Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 4 de 30. • Comparte
Página 4 de 30. • 1, 2, 3, 4, 5 ... 17 ... 30
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
Ahiiii Nooo como crees
Porque?? Porque intentan hacerle daño a la rayos
Y quien es el que hace eso!!?
Ahhhh esta súper la nove :) me encanta
Y cada vez se pone mejor!!
Ahhh Plis Siguela!!
NECESITO MAS CAPS!!
Porque?? Porque intentan hacerle daño a la rayos
Y quien es el que hace eso!!?
Ahhhh esta súper la nove :) me encanta
Y cada vez se pone mejor!!
Ahhh Plis Siguela!!
NECESITO MAS CAPS!!
Karli Jonas
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
esta nove es adictiva...de verdad me gusta mucho y no espero que la sigas pronto....cuidate ...biie
haydeejOnaz
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
hola chicas hoy vengo rapidito a dejarles su cap!! espero que les guste y que esten bien! :D
Era sencillamente increíble. Sin embargo, era cierto. «Y me está ocurriendo a mí.»
Cynthia estaba muerta. «Y yo estoy en el lado equivocado del cristal, y por primera vez en toda mi vida necesito un abogado que me defienda.» No tenía más que una opción, solo había un abogado en quien _____ confiara lo bastante como para avisarlo. Su mejor amiga, Amy, se dedicaba al derecho civil, pero _____ sabía que de vez en cuando realizaba trabajos voluntarios en el tribunal penal. ¿Dónde diablos se habría metido? El Blue Lemon se encontraba a menos de veinte minutos de la comisaría de policía, sin embargo _____ estaba convencida de que llevaba allí sola el doble de tiempo. Aguardaba mientras iban pasando los minutos. Aun así hizo caso omiso de la necesidad imperiosa de mirar el reloj y mantuvo la mirada fija hacia el frente.
La estaban observando desde el otro lado del cristal; estaba tan segura de eso como de que el rostro que veía reflejado en el espejo era el suyo propio. Joe Miller y el estupido arrogante que ahora tenía por compañero, con su cara de cemento armado y sus ojos azules de mirada fría. Ella no rompió el contacto visual, no apartó la mirada. «Deja que ese hijo de p*uta te observe, que se estruje los sesos.»
Pensaban que había sido ella quien había impulsado a Cynthia Adams a quitarse la vida; de verdad lo pensaban. La idea la dejó hecha polvo y a la vez furiosa.
Miller también lo creía así. El corazón se le encogió mientras sus ojos permanecían fijos en su propio reflejo y, por ende, en los policías que se encontraban tras el cristal. Seguro que Jonas esperaba que diera rienda suelta a la agresividad ante semejante prueba. Pero ¿y Joe Miller? Con solo pensar que la creía capaz de hacer una cosa así se sentía... herida.
Eran amigos. Una falta de confianza semejante... sería irreparable. Lo sabía por propia experiencia. La confianza era un bien escaso, solo los idiotas la depositaban en alguien a ciegas. Y solo los más idiotas aún trataban de restituirla cuando se desmoronaba. Pero _____ Rossi no tenía un pelo de idiota.
«Además, aún no me he desmoronado.» Miró hacia el cristal con los ojos entrecerrados mientras se imaginaba a Jonas de pie al otro lado, con los brazos cruzados sobre sus anchos pectorales. La estaría mirando con el entrecejo fruncido. Había sabido sacar partido a su estatura, inclinando el cuerpo hacia ella y escrutándola mientras ponía en marcha aquel maldito magnetofón. _____ había supuesto que trataría de intimidarla, y así había sido, aunque no lo había logrado.
No obstante, sí que había conseguido desconcertarla; era capaz de admitirlo sin problemas. Eso de oír su propia voz diciendo cosas tan soeces, de saber que habían encontrado sus huellas en instrumentos que habían servido para torturar mentalmente a Cynthia... En el fondo, seguía sin poder creerlo. Pero la oleada de rabia superó el desconcierto y le devolvió el sentido común.
Todo aquello era obra de alguien, de la persona que había perpetrado nada más y nada menos que el asesinato de Cynthia Adams. «Y quienquiera que haya sido me ha tendido una trampa.»
Y lo había hecho con suma destreza, eso también era capaz de admitirlo. Ella no había entrado nunca en casa de Cynthia y no había tocado sus pertenencias. Tampoco había llegado nunca a tocar sus botes de medicamentos, ni le había enviado regalos que la abocaran a un final semejante. Sin embargo, habían encontrado sus huellas, así como un mensaje con su voz.
Jonas iba muy en serio. Creía que era ella quien había hecho una cosa tan terrible y vil. No había llegado a acusarla verbalmente, pero sus ojos decían todo lo que no había expresado con palabras.
Y, al hacerlo, había actuado en defensa de Cynthia Adams.
El quedo suspiro de _____ resultó atronador en la silenciosa sala. Nicholas Jonas había salido en defensa de Cynthia Adams a pesar de haber visto su cuerpo sin vida tendido en la calle. "¿Qué clase de doctora es?", la había increpado. La ira que había mostrado la noche anterior escondía angustia. Se preocupaba por Cynthia, y en cambio creía que ella no lo hacía. Era un buen hombre, había dicho Miller. Y un buen policía.
_____ esperaba de verdad que así fuera. Esperaba que fuera la clase de policía que sabía ver más allá de lo que parecía una obviedad incuestionable, que fuera capaz de superar sus propias ideas preconcebidas acerca del tipo de doctora que era.
La ira de _____ se había aplacado lo suficiente para permitirle concentrarse. Dejó de mirar el espejo y se fijó en las fotografías que Jonas había dispuesto convenientemente en la mesa. Era probable que esperara que ella se derrumbara bajo el peso de su propia culpa y que confesara lo que había hecho.
«Pues lo siento, detective. Hoy no va a ser así.» _____ tomó la fotografía que Miller había encontrado en el suelo del piso de Cynthia, la última que la chica había recibido en el momento más oportuno. Por supuesto, Cynthia le había contado lo del suicidio de su hermana. Habían hablado de ello muchas veces. Melanie había amenazado con suicidarse, pero Cynthia no acababa de creerse que lo llevara a cabo. Sin embargo, ese día hacía justamente un año que Cynthia había ido al piso de Melanie para recogerlas; iban a cenar y a celebrar su cumpleaños, y al entrar la había encontrado muerta. Se había colgado de una soga y tenía una nota prendida en la blusa blanca. _____ se acercó la fotografía y la inclinó un poco para evitar que las luces del techo se reflejaran en el brillante papel.
Ah, allí estaba la nota prendida en la blusa de Melanie. Eso quería decir que habían tomado la fotografía antes de que la policía descolgara el cadáver, dedujo _____. Pero ¿quién había sido? ¿La misma policía? No parecía una de esas fotos. ¿La propia Cynthia? Era poco probable. En el informe ponía que cuando la policía llegó al escenario la encontraron en plena crisis nerviosa. ¿La propia Melanie, a modo de escarnio póstumo? Podría ser, sobre todo teniendo en cuenta que había insistido mucho en la hora a la que Cynthia debía presentarse en su casa aquella noche. Parecía haber planeado que su hermana la encontrara en aquel estado, así que no sería de extrañar que hubiera preparado una cámara para que esta disparara una fotografía momentos después de su muerte.
Pero ¿quién se habría apoderado de aquella foto? ¿Quién podía saber tantas cosas acerca del pasado de Cynthia? La chica había sido muy clara al decirle que quería absoluta confidencialidad, pues le preocupaba que la noticia de su obsesión por el sexo se filtrara y acabara costándole su puesto de trabajo en una asesoría financiera de prestigio. Cynthia no habría compartido aquella información por voluntad propia.
¿Quién podía desear que Cynthia muriera? ¿Y por qué? No obstante, la pregunta que más la obsesionaba seguía rondándole por la mente.
—¿Por qué me utilizan? —musitó.
_____ exhaló un suspiro y cedió a las ganas de mirar el reloj. Llevaba esperando sola sesenta y tres minutos. Mierda. ¿Dónde se había metido Amy?
Nicholas se encontraba al otro lado del cristal, observándola. Tras un primer momento de estupor, _____ había recobrado la compostura y no había vuelto a perderla.
La puerta que había detrás de él se abrió y volvió a cerrarse. Nicholas notó un suave aroma a canela y un penetrante olor a tabaco. Pobre Miller. Se había pasado los cuatro meses que llevaban trabajando juntos masticando chicle de canela para dejar de fumar y ahora parecía que la presión de las últimas horas había echado por tierra su esfuerzo.
—Joder, Miller, ¿te has fumado todo el paquete?
—La mitad. —Miller carraspeó fuerte—. ¿Cómo está?
—Parece haberlo asimilado bastante bien.
Llevaba prácticamente una hora mirando al espejo con un aire entre impasible y retador. Él podría haberla dejado marchar; en realidad, debería haberlo hecho y lo sabía. No tenían suficientes pruebas para retenerla, eso estaba más que claro. Sin embargo se limitó a permanecer allí, petrificado.
La observaba mientras ella lo observaba a él.
La chica lo atraía, tenía que reconocerlo. No creía que hubiera un hombre vivo capaz de mirar aquel rostro y aquel cuerpo y no sentirse atraído, y Nicholas estaba lleno de vida. Con todo, su reacción se debía a algo más que a su aspecto exterior. Su forma de esperar denotaba sobria dignidad.
«Es psiquiatra», se dijo. Estaba acostumbrada a ocultar sus emociones, a guardar silencio durante largo rato. Igual que los policías. Tenía algo en común con la doctora _____ Rossi, y eso no le hacía ninguna gracia.
Al otro lado del cristal observó un repentino movimiento: _____ suspiró y por un brevísimo instante sus hombros se hundieron. Bajó la vista a las fotografías que él había dispuesto sobre la mesa y tranquilamente dejó a un lado las que correspondían al cadáver empalado de Cynthia Adams tomadas por la policía. Luego se acercó la foto del ahorcamiento de la hermana de Cynthia para examinarla mejor, y al hacerlo sus cejas morenas se unieron en el centro.
—¿Por qué me utilizan? —murmuró en tono tan quedo que Nicholas apenas pudo oírla.
—Es una buena pregunta —musitó él a modo de respuesta.
—Sabes que no ha sido ella —dijo Miller en voz baja.
Nicholas se mordió la parte interior de la mejilla.
—De momento no sé nada de nada, Miller. Y tú tampoco. De todos modos, te agradeceré que me permitas llegar a mis propias conclusiones. Podrías haber hecho uso de tu autoridad y dejar que se fuera. —Probablemente Nicholas así lo habría hecho de haber sido él el experimentado y Miller el novato—. ¿Por qué no la has dejado marchar?
Miller exhaló un suspiro.
—Tal vez porque no estaba del todo seguro, a pesar de la cara que ha puesto cuando le has hecho escuchar la cinta. Está enfadada con los dos pero yo la he defraudado y no será fácil que me perdone. ¿Qué le pasa a su abogada? ¿Es que viene de otro planeta?
—Calculaba que habría llegado hace media hora. Se llama Amy Parks. —Miller dio un respingo apenas perceptible—. ¿La conoces?
—La vi en una ocasión —se limitó a responder Miller—. No he trabajado nunca con ella.
Nicholas volvió a prestar atención a Rossi, concentrada en examinar una a una las fotos. Había dejado las fotografías en la sala expresamente por si eso la hacía derrumbarse, pero ya se imaginaba que no sería así.
—Tengo que admitir que no tiene pinta de asesina, Miller. Pero también es posible que su cara de horror se debiera a que la hemos descubierto.
—¿Eso crees?
—No. Me parece que es demasiado lista para eso. De hecho, es demasiado lista para ser culpable, pero las pruebas indican otra cosa y no podemos pasarlas por alto. ¿Qué diría el fiscal del estado?
Miller se había ausentado con la excusa de ir a avisar a Patrick Hurst, el fiscal del estado, aunque Nicholas sospechaba que la verdadera razón era que necesitaba librarse de la despiadada mirada de _____ Rossi. Y fumarse medio paquete de tabaco.
—Se ha quedado hecho polvo. —Miller soltó una risa amarga—. Patrick también la conoce y no puede creer lo que está ocurriendo. Dice que quiere que le demos razones más convincentes; de hecho, quiere más pruebas del homicidio.
Nicholas frunció el entrecejo.
—Hay una mujer muerta. ¿Desde cuándo eso no es un homicidio?
La puerta que había detrás de ellos se abrió y notaron una brisa y el embriagador aroma de un perfume caro antes de ver a una treintañera con un traje chaqueta azul marino de aspecto profesional. Llevaba el pelo rubio pulcramente recogido en un moño y en sus orejas brillaban unos pequeños diamantes. La mirada de sus ojos verdes era dura y el gesto de su boca, serio, lo que en conjunto le confería un aspecto adusto.
—Puesto que nadie la empujó, no hay homicidio que valga —espetó—. Soy Amy Parks, la abogada de la doctora Rossi, y voy a llevármela de aquí ahora mismo. —Entonces se detuvo ante Miller y lo miró con extrañeza.
—Me parece que ya nos conocemos.
Miller hizo un gesto de asentimiento.
—Soy el detective Miller. Este es mi compañero, el detective Jonas. Coincidimos en el hospital el año pasado, señorita Parks.
Ella entrecerró los ojos tratando de recordar y enseguida los abrió de golpe.
—Estaba sentado junto a su cama. —Sacudió la cabeza con gesto de incredulidad—. Usted conoce a _____. ¿Cómo puede creer que tiene algo que ver en todo esto? Debería darle vergüenza. No entiendo por qué no se dedican a descubrir quién impulsó a esa mujer a arrojarse por el balcón, porque les aseguro que no fue _____ Rossi. Ahora si me disculpan, me gustaría hablar con mi cliente. —Posó la mirada en el interruptor de la pared—. En privado.
Miller desconectó el micrófono.
—¿Por qué no se me habrá ocurrido antes? —murmuró con aire sarcástico—. Lo único que tenemos que hacer es encontrar al auténtico asesino. Joder.
Nicholas observó a Parks sentarse a un extremo de la mesa y vio que Rossi daba golpecitos en su reloj de pulsera; sus ojos oscuros echaban chispas. Luego se volvió hacia Miller; quería que su compañero le explicara qué hacía él en el hospital, en la habitación de Rossi, pero este se limitó a sacudir la cabeza con desaliento.
—Ahora no. Me voy a casa a dormir un rato. Mañana iremos a ver qué hay en la caja de seguridad y haremos algunas indagaciones para averiguar quién podía desear la muerte de Cynthia Adams.
Nicholas se quedó un momento más observando a Rossi y a su abogada. Parks estaba hablando, formulaba preguntas, pero Rossi se limitaba a mirar el espejo. Parks se volvió hacia atrás y se colocó de modo que Nicholas no pudiera ver nada. Era lógico que una abogada defendiera a su cliente. Eso no le extrañaba, pero sí el que aparentemente Miller tuviera con _____ una relación mucho más estrecha de lo que estaba dispuesto a admitir. Nicholas se preguntó si estarían liados. Nunca había oído una palabra acerca de la vida amorosa de Miller; que él supiera, no salía, ni había salido, con ninguna chica.
Sí, era posible que estuvieran liados. La idea le afectó. A pesar de su apariencia relajada, Miller se preocupaba mucho por la gente, por las víctimas a quienes representaba. «Del agua mansa líbreme Dios», solía decir la madre de Nicholas. Era posible que algunas mujeres encontraran aquella mansedumbre... atractiva.
Nicholas apretó los dientes mientras observaba a Rossi recoger las fotos y hacer con ellas un pulcro montón. Trató de imaginarse cómo encajarían todas aquellas curvas en las manos de un hombre, en las de su compañero. La idea no le gustó nada.
La observó recoger sus cosas y salir de la sala, acompañada por su abogada. A ella no pareció sorprenderle encontrarlo todavía allí fuera. Eso tampoco le gustó.
—Detective —dijo con tanta serenidad como la noche anterior—, sé que estuvo en el juicio de Green y también sé lo que piensa de mí. En estos momentos, intentar convencerlo de que está equivocado no serviría de nada.
La templanza de su voz hizo que se le erizara el vello del pescuezo. Él sostuvo la mirada y asintió.
—Debo reconocer que tiene razón, doctora Rossi. No serviría de nada. Tenemos que tener en cuenta las pruebas que hemos encontrado; tenemos que hacerlo por Cynthia Adams.
—Vámonos, _____. —La abogada la tomó del brazo.
—No, Amy, espera. —Apartó la vista un momento y luego volvió a mirarlo con ojos penetrantes y... tristes. Eso le afectó, pero solo un poco—. Detective Jonas, alguien quería que Cynthia muriera y no soy yo. Por favor. —Luego, hizo una cosa inesperada. Aferró su brazo y lo sacudió. Nicholas notó que su corazón se disparaba y de pronto tuvo la sensación de que en la sala faltaba aire. Pero no podía apartar la vista de los oscuros ojos de ella—. Descubra quién lo hizo —susurró con vehemencia—. Me han utilizado para hacer daño a una paciente mía. Cynthia murió convencida de que había perdido la razón y de que yo la había dejado en la estacada. Sé lo que piensa de mí, pero ayer se preocupó por ella. Por favor, consiga que el culpable pague por lo que hizo.
Luego retiró la mano y salió; y él se quedó mirando cómo se marchaba, pensativo.
Capitulo 3
Domingo, 12 de marzo, 14.43 horas.
Era sencillamente increíble. Sin embargo, era cierto. «Y me está ocurriendo a mí.»
Cynthia estaba muerta. «Y yo estoy en el lado equivocado del cristal, y por primera vez en toda mi vida necesito un abogado que me defienda.» No tenía más que una opción, solo había un abogado en quien _____ confiara lo bastante como para avisarlo. Su mejor amiga, Amy, se dedicaba al derecho civil, pero _____ sabía que de vez en cuando realizaba trabajos voluntarios en el tribunal penal. ¿Dónde diablos se habría metido? El Blue Lemon se encontraba a menos de veinte minutos de la comisaría de policía, sin embargo _____ estaba convencida de que llevaba allí sola el doble de tiempo. Aguardaba mientras iban pasando los minutos. Aun así hizo caso omiso de la necesidad imperiosa de mirar el reloj y mantuvo la mirada fija hacia el frente.
La estaban observando desde el otro lado del cristal; estaba tan segura de eso como de que el rostro que veía reflejado en el espejo era el suyo propio. Joe Miller y el estupido arrogante que ahora tenía por compañero, con su cara de cemento armado y sus ojos azules de mirada fría. Ella no rompió el contacto visual, no apartó la mirada. «Deja que ese hijo de p*uta te observe, que se estruje los sesos.»
Pensaban que había sido ella quien había impulsado a Cynthia Adams a quitarse la vida; de verdad lo pensaban. La idea la dejó hecha polvo y a la vez furiosa.
Miller también lo creía así. El corazón se le encogió mientras sus ojos permanecían fijos en su propio reflejo y, por ende, en los policías que se encontraban tras el cristal. Seguro que Jonas esperaba que diera rienda suelta a la agresividad ante semejante prueba. Pero ¿y Joe Miller? Con solo pensar que la creía capaz de hacer una cosa así se sentía... herida.
Eran amigos. Una falta de confianza semejante... sería irreparable. Lo sabía por propia experiencia. La confianza era un bien escaso, solo los idiotas la depositaban en alguien a ciegas. Y solo los más idiotas aún trataban de restituirla cuando se desmoronaba. Pero _____ Rossi no tenía un pelo de idiota.
«Además, aún no me he desmoronado.» Miró hacia el cristal con los ojos entrecerrados mientras se imaginaba a Jonas de pie al otro lado, con los brazos cruzados sobre sus anchos pectorales. La estaría mirando con el entrecejo fruncido. Había sabido sacar partido a su estatura, inclinando el cuerpo hacia ella y escrutándola mientras ponía en marcha aquel maldito magnetofón. _____ había supuesto que trataría de intimidarla, y así había sido, aunque no lo había logrado.
No obstante, sí que había conseguido desconcertarla; era capaz de admitirlo sin problemas. Eso de oír su propia voz diciendo cosas tan soeces, de saber que habían encontrado sus huellas en instrumentos que habían servido para torturar mentalmente a Cynthia... En el fondo, seguía sin poder creerlo. Pero la oleada de rabia superó el desconcierto y le devolvió el sentido común.
Todo aquello era obra de alguien, de la persona que había perpetrado nada más y nada menos que el asesinato de Cynthia Adams. «Y quienquiera que haya sido me ha tendido una trampa.»
Y lo había hecho con suma destreza, eso también era capaz de admitirlo. Ella no había entrado nunca en casa de Cynthia y no había tocado sus pertenencias. Tampoco había llegado nunca a tocar sus botes de medicamentos, ni le había enviado regalos que la abocaran a un final semejante. Sin embargo, habían encontrado sus huellas, así como un mensaje con su voz.
Jonas iba muy en serio. Creía que era ella quien había hecho una cosa tan terrible y vil. No había llegado a acusarla verbalmente, pero sus ojos decían todo lo que no había expresado con palabras.
Y, al hacerlo, había actuado en defensa de Cynthia Adams.
El quedo suspiro de _____ resultó atronador en la silenciosa sala. Nicholas Jonas había salido en defensa de Cynthia Adams a pesar de haber visto su cuerpo sin vida tendido en la calle. "¿Qué clase de doctora es?", la había increpado. La ira que había mostrado la noche anterior escondía angustia. Se preocupaba por Cynthia, y en cambio creía que ella no lo hacía. Era un buen hombre, había dicho Miller. Y un buen policía.
_____ esperaba de verdad que así fuera. Esperaba que fuera la clase de policía que sabía ver más allá de lo que parecía una obviedad incuestionable, que fuera capaz de superar sus propias ideas preconcebidas acerca del tipo de doctora que era.
La ira de _____ se había aplacado lo suficiente para permitirle concentrarse. Dejó de mirar el espejo y se fijó en las fotografías que Jonas había dispuesto convenientemente en la mesa. Era probable que esperara que ella se derrumbara bajo el peso de su propia culpa y que confesara lo que había hecho.
«Pues lo siento, detective. Hoy no va a ser así.» _____ tomó la fotografía que Miller había encontrado en el suelo del piso de Cynthia, la última que la chica había recibido en el momento más oportuno. Por supuesto, Cynthia le había contado lo del suicidio de su hermana. Habían hablado de ello muchas veces. Melanie había amenazado con suicidarse, pero Cynthia no acababa de creerse que lo llevara a cabo. Sin embargo, ese día hacía justamente un año que Cynthia había ido al piso de Melanie para recogerlas; iban a cenar y a celebrar su cumpleaños, y al entrar la había encontrado muerta. Se había colgado de una soga y tenía una nota prendida en la blusa blanca. _____ se acercó la fotografía y la inclinó un poco para evitar que las luces del techo se reflejaran en el brillante papel.
Ah, allí estaba la nota prendida en la blusa de Melanie. Eso quería decir que habían tomado la fotografía antes de que la policía descolgara el cadáver, dedujo _____. Pero ¿quién había sido? ¿La misma policía? No parecía una de esas fotos. ¿La propia Cynthia? Era poco probable. En el informe ponía que cuando la policía llegó al escenario la encontraron en plena crisis nerviosa. ¿La propia Melanie, a modo de escarnio póstumo? Podría ser, sobre todo teniendo en cuenta que había insistido mucho en la hora a la que Cynthia debía presentarse en su casa aquella noche. Parecía haber planeado que su hermana la encontrara en aquel estado, así que no sería de extrañar que hubiera preparado una cámara para que esta disparara una fotografía momentos después de su muerte.
Pero ¿quién se habría apoderado de aquella foto? ¿Quién podía saber tantas cosas acerca del pasado de Cynthia? La chica había sido muy clara al decirle que quería absoluta confidencialidad, pues le preocupaba que la noticia de su obsesión por el sexo se filtrara y acabara costándole su puesto de trabajo en una asesoría financiera de prestigio. Cynthia no habría compartido aquella información por voluntad propia.
¿Quién podía desear que Cynthia muriera? ¿Y por qué? No obstante, la pregunta que más la obsesionaba seguía rondándole por la mente.
—¿Por qué me utilizan? —musitó.
_____ exhaló un suspiro y cedió a las ganas de mirar el reloj. Llevaba esperando sola sesenta y tres minutos. Mierda. ¿Dónde se había metido Amy?
Nicholas se encontraba al otro lado del cristal, observándola. Tras un primer momento de estupor, _____ había recobrado la compostura y no había vuelto a perderla.
La puerta que había detrás de él se abrió y volvió a cerrarse. Nicholas notó un suave aroma a canela y un penetrante olor a tabaco. Pobre Miller. Se había pasado los cuatro meses que llevaban trabajando juntos masticando chicle de canela para dejar de fumar y ahora parecía que la presión de las últimas horas había echado por tierra su esfuerzo.
—Joder, Miller, ¿te has fumado todo el paquete?
—La mitad. —Miller carraspeó fuerte—. ¿Cómo está?
—Parece haberlo asimilado bastante bien.
Llevaba prácticamente una hora mirando al espejo con un aire entre impasible y retador. Él podría haberla dejado marchar; en realidad, debería haberlo hecho y lo sabía. No tenían suficientes pruebas para retenerla, eso estaba más que claro. Sin embargo se limitó a permanecer allí, petrificado.
La observaba mientras ella lo observaba a él.
La chica lo atraía, tenía que reconocerlo. No creía que hubiera un hombre vivo capaz de mirar aquel rostro y aquel cuerpo y no sentirse atraído, y Nicholas estaba lleno de vida. Con todo, su reacción se debía a algo más que a su aspecto exterior. Su forma de esperar denotaba sobria dignidad.
«Es psiquiatra», se dijo. Estaba acostumbrada a ocultar sus emociones, a guardar silencio durante largo rato. Igual que los policías. Tenía algo en común con la doctora _____ Rossi, y eso no le hacía ninguna gracia.
Al otro lado del cristal observó un repentino movimiento: _____ suspiró y por un brevísimo instante sus hombros se hundieron. Bajó la vista a las fotografías que él había dispuesto sobre la mesa y tranquilamente dejó a un lado las que correspondían al cadáver empalado de Cynthia Adams tomadas por la policía. Luego se acercó la foto del ahorcamiento de la hermana de Cynthia para examinarla mejor, y al hacerlo sus cejas morenas se unieron en el centro.
—¿Por qué me utilizan? —murmuró en tono tan quedo que Nicholas apenas pudo oírla.
—Es una buena pregunta —musitó él a modo de respuesta.
—Sabes que no ha sido ella —dijo Miller en voz baja.
Nicholas se mordió la parte interior de la mejilla.
—De momento no sé nada de nada, Miller. Y tú tampoco. De todos modos, te agradeceré que me permitas llegar a mis propias conclusiones. Podrías haber hecho uso de tu autoridad y dejar que se fuera. —Probablemente Nicholas así lo habría hecho de haber sido él el experimentado y Miller el novato—. ¿Por qué no la has dejado marchar?
Miller exhaló un suspiro.
—Tal vez porque no estaba del todo seguro, a pesar de la cara que ha puesto cuando le has hecho escuchar la cinta. Está enfadada con los dos pero yo la he defraudado y no será fácil que me perdone. ¿Qué le pasa a su abogada? ¿Es que viene de otro planeta?
—Calculaba que habría llegado hace media hora. Se llama Amy Parks. —Miller dio un respingo apenas perceptible—. ¿La conoces?
—La vi en una ocasión —se limitó a responder Miller—. No he trabajado nunca con ella.
Nicholas volvió a prestar atención a Rossi, concentrada en examinar una a una las fotos. Había dejado las fotografías en la sala expresamente por si eso la hacía derrumbarse, pero ya se imaginaba que no sería así.
—Tengo que admitir que no tiene pinta de asesina, Miller. Pero también es posible que su cara de horror se debiera a que la hemos descubierto.
—¿Eso crees?
—No. Me parece que es demasiado lista para eso. De hecho, es demasiado lista para ser culpable, pero las pruebas indican otra cosa y no podemos pasarlas por alto. ¿Qué diría el fiscal del estado?
Miller se había ausentado con la excusa de ir a avisar a Patrick Hurst, el fiscal del estado, aunque Nicholas sospechaba que la verdadera razón era que necesitaba librarse de la despiadada mirada de _____ Rossi. Y fumarse medio paquete de tabaco.
—Se ha quedado hecho polvo. —Miller soltó una risa amarga—. Patrick también la conoce y no puede creer lo que está ocurriendo. Dice que quiere que le demos razones más convincentes; de hecho, quiere más pruebas del homicidio.
Nicholas frunció el entrecejo.
—Hay una mujer muerta. ¿Desde cuándo eso no es un homicidio?
La puerta que había detrás de ellos se abrió y notaron una brisa y el embriagador aroma de un perfume caro antes de ver a una treintañera con un traje chaqueta azul marino de aspecto profesional. Llevaba el pelo rubio pulcramente recogido en un moño y en sus orejas brillaban unos pequeños diamantes. La mirada de sus ojos verdes era dura y el gesto de su boca, serio, lo que en conjunto le confería un aspecto adusto.
—Puesto que nadie la empujó, no hay homicidio que valga —espetó—. Soy Amy Parks, la abogada de la doctora Rossi, y voy a llevármela de aquí ahora mismo. —Entonces se detuvo ante Miller y lo miró con extrañeza.
—Me parece que ya nos conocemos.
Miller hizo un gesto de asentimiento.
—Soy el detective Miller. Este es mi compañero, el detective Jonas. Coincidimos en el hospital el año pasado, señorita Parks.
Ella entrecerró los ojos tratando de recordar y enseguida los abrió de golpe.
—Estaba sentado junto a su cama. —Sacudió la cabeza con gesto de incredulidad—. Usted conoce a _____. ¿Cómo puede creer que tiene algo que ver en todo esto? Debería darle vergüenza. No entiendo por qué no se dedican a descubrir quién impulsó a esa mujer a arrojarse por el balcón, porque les aseguro que no fue _____ Rossi. Ahora si me disculpan, me gustaría hablar con mi cliente. —Posó la mirada en el interruptor de la pared—. En privado.
Miller desconectó el micrófono.
—¿Por qué no se me habrá ocurrido antes? —murmuró con aire sarcástico—. Lo único que tenemos que hacer es encontrar al auténtico asesino. Joder.
Nicholas observó a Parks sentarse a un extremo de la mesa y vio que Rossi daba golpecitos en su reloj de pulsera; sus ojos oscuros echaban chispas. Luego se volvió hacia Miller; quería que su compañero le explicara qué hacía él en el hospital, en la habitación de Rossi, pero este se limitó a sacudir la cabeza con desaliento.
—Ahora no. Me voy a casa a dormir un rato. Mañana iremos a ver qué hay en la caja de seguridad y haremos algunas indagaciones para averiguar quién podía desear la muerte de Cynthia Adams.
Nicholas se quedó un momento más observando a Rossi y a su abogada. Parks estaba hablando, formulaba preguntas, pero Rossi se limitaba a mirar el espejo. Parks se volvió hacia atrás y se colocó de modo que Nicholas no pudiera ver nada. Era lógico que una abogada defendiera a su cliente. Eso no le extrañaba, pero sí el que aparentemente Miller tuviera con _____ una relación mucho más estrecha de lo que estaba dispuesto a admitir. Nicholas se preguntó si estarían liados. Nunca había oído una palabra acerca de la vida amorosa de Miller; que él supiera, no salía, ni había salido, con ninguna chica.
Sí, era posible que estuvieran liados. La idea le afectó. A pesar de su apariencia relajada, Miller se preocupaba mucho por la gente, por las víctimas a quienes representaba. «Del agua mansa líbreme Dios», solía decir la madre de Nicholas. Era posible que algunas mujeres encontraran aquella mansedumbre... atractiva.
Nicholas apretó los dientes mientras observaba a Rossi recoger las fotos y hacer con ellas un pulcro montón. Trató de imaginarse cómo encajarían todas aquellas curvas en las manos de un hombre, en las de su compañero. La idea no le gustó nada.
La observó recoger sus cosas y salir de la sala, acompañada por su abogada. A ella no pareció sorprenderle encontrarlo todavía allí fuera. Eso tampoco le gustó.
—Detective —dijo con tanta serenidad como la noche anterior—, sé que estuvo en el juicio de Green y también sé lo que piensa de mí. En estos momentos, intentar convencerlo de que está equivocado no serviría de nada.
La templanza de su voz hizo que se le erizara el vello del pescuezo. Él sostuvo la mirada y asintió.
—Debo reconocer que tiene razón, doctora Rossi. No serviría de nada. Tenemos que tener en cuenta las pruebas que hemos encontrado; tenemos que hacerlo por Cynthia Adams.
—Vámonos, _____. —La abogada la tomó del brazo.
—No, Amy, espera. —Apartó la vista un momento y luego volvió a mirarlo con ojos penetrantes y... tristes. Eso le afectó, pero solo un poco—. Detective Jonas, alguien quería que Cynthia muriera y no soy yo. Por favor. —Luego, hizo una cosa inesperada. Aferró su brazo y lo sacudió. Nicholas notó que su corazón se disparaba y de pronto tuvo la sensación de que en la sala faltaba aire. Pero no podía apartar la vista de los oscuros ojos de ella—. Descubra quién lo hizo —susurró con vehemencia—. Me han utilizado para hacer daño a una paciente mía. Cynthia murió convencida de que había perdido la razón y de que yo la había dejado en la estacada. Sé lo que piensa de mí, pero ayer se preocupó por ella. Por favor, consiga que el culpable pague por lo que hizo.
Luego retiró la mano y salió; y él se quedó mirando cómo se marchaba, pensativo.
Andrea P. Jonas:)
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
Wiiii al fin salió de ese martirio
Pero aun falta mucho cierto!!?
Ahhh Plis siguelaaaaa
Cada vez me encanta mas esta nove :D
Pero aun falta mucho cierto!!?
Ahhh Plis siguelaaaaa
Cada vez me encanta mas esta nove :D
Karli Jonas
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
aaaaja sabia que ese nick no podia tener corazon de piedra. ´
pobresito joe pero yo creo que ella lo va a perdonar =)
siguelaaa
pobresito joe pero yo creo que ella lo va a perdonar =)
siguelaaa
Dorin
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
ooohh pobre ____ que la culpen de la muerte de cynthia...
sera que la muerte de melanie tiene algo que ver con el malo porque como consiguio esa foto????
y ahora ira tras otro de los pacientes???
y que tenian con miller la _____ ??? solo amigos???
aaahhh demasiadas preguntas sigue pronto me encanta la nove... :bounce: :bounce: :bounce:
sera que la muerte de melanie tiene algo que ver con el malo porque como consiguio esa foto????
y ahora ira tras otro de los pacientes???
y que tenian con miller la _____ ??? solo amigos???
aaahhh demasiadas preguntas sigue pronto me encanta la nove... :bounce: :bounce: :bounce:
jennito moreno
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
OOOOOOOOOOOOOOHH!!!!
SI NICK DESCUBRE QUIEN LO HIZOOOOOO!!!!!
SI NICK DESCUBRE QUIEN LO HIZOOOOOO!!!!!
chelis
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
la ama yo lo se ...es amor por contacto no se si exista pero...eso les paso ...se que la Rayis... tambien se enamoro....siguela....y que descubran juntos quien mato a cynthia :D....cuidate
haydeejOnaz
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
hola chicas!! siento no haberles subido cap ayer pero como les dije ya entre a la escuela y bue... :roll: pero ya estoy aqui y les tarigo cap doble espero que les guste!!! las quiero!!! :hug:
P.D no se si se enteraron pero hoy saldra nick como artista invitado en una serie llamada SMASH!! aqui en mi pais (Mexico) saldra alas 22:00 horas por el canal UNIVERSAL por si les interesa verlo pues ahi esta la informacion! :P
P.D no se si se enteraron pero hoy saldra nick como artista invitado en una serie llamada SMASH!! aqui en mi pais (Mexico) saldra alas 22:00 horas por el canal UNIVERSAL por si les interesa verlo pues ahi esta la informacion! :P
Andrea P. Jonas:)
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
Domingo, 12 de marzo, 15.30 horas.
«Un minuto más.» El timbre del ascensor sonó y antes de que las puertas se abrieran del todo, _____ se coló entre ambas y salió al vestíbulo de la comisaría de policía con la respiración agitada. Amy la seguía sin tantas prisas. Verse encerrada en un claustrofóbico ascensor era lo que le faltaba en un día de mierda como aquel. _____ dirigió la vista hacia las puertas acristaladas que daban a la calle. «Un minuto más.» Un minuto más y estaría fuera de la comisaría, y...
Y seguiría encontrándose en una situación insólita. _____ apartó la mano que Amy le ofrecía y embutió las manos en los bolsillos de su abrigo sin dejar de caminar.
—¿Me estás diciendo que me has tenido una hora entera esperando en esa sala porque querías pasar por casa para cambiarte de ropa? —le gritó enfadada.
Amy arqueó una ceja y se las arregló para mostrarse al mismo tiempo digna y ofendida.
—Me ha parecido más apropiado acudir vestida como una profesional que como una p*utilla.
_____ se abotonó el abrigo con movimientos bruscos.
—Yo no parezco ninguna p*utilla —soltó entre dientes, y al ver que Amy esbozaba una sonrisa ladeada comprendió que su amiga había conseguido lo que pretendía. Durante unos segundos había dejado de pensar en aquella sala inhóspita con el cristal de efecto espejo y en la mirada acusatoria de Nicholas Jonas. Y en que Cynthia Adams yacía en la morgue. Incluso se había olvidado de que sus huellas habían aparecido en un lugar en el que no había estado nunca. Soltó un suspiro de exasperación—. Lo que pasa es que te da rabia que viera la chaqueta roja antes que tú.
Amy soltó una risita.
—Tienes razón. ¿Es de Macy’s?
—De Marshall Fields. Tenía un sesenta por ciento de descuento.
La expresión de Amy se tornó cautelosa.
—¿Me la prestarás?
—Claro, ¿por qué no? Te la cambio por tu jersey negro.
_____ pasó frente al mostrador de la entrada e hizo caso omiso de la franca mirada de curiosidad del oficial. Había llegado acompañada por dos serios detectives y se marchaba con una conocida abogada defensora. Joder. No hacía falta ser un genio para atar cabos. Antes de que finalizara el turno la noticia habría llegado a oídos de todos los policías del distrito, y sabía que ninguno derramaría una sola lágrima. Al contrario, felicitarían a Jonas y a Miller por darle a aquella medicucha su merecido.
Amy la tomó suavemente por el hombro y la empujó hacia la puerta principal.
—¿Mi nuevo jersey de cachemir? —preguntó, pero el tono jovial de su voz sonaba forzado y _____ se dio cuenta de que solo le seguía la corriente por si alguien las estaba escuchando—. Tú tienes los pechos más grandes y me lo ensancharías.
El hecho de notar que su mejor amiga se esforzaba por mostrarse alegre solo sirvió para que _____ se abatiera más. La situación era muy seria. Cuando todo se supiera su reputación como psiquiatra se vería afectada, y eso perjudicaría a su trabajo y a sus pacientes. De que acabaría sabiéndose, no le cabía la menor duda. No existía un solo policía de la zona a quien el hecho de ver que su práctica profesional se iba a pique no le hiciera dar saltos de alegría. Después de lo de Harold Green se habían encargado de que no le renovaran el contrato que tenía con el fiscal del estado. Si llegaban a acusarla y a juzgarla, sería la guinda del pastel.
—No seas egoísta, Amy —dijo _____ en tono irónico—. Tu jersey, aparte de ser calentito, hará conjunto con las rayas negras del traje de presidiaria. Gracias a Dios, por lo menos estilizan.
—Cállate, _____ —masculló Amy—. Ahora te parece difícil, pero conseguiremos que todo salga bien, ya lo verás. Lo primero que tienes que hacer es comer; porque hoy no has comido, ¿verdad?
—No. —Miller se había ofrecido a llevarle un sándwich mientras esperaba a Amy pero ella lo había rehusado. Tenía el estómago demasiado revuelto para comer algo, y, de todos modos, no habría aceptado ayuda de Joe Miller. No lo haría nunca más.
—Bueno, iremos a mi casa y te prepararé un poco de sopa.
Al pensar en la sopa de Amy volvió a revolvérsele el estómago.
—No, gracias. Llévame a casa, estoy bien.
Amy se mordió el labio.
—_____, si no comes, volverás a caer enferma.
_____ notó que se le alteraba la sangre y se refrenó. Amy lo decía por su bien, siempre hacía las cosas por su bien.
—Comeré, te lo prometo, pero deja el tema ya.
—¿Doctora? ¿Doctora Rossi?
_____ se detuvo, no porque quisiera hablar con la mujer que la había llamado por su nombre, sino porque esta se plantó en medio de la puerta acristalada y le impidió el paso. Era joven, de unos veinticinco años. Tenía aspecto de aplicada con sus grandes ojos grises y las pequeñas gafas. Una larga trenza rubia le colgaba por el hombro y un pequeño hoyuelo dividía su mentón. Por su acento se deducía que era del sur y por su mirada, que era periodista. «Ya estamos», pensó _____, y se preguntó cuál de los policías de la comisaría había dejado de lado su aversión por los periodistas y le había echado aquella piraña.
—Me llamo Joanna Carmichael. Me encargo de escribir sobre el caso de Adams en el Bulletin. Usted estuvo ayer en el escenario de su muerte, llegó justo después de medianoche. ¿Coincide con la policía en que el suicidio de la señorita Adams fue provocado?
El brazo de Amy se interpuso entre la periodista y _____.
—No haremos ningún comentario —gruñó su amiga—. Haga el favor de apartarse, ahora mismo.
_____ observó pensativa los ojos de la joven y tomó una decisión al instante. Joanna Carmichael no sabía que la habían interrogado; de haberlo sabido, habría formulado la pregunta de otro modo. No veía nada malo en contar con una portavoz para cuando todo saliera a la luz.
—Déme una tarjeta —le pidió—. Si tengo algo que explicar, la llamaré.
Carmichael hurgó en su bolsillo y sacó una tarjeta.
—Gracias.
Una vez en la calle, _____ respiró hondo el aire fresco. El gris del cielo era casi igual al de los ojos de la periodista. Al pensar en ellos le vinieron a la mente los de Nicholas Jonas, de un azul intenso y mirada acusatoria.
Era libre. En ningún momento, mientras había permanecido en la sala de interrogatorios, se había permitido pensar que podría no serlo. Había encauzado sus emociones transformándolas en la fría furia que la había ayudado a resistir durante el tiempo que había estado allí sabiendo que Jonas la observaba desde el otro lado del cristal. Era mejor sentir ira que miedo. Sin embargo, ahora que se encontraba al aire libre el pánico la atenazó e hizo que un escalofrío recorriera su rígida espalda.
La pesadilla no había terminado aún. Ni mucho menos.
—Necesito irme a casa —musitó. «Tengo trabajo.»
Andrea P. Jonas:)
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
Capitulo 4
Domingo, 12 de marzo, 18.30 horas.
Nicholas se refugió de la fría tarde lluviosa entrando en el cálido lavadero de casa de sus padres. Sintió un escalofrío a la vez que le llegaba el aroma de algún plato delicioso. Olía al estofado que su madre hacía los domingos para cenar y... volvió a olfatear con gusto. A pastel.
«Ojalá sea de cerezas», pensó mientras se despojaba del abrigo empapado. Tomó de una cesta una toalla deslucida y se secó enérgicamente la cabeza antes de entrar en la cocina, donde su madre se encontraba enfrente del fregadero cargando el lavavajillas. A juzgar por la pila de platos la casa debía de estar llena de gente, pensó Nicholas con melancolía; le gustaría haber estado allí. Hacía mucho tiempo que no se reunía la familia al completo un domingo por la tarde. Todos andaban muy ocupados.
Denise Jonas levantó la cabeza, y, por algún motivo, la sonrisa que iluminó su mirada despertó en Nicholas una profunda emoción. La imagen de Cynthia Adams muerta sobre la acera acudió a su mente junto con la voz de Rossi. «No tiene parientes cercanos», había dicho. No tenía una madre que le sonriera al llegar a casa. Solo la acompañaba el monstruoso recuerdo de un padre que abusaba de ella. En lo siguiente que pensó fue en el infanticidio en el que estaba trabajando antes de recibir la llamada sobre el caso de Adams. Un niño de seis años había sido asesinado por su propio padre. Después de que Rossi y su abogada se marcharan, Nicholas había ido a ver a la madre del chico. La mujer sabía dónde se escondía el animal del padre pero, a diferencia de lo que había hecho con su hijo, lo protegía.
Si se esforzaba por comprenderlo, tenía la impresión de que se volvería loco, así que centró su atención en la cálida acogida que le dispensaba la voz de su madre.
—¡Nicholas! Me preguntaba cuándo te dejarías caer por aquí.
Nicholas la besó en la mejilla.
—Hola, mamá. ¿Ha quedado algo de comida?
Ella lo miró de arriba abajo, escrutándolo con detalle. A Nicholas aquel gesto le resultaba familiar; lo miraba del mismo modo que solía hacer con su padre todos los días cuando este regresaba a casa tras haberse pasado la jornada patrullando por la calle. Después de toda una vida al servicio del Departamento de Policía de Chicago, ahora Paul Jonas disfrutaba de su jubilación. La mujer se secó las manos y acarició la mejilla de Nicholas, mirándolo con ojos comprensivos. No haría preguntas a menos que él le diera pie. Era una de las cosas que más apreciaba de ella; una de las cosas que no había encontrado en ninguna otra mujer, y sabía Dios que lo había intentado. Suponía que ese era el motivo por el que a sus treinta y tres años seguía soltero.
—En la nevera hay un plato con las sobras. El pastel aún se está enfriando. —Arqueó una ceja—. Llegas a punto, como siempre.
Él consiguió esbozar una sonrisa cansina.
—Estupendo.
—Estás chorreando, chico. Vas a pillar una pulmonía.
Nicholas abrió el frigorífico.
—Es que está lloviendo, mamá, y por la capota del Camaro ha empezado a entrar agua cuando ya estaba de camino hacia casa.
Ella exhaló un suspiro.
—No servirá de nada que insista en que te compres un coche en condiciones.
Él se limitó a sonreír y se sentó ante la gran mesa de la cocina.
—El Camaro tiene doscientos noventa caballos.
La mujer, habituada a su respuesta, alzó los ojos en señal de exasperación.
—Tu padre tiene un poco de cinta de sellado por el garaje. Primero cena y luego ve a arreglar tu tartana.
—Ya lo he hecho —dijo él con la boca llena—. Por el camino he parado en una tienda y he comprado un rollo de cinta. —Cuando hubo dejado el plato limpio, su madre lo retiró y le sirvió otro con un gran pedazo de pastel.
—Frankie, Ruth y los niños ya se han marchado, pero Kevin y Danielle aún están aquí —explicó ella—. Tu padre le está enseñando a la niña a unir puntos para formar figuras.
Hablaba de Kara, la sobrina de quince meses de Nicholas. Su ahijada. Se alegró al pensar en la felicidad que por fin su hermano Kevin había encontrado.
—Ya. El todoterreno de Kevin está aparcado en medio del camino de entrada, he tenido que dejar mi coche en la calle. ¿Dónde está Demi? —Su hermana de dieciséis años estaba creciendo demasiado deprisa para su gusto.
—Está en casa de una amiga. Llegará sobre las nueve. Me parece que tiene problemas con algún chico, pero no me ha contado nada. —La mujer arqueó una ceja—. Puedes intentar hablar con ella.
Nicholas soltó un gruñido.
—¿De chicos? No, gracias. Si yo fuera papá la encerraría en su habitación hasta que cumpliera veinticinco años, así nadie tendría que preocuparse por todos esos chicos.
—Tú también fuiste uno de "esos chicos".
—Precisamente por eso.
Ella dio un sorbo de café y se puso seria.
—La semana pasada me encontré a la madre de Miley en la esteticista.
Nicholas apretó la mandíbula. Miley St. John era un tema prohibido.
—Mamá, hoy no estoy de humor para hablar de eso.
Denise asintió.
—Ya lo sé. Pero no quiero que lo sepas por otra persona sin estar prevenido. Va a casarse.
En otro tiempo eso le habría afectado. Ahora solo sentía repugnancia.
—Ya lo sé.
Su madre abrió los ojos de golpe.
—¿Ya lo sabes? ¿Y cómo es eso?
—Me envió una invitación. —Un último y estudiado golpe para añadir a la larga lista. Miley era muy ducha en la traición y el apuñalamiento por la espalda—. Déjalo correr, por favor.
Denise exhaló un suspiro.
—Cómete el pastel antes de que tu hermano vea que te he cortado un pedazo.
—Demasiado tarde —gruñó Kevin desde la puerta—. Joder, Nicholas, te lo estás comiendo todo.
—Oveja que bala, bocado que pierde —repuso Nicholas con prontitud.
Renegando, su hermano cogió un plato y se sentó a la mesa.
—¿Qué te ha ocurrido? Estás empapado.
Denise colocó la cafetera entre ambos.
—Está lloviendo, Kevin —dijo, y Nicholas esbozó una sonrisa lastimera.
Pero Kevin no sonrió.
—No has dormido, ¿verdad? ¿Sigues trabajando en el caso del pequeño Morris?
Nicholas negó con la cabeza.
—Ayer Miller y yo nos pasamos toda la tarde tratando de localizar al c*abrón embustero del padre, pero ha desaparecido. Justo después de medianoche nos llegó un nuevo caso que nos ha tenido ocupados todo el día.
Kevin frunció el entrecejo.
—El único caso que se conoce desde ayer por la noche es un suicidio.
Nicholas fijó la vista en el pastel.
—En realidad no fue un suicidio.
—¿Cómo que en realidad no fue un suicidio? —quiso saber Denise—. Suena igual que decir que se está un poco embarazada.
—¿Quién está embarazada? —Danielle, la cuñada de Nicholas, entró en la cocina con un bebé de rizos pelirrojos en brazos. Miró la porción de pastel que quedaba y luego a Kevin—: ¡Eh!
—Pregúntale a mamá —dijo él encogiéndose de hombros y extendiendo los brazos para coger al bebé.
—¿Quién está embarazada? —repitió Danielle, sentándose junto a ellos.
Kevin sentó a Kara en sus rodillas y le hizo el caballito.
—Nadie. Nicholas tuvo un caso de suicidio anoche.
Danielle hizo una mueca.
—Una noche dura. —Su cuñada sabía mucho acerca de esos casos. Era abogada y trabajaba para el fiscal del estado, de modo que veía cadáveres a diario.
Nicholas exhaló un suspiro.
—No sabes de la misa la mitad. La mujer estaba en tratamiento con una psiquiatra que... —Se interrumpió al ver que Kevin y Danielle cruzaban una mirada.
—_____ Rossi —dijo Danielle con desánimo—. Así que tú eres quien la ha detenido para interrogarla esta tarde. Joder, Nicholas.
Nicholas miró sucesivamente a Danielle y a Kevin. Danielle parecía furiosa y Kevin estaba absolutamente concentrado en arreglar el lazo que adornaba el rizado pelo de Kara. Se había quedado solo ante el peligro.
—¿Cómo lo has sabido?
—Esta tarde me ha llamado mi jefe para explicarme cuatro cosas sobre el caso y pedirme que me ocupe de él. Me ha encargado que hable con los policías que la han detenido para interrogarla. Yo le he dicho que no podía hacerlo porque _____ y yo llevamos años trabajando juntas. Somos amigas.
—Pues menuda amiga. —Nicholas, molesto, clavó el tenedor en el pastel. Aquella mujer tenía más aliados que la OTAN—. ¿Acaso no había nadie más en la sala cuando declaró que Harold Green no era responsable del asesinato de tres niñas y un policía?
Danielle guardó silencio un momento.
—Ella no dijo que no fuera responsable, Nicholas.
—Tú no estuviste presente, Danielle —le espetó Nicholas en tono de advertencia—. Yo sí.
—No, no estuve en el juicio. Pero hablé con ella antes y después. Acudió a mí, Nicholas, porque lo que tenía que hacer la angustiaba. Sabía que la reacción sería violenta. Nunca habría declarado que Green estaba incapacitado para someterse al juicio si no lo creyera de verdad. Ella no es así. Esta tarde has pasado con ella muchas horas, seguro que te has dado cuenta.
Nicholas se removió en la silla, incómodo porque aún no sabía cómo tomarse lo que había visto y oído.
—Es psiquiatra, Danielle. Sabe mostrarse ante la gente tal como le interesa que la vean.
Danielle apartó el plato de un empujón.
—Es psiquiatra, no bruja. Estás perdiendo el tiempo, Nicholas. Descubre quién quería que esa chica muriera y quién odia a _____ lo bastante para meterla en medio. —Se puso en pie con la respiración agitada—. Descubrirás que la lista es muchísimo más larga de lo que piensas.
Nicholas se pasó la mano por la cansada cabeza.
—Danielle, por favor.
—¿Por favor, qué, Nicholas? ¿Me pides que haga la vista gorda mientras tú te recreas en tus estupidos prejuicios? Pues me parece que no voy a hacerlo. ¿Sabes que _____ Rossi perdió el contrato con la fiscalía porque el sindicato de policías presentó una queja?
Nicholas pensó en el Mercedes que _____ conducía la noche anterior.
—No, pero me parece que no le faltan ingresos.
Danielle entornó los ojos peligrosamente.
—Muy bien, ¿y sabes que estuvo a punto de morir porque un policía no actuó con suficiente rapidez para defenderla de un chiflado a quien tenía que examinar?
Nicholas se estremeció.
—No, no lo sabía.
—Pues pregúntale a Miller. Él te contará lo que ocurrió. _____ Rossi ya ha pagado bastante por cumplir con su deber. No pienso quedarme cruzada de brazos mientras se la acusa. No puede haber sido ella, c*oño, y tú lo sabes tan bien como yo.
Denise ahogó un grito y Nicholas miró a Danielle perplejo al oír el taco tan insólito en su cuñada. Nicholas cubrió con las manos los oídos de Kara.
—Has dicho "c*oño", Danielle —observó Nicholas despacio—. Delante de la niña.
Danielle frunció los labios visiblemente temblorosos. Tenía las mejillas encendidas.
—Lo siento, Kevin, pero no siento haber dicho ninguna de las otras cosas. Habla con Miller, Nicholas. Después, haz una lista de todos los criminales a quienes hemos metido entre rejas gracias a _____. A ver si luego eres capaz de mirarme a los ojos y decirme que no hay nadie que le desee tanto mal como para tenderle una trampa así.
—Tranquilízate, Danielle —musitó Kevin—. Nicholas llegará al fondo de la cuestión. —Suspiró y siguió haciéndole el caballito a la niña—. Vas a ocuparte personalmente del caso, ¿no?
Danielle negó con la cabeza.
—No, no puedo ser objetiva. Todo junto me parece una gran injusticia. Patrick sí que cree poder ser objetivo, así que a partir de ahora se ocupará él. —Dirigió a Nicholas una severa mirada—. A menos que durante la investigación se descargue a _____ de toda responsabilidad.
Nicholas también la miró a los ojos. Que supiera, su cuñada no se equivocaba nunca con respecto a alguien a quien defendía con tanta vehemencia. Ella más que nadie se aferraba a la inocencia de Rossi.
—Hoy antes de salir de la comisaría he pedido al personal del archivo una lista de todos los delincuentes contra los que ha declarado. Supongo que la tendré mañana por la mañana.
Ella respiró hondo.
—Gracias.
—Le preguntaré a Miller por ese... chiflado que trató de herirla.
—Y que lo consiguió —repuso ella en tono quedo—. Averigua más cosas sobre _____, Nicholas. Descubrirás que te equivocas con ella.
—Eso espero, Danielle. De todos modos, tengo que hacer mi trabajo.
Ella arqueó una ceja.
—Cuento con ello.
Domingo, 12 de marzo, 20.30 horas.
Ahora Rossi estaba en su casa, sana y salva. A través de la ventana se la veía claramente. Gracias a los prismáticos, por supuesto. Qué herramienta tan importante. No había que salir nunca de casa sin ellos. Los cuchillos y las pistolas llamaban la atención, pero nadie se fijaba en alguien que andaba por la calle con unos prismáticos colgados del cuello, y, de todos modos, si alguien preguntaba, siempre podía decir que le fascinaban los pájaros.
Venga ya. Cómo le fastidiaban esas criaturas de mala muerte que piaban sin cesar. Salvo las aves rapaces que observaban en silencio desde las alturas y que se lanzaban en picado sobre las desprevenidas víctimas, con las garras a punto de rasgar la carne como si fuera papel. Las aves rapaces eran criaturas dignas de ser admiradas. E imitadas.
Su desprevenida víctima estaba sentada ante la mesa del comedor, trabajando con su portátil. Llevaba tapones en las orejas y de vez en cuando levantaba la cabeza para mirar por la ventana que ponía Chicago a sus pies. Resultaba verdaderamente curioso que las personas que gozaban de una ventana situada a cierta altura no cayeran en la cuenta de que, igual que ellas veían el exterior, desde fuera se veía el interior. De hecho, resultaba igual de fácil. Y en esos momentos incluso aburrido.
No estaba en la cárcel, lo cual por muy decepcionante que resultara era de esperar. Aún había bastantes personas con una opinión de _____ Rossi lo bastante buena para defenderla ante unos cargos que parecían absurdos. ¿Qué motivo tendría para hacer una cosa así?, preguntarían. Una respetable psiquiatra, merecedora de muchas menciones... Una risa rompió el silencio. Al día siguiente a esas horas la policía habría dado con el motivo, y el grupo de sus leales defensores pronto empezaría a menguar.
Pero, por si acaso, tenía que haber más víctimas. Y las habría.
Tenía memorizado el número de Nicole, con solo pulsar una tecla el teléfono empezó a sonar; y, como era una chica muy diligente, respondió a la primera llamada.
—¿Diga? —Su voz sonaba ronca.
—¿Qué demonios has hecho con la voz? —Lo normal era que una actriz cuidara su voz, pero parecía que Nicole había estado llorando. Era una debilucha. Tendría que vigilarla de cerca. Tal vez hiciera falta otra visita a su hermano pequeño para asegurarse de que continuara cumpliendo—. Más vale que estés preparada para otra interpretación.
Nicole se aclaró la garganta.
—No es nada, estoy bien.
—Mejor para ti. He invertido mucho tiempo y mucho dinero en tu voz, Nicole. Por favor, no olvides que la salud de tu hermano depende de ti y solo de ti.
—¿Qué quiere? —preguntó Nicole, y sus palabras sonaron como si las pronunciara entre dientes.
—Que estés en la esquina de Michigan Avenue con la calle Ocho a las once en punto. Ponte la peluca.
Hubo un instante de silencio y luego volvió a oírse la voz de Nicole, asustada y sin apenas fuerza.
—Me dijo que no tendría que volver a hacer nada hasta dentro de unos días.
—He cambiado de idea. A las once, Nicole. —«Tú y yo vamos a hacer una visita, al señor Avery Winslow.» El rostro de Winslow, con su triste y abatido aspecto de basset, aparecía en la primera fotografía del montón. La siguiente foto mostraba el rostro del pequeño Avery. Pobre señor Winslow, qué forma tan horrible de perder a su hijito. Era perfectamente comprensible que el padre se sintiera culpable, y era normal que hubiera buscado la ayuda de un psiquiatra. Lo imperdonable era que su psiquiatra fuera _____ Rossi.
Lo de Avery Winslow llevaba tres semanas cociéndose. En su piso estaba todo preparado. Había llegado el momento de pasar al segundo acto.
Pobre señor Winslow. Lo cierto era que no se trataba de nada personal. No tenía nada contra él. Pero Rossi... era harina de otro costal. Lo suyo sí que era personal.
Muy pronto estaría muerta. Pero antes aún tenía que sufrir lo suyo.
que les pareció??? ooo chicas olvide decirles!! ya se quien es el asesino!!! no se lo esperan!!!! yo me quede asi de QUEE?? no puedo esperar a que la nove avance!! aun es pronto pero ustedes tiene alguna idea de quien es?? :¬w¬: jajaja cuéntenme que piensan!!
Andrea P. Jonas:)
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
ooohhhhh dios quien es??? dime dime...
pobre ____ va a matar a otro paciente...
y seguro nicholas le echara la culpa de todo de nuevo...
espero que puedan conseguir algo para ayudarla...
ahhh quiero mas noveeeeeeeeeeeee!!!!!!
pobre ____ va a matar a otro paciente...
y seguro nicholas le echara la culpa de todo de nuevo...
espero que puedan conseguir algo para ayudarla...
ahhh quiero mas noveeeeeeeeeeeee!!!!!!
jennito moreno
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
ni ideaaa de quien seraaaaa!!!!!????
aaaii pon otrooo porfaaaa
aaaii pon otrooo porfaaaa
chelis
Página 4 de 30. • 1, 2, 3, 4, 5 ... 17 ... 30
Temas similares
» Novela "Leopard" (Joseph Jonas, Nicholas Jonas & Kevin Jonas)
» Un Día Como Hoy - Joe Jonas & {USERNAME} - Nick Jonas & Magali -
» Nick Jonas el playboy enamorado de...¿La niñera? (Nick Jonas &Tu)
» ~Enamorada de Nick Jonas~ (Nick Jonas & tú)
» All Because of you (tn y Joe Jonas)
» Un Día Como Hoy - Joe Jonas & {USERNAME} - Nick Jonas & Magali -
» Nick Jonas el playboy enamorado de...¿La niñera? (Nick Jonas &Tu)
» ~Enamorada de Nick Jonas~ (Nick Jonas & tú)
» All Because of you (tn y Joe Jonas)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 4 de 30.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.