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Mensaje por andreita Lun 30 Jul 2012, 12:52 pm

cappppppppppppp
andreita
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Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 42 Empty Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

Mensaje por chelis Lun 30 Jul 2012, 4:45 pm

:D
chelis
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Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 42 Empty Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

Mensaje por DanieladeJonas Lun 30 Jul 2012, 6:36 pm

AL FIN ME PUDE PONER AL CORRIENTE!!!!!!
casi lloro sin tu nove estos ultimos dias!!
llore con la parte en que Joe esta agresivo!!
tambien escucho a Darius? me quede asi o.O
Sam maldito que le hace a mi Joseph?!!
y me encanto la historia de Nina y Adolph
super tierna *.*
como que ya faltan menos capitulos?!!
ahh dios!!! que emocion!! siguela pronto!!
por cierto tengo una super duda!!
cancelaste tu novela "Demonios Personales"?
ya no la encontre y en serio que me encanta!!
y ahorita me voy corriendo a leer la otra que me muero de intriga
entonces me paso por tu nueva nove!! :D
DanieladeJonas
DanieladeJonas


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Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 42 Empty Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

Mensaje por chelis Lun 30 Jul 2012, 6:49 pm

:D
chelis
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Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 42 Empty Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

Mensaje por andreita Miér 01 Ago 2012, 2:04 pm

oa?
andreita
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Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 42 Empty Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

Mensaje por ElitzJb Miér 01 Ago 2012, 4:11 pm

Segunda Parte

Jugar a Cazar


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–Silencio –me susurró Joe al oído y me guiñó un ojo–. Ahí vienen –me quedé mirándolo silenciosamente–. Hey, no hagas eso –dijo en voz baja y noté que se ponía tenso, su cuello estaba rígido y agarrotado.
–¿Hacer el qué? –susurré.
–Tentarme –respondió–. Acabas de lamer tus labios y justo ahora estás mordiéndolos, eso me calienta y me hace querer besarte.
Yo ni siquiera lo había notado.
Él miraba directamente hacia mi boca, lentamente me acorraló contra el vagón del camión.
–Bien, me alegro de no ser la única que se siente tentada a hacer eso –me escapé de su dominio y sigilosamente lo atrapé entre mis brazos. Apoyé ambas manos en el frío metal del vehículo a cada lado del lujurioso cuerpo de dios de Joe, él se sorprendió–. Pues tú has estado jugando conmigo, no pienses que no he notado que de pronto rozas mi cuerpo “accidentalmente” y que me susurras al oído de cerca.
Se rió, muy regocijado.
No era necesario explicar el modo en que la vibración de su voz me hacía perder el equilibrio al activar mis sentidos en una llamarada de fuego y estremecimientos. Ni tampoco el modo en que mi estómago se contraía cuando su piel hacia contacto con la mía.
–Estamos cazando, recuérdalo –no pude dejar de observar sus labios mientras él pronunciaba cada palabra.
–Exacto –junté mi pecho con él suyo.
Su risa fue más modesta esta vez.
–Sí, pero yo no soy el objetivo. Y si sigues acercándote tanto creo que voy a estar demasiado distraído para atrapar a los mortales. No quiero empezar a sudar, no todavía.
De mala gana me aparté de él, los pasos de los humanos se percibían más cercanos, podía decir que eran varios chicos, conversaban en voz alta atravesando la calle. Me asomé a un costado del vehículo y puse mis sentidos alerta a cualquier movimiento, mis colmillos habían crecido.
Seguidamente tuve escalofríos en todo el cuerpo, sentí todos mis músculos templarse, debido a que los suaves y firmes labios de Joe estaban besando mi cuello desde atrás. Con delicadeza apartó el cabello de mi nuca y comenzó a deslizarse muy lentamente hocicando con su boca el largo de mi garganta. Tuve que reprimir un gemido. Sus brazos me rodearon y sus manos se posaron en mi vientre bajo.
–Haces trampa en el juego –mi voz sonó ronca–. Me convences de no distraerte para luego atacarme por la espalda. Eres…
Mordí mis labios para no dejar escapar un sonido de placer, él comenzó acariciarme, con sus dedos tanteó mi abdomen. ¡Dios! Se sentía tan bien. Todo mi vientre cosquilleaba. Giré mi cara hacia atrás para tomar sus labios con los míos. Y todo se salió de control.
Su boca tomó la mía furiosamente, empezó mordisqueando mis labios diestramente, yo abrí mi boca esperando el contacto con la humedad de su lengua, sentí su mano recorrer mi espalda mientras la otra descansaba en mi nuca y se movía hacia mi cabello. Sus manos y sus labios se movían con firmeza, recorriendo mi cuerpo.
Lo sujeté con fuerza, resbalando mis manos impacientemente por su pecho, luego sobre sus musculosos hombros y trepando de su cuello hasta su cabello sin cortar el beso ni un solo segundo. Esa noche yo llevaba un vestido pequeño y de color negro, Joe manoseaba mi piel cubierta y también la descubierta, la tela ligera del vestido rozaba con mi piel cuando él la frotaba, lo que me blindaba de placer y erizaba cada parte de mi cuerpo.
Sumidos en el beso apasionado, los dos gemimos sin poder evitarlo, él alzó mi pierna tomándola desde la parte trasera de mi rodilla para que yo me permitiera envolverlo entre mis piernas y nuestras caderas se unieran.
Respira. Me recordó mi subconsciente.
–¡Oh Dios! –jadeé alejándome de mala gana de sus labios.
Su respiración agitada era sonora, mi pecho junto con el suyo se movían conjuntamente, al mismo ritmo, chocándose cuando ascendían y descendían pesadamente.
Demonios, necesitaba a este chico tal como una adicta, igual que un toxicómano en busca de crack. Él era mi droga, o peor que eso, lo necesitaba para vivir, como un diabético necesita de insulina, él era el aire que yo respiraba.
Aire, pensé.
Los pocos segundos que me separé de los labios de Joe apenas me habían alcanzado para respirar un poco, realmente muy poco. Porque él volvió a tomar mi boca con otro beso, pero esta vez me besó de manera más delicada y dulce. Y se escuchó un fuerte golpe al otro lado del camión.
–Ok –dijo Joe después de separarse algunos centímetros de mí–. Si continuamos distrayéndonos nos perderemos de la caza.
Nos tomamos algunos segundos para aplacar nuestra respiración y luego salimos a la acción, tomados de las manos entramos en la escena.
Un grupo de chicos jóvenes se hallaban aterrados en medio de la solitaria calle, uno de ellos estaba siendo acorralado por Nina contra el furgón, ella iba a clavar sus dientes en su cuello, pero se detuvo a mirarnos a Joe y a mí. Nos lanzó una sonrisa con sus colmillos como dagas sobresaliendo de su boca.
–Creí que se perderían de la diversión –nos dijo Nina.
Adolph y Alan se mantenían rodeando al otro grupo de chicos. Cuando miré a Joe él sonreía.
–Si hubieran creído en vampiros desde hace algún tiempo atrás quizás lo habrían pensado mejor antes de salir esta noche bajo la luz de luna –prorrumpió Alan con un tono de amenaza.
–Los humanos siempre quieren cegarse –intervino Adolph acercándose a una asustada chica mortal–. Nunca ven la realidad, tienen miedo de creer en otra cosa que no sean ellos mismos, todos tienen tanto miedo de morir.
Muy elegantemente Adolph hablaba al oído de la chica, ella hizo el intento de salir corriendo, y como era de esperarse el vampiro mortífero se movió tan velozmente que estaba segura de que para los ojos humanos sería imposible distinguir algo más que una mancha en el aire.
–¿A dónde vas, hermosa? Aún no comenzamos –esta vez la voz de Adolph fue indulgente, podía convencer a cualquiera de hacer cualquier cosa que él pidiera.
Nina usó un clásico ataque de seducción y besó al chico que tenía atrapado para ella.
–Bueno, niños. ¿Qué tenemos aquí? –terció Joe–. ¿Dos chicas para tres chicos? ¿Cómo vamos a compartirlas? Todavía me niego a morder el cuello de un hombre.
Examiné con interés a mis víctimas, calificándolas. Había un chico que atrajo mi atención, de cabello corto y castaño. Lástima que iba a morir, porque era tan guapo.
–Joe, morderé el cuello de aquel apuesto muchacho –siseé. Sentí que le pedía permiso cuando señalé al humano que mordería.
El mortal me miró, no parecía tener miedo, era bueno ocultándolo, sin embargo, eso no era suficiente cuando tus atacantes eran vampiros, yo podía olfatear su miedo.
Joe apretó mi mano más fuerte dentro de la suya.
–Me parece bien, pero no quiero que te manosee. Muérdelo y que sea rápido –Joe sonrió y se inclinó para besarme con afecto una vez más, un beso rápido que dejó mis labios ardiendo.
–Lo mismo para ti, mi playboy –le guiñé un ojo y le di una suave palmada en el pecho.
Él me soltó de la mano y saltó a toda velocidad hacia nuestras víctimas. Miré directamente hacia el humano guapo, le hice una seña con el dedo para que se acercara, él tragó saliva y frunció el ceño. Entonces noté a qué le temía, no temía por su vida, sino por la de su chica. Una bonita joven con bronceado perfecto, el cabello color azabache y unos grandes ojos oscuros estaba tomada de su mano, con la mirada recubierta en miedo.
–¡Oh! Lo siento –pronuncié–. Ven, bonito. Tu chica estará bien, te prometo que después de esto estarán juntos para siempre.
Quería decirlo de manera perversa, pero no fue tan frío como esperaba que fuera, casi podía apreciarse un atisbo de lástima en mi voz. Eso era desagradable, ¿ahora que tenía la perfecta oportunidad de ser una sanguinaria y fría chica mis sentimientos se ablandaban? Al diablo con eso. Mientras era humana era cruel y superficial, y así debía seguir siendo.
Aunque si me ponía en su lugar… si yo fuera esa chica y Joe ese chico…
¡Oh no! Olvídalo, tú no eres esa pequeña perra.
En vista de que el humano no se apartó del costado de su novia yo di pasos lentamente hacia él, con una sonrisa empedernida y pertinaz dibujada en mis labios, mis colmillos expuestos comenzaron a arder debido a la sed.
Joe con un furtivo salto se situó detrás de la pequeña chica asustada que aún no se desprendía de su novio. Joseph le acarició el pelo a la joven para apartarlo de su cuello, sus dilatados colmillos se aproximaron al cuello de ella.
–¡No la toques, chupasangre! –gritó el novio.
No lo vi venir, pero el apuesto mortal alzó el codo y golpeó el rostro de Joseph, quien sin quejarse retrocedió varios pasos hacia atrás, se tocó la boca y con una expresión de enfado miró la sangre que empezó a desbordarse de una incisión pequeña en el labio inferior.
–¡Vaya! Bastardo. Eres fuerte, creo que me agradas –balbuceó Joe. Su entonación y su actitud no daban la impresión de que de verdad le agradara.
Tuve el impulso de preguntarle a Joe si estaba bien y me detuve a mí misma, no debía mostrar debilidad ante mis víctimas.
Caminé de manera tenebrosa hacia el indefenso novio de la chica mientras Adolph, Alan y Nina jugaban un pequeño juego con el resto del grupo de mortales. No era un juego inofensivo, más bien era uno nocivo, para los que no bebían sangre, claro.
–¿No crees que son los humanos más adorables que hayas visto? –le pregunté a Joe.
Él me sonrió, se acercó a la chica, que envidiablemente era guapa, un poco pequeña, pero guapa. El chico en cambio era alto, más que yo, tenía un buen cuerpo y los ojos con un iris azul y nefasto como los de un lobo siberiano. Los dos jóvenes fueron acorralados por nosotros hasta que sus espaldas se tocaron, sus manos no se desaferraban mientras yo me aproximaba hacia el chico y Joe hacia la chica. La sonrisa de Joe era eufórica, él me miraba a mí en lugar de a la humana y yo le devolvía la mirada y la sonrisa. Nos estábamos coqueteando, y en medio apresábamos a ese par de mortales que serían nuestra comida. Bebida.
–Creo que son la pareja de humanos más tierna que he visto –dijo Joe y se inclinó para darme otro tenue beso en los labios.
–Lástima que no puedo decir lo mismo –habló el humano–. Ustedes son la pareja de vampiros más aterradora que he visto.
Me acerqué a olfatear la sangre del mortal, recorrí con la nariz su cuello deseable, casi podía saborear esa apetitosa sangre, se me hacía agua a la boca. Él estaba quieto, ni siquiera estaba respirando, su cuerpo estaba tenso y caliente, inclusive podía decir que me deseaba, la espesa atmósfera olía a deseo, y no era precisamente entre Joe y yo.
–Suéltalo, perra –me insultó la chiquilla humana.
Eso me puso furiosa, así que tomé al humano de la parte trasera de su cuello, lo acerqué a mi boca y lo mordí. Él reprimió un grito, su deseo golpeó mi cuerpo y me debilitó, su sangre tenía un suculento sabor, de las mejores que había degustado, casi tan buena como la de Jerry. Beber sangre daba tanto placer, no sólo era el sabor contra mi lengua, sino la sensación de absorber un conjunto de emociones y energía de la persona de la que bebía, era como entrar dentro de esa persona, y este humano estaba enamorado, tenía mucho miedo y furia, mucha furia.
–Oh no, no debiste insultar a mi chica –escuché la voz de Joe seguida de un grito de la chica. La había mordido.
Este joven al que mordí tenía un peculiar perfume sobre su piel, olía como la hierbabuena, la tela de jean, y quizás un poco dulce como la nuez moscada, y sabía bien, no sólo su sangre, también su piel. Bebí de su cuello muy gozosamente, sintiendo el ardor en mi garganta, esta sangre era un tanto picante, se sentía como fuego corriendo a través de mi cuerpo. Delicioso, era considerablemente adictivo.
Las piernas y brazos del joven se debilitaron, flaquearon y se convirtieron en gelatina entre mis brazos, su cuerpo duro se aflojó poco a poco mientras él perdía el conocimiento y yo me saciaba con su sangre.
De repente sirenas sonaron desde algún lugar cercano, el retumbar en mis oídos era doloroso debido a la potencia del sonido impregnando mis sensibles sentidos agudizados.
–Maldición, alguien llamó a la policía –oí el gruñido de Adolph–. Será mejor que nos marchemos antes de que tengamos que matar a más humanos.
Haciendo un copioso esfuerzo dejé que mis colmillos salieran del cuello del humano, todo alrededor de mí ahora parecía mucho más reluciente y a la vez remoto, como alguna pintura bastante definida y precisa.
–Debemos deshacernos de los cuerpos antes de que lleguen –anunció Nina.
La imagen era espantosa, yo encima del humano ensangrentado, otros cuantos adolescentes lanzados por todo el asfalto. Lo más probable era que alguna persona hubiese escuchado los gritos y tal vez habrían visto algo. Esto era New York, podría haberlo visto cualquiera. Y todo se tornó de color rojo y azul entre luces y destellos.
–Muy tarde, ya están aquí –musitó Joe.
Abandoné al mortal tendido en el suelo, dos oficiales bajaron de una patrulla con sus armas apuntando hacia nosotros. Típicos policías, uno con sobrepeso y el otro con bigotes, ambos vestidos en un uniforme azul. El de los bigotes hizo una llamada a refuerzos por su radio, hablando en código.
–Quietos ahí, alcen las manos en donde pueda verlas –denotó el oficial con sobrepeso.
Obedecimos. Ésa era una sangrienta escena de crimen, habíamos sido atrapados en pleno delito y… Alan se movió a una velocidad tan superior a la nuestra que era como si se hubiese transportado mágicamente hacia el par de humanos armados en el tiempo que dura un parpadeo. Un momento… ¿se había movido rápido o realmente podía transportarse misteriosamente? De cualquier forma tocó a los dos hombres y les hizo desmayarse.
–Listo, no recordarán nada de lo que han visto –aseguró Alan sonriendo muy satisfecho y radiante.
–¡Vamos! Sigan divirtiéndose, yo me encargaré del desastre que dejaron –dijo una voz juvenil y divertida. Era Jerry, que apareció sonriente y despreocupado desde alguna parte de la oscura y fría calle–. Después de todo trabajo para ustedes, estoy acostumbrado a limpiar basura de vampiros.
Ninguno de nosotros se esperaba que el mortal apareciera en medio de la penumbra con su cara sonriente, su ropa desaliñada y su rostro adorablemente sonrosado. Nuestras miradas se fijaron sobre él, que iba caminado con aire impasible.
–Madre mía, ¿dónde estuviste, Brad Pitt? –vociferó Nina a Jerry.
Jerry tuvo que reírse, también yo.
–Fui a mi trabajo, y después estuve haciendo algunas visitas –confesó el mortal.
Continuamos con nuestro camino, la noche apenas comenzaba, Jerry se quedó atrás limpiando las pistas de los asesinatos.
Iba de la mano con Joe, él jugueteaba entrelazando mis dedos con los suyos y acariciando mi mano. Los chicos iban adelante.
–Eso fue divertido –dije yo para los chicos–. Nunca había jugado tanto durante una cacería.
–No has visto nada, pequeña –me afirmó Adolph.
La mirada de Joe estaba puesta en mí, podía sentirlo. Me volví hacia él y le regresé una sonrisa, Joe alzó mi mano que estaba unida a la suya y la besó en el dorso presionando sus suaves labios contra mis nudillos, después se fijó en mi cara, hizo una mueca y dejó de caminar.
–Tienes un poco de sangre aquí –señaló a un lado de su labio. Alcé mi mano para limpiarme y él me detuvo–. Déjame a mí.
Apoyó su mano en mi cara y se aproximó, no limpió la sangre con sus dedos, sino con su lengua, me lamió desde el mentón hasta los labios, mi respiración se cortó súbitamente. Hacía demasiado calor, ¿no?
–___tn –Adolph dejó de caminar y nos miró, los dos nos separamos muy rápidamente, mis mejillas ardieron–. ¿Te aseguraste de que el chico que mordiste estuviera muerto? Porque creo que muchos de esos humanos están vivos.
Dudé.
–Yo… sí, creo –titubeé–. Jerry se encargará de todos modos.
–¿Estás muy segura de eso? –preguntó una voz, por un momento creí que era Adolph, pero no, éste no era él. Había un hombre de pie a un par de metros de nosotros, su silueta se vislumbraba poco definida–. Joseph, me has decepcionado, has faltado hoy al trabajo –concluyó mientras se aproximaba más.




aja quien carrizo sera el q les dijo eso???
esta cada ves mejor :)
ElitzJb
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Mensaje por DanieladeJonas Miér 01 Ago 2012, 5:30 pm

como te atreves a dejarlas asi?!! quieres que me muera de intriga?!!
ahh es Sam verdad?!! tiene que ser el!!
wowow de donde salio Jerry? no se pero su desaparicion se me hizo rara
haha Joe limpiame a mi porfavor!! hahaha ok pues ya...
jamas los habia visto cazar asi... hasta me dio miedito :/ hehe
siguela pronto porfas que esta super buena!!!
DanieladeJonas
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Mensaje por chelis Miér 01 Ago 2012, 9:09 pm

NO LO PUEEDES DEJAR AHIII!!!......... MIRA QUE ESTOY DUDANDO DE JEEERRRRRYYYY!!!!!
Y CREO QUE EL QUE LES HABLOOO ES ESE MALDIITOO DEMONIIOOO!!!!
QUE NO SE COMO SE LLLAAMAAAA!!!!???
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAIII SIGUELA PORFIIISSS
chelis
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Mensaje por andreita Vie 03 Ago 2012, 11:10 am

jajaja yo tambien quiero que joe me limpie
andreita
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Mensaje por JB&1D2 Vie 03 Ago 2012, 1:34 pm

Oh por Dios es Sam estoy segura que es el....Oh pr Dios no lo creo esto cada vez se pones mas intenso
JB&1D2
JB&1D2


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Mensaje por chelis Vie 03 Ago 2012, 4:11 pm

:D
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Mensaje por ElitzJb Vie 03 Ago 2012, 6:06 pm

Capítulo 18: Primera Parte

El Príncipe de los Satanes


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Mi corazón dio un respingo cuando distinguí aquella voz, el canto más neurálgico, hipnótico y erótico que yo ninguna vez hubiera escuchado precedentemente… y era tan familiar y relativo.
¡Oh Dios mío! Ese sujeto, él era…
El recuerdo me aporreó.
–Permítanme presentarme –recordé sus palabras. Yo me había sentido poseída en un trance la primera vez que lo había escuchado. Aquel individuo con aquella voz–. Yo soy el hijo de las tinieblas, nací de la oscuridad y vivo en ella, soy capaz de cumplir todas tus fantasías –el hombre había hecho aparecer una camada de palomas blancas de su sombrero negro de copa–. Tengo todo lo que deseas al alcance de tus manos.
Él era el mago, el de La Tumba de los Condenados. Su voz era inconfundible.
El intrépido y bizarro silencio se prolongó, la silueta del hombre alto hendió la noche en dos mientras él se instalaba justamente delante de nosotros. El largo cabello negro del mago chispeó bajo la luz refulgente de la luna, aquella hermosa melena le caía sobre los hombros y enmarcaba su cara varonil y vigorosa. Iba todo vestido de negro, con un largo abrigo de tela que descendía por debajo de sus rodillas y unos guantes de cuero, pero esta vez no usaba el sombrero. Me pareció estar retemblando.
–Me recuerdas, mi preciosa… ___tn, porque así te llaman en esta vida, ¿no? Yo soy Samael, príncipe de todos los satanes. Pero algunos sólo me llaman Sam –él proyectó una sonrisita hacia mí.
Cristo… aquella voz me cubría con un torbellino de placer, dicha y complacencia, enviándome una frecuencia de ondas vibratorias, seduciéndome, de improviso me sentía somnolienta. Me giré a ver a Joe, que se encontraba parpadeando reiteradamente, el color abandonó su rostro, tornándose blanco, incoloro igual que la sal.
–¿Se conocen? –nos consultó Joseph.
Yo no dije nada, Sam avanzó hacia Joe, abriéndose paso entre los chicos que se veían petrificados.
–Pero por supuesto, nos conocemos desde el principio de los tiempos –precisó Sam.
Entonces el demonio se despojó de uno de sus guantes y afirmó la mano descubierta en la mejilla de Joe, él se estremeció con la fricción, por un momento pareció estar tiritando. Los moretones que aún recubrían la cara de Joseph empezaron a desvanecerse al mismo tiempo que la piel del mago palpó la cara de mi chico, sus lesiones sanaron en cuestión de segundos.
Y lo comprendí, de esa forma Joe se había recobrado tan velozmente de las magulladuras de los latigazos que el padre de Alan había hecho que le dieran.
La boca de Nina se abrió con conmoción, sus ojos desorbitados miraron al misterioso espécimen.
–Sorprendidos, ¿eh? –dijo el demonio. Sin poder evitarlo un gemido se escabulló de mi garganta, todo estaba picándome, cada vez que él emitía palabras yo sentía que algo debajo de mi piel se movía, picándome, incendiándome enloquecedoramente. La mano de Joe apretó la mía con fuerza, nuestras palmas unidas comenzaron a transpirar–. Sorpresa, sorpresa –el tipo fingió suspirar de gozo y dio pasos en círculos por el asfalto–. ¿Qué ha sucedido, Joe? –se volvió a mirarlo–. Te dije que ___tn y tus amigos estarían bajo mi protección si tú no me fallabas, te pedí que estuvieras conmigo cada vez que yo te necesitara, ¿y tú qué haces? Me das la espalda. No llegaste cuando estuve esperándote durante todo el día, ¿y luego qué? Te encuentro divirtiéndote. ¿Qué sucede con ___tn? Te dije que si fracasabas la desterraría al infierno, te lo advertí. ¿Por qué no viniste? –miró a Joe y luego a mí aletargadamente–. Únicamente uno de ustedes dos tendría que estar aquí divagando en la tierra. La condición para mantenerlos juntos y vivos era que me sirvieras, muchacho.
Joe abrió la boca tratando de formar una palabra, primero tartamudeó y después finalmente consiguió hablar.
–Perdóneme, señor. Si me diera una oportunidad, le juro que no sucedería de nuevo, se lo juro –Joe miraba al suelo.
Yo había dejado de respirar, mi corazón se había estancado, aguijoneándome en el pecho. ¿Cómo era posible que Joe tuviera miedo? Él jamás había tratado con tanto respeto a nadie, jamás había suplicado de esa manera ni habría implorado perdón como un niño pesaroso y patético.
–Joseph –se escuchó decir a Adolph. El mago le expelió una ojeada y el vampiro dejó de hablar.
–Sabes que debo hacerlo –Sam ignoró a Adolph y continuó dirigiéndose a Joe–. Yo, con mi bondad, voy a darte otra oportunidad, porque sabes que te necesito. Tú vas a entregarme La Daga de Fuego, mañana a la medianoche, si eso no sucede los liberaré de mi protección y uno de ustedes dos será devuelto a donde pertenece, y con esto me refiero a que o ella o tú podrían ser enviados a una confortable y cálida tumba.
Una risa macabra salió de alguna parte, pero no era Sam quien estaba riendo. Los perfectos labios de este caballero estaban sellados cuando esa carcajada tétrica estalló desde la cercanía. Sam levantó la vista y miró por encima de mi hombro, lo que me hizo volverme hacia atrás por puro impulso.
Ahí estaba Kevin , con su pinta más tremebunda y la mirada clavada en el otro demonio.
–El Joven Jonas tendrá que pisar mi cadáver antes de robar mi daga –opinó Ravenwood.
–Ya veremos que tan bien puede hacerlo mi muchacho –dijo Sam–. He estado entrenándolo muy bien, puede ser muy malo cuando se lo propone, nada más necesitamos saber dónde escondiste la jodida daga, hombre. Ah, y por cierto, es agradable verte de nuevo. También estoy bien.
–Qué lástima, viejo. Ahora deberías dejar al muchacho en paz, porque si quiere hurtar mi daga deberá buscar dentro de mi trasero primero –Kevin se rió, al igual que Sam.
–¿Ya escuchaste eso? Hijo, no quisiera estar en tu lugar –Sam palmeó el hombro de Joe.
Todos permanecimos en un absorbente silencio, temerosos de decir cualquier cosa.
–¿Para qué quieres las tres dagas, Sam? ¿Qué planeas? –se adelantó a irrumpir Kevin , se cruzó de brazos y cambió sus facciones mostrándose tremendamente serio.
La sonrisa de Sam se hizo más ancha.
–No puedo creer que no lo sospeches. Tú me conoces, deberías saber lo que quiero y la razón de que hoy esté andando en la tierra, el infierno de los mortales.
Los hombros de Kevin se elevaron y cayeron.
–Puedo adivinar que engañaste a Jonas para que te librara de tu condena y te sacara de tu abismo, y sobre tus intenciones con las dagas… sólo se me ocurre algo. O Alguien.
–Sí, mi amigo, sigues siendo igual de inteligente. Jonas cayó en mi trampa –el demonio Samael meneó su cabeza con aprobación–. Y sí, todo esto es por ella, por Lilith. No tengo problemas en revelar mis intenciones, todo lo que quiero es convocar a Lilith en su forma de demonio y traerla hacia la tierra de los mortales, pues el cuerpo vampiro que adoptó fue muy débil y mi dulce Eva regresó a Deborah a las tinieblas.
–¿Qué es lo que está sucediendo aquí? –exigió saber Adolph–. Me parece que esto es un conflicto entre ustedes dos, no creo que nosotros estemos involucrados en sus problemas.
Ambos demonios se giraron para mirarlo, advertí como Kevin apretaba la mandíbula.
–Oh, claro que sí, todos ustedes están involucrados, porque Joseph los ha involucrado al agregarlos a mi contrato de protección –anunció Sam contemplándolo fijamente–. El tatuaje que su amigo Joe tiene en la espalda es mi marca, significa que yo poseeré su cuerpo y su alma. ___tn me ha besado, y eso, en el lugar del que yo provengo quiere decir cerrar un trato. Ambos me han vendido su alma.
Cerré lo ojos, la mano de Joe aplastaba la mía, pero yo apenas era consciente de ello. La cándida y preciosa tonalidad de ese hombre, la encantadora voz y los graves sonidos que emergían de su boca me hechizaban.
–¿Lo has besado? –oí la voz de Joe y abrí los ojos en seguida. La negligencia de su congoja heló mi piel, él estaba herido.
–No, yo… fue cuando estaba, muerta… yo… su voz me… –era como si necesitara aprender a hablar de nuevo, no fui capaz de completar una sola frase.
–Joe, niño, no, no ha sido nada, sólo un trato, hicimos negocios, nada más que eso –le habló Sam a Joe y luego me guiñó un ojo–. Ustedes están a salvo mientras me entreguen su lealtad y plena fidelidad. No dejaré que nadie les haga daño mientras Joe cumpla con mis simples condiciones. La daga, Joseph, la conseguirás antes de la medianoche de mañana. Ese demonio es tú enemigo –él señaló a Ravenwood–. Yo soy tu amigo, ustedes estarán de mi lado, juro proteger a ___tn, ¿entendido?
Joe asintió sin mirarlo a los ojos, pero el hombre notoriamente buscaba su mirada.
–¡Por los infiernos! –intervino Kevin –. No escuchen a ese maldito, los está manipulando. No lo oigan, si él convoca a Lilith eso traerá el caos a las calles, nadie puede parar a esa mujer en su forma de demonio, y ella buscará vengarse de ti, ___tn.
–Joe, ya te lo dije, nadie le hará daño a ella. Confía en mí –Sam podía convencer a cualquiera de obedecerlo mientras empleara esa suave voz, tan amable y suave que parecía que un coro de ángeles cantara al momento en que abría la boca–. Sé que es difícil, no me conocen pero no soy malo, yo prometí darles protección, ni siquiera Lilith podrá dañarlos. Y ese hombre trabajó junto con Deborah para matarlos, ¿o es que no lo recuerdan? En este momento les corresponde estar de mi lado.
–Eres venenoso, Samael, eso eres, puro veneno –le replicó Ravenwood con los ojos entrecerrados recelosamente.
–Recuérdalo, Joe. Esto no se trata de hacer el bien y el mal, Kevin y yo pertenecemos ambos al lado oscuro, somos dos demonios con intereses propios, me servirás a mí, no a él –Sam extendió su mano ofreciéndosela a Joe–. No vuelvas a mí sin la daga, llámame si necesitas ayuda, te estaré esperando.
Joe estrechó su mano con la del mago y éste desapareció luego de inclinarse haciendo una elegante reverencia.
Cuando los terrosos ojos de Joe me tocaron yo distinguí el cambió en su forma de mirar, ya no era él, otra vez se había perdido. Él deshizo la sujeción de mi mano y puso esa fría mirada sobre Kevin .
–¿Dónde está la daga? –le preguntó al demonio.
–Será mejor que no insistas con ese asunto, si intentas algo puedo hacerte daño, aunque esas no sean mis intenciones.
Alan se adelantó unos pasos y puso su mano sobre el hombro de Joe.
–Hombre, vamos a casa, no debes meterte en más problemas –la entonación de Alan fue fraternal y sumisa.
Con un agigantado arrebato de furia y exaltación Joe se sacudió la mano de Alan que yacía en su hombro, sus ojos despedían llamaradas de fuego.
–¿Problemas? Debes estar bromeando, no se trata de que me metiera en un problemita, ¡no hay opciones! –Joe alzó la voz saturado de cólera incontrolada–. Si yo no tengo esa maldita daga para la medianoche de mañana ___tn estará en peligro, no puedo jugar con su vida, Alan. No estamos jugando.
–Crowley –le llamó Kevin a Adolph–. No podemos permitir que Sam haga una invocación a Lilith, aunque no lo crean para mí también fue un alivio que Deborah fuera asesinada por ___tn, ya les hablé de su verdadera identidad, Lilith no es un demonio con el que se puede jugar, si es necesario yo me ofrezco a darles mi apoyo. Si yo pudiera obtener las tres dagas tal vez podría hacer algo para enviar a Sam de vuelta al infierno, si tan solo…
–Maldito seas –Joe agarró a Ravenwood del abrigo, me asusté mortalmente–. Estás intentando engañarnos, tú también estás buscando las tres dagas y probablemente quieres destruirnos, seguramente quieres venganza, quieres destruirnos porque ___tn mató a Deborah, tratas de engañar a mis amigos. Pero te advierto, ellos pueden creerte, pero yo no lo haré. Voy a hacer lo que sea necesario para encontrar La Daga de Fuego, si no quieres colaborar conmigo yo me encargaré de asesinarte y sé como hacerlo. Cada diez horas necesitas succionar un alma para perpetuar tu vida, si yo pudiera mantenerte encerrado un tiempo… no podrás comer almas y te desvanecerías mientras yo te arrojo agua bendita por todo el cuerpo.
Insólitamente relajado Kevin dio un paso hacia atrás evitando que Joe le siguiera inmovilizando, él alisó las solapas de su abrigo y se aclaró la garganta.
–No me amenaces, Jonas si tú estás conmigo yo estaré contigo, de lo contrario seré tu peor enemigo –Kevin miró hacia Adolph para hablarle–. Si consiguen mantener lejos de mi camino a este chico yo haré lo posible para encargarme de Sam. ¿Qué dices, Adolph, estás de mi lado?
Nina se aferró al brazo de Adolph cuando él estuvo a punto de dar un paso hacia el demonio. Adolph le disparó un rápido vistazo para tranquilizarla y luego se acercó hacia Ravenwood.
–No me agrada la idea de confiar demasiado en ti, pero haré lo posible para despejar tu camino de Joe si puedes hacer que Sam desaparezca.
Los puños de Joe estaban cerrados a cada lado de su cuerpo, su cara escarlata debido a la ira, su mandíbula tensa y apretada, su respiración perturbada, como si estuviera a punto de explotar.
–¿Cómo pueden estar de acuerdo con él? –dijo Joe a gritos–. ¿Cómo demonios pueden confiar en él?
Atestado de rabia Joe elevó un puño dispuesto a golpear a Adolph una vez más, y Nina se mostró delante de él atajando en pleno movimiento su muñeca.
–No te atrevas, Joseph. No se te ocurra lastimar a ninguno mis amigos –le advirtió ella. Su rostro femenino era tan aterrador y duro que hacía temblar a cualquiera, su cara se convirtió en una sucia amenaza de muerte. Era toda una femme fatale.
Joe resopló. Rápidamente llevé mi atención hacia Kevin y lo vi desmaterializarse, se esfumó evaporándose con el espeso viento.
–¿Amigos? Sí, como no –se burló Joe–. Tú sólo eres una perra, lo único que has hecho todo este tiempo ha sido jugar con estos dos chicos, vas y te revuelcas en la cama de Alan y luego en la de Adolph, todas las mujeres son iguales.
Bruscamente cubrí mi boca con mis manos. ¡Oh Por Dios! ¿Adónde se había ido el verdadero Joe? Él a veces era salvaje con las palabras, pero el Joe que yo creí que conocía jamás habría ofendido de esa manera a sus amigos, él nunca habría dicho eso. ¿Dónde estaba el Joseph que me había hablado sobre tener hijos como un lejano y hermoso sueño? El que me había propuesto matrimonio y que me había asegurado que no podía vivir sin mí, el que había defendido a su amigo Alan en la corte, el que sostenía mi rostro entre sus manos con ternura, ¿dónde estaba él?
La cara de Nina se puso descolorida, ella miró a los ojos de Joe, claramente buscando a su amigo perdido, claramente desconcertada y herida. Ella no era una perra, Nina jamás había querido lastimar a nadie que le importara.
Adolph rudamente colocó a Nina detrás de su espalda y Alan tomó posición de batalla preparado para luchar contra Joe.
–Joe –balbuceé, me allegué a él y toqué su brazo.
Él me miró de soslayo, sus ojos eran gélidos y lejanos.
–¿Ahora qué es lo que quieres? –inquirió en un tono tan irritante que me sentí enfadada.
–Te necesito aquí y ahora, no me dejes, no te alejes, Joe.
Él curvó una sonrisa.
–Joe no está en casa en este momento, se ha ido muy lejos, intente llamar más tarde o deje un mensaje después del tono. ¡Beep! –dijo él de manera repugnantemente displicente.
Argh, este asunto cada vez se ponía peor.
–Creo que tendrás que hacer tu trabajo de nuevo, Alan –le propuso Adolph a Alan y Joe se sobresaltó.
Terminantemente alterado Joe metió sus manos en su chaqueta y extrajo de ésta una prolongada daga de empuñadura bruñida, di un paso hacia atrás. Él empujó a Alan con el dorso de su brazo contra un muro y posó el arma directamente en el cuello del Zephyr.
–Si intentas meterte de nuevo en mi mente te juro que te mataré.
La amenaza había sido sincera, él segregaba tanto odio que Adolph tuvo que saltar de inmediato a paralizar a Joe desde atrás.
–Tranquilo, Joe –vociferó Adolph bregando con Joe.
–¡Suéltame, ahora! –gritó Joe en una déspota orden.
–Cálmate, hermano –siguió intentando Adolph.
–No me llames hermano, hijo de perra, déjame en paz.
Cuando yo di un paso hacia ellos Nina me detuvo agarrándome del antebrazo.
En el tiempo que había parpadeado Alan se había movido más cerca de Joe, quien se las había arreglado para esquivar los brazos de Adolph y alargando su mano logró hundir el largo de la daga en el brazo de Alan.
Todo pareció haberse detenido durante unos segundos, Alan se miró a sí mismo, vio su sangre recorrer sus bíceps y caer hasta las puntas de sus dedos, su reacción fue de puro asombro, no parecía dolorido, dio un traspié hacia atrás, sus ojos estaban abiertos de par en par. Nina no pudo ocultar su zozobra, ella capturó su mano ensangrentada clamando un alarido.
Recurriendo a más fuerza Adolph alcanzó a prender los brazos de Joe, que tenía la expresión más seca que yo en la vida había visto, era como si no sintiera nada, en absoluto, nada lo inmutaba, estaba lejos en alguna parte de ese cuerpo.
Alan, sin soltar ni un solo quejido, sacó el arma de su brazo y con sus propias manos partió la filosa hoja metálica en dos.
El furor de Joe se acrecentó cuando vio su daga quebrada siendo arrojada al adoquinado, él forcejeó más duramente con Adolph y un instante más tarde ese revolver de Joe estaba apuntándonos a todos. Él orientó la punta del arma de fuego hacia Alan, después apuntó a Nina y a su esposo. Y finalmente me señaló a mí. Tragué saliva, mantuve nuestras miradas, la de él me aniquilaba y me pulsaba el cuerpo con una ola de frialdad cruda y despótica. Ese Joe que estaba mirándome era atroz y vengativo, él apretaría el gatillo, sin titubear.
–¿Me matarás, Joe? ¿De la misma manera que mataste a Nick ? –me aventuré a decir.
Él guardó silencio, con el arma levantada hacia mi cabeza, estrechaba su mano alrededor de la pistola con tanta fuerza que sus nudillos se volvían blancos.
Los chicos se sorprendieron y me percaté de lo que acababa de revelar, ellos no sabían que Joe había liquidado a Nick .
–Esto está fuera de control, él está llegando demasiado lejos –expresó Alan mientras veía el pecho de Joe elevarse y caer al ritmo de su agitada respiración–. Dame esa arma, Joe.
Sin dejar de mirarme Joseph se mantuvo firme, estable, inmóvil y seguro, fingiendo no haber oído nada.
Instantáneamente Alan arremetió contra Joe, lo observé circundar el aire con un movimiento furtivo y fugaz, mi amigo Zephyr tumbó el cuerpo de Joe al suelo y se sentó encima de su pecho aplicando una fuerza brutal.
Nina me rodeó los hombros con uno de sus brazos al tiempo que los dos encabezaban una batalla cuerpo a cuerpo.
–Estará bien, Alan no va a lastimarlo –siseó ella.
El revolver se disparó, pero la bala se perdió en el aire y Alan arrojó lejos esa pistola.
Escuché el feroz sonido que emitió el cuerpo de Joe cuando Alan lo golpeó en alguna parte de su torso. No distinguí moretones ni sangre, pero Joseph gimió de dolor sacudiendo su cabeza de un lado a otro. Se me revolvió el estómago. ¿Alan le había quebrado un hueso?
–¡Vamos! –Alan se levantó, la cólera manaba de él, Joe permaneció acostado quejándose adolorido y su amigo lo tomó de la parte trasera del cuello de la camisa para arrastrarlo a través de piso asfaltado–. Vamos a casa, tendremos que encerrar a Joe en el sótano.
¿La casa tenía un sótano?
–Maldito, ¿qué me has hecho? ¡Quebraste mis brazos! –protestó Joe irascible.
Me horroricé.
–___tn, no te asustes de mí, lo hice por su bien, él se repondrá más rápido de lo que crees –espetó Alan.
Emprendimos a caminar de vuelta a casa, todos abatidos, Joe no podía forcejear a causa de sus brazos rotos, farfulló insultos todo el camino mientras que Alan con su fuerza inhumana lo arrastraba tras él igual que un perro con su correa, el pobre se dejó remolcar sin oponer resistencia, iba con la espalda contra el suelo, tumbado, dolorido y espléndido, levemente iluminado bajo la iridiscente luminiscencia plateada de la luna y los destellos de los postes de luz que allanaban en sus ojos del color de las cenizas creando una perfecta avenencia, como una cascada de plata. Los familiares aromas de la noche y la ciudad chocaban contra mí, únicamente oía el sonido que hacía el aturdido cuerpo de Joe mientras era jalado por la ropa, sus jeans rasgándose con la fricción del suelo, sus gimoteos incesantes.
No quería verlo de ese modo, no cuando él estaba sintiendo tanto dolor y tenía un odio inquebrantable aflorando de él.
–Necesito la daga de fuego, sácame tus manos de encima, Alan –decía Joe retorciéndose e intentando zafarse del Zephyr al tiempo que éste lo hacía entrar por el umbral de la puerta de entrada de nuestra casa–. Lo único que quieres es que ___tn se encuentre sola y desprotegida, quieres que le hagan daño, por eso no quieres que yo vaya por la daga. Bastardo infeliz.
Muy inteligentemente el Zephyr ignoraba todos los comentarios que él decía.
En el patio trasero de la piscina se ocultaba una puerta tras algunos arbustos, Adolph la abrió y vislumbré una escalera que descendía hacia la oscuridad. Los cuatro recorrimos las sombras del sótano con Joe a rastras. No había bombillas que funcionaran, todo estaba colmado de telarañas y polvo, mi visión de vampiro me permitía distinguir los objetos tras la plena negrura. Había una despensa de vinos antiguos, al final de la bodega un gran compartimiento con puerta de acero se encontraba abierto, era un refrigerador en desuso de licores y carne, un refrigerador del tamaño de una habitación pequeña. Su interior estaba húmedo y vacío.
–¡No pueden hacerme esto! –gritaba Joe.
ElitzJb
ElitzJb


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Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 42 Empty Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

Mensaje por ElitzJb Vie 03 Ago 2012, 6:18 pm

Segunda Parte

El Príncipe de los Satanes



Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 42 Scaled.php?server=688&filename=182xt


Adolph y Alan lo empujaron dentro de la cámara del frigorífico y cerraron la gran puerta de acero, ahí dentro los alaridos furibundos de Joe se hicieron lejanos y él comenzó a golpear la puerta, factiblemente pateándola. Posteriormente instalaron una tabla y un candado enorme para sellar por completo la entrada del compartimiento.
Todos se giraron a mirarme esperando saber cómo me sentía con la situación, yo estaba enmudecida.
–Lo sacaremos de allí cuando se haya calmado, lo prometo –me prometió Adolph.
–Lo siento, siento mucho todo esto –dijo Nina, verdaderamente lo sentía.
–Él no quiso lastimarlos, no puede evitarlo –defendí a Joe.
Yo no podía evitar afrontar la responsabilidad por él.
¡Diablos! Él era un monstruo y yo sin embargo lo defendía.
–Lo sé. Nosotros lo sabemos –la voz de Adolph se difundió por debajo del sonido grave de los llamados de Joe–. Ahora vamos, ___tn. Volveremos más tarde a ver a Joseph.
Negué frunciendo el ceño.
–Vayan ustedes, yo me quedaré aquí con él.
–¿Estás segura? –inquirió Nina.
Asentí y ellos se marcharon.
Un nudo atravesaba mi garganta impidiéndome respirar a gusto, recliné mi espalda contra el frío acero de la puerta del frigorífico y me senté en piso de linóleo. Por un momento Joe se quedó callado, yo trataba de amansar mi respiración, sentía el pecho ahogado, como si algo me presionara con fuerza, mis manos temblaban.
–___tn, por favor ábreme, sé que estás ahí –me suplicó él con la voz cortada, sonaba como si llorara–. Te lo ruego, linda. Sácame de aquí, soy yo, Joe, el que tú conoces –el golpeó la puerta–. Por favor no me dejes aquí, tengo que salir, no me abandones tú también, déjame salir.
Apreté mis dientes, hundí mi rostro entre mis rodillas, a cada minuto que pasaba era más duro no tomarlo en cuenta, dolía como el infierno escucharlo lamentarse con la voz desgarrada. Yo estaba allí, pero no debía dejarme llevar, ese hombre aún no era Joe. No le respondí, no le hablé, y tan aterrada como estaba comencé a llorar en silencio.
–Nena, te lo pido, no voy a hacerte daño, yo te amo –otra patada repiqueteó contra el hierro gélido–. Si me sacas de aquí… yo… –su hilo de voz se cortó–. Hazlo, por favor, sé que puedes oírme.
Entre sollozos, lágrimas y súplicas de Joe me perdí en el sueño, dormí un par de horas infernales, con la voz de ese vampiro martillando mis oídos.
“Ábreme, ___tn, por favor, déjame salir, te lo ruego…” Eso era todo lo que había conseguido soñar, sólo él rogándome piedad.
Cuando desperté todo estaba en calma, observé la hora en un antiguo reloj de agujas que colgaba en una pared de madera, eran las cuatro de la madrugada, no había pasado demasiado tiempo, quizás había dormido una hora o dos.
–___tn –reconocí la voz de Joe, esta vez sonaba tranquilo, un poco cansado tal vez. Yo me puse en pie, me di la vuelta y apoyé ambas manos contra el frigorífico–. ¿Estás ahí?
Mi corazón saltó avivado, éste sí era él.
–Joe, ¿estás bien? –pronuncié cerca de la puerta en voz alta.
–Sí, yo estoy bien, ¿tú cómo estás?
–Bien, Joe, ¿cómo te sientes? ¿Quieres que te saque de ahí?
Hubo un corto espacio de silencio e incliné mi oreja contra la puerta de acero.
–Mis brazos, están rotos, pero sanarán, y creo que el aire se está acabando. Pero será mejor que me quede aquí.
Apresuradamente saqué la tabla de madera que bloqueaba la puerta y recogí las llaves del candado que Adolph había dejado.
–Te dejaré salir por un momento –vociferé.
–Pero…
Abrí la puerta, él estaba allí, con el cabello despeinado y empapado de sudor, se veía… ¡Dios! Terrible. Parecía derrotado y exhausto.
–Si en este momento mis brazos no me dolieran tanto yo estaría abrazándote –me dijo sonriendo.
A él le dolían los brazos pero a mí no. Le di un apretado y cuidadoso abrazo. Oí el sonido de su respiración cuando él inhaló y exhaló aire profundamente tratando de serenarse. Le acaricié la espalda y el cabello cautelosa y cariñosamente. El abrazo fue completamente reconfortante, tórrido y apretujado. Él también me rodeó con sus brazos, pero de manera más suave. Hundí mi cara en su pecho, escuché el latido acelerado de su corazón y él me besó en la frente.
Después del consolador abrazo se dirigió silenciosamente hacia una puerta cercana de madera podrida. Yo lo seguí, aquel lugar era un cuarto de baño, él se colocó delante del lavamanos y se miró en el armario de espejo.
–Podrías… –me llamó, yo me adentré en la habitación oscura–. ¿Podrías alcanzarme unas vendas en el botiquín de primeros auxilios?
Hice lo que me pidió mientras que él batallaba para sacarse la chaqueta. Hice una mueca al divisar sus brazos amoratados que estaban a la vista gracias a su camiseta negra de algodón de mangas cortas.
Se quitó la camisa y envolví sus brazos en vendas.
–Gracias –suspiró y dio un paso hacia mí.
–No es nada –dije en voz baja.
Él se miró fijamente en el espejo, apretó sus labios con fuerza.
–Te ves cansada –murmuró mirándome en el reflejo.
–No te ves mejor que yo –bromeé. O hice el intento.
–Odio esto –gruñó con los dientes apretados y violentamente golpeó el espejo con su puño, éste se hizo trizas y Joe siseó adolorido.
–¡Joe! –exclamé tomando su mano que empezó a sangrar desde los nudillos–. Acabo de vendarte, ¿qué…?
–Ven aquí –él me atrajo tomando mi brazo con su mano limpia–. Te necesito, necesito que me insultes, que me lastimes, necesito sentir dolor. Porque me lo merezco, estoy haciendo daño a todos, necesito que me golpees y me arañes, y me muerdas.
Cuando él acercó su desnudo y sólido pecho hacia mí yo dejé de respirar.
¡Perras hormonas!
–Abrázame hasta que no pueda respirar, ___tn –me obligó a rodear su cintura esbelta con mis brazos, mi corazón saltó–. Tengo que sentir tu uñas clavadas en mi espalda.
Mis manos estaban extendidas tocando la piel desnuda de su espalda. Cerré los ojos sintiéndome incontrolablemente atraída hacia él.
–Joe… –susurré en su cuello.
Él presionó sus labios contra los míos muy urgentemente, llenando mi boca de su exquisito sabor, haciendo que me trague mis palabras. Sus dientes jugaron con mis labios.
–Te amo –gimió con sus labios aglutinados a los míos–. Te amo tanto.
Me repitió que me amaba una y otra vez golpeando desesperadamente su boca contra la mía, se apretó contra mi pecho con tanta fuerza que tuve que esforzarme para respirar.
–¿Por qué quieres hacerte daño? –jadeé.
–Porque es la única manera de lidiar con el demonio dentro de mí –me contestó haciendo un leve contacto con mis labios de manera afable y efusiva–. Probablemente por eso me dejé golpear la otra noche, pero no puedo recordarlo, a veces cuando me pierdo completamente no recuerdo lo que hice.
Joe alargó su mano ensangrentada hacia una toalla y se limpió.
–¿Te duele? –le pregunté.
–Está bien, merezco este dolor.
Negué con desaprobación y tomé su rostro entre mis manos.
–No te hagas esto.
–Lo necesito.
Capté su mirada llena de necesidad, casi podía sentir su pánico y su sufrimiento.
¡Oh Dios mío! Esto lo estaba matando.
El siguiente beso que me dio me hizo tambalearme en mis rodillas, primero hizo contacto con sus labios y después su lengua lentamente separó mis labios, todo en mi interior hizo explosión, mi cuerpo trepidó, sentí las suaves caricias de su lengua explorando y paseándose por el interior de mi boca, nunca me había besado tan delicada, apasionada y amorosamente. El corazón se me contrajo y latió muy audiblemente debajo de mis costillas.
–Tú me das fuerza –me susurró–. Quiero luchar contra todo esto, contra el mundo entero, contra el cielo y el infierno solamente por ti, porque necesito estar a tu lado, porque tú me das paz, cuando estoy contigo yo… me siento… vivo. ¿Entiendes? Dependo de ti –cerró los ojos y me besó–. Te amo.
Parpadeé lentamente conteniendo un suspiro. Sí, si él se refería a esa sensación en el pecho que te hacía sentir que podías respirar y elevarte, yo entendía perfectamente lo que significaba. A su lado me sentía completa.
Sus brazos cubiertos de vendas blancas rodearon mis caderas y él me besó otra vez, con una pizca de ferocidad. Lo escuché soltar un gemido de aprobación, mis uñas habían hecho rasguños en su espalda.
–Sí, así, hiéreme, utilízame –mordisqueó mi oreja y me suministró un reguero de efímeros besos placenteros–. Hmmm… te amo.
La misma necesidad me invadió a mí también, clavé mis dedos más profundamente en sus hombros, deslicé mis labios por su cuello y lo mordisqueé, mis colmillos se expandían necesitando ser enterrados en la piel, provocándome un punzante dolor en la mandíbula. Me descontrolé, mis mordidas pasaron de ser inofensivas a hirientes, el cuello de Joe comenzó a llenarse de marcas rosadas que dejaban mis dientes. Poco a poco el sabor de la blanda carne bajo mi lengua se iba haciendo más exquisito y enloquecedor, cada vez que lo mordía la potencia de mi mandíbula era mayor. Joe hacía sonidos de deleite para mí.
Hasta que la sangre brotó de su cuello y él se retiró con brusquedad hacia atrás.
–Necesito que saques mi teléfono de mi bolsillo trasero del pantalón –me pidió jadeando. Aún estaba adolorido para hacer eso.
Yo me hallaba delante de él, rodeé sus caderas con mis brazos y rebusqué en ambos bolsillos traseros hasta que encontré el aparato y lo puse en su mano. Él presionó el marcado rápido y sostuvo el Blackberry entre su oreja y su hombro.
Luego de unos segundos él habló.
–¿Hola? Sí, soy Joe… De acuerdo –él asintió–. Tenemos un problema, ellos no me dejarán salir, Sam… –el rostro de Joe palideció–. ¿Por qué?... Bien… sí, ahí estaré.
Él colgó y se giró para mirarme. Tomé su teléfono y lo devolví a su bolsillo.
–¿Todavía quieres ir por esa daga, verdad? –dije con la voz ronca–. No lo hagas, Joe. Ya basta, deja que Kevin nos ayude. No te pongas en peligro así, por favor, mírame –busqué sus ojos–. No estás haciendo lo correcto.
–Tienes que ayudarme, ___tn. Necesito que confíes en mí, mira, aunque Kevin acabe con Sam yo seguiré siendo el mismo monstruo, en cambio, si hago lo que Sam me pide él va a mantenerte segura, pase lo que pase tú seguirás estando a salvo de mí y de cualquier peligro –su mirada fue severa–. Además, tú escuchaste lo que sucederá si no consigo la daga de los Ravenwood. Uno de nosotros dos tendrá que morir. Por eso debes ayudarme, si algo te pasa yo no sé que será de mí –él entrelazó su mano con la mía. Si algo le sucediera a él yo… probablemente no sabría como continuar–. ¿Puedes confiar en mí por una vez?
Le dirigí una mirada rígida.
–¿Sabes? Me cuesta mucho confiar en ti ahora.
–Lo sé, y lo merezco, no merezco la confianza de nadie, pero debes entender que busco lo mejor para ti. Y necesito que estés conmigo, te lo ruego. Si me amas algo, aunque sea un poco, si tan solo me quieres o sientes algo por mí, por favor trata de entenderme.
No podía dejarlo solo.
–¿Qué… qué es lo que quieres que haga? –mascullé.
Casi me alegré cuando él esbozó una sonrisa y se inclinó para besar rápidamente mis labios.
–Necesito que tú distraigas a los chicos para que yo pueda marcharme clandestinamente en el auto.
–Oh no, no lo hagas –le reproché.
–¡Vamos! Haz esto por mí.
Maldije cuando él hizo pucheros y me miró con aquellos encantadores ojos suplicantes.
–Bien, lo haré, pero tengo una condición.
–¿Cuál? –él frunció el ceño esperando mi respuesta.
–Tú me llevarás contigo, sea lo que sea que harás tendrás que llevarme contigo.



a poco no una excelente trama yo amo esta novela
ya les monte 2 capitulos seguido
se q les gustara muchísimo lo q biene xq hay drama y conflictos muchos
ElitzJb
ElitzJb


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Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 42 Empty Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

Mensaje por chelis Vie 03 Ago 2012, 7:22 pm

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!!!!
SIEMPRE LLLOROO CUANDO LEEE EL CAAAPIISS QUE SUUBEESSS POR QUE NO SE SI ESTARAN JUNTOS!!!!!..}
SUUUFRPPP CON EEELLLLOOSSS!!!!
PER AGUANTAREEE HASTA EL FIINAAALLL
chelis
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Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 42 Empty Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

Mensaje por ElitzJb Vie 03 Ago 2012, 7:44 pm

chelis escribió:AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!!!!
SIEMPRE LLLOROO CUANDO LEEE EL CAAAPIISS QUE SUUBEESSS POR QUE NO SE SI ESTARAN JUNTOS!!!!!..}
SUUUFRPPP CON EEELLLLOOSSS!!!!
PER AGUANTAREEE HASTA EL FIINAAALLL

lo q pasa es como esta en los capitulos finales entonces son mas emotivos y dan ganas de llorar te comprendo asi me ponia yo como una boba asiéndome un sin fin de preguntas ...... tienes q llegar hasta el final xq se q el final es grandioso con decirte q esa palabra se queda corta con lo emocionante q es el fin
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