Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

por **chelis** Jue 07 Jun 2012, 6:01 pm

porfiiss

por **DanieladeJonas** Jue 07 Jun 2012, 6:11 pm

ahhh por dios me mataste!!! que mensa esta!! y el tambien!! los dos son un par de mensos!! y Nick... ahh quiero golpearlo!! y ni hablar de la tal Deborah!! hay te dejaria unos de mis largos comentarios pero te juro que sigo enojadisima con esos mensos!! ahhh que coraje!!! te pido que la sigas pronto y que ya pase algo bonito de nuevo porque si no ahora si aviento la compu!! siguela pronto porfis!!

por **ElitzJb** Jue 07 Jun 2012, 8:55 pm

a partir d este cap las cosas se pondran un poco mas dramaticas :twisted:

Capítulo 19:Primera Parte

Luna Llena

Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 24 Scaled.php?server=823&filename=luna1j

No me mientas, Joe –le supliqué–. Tú te irás con esa mujer, quieres irte para ser feliz con ella y para no tenerme más en medio de ustedes, dime la verdad, podré superarlo.
–No empieces con eso, _______ –refutó Joe–. Déjame olvidarte, sólo quiero irme lejos y perderme.
Sin siquiera doblar su ropa, Joe, iracundo lanzaba sus camisas y pantalones dentro del bolso con arrebato, mi cabeza estaba dándome vueltas y mi corazón afligido, los impulsos de querer llorar de pronto se hacían cada vez más incontrolables. ¿Joe iba a marcharse realmente? ¡Oh Dios! De ningún modo pensé que actuaría de esa manera, siempre pretendí que él estaría allí sin importar lo que pasara entre nosotros, no sabía que nuestras acciones acabarían haciéndonos daño a ambos. Yo ansiaba tenerlo ahí, combatiendo conmigo mientras nos maldecíamos y nos seducíamos mortalmente, en lugar de tenerlo lejos sabiendo que estaría con otra.
No conseguiría soportar su partida, entonces abordé a cavilar sobre lo mucho que necesitaba que él se mantuviera a mi lado y en todo lo que iba a echar de menos de él, de sus labios, de su cuerpo, y esa preciosa sonrisa sesgada que se curvaba en su boca, y cada vez que pretendía sobreprotegerme y cuidarme; echaría de menos su mirada y esos ojos que llameaban la mayoría del tiempo, extrañaría su humor picante, la sensación de sus manos palpando mi cuerpo, su ardiente lengua besándome, sus brazos estrangulándome, su suculento aroma, su comportamiento vanidoso y presumido, todas sus caricias, agasajos, sus besos, sus celos, que me hiciera el amor con sólo mirarme. No… no podría sobrellevar que me abandonara, ya yo una era adicta a él, era dependiente de él por completo, podría morir sin mis dosis frecuente de Joe. Lo necesitaba y lo amaba. ¿Cómo podía ser capaz de marcharse así? ¿Ni siquiera iba a extrañarme? ¿Era tan fácil para él dejarme? Me dolía y mucho.
Experimenté un inescrutable dolor, lo único que me apetecía en ese momento era arrullarme en el pecho de Joseph y llorar, lo miré silenciosamente a los ojos sabiendo que yo tenía la mirada vidriosa por efecto de las lágrimas que estaba luchando por retener.
No llores, ______, me exigí en mi mente.
Respiré al fin, sus ojos se encontraban muy cerca y eran preciosos, la proximidad de sus labios me hacía trepidar y me suscitaba escalofríos en el cuerpo entero.
Sabía lo debía hacer, debía pedirle perdón, abrazarlo e implorarle que se quedara junto a mí, debía confesarle todo lo que Nick me había hecho y cuanto realmente detestaba a ese malnacido malcriado. Tenía que bajar la guardia y rendirme si realmente quería tenerlo a mi lado, pero no podía. Yo y mi estúpido orgullo, aunque lo intentara, las palabras no saldrían de mi boca.
Pude sentir como mi pecho se expandía y se contraía y mi respiración estaba altamente agitada, el calor de la presencia de Joe me mantenía trastornada.
–Sí, lo mejor será que te vayas –asentí y me arrepentí enseguida, pero ya era demasiado tarde, todo estaba dicho.
Joe se aferró a mi rostro y me besó. ¡Joder! Cada vez parecía besar mejor, y era asombrosamente difícil superar la excelencia de sus besos. Mi cuerpo estaba siendo envuelto por llamas, mi piel ardía, los labios de Joe me convertían en su pequeña y débil presa, su lengua se movía con pasión, yo también lo besé y lo rodeé con mi brazos, no quería dejarlo ir, quería tenerlo unido a mis labios el resto de mi vida. Pero algo me hizo sentir que ése sería nuestro último beso de despedida y entonces cada contacto comenzaba a ser más doloroso y placentero al mismo tiempo. Lo abracé con fuerza, como nunca antes lo había abrazado, enterré mis dedos en su musculosa espalda, y cuando abandonó mis labios yo lo vi directamente a los ojos y volví a besarlo con desenfreno y coraje.
No me dejes, le rogué en mis pensamientos.
Era muy duro apartarme de sus labios cuando sabía que él luego se iría y yo me echaría a llorar en cuanto lo viera esfumarse.
–Te amo –dijo jadeando y recuperando su aliento perdido.
Era tan hermoso cuando jadeaba agitado de esa manera, era tan hermoso ver sus labios hinchados y enrojecidos por haber devorado mi boca y contemplar su cabello desordenado y sus mejillas ruborizadas, se asemejaba a un niño perfecto, como un celestial ángel.
Él la ama a ella, no a mí, me convencí sintiéndome cada segundo más atormentada y descorazonada.
–Yo te amo, yo también te amo, te lo juro, Joe, te lo estoy jurando –jadeé casi con desespero cerrando entre mis puños su camiseta.
Joe sonrió, él siempre sonreía, pero ahora su sonrisa era débil y desconsoladora, él limpió con sus dedos mi labial corrido en mi barbilla, y volvió darme un beso corto e incitante.
–Sé que estarás bien sin mí –dijo él. Eso era otra gran mentira, yo jamás podría estar bien sin él.
–Joe, dime por favor que no la amas y me tendrás rogándote que te quedes –admití apenada.
–Yo no la amo –declaró–. Pero no puedo dejarla.
Sentí que me derrumbaría.
–¿Por qué? –interrogué a duras penas.
–__________- –enunció–. Yo me he vendido a esa mujer, hace mucho tiempo le pertenezco, y es por eso que estoy atado a ella.
–¿Qué quieres decir?
–Yo me vendí a ella –contestó–. Juré que haría lo que ella deseara si ella me sacaba de la cárcel y me hacía un vampiro, hace menos de un año yo me encontraba preso. Siempre fui un rebelde, desde que llegué a esta ciudad comencé a salir de noche, iba a fiestas y la pasaba realmente bien, hasta que descubrí la existencia de los vampiros… comencé a salir con grupos de vampiros peligrosos, me juntaba con chicos del bajo mundo, digamos que bebía, robaba, fumaba, era un delincuente, un criminal, y daba la vida por convertirme en un chupasangre, deseaba más que nadie ser lo que soy, era un desastre de chico –Joe se detuvo antes de continuar–. Un día fui traicionado por la pandilla de vampiros en la que andaba, ellos irrumpieron en mi casa y asesinaron a mi familia, todo fue mi culpa –la mirada de Joe se oscurecía al hablar–. Mi hermano se unió a los cazadores de vampiros por venganza y yo también. Cuando mi hermano creyó que yo había muerto aproveché la oportunidad para alejarme de él y hacer lo que realmente me gustaba… que era estar con vampiros. Entre crímenes y delitos absurdos la policía me atrapó y yo estaba hundiéndome en mi propio suplicio en esa maldita celda, había perdido a mi familia por mi culpa, había hecho daño a muchas personas, había colaborado con vampiros en asesinatos, me había apartado de mi hermano menor y lo había dejado batallando solo en el mundo. Lo único que deseaba era morirme –la tonalidad de Joe se mostraba afligida, y yo estaba horrorizada al escuchar cada palabra, al imaginármelo sufrir, al sentir el dolor en su alma–. Todo lo que amaba se había esfumado, y yo sigo siendo el único maldito culpable. En aquel tiempo esa mujer me encontró hundido en mi dolor, me sedujo, yo caí rendido a sus pies, yo creí amarla, ella me hacía babear y perder el aliento, entonces me dijo que me sacaría de prisión y me convertiría en vampiro si me entregaba a ella en cuerpo y alma. Por lo que, no sólo mi cuerpo le pertenece, sino también mi alma –Joe acarició mi rostro con sus dedos–. Lo siento mucho.
Mi corazón dio un vuelco al ver la intensidad de su hermosa mirada.
–¿Entonces sí te irás con ella? –murmuré casi temblando.
Él asintió.
–Lo siento –se disculpó–. Prométeme que estarás bien.
No podía prometer algo que sabía que no podría cumplir. Estuve en silencio durante considerables segundos.
–Vete –le dije como una orden. Él no seguía ordenes, sí le ordenaba que se largara quizás podría retrasar su partida.
Joe amplió su sonrisa, ya sabía lo que yo planeaba, pero no me salió como esperaba; él se apartó de mí, deslizó el cierre de su mochila que hizo un leve y sordo sonido metálico al cerrarse. Se echó el bolso negro al hombro y salió de la habitación.
–Que sean felices –le grité siguiéndolo a través del pasillo, enojándome por su abandono y escuchando mi voz haciendo eco entre las paredes.
Él simplemente me ignoró y continuó caminando como un indolente.
Persiguiéndolo batallaba por tragarme el nudo en mi garganta y oponer resistencia al llanto.
Llegué a la sala y él ya estaba abriendo la puerta principal con sus llaves, luego de abrirla se volvió hacía a mí, me vio agitada por haber corrido tras él y por tenerlo cerca, me vio a punto de perder el control y sollozar. Después me observó durante largos segundos y estiró sus manos ofreciéndome el llavero con su conjunto de llaves.
–Aquí tienes –me indicó. Extendí mis manos, agarré las llaves y las cerré con fuerza en mi mano–. Así te asegurarás de que no volveré.
Sentí de repente que no podría seguir conteniendo las lágrimas.
–¡Vete! –grité y lo empujé hacia afuera, mi voz ya sonaba quebradiza y endeble–. Lárgate de una vez.
Cerré la puerta, necesitaba llorar, cuando estuve segura de que él no me estaba mirando apoyé mi espalda en la puerta y comencé a sollozar en silencio porque sabía que él todavía podía escucharme, él seguía allí detrás de la puerta. Resbalé mi espalda a lo largo de la madera de la puerta y me dejé caer sentada en el suelo, rodeé mis rodillas con mis brazos y continué gimoteando hasta quedarme dormida.

–¿Pequeña? ¿Te encuentras bien? –fueron las palabras que me despertaron, y era la voz de Adolph zumbando en mis oídos.
Abrí los ojos y me sobresalté al oír los gritos provenientes de la cocina. Adolph me ayudó a levantarme y llegué rápidamente a la cocina.
Vi a Nina en un rincón con los ojos abiertos de par en par observando a su novio levantar a Nick de la camisa. Alan lo golpeó con su puño en el estómago y nick soltó un gemido.
–Eso es para que te quede claro que aquí no golpeamos a las mujeres. ¿Qué clase de enfermo eres? Basura –balbuceaba Alan–. No volverás a tocar a ________, ¿estás de acuerdo?
Nick con el rostro bañado en pánico y dolor asintió, Alan lo dejó caer al suelo y después lo pateó en un costado.
–Lárgate de aquí, rata –dijo Adolph rigurosamente.
La rata de Nick ni siquiera podía levantarse del suelo de lo adolorido que estaba.
–¿Qué esperas? –dijo Alan con furia–. ¿No vas a marcharte?
Esforzándose por respirar nick se movió lentamente para levantarse y Alan volvió a golpearlo dejándolo nuevamente tendido en el suelo. Se lo merecía.
Molesto, Alan lo sujetó de la camisa y lo alzó al ver que no lograba ponerse de pie por sí solo.

–Vamos, fuera de aquí –gruñó Alan.
Nick pasó a un lado de mí.
–¡Zorra! Serás mía –me murmuró al oído.
Todos pudieron escuchar eso, Adolph sujetó del cuello a nick y lo sacó a patadas de casa.
Nina suspiró luego de que todo había quedado en silencio.
–Parece que ahora somos sólo cuatro –dijo ella–. Admito que será todo más aburrido sin Joe aquí. Y a nick no voy a extrañarlo, ¿quién se cree ese pelmazo para golpearte?
Me encogí de hombros un poco aturdida.
Alan se acercó a Nina y la besó con ternura y Adolph me dio un abrazo cariñoso.
–No bastaba con las feas marcas que te ha dejado Deborah en la cara también llega ese sucio a querer golpearte –me dijo Adolph–. ¿Te ha lastimado?
–No tanto –susurré.
Joe me ha lastimado más, dije en mi mente.
¡Diablos! Alan ha de haber escuchado.
–Chicos, yo… quiero estar sola un rato –volví a la sala y me arrojé en el sofá.
Me sentía muy sola y decaída, únicamente deseaba seguir llorando, y lo peor de todo es que era por Joe, porque lo extrañaba y lo quería conmigo.
Nina se hizo un espacio para sentarse en el mismo sofá en el que yo me encontraba tumbada y me acarició el cabello, un gesto que sólo haría una amiga para consolar a otra, me conocía y sabía que yo no me sentía bien.
–________, ¿quieres salir esta noche? –me propuso ella amablemente, negué débilmente–. Anímate, puedes conocer a unos cuantos vampiros guapos.
Cubrí mi rostro con un almohadón.
–¡Vamos! –Oí animarme a Adolph–. Voy a salir a comprar unas motocicletas, si quieres puedes venir y te dejaré elegir una para ti.
¿Joe se fue para siempre? Era todo lo que yo podía pensar.
–Volverá –me conmoví al escuchar que Alan me contestaba–. No puede vivir sin ti.
Luché para conciliar el sueño, no quería pensar.
Después de quedarme dormida nuevamente para evitar llorar me sacó de mi ensoñación el gruñido ensordecedor del motor de una motocicleta.
Me desperté mareada, el sol que entraba por la ventana me dejó ofuscada y ciega momentáneamente, me levanté del sofá y descubrí que alguien había tenido la delicadeza de arroparme en la noche, me asomé a la ventana y hallé cuatro motocicletas negras y aparentemente costosas aparcadas en la acera. Adolph estaba subido a una de ellas, él llevaba anteojos oscuros, chaqueta de cuero, pantalones de cuero y guantes negros para motorizados, se veía guapo y aterrador.

Al salir la luna, los vampiros estaban preparados para abordar la ciudad en sus motocicletas lujosas, vestidos de cuero y preparados para morder el cuello de un indefenso mortal y hacer correr sangre en todos los callejones de Manhattan.
–Debes venir con nosotros –me dijo Nina con una alegre sonrisa dibujada en el rostro.
–De acuerdo –accedí finalmente–. Pero con una condición… –Nina me miró de forma sagaz–. Deben permitirme acabar con todos los tragos del lugar.
–Como sea –Nina se rió–. Estaré vigilando que no cometas locuras.
Metida en esos jeans rotos me subí en la motocicleta, Alan se apresuró a colocarme un casco.
–¿Has conducido antes una de éstas? –me preguntó Adolph.
Asentí.
–Cuando tenía dieciséis escapé de casa con mi amigo Zac en una de éstas –vociferé.
Todos subieron a sus respectivas motocicletas, encendí el motor de mi máquina, sujeté con fuerza el manubrio y cuando ellos partieron yo aceleré de golpe.
Los cuatro llevábamos un ritmo acelerado en medio de las calles nocturnas, lo único que yo podía escuchar era el rugido de los cuatro vehículos, la brisa me golpeaba en la cara con fuerza, mi chaqueta de cuero volaba tras mi espalda, la velocidad me causaba adrenalina, las calles se veían más oscuras tras el vidrio que recubría la parte delantera del casco, las puntas de mi cabello también volaban en el aire y mis dedos se enfriaban debajo de los guantes. Y por primera vez desde que me uní a esa pandilla de chupasangres no llevaba zapatos de tacón, mis pies estaban dentro de unas enormes botas de cuero, me veía letal, y lo era.
Ese viejo cabaret se encontraba saturado de personas, y vampiros, apagué el motor, bajé de la maquina y me saqué el casco.
Traté en lo posible de esbozar una sonrisa en mi rostro, los chicos no se apartaron de mi lado en ningún momento de la noche, yo sencillamente me senté en la barra del bar a probar tragos, cocteles y licores, sin interesarme siquiera en la sangre o los humanos, hasta que vi una musculosa espalda de un hombre de cabello negro, parecía tan guapo desde atrás que apenas podía imaginarme lo hermoso que sería su rostro. Al instante él volteó y me miró fijamente.
¡Oh no! Pensé.
–Nina –le llamé–. Dime que estoy absolutamente borracha y que estoy alucinando que Joe es el chico que está mirándome y… acercándose.

por **DanieladeJonas** Jue 07 Jun 2012, 11:29 pm

OMG!!! es el verdad?!! tiene que ser el!!!

nooo con este capitulo si me hiciste llorar! Joe!! no te vayas!!

y Nick!! se lo merecia!! lo amodoro verdad... pero desgraciado!!

hay tienes que seguirla pronto plis!! si no morire de angustia!!

por **andreita** Vie 08 Jun 2012, 4:12 am

yo tambien ellore
no ìepiid crrer aun lo de joe
siguela yaaaaaaaaaaaaaaaaa

por **andreita** Vie 08 Jun 2012, 4:13 am

caps que falta y segunda tempira porfavor

por **chelis** Vie 08 Jun 2012, 2:46 pm

ESE NICK SE PAAASOOOOO!!!!!!
PERO AAAII JOE Y ___ CREOQUE ESTAN DESTINADOS A ESTAR JUNTOOOSSS!!!!!!!

por **jonatic&diectioner** Vie 08 Jun 2012, 2:51 pm

siguela xfa..
no puedo creer lo de joe...

por **aranzhitha** Vie 08 Jun 2012, 3:38 pm

awww que me has hecho llorar :crybaby: de por si que ya andaba sentimental
Con este capi llore mas :sad:
Quieto que regrese Joe :(
Sigue!!

por **chelis** Vie 08 Jun 2012, 4:41 pm

OTROOOO

por **ElitzJb** Vie 08 Jun 2012, 7:00 pm

hay mis chicas y lloraran mas aun con la 2 temporada :'( se los aseguro ya les subo cap

por **JB&1D2** Vie 08 Jun 2012, 7:03 pm

esperando cap...

por **andreita** Vie 08 Jun 2012, 7:17 pm

LLORARE MAS ??? NOOOOOOOOOOO

por **Augustinesg** Vie 08 Jun 2012, 8:36 pm

Ahhh no mames!!!
Chabon!!
No puede ser!!
Me fascina!!!
Por favor continuala pronto! Me estoy muriendo ahha xD

por **ElitzJb** Vie 08 Jun 2012, 8:46 pm

Segunda parte de:

Luna LLena

Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 24 Scaled.php?server=140&filename=192fi

–Está bien –la oí responder–. Sí estás completamente borracha, pero aún no estás alucinando, es Joe quien viene desde allá.
También debo estar escuchando mal, no puede ser Joe.
Pero él se aproximó y era inconfundible, no podía ser otro.
–¿Una motocicleta? –le dijo Joe a Adolph al acercarse–. ¿De quién fue la idea de darle una motocicleta a ________? De verdad, esta chica es peligrosa con un alfiler en las manos, será un caos montada sobre ese vehículo de alta velocidad.
Me esforcé para pensar, ¿una motocicleta? ¿Eso era lo que a Joe le interesaba?
Tuve que digerir una vez más sus palabras antes de darme cuenta de que estaba preocupándose por mí. Pero… ¿no se suponía que no debíamos volvernos a ver?
Los chicos le respondieron a Joe palabras que no tuve interés en escuchar, estaba demasiado aturdida.
–¿Y qué es esto? –Joe me arrancó la copa de las manos–. ¿Cuántos cocteles se ha bebido? ¿Seis o siete copas? seguramente ya está viendo borroso. ¿Piensan dejar que conduzca así?
–Joe –dije yo–. ¿Por qué estás aquí? Me prometiste que no volvería a verte, ¿ni siquiera me darás tiempo de extrañarte?
Era tan doloroso mirarlo, él era tan perfecto. Mis labios ardían de necesidad.
–Sí, debo dejar de frecuentar estos lugares –murmuró Joe.
–Parece que has dejado a Deborah en casa –le dije con una aguda punzada de irritación al darme cuenta de que ella no estaba.
–Es perfecto –me contestó Joseph sonriendo con suficiencia y viéndome con esos ojos plateados–. Porque veo que también has dejado a tu nick en casa.
Lo sé, ninguno de los dos había cambiado.
Me levanté de mi silla dispuesta a retirarme mirando con desdén a Joe.
–¿Adónde vas? –me preguntó Adolph.
–A beber sangre –balbuceé sin darme cuenta de que estaba rodeada de humanos que podrían escucharme.
Me adentré en la multitud de personas y con mi copa en manos empecé a bailar con desconocidos mortales que se embelesaban al verme. Sentí que me llamaban a mis espaldas mientras yo sacudía mi cuerpo danzando al compás de la música, tocaron levemente mi hombro desde atrás y yo me volví instintivamente, entonces sonreí al ver a esa mujer, y yo que pensaba que Joseph había dejado en casa a esa boa que tenía de mascota.
–Veo que aún tienes las marcas de mis uñas en tu repugnante rostro de muñeca –siseó Deborah como una serpiente.
Como un impulso apreté la copa en mi mano y deliberadamente vacié el contenido de ésta encima del bonito vestido de esa zorra.
–¡Oops! Lo siento, veo que te he manchado un poco el vestido, no fue intencional, de verdad –me burlé sonriendo.
Ella estaba boquiabierta sin poder creer que todo su precioso vestido estaba manchado de color púrpura y que la pequeña _______ había sido lo bastante atrevida cómo para supurar la misma cantidad de malevolencia y veneno.

De forma inadvertida logré entrever que Deborah alzaba un poco su vestido dejando ver la línea de terminación de sus medias de malla y sustraía de una funda atada en la parte superior de su muslo un pequeño revolver plateado. Me paralicé y ella alzó con una sola mano el arma mientras con esa pérfida sonrisa me apuntaba en medio de la frente, justo entre mis cejas.
Deborah enarcó una ceja, las personas a mi alrededor petrificadas se alejaron, la música se silenció, las mujeres comenzaron a lanzar gritos y los hombres nos veían con los ojos abiertos como platos.
–¿Eres tan valiente ahora? –preguntó Deborah. Escuché el chasquido sordo que hizo el arma cuando ella le dio carga a las balas.
Las personas a mi alrededor susurraban que telefonearan a la policía, decenas de corazones parecían haberse paralizado, la ingente masa de personas se arremolinaba alrededor de la escena rodeándonos en un círculo como listos para presenciar un espectáculo.
Sonreí ladeando la comisura de mis labios.
–Bonito vestido –me reí moviendo mis hombros y burlándome desfachatadamente del desastre que le había causado a su traje costoso.
–¿Qué estás haciendo aquí, Deborah? –oí hablar a Joe detrás de mí.
–Amor mío… ¿qué te parece que hago? –dijo ella con una tonalidad templada.
Todo pareció suceder en cámara lenta, el arma de ella se acercó a mi rostro a toda velocidad y de pronto sentí el fuerte golpe impactar a un lado de mi cabeza, lo siguiente que vi fue el suelo, sentí un líquido caliente recorrer mi cara, sangre. Oí los alaridos de la muchedumbre, los pasos apresurados de las personas corriendo y el horrible estruendo del arma siendo disparada hacia lo alto. Mi visión se hizo borrosa y opaca, mi cabeza me dolía de manera brutal, había sangre en el suelo, mi propia sangre. Era cada vez más difícil respirar, un ligero sabor a sangre recorrió el interior de mi boca. Jadeé y apoyé mis codos y antebrazos en el suelo buscando levantarme, pero todo se volvía más difuso a cada segundo que pasaba. Deborah me pateó, tendida en el suelo incliné mi cabeza hacia atrás intentando respirar, y esa zorra apoyó su zapato de tacón en mi abdomen con toda la fuerza posible. Desde el interior de mi cabeza sentí bajar hasta mi garganta más sangre. Ella quería matarme, y yo recordé finalmente que podía morir. Todo se encontraba oscuro y atestado de humo de cigarrillo, ¿o era solo mi mala visión?
Por debajo de los gritos de las personas escuché que Joe soltaba un gemido de dolor y repentinamente había sirenas de autos de policías resonando en el aire.
–Llévatela –escuché decir a Deborah.
Delante de mi rostro entreví la figura de un hombre, Kevin Ravenwood. Él me sujetó y me levantó fácilmente, traté de mover mi cuerpo y forcejear pero me encontraba demasiado frágil, ni siquiera podía mover mis labios para gritar una maldición. A pesar de que seguía despierta yo creí que desfallecería en cualquier momento, cerré los ojos,
casi estaba alucinando, estaba consciente del peligro que suponía estar en los brazos de ese vampiro y aun así yo estaba repitiéndome a mí lo bien que olía ese sujeto.
Kevin Ravenwood corrió conmigo en sus brazos y Deborah taconeaba a su lado, sentí hormigueos en las puntas de los dedos de mis manos, estaba segura de haber perdido mucha sangre, por alguna razón cada vez hacía más frío y mis labios trepidaban. Sentí que el vampiro daba saltos y mi cuerpo se agitaba entre sus brazos. A medida que avanzábamos el ruido se hacía más lejano.
–¿D… do…dónde es… está… J…? –fue lo único que logré murmurar.
–¿Joe? –continuó mi frase Kevin .
Asentí y entreabrí mis ojos, los colores entraron a través de mi pupila, un profundo color azul oscuro, era el cielo despejado sobre mi cabeza y frente a mis ojos, cientos de estrellas lanzaban destellos deslumbrantes y una luna llena cegadora resplandecía con una luz plateada. Yo me encontraba en brazos de Kevin mientras él corría y saltaba igual que un leviatán cruzando los tejados de las edificaciones de la ciudad.
Él no me respondió mi pregunta sobre Joe, yo estaba mareada y mi cabeza estaba adolorida, Deborah venía detrás de nosotros, mis ojos se cerraron involuntariamente. Alrededor de mí no escuchaba más que el aire cortarse debido a la cuantiosa velocidad que llevaba el vampiro.
Mi estómago se descompuso y padecí un cosquilleo inquietante al sentir mi cuerpo elevarse por los aires, Kevin saltó desde un altísimo tejado hasta el suelo e impactamos con brusquedad contra el suelo. A duras penas conseguí abrir los ojos, me hallaba en un callejón oscuro y solitario, tan desierto y silencioso que parecía no haber señales de vida a kilómetros de distancia. El nocivo y letal vampiro me dejó delicadamente tendida en el suelo, segundos más tarde Deborah se incorporó de un salto desde el tejado y permaneció de pie entre la penumbra.
Y así se sentían mis víctimas cuando yo las capturaba.
–¿Cómo te sientes, perra? –masculló Deborah emergiendo de las sombras.
Me senté sobre el asfalto, descansé una de mis manos en mi cabello y escupí la sangre concentrada en mi boca.
–¿Qué es lo que quieres? –reuní todas mis fuerzas para hablar–. Mátame de una vez si eso es lo que quieres hacer.
–Sí –murmuró Deborah lentamente, saboreando la palabra con satisfacción al tiempo que me apuntaba con su pistola sujetándola como toda una profesional–. Quiero matarte y sacarte de mi camino, pero no te daré el placer de asesinarte tan rápidamente, vas a morir lenta, muy lentamente. ¿Quién ha ganado ahora, pequeña?
Mr. Ravenwood dio algunos pasos hacia atrás, se reclinó contra un muro y aguardó de brazos cruzados.
Lancé un resoplido con un increíble dolor concentrado en mi estómago y mi cabeza desangrándose.
–Espero que te sientas feliz con la victoria –dije casi con gracia.
–¡Por Dios! ¿Es que acaso no le temes a nada? –intervino Kevin –. ¿Sabes que su arma está cargada de balas de plata? Eso podría matarme inclusive a mí.
Deborah sonrió.
Digamos que me encontraba dolorida y tan aturdida que veía todo doble, pero aun así con el arma a pocos centímetros de distancia lo único que yo deseaba era escupir en la cara de esa diabla. No le temía a la muerte.
¡Cielos! Cada minuto que transcurría mi cuerpo segregaba más y más sangre y yo me sentía peor a cada momento.
Esa mujer se agachó delante de mí y tocó mi frente con su revólver, el metal frío del arma me causó escalofríos. Repentinamente ella me sacudió de los hombros y me golpeó con mucha fuerza en el estómago una vez más.
Solté las lágrimas de dolor, ése sí que había dolido demasiado, mi cuerpo no podría resistir mucho más. Gimoteé lastimada y tiritando.
–Esto, querida amiga –habló ella–. Es por haber estado en la cama con mi hombre, porque desde que tú te acostaste con él lo único que él hizo fue rechazarme una y otra vez en la cama. No veo la hora de enviarte a otro mundo para que Joe se acune entre mis pechos, pero tampoco puedo esperar para hacerte sufrir hasta que desees tu propia muerte como ninguna otra cosa. Voy a romper todos tus huesos de uno en uno, y lo volveré a hacer una y otra vez luego de que hayan sanado. Me voy a divertir mucho.
–Deborah, termina rápido con esto, quiero su alma, se me está agotando el tiempo –rebatió fastidiado su compañero.
¿Quiere mi alma?
A lo lejos oí pasos, sea quien fuera se avecinaba trotando a buen paso.
–Shhh –Deborah silenció a su amigo pálido–. Ahí viene.
Mi corazón latió de manera más urgida, Joe debía de estar cerca.
Oí acercarse un sonido de jadeos constantes, y sus pasos eran próximos. Esperé en silencio tendida en el pavimento hasta que lo escuché, Joe llegó jadeando.
–¡_________! –jadeó Joe.
Deborah no se movió, continuaba apuntándome con su arma.
–Pero que interesante se está poniendo esto, acaban de juntarse los protagonistas de esta historia –dijo Kevin riéndose–. Cuando me lleve el alma de esta chica estos dos jamás volverán a juntarse.
–No eres sólo un vampiro, ¿cierto? –dijo Joe con voz afligida, ¿estaba herido?
Kevin dio pasos hacia mí.
–Por supuesto que no. Yo soy un demonio, necesito un alma en este momento o mi vida acabará, y nadie quiere que eso suceda, tengo tantos años que dudo que tú puedas contar tanto –Kevin soltó una carcajada y se dirigió a Deborah–. Querida, ¿puedes torturar a esta chica luego de que yo me haya llevado su alma? Para eso me has traído aquí, ¿no?
–¿Podrías aguantar un poco, cariño? –respondió Deborah girando su mirada hacia él–. No tiene sentido torturar a alguien desalmado.
Sin esperármelo sentí otro fuerte golpe en mi cabeza, ella nuevamente me había golpeado con su pistola, chillé adolorida.
–Deborah… –siseó Joe–. Por favor, suéltala, te juro que voy a hacer cualquier cosa que me pidas, me quedaré contigo, pero déjala ir, ahora, o soy capaz de hacer cualquier cosa, soy capaz de matarte.
–Mi amor –le dijo Deborah a Joe–. Le prometí un alma a este demonio, y debo entregársela, aunque le permitiera vivir se convertiría en un vampiro desalmado, y eso es mucho peor que estar muerto. Y sé que mientras ella esté a tu alrededor jamás lograrás olvidarla. ¿No lo entiendes? Ella está entre nosotros, tengo que sacarla del camino, debemos ser felices, yo te amo, Joseph.
Mientras yo agonizaba y me ahogaba en sangre escuchaba atentamente cada palabra y empezaba a perder la visión.
–¡Dios Santo! Ha perdido mucha sangre, va a morirse. Nunca me perdonaría que te pase algo, ________. Nunca me perdonaré esto –Oí la quebradiza voz de Joe–. Kevin , si quieres un alma te daré la mía, ahora mismo. Mi vida, y mi alma a cambio de la ella.
Mis sollozos se escucharon por lo bajo, yo no estaba dispuesta a vivir sin Joe.
–Eso suena tentador, necesito vida ahora mismo –Kevin se rió a carcajadas–. Tantas veces los he visto dar la vida uno por el otro. Pero ahora es diferente, no podrán librarse de esta condena.
¿De qué estaba hablando?
–¡No! –dijo en voz alta Deborah, se levantó con el arma y supuse que fue a acercarse a Joe–. ¿No entiendes que no solamente quiero tu cuerpo? Yo te quiero a ti porque me perteneces, tu alma y tu cuerpo, tu fuego, eres mío.
–Estás loca, Deborah –le dijo Joe.
–Joe… –dije a duras penas.
Debía decirle que yo estaría bien, que no se preocupara por mí.
Joe se acercó y se arrodilló junto a mí, me hizo temblar y arder cuando me tocó para apartar el cabello de mi rostro.
–Nena, te amo –me susurró, luché para enfocar mi visión y me percaté de Joe apoyaba una de sus manos bañada en sangre a un costado de su estómago, había sido herido.
Mi corazón se sacudió por completo, mi respiración se agitó. Sucedía cada vez que lo escuchaba decirme te amo, se me caía el alma a los pies. Yo también lo amaba, quería poner mis manos en su rostro y besarlo, sin embargo no tenía fuerzas para hacerlo.
Mis labios tiritaron cuando quise hablar.
–Te amo, Joe –balbuceé lastimada.
Deborah se aproximó hasta ambos.
–¿Se aman, verdad? –musitó cínicamente mostrándonos su arma de fuego–. Se aman tanto. ¿Por qué nunca me amaste así, Joseph? –Deborah instaló la punta del arma en la espalda de Joe, justo donde una bala de plata podría atravesarle el corazón. Él pánico creció en mí, tenía mucho miedo de que ella se atreviera apretar el gatillo y aniquilara a Joe–. ¿Saben? Yo tengo mucha misericordia y clemencia cuando se trata del amor, jamás me atrevería a separar al amor verdadero, es por eso que les juro que los enterraré juntos y me aseguraré de que ambos vayan al mismo infierno. Lo prometo.

q me dicen no creen la Deborah es una "PERRA" ufs como la odio

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