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Mensaje por Dangelin Mar 05 Feb 2013, 8:28 pm

2033

Apilo mis libros sobre el escritorio y arrojó mi saco en el respaldo de la silla. Probablemente hoy será uno de esos días ajetreados donde apenas lograré pegar el ojo. Jamie me habría dicho que tendría que dejar la oficina un tiempo para darme un tiempo para mí misma, habríamos peleado, el me habría preparado una cena y nos contentaríamos. Son los días como estos en lo que extraño a mi esposo, no puedo creer que haya fallecido tan temprano. Limpio una lágrima de mi mejilla y me dedico a mi tarea, solo necesito encontrar unos papeles y regresar a la oficina.

Unos minutos más tarde estoy de vuelta en mi oficina, Karen mi recepcionista me dice que tengo una llamada pero le aviso con un gesto de mi mano que estoy ocupada. Tengo una reunión en pocas horas y no necesito distraerme con nada. Cuando entro a la sala de reuniones me doy cuenta que eh olvidado mi saco en casa, y también mi teléfono celular. Hago un ruido despectivo con mi boca y decido olvidarlo por hoy. El mundo no se va a acabar por un día sin mí.

La reunión en aburrida al igual que muchas a las que eh asistido. Trabajo en una editorial llamada “Shadows”, justo en este momento estamos debatiendo acerca del libro de mi mejor amiga Janeth.

—Yo creo que si venderá. – anunció dando por hecho que confío plenamente en mi amiga.
—Pero es sobre extraterrestres y ovnis. Es un tema incluso más trillado que los vampiros. – alega mi archienemiga en esta empresa, Delta.

No sé por qué la odio, simplemente escuche su nombre y la aborrecí. Algo me dice que se debe a algún evento del pasado pero no logro recordarlo. Duramos al menos media hora discutiendo cuando mi asistente Karen entra a la oficina y me llama.

—Señorita violeta, tiene una llamada, dicen que es urgente.
—Diles que mi trabajo es más importante. — la calló y vuelvo a enfrascarme en la reunión.

Después de cinco horas salgo de la oficina con una mala noticia para Judith pues su libro ha sido rechazado. Despido a Karen con la mano y antes que ella pueda abordarme de nuevo salgo y tomo un taxi hacia casa de mi amiga.

Mi nombre es Violeta Orellaba, apellido que adopte cuando me casé y no eh vuelto a cambiar incluso aunque mi esposo hubiera muerto. Tengo 40 años y una vida exitosa, sin ningún hijo pero con mucho dinero. Sé que los años ya caen sobre mí pero puedo considerar que aún me veo bien. Conservo una figura estilizada gracias a las horas en el gimnasio, como no tengo hijos puedo permitirme ese lujo. Mi cabello sin embargo perdió toda la gracia de cuando era joven, ahora esta opaco y cae negro sin chiste sobre mis hombros, debería cortármelo. Anotó ir a la peluquería en mi libreta del bolsillo y el taxista me deja en la casa de mi amiga.

La casa es pequeña, una típica casa de los suburbios, pero sola en un terreno. No tiene vecinos en ese lado de la calle, pero si enfrente. Compró los terrenos de alrededor y aunque aún no ha construido ninguna casa salvo la suya no vende ningún pedazo. Soy la única que sabe la razón.

Aprieto el timbre y después de unos segundos la puerta se abre y me recibe mi mejor amiga desde que tengo uso de la razón. Ella en cambio luce muy bien, no aparenta la edad que tiene al ser un año mayor que yo, pues su cabello aun brilla y cae ondulado hasta su cintura como actriz de televisión, sus labios hoy pintados de rosa siguen carnosos y suaves y sus ojos brillan como los de una adolescente. O un niño mas bien.

—Entra, entra. No pierdas mucho tiempo allá afuera que se avecina una tormenta. — me confiesa arrastrándome al interior de su casa. —Además necesito que seas la primera en presenciar mi nuevo invento.

Ella es Janeth. La conocí en secundaría, era la chica rara que se sentaba en la parte de atrás con una capa de Harry Potter y en ocasiones llevaba una diadema con antes de alienígena. Todos le tenían miedo pues se acercaba a ti e invadía tu espacio personal solo para pedirte un lápiz, y tenía un tono de voz que en verdad daba miedo. Recuerdo en una exposición acerca de leyendas que nos mató a todos de susto contando una anécdota sobre fantasmas. Y siempre hablaba sobre sus inventos.

— ¡Tienes que verlo! ¡Soy un genio Violet, un genio!

Es la única que me sigue diciendo Violet, pues cuando vivíamos en estados unidos así me decían. Solo hace un par de años nos mudamos a nuestro país natal, Inglaterra. Cuando yo me case y las cosas con mi vieja familia se pusieron complicadas con estados unidos, ella se vino conmigo porque soy la única que la apoya con sus creaciones.

—Janeth, primero debes saber que tu libro fue rechazado.

Mientras lo digo observo su casa. Al igual que siempre está casi vacía, solo tiene una televisión y un sofá en la sala, una cafetera y un lavabo en la cocina y una mesa en el comedor. Ni siquiera tiene una silla.

—Ya lo sabía, siempre que tienes esa cara significan malas noticias. No importa, porque lo que voy a enseñarte vale más de mil libros publicados.

Me empieza a arrastrar hasta su sótano y una vez que estamos bajo tierra presiona un interruptor y una serie de luces se enciende en el techo. A diferencia de la planta superior, su sótano está repleto de cosas. Libreros con matraces y tubos de ensayos limpios, mesas llenas de piezas de mecaniza, un estante dedicado a las herramientas, cajones repletos de hojas que se desbordan e impiden que el cajón se cierre. Incluso tiene modelos de robots que algún día caminaran. Las paredes están llenas de posters, fotografías, dibujos de bocetos, y pizarrones con complicadas formulas químicas que jamás lograre entender.

Su laboratorio secreto podía extenderse metros y metros, allá a lo lejos tenía su cocineta, también un dormitorio y una sala de vigilancia donde veía la puerta y se enteraba si tenía visita. Es por eso que compro los terrenos, para tener su inmenso laboratorio científico. Me toma de la mano y me arrastra hasta la sala de “pruebas”. Hay cohetes, mesas voladoras, lentes de rayos X y televisiones flotantes, que no sirven, desde luego.

— ¿Recuerdas esa noche que me desperté gritando y te llame?
—Claro. — confieso. ¿Cómo olvidarlo? Me despertó a las tres de la mañana solo para hablarme de autos voladores.
—Bueno, un auto que vuela aún no está en mis capacidades, pero ¿te imaginas dentro de cien años? ¿O dentro de mil? La tecnología en esa época debe ser impresionante. Y luego me dije, Janeth tonta, no lograras llegar a esa época. Entonces se me ocurrió, ¡una máquina del tiempo!
— ¿Máquina del tiempo? — pregunto recordando la película de volver al futuro. Sin duda mi amiga es una versión femenina del doctor Brown.
— ¡Máquina del tiempo!

Entonces comienza a bailar arrojando papeles en su camino, danzando alrededor de un objeto grande cubierto por una manta blanca. Empiezo a reírme por la actitud de mi amiga, como si hubiera encontrado la cura para el cáncer (cosa que intento sin mucho éxito).

— ¿Y cómo harás eso? – le pregunto y ella descubrió su invento.

Era una puerta. Una puerta común de color blanca.

—Una puerta. — murmuró más confundida que nunca.
—No es solo una puerta. Es la puerta. La puerta que nos permitirá viajar entre esta fecha y muchas más. Verás que hay una cerradura, solo ingresas la fecha a la que deseas y entonces la puerta se abre y ¡viajarás al futuro!
—Intentémoslo. – la animo porque de todas formas tendremos que hacerlo.

Ella se para frente a la puerta e ingresa una fecha. 10 de Diciembre del 2300, acepta y entonces la puerta se abre. Parecía imposible que una puerta estuviera de esa forma, no se veía lo que había detrás si no una oscuridad abrumadora. Janeth da saltos a mi lado y en el momento que esta por cruzar el umbral la puerta comienza a lanzar chispas y el paisaje negro se empieza a tornar transparente hasta que soy capaz de ver el cohete del fondo de la habitación.

— ¡Es injusto! ¡Es injusto! Hice todo, ¿en que pude fallar? – se pregunta mirando el pizarrón de su derecha con dibujos de ella cruzando la puerta y apareciendo en un mundo diferente.
—Sigue intentando. Sabes, solo vine a avisarte del libro, cuando halla mejoras me avisas. Mejoras del libro y de tu máquina. – informo pero ya no me escucha.

En alguna parte de su inmenso laboratorio un teléfono empieza a sonar. Pero Janeth esta tan concentrada en su pizarrón que decido buscarlo yo.

—Ha estado sonando todo el día. – me avisa Janeth mientras lo busco bajo una pila de papeles arrugados. – Probablemente está en la cocina, junto a los sándwiches.

Me dirijo a la cocina y tal como ella dijo encuentro un teléfono con la forma de un control remoto enseguida de panes untados con mayonesa. El teléfono da su décimo replique cuando atiendo.

— ¡NO PUEDO CREER QUE NO CONTESTES TU TELEFONO! — grita una voz demasiado familiar al otro lado del teléfono.
— ¿Joe? — preguntó confundida.

¿Hace cuantos años hable con Joe por teléfono? Supongo que fue después de su boda. Aun así de eso ya es más de una década.

— ¿Violet? – me pregunta incluso más confundido que yo. — ¿Violet Cambridge?
—Ya no uso ese apellido Joe, pero sí, soy esa. ¿Por qué estás tan enfadado con Janeth? Ya sabes que ella nunca contesta el teléfono cuando se debe.
—Pues tu tampoco Violet. Eh tratado de contactarte toda la mañana.

Entonces descubro que algo anda mal. La voz de Joe se quiebra en el final.

—Joe, ¿Qué sucede?
—Está tan mal Violet. Tan, tan mal. — me susurra entre llantos y puedo escuchar la sangre de mi cuerpo golpeando mi cerebro.
—Joe, ¿Quién está mal? — pregunto incluso cuando ya se la respuesta.

Cuando tres latidos de mí corazón cuando Joe contesta y el alma se me viene abajo, como si una cubeta de agua helada cayera encima de mí y miles de manos estrujaran mi corazón. Nick está mal.

Ocho horas duramos en el avión. Ocho agobiantes horas en las que ninguna lágrima pude derramar pero en las que sentía que me moría por dentro. Si hubiera contestado mis llamadas de la mañana, ahorita estaría en Los ángeles, acompañando a la familia Jonas. Acompañando a mi mejor amigo en todo el mundo. Janeth viene conmigo más seria que nunca, solamente escribiendo en su libreta. Probablemente escribiendo lo que sucede en este momento.

Cuando llegamos a Los ángeles ya son las once de la noche. Mi cuerpo está cansado reclamando una noche de sueño pero al igual que Janeth no pienso pegar un ojo esta noche hasta ver a Nicholas Jerry. Tomamos a un taxi y aun con las maletas nos dirigimos al hospital donde miles de cámaras piden la exclusiva de la trágica noticia.

— ¡Lárguense a un desierto y aliméntense de carroña, viejos buitres! — les grita Janeth cuando entramos.

Una enfermera nos pide que nos retiremos, que no haya ningún espectáculo que ver y estoy por gritarle cuando Frankie Jonas aparece. Es tan cambiado desde la última vez que lo vi, cuando tenía solo 22, ahora supongo tiene diez años más. Luce tan bien y saludable que de nuevo quiero llorar. Cuando nos ve corre a abrazarnos y le dice a la enfermera que estamos con ellos.

—Oh Frankie, — murmuro en su hombro con la voz estrangulada. — ¿Cómo esta Nick? ¿Qué noticias nos tienes?
—Será mejor que las escuches de Joe. No creo que yo pueda decirlas. — dice y veo en su rostro que ha estado llorando mucho tiempo.

Le doy un beso en la mejilla y nos dirige hasta el ala donde Nick está siendo atendido. Mientras hago mi camino al elevador escucho a una reportera grabando en vivo.

—El actor Frank Jonas ha aparecido hace tan solo unos segundos para llevar consigo a dos mujeres con él, aun no se sabe la identidad de las mujeres pero se rumora que una de ellas es la escritora de la trilogía de…

Cuando las puertas del elevador se cierran dejo de escuchar más. Subimos diez pisos y nos encontramos con una sala casi abandonada de no ser porque toda la familia Jonas está esperando en una sala. Aunque hay comida en la mesa nadie está comiendo, todos intercambian miradas sombrías y sonrisas esperanzadoras, tampoco nadie habla, incluso los niños. Se me parte el corazón al ver a Nikko y a Jerry sentados con los pies colgando enseguida de su abuela.

Denisse alza la vista cuando nos ve llegar y su mirada se baña en lágrimas y no puedo aguantar más. Comienzo a llorar.

Cuando mi familia se empezó a caer en pedazos la familia Jonas me acogió como un miembro más. Denisse me permitió vivir bajo su techo y los chicos me aceptaron como su hermana. Estuve con ellos cuando empezaron a volverse famosos, cuando se separaron y cuando regresaron. Baile con Kevin en su boda y amenacé a Danielle durante el brindis. Muchas cosas pasaron pero fue exactamente en el año 2013 cuando todo se desmoronó y mi relación con ellos se enfrió un poco.

—Violet. — susurró Denisse abriendo los brazos.

Corro hasta ella taconeando sin miedo de despertar a los pacientes de ese piso pues sé que solo hay un paciente en esta ala. La brazo con fuerza, pero no tanta pues sé que no es tan joven como cuando me acogió a los 13 años. Acaricio su cabello canoso y beso su frente.

—Si estuviéramos en distintas condiciones, me alegraría de verte, pero no creo que la alegría quepa en mi corazón esta noche. — me dice y asiento con la cabeza incapaz de hablar por un nudo en mi garganta.
—Hermana. — me llama Kevin y logro sacar una sonrisa cuando lo veo pues mi predicción ha sido correcta, Kevin es como un vino, con el paso de los años mejor.

Pequeñas arrugas se forman alrededor de sus ojos cuando me sonríe tristemente, y cuando lo abrazo notó que no ha cambiado su loción en todos estos años.

— ¿Cómo estás? — me pregunta a través de mi cabello.
—Vieja – bromeo.
—Yo más en todo caso. ¿Ya viste a Denisse?

Me separo de su abrazo y una joven de cabello castaño y ojos oscuros me sonríe tímidamente. Abro mis ojos cuando la veo, pues lo años la han cambiado más de lo que nos han cambiado a Kevin y a mí. Es su hija, por supuesto, tiene sus ojos, pero la nariz de Danielle. La conocí muy pequeña, recién nacida, y después cuando tenía diez años.

—Denisse, estás tan grande. Vaya, te ves hermosa. Igual que tu madre. — la saludo dándole un caluroso abrazo. — ¿Dónde está ella, por cierto? – pregunto al no verla cerca.
—Se fue a casa con Paul, no aguanto más y mañana tiene colegio, lo mismo con Dani. Necesita dormir, de hecho Denisse también debería irse.

No pregunto quién es Paul, pues lo conocí de cuatro años, por lo que supongo tiene ahora catorce. Pero no sé quién es Dani, supongo que tuvo otra niña. Denisse le asegura a su papa que no se va a ir sin escuchar más noticias y se acurruca junto a él en el sofá. Me doy la vuelta y veo a Joe sentado con sus gemelas a un lado. Las dos niñas juegan animadamente con unas muñecas pero no hablan, como si sus mentes estuvieran conectadas y las palabras no fueran necesarias. Tendrían 13 años tal vez, la misma edad que tuve cuando me mudé con los Jonas.

—Hola Joe, hola Mildred. — saludo a su esposa, con la cual solo intercambie unas cuantas palabras en mi vida.
—Hola hermana. Te ves muy bien, mejor que nosotros. Lily, Violet, saluden a su tía.

Siento una pequeña sacudida en mi interior cuando escucho el nombre de una de las niñas. Las dos tienen brillantes ojos azules al igual que la madre, peor tiene sus cabellos negros como los de Joe y también usan anteojos, son tan idénticas que no podría saber cuál de ellas es mi tocaya. Las dos niñas me saludan indiferentemente y continúan con su juego. No me reconocen, no me han visto en diez años.

Joe nota mi tristeza y me abraza. Puedo sentir como su barba recién rasurada pica mi cuello, pero no me importa arrojo mis brazos a su cuello y me pongo a llorar. Joe me explica en susurros rápidos lo que sucede, que ayer Nick sufrió una baja en sus defensas y ahora está muy mal. Los doctores no quieren dar esperanzas.

—Platique con él en la mañana. Quería que vinieras. Quería presentarte a sus hijos y pedirte que mantuvieras un ojo en ellos si algo le sucede.
— ¿Por qué me lo dices Joe?
—Porque él cree que no va a pasar de este día.

Siento como las lágrimas se agrupan en mis lagrimales y entonces empiezo a llorar de nuevo. Después de unos minutos me siento junto a Janeth quien está platicando tranquilamente con los niños de Nick, dos niños de rizos castaños de tan solo 6 y 8 años. Se parecen tanto a Nick que duele verlos. Denisse me los presenta y ellos me saludan, pero yo ya los había visto, incluso si ellos no me han visto a mí. Entonces me imagino el peor de los casos. Los niños quedarían huérfanos. Frankie se despide, diciendo que irá a hacerle compañía a su papa.

—Mamá debo irme, Denisse tiene que ir al colegio mañana y no se irá a menos que la arrastre. Por favor avísame si pasa algo. – se despide Kevin de su madre.

Se dan un largo abrazo y luego me abraza a mí.

—Estoy feliz de verte saludable y completa. – me confiesa después de besar mis cachetes y se aleja en el elevador.

Mildred se despide unos minutos después llevándose a las gemelas consigo, por lo que nos quedamos solo Denisse, Joe, Janeth, los hijos de Nick y yo. Me siento junto a Joe quien empieza a preguntar sobre mí. No tengo mucho que contarle, salvo de mi trilogía, de mi nueva casa y de la muerte de mi esposo.

—Lamento oírlo de ti, pero ya sabía la noticia por los noticieros. Lo siento mucho, no lo conocí muy bien, pero sé que era un buen hombre. No podía permitir que mi hermana se casara con cualquier imbécil.
—Lo extraño. Joe, ¿Qué va a pasar con los niños? – pregunto después de un rato dando una cabezada al lugar donde los niños juegan con Janeth y su abuela.
—Mi mama dice que ella los cuidará, pero no quisiera darle mucha carga, ni a mi papa. Cuando le avise a mi papa, pensé que le daría un infarto, ¿sabes? Tuvo que irse a casa, no podía soportar la angustia aquí en el hospital.

Pienso en Paul, en todas las veces que se preocupó cuando la diabetes de nuevo era un problema en Nick, en como parecía que iba a morirse, pero ahora, después de tantos años su corazón es aún más frágil y no creo que resista un susto más. Entonces un médico aparece en la sala de espera, por su rostro no se puede saber si trae malas o buenas noticias, pero todos nos levantamos y esperamos.

—Doctor. – dice Denisse a modo de saludo.
—El señor Jonas ha despertado, pero como doctor les aconsejo que no se creen falsas esperanzas.
— ¿Dijo algo? — pregunta Joe sosteniéndome por los hombros, porque no sé si puedo resistir estar de pie.
—Lo mismo que las otras veces que ha despertado. Quiere ver a Violet.
—Ella está aquí, doctor. ¿Le permitirá una visita rápida?

El doctor parece pensarlo un minuto, pero sé que es lo que lo convence. No se le puede negar una última petición a un hombre. Me pide que lo siga y Joe me aprieta un poco el hombro para darme ánimos. Doy unos pasos detrás del doctor y puedo escuchar como mi corazón marca los segundos. Volveré a ver a Nick.


Última edición por Dangelin el Mar 05 Feb 2013, 8:45 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Flywithme Mar 05 Feb 2013, 8:40 pm

Hola :D, soy Jessica xdd ¡Soy tu primer lectora! :3.
Bueno me verás por aquí seguido:B.
Muy buena, tienes que seguirla:D.
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Mensaje por Dangelin Mar 05 Feb 2013, 8:56 pm

Flywithme escribió:Hola :D, soy Jessica xdd ¡Soy tu primer lectora! :3.
Bueno me verás por aquí seguido:B.
Muy buena, tienes que seguirla:D.

Hola y bienvenida!
Me alegra que te guste, y que vuelvas a leerme(: Claro la continuare! aunque solo la leas tu xD
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Mensaje por SmileJonas Mar 05 Feb 2013, 10:21 pm

Hola segunda lectora me encanto el primer capitulo y estoy segura que esta novela va a ser diferente a las demas por que nunca lei una igual de verdad!! ..espero que la sigas me encanta y pobre nick :( ..espero que pase algo bueno y esperanzador!! ah que estoy sentimental jaaj ...okno pero siguela porfis!!! besos!! <3
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Mensaje por Dangelin Miér 06 Feb 2013, 9:34 pm


La habitación de Nick está llena de rosas, flores y peluches, lo cual me hace recordar que no le traigo nada para desearle buenos ánimos. Él se encuentra en el centro de la alcoba, acostado en una cama de sábanas blancas y almohadas acolchonadas, Una sonrisa tímida cruza mi rostro cuando lo veo, tratando de borrar las lágrimas que inundan mis pupilas, porque dios mío, se ve tan viejo como yo. Por supuesto que sus rizos siguen intactos, por suerte nadie en la familia Jonas sufre de calvicie. Tiene los ojos cerrados y respira con dificultad, ¿Cuántas veces lo eh visto en la misma situación? ¿Con la sombra de la diabetes pisándole los talones?

Me atrevo a dar pequeños pasos hasta su cama, cerrando la puerta detrás de mí sin causar ruido. No quiero que se despierte sobresaltado y me vea tan descompuesta. Limpio las lágrimas de mi rostro con el torso de la mano y arrastro una silla a su diestra. Lo escucho respirar, veo su pecho subir y bajar bajo la sabana y me doy cuenta de la sonrisa que tiene en sus labios, debe estar pensando en sus hijos. Una barba creciente rodea su barbilla al igual que un bigote se asoma encima de sus delicados labios. No me resisto y acaricio su frente retirando unos rizos rebeldes.

El abre los ojos con pereza y busca alrededor al responsable de su despertar. Sus ojos encuentran los míos y lamento mucho seguir llorando porque preferiría ver algo de felicidad y no una cara con la marca de la tristeza. Sin embargo él sonríe y trata de tomar mi mano que sigue en su cabello, pero es tan débil que le ahorro la molestia y entrelazo nuestros dedos en un apretón.

—Viniste. — susurra y le pido que guarde silencio poniendo mi dedo índice libre sobre mis labios.
—Preferiría que guardes tus energías Nicholas. Por supuesto que vine, te prometí que siempre estaría aquí.

La voz me falla al final y estira su brazo libre para limpiar un par de lágrimas que ruedan por mis mejillas. Su piel esta fría y temo mucho por él, pero me recompongo y le sonrió.

— Lo siento mucho Nick, por todo, por irme, por no regresar por…

Ahora es el turno de el para callarme, se lleva el dedo índice a los labios y susurra un: Shh. Vuelve a acariciar mi mejilla, esta vez sin limpiar ninguna lágrimas y yo retengo su palma con mi otra mano porque hace mucho tiempo que no siento el contacto de su piel con la mía.

—Si hubieras venido antes. — empieza a decir con una voz ronca, muy diferente a la que tenía cuando éramos jóvenes. —Habría más tiempo para que pudiéramos hablar.
— ¿Por qué siento que te estas despidiendo? — le digo con el corazón en la boca.

El agita su cabeza como si le molestara la idea, pero después afirma con la misma. Muerdo mi lengua para no gritar y llorar como una niña pequeña y cuando las lágrimas acuden una vez más dejo que sea el quien las limpie.

—Mis…mis hijos. —dice el cerrando los ojos como si le costara hablar, y sé que le cuesta.
—Los cuidare. Los cuidaremos. — le aseguro y el palmea mi mano libre en señal de agradecimiento.
—Recuerda, ¿recuerdas cómo nos conocimos? — me pregunta y aunque no me ve asiento. —Tu tenías vestido, la única ves que te vi con uno rosa.
Me rio porque es absurdo que el recuerde un detalle tan insignificante. Pero probablemente es verdad, mi padre siempre me obligaba a ponerme vestidos rosas porque le gustaba como se me veían. Agito mi cabeza borrando el pensamiento, no puedo pensar en mi pedófilo padre en este momento. Nick abre los ojos y me mira largamente, tanto que supongo que debería yo hablar pero el continua.

—Mis hermanos siempre te vieron como una hermana, pero yo no podía. No podía porque me gustabas mucho Violet.

Cierro los ojos y rememoro el día en el que Nick me confeso sus sentimientos. Fue antes que filmaran la segunda parte de una película de Disney que no logro recordar a la perfección. Él estaba en el patio de su casa, con su perro Elvis practicando una canción con la guitarra, y yo estaba a su lado escribiendo en mi libreta azul un poema acerca de guitarras y rizos castaños.

— ¿Por qué no tienes novia, hermanito? – le pregunte en ese entonces, cuando los sueños estaban al alcance de nuestras manos y dieciocho años nos pesaban muy poco.
—Porque estoy casado con mi trabajo, y no me llames hermanito.
— ¡Que aburrido eres, hermanito! — dije para molestarlo.

Arranque la hoja que estaba usando, la hice bolita y se la arroje a la cabeza interrumpiendo su práctica. El bajó la guitarra y se lanzó hacia mí arrojándome al césped. Trate de quitarme de bajo su cuerpo, pero él me lo impedía tomándome de los brazos y aprisionando mis piernas con las suyas. Elvis estaba ahí también lamiendo mi rostro y las manos de Nick en mis hombros.

—Vete de aquí Elvis, tengo asuntos que atender con Violet.
—¿Por qué no me llamas hermana? — Pregunte cuando el perro nos abandonó — ¿No te gusta que sea tu hermana?

Me sentía muy dolida. Mucho tiempo había pasado desde que Denisse me había aceptado en su casa, pero al único que no le parecía la idea por completo era a Nick, quien me veía con recelo cuando jugaba videojuegos con Joe, o platicaba con Kevin sobre su boda como si fuera parte de la familia. El me miró desde arriba, con algunos rizos cubriendo sus ojos y lentamente fue bajando su cuerpo hasta quedar completamente acostado sobre mí. Podía sentir su aliento y mis piernas empezaban a temblar por su cercanía.

— ¿Quieres saberlo? Es solo que no quiero cometer incesto.

A partir de ese día deje de vivir en la casa de los Jonas. Conseguí mi propio departamento, y aunque seguía viéndolos diariamente preferí separarme de la familia y convertirme en solo amiga, porque mis sentimientos hacia Nick eran los mismos que él tenía por mí.

—También me gustabas. — susurre regresando a la realidad sorprendida por el ritmo que estaba tomando la conversación.
—Éramos jóvenes y tontos. Si volviera a ser joven, y la salud aún quemara mi cuerpo, te habría enamorado y no te hubiera dejado ir.
—Pero ya no somos jóvenes Nick. Muchas cosas pasaron, y lo nuestro nunca pudo pasar, incluso si yo también lo deseara.

Hicimos silencio. Aun sostenía su mano derecha, y si izquierda reposaba en su costado mientras la mía volvía a acariciar su frente. Tuvimos un par de oportunidades para ser una pareja oficialmente, él estaba en Broadway cuando me propuso vivir con él en su departamento en New york, pero yo era muy temerosa en ese momento y no quería que Denisse pensara mal en mí, había sido como su hija tanto tiempo que un romance con cualquiera de sus hijos se verían deshonroso.

— ¿Recuerdas wedding bells? — pregunta Nick
—La canción que todo el mundo pensó iba dirigida a Miley. – murmuro mirándolo directamente a los ojos.
—Era para ti, cuando me dijiste que soñaste que te ibas a casar pronto. Temí tanto que el sueño se volviera realidad, aunque se cumplió 5 años después.
—Tú también te casaste. — susurró apenas audiblemente.
—Y sonará muy mal de mi parte, pero lo hice solo para olvidarte.

Hacemos silencio una vez más. Pasan unos segundos más, en la que solo escucho su corazón y su respiración, o tal vez es mi respiración y mi corazón porque en este momento estamos sincronizados. El empieza a acariciar el torso de mi mano, como si estuviera rasgando las cuerdas de una guitarra inexistente. Entonces viene a mí la letra de una de sus canciones, una canción que en este momento no debería pensar pues habla sobre despedirse.

—Te amé y te sigo amando Violet. Quería que lo escucharas de mí una última vez más.

El suena tan bajo que temo que me haya imaginado lo que ha dicho. Entonces cierra sus ojos y su respiración se hace más lenta, hasta detenerse. Sosteniendo su mano puedo sentir cada latido de su corazón, hasta que deja de palpitar y cae en un sueño del cual no ira a despertar. Me quedo un segundo en un shock hasta que escucho que una máquina de al lado empieza a hacer un sonido, como un bip pero constante y sin pausa alguna. Entonces caigo en cuenta de lo que está pasando.

— ¡DOCTORES! ¡DOCTORES! — empiezo a gritar sin soltar la mano inerte de mi mejor amigo. – ¡Ayuda, ayuda, por favor!

Ni siquiera me doy cuenta cuando los doctores entran a la habitación, pues sigo gritando por ayuda, y empiezo a pedirle que no se vaya, que no me deje, que no deje a sus hijos. Y en algún momento empecé a llorar, porque la visión se me empieza a tornar borrosa hasta el punto que es insoportable mantener los ojos abiertos. Cuando cierro los ojos solo tengo dos últimos pensamientos: No podré abrirlos de nuevo y Nick está muerto.

Cuando abro los ojos de nuevo me encuentro en una cama que conozco también como la que tengo en mi casa. Una sábana tapa mi cuerpo y una segunda persona duerme a mi lado. Sus bucles oscuros hacen cosquillas en mi mejilla, y uno de sus brazos aplasta mi cuerpo. Nunca supo cómo dormir al lado de otra persona. Me quito la mano de Janeth de encima y bajo de la cama, supongo que estoy en algún hotel. Los recuerdos de anoche suben a mi cabeza y me quedo un momento como un zombi tratando de asimilarlos. Se ha muerto.

Hago mi camino al baño lo más lento que alguna vez eh caminado. Abro las llaves y me meto debajo del agua, tardó unos minutos en darme cuenta que aún tengo la ropa puesta y después de varios intentos logró sacarme mi ropa y la apilo en una esquina de la ducha. Dejo que el agua helada recorra mi cuerpo mientras lloro sonoramente permitiendo que el sonido del agua lo oculte.

Tardé 10 años para poder volver a encontrarme con los Jonas y jamás me permitiré perdonarme por ese error, si no hubiera sido tan orgullosa y rencorosa probablemente no estaría sufriendo tanto por esto. Quizá me habría casado con Nick y hubiera impedido que la parca se lo llevara. Apago las llaves y me quedo parada con los ojos cerrados recordando todos mis momentos con Nick. Recordando su sonrisa, su voz cuando cantaba y se enojaba, su risa, sus torpes pasos de baile en la boda de Kevin y Joe.

Es hasta que Janeth me pide que salga cuando me doy cuenta que volví a quedarme dormida llorando. Como un robot me visto, escuchando a Janeth lamentándose por lo que sucedió. Estamos desayunando cuando me avisa a qué hora será el funeral, al parecer Kevin llamó temprano y dijo que sería una ceremonia privada, sin muchos espectadores. Sé que a Nick le hubiera gustado, le gustaba ser reservado con su vida privada.

—Tendrán que decirlo a los noticieros, pues la noticia ya está circulando en el internet. Al parecer una enfermera lo publico en su página. — dice Janeth terminando su plato de cereal.
— ¿Qué paso después que me desmaye? — le pregunto apenas jugando con mi cuchara.
—Pues Nick entro en coma diabético.

No necesito que me digas más, pues se lo que Nick decía acerca del coma. Siento un escalofrió y dejo el tazón con cereal sin terminar en la mesa. Me siento incluso 20 años más vieja, como si de alguna forma, Nick fuera quien me mantenía viva. Ahora temo no poder cumplir mi promesa y no poder cuidar de sus hijos.

—Sabes que no es necesario que vayas al funeral. Ellos lo entenderán.

Son solo estos momentos cuando recuerdo porque nunca deje de ser amiga de Janeth pues es la única que me conoce tan bien, pero debo estar ahí, no puedo darle mi último adiós desde un hotel o un avión. Necesito estar ahí para entender que es real.

—Quiero ir. Tenemos que buscar una florería primero.

Unas horas después estoy entrando al cementerio. Al igual que ayer en el hospital está lleno de camarógrafos, pero ni Janeth ni yo estamos con ánimos de gritarles y ahuyentarlos. Un hombre a la entrada pide nuestros nombres y nos deja entrar. Ni Janeth ni yo estamos vestidas de forma elegante, solo estamos de lo más discretas, ambas con faldas negras en forma de tubo y sacos negros que trajimos en nuestra maleta, no sé porque los empacamos pero creo que nuestros subconscientes ya lo esperaban.

El cementerio es muy lindo, para ser lo que es. Puro pasto y discretas laminas plateadas indicando donde se encuentra quien. También hay algunos árboles, en este momento con pocas hojas rojas y doradas. Lejos, hasta el fondo se encuentra un grupo de personas reunidas y sé que ahí es donde está mi familia. Janeth aprieta mi mano libre y ambas caminamos hasta donde están todos. Traigo un ramo de rosas porque no pude conseguir violetas, las cuales son las favoritas de Nick. Eran las favoritas.

Limpio mis ojos porque no quiero llorar de nuevo.

—Hola hija. – me saluda Paul Kevin Jonas, quien en algún momento llamé papa.
—Hola. Lo lamento mucho.
—Lo sé, yo también lo lamento mucho, se lo mucho que querías a Nick y lo mucho que él te quería a ti.

Besa mi mejilla y entonces me veo envuelta en un abrazo por Denisse. No hay palabras para consolar a una madre que perdió a su hijo por lo tanto no hablo, solo la abrazo mostrándole que tiene mi apoyo de ahora en adelante. Entonces me suelta y abrazo a Joe quien no puede contener sus lágrimas y por algún motivo yo no puedo llorar.

El funeral avanza como cualquier otro, y tengo flashes del funeral de mi esposo, solo que en ese entonces éramos muy pocos los asistentes, aquí es casi el triple. Entre las personas encuentro actores y actrices, directores, cantantes y modelos. Pero también hay personas que no son famosas, tal como las familias de las esposas de los Jonas y una anciana que abraza a Nikko y a Jerry quien supongo ha de ser la abuela materna.

Me siento tan mal por los niños, quedarse huérfanos a tan temprana edad.

Cuando toda la gente empieza a retirarse después de unas horas me acerco a la lápida llena de coronas y ramos de flores. Puedo ver que alguien ha puesto una guitarra y también algunas partituras de canciones, pero no me detengo a ver que canciones son pues me hinco y aparto las flores que cubren la placa de su nombre. Solo Joe y Janeth están todavía, y los dos observan en silencio como coloco las flores al lado de la placa.

—Goodnight and goodbye. — susurro. Y me levanto limpiando la poca tierra que quedo en mis rodillas.

Me paro enseguida de Joe y el pasa uno de sus brazos sobre mis hombros. Se lo duro que debe ser para él, pues Nick y el eran muy cercanos, pero no sé qué decir para ayudarle a superar esto pues ni siquiera yo tengo idea de cómo le haré.

—Mi madre hará una cena en casa, para la última despedida. ¿Quieres venir?
—No. — Niego con la cabeza —No creo que pueda. Me sentiría muy extraña entre ustedes después de todo lo que paso.
—Sabes que todos te perdonamos.
—Pero aún no me perdono yo.

Una cosa era estar con ellos apoyándolos en el hospital y otra muy diferente era volver a convivir con ellos, supongo que tendré que hacerlo en algún momento para cumplir mi promesa, pero necesito un mes al menos. Lo que hice fue muy malo, fue después de mi boda y cuando deje de tener contacto alguno con la familia de los Jonas.

Nick y yo habíamos tenido una pelea acerca de mi nuevo marido, en la cena de navidad. Yo estaba tan molesta que cuando el resto de la familia me había preguntado que sucedía les grite en la cara y les insulte como me prometí nunca volver a hacer. Las cosas que dije no podré volver a recordarlas pues hice mucho daño y las elimine de mi cabeza, pero no podré olvidar el rostro de Denisse y de Paul, ambos ofendidos y molestos. Abandone a los Jonas esa misma noche y pasaron 10 años para que pudiera volver a hablarles. Sin embargo siempre supe lo que pasaba en sus vidas.

Joe se había convertido en un director, y una de sus películas estuvo nominada a uno de los premios importantes. Kevin obtuvo su propio programa de entrevistas al lado de su esposa. Nick actuaba cada noche en Broadway, donde yo secretamente iba a verlo y es la razón por la cual conocí a sus hijos, siempre sentados en la primera fila junto a una hermosa mujer rubia.

Cuando Janeth y yo volvemos al hotel empezamos a buscar un avión que nos pueda regresar a casa el día siguiente pero la televisión está encendida y la noticia de la muerte del cantante y actor sale a la luz. Una entrevistadora joven empieza a hablar sobre la vida de Nicholas y dejo de buscar en mi laptop para concentrarme en la nota.

—Después que la banda se separara hace más de diez años, el actor Nicholas Jonas se integró al mundo del cine protagonizando la película que le daría su primer Oscar “Ni siquiera la tormenta”. El actor en ningún momento dejo el teatro, y según sus propias palabras, nadie lo podría separar de ahí.

Pasan un par de imágenes de Nick en el teatro y en galas de premios, cuando llegan al momento de su boda. Nunca me atreví a buscar la boda, me habían invitado, un año después de mí rabieta pero no fui. Al parecer su esposa era una fan, no era famosa, se conocieron en una presentación de él y según la conductora fue amor a primera vista. Después la joven habla de cómo la mujer falleció en un accidente de avión y lo desdichado que se volvió Nicholas tras esto.

—El cantante y actor quedo viudo con dos pequeños niños. Y después de 4 años el actor nos ha dejado para reunirse con su esposa, aún se especula sobre la custodia de los hijos.

Entonces aparece una breve entrevista con Joe, seguramente de esta mañana pues trae la misma ropa con la cual asistió al funeral. La entrevistadora le pregunta a Joe acerca de su hermano y el de manera breve y concisa explica lo mucho que lo quería y todo lo que lo va a extrañar.

—Esta mañana fue enterrado en el “Sweet dreams garden”. Familia y amigos fueron los que despidieron al cantante, personalidades como Miley Cyrus, Darren Criss, Taylor Swift, y la escritora Violet Orellaba son algunos de los nombres que se pudieron encontrar.

Entonces dan un último repaso de su carrera, mezclando imágenes de conciertos y de películas junto a una de sus canciones y es tanto el sufrimiento que me da ver las imágenes que apago la televisión. Todo queda en silencio salvo por la estática de la pantalla y Janeth se para frente a mi sosteniendo su celular.

—Conseguí un avión y nos he reservado dos boletos para mañana.
— ¿Por qué fui tan tonta? Si tan solo hubiera sido una pizca más inteligente, nada de esto estaría pasando. O yo estaría en otra posición.
—La vejez nos hace más listas. — me afirma sentándose junto a mí en el sofá. — Pero no es tan tarde para remediar tu error. Ve con tu familia y discúlpate como es debido, pídeles que te vuelvan a aceptar en la familia.
—Pero no será lo mismo. No sin él.

Nos quedamos en silencio tan solo unos segundos hasta que la noto aguantar la respiración. Me giro para verla y una sonrisa se extiende en su rostro. Tengo ganas de regañarla pues no es momento de reír cuando noto que es una de esas sonrisas. Me mira y noto que tiene ese brillo extraño en sus ojos, el mismo que tiene cuando una idea descabellada empieza a surgir en su cabeza.

— ¿Qué sucede Janeth?
— Imagina que puedes volver en el tiempo y remedias todos tus errores. ¿Qué cambiarias Violet?

Pienso un segundo. Sin duda regresaría a ese día, cuando Nick me propuso una vida nosotros dos. Pero niego con la cabeza, de nada me sirve pensar en el pasado. Es pasado y no se puede cambiar.

—No quiero pensar en el pasado Janeth. Me gustaría vivir mi presente y nada más.
—Pero, si pudieras volver al pasado, ¿aceptarías a Nick en tu vida?
— ¡Claro que sí! Pero es algo que no puedo hacer Janeth.
—O si puedes. — me interrumpe bajando la voz de repente. —Es hora de volver a casa, y reparar mi máquina.
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Go to Year 3000  Empty Máquinas y cachivaches

Mensaje por Dangelin Dom 10 Feb 2013, 4:52 pm



El sonido de martillos y soldadores llena el laboratorio de mi mejor amiga. La idea es tan absurda que debo estar loca para creer que puede llegar a funcionar, pero estoy tan desesperada que me doy unos segundos para creer que puede lograrse. Tenemos un plan absurdo, viajar al pasado, dejarme una nota y solucionar las cosas para que cuando volvamos a lo que es mi presente las cosas hayan cambiado y quizá Nick siga vivo. Es una cosa absurda, lo sé, nadie ha podido viajar en el tiempo.

—Harry y Hermione lo hicieron, y salvaron dos vidas. — me afirma Janeth buscando unos tornillos y tuercas en uno de sus muchos cajones.
—Es ficción Janeth, también Phineas y Ferb viajaron.
—El otro día me apoyabas.
—De eso ya paso dos semanas.

Llevamos dos semanas exactamente en el laboratorio, yo solo eh salido para el trabajo (el cual estoy descuidando mucho), tuve que traerme un par de manuscritos para darles una mirada y ver si merecen ser publicados o no. En este momento estoy leyendo uno acerca del futuro y es tanta la ironía que me suelto riendo.

Ahora llamó a diario a la familia Jonas. Les eh enviado a mis sobrinos regalos, muñecas y libros para enmendar todos mis años de ausencia, pero Joe dice que debería comprarles una casa para llenar el vacío que les deje. Supongo que está recobrando el humor que tenía antes.

— ¿Hablaste con Joe cuando estuvimos allá? — le pregunto a Janeth mientras paseo por la cocina para prepararme café.
—Claro, ¿Por qué no habría de hacerlo?
— ¿Y de que hablaron?
—Violet, las cosas entre Joseph y yo son privadas, además han pasado años desde lo nuestro y él está felizmente casado. Y es padre.

Asiento con la cabeza. Al igual que yo, mi mejor amiga quedo enamorada de un chico Jonas. Se conocieron en mi casa, cuando Janeth le hablo a Joe acerca de un libro que estaba escribiendo sobre dragones y aliens supe que se habían encontrado el uno al otro. Joe no paraba de escucharla, y le pedía más y más hasta que de repente Janeth se quedó callada, y me confeso que se había enamorado, algo que jamás le había pasado. Y que no le ha vuelto a pasar.

—Tú y el hacían muy linda pareja.
—Y los noticieros también pensaron lo mismo. No dejaban de acosarme, sabes que no me gusta la vida bajo las cámaras. ¡Joe Jonas tiene como novia a una chica anormal! ¿Recuerdas todos esos títulos en las revistas? Termine hartándome.
—Es que eres anormal.

Entonces me arroja un papel y lo esquivo a tiempo riéndome a carcajadas. Es como si tuviera 18 de vuelta.

—Aun así, no soportaba que me llegaran cartas de fans enloquecidas, chillando porque yo no merecía estar con Joe. El trato de calmarlas, lo sé, pero admitámoslo, era un mujeriego, lo nuestro no duraría mucho.
—Aun así, creo que tú y el harían muy linda pareja. Pudiste ser la señora Jonas, ya sabes que él te propuso matri….
— ¡cállate! Nada de tonterías mientras trabajo.

Sé que la única razón por la cual Janeth rechazo a Joe fue porque él le propuso matrimonio. Ella es de las mujeres que temen al casamiento, a una vida rutinaria junto a un hombre, a los niños y a envejecer rodeada de nietos. A mí me parecía que su miedo era absurdo, peor después que murió mi esposo (y ahora Nick), pensar en casarme de nuevo, y tener hijos me parece aterrador. No podría vivir algo así. Esa es otra razón por la cual la máquina del tiempo parece una buena idea.

Dejo que continúe trabajando y me arrojo en uno de sus sillones súper cómodos rojos, con el manuscrito en una mano y la taza de café en la otra. Voy en la página 50 (pensando que el libro es ridículamente predecible) cuando mi teléfono celular vibra en mi pantalón.

—Denisse hija, ¿sucede algo? — preguntó a mi sobrina.
—Hola, yo quería invitarte a una presentación de mi banda, no es nada muy llamativo ni nada, pero me gustaría que asistieras de ser posible.
—Haré lo posible por ir, ¿Cuándo será?
—En Halloween. — dice y miro el calendario de la pared de enfrente. Estamos 25 de Octubre.
—Oh vaya, tratare de ir, no puedo prometer mucho pero…
—Te lo agradecería mucho. Mi papá dice que tus los aconsejabas cuando eran una banda, me gustaría escuchar tus consejos sobre nuestras canciones.
—Tu papá probablemente exagera, y ahora que recuerdo nunca acepto ninguno de mis consejos.

Escucho como se ríe y rio también recordando cómo me la mantenía dando mis opiniones de la banda y como me ignoraban mundialmente.

—Veré lo que puedo hacer. Por favor manda mis saludos a la familia.
—Claro. Oh y gracias por el libro, ya lo eh leído dos veces, eres muy buena escritora.
—Gracias. Entonces espero verte el 31. Hasta luego.
—Hasta luego.

Cuelgo y una sonrisa atraviesa mi rostro. Si mis hijos fueran como los de Kevin, no me molestaría tenerlos.

—Cancela esa cita. — me grita Janeth desde la otra habitación. –Aunque probablemente no tengas que hacerlo, pues nunca pasará.
— ¿Cómo dices?
— ¡La cita del 31! No estarás ese día.
— ¿Y dónde estaré? – le pregunto curiosa.
— ¡En Hawái! ¡O en Nueva York! ¡O en tu decima luna de miel quizá! Nunca se sabe que cosas pueda cambiar el pasado.

Ruedo los ojos ante su explicación, ya que probablemente se refiere a que cuando viajemos al pasado cambiaremos algunas cosas. Reanudo mi lectura y después de unas páginas más me decido que el libro no sirve. Le mando un mensaje a mi secretaria: ¿Cómo se viaja en el tiempo?-Rechazado. Entonces el hambre me invade y decido ir por algo de comer, pero en la cocina no hay más que verduras y frutas, porque Janeth es vegetariana. Suspiro largamente y tomo las llaves de mi coche que deje en la mesita de café.

—Voy por algo de comida para gente real. ¿Necesitas algo?
—No gracias, pero ¿podrías comprarme un traje de buzo? ¡Y cómprate uno también! Si mi teoría es verdadera, el viaje en el tiempo será como hundirte en el océano atlántico.

Asiento rodando los ojos. Y me voy de su casa.

Regreso un par de horas después, con dos trajes de buzo. Fui a comer a uno de esos restaurantes de comida rápida, pero terminé comiendo mi hamburguesa en un parque cuando me encontré con un periodista quien trato de sacarme una entrevista, estuve dando vueltas por toda la ciudad hasta que logre perderlo, y cuando llegue al parque la comida se había enfriado. Ahora cuando bajo al súper laboratorio secreto encuentro a mi amiga dando vueltas y bailando al ritmo de una vieja canción de Lady Gaga.

— ¿Gaga? — pregunto dejando mi abrigo y las llaves en el sofá. — ¿Hay una nueva noticia?
— ¡LO LOGRE! ¡Lo eh logrado! ¿Cómo se me pudo olvidar? Fue un pequeño detalle, olvide incrustar la pieza doce, y en su lugar puse la copia de la treinta cinco, una que desde luego podría hacernos estallar, oh y también use otro filtro de agua, algo que claramente pudo habernos envenenado, pero ya no más errores. Hice una prueba con este reloj y ¡lo eh logrado!

Mientras decía todo eso me había agarrado de la muñeca y me acercaba a la puerta-máquina del tiempo. No le veía ningún cambio, y sea lo que hubiese hecho no entiendo donde lo hizo, pues luce como una puerta común y corriente.

— ¿Y bien? ¿Estás lista para ver lo que hice?
—Adelante, enséñame.

Entonces del bolsillo de su bata saca un reloj de muñeca con la fecha de hoy pero media hora atrás.
— ¿Sabes lo que significa? Envié este reloj hace media hora y congelé su tiempo, con esta hora en la máquina, y antes que llegarás este reloj apareció en la puerta. Bueno salió volando, pero es lo mismo.
— ¿Quieres decir que funciono? — pregunto con la boca completamente abierta.
— ¡Lo hizo! ¡Lo hizo! ¡Este reloj es el primero en viajar por el tiempo!

Entonces continúa bailando y es tal mi emoción que me uno a ella en un baile desenfrenado. No tengo la menor idea de cómo pudo lograrlo, pero en este momento no importa, simplemente funciono y podré enmendar mi error. Entonces nos detenemos y le pregunto qué vamos a hacer.

—Viajaremos, ¿sabes lo que es eso? Seremos las primeras humanas en viajar por el tiempo.
—Hagámoslo entonces. — le pido animadamente.
—Entonces pongámonos los trajes de buzo que veo que has traído.
—Pero…— protesto. — enviaste el reloj y no se mojó.
—Pero a donde vamos, probablemente haya agua.
— ¿Por qué lo dices? — pregunto confundida.
–Por no vamos al pasado amiga, ¡vamos al futuro! Necesitamos hacer una parada allá por un par de cosas, y si el calentamiento global en verdad paso entonces probablemente más de tres cuartos del mundo están llenos de agua, y mi pobre laboratorio está inundado. – confiesa con tristeza.
— ¿Cómo dices? ¿Qué cosas necesitas?
— ¡Eh cambiado el plan por completo! Ya habrá tiempo para explicarte. Mientras tanto, pongámonos en traje.
—Espera Judith, ¿a qué año vamos?

Entonces con un gesto de la mano me pide que me acerque al tablero de la puerta, donde está escrito 25 de Octubre del año 3000.

— ¿3000? — pregunto sorprendida y asustada. — ¿Cómo sabes que el mundo sigue existiendo en esa fecha?
— ¡solo lo sé! ¿recuerdas mi sueño sobre el tiempo hace años, bueno era el año 3000, y sabes que muchos de mis sueños son proféticos, como aquel donde vi tu libro publicado incluso antes que escribieras el libro, y en mi sueño del futuro ya existía lo que necesito para nuestro plan.
—Judith. — me quejo. — no puedo confiar en un sueño.
— ¡Confía en mí! ¡Sé que existe!

Entonces deja de verme y se da media vuelta arrojando la bata al suelo y colocándose el traje de buzo encima de su ropa diaria. Resoplo y la imito, colocando el ajustado traje sobre mi camisa y pantalón de mezclilla. Ató mi cabello en una cola de cabello (cosa que no había hecho desde hace 10 años), me pongo una máscara de buceo y Janeth me pasa un tanque de oxígeno pesado, la miro molesta y ella agita su mano restándole importancia. Coloco esnorquel y me cuelgo el tanque, que tenía correas preparadas por mi excéntrica amiga. Por ultimo me pongo un par de aletas, pensando que me veo demasiado ridícula.

Veo que ella ya ha terminado de colocarse su equipo y está borrando un pizarrón, entonces escribe algo rápido pero con su estilizada letra: “Volvemos en el año 3000. ¡NO TOQUÉN LA PUERTA!” Ella se quita la boquilla y me explica.

—El marcador lo invente, nada podrá borrarlo, a menos que quiten el pizarrón, ese mensaje quedará ahí.

Entonces toma un control remoto y empieza a apagar las luces del laboratorio, hasta que solo la lámpara de la habitación en la que estamos queda encendida. Vuelve a ponerse la boquilla y me da una mirada de confianza. Asiento y nos acercamos a la puerta, ella aprieta un botón y la puerta se abre. Me encuentro con el mismo espacio negro que vi la primera vez, y a diferencia de la vez pasada, este no lanza ninguna chispa.

El corazón me late con fuerza, y si no fuera porque traigo un tanque de oxígeno, probablemente me habría faltado el aire. Estaba dando un paso desquiciado, con la persona más loca del planeta. Estaba arriesgando mi vida, pero pensar en la recompensa me mantenía valiente. Ella dio un paso sujetando mi muñeca en el camino y entonces se perdió en la bruma, sin darme tiempo de asimilarlo me siento arrastrada hasta quedar dentro de la oscuridad.

Si alguien me preguntará alguna vez como se sentía viajar, hubiera dicho que es como dormir, cuando todo es relajante, y están en el pasado, y en el presente y el futuro al mismo tiempo, sientes retorcijones en el estómago y jirones en todos tus miembros. Entonces parece que caes de un barranco, y cuando vuelves a ver, ya hay luz, y todo tu cuerpo duele.

Cuando volví a ver luz me di cuenta que estaba encima de Janeth y que estábamos en su laboratorio. Estaba por decir que no había funcionado cuando noto la diferencia. Pantallas flotantes, colores que en mi tiempo no han sido descubiertos pintan las paredes, y columnas con jarrones llenos de objetos extraños rodean mi entorno. Con cuidado me levanto de Janeth y me levanto creyendo que estoy demente. Froto mis ojos y noto aún más cosas, la pared de enfrente esta echa de vidrio y un paisaje extraordinario me da la bienvenida: edificios circulares más altos de lo posible cubren una larga extensión de tierra, aviones del tamaño de un auto sobrevuelan frente la pared de cristal y ríos corren en el piso en vez de asfalto.

— ¡No puedo creerlo! — murmuro completamente fascinada quitando mi esnorquel.
— ¡Por merlín! – chilla mi amiga una vez que se ha levantado y empieza a darle un ataque de risa nerviosa. — ¡Lo hemos hecho! ¡Estamos en el futuro!

Me toma de los hombros y comienza a sacudirme, y por un instante parece la joven de quince años que conocí hace tiempo…hace mucho tiempo. Parpadeo repetidamente pero la escena no cambia, un paisaje futurístico me rodea, y en el laboratorio encuentro un par de robots que se mueven. ¡Que se mueven por todos los cielos! Entonces uno de ellos desaparece por una puerta que se desliza y en unos segundos tres mujeres aparecen. Son tan idénticas unas de otras que por un momento pensé estaba viendo mal, pero después noto que cada una tiene un nombre distinto grabado en su bata.

— ¡Oh por dios! ¡Han llegado al fin! Creí que este día nunca pasaría, pero aquí están. ¡Yuki, están aquí!
—Hola. — saluda Janeth dando un paso adelante. — ¿Podrían decirme que año es?
— ¡El 3000 desde luego! – chilla una de ellas señalando un pizarrón viejo que desentona en una pared de color misterioso, donde el mensaje que Janeth escribió sigue intacto.
— ¡Es un placer conocerla doctora Judith Terrance! — chilla la tercera mujer dando saltos hasta mi amiga donde empieza a sacudir su mano velozmente.

Me doy un tiempo para observarlas. Las tres tienen el cabello rojo, y están peinadas como las chicas de Star wars, por no hablar de su maquillaje, tan exótico y a la vez agradable, no como en los juegos del hambre. Meneo la cabeza. También visten batas de doctor, una de ellas se llama Yokina, otra Yesek y la tercera Yuki. Todas tienen un apellido que no podría pronunciar pero al tener todas el mismo puedo asegurar que son hermanas. Además tienen unos zapatos que las hacen levitar unos palmos del suelo, provocando que sean unos centímetros más altas incluso cuando parecen unas adolescentes.

— ¡Usted es una genio, señorita Terrance! — exclama Yesek dando aplausos. — Nuestra tátara, tátara, tátara, tátara abuela halló su laboratorio y lo protegió, y ordeno a sus hijos cuidarlo para esperar por su regreso, y una de nuestras tátara abuela se le ocurrió probar sus inventos.
— ¡Todo lo que ve afuera es gracias a usted! – chilla Yokina señalando a la ventana. – sus modelos de naves voladoras, los robots.
—No puedo creerlo. – murmura mi amiga con los ojos fuera de sus orbitas.

El aliento me falta cuando escucho que mi amiga es la iniciadora de todo este futuro.

—Pero no crea que todo esto empezó hasta este milenio. — se quejó Yuki. —La primera nave inicio cincuenta años después de la fecha en la que usted partió.
—Necesito sentarme. — intervengo mareada.
— ¡Oh por supuesto! Probablemente han de estar fatigadas y hambrientas, el viaje en el tiempo debe ser muy cansado.
— ¿No lo han probado? — pregunta Janeth aceptando la silla que un robot de cristal verde le acerco.
— ¡Por supuesto que no! — exclaman las tres al unísono. —Usted dijo que no la tocáramos, y no nos atrevimos a crear una réplica pues incluso para nosotras se veía complicada.

Nos sentamos y ellas nos traen la comida, que resultan ser solo unas pastillas del tamaño de una menta. Entonces vierten unas gotas de vaya dios a saber qué y las pastillas se transforman en una comida completa, filete, puré de papas, ensalada y espagueti.

—Preparamos esta comida para ustedes, supongo que aún es muy temprano para probar las comidas que tenemos. Pero ya habrá tiempo para eso, ¿verdad? – inquiere Yokina.
—La verdad, no nos quedaremos mucho. – digo después de comer un pedazo de filete. – ¿verdad Janeth?
—No debemos regresar.
— ¡Pero no puede! Hemos esperado su llegada durante milenios. No puede irse tan rápido.
— ¡Pero volveré! Para ustedes será como si hubiera partido solo un minuto, se los prometo.
— ¿Volverás? — le pregunto aceptando una bebida de color violeta.
—Por supuesto, y tú y los Jonas vendrán con nosotras.
— ¿cómo dices?
—Es parte de mi nuevo plan. Antes necesito verificar algo. Chicas. – y las trillizas prestan toda su atención a mi amiga. — ¿El convertidor de edades ya ha sido inventado?
—Según sus indicaciones maestra. —dicen animadas, entonces le piden a uno de los robots en una lengua extraña algo.

Unos segundos después el mismo robot regresa con lo que parece un control remoto dorado con una antena en espiral en la punta.

— ¿Convertidor? – pregunto observando molesta a Janeth.

No tengo la menor idea de lo que está sucediendo. El plan original era ir al pasado, convencer a mi otro yo de aceptar a Nick y punto. Aunque me fascina la idea de conocer el futuro, este cachivache nuevo esta fuera de mis límites de aceptación. Janeth se gira hacia mí, toma mis manos y me da la mirada más seria que le he visto jamás.

—El convertidor nos hará más jóvenes. Violet, cuando te escuche hablar con Denisse empecé a pensar en los hijos de Nick. Si cambias el pasado, ellos ya no existirán. Así que pensé, ¿Por qué cambiar el pasado cuando podemos crear un futuro?

Su deducción me deja fría. No había pensado en como cambiarían las cosas si interfiero en el pasado. Pero no logro entender lo que me quiere decir, por lo que ella con toda tranquilidad me explica con detalle su plan.

—Nos haremos más jóvenes con esto, como cuando teníamos 20 y 21, viajaremos al pasado, iremos por los jóvenes Jonas, tendremos nuestras vacaciones aquí en el futuro y haremos todo lo que deseamos hacer, todo lo que tu deseas hacer con Nick y después regresaremos al pasado, los dejaremos, borraremos sus memorias, y nos borraremos las nuestras cuando volvamos a nuestra época.

Medito su idea. No la quiero. No quiero tener las mejores horas de mi vida y después eliminarlas como si nada pasara.

—Viajar en el tiempo es peligroso. Es algo que no tome en cuenta cuando empecé esto. — me explica ante la mirada de las trillizas.
—Tiene razón doctora, en realidad. – comienza a decir Yesek.
—Íbamos a pedirle destruir la máquina. – continua Yokina.
—Una vez que nos ayudara en un par de cosas. —termina Yuki.
—Lo haré. — les asegura Janeth con una sonrisa y se vuelve a mí. — ¿Entonces?
— ¿Tener unas vacaciones con los Jonas y olvidarlas?
—Después regresaremos a nuestro presente, harás las paces con tu familia, aceptarás la muerte de Nick, conseguirás una familia y serás feliz.

Pienso un poco y ella dice lo que finalmente me convence.

— ¿No quisieras tener al menos un día más con Nick?

Acepto y después que nos quitamos el traje de buceo nos dirigimos a la puerta, nos despedimos de las trillizas y Janeth ajusta la nueva fecha: 20 de enero del 2013.
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