From Nothing To Something (One Direction) TERMINADA

Espero que les guste :)
Besito

Capítulo 2

Mel abrió los ojos cuando sintió su teléfono sonar con una canción familiar. Se desperezó y se sentó en la cama, poco a poco los recuerdos del día anterior volvieron a ella y sonrió.

Después de llegar a casa y haber superado la primera reacción (era una casa enorme, ella incluso tenía un baño personal) había empezado a instalarse en su nueva habitación, guardó su ropa, acomodó sus artículos de aseo y puso fotos de su familia en una repisa. Cuando había dispuesto todo para darse un baño reparador, un chico alto, espigado y muy rubio había entrado en la habitación sin tocar.

Gracias al cielo que Mel se encontraba vestida, pero aun así se llevó una gran sorpresa al ver al chico de pronto parado en el medio de la estancia. Él se veía tan imponente…

-¡Oh Eres tan hippie! – dijo el chico el cual, Mel suponía, era Alex. Sam estaba de pie en la puerta a espaldas de Alex, encogiéndose de hombros a modo de disculpa.
-Soy Alex – dijo él acercándose a Mel, quien extendió su mano para estrechársela. Alex en cambio la abrazó, la cabeza de Mel quedó enterrada en su pecho y no pudo evitar notar que olía muy bien.
-Entonces, Sam me dijo que te gusta que te llamen Mel ¿Correcto?
-Correcto – respondió ella sonriendo.
-¡Muy bien Mel! Tenemos hartas cosas buena onda planeadas - él frotó sus manos con energía.

Sam entró a la pieza y habló:

-No te preocupes por hoy día, solo habrá una pequeña celebración familiar.
-¡Sí, sí, sí! – Dijo Alex girando elegantemente en la habitación – habrá pizza, especialmente hecha por mamá para ti y nos servirá para conocernos mejor – Miró a Sam y dijo con fingida inocencia:
-¿Vendrá Rich? – Pregunta ante la que Sam suspiró y respondió:
-Tercera vez que me haces decir que terminamos.
-¡Oh es cierto! – Alex río malvadamente y agregó:
-En cambio mi novio si estará aquí hoy – Él esperó para ver la reacción de Mel, pero ella solo se limito a asentir.
-¿No te sorprende?... ¿O molesta? – preguntó él dudoso.
-¿Qué seas gay? – Él asintió - ¿Por qué habría de…?

Alex la abrazó nuevamente y la levantó en el aire mientras gritaba:

-¡La mejor hermana por siempre! – Sam carraspeó y él a Mel y se corrigió – Las mejores – aun sonriendo salió de la habitación.
-Lo siento por eso – dijo Sam – lo hace por diversión. Tú sabes – se encogió de hombros – para ver la expresión de las personas.
-Oh está bien – Mel sonrió - ¿Lleva mucho con su novio?

Sam pareció reflexionarlo un rato y luego contestó:

-Poco más de un año y medio. ¿Y qué hay de ti? ¿Dejaste a alguien en casa esperando por ti?
-No – respondió Mel ordenando las fotografías nuevamente y evitando el contacto visual. Sam le quitó la foto de la mano, la colocó en el mueble y se puso frente a ella.
-¿Hay una historia? Si no quieres contarme está bien – ella dijo – pero si me cuentas, puedo compartir las mías – finalizó Sam levantando las cejas.

Mel la miró con curiosidad “¿Las mías?”

-¿Qué dices?
-Supongo que no hay daño en hablar ¿cierto? – respondió Mel.
-Se podría decir – empezó Sam lentamente ordenando sus ideas – que he tenido unos cuantos novios – con sus manos mostró seis dedos – Pero con el último de ellos, Rich, fue con el que más tiempo he durado. Él era una especie de roquero, así que eventualmente me engañó con otra y todo terminó - Sam fingió una cara triste – No voy a decir que no dolió, pero ahora prefiero tomarlo con humor. Uno menos en mi búsqueda del príncipe azul ¿ah?

Mel no pudo evitar reírse ante esto, pero pensó en cuan diferente era ella. Se sentó en la cama y reflexionó: Sam le infundía confianza, además de que su historia no era nada del otro mundo, por lo que decidió que contarla no haría ningún daño.

-Mi último y único novio al parecer también me engañaba – se encogió de hombros y prosiguió – el día después de que termináramos él comenzó a salir con otra chica – Sam se sentó a su lado en la cama – Tuvimos buenos momentos – Mel sonrió recordando las películas, las caminatas, los viajes sin rumbo – pero él era temperamental y no respetaba el hecho de que yo quisiera tiempo para mí. Como para estudiar por ejemplo. – Miró a Sam y notó lo seria que estaba y lo deprimente que se había puesto el ambiente – Pero en fin, ahora estoy aquí y eso es lo que importa.
-¿Fue hace poco?
-Hace unos tres meses… - Sam la abrazó y luego sonrió ampliamente.
-¿Sabes cuál es la solución no?
-¿Irse a otro país? – preguntó Mel sonriendo también.
-Noooo – contesto ella riendo – Bueno sí, pero también es ¡salir y besar unos cuantos sapos! Mantiene las cosas interesantes – siguió ella pensativa.
-No lo sé… - Mel se hizo a un lado y tomó su teléfono. Ella no era de las que podía besarse con un chico cualquiera en una fiesta. Pero al parecer Sam lo era, ella no quería juzgarla ni nada, pero esa simplemente no era su forma de ser.

Además había venido a estudiar y a conocer, a lo más a hacer amigos pero no a emparejarse con nadie.

-Oye, cambiando de tema ¿Activaste tu teléfono para que funcione aquí? – preguntó Sam de repente.
-No aún, porque tengo que acercarme a una sucursal…
-¡Ah bien! Tú sabes, papá te contó anoche que trabaja haciendo aplicaciones y blablabla – dijo mientras sacaba una bolsa de regalo que estaba a un costado de la puerta y se lo entregó – Bueno te dejó esto.

Mel lo desenvolvió y se encontró con un teléfono nuevo.

-No puedo aceptar esto… - trató de decir, pero Sam no iba a aceptar un no por respuesta.
-Sí que puedes, es gratis – Mel lo miró aún dudando, pero Sam siguió hablando – No le puse mucha música porque no sabía que te gustaba. Tiene algunas que me gustan a mí eso sí.

Mel comenzó a recorrer las pocas canciones que había y se sorprendió de ver que tenían gustos parecidos. Se detuvo en una canción y río.

-Hey así que ¿Te gusta One Direction…?
-¿Los conoces? Pensé que no los ibas a conocer y quería que los escucharas – Sam comenzó a emocionarse y levantándose en sus puntas de pies dijo- ¡Oh es el destino!
-No me vuelven loca, pero solía verlos en “The X Factor”.
-Pero son maravillosos – dijo Sam haciendo pucheros.
-No sabría decirte, no he escuchado más que sus presentaciones en el programa.
-Pero eso tiene remedio – dijo Sam sonriendo ampliamente.

Ahora Sam se había tomado como algo personal, el que le gustara One Direction, y es por eso que hasta su alarma era una de las canciones de ellos. Eran buenas, pero por algún motivo no volvían loca a Mel. Sam estaba obsesionada y necesitaba a alguien con quien comentar porque al parecer a ninguno de sus amigos les gustaba.

Mel se levantó de la cama y salió al pasillo, ella no sabía si todos estarían levantados ya, pero no parecía escucharse nada. Caminó hacia la cocina recorriendo la casa con su mirada, era muy amplia, con pisos de madera prolijamente pulidos y muebles a juego. Tenía una habitación grande que hacía de biblioteca y estaba llena de libros de diferentes tipos y de sillones mullidos.

Cuando estaba más cerca de la cocina fue cuando recién pudo escuchar las voces, justo antes de entrar se vio reflejada en un espejo que colgaba en un costado del recibidor, su cabello castaño estaba enredado y amontonado, estaba pálida y aun lucía cansada. Mel tomó una profunda inspiración y entró a la cocina.

Se encontró con una escena de lo más familiar, le recordó a sus desayunos en casa. Alex y Sam estaban tomando té (también en pijama) y la Sra. Green estaba sentada junto a ellos conversando.

-Oh buenos días cariño ¿Dormiste bien?
-Sí muchas gracias – respondió Mel mirando alrededor en busca de una taza.
-Toma – la Sra. Green le dijo pasándole una taza con té - ¿Te gusta el té cierto? – Mel asintió mientras se sentaba a la mesa – Que bueno – sonrió ella – Sé que esto puede ser molesto, pero es necesario que te expliquemos las reglas de la casa y nuestros horarios.

Mel la miró temiendo que fueran muy inflexibles respecto al dormir y a las tareas del hogar.

-Es bastante simple, cada uno mantiene limpio y ordenado su espacio, es decir pieza y baño – continúo ella sonriendo – Por lo general Doug, tu papá – agregó riendo la Sra. Green – se va temprano al trabajo y vuelve tarde, excepto por los sábados. Los sábados llega más temprano, por lo que ese día siempre hacemos una cena familiar, ya sabes, para ponernos al día con lo que nos ha pasado en la semana.

Sam río e interrumpió a su madre.

-Mamá la estás mareando – le dio una palmadita en el brazo.
-Lo que necesitas saber es que, no hay más reglas que esa: sábado familiar. ¡Ah! Y como mamá es profesora en el año se va temprano y llega tarde. Como ahora todos estamos de vacaciones excepto papá, Alex se la pasa ensayando para que lo acepten en una compañía de ballet y yo sólo ando por ahí – se encogió de hombros – Pero ahora que estás tú, podemos salir y recorrer, para que conozcas la ciudad.

Mel sonrió y asintió le gustaba que esta familia fuera relajada, era más su estilo. Ya que así podía andar a su ritmo.

-Una cosa más – dijo Alex mientras se levantaba del mesón y agarraba su bolso – Hoy en la noche vamos a salir a bailar ¡Así que no hagan otros planes!

Salió de la habitación rápidamente dejando tras de él un halo de perfume.

-Eso es importante – agregó la Sra. Green – no tengo problemas con que salgan, no hay límite de horario. Pero si me gusta que me avisen a donde van y con quien y en caso de que no pudieran llegar a casa en donde van a dormir. Una llamada, un mensaje no cuesta nada.
-Sí, sí, sí, ya lo sé – dijo Sam poniendo sus ojos en blancos – “Y en el año es responsabilidad suya si salen o estudian” – finalizó imitando la voz de su mamá.
-Correcto – dijo la Sra. Green poniéndose de pie y acariciando a Mel en la mejilla – Ahora si me disculpan, iré a comprar para hacer el almuerzo.
-Entonces me iré a bañar para que salgamos ¿Ya? ¡Hay mucho por hacer hoy!

Mel la vio irse mientras se terminaba su desayuno, lavó la taza y la dejó secar, entonces se dirigió a su pieza para alistarse. Estaba ansiosa por finalmente conocer Londres, no podía esperar por empezar el recorrido.

Capítulo 3

Estaba corriendo una fría brisa y el cielo lucía gris y amenazante, como si en cualquier momento pudiera largarse a llover.

Mel estaba exhausta, tan solo quería llegar a la casa y echarse en alguna parte, Sam la había hecho recorrer prácticamente todo Londres. Había decidido que la mejor forma de que se acostumbrara a la ciudad era conociéndola a pie, así que su travesía había comenzado por tomar el metro en la estación más cercana (que gracias a Dios quedaba cerca de la casa) para que las llevara a la ciudad. Luego de conocer lo más turístico como el Big Ben, el río Támesis y el Palacio de Buckingham, la había llevado a conocer algunos museos y para ello habían tenido que subir a los autobuses rojos.

Mel había logrado hacerse una idea de la ciudad, pero sentía como si nunca pudiera llegar a conocerla, era tan grande y parecía tener tantos recovecos. De alguna forma se sentía imposible.

Finalmente Sam la había llevado a conocer la Universidad (University College de Londres) y había terminado de quedar maravillada. Era enorme con espaciosas áreas verdes y muchos árboles alrededor, su edificio no quedaban cerca de las instalaciones centrales así que tuvieron que rodear el camino para llegar a el, pero valía la pena. Todo el edificio lucía inspirado en Roma, paredes blancas, columnas, ventanas divididas, ciertas curvaturas, ahora Mel no podía esperar para ver cómo iban a ser sus clases, tenía pensado tomar varias clases de historia del arte porque le parecía interesante estar en la cuna de muchos diferentes artistas y además quería conocer más a fondo el desenvolvimiento de los grandes estilos.

Después de una hora de recorrer el lugar Sam la dirigió hacia otra área, esta más cerca de la entrada de la universidad, se veía igual que todo las demás fachadas, pero por dentro era totalmente moderno. Parecía haber sido reconstruido en su totalidad, lucía muchos espacios abiertos, muy iluminados junto con harto vidrio y metal. Sam le dijo que allí era donde ella tenía muchas de sus clases, en un principio Mel había pensado que esta arquitectura estaba solo enfocada en lo geométrico y en lo angular, debido lo poco que Sam le había alcanzado a contar de la carrera. Pero viendo la construcción y decoración del edificio, Mel pudo apreciar que era mucho más, era como la perfecta sincronía entre lo duro y frío de la matemática con la sutileza y calidad del arte en sí mismo, además de que tenían un enfoque marcado por el cuidado del medio ambiente. Era fascinante.

Para cuando terminaron de recorrer la universidad, ya había oscurecido y ellas estaban hambrientas y exhaustas.
-No puedo creer que hayamos recorrido prácticamente toda la ciudad en un día – dijo Sam mirando al cielo desde la banca en las que estaban sentadas.
-Yo tampoco – suspiró Mel estirando las piernas.
-¡Agh! Es hora de volver a casa – Sam se levantó con gracias – Estoy tan cansada, no quiero ni pensar en la fiesta de esta noche.
-¿Aun vamos a ir? – Preguntó Mel sorprendida – No sé si pueda pararme de este asiento…
-Alex nos matará si no vamos, es el cumpleaños de George, ya sabes, su novio – Sam sonrió y agregó – Además nada que un buen trago no pueda curar ¿no?
Mel pensó en ello y sonrió también.

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Mel estaba sentada en el living ya lista, esperando que Sam apareciera. Se había puesto unos pantalones grises y una polera blanca gigante, no solía usar más maquillaje que rímel y un poco de labial, así que no le tomaba mucho tiempo arreglarse. Había guardado su nuevo celular en su bolsillo y metió dinero en el otro, sus múltiples pulseras tintinearon cuando hizo esto, pero fueron opacadas por unos tacos caminando por el pasillo.

Sam apareció vestida con un corto y apretado vestido celeste y zapatos con grandes tacones, sus ojos estaban ahumados y sus labios brillaban. Había arreglado su pelo rubio y lacio y ahora estaba completamente crespo.
-¿Cómo puedes caminar con esos zapatos? – preguntó Mel mirando los suyos propios, los cuales eran bajos y de lona.
-Práctica – río Sam - ¿Nos vamos? Alex nos espera allá – Mel la vio caminar contorneándose hacia la puerta principal y sonrío, su hermana se veía altísima y estilizada. Ella miró su propia ropa y se encogió de hombros, se sentía cómoda pero quizás para la otra escogería un vestido.

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El lugar estaba oscuro pero con destellos de luces intermitentes, olía a cigarro y a alcohol, muchas personas bailaban al ritmo de la música mientras Sam trataba de abrirse paso entre cuerpos sudorosos. Mel la seguía de cerca, tratando de no perderla de vista porque sabía que sería muy difícil encontrarla en caso de que ella se perdiera.

Cuando Sam se detuvo, Mel recién pudo apreciar en donde estaban, se encontraban en una especie de sector reservado donde había varias mesas. Alex y George estaban sentados allí frente a una enorme torta, Sam los saludó y Alex dijo:
-Finalmente, ¿Qué les tomó tanto tiempo?
-¿Esto? – respondió Sam apuntándose a si misma.
-Como sea, ya podemos encender esto – prendió las velas y todas las personas que estaban sentadas en las mesas se amontonaron alrededor de George, él se veía feliz bajo la luz de las velas, sus pecas se veían oscurecidas y su pelo castaño parecía brillar. Sonrió nerviosamente durante la canción y pidió sus tres deseos con los ojos fuertemente apretados, soplo suavemente y por un segundo Mel no pudo ver nada.

Cuando alguien encendió las luces de ese rincón de nuevo Alex estaba besando a George y todos estaban aplaudiendo, Sam se acercó sigilosamente y se puso a un costado del cumpleañero. Alex le acercó la torta y él la mordió y Sam le hundió la cabeza con fuerza. Risas explotaron por todos lados y Mel se unió a ellas, agarró unas servilletas y se las pasó a George quien trataba de que no le sacaran fotos. Él la miró agradecido y se limpió la cara con cuidado, Alex lo ayudó con ello y Sam agarró a Mel de la mano y la llevó a la pista de baile.
Una canción que Mel nunca había escuchado estaba sonando y ella se dejó llevar por la música, Sam empezó a bailar alocadamente y pronto Alex y George se les unieron, así como muchas de las otras personas invitadas. Mel cerró sus ojos por un momento y disfruto de lo que estaba viviendo, llevaba un día en Londres y ya había conocido la ciudad y estaba de fiesta. Todo se sentía tan irreal aún, como que en cualquier momento iba a despertar y estaría de vuelta en casa…

Un golpe suave en su hombro la hizo abrir los ojos bruscamente, se dio vuelta y encontró a un chico mirándola, era alto y delgado, bajo la poca luminosidad lucía apuesto.

-¿Quieres bailar? – le preguntó. Mel miró a su alrededor y apuntó a Sam.
-Lo siento estoy con mi amiga…- Sam la agarró del brazo y le susurró:
-¡Baila con él! ¡Es sexy! Cualquier cosa hazme una llamada perdida y te encontraré en el baño. ¡Ahora ve! – y la empujó hacia el chico que ya se estaba alejando. Mel lo alcanzó y lo agarró por el brazo, él le sonrió y se acercó a ella. Bailaron por unas cuantas canciones y conversaron dentro de lo que se podía, Mel miraba hacia Sam cada cierto rato para no perderla de vista, pero ella estaba demasiado ocupada coqueteando y bailando con un chico desconocido.

Mel estaba cansada, pero estaba pasando un buen momento, se alegraba de haber ido. Una canción más movida y acelerada empezó y ella con el chico empezaron a saltar, de pronto él se acercó mucho a ella y bajó su boca hacia la de Mel, ella retrocedió bruscamente y lo más rápido que pudo se perdió entre la multitud. Fue una idea tonta porque en un segundo había perdido también a Sam y a Alex, pero prefería eso a besarse con un completo desconocido, empezó a caminar en dirección a una orilla para tratar de dar con el baño y encontrar poder llamar a Sam. Chocó con muchas personas en su camino y perdió la noción del tiempo y del espacio, sin saber donde estaba y sin poder llamar a Sam porque no escucharía no supo que más hacer aparte de acercarse a una pared y tratar de recuperar el aliento.

Se encontró con unas mesas y había un par de personas sentadas en ellas, Mel no supo que más hacer así que se acerco a dos de las chicas y les preguntó dónde estaba el baño.

-Ah sí, es difícil llegar a él si no has venido aquí antes – le respondió una de las chicas, quien tenía el pelo castaño y ondulado, sonriéndole.
-Si sigues por la pared hacia allá – la otra chica apuntó hacia un rincón – vas a encontrar una puerta azul. Ese es el baño – finalizó la chica quien tenía su pelo crespo amarrado en una cola alta.
-¡Gracias! – les dijo Mel sonriéndoles y se dirigió al baño. Sam ya estaba allí cuando ella llegó.
-¿¡Para qué tienes un teléfono si no lo contestas!? Pensé que te habías perdido.
-Sí, algo – dijo Mel riendo. Sam le sonrió y le dijo:
-¿Qué tal el chico? – la cara de Mel se desfiguró un poco y le respondió:
-Trató de besarme…
-¡Excelente! ¿Lo hiciste?
-¡NO! No lo conozco, ¿Cómo crees…?
-Bahhh, nadie te conoce aquí – dijo Sam sonando decepcionada – Como sea, vamos por un trago y luego a bailar, a lo mejor conoces a tu futuro esposo aquí – río Sam saliendo del baño.

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Para cuando Mel estuvo acostada en su cama el sol ya estaba saliendo y estaba agotada y somnolienta, pensó en lo que le había dicho Sam sobre cómo no le haría ningún daño haría salir con alguien aquí. Eso estaría bien si conocía a alguien interesante, pero el único problema sería que su relación tendría fecha de expiración y Mel no sabía si quería arriesgarse y ser parte de una relación en esas condiciones.