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Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
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Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
Segunda Parte de:
Dulce Venganza
1/3
Dulce Venganza
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Joe también me ayudó a remover esas lágrimas con las yemas de sus dedos, un escalofrío me recorrió la piel. Escuché jadear a Joe, se encimó sobre mi cuerpo recostándose sobre la cama, nuevamente emprendí a usar la fuerza, lo empujé y lo golpeé con mis puños. Fue inútil, él tenía mucha fuerza. Me encarceló entre su cuerpo y la cama, apoyó sus manos en las sábanas a cada lado de mi cuerpo, estirando sus brazos para no aplastarme con todo sus peso. Arqueé la espalda al sentir que acariciaba mi columna vertebral metiendo sus manos por dentro de mi camisa.
Sin fuerza de voluntad largué un gemido cuando volvió a capturar mis labios y luego lamía mi cuello.
–Por favor, no sigas –murmuré con la voz rota y aguda.
¡Por Dios! ¿Cuándo me había enamorado de tal manera? Ni siquiera podía detenerlo y estaba regocijándome de placer con cada cosa que él hacía. Debía admitir que yo lo deseaba, sí era cierto que ansiaba que me sacara la ropa y que yo también me moría por morder su apetitoso cuello. Si seguíamos jugando a los amantes iba a terminar lastimada, puesto que yo lo amaba con todo mi ser, no soportaría que él estuviera con otras mujeres y luego me utilizara a mí.
Nunca, nunca en la vida pensé que podría enamorarme, simplemente no creía en el amor, era escéptica, amar no era algo mío. En toda mi vida había tenido muchos novios desde mis trece años, y nunca sentía más que atracción física hacía esos chicos, ¿y ahora el único hombre que me robaba el corazón de manera arrebatada me haría sufrir? ¿Yo aprobaría tal cosa? No, esta vez no podía permitirme entrar en su juego.
Irracionalmente, perdiendo la cabeza jadeé y me costaba respirar, oír la respiración agitada de Joe me estimulaba, él mordió los tirantes de mi camisa y los arrancó con sus colmillos, escuché como la tela se rasgaba. Dentro de mi vientre sentí un cosquilleo inquietante debido a que él comenzó a suministrarme besos en mis pechos.
–Detente –le rogué entre gemidos y sollozos.
Él saboreó mis lágrimas saladas esparcidas en mi cuello y mi cara y se detuvo ante mis demandas.
Sus piernas estaban entrelazadas entre las mías, adoptó una mirada contrariada, él también parecía herido. Se puso de rodillas de vuelta y observó pacientemente todo mi cuerpo mientras yo luchaba para disipar las lágrimas que corrían por mi cara.
–Me voy. No me gusta verte llorar –admitió con tonalidad fría al tiempo que negaba lentamente con su cabeza de forma desaprobatoria–. No entiendo por qué me hiciste esto.
¿Y yo qué fue lo que le hice?
Joseph salió de mi dormitorio dando un portazo al marcharse.
A solas me lancé a la cama y cubrí mi rostro con una almohada para ahogar mis sollozos. Qué fácil era llorar ahora.
Durante la noche tuve pesadillas incoherentes y aquel sueño de Joe mordiendo esa manzana se repitió muchas veces en mi cabeza.
Desperté a la mañana siguiente con mi rostro hinchado y bolsas oscuras bajos mis ojos, para ser un vampiro tenía un aspecto horrible por haber llorado tanto.
Escuché que llamaban a mi puerta y descalza me encaminé a abrir, en el pasillo se encontraba Alan junto a Nina.
–Buenos días, bella durmiente –dijo Alan sonriéndome–. Queríamos saber cómo estabas.
Pasé las manos por mi cabello que seguramente estaría hecho un enmarañado nido.
–Estoy –vacilé–, bien.
–Supimos que has discutido anoche con Joe y queríamos ver qué tal estabas –interrumpió Nina–. Él estaba mal, abatido. Se ha bebido todos los licores del almacén y se marchó con el auto en la madrugada. Ha sido una noche dura batallando con ese chico borracho para que se tranquilizara, luego de que salió de tu habitación quiso apalear con Nick y lanzó cosas a todas partes gritando maldiciones.
–¿Por qué ha hecho tal cosa? –balbuceé recordando las escenas de anoche.
–Porque te ama y asegura que lo has traicionado –me contestó Alan.
Negué para mí misma.
–Eso no es cierto, él no me ama.
Alan abrió los brazos y luego me dio un sólido abrazo. Él sabía que yo necesitaba un abrazo.
–Créeme, él sí te ama –murmuró Alan dándome unas palmadas en la espalda.
Continué negando con la cabeza, segura, segurísima y convencida de que ese sexy vampiro no sentía nada por mí. ¿Cómo pude creerme esa gran mentira?
–Sí –afirmó de nuevo Alan–. Está muy enamorado de ti.
Se suponía que Alan sabía eso muy bien, claro él podía entrar en la mente de todos. Aun así yo no le creía nada, Alan también podía mentir, seguramente era eso, me estaba mintiendo.
–Es cierto, él anoche se veía muy dolido –intervino Nina–. Ahora no sabemos dónde se encuentra y Adolph está un poco gruñón porque se ha llevado el auto y se veía demasiado ebrio.
–¿Quieres tomar un té? –me ofreció Alan–. ¿O un poco de sangre?
Asentí lentamente.
Mientras tomaba una copa llena de roja sangre en la cocina, Nick se acercó desde mi espalda. Ya lo veía venir, ya podía oír en mi cabeza su conciso “te lo dije.”
–¿Cómo te encuentras? –resonó la voz de nick.
Bebí más de la copa y pensé mi respuesta una y otra vez, en mi corazón rondaba una amarga soledad.
–¿Por qué todos preguntan lo mismo? –las palabras se escaparon de mi boca.
–Lo siento –se disculpó–. Sólo me preocupo por ti.
Puse los ojos en blanco reclinándome en la barra de la cocina.
–¿Creían que iba a suicidarme o algo parecido?
Nick se aproximó a mí hasta quedar en una alarmante cercanía.
–No sé tú, pero tu príncipe azul estaba hundiéndose en la marea – nick sonrió y cautelosamente me agarró de la mano–. Es un idiota.
–Al menos coincidimos en algo, es un completo idiota –balbuceé–. Adelante, ¿por qué no me dices “te lo dije,” anda, lo estoy esperando.
–No soy tan cruel, soy tu amigo, estoy aquí para que te eches a mi hombro cuando quieras, no para decirte mil veces lo mucho que te advertí que ese chico es un inútil.
Él se situó delante de mí pretendiendo arrinconarme, giré mi rostro antes de murmurar.
–Aléjate –le advertí.
–Vamos linda, yo nunca te haría daño –me dijo sujetando mi barbilla obligándome a mirarlo a los ojos.
Largué un resoplido.
–Tú mismo me confesaste que estabas dándome alcohol para emborracharme y llevarme a tu cama. Lo siento, pero yo no puedo confiar en ti.
Acercó sus labios a los míos, me aprisionó contra la barra, desplegó sus colmillos y me observó detenidamente, hambriento.
–Confía en mí –musitó de forma perversa mientras acariciaba mi melena de cabello–. Nada más quiero amarte. Mírame a los ojos, te quiero.
Mirándolo a los ojos me di cuenta que él tenía una especie de poder hipnotizador y era como si de pronto estuviera dispuesta a hacer lo que me pidiera. Cerré los ojos apretando con fuerza mis párpados y noté que Nick apretaba mi cuerpo acorralado entre la barra de la cocina y su pecho.
–¡Oye! –me quejé–. ¿Qué estás haciendo?
–Qué suerte que tiene Jonas, él no te merece, y es muy injusto que una mujer tan guapa como tú esté enamorada de una perro faldero como él –Nick mordisqueó mi cuello y continuó–. Y escúchame bien, tú para mí eres una mujer, para él siempre serás una chiquilla, una niña.
Inesperadamente él sujetó mis muñecas y besó mi pecho, grité que me soltara pero él estaba sordo. Irritada forcejeé al tiempo que clamaba que me dejara en paz.
Todo se salió de control cuando él comenzó a tocar mis piernas, y yo luché con todas mis fuerzas para librarme de él.
–Aléjate de mí, suéltame –le grité, mis dientes ardieron, mis músculos se tensaron por el enfurecimiento que me invadía. Él era tan fuerte como Joe, no tuve otra opción que utilizar mis colmillos, lo ataqué directamente en el hombro y mordí fuerte, muy, muy fuerte. Finalmente él accedió a soltarme, lentamente se tumbó en el suelo sangrando y jadeando, tocó su hombro para comprobar que estaba sangrando.
–Al fin… he… he conseguido que me muerdas –jadeó desde el suelo, sentado apoyando su espalda a la pared, tenía la respiración entrecortada, le costaba respirar–. No... no ha sido… como yo quería, pero… ¡Ah! Sí que me proporciona placer.
De forma instintiva escupí su sangre de mi boca y limpié los restos en mis labios con el cuello de mi camisa.
–Me he decepcionado tanto de ti, pensé que eras diferente, eres despreciable. ¡Eres igual a todos! –jadeé también alterada, alejándome.
–Puedo apostar que me estás comparando con ese cretino, que seguramente anda por ahí llorando en los rincones porque me has besado, Bah, te he besado, pero eso él no lo sabe Nick permaneció sentado sobre el piso con la cabeza alzada para mirarme a lo alto–. En serio, no entiendo porqué se cabrea sí tú me engañaste primero a mí que a él. Yo debería estar furioso, no él.
¡Y es que ahora yo soy la mala del cuento! Por supuesto, he sido yo la que los ha engañado y traicionado a todos. Eso sí era un inmenso desafuero. Ahora lo veía todo más claro, a Nick se le había caído la máscara, no era el mismo chico guapo, amable, considerado y tierno que siempre pensé que era. Su hostilidad ya me estaba hastiando.
–¿Qué fue lo que te pasó? ¿En qué te has convertido, Nick ?
–No me sucedió nada –habló sonriendo–. Sencillamente me cansé, estoy harto de ti y de tus juegos. Nadie jamás me ha rechazado, y tú, tú has llegado y me has desplazado como un juguete viejo. Ya no voy a fingir más, me cansé de halagarte, de tener que decirte que te amo y hacerme el romántico contigo. Es así de simple, me harté de comportarme como un caballero para conseguir un poco de ti. Lamento si no te gustan que te obliguen a hacer las cosas a la fuerza, o a base de engaños. Si te soy sincero me pareces una mujer cualquiera, sólo que más sexy. Estoy muy encaprichado contigo y conseguiré hacerte mía como sea. Porque todo lo que he deseado ha sido mío. No serás la excepción.
Salí de la cocina rápidamente, me encontraba absolutamente sobrecogida e igual de desalentada que antes.
Mientras corría a encerrarme en mi dormitorio tropecé con Alan golpeándome muy fuerte, él me sujetó evitando que yo perdiera el equilibrio.
Wow, nunca me había sujetado aplicando su fuerza, ese chico de cabello rizado era rígido y más fuerte que cualquier otro vampiro, me sostuvo sin tambalearse ni desplegar un solo centímetro sus pies del suelo. A simple vista podía sentir que se esforzaba para no lastimarme ni partirme los huesos con su desaforada fuerza.
–¿Adónde vas tan apresurada? –fingió no saber la respuesta–. Escucha. Nina, Adolph y yo vamos a salir a buscar a Joe, ¿quieres venir con nosotros?
–No –farfullé con un nudo en la garganta, pero recordé que no quería quedarme a solas con nick , a mis recuerdos volvieron todas sus palabras–. Bien, yo… quizás…
–Un momento –dijo Alan con una mirada conjeturada–. Espera ahí, ¿nick quiso sobrepasarse contigo?
–No se vayan, no quiero quedarme sola con él, tampoco quiero ir a buscar a Joe, no quiero verlo más, no quiero tener que mirarlo y que crea que estuve buscándolo.
Alan asintió ligeramente con la cabeza.
–Tengo que hablarte sobre un par de cosas. Ven conmigo –me dijo halando mi brazo y entrando conmigo a la habitación más cercana.
Era una espaciosa habitación.
–Siéntate –indicó él.
Me senté en un sillón que estaba delante de la cama. Adiviné que ésa era la habitación de Alan, allí estaban todas sus cosas y también su ropa se encontraba en su armario. Lo que me hizo suponer que era la habitación de Alan fue que algunas prendas de Nina estaban extendidas en su cama.
–Me harás romper todos mis principios sobre no mencionar lo que veo en la mente de los demás, pero siento que ahora es necesario y verdaderamente me has demostrado que puedo confiar en ti –expresó tomando lugar en su cama frente a mí.
–Te escucho –diserté.
–Con respecto a Joe –comenzó. Genial, pensé irónicamente. ¿Por qué todos insistían en hablarme de Joe?–. Has sido muy testaruda al igual que él. Él no te ha engañado, no se acostó con Deborah, te mintió para lastimarte porque te vio besarte con nick, y antes de que lo digas, sí, ya sé que él te emborrachó y te besó. En la fiesta nada sucedió entre Deborah y Joe, y tampoco luego. Tú y ese chico son unos obstinados y tercos, probablemente ahora Joe esté buscando consuelo con esa mujer –hizo una pausa para tomar aire, me costaba asimilar todo lo que él acababa de decir–. Y con respecto a nick , ten cuidado, él no es nada confiable, en su vida humana él era un poco como… como tú eras también en tu vida humana, pero mucho peor, era un chico muy caprichoso, está acostumbrado a conseguir lo que quiere cuando lo quiere. Nick no era en absoluto un buen chico, pensé que podría cambiar pero no ha hecho más que ir por el camino incorrecto. Su estadía con nosotros prende de un hilo, si te hace daño lo echaremos de aquí. Él es demasiado egoísta, quiere independencia y se la daremos antes de que haga un berrinche, ese asunto de su condición de Succubus está saliéndose de control, cada noche se reúne con los vampiros equivocados, ellos le están ofreciendo poder si él hace lo que ellos le piden, es por eso que depende de salir a medianoche sin nosotros, y se está volviendo adicto al poder, eso podría sacar su malevolencia a relucir más notablemente, cada vez que hace lo que debe con esas mujeres a medianoche, en sus habitaciones, recibe a cambio más poder, y hablo de habilidades, poderes, y experiencia –finalmente se interrumpió a sí mismo–. Alan Black conoce cada oscuro secreto de esta pandilla de mugrosos vampiros.
Atónita tragué saliva.
Joseph jonas . Necesitaba saber sobre su pasado, éste era el mejor momento para preguntar.
Mi corazón se paralizó cuando de pronto oí el estruendo del viejo Chevy siendo aparcado en el estacionamiento de afuera. Joe estaba en casa.
Alan se levantó, me hizo un gesto de un saludo militar y se marchó de la habitación, a hurtadillas lo seguí hasta el final del pasillo, me oculté entre las sombras para observar desapercibida la escena que se desarrollaba en la sala principal. Me dolió el corazón al ver lo hermoso que era Joe, inclusive cuando no se había afeitado, llevaba la ropa a medio abrochar, su cabello estaba despeinado, sus mejillas y sus labios estaban sonrosados de manera hermosa y sensual, aunque parecía abatido. Se tumbó en el sofá y cubrió sus ojos con uno de sus brazos.
Nina y Adolph ya estaban en la sala.
–Joe, llevas varios días tomando. ¿Quieres morirte? –lo increpó Nina.
–No seas dramática, Nina –murmuró él. Continuaba ebrio–. Sólo me he bebido un par de copas.
Nina cruzó los brazos en su pecho y Alan se sentó en un diván.
–¿Estás bien, Joe? –departió Adolph–. ¿Necesitas algo?
–Estoy muy bien. Sólo necesito que ella me abrace –escuché decir a Joe con martirio atragantado en la voz, sus palabras eran difíciles de entender.
Me dejé caer de rodillas en suelo, segura de que todos esos vampiros escucharían el más mínimo ruido sordo que originé al caer. Creí desfallecer y mis ojos se llenaron de lágrimas, me dolía mucho que él hablara de ella de esa forma, parecía necesitarla tanto, tanto como si ni siquiera pudiera respirar, me lastimaba y me hacía daño oír de sus perfectos labios que necesitaba una abrazo de esa mujer, cuando yo estaba allí, muriéndome por arrojarme en sus brazos y rogando por besarlo. Comencé a sollozar en silencio, apreté mis puños, podía sentir como me quedaba sin respiración a medida que mi garganta se cerraba y mi piel se erizaba al ver el perfecto cuerpo de Joe derribado sobre el sofá.
–Voy por una copa –masculló Joe poniéndose de pie.
–Olvídalo, amigo –Adolph se situó delante de Joe–. De cualquier forma no te dejaré que sigas bebiendo.
Joe soltó una carcajada desdeñosa.
–No inventes, necesito al menos un poco de whisky –Joe apartó de su camino a Adolph–. No me dirás qué hacer.
–Adelante, hemos vaciado el almacén, no encontrarás nada –habló Alan tranquilamente.
–Maldita sea –maldijo Joe con frustración, por un momento sostuvo su silencio mientras yo me moría de furia en mi interior–. ¿Dónde está ______?
Me inundé de un millar de emociones al escucharlo decir mi nombre.
¡Por Dios! Había preguntado por mí.
ElitzJb
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
Capítulo 18: Primera Parte
Inmortal
2/3
Inmortal
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Creo que está en su habitación –siseó Nina.
–¿Cómo está ella? –indagó Joe.
¿Se preocupaba por mí? Creí que perdería el conocimiento por un instante.
–Está mejor que tú –discurrió Alan.
Me pareció ver que Joe se estremecía.
–¿Tan mal aspecto tengo?
–Sí, muy malo –le respondió Nina a Joe.
¡Demonios! A mí me seguía pareciendo complemente hermoso.
Joe se encaminó hacia el pasillo, me alcé del suelo antes de que él pudiera verme, no tuve suficiente tiempo para correr y ocultarme en una habitación, me concentré en limpiar los rastros de las lágrimas en mi rostro y apaciguar mi respiración. Joe se avecinó y me miró de frente a frente, me estremecí, reiteradamente mi respiración estaba siendo turbada.
Contuve el aliento cuando él se detuvo delante de mí y me vio a los ojos, sospeché que mis ojos mostraban todo mi desconsuelo, casi se me hacía imposible mirarlo de otra manera. Seguidamente, él agachó un poco la mirada, alzó la mano, recorrió mi cuello con un dedo, yo sentí que perdía todos los sentidos y abandonaba mi cuerpo, inmediatamente él exploró con las yemas de sus dedos la línea de mi clavícula hasta detenerse en el cuello de mi camiseta que sujetó con extraordinaria fuerza entre su puño, especulé que me levantaría de la camisa y me golpearía en la cara, pero él adosó su nariz a mi cuello y absorbió una bocanada de aire, él me estaba olfateando, rápidamente se separó de mí, me echó otra acusatoria mirada de odio negando lentamente con la cabeza, tal como si estuviera decepcionado de mí.
Se marchó caminando sin decirme una palabra, bajé mi mirada hasta el cuello de mi camisa manchado de rojo. Claro, había utilizado mi camisa para limpiar la sangre de Nick de mi boca. Era evidente que Joe estaría pensando que mordí a Nick , y lo hice, pero no de la forma que él se estaría imaginando en ese momento. ¿Qué debía hacer yo? ¿Correr a rogarle perdón?
No, mi orgullo no me lo permitía.
Me encerré lo que restó del día. Estaba acostada en mi cama con los ojos cerrados y el reloj digital colgado en la pared hizo un sonido de dos cortos bips, indicando que eran las 12:00 am, al mismo tiempo golpearon mi puerta. No tenía ganas de levantarme.
–Adelante –balbuceé de mala gana–. Está abierto.
Al instante dejaron de golpear la puerta, oí el leve crujido de la puerta al abrirse. Su olor penetró en mi habitación y en mis sentidos dejándome mareada por entero. ¿Qué hacía Joe en mi dormitorio?
Me giré hasta quedar sentada apoyándome con mis manos y comprobé lo que ya sabía.
Joe cerró la puerta y se hallaba allí de pie, sosteniendo en sus manos un capullo de rosa roja y llevándola a su nariz para oler su fragancia. Él parecía un ángel, yo le hubiera pintado unas hermosas alas negras en la espalda. Abrí la boca para hablar sin saber que decir, él se acercó un poco más.
–Hola –emprendió a decir.
–¿Qué haces aquí? –murmuré–. ¿Te has equivocado de habitación?
Él negó respondiéndome.
–Es más de medianoche –dijo él–. Feliz cumpleaños.
Alargó su brazo ofreciéndome la rosa.
Aturdida pensé con detenimiento, ¿es hoy mi cumpleaños?
Ante mi rostro bañado en confusión él me contestó.
–Revisa el calendario. Hoy estás cumpliendo diecinueve años, de nuevo.
–¿Estás bromeando? –inquirí sin tener la menor idea de la fecha en la que nos encontrábamos.
Joseph negó otra vez señalándome el reloj de pared apuntándolo con la flor. Volteé mi vista hacia el reloj digital y observé la fecha ilustrada debajo de la hora.
Cierto, era mi cumpleaños. Nuevamente diecinueve, por supuesto, soy inmortal.
–¿A qué se debe esto…? –interrogué confusa, sin entender las intenciones de Joe.
–Nada más quería traerte un regalo –regateó–. No es que quiera recodártelo, pero, tu familia no está contigo para recordar tu cumpleaños. Sólo estoy yo.
Me mantuve callada, en un silencio cabal.
–Dime algo –susurró él–, cualquier cosa, extraño que me hagas preguntas como una loca, extraño que andes por ahí parloteando, te extraño a ti. Porque para mi desgracia estoy enamorado de ti y te amo.
Joseph rodeó la cama caminando y le dio la vuelta para sentarse a mi lado. Cada vez mi corazón se aceleraba más, y eso ya parecía imposible.
–Eres tan mentiroso –gruñí en voz baja reclinándome en una pila de almohadas–. Lo único que extrañas de mí es llevarme a la cama, tú no me amas. Me deseas, nada más.
Joe negó con la cabeza.
–Te deseo demasiado, pero te amo todavía más.
–Basta de mentirme –repliqué–. Yo misma te escuché rogando por un abrazo de esa mujer hace un rato.
Él soltó un resoplido de indignación.
–No hablaba de ella, hablaba de ti.
Petrificada luché para no complacer sus deseos, no podía dejarle saber que yo también anhelaba a muerte sentirme rodeada entre sus fornidos y rígidos brazos.
Él agarró una de mis almohadas se la llevó a la nariz, aspiró aire y venteó el aroma en el cojín de satén.
–Huele a ti, a tu perfume, a tu cabello. Delicioso –siseó él.
–Si… “me amas” –dije haciendo énfasis en la última frase y representando comillas imaginarias con mis dedos–. ¿Por qué estás con esa… –vacilé antes de mencionar su nombre–. Deborah.
Él sonrió débilmente.
–Porque no puedo tenerte –me respondió–. Yo no sé como amar. Y si te digo la verdad, yo necesito dejar de amarte, estoy seguro de que esto va a lastimarme, el amor es dañino, ¿sabes? El amor te mata. No es como lo pintan en las películas, siempre terminas lastimado si amas –se calló por un momento–. Vale, miénteme. Quiero que me mientas y me digas que nunca has estado con Nick , que no han tenido sexo jamás, que me digas que te ha besado a la fuerza, que me amas.
Pensé en cada palabra que Joe había dicho, sus expectativas sobre el amor, él pensaba que el amor era destrucción, como si hubiera sido muy lastimado, como si hubiera sufrido mucho por eso, me dolía escucharlo hablar de esa manera. Y por otra parte, si le hubiera dicho que nunca he estado con Nick , que no hemos tenido sexo jamás, que me ha besado a la fuerza, y que lo amo (a Joe), realmente no habría sido una mentira.
–Nunca he estado con Nick , no hemos tenido sexo jamás, me ha besado a la fuerza, y te amo, Joe –dije memorizando cada palabra.
Joe sonrió de mala gana, dedujo que yo sí le había mentido.
–Gracias –lo oí decir–. Y… ¿aceptarás mi regalo?
Me ofreció una vez más la rosa que él sostenía entre sus dedos. Alargué mi brazo para sujetar la flor, pero antes de hacerlo él acarició el largo de mi nariz con los pétalos rojos del capullo, sentí la textura aterciopelada de los pétalos y percibí la fresca fragancia que desprendían. Mi piel se erizó.
–Cuidado –me advirtió él, su voz se escuchaba extremadamente sensual–. Tiene espinas.
Así que cuidadosamente atrapé el tallo de la rosa entre mis manos. Inevitablemente las espinas laceraron las puntas de mis dedos y mi sangre comenzó a gotear, de forma instintiva dejé la flor en mi cama. Joe se estremeció y con un veloz movimiento sujetó mi muñeca. El placer abrasó mi cuerpo cuando él me tocó. En seguida acercó mis dedos a sus labios y comenzó a lamerlos uno a uno con la punta de su lengua. La sensación en la punta de mis dedos al rozar sus exquisitos labios y tocar su ardiente y húmeda lengua me suministraba fuego desde mi interior, mis dedos magullados ardían.
–Ya está –anunció–. Me voy, espero que duermas… bien, y que pases un buen cumpleaños. Me parece que debería recordarles a los chicos que hoy es tu cumpleaños, quizás…
–No –lo interrumpí–. No importa, adiós, buenas noches.
Dejando la rosa encima de las sábanas se levantó y salió en silencio de la habitación. Mientras él atravesaba la puerta me detuve pasmada a ver la rosa roja que estaba comenzando a marchitarse repentinamente, sus pétalos se tornaron de un matiz ocre o pardo oscuro, se estaba secando al mismo tiempo en que Joe se alejaba cruzando la puerta y encaminándose por el pasillo.
En la mañana mientras desayunaba Alan me miraba de una manera muy extraña y Nina veía a Alan de la misma manera. Alan buscaba mis ojos y yo me intimidé ligeramente.
–Deja que adivine –dijo Alan–. Hoy es tu cumpleaños.
–¿Hoy es su cumpleaños? –preguntó Nina susurrando. Alan asintió–. ¿Cómo sabes eso?
–Un pajarito me lo ha comentado –repuso Alan guiñándome un ojo–. Feliz cumpleaños.
¿Un pajarito? Deja de entrar en mis pensamientos Alan, pensé.
–_______, siento mucho no saber que hoy era tu cumpleaños, de verdad –se disculpó Nina–. Felicitaciones.
Sonreí levemente.
–Gracias, chicos.
–¡________! –me llamó Adolph desde la sala principal. Engullí el pedazo de tostada francesa que tenía en mi boca y me levanté de la mesa.
Caminé hasta la sala, Adolph sostenía un trozo de papel y un sobre de color negro.
–¿Qué sucede? –pregunté.
–________ tú… –masculló Adolph con la vista puesta en el papel pequeño–. Has sido invitada a la famosa fiesta de los Ravenwood.
–¿Que yo qué? –balbuceé.
–Has sido invitada a una famosa fiesta que se celebra todos los años de una familia ilustre de vampiros. Y no entiendo porqué, no he sido invitado a esta celebración desde hace unos… treinta años, ¿y ahora te invitan a ti? –estipuló frunciendo el ceño.
–Es su cumpleaños –cantó Nina irrumpiendo en la habitación.
–¿Es tú cumpleaños? –Adolph dejó de mirar la invitación y me miró.
Me encogí de hombros y asentí.
–¡Eh! ¡Felicidades! –exclamó él, volvió a observar la invitación y siguió–. Ésta será la ceremonia de los Ravenwood, quiero que te compres un traje y vayas allí.
Adolph sacó de su abultado bolsillo un fardo de billetes verdes y me los entregó. Asombrada tomé los dólares titubeando.
8:30 pm, la programación de la televisión estaba, digamos… aburrida. Erguida frente al aparato pantalla plana de la sala de estar contuve la respiración cuando Nina subió el cierre de mi espalda del hermoso vestido de etiqueta que recubría mi cuerpo.
–Listo –dijo Nina con una sonrisa–. Estás hermosa, Joe debería verte así.
Oh sí, mi respiración se alteró al escuchar su nombre.
Afuera me esperaba una limosina negra, alargada, espaciosa y brillante contratada por Adolph para la ocasión, yo me preguntaba qué tan importante era esa extraña celebración, Adolph parecía realmente entusiasmado con la idea de que yo asistiera al festejo de vampiros.
Pasé a un lado de Joe contoneándome sensualmente con una mirada diabólica, tenía que admitirlo, quería volverlo loco.
–Cuídate –me aconsejó Adolph–. Lo digo en serio.
–No debería ir sola –aseveró Joe–. Ella no debería ir sola a ese lugar.
–Joe, sabes que es exclusivamente para invitados, nadie puede ir con ella –objetó Adolph.
–Yo insisto –instó Joe–. Alguien debería seguirla y estar a su alrededor.
–Joe, tus problemas de celos puedes dejarlos para otro momento –replicó Nick apareciendo detrás de Joe–. _______ es independiente, no nació pegada a ti, también tiene derecho de divertirse sola.
De cualquier forma, yo tampoco quería estar sola en una festividad de desconocidos.
La ira se apoderó de la mirada de Joe, que salió de la estancia con un atropellado andar.
Fui escoltada por Adolph hasta el elegante carruaje.
–Ten cuidado, _______–me advirtió una última vez Adolph.
Todo el camino estuve sola observando por la ventana, observando las luces de la ciudad, las personas y los autos transitando en las vías de New York. La limosina se detuvo frente a una enorme, elegante y hermosa mansión con un diseño portentoso y luces que salían desde las ventanas hasta el gigantesco jardín delantero cubierto de césped y adornado con esculturas, figuras de piedra y fuentes iluminadas. Desde la puerta principal hasta la acera, una alfombra roja alargada y rectangular atravesaba en medio el jardín iluminado con faros de velas y candelabros. Callada estuve segundos contemplando la mansión desde adentro del vehículo hasta que el conductor vestido de esmoquin apareció para abrirme la puerta. Cuando la puerta lateral se abrió el aire cambió, pasó de ser un artificial aire acondicionado a una gélida y congelante brisa natural. El conductor de la limosina me ofreció su mano para ayudarme a bajar, tomé su fría mano y bajé con precaución, oí la puerta cerrarse detrás de mí.
De pronto me sentí asquerosamente pequeña y tímida, estaba sola en ese colosal espacio, atravesando una larguísima alfombra roja que parecía ser interminable y que hacía más amena mi tardanza de camino a la entrada. Mientras mi cabello volaba y se despeinaba al viento yo pensaba en qué demonios estaba haciendo completamente sola en una fiesta llena de vampiros en la que no reconocía ni a mi propia sombra. Llegué hasta la puerta con escalofríos inquietantes recorriéndome, a un lado de ésta un vampiro pálido me sonrió.
–¿Cuál es su nombre, joven? –preguntó el vampiro sujetando un pergamino dorado entre sus manos.
–Moore –respondí–. ________Moore.
Sin revisar en la lista de invitados me sonrió más ampliamente, asintió con la cabeza y se apartó de mi camino dejándome entrar.
–Diríjase a la mesa principal, los Ravenwood esperan por usted –susurró el vampiro–. Están ansiosos por conocerla, señorita. Cuando distingas a la familia de rostros pálidos vestidos de negro sabrás de quienes hablo.
Al entrar descubrí una gigantesca antesala amueblada con mesas de fiesta en las que había ceniceros de oro, copas de cristal y comida como para un ejército entero de soldados. ¡Qué irónico! Como si nosotros necesitáramos comida. Cada rincón estaba invadido por vampiros dotados de belleza, por lo que, claro está, también los camareros repartían licor y copas con sangre.
Y en medio vislumbré una mesa alargada de unos doce puestos ocupados por un grupo de dos hombres, mujeres y niñas poseyentes de una palidez mortífera y todos ellos vestían de negro. Debían de ser esos Ravenwood.
Insegura me encaminé hacia aquel mesón, había dos jóvenes parejas de novios sentadas cerca, que aparentaban tener entre los dieciocho y veinte años, y además ocho chicas sentadas con vestidos de etiqueta en color negro y de distintas edades entre los cinco y quince años, sus rostros eran pálidos y sus labios y ojos rojos. Aterradoras.
Definitivamente sentía preferencia por los vampiros jóvenes y bronceados como… no lo sé… Joe quizás, con su piel dorada y sus mejillas y labios sonrojados. Eso era mucho mejor.
ElitzJb
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
Segunda Parte de:
Inmortal
3/3
Inmortal
3/3
–¡Buenas noches! –me saludó cordialmente el joven sentado junto a una mujer que supuse era su esposa, ya que llevaban un anillo en común–. Debes ser la señorita Moore, es un placer conocerte.
Nunca me había sentido tan tímida, el joven alargó su brazo para darme un apretón de manos, sus manos estaban frías.
–Igualmente –correspondí con una sonrisa menguada.
–Estábamos ansiosos por conocerte, Edmond nos ha hablado mucho de ti –me dijo el hombre con demasiada amabilidad.
–¿Edmond? –balbuceé atragantada–. Él… ha sido el…
No logré concluir mi frase sin sentido.
–No te asustes, querida –siguió el joven y apuesto hombre–. Yo soy Kevin Ravenwood, ella es mi esposa –señaló a la mujer sentada a su lado–, él es mi yerno –señaló al único hombre además de él sentado en la mesa–. Y todas ellas son mis hijas –señaló al resto de las mujeres y niñas sentadas sobre la mesa–. Edmond es uno de mis hermanos, al igual que lo era Liam. Pero Edmond no ha sido quien te ha invitado, ni tampoco ninguno de nosotros. Aun así anhelaba conocerte y estoy encantado... fascinado.
Levantó mi mano, aún dentro de la suya, y me propinó un corto y frío beso sobre la parte trasera de mi mano.
–Yo… gracias, es un honor, también estoy… –¿aterrada? Pensé tratando de mantener la sonrisa en mi rostro–. Encantada.
Aún con su encantadora sonrisa soltó mi mano besó a su esposa.
–Ve a divertirte, moza mía.
Toda la familia llevaba pintada en el rostro una sonrisa perfecta, blanca y equipada con letales colmillos. Me miraban como si quisieran darme un buen recibimiento pero su calidez era tan artificial, postiza, apócrifa y forzada que me quitaba el hipo. ¡Vaya! Esa pareja parecía demasiado joven para tener tantos hijos y tan mayores.
Me alejé de ellos después de hacer una reverencia cortés, y cuando estuve lo bastante apartada de ellos como para permitirme respirar pensé en la estúpida pregunta que olvidé hacer: “¿Quién me ha invitado a esta vampírica celebración?”
La música clásica resonaba entre las paredes y el aire, el aroma era fresco. En los lugares atestados de humanos solía oler a sangre comestible, sudor, cigarrillo, alcohol, sexo. Y en cambio, en este ambiente el aire tenía un peculiar y atípico aroma a rosas, diferentes perfumes costosos, aromatizantes y cócteles de frutas. ¡Bastante grato!
Cada vampiro estaba ensimismado en su grupo de conversación, ninguno se detenía a observar el ambiente tal y como yo lo hacía. Sólo en ocasiones se volvían para mirarme franquear el lugar.
Sin saber qué hacer ni adonde ir caminé desorientada hacia un pasillo en el que entreví dos puertas de caoba con el símbolo representativo de los baños de hombres y mujeres. Empujé la puerta del baño de mujeres y entré verificando que se encontraba vacío.
Me miré al espejo, podía pasar toda la noche allí sola observando mi inocente reflejo, casi parecía tan buena. Me acerqué más al vidrio y saqué de mi bolso en forma de sobre mi clásico labial rojo, acomodé mi cabello y en cuanto empecé a re-delinear mis labios en ese matiz rojo fuerte apareció detrás de mí en el reflejo la última persona a la quería ver.
–Rojo –dijo Deborah a mis espaldas–, a Joe sólo le gusta porque yo lo utilizo.
Dejé de deslizar el labial sobre mi labio inferior y puse los ojos en blanco mientras la ira me inundaba hasta ahogarme.
Deborah meneó su largo cabello y se reclinó sobre la barra de lavamanos, Maldita mujer anciana con medidas perfectas y curvas cerradas como las de una carretera. Era toda una zorra vestida de diabla, con colmillos y mirada asesina. Ella sacó de su pequeño bolso un lápiz labial rojo. ¡Bueno! Entonces era cierto, ella utilizaba el mismo labial.
Ladeé la cabeza ligeramente y le sonreí ampliamente a su reflejo en el espejo, yo también podía ser tan sanguinaria y malvada como esa arpía, era mi turno de sacar mis colmillos a relucir, no quedaba más que poner manos a la obra cuando esa prostituta regalada me acababa de dejar muy claro lo buenas amigas que podríamos ser, me había hecho entender que ella quería competir por la figurita del hombre encima del trofeo, quiero decir, Joe, cuya competencia fue nombrada: “¿Qué estúpida caerá más rápido en mis brazos?“. No es que quisiera llevarme el premio, pero me gustaba coquetear con la victoria, y mucho más si eso enfurecería al resto de las participantes.
–¡Qué raro! –balbuceé con expresión satírica y una tonalidad venenosa e inocente–. Creí oír de Joe que prefería el rojo en mis labios.
Introduje mi lápiz labial en mi estuche tipo sobre y di la vuelta para marcharme, únicamente tuve tiempo para colocar mi mano sobre el pomo de la puerta cuando sentí un frío metal tocando mi cuello. Una daga.
–Querida, debes entender que Joseph Jonas es mío –habló Deborah apretando el filo de la daga con más fuerza encima de mi cuello.
–Sí, no he dicho que no sea tuyo, pero a él le gusta mucho jugar conmigo –______, ¿qué estás diciendo? Ella puede cortar tu garganta en un abrir y cerrar de ojos, me dije afligida.
Escuché la risa malévola de esa mujer.
–Pobre niña –escupió ella–. ¿Sabes que podría matarte ahora mismo? No estoy sosteniendo un cuchillo de juguete, es plata. Podría enviar tu infantil cuerpecito a un cementerio si lo deseo, pero voy a darte una advertencia, aléjate de él.
Me tensé al sentir que empezaba a lastimarme el punzante filo apretado contra mi cuello, pero, aunque muriera ahí mismo necesitaba que esa mujer se revolcara en su propio infierno.
–¡Oh! Pero si no se trata de un certamen de belleza –dije con acrimonia–. Es una competencia para ganar al chico hermoso que acompaña a Barbie en su caja de cartón. ¿Cuánto tiempo estuve equivocada de concurso?
Deborah balbuceó una maldición.
–No tengo que competir contra ti, mocosa. Joseph ya es mío.
Me reí a carcajadas.
–¿Le gustan los vejestorios y zorras de cabaret? Entonces has ganado, felicidades –me burlé.
Ella me sujetó de un hombro y me dio la vuelta para luego adjudicarme una fuerte bofetada que me lanzó al suelo. Puse mi mano extendida sobre mi mejilla, no pude impedir largar y quejido agudo de dolor, me había hecho rasguños profundos a lo largo de mi cara con sus largas uñas. Y ¡Oh! Estaba sangrando.
–¡Cielos! Te ves como mujer pero golpeas como hombre –murmuré sin mostrar cuan adolorida me encontraba.
Me levanté del suelo y me miré en el espejo contemplando con horror la sangre que había en mis labios y mejilla.
–Te destrozaré esa carita de muñeca de porcelana que traes, y Joe jamás volverá a mirarte, ¡zorra! –la diabla me sujetó del cabello halándolo con un puño de mechones castaños entre sus dedos.
Solté un corto chillido poco audible.
–¡Anda! Haz lo que quieras, bruja –le ultrajé más seriamente–. Yo no te tengo miedo, puedes hacerme lo que quieras, no creas que voy a salir corriendo porque me hayas golpeado o amenazado con tu navaja de plata. No pienso huir de ti ni hacer nada de lo que me digas.
Abrí el agua del lavamanos y comencé a lavar las heridas en mi rostro, quitándome todo el maquillaje y manchando de sangre la cerámica blanca.
–Puede que no te importe lo que pueda hacerte a ti, pero sé que te importará si le hago daño a él –manifestó Deborah soltando mi cabello–. No pienses que no soy capaz de lastimarlo, si él no es mío, no será de nadie.
Petrificada observé mi reflejo al tiempo que veía mi sangre mezclada con agua corriendo por el conducto de desagüe, Deborah agarró su bolso y se encaminó hacia la salida.
–Adiós, querida, siento mucho haber estropeado tu maquillaje –se despidió ella de manera vil–. ¡Ah! Por cierto, he sido yo la que te ha invitado aquí.
Cuando la vi salir por la puerta tomé aire profundamente, aguardé unos minutos conteniendo mi furia y seguidamente me marché todavía ensangrentada. Caminé a través del salón principal y todos esos vampiros giraron instintivamente al olfatear mi sangre, estaba a punto de llegar a la puerta de salida cuando Kevin Ravenwood se atravesó en mi trayectoria.
–Te llevaré a casa –se ofreció inesperadamente–. Para mí es una vergüenza que te haya sucedido esto en mi fiesta. Déjame compensarte, te llevaré a casa.
Negué sin hablarle y continué caminando con atolondradas zancadas.
Estaba aturdida, tomé un taxi afuera y volví a casa con esos horribles arañazos en mi rostro.
Al entrar a casa observé que todo se encontraba oscuro, lancé mis cosas sobre la mesa, me senté en el sofá y me quité los zapatos.
–¿Qué estás haciendo aquí? –Adolph emergió de las sombras, encendió las luces y miró mi rostro magullado–. ¡Oh! Siento mucho haberte hecho ir a ese lugar. Quién te ha hecho eso?
–Esa diabla… –mascullé con odio.
Adolph intentaba reprimir una carcajada.
–Haré responsable de esto a Joe –contestó Adolph, le estaba costando a horrores no reírse de mí–. Al menos dime que tú has ganado. ¿Le diste una paliza?
Lo fulminé con la mirada.
–No es gracioso –dije levantándome del sofá–. Y ni siquiera la golpeé, pero de seguro le ha dolido todo lo que dije, ha de estar ahogándose con su propio veneno.
Adolph se acercó a mí y pasó su brazo alrededor de mis hombros.
–Eso es mucho mejor, aunque darle una buena tunda hubiera sido interesante, recuerda llamarme la próxima vez tengan un enfrentamiento –él largó una carcajada–. Es broma, ¿pero ahora quién va curarte? Tú eres la enfermera aquí.
–Se curará solo, estoy bien –respondí con apatía y desgana.
Me di la vuelta para irme y observé que Joe estaba saliendo de su habitación. Joe se quedó mirándome haciendo un gesto de desagrado al ver mi rostro herido.
–Yo dije muy claramente que no era buena idea que _______ se fuera sola –se quejó Joe para Adolph y luego se dirigió a mí–. ¿Quién te ha lastimado?
Le sonreí a Joe cuando estuvo cerca.
–Adivina –le respondí.
–Deja los rodeos, dime quién fue y lo asesinaré –departió Joe con amargura en la voz.
Me reí a carcajadas, detrás de mí también atendí a la risa de Adolph por lo bajo.
–Eso quiero verlo –me burlé–. Dime, ¿ya has decidido golpear a las mujeres? Me gustaría mucho verte asesinar a esa diabla.
De pronto Joe pareció estupefacto. ¿Qué pasa? ¿Eso no te lo esperabas, chiquito? Quise decir, pero Adolph estaba detrás de mí tratando de detener la discusión.
–Joe, ¿has visto mi jersey? –escuché preguntar a Adolph. Qué mal intento para apagar el fuego de una futura discusión.
Me regocijé de placer al ver la expresión atónita de Joe, apuesto a que él juraba que su diabla era una dulce angelita caída del cielo.
–No –le contestó Joe a Adolph, yo estaba segura de que ni siquiera había escuchado la pregunta. Joseph me miró fijamente–. ¿Deborah te ha hecho esto?
–¿Te sorprende? ¿Aún no estabas al tanto de que ella no es más que una perra? –lo reté.
Su rostro extrañado me decía que él de verdad no podía creerlo. ¿Tan ciego estaba por esa mujer?
–Yo… todavía me cuesta creerlo –dijo Joe.
Lancé un resoplido decepcionándome por completo, debí suponer que no iba a creerme a mí. Indignada continué mi camino, pero entonces Joe me sujetó del brazo.
–¡Espera! –exclamó Joe–. ¿Cómo pasó?
–Joe, ¡no lo sé! ¡Anda! corre a preguntarle a ella, tal vez a ella sí le creas, porque ella es todo un ángel, sería incapaz de lastimarme, es una grandiosa mujer, ¿por qué no se casan? Hacen muy buena pareja, los dos son sucios y repugnantes –repuse con acritud.
–Iré a hablar con ella –rebatió Joe caminando hacia la puerta y tomando su abrigo del perchero–. Adolph, aquí está tu jersey.
–Sí, márchate a besuquearla para recompensar el trabajo que hizo rompiéndome la boca. –dije con ironía.
–Voy a decirle que te deje tranquila.
–¡Qué lástima! Por un momento creí que ibas a asesinarla –continué–. Espero que no vuelvas.
–No te lleves el auto –le ordenó Adolph.
Joe asintió y salió de allí como una inhalación.
Caminé a través de la estancia para irme a mi habitación pero antes de que pudiera retirarme Adolph volvió a llamarme.
–______-- –dijo en voz baja aproximándose hacia mí–. No dejes que los celos acaben con lo que tienes con Joe, sé por experiencia que los celos son el peor veneno para matar a un corazón, y sufrirás mucho cuando los dos acaben sufriendo con el corazón en pedazos y amándose, porque jamás se puede acabar con el amor.
–¿Por qué estás diciéndome estas cosas? –interrogué.
–Tú y Joe están enamorados, ambos se han sobrepasado provocándose celos, y se arrepentirán el día que tengan que vivir con ese permanente dolor en el pecho y seguir caminando a pesar de las heridas.
Negué para mí misma.
–Adolph, estás equivocado, él no está enamorado de mí, está enamorado de ella, ¿y sabes qué más? Ya ni siquiera me importa –refuté.
Pasada la medianoche mi cumpleaños había acabado, había recibido dos regalos, una paliza y una rosa que se marchitó al instante, nunca había tenido un cumpleaños tan deplorable.
Tumbada en el sillón de la sala con el control del televisor en mis manos y abrigada entre cobijas cerré los ojos esperando quedarme profundamente dormida y no saber de nada más. Sentí a Nick acercarse, oí sus pasos y percibí su aroma.
–¿Duermes? –lo escuché preguntarme, abrí los ojos y negué mirándolo aproximarse–. Ya lo sabía.
De repente escuché el tintineo de unas llaves del lado de afuera de la puerta de entrada, Joe había vuelto.
–Bésame, Nick –le rogué entre susurros sabiendo que Joe estaba por entrar.
Sin pensarlo él me sonrió, me tomó de las manos para que me levantara del sillón, lo hice dejando caer al suelo las sábanas y cerré los ojos una vez más esperando el contacto de los labios de Nick .Él me apretó contra su cuerpo y me besó. Sabía que Joe acababa de entrar y sólo por eso rodeé con mis brazos el cuello de Nick y lo besé de la misma forma. Eso tenía que dolerle a Joe.
Sin interrumpirnos Joe se alejó de nosotros hasta que dejé de percibir su olor, entonces desistí de besar a Nick .
–No –dijo severamente nick –. No te marcharás ahora que me has utilizado, nadie me utiliza, tendrás que ofrecerme algo a cambio del favor que acabo de hacerte.
–¿Qué es lo que te pasa? ¡Ya puedes soltarme, enfermo! –lo insulté.
Pero Nick hizo lo contrario, me sujetó más fuerte y empezó a besar mi cuello, yo me resistí e intenté empujarlo y gritar, pero él me cubrió la boca con una de sus manos mientras con la otra buscaba quitarme la ropa. Acto seguido, golpeé su entrepierna con mi rodilla y él me soltó sin aliento.
–Desgraciado –jadeé.
–Ven aquí –se recuperó, me sujetó e inesperadamente me propinó una bofetada en la misma mejilla donde Deborah me había golpeado.
–Me golpeaste, maldito –balbucí impactada.
Corrí y él me dejó huir, él estaba al tanto de que había demasiadas personas en casa como para intentar algo más, y ya me había golpeado.
Mientras transitaba a través del pasillo descubrí la puerta abierta del dormitorio de Joseph, sin poder evitarlo me detuve a observar lo que Joe hacía en su habitación, él estaba con el rostro enrojecido y expresión frustrada guardando todas sus pertenencias en su inconfundible mochila de color negro. Supe al instante que él se había percatado de que yo lo estaba observando desde el umbral de la puerta.
–¿Qué sucede? ¿Has peleado con tu amorcito? –me habló Joe sin mirarme mientras continuaba empacando sus cosas.
–Algo así –dije con frialdad e indiferencia al tiempo que pasaba al interior de su cuarto–. ¿Qué estás haciendo?
–Empacando –espetó como si no quisiera hablar.
–Hello, Mr. Obvio –solté rápidamente–. Quiero decir, ¿por qué diablos estás empacando tus cosas?
Joe estuvo callado durante numerosos segundos, observé su belleza y sus músculos tensados debajo de su ropa. Toda la habitación tenía su fragancia, podía delirar cada vez que inhalaba su delicado y exquisito perfume, tal como si fuera una droga.
¡Dios! Esos labios.
No, no debes pensar en sus labios.
¡Cielos! Él era tan provocativo, me dolía no poder estar entre sus brazos, dolía demasiado que él estuviera tan cerca y tan distanciado a la vez, me dolía que fuera tan perfectamente hermoso.
–Me voy –murmuró–. Dejaré el grupo, no soporto estar aquí más.
Lo miré con asombro y sentí que se me hacía un nudo en la garganta.
–Quieres decir que… –dije. Él asintió–. ¿Te irás? ¿Dejarás de vivir aquí?
–Sí –me contentó–. No volverás a verme, eso debe hacerte muy feliz.
–Pero… ¿por qué? –pregunté.
Joe me miró a los ojos por primera vez desde que había entrado a su dormitorio, se acercó y tomó mi barbilla entre sus dedos. Me estremecí.
–No puedo más, ya no soporto tener que verte besuqueándolo a él, siento debo alejarme de ti para siempre –musitó.
–No tienes que irte por mi culpa, Joe –dije con seriedad y miedo, miedo de perderlo–. Tú estuviste primero aquí, si alguien tiene que irse seré yo.
–No digas tonterías, ¿tú sabes lo que eres? No tienes experiencia siendo vampiro, ¿sabes lo peligroso que es que una novata como tú esté sola vagando por el mundo? –Joe aproximó sus labios mucho más a los míos, me hablaba de cerca, muy cerca–. Ya he tomado una decisión y nada me hará cambiar de parecer, a partir de ahora andaré solo.
bueno mis chicas este es el fin del maratón espero q les alla gustado y bueno comenten q tal les parece la novela esta temporada esta llegando a su fin solo quedan 4 capítulos y comenzara SEDUCCIÓN la continuación de TENTACIÓN......
ElitzJb
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
awwww no se puede ir :crybaby:
Voy a morir sin él :sad:
Noo y todo por tonterias no es justo :sad:
No se puede ir :crybaby:
Sigueee!!!
Voy a morir sin él :sad:
Noo y todo por tonterias no es justo :sad:
No se puede ir :crybaby:
Sigueee!!!
aranzhitha
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
Ahhhhhhhhhhhhhh!! Dioos!
No te vallas Joe!!!
Por los cielos! Quedan 4 capitulos o.O
Wow, bueno, lo mejor de todo es que quedan otros libros :D :D
Por favor, no te vallas cuando estes por l tercer o segundo libro :(
Una vez me quede leyendo el de una chica que era una saga tambien, llamada "Blue moon" creo que se llamaba el primer libro. Y.. nos dejo en el 3er libro, me quize morir -_-
Por eso por favor no te vallas :')
Gracias Gracias Gracas por subir la novela, estaba que me moria de la intriga.
Imaginate ahora, no creo poder aguantar mucho para saber que pasa haha xD
No te vallas Joe!!!
Por los cielos! Quedan 4 capitulos o.O
Wow, bueno, lo mejor de todo es que quedan otros libros :D :D
Por favor, no te vallas cuando estes por l tercer o segundo libro :(
Una vez me quede leyendo el de una chica que era una saga tambien, llamada "Blue moon" creo que se llamaba el primer libro. Y.. nos dejo en el 3er libro, me quize morir -_-
Por eso por favor no te vallas :')
Gracias Gracias Gracas por subir la novela, estaba que me moria de la intriga.
Imaginate ahora, no creo poder aguantar mucho para saber que pasa haha xD
Augustinesg
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
esos dos me chocan
pero me molesta mas la rayis que sabe como es nick y aun asi lo alienta a q la besuquee es una tonta jumm
sube pronto plisssss
pero me molesta mas la rayis que sabe como es nick y aun asi lo alienta a q la besuquee es una tonta jumm
sube pronto plisssss
Julieta♥
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
PEEEROOO AAAIIII QUE TRISTES CAAPIIISSS!!!!!
SIEMPRE SE LASTIMAAAAANNN!!!!!
Y PATRA COLMOOO JOE SE VAAAAAA!!!!!
PORFIISSS PON OTROOOOO
SIEMPRE SE LASTIMAAAAANNN!!!!!
Y PATRA COLMOOO JOE SE VAAAAAA!!!!!
PORFIISSS PON OTROOOOO
chelis
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
ay no joe se va a ir
elos on muy orgullosos
debrioeon hbalr y joe debeio vc¡creerle
çya se acaba o my jonas"!!
cu8andtas temporadas son??
sigue yaaa
elos on muy orgullosos
debrioeon hbalr y joe debeio vc¡creerle
çya se acaba o my jonas"!!
cu8andtas temporadas son??
sigue yaaa
andreita
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
Sigue sigue!! :D :D
:pale: quiero saber que pasaaa
:(
:pale: quiero saber que pasaaa
:(
Augustinesg
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