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Mensaje por ElitzJb Lun 20 Ago 2012, 4:34 pm

Capitulos Finales

Capitulo 21: Primera Parte

Ataúd de Edén


Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 47 Scaled.php?server=3&filename=82182477




Sujeté la mano de Joe estrechándola muy fuerte. Él se encontraba tendido sobre su espalda encima de su cama después de haber despertado, me hallaba junto a él en una silla. La sonrisa que esbozó hizo latir mi corazón más rápido que ninguna vez.
–¿Te sientes mejor? –le interrogué.
–Sí, aunque este maldito dolor es una perra –me dijo acariciando mis manos–. Gracias por cuidarme, nena.
Suspiré y le di un beso en los nudillos con nuestras manos enredadas y unidas. Su pecho estaba revestido de vendas moteadas levemente con sangre, las laceraciones habían iniciado a cicatrizarse, restaban ciertas marcas rosadas en su frente, muñecas, brazos, en una mejilla y cruzando su pecho y abdomen. Lo miré curiosamente con reparo, sus fastuosos labios, su rostro lastimado, pero hermoso, su cabello crecido cayéndole sobre su frente en la parte delantera y cosquilleándole el cuello en la parte de atrás. No dejé de avizorarlo durante unos pacíficos minutos, recliné mi mejilla en su abdomen desnudo con suma precaución para no hacerle daño.
–¿Qué haremos con nosotros? –cuestioné.
Él vaciló, se tomó varios segundos antes de contestarme, me acarició el cabello con su mano libre y también exhaló aire.
–Yo no estoy seguro, la idea de verte con otros hombres me mata, me destruye, pero no creo que sea la mejor idea que tú y yo sigamos juntos…
–Joe.
–¿Qué? –dijo con porte natural capturando mi mirada.
–Estoy preparada.
–¿Estás preparada? –frunció el ceño.
–Sí.
–¿Preparada para qué?
–Estoy preparada para recibir el anillo.
La sonrisa de sus labios se amplificó, me erguí en mi silla y él se estiró con un gemido para alcanzar el cajón de su mesa de noche, rebuscó dentro del mismo de forma intranquila e impaciente.
Con aire glorioso cogió algo brillante. Oro blanco y diamantes. Hermoso, el relumbrante anillo.
–Ven aquí –él señaló su pecho con palmadas–. Quiero elegir las palabras correctas esta vez.
Fui consciente de que mi boca formaba una sonrisa atiborrada de alegría, de manera coqueta y cuidadosa me subí a horcajadas sobre su cadera, igualmente descansé mis manos en sus pectorales y mordí mis labios mientras él me escudriñaba con la mirada de pies a cabeza desde el colchón.
–Eres la mujer más sensual, atractiva, sexy y hermosa que jamás he visto en mi vida –me dijo situando sus manos en mi cintura estrecha–. ¿Te casarías conmigo, ___tn Eve Moore?
Una de sus manos ascendió hasta mi hombro, se deslizó a lo largo de mi brazo y se detuvo para sostener mi mano dentro de la suya.
–Sí, Joseph Jonas, quiero casarme contigo.
Sostuvo mi mano con la delicadeza de un caballero y colocó el aro resplandeciente en mi dedo.
–Ahora bésame, mujer.
–¿Estás seguro? Estás herido –lo provoqué.
–¡Uh! –se quejó él de dolor–. ¡Qué mal que estoy! Si me dieras un beso quizás…
Me reí de forma inevitable y me doblé para callarlo con un beso. Él gimió por lo bajo cuando nuestros labios se encontraron, en cuanto comencé a mordisquearlo él me empezó a tocar. Todo mi cuerpo se sacudió con un ardor abrumador, estaba palpitando. Busqué el cálido interior de su boca con mi lengua y…
–¡Ew! –se escuchó el sonido de asco de Jerry y la puerta abriéndose–. No se preocupen, volveré más tarde…
Me distancié de Joe en un abrir y cerrar de ojos, saltando fuera de su cama nerviosa y con el rostro ardiendo en color carmesí. Me alegré como nadie cuando vislumbré a Jerry en la puerta con un ramo de flores amarillas, salté hacia él y le di un abrazo.
–Jerry –chillé–. No, ¡no te vayas! ¡Finalmente despertaste!
Él me devolvió el abrazo sonriendo, el aroma de las flores saturó la habitación.
–Sí, y me alegra no haber llegado dos minutos más tarde.
–Sí, a mi también –bromeé desprendiéndome de su cuello–. ¿Me trajiste flores?
–De hecho son para él –Jerry se aproximó hacia la cama de Joe y le tendió el ramo.
Con el ceño fruncido Joe recibió las flores.
–¿Para qué me traes flores? No soy tu maldita novia. Ni novio –refunfuñó Joe.
Quería reírme a carcajadas de la escena, realmente quería hacerlo, y una risita baja se disgregó de mi boca.
–Es lo menos que puedo hacer por ti luego de todo lo que te hice –discutió Jerry sin dejar de sonreír–. Bueno, realmente te ves mal, hombre. No sabía cómo estabas porque la verdad es que no recuerdo nada de lo que pasó, pero tus amigos me dijeron que te di puñaladas hasta cansarme.
Joe puso las flores sobre la mesa de luz.
–Bien, Jerry. Gracias, supongo –dijo–. Yo quería decirte que... bueno, que me comporté como un idiota contigo, no me importa si eres homosexual, o bisexual, o metrosexual, o una versión menos presumida de Johnny Bravo, o lo que sea que eres. Sólo no vuelvas a besar a mi novia, ¿vale?
–Vale, estoy de acuerdo. Acepto tus disculpas, si es que eso fue una –reconoció Jerry–. Y para que sepas, no soy gay.

Tuvimos nuestra particular despedida de solteros, luego de que todos estuvimos plenamente recuperados, claro. Era tiempo de celebrar, estuvimos pasando un buen tiempo en casa jugando al billar, al póker, tomando cocteles en la piscina, bailando, riendo.
A este punto los chicos estaban bastante pasados de tragos. Joe rodeó con su brazo los hombros de Adolph, ambos reían como dos maniáticos, abrazados.
–Oye, pequeña –me llamó Adolph–. Después de tu boda yo me casaré con este chico –él apuntó con su trago a Joe, quien seguía colgado de sus hombros.
Me reí con una carcajada, ¡par de locos!
En el estéreo sonaba “Memories” de David Guetta. Recorrí la sala con la mirada, Nina y Jerry se encontraban al otro lado de la piscina, sentados jugando un partido de ajedrez. ¡Quién lo diría!
Alan estaba solo, sentado en un sillón, con los pies sobre la mesa de adelante, una botella de cerveza en una mano y… noté algo particular, aún llevaba ese extraño colgante de oro pendido en el cuello. Sí, bueno, era mi turno de entrar a escena.
¡¿Qué será lo que le sucede a este chico enamoradizo?! Me pregunté.
–¿Y? ¿Vas a responder a lo que estoy pensando o esperarás a que lo pregunte en voz alta? –solté al tiempo que tomaba asiento en el apoyabrazos del sillón de Alan.
Fue entonces cuando él notó mi presencia, levantó la vista para mirarme a los ojos.
–¿Eh? –dijo él confuso. Y luego comprendió–. ¡Ah! Claro, de hecho no estoy leyendo tu mente ahora.
–¿No?
–No. Estoy sentado mirándote –me contestó. Largué una risita y puse los ojos en blanco–. ¿Y? ¿Vas a preguntarme o esperarás que lea tu mente?
–Bueno, era menos vergonzoso si no tenía que preguntarlo, pero lo haré –tomé una extensa bocanada de aire antes de continuar–. ¿Qué hay entre tú y Julieanne?
La boca de Alan se abrió con sorpresa.
–Eres una pequeña… –no completó la frase–. Sabías que yo estaba pensando en ella, ¿no? ¿Cómo lo haces?
Sonreí.
–Hmm… ¿Crees que eres el único que lee mentes? –bromeé y le di un suave golpecito en el brazo–. No intentes cambiar el tema, niño. Respóndeme.
El entornó una sonrisa nerviosa y me miró con los ojos entrecerrados.
–Bueno, ella me gusta, mucho, diría yo –confesó en voz baja.
Lancé un gritito de felicidad y le di un beso en mejilla, él se reía.
–¿La has visto después de ese horrible día? –curioseé.
–Estuve visitándola, sí, me ha estado enseñando a utilizar mis poderes, pero su madre no quiere que la vea. Ella es una Ravenwood, yo soy un Black –él suspiró–. ¿Te dije alguna vez que nuestras familias tienen… diferencias? Además, Julieanne ha estado muy triste por la muerte de su padre.
–Bueno, bueno… ¿Qué tenemos aquí? ¿Romeo y Julieta versión vampiro? –ambos nos reímos un rato de eso–. Aunque por otra parte… Kevin murió de forma terrible, es una pena, él trataba de ayudarnos. Pero aquí es donde entras tú y consuelas a la bella damisela, ¿cierto?
Él siguió riéndose con porte tímido.
–Eres una chica cruel.
–Eso me dicen. Por cierto, lamento haber llamado zorra a tu novia –dije y luego de una pausa agregué–: ¿Se han acostado?
Me miró de forma maliciosa.
–Sobre eso… –él vaciló–. Ella guarda castidad. ¡Hasta el matrimonio!
–¿Qué? –exclamé con sorpresa–. ¡De lo que se pierde! Pero tú la harás romper su celibato, ¿verdad? No podrá resistirse a una bomba sexy como tú. ¡¿O te casarás con ella?!
–¡Uh! No, no, eso no… Aún.

Un rato después había ido a la cocina en busca de una cerveza para Alan, así la conversación podría seguir avivándose. Cuando puse una mano sobre la puerta del refrigerador algo frío como el hielo cosquilleó en mi hombro. Me volví bruscamente y me congelé.
El fantasmal cuerpo traslúcido de Darius estaba frente a mí.
–¿Boo? –dijo él igual que un fantasma. Yo grité–. Hey, hey. Shhh.
Él cubrió sus oídos y dejé de gritar.
–¡¿Dónde estuviste, Casper?! –prorrumpí en voz alta.
Él se rió con una carcajada bulliciosa y burlona.
–¡Oh ___tn! Te extrañé.
–Y yo estoy molesta, y mucho. ¿Por qué demonios no apareciste cuando te necesitaba?
Se rostro pasó a ser serio.
–No me lo permitían, no me permiten intervenir con el mundo de los humanos –me explicó–. En realidad, yo vine a despedirme, ___tn diminutivo. Vine porque es tiempo de que yo me marche para siempre, ahora que sé que estás a salvo tengo que partir.
–¿Qué?
–Sí, chavala. Debes entender que yo estoy muerto, y tengo que irme definitivamente al otro lado. Lo entiendes, ¿no? Si yo no me voy ahora jamás podré descansar en paz. Tú estarás bien, te lo prometo. Ahora es cuando tu destino te da recompensas, serás muy feliz. ¿Me dejarás partir?
Tragué saliva.
–¿Es que acaso puedo impedir que te vayas?
–No realmente, pero si tú no me das tu aprobación eso quedará en mi conciencia por el resto de mis vidas. Me han permitido volver una vez más, esta única vez, sólo para despedirme de ti –enunció–. No quiero que estés enojada conmigo, yo te extrañaré mucho. Y siempre estaré en tu cabeza, aconsejándote. Y en tu corazón, si tú me lo permites.
De pronto quería llorar.
–¡Diablos! –maldije con la voz quebrada y el ceño fruncido–. Si tuvieras un maldito cuerpo de carne y hueso al menos podría abrazarte. ¡Odio las malditas despedidas!
El cuerpo de Darius repentinamente tomó más color, haciéndose menos traslúcido.
–Vine preparado para ello –departió sonriéndome, y dejó de ser trasparente. Pude vislumbrar su piel pálida como la nieve, sus ropas anticuadas, sus ojos azules justo en frente de mí–. Pero no quería llegar siendo corpóreo, por si te enojabas y lanzabas algo en mi cabeza.
Él abrió sus brazos.
–¡Imbécil! –le dije mientras lloriqueaba un poco. Me eché en sus glaciales brazos, él me rodeó con fuerza. Había algo muy extraño cuando lo abrazaba a él, no había latidos de corazón, ni aliento, sólo piel fría contra la mía–. Te extrañaré más de lo que crees. ¿Quién estará allí para darme un buen susto cuando lo necesite? ¿Quién vendrá a cerrar mi boca con discursos y sermones? ¡Cielos! No quisiera que tengas que irte.
Sentí como acariciaba mi cabellera.
–No me olvides –me echó una sonrisa–. Siempre recuerda al chico fantasma que estaba ligeramente enamorado de ti.
–No lo haré, no voy a olvidarte –me apreté contra su pecho–. Espero que tampoco me olvides.
Él se rió muy alto.
–Aunque quisiera no podría –me dijo–. ¿Quién puede olvidar a una busca-problemas como tú?
–No seas tonto –gimoteé.
–Cuidaré de ti y de tu familia y amigos tanto como pueda, lo juro –me aseguró levantando su mano derecha–. Tú, tu futuro esposo, tus padres, tu hermanita, los chicos, todos van a estar muy bien. Y por cierto, ¡Felicidades!
Me separé de él para mirar sus ojos.
–Bueno… ¿Adiós?
–Sí, hasta siempre, ___tn –susurró él. Pero luego me di cuenta de que no había susurrado, su voz se disipaba al igual que su cuerpo–. Y recuerda. Nunca vence el bien o el mal, siempre es el amor quien triunfa.
Quise tomar de su mano con fuerza, pero ésta se desvaneció.
Suspiré audiblemente. Bueno. Adolph tenía razón. “El amor es muy complicado, no obstante, es la fuerza más poderosa del universo”.


a poco no les gusto....???
q tal les parecio solo quedan 2 capitulos y termina esta novela
ya veran lo mejor en 2 capitulos se los aseguro ;)

ElitzJb
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Mensaje por chelis Lun 20 Ago 2012, 5:31 pm

ESPERAAAA.. TOMO AIREEEEE YYYYY
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH
ESTO ES REALMENTEEEE SORPRENDENTEEEEE!!
PRIMERO JOE ESTABIEN AL IGUAL QUE JEEEEERRRYYYYY!!!!
JAJAJAJAJAJJAJA
LA FIESTA DE SOLTEROOOSSSSS!!!
ALAN ENAMORADOOOO!!!!!.. AUNQUE LO NIEGUE!!!!!
Y AAAAAII DARIUUUSSSSSS!!! MI FANTASMITAAAAAA!!!
Y YA SOLO QUEDAN DOS CAAAPIISSSSS
VOY A LLOOORRRAAARRRRR!!!!!!!
PERO AUNQUE LLLOOORRREEE SIGUELA PORFIISS
chelis
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Mensaje por DanieladeJonas Lun 20 Ago 2012, 7:35 pm

ahhh Joe esta vivo!!!! lo sabia!! el no se podia morir!!
y se van a casar!! ahhh amde demasiado el capi!!
Darius.... extrañaba a ese chico... y le dijo que la amaba awww *.*
haha ame la disculpa? de Joe con Jerry ahaha
quedan 2 capis :( voy a llorar... ok no pero que emocion!!
nome imagino como puede ser mejor?? siguela pronto plis!!!
DanieladeJonas
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Mensaje por SofiaJb1D Lun 20 Ago 2012, 8:22 pm

:D Que solo 2 capítulos imposible no!!!!!!€!!!!!!!!!!!!!!

Me encanto estubo hermoso demasiado diría yo joe me hizo llorar con lo del anillo

Jaja espero y la sigas pronto por que si no moriré o me convertiré en vampiro te búscare y te matare jajajja okno.



Síguela!!!!!!!!!!!!





Besitos Sofía xx.
[url][/url][img][/img]
SofiaJb1D
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Mensaje por Augustinesg Lun 20 Ago 2012, 9:12 pm

No sé vos, pero odio las despedidas :(
Osea que se termina la saga o hay otro libro mas :O ?
Me muero si hay uno mas... aunque no sé de que trataría.
No me gusta que los libros terminen, es como que se te va un amigo por poco haha.
Muchas gracias por todo!!
Augustinesg
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Mensaje por Lorena Jonas Lun 20 Ago 2012, 9:55 pm

CON TODA LA MIEEEEEEERDA! TE JURO QUE EN ESTA NOVELA YO YO YO ESTABA ENAMORADA DE DARIUS CLARO CLARO MAS DE JOSEPH PERO DARIUS :'( LO AMABA JGFSKGFSA QUIERO A UNO ASI EN ESTA VIDA XD EN FIIIIIIN QUE PUEDO DECIR? PARESCO PERRA DESCALABRADA SI NO SUBES CAP .. TE LO JURO. ESPERO SUBAS PRONTISIMO DE YA! PORQUE SI NO .. TE ENTIERRO VIVA! LO JURO. C: NOS VEMOS EN EL PROXIMO CAP. TE AMO.
Lorena Jonas
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Mensaje por andreita Mar 21 Ago 2012, 1:00 pm

2 caps???ahhhhhhh subelos ueblos me encanta
se vana acsar
andreita
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Mensaje por chelis Mar 21 Ago 2012, 3:56 pm

PORRFIISSSS!!!!
YA QUIEROOO SABEEERRRRR!!!!
QUE AS PASAAA
chelis
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Mensaje por JB&1D2 Mar 21 Ago 2012, 4:37 pm

2 capitulos que mal, 2 capitulos :'( me encanto el capitulo
que bien se cansan :D
siguelaaaa
JB&1D2
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Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 47 Empty Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

Mensaje por chelis Mar 21 Ago 2012, 4:53 pm

PORFIISS
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Mensaje por DanieladeJonas Jue 23 Ago 2012, 5:23 pm

siguela porfis porfis :D
DanieladeJonas
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Mensaje por chelis Jue 23 Ago 2012, 6:08 pm

PORFIISS
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Mensaje por andreita Vie 24 Ago 2012, 8:59 am

capppppppppppppp
andreita
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Mensaje por chelis Vie 24 Ago 2012, 2:22 pm

POOORRRFIISSS
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Mensaje por ElitzJb Vie 24 Ago 2012, 6:14 pm

CAPITULO FINAL

Segunda Parte

Ataúd de Edén


Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 47 Scaled.php?server=515&filename=212yf


****

–Estoy tan orgullosa de ti –me decía Nina mientras rociaba un nube de hairspray en mi peinado.
Ella me colocó una máscara de rímel, retocó mi labial y subió el cierre del costado de mi vestido rojo, que era ceñido al cuerpo, largo hasta mis pies, con un pronunciado escote en la espalda y una abertura a lo largo de una de mis piernas. Por otra parte, el vestido de Nina también era largo, de un matiz azul oscuro, la vampira se había maquillado muy ostentosamente y sus labios tenían el mismo tono de su vestido.
–Chicas, el novio está listo –Adolph irrumpió en la habitación y se paró en el umbral de la puerta manteniéndola abierta.
¡Cielos! Ese hombre se veía prodigiosamente guapo en su esmoquin blanco y negro de puños blancos, saco, corbata al mejor estilo retro, zapatos de cuero lustroso y brillante, cabello rizado perfecto, pañuelo y flor en el bolsillo. Cada detalle perfectamente cuidado en su aspecto. Nina tenía mucha suerte de tener a un hombre tan estupendo a su lado. Ella no lo tomó en cuenta y él permaneció embelesado y fascinado admirándola.
–Dame dos minutos –barbulló Nina corriendo apresuradamente hacia el espejo–. ¿Qué color de cabello va mejor con mi vestido? Considerando que hoy la noche es púrpura y el vestido es azul… ¿Qué les parece si lo llevo negro?
Nina estaba nerviosa, inquieta, brincaba como saltamontes de un lado a otro probándose pelucas.
Adolph soltó el pomo de la puerta y se adentró al cuarto.
–Están hermosas, ambas –él se arrimó prudentemente hacia su esposa y ella se vio obligada a mirarlo. Cuando lo hizo sus ojos se posaron en todo su cuerpo, lo desnudó con la mirada, lo devoró de pies a cabeza.
–Tú estás… Increíble –balbuceó Nina.
Con una grácil sonrisa Adolph aferró el rostro de Nina entre sus manos.
–También tú –le dijo él–. Pero sabes que para mí eres más hermosa con tu cabello natural, Nina. Ya no eres más una chica de cabaret. No tienes que usar esto –el vampiro le arrebató la maraña de cabello negro para dejar al descubierto su precioso cabello dorado que colgaba hasta su cuello, le levantó la barbilla con un dedo y la besó suavemente en la boca, ella no pudo evitar envolverlo con sus brazos.
¡Qué ternura!
–Vamos, princesas –Adolph le ofreció un brazo a Nina y otro a mí.
Habíamos acordado que él me entregaría a Joe en el altar, ya que era el mayor y era como mi propio hermano o padre. Cuando salimos de la recámara hacia el jardín trasero del hotel vislumbré las coloridas luces. Todo el largo pasillo alumbrado bajo los faros del césped. Las flores exóticas coloridas adornaban todo el primoroso lugar, la luna violeta de Somersault destilaba su luz, las estrellas garrafales superpuestas en el cielo. Todo era muy colorido, abarrotado de flores y ornatos, igual que el bosque de un cuento de hadas. Un toldo blanco cubría el espacio, donde las sillas ataviadas señalaban hacia el podio. Había más personas de las que yo imaginé. Alan, igual de gallardo que Adolph, se encontraba avistándome desde la lejanía mientras cuchicheaba al oído de Julieanne. El resto de las hermanas Ravenwood también habían venido, la mayoría chicas rubias, al igual que su madre, quien ahora era viuda. Entorné los párpados tratando de distinguir a la multitud de vampiros que se hallaban sentados aguardando por la ceremonia. Entreví una silueta y un cabello verdoso como el pasto, ése era… ¡Oh! Por supuesto, el chico vampiro de la banda de Jerry. También estaba Erick, el buen hombre que se encargó de conseguirnos nuestra lujosa mansión en Manhattan. Una mujer con velo trasparente se acercó a Alan. Era su madre, también había venido. Un hombre adulto de piel morena conversaba alegremente con otra mujer madura. ¿Quiénes eran? Hice un esfuerzo y los recordé. El hombre era Jacob, el tipo del bar donde había visto por primera vez a Liam, y la mujer, ella era la camarera de la taberna de Somersault, donde Joe había apaleado al hombre que hacía magia.
¿Y aquel niño rubio…? ¿Ése era Edmond? ¡Oh Dios! Sí era él, vestido elegantemente y sonriendo. Si estaba en mi boda debía tener buenas intenciones, de lo contrario, yo me encargaría de darle una buena tunda a ese mocoso.
La alfombra blanca cruzaba el césped como un sendero o una pasarela esperando por mí. Adolph dejó a Nina en manos de Jerry, quise reírme cuando observé al rubio mortal, que por primera vez tenía mucho fijador en el cabello, llevaba sus anteojos puestos, su traje era de color gris, y sus zapatos, un par de Converse.
Entonces tragué saliva, noté que estaba temblando. Si continuaba dando pasos me desmayaría.
¡No ahora! ___tn, no ahora. Me reclamé.
Abordé a cruzar la longitud del pasillo inmaculado, me ahogué con un nudo en la garganta cuando distinguí a Joe bajo los reflectores, él traía un traje blanco, todo completamente blanco, impecable, esplendoroso, fúlgido. Jamás había visto a Joseph de blanco y ahora que lo veía era como mi más erótica fantasía. El traje ceñía su cuerpo y contornaba su escultural figura masculina colmada de músculos. Su rostro se veía encendido, sus labios de un rosado natural, sus ojos iridiscentes y plateados, su sonrisa perfecta con colmillos despuntados, su cabello, que había vuelto a ser corto y tenía un perfecto peinado, su barbilla cuadrada pulcramente afeitada. ¡Era hermoso! Lo amaba.
Antes de que pudiera darme cuenta estaba atravesando el pasillo.
–Te ves muy hermosa, estoy muy feliz por los dos, ___tn –me susurraba Adolph, a mí me daba la impresión de que trataba de tranquilizarme–. Me siento orgulloso, como si fuera tu propia familia.
En el momento que estuve cerca de Joe mi respiración falló y mis rodillas se convirtieron en gelatina.
–Te quiero, pequeña –concluyó Adolph. Me besó en la frente y soltó mi brazo dejándome justo en frente de Joe.
Pude oler el ambiente húmedo de la noche, todo tenía un suculento perfume, pero no tan exquisito como el aroma de Joe, que ya estaba empezando a marearme. Lo miré a los ojos con la vista empañada.
¡No llores! ¡No eres una niña, no llores! Me dije a mí misma.
Aquel bellísimo vampiro estaba tan cercano a mí que difícilmente era consciente de otra cosa además de él.
Él pronunció los votos seguro de sí mismo, yo balbuceé palabras con la voz ahogada. Mis dedos estaban fríos y temblorosos cuando él sujetó mi mano para colocarme el anillo. Pero colocarle el anillo fue definitivamente lo más satisfactorio, me llené de placer al momento en que lo hice.
Nina sollozaba como loca sobre el pecho de Adolph, su maquillaje se le había corrido por toda la cara y su esposo le daba pañuelos y besos en el cabello.
Sin embargo, la ceremonia no terminaba aquí, éste era apenas el comienzo. El Zephyr detrás del pedestal nos tendió una daga y una copa. Joe hizo presión sobre mi muñeca con la hoja de filosa de la cuchilla hasta que apareció una fina y minúscula línea granate de sangre, dejé que la sangre goteara hacia el interior del cáliz vacío y después repetí el proceso de cortar la muñeca de Joe para que su sangre se mezclara con la mía dentro de la copa. Nuestras cisuras se sellaron varios segundos más tarde.
Todo se hizo como es debido, siguiendo las arcaicas tradiciones de los Zephyrs. Joe y yo nos comprometimos a mantenernos enclaustrados juntos en una cómoda tumba mientras se era preparado un néctar con nuestra sangre y se hacía un antiguo ritual de colocar flores blancas, negras y rojas alrededor del ataúd. Al menos tres minutos mi esposo y yo permanecimos en el oscuro y sombrío interior de esa caja de muertos. El ataúd se abría luego de la culminación del ritual. La costumbre constaba en que los novios se levantaran de una tumba para simbolizar la inmortalidad y el hecho de que pasaríamos de ese viejo dicho “Hasta que la muerte nos separe”.
Tétrico, pero excitante.
El brebaje preparado era un extraño y exótico vino tinto con ese selecto toque esencial de nuestras sangres combinadas, debíamos beberlo para simbolizar que estábamos unidos como marido y mujer con nuestra propia sangre y se creía que nos purificaría y convertiría nuestras almas en una sola. Los rituales continuaron, como en cada boda de este tipo, los vampiros mayores y poderosos debían legarnos algunos dones, habilidades o poderes como obsequios. Julieanne nos entregó como ofrenda a cada uno de nosotros uno de esos colgantes de oro como el que Alan llevaba, nos explicó que eso significaba que éramos bendecidos bajo los dones de su protección; y la madre de Alan se acercó para otorgarnos una de sus virtudes de Zephyr, la mujer nos tomó de las manos a ambos y rezó en voz baja algún extraño cántico, nada ocurrió cuando finalizó, ella se retiró con una sonrisa y legándonos buenos deseos. Para la siguiente ceremonia Joe debía ponerse de rodillas delante de mí y rendirle un culto de oraciones al dios de la luna por hacernos dueños de la noche y habernos dado la inmortalidad junto con… Lilith. Pero obviamente decidimos omitir la parte de Lilith. El hombre encargado de casarnos le entregó a Joe una cinta de seda roja, yo cumplí con mi parte del deber quitándome mis zapatillas y Joseph ató la cinta alrededor de mi tobillo izquierdo mientras tanto recitaba las palabras que se había memorizado, dándole gracias en un extravagante idioma vampírico a cada dios por haberle concedido una mujer. Por último pusimos nuestras firmas en el gran libro inmortal.
–Yo decreto, que, oficialmente, ___tn Eve Moore pertenece a Joseph Adam Jonas –decía el celebrante casamentero–. El cuerpo y el alma de esta mujer han sido otorgados a este caballero, quien la ha marcado con su sangre, ofrendas, votos y sacrificios. Cada vampiro u hombre que se encuentre cerca de la doncella tendrá conciencia de que la mujer tiene un propietario. Al igual que cada mujer sabrá que Joseph comparte alma con esta bella dama –el hombre robusto tomó aire–. Los declaro, marido y mujer. Puede morder a la novia –Joe y yo alzamos una ceja con astucia–. Es broma, no deben hacer eso en público. Pueden besarse, hombre.
Quizás si hubiéramos estado en una iglesia habríamos sido más sutiles al besarnos, pero lo no estábamos, él y yo estuvimos impacientes aguardando este maravilloso momento. Ahuequé la cara de Joe entre mis manos y me colgué de él para besarlo profundamente, poderosamente, intensamente. La emoción estaba consumiéndome, podía oír los aplausos de nuestros invitados, todos esos ritos me habían dejado agotada y ansiosa por Joe, él me rodeó la cintura con sus brazos y devoró mis labios ferozmente. Empezábamos a jadear cuando fuimos interrumpidos.
–¡Hey! Busquen una habitación –dijo Jerry.
Me separé de los labios de Joe y tomé una servilleta para limpiar el labial que había manchado su barbilla y mejillas.
–Sí, ya tenemos una habitación –contestó Joe al tiempo que yo frotaba el trozo de papel por su cara.
–Sí, bueno, úsenla –repuso Adolph riéndose.
Nina saltó a abrazarme y me dejó empapada con lágrimas, lloraba a chorros.
–¡Oh niña! –voceó entre sollozos–. ¡Estoy tan feliz como si fuese mi propia boda! Ustedes se lo merecían. ¡Finalmente! ¡Los quiero muchachos! Quiero que sean felices como lombrices y tengan una excelente vida sexual.
–¡Nina! –la amonesté profiriendo un chillido.
Todos rieron.
–¡¿Qué?! –soltó ella con pinta inocente–. ¡Es cierto! –abrió sus brazos para Joe–. Ven aquí, muchachote.
Los chicos me abrazaron uno a uno, dedicándome buenos deseos y bromeando conmigo.
Luego de que los chicos se habían marchado a divertirse Joe me lanzó una mirada picante, recorrió mi cuerpo de arriba abajo mirándome de reojo, sus manos estaban dentro de sus bolsillos, su sonrisa era tan letal que podría intoxicarme y hacerme adicta. Le devolví la sonrisa de la forma más seductora que pude, sonrojándome al mismo tiempo. Él se aproximó discretamente dando dos pasos hacia mí.
–¿Sabes lo que más he estado esperando de esta boda? –susurró en mi oído sensualmente.
La potente fragancia de su cuerpo atestó mis sentidos, hoy su aroma tenía una especial mezcla de olores, olía a su apetitosa sangre deseable y pura, olía un poco a flores, a ese perfume especial que guardaba en el armario, a su dulce piel lujuriosa, a loción de afeitar y ligeramente a licores costosos. Tenía un peculiar brillo en los ojos, como chispas de picardía; las puntas de sus colmillos se asomaban a causa de su sonrisa torcida y ardiente, más ardiente que el mismísimo infierno.
Creí que empezaría a sudar cuando deslicé mi mirada a través de todo su perfecto cuerpo, recubierto de blanco igual que un bello ángel.
¡Por Cristo! Agradecía no estar en una iglesia. ¿Lujuria en la iglesia? Eso era malo. O quizás no, era mi esposo.
–Creo que es lo mismo que yo he estado esperando –musité al oído de Joe y después mordisqueé su oreja para conquistarlo y tentarlo.
Sentí el escalofrío que recorrió su cuerpo, él sacudió su cabeza y su cuerpo, se estremeció.
–Estoy caliente, nena –siseó él rodeándome la cintura con un brazo–. Estoy muy caliente, lo único que quiero es tener esa sexy luna de miel.
Me reí y lo besé en la boca de forma veloz.
–¿Quieres escaparte? ¿Vamos arriba hacia esa cálida habitación? –le acaricié el pecho.
–Nada me gustaría más, ___tn Jonas.
El calor subió por mi cuerpo al oír mi nuevo nombre de casada. ¡Era una mujer casada! Le agarré la mano a mi vampiro amado y lo conduje escaleras arriba hacia nuestra suite. Joe me besaba con vehemencia mientras rebuscaba en sus bolsillos la llave de la habitación doble, se alejó un centímetro de mis labios y maldijo.
–Ábrete –le gruñó Joe a la puerta. Sonreí extrañada y la puerta se abrió. Casi estuve sorprendida. El recinto estaba oscuro cuando entramos–. Luces –dijo Joe mientras cerraba la puerta tras nosotros.
Cientos de velas encendieron sus llamas como por arte de magia, una a una formando una hermosa cadena de luces alrededor de la pulcra y amplia estancia. La ciudad subterránea seguía siendo un misterio para mí, todo tenía vida en ese lugar. Una colosal cama con dosel y sábanas rojas de satén se encontraba en medio, y a un lado de ésta había una mesa repleta de comida en bandejas de plata, alcancé a observar enormes copas con frutas, licores, vinos, botellas de champaña, copas y vajilla fina. ¡Era comida como para todos los chicos!
–¿Todo eso es para comer? –pregunté asombrada.
–Entre otras cosas –me respondió Joe al oído al tiempo que rodeaba mi cintura desde atrás y acariciaba mi cuello con sus suaves y suculentos labios.
Apoyé mi mano sobre su mejilla y dejé caer la cabeza hacia atrás arqueando mi cuello, deleitándome con su placentero contacto.
–Esta noche será como tú te la mereces, voy a hacerte el amor muy lentamente, muy apasionadamente –siguió susurrando. Sus labios ascendieron con suaves mordisquitos desde la parte baja de mi cuello hasta mi oreja. Sentí que mi sangre hervía debajo de mi piel–. Te prometí darte una noche especial, ahora es el momento.
Sus manos subieron hasta mi cabello, él me acarició suave y lentamente.
–¡Oh Joe! Estás provocándome una severa fiebre –musité.
Él se rió con una risa grave y elegante.
–Si tienes fiebre no podremos hacer nada, tienes que acostarte y dormir –él continuó pasando sus labios por mi oreja y cuello, yo sentía su aliento caliente contra mi piel.
–Contigo cerca lo menos que podré hacer será dormir –me volteé y lamí sus labios.
–¡Me ofendes! ¿Cómo podría mantenerte despierta?
¡Era tan hermoso con esa cara fingida de inocencia! Sí, claro, el chico que no rompe un plato.
–No lo sé, tú debes saberlo mejor que yo. ¿Por qué no me muestras?
–Pervertida.
–Malvado.
Él tomó mis labios y me dio un beso con exigencia, pasión y fogosidad, apretándome contra su cuerpo de manera protectora y efusiva. Mientras respiraba mi pecho bajaba y subía con dificultad, chocando contra el suyo provocando fricción, fuego. Con firmeza y seguridad buscó el cierre de mi traje.
–Hoy estás ardiente, así que perdona si arruino tu peinado, tu maquillaje e incluso tu vestido –murmuró.
–¡Dios! No tienes idea de lo sexy que tú estás en color blanco. ¡No puedes imaginarte como me incendias! –le respondí.
Él soltó una carcajada.
–Sigue insultándome, eso es sexy cuanto tú lo haces –él comenzó a bajar el cierre mi vestido rojo.
–No puedo, no se me ocurre nada cuando eres tan adorable y encantador.
Mi vestido cayó al suelo.
Joe, sin dejar de seducirme quitó los broches que mantenían mi cabello ordenado y me despeinó con las manos.
–Bruja –intentó con un insulto.
–¡Oh! –dije silenciosamente, formando una gran “O” con mis labios–. Idiota.
Su sonrisa se hizo más amplia, apretó mi cuerpo enfebrecido contra el suyo.
–¡Tonta! ¡Bella tonta! –me dijo.
Le di un beso en el cuello.
–Si me insultas con palabras bonitas no podré decirte nada realmente bueno –le reproché.
Sentí como él lamía mi cuello y bajaba, lentamente hacia mi clavícula, me sostuve de sus hombros mientras comenzaba a delirar. Él se alejó, fue hasta la mesa, cogió la botella de champaña y la destapó. Lancé un grito divertido cuando el líquido hizo explosión y la espuma se derramó hacia todas direcciones. Joe se reía, de forma muy sensual, trató de sacudirse las gotas de champaña que estaban salpicadas sobre su cara y sirvió dos copas, una para él y otra para mí.
–Siéntate –me dijo. Apuntó con la copa hacia el enorme colchón, me senté sobre la ropa de cama, él me entregó una copa–. Bebe un poco de champagne mientras yo te hago un delicioso masaje. Debes estar muy tensa.
–Sí, tú me pones muy tensa. Toda caliente.
En silencio bebió de su trago, colocó su copa encima de la mesa de la comida y situó sus manos encima de mi hombros, tan solo eso hizo que me estremeciera, mi corazón se agitó dentro de mi pecho. Bebí de la copa de champán, tenía un buen sabor, espumeante y efervescente contra mi lengua. Las cálidas manos de Joe comenzaron a moverse sobre mis hombros, muy lentamente, masajeándome con un suave y lento compás, haciendo círculos con sus pulgares sobre mis omóplatos. Mis terminaciones nerviosas respondían con estímulos, mandando calor hasta en el último músculo de mi cuerpo. Sus manos sobre mi espalda eran como una tentación, me sentía a cada segundo más incitada con el suave masaje de sus dedos, que presionaban mi musculatura, relajándome, excitándome.
–¿Por qué nunca antes me diste un masaje? Eres impresionante –murmuré en un gruñido ronco.
–Bueno –me habló–. Sabes lo apresurados que somos cuando tenemos sexo, no había tenido tiempo para detalles, pero hoy, te volveré loca, lo prometo.
–Eres cruel.
Cruelmente delicioso.
Bebí otro sorbo de mi trago y gemí regocijada por el majestuoso masaje.
–No hagas ese sonido, tengo problemas cuando lo haces, haces que me endurezca, preciosa –él besó la parte trasera de mi cuello y sus manos descendieron con suaves masajes hasta el broche de mi sujetador y lo desabrochó.
–No es justo que tú estés completamente vestido –alcancé a balbucear. El detuvo el masaje para quitarse el saco, pero sólo el gabán blanco–. ¿Sólo eso?
–Por ahora –contestó con una sonrisa entusiasta.
Joseph se desprendió de mi sujetador y lo arrojó a la cama, sentí que recorría mi columna vertebral con el dorso de su mano, después me abrazó cubriendo mi pecho con sus fuertes brazos y continuó besando mis hombros repetidamente, de forma sutil.
¡Dios! Me hacía perder el aliento. Lo amaba, lo amaba con toda mi alma.
De pronto él estiró su brazo y tomó una fresa del tazón de fresas con crema, la puso cerca mis labios para que yo la mordiera. Con mis dientes saboreé la suave carne del fruto, me la comí muy lentamente y luego me llevé los dedos de Joe a la boca para lamer lo que restaba de sirope rosado. Dejé mi bebida encima de una bandeja de plata, me giré de forma veloz y atrapé sus labios con los míos, me senté sobre su regazo mientras masajeaba su lengua con la mía. Finalmente se dejó llevar e hice que se recostara sobre las almohadas.
Me alejé para ver su rostro, su impecable y perfecto rostro precioso, él sonreía y jadeaba, sus colmillos se habían expandido, mostrándose un poco más. De nuevo me aproximé para susurrarle al oído.
–Cierra los ojos –le dije en voz baja.
–No es justo –comenzó a protestar él.
–¡Shh! Calla y cierra esos bonitos ojos –lo hizo.
Humedecí dos de mis dedos en el champán burbujeante y luego acaricié los labios de Joe con mis dedos húmedos.
–Hmm… –gimió y lamió la superficie de sus labios mojados en champaña.
Ese movimiento que hizo con la lengua… ¡Madre mía!
Cuidadosamente elegí una fruta para dársela. Cereza, la cereza era perfecta.
Sujeté el pequeño fruto desde el tallo, lo dejé colgando cerca de sus labios y él lo atrapó con sus dientes en un movimiento tan fugaz que quedé boquiabierta. Juguetonamente lo besé en la boca, después en la barbilla, fui hasta su cuello, comencé a desabrochar los botones de su camisa y de pronto él estaba haciéndome cosquillas. Tuve que parar a estallar de risa, me lancé sobre las sábanas jadeando, riendo, escuchando la risita coqueta de Joe, quién subió a mi cuerpo y tenía una mano tras su espalda.
–¿Qué escondes ahí atrás, grandote?
Entonces me enseñó su mano en la que había una rosa marchita.
–¿Recuerdas esto? –dijo.
Fruncí el ceño y él emprendió a acariciar mi cuello y el sendero de mis pechos con los pétalos secos, envejecidos y estropeados. Aquella exótica flor cobró vida y tomó color frente a mis ojos, de un segundo a otro, de manera sorprendente. ¡Cómo olvidar eso! La rosa que Joe me había regalado en mi pasado cumpleaños.
–¿Es la misma?
–La misma –afirmó él–. ¿Y sabes como la conseguí? Es una flor originaria de Somersault, sólo aquí puedes conseguir algo así. Ella sólo cobra vida cuando estoy contigo.
–Entonces a partir de ahora será para siempre.
–Absolutamente.
La flor se cayó al suelo cuando comenzamos a besarnos, uní mis labios a los suyos mientras rozaba todo su cuerpo con el mío, abordé a sacarle la camisa y la corbata de forma arrebatada, su lengua palpaba todo mi cuerpo, dejó un reguero de besos en mis senos. Al instante en que conseguí despojar a Joe de su camisa besé su pecho duro y musculoso, mis colmillos comenzaron a arder, mi mandíbula se prensaba cuando mis caninos superiores se alargaban en respuesta al éxtasis y el placer impetuoso.
–Date la vuelta –me pidió con la respiración entrecortada–. Boca abajo.
Insegura acaté su orden, lo vi por encima de mi hombro, estaba alcanzando un envase de miel.
–¿Qué harás con eso? –pregunté extrañada.
–Saborearte –su tonalidad fue casual, como la de un niño, si un niño pudiese decir tal fechoría–. Puedo apostar a que la comida sabe mejor sobre tu cuerpo.
De improviso, algo frío, líquido y espeso tocó mi espalda, sentí el material pegajoso escurriéndose por mi piel y el golpe húmedo de la punta de la lengua de Joe recorriendo los huesos de mi espina dorsal. Cerré mis puños en las almohadas y gemí.
–¿Ti piace? –me dijo Joe con un exótico acento.
–¡Ah! Si sigues hablándome en italiano creo que comenzaré a hiperventilar.
–Bien. ¡Vamos a hacerte jadear entonces!
Sus escurridizas manos apartaron el cabello de mi espalda, mordisqueó mi nuca y seguidamente me hizo darme la vuelta para tomar mis labios, los suyos aún tenían el satisfactorio sabor dulce de la cereza y la miel. Casi de forma desapercibida él consiguió otra cereza y la colocó sostenida en mi abdomen, encima de mi ombligo. Con su boca él buscó el rojo y jugoso fruto, yo sentía que una turbulenta agitación me asaltaba, haciéndome enloquecer. Me dio lentos besos alrededor del ombligo hasta que metió la fruta a su boca, la presionó con sus colmillos y ésta se reventó llenando su boca de néctar y dulce carne escarlata, lo observé atentamente mientras él masticaba.
–Sí, sabe mucho mejor de tu cuerpo –masculló él mientras engullía.
Mi estómago revoloteó con cosquilleos desde mi vientre hasta mi pecho, como si todo se agitara dentro de mí. Y mi corazón… ¡Caramba! Se saldría de mi pecho. Joseph continuó con su juego de seducción, con esa mirada traviesa y curiosa como la de un niño, succionó y lamió la superficie de estómago y emprendió a utilizar los dientes, me rasguñaba placenteramente con sus colmillos. Iba en descenso por el camino de mi cuerpo, inició mordisqueando los huesos de mis caderas, y bajando más… todavía más. Enterré mis dedos en sus hombros, sentí sus besos desde mi pelvis hasta mi tobillo, que seguía rodeado por la cinta de seda, aquella cosa debía permanecer ahí los primeros tres meses de matrimonio, ya que, según las creencias de vampiros mayores, alertaba a los demás hombres de que era un mujer recién casada.
Me sorprendió la delicadeza que empleó Joseph para besar la zona de mis tobillos, yo estaba perdiendo la cabeza, y la razón, en este punto todo mi cuerpo picaba, ardía. ¡Me tenía loca! ¡Desquiciada! Eso debería ser ilegal, completamente ilegal. Mi estado era lamentablemente humillante, me derretía. Si los hombres tuvieran una advertencia este vampiro mío tendría que llevar una de “Inflamable”. Porque incendiaba todo a su paso.
Él era más que perfecto, ardiente, sensual, seductor, atractivo como el mismo paraíso. Y tan encantador que… ¡uff! Él es el hombre por el que cualquier mujer mataría.
Me liberé de su cuerpo, lo tumbé debajo de mí, me senté en la parte baja de sus abdominales, tomé la crema chantillí e hice una línea blanca de esa espuma cremosa en la línea vertical que delineaba sus músculos y dividía su torso. Tomé con mi dedo un poco de crema batida y la llevé a mi boca, sabía dulce igual que su piel, el resto de la espuma la removí con mi lengua, sintiendo su suculento sabor y la textura de su piel en mi lengua mientras él se retorcía.
Más desesperada e impaciente busqué el botón de sus pantalones blancos y deslicé su cremallera hacia abajo. Él arrancó mi última y única prenda con premura y yo terminé de desnudarlo, mis latidos eran frenéticos, desbocados, mis colmillos presionaron mis labios de manera urgida, necesitaba morder, era una basta necesidad salvaje. Me incliné, adosando mi abdomen al suyo, mi pecho sobre el suyo, todo mi cuerpo caliente sintiendo el de Joe y descansé mis labios en la vena de su cuello sintiendo como palpitaba. Necesitada abrí la boca y lo mordí, escuché su gruñido de placer cuando mis dientes le perforaron, toda la sangre corrió por mi boca y la sensación fue una experiencia completamente afrodisiaca, erótica, placentera, excitante, impactante y calurosa.
Necesité más, más de su cuerpo, tenía que… Emitiendo un gemido para refrenar un grito de placer junté mis caderas a las suyas, éstas encajaron a la perfección como un juego de puzzle. Estábamos hechos el uno para el otro, la unión que había ahora entre nosotros era más íntima, más descomunal, casi era como si fuéramos un solo ser. Mientras bebía de su garganta no podía notar la diferencia entre sus emociones y las mías. Ambas me golpeaban al mismo tiempo y en la misma dirección mientras me entregaba una vez más a él. Sus manos se aferraron a mis caderas incitándome, ambos llevábamos un rítmico movimiento con la unión íntima de nuestros cuerpos, yo encima de él, meneando mis caderas.
Arañé sus brazos y espalda con mis uñas, nunca olvidaría esta noche en la que me hice completamente suya y él se había convertido en mi propiedad. Cualquiera que se atreviera a tocar al hombre que era mío –y sólo mío– tendría serios problemas conmigo. Esa vez la pasión se desbordó, a chorros. Por primera vez la unión de ambos era más fuerte, más cerrada, como algo inquebrantable, como si de algún modo nadie pudiera separarnos el uno del otro, nada podía apartarnos de ese momento.
Ningún paraíso era mejor que el éxtasis que abarrotó mi cuerpo y el suyo, mi cuerpo temblaba de deseo, podía sentir el fuerte y apresurado latido de su corazón.
–Joe, te amo, yo… –jadeé, me costaba hablar, respirar. Mis ojos estaban cerrados mientras seguía arañando el cuerpo de mi hombre–. Te amo.
–Mírame –gimió él tomando mi cara entre sus manos, abrí los ojos y me encontré con los suyos, repletos de amor. ¡Por Dios! Me amaba–. También yo te amo, ___tn.
Era oficialmente la mujer más feliz del planeta, toda la noche hicimos el amor lentamente, amándonos de manera apasionada.
Por la mañana seguíamos comiendo, y divirtiéndonos, el desayuno había llegado y también había sido bien aprovechado.
Joe sostenía un racimo de uvas verdes en su mano y metió una en mi boca. La mastiqué y lo besé en el pecho, él fue en busca de su siguiente fruta. Una manzana, roja, grande, brillante, fresca y jugosa; se la llevó a la boca y la mordió.

*****

Observé la cinta alrededor de mi tobillo, todavía estaba allí. Yo me encontraba de pie en medio de la sala de entretenimiento de nuestra casa. Nina hoy seguía luciendo rubia, muy natural, estaba sentada en el mismo sillón que Adolph. Alan y Jerry jugaban al football de mesa y Joe hacía ejercicios en aquella maquina.
–Sigan ignorándome –me quejé yo.
En seguida mi precioso vampiro se levantó para besarme, me sujetó el rostro y presionó mis labios con los suyos, comprimiéndolos con la boca cerrada. Se separó dos centímetro de mí y me olfateó muy curiosamente, recorrió mi garganta con su nariz y la enterró en mi melena de cabello.
–Hoy hueles diferente, ___tn –masculló.
Me quedé callada y repentinamente me percaté de que Joe se hincaba en la alfombra, poniéndose de rodillas delante de mí, me tomó de las caderas y besó mi abdomen, repetidamente, suavemente, con una ternura radiante que afloraba de él. Me dio cortos besos en todo mi estómago plano, parecía que saltaba de felicidad. Los chicos parecían extrañados.
–¡Oh por Dios! ¡No es posible! Me has hecho el hombre más feliz de la tierra, mi princesa. ¿Puedes creerlo? –clamó alzando la cabeza para mirarme desde el suelo y luego continuó con los besos–. Estás embarazada, ___tn.







-Fin-




ahahahaha :¬w¬: q tal quedo
espero q tengan un excelente fin de semana
nos veremos en la próxima
ElitzJb
ElitzJb


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