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No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 13 de 30. • 1 ... 8 ... 12, 13, 14 ... 21 ... 30
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
chelis escribió:otroooooooss caaapiiiss
en un momentito ma subo! ;)
Andrea P. Jonas:)
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
hoooolaaa chicas!!! como estan???
mis niñas termine de contestar asus comentarios y me doy cuenta que todas estan con la duda de quien es el asesino! :¬w¬: jejejeje tranquilas ya pronto sabremos quien es ya que pronto entraremos en los ultimos capitulos de la novela!!! pero relajence!! aun falta un poco para eso! asi que sin mas que decir espero que les guste el cap de hoy! :D
_____ miró a Vito, que desde la puerta de la cámara de seguridad contemplaba el desorden. Junto a él se apostaba un agente uniformado que Spinnelli había enviado para supervisar su trabajo, pero Nicholas le había explicado la verdadera razón de la presencia del agente Nolan y eso la hizo sentir mucho más segura. Para atacarla, Clayborn tendría que vencer tanto a Vito como a Nolan. Y aunque consiguiera llegar hasta ella, _____ guardaba la pistola en el bolso que la madre de Nicholas le había llevado la noche anterior.
—Gracias, Vito. No me había dado cuenta.
—Pórtate bien conmigo, mocosa. He pedido días de vacaciones para venir a verte. —Hablaba en tono ligero, pero tenía el semblante tenso y sus ojos se posaron en el papel aún manchado de sangre que cubría el suelo.
El dolor hizo que a _____ se le alterara el pulso. Era sangre de Harrison. Se puso unos guantes de goma y recogió los documentos estropeados.
—Me parece que han quedado inservibles, agente Nolan. Los guardaré en una bolsa y puede llevárselos para utilizarlos como prueba.
Nolan asintió con sequedad.
—Será suficiente, doctora.
No le caía bien, y _____ lo sabía. Había pasado tantas horas con Nicholas, Jack, Miller y Spinnelli que casi se le había olvidado que el resto del cuerpo de policía la detestaba profundamente. Vito y ella trabajaron sin parar durante casi una hora antes de que la voz de Amy interrumpiera su tarea. Había llegado el momento de tomarse un respiro.
—¿_____? —A Amy se le iluminó el rostro—. ¡Vito! Santo Dios, cuánto me alegro de verte.
Él le sonrió.
—Tienes buen aspecto, Amy.
—¿Desde cuándo estás en la ciudad?
—Llegué ayer por la noche. Estaba preocupado por _____.
Amy dirigió una mirada feroz a su amiga.
—Todos lo estábamos. A alguien, y no quiero decir a quién, se le olvidó llamar para avisarnos de que estaba bien.
—Ya dije que lo sentía —masculló _____—. ¿Has venido a fustigarme, o qué?
—He venido a ver si estabas bien. —La expresión de Amy se suavizó—. Dime, ¿cómo estás?
—No estoy en mi mejor momento. —La visita a Flo Ernst no había ido muy bien. Como la mujer estaba fuera de sí, un médico la había sedado, por lo que uno de los hijos había recomendado en tono glacial a _____ que esperara a después del funeral, que tendría lugar el sábado siguiente. _____ quiso respetar su dolor y por eso hizo caso omiso de la ofensa y se marchó sin decir nada más—. Aunque supongo que he pasado por situaciones peores. —Amy lo sabía mejor que nadie, pues durante esos momentos también había estado a su lado.
—Ya lo sé, cariño —le dijo amablemente—. Y superarás esto igual que has superado todo lo demás. —Miró alrededor—. ¿Dónde está Samantha?
—En la consulta de Harrison. —_____ miró la puerta cerrada pero en su cabeza veía los muebles destrozados y la sangre en un canto del escritorio—. Está limpiando. Yo no he podido.
Amy le pasó una mano por el pelo.
—No te preocupes, no puedes ser siempre una superwoman.
—¿Doctora Rossi? —Un joven que llevaba una chaqueta con el emblema de una empresa de mensajería asomó la cabeza por la puerta—. Le traigo un paquete. —Entró con el casco de ciclista debajo de un brazo y un sobre de cartón en la otra mano—. Tiene que firmar aquí.
Con el entrecejo fruncido, _____ hizo lo que le decía, pero Vito se le adelantó y tomó el paquete.
—Deja que compruebe qué es —dijo, y se guardó el albarán en el bolsillo. Palpó el sobre—. Es un CD. ¿Lo esperabas?
_____ examinó la etiqueta.
—¿De Smith Enterprises? No. De todos modos, muchas empresas me envían continuamente ejemplares de libros o CD para que los revise. ¿Lo abro?
—Ya lo abro yo. Hazte a un lado. —Vito se situó en el extremo más alejado del vestíbulo, abrió el sobre y extrajo una hoja de papel y un CD. Se quedó pálido—. Llama a Jonas. Llámalo ahora mismo.
—¿Qué es? —_____ se acercó, y torció el gesto cuando él dio la vuelta a la hoja y la escondió—. Mierda, Vito, déjame ver qué es.
Le arrebató el papel. No sabía qué podía esperar, pero lo que de ningún modo esperaba era lo que vio.
Se quedó petrificada al ver... su foto. A todo color. Completamente desnuda. Una frase bajo la fotografía rezaba "Ingrese cien mil dólares en la cuenta indicada o el vídeo adjunto será vendido a la prensa para que lo difundan. Tiene hasta la medianoche de hoy." Mecánicamente, le tendió de nuevo la hoja a Vito y, poco a poco, se dio media vuelta y salió a la escalera, donde se arrodilló y se puso a vomitar.
—¿Dónde está? —le preguntó.
El agente Nolan señaló un extremo del mostrador de recepción.
—Allí. Lo ha traído un mensajero y le ha hecho firmar el albarán.
—Gracias por comunicarnos el nombre de la empresa de mensajería —dijo Miller—. Así hemos podido enviar un coche patrulla a buscar al chico al lugar de la siguiente entrega.
El mensajero los estaba esperando en la comisaría, aunque ni Nicholas ni Miller esperaban de él más de lo que habían obtenido de la propia empresa. El paquete había sido entregado con un giro postal esa misma mañana. La descripción facilitada por el empleado de correos se correspondía más o menos con la de Bacon, pero bien podía ser la de casi la mitad de la población masculina de mediana edad de Chicago.
—El mensajero tenía pinta de estudiante —dijo Nolan—. No creo que supiera lo que llevaba, si no se lo habría quedado él. —Se volvió a mirar atrás, intranquilo—. Ha colaborado todo lo que ha podido en ordenar los documentos. No me lo esperaba.
Miller miró dentro de la consulta.
—¿Quién ha estado aquí esta mañana?
—Su hermano, la recepcionista y su amiga la abogada. Al ver el CD, se ha quedado completamente pálida y conmocionada; su hermano quería llamar al 911 pero ella no se lo ha permitido. La abogada ha llamado a un amigo médico, y él iba a darle un tranquilizante, pero ella no ha querido tomárselo. Un empleado de mantenimiento ha venido a limpiar la alfombra. Eso es todo.
Nicholas hizo un breve gesto de asentimiento.
—Gracias.
Vito se encontraba dentro de la consulta, de pie junto al extremo más alejado del mostrador de recepción. Tenía los brazos cruzados con fuerza y le temblaba un músculo de la mejilla. Miraba hacia el despacho de _____, donde ella permanecía sentada en un sofá hecho jirones, traumatizada. Con expresión igualmente horrorizada, Amy Parks y Zac Carter estaban sentados uno a cada lado de ella. Una joven se paseaba por delante de la puerta abierta del despacho de Ernst, claramente inquieta. Debía de ser Samantha Masterson, pensó Nicholas al recordar la investigación que había llevado a cabo sobre el trabajo de _____ y sus empleados.
—No sabes las ganas que me entran de cargármelo —masculló Vito sin apartar los ojos de _____.
Nicholas suspiró en silencio.
—Sí, sí que lo sé.
Vito miró alrededor, una tremenda furia ardía en sus oscuros ojos.
—¿Sabías lo del CD?
—Hasta esta mañana no. Y tampoco sabía que le había enviado una copia.
Vito cerró los ojos.
—Una copia. Pues entonces debe de haber más.
Miller se aclaró la garganta.
—¿Cuánto falta para tener recogida toda la documentación?
Vito abrió los ojos y pestañeó como si acabara de reparar en la presencia de Miller.
—Este es mi compañero, Joe Miller —dijo Nicholas en voz baja.
—Acabamos de empezar. Pídele al teniente que envíe a alguien para terminar el trabajo. —Vito torció la mandíbula con gesto agresivo—. Voy a llevarla a casa.
—No puede entrar en el piso —saltó Miller sin un ápice de beligerancia en la voz.
Vito apretó los dientes.
—No me refiero a ese mausoleo de Michigan Avenue. Me la llevo a su verdadera casa. Tomaremos el próximo vuelo hacia Filadelfia.
—No. —_____ se levantó del sofá y se quedó quieta, como si quisiera comprobar que era capaz de mantenerse en pie. Tanto Amy Parks como Zac Carter se levantaron justo después, dispuestos a aguantarla si las piernas le fallaban. _____ apartó con delicadeza las manos de Amy—. Estoy bien, Amy. —Atravesó el despacho y se situó junto a Vito mientras Amy y Zac la escoltaban—. No pienso ir a ninguna parte, Vito. —Tenía el rostro pálido pero su mirada denotaba lucidez. Alzó la barbilla y miró a Nicholas a los ojos, y él se llenó de orgullo—. No ha sido el mismo tipo.
Nicholas lo sabía, pero quería oír por qué lo creía ella.
—¿Cómo lo sabes?
—A este le falta la sangre fría, la minuciosidad de las otras agresiones. Esto parece... mero oportunismo. Más bien da la impresión de que uno de sus esbirros haya querido actuar por su cuenta y se haya largado. —Se encogió de hombros—. Las otras agresiones tenían como objetivo aterrar a la víctima, subyugarla. Se trataba de minar la salud de personas vulnerables hasta que se derrumbaran, aunque el verdadero objetivo era ponerme a mí en una situación violenta. Pero eso solo puede ocurrir si yo lo permito, y no pienso hacerlo.
—Daremos con él, _____ —aseguró Nicholas.
—Claro. Es el único vínculo que tenemos con el asesino de cuatro personas. Yo solo soy un eslabón de la cadena. Deben centrarse en ellos, Nicholas. Yo estoy bien; al principio no lo estaba pero ahora sí. Ve a hacer tu trabajo. —Su discurso se tambaleó un poco cuando él tomó el paquete de encima de la mesa de Samantha—. ¿Tienes que llevártelo?
—Es una prueba, cariño. Pero te prometo que no lo verá nadie si no es estrictamente necesario. —Nicholas miró a Vito—. ¿Vuelves a Filadelfia?
—¿Tienes ya al c*abrón que ha hecho esto? —Vito, todavía furioso, señaló con un amplio movimiento de la mano la caótica oficina.
Clayborn aún andaba suelto.
—No, todavía no.
—Entonces me quedo.
—Pues cena con nosotros esta noche. Así podremos hablar más. Te llamaré luego, _____.
Estaba tan absorto en sus pensamientos que no reparó en que Miller llevaba mucho rato sin pronunciar ni una palabra. Hasta que se hubo sentado en el asiento del acompañante de su coche no dijo nada.
—¿Qué ocurre?
—Nada. —Pero a Miller le temblaban los labios.
—¿Qué ocurre?
Miller lo miró antes de incorporarse al tráfico.
—La has llamado "cariño".
Nicholas alzó la vista exasperado. Había metido la pata.
—¿Y qué?
—Te hace comiditas.
«Claro.» Los recuerdos de lo sucedido por la mañana inundaron de nuevo la mente de Nicholas, que se removió en el asiento.
—Limítate a conducir, ¿quieres? —Miró su cuaderno—. La madre de Bacon vive cerca de Cicero. —Ya habían probado con la dirección que Bacon había dejado al agente de la junta de libertad condicional, un hombre desgastado por el trabajo que no se había tomado la molestia de comprobar que el "piso" era en realidad una tienda de animales domésticos de un centro comercial.
—¿Qué pasa si no lo encontramos a tiempo? —preguntó Miller; toda frivolidad había desaparecido de su voz—. Si se nos escapa una sola copia de ese CD, no podremos garantizarle a _____ que no vaya a difundirse, sea hoy mismo o dentro de diez años. Tendrá que aprender a vivir con eso. ¿Tú podrías?
Nicholas no tenía claro si podría soportarlo y eso le preocupaba.
—Solo vamos a cenar juntos, Miller.
Miller abrió la boca para continuar con la conversación, pero en vez de eso se encogió de hombros.
—Muy bien.
Tenía que ser cierto. La madre de Bacon así lo aseguraba desde el otro lado de la mosquitera de la puerta. Era una mujer de unos setenta años y carácter avinagrado; su descuidado pelo negro mostraba una gran franja blanca junto a la raya y llevaba los finos labios pintados de un rojo estridente. A través de la tela metálica, Nicholas notó el fuerte olor a gato y naftalina.
—Nosotros no hemos venido a acosarlo —le garantizó Miller—. ¿Podemos pasar?
—No está en casa —le espetó la mujer con el cuerpo en tensión—. Y no, no pueden pasar.
—Acabamos de pasar por la dirección que le dio al agente de la junta de libertad condicional, señora Bacon —dijo Nicholas en tono tranquilo mientras examinaba lo que se veía del salón de la casa a través de la malla—. Es una tienda de animales de un centro comercial. Solo por eso, podría perder la libertad condicional.
La mujer palideció y en sus mejillas destacaron sendos círculos de colorete.
—No pueden volver a encerrarlo. Eso lo mataría.
«Ni hablar; ese gusto me lo daré yo.» Con la ayuda de Vito Rossi.
—¿Dónde está, señora Bacon? ¿Vive aquí con usted?
—No, se lo juro. Se trasladó. —Y eso había herido sus sentimientos. Nicholas lo percibió—. Dijo que necesitaba su espacio. No sé dónde está. Por favor, váyanse.
Nicholas y Miller intercambiaron una mirada y este último asintió.
—Me temo que tendrá que acompañarnos, señora Bacon —dijo.
La mujer se quedó boquiabierta.
—¿Me están arrestando?
—No, señora. —Miller trataba de parecer amable—. Solo queremos que venga con nosotros para responder a unas cuantas preguntas, ya que su hijo no puede hacerlo.
Y así ella no podría llamarlo y advertirle de que la policía andaba tras él.
Sus finos y rojos labios temblaron.
—No puedo hacer eso. —Sin firmeza alguna, señaló hacia atrás con la mano—. ¿Quién cuidará de mis gatos?
—No estará fuera mucho tiempo, señora. Puede dejarles un poco de agua y comida si quiere, pero mientras tendremos que acompañarla.
Juntos atravesaron la cocina y salieron al lavadero, donde la mujer se dispuso a llenar cuatro pequeños cuencos de comida para gatos. Allí olía peor, la enorme caja con arena rebosaba.
«Voy a desmayarme», pensó Nicholas. Contuvo la respiración y recorrió con la mirada el pequeño cubículo. Reparó en el cesto de la ropa que había encima de la secadora, donde se veían unos cuantos polos de manga corta cuidadosamente doblados. Eran de hombre y en el pecho llevaban cosido el logotipo de WIRES-N-WIDGETS, una cadena de tiendas con una amplia selección de aparatos electrónicos. Nicholas se aclaró suavemente la garganta. Miller siguió su mirada y sus labios se curvaron.
—Vamos a por su abrigo, señora —dijo Miller—. Fuera hace mucho frío.
El local era una pequeña cafetería selecta decorada al estilo art nouveau de los años cuarenta que traía a la mente escenas de los clásicos del cine. Se encontraba cerca de la Escuela de Arte, atraía a una ecléctica mezcla de empresarios e intelectuales y en él siempre bullían las conversaciones. Nadie prestaba atención a una persona sola pendiente de su taza de café en una fría tarde.
Solía ser un buen lugar para sentarse y reflexionar. Ese día era un buen lugar para dar rienda suelta a la melancolía.
—Solo media taza, gracias. —Algo había ido mal. Un cabo sin atar se había enredado y ponía en peligro todo el plan. La cámara del baño de Rossi. ¿Quién se lo habría imaginado? «Yo tendría que habérmelo imaginado, tendría que haber revisado el trabajo. Tendría que haberlo matado.» Pero eso implicaba deshacerse del cadáver y podrían quedar más cabos sueltos. Sabía que el hecho de contar con Bacon implicaba cierto riesgo, pero a veces el riesgo era mayor del que uno creía.
Ahora corrían por ahí películas cuyo contenido... escapaba a todo control. «¿Cuánto tiempo pasará antes de que intente chantajearme?» Había que cortar el cabo suelto. Y cuanto antes.
El café le supo un poco amargo, aunque no más que el hecho de saber que Rossi había vuelto a salir ilesa. La policía formaba un muro de protección a su alrededor. Había pasado la noche con Jonas. Menuda p*utilla. «No me provoques, Nicholas. Me has hecho recordar qué significa sentirse deseada.» Era suficiente para hacer babear a un hombre.
Jonas se sentía atraído. Eso también habría que cortarlo de raíz. «Y yo sé muy bien cómo hacerlo.» Pero lo primero era lo primero. Tenía que ocuparse de Bacon. Le encantaría acabar con aquel asqueroso.
Pero aún le gustaría más ver la reacción de Rossi ante su última pérdida.
Él también había sufrido, había llorado mucho pidiendo ayuda. Había llorado mucho por Ethel. Había rezado para obtener piedad, para obtener respuestas. «¿Por qué?» Qué pena daba. Su llanto aún había despertado más violencia en los Blade. La pandilla había hecho un buen trabajo. Las heridas demostraban que había sufrido numerosos golpes, pero no ofrecían ninguna pista. Algunos considerarían aquel acuerdo como un crimen. «Yo prefiero considerarlo un pacto justo que benefició a ambas partes.» De pronto el día se le antojaba menos sombrío. Ya bastaba de melancolía. Tenía mucho trabajo.
—La cuenta, por favor.
mis niñas termine de contestar asus comentarios y me doy cuenta que todas estan con la duda de quien es el asesino! :¬w¬: jejejeje tranquilas ya pronto sabremos quien es ya que pronto entraremos en los ultimos capitulos de la novela!!! pero relajence!! aun falta un poco para eso! asi que sin mas que decir espero que les guste el cap de hoy! :D
Miércoles, 15 de marzo, 9.45 horas.
—Menudo caos._____ miró a Vito, que desde la puerta de la cámara de seguridad contemplaba el desorden. Junto a él se apostaba un agente uniformado que Spinnelli había enviado para supervisar su trabajo, pero Nicholas le había explicado la verdadera razón de la presencia del agente Nolan y eso la hizo sentir mucho más segura. Para atacarla, Clayborn tendría que vencer tanto a Vito como a Nolan. Y aunque consiguiera llegar hasta ella, _____ guardaba la pistola en el bolso que la madre de Nicholas le había llevado la noche anterior.
—Gracias, Vito. No me había dado cuenta.
—Pórtate bien conmigo, mocosa. He pedido días de vacaciones para venir a verte. —Hablaba en tono ligero, pero tenía el semblante tenso y sus ojos se posaron en el papel aún manchado de sangre que cubría el suelo.
El dolor hizo que a _____ se le alterara el pulso. Era sangre de Harrison. Se puso unos guantes de goma y recogió los documentos estropeados.
—Me parece que han quedado inservibles, agente Nolan. Los guardaré en una bolsa y puede llevárselos para utilizarlos como prueba.
Nolan asintió con sequedad.
—Será suficiente, doctora.
No le caía bien, y _____ lo sabía. Había pasado tantas horas con Nicholas, Jack, Miller y Spinnelli que casi se le había olvidado que el resto del cuerpo de policía la detestaba profundamente. Vito y ella trabajaron sin parar durante casi una hora antes de que la voz de Amy interrumpiera su tarea. Había llegado el momento de tomarse un respiro.
—¿_____? —A Amy se le iluminó el rostro—. ¡Vito! Santo Dios, cuánto me alegro de verte.
Él le sonrió.
—Tienes buen aspecto, Amy.
—¿Desde cuándo estás en la ciudad?
—Llegué ayer por la noche. Estaba preocupado por _____.
Amy dirigió una mirada feroz a su amiga.
—Todos lo estábamos. A alguien, y no quiero decir a quién, se le olvidó llamar para avisarnos de que estaba bien.
—Ya dije que lo sentía —masculló _____—. ¿Has venido a fustigarme, o qué?
—He venido a ver si estabas bien. —La expresión de Amy se suavizó—. Dime, ¿cómo estás?
—No estoy en mi mejor momento. —La visita a Flo Ernst no había ido muy bien. Como la mujer estaba fuera de sí, un médico la había sedado, por lo que uno de los hijos había recomendado en tono glacial a _____ que esperara a después del funeral, que tendría lugar el sábado siguiente. _____ quiso respetar su dolor y por eso hizo caso omiso de la ofensa y se marchó sin decir nada más—. Aunque supongo que he pasado por situaciones peores. —Amy lo sabía mejor que nadie, pues durante esos momentos también había estado a su lado.
—Ya lo sé, cariño —le dijo amablemente—. Y superarás esto igual que has superado todo lo demás. —Miró alrededor—. ¿Dónde está Samantha?
—En la consulta de Harrison. —_____ miró la puerta cerrada pero en su cabeza veía los muebles destrozados y la sangre en un canto del escritorio—. Está limpiando. Yo no he podido.
Amy le pasó una mano por el pelo.
—No te preocupes, no puedes ser siempre una superwoman.
—¿Doctora Rossi? —Un joven que llevaba una chaqueta con el emblema de una empresa de mensajería asomó la cabeza por la puerta—. Le traigo un paquete. —Entró con el casco de ciclista debajo de un brazo y un sobre de cartón en la otra mano—. Tiene que firmar aquí.
Con el entrecejo fruncido, _____ hizo lo que le decía, pero Vito se le adelantó y tomó el paquete.
—Deja que compruebe qué es —dijo, y se guardó el albarán en el bolsillo. Palpó el sobre—. Es un CD. ¿Lo esperabas?
_____ examinó la etiqueta.
—¿De Smith Enterprises? No. De todos modos, muchas empresas me envían continuamente ejemplares de libros o CD para que los revise. ¿Lo abro?
—Ya lo abro yo. Hazte a un lado. —Vito se situó en el extremo más alejado del vestíbulo, abrió el sobre y extrajo una hoja de papel y un CD. Se quedó pálido—. Llama a Jonas. Llámalo ahora mismo.
—¿Qué es? —_____ se acercó, y torció el gesto cuando él dio la vuelta a la hoja y la escondió—. Mierda, Vito, déjame ver qué es.
Le arrebató el papel. No sabía qué podía esperar, pero lo que de ningún modo esperaba era lo que vio.
Se quedó petrificada al ver... su foto. A todo color. Completamente desnuda. Una frase bajo la fotografía rezaba "Ingrese cien mil dólares en la cuenta indicada o el vídeo adjunto será vendido a la prensa para que lo difundan. Tiene hasta la medianoche de hoy." Mecánicamente, le tendió de nuevo la hoja a Vito y, poco a poco, se dio media vuelta y salió a la escalera, donde se arrodilló y se puso a vomitar.
Miércoles, 15 de marzo, 11.15 horas.
Nicholas salió del ascensor antes de que las puertas se abrieran del todo y echó a correr por el pasillo hasta la puerta donde aguardaba un policía de uniforme.—¿Dónde está? —le preguntó.
El agente Nolan señaló un extremo del mostrador de recepción.
—Allí. Lo ha traído un mensajero y le ha hecho firmar el albarán.
—Gracias por comunicarnos el nombre de la empresa de mensajería —dijo Miller—. Así hemos podido enviar un coche patrulla a buscar al chico al lugar de la siguiente entrega.
El mensajero los estaba esperando en la comisaría, aunque ni Nicholas ni Miller esperaban de él más de lo que habían obtenido de la propia empresa. El paquete había sido entregado con un giro postal esa misma mañana. La descripción facilitada por el empleado de correos se correspondía más o menos con la de Bacon, pero bien podía ser la de casi la mitad de la población masculina de mediana edad de Chicago.
—El mensajero tenía pinta de estudiante —dijo Nolan—. No creo que supiera lo que llevaba, si no se lo habría quedado él. —Se volvió a mirar atrás, intranquilo—. Ha colaborado todo lo que ha podido en ordenar los documentos. No me lo esperaba.
Miller miró dentro de la consulta.
—¿Quién ha estado aquí esta mañana?
—Su hermano, la recepcionista y su amiga la abogada. Al ver el CD, se ha quedado completamente pálida y conmocionada; su hermano quería llamar al 911 pero ella no se lo ha permitido. La abogada ha llamado a un amigo médico, y él iba a darle un tranquilizante, pero ella no ha querido tomárselo. Un empleado de mantenimiento ha venido a limpiar la alfombra. Eso es todo.
Nicholas hizo un breve gesto de asentimiento.
—Gracias.
Vito se encontraba dentro de la consulta, de pie junto al extremo más alejado del mostrador de recepción. Tenía los brazos cruzados con fuerza y le temblaba un músculo de la mejilla. Miraba hacia el despacho de _____, donde ella permanecía sentada en un sofá hecho jirones, traumatizada. Con expresión igualmente horrorizada, Amy Parks y Zac Carter estaban sentados uno a cada lado de ella. Una joven se paseaba por delante de la puerta abierta del despacho de Ernst, claramente inquieta. Debía de ser Samantha Masterson, pensó Nicholas al recordar la investigación que había llevado a cabo sobre el trabajo de _____ y sus empleados.
—No sabes las ganas que me entran de cargármelo —masculló Vito sin apartar los ojos de _____.
Nicholas suspiró en silencio.
—Sí, sí que lo sé.
Vito miró alrededor, una tremenda furia ardía en sus oscuros ojos.
—¿Sabías lo del CD?
—Hasta esta mañana no. Y tampoco sabía que le había enviado una copia.
Vito cerró los ojos.
—Una copia. Pues entonces debe de haber más.
Miller se aclaró la garganta.
—¿Cuánto falta para tener recogida toda la documentación?
Vito abrió los ojos y pestañeó como si acabara de reparar en la presencia de Miller.
—Este es mi compañero, Joe Miller —dijo Nicholas en voz baja.
—Acabamos de empezar. Pídele al teniente que envíe a alguien para terminar el trabajo. —Vito torció la mandíbula con gesto agresivo—. Voy a llevarla a casa.
—No puede entrar en el piso —saltó Miller sin un ápice de beligerancia en la voz.
Vito apretó los dientes.
—No me refiero a ese mausoleo de Michigan Avenue. Me la llevo a su verdadera casa. Tomaremos el próximo vuelo hacia Filadelfia.
—No. —_____ se levantó del sofá y se quedó quieta, como si quisiera comprobar que era capaz de mantenerse en pie. Tanto Amy Parks como Zac Carter se levantaron justo después, dispuestos a aguantarla si las piernas le fallaban. _____ apartó con delicadeza las manos de Amy—. Estoy bien, Amy. —Atravesó el despacho y se situó junto a Vito mientras Amy y Zac la escoltaban—. No pienso ir a ninguna parte, Vito. —Tenía el rostro pálido pero su mirada denotaba lucidez. Alzó la barbilla y miró a Nicholas a los ojos, y él se llenó de orgullo—. No ha sido el mismo tipo.
Nicholas lo sabía, pero quería oír por qué lo creía ella.
—¿Cómo lo sabes?
—A este le falta la sangre fría, la minuciosidad de las otras agresiones. Esto parece... mero oportunismo. Más bien da la impresión de que uno de sus esbirros haya querido actuar por su cuenta y se haya largado. —Se encogió de hombros—. Las otras agresiones tenían como objetivo aterrar a la víctima, subyugarla. Se trataba de minar la salud de personas vulnerables hasta que se derrumbaran, aunque el verdadero objetivo era ponerme a mí en una situación violenta. Pero eso solo puede ocurrir si yo lo permito, y no pienso hacerlo.
—Daremos con él, _____ —aseguró Nicholas.
—Claro. Es el único vínculo que tenemos con el asesino de cuatro personas. Yo solo soy un eslabón de la cadena. Deben centrarse en ellos, Nicholas. Yo estoy bien; al principio no lo estaba pero ahora sí. Ve a hacer tu trabajo. —Su discurso se tambaleó un poco cuando él tomó el paquete de encima de la mesa de Samantha—. ¿Tienes que llevártelo?
—Es una prueba, cariño. Pero te prometo que no lo verá nadie si no es estrictamente necesario. —Nicholas miró a Vito—. ¿Vuelves a Filadelfia?
—¿Tienes ya al c*abrón que ha hecho esto? —Vito, todavía furioso, señaló con un amplio movimiento de la mano la caótica oficina.
Clayborn aún andaba suelto.
—No, todavía no.
—Entonces me quedo.
—Pues cena con nosotros esta noche. Así podremos hablar más. Te llamaré luego, _____.
Estaba tan absorto en sus pensamientos que no reparó en que Miller llevaba mucho rato sin pronunciar ni una palabra. Hasta que se hubo sentado en el asiento del acompañante de su coche no dijo nada.
—¿Qué ocurre?
—Nada. —Pero a Miller le temblaban los labios.
—¿Qué ocurre?
Miller lo miró antes de incorporarse al tráfico.
—La has llamado "cariño".
Nicholas alzó la vista exasperado. Había metido la pata.
—¿Y qué?
—Te hace comiditas.
«Claro.» Los recuerdos de lo sucedido por la mañana inundaron de nuevo la mente de Nicholas, que se removió en el asiento.
—Limítate a conducir, ¿quieres? —Miró su cuaderno—. La madre de Bacon vive cerca de Cicero. —Ya habían probado con la dirección que Bacon había dejado al agente de la junta de libertad condicional, un hombre desgastado por el trabajo que no se había tomado la molestia de comprobar que el "piso" era en realidad una tienda de animales domésticos de un centro comercial.
—¿Qué pasa si no lo encontramos a tiempo? —preguntó Miller; toda frivolidad había desaparecido de su voz—. Si se nos escapa una sola copia de ese CD, no podremos garantizarle a _____ que no vaya a difundirse, sea hoy mismo o dentro de diez años. Tendrá que aprender a vivir con eso. ¿Tú podrías?
Nicholas no tenía claro si podría soportarlo y eso le preocupaba.
—Solo vamos a cenar juntos, Miller.
Miller abrió la boca para continuar con la conversación, pero en vez de eso se encogió de hombros.
—Muy bien.
Miércoles, 15 de marzo, 11.55 horas.
David Bacon era un hombre inocente acosado por la policía.Tenía que ser cierto. La madre de Bacon así lo aseguraba desde el otro lado de la mosquitera de la puerta. Era una mujer de unos setenta años y carácter avinagrado; su descuidado pelo negro mostraba una gran franja blanca junto a la raya y llevaba los finos labios pintados de un rojo estridente. A través de la tela metálica, Nicholas notó el fuerte olor a gato y naftalina.
—Nosotros no hemos venido a acosarlo —le garantizó Miller—. ¿Podemos pasar?
—No está en casa —le espetó la mujer con el cuerpo en tensión—. Y no, no pueden pasar.
—Acabamos de pasar por la dirección que le dio al agente de la junta de libertad condicional, señora Bacon —dijo Nicholas en tono tranquilo mientras examinaba lo que se veía del salón de la casa a través de la malla—. Es una tienda de animales de un centro comercial. Solo por eso, podría perder la libertad condicional.
La mujer palideció y en sus mejillas destacaron sendos círculos de colorete.
—No pueden volver a encerrarlo. Eso lo mataría.
«Ni hablar; ese gusto me lo daré yo.» Con la ayuda de Vito Rossi.
—¿Dónde está, señora Bacon? ¿Vive aquí con usted?
—No, se lo juro. Se trasladó. —Y eso había herido sus sentimientos. Nicholas lo percibió—. Dijo que necesitaba su espacio. No sé dónde está. Por favor, váyanse.
Nicholas y Miller intercambiaron una mirada y este último asintió.
—Me temo que tendrá que acompañarnos, señora Bacon —dijo.
La mujer se quedó boquiabierta.
—¿Me están arrestando?
—No, señora. —Miller trataba de parecer amable—. Solo queremos que venga con nosotros para responder a unas cuantas preguntas, ya que su hijo no puede hacerlo.
Y así ella no podría llamarlo y advertirle de que la policía andaba tras él.
Sus finos y rojos labios temblaron.
—No puedo hacer eso. —Sin firmeza alguna, señaló hacia atrás con la mano—. ¿Quién cuidará de mis gatos?
—No estará fuera mucho tiempo, señora. Puede dejarles un poco de agua y comida si quiere, pero mientras tendremos que acompañarla.
Juntos atravesaron la cocina y salieron al lavadero, donde la mujer se dispuso a llenar cuatro pequeños cuencos de comida para gatos. Allí olía peor, la enorme caja con arena rebosaba.
«Voy a desmayarme», pensó Nicholas. Contuvo la respiración y recorrió con la mirada el pequeño cubículo. Reparó en el cesto de la ropa que había encima de la secadora, donde se veían unos cuantos polos de manga corta cuidadosamente doblados. Eran de hombre y en el pecho llevaban cosido el logotipo de WIRES-N-WIDGETS, una cadena de tiendas con una amplia selección de aparatos electrónicos. Nicholas se aclaró suavemente la garganta. Miller siguió su mirada y sus labios se curvaron.
—Vamos a por su abrigo, señora —dijo Miller—. Fuera hace mucho frío.
Miércoles, 15 de marzo, 12.15 horas.
—¿Más café? —preguntó el camarero desde la barra.El local era una pequeña cafetería selecta decorada al estilo art nouveau de los años cuarenta que traía a la mente escenas de los clásicos del cine. Se encontraba cerca de la Escuela de Arte, atraía a una ecléctica mezcla de empresarios e intelectuales y en él siempre bullían las conversaciones. Nadie prestaba atención a una persona sola pendiente de su taza de café en una fría tarde.
Solía ser un buen lugar para sentarse y reflexionar. Ese día era un buen lugar para dar rienda suelta a la melancolía.
—Solo media taza, gracias. —Algo había ido mal. Un cabo sin atar se había enredado y ponía en peligro todo el plan. La cámara del baño de Rossi. ¿Quién se lo habría imaginado? «Yo tendría que habérmelo imaginado, tendría que haber revisado el trabajo. Tendría que haberlo matado.» Pero eso implicaba deshacerse del cadáver y podrían quedar más cabos sueltos. Sabía que el hecho de contar con Bacon implicaba cierto riesgo, pero a veces el riesgo era mayor del que uno creía.
Ahora corrían por ahí películas cuyo contenido... escapaba a todo control. «¿Cuánto tiempo pasará antes de que intente chantajearme?» Había que cortar el cabo suelto. Y cuanto antes.
El café le supo un poco amargo, aunque no más que el hecho de saber que Rossi había vuelto a salir ilesa. La policía formaba un muro de protección a su alrededor. Había pasado la noche con Jonas. Menuda p*utilla. «No me provoques, Nicholas. Me has hecho recordar qué significa sentirse deseada.» Era suficiente para hacer babear a un hombre.
Jonas se sentía atraído. Eso también habría que cortarlo de raíz. «Y yo sé muy bien cómo hacerlo.» Pero lo primero era lo primero. Tenía que ocuparse de Bacon. Le encantaría acabar con aquel asqueroso.
Pero aún le gustaría más ver la reacción de Rossi ante su última pérdida.
Él también había sufrido, había llorado mucho pidiendo ayuda. Había llorado mucho por Ethel. Había rezado para obtener piedad, para obtener respuestas. «¿Por qué?» Qué pena daba. Su llanto aún había despertado más violencia en los Blade. La pandilla había hecho un buen trabajo. Las heridas demostraban que había sufrido numerosos golpes, pero no ofrecían ninguna pista. Algunos considerarían aquel acuerdo como un crimen. «Yo prefiero considerarlo un pacto justo que benefició a ambas partes.» De pronto el día se le antojaba menos sombrío. Ya bastaba de melancolía. Tenía mucho trabajo.
—La cuenta, por favor.
Andrea P. Jonas:)
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
Quien es Ethel? quienes son los Blade? shiiiiiiiiiiiiitttttttt me desesperoooooooo, la nove es demasiado peeeeeeeeeeeeeeeeerfectaaaaaaaaaaaa
Nicholas ya comienza a darle rienda suelta a sus emociones y todo el mundo se enteraráaaaaaaaa, Yo ya no se que pensar supongo que dejaré que la duda me mate :E
La nove es increibleeeeeeeeeeeeeeee!
Nicholas ya comienza a darle rienda suelta a sus emociones y todo el mundo se enteraráaaaaaaaa, Yo ya no se que pensar supongo que dejaré que la duda me mate :E
La nove es increibleeeeeeeeeeeeeeee!
WhoIam13
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
ESPERAAA COMO XUPO QUE LO QUE LE DIJO A NICK??????...
Y AAAAAIIIII.. YA ME ESTOY ACABANDOOO MIS UÑITAAAASSSSS!!!!...
HABLA DE GOLPES, PERDIDAS.......
Y PANDILLLAAAASSS!!!!?????.. OTROO CAPIS PORFIIISSS
Y AAAAAIIIII.. YA ME ESTOY ACABANDOOO MIS UÑITAAAASSSSS!!!!...
HABLA DE GOLPES, PERDIDAS.......
Y PANDILLLAAAASSS!!!!?????.. OTROO CAPIS PORFIIISSS
chelis
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
este caP ME DIO UN SOSPECHOSo SI UNO CUYO NOMBRE ES CON J.... NO LO SE A lo mejor y me equivoco...siguela PRONTO
haydeejOnaz
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
Que tierno que digas que algo te hacia falta!! Gracias!!
Y siguela, quiero saber quien es el responsable de tanta maldad y las razones!!
SIGUELAA!!!
T.Q.M!!! :)
Y siguela, quiero saber quien es el responsable de tanta maldad y las razones!!
SIGUELAA!!!
T.Q.M!!! :)
Pamm Jonas
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
La duda me estaaaaaa matandooo jdfhdjfhdjhf es Justin? no creo que sea eeeeeeeeeel aaaaaaaaaaaaaaghhhhhhh siguela o moriré desneuronada (?
WhoIam13
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
Porrrrrrrrrrrrrrfavooooooooor sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeela!!!!!!
WhoIam13
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
mis!! niñas!!! como estan??
:P perdon por no subirle ayer! esque aqui en mi pais (Mexico! :D ) se celebro el dia de las madres y pues llevamos a comer a mi mami y pasamos un rato en familia viendo pelis!
pero hoy tendran su cap!! en un momento mas se los subo!! ;)
:P perdon por no subirle ayer! esque aqui en mi pais (Mexico! :D ) se celebro el dia de las madres y pues llevamos a comer a mi mami y pasamos un rato en familia viendo pelis!
pero hoy tendran su cap!! en un momento mas se los subo!! ;)
Andrea P. Jonas:)
Re: No Te Escondas (N. Jonas y Tu)
aaaaaaaaaaaaaaaaaah aquiiiii en Uruguaaaaaaaay el día de las mamuchas <3 es el Domingo :3 Desale un feliz día a tu mami de mi parte (?
WhoIam13
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