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Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 37 Empty Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

Mensaje por ElitzJb Lun 09 Jul 2012, 5:43 pm

Segunda Parte

Perfume de la Noche


Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 37 1002ol

2/3


Aparcamos frente a nuestra casa unos minutos más tarde, mientras cruzaba el porche de la entrada el dolor en mi pierna me hizo cojear nuevamente. La próxima vez que saltara de un edificio lo pensaría mejor.
–¿Necesitas ayuda? –me dijo Jerry.
Antes de que yo respondiera él hizo pasar mi brazo alrededor de sus hombros y me rodeó la cintura levantándome ligeramente cuando daba cada paso.
Al atravesar la puerta contemplé que Adolph y Alan charlaban en voz baja echados en los sillones del salón, cuando nos vieron llegar dejaron de hablar abruptamente y nos dieron una ojeada. Tuve la sensación de que Adolph nos miró como tres delincuentes, y Alan parecía creer que éramos culpables, de cualquier cosa que se nos acusara.
Adolph se levantó, sus pasos eran casi apresurados hacia Nina. Él se limitó a estrecharla entre sus brazos cariñosamente, como un amigo, no como un amante. Ellos hacían un buen trabajo para no demostrar su amor frente a Alan, siempre pensé que eran muy buenos en eso.
–Estás bien –afirmó Adolph al verla y luego nos miró a los tres–. Están bien?
Dije que sí al mismo tiempo que Jerry me señalaba y decía:
–Ella no.
–Estoy bien –insistí–. ¿Y Joe?
Adolph soltó un bajo gruñido. ¿Enfadado?
–¿Eso es lo único que sabes decir? –me dijo Adolph casi con gracia. El calor subió a mis mejillas, sabía que estaba sonrojada–. Él no ha vuelto desde que se marchó esta mañana. Siéntense, hay algo de lo que quiero hablarles.
–¿También a mí? –dijo Jerry sintiéndose inesperadamente fuera del grupo.
–Especialmente a ti –la voz de Adolph me dio escalofríos, sonaba como una amenaza.
Jerry, todavía sujetándome de la cintura me ayudaba a caminar cuando la puerta principal se abrió de golpe y Joe apareció allí, reluciente, hermoso, fuerte, aterrador, adorable y más que nada sonriente. Su mirada picante y divertida se posó en mí, que inoportunamente me hallaba muy cerca de Jerry, pero la mirada de Joe no cambió, me estudió inquisitivamente, alzó una ceja y se sentó cerca de Alan.
–Qué bueno que llegaste, Joseph –continuó Adolph–. Creo que eres el único que me apoyará con esto.
Nina, Jerry y yo tomamos asiento esperando lo que sea que Adolph tenía que decir.
–Fueron atacados por Nick esta noche, ¿cierto? –interrogó Adolph. Sonaba como un interrogatorio policiaco, sentí miedo de hablar. Al final, cualquier cosa que dijera podía ser utilizada en mi contra.
–Sí –sonaron al unísono Jerry y Nina.
–En realidad sólo ___tn diminutivo salió dañada –concluyó Jerry.
–Eso lo veo –ratificó Joe hablando por primera vez, su voz era divertida y sarcástica–. Qué conveniente para ponerle las manos encima a la bella damisela en apuros.
Adolph nos miró a todos con reproche.
–¿Tienes algo que confesar, Jerry? –preguntó Adolph.
–¿Con respecto a qué? –Jerry bufó.
–Escuchen, yo creo que este chico es un traidor –Adolph señaló a Jerry–. ¿No es demasiada casualidad que las dos veces que ___tn fue atacada por Nick , Jerry estuviera allí? –Adolph se giró para hablarle directamente a Jerry–. Y no creas que he pasado por alto que mencionaste que pertenecías a la pandilla de vampiros que querían asesinar a ___tn, o sea, la pandilla con la que Nick anda. Lo que para mí significa que ya lo conocías de antes. ¿Y qué me dices de todas las armas que encontré en tu habitación? Dagas de plata, estacas y algunos otros instrumentos como crucifijos y botellas de agua bendita. ¿Estás aquí para espiarnos o para ganarte nuestra confianza y luego asesinarnos?
Todo tenía mucho sentido, los dos encuentros con Nick en los que convenientemente Jerry aparecía y desaparecía, la insistencia en quedarse con nosotros, la forma en la que supo exactamente que era Nick quién estaba fuera del café cuando Nina y yo no lo sabíamos, y al parecer tenía armas mata-vampiros en su habitación.
El rostro de Jerry palideció un poco, igual que el de un chico enfermo.
–Has estado revisando mis cosas, ¿eh? –dijo Jerry–. Aunque me molesta sé que esas son las consecuencias por permanecer aquí con unos vampiros paranoicos.
El rostro de Joe era el mismo, imperturbable. Seguía mirando a Jerry con ese esplendoroso brillo sagaz en la mirada.
–¿No confesarás nada? Digo, ahora que ya te descubrimos, ¿no tienes nada para decir? –siguió Adolph presionando.
–No, no tengo nada por lo que defenderme, no me creíste al principio y no me interesa si ahora lo haces. ¿Vas a echarme? –Jerry ahora se veía enojado.
–Ésa es una posibilidad –dijo Adolph con amargura encogiéndose de hombros–. ¿Pero quién soy yo para hacer eso? Solamente podría echarte de aquí si todos están de acuerdo.
–Yo estoy de acuerdo –dijo Joe iluminando la estancia con una sonrisa radiante. Tan radiante y ardiente que mi cuerpo se debilitaba y temblaba.
–Voy a recoger mis cosas –dijo Jerry marchándose a su habitación.
Yo lo seguí, testarudamente lo perseguí rebasando el pasillo y me colé en su dormitorio antes de que él cerrara la puerta en mi cara. Esa habitación estaba abastecida con afiches de algunas bandas de rock, de autos y de películas aterradoras sobre vampiros. También tenía libros en su mesa de luz, algunos ejemplares de Anne Rice y comics. Jerry no era como el resto de nosotros, él era todo un humano, un adolescente normal.
Las cortinas en las ventanas estaban cerradas, Jerry estaba ignorándome mientras revolvía sus sábanas y almohadas como si estuviera buscando algo. Curiosamente pasé mi mirada a las paredes con afiches colgados.
–Entonces escuchas tenebrosas bandas como Evil Empire, Tears of Blood y Vampire Weekend –dije.
Él se giró y me miró con el ceño fruncido.
–¿No vas a llamarme traidor ni nada así? –me dijo.
–Realmente no sé qué pensar, todas las pruebas apuntan hacia ti, Adolph tiene muy buenos argumentos y no negaste nada –cuando terminé de hablar me di cuenta de lo Jerry había estado buscando. Debajo de sus almohadas había una daga que poseía una hoja filosa de unos quince centímetros de largo, él empuñó el arma despreocupadamente–. Y ahora vas a matarme, ¿qué puedo pensar?
Jerry largó una carcajada.
–No voy a matarte –en su voz escuché su risa–. Confías menos en mí de lo que pensaba. ___tn… –noté con asombro que me llamó por mi nombre–. Todas las armas que llevo conmigo… son únicamente por seguridad, conozco a muchos vampiros y cuando eres un humano te metes en muchos problemas por eso. La mayoría de los vampiros no son tan buenos y tolerantes como ustedes.
Casi me reí, Jerry me veía fijamente con sus ojos negros, demasiado negros para un chico rubio.
–¿Buenos? ¿Tolerantes? –repetí incrédula, la idea era ridícula–. Matamos a gente como tú para alimentarnos y estamos a punto de echarte a la calle, eso no es ser buenos ni tolerantes.
–Bien, tal vez esas no son las palabras correctas –se corrigió. Él hacía gestos con las manos al hablar y me apuntaba con el cuchillo–. En teoría son igual de perversos que los otros vampiros, pero ustedes tienen algo diferente, todos se quieren, arriesgan sus vidas por las de sus amigos y eso es fantástico, porque de verdad se aman. Adolph cree que los protege haciendo que me marche, porque se preocupa por ustedes. Me hubiera gustado conocerlos más pero ya ves, tengo que irme.
–No tienes que irte, sólo hay dos votos en tu contra, aún no has escuchado lo que Alan, Nina y yo tenemos para decir –objeté–. Me gustaría escuchar lo que tienes para decir, ya sabes, eso de derecho a réplica, desmentir los rumores o confirmarlos. ¿Y podrías dejar de acercar esa daga a mi cara? Me está poniendo nerviosa.
Un poco confuso, Jerry bajó la daga como si acabara de darse cuenta de que la tenía en las manos.
–No voy a quedarme si no confían en mí –me explicó–. No voy a desmentir nada, es cierto, las pruebas apuntan hacia mí y Adolph tiene muy buenos argumentos, la verdad nadie creería nada de lo que yo pueda decir, hasta tú desconfías de mí, probablemente estarás de acuerdo con tu novio José.
–Aunque no lo creas Joseph y yo casi nunca estamos de acuerdo. Y estoy dispuesta a escuchar tu versión de los hechos.
–¿Qué quieres que te diga? De verdad fue una coincidencia que yo estuviera allí las veces que Nick te atacó. Y sí, yo pertenecía a la pandilla de los chicos de Nick , pero no lo conocía, él no vive con ellos, supe que el Succubus le daba órdenes a esos vampiros luego. Lo juro. Pero no tengo pruebas para demostrarlo, chiquita.
El aire se alteró, sentí un aroma familiar que quemaba mi garganta, el salado olor a metal que hacía que mis colmillos se expandieran. Y bajé la mirada hacia la mano de Jerry, ésta goteaba sangre puesto que él había estado sujetando la hoja de la daga con fuerza hasta herirse a sí mismo.
Me encontré con la respiración entrecortada y un segundo más tarde me precipité sobre el humano con sigilo y crueldad, ambos caímos, escuché la cabeza de Jerry golpear contra el suelo y su navaja se le cayó de las manos haciendo un ruido sordo. Todo sucedió rápido, como fugaces imágenes asolapadas una encima de otra. Sentí su sangre en mi boca, la piel caliente de su cuello contra mi lengua, su respiración silbando cerca de mi oído, su aliento cálido, su pecho agitado, ausculté los latidos de su corazón, mis colmillos enterrados profundamente en su garganta, mientras yo bebía su sangre fresca. Su sangre era diferente, su sabor era distinto al del resto de los humanos, éste era más picante y dulce, más adictivo. Me sentía más fuerte cada vez que bebía la sangre de Jerry, todos mis sentidos se agudizaban.
Él gimió de sorpresa.
–Tranquila, recuerda que si bebes mucho podría desmayarme, o morir –murmuró contra mi cuello. Yo apenas le escuché, sabía que había hablado pero no era consciente de lo que había dicho.
Un derrame de emociones corrió a través de mi boca, sentía lo mismo que Jerry sentía, él no tenía miedo, estaba pasmado y casi entusiasmado. Cerré mis puños su camisa, el placer del exquisito sabor de su sangre estaba cegándome, no podía detenerme. Sentí sus latidos haciéndose más lentos, y me percaté de que él había perdido el conocimiento.
Consternada, lo solté. Mi respiración estaba perturbada, mi semblante horrorizado, mis dientes goteando, mi corazón golpeando duramente mi pecho con una velocidad descomunal. Con terror en los ojos lo vi allí desmayado en la alfombra y sangrando. Traté de limpiar mi boca con mis manos pero sólo conseguí mancharme más.
Salí disparada de la habitación, todavía cojeando. Joe, Alan, Nina y Adolph tenían una discusión cuando llegué ensangrentada hacia ellos. Los cuatro me miraron alarmados, vieron la sangre en mi rostro y manos. Alan arrugó la cara, Joe abrió la boca ligeramente, tenía una mirada asustada; Adolph y Nina intercambiaron una mirada después de mirarme.
–¿Qué pasó? ¿Estás bien? –dijo Joe, con inquietud y preocupación.
–Lo he mordido –mi voz casi no sonó.
Nina y Adolph corrieron a la habitación de Jerry. Alan caminó hacia mí, me escudriñó de arriba abajo y después pareció olfatear el aire como si algo agradable flotara en él.
–La sangre de este chico… –comenzó Alan–. Es increíblemente atrayente.
Sin darme cuenta asentí con la cabeza, era cierto, su sangre era mucho más atrayente que la del resto de los humanos.
Adolph volvió con el mortal en sus brazos, dejó a Jerry sobre el sofá, Nina también estaba allí observando al humano con sus manos puestas en su boca.
–Está bien –me aseguró Adolph–. Por suerte no pasará por una transición, no se convertirá en vampiro, todavía sus sentidos son normales, otra vez ha perdido el conocimiento, pero temo que cuando despierte empiece a cambiar un poco. Sé por su olor que ha sido mordido varias veces, su sangre debe estar infectada, puede que comience a sentirse más fuerte, hambriento, y tal vez sus sentidos se alteren. Así que debes tener cuidado, ___tn, si vuelves a morderlo deberás matarlo, porque sabes que no tenemos permitido hacer más vampiros.
Yo continuaba colmada de pánico, por un momento pensé que había matado a Jerry, o que se transformaría en vampiro y vendrían por nosotros. Intenté tomar una profunda bocanada de aire. Joe veía el terror de mi rostro, en ese momento él vaciló y después se movió hacia mí. Mi corazón revoloteaba con cada paso que se aproximaba, su mirada era dura. Bruscamente me sujetó, sentí una placentera descarga eléctrica cuando sus dedos rodearon mi brazo, casi violentamente me arrastró hasta la cocina.
Cuando estuvimos solos él se reclinó en la barra de la cocina, de frente a ésta apoyándose de sus manos, respiró profundamente como si tratara de sacudirse un torbellino de nauseas.
–¡Límpiate! –me ordenó con una nota de enfado–. Límpiate la sangre.
Me acerqué al lavabo, removí mi sangre con el agua, me sequé con una toalla y me volví hacia Joe, que seguía en silencio frunciendo el ceño.
–Pareces tremendamente furioso, ¿qué fue lo que hice ahora? –rompí el silencio.
–Siempre insistes en ponerte en peligro, ¿verdad? –preguntó Joe y me miró. La intensidad de su mirada me hizo temblar–. Parece que te produce mucho gusto angustiarme.
–Y yo que esperaba que me abrazaras, me besaras y me cuidaras. En lugar de eso te enfadas como loco y me riñes –resoplé.
Joe me agarró de las muñecas y observó que estaban rodeadas de anillos rosáceos, las marcas donde los vampiros me habían sujetado.
–Eres tan imprudente e insensata, nunca piensas lo que haces –me dijo Joe duramente con filo en la voz.
Él puso su cuerpo más cerca, tan cerca que podía sentir el calor que manaba, de cerca vi su rostro levemente enrojecido en la zona de las mejillas, su cabello negro apuntando hacia todas las direcciones, sus pobladas cejas oscureciendo la zona de sus ojos plateados, sus labios apetitosos, su cuello y… ¡Oh qué demonios! Ya podía sentirme acalorada, incluso cuando él estaba mirándome con mala cara. Puso sus manos en mi chaqueta y abrió el cierre deslizándolo hacia abajo. Observó con desagrado las incisiones en mi cuello, la sangre en mi camiseta rasgada y las marcas del forcejeo en mi piel.
–¡Oh Dios! –musitó él examinándome–. No tenías que haber salido con ese niño rubiecito, él no puede cuidarte como yo lo haría. ¿Por qué haces estas cosas?
El tono que Joe utilizaba era malhumorado, me hacía enfurecerme, me hacia querer sacudirlo y después besarlo.
–¿Qué querías que hiciera? ¿Esperarte todo el maldito día? –le reprendí.
Él me miró con el ceño fruncido.
–Sí, eso hubiera estado bien –asintió y después pareció pensar en mis palabras–. Espera… ¿estás teniendo una rabieta por que salí a trabajar todo el día?
Sí, él lo había comprendido.
–Puedes llamarlo así si quieres. Yo le diría cólera intensiva con una buena causa –dije en mi defensa–. ¿Qué haces? ¿Cubres todos los turnos en una farmacia de veinticuatro horas? Sales antes del amanecer y llegas en la madrugada, eso no es normal.
–Estás buscando excusas para pelear –dijo en voz baja, casi para sí mismo.
–También tú –recalqué.
Y hubo silencio, tanto silencio que podía escuchar los murmullos de los chicos en la otra habitación. Un largo silencio en el que él y yo sólo nos mirábamos a los ojos fijamente, lanzándonos miradas de reproche con rabia y amor, y rencor y pasión, diciéndonos cosas que en realidad no necesitaban ser habladas.
Joe, sosteniendo nuestras miradas alzó su mano y tocó mis labios, los acarició. La sensación de sus dedos sobre mis labios causó una sacudida alucinante en mi cuerpo, era como si mi corazón se sobresaltara, mi estómago se estremeciera, como si mis extremidades fallaran, ocasionó un inhumano efecto sobre mis sentidos y mis emociones, toda mi piel hormigueaba con un doloroso deseo, el sólo hecho de que me rozara me hacía trepidar y querer tener su mano tocando mi cuerpo entero, porque ese simple roce de sus dedos contorneando mis labios era tan íntimo como hacer el amor.
Mi respiración se alteró, él ladeó la cabeza, dejó de tocar mis labios, sentí sus manos sobre mis caderas atrayéndome un poco más cerca de todo su precioso y suntuoso cuerpo.
–Eres insufrible –le dije.
–Huh, también tú –me respondió, aceptando el insulto con humor.
–Idiota –proferí y entrecerré los ojos al mirarlo.
–Gracias.
Más relajado Joe se aproximó hacia el refrigerador, abrió la puerta y le contemplé mordisqueando comida de por aquí y por allá. En completo silencio me recliné en la barra de mármol que había detrás de mí, di un suspiro con exasperación, en un solo segundo sentí todos los problemas cayendo sobre mis hombros, Nick , la mordida de Jerry, los Zephyrs, pensaba en ciertas cosas que Nick había mencionado sobre Joe, en su extraño nuevo trabajo del que nunca me hablaba, él debería hacer cosas como quejarse de su jefe, anunciar su salario o algo parecido, pero no lo hacía. Había muchas preguntas que quería hacer pero no estaba segura de cómo formularlas, ni a quién.
Mi amado vampiro me miró al escuchar mi fatalista suspiro, cerró el refrigerador y me encaró con una porción de cerezas en sus manos, él acercó una cereza escarlata a mis labios, abrí la boca para comerla, introdujo la fruta en mi boca depositándola en la punta de mi lengua. Sentí la suave, lisa y fría piel de la pequeña fruta contra mis papilas gustativas y accidentalmente mordisqueé los dedos de Joe, sólo porque él no se había apresurado a quitarlos de mi boca a tiempo, intencionalmente, debo agregar.
–¡Ouch! –chilló él.
Las yemas de sus dedos tenían su sabor mezclado con ese poco de néctar de cereza dulzón y sirope. Él sonrió dejando sus dedos entre mis dientes, yo sujeté su mano seguí mordiendo las puntas de sus dedos cariñosamente hasta que él retiró la mano para darme otra cereza, pero esta vez cuando no abrí la boca él frotó la cereza contra mis labios con ternura para dejar el sabor sobre mi boca.
Ahora cada vez que recordara el sabor de los dedos de Joe podría decir que sabían a cereza, siempre lo recordaría así. Me comí la segunda cereza que él me ofrecía.
–¿Qué tal así? –sugirió Joe mientras ponía otra cereza entre sus dientes y la sujetaba con ellos, distinguí el contraste del rojo de la fruta contra el blanco de sus dientes–. Muerde ésta.
Él acercó su boca a la mía, esperando que yo mordiera la jugosa cereza que traía entre sus perfectos dientes resplandecientes, y lo hice, la mordí con un ligero choque de sus dientes y los míos. Él se llevó una mitad de la fruta y yo la otra, lo golpeé en el hombro de manera juguetona.
–¡Hey! Eso no es justo. Tú mitad era más grande –me quejé fingiendo un terrible enojo falso.
–¡Oh no! ¡Eso es terrible, ___(tn diminutivo)–con la nota de su voz supe lo que estaba haciendo, se estaba burlando de Jerry.
–No me llames ___tn diminutivo –dije seriamente.
–¿No? ¿Por qué? –su voz era burlona–. Um, no me digas, creo que ésta me la sé. Déjame adivinar, es sólo entre Jerry y tú. ¿No?
–No –espeté disgustada–. Ése era el nombre reservado para mi familia, sólo ellos podían llamarme así. Tampoco me agrada que Jerry me llame de esa forma, José.
Había verdadera añoranza en mi mirada fingida de niña caprichosa, nadie tenía derecho a llamarme de la forma subjetiva que mi familia lo hacía.
Con un poco de arrepentimiento Joe arrancó otra cereza del tallo y la colocó apretada entre sus dientes para compartirla conmigo nuevamente. Rodeé su cintura con mis brazos, estreché mi cuerpo contra el suyo y mordí el diminuto fruto de color carmesí. En cuanto sentí el jugo resbalarse en mi boca y los labios de Joseph rozando los míos perdí un poco el sentido común y le besé con desesperación. Subí mis manos desde su pecho hasta la parte trasera de su cuello, probé su lengua, todo un beso con un dulce sabor, un beso picante, intrépido, salvaje, bruto, vulgar, exquisito, apasionado, frenético, colérico. Todo su peso estaba sobre mí, su vientre apretando el mío, su pecho ajustado como una pieza de rompecabezas que encajaba perfectamente con mi pecho. Pero no era suficiente, lo deseaba más cerca.
Me aferré de su chaqueta y jalé hacia mí, cuando el espacio entre ambos fue más estrecho sentí algo molesto y duro contra mis costillas, un débil dolor de algo hundido en mi abdomen. Alejé un poco a Joe separándome de sus labios, lo toqué, palmeé con mis manos el área de su estómago, como un policía revisando si un criminal porta armas, y advertí algo duro en el bolsillo de su chaqueta. No me detuve a ver la impresión de Joe, solamente moví mis manos sigilosamente dentro de su bolsillo y sustraje de allí lo que fuera que me había estado lastimando. Mi rostro se tornó pálido cuando vi lo que tenía en mis manos, era un revolver plateado sobre mi palma. Un arma de fuego, metálica y fría que había estado en la ropa de mi amante.
–¿Qué es esto, Joe? ¿Desde cuándo llevas armas contigo?




huh joe el chico malo de la historia..... :evil:
ElitzJb
ElitzJb


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Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 37 Empty Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

Mensaje por ElitzJb Lun 09 Jul 2012, 5:49 pm

Capítulo 11: Primera Parte

Somersault


Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 37 Scaled.php?server=26&filename=23770424

3/3.

Desde que las calles se han vuelto más peligrosas –reconoció Joseph mientras me arrebataba su arma de las manos–. Y dame eso, podrías lastimarte.
Joe se escabulló lejos de mí para huir por la banda izquierda y salir de la cocina. En un expeditivo movimiento igual que un soplo obstruí su camino, me había desplazado más rápido de lo que había imaginado, tanto que me sentí bruscamente mareada. Eso de la velocidad vampírica… bueno, era cierto. Tal vez finalmente después de un par de meses estaba empezando a aprender a manejar mis nuevas destrezas.
–No intentes escapar, Joseph Jonas –aludí avizorándolo con escrúpulo.
–Veo que has estado practicando –dijo Joe con un imperceptible asombro reflejado en los ojos.
Lo que él no parecía entender es que esta vez no se saldría con la suya, no lo iba dejar correr hacia la salida como solía hacer cuando se veía entre la espada y la pared.
–¿Qué es lo que me estás ocultando? Dímelo –alcancé a decir en un gruñido.
Él se tensó, distinguí su mandíbula prensada, las venas de su cuello y sus brazos sobresaliendo por la presión en sus músculos. Su expresión no había cambiado en absoluto, su angulosa cara era la misma, pero yo pude leer algo ajeno y subyacentemente furtivo en su mirada, detrás de sus ojos estallaba algo invisible chispeando como el fuego.
–Apártate, ___tn –su voz sí había cambiado, me habló con profundidad y una nota de lo que parecía ser odio. Mi cuerpo tembló, él nunca me había mirado de esa manera, tampoco me había hablado de esa manera. Aun así sabía que debía mantenerme estable.
–Alan tenía razón –me di cuenta yo–. Estás cambiando, mírate.
Él tragó con dificultad.
–¡Te dije que te movieras! –repitió en voz alta y con furia.
–¿O si no qué? Me harás daño, ¿cierto? –mi corazón dio un doloroso latido en mi pecho cuando él guardó silencio–. ¡Oh por Dios! Sí me harías daño, puedo verlo en tus ojos.
Joseph se sobresaltó dando un paso hacia atrás como si yo le hubiera ofendido.
–¿Qué estás diciendo? ¡Cállate! –me gritó él.
Me dio miedo oírle gritándome.
–¿Qué estás escondiéndome? Algo está mal en ti, lo sé –di un paso más hacia él, temerosa–. ¿Por qué no quieres decirme la verdad? Nick me habló de ti, dijo que tú…
Cerré los ojos cuando él me interrumpió asentando sus manos en mis hombros, agazapado fuerte y dolorosamente a mi cuerpo mientras me sacudía hacia adelante y atrás iracundo y adusto.
–¡Te dije que te callaras! ¡Cállate, cállate! –dijo a gritos para luego empujarme lejos. Di un traspié intentando no caerme y posteriormente me sujeté de una pared para estabilizarme y no caer.
Vislumbré sus ojos llenos de horror cuando él me vio recuperar el aliento, apoyada de la pared y llena de pánico, casi podía decir que él tenía tanto miedo de él mismo como yo. Su mirada ahora estaba abarrotada de retractación, se llevó las manos al rostro, presionó sus ojos contra sus palmas y después cerró sus puños en su corto cabello y jaló de éste mientras oscilaba como si hubiera sido abofeteado.
–Aléjate de mí, ___tn, por favor –me dijo con la voz rasgada como el papel–. Aléjate de mí, algo está en mí, voy a hacerte daño, por favor aléjate.
Ésa era su voz nuevamente, su tono herido que me enseñaba cuanto quería protegerme y que no era capaz de hacerme daño, que no me lastimaría, que me cuidaría. Y que necesitaba de mí.
–Dímelo, Joseph, ¿qué es lo que pasa? –me acerqué a él. Él se apartó.
–¿No lo entiendes? ___tn, ya no soy el mismo, a veces sólo no soy yo, podría lastimarte. Por favor, vete –la súplica en su voz hizo que se me cayera el alma a los pies.
–Pero… ¿pero qué…? –balbuceé.
–¿Qué sucede aquí? –la voz de Nina quebró la mía como con un fustazo sobre un cristal–. Oímos sus gritos, pensamos en interrumpir antes pero creímos que no sería oportuno porque…
Difícilmente fui consciente de lo que dijo Nina, Jerry estaba allí junto a ella, observándome y cubriendo las cisuras que yo había hecho en su cuello con una de sus manos, su rubio cabello enredado y enmarañado, sus mejillas doradas sonrojadas, y su aspecto deshecho y aturdido. Tenía manchas de sangre aquí y allá, como si hubiera sido salpicado.
–Llama a los chicos, diles que me mantengan alejado de ___tn –mi corazón se contrajo cuando escuché que Joe decía aquello.
No fue necesario un llamado, Adolph y Alan aparecieron allí en menos de un segundo, mirándonos atónitos y perplejos. Joseph aparentemente perturbado salió de la cocina enrojecido y maldiciendo.
–¿Qué ha sucedido? ¿Una pelea? –inquirió Adolph.
Negué con la cabeza.
–Fue algo diferente –dije–. Yo encontré un arma en el bolsillo de Joe, le pregunté sobre ello y él sólo se alteró, él estaba diferente, me gritó y me miró como si me odiara.
Hubo silencio en la habitación, todos mirábamos nuestros rostros expectantes.
–Trataré de hablar con él –oí decir a Alan, que me miró con una mirada cómplice.
Me tomó unos segundos adivinar lo que significaba esa miradilla, él leería sus pensamientos y después vendría a contarme. Adolph y Nina se marcharon tras Alan, y Jerry se quedó allí, lavó su sangre en el lavabo antes de que yo tuviera otro arranque desesperado por beber de su cuello.
–¿Te sientes bien? –pregunté para Jerry–. Digo, algo cambiado, ya sabes, sentidos agudizados, visión nocturna, más velocidad, ¿algún síntoma?
Jerry se rió y se giró para mirarme mientras secaba sus manos y su cuello con una pequeña toalla de cocina.
–No estoy convirtiéndome en vampiro, nunca lograré convertirme en uno, de hecho –farfulló Jerry con una truncada diversión. Todo el tiempo él empleaba esa pesada tonalidad divertida para todo, siempre sonreía ante todo y hacía bromas, casi como Joe, pero con menos de ese sarcasmo picante–. Escucha, te contaré algo, pero no debes decírselo a nadie.
Sin pensar asentí de manera precipitada. La intriga y yo nunca íbamos de las manos.
–Bien –Jerry me miró a los ojos dando un paso más hacia mí para continuar dialogando–. No te preocupes, ___tn diminutivo. No me convertiré en vampiro jamás, aunque no lo creas yo he sido mordido más veces de las que puedes contar, y nunca he pasado por el cambio, nunca sucede nada. Por alguna razón soy diferente, mi sangre repele la infección vampírica, yo jamás seré un vampiro. Aunque sea eso lo que más deseo, sé que no puedo tenerlo. Por favor no digas nada, si alguien lo sabe puede que intenten aprovecharse de eso y me quieran utilizar como suplemento alimenticio diario, no puedo permitir eso.
La cercanía de ese mortal me estaba inquietando, podía auscultar los latidos de su corazón, su respiración inconstante, cada sonido que hacía al tragar, cada sonido humano zumbando en mis oídos. Las mordidas no le afectaban, podría morderlo una y otra vez, podría probar su sangre una vez más si deseaba, podría tenderlo en el suelo y reclamar su cuello para morderlo. Pero también podía matarlo en el intento. ¿Eso me importaría? Es decir, ¿Jerry me importaba?
–No diré nada –le prometí–. Pero hay algo que no entiendo, Jerry. ¿Por qué? ¿Por qué deseas ser cómo nosotros? ¿Deseas ser un asesino? ¿Un monstruo?
Él no pensó su respuesta, la articuló tan rápido como si la hubiese pensado muchas veces con antelación, o como si la hubiera repetido unas mil veces anteriormente.
–Quiero ser joven e inmortal. Eso es lo que me interesa –mencionó Jerry–. Lo de alimentarse con sangre son sólo secuelas como parte del pago por verte bien el resto de la eternidad. Y además podría tener sobrenaturales poderes de vampiros. Nadie puede quejarse de esta vida, mírate, eres eternamente hermosa y joven, vivirás al lado del tipo que amas hasta que el planeta deje de girar, tienes dinero y sales a divertirte cada noche.
Entendí su punto, yo nunca antes había deseado ser vampiro, pero era sólo porque para mí sólo no existían esas cosas, yo me había resignado tristemente a una vida jodidamente normal. Ir a la universidad, trabajar, casarme, hijos, nietos, y luego la muerte. La famosa muerte. Ése era el curso de la vida, de cualquier vida. Todos temerosos esperando ese encuentro con la calidez de una tumba bajo varios metros de tierra. Todos los humanos aterrados de morir, siempre horrorizados ante la idea de marcharse a ese cementerio. Y ahora yo era eso, simplemente eterna, lo que todo ser humano deseaba.
–Joven para siempre, ¿eh? –dije. Y pensé en los humanos queriendo devolverse al pasado cuando envejecían, ansiando otra oportunidad para la juventud–. Tener siempre diecinueve es una especie de desgracia o algo.
Jerry volvió a reír con regodeo, su agraciada sonrisa humana sin colmillos. Me agradaba volver a ver algo parecido a una auténtica sonrisa común y corriente.
–Aun así, bebes alcohol, te cuelas en los bares y clubes y te acuestas con Joe. Los vampiros siempre se salen con la suya –admitió él.
El color subió a mi rostro causándome calor en las mejillas, inevitablemente una ola de cosquilleos se cernió en mi estómago. Era vergonzoso que alguien concretara con tanta certidumbre que un chico me llevaba a la cama, era como si todo el mundo lo supiera, como si no pudiera ir a ninguna parte sin que la gente pensara “¡Oh! Esa chica duerme con aquel chico,” como si de alguna forma lo tuviera escrito en la frente en letras muy grandes.
–Jerry, ¿qué edad tienes tú?
Él se quedó callado un breve instante, vacilando.
–No lo sé –me confesó. Ensanché mis ojos.
–¿Cómo que no lo sabes?
–Nunca tuve algo parecido a una fiesta de cumpleaños, no sé qué edad tengo. Hasta una corta edad fui criado por una anciana latina, ella falleció y desde entonces estuve solo, sirviendo a los vampiros. Supongo que soy joven pero ni siquiera tengo una identificación o un certificado de nacimiento, así que no, no lo sé –sus respuestas siempre eran largas y extendidas, no era de los tipos que se limitaban a responder exactamente lo que preguntabas.
–Um, yo, pues… pareces un gran chico de dieciséis años, ya sabes, de esos chicos que se han desarrollado mucho –atiné a decir, más bien había pensado en voz alta–. Ya sabes, porque eres alto, y grande, y fuerte, pero tu rostro es como el de un niño y tu voz bastante rozagante como la de un adolescente.
–Supongo –se encogió de hombros–. ¡Ah! Se me olvidaba. Gracias.
Fruncí el ceño.
–¿Gracias? –repetí.
–Gracias a que me mordiste Adolph me dejará pasar otra noche aquí para observar si cambio o si adquiero efectos secundarios. Creo que se le llama hospitalidad vampírica –Él se interrumpió con un corto espacio de silencio–. No tenía donde dormir.
El Joven Jerry tenía el rostro de un ángel y un cuerpo proporcionado, pero estaba camuflado, todo el rostro detrás de las gafas, los brazos hasta los topes de tatuajes que posiblemente también tapizaban su espalda.
Por alguna razón yo creía todo lo que él decía. Bueno, la mayoría de las veces yo creía casi todo lo que cualquier persona dijera, si lo hacía ver creíble yo podría creerlo.
–Voy a dormir, buenas noches –corroboré y salí de la cocina.
Atravesé la casa cojeando, con el dolor en mi tobillo martillándome con punzadas fulminantes de dolor. Estaba al tanto de cada sonido que me asediaba, mis pies arrastrándose, bisbiseos en cada rincón y los fragores de la calle, autos, personas, todo lejano como una dimensión paralela, como un mundo al que por supuesto yo no pertenecía.
Cuando estuve delante de la puerta de mi habitación preparada para entrar una mano fría se situó sobre mi hombro, me sobresalté girándome velozmente.
Alan.
–Tengo que hablarte de algo –dijo él.
Respiré profundamente y abrí la puerta del cuarto.
–¿Quieres entrar? –propuse señalando el interior de la habitación oscurecida.
Él negó.
–Será rápido –susurró y miró hacia todas partes, tal vez cuidándose de ser escuchado por alguien más–. Algo está bloqueando la mente de Joe, hace días que no puedo leer sus pensamientos, y no sé la razón, pero también yo siento que él está cambiando, de alguna forma hay algo diferente en él. ¿Recuerdas cuando me golpeó? El día que vino mi padre con todo su rollo de la daga y el robo, ¿y recuerdas que hace un rato dijiste que te miró de manera diferente, como si te odiara? Lo mismo pasó aquel día que reventó en celos y me apaleó, vi sus ojos llenos de una furia, yo nunca había reconocido un verdadero sentimiento de odio en él, pero ese día sucedió, como si por un momento fuera otra persona diferente, ¿no es así?
–Sí, eso es exacto lo que pasó –asentí entre susurros–. ¿Qué crees que está ocurriendo?
Alan volvió a negar.
–Simplemente no tengo idea, trataré de averiguarlo, te lo prometo –dijo–. Por lo pronto mantente cautelosa con Joe, hay algo muy raro en todo esto –él suspiró–. Me iré para que duermas, luces muy cansada.
Él se marchó a grandes zancadas, con sus manos en sus bolsillos de manera indiferente, posiblemente no había un chico más correcto y elegante que él, pensé mientras lo veía caminar como el gran hombre solitario.
Anonadada y fatigada fui a mi recámara, al verme en el espejo advertí las sombras que oscurecían la zona bajo mis ojos, necesitaba dormir, estaba hecha añicos. Después de la rutina ducha y pijama me preparé para relajarme sobre mi cama, cerré los ojos envuelta en un mar de sábanas y en el mismo momento comencé a oír repiqueteos como de madera golpeando cristal.
Me senté el colchón con los ojos abiertos de par en par, los estruendos continuaron como si las ventanas y las puertas estuvieran siendo azotadas, pero no lo estaban, la puerta estaba cerrada al igual que las ventanas. El ruido se hizo más audible, ahora parecía una ráfaga de truenos atravesando la estancia, todo crepitaba como si de pronto la casa estuviera desmoronándose, por un momento creí que techo se caería sobre mí y me aplastaría.
Con el corazón palpitando en mi pecho como el galope de un caballo me levanté de la cama arrojando las sábanas al suelo, mis pies descalzos tocaron la alfombra y corrí directo a la puerta; la intenté abrir pero no lo logré, estaba cerrada, trabada como si alguien estuviera detrás forzándola.
La atmósfera se volvió fría, tan fría que podía ver mi aliento en un celaje de vaho blanco, un escalofrío de pánico barrió mi cuerpo. Me encaminé hacia el ventanal cristalino, inverosímilmente también se encontraba sellado, era imposible correr los cristales.
No tengo adonde correr, pensé.
Miré hacia todas partes suponiendo que encontraría alguna escapatoria o alguna explicación para los inconcebibles ruidos, sin embargo todo estaba inmóvil como una pintura, salvo por una bandada de sombras que se cernían en las paredes retozándose entre luces y siluetas en una escala de grises. Un perfume abrumó el aire, algo peculiar y picante como la canela y las rosas, el suelo tembló bajo mis pies y grité hasta que algo me inmovilizó, algo incorpóreo sujetó mis brazos de manera que no pudiera moverlos.
–Shh –dijo algo o alguien detrás de mí y todo se detuvo. Las sombras dejaron de zarandearse sobre las paredes, el escándalo se silenció, el frío se disminuyó y el piso terminó de fluctuarse. Singularmente permaneció ese aroma de canela y rosas, y un aliento álgido habló contra la parte trasera de mi cuello produciéndome espasmos–. Sólo soy yo, Darius.
Jadeé tratando de sosegar mis latidos acelerados. Unos segundos más tarde, después de componer mi semblante puse mi cara fulminante y tétrica para mirar a Darius, me giré hacia él y me descompuse reiteradamente al verlo. Él parecía más bien algo transparente, como invisible y sin cuerpo, a duras penas podía ver el contorno de su cuerpo dibujado como entre destellos y una cortina de niebla azulada. Él siempre había sido un fantasma pero nunca antes había parecido uno, nunca como ahora.
Darius vestía con su típica ropa antigua y elegante de épocas pasadas, tal como si fuera a interpretar un rol en una obra de Shakespeare, su cabello siempre era marrón simple y revuelto, sus ojos de un azul más celeste que azul, su piel mortalmente pálida.
Mis ojos se abrieron más ampliamente y dejé escapar un grito ahogado de mis labios, él esbozó una sonrisa, una perspicua sonrisa traslúcida como el cristal de un espejo.


hasta aqui chicas q tal les parece la nove
tratare de colocar 1 por dia okis ..... a ver si puedo
ElitzJb
ElitzJb


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Mensaje por aranzhitha Lun 09 Jul 2012, 6:46 pm

ahhh Joe la quiso lastimar?? :affraid:
pero como ya no es el mismo
pobre de Nick se siente solo Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 37 3619577255
es que nunca nadie lo quiso
por eso es malo :sad:
pero a Joe que le pasa?? :x
siguela!!!
aranzhitha
aranzhitha


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Mensaje por DanieladeJonas Lun 09 Jul 2012, 11:21 pm

hay por dios!!
te digo que cuando creo que esto no puede estar mejor traes capitulos que me dejan asi :affraid: !!
esta increible!! ahh Darius ya lo extrañaba!!
llore con Nick... awww pobrecito lo que necesita es amor
te juro que hasta desee que la rayis se enamorara de el
y Joe... que le pasa a mi Joe? hasta ya anda lastimando a la rayis!!
wowowow Jerry tiene demasiados misterios!!
estoy demasiado intrigada... siguelapronto porfas!!!
DanieladeJonas
DanieladeJonas


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Mensaje por Augustinesg Mar 10 Jul 2012, 12:04 am

OMG!!
Que cuerno le pasa a Joe?
Es como que trato de pensar pero no puedo ahha.
Al final, me refuta todas las ideas, no sé que onda haha
Gracias por subir la nove y por intentar subir 1 todos los dias :D :D
Augustinesg
Augustinesg


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Mensaje por andreita Mar 10 Jul 2012, 9:06 am

no puedo creer loq ue le esta pasando ajoe!!!
bueno la verda es que no se que le esta psando
jajajajjaja

ayy no
:/

dale siguela
andreita
andreita


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Mensaje por chelis Mar 10 Jul 2012, 1:53 pm

WUUUAAUU YA QUIEROOO ABEER QUE LE OOOOCUUURRREEE A JOOOOEEEEE!!!!
Y EN REALIIIDADDD QUIEN ES JERRYYYY!!!!
AAAAII MUCHAS PREGUNTAS Y DUDAAASSSS
chelis
chelis


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Mensaje por ElitzJb Mar 10 Jul 2012, 7:12 pm

Segunda parte

Somersault



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–Tú… eres… –balbuceé.
Su sonrisa se hizo más copiosa.
–¿Un fantasma? –dijo él–. ¡Que novedad!
–¡Muy gracioso! –departí–. ¿Quieres matarme de un infarto? ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Y por qué eres tan… invisible? ¿Y por qué has hecho todo este teatro?
–¡Eres tan graciosa cuando te quejas como niña de diez años! –se burló–. No, no quiero matarte, tenía que llamar tu atención, cuando eres así de invisible la gente no te ve demasiado –él se alejó dando pasos hacia atrás sobre sus pies aéreamente transparentes–. Pasé a saludarte y a charlar un rato contigo.
–¡Oh! Bueno, hola, D –le saludé–. ¡Dios! Me asustaste, y ahora pareces realmente alguien muerto. Sabes, has cambiado un poco desde la última vez que te vi, creo que recientemente estás mucho más pálido, deberías salir al sol. De verdad, ¿qué te pasó?
A Darius no le causó gracia, permaneció serio.
–Yo no debería estar aquí –su rostro era hosco, su boca formó una línea recta–. ___tn, si soy esto… ya sabes… transparente, es porque éste no es el lugar en el que debería estar. ¿Recuerdas que te dije que debía cumplir con la misión de cuidarte para irme y descansar en paz? Pues bueno, yo he completado esa misión hace mucho, si todavía sigo aquí es por ti, porque parece que tienes tendencias psicópatas suicidas y te metes en más problemas que un libro de matemáticas. Pobre de tú ángel de la guarda y de tú conciencia, porque parece que nunca la escuchas.
–¿El mismo discursito de Joe? –proclamé–. Además, para eso estás tú, tú eres como mi ángel de la guarda y mi conciencia.
–No por siempre –manifestó fríamente–. Algún día no estaré aquí.
–Qué bueno que estás aquí –suspiré. Tomé asiento sobre mi cama, la silueta de Darius se movió más cerca de mí como una especie de proyección–. Tengo tantas preguntas que hacerte. Y por cierto, gracias por ayudarme a sacarme de encima a Nick esta noche.
Darius suspiró.
–De nada –me dijo–. Y sé que tienes muchas cosas rondando en tu cabeza que probablemente quieres preguntar, para eso vine. Una vez más he venido a advertirte ya que no me dejan intervenir demasiado en la vida de los mortales, y menos ahora que ni siquiera tengo porqué hacerlo.
–Joe está… –comencé.
–Lo sé –me interrumpió–. Sé que esto sonará raro, pero tienes que confiar en Joe, y apoyarlo, él jamás haría nada para lastimarte, puedes creerme cuando te lo digo. Joseph estará en una enredadera de problemas y tú no debes perder la fe en él, porque si lo haces él perderá la confianza en sí mismo. De ahora en adelante él te necesita mucho. Es todo lo que puedo decirte, no tengo permitido mencionar nada más. De todas formas ya te habrás dado cuenta de los cambios en Joe, tú creerás que te oculta cosas pero él te ha dicho todo lo que sabe, y lo que él sabe es que no debería estar aquí, no debería ser uno de los vivos, la gente normal no vuelve de la muerte como lo han hecho ustedes dos.
–Pero…
–No te diré nada más, no insistas –me cortó él. Con Darius siempre era así, él no me dejaba hablar.
Asentí resignada.
–Y sobre Jerry… –cuestioné.
Darius sonrió, pero no sonrió para mí, sonrió involuntariamente curvando sus labios azulados y desvaídos.
–Él está bastante desquiciado, pero puede hacer reír a cualquiera –aseguró él–. No digo que sea inofensivo, sin embargo no debes saber nada más. ¿No has escuchado que algunas personas dicen que tu corazón sabrá en quién debes confiar y en quien no? Bien, tú lo sabrás –Darius vaciló, puso uno de sus afilados dedos blancos sobre sus labios en gesto pensativo–. Y antes de que lo preguntes… Nick será el menor de tus problemas ahora. Pobre chico.
¿Pobre chico? ¿No estábamos hablando del mismo Nick malvado que todos conocíamos?
–Hiciste un buen trabajo hablando tú solo –le felicité con sátira–. ¿No has considerado hacer monólogos? Consigues utilizar a la perfección esa estrategia para que yo no te pregunte nada nunca.
El impalpable cuerpo de Darius se movía de un lado a otro con inquietud y nerviosismo, casi parecía que no escuchaba nada de lo que yo decía. El aire alrededor de él era glacial y frígido, manaba una especie de aura fría que flotaba con su cuerpo traslúcido.
–Ha sido todo por hoy, niña revoltosa –dijo deteniéndose en su sitio y mirándome de forma muy extraña con chipas azules radiando de su mirada como diminutas estrellas–. Adiós, espero que nos volvamos a ver.
–¡Espera! –alcé la voz tan rápido cómo pude para detenerlo, aunque fue demasiado tarde.
El fantasma de mi cabeza desapareció esfumándose en un periquete, con él se fue toda la luz de la habitación, todo pareció mucho más oscuro entonces, y el aire frío comenzó a disiparse con lentitud.

Al menos había logrado dormir unas cinco horas cuando el sol despuntaba desde el este del cielo segregando luz blanquecina desde las ventanas de mi dormitorio. Las pesadillas se habían hecho demasiado intensas para continuar sumergida en el aterrador sueño, de vez en cuando dormir se convertía en una acción infernal. Cada vez que despertaba agradecía con alivio que hubiese sido un sueño. A veces deseaba despertar de la vida real tan fácilmente.
Joe.
Su nombre volvía a mi cabeza y un dolor se extendía en mi pecho, lo echaba de menos, lo necesitaba de vuelta. Al Joe de siempre. Para cuando decidí tomar mi desayuno él ya no estaba en casa, cosa que me mantuvo en silencio mientras cavilaba y especulaba.
–Jerry se quedará aquí –dijo Nina mientras servía desayuno a cada uno de nosotros. Yo no había estado demasiado enchufada en la conversación pero esa frase llamó mi atención, Nina le hablaba a Adolph, firmemente–. No quiero discutir contigo por eso, conocí a ese humano lo suficiente, no es peligroso.
Alan me miró de reojo, con una mirada que podía significar cualquier cosa.
Jerry también estaba allí, observando desde lejos lo que parecía ser una discusión de pareja más que una diputa grupal sobre la estadía de un mortal.
–¿Y me oíste bien, Jerry? Te quedarás aquí, ¡aunque no quieras! –gritó Nina. No podía decir si su cólera era autentica o fingida, ella muy pocas veces perdía el control de sus emociones así de fácil, pero cuando quería parecer enojada, lo lograba con facilidad.
El humano con su cabello rubio corto sonrió y asintió.
–¡Demonios! Que chica tan dominante. ¿Al menos puedo irme al trabajo? –indagó el mortal.
Nina gruñó y después sonrió.
–Lárgate ahora, niño –le contestó ella.
–¿Tú trabajas? –intervine.
–¿Qué creías? ¿Que me ganaba la vida como los chupasangre? Por supuesto que trabajo, soy empleado en Midtown Comic –contestó.
Jerry se marchó con su mochila en sus hombros.
Tan solo un par de horas después Adolph tenía una amistosa discusión sobre las habilidades de Alan para leer mentes. Nina y yo estábamos en los sillones, ella intervenía casualmente en la conversación.
–No pienso jugar algún partido de póker con este chico –decía Adolph.
Alan se reía.
–Hemos hecho esto antes, me has ganado incluso. Ya te lo dije, no me complace leer mentes en un partido de póker, no tiene gracia alguna hacer ese tipo de trampas –rebatió Alan.
–¿No has considerado ir a Las Vegas? –le dije a Alan–. Podrías ganarte la vida así.
Antes de que comenzaran a hacer bromas sobre eso Jerry atravesó el umbral del salón en un abrir y cerrar de ojos, estaba jadeando, como si hubiera sido perseguido y hubiese corrido desde hacía varias calles. Su cara se hallaba pálida y emocionada igual que la de un niño. Los cuatro nos volvimos hacia él.
–Noticias… Tengo noticias –él jadeó.
Adolph se levantó de su silla.
–¿Tu turno en tu trabajo acabó antes, mortal? –interrogó Adolph.
Jerry negó.
–Nick … –empezó el humano–. El tipo fue asesinado esta madrugada, estuve conversando con una chica de la antigua pandilla, creo que desistieron con la venganza de Deborah, ellos piensan que sin Nick no conseguirán más que matarse a ellos mismos, después de todo han visto pelear a Joe, y creen que el resto de ustedes pueden ser igual de peligrosos…
–Está bien, lo entiendo –lo silenció Adolph. Los cuatro estábamos atónitos y perplejos ante la noticia–. ¿Cómo fue asesinado? ¿Lo sabes?
–Balas de plata –dijo Jerry.
El rostro de Adolph estaba lleno de dudas, sus ojos estrechos y recelosos.
–Dice la verdad –asintió Alan.
¿Pero quién había asesinado a Nick ? Por alguna razón la noticia debía ser buena, pero no lo sentí así en absoluto, algo saltó en mi pecho como miedo o inseguridad. No era que me importara Nick , pero cuando lo recordaba llorando sobre mi pecho como lo había hecho esa pasada noche encontraba sentimientos extraños en mi interior que no debería sentir, como la lástima o inclusive la pena.
Era Nick Fox, no debía sentir eso, y él ya no estaba. Jamás volvería a molestarme.
“Nick será el menor de tus problemas ahora. Pobre chico”. Había dicho Darius, y ahora lo entendía, él ya sabía de su muerte.
–Si no les importa me gustaría salir un rato con ___tn –espetó Jerry mirando a Adolph.
Lo miré extrañada.
–Deberías preguntarle primero a ella, creo, y a Joe –dijo Alan.
–Ahora que Nick no está yo creo que está bien –habló Adolph–. Pero si tiene un solo rasguño cuando vuelva la pasarás muy mal. Lleven una de las motocicletas.
Jerry me enganchó de las manos y me sacó del sofá a toda velocidad.
–Espera, debo arreglarme, no puedo salir así –me quejé.
Él se quedó de pie frente a mí y con esa linda sonrisa suya pasó las manos por mi cabello como si lo peinara, subió una de las tiras de mi camiseta que se había corrido por mi hombro y examinó mi rostro sujetándome de la barbilla.
–Estás hermosa, vamos –dijo y me arrastró hacia la puerta, cogió mi abrigo que colgaba en el perchero y me lo colocó antes de salir a la luz radiante y ardiente del sol.
Me arrojó un casco y me subió a la moto, aunque allí habían otras dos motocicletas él se sentó detrás de mí, encendió el motor y aceleró. Él conducía con sus manos encima de la mías en el manubrio, yo podía sentir el calor de su abdomen contra mi espalda incluso a través de la ropa, sus brazos me encarcelaban y su respiración golpeaba en mi nuca.
¿Adónde rayos me llevaba?
Él se detuvo en una calle vacía con comercios abandonados, aparcó la moto y me ayudó con el casco.
–¿Dónde estamos? –mascullé.
–Esperaba que pudiéramos hablar a solas, y también quería mostrarte algo verdaderamente interesante. Vamos –respondió y señaló hacia una cabina telefónica que había al final de la calle.
Había algo muy raro en todo esto, no tenía la menor noción de donde estaba.
–¿Esto es New York? –dije mirando a mis alrededores, buscando algo reconocible.
Despreocupado Jerry me tomó de la mano y me hizo entrar en la cabina de llamadas con él, era un espacio pequeño para dos personas, era un paralelepípedo con cristales en las paredes y un teléfono bastante usado colgando en el centro.
–Conoces menos New York de lo que pensabas. Conoces menos el mundo de lo piensas, ___tn diminutivo –a tientas él rebuscó en los bolsillos de sus pantalones deshilachados–. ¿Tienes una moneda?
Frunció el ceño todavía buscando.
Busqué en mis bolsillos y negué, él sacó la mochila de su espalda y encontró una moneda, la introdujo en la ranura del teléfono y marcó un número que no me interesé en ver. Luego de unos segundos Jerry volvió a colocar el auricular en su lugar sin siquiera haber hablado con alguien.
Parpadeé varias veces incrédula, todo se volvió más oscuro, mis ojos tardaron en amoldarse a la repentina oscuridad, Jerry me miraba ensombrecido entre la lobreguez.
–¿Qué pasó? –pregunté.
Yo sentía como si repentinamente hubiesen apagado la luz del sol.
–Mira a tu alrededor –me dijo él.
La misma cabina telefónica me rodeaba, pero él no se refería a eso. Fuera de aquellas paredes de cristal era de noche, como si en menos de un segundo uno de los astros se hubiera alzado para eclipsar el sol. Hacía unos minutos la calle había estado desierta, ahora se encontraba atestada de personas. Y ni siquiera se parecía al mismo callejón con comercios abandonados, ésta era una vía doble sin asfaltar con personas aterradoras transitando sin rumbo con satisfacción en sus caras.
Sorprendida lancé un gritillo ahogado.
–¿Qué diablos significa esto? –conseguí balbucear.
La sonrisa de Jerry se ensanchó, él irónicamente alzaba su sexy ceja del piercing.
–Los que sabemos de magia conocemos este lugar –dijo él mientras abría la puertecilla de la cabina–. Bienvenido a la ciudad Subterránea, ___tn diminutivo. Debajo de New York está Somersault, un lugar para toda clase de criaturas.
Escudriñé mi entorno al tiempo que Jerry me conducía entre las vías de arena liviana. Había individuos estrambóticos deambulando en grupos y parejas, nadie parecía normal, algunos iban vestidos tan extravagantes y coloridos que parecía que llevaban disfraces, otros vestían abrigados y de color negro plenamente, otros del todo blanco, eran personas excéntricas, nadie estereotipado. Mi corazón estaba atropellado, incluso sentía miedo, esas personas no me miraban ni me prestaban atención pero su presencia era tan escalofriante que algo palpitaba en mis nervios.
La ciudad subterránea no parecía nada subterránea, todo estaba tenuemente iluminado en matices púrpuras y violetas, él cielo se abría sobre nosotros, completamente negro, nunca había visto un cielo tan oscuro. También vislumbré estrellas plateadas pequeñas resplandeciendo como diamantes, miles y miles de estrellas que en una gran ciudad obviamente serían imposibles de contemplar, aunque lo que había llamado mi atención era aquella luna violeta que flotaba en las alturas. Una luna llena y enorme como salida de un retrato.
–Éste es el único lugar en donde la luna brilla de color violeta –murmuró Jerry siguiendo mi mirada hacia el cielo negro–. Si eres un visitante pensarás que la luna es violeta, si conoces este lugar lo suficiente sabrás las leyendas que corren por aquí. En estas calles se han escuchado historias, eso no es la luna, se dice que es otro gran astro, una gran estrella de la que provienen grandes dioses mitológicos. Si miras a tu alrededor te encontrarás con cualquier criatura extraña, quizás veas vampiros, humanos, hechiceros, brujos, demonios, y puede que alguna vez te topes con algún dios. Somersault es uno de los pocos lugares en donde puedes convivir libremente con personas de cualquier clase y especie.
–Estás bromeando, ¿cierto? ¿Me estás tomando el pelo? –le dije.
–No –contestó sin el menor atisbo de sarcasmo en la voz–.?Y sabes por qué es el mejor sitio para las fiestas salvajes? Porque siempre es de noche, nunca amanecerá mientras estés aquí, y también porque puedes mezclarte asequiblemente con cualquier criatura mítica.
–Eso que hiciste con el teléfono… –farfullé mirando hacia todas partes, había tantos olores en el aire que no podía distinguir alguno específico, por lo tanto no podía diferenciar si alguien era humano, o vampiro, o lo que sea que fuera.
–La cabina es un portal, hay varios en New York, los encuentras en las estaciones subterráneas de trenes, bosques, en algunos clubes, pero no mucha gente sabe de ellos. Como te dije, sólo los que tienen encuentros con la magia saben sobre esto –Jerry tomó mi brazo al caminar–. No te separes de mí.
El terreno despejado comenzaba a tomar forma, ahora podía ver al final del camino un callejón estrecho rodeado de algo parecido a casas o clubes nocturnos.
–¿Cómo es que puede existir algo así? –diserté.
–No estoy muy seguro, pero se cree que algo sobrenatural e invisible rodea a los lugares como estos para ocultarlos de los seres humanos.
–¿Quieres decir que hay más de estas ciudades sobrenaturales?
–Obvio, lindura –dijo él–. Cualquier cosa que creas imposible es posible en nuestro universo, hay más de mil dimensiones abstractas a las que se puede viajar, hay más magia de lo que pudieras creer, existen más seres extraños de los que quizás has escuchado hablar. Me extraña que no puedas creerlo, tú eres un vampiro, ___tn. ¡Un vampiro!
Observé la entrada del angosto callejón aproximarse hasta estar delante de nosotros cuando Jerry plantó sus pies en el suelo y jaló de mi brazo para evitar que pudiera seguir dando pasos.
–¿Y para qué me trajiste hasta aquí? –continué interrogando todavía sin poder creerlo.
–Porque quería que conocieras esto… y porque tengo que decirte algo –me volví hacia Jerry para mirarlo, él estaba sereno e inexpresivo–. Cuando supe de la muerte de Nick oí rumores, sobre quién lo asesinó, he oído que Joseph fue quien lo mató, quería decírtelo personalmente antes de comentárselo al resto de los chicos –Jerry se adelantó unas zancadas, lo seguí, él me bloqueó el paso estirando uno de sus brazos–. ___tn diminutivo, a partir de aquí quiero que camines con los ojos cerrados, hazme caso, yo voy a guiarte. A esta calle le llaman “La Calle de las Pesadillas.” Sólo no mires.
Jerry se situó detrás de mí, cerró sus puños en mis brazos y me empujó un poco.
–Cierra los ojos –me ordenó.
–¿Pero… cómo que Joseph…?
–¡Que cierres los ojos! –alzó la voz y me empujó hacia la oscuridad del callejón.
La oscuridad nos tragó por completo, por un momento sólo sentí las manos de Jerry apretando mis brazos, escuchaba silencio y únicamente podía ver oscuridad, una negrura fatal e infinita. Y luego había gritos, como si cientos de personas clamaran desesperadas por sus vidas, también oí chillidos, algún tipo de chillido satánico repleto de maldad.
Espantada di un paso hacia atrás, el abdomen de Jerry se estrelló contra mi espalda, se sintió igual que si hubiera tropezado con una piedra. Él me sujetaba con fuerza embistiéndome hacia adelante.
Mi corazón dio un salto y perdí la respiración súbitamente al ver a Joe, se hallaba en un halo de luz blanca al final de la calle, sus colmillos expuestos manchados de sangre, sus ojos fulgurando en fuego. Él caminaba hacia mí como un depredador, dando pesados pasos en la arena. Las manos de Jerry me apretaron con más fuerza, grité y me giré hacia él.
El terror me golpeó una vez más, cuando me di la vuelta esperando encontrar a Jerry él no era quien estaba allí, era Joe, prendiendo mis hombros y penetrándome con una pérfida mirada. Esos ni siquiera eran sus ojos, ese Joe ni quiera olía como él mismo, ese Joe apenas se parecía al verdadero, no me sujetaba de la misma manera que Joseph lo hacía, no podía ser el mismo vampiro, no podía. Él alzó su mano derecha y algo brilló en su puño, parpadeé hasta que pude enfocarlo, una navaja.
Todavía con sus colmillos finos y punzantes goteando sangre llevó la navaja hacia mi pecho. Mi garganta se cerraba por el miedo, mis pies permanecían en el suelo, pesados como si alguien me hubiera enterrado en la arena. Abrí mi boca para gritar y la navaja se movió mandando un resplandor que cruzó velozmente el campo de mi visión. Un sonido metálico cortó el aire, Joe estaba inmóvil delante de mí, toqué mi pecho buscando la herida, pero no sentía dolor, no había ningún dolor físico.
Joe abrió la boca desesperado por decir algo, y no dijo nada, era como si su voz se negara a salir. Bajé la mirada hacia su pecho y descubrí la empuñadura de la navaja sobresaliendo de su caja torácica.
–¡JOE! –grité.
Y el suelo se abrió bajo mis pies, simplemente caí en un abismo negro apocalíptico.
ElitzJb
ElitzJb


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Mensaje por aranzhitha Mar 10 Jul 2012, 8:31 pm

awww que raro es todo esto :affraid:
Que pasara con Joe????
Se murio Nick?? :(
Siguela!!!!
aranzhitha
aranzhitha


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Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 37 Empty Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

Mensaje por JB&1D2 Mar 10 Jul 2012, 8:35 pm

Te he dicho que esta novela es de infarto?
siguelaa
JB&1D2
JB&1D2


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Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 37 Empty Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

Mensaje por DanieladeJonas Mar 10 Jul 2012, 9:29 pm

por los santisimos Jonas!!!
te digo que cada vez me sorprendo mas!!
ahora resulta que hay un mundo subterraneo...
aww casi lloro con lo de Nick... solo necesitaba amor
y Darius nada mas nos deja con mas intriga haha
Jerry tambien me sorprende, sabe demasiado
lo que paso al final era una pesadilla no?
siguela pronto porfas!!
DanieladeJonas
DanieladeJonas


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Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 37 Empty Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

Mensaje por andreita Miér 11 Jul 2012, 9:48 am

omj que cap!!!!!!
que fue lo que paso???
esta super bueno
andreita
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Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 37 Empty Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

Mensaje por chelis Miér 11 Jul 2012, 3:25 pm

NO LO PUEDOOO CREEEEERR QUE ES LO QUE PAASAAAA??
PORFIISSS HASTA CUANDOOO SABRE QUE ES LO QUE REALMENTE PAASAAA!!!????
chelis
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http://www.twitter.com/chelis960

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Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 37 Empty Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

Mensaje por andreita Jue 12 Jul 2012, 12:37 pm

Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 37 167695056
andreita
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Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 37 Empty Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

Mensaje por chelis Jue 12 Jul 2012, 2:55 pm

:D
chelis
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http://www.twitter.com/chelis960

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Tentación y Seduccion I y II temporada  Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 37 Empty Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

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