ropa —suspiró Rina.

—Nunca me había sentido tan excitada.

Se miraron las unas a las otras por un momento, después alcanzaron las copas de vino casi simultáneamente.

Su camarera, una mujer atractiva con líneas de expresión y mechones grises en su pelo rubio, se acercó a la mesa.

— ¿Han decidido las señoritas lo que van a tomar?

—Más —murmuró __________ (TN) .

—Yo quiero lo que ella tiene —dijo Rosalie, seria, y después rompió a reír.

—Tú lo tienes todo el tiempo —dijo Rina—. Yo soy la única que lo necesita.

—Y yo quiero una ración doble —añadió Ann—. Hace tanto tiempo que no he tenido una...

Para entonces, todas estaban riendo histéricamente.

La camarera frunció el ceño.

—Lo siento, me temo que no lo he cogido. ¿Qué es lo que van a tomar?

Aquello hizo que todas se rieran con más fuerza.

Ann fue la primera que pudo calmarse.

—Lo sentimos mucho. Has venido justo al final de una historia muy buena.

— ¿Buena? —repitió la camarera, escudriñando sus caras. Después, les guiñó un ojo—. Sí, claro, ya lo he pillado. Una historia de sexo. Lo siento, señoritas, pero me temo que no tenemos nada de eso en el menú de esta noche. Pero nuestro puré de patatas es de pecado; y dejad sitio para el pastel volcán de chocolate, es lo segundo mejor, después del sexo.

—Puede ser la primera cosa —dijo Ann—; todo depende del hombre en cuestión.

Aquello hizo que todas volvieran a reírse de nuevo y la camarera se unió esta vez a ellas.

Unos minutos más tarde, se las arreglaron para pedir la cena. El ahí a la brasa para __________ (TN) y Ann, un catador de tres tipo de salmón para Rosalie y salmón a la brasa con limón para Rina, la perenne en dieta.

—Yo no quiero puré de patatas —dijo Rina.

—Pónselo —le dijo __________ (TN) a la camarera—, nosotras lo comeremos. Y creo que necesitaremos una ración extra también.

Después de que la camarera se hubiera ido, Ann le dijo a __________ (TN) :

—Entonces, ¿estás diciendo que no tuviste realmente sexo con Míster Febrero?

— ¿Alguna de vosotras me ha oído decir algo así? —Preguntó __________ (TN) , mirando alrededor de la mesa—. Solo os he dado un aperitivo. Ahora os contaré el plato principal. ¿Sabéis? Tiene ese enorme camión de bomberos...

—Claro que lo tiene —interrumpió Rina—. Es la regla primordial para ser bombero: debes saber conducir un camión de bomberos.

— ¿Y cómo sabes tú eso? —le preguntó Rosalie.

Rina se encogió de hombros.

— ¿Nunca has pasado por un parque de bomberos? ¿Sabes lo que hay aparcado en el solar?

__________ (TN) , que apenas se ruborizaba, pudo sentir cómo le quemaban las mejillas por la idea de lo que había estado haciendo en su Jeep en el aparcamiento del parque de bomberos de Joe.

—Vale, entonces, tiene un camión de bomberos —continuó Ann—, y supongo que el camión tiene algo que ver en la historia, así que sigue. No puedo soportar más el suspenso.

__________ (TN) lo hizo, y su voz tuvo que haber subido de tono en algunas escenas, porque las chicas la hacían callar de vez en cuando, incluso mientras se inclinaban hacia ella con los ojos echando chispas.

Cuando __________ (TN) terminó, Rosalie asentía entusiasmadamente.

—Oh, sí, es fantástico cuando es tan excitante y duro y rápido, ¿verdad?

— ¡Es increíble! — __________ (TN) estaba de acuerdo.

Ann y Rina intercambiaron las miradas.

—Nos alegramos tanto por vosotras —dijo Rina secamente.

—Ya os llegará el día —contestó Rosalie—. A mí me llegó y ahora le ha llegado a Bell —se giró hacia ella—. Entonces, ¿vas a verle otra vez?

—Eh, ¿nos apetece un postre?

— ¿Perdona?

—Os he dado el aperitivo y el plato principal, ¿no queréis oír hablar del postre? Te juro que es tan pecaminoso como el pastel volcán de chocolate.

— ¿Lo hicisteis otra vez? —Ahora era la voz de Rina, formalmente la más tranquila del Cuarteto, la que había hecho que Rosalie y Ann susurraran «calla».

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Mensaje por NanixG Mar 26 Jun 2012, 2:12 pm

mañana la sigo, es ques estoy en examenes :/
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