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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Alma profunda Adaptacion(Erotica/Romantica) [Nick & Tu] ~Terminada~
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Alma profunda Adaptacion(Erotica/Romantica) [Nick & Tu] ~Terminada~
aaaaaaaah pase de pagina :D ea ea ea ea bueno ahora si me voy jaja
Bianca
Re: Alma profunda Adaptacion(Erotica/Romantica) [Nick & Tu] ~Terminada~
Hola aqui de nuevo,le sprometi que con una firma subiria capi &&? aqui estoy,¿les esta gustando?,espero que si,les queria decir que cuendo el capi este en rojo es que es un capi fuerte,hot,subido de tono o como quieran llamarle,recuerden que la nove es Erotica/Romantica pero bueno aqui les dejo el capitulo
Capitulo 6
__________ estaba segura haber muerto cuando su lengua siguió el camino de sus dedos. Despacio, lánguidamente, su lengua recorrió el pequeño valle cómodo, juntando los jugos que habían reunido a lo largo de él cuando ella se arqueó en sus labios.
Sus manos sostuvieron sus caderas apretadas mientras él lamía pliegues de carne que nunca habían sabido del toque de un hombre.
La realidad retrocedió, ya no le importaba quién era él, cual era su nombre o qué tenía la intención de hacer con ella después de que hubiese terminado. Todo lo que sabía era de la necesidad abrasadora que se extendía de golpe por su sistema, y de su lengua lamiendo caliente como el fuego sobre su carne.
Él gimió en su sexo, lamiendo y absorbiendo en los lisos pliegues de carne, entonces su lengua se movió más arriba, finalmente, ah querido Dios, finalmente raspando sobre su ardiente clí/toris.
—Sí —gimió ella delirantemente—. Sí, por favor, por favor…
Él gruñó, un sonido animal bajo, cuando su lengua circundó el pequeño brote apretado, torturándola con su necesidad de orgasmo, hundiéndola con un placer tan brutal que ella no podría apenas encontrar sentido de lo que sucedía.
—¿Así? —Susurró él, su aliento soplaba sobre la masa congestionada de nervios.
—Sí. —Ella lo necesitaba más, lo necesitaba más cerca.
—Tú sabor es perfecto —gruñó él—. Como jarabe de miel caliente, suave y dulce en mi lengua.
Ella gimió, su cabeza se agitó en la cama cuando ella luchó contra la necesidad de pedir más.
—¿Quieres correrte, nena? —Preguntó él, su voz la atormentaba terriblemente—. Tu pequeño clí/toris está tan duro e hinchado. ¿Quieres que yo lo haga sentirse mejor?
—Sí —gritó ella—. ¿Quieres que suplique?
—Oh sí —se rió él, un sonido bajo y oscuro—. Dime lo que quieres, amor. Pídeme que te haga correrte.
Ella estaba más allá de la vergüenza. Más allá de los límites normales de las vacilaciones virginales.
—Chúpalo —pidió ella—, chupa mi clí/toris. Con fuerza. Hazlo con fuerza. Como hiciste con mis pezones.
—Mmm. —La vibración de placer cuando él lamió en la ardiente raja casi le envió sobre el borde.
—¿Te gustó cuando te hice daño? —Le preguntó él— ¿Cuando pellizqué tus pequeños pezones y tiré de ellos con mis dientes?
—Oh Dios. —Ella tembló como una hoja en un huracán—. Sí. Hazlo. Por favor, por favor haz algo.
Sus dedos se deslizaron por sus jugos, moviéndose abajo, acariciando sobre la entrada a su va/gina antes de rodear el pequeño agujero fruncido de su trasero. Ella se sacudió por la caricia, pero se quedó inmóvil, temblando, cuando él lo hizo otra vez, entonces otra vez. A la cuarta vez ella ahogó un grito cuando la punta de su dedo se deslizó en ella.
Fuego. Calor.
Él reunió más de sus jugos y repitió el movimiento repetidas veces mientras su lengua lamía en su sexo hinchado, hasta que ella gritó por la presión en aumento cuando su dedo se deslizó profundamente, profundamente dentro de su ardiente trasero.
Sus labios sujetaron con fuerza su clí/toris entonces, su lengua lo raspó cuando él lo absorbió en su boca. Su dedo se movió en su interior, jodiendo en el canal intocado y enviando esas muy necesitadas llamas hambrientas que quemaban por su cuerpo.
Tan cerca. Ella estaba… tan cerca. Otro dedo se unió entonces al primero, moviéndose en ella, estirándola, quemándola cuando su boca se amamantó en ella, su lengua que chasqueó apretándola, destruyéndola.
Cuando llegó su clímax gritó. Ella no podía parar el sonido, no podía controlar la respuesta. El fuego pasaba como un rayo por su cu/lo, quemándola viva con el placer y el dolor cuando ella explotó con tal fuerza, con tal respuesta aplastante, que nada importaba, nada existía, excepto la conflagración que apretaba su cuerpo y la quemaba viva.
Hasta…
—Infiernos, Nicholas, se suponía que ibas a protegerla, no que la jo/derías.
¿Qué había pasado? Después tendría poco más que un nebuloso recuerdo de una manta echada sobre su cuerpo por ¿Nicholas? Y de él yendo sobre ella con un arma apuntando a la puerta con un gruñido que sonó demasiado parecido al de un animal.
—¡Maldito, Simon, olvida el arma en su mano, mira esa ve/rga! —Canturreó la hembra que había entrado con ronca apreciación.
Nicholas gruñó otra vez, la frustración se lo comía vivo cuando entró Stephanie, oscura, con los ojos bien abiertos centrados en su cuerpo donde él estaba en cuclillas sobre __________.
La delgada y esbelta mercenaria estuvo de pie al lado de su amante mucho más alto, Simon Quatres, quien hizo una mueca con repugnancia masculina.
—Quieta, muchacha —refunfuñó él antes de echarle a Nicholas una mirada dura—. ¿Podrías ponerte unos pantalones o algo?
Todavía podía oler la excitación de __________, dulce y caliente. Bajo él, ella miró fijamente a Simon y Stephanie con aturdida fascinación, aunque él podía sentir los pequeños estremecimientos que recorrían su cuerpo mientras saboreaba la esencia de su necesidad en sus labios. Y él quería más.
Maldiciendo saltó de la cama y arrastró sus vaqueros sobre sus caderas antes de luchar para tirar del cierre sobre una erección que aullaba su descontento por el confinamiento.
—Tu sentido de la oportunidad apesta, Simon —ladró él mientras se volvía de nuevo hacia ellos, pero su mirada fue a __________.
Ella lo miraba aturdida, casi drogada. Pero no había ningún signo de drogas, él lo habría sentido lo primero. Frunció el ceño, acercándose para comprobar a sus ojos dilatados y sentir el calor de su piel.
Su gemido susurrado cuando la tocó hizo a sus sentidos gritar en demanda. Ella tenía que ser jodida. Él podía olerlo en el aire a su alrededor, saborearlo en sus labios, sentirlo alzándose como una onda de calor alrededor de él.
Y él quería jo/derla y entonces, maldición, quería morder su trasero.
—¿Sabes que, para ser un hombre malditamente cuidadoso, aquí has cometido algunos errores graves? —Dijo entonces Simon— ¿Te olvidaste de quién era ella, por casualidad? ¿Tal vez sus aspirantes a atacantes te golpearon en la cabeza o algo?
Los ojos azules de Simon lo miraron con aguda desaprobación.
—No me olvidé de quién era ella —gruñó él—. Déjala tranquila y dime que demonios les pasó a sus protectores del Servicio Secreto.
Simon gruñó.
—Alguna cosa extraña sucedió allí, compañero —dijo sarcásticamente—. Gloria y las chicas registraron el lugar. No hay malos muertos y la tropa de idi/otas de protectores estaba de nuevo en su lugar en la puerta, sanos y salvos. Todo lo que encontramos fue una poca sangre en la entrada trasera y parecía que los otros rastros habían sido borrados cuidadosamente. Alguien estuvo muy ocupado.
Alguien se entretenía con juegos.
Nicholas inspiró profundamente, luchando para no hacer caso del olor a carne cálida y dispuesta detrás de él. Condenación, no era como si hubiese estado sin sexo. Él no debería estar tan jodidamente excitado, tan hambriento por devorar el pequeño dulce cuerpo acostado como el juguete preferido de los pachás.
—¿Tienes alguna idea? —le preguntó él entonces a Simon.
Simon se encogió, sus hombros se flexionaron debajo de la camiseta oscura que llevaba mientras que le echaba otra vez un vistazo a __________.
—Creo que lo que pasó allí fue un golpe planeado. Igual que te dijo Dash. Los Supremacistas dela Sangretienen planes de utilizarla para influenciar el voto la semana próxima enla Leydela Casta. Dealguna manera, deben de haber encontrado una forma de mantener oculta su desaparición ante el público en general. Aunque cómo se proponían hacerlo, lo desconozco. Alguien verdaderamente cerca del presidente Marion tendría que estar implicado en ello.
Los ojos del otro hombre oscilaron a la cama detrás de Nicholas otra vez. Él se dio la vuelta y Nicholas deseó que hubiese permanecido en el lugar. Ella se movió debajo de las mantas, un quejido bajo y débil llenó el aire.
Capitulo 6
__________ estaba segura haber muerto cuando su lengua siguió el camino de sus dedos. Despacio, lánguidamente, su lengua recorrió el pequeño valle cómodo, juntando los jugos que habían reunido a lo largo de él cuando ella se arqueó en sus labios.
Sus manos sostuvieron sus caderas apretadas mientras él lamía pliegues de carne que nunca habían sabido del toque de un hombre.
La realidad retrocedió, ya no le importaba quién era él, cual era su nombre o qué tenía la intención de hacer con ella después de que hubiese terminado. Todo lo que sabía era de la necesidad abrasadora que se extendía de golpe por su sistema, y de su lengua lamiendo caliente como el fuego sobre su carne.
Él gimió en su sexo, lamiendo y absorbiendo en los lisos pliegues de carne, entonces su lengua se movió más arriba, finalmente, ah querido Dios, finalmente raspando sobre su ardiente clí/toris.
—Sí —gimió ella delirantemente—. Sí, por favor, por favor…
Él gruñó, un sonido animal bajo, cuando su lengua circundó el pequeño brote apretado, torturándola con su necesidad de orgasmo, hundiéndola con un placer tan brutal que ella no podría apenas encontrar sentido de lo que sucedía.
—¿Así? —Susurró él, su aliento soplaba sobre la masa congestionada de nervios.
—Sí. —Ella lo necesitaba más, lo necesitaba más cerca.
—Tú sabor es perfecto —gruñó él—. Como jarabe de miel caliente, suave y dulce en mi lengua.
Ella gimió, su cabeza se agitó en la cama cuando ella luchó contra la necesidad de pedir más.
—¿Quieres correrte, nena? —Preguntó él, su voz la atormentaba terriblemente—. Tu pequeño clí/toris está tan duro e hinchado. ¿Quieres que yo lo haga sentirse mejor?
—Sí —gritó ella—. ¿Quieres que suplique?
—Oh sí —se rió él, un sonido bajo y oscuro—. Dime lo que quieres, amor. Pídeme que te haga correrte.
Ella estaba más allá de la vergüenza. Más allá de los límites normales de las vacilaciones virginales.
—Chúpalo —pidió ella—, chupa mi clí/toris. Con fuerza. Hazlo con fuerza. Como hiciste con mis pezones.
—Mmm. —La vibración de placer cuando él lamió en la ardiente raja casi le envió sobre el borde.
—¿Te gustó cuando te hice daño? —Le preguntó él— ¿Cuando pellizqué tus pequeños pezones y tiré de ellos con mis dientes?
—Oh Dios. —Ella tembló como una hoja en un huracán—. Sí. Hazlo. Por favor, por favor haz algo.
Sus dedos se deslizaron por sus jugos, moviéndose abajo, acariciando sobre la entrada a su va/gina antes de rodear el pequeño agujero fruncido de su trasero. Ella se sacudió por la caricia, pero se quedó inmóvil, temblando, cuando él lo hizo otra vez, entonces otra vez. A la cuarta vez ella ahogó un grito cuando la punta de su dedo se deslizó en ella.
Fuego. Calor.
Él reunió más de sus jugos y repitió el movimiento repetidas veces mientras su lengua lamía en su sexo hinchado, hasta que ella gritó por la presión en aumento cuando su dedo se deslizó profundamente, profundamente dentro de su ardiente trasero.
Sus labios sujetaron con fuerza su clí/toris entonces, su lengua lo raspó cuando él lo absorbió en su boca. Su dedo se movió en su interior, jodiendo en el canal intocado y enviando esas muy necesitadas llamas hambrientas que quemaban por su cuerpo.
Tan cerca. Ella estaba… tan cerca. Otro dedo se unió entonces al primero, moviéndose en ella, estirándola, quemándola cuando su boca se amamantó en ella, su lengua que chasqueó apretándola, destruyéndola.
Cuando llegó su clímax gritó. Ella no podía parar el sonido, no podía controlar la respuesta. El fuego pasaba como un rayo por su cu/lo, quemándola viva con el placer y el dolor cuando ella explotó con tal fuerza, con tal respuesta aplastante, que nada importaba, nada existía, excepto la conflagración que apretaba su cuerpo y la quemaba viva.
Hasta…
—Infiernos, Nicholas, se suponía que ibas a protegerla, no que la jo/derías.
¿Qué había pasado? Después tendría poco más que un nebuloso recuerdo de una manta echada sobre su cuerpo por ¿Nicholas? Y de él yendo sobre ella con un arma apuntando a la puerta con un gruñido que sonó demasiado parecido al de un animal.
—¡Maldito, Simon, olvida el arma en su mano, mira esa ve/rga! —Canturreó la hembra que había entrado con ronca apreciación.
Nicholas gruñó otra vez, la frustración se lo comía vivo cuando entró Stephanie, oscura, con los ojos bien abiertos centrados en su cuerpo donde él estaba en cuclillas sobre __________.
La delgada y esbelta mercenaria estuvo de pie al lado de su amante mucho más alto, Simon Quatres, quien hizo una mueca con repugnancia masculina.
—Quieta, muchacha —refunfuñó él antes de echarle a Nicholas una mirada dura—. ¿Podrías ponerte unos pantalones o algo?
Todavía podía oler la excitación de __________, dulce y caliente. Bajo él, ella miró fijamente a Simon y Stephanie con aturdida fascinación, aunque él podía sentir los pequeños estremecimientos que recorrían su cuerpo mientras saboreaba la esencia de su necesidad en sus labios. Y él quería más.
Maldiciendo saltó de la cama y arrastró sus vaqueros sobre sus caderas antes de luchar para tirar del cierre sobre una erección que aullaba su descontento por el confinamiento.
—Tu sentido de la oportunidad apesta, Simon —ladró él mientras se volvía de nuevo hacia ellos, pero su mirada fue a __________.
Ella lo miraba aturdida, casi drogada. Pero no había ningún signo de drogas, él lo habría sentido lo primero. Frunció el ceño, acercándose para comprobar a sus ojos dilatados y sentir el calor de su piel.
Su gemido susurrado cuando la tocó hizo a sus sentidos gritar en demanda. Ella tenía que ser jodida. Él podía olerlo en el aire a su alrededor, saborearlo en sus labios, sentirlo alzándose como una onda de calor alrededor de él.
Y él quería jo/derla y entonces, maldición, quería morder su trasero.
—¿Sabes que, para ser un hombre malditamente cuidadoso, aquí has cometido algunos errores graves? —Dijo entonces Simon— ¿Te olvidaste de quién era ella, por casualidad? ¿Tal vez sus aspirantes a atacantes te golpearon en la cabeza o algo?
Los ojos azules de Simon lo miraron con aguda desaprobación.
—No me olvidé de quién era ella —gruñó él—. Déjala tranquila y dime que demonios les pasó a sus protectores del Servicio Secreto.
Simon gruñó.
—Alguna cosa extraña sucedió allí, compañero —dijo sarcásticamente—. Gloria y las chicas registraron el lugar. No hay malos muertos y la tropa de idi/otas de protectores estaba de nuevo en su lugar en la puerta, sanos y salvos. Todo lo que encontramos fue una poca sangre en la entrada trasera y parecía que los otros rastros habían sido borrados cuidadosamente. Alguien estuvo muy ocupado.
Alguien se entretenía con juegos.
Nicholas inspiró profundamente, luchando para no hacer caso del olor a carne cálida y dispuesta detrás de él. Condenación, no era como si hubiese estado sin sexo. Él no debería estar tan jodidamente excitado, tan hambriento por devorar el pequeño dulce cuerpo acostado como el juguete preferido de los pachás.
—¿Tienes alguna idea? —le preguntó él entonces a Simon.
Simon se encogió, sus hombros se flexionaron debajo de la camiseta oscura que llevaba mientras que le echaba otra vez un vistazo a __________.
—Creo que lo que pasó allí fue un golpe planeado. Igual que te dijo Dash. Los Supremacistas dela Sangretienen planes de utilizarla para influenciar el voto la semana próxima enla Leydela Casta. Dealguna manera, deben de haber encontrado una forma de mantener oculta su desaparición ante el público en general. Aunque cómo se proponían hacerlo, lo desconozco. Alguien verdaderamente cerca del presidente Marion tendría que estar implicado en ello.
Los ojos del otro hombre oscilaron a la cama detrás de Nicholas otra vez. Él se dio la vuelta y Nicholas deseó que hubiese permanecido en el lugar. Ella se movió debajo de las mantas, un quejido bajo y débil llenó el aire.
heyitsnicktanii
Re: Alma profunda Adaptacion(Erotica/Romantica) [Nick & Tu] ~Terminada~
—¿La drogaste? —El tono de Simon era suspicaz cuando miró a la muchacha.
—No, y ellos tampoco. —Él se pasó los dedos a través de su pelo negro largo y luchó por manejar su hambre—. Maldito si sé lo que sucedió. La golpearon en la cabeza, pero si fue narcotizada no puedo detectarlo.
Y Nicholas era malditamente bueno en la detección de drogas.
—Ella no está exactamente consciente. —Stephanie caminó cerca de la cama, un ceño fruncido marcaba sus cejas oscuras—. Si no lo supiera mejor, diría que tiene una dosis de Rohypnol. —Nicholas apretó los dientes furiosamente.
—¿Tú piensas que necesito llenar a alguien por completo de drogas de la violación para follar, Steph?
Sus ojos se ensancharon inocentemente.
—¿Con esa po/lla? No me digas. Estoy segura de ello. Pero no quiero acusarte.
—Sé como huele esa Mie/rda. —Él hizo una mueca. Lo sabía demasiado bien—. Ella no está drogada.
Simon se trasladó a la cama mientras que Nicholas sentía cada múscu/lo de su cuerpo tensarse oponiéndose a que el otro hombre fuese a cualquier lugar cerca de ella.
Ella se movió en la cama otra vez, la manta que se movía con ella se deslizó, las piernas atadas así como sus pechos se mostraron debajo de ella. Él apretó su mandíbula, cerrando con fuerza sus dientes mientras otra ola de calor caía sobre él.
Simon se estiró hacia la manta.
El bufido amonestador que salió de la garganta de Nicholas fue acompañado por un gruñido. Él sabía lo que veían los otros. Colmillos curvados destellando en el lado de su boca mientras se movía rápidamente para empujar a Simon fuera de su camino.
—Jo/der, no la toques. —El bajo y retumbante sonido de su voz le sorprendió tanto como lo hizo a Simon.
—Esto es un problema, Nicholas —frunció entonces él el ceño con sus ojos azules destelleantes de cólera—. Si ella muere estaremos hasta arriba de Mie/rda.
—Ella no va a morir —espetó él, seguro de ese hecho.
—Nicholas, presta atención aquí —Simon habló con paciencia sarcástica—. Tú no eres un hombre est/úpido. Mírala. Algo está jodidamente mal con ella.
—Maldición, lo sé —él se echó hacia atrás devorado por la frustración—. La misma jodida cosa que va mal conmigo, ahora infiernos, retrocede.
Él caminó hacia el extremo de la cama. Mala idea. El olor de su excitación era como un golpe a su vientre. Algo estaba mal, y maldito si no lo mataba también.
—Llámalo. —Se giró hacia Simon otra vez—. ¡Ahora!
Los ojos de Simon se ensancharon.
—Hombre, tú no lo llamas. Él te llama.
Ella gimió otra vez, un sonido apenado y bajo que retorció su vientre e hizo que su miembro se moviese de un tirón en demanda.
—Simon, tienes tres segundos para llamarlo —gruñó él—. Después de eso voy a arrancarte tu jodida cabeza de tus hombros y sacarte las tripas por la garganta. Y puedo hacerlo.
Él era uno de los pocos hombres que podrían intentarlo.
—Vas a conseguir que me patee el trasero —gruñó Simon.
—Mejor pateado que muerto —replicó Nicholas—. No me empujes, Simon. Deseo hablar con él ahora.
Simon sacó con fuerza el teléfono móvil de su funda en la cadera y apretó un botón furiosamente antes de dárselo a Nicholas.
—¿Qué? —La voz en el otro extremo era cauta, cautelosa.
—Tenemos un problema —informó Nicholas, su paciencia se estiró al límite mientras escuchaba una serie de pausas y de tecleos bajos que indicaban la seguridad agregada a la línea.
—¿Cuál es el problema? —Dash Sinclair no era conocido por su personalidad amistosa o por su paciencia con los problemas. Su entrenamiento militar y el peligro que lo rodeaba a él y a su familia hacían de él un hombre muy desconfiado.
—El trabajo de canguro ha ido mal —saltó él con fuerza—. La golpearon en la cabeza pero despertó muy bien. Ahora, está mostrando todos los síntomas de las drogas de la violación sin ninguna droga en su sistema. Ella está desasosegada…
Maldición y él también. Estaba a punto de correrse en sus pantalones vaqueros con cada quejido y pequeño lloriqueo de su garganta.
—¡Mie/rda! —La maldición chisporroteó a través de la línea sorprendiéndolo. Dash no se alteraba fácilmente—. ¿La besaste?
¿Besarla?
—¿Qué Mie/rda tiene que ver eso?
—Escúchame, tú gilipo/llas sarnoso —saltó Dash, haciendo que Nicholas hiciese un gesto por el insulto—. ¿Lo hiciste o no lo de besarla?
—Sí —gruñó él—. Ella iba gritar, y la besé. Ahora dime qué infiernos tiene que ver con esta Mie/rda?
—Dios, si Callan no levanta la restricción sobre esta información alguien va a morir —murmuró Dash—. Escúchame Nicholas; tienes un cargamento de Mie/rda de problemas aquí.
—Fue solo un beso —ladró él—. ¿Crees que nunca he besado a una mujer antes? Nunca le hizo daño a ninguna.
—Tú no besabas a tu jodida compañera tampoco antes —gruñó Dash, haciendo que Nicholas se quedase inmóvil por la sorpresa—. ¿Está tu lengua hinchada?
¿Hinchada? Palpitaba tan duramente como lo hacía su ve/rga.
—¿Nicholas? —Dijo Dash con ira segundos después—. Contéstame.
—Sí, Señor —contestó él sin pensarlo, el tono militar usado por Dash irrumpió en su cerebro cuando nada más podría.
—Maldición.
—¿Qué? —Gruñó Nicholas —. Explícalo.
—No hay tiempo ni seguridad suficiente —le informó Dash, su voz se volvió fría—. Espera.
¿Espera? __________ se arqueó bajo la manta otra vez, su cabeza que se retorció en el colchón mientras gemía acaloradamente. El olor de sus jugos hacía que su cuerpo ardiese y que su boca babease por el sabor de su pequeño y dulce sexo.
Su mano apretó el teléfono mientras luchaba contra la necesidad de empujar a Simon y Steph fuera de la habitación. Si él no conseguía follarla pronto, iba a volverse loco.
—No hay ninguna extracción disponible —saltó Dash—. Procede a la posición Alfa y espera la información adicional.
Dash resopló. No era sólo su suerte, no había ningún modo de conseguirle un helicóptero y ahora Dash lo enviaba a un lugar garantizado para matarlo.
—Sí, correcto, Comandante —gruñó él—. ¿Cómo puedo entrar allí?
—La autorización ha sido arreglada y las explicaciones te serán dadas. Mientras tanto, no la beses otra vez, y no hagas nada para aumentar su excitación. Saca tu trasero de allí ahora, Nicholas, y el suyo. No tienes tiempo que perder. Ahora déjame hablar con Simon.
Él le pasó el teléfono al otro hombre mientras se movía para liberar las ataduras que ligaban los delgados tobillos de __________. Los tacones de tres pulgadas en el tobillo de las botas de cuero eran tan condenadamente atractivos que deseó aullar ante su sola visión. Y aquellas medias rojas eran suficientes como para hacer a un hombre correrse en sus vaqueros.
Dejando la manta sobre ella, él ignoró la parte de la conversación de Simon así como la llamada adicional que hizo segundos más tarde. Nicholas desató las manos de __________, masajeando las frágiles muñecas mientras ella se giraba.
—Tengo frío —susurró levantando ojos soñolientos hacia él.
—Lo sé, nena. —Él mantuvo su voz suave, tan suave como era posible mientras discretamente enderezaba su ropa y cubría su cuerpo, abrigándola con la manta.
Sin embargo, ella no olía a frío. Olía caliente y dulce y lista para tomar cada pulgada de su palpitante ve/rga.
—Dime que va mal conmigo. —Su voz pronunció mal, sus ojos estaban tan dilatados que sólo un anillo frágil del color permanecía.
—Vas a estar bien, nena —susurró él contra su frente, poniendo un beso en la carne húmeda mientras ella temblaba en sus brazos.
—Tenemos un Grand Cherokee fuera —informó Simon cuando colgó el teléfono—. Los dos podéis ir tumbados. Yo conduciré. Contenla, y a ti mismo también. Llegaremos por la mañana temprano a la instalación alfa.
Nicholas echó un vistazo al reloj. Eran solo las diez, ¿Soportaría esto mucho tiempo?
—Steph, ve fuera y vigila el área. Nosotros tenemos que cargarla y salir de aquí antes de que alguien rastreando pueda encontrarnos. Gloria y las demás montarán delante. Ve.
El asiento trasero en el Grand Cherokee había sido bajado, el vehícu/lo se movió hacia atrás cerca de la puerta con la puerta trasera abierta. Nicholas llevó su pequeña carga caliente a la puerta y finalmente logró encajar su largo esqueleto al lado suyo.
Las almohadas de la cama del motel amortiguaron sus cabezas cuando la puerta trasera estuvo cerrada y Simon y Steph saltaron al frente. Aunque esta no era la almohada que __________ Lee Marion quería.
Ella se crispó contra el pecho de Nicholas, la manta que la cubría desapareció lo bastante para permitir que presionara un seno duro puntiagudo e hinchado contra su pecho.
—¿A qué jodida distancia está el complejo de aquí? —gruñó él echando un vistazo a Simon entre los asientos.
El otro hombre trataba realmente con fuerza de no reírse. Nicholas tomó nota mentalmente de darle una enérgica patada a su trasero cuando su erección bajase lo bastante para tenerlo en cuenta.
—Casi seis horas —le contestó Stephanie quedamente—. Tomaremos caminos vecinales más que interestatales por si acaso. Hasta ahora no se ha mencionado nada sobre su rapto ni hay signo alguno de que alguien sepa que sucede algo. Con suerte, alcanzaremos Virginia sin problemas.
Sin ningún problema para ella tal vez.
Nicholas no pudo evitar sostener a __________ más cerca cuando ella se presionó contra él, levantando su pierna para abrazarle al final, presionando su muslo contra su sexo mojado. Y ella estaba mojada. Dios, estaba tan mojada que él sólo deseaba ir entre sus muslos y ahogarse en ella.
Otro pequeño gemido suave dejó su garganta cuando él inútilmente se oprimió más delicadamente contra ella, raspando su hinchado clí/toris contra su muslo mientras se arqueaba en sus brazos.
—Enciende la jodida radio, Quatres —gruñó él, sosteniendo su cabeza cerca, furioso de que el otro hombre oyese aquellos pequeños gemidos invitadores y suaves.
—Nada de besos, Nicholas —le recordó Simon severamente cuando encendió la radio y sonidos suaves llenaron el Jeep—. Y ningún toque.
Jo/der. Él podría tocar todo lo que infiernos quisiese. Ella se deslizaba contra su cuerpo como seda y satén y maldito fuera si podía mantener sus manos quietas. Pero realmente quería aquel beso.
Su lengua estaba tirante e hinchada, las pequeñas glándulas en el lado palpitaban casi dolorosamente. Esto era condenadamente extraño. El sexo nunca se había sido así, ni tenía esta excitación.
Su compañera. Las palabras de Dash Sinclair cayeron sobre él mientras las pequeñas manos suaves de __________ amasaban su pecho. ¿Ella era su compañera?
No se suponía que los coyotes tuviesen lealtad o emociones, por no mencionar compañeros. De alguna manera, algunos de ellos habían sido lo bastante afortunados para conocer la lealtad, crear a amigos y mantenerlos. Unos, como Nicholas, habían crecido fuera de las prisiones, pero la vida a la que él mismo se había conducido no le había inspirado exactamente la necesidad de lealtad, aunque él hubiera hecho unos cuantos.
Su mano alisó su espalda, sus dedos se apretaron en la curva llena de su nalga cuando sus pequeños labios calientes encontraron su pezón bajo su camisa.
Sus dientes se apretaron mientras un duro resuello salía de su garganta. Jo/der. Su boca lo trabajaba con un calor exquisito, su lengua acariciaba sobre la tela de la camisa mientras sus manos se movían lentamente para apretar bajo la parte inferior del material.
Él volvió su cabeza, cerró sus ojos y luchó contra la necesidad. Una necesidad tan intensa, consumiéndolo todo de tal forma que dudaba que aguantara una hora, por no mencionar seis.
Bien aqui esta haha pobres Nick,en fin espero que les guste el capitulo,se veo comentario mañana la sigo,bienvenida a la nueva lectura,Gracias por leer! :cheers:
—No, y ellos tampoco. —Él se pasó los dedos a través de su pelo negro largo y luchó por manejar su hambre—. Maldito si sé lo que sucedió. La golpearon en la cabeza, pero si fue narcotizada no puedo detectarlo.
Y Nicholas era malditamente bueno en la detección de drogas.
—Ella no está exactamente consciente. —Stephanie caminó cerca de la cama, un ceño fruncido marcaba sus cejas oscuras—. Si no lo supiera mejor, diría que tiene una dosis de Rohypnol. —Nicholas apretó los dientes furiosamente.
—¿Tú piensas que necesito llenar a alguien por completo de drogas de la violación para follar, Steph?
Sus ojos se ensancharon inocentemente.
—¿Con esa po/lla? No me digas. Estoy segura de ello. Pero no quiero acusarte.
—Sé como huele esa Mie/rda. —Él hizo una mueca. Lo sabía demasiado bien—. Ella no está drogada.
Simon se trasladó a la cama mientras que Nicholas sentía cada múscu/lo de su cuerpo tensarse oponiéndose a que el otro hombre fuese a cualquier lugar cerca de ella.
Ella se movió en la cama otra vez, la manta que se movía con ella se deslizó, las piernas atadas así como sus pechos se mostraron debajo de ella. Él apretó su mandíbula, cerrando con fuerza sus dientes mientras otra ola de calor caía sobre él.
Simon se estiró hacia la manta.
El bufido amonestador que salió de la garganta de Nicholas fue acompañado por un gruñido. Él sabía lo que veían los otros. Colmillos curvados destellando en el lado de su boca mientras se movía rápidamente para empujar a Simon fuera de su camino.
—Jo/der, no la toques. —El bajo y retumbante sonido de su voz le sorprendió tanto como lo hizo a Simon.
—Esto es un problema, Nicholas —frunció entonces él el ceño con sus ojos azules destelleantes de cólera—. Si ella muere estaremos hasta arriba de Mie/rda.
—Ella no va a morir —espetó él, seguro de ese hecho.
—Nicholas, presta atención aquí —Simon habló con paciencia sarcástica—. Tú no eres un hombre est/úpido. Mírala. Algo está jodidamente mal con ella.
—Maldición, lo sé —él se echó hacia atrás devorado por la frustración—. La misma jodida cosa que va mal conmigo, ahora infiernos, retrocede.
Él caminó hacia el extremo de la cama. Mala idea. El olor de su excitación era como un golpe a su vientre. Algo estaba mal, y maldito si no lo mataba también.
—Llámalo. —Se giró hacia Simon otra vez—. ¡Ahora!
Los ojos de Simon se ensancharon.
—Hombre, tú no lo llamas. Él te llama.
Ella gimió otra vez, un sonido apenado y bajo que retorció su vientre e hizo que su miembro se moviese de un tirón en demanda.
—Simon, tienes tres segundos para llamarlo —gruñó él—. Después de eso voy a arrancarte tu jodida cabeza de tus hombros y sacarte las tripas por la garganta. Y puedo hacerlo.
Él era uno de los pocos hombres que podrían intentarlo.
—Vas a conseguir que me patee el trasero —gruñó Simon.
—Mejor pateado que muerto —replicó Nicholas—. No me empujes, Simon. Deseo hablar con él ahora.
Simon sacó con fuerza el teléfono móvil de su funda en la cadera y apretó un botón furiosamente antes de dárselo a Nicholas.
—¿Qué? —La voz en el otro extremo era cauta, cautelosa.
—Tenemos un problema —informó Nicholas, su paciencia se estiró al límite mientras escuchaba una serie de pausas y de tecleos bajos que indicaban la seguridad agregada a la línea.
—¿Cuál es el problema? —Dash Sinclair no era conocido por su personalidad amistosa o por su paciencia con los problemas. Su entrenamiento militar y el peligro que lo rodeaba a él y a su familia hacían de él un hombre muy desconfiado.
—El trabajo de canguro ha ido mal —saltó él con fuerza—. La golpearon en la cabeza pero despertó muy bien. Ahora, está mostrando todos los síntomas de las drogas de la violación sin ninguna droga en su sistema. Ella está desasosegada…
Maldición y él también. Estaba a punto de correrse en sus pantalones vaqueros con cada quejido y pequeño lloriqueo de su garganta.
—¡Mie/rda! —La maldición chisporroteó a través de la línea sorprendiéndolo. Dash no se alteraba fácilmente—. ¿La besaste?
¿Besarla?
—¿Qué Mie/rda tiene que ver eso?
—Escúchame, tú gilipo/llas sarnoso —saltó Dash, haciendo que Nicholas hiciese un gesto por el insulto—. ¿Lo hiciste o no lo de besarla?
—Sí —gruñó él—. Ella iba gritar, y la besé. Ahora dime qué infiernos tiene que ver con esta Mie/rda?
—Dios, si Callan no levanta la restricción sobre esta información alguien va a morir —murmuró Dash—. Escúchame Nicholas; tienes un cargamento de Mie/rda de problemas aquí.
—Fue solo un beso —ladró él—. ¿Crees que nunca he besado a una mujer antes? Nunca le hizo daño a ninguna.
—Tú no besabas a tu jodida compañera tampoco antes —gruñó Dash, haciendo que Nicholas se quedase inmóvil por la sorpresa—. ¿Está tu lengua hinchada?
¿Hinchada? Palpitaba tan duramente como lo hacía su ve/rga.
—¿Nicholas? —Dijo Dash con ira segundos después—. Contéstame.
—Sí, Señor —contestó él sin pensarlo, el tono militar usado por Dash irrumpió en su cerebro cuando nada más podría.
—Maldición.
—¿Qué? —Gruñó Nicholas —. Explícalo.
—No hay tiempo ni seguridad suficiente —le informó Dash, su voz se volvió fría—. Espera.
¿Espera? __________ se arqueó bajo la manta otra vez, su cabeza que se retorció en el colchón mientras gemía acaloradamente. El olor de sus jugos hacía que su cuerpo ardiese y que su boca babease por el sabor de su pequeño y dulce sexo.
Su mano apretó el teléfono mientras luchaba contra la necesidad de empujar a Simon y Steph fuera de la habitación. Si él no conseguía follarla pronto, iba a volverse loco.
—No hay ninguna extracción disponible —saltó Dash—. Procede a la posición Alfa y espera la información adicional.
Dash resopló. No era sólo su suerte, no había ningún modo de conseguirle un helicóptero y ahora Dash lo enviaba a un lugar garantizado para matarlo.
—Sí, correcto, Comandante —gruñó él—. ¿Cómo puedo entrar allí?
—La autorización ha sido arreglada y las explicaciones te serán dadas. Mientras tanto, no la beses otra vez, y no hagas nada para aumentar su excitación. Saca tu trasero de allí ahora, Nicholas, y el suyo. No tienes tiempo que perder. Ahora déjame hablar con Simon.
Él le pasó el teléfono al otro hombre mientras se movía para liberar las ataduras que ligaban los delgados tobillos de __________. Los tacones de tres pulgadas en el tobillo de las botas de cuero eran tan condenadamente atractivos que deseó aullar ante su sola visión. Y aquellas medias rojas eran suficientes como para hacer a un hombre correrse en sus vaqueros.
Dejando la manta sobre ella, él ignoró la parte de la conversación de Simon así como la llamada adicional que hizo segundos más tarde. Nicholas desató las manos de __________, masajeando las frágiles muñecas mientras ella se giraba.
—Tengo frío —susurró levantando ojos soñolientos hacia él.
—Lo sé, nena. —Él mantuvo su voz suave, tan suave como era posible mientras discretamente enderezaba su ropa y cubría su cuerpo, abrigándola con la manta.
Sin embargo, ella no olía a frío. Olía caliente y dulce y lista para tomar cada pulgada de su palpitante ve/rga.
—Dime que va mal conmigo. —Su voz pronunció mal, sus ojos estaban tan dilatados que sólo un anillo frágil del color permanecía.
—Vas a estar bien, nena —susurró él contra su frente, poniendo un beso en la carne húmeda mientras ella temblaba en sus brazos.
—Tenemos un Grand Cherokee fuera —informó Simon cuando colgó el teléfono—. Los dos podéis ir tumbados. Yo conduciré. Contenla, y a ti mismo también. Llegaremos por la mañana temprano a la instalación alfa.
Nicholas echó un vistazo al reloj. Eran solo las diez, ¿Soportaría esto mucho tiempo?
—Steph, ve fuera y vigila el área. Nosotros tenemos que cargarla y salir de aquí antes de que alguien rastreando pueda encontrarnos. Gloria y las demás montarán delante. Ve.
El asiento trasero en el Grand Cherokee había sido bajado, el vehícu/lo se movió hacia atrás cerca de la puerta con la puerta trasera abierta. Nicholas llevó su pequeña carga caliente a la puerta y finalmente logró encajar su largo esqueleto al lado suyo.
Las almohadas de la cama del motel amortiguaron sus cabezas cuando la puerta trasera estuvo cerrada y Simon y Steph saltaron al frente. Aunque esta no era la almohada que __________ Lee Marion quería.
Ella se crispó contra el pecho de Nicholas, la manta que la cubría desapareció lo bastante para permitir que presionara un seno duro puntiagudo e hinchado contra su pecho.
—¿A qué jodida distancia está el complejo de aquí? —gruñó él echando un vistazo a Simon entre los asientos.
El otro hombre trataba realmente con fuerza de no reírse. Nicholas tomó nota mentalmente de darle una enérgica patada a su trasero cuando su erección bajase lo bastante para tenerlo en cuenta.
—Casi seis horas —le contestó Stephanie quedamente—. Tomaremos caminos vecinales más que interestatales por si acaso. Hasta ahora no se ha mencionado nada sobre su rapto ni hay signo alguno de que alguien sepa que sucede algo. Con suerte, alcanzaremos Virginia sin problemas.
Sin ningún problema para ella tal vez.
Nicholas no pudo evitar sostener a __________ más cerca cuando ella se presionó contra él, levantando su pierna para abrazarle al final, presionando su muslo contra su sexo mojado. Y ella estaba mojada. Dios, estaba tan mojada que él sólo deseaba ir entre sus muslos y ahogarse en ella.
Otro pequeño gemido suave dejó su garganta cuando él inútilmente se oprimió más delicadamente contra ella, raspando su hinchado clí/toris contra su muslo mientras se arqueaba en sus brazos.
—Enciende la jodida radio, Quatres —gruñó él, sosteniendo su cabeza cerca, furioso de que el otro hombre oyese aquellos pequeños gemidos invitadores y suaves.
—Nada de besos, Nicholas —le recordó Simon severamente cuando encendió la radio y sonidos suaves llenaron el Jeep—. Y ningún toque.
Jo/der. Él podría tocar todo lo que infiernos quisiese. Ella se deslizaba contra su cuerpo como seda y satén y maldito fuera si podía mantener sus manos quietas. Pero realmente quería aquel beso.
Su lengua estaba tirante e hinchada, las pequeñas glándulas en el lado palpitaban casi dolorosamente. Esto era condenadamente extraño. El sexo nunca se había sido así, ni tenía esta excitación.
Su compañera. Las palabras de Dash Sinclair cayeron sobre él mientras las pequeñas manos suaves de __________ amasaban su pecho. ¿Ella era su compañera?
No se suponía que los coyotes tuviesen lealtad o emociones, por no mencionar compañeros. De alguna manera, algunos de ellos habían sido lo bastante afortunados para conocer la lealtad, crear a amigos y mantenerlos. Unos, como Nicholas, habían crecido fuera de las prisiones, pero la vida a la que él mismo se había conducido no le había inspirado exactamente la necesidad de lealtad, aunque él hubiera hecho unos cuantos.
Su mano alisó su espalda, sus dedos se apretaron en la curva llena de su nalga cuando sus pequeños labios calientes encontraron su pezón bajo su camisa.
Sus dientes se apretaron mientras un duro resuello salía de su garganta. Jo/der. Su boca lo trabajaba con un calor exquisito, su lengua acariciaba sobre la tela de la camisa mientras sus manos se movían lentamente para apretar bajo la parte inferior del material.
Él volvió su cabeza, cerró sus ojos y luchó contra la necesidad. Una necesidad tan intensa, consumiéndolo todo de tal forma que dudaba que aguantara una hora, por no mencionar seis.
Bien aqui esta haha pobres Nick,en fin espero que les guste el capitulo,se veo comentario mañana la sigo,bienvenida a la nueva lectura,Gracias por leer! :cheers:
heyitsnicktanii
Re: Alma profunda Adaptacion(Erotica/Romantica) [Nick & Tu] ~Terminada~
paurivera escribió:Nueva lectora, me encanta la nove espero y la sigas :)
Cuidate
Hola Bienvenida!,gracias por pasarte,espero que te guste el capitulo :bounce: [i]
heyitsnicktanii
Re: Alma profunda Adaptacion(Erotica/Romantica) [Nick & Tu] ~Terminada~
Bianca escribió:Disculpame PORFAVOR.....no habia tenido mucho tiempo hasta ayer en la madrugada xD amm...pero prometo pasar diario vale..? me ENCANTA...!!! Dios que amm...perver es....jajajaja ya ya vuelo despues besos
Hola,no te preocupes entiendo :D haha si esta algo fuerte,pero la trama es muy buena ami me encanta,beso :)
heyitsnicktanii
Re: Alma profunda Adaptacion(Erotica/Romantica) [Nick & Tu] ~Terminada~
Oh pobre nick jaja
me encanto el cap!!!
siguela pronto!!
pd: que bueno que la seguiras :D
me encanto el cap!!!
siguela pronto!!
pd: que bueno que la seguiras :D
*Stephanie*
Re: Alma profunda Adaptacion(Erotica/Romantica) [Nick & Tu] ~Terminada~
Diooooos....!!!! siguela....necesito caaaap porfis...!
Bianca
Re: Alma profunda Adaptacion(Erotica/Romantica) [Nick & Tu] ~Terminada~
Hola,hola,aqui yo con el capitulo de hoy,¿que tal les esta gustando la nove?,espero que si,como estan yo sinceramente estoy en el cielo(?vieron las fotos de Nick en la caminata de hoy DIOS debe ser ilegal ser tan partible(?hahaha bien chicas les dejo el capitulo
Capitulo 7
¿Qué le pasaba? __________ sabía que algo estaba horriblemente mal, que el calor y el hambre que mantenían a su cuerpo tan sensibilizado y lleno de una excitación dolorosa no eran naturales.
Había pasado con aquel beso. Ella recordó el beso. El extraño, Nicholas, sellando con sus labios los suyos y extendiendo el gusto de miel dulce por sus sentidos. Fue cuando pasó. En unos segundos el calor la había llenado, haciéndolo con demasiada fuerza como para poder pensar, ignorándolo todo menos el placer y la necesidad de su toque.
Y qué toque tenía. Ella se movió contra él ahora, recordando sus labios en sus pechos, sus dientes en su pezón, enviando chisporroteantes rayos de dolor y de placer exquisitos extendiéndose por ella.
Había sabido durante años que el sexo regular y normal nunca sería bastante para ella. Los besos serios y los toques aburridos que había recibido durante años habían sido de todo menos agradables. Pero cuando él la tocó, con sus dedos apretando en sus pezones, acariciando su clí/toris con un toque más duro, allí ella había encontrado el placer.
Los libros que escondía y leía, novelas que implicaban sólo un poco de juego de amor más doloroso, la mantenían caliente y mojada durante días. Pero nunca tan caliente como esto. Por aceptar el beso, el toque de un hombre que ella incluso no conocía.
Se estremeció cuando recordó su mano dando palmadas en su co/ño, las vibraciones de calor y dolor suave que pasaron como un rayo a su clí/toris y casi haciéndole girar sus sentidos. Ella quería más de eso. Quería sentir su mano allí otra vez, haciéndola arder, haciéndola retorcerse contra él cuando el placer la destrozase.
Dios, eso era tan malo. A ella no debería gustarle. ¿La habría narcotizado? No recordaba si lo había hecho. Y ella no se sentía narcotizada exactamente; era solo que todos sus sentidos estaban centrados en una cosa y solo una cosa. Su toque.
—Tranquila, nena —gimió él en su oído cuando sus dientes atormentaron su pezón.
Su mano se deslizó debajo de su camisa mientras que ella jadeó por el calor de su cuerpo duro y sintió su erección hinchada presionar contra ella a través de los ásperos pantalones vaqueros. Eso era lo que deseaba, que su miembro presionase en ella, calmando el calor que palpitaba en su sexo.
Sus manos vagaron hacia abajo, arrancando el cierre con su respiración acelerada. Ella solamente deseaba tocarlo, deseaba menearse hacia abajo hasta que pudiese tomarlo en su boca, lamerlo y chuparlo como había leído. Ella lo deseaba. Dios, ahora, tenía que tenerlo.
Las manos de ella fueron frenéticamente a sus pantalones vaqueros, gemidos desesperados venían de su garganta cuando sus manos cubrieron las suyas, arrastrándolas de nuevo a su pecho.
—__________, escúchame —canturreó él en su oído—. Escúchame muy cuidadosamente, nena. Tienes que parar. Estírate en silencio y tranquila contra mí solo un poco más de tiempo.
Como el infierno. Él la había secuestrado. La había sacado de su hogar por solamente dios sabía qué razón, y si se presentaba la oportunidad la mataría antes de que saltase sobre él. Pero antes de que lo hiciera debía parar la fiebre que rabiaba en su cuerpo o ella lo mataría primero.
—Bésame —susurró ella, su cabeza cayó hacia atrás, levantando fijamente la mirada hacia él con maravilla aturdida.
Él era tan apuesto. Rasgos americanos nativos, negros, negros ojos, pelo negro largo que se derramaba sobre el lado de su cuello mientras la miraba con intensidad hambrienta. No parecía un hombre que la quisiera matar. Ésos no eran los ojos azules fríos que la habían mirado fijamente desde detrás de una máscara, y su voz no estaba llena de odio.
—Oh amor, eso es lo que ahora nos tiene en este lío —gruñó él, su mano se apretó en su nalga, tirando de la carne.
La acción la hizo sentirse extraña, apretando la sensación a través de su ano. Ella enrojeció cuando recordó sus dedos allí, alanceando en ella, abriéndola mientras que su boca comía en su clí/toris, absorbiéndola adentro y haciéndola volar. Ella lo deseaba otra vez.
—Tú has hecho esto —gimió ella, sintiéndose tan dolorida que ella se preguntaba si sobreviviría a ello—. Me hiciste esto. Ahora arréglalo.
Un gruñido retumbante vibró en su pecho.
—Pronto.
—Ahora.
Una risa ahogada áspera, casi llena de dolor, se extendió sobre sus sentidos.
—Tenemos compañía, nena. ¿Querrías que te hiciera gritar delante de ellos?
—No me importa. —Y no lo hacía. Todo el jodido Washington D.C. podría estar mirando en ese momento y a ella no le importaría—. Bésame.
Necesitaba su sabor otra vez.
Ella movió entonces las manos bajo las suyas, una se movió para ahuecar la dura erección mientras él se tensaba, un siseo se repitió en su oído. La otra trabajó en sus pantalones vaqueros otra vez.
Su amiga, Beth le había jurado que todo lo que tenía que hacer era tocar sus miembros y los hombres eran masilla en sus manos. ¿Sería verdad?
El cierre se abrió, la cremallera raspó hacia abajo, y sus manos se llenaron repentinamente del miembro masculino duro como el acero, como el hierro candente.
—Demonios del infierno —maldijo él toscamente, su cuerpo grande temblaba mientras que ella envolvía las manos alrededor de la carne imposiblemente gruesa.
La cabeza llameaba, el eje casi estaba al límite mientras que la sangre pulsaba apenas debajo de la carne. Su boca babeaba. Ella deseaba probarlo, volverlo tan loco con su boca como él la volvió con la suya.
—Simon, maldición, no puedo con algo como esto.
Su áspera maldición fue ignorada. ¿Él no le decía su nombre, así que qué infiernos le importaba? Ella intentó moverse más hacia abajo, lloriqueando mientras que sus manos duras la sostenían en su lugar.
—Cinco horas más, Nicholas.
¿Cinco horas? El comentario hizo que una risa se extendiese en su mente. Si alguien pensaba que ella iba a esperar cinco horas y a sufrir esta agonía de deseo, estaba malditamente loco.
—Bésame —susurró ella otra vez, levantando fijamente la mirada hacia él a la luz débil del vehícu/lo en el que obviamente viajaban—. Bésame o déjame tocarte. Por favor.
Su expresión era torturada.
—No lo hagas, Nicholas. Condenación, no tenemos tiempo para parar para esta Mie/rda.
Infiernos, ella deseaba que la voz se callase.
Ella se lamió los labios lentamente.
—Te necesito. Duele, Nicholas.
Su nombre susurrado por sus labios fue el disparador. Ella se dio a si misma una puntuación mental de cinco mientras que un gemido áspero se estremecía en él y su cabeza bajaba.
Este era el sabor, el calor que necesitaba. __________ abrió los labios para su lengua, sujetándolo hacia abajo en él y amam/antándose con impaciencia mientras que llenaba su boca. Se retorció contra él, sintiendo su miembro latir con más fuerza en su mano mientras que él comenzaba a moverse sobre su cuerpo.
Él se puso sobre ella cuando su mano grande empujó la blusa de su vestido hacia abajo, agarrando con sus dedos su pezón mientras que él bombeaba su lengua en su boca. Las manos de ella perdieron el contacto con su erección, pero eso estaba bien, ella necesitaba sostener sus hombros mientras que el dolor y el placer comenzaban a azotar a través de su sistema nervioso.
El calor aumentó más aún, abrasador. Su pezón, inflamado y pidiendo más, palpitó entre sus dedos cuando él tiró de el, sus dedos presionaban en ella y hacían que relámpagos abrasaran en su clí/toris.
Su rodilla presionó la suya aparte mientras su muslo empujaba contra su sexo, haciéndola gritar de asombro cuando rozó en su clí/toris. Dulce misericordia, sí. Ella deseaba gritar de placer, pero su boca cubrió la suya, su lengua la llenó, frotándola ligeramente, haciéndola retorcerse y estremecerse debajo de él mientras que el placer se derramó a través de ella.
—Maldición, Simon. —Él sacudió con fuerza su cabeza hacia atrás, sosteniéndola cerca otra vez mientras luchaba por el aire, su apretón en su pezón le hacía gemir.
Dios, era tan bueno. Ella deseaba su boca allí, sus dientes, el calor mojado que la chamuscaba desde el interior hacia fuera.
Una discusión surgió. A ella realmente no le importó de lo que iba. Sus labios estaban ocupados en su cuello, su pecho, bajando, su hambre por su miembro propulsaba su última cordura. Ella había pensado siempre que amaría tomar la cabeza. Leer sobre ello le había hecho su boca agua, el pensamiento de ser sostenida, de manos duras enredadas en su pelo como ahora lo estaban, forzando a su boca a llenarse de la carne masculina dura como el acero, sintiéndola jo/der entre sus labios mientras los ásperos gemidos masculinos se repetían en sus oídos.
Ella alcanzó la húmeda cresta, su lengua la lamió con impaciencia cuando él se inmovilizó repentinamente y el vehícu/lo hizo una parada oscilante. Las puertas del coche se cerraron de golpe, entonces la manta fue apartada de un tirón de ella mientras que ambas manos tomaban su cabeza mientras la carne caliente gruesa alanceaba entre sus labios.
Espero que les guste,bueno ya se que la nove empieza un poquito fuerte,pero solo es al principio despues se estabiliza y asi,espero que la esten disfrutando mil gracias por leer las quiero :arre:
Capitulo 7
¿Qué le pasaba? __________ sabía que algo estaba horriblemente mal, que el calor y el hambre que mantenían a su cuerpo tan sensibilizado y lleno de una excitación dolorosa no eran naturales.
Había pasado con aquel beso. Ella recordó el beso. El extraño, Nicholas, sellando con sus labios los suyos y extendiendo el gusto de miel dulce por sus sentidos. Fue cuando pasó. En unos segundos el calor la había llenado, haciéndolo con demasiada fuerza como para poder pensar, ignorándolo todo menos el placer y la necesidad de su toque.
Y qué toque tenía. Ella se movió contra él ahora, recordando sus labios en sus pechos, sus dientes en su pezón, enviando chisporroteantes rayos de dolor y de placer exquisitos extendiéndose por ella.
Había sabido durante años que el sexo regular y normal nunca sería bastante para ella. Los besos serios y los toques aburridos que había recibido durante años habían sido de todo menos agradables. Pero cuando él la tocó, con sus dedos apretando en sus pezones, acariciando su clí/toris con un toque más duro, allí ella había encontrado el placer.
Los libros que escondía y leía, novelas que implicaban sólo un poco de juego de amor más doloroso, la mantenían caliente y mojada durante días. Pero nunca tan caliente como esto. Por aceptar el beso, el toque de un hombre que ella incluso no conocía.
Se estremeció cuando recordó su mano dando palmadas en su co/ño, las vibraciones de calor y dolor suave que pasaron como un rayo a su clí/toris y casi haciéndole girar sus sentidos. Ella quería más de eso. Quería sentir su mano allí otra vez, haciéndola arder, haciéndola retorcerse contra él cuando el placer la destrozase.
Dios, eso era tan malo. A ella no debería gustarle. ¿La habría narcotizado? No recordaba si lo había hecho. Y ella no se sentía narcotizada exactamente; era solo que todos sus sentidos estaban centrados en una cosa y solo una cosa. Su toque.
—Tranquila, nena —gimió él en su oído cuando sus dientes atormentaron su pezón.
Su mano se deslizó debajo de su camisa mientras que ella jadeó por el calor de su cuerpo duro y sintió su erección hinchada presionar contra ella a través de los ásperos pantalones vaqueros. Eso era lo que deseaba, que su miembro presionase en ella, calmando el calor que palpitaba en su sexo.
Sus manos vagaron hacia abajo, arrancando el cierre con su respiración acelerada. Ella solamente deseaba tocarlo, deseaba menearse hacia abajo hasta que pudiese tomarlo en su boca, lamerlo y chuparlo como había leído. Ella lo deseaba. Dios, ahora, tenía que tenerlo.
Las manos de ella fueron frenéticamente a sus pantalones vaqueros, gemidos desesperados venían de su garganta cuando sus manos cubrieron las suyas, arrastrándolas de nuevo a su pecho.
—__________, escúchame —canturreó él en su oído—. Escúchame muy cuidadosamente, nena. Tienes que parar. Estírate en silencio y tranquila contra mí solo un poco más de tiempo.
Como el infierno. Él la había secuestrado. La había sacado de su hogar por solamente dios sabía qué razón, y si se presentaba la oportunidad la mataría antes de que saltase sobre él. Pero antes de que lo hiciera debía parar la fiebre que rabiaba en su cuerpo o ella lo mataría primero.
—Bésame —susurró ella, su cabeza cayó hacia atrás, levantando fijamente la mirada hacia él con maravilla aturdida.
Él era tan apuesto. Rasgos americanos nativos, negros, negros ojos, pelo negro largo que se derramaba sobre el lado de su cuello mientras la miraba con intensidad hambrienta. No parecía un hombre que la quisiera matar. Ésos no eran los ojos azules fríos que la habían mirado fijamente desde detrás de una máscara, y su voz no estaba llena de odio.
—Oh amor, eso es lo que ahora nos tiene en este lío —gruñó él, su mano se apretó en su nalga, tirando de la carne.
La acción la hizo sentirse extraña, apretando la sensación a través de su ano. Ella enrojeció cuando recordó sus dedos allí, alanceando en ella, abriéndola mientras que su boca comía en su clí/toris, absorbiéndola adentro y haciéndola volar. Ella lo deseaba otra vez.
—Tú has hecho esto —gimió ella, sintiéndose tan dolorida que ella se preguntaba si sobreviviría a ello—. Me hiciste esto. Ahora arréglalo.
Un gruñido retumbante vibró en su pecho.
—Pronto.
—Ahora.
Una risa ahogada áspera, casi llena de dolor, se extendió sobre sus sentidos.
—Tenemos compañía, nena. ¿Querrías que te hiciera gritar delante de ellos?
—No me importa. —Y no lo hacía. Todo el jodido Washington D.C. podría estar mirando en ese momento y a ella no le importaría—. Bésame.
Necesitaba su sabor otra vez.
Ella movió entonces las manos bajo las suyas, una se movió para ahuecar la dura erección mientras él se tensaba, un siseo se repitió en su oído. La otra trabajó en sus pantalones vaqueros otra vez.
Su amiga, Beth le había jurado que todo lo que tenía que hacer era tocar sus miembros y los hombres eran masilla en sus manos. ¿Sería verdad?
El cierre se abrió, la cremallera raspó hacia abajo, y sus manos se llenaron repentinamente del miembro masculino duro como el acero, como el hierro candente.
—Demonios del infierno —maldijo él toscamente, su cuerpo grande temblaba mientras que ella envolvía las manos alrededor de la carne imposiblemente gruesa.
La cabeza llameaba, el eje casi estaba al límite mientras que la sangre pulsaba apenas debajo de la carne. Su boca babeaba. Ella deseaba probarlo, volverlo tan loco con su boca como él la volvió con la suya.
—Simon, maldición, no puedo con algo como esto.
Su áspera maldición fue ignorada. ¿Él no le decía su nombre, así que qué infiernos le importaba? Ella intentó moverse más hacia abajo, lloriqueando mientras que sus manos duras la sostenían en su lugar.
—Cinco horas más, Nicholas.
¿Cinco horas? El comentario hizo que una risa se extendiese en su mente. Si alguien pensaba que ella iba a esperar cinco horas y a sufrir esta agonía de deseo, estaba malditamente loco.
—Bésame —susurró ella otra vez, levantando fijamente la mirada hacia él a la luz débil del vehícu/lo en el que obviamente viajaban—. Bésame o déjame tocarte. Por favor.
Su expresión era torturada.
—No lo hagas, Nicholas. Condenación, no tenemos tiempo para parar para esta Mie/rda.
Infiernos, ella deseaba que la voz se callase.
Ella se lamió los labios lentamente.
—Te necesito. Duele, Nicholas.
Su nombre susurrado por sus labios fue el disparador. Ella se dio a si misma una puntuación mental de cinco mientras que un gemido áspero se estremecía en él y su cabeza bajaba.
Este era el sabor, el calor que necesitaba. __________ abrió los labios para su lengua, sujetándolo hacia abajo en él y amam/antándose con impaciencia mientras que llenaba su boca. Se retorció contra él, sintiendo su miembro latir con más fuerza en su mano mientras que él comenzaba a moverse sobre su cuerpo.
Él se puso sobre ella cuando su mano grande empujó la blusa de su vestido hacia abajo, agarrando con sus dedos su pezón mientras que él bombeaba su lengua en su boca. Las manos de ella perdieron el contacto con su erección, pero eso estaba bien, ella necesitaba sostener sus hombros mientras que el dolor y el placer comenzaban a azotar a través de su sistema nervioso.
El calor aumentó más aún, abrasador. Su pezón, inflamado y pidiendo más, palpitó entre sus dedos cuando él tiró de el, sus dedos presionaban en ella y hacían que relámpagos abrasaran en su clí/toris.
Su rodilla presionó la suya aparte mientras su muslo empujaba contra su sexo, haciéndola gritar de asombro cuando rozó en su clí/toris. Dulce misericordia, sí. Ella deseaba gritar de placer, pero su boca cubrió la suya, su lengua la llenó, frotándola ligeramente, haciéndola retorcerse y estremecerse debajo de él mientras que el placer se derramó a través de ella.
—Maldición, Simon. —Él sacudió con fuerza su cabeza hacia atrás, sosteniéndola cerca otra vez mientras luchaba por el aire, su apretón en su pezón le hacía gemir.
Dios, era tan bueno. Ella deseaba su boca allí, sus dientes, el calor mojado que la chamuscaba desde el interior hacia fuera.
Una discusión surgió. A ella realmente no le importó de lo que iba. Sus labios estaban ocupados en su cuello, su pecho, bajando, su hambre por su miembro propulsaba su última cordura. Ella había pensado siempre que amaría tomar la cabeza. Leer sobre ello le había hecho su boca agua, el pensamiento de ser sostenida, de manos duras enredadas en su pelo como ahora lo estaban, forzando a su boca a llenarse de la carne masculina dura como el acero, sintiéndola jo/der entre sus labios mientras los ásperos gemidos masculinos se repetían en sus oídos.
Ella alcanzó la húmeda cresta, su lengua la lamió con impaciencia cuando él se inmovilizó repentinamente y el vehícu/lo hizo una parada oscilante. Las puertas del coche se cerraron de golpe, entonces la manta fue apartada de un tirón de ella mientras que ambas manos tomaban su cabeza mientras la carne caliente gruesa alanceaba entre sus labios.
Espero que les guste,bueno ya se que la nove empieza un poquito fuerte,pero solo es al principio despues se estabiliza y asi,espero que la esten disfrutando mil gracias por leer las quiero :arre:
heyitsnicktanii
Re: Alma profunda Adaptacion(Erotica/Romantica) [Nick & Tu] ~Terminada~
OMJ!!!!
COMO LA DEJAS ASI????!!!!!!!!!
SIGUELA MUJER!!!!!!
Y SI, Vi las fotos de Nick!!!!
COMO LA DEJAS ASI????!!!!!!!!!
SIGUELA MUJER!!!!!!
Y SI, Vi las fotos de Nick!!!!
*Stephanie*
Re: Alma profunda Adaptacion(Erotica/Romantica) [Nick & Tu] ~Terminada~
Santo Cielo...!! me he quedado realmente ammm....sorprendida jajaja sigue me encanta...!
Bianca
Re: Alma profunda Adaptacion(Erotica/Romantica) [Nick & Tu] ~Terminada~
HOLA!como estan?espero que bien :),bueno aqui les dejo otro capitulo sorry por no subir ayer,pero cumpli meses con mi novio &&' bueno no estube en todo el dia,chicas se que de momento esta fuerte la novela,pero es solo al principio pronto sabran por que y como ayer no subi les dejo dos capitulos,espero que los disfruten,por cierto vieron a Nick sus rulos :'( aunque asi pelonsito(? se ve todo sexy 6.6' hahaha bueno ya les dejo los capitulos disfruten :D
Capitulo 8
—¡Jo/der sí! —Nicholas estaba en el cielo. O en el infierno. No estaba seguro de qué todavía, pero sabía con maldita seguridad que besar el pequeño paquete caliente cuya boca estaba llena actualmente de su po/lla no había sido su momento más brillante.
Se inclinó hacia atrás, jadeando mientras que veía a varias pulgadas de su tensa y gruesa erección esa dulce boca como un capullo de rosa. La luz de la luna entraba en el vehícu/lo y su propia visión perfecta realzaba la visión.
Su lengua se arremolinaba alrededor de la cabeza, su boca succionaba en él desesperadamente. Él iba a follarla. Sabía que lo haría. Iba a separar esos bonitos muslos y a mirar cada pulgada de su carne desaparecer dentro de su bonito co/ño. E iba a tener que hacerlo pronto antes de que derramase su placer en su boca.
¿Importaría? Él gimió por el pensamiento.
—Chú/pala, nena. —Él tiró de su pelo, porque sabía que a ella le gustaba el dolor.
Otra pulgada le recompensó desapareciendo en su boca mientras sentía que un chorro duro de semen —aunque no se sentía como semen— salía a borbotones en su boca.
¿Qué era eso? El placer devastó su control, casi soltando lo suficiente como para el alivio, pero esta vez, no habría alivio, el hambre en cambio ardía más brillante, abrasadora. El gusto debería haberla satisfecho.
Ella tomó otra pulgada, sus labios se aplanaban, su lengua era como fuego líquido mientras frotaba ligeramente el pequeño punto sensible apenas debajo de la cresta afilada.
—Demonios, tu boca está caliente. Caliente y dulce. Chupa ese pe/ne, nena. Demuéstrame cuánto lo necesitas, cuánto lo deseas.
Otros chorros calientes de líquido y ella devorándolo. Su boca trabajaba en él con mojada precisión, tirando de sus pel/otas hasta la base de su erección mientras que él cerraba con fuerza sus dientes y luchaba con la inminente explosión.
Él no deseaba apresurarlo. No quería que terminara. No todavía. Era demasiado caliente, había demasiado placer, más del que había conocido jamás en su vida. Su boca se movió en la suya tan dulce, cómodamente y con fuerza, su lengua lo lamía como un festín preferido mientras que sus manos amasaban su pelo con fuerza.
Oh, a ella le gustaba eso. Ella lloriqueó alrededor de su po/lla, una mano que apretaba en la base de la erección mientras los dedos de la otra pinchaban en la carne de su muslo.
Él nunca había sido un hombre tranquilo, no en sus tratos con otros o sexualmente. Él era como era, simple y básico. Hablaba cuando lo necesitaba, hacía su trabajo lo mejor que podía y jodía por el puro placer de hacerlo.
Nunca había tomado a ninguna mujer que no sabía que exactamente lo que hacía y nunca había perdido el control con una. Él estaba al borde de perder el control con esta.
—Basta. —Él tuvo que forzarse para levantar su cabeza, haciendo un gesto de placer por el sonido del pequeño estallido que su miembro hizo cuando salió de su boca.
—Deseo más —gimió ella, luchando contra él cuando él sacudió con fuerza la manta más lejos de ella.
—Más adelante. —Él la deseaba. El olor de su calor iba a acabar con él, adictivo, consumiéndolo.
Sus labios se movieron a un pezón duro mientras que él gimió cuando ella lo empujó profundamente en su boca. Ella sabía lo que deseaba.
—Muérdeme. —Su ruego hizo que su presión arterial se disparase.
Él agarró la dura punta de su pezón entre sus dientes, permitiendo que pellizcasen y que sensibilizasen el pequeño brote mientras los gritos de ella se repetían a su alrededor.
¿Le había pedido alguna vez otra mujer que la mordiera? ¿Había saboreado alguna vez otro aquella fina línea de placer y dolor de esa manera?
—¿Te gusta así? —Gruñó él, levantándola mientras sus manos trabajaban en los corchetes de metal de la blusa antes de arrancarla de su cuerpo.
El vestido fue fácil. Él lo arrancó de ella. No había tiempo para ser gentil, nada de tiempo para preocuparse sobre la decencia del acto. La deseaba desnuda. Ahora.
La luz de la luna iluminó su cuerpo delgado, su redondeado y pequeño vientre, provocando que la miel de su sexo reluciese mientras que él la movía al centro del área y separó las piernas de par en par.
—Demonios, eres tan pequeña —susurró él, tocando con la punta del pie sus mocasines antes de sacarlos fuera de sus pantalones vaqueros.
Finalmente estaba desnudo, tan desnudo como lo estaba ella, mirando fijamente el banquete dispuesto ante él. Ella se levantó hacia él, los dulces dobleces de su co/ño brillaban húmedamente a la débil luz.
Entonces él la tocó. Sus dedos la separaron, resbalando a través de la raja baja antes de circundar su clí/toris. Mirándola a través de ojos entornados, él levantó su mano entonces antes de dar una pequeña palmada ligera al hinchado cojín.
Ella lanzó un grito fuertemente, arqueando sus caderas mientras el dulce olor a mujer caliente llenaba el interior del SUV.
—Juega con tus pezones —le pidió él entonces, moviéndole las manos a sus pechos—. Pellízcalos. Tira de ellos. Demuéstrame cómo te gusta.
Su miembro estaba listo para estallar. Sus dedos delgados agarraron los picos de las maduras bayas, ejerciendo más presión de la que debería, tirando de los brotes dilatados mientras que ella jadeaba de placer.
Él dio una palmada en su sexo otra vez, usando la suficiente fuerza como para dar un pequeño golpe caliente en su carne.
—Sí. Oh sí... —Ella jadeaba, el sudor relucía en su cuerpo cuando sus piernas se separaron más de par en par.
Su clí/toris estaba completamente dilatado, entreviéndose más allá de los labios hinchados y relucientes con su crema.
Dios, las cosas que él podría hacerle. Las maneras en que él podría tomarla y hacerle el amor. Él no tendría que refrenarse con ella como lo hacía con otras mujeres. Ella se levantó al pequeño dolor del amor, temblando y pidiendo más. Sus ojos brillaban en la oscuridad, su cuerpo pálido se estremecía de deseo.
Él deslizó sus dedos otra vez, probando el baño de los jugos de su sexo mientras que se movía más cerca.
—Va a doler —le prometió él—. ¿Es lo que deseas, __________? ¿Estás segura?
__________ tembló bajo la dura mirada fija, ahora tan excitada, empujada ahora más allá de la realidad que ella apenas no dijo ni una maldición. Se moría de necesidad, ondulándose, agonizante por la peor hambre que ella hubiese conocido en su vida.
Sus ojos fueron a su miembro hinchado, ciertamente sus sentidos deslumbrados veían más que suficientemente.
—Lo deseo —susurró ella, con sus jugos inundando su co/ño por el pensamiento de ello—. Ahora. Lo deseo ahora.
Él vino encima de ella lentamente, con su cuerpo grande empequeñeciendo al suyo, con sus múscu/los ondulando en el claro de luna mientras que ella sentía la amplia punta de su miembro rozar en su co/ño hambriento. Y era gruesa. Grande.
Ella gimoteó de anticipación. Había oído una vez a la esposa de su hermano reírse con disimulo diciendo que cuanto más grande mejor, pero ella no tenía ninguna idea de lo que significaba hasta este momento.
—Agárrate a mí — susurró él entonces, moviendo las manos desde sus pechos a sus hombros—. No será fácil, _________.
Capitulo 8
—¡Jo/der sí! —Nicholas estaba en el cielo. O en el infierno. No estaba seguro de qué todavía, pero sabía con maldita seguridad que besar el pequeño paquete caliente cuya boca estaba llena actualmente de su po/lla no había sido su momento más brillante.
Se inclinó hacia atrás, jadeando mientras que veía a varias pulgadas de su tensa y gruesa erección esa dulce boca como un capullo de rosa. La luz de la luna entraba en el vehícu/lo y su propia visión perfecta realzaba la visión.
Su lengua se arremolinaba alrededor de la cabeza, su boca succionaba en él desesperadamente. Él iba a follarla. Sabía que lo haría. Iba a separar esos bonitos muslos y a mirar cada pulgada de su carne desaparecer dentro de su bonito co/ño. E iba a tener que hacerlo pronto antes de que derramase su placer en su boca.
¿Importaría? Él gimió por el pensamiento.
—Chú/pala, nena. —Él tiró de su pelo, porque sabía que a ella le gustaba el dolor.
Otra pulgada le recompensó desapareciendo en su boca mientras sentía que un chorro duro de semen —aunque no se sentía como semen— salía a borbotones en su boca.
¿Qué era eso? El placer devastó su control, casi soltando lo suficiente como para el alivio, pero esta vez, no habría alivio, el hambre en cambio ardía más brillante, abrasadora. El gusto debería haberla satisfecho.
Ella tomó otra pulgada, sus labios se aplanaban, su lengua era como fuego líquido mientras frotaba ligeramente el pequeño punto sensible apenas debajo de la cresta afilada.
—Demonios, tu boca está caliente. Caliente y dulce. Chupa ese pe/ne, nena. Demuéstrame cuánto lo necesitas, cuánto lo deseas.
Otros chorros calientes de líquido y ella devorándolo. Su boca trabajaba en él con mojada precisión, tirando de sus pel/otas hasta la base de su erección mientras que él cerraba con fuerza sus dientes y luchaba con la inminente explosión.
Él no deseaba apresurarlo. No quería que terminara. No todavía. Era demasiado caliente, había demasiado placer, más del que había conocido jamás en su vida. Su boca se movió en la suya tan dulce, cómodamente y con fuerza, su lengua lo lamía como un festín preferido mientras que sus manos amasaban su pelo con fuerza.
Oh, a ella le gustaba eso. Ella lloriqueó alrededor de su po/lla, una mano que apretaba en la base de la erección mientras los dedos de la otra pinchaban en la carne de su muslo.
Él nunca había sido un hombre tranquilo, no en sus tratos con otros o sexualmente. Él era como era, simple y básico. Hablaba cuando lo necesitaba, hacía su trabajo lo mejor que podía y jodía por el puro placer de hacerlo.
Nunca había tomado a ninguna mujer que no sabía que exactamente lo que hacía y nunca había perdido el control con una. Él estaba al borde de perder el control con esta.
—Basta. —Él tuvo que forzarse para levantar su cabeza, haciendo un gesto de placer por el sonido del pequeño estallido que su miembro hizo cuando salió de su boca.
—Deseo más —gimió ella, luchando contra él cuando él sacudió con fuerza la manta más lejos de ella.
—Más adelante. —Él la deseaba. El olor de su calor iba a acabar con él, adictivo, consumiéndolo.
Sus labios se movieron a un pezón duro mientras que él gimió cuando ella lo empujó profundamente en su boca. Ella sabía lo que deseaba.
—Muérdeme. —Su ruego hizo que su presión arterial se disparase.
Él agarró la dura punta de su pezón entre sus dientes, permitiendo que pellizcasen y que sensibilizasen el pequeño brote mientras los gritos de ella se repetían a su alrededor.
¿Le había pedido alguna vez otra mujer que la mordiera? ¿Había saboreado alguna vez otro aquella fina línea de placer y dolor de esa manera?
—¿Te gusta así? —Gruñó él, levantándola mientras sus manos trabajaban en los corchetes de metal de la blusa antes de arrancarla de su cuerpo.
El vestido fue fácil. Él lo arrancó de ella. No había tiempo para ser gentil, nada de tiempo para preocuparse sobre la decencia del acto. La deseaba desnuda. Ahora.
La luz de la luna iluminó su cuerpo delgado, su redondeado y pequeño vientre, provocando que la miel de su sexo reluciese mientras que él la movía al centro del área y separó las piernas de par en par.
—Demonios, eres tan pequeña —susurró él, tocando con la punta del pie sus mocasines antes de sacarlos fuera de sus pantalones vaqueros.
Finalmente estaba desnudo, tan desnudo como lo estaba ella, mirando fijamente el banquete dispuesto ante él. Ella se levantó hacia él, los dulces dobleces de su co/ño brillaban húmedamente a la débil luz.
Entonces él la tocó. Sus dedos la separaron, resbalando a través de la raja baja antes de circundar su clí/toris. Mirándola a través de ojos entornados, él levantó su mano entonces antes de dar una pequeña palmada ligera al hinchado cojín.
Ella lanzó un grito fuertemente, arqueando sus caderas mientras el dulce olor a mujer caliente llenaba el interior del SUV.
—Juega con tus pezones —le pidió él entonces, moviéndole las manos a sus pechos—. Pellízcalos. Tira de ellos. Demuéstrame cómo te gusta.
Su miembro estaba listo para estallar. Sus dedos delgados agarraron los picos de las maduras bayas, ejerciendo más presión de la que debería, tirando de los brotes dilatados mientras que ella jadeaba de placer.
Él dio una palmada en su sexo otra vez, usando la suficiente fuerza como para dar un pequeño golpe caliente en su carne.
—Sí. Oh sí... —Ella jadeaba, el sudor relucía en su cuerpo cuando sus piernas se separaron más de par en par.
Su clí/toris estaba completamente dilatado, entreviéndose más allá de los labios hinchados y relucientes con su crema.
Dios, las cosas que él podría hacerle. Las maneras en que él podría tomarla y hacerle el amor. Él no tendría que refrenarse con ella como lo hacía con otras mujeres. Ella se levantó al pequeño dolor del amor, temblando y pidiendo más. Sus ojos brillaban en la oscuridad, su cuerpo pálido se estremecía de deseo.
Él deslizó sus dedos otra vez, probando el baño de los jugos de su sexo mientras que se movía más cerca.
—Va a doler —le prometió él—. ¿Es lo que deseas, __________? ¿Estás segura?
__________ tembló bajo la dura mirada fija, ahora tan excitada, empujada ahora más allá de la realidad que ella apenas no dijo ni una maldición. Se moría de necesidad, ondulándose, agonizante por la peor hambre que ella hubiese conocido en su vida.
Sus ojos fueron a su miembro hinchado, ciertamente sus sentidos deslumbrados veían más que suficientemente.
—Lo deseo —susurró ella, con sus jugos inundando su co/ño por el pensamiento de ello—. Ahora. Lo deseo ahora.
Él vino encima de ella lentamente, con su cuerpo grande empequeñeciendo al suyo, con sus múscu/los ondulando en el claro de luna mientras que ella sentía la amplia punta de su miembro rozar en su co/ño hambriento. Y era gruesa. Grande.
Ella gimoteó de anticipación. Había oído una vez a la esposa de su hermano reírse con disimulo diciendo que cuanto más grande mejor, pero ella no tenía ninguna idea de lo que significaba hasta este momento.
—Agárrate a mí — susurró él entonces, moviendo las manos desde sus pechos a sus hombros—. No será fácil, _________.
heyitsnicktanii
Re: Alma profunda Adaptacion(Erotica/Romantica) [Nick & Tu] ~Terminada~
Ella adoró cómo decía su nombre.
Las manos de ella aferraron sus hombros mientras que sentía su miembro presionar más profundo. Entonces ella lo sintió salir a borbotones, igual como lo había hecho en su boca. Ella gimió por el delicioso ardor que la llenaba. Entonces sus ojos se desorbitaron cuando él presionó más profundo, otros chorros la llenaron, haciéndola sacudirse por la combinación de sensaciones. Ella podría sentir a su sexo relajarse, sin embargo el deseo aumentaba.
Oh dios, él comenzaba a llenarla. Ella se retorció debajo de su cuerpo mientras él se inclinaba hacia atrás, sus ojos iban a donde sus cuerpos conectaban lentamente. Él mantuvo sus caderas alzadas, sus manos la levantaban hacia él mientras que se introducía adentro más aún. Otros duros chorros, un placer insidioso ardiente la hacía gritar su nombre.
¿Podría ella aguantarlo? Él la estiraba, empujando el múscu/lo y separando el fino tejido que nunca había conocido más tacto que el suyo. Ella podía sentir su sexo protestar, apretándose para agarrar la ancha cabeza mientras que comenzaba a moverse en su interior.
—Jo/der. Eres apretada. —Su voz era un gruñido áspero, casi inhumano—. Relájate, nena. Relájate para mí, solo un poco.
Ella apretó más y sus ojos se entrecerraron en ella.
—Te haré gritar —le advirtió él entonces—. Podría doler más de lo que te imaginas, amor.
Ella lo ordeñó, ondulando la carne demasiado estirada que encajonó solamente una fracción de la cresta.
Sus manos apretaron, sus muslos agrupados debajo suyo y entonces ella sintió la respiración cerrarse de golpe de su cuerpo cuando él condujo la cabeza, solamente la cabeza, en su interior. Él se movió allí entonces. Pequeños movimientos cortos que acariciaron su ardiente co/ño y la hicieron sacudirse debajo de él.
—Más. —Ella apenas podía respirar, dejó entonces de hablar.
Todo lo que ella podía hacer era sentir. La presión ardiente, el dolor, agonizante por más.
—Jo/der. —Entonces paró, estremeciéndose—. Condenación, __________. Demonios, eres una virgen de Mie/rda. —Él sonaba torturado.
Ella apretó en él, mirando fijamente hacia arriba, implorante.
—Más.
Él lanzó su cabeza hacia atrás, obviamente luchando por el control.
—Nicholas. Fóllame —ahora ella gritó, su voz era desigual—. No puedo estar parada. Lléname, Nicholas...
Ella gritó hasta que estaba segura que su voz se rompería. Él vino encima de ella, manteniéndola en el lugar un segundo antes de que empujara dentro, duro y con fuerza. Sus jugos eran espesos, resbaladizos, ayudando a la pe/netración cuando él partió a través del canal intocado, enterrándose interiormente hasta la empuñadura en un empuje certero.
Ella se arqueó en sus brazos, con sus uñas clavándose en sus hombros mientras sus labios se movían en su cuello, maldiciendo y susurrando lamentos acariciando su oído cuando él comenzó a moverse. Los relámpagos llameaban a través de su cuerpo, explosivos rayos de fuego que la quemaban, llevándola más alto con el placer y el dolor combinados, haciéndola convulsionarse en sus brazos mientras que luchaba por el orgasmo.
No había control para ninguno de ellos. Él la estaba follando, con estocadas profundas y duras que la hacían gritar su nombre mientras sentía cada uno de los fuertes empujes estirarla, acariciándola.
Él empujó en ella su eje con los movimientos largos y rápidos que le robaban su respiración y la hacían desenfrenarse los sentidos, conduciéndola cada vez más cerca del borde.
Donde ella necesitaba estar.
—Nicholas... —Ella gritaba su nombre otra vez mientras que lo sentía crecer en ella. Una conflagración en el centro de su matriz, tensándose, aumentando...
Cuando estalló a través de ella, sólo reinó la locura. Ella se sintió estirar y estirar, los pulsos calientes del fuego hacían erupción en su sexo mientras los dientes agudos se clavaban en su hombro, perforando la carne.
Sus ojos se abrieron de par en par, mirando ciegamente hacia arriba cuando sintió la hinchazón en el miembro ahora trabado profundamente en ella, chorro tras chorro de semen profundamente dentro de su matriz.
Ella no era est/úpida. Lo que sentía era demasiado similar a las burlonas referencias con respecto a las castas del lobo. Habían sido creados a partir del ADN de lobo.
—¿Sus miembros se trabarán? —Había Un profesor preguntado con un temblor exagerado de placer.
Trabado. Ella se estremeció otra vez antes de que la revelación se extendiera de golpe en ella, sus ojos eran horriblemente fríos cuando miraron los suyos. Ella se estremeció en su presa, el miedo, el hambre, el loco deseo se elevaban en su interior, bloqueando su mente con un solo pensamiento
—Animal... —El pensamiento se retorció a través de su cuerpo, desbordando sus labios mientras que la sorpresa hizo temblar sus mismos cimientos. El placer se retorcía, desgarrando a través de ella, arrebatándole la respiración, su voluntad y su mente.
La pena retorció su expresión y abrasó su alma mientras su cabeza bajaba, sus dientes rozaron su cuello durante un instante antes de que él la mordiera...
Las manos de ella aferraron sus hombros mientras que sentía su miembro presionar más profundo. Entonces ella lo sintió salir a borbotones, igual como lo había hecho en su boca. Ella gimió por el delicioso ardor que la llenaba. Entonces sus ojos se desorbitaron cuando él presionó más profundo, otros chorros la llenaron, haciéndola sacudirse por la combinación de sensaciones. Ella podría sentir a su sexo relajarse, sin embargo el deseo aumentaba.
Oh dios, él comenzaba a llenarla. Ella se retorció debajo de su cuerpo mientras él se inclinaba hacia atrás, sus ojos iban a donde sus cuerpos conectaban lentamente. Él mantuvo sus caderas alzadas, sus manos la levantaban hacia él mientras que se introducía adentro más aún. Otros duros chorros, un placer insidioso ardiente la hacía gritar su nombre.
¿Podría ella aguantarlo? Él la estiraba, empujando el múscu/lo y separando el fino tejido que nunca había conocido más tacto que el suyo. Ella podía sentir su sexo protestar, apretándose para agarrar la ancha cabeza mientras que comenzaba a moverse en su interior.
—Jo/der. Eres apretada. —Su voz era un gruñido áspero, casi inhumano—. Relájate, nena. Relájate para mí, solo un poco.
Ella apretó más y sus ojos se entrecerraron en ella.
—Te haré gritar —le advirtió él entonces—. Podría doler más de lo que te imaginas, amor.
Ella lo ordeñó, ondulando la carne demasiado estirada que encajonó solamente una fracción de la cresta.
Sus manos apretaron, sus muslos agrupados debajo suyo y entonces ella sintió la respiración cerrarse de golpe de su cuerpo cuando él condujo la cabeza, solamente la cabeza, en su interior. Él se movió allí entonces. Pequeños movimientos cortos que acariciaron su ardiente co/ño y la hicieron sacudirse debajo de él.
—Más. —Ella apenas podía respirar, dejó entonces de hablar.
Todo lo que ella podía hacer era sentir. La presión ardiente, el dolor, agonizante por más.
—Jo/der. —Entonces paró, estremeciéndose—. Condenación, __________. Demonios, eres una virgen de Mie/rda. —Él sonaba torturado.
Ella apretó en él, mirando fijamente hacia arriba, implorante.
—Más.
Él lanzó su cabeza hacia atrás, obviamente luchando por el control.
—Nicholas. Fóllame —ahora ella gritó, su voz era desigual—. No puedo estar parada. Lléname, Nicholas...
Ella gritó hasta que estaba segura que su voz se rompería. Él vino encima de ella, manteniéndola en el lugar un segundo antes de que empujara dentro, duro y con fuerza. Sus jugos eran espesos, resbaladizos, ayudando a la pe/netración cuando él partió a través del canal intocado, enterrándose interiormente hasta la empuñadura en un empuje certero.
Ella se arqueó en sus brazos, con sus uñas clavándose en sus hombros mientras sus labios se movían en su cuello, maldiciendo y susurrando lamentos acariciando su oído cuando él comenzó a moverse. Los relámpagos llameaban a través de su cuerpo, explosivos rayos de fuego que la quemaban, llevándola más alto con el placer y el dolor combinados, haciéndola convulsionarse en sus brazos mientras que luchaba por el orgasmo.
No había control para ninguno de ellos. Él la estaba follando, con estocadas profundas y duras que la hacían gritar su nombre mientras sentía cada uno de los fuertes empujes estirarla, acariciándola.
Él empujó en ella su eje con los movimientos largos y rápidos que le robaban su respiración y la hacían desenfrenarse los sentidos, conduciéndola cada vez más cerca del borde.
Donde ella necesitaba estar.
—Nicholas... —Ella gritaba su nombre otra vez mientras que lo sentía crecer en ella. Una conflagración en el centro de su matriz, tensándose, aumentando...
Cuando estalló a través de ella, sólo reinó la locura. Ella se sintió estirar y estirar, los pulsos calientes del fuego hacían erupción en su sexo mientras los dientes agudos se clavaban en su hombro, perforando la carne.
Sus ojos se abrieron de par en par, mirando ciegamente hacia arriba cuando sintió la hinchazón en el miembro ahora trabado profundamente en ella, chorro tras chorro de semen profundamente dentro de su matriz.
Ella no era est/úpida. Lo que sentía era demasiado similar a las burlonas referencias con respecto a las castas del lobo. Habían sido creados a partir del ADN de lobo.
—¿Sus miembros se trabarán? —Había Un profesor preguntado con un temblor exagerado de placer.
Trabado. Ella se estremeció otra vez antes de que la revelación se extendiera de golpe en ella, sus ojos eran horriblemente fríos cuando miraron los suyos. Ella se estremeció en su presa, el miedo, el hambre, el loco deseo se elevaban en su interior, bloqueando su mente con un solo pensamiento
—Animal... —El pensamiento se retorció a través de su cuerpo, desbordando sus labios mientras que la sorpresa hizo temblar sus mismos cimientos. El placer se retorcía, desgarrando a través de ella, arrebatándole la respiración, su voluntad y su mente.
La pena retorció su expresión y abrasó su alma mientras su cabeza bajaba, sus dientes rozaron su cuello durante un instante antes de que él la mordiera...
heyitsnicktanii
Re: Alma profunda Adaptacion(Erotica/Romantica) [Nick & Tu] ~Terminada~
Capitulo 9
—¿__________? —Nicholas se apartó de ella lentamente, desalojando su miembro de los límites apretados de su sexo, un gesto del placer retorció su cara cuando su carne continuó succionando en él hasta que estuvo libre.
Ella lloraba. Que Dios le ayudase, ¿qué le había sucedido? Él no había oído hablar de algo tan extraño como esto, el lado animal de su naturaleza revelándose de este modo. Su mano temblaba mientras acariciaba y ponía la larga longitud de su pelo detrás de su cuello, la culpabilidad manchaba su alma por la marca que ahora estropeaba la carne de su hombro y su cuello.
Él la había mordido. Despiadadamente, sin conciencia, había hundido los colmillos curvados en su carne y la había sostenido mientras el hinchado nudo que lo trabó en su interior mantenía su miembro en la boca de su matriz, derramándose su semen a borbotones profunda y duramente dentro del apretado canal.
Ella se crispó a su lado, arrastrando la manta con ella mientras su respiración dificultosa era llorosa.
—Estoy bien. —Era obvio que ella intentaba ser valiente, intentando luchar más allá de la sorpresa y del miedo de que podía oler emanando de ella. Ella estaba confusa, arrojada en algo en lo cual incluso él no podía encontrar el suficiente sentido como para ayudarla.
Ella había sido una virgen, sin tocar, tan sensual y naturalmente erótica que le había robado la respiración con cada toque, cada caricia que había pedido tan dulcemente. Y él le había hecho esto, trabándose en su interior como el animal que aullaba apenas bajo de la superficie.
—Esto nunca me había sucedido. —Él pasó sus dedos a través de su pelo arrodillándose al lado de ella, frunciendo el ceño por los estremecimientos que atormentaban su cuerpo—. __________. Eso nunca me había sucedido antes.
—Sí, vale. No me había sucedido a mí tampoco —respondió ella llorosa—. Dios, apenas sale. Necesito pensar. Necesito... —Un sollozo se agazapó en su garganta, el olor de sus lágrimas se clavaba en su corazón.
Él inhaló en una respiración dura, profunda.
—Sé que estás asustada. —Él luchó para evitar tocarla, para evitar tomarla otra vez—. Lo arreglaremos. De alguna manera.
—¿Cómo? —Ella se giró de nuevo hacia él, sus ojos ardían, brillantes por las lágrimas—. ¿Qué infiernos está mal en mí? Ésta no soy yo y no es mi cuerpo. ¿Qué me hiciste?
Él podía oír ahora la rabia acumulándose en su voz, y podía oler el hambre. Su boca se secaba por el olor de la lujuria femenina, cuando su lengua se apretó, sintiendo como se hinchaba imposiblemente dentro de su boca de nuevo. Había hecho eso antes, cuando su boca cubrió la suya para evitarle gritar. Y entonces había sumergido en su boca el gusto... El sabor había sido indescriptible.
—No lo sé. Pero fuera lo que fuera fue mutuo, __________. —Él deseó gruñir las palabras como defensa, pero logró mantener su voz suave y su tono calmado.
—¿Lo fue? —Ella se movió lentamente, incorporándose, tirando de sus piernas cerca de su cuerpo mientras que lo miraba fijamente con furia— ¿Nada de esto te parece ni un poco singular? Esto no es natural.
—Ya lo dijiste antes. —Él reprimió la cólera por esa sola palabra, "animal".
—¿Me drogaste? —Ella sacudió la cabeza con confusión—. El individuo que me aferró me golpeó, lo se. ¿Me drogó él?
Ella buscaba desesperadamente una excusa. Una que él no podía darle.
—No había drogas. —Él buscó en la esquina del jeep sus pantalones vaqueros—. Fue la primera cosa que comprobé. Lo que sucedió fue natural.
—Esto no es natural —gritó ella—. Yo no actúo así. No con extraños, no con...
—¿Animales? —Él apenas reprimió el desprecio.
—Con cualquier persona. —Ella saltó hacia detrás antes de sacudir su cabeza, el olor de su miedo se hacía más fuerte—. Llévame a casa. Tienes que llevarme a casa. Llama a mi padre. ¡Ahora! Él vendrá a buscarme.
—¡No! —La rabia posesiva casi lo abrumó antes de que lograra reprimirla junto con el dolor de su rechazo—. Te estamos llevando a un lugar seguro...
—¡No! ¡Llévame a casa!
—No. —El gruñido que vibró en su voz la electrizó haciéndola callar mientras sus ojos se desorbitaban, sus labios se separaban en un grito de asombro—. Ahora no. Todavía no. No por Dios hasta que pueda conseguir sacar el olor de tu hambre de mi cabeza.
Él no entendía la rabia, la determinación de protegerla que brotó repentinamente en su interior, pero sabía que si no se apartaba lejos de ella, iba a tomarla. Una y otra vez, con el olor de su miedo mezclándose con su lujuria hasta que lo volviese loco.
Abriendo con fuerza la puerta en su lado saltó del jeep, dejando sus pantalones vaqueros olvidados, notando apenas la frialdad del aire de últimos de octubre por el calor que subía en su cuerpo. Un calor del que temía que nunca estaría libre. Tal como nunca estaría libre del animal que __________ había visto dentro de él.
* * * * *
—Ha sido un jodido golpe de los fanáticos, amigo —habló Simon quedamente en el teléfono móvil mientras Nicholas se hundía en las profundidades glaciales del lago junto al que habían aparcado.
Encontrar el pequeño lugar apartado para que la naturaleza siguiese su curso había sido un asco.
Dash suspiró con fatiga.
—¿Cómo estás de lejos del emplazamiento alfa?
—A unas buenas cuatro horas y media —murmuró él—. Seremos afortunados de llegar cerca. Aunque esa muchacha estaba en una triste forma, amigo mío. Esos pequeños gemidos van a matarme. Solo Dios sabe lo que le hacen a él.
Había pocas personas conscientes de la naturaleza exacta de los procesos de acoplamiento en las castas. Callan había impuesto un código estricto de silencio a las pocas castas que se habían apareado hasta ahora, esperando asegurar un ambiente más seguro ante la opinión mundial antes de que esto se hiciera público.
Simon era el único no-casta con tal información. La tenía solamente porque era un solapado hijo de pu/ta con una mente más aguda que la de la mayoría de la gente en lo que se refería a animales
Dash maldijo baja y brutamente.
—Sí, opino lo mismo. —Simon hizo una mueca—. Nuestro pequeño cachorro está actualmente nadando en las aguas heladas y su dulce circunstancia está acurrucada con tan solo una manta. ¿Qué hacemos?
—Tráelos al emplazamiento alfa —ladró Dash—. Estamos perdiendo un jod/ido tiempo que no tenemos, Simon.
—Hey, estás saltando sobre el tipo equivocado aquí, idi/ota —gruñó Simon—. No es mi po/lla la que está atada en un nudo a una mujer más caliente que el infierno. Intenta decírselo.
—Intenta salir ahora —saltó él—. Tienes compañía en la posición a una hora de tu localización. Muévete ahora, maldición, no importa como.
—Jo/der. —Simon apagó el teléfono.
El comandante Sinclair iba continuar; iba a darle una patada a su trasero.
—¿Y entonces? —Stephanie se movió más cerca, envolviéndole los brazos alrededor de su cintura desde detrás mientras ponía su mejilla contra su espalda.
—Entonces, vamos —suspiró él—. Esperemos que tengan suficiente porque hemos de trotar, muñeca. Mi idea es que hay sabuesos en nuestros talones y Dash lo sabe. Fue asombrosamente escueto —hizo una mueca por las maldiciones del comandante—. Tenemos escoltas a una hora de aquí, así que mi conjetura es que la caballería felina se está moviendo hacia aquí como seguro.
—Mie/rda. —Ella presionó su cabeza más apretada contra su espalda.
—Si, claro. Hay que evitar el encuentro —dijo él con voz cansina—. Ve a hacer que los niños se muevan y roguemos por que estemos por delante de los malos. Realmente no desearía enredarme aquí con la potencia de fuego del gobierno. Eso sería una mala cosa.
Una cosa muy, muy mala.
Stephanie se movió a su lado mientras Nicholas salía a zancadas desnudo del lago, respirando duramente, pero el agua fría no tenía ningún efecto en la erección que tiraba de su cuerpo.
—Simon, dulzura, ese hombre está empalmado —comentó Steph no sin una pequeña cantidad de interés femenino—. Pero maldito si pienso que desearía un pedazo de él. Parece bastante malo como para morder.
Simon resopló. Sí. Y él apostaba mucho dinero a que Nicholas tenía algo. Muy, muy malo.
Espero que los disfruten,las quiero :hi:
—¿__________? —Nicholas se apartó de ella lentamente, desalojando su miembro de los límites apretados de su sexo, un gesto del placer retorció su cara cuando su carne continuó succionando en él hasta que estuvo libre.
Ella lloraba. Que Dios le ayudase, ¿qué le había sucedido? Él no había oído hablar de algo tan extraño como esto, el lado animal de su naturaleza revelándose de este modo. Su mano temblaba mientras acariciaba y ponía la larga longitud de su pelo detrás de su cuello, la culpabilidad manchaba su alma por la marca que ahora estropeaba la carne de su hombro y su cuello.
Él la había mordido. Despiadadamente, sin conciencia, había hundido los colmillos curvados en su carne y la había sostenido mientras el hinchado nudo que lo trabó en su interior mantenía su miembro en la boca de su matriz, derramándose su semen a borbotones profunda y duramente dentro del apretado canal.
Ella se crispó a su lado, arrastrando la manta con ella mientras su respiración dificultosa era llorosa.
—Estoy bien. —Era obvio que ella intentaba ser valiente, intentando luchar más allá de la sorpresa y del miedo de que podía oler emanando de ella. Ella estaba confusa, arrojada en algo en lo cual incluso él no podía encontrar el suficiente sentido como para ayudarla.
Ella había sido una virgen, sin tocar, tan sensual y naturalmente erótica que le había robado la respiración con cada toque, cada caricia que había pedido tan dulcemente. Y él le había hecho esto, trabándose en su interior como el animal que aullaba apenas bajo de la superficie.
—Esto nunca me había sucedido. —Él pasó sus dedos a través de su pelo arrodillándose al lado de ella, frunciendo el ceño por los estremecimientos que atormentaban su cuerpo—. __________. Eso nunca me había sucedido antes.
—Sí, vale. No me había sucedido a mí tampoco —respondió ella llorosa—. Dios, apenas sale. Necesito pensar. Necesito... —Un sollozo se agazapó en su garganta, el olor de sus lágrimas se clavaba en su corazón.
Él inhaló en una respiración dura, profunda.
—Sé que estás asustada. —Él luchó para evitar tocarla, para evitar tomarla otra vez—. Lo arreglaremos. De alguna manera.
—¿Cómo? —Ella se giró de nuevo hacia él, sus ojos ardían, brillantes por las lágrimas—. ¿Qué infiernos está mal en mí? Ésta no soy yo y no es mi cuerpo. ¿Qué me hiciste?
Él podía oír ahora la rabia acumulándose en su voz, y podía oler el hambre. Su boca se secaba por el olor de la lujuria femenina, cuando su lengua se apretó, sintiendo como se hinchaba imposiblemente dentro de su boca de nuevo. Había hecho eso antes, cuando su boca cubrió la suya para evitarle gritar. Y entonces había sumergido en su boca el gusto... El sabor había sido indescriptible.
—No lo sé. Pero fuera lo que fuera fue mutuo, __________. —Él deseó gruñir las palabras como defensa, pero logró mantener su voz suave y su tono calmado.
—¿Lo fue? —Ella se movió lentamente, incorporándose, tirando de sus piernas cerca de su cuerpo mientras que lo miraba fijamente con furia— ¿Nada de esto te parece ni un poco singular? Esto no es natural.
—Ya lo dijiste antes. —Él reprimió la cólera por esa sola palabra, "animal".
—¿Me drogaste? —Ella sacudió la cabeza con confusión—. El individuo que me aferró me golpeó, lo se. ¿Me drogó él?
Ella buscaba desesperadamente una excusa. Una que él no podía darle.
—No había drogas. —Él buscó en la esquina del jeep sus pantalones vaqueros—. Fue la primera cosa que comprobé. Lo que sucedió fue natural.
—Esto no es natural —gritó ella—. Yo no actúo así. No con extraños, no con...
—¿Animales? —Él apenas reprimió el desprecio.
—Con cualquier persona. —Ella saltó hacia detrás antes de sacudir su cabeza, el olor de su miedo se hacía más fuerte—. Llévame a casa. Tienes que llevarme a casa. Llama a mi padre. ¡Ahora! Él vendrá a buscarme.
—¡No! —La rabia posesiva casi lo abrumó antes de que lograra reprimirla junto con el dolor de su rechazo—. Te estamos llevando a un lugar seguro...
—¡No! ¡Llévame a casa!
—No. —El gruñido que vibró en su voz la electrizó haciéndola callar mientras sus ojos se desorbitaban, sus labios se separaban en un grito de asombro—. Ahora no. Todavía no. No por Dios hasta que pueda conseguir sacar el olor de tu hambre de mi cabeza.
Él no entendía la rabia, la determinación de protegerla que brotó repentinamente en su interior, pero sabía que si no se apartaba lejos de ella, iba a tomarla. Una y otra vez, con el olor de su miedo mezclándose con su lujuria hasta que lo volviese loco.
Abriendo con fuerza la puerta en su lado saltó del jeep, dejando sus pantalones vaqueros olvidados, notando apenas la frialdad del aire de últimos de octubre por el calor que subía en su cuerpo. Un calor del que temía que nunca estaría libre. Tal como nunca estaría libre del animal que __________ había visto dentro de él.
* * * * *
—Ha sido un jodido golpe de los fanáticos, amigo —habló Simon quedamente en el teléfono móvil mientras Nicholas se hundía en las profundidades glaciales del lago junto al que habían aparcado.
Encontrar el pequeño lugar apartado para que la naturaleza siguiese su curso había sido un asco.
Dash suspiró con fatiga.
—¿Cómo estás de lejos del emplazamiento alfa?
—A unas buenas cuatro horas y media —murmuró él—. Seremos afortunados de llegar cerca. Aunque esa muchacha estaba en una triste forma, amigo mío. Esos pequeños gemidos van a matarme. Solo Dios sabe lo que le hacen a él.
Había pocas personas conscientes de la naturaleza exacta de los procesos de acoplamiento en las castas. Callan había impuesto un código estricto de silencio a las pocas castas que se habían apareado hasta ahora, esperando asegurar un ambiente más seguro ante la opinión mundial antes de que esto se hiciera público.
Simon era el único no-casta con tal información. La tenía solamente porque era un solapado hijo de pu/ta con una mente más aguda que la de la mayoría de la gente en lo que se refería a animales
Dash maldijo baja y brutamente.
—Sí, opino lo mismo. —Simon hizo una mueca—. Nuestro pequeño cachorro está actualmente nadando en las aguas heladas y su dulce circunstancia está acurrucada con tan solo una manta. ¿Qué hacemos?
—Tráelos al emplazamiento alfa —ladró Dash—. Estamos perdiendo un jod/ido tiempo que no tenemos, Simon.
—Hey, estás saltando sobre el tipo equivocado aquí, idi/ota —gruñó Simon—. No es mi po/lla la que está atada en un nudo a una mujer más caliente que el infierno. Intenta decírselo.
—Intenta salir ahora —saltó él—. Tienes compañía en la posición a una hora de tu localización. Muévete ahora, maldición, no importa como.
—Jo/der. —Simon apagó el teléfono.
El comandante Sinclair iba continuar; iba a darle una patada a su trasero.
—¿Y entonces? —Stephanie se movió más cerca, envolviéndole los brazos alrededor de su cintura desde detrás mientras ponía su mejilla contra su espalda.
—Entonces, vamos —suspiró él—. Esperemos que tengan suficiente porque hemos de trotar, muñeca. Mi idea es que hay sabuesos en nuestros talones y Dash lo sabe. Fue asombrosamente escueto —hizo una mueca por las maldiciones del comandante—. Tenemos escoltas a una hora de aquí, así que mi conjetura es que la caballería felina se está moviendo hacia aquí como seguro.
—Mie/rda. —Ella presionó su cabeza más apretada contra su espalda.
—Si, claro. Hay que evitar el encuentro —dijo él con voz cansina—. Ve a hacer que los niños se muevan y roguemos por que estemos por delante de los malos. Realmente no desearía enredarme aquí con la potencia de fuego del gobierno. Eso sería una mala cosa.
Una cosa muy, muy mala.
Stephanie se movió a su lado mientras Nicholas salía a zancadas desnudo del lago, respirando duramente, pero el agua fría no tenía ningún efecto en la erección que tiraba de su cuerpo.
—Simon, dulzura, ese hombre está empalmado —comentó Steph no sin una pequeña cantidad de interés femenino—. Pero maldito si pienso que desearía un pedazo de él. Parece bastante malo como para morder.
Simon resopló. Sí. Y él apostaba mucho dinero a que Nicholas tenía algo. Muy, muy malo.
Espero que los disfruten,las quiero :hi:
heyitsnicktanii
Re: Alma profunda Adaptacion(Erotica/Romantica) [Nick & Tu] ~Terminada~
aaaaah me encanto siguela.....!
Bianca
Re: Alma profunda Adaptacion(Erotica/Romantica) [Nick & Tu] ~Terminada~
eeeeh pase de pagina wiiii....!!!!
Bianca
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