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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
ME ENCANTA VER A JOE CELOSO¡¡
berenice_89
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
siguela xfaaaaaaaa
jonatic&diectioner
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
Please SIGUELAAAA
Me muero de la intriga por saber que pasara
Me muero de la intriga por saber que pasara
MaleeJonas
jonatic&diectioner
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
hola chicas BIENVENIDAS las nuevas lectoras
hoy las quiero complacer con un mini maraton de 3 capitulos espero q los disfruten ...... para q no digan q soy mala x dejarlas con la intriga okis
no les quito mas tiempo lean ......
1/3
Por alguna estúpida razón no podía concentrarme en otra cosa que no fuera Joe, entre tantos sonidos yo singularmente atendía a su respiración, me percataba de cada ridículo movimiento que él hacía. Examiné con detenimiento cada gesto, cada roce con mi piel, cada leve contacto, trataba con discreción de observar a través de sus anteojos, ponía mi atención en sus dedos entrelazados, sentía su musculoso hombro haciendo contacto con el mío y me erizaba la piel, veía su pecho moviéndose cuando él respiraba, me enloquecía cuando su lengua humedecía sus resquebrados labios sonrojados, el típico rubor en su rostro lo hacía relucir y parecer tan acalorado, sensual y exótico. Su fragancia paradisiaca era hipnotizadora, el sólo hecho de observar sus rasgos me tentaba a ambicionar poner mis manos encima de esos corpulentos brazos, y besar el grosor de su cuello, y tener sus labios entre mis dientes. Ahí lo tenía, tan perfecto, tan cercano, tan provocador.
_______ deja de pensarlo. Me dije en la mente. Pues me preocupaba estar obsesionada por un simple chico con un cuerpazo, obsesionada por los labios de un hombre que tenía tanto ego como belleza, y era tan patán como divertido. ¡No! Negué para mis adentros, no debo pensar en Joe. Es insoportable y ridículo, no es más que un descerebrado charlatán rompecorazones.
Adolph dio un giro repentino en una vía desértica, Joe elevó sus lentes oscuros hasta su cabello negro.
Vi cuando Nina y Alan se besaban una vez más y repentinamente se acrecentaron mis deseos de besar a Joe. Cerré los ojos despidiéndome de todos los pensamientos ansiosos hacia Joe. Qué suerte que él no podía leer mi mente, yo lo miraba de reojo pero él sólo tenía sus ojos puestos en las avenidas que se oscurecían un poco más a cada momento.
Súbitamente oí el chirrido de los frenos de nuestro automóvil y de los neumáticos haciendo fricción con el asfalto caliente, mi corazón dio un respingo y el Chevy se detuvo de forma súbita.
Jadeé impaciente y al frente de nosotros, erguido en medio de la avenida se encontraba el vampiro del bar de Jacob. Sonreía y nos miraba despiadadamente.
–¡Genial! –zumbó Joe–. El ligue de _______ ha venido por nosotros.
De acuerdo, tal vez ahora si podría permitirme sentir miedo, él era otro vampiro y era mucho más poderoso que yo.
En un abrir y cerrar de ojos advertí como el vampiro exhibía sus colmillos a nosotros y se proyectaba a toda prisa sobre el auto, en menos de medio segundo lo teníamos frente al parabrisas, amenazándonos con esa pérfida mirada.
Respiré con sobresalto.
El cielo comenzaba a tomar un matiz azul oscuro y la luna brillaba de modo más intenso.
–¡Adolph, pisa el acelerador! –exclamó Nina en un grito.
El escrupuloso Adolph aceleró en un suspiro, tan rápido que su cabello rizado se agitó sutilmente a consecuencia de la brisa. Se escuchó un férreo ruido grave y cuando giré mi vista hacia atrás nuestro agresor vampiro había permanecido de brazos cruzados en medio de la avenida. No parecía tan guapo viéndolo desde la perspectiva de victima acobardada.
–Va a seguirnos, está interesado en _______ –alegó Alan como haciendo especulaciones, pero yo estaba segura de que eran afirmaciones, lo más probable es que haya visto aquello en la mente del vampiro.
¡En que me he metido! Exclamé para mí misma. Tal vez era conveniente para añadir a la lista de cosas que no debo hacer: "No devolver el saludo a un Zephyr que te ha enviado un helado".
Con el corazón desbocado traté de pensar con claridad mientras Adolph maniobraba con el automóvil entre las calles de New York.
Al entrar en un callejón percibí el sonido de la sirena de una patrulla acercándose, me volví hacia atrás y las cegadoras luces azules y rojas atiborraron todo el espacio. En completo sosiego Adolph detuvo el auto cuando cayó en cuenta de que nos perseguían a nosotros. Apagó el motor y bajó del auto con mesura.
Observé la escena en el reflejo del espejo retrovisor, dos policías descendían del auto, uniformados y armados. Pero ellos no eran simples oficiales, uno de ellos era el hombre que nos seguía la última vez en un Mustang Cobra y el otro era el mismo tipo del bar.
El hombre del bar se acercó hasta Adolph con un arma de fuego.
–¡Entra, Crowley! –prorrumpió apuntando a Adolph con su revólver y abriendo la puerta trasera del Chevy para hacerlo entrar junto con nosotros.
En un rápido movimiento Joe me alzó por la cadera y me sentó sobre sus piernas para darle sitio a Adolph. Luego de que estuvo dentro el vampiro cerró con un crudo golpe la puerta y entró en el asiento del conductor. Su colega uniformado volvió de manera vertiginosa a la patrulla y ambos carruajes aceleraron simultáneamente.
–Finalmente tengo el placer de conocerte, _______ Moore –rezongó el tétrico Zephyr–. Ya sé lo que ven en ti. Has causado controversia, todos te buscan, los vampiros, los humanos, los cazadores, las hechiceras.
Joe me rodeó con su brazo y puso una de sus manos sobre mi abdomen en gesto protector. nick estaba excesivamente tenso sentado a un lado de ese paliducho vampiro.
–Muero por probar tu cuello, chiquita –siseó el desconocido hombre.
Las manos de Joe me apretujaron con más fuerza. Su calor me paralizaba los latidos y su agarre me dejaba sin aliento.
El otro vampiro en el auto de blanco de patrulla continuó siguiéndonos, los dos vehículos iban uno detrás del otro hacia la carretera. El vampiro que conducía el Chevy alzó su mano y me echó una ojeada, iba directo a apuntarme con su arma cuando Nick lo detuvo, atajó con su mano la punta del revólver antes de despedir una advertencia.
–No le pongas un dedo encima –me defendió Nick peligrándose a ser aniquilado.
–Que tierno,Fox–se burló el Zephyr–. Me gustan las historias de amor, parece que aquí tenemos un romántico triángulo amoroso. Fantástico. Por estos lares no aceptamos que rompan las reglas, y parece que al Joven Crowley se le ha escapado su pandilla de las manos. Han roto un centenar de reglas del código en unas pocas noches. No debemos permitir eso, ¿verdad?
–Liam –espetó Adolph con tonalidad firme–. Podemos hacer un trato, ¿hay algo que te interese?
–Sí, de hecho, quizás haya un trato –indicó el vampiro cuyo nombre era liam–. Edmond está dispuesto a ser razonable, podría ser que esté interesado en la chica nueva, lo he oído muy entusiasmado en conocerla.
Yo era eso que él llamaba "la chica nueva," pero... ¿Quién rayos era Edmond?
–Edmond, es el embajador de nuestra raza, querida –me respondió ese liam. ¿Había escuchado mis pensamientos?–. Un Zephyr con mucho poder y muy temido.
–No pienses que entregaremos a _______ –soltó Nina con voz aguda por miedo–. Si tocas a uno de nosotros te enfrentarás a todos.
liam se soltó una grave carcajada maligna.
–Ustedes son tan jóvenes. ¿Qué podrían hacerme a mí? –escudriñó el vampiro al tiempo que aproximaba su pistola al pecho de Nina y conducía con su otra mano.
Alan dejó escapar de su garganta un gruñido atronador. Expuso sus dientes en modo de amenaza y en un movimiento efímero logró doblar el brazo de liam, consiguiendo a su vez que una bala se disgregara y agrietara una de las ventanas. liam dio un violento vuelco con el volante en manos, Joe atrapó mi cintura con fuerza evitando que saliera disparada fuera del auto.
–¿No te gusta que toque a tu chica? –preguntó liam a Alan con sarcasmo–. Creo que lo pensaré bien antes de tocarla la próxima vez. Te lo prometo. ¿Pero sabes qué? No necesito un arma como ésta para dejarlos inconscientes a todos. Aunque sería divertido –habló como un cínico morboso.
Las calles que recorrimos no se me hacían reconocibles, todo se hallaba solitario, deshabitado y lóbrego. Los faros del Chevy y de la patrulla era lo único que mantenía el pavimento iluminado. Aún me sentía agarrotada y con el corazón a punto de reventar, mi cuerpo tiritaba de nervios, pero las manos de Joe me sublevaban, ansiaba echarme en su pecho y cerrar los ojos hasta que todo pasara pero me mantuve firme para no mostrar debilidad, ni ante el despiadado Zephyr, ni tampoco ante Joe.
Despacio el vehículo disminuyó la velocidad hasta detenerse por completo en medio de una vacía carretera, el otro auto de patrulla también se detuvo sin hacer ningún sonido, Liam apagó el motor y salió del automóvil haciendo un gesto con la cabeza para que saliéramos también. Nick descendió del auto al igual que Nina, Adolph y Alan. Los últimos en bajar fuimos Joe y yo, el pánico asaltaba cada gesticulación de mi rostro, mis rodillas trepidaban y Joe lo había observado. Me ofreció su mano para ayudarme a bajar del Chevy, cuando estuve junto a él se aferró a mi cintura y besó mi mejilla de forma discreta, tierna, preocupada, amable, sincera y cálida. Cada parte de mi cuerpo se inmovilizó, sentí una agitación dentro de mi vientre y su gesto me encogió el corazón.
–Todo va a salir bien –susurró Joe a mi oído con un volumen verdaderamente bajo y terminó proporcionándome un consolador beso breve en la oreja sin que nadie pudiera ver.
Me sentí enamorada, como extraviada en otra dimensión y elevándome por los aires. Incluso podía llorar de la emoción. Él me hacía sentir segura y protegida. Todo al mismo tiempo. Nunca, jamás, me había sentido tan viva y tan descaminada.
La carretera se alargaba hasta el horizonte, a lo lejos apenas podía apreciarse más que oscuridad.
–_______, querida –siseó liam. El otro Zephyr seguía dentro de la patrulla–. Acércate, preciosa.
Mis piernas oscilaban, sentía mucho miedo de ir hasta él. Di la primera zancada trémula y Joe haló mi brazo para retenerme.
Me volví a mirarlo y él negó con la cabeza.
–Está bien, Joe –corroboró Adolph–. No voy a dejar que nada le pase.
Las ráfagas de viento revolvían mi cabello haciendo que éste cubra mi cara ligeramente, me abrí paso con extrema cautela hacia el vampiro de aspecto mortífero. La consternación me había provocado nauseas.
–Pero mira que belleza de chica eres –canturreó liam–. Estás buenísima, con ese cuerpazo puede que Edmond te elija para que seas su vampiresa.
Cuando estuve cerca de él me agarró bruscamente apretando mis brazos y aprisionándome contra su pecho con tosquedad.
Di un alarido de miedo y de dolor tratando de contener las lágrimas y las nauseas, mi estómago estaba revuelto.
La brisa silbaba en mis oídos como un murmullo en el vacío y cuando liam me obligó a mirar hacia el horizonte vi una sombra aproximarse, una figura negra venir desde lo lejos, una silueta masculina caminando con demora. A medida que se acercaba los faros de los automóviles daban luz al cuerpo remoto, forcé mi vista para verlo con claridad, la luz iluminaba tenuemente su piel blanquecina como la leche. Era un niño, con el cabello rubio tan claro que podría parecer de color blanco, los labios más rojos que la sangre, los ojos rojos y traslucidos, y el rostro aniñado. Llevaba puesto un traje patentemente costoso, parecía tener unos once años, era menudo y con aspecto tanto inocente como temeroso y diabólico. Venía andando con aires de elegancia cuando en la comisura de sus labios se curvó una sonrisilla después de haberme echado una ojeada.
–He aquí los quebrantadores de reglas –protestó el niño rubio. Su voz era demasiado juvenil para ser aterradora, pero escupía las palabras con desdeño, como un pequeño demonio–. Déjame presentarme _______, yo soy Edmond, tu dueño.
Con una risa dibujada en el rostro chasqueó los dedos y a partir de ese momento todo se volvió negro para mí, perdí el conocimiento y mi memoria se desvaneció.
Vislumbré a Nick a mi lado, parpadeé un par de veces y lo examiné con detenimiento. Él se aproximó sosegadamente hacia mí, se me erizó la piel, él tenía la mirada perdida, no era el mismo Nick, frunció el ceño y siguió marchando hasta mí, con inseguridad retrocedí un paso, como un gato salvaje él saltó por los aires y aterrizó sobre mí, golpeé tan fuerte contra el suelo que el estruendo fue ensordecedor, Nick sujetó mis brazos y abrió su boca ampliamente, contemplé sus enormes colmillos acercándose a mi cuello, cabeceé, forcejeé y me moví como loca. Cuando las puntas de sus colmillos color marfil tocaron mi piel yo... Desperté.
Mi respiración estaba tan perturbada que se escuchaba por lo alto, me encontré recostada en un duro suelo metálico, estaba mareada, mi cabeza me dolía con terribles punzadas. Alrededor de mí vi un espacio pequeño, había asientos de cuero lanzados por todas partes, en el techo un cableado de bombillos encendidos y cegadores lastimaban mi vista, mi cuerpo me dolía a horrores, mi cuello estaba húmedo. Puse una mano sobre mi nuca y sentí el líquido entre mis dedos, estaba manchada de sangre, mi propia sangre, y un deplorable dolor habitaba en mi cuello, me habían mordido, y podría haber jurado que habían bebido mucha sangre porque me sentía tan endeble que a duras penas conseguía conservarme despierta. Gemí adolorida, pero quería gimotear y sollozar como una bebita. Me sentía muy sola y aterrorizada. Con mucha molestia me senté para inspeccionar el resto del lugar, había ventanas transparentes y rectangulares a lo largo de las paredes metálicas. Era un tren, yo estaba en el interior de un tren destrozado, a mi lado yacía el cuerpo ensangrentado de un humano. Perdí el control cuando el aroma de ese líquido rojo colmó mi olfato y el resto de mis sentidos se alertaron, me encogí como un gato al que le han arrojado agua, apreté mis labios, gateando con dolor me arrastré hasta el cuerpo inerte, mi respiración era discontinua, observé de cerca al inmóvil humano, era un hombre de mediana edad, barbudo, con el cabello largo y rubio cubriéndole gran parte del rostro. Tomé una bocanada de aire que casi me hace perder todo el dominio de mi misma, el aroma a sangre hacia arder mis colmillos. Encimé mi cuerpo sobre el hombre, apoyé mis manos sobre sus hombros, acerqué mi nariz a su cuello, abrí la boca ampliamente, sentí su piel fría bajo la punta de mis colmillos, y de pronto lo escuché respirar, sentí su pecho agitarse, su vena palpitante en su cuello, y había abierto los ojos, gritó antes de que yo pudiera morderlo, entonces hice presión, cerré mis dientes en su cuello y la sangre emergió despedida hasta mi boca, el hombre seguía gritando, me llené con su sangre caliente, mi lengua paladeaba la esencia de la sangre y mi ávido apetito crecía. No me detuve hasta que estuvo muerto y desangrado. Lo vi volverse azulado, me retiré de su cuerpo y relamí mis labios para quitar los excedentes de sangre.
hoy las quiero complacer con un mini maraton de 3 capitulos espero q los disfruten ...... para q no digan q soy mala x dejarlas con la intriga okis
no les quito mas tiempo lean ......
Capítulo 12: Primera Parte
Picanté
Picanté
1/3
Por alguna estúpida razón no podía concentrarme en otra cosa que no fuera Joe, entre tantos sonidos yo singularmente atendía a su respiración, me percataba de cada ridículo movimiento que él hacía. Examiné con detenimiento cada gesto, cada roce con mi piel, cada leve contacto, trataba con discreción de observar a través de sus anteojos, ponía mi atención en sus dedos entrelazados, sentía su musculoso hombro haciendo contacto con el mío y me erizaba la piel, veía su pecho moviéndose cuando él respiraba, me enloquecía cuando su lengua humedecía sus resquebrados labios sonrojados, el típico rubor en su rostro lo hacía relucir y parecer tan acalorado, sensual y exótico. Su fragancia paradisiaca era hipnotizadora, el sólo hecho de observar sus rasgos me tentaba a ambicionar poner mis manos encima de esos corpulentos brazos, y besar el grosor de su cuello, y tener sus labios entre mis dientes. Ahí lo tenía, tan perfecto, tan cercano, tan provocador.
_______ deja de pensarlo. Me dije en la mente. Pues me preocupaba estar obsesionada por un simple chico con un cuerpazo, obsesionada por los labios de un hombre que tenía tanto ego como belleza, y era tan patán como divertido. ¡No! Negué para mis adentros, no debo pensar en Joe. Es insoportable y ridículo, no es más que un descerebrado charlatán rompecorazones.
Adolph dio un giro repentino en una vía desértica, Joe elevó sus lentes oscuros hasta su cabello negro.
Vi cuando Nina y Alan se besaban una vez más y repentinamente se acrecentaron mis deseos de besar a Joe. Cerré los ojos despidiéndome de todos los pensamientos ansiosos hacia Joe. Qué suerte que él no podía leer mi mente, yo lo miraba de reojo pero él sólo tenía sus ojos puestos en las avenidas que se oscurecían un poco más a cada momento.
Súbitamente oí el chirrido de los frenos de nuestro automóvil y de los neumáticos haciendo fricción con el asfalto caliente, mi corazón dio un respingo y el Chevy se detuvo de forma súbita.
Jadeé impaciente y al frente de nosotros, erguido en medio de la avenida se encontraba el vampiro del bar de Jacob. Sonreía y nos miraba despiadadamente.
–¡Genial! –zumbó Joe–. El ligue de _______ ha venido por nosotros.
De acuerdo, tal vez ahora si podría permitirme sentir miedo, él era otro vampiro y era mucho más poderoso que yo.
En un abrir y cerrar de ojos advertí como el vampiro exhibía sus colmillos a nosotros y se proyectaba a toda prisa sobre el auto, en menos de medio segundo lo teníamos frente al parabrisas, amenazándonos con esa pérfida mirada.
Respiré con sobresalto.
El cielo comenzaba a tomar un matiz azul oscuro y la luna brillaba de modo más intenso.
–¡Adolph, pisa el acelerador! –exclamó Nina en un grito.
El escrupuloso Adolph aceleró en un suspiro, tan rápido que su cabello rizado se agitó sutilmente a consecuencia de la brisa. Se escuchó un férreo ruido grave y cuando giré mi vista hacia atrás nuestro agresor vampiro había permanecido de brazos cruzados en medio de la avenida. No parecía tan guapo viéndolo desde la perspectiva de victima acobardada.
–Va a seguirnos, está interesado en _______ –alegó Alan como haciendo especulaciones, pero yo estaba segura de que eran afirmaciones, lo más probable es que haya visto aquello en la mente del vampiro.
¡En que me he metido! Exclamé para mí misma. Tal vez era conveniente para añadir a la lista de cosas que no debo hacer: "No devolver el saludo a un Zephyr que te ha enviado un helado".
Con el corazón desbocado traté de pensar con claridad mientras Adolph maniobraba con el automóvil entre las calles de New York.
Al entrar en un callejón percibí el sonido de la sirena de una patrulla acercándose, me volví hacia atrás y las cegadoras luces azules y rojas atiborraron todo el espacio. En completo sosiego Adolph detuvo el auto cuando cayó en cuenta de que nos perseguían a nosotros. Apagó el motor y bajó del auto con mesura.
Observé la escena en el reflejo del espejo retrovisor, dos policías descendían del auto, uniformados y armados. Pero ellos no eran simples oficiales, uno de ellos era el hombre que nos seguía la última vez en un Mustang Cobra y el otro era el mismo tipo del bar.
El hombre del bar se acercó hasta Adolph con un arma de fuego.
–¡Entra, Crowley! –prorrumpió apuntando a Adolph con su revólver y abriendo la puerta trasera del Chevy para hacerlo entrar junto con nosotros.
En un rápido movimiento Joe me alzó por la cadera y me sentó sobre sus piernas para darle sitio a Adolph. Luego de que estuvo dentro el vampiro cerró con un crudo golpe la puerta y entró en el asiento del conductor. Su colega uniformado volvió de manera vertiginosa a la patrulla y ambos carruajes aceleraron simultáneamente.
–Finalmente tengo el placer de conocerte, _______ Moore –rezongó el tétrico Zephyr–. Ya sé lo que ven en ti. Has causado controversia, todos te buscan, los vampiros, los humanos, los cazadores, las hechiceras.
Joe me rodeó con su brazo y puso una de sus manos sobre mi abdomen en gesto protector. nick estaba excesivamente tenso sentado a un lado de ese paliducho vampiro.
–Muero por probar tu cuello, chiquita –siseó el desconocido hombre.
Las manos de Joe me apretujaron con más fuerza. Su calor me paralizaba los latidos y su agarre me dejaba sin aliento.
El otro vampiro en el auto de blanco de patrulla continuó siguiéndonos, los dos vehículos iban uno detrás del otro hacia la carretera. El vampiro que conducía el Chevy alzó su mano y me echó una ojeada, iba directo a apuntarme con su arma cuando Nick lo detuvo, atajó con su mano la punta del revólver antes de despedir una advertencia.
–No le pongas un dedo encima –me defendió Nick peligrándose a ser aniquilado.
–Que tierno,Fox–se burló el Zephyr–. Me gustan las historias de amor, parece que aquí tenemos un romántico triángulo amoroso. Fantástico. Por estos lares no aceptamos que rompan las reglas, y parece que al Joven Crowley se le ha escapado su pandilla de las manos. Han roto un centenar de reglas del código en unas pocas noches. No debemos permitir eso, ¿verdad?
–Liam –espetó Adolph con tonalidad firme–. Podemos hacer un trato, ¿hay algo que te interese?
–Sí, de hecho, quizás haya un trato –indicó el vampiro cuyo nombre era liam–. Edmond está dispuesto a ser razonable, podría ser que esté interesado en la chica nueva, lo he oído muy entusiasmado en conocerla.
Yo era eso que él llamaba "la chica nueva," pero... ¿Quién rayos era Edmond?
–Edmond, es el embajador de nuestra raza, querida –me respondió ese liam. ¿Había escuchado mis pensamientos?–. Un Zephyr con mucho poder y muy temido.
–No pienses que entregaremos a _______ –soltó Nina con voz aguda por miedo–. Si tocas a uno de nosotros te enfrentarás a todos.
liam se soltó una grave carcajada maligna.
–Ustedes son tan jóvenes. ¿Qué podrían hacerme a mí? –escudriñó el vampiro al tiempo que aproximaba su pistola al pecho de Nina y conducía con su otra mano.
Alan dejó escapar de su garganta un gruñido atronador. Expuso sus dientes en modo de amenaza y en un movimiento efímero logró doblar el brazo de liam, consiguiendo a su vez que una bala se disgregara y agrietara una de las ventanas. liam dio un violento vuelco con el volante en manos, Joe atrapó mi cintura con fuerza evitando que saliera disparada fuera del auto.
–¿No te gusta que toque a tu chica? –preguntó liam a Alan con sarcasmo–. Creo que lo pensaré bien antes de tocarla la próxima vez. Te lo prometo. ¿Pero sabes qué? No necesito un arma como ésta para dejarlos inconscientes a todos. Aunque sería divertido –habló como un cínico morboso.
Las calles que recorrimos no se me hacían reconocibles, todo se hallaba solitario, deshabitado y lóbrego. Los faros del Chevy y de la patrulla era lo único que mantenía el pavimento iluminado. Aún me sentía agarrotada y con el corazón a punto de reventar, mi cuerpo tiritaba de nervios, pero las manos de Joe me sublevaban, ansiaba echarme en su pecho y cerrar los ojos hasta que todo pasara pero me mantuve firme para no mostrar debilidad, ni ante el despiadado Zephyr, ni tampoco ante Joe.
Despacio el vehículo disminuyó la velocidad hasta detenerse por completo en medio de una vacía carretera, el otro auto de patrulla también se detuvo sin hacer ningún sonido, Liam apagó el motor y salió del automóvil haciendo un gesto con la cabeza para que saliéramos también. Nick descendió del auto al igual que Nina, Adolph y Alan. Los últimos en bajar fuimos Joe y yo, el pánico asaltaba cada gesticulación de mi rostro, mis rodillas trepidaban y Joe lo había observado. Me ofreció su mano para ayudarme a bajar del Chevy, cuando estuve junto a él se aferró a mi cintura y besó mi mejilla de forma discreta, tierna, preocupada, amable, sincera y cálida. Cada parte de mi cuerpo se inmovilizó, sentí una agitación dentro de mi vientre y su gesto me encogió el corazón.
–Todo va a salir bien –susurró Joe a mi oído con un volumen verdaderamente bajo y terminó proporcionándome un consolador beso breve en la oreja sin que nadie pudiera ver.
Me sentí enamorada, como extraviada en otra dimensión y elevándome por los aires. Incluso podía llorar de la emoción. Él me hacía sentir segura y protegida. Todo al mismo tiempo. Nunca, jamás, me había sentido tan viva y tan descaminada.
La carretera se alargaba hasta el horizonte, a lo lejos apenas podía apreciarse más que oscuridad.
–_______, querida –siseó liam. El otro Zephyr seguía dentro de la patrulla–. Acércate, preciosa.
Mis piernas oscilaban, sentía mucho miedo de ir hasta él. Di la primera zancada trémula y Joe haló mi brazo para retenerme.
Me volví a mirarlo y él negó con la cabeza.
–Está bien, Joe –corroboró Adolph–. No voy a dejar que nada le pase.
Las ráfagas de viento revolvían mi cabello haciendo que éste cubra mi cara ligeramente, me abrí paso con extrema cautela hacia el vampiro de aspecto mortífero. La consternación me había provocado nauseas.
–Pero mira que belleza de chica eres –canturreó liam–. Estás buenísima, con ese cuerpazo puede que Edmond te elija para que seas su vampiresa.
Cuando estuve cerca de él me agarró bruscamente apretando mis brazos y aprisionándome contra su pecho con tosquedad.
Di un alarido de miedo y de dolor tratando de contener las lágrimas y las nauseas, mi estómago estaba revuelto.
La brisa silbaba en mis oídos como un murmullo en el vacío y cuando liam me obligó a mirar hacia el horizonte vi una sombra aproximarse, una figura negra venir desde lo lejos, una silueta masculina caminando con demora. A medida que se acercaba los faros de los automóviles daban luz al cuerpo remoto, forcé mi vista para verlo con claridad, la luz iluminaba tenuemente su piel blanquecina como la leche. Era un niño, con el cabello rubio tan claro que podría parecer de color blanco, los labios más rojos que la sangre, los ojos rojos y traslucidos, y el rostro aniñado. Llevaba puesto un traje patentemente costoso, parecía tener unos once años, era menudo y con aspecto tanto inocente como temeroso y diabólico. Venía andando con aires de elegancia cuando en la comisura de sus labios se curvó una sonrisilla después de haberme echado una ojeada.
–He aquí los quebrantadores de reglas –protestó el niño rubio. Su voz era demasiado juvenil para ser aterradora, pero escupía las palabras con desdeño, como un pequeño demonio–. Déjame presentarme _______, yo soy Edmond, tu dueño.
Con una risa dibujada en el rostro chasqueó los dedos y a partir de ese momento todo se volvió negro para mí, perdí el conocimiento y mi memoria se desvaneció.
Vislumbré a Nick a mi lado, parpadeé un par de veces y lo examiné con detenimiento. Él se aproximó sosegadamente hacia mí, se me erizó la piel, él tenía la mirada perdida, no era el mismo Nick, frunció el ceño y siguió marchando hasta mí, con inseguridad retrocedí un paso, como un gato salvaje él saltó por los aires y aterrizó sobre mí, golpeé tan fuerte contra el suelo que el estruendo fue ensordecedor, Nick sujetó mis brazos y abrió su boca ampliamente, contemplé sus enormes colmillos acercándose a mi cuello, cabeceé, forcejeé y me moví como loca. Cuando las puntas de sus colmillos color marfil tocaron mi piel yo... Desperté.
Mi respiración estaba tan perturbada que se escuchaba por lo alto, me encontré recostada en un duro suelo metálico, estaba mareada, mi cabeza me dolía con terribles punzadas. Alrededor de mí vi un espacio pequeño, había asientos de cuero lanzados por todas partes, en el techo un cableado de bombillos encendidos y cegadores lastimaban mi vista, mi cuerpo me dolía a horrores, mi cuello estaba húmedo. Puse una mano sobre mi nuca y sentí el líquido entre mis dedos, estaba manchada de sangre, mi propia sangre, y un deplorable dolor habitaba en mi cuello, me habían mordido, y podría haber jurado que habían bebido mucha sangre porque me sentía tan endeble que a duras penas conseguía conservarme despierta. Gemí adolorida, pero quería gimotear y sollozar como una bebita. Me sentía muy sola y aterrorizada. Con mucha molestia me senté para inspeccionar el resto del lugar, había ventanas transparentes y rectangulares a lo largo de las paredes metálicas. Era un tren, yo estaba en el interior de un tren destrozado, a mi lado yacía el cuerpo ensangrentado de un humano. Perdí el control cuando el aroma de ese líquido rojo colmó mi olfato y el resto de mis sentidos se alertaron, me encogí como un gato al que le han arrojado agua, apreté mis labios, gateando con dolor me arrastré hasta el cuerpo inerte, mi respiración era discontinua, observé de cerca al inmóvil humano, era un hombre de mediana edad, barbudo, con el cabello largo y rubio cubriéndole gran parte del rostro. Tomé una bocanada de aire que casi me hace perder todo el dominio de mi misma, el aroma a sangre hacia arder mis colmillos. Encimé mi cuerpo sobre el hombre, apoyé mis manos sobre sus hombros, acerqué mi nariz a su cuello, abrí la boca ampliamente, sentí su piel fría bajo la punta de mis colmillos, y de pronto lo escuché respirar, sentí su pecho agitarse, su vena palpitante en su cuello, y había abierto los ojos, gritó antes de que yo pudiera morderlo, entonces hice presión, cerré mis dientes en su cuello y la sangre emergió despedida hasta mi boca, el hombre seguía gritando, me llené con su sangre caliente, mi lengua paladeaba la esencia de la sangre y mi ávido apetito crecía. No me detuve hasta que estuvo muerto y desangrado. Lo vi volverse azulado, me retiré de su cuerpo y relamí mis labios para quitar los excedentes de sangre.
ElitzJb
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
2/3
Aún estaba llena de miedo, íntegramente horripilada, temblando y con los ojos húmedos por las ganas de llorar. Recorrí el alumbrado vagón tropezando con los asientos derribados y los pedazos de latón dispersos en el suelo. Oculta entre rancios escombros hallé la puerta corrediza de metal que sería mi vía de escape, siendo desapacible forcé la escotilla y ésta no cedió, no alcanzaba a abrirla, estaba trabada, la pateé con todas mis fuerzas y aun así seguía intacta. Yo estaba tan frágil que ni siquiera podía abrir una maldita puerta. Del mismo modo intenté de abrir las ventanas corredizas, las apaleé estilando considerable pujanza pero me fue imposible que se movieran de su lugar. Grité con frustración oprimida, un nudo crecía obstruyendo mi garganta, estaba al margen de un colapso.
Me precipité hasta el vagón consecutivo que estaba bastante más oscuro, me aferré a una de las butacas por un segundo antes de seguir caminando. Casi suelto un estrepitoso grito cuando sentí unos dedos sujetos a mi hombro, mi corazón iba a salirse de mi pecho, mi rostro perdió color. Di un respingo, me llené de alivio al ver que era Joe, me tomó de los hombros y me examinó con miramiento de arriba abajo, respiré profundamente para sosegarme.
–¿Estás bien? –preguntó en un susurro. Su agraciado rostro estaba sutilmente abrillantado.
–Me han mordido –reconocí traumada ante la idea.
–Lo sé. Perdón –dijo él.
–¿Perdón? –inquirí.
–Perdón por no haber estado para cuidarte –se excusó con cierta culpa–. Yo estoy bien, todos estamos bien, saldremos de esto.
–¿Qué ha sucedido? –mi voz resonó áspera y aguda como si hubiera estado llorando.
–Nos han atrapado, pero no te preocupes. Estaremos bien –expresó con voz ronca–. ¿Vas a llorar?
Mis ojos estaban húmedos y tenía una maraña atrancada en la faringe que me imposibilitaba hablar, pero estaba aguantando las lágrimas a toda costa.
–No, sólo estaba asustada.
–¡Oh vamos! Puedes llorar, prometo no reírme –juró Joe.
Negué con la cabeza, no quería aprobarme llorar. Sin embargo esa lágrima se escapó y sentí como humedecía mi cara y recorría mi mejilla hasta disolverse en mi cuello. Joe se acercó, eso era peligroso, su fragancia penetró en mí como un raudal de perfume exótico. Puso ambas manos en mi rostro y con su dedo pulgar borró los rastros de esa gota salada, me hizo temblar por tan solo sentir sus dedos palpándome, su presencia se apreció tan próxima, nuestro torso estaba cerca de tocarse, cerré mis párpados al sentir sus dedos sobre mis labios, me regocijé de placer.
Emergencia: terreno peligroso.
Todavía con los ojos cerrados escuché los murmullos de Joe.
–_______ –manifestó–. Voy a besarte.
¡Oh no! ¿Cómo puede decirme eso? ¿Me informaba que iba a besarme? Eso sin duda derribaría el muro que me salvaguardaba frente a su seducción, me derribó como un cristal despedazándose.
¡Maldición! No puedo enamorarme de un tipo como Joe, no puedo. Muy tarde, ya lo estaba. Ya estaba irracionalmente encaprichada con ese chico. Me volvía loca.
Y así, la humedad, calidez y suavidad de sus labios me abatió, ambos estábamos necesitados, yo estaba sedienta de él, alucinando por él, con desenfreno toqué su pecho y subí mis manos a su rostro mientras él devoraba mis labios como todo un experto, me enganché arrebatadamente a su cara para besarlo impetuosamente, mordí sus labios jugueteando y poseyendo su deleitable sabor. Y Joe atrapó mis caderas acoplándolas a las suyas. La pasión de ese beso ardía y chamuscaba como vivo fuego, él era más ardiente que las llamas, era perfecto, inefable. Porque inclusive sus desperfectos eran parte de ese encanto, su egocentrismo, su vanidad, su sarcasmo y su actitud presumida le daban carisma haciéndolo resplandecer como una bomba explosiva, desmesuradamente caliente.
O como decía mi abuela francesa: "Picanté"
No sólo me había dejado sin aliento, sino todavía más encaprichada y más delirante, como una loca fanática obsesionada y adicta a sus labios, a sus besos, a sus manos, a sus caricias, a sus ojos, a sus miradas y a esa sonrisa llena de astucia.
Estaba aturdida después de ese beso. Él me impresionó con gestos delicados, quitó el cabello de mi rostro y apoyó su frente a la mía, avistándome directo a los ojos.
–Te deseo –murmuró–. Te necesito.
Parpadeé en shock antes de responder.
–Yo te amo –confesé por segunda vez.
–Yo también –agregó sin titubear.
Estupefacta me pregunté si había oído bien. ¿Qué fue lo que dijo? Esto no puede ser verdad, me dije. ¿También me ama? ¿Esto es en serio? Si quería provocarme un paro cardiaco lo estaba logrando. En mi estómago me acongojaron esas andanadas de hormigueos incesables.
¿De verdad? Quise preguntarle, pero no iba a arriesgarme a que se arrepintiera luego.
Lo besé rápidamente con los labios plegados.
–Dilo otra vez –me pidió–. Di otra vez que me amas.
–¿Por qué? –vacilé.
–Quiero escucharte mil veces diciendo que me amas –contestó él.
–De acuerdo –acepté–, pero sólo si lo dices tú primero.
Rodeé su cuello con mis brazos.
–Te amo como un loco, _______ Moore –me besó de forma arrebatada–. Ahora cumple con tu parte del trato.
–Te amo, Joseph Jonas.
–Dilo de nuevo –aludió.
–Te amo, te amo, te amo –repetí una y otra vez.
–No voy a cansarme jamás de escucharte decirlo. Es tan ardiente –dijo y mordió su labio inferior.
¡Cielos! Me tenía exasperada. Rematadamente maniática.
El recuerdo de Nick vino a mí tan de golpe como un aguacero en medio de verano.
–Joe –farfullé–. Nick me ha prohibido estar contigo.
–¿Y seguirás sus reglas? –indagó Joe receloso–. ¿A él lo amas también?
Su tonalidad se tornó virulenta y pedante.
Negué con la cabeza en silencio, acaricié su rostro con afecto.
–Te amo a ti.
–¿Sólo a mí? –rebatió.
–Sólo a ti.
–Quiero matar a Nick, lo juro –prometió Joe–. Y aún me debe el golpe del otro día.
Fortuitamente volví a la realidad, percibí pisadas y divisé un aroma adyacente, eran el resto de los chicos avecinándose. Me aparté de los brazos de Joe tan rápido como pude, él estuvo de acuerdo, volví mi vista hacia todas las trayectorias buscando a los chicos. Caminando desde el fondo del vagón emergieron evadiendo las escorias y butacas. Nina iba en brazos de su novio, Adolph tenía un moretón en su ojo, ¿lo habían golpeado?; y Nick iba detrás de ellos, avanzando con las manos en los bolsillos y la cabeza baja. Una oleada de culpabilidad me atestó.
Nick parecía molesto o incluso afligido, tuve la sensación de que yo era la culpable de eso. Él adelantó su travesía para darme alcance, no supe cómo actuar cuando estuvo tan cercano, me llené de su olor a perfume masculino costoso, su ropa tenía impregnada toda su esencia, entonces me inspeccionó con un atisbo, averiguando si algo andaba mal, acto seguido, me rodeó con sus macizos brazos al tiempo que acariciaba mi cabello e inhalaba una gran bocanada de aire. Mi cuerpo se puso rígido, entre sus brazos alcancé a ver que Joe se tensaba y apretaba sus labios y puños con fuerza. Con desgana, correspondí a su abrazo.
–Qué bueno que estás bien –ésas eran las primeras palabras que Nick me había dirigido desde que me había prohibido estar con Joe.
En parte me sentí feliz, sentía que Nick me odiaba por razones obvias, pero al menos se preocupaba por mí.
–¡Oh nena! Eres como la hermanita menor que nunca tuve –vociferó Adolph acercándose a mí–. Nunca imaginé tendríamos que cuidarte tanto, nunca creí que te meterías en tantos problemas.
–Lo siento –mascullé con timidez.
–No te preocupes –me consoló, me miró a los ojos y posó sus manos en mis hombros–. Nada va a sucederte, ¿entiendes? Nadie va a tocar uno de tus cabellos mientras estés con nosotros. Te cuidaremos.
Adolph me abrazó también y besó mi frente rápidamente. Alan puso a Nina de pie en el suelo y ambos se unieron al abrazo. Por primera vez en toda mi vida sentía que tenía amigos reales. Que ellos me querían.
Al concluir con la escena fraternal nos separamos de forma tímida y vi que Adolph hurgaba entre la basura metálica que estaba propagada en el suelo del tren, posteriormente se aferró a una viga metálica de tamaño considerable y se disponía a bastonear la ventana con colosal fuerza con el fin de quebrarla para conseguir fugarnos, pero antes de que consiguiera hacerlo prestamos atención pasmados a la línea de cableado de bombillos que se encendían y apagaban titilando aprisa. Oí un horroroso estruendo, un chillido como el del metal crujiendo y haciendo fricción, un bullicioso chirrido tan fuerte que mis oídos se acongojaban al oír el hierro rechinando como una verja oxidada cuando se abre pero mucho más fuerte y doloroso. Cubrí mis oídos con mis manos y perdí firmeza cuando el piso empezó a desplazarse. No puede ser! Pensé con sublevación. El tren había emprendido a moverse, lo que significaba sin duda que no podríamos escapar mientras estuviéramos en movimiento. De un segundo a otro habíamos principiado a rodar sobre las vías de un subterráneo, La sacudida fue tan precipitada y súbita que mis pies se tambalearon y después de tropezar me vi desplomándome, iba directo a estrellarme contra el suelo. Joe se puso alerta haciendo un vertiginoso movimiento para atajarme pero lamentablemente Nick fue más veloz, me atrapó en sus brazos en el aire, sin embargo, él no pudo evitar que el filo de una lámina metálica cortara parte de mi antebrazo, una línea roja de sangre se abrió en mi piel y me quejé con un bramido sordo.
–Malditos Zephyrs –refunfuñó Adolph.
El rechinar de las metálicas ruedas del ferrocarril destrozado contra las vigas de hierro de las rutas había cesado, ahora sólo se percibía el subterráneo en movimiento y el eco de los túneles.
–¿Quién está conduciendo esta máquina? –berreó Joe.
–No lo sé, pero tal vez si llegamos hasta la cabina del conductor podríamos obligar a ese maldito a detenerse –articuló Adolph.
–¿Y adónde nos llevan? –mascullé con desasosiego.
–No lo sé, ni siquiera tengo la menor idea de cómo llegamos acá –enunció Adolph.
Luego de un par de horas estábamos echados sobre el suelo esperando a que algo ocurriera, posiblemente haciendo tiempo antes de ser exterminados por vampiros poderosos.
Corrieron horas, perpetuas horas en las que nos sentamos a dialogar sobre majaderías, todos nos sentíamos angustiados pero aun así continuábamos riendo y bromeando unos con otros como si nada estuviera por acaecer, como si no hubiéramos sido atrapados por Zephyrs en el interior de un tren. Al final, la vida no es tan larga como parece incluso para un inmortal, por eso que mas daba reírse un rato, era adecuado aprovechar de momentos como esos cuando al siguiente segundo podías no estar allí. Bastante tétrico al fin y al cabo.
La noción del tiempo no era algo de lo que yo estaba al tanto, pudieron pasar días y años y no lo sabía, al menos unas cuantas horas permanecimos allí enclaustrados.
–Pueden quedarse con el dinero de mi cuenta bancaria si alguno de ustedes sobrevive –se burlaba Nina respaldada junto a Alan.
–Espero que sea suficiente, tengo algunas deudas –continuó Joe con la broma casual.
–¡Por favor! –barbulló Adolph–. ¡Nadie va a morir! Entregaremos a _______ y volveremos con vida.
Él estaba bromeando pero sonaba aterrador.
–¡Oh! ¿Puedo quedarme con tus zapatos negros? –dijo Nina entre risas–. Digo, si te vas con esos vampiros tendrás mucho dinero, más de una colección de zapatos.
Sonreí lánguidamente, sabía que no era en serio pero no dejaba de causarme escalofríos.
–Sabes que estamos bromeando, ¿cierto? –me interrogó Joseph. Ubicó su mano sobre mi omóplato simulando hacerme un masaje para conseguir que me suavice. Me dieron ganas de lanzarme sobre él, revolcarnos en el piso para luego hincarle mis dientes en el cuello.
–Lo sé. Todavía estoy trastornada.
–Sí, se nota –agregó Nick.
Además el sueño estaba acometiéndome, dejé de hablar sólo para escuchar los parloteos de mis compañeros, por un momento les presté atención hasta que sus voces se percibían cada vez más distantes y yo comencé a fusionar el ensueño con la realidad, los sonidos se sentían como repercusiones y mis párpados pesaban. Sin darme cuenta tenía mi cabeza descansada en el hombro de Joe, entre pestañeos vi su solemne cuerpo anhelando soñar con él. Alcé mi rostro para ver sus labios, Joe, al notar mi movimiento se volvió a verme, su cara estaba tan cercana, su sonrisa era tan agraciada y... Los bombillos se apagaron con una explosión eléctrica, seguidamente había fuego invadiendo el techo, las paredes y extendiéndose en un periquete hacia todos lados. El tren se detuvo, pero una llamarada de flamas empezaba a ceñirnos.
Adolph se alzó del piso y cogió en sus manos una pesada barra que encontró lanzada, recapacitó lo justamente rápido para golpear las ventanillas y puertas laterales. Joe me elevó del suelo agarrándome de la cintura.
–Esto tiene que ser una broma –farfulló Joe.
Adolph apaleó los cristales sin profuso éxito, si bien los vidrios empezaban a cuartearse pero tardaría demasiado tiempo y el incendio se ensanchaba fulminante.
Alan se separó de Nina por un instante y con su puño cerrado golpeó una de las ventanas, el cristal salió disparado a todas partes y los nudillos de Alan estaban sangrando.
–Adolph, sal tú primero y yo sacaré a las chicas luego –vociferó Nick.
Por una diminuta ventana rota Adolph saltó hacia el exterior antes de que las llamas alcanzaran tocarlo.
Había humo asaltando mi respiración, con un poco de tos me aferré a Joe.
Mientras Alan limpiaba su sangre con su camisa Nick blandió a Nina y la ayudó a largarse por la ventanilla. Cuando él se acercó para alzarme distinguió que yo estaba prendida del brazo de Joe.
–Yo lo hago –se ofreció Joe, apartó groseramente a Nick, me levantó de la cintura y con mucho cuidado me hizo salir del tren.
Caí en brazos de Adolph al llegar al lado de afuera.
Cuando Adolph me dejó en el adoquinado exploré el lugar con mi mirada. Todo estaba verosímilmente oscuro, forzadamente reconocí que era una estación de tren desierta y abandonada, deshabitada y fosca. Las vías subterráneas estaban sumamente oxidadas, notablemente envejecidas.
Alan saltó desde la ventanilla de cristal y aterrizó rigurosamente en el suelo.
–Esos dos quieren matarse –me dijo Alan en voz baja, yo sabía que él se refería a Nick y a Joe.
A continuación Nick cayó tras Alan. Lo único que proporcionaba iluminación al lugar eran las llamas provenientes del interior del tren. Adolph vociferó que corriéramos tras él. Alan y Nina lo siguieron en las sombras y Nick esperaba a que yo me moviera. Pero no pensaba dar un paso hasta no ver a Joe fuera del tren.
–Vamos –insistió Nick.
–Pero Joe... –balbuceé.
–Está por salir, nos alcanzará luego –Nick dijo en voz neutral.
–Nick hay mucho fuego, ¿por qué no sale? –pregunté con pavor, zozobra, perturbación y agobio.
–Él puede cuidarse solo –agregó Nick–. Vamos, perderemos a los chicos.
–Ve tú si quieres –me quejé–. Esperaré a Joe.
–¡Dios Santo! ¿Por qué te importa tanto ese infeliz?
Entonces mil posibilidades franquearon por mi mente como pensamientos abarrotados en el interior de mi cabeza.
Dudé de Nick, a mi mente regresaron las palabras de Alan: "Nick no es muy fiable." Debo admitir que pensé muy mal, por un segundo creí a Nick capaz de cualquier cosa. ¿Había lastimado a Joe? Ambos se odiaban mutuamente, era muy probable.
–Porque lo amo, Nick. Amo a Joe –confesé alzando la voz–. Yo... Lo siento pero...
–CALLATE –me silenció él–. No quiero seguir escuchándote.
Se dio la vuelta y se marchó caminando con disgusto, contemplé un poco como se movía su espalda amplia.
Y entonces se presentó Joe, sin ningún daño, saltando de la ventanilla se incorporó. Efectivamente me sentí muy mal por haber juzgado mal a Nick.
Mi rostro se inundó en alivio, nos lanzamos a correr tras Nick.
–No hay ninguna salida –dijo Adolph después de haber examinado todo el lugar.
En esos momentos cada vagón del tren ardía en llamas.
–¿Qué les ha parecido el viaje a mis pasajeros? –se escuchó como un eco zumbando, la voz de ese niño, Edmond.
Lo presenciamos emerger entre la opacidad, traía puesto otro elegantísimo traje de gala con zapatos negros de cuero lustroso y su cabello dorado peinado hacia atrás, estaba acompañado de liam, quien aún llevaba el traje de policía.
Hacía calor, el fuego estaba hiriéndome con su calor incluso cuando estaba relativamente lejos, todo tenía un matiz rojizo a causa del centelleo de las llamas.
–¿Qué es lo que quieres, Edmond? –profirió Alan cruzando los brazos en su pecho.
–Ustedes saben lo que quiero –contestó Edmond–. Han roto las reglas del código, podría masacrar a todo su clan, cortarlos en pedazos o quemarlos vivos, o si no quieren pelear pueden adjudicarme a su nueva hembra.
Segunda Parte de:
Picante
Picante
Aún estaba llena de miedo, íntegramente horripilada, temblando y con los ojos húmedos por las ganas de llorar. Recorrí el alumbrado vagón tropezando con los asientos derribados y los pedazos de latón dispersos en el suelo. Oculta entre rancios escombros hallé la puerta corrediza de metal que sería mi vía de escape, siendo desapacible forcé la escotilla y ésta no cedió, no alcanzaba a abrirla, estaba trabada, la pateé con todas mis fuerzas y aun así seguía intacta. Yo estaba tan frágil que ni siquiera podía abrir una maldita puerta. Del mismo modo intenté de abrir las ventanas corredizas, las apaleé estilando considerable pujanza pero me fue imposible que se movieran de su lugar. Grité con frustración oprimida, un nudo crecía obstruyendo mi garganta, estaba al margen de un colapso.
Me precipité hasta el vagón consecutivo que estaba bastante más oscuro, me aferré a una de las butacas por un segundo antes de seguir caminando. Casi suelto un estrepitoso grito cuando sentí unos dedos sujetos a mi hombro, mi corazón iba a salirse de mi pecho, mi rostro perdió color. Di un respingo, me llené de alivio al ver que era Joe, me tomó de los hombros y me examinó con miramiento de arriba abajo, respiré profundamente para sosegarme.
–¿Estás bien? –preguntó en un susurro. Su agraciado rostro estaba sutilmente abrillantado.
–Me han mordido –reconocí traumada ante la idea.
–Lo sé. Perdón –dijo él.
–¿Perdón? –inquirí.
–Perdón por no haber estado para cuidarte –se excusó con cierta culpa–. Yo estoy bien, todos estamos bien, saldremos de esto.
–¿Qué ha sucedido? –mi voz resonó áspera y aguda como si hubiera estado llorando.
–Nos han atrapado, pero no te preocupes. Estaremos bien –expresó con voz ronca–. ¿Vas a llorar?
Mis ojos estaban húmedos y tenía una maraña atrancada en la faringe que me imposibilitaba hablar, pero estaba aguantando las lágrimas a toda costa.
–No, sólo estaba asustada.
–¡Oh vamos! Puedes llorar, prometo no reírme –juró Joe.
Negué con la cabeza, no quería aprobarme llorar. Sin embargo esa lágrima se escapó y sentí como humedecía mi cara y recorría mi mejilla hasta disolverse en mi cuello. Joe se acercó, eso era peligroso, su fragancia penetró en mí como un raudal de perfume exótico. Puso ambas manos en mi rostro y con su dedo pulgar borró los rastros de esa gota salada, me hizo temblar por tan solo sentir sus dedos palpándome, su presencia se apreció tan próxima, nuestro torso estaba cerca de tocarse, cerré mis párpados al sentir sus dedos sobre mis labios, me regocijé de placer.
Emergencia: terreno peligroso.
Todavía con los ojos cerrados escuché los murmullos de Joe.
–_______ –manifestó–. Voy a besarte.
¡Oh no! ¿Cómo puede decirme eso? ¿Me informaba que iba a besarme? Eso sin duda derribaría el muro que me salvaguardaba frente a su seducción, me derribó como un cristal despedazándose.
¡Maldición! No puedo enamorarme de un tipo como Joe, no puedo. Muy tarde, ya lo estaba. Ya estaba irracionalmente encaprichada con ese chico. Me volvía loca.
Y así, la humedad, calidez y suavidad de sus labios me abatió, ambos estábamos necesitados, yo estaba sedienta de él, alucinando por él, con desenfreno toqué su pecho y subí mis manos a su rostro mientras él devoraba mis labios como todo un experto, me enganché arrebatadamente a su cara para besarlo impetuosamente, mordí sus labios jugueteando y poseyendo su deleitable sabor. Y Joe atrapó mis caderas acoplándolas a las suyas. La pasión de ese beso ardía y chamuscaba como vivo fuego, él era más ardiente que las llamas, era perfecto, inefable. Porque inclusive sus desperfectos eran parte de ese encanto, su egocentrismo, su vanidad, su sarcasmo y su actitud presumida le daban carisma haciéndolo resplandecer como una bomba explosiva, desmesuradamente caliente.
O como decía mi abuela francesa: "Picanté"
No sólo me había dejado sin aliento, sino todavía más encaprichada y más delirante, como una loca fanática obsesionada y adicta a sus labios, a sus besos, a sus manos, a sus caricias, a sus ojos, a sus miradas y a esa sonrisa llena de astucia.
Estaba aturdida después de ese beso. Él me impresionó con gestos delicados, quitó el cabello de mi rostro y apoyó su frente a la mía, avistándome directo a los ojos.
–Te deseo –murmuró–. Te necesito.
Parpadeé en shock antes de responder.
–Yo te amo –confesé por segunda vez.
–Yo también –agregó sin titubear.
Estupefacta me pregunté si había oído bien. ¿Qué fue lo que dijo? Esto no puede ser verdad, me dije. ¿También me ama? ¿Esto es en serio? Si quería provocarme un paro cardiaco lo estaba logrando. En mi estómago me acongojaron esas andanadas de hormigueos incesables.
¿De verdad? Quise preguntarle, pero no iba a arriesgarme a que se arrepintiera luego.
Lo besé rápidamente con los labios plegados.
–Dilo otra vez –me pidió–. Di otra vez que me amas.
–¿Por qué? –vacilé.
–Quiero escucharte mil veces diciendo que me amas –contestó él.
–De acuerdo –acepté–, pero sólo si lo dices tú primero.
Rodeé su cuello con mis brazos.
–Te amo como un loco, _______ Moore –me besó de forma arrebatada–. Ahora cumple con tu parte del trato.
–Te amo, Joseph Jonas.
–Dilo de nuevo –aludió.
–Te amo, te amo, te amo –repetí una y otra vez.
–No voy a cansarme jamás de escucharte decirlo. Es tan ardiente –dijo y mordió su labio inferior.
¡Cielos! Me tenía exasperada. Rematadamente maniática.
El recuerdo de Nick vino a mí tan de golpe como un aguacero en medio de verano.
–Joe –farfullé–. Nick me ha prohibido estar contigo.
–¿Y seguirás sus reglas? –indagó Joe receloso–. ¿A él lo amas también?
Su tonalidad se tornó virulenta y pedante.
Negué con la cabeza en silencio, acaricié su rostro con afecto.
–Te amo a ti.
–¿Sólo a mí? –rebatió.
–Sólo a ti.
–Quiero matar a Nick, lo juro –prometió Joe–. Y aún me debe el golpe del otro día.
Fortuitamente volví a la realidad, percibí pisadas y divisé un aroma adyacente, eran el resto de los chicos avecinándose. Me aparté de los brazos de Joe tan rápido como pude, él estuvo de acuerdo, volví mi vista hacia todas las trayectorias buscando a los chicos. Caminando desde el fondo del vagón emergieron evadiendo las escorias y butacas. Nina iba en brazos de su novio, Adolph tenía un moretón en su ojo, ¿lo habían golpeado?; y Nick iba detrás de ellos, avanzando con las manos en los bolsillos y la cabeza baja. Una oleada de culpabilidad me atestó.
Nick parecía molesto o incluso afligido, tuve la sensación de que yo era la culpable de eso. Él adelantó su travesía para darme alcance, no supe cómo actuar cuando estuvo tan cercano, me llené de su olor a perfume masculino costoso, su ropa tenía impregnada toda su esencia, entonces me inspeccionó con un atisbo, averiguando si algo andaba mal, acto seguido, me rodeó con sus macizos brazos al tiempo que acariciaba mi cabello e inhalaba una gran bocanada de aire. Mi cuerpo se puso rígido, entre sus brazos alcancé a ver que Joe se tensaba y apretaba sus labios y puños con fuerza. Con desgana, correspondí a su abrazo.
–Qué bueno que estás bien –ésas eran las primeras palabras que Nick me había dirigido desde que me había prohibido estar con Joe.
En parte me sentí feliz, sentía que Nick me odiaba por razones obvias, pero al menos se preocupaba por mí.
–¡Oh nena! Eres como la hermanita menor que nunca tuve –vociferó Adolph acercándose a mí–. Nunca imaginé tendríamos que cuidarte tanto, nunca creí que te meterías en tantos problemas.
–Lo siento –mascullé con timidez.
–No te preocupes –me consoló, me miró a los ojos y posó sus manos en mis hombros–. Nada va a sucederte, ¿entiendes? Nadie va a tocar uno de tus cabellos mientras estés con nosotros. Te cuidaremos.
Adolph me abrazó también y besó mi frente rápidamente. Alan puso a Nina de pie en el suelo y ambos se unieron al abrazo. Por primera vez en toda mi vida sentía que tenía amigos reales. Que ellos me querían.
Al concluir con la escena fraternal nos separamos de forma tímida y vi que Adolph hurgaba entre la basura metálica que estaba propagada en el suelo del tren, posteriormente se aferró a una viga metálica de tamaño considerable y se disponía a bastonear la ventana con colosal fuerza con el fin de quebrarla para conseguir fugarnos, pero antes de que consiguiera hacerlo prestamos atención pasmados a la línea de cableado de bombillos que se encendían y apagaban titilando aprisa. Oí un horroroso estruendo, un chillido como el del metal crujiendo y haciendo fricción, un bullicioso chirrido tan fuerte que mis oídos se acongojaban al oír el hierro rechinando como una verja oxidada cuando se abre pero mucho más fuerte y doloroso. Cubrí mis oídos con mis manos y perdí firmeza cuando el piso empezó a desplazarse. No puede ser! Pensé con sublevación. El tren había emprendido a moverse, lo que significaba sin duda que no podríamos escapar mientras estuviéramos en movimiento. De un segundo a otro habíamos principiado a rodar sobre las vías de un subterráneo, La sacudida fue tan precipitada y súbita que mis pies se tambalearon y después de tropezar me vi desplomándome, iba directo a estrellarme contra el suelo. Joe se puso alerta haciendo un vertiginoso movimiento para atajarme pero lamentablemente Nick fue más veloz, me atrapó en sus brazos en el aire, sin embargo, él no pudo evitar que el filo de una lámina metálica cortara parte de mi antebrazo, una línea roja de sangre se abrió en mi piel y me quejé con un bramido sordo.
–Malditos Zephyrs –refunfuñó Adolph.
El rechinar de las metálicas ruedas del ferrocarril destrozado contra las vigas de hierro de las rutas había cesado, ahora sólo se percibía el subterráneo en movimiento y el eco de los túneles.
–¿Quién está conduciendo esta máquina? –berreó Joe.
–No lo sé, pero tal vez si llegamos hasta la cabina del conductor podríamos obligar a ese maldito a detenerse –articuló Adolph.
–¿Y adónde nos llevan? –mascullé con desasosiego.
–No lo sé, ni siquiera tengo la menor idea de cómo llegamos acá –enunció Adolph.
Luego de un par de horas estábamos echados sobre el suelo esperando a que algo ocurriera, posiblemente haciendo tiempo antes de ser exterminados por vampiros poderosos.
Corrieron horas, perpetuas horas en las que nos sentamos a dialogar sobre majaderías, todos nos sentíamos angustiados pero aun así continuábamos riendo y bromeando unos con otros como si nada estuviera por acaecer, como si no hubiéramos sido atrapados por Zephyrs en el interior de un tren. Al final, la vida no es tan larga como parece incluso para un inmortal, por eso que mas daba reírse un rato, era adecuado aprovechar de momentos como esos cuando al siguiente segundo podías no estar allí. Bastante tétrico al fin y al cabo.
La noción del tiempo no era algo de lo que yo estaba al tanto, pudieron pasar días y años y no lo sabía, al menos unas cuantas horas permanecimos allí enclaustrados.
–Pueden quedarse con el dinero de mi cuenta bancaria si alguno de ustedes sobrevive –se burlaba Nina respaldada junto a Alan.
–Espero que sea suficiente, tengo algunas deudas –continuó Joe con la broma casual.
–¡Por favor! –barbulló Adolph–. ¡Nadie va a morir! Entregaremos a _______ y volveremos con vida.
Él estaba bromeando pero sonaba aterrador.
–¡Oh! ¿Puedo quedarme con tus zapatos negros? –dijo Nina entre risas–. Digo, si te vas con esos vampiros tendrás mucho dinero, más de una colección de zapatos.
Sonreí lánguidamente, sabía que no era en serio pero no dejaba de causarme escalofríos.
–Sabes que estamos bromeando, ¿cierto? –me interrogó Joseph. Ubicó su mano sobre mi omóplato simulando hacerme un masaje para conseguir que me suavice. Me dieron ganas de lanzarme sobre él, revolcarnos en el piso para luego hincarle mis dientes en el cuello.
–Lo sé. Todavía estoy trastornada.
–Sí, se nota –agregó Nick.
Además el sueño estaba acometiéndome, dejé de hablar sólo para escuchar los parloteos de mis compañeros, por un momento les presté atención hasta que sus voces se percibían cada vez más distantes y yo comencé a fusionar el ensueño con la realidad, los sonidos se sentían como repercusiones y mis párpados pesaban. Sin darme cuenta tenía mi cabeza descansada en el hombro de Joe, entre pestañeos vi su solemne cuerpo anhelando soñar con él. Alcé mi rostro para ver sus labios, Joe, al notar mi movimiento se volvió a verme, su cara estaba tan cercana, su sonrisa era tan agraciada y... Los bombillos se apagaron con una explosión eléctrica, seguidamente había fuego invadiendo el techo, las paredes y extendiéndose en un periquete hacia todos lados. El tren se detuvo, pero una llamarada de flamas empezaba a ceñirnos.
Adolph se alzó del piso y cogió en sus manos una pesada barra que encontró lanzada, recapacitó lo justamente rápido para golpear las ventanillas y puertas laterales. Joe me elevó del suelo agarrándome de la cintura.
–Esto tiene que ser una broma –farfulló Joe.
Adolph apaleó los cristales sin profuso éxito, si bien los vidrios empezaban a cuartearse pero tardaría demasiado tiempo y el incendio se ensanchaba fulminante.
Alan se separó de Nina por un instante y con su puño cerrado golpeó una de las ventanas, el cristal salió disparado a todas partes y los nudillos de Alan estaban sangrando.
–Adolph, sal tú primero y yo sacaré a las chicas luego –vociferó Nick.
Por una diminuta ventana rota Adolph saltó hacia el exterior antes de que las llamas alcanzaran tocarlo.
Había humo asaltando mi respiración, con un poco de tos me aferré a Joe.
Mientras Alan limpiaba su sangre con su camisa Nick blandió a Nina y la ayudó a largarse por la ventanilla. Cuando él se acercó para alzarme distinguió que yo estaba prendida del brazo de Joe.
–Yo lo hago –se ofreció Joe, apartó groseramente a Nick, me levantó de la cintura y con mucho cuidado me hizo salir del tren.
Caí en brazos de Adolph al llegar al lado de afuera.
Cuando Adolph me dejó en el adoquinado exploré el lugar con mi mirada. Todo estaba verosímilmente oscuro, forzadamente reconocí que era una estación de tren desierta y abandonada, deshabitada y fosca. Las vías subterráneas estaban sumamente oxidadas, notablemente envejecidas.
Alan saltó desde la ventanilla de cristal y aterrizó rigurosamente en el suelo.
–Esos dos quieren matarse –me dijo Alan en voz baja, yo sabía que él se refería a Nick y a Joe.
A continuación Nick cayó tras Alan. Lo único que proporcionaba iluminación al lugar eran las llamas provenientes del interior del tren. Adolph vociferó que corriéramos tras él. Alan y Nina lo siguieron en las sombras y Nick esperaba a que yo me moviera. Pero no pensaba dar un paso hasta no ver a Joe fuera del tren.
–Vamos –insistió Nick.
–Pero Joe... –balbuceé.
–Está por salir, nos alcanzará luego –Nick dijo en voz neutral.
–Nick hay mucho fuego, ¿por qué no sale? –pregunté con pavor, zozobra, perturbación y agobio.
–Él puede cuidarse solo –agregó Nick–. Vamos, perderemos a los chicos.
–Ve tú si quieres –me quejé–. Esperaré a Joe.
–¡Dios Santo! ¿Por qué te importa tanto ese infeliz?
Entonces mil posibilidades franquearon por mi mente como pensamientos abarrotados en el interior de mi cabeza.
Dudé de Nick, a mi mente regresaron las palabras de Alan: "Nick no es muy fiable." Debo admitir que pensé muy mal, por un segundo creí a Nick capaz de cualquier cosa. ¿Había lastimado a Joe? Ambos se odiaban mutuamente, era muy probable.
–Porque lo amo, Nick. Amo a Joe –confesé alzando la voz–. Yo... Lo siento pero...
–CALLATE –me silenció él–. No quiero seguir escuchándote.
Se dio la vuelta y se marchó caminando con disgusto, contemplé un poco como se movía su espalda amplia.
Y entonces se presentó Joe, sin ningún daño, saltando de la ventanilla se incorporó. Efectivamente me sentí muy mal por haber juzgado mal a Nick.
Mi rostro se inundó en alivio, nos lanzamos a correr tras Nick.
–No hay ninguna salida –dijo Adolph después de haber examinado todo el lugar.
En esos momentos cada vagón del tren ardía en llamas.
–¿Qué les ha parecido el viaje a mis pasajeros? –se escuchó como un eco zumbando, la voz de ese niño, Edmond.
Lo presenciamos emerger entre la opacidad, traía puesto otro elegantísimo traje de gala con zapatos negros de cuero lustroso y su cabello dorado peinado hacia atrás, estaba acompañado de liam, quien aún llevaba el traje de policía.
Hacía calor, el fuego estaba hiriéndome con su calor incluso cuando estaba relativamente lejos, todo tenía un matiz rojizo a causa del centelleo de las llamas.
–¿Qué es lo que quieres, Edmond? –profirió Alan cruzando los brazos en su pecho.
–Ustedes saben lo que quiero –contestó Edmond–. Han roto las reglas del código, podría masacrar a todo su clan, cortarlos en pedazos o quemarlos vivos, o si no quieren pelear pueden adjudicarme a su nueva hembra.
ElitzJb
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
3/3 fin mini maraton
Pelearemos entonces –interrumpió nick.
–No tengan esperanzas de ampararse de mí, son tan jóvenes e indefensos, no podrían competir contra mí –continuó el niño–. Si prefieren oponer resistencia les irá muy mal.
¿Jóvenes? Pensé con socarronería. Ese chico es un mocosuelo, sólo es un infante.
–No sólo soy un niño –contradijo él con su acento extranjero sofisticado–. Que no te engañe mi apariencia. Tengo 1594 años.
¡Cielos! ¿Y todavía los cuenta? Dije en mi mente.
–Voy a divertirme mucho con ustedes –rumoreó Edmond con una sonrisa.
Cerré los ojos y en el tiempo que pude abrirlos un arsenal de vampiros habían emergido por todas partes, varias decenas de esos monstruos Zephyrs se encontraban en la oscuridad observándonos con sus ojos rojos, sus colmillos destellando, sus pálidos cuerpos rígidos, su aspecto aterrador y sus atuendos negros de pies a cabeza.
–Maldición –oí farfullar a Joe.
Joe se lanzó a correr hacia mí pero los vampiro lo acometieron y lo apresaron abalanzándose sobre él, lo mismo le sucedió al resto de los chicos, todos esos vampiros tenían a mis amigos y yo estaba allí, en medio, libre y temerosa. Sin saber qué hacer.
–¿Qué harás para salvar a tus amigos, guapa? –largó liam
¡Oh por Dios! ¿Qué hago? ¿Qué hago?
Con furia fruncí el ceño y mostré mi par de colmillos superiores.
–Suéltalos –pretendí que mi voz no sonara infringida y llena de espanto.
–¿Por qué? ¿Qué harás? –liam me desafió.
Voy a matarte, pensé. Aunque estaba más que segura de no podría hacer algo como eso.
–Voy a matar a estos cinco vampirillos de la peor forma posible. Eso es lo que obtienen los desobedientes, los torturaré hasta que ellos me rueguen que les de la muerte –explicó Edmond–. El peor castigo será para tu creador. Mr. Jonas será el último en morir y será el más torturado, y sus amigos pagarán por los actos de este chico. ¿Qué me dices de esto?
–No dejes que te manipule, ______ –gritó Alan.
Empalidecí cuando vi que abofeteaban a Alan en el rostro con tanta fuerza que su labio se abrió y empezó a sangrar, me detuve unos segundos a verlo, la herida se cerró frente a mis ojos, tan rápido que parecía imposible, totalmente increíble.
Tragué saliva antes de continuar.
–Me entregaré a ustedes, pero deben soltarlos a ellos.
–¿Qué estás diciendo? No seas ridícula, ¿puedes cerrar la boca? –gritó Joe mientras braceaba con los Zephyrs.
–Que chica tan inteligente –señaló Edmond sonriendo.
Lo último que vi fue ese chasquido de dedos de Edmond antes de volver a desvanecerme y perder el conocimiento una vez más.
Olía ligeramente a rosas cuando desperté, sin abrir los ojos escuché nada más que silencio, presté atención a cada cosa, la suavidad de unas sábanas limpias envolviéndome y con fresco olor sobre un colchón cómodo, un tenue olor a madera, una incómoda vestimenta me cubría, la luz se filtraba a través de mis párpados, había sangre en la cercanía, y el ambiente estaba perfumado con diferentes aromas, fragancias y perfumes florales.
Entreabrí los ojos para no dejar filtrarse la luz por completo, un techo de color blanco se vislumbraba ante mis ojos, paredes de color blanco, ventanales enormes, una cama enorme de madera nueva y a mi lado una mesa de luz con una lámpara adornada, un pequeño ramo de rosas en agua, un vaso de vidrio con sangre y un... Cuchillo, era una daga plateada con empuñadura dorada.
Di un vistazo a mi cuerpo, estaba envuelta en un vestido colosal de color dorado, era un traje enorme, con un corsé ajustado y gigantesco armador.
¡Dios santo! ¿Cómo había llegado ese vestido a mi cuerpo? ¿Qué había sucedido? Era Edmond con sus poderes que hacia cualquier cosa con mi cuerpo mientras estaba inconsciente.
En el momento en que me senté sobre la cama percibí un penetrante dolor en mis costillas, el corsé estaba tan ajustado que me hacía daño. Yo estaba trivialmente mareada, bebí la sangre en el vaso con urgencia e impaciencia.
El dormitorio en el que me hallaba era como el de una niña de poca edad.
Con mis pies descalzos caminé hacia la puerta, quise abrirla pero estaba cerrada. Me habían encerrado.
Volví a recostarme sobre la cama, estaba desorientada y era difícil respirar metida en ese vestido.
Extraño a Joe, suspiré. Lo extrañaba mucho, lo echaba de menos, lo necesitaba. ¿Dónde estaría?
El pomo de la puerta comenzó a zarandearse, verazmente esperaba cualquier cosa. Antes de que esa puerta se abriera volví a sentarme sobre la cama, peiné mi cabello con mis dedos, ágilmente agarré la daga que había sobre la mesa y la escondí entre mi ropa. Liam entonces abrió de golpe y bloqueó la salida apoyándose en el umbral.
–Mi hermano quiere verte –dijo Liam.
¿Su hermano? Pensé confusa.
–Mi hermano Edmond –aclaró él.
–¿Eres el esclavo de tu hermano menor? –manifesté de forma burlona y mordaz.
El vampiro frunció el ceño y se avecinó hasta a mí.
–No me pongas una mano encima –advertí alejándome.
–¡Que miedo tengo! –se burló él con actitud aburrida.
Me cogió del brazo con hosquedad, me haló hasta las afueras del dormitorio, era un pasillo oscuro, muy oscuro, a duras penas podía ver las paredes.
–Suéltame infeliz –chillé.
–¿Puedes callarte?
–¿O si no qué? Me acusarás con tu hermanito menor?
–¡Perra! –refunfuñó él.
Podía haber sacado la daga para apuñalarlo pero me daba la impresión de que Edmond sería más peligroso y me haría falta luego.
Liam me empujó dentro de una habitación quedándose del lado de afuera, la estancia era algún tipo de oficina, detrás del escritorio había un enorme sillón de cuero y sentado en él permanecía el pequeño y demoniaco rubio con una astuta sonrisilla siniestra.
–Hola –me saludó.
Sonreí con amargura para él.
–Hablemos –sugirió él.
–A ver, ¿cómo empezamos? ¿Podría decirte lo mucho que te repudio y te aborrezco? –lancé las palabras como veneno.
–Te haré mi esposa –soltó violentamente. Mi cara perdió color–. Tú te entregaste por tus amigos, ahora serás mía.
–Que buena broma –resoplé–. ¿Crees que soy pedófila?
Mi comentario no fue de su agrado, pareció a punto de perder el control.
–¿Tienes idea de con quién estás hablando? –siseo él.
–No me importa si eres un embajador con poderes vampíricos, o el rey de Inglaterra, o el presidente de Transylvania, o un mafioso, o un asesino en serie o si tienes cuarenta mil siglos de vida. Sigues siendo un maldito arrapiezo.
Igual que un gato salvaje Edmond saltó y se abalanzó sobre mí, atrapó mi cuello con sus manos estrujándome con mucha fuerza.
–Será mejor que te comportes, porque todavía tengo a tus amigos en mi poder, y te dolerá mucho ver a tu amante sufrir –me amenazó Edmond.
Mi garganta dolió cuando traté de tragar, tenía sus dedos oprimiéndome tan fuerte que pensé que despedazaría mis huesos, ese chiquillo era demasiado fuerte.
Soltó mi cuello y acarició mi cabello como un desfachatado.
–¿Dónde están? –balbuceé entre una mezcla de tos y bisbiseos.
Me sonrió repleto de malevolencia pura.
–¿Quieres verlo a él? Puedo adivinar que ninguno de ellos te importa, exclusivamente quieres verlo a él –me acusó–. Yo sé quién eres tú, pequeña pecadora.
¿A qué se refiere?
Él me sostenía alzada con la espalda contra la pared, cuando finalizó por soltarme mi espalda resbaló a través del muro y caí al suelo. Edmond se puso de rodillas frente a mí para estar a mi altura. Luché para sosegar mis latidos y mi respiración. Él tomó mi rostro y besó mis labios a la fuerza, lo embestí inútilmente hasta que se apartó, me puse de pie y limpié mis labios con mi brazo, Edmond abrió la puerta de la habitación.
–Llévala a ver a su amante –le ordenó Edmond a Liam que estaba aún del lado de afuera de la oficina–. Trátala bien.
El hermano de Edmond me remolcaba por el interior de los pasillos oscuros y luego escaleras abajo.
Se detuvo frente a una enorme puerta de madera, utilizando una llave dorada abrió la puerta de madera resistente, marrón y espesa.
Del interior del lugar emergieron volando un par de docenas de murciélagos, instintivamente cubrí mi rostro con mis brazos hasta que los animales se alejaron volando.
Estaba estupefacta viendo el interior de la habitación, las paredes se hallaban cubiertas con espejos, de todas las formas y todos los tamaños. Espejos y más espejos como en una casa de los espejos, todo tan sombrío, tan aterrador, millones de reflejos mirándome. Joe estaba sentado en el suelo, su espalda estaba reclinada en uno de los largos espejos, su mirada hacia abajo, sus brazos apoyados en sus rodillas.
Corrí hacia él, la puerta se cerró a mis espaldas, Joe se encogió y se movió ligeramente hacia atrás como si quisiera alejarse y rechazarme, como si yo fuera a lastimarlo.
–_____ –su voz sonaba como una alerta–. No me toques.
Me lancé de rodillas en el piso arrastrando mi enorme vestido dorado.
–Si me tocas seré electrocutado hasta quedar frito –me dijo levantando la bota de su pantalón y mostrándome un dispositivo electrónico que rodeaba su tobillo como un grillete.
De cerca me pude percatar de que Joe tenía magulladuras y moretones en todas partes, sus labios estaban rotos, en sus mejillas había restos de sangre, sus brazos estaban cubiertos con moretones. Parecía muy frágil.
–¡Oh por Dios! No puedes estar hablando en serio –declaré con el corazón en un puño.
–Lo sé, es un enfermo –contestó–. Me colocaron esto hoy para que vinieras a verme, es tan enfermizo, quiere que nos veamos sin poder tocarnos, es como alguna tortura mental.
–¿Fue Edmond?
–No exactamente Edmond, pero él da las órdenes –indicó Joe.
–¡Vaya! ¿Qué te han hecho? –mi voz retemblaba por la pesadumbre.
Quería poner mis manos en su rostro, limpiarlo y sanarle las heridas, pero lo lastimaría si hacia eso.
–Sólo he tenido unas cuantas peleas –me dijo–. Pero estoy bien, no creas que fui el único que recibió golpes, esos vampiros también obtuvieron lo suyo. Lo importante es que tú estás bien, estás hermosa.
Me sonrojé en menos de un segundo.
Joe, a pesar de sus heridas se veía hermoso, sentí unas incontrolables ganas de alivianar el dolor de la herida en sus labios con un beso delicado y apasionado, sentí ganas de abrazarlo, de tenerlo.
–Te han lastimado –masculló Joe. No era una pregunta, era una afirmación–. ¿Quién te hizo esto? –preguntó mirando mi brazo.
Y fue entonces cuando noté las marcas de los dedos de liam ciñendo mi brazo.
–liam me ha apretado muy fuerte –ronroneé como un gatito pequeño y asustado.
–Y tu cuello, también está marcado –intervino él.
–Ése fue Edmond –solté con rapidez.
–Voy a matarlos –Joe habló apretando sus dientes.
Mirando a los ojos de Joe me daba cuenta de que lo extrañaba, lo extrañaba y lo tenía en frente, sin embargo no era suficiente. Ansiaba sus labios, tocar su piel, que me acune entre sus formados brazos, que mordiera mi cuello, que me aplastara entre su cuerpo hasta perder el aliento, entrelazar mis dedos en su cabello, que me tocara, que acariciara mis labios, que saboreara mi cuerpo, saborear el suyo, enredarme con su lengua, sentir su calor sobre mi piel, tener su peso contra de mí, que me hiciera el amor. Ansiaba todo eso, anhelaba su cuerpo y su contacto con toda mi alma.
Suspiré con total anhelo.
–_________, perdóname –me dijo mirándome fijamente.
–¿Por qué?
–Por haber sido un cretino contigo –habló finalmente–. Sólo estaba furioso y celoso. ¿Sabes? Siempre te quise para mí y luego cuando creí que serías mía tú sólo estabas interesada en nick. Eso me enfurecía, pero ¿me perdonas?
–No lo sé, debo pensarlo –solté en modo de broma.
Joe sonrió de una manera tan sexy.
HEY Q TAL LES GUSTO EL MINI MARATON EH?????
Q PASAR CON JOE????
PODRAN SALIR DE ALLI????
Q HARAN O Q LES HICIERON A TUS COMPAÑEROS????
LA RAYIS SE CASARAS CON EDMON????
QUIEN LOS AYUDARA A SALIR DE ESA.....???
CHICAS CONTINUARA MUY PRONTO
ESPERO LEER SUS COMENTARIOS :study:
Y ML GRACIAS X PASARSE X ESTA NOVE....... SON LAS MEJORES LECTORAS LAS QUIERO
Capítulo 13: Primera Parte
Transylvania
Transylvania
Pelearemos entonces –interrumpió nick.
–No tengan esperanzas de ampararse de mí, son tan jóvenes e indefensos, no podrían competir contra mí –continuó el niño–. Si prefieren oponer resistencia les irá muy mal.
¿Jóvenes? Pensé con socarronería. Ese chico es un mocosuelo, sólo es un infante.
–No sólo soy un niño –contradijo él con su acento extranjero sofisticado–. Que no te engañe mi apariencia. Tengo 1594 años.
¡Cielos! ¿Y todavía los cuenta? Dije en mi mente.
–Voy a divertirme mucho con ustedes –rumoreó Edmond con una sonrisa.
Cerré los ojos y en el tiempo que pude abrirlos un arsenal de vampiros habían emergido por todas partes, varias decenas de esos monstruos Zephyrs se encontraban en la oscuridad observándonos con sus ojos rojos, sus colmillos destellando, sus pálidos cuerpos rígidos, su aspecto aterrador y sus atuendos negros de pies a cabeza.
–Maldición –oí farfullar a Joe.
Joe se lanzó a correr hacia mí pero los vampiro lo acometieron y lo apresaron abalanzándose sobre él, lo mismo le sucedió al resto de los chicos, todos esos vampiros tenían a mis amigos y yo estaba allí, en medio, libre y temerosa. Sin saber qué hacer.
–¿Qué harás para salvar a tus amigos, guapa? –largó liam
¡Oh por Dios! ¿Qué hago? ¿Qué hago?
Con furia fruncí el ceño y mostré mi par de colmillos superiores.
–Suéltalos –pretendí que mi voz no sonara infringida y llena de espanto.
–¿Por qué? ¿Qué harás? –liam me desafió.
Voy a matarte, pensé. Aunque estaba más que segura de no podría hacer algo como eso.
–Voy a matar a estos cinco vampirillos de la peor forma posible. Eso es lo que obtienen los desobedientes, los torturaré hasta que ellos me rueguen que les de la muerte –explicó Edmond–. El peor castigo será para tu creador. Mr. Jonas será el último en morir y será el más torturado, y sus amigos pagarán por los actos de este chico. ¿Qué me dices de esto?
–No dejes que te manipule, ______ –gritó Alan.
Empalidecí cuando vi que abofeteaban a Alan en el rostro con tanta fuerza que su labio se abrió y empezó a sangrar, me detuve unos segundos a verlo, la herida se cerró frente a mis ojos, tan rápido que parecía imposible, totalmente increíble.
Tragué saliva antes de continuar.
–Me entregaré a ustedes, pero deben soltarlos a ellos.
–¿Qué estás diciendo? No seas ridícula, ¿puedes cerrar la boca? –gritó Joe mientras braceaba con los Zephyrs.
–Que chica tan inteligente –señaló Edmond sonriendo.
Lo último que vi fue ese chasquido de dedos de Edmond antes de volver a desvanecerme y perder el conocimiento una vez más.
Olía ligeramente a rosas cuando desperté, sin abrir los ojos escuché nada más que silencio, presté atención a cada cosa, la suavidad de unas sábanas limpias envolviéndome y con fresco olor sobre un colchón cómodo, un tenue olor a madera, una incómoda vestimenta me cubría, la luz se filtraba a través de mis párpados, había sangre en la cercanía, y el ambiente estaba perfumado con diferentes aromas, fragancias y perfumes florales.
Entreabrí los ojos para no dejar filtrarse la luz por completo, un techo de color blanco se vislumbraba ante mis ojos, paredes de color blanco, ventanales enormes, una cama enorme de madera nueva y a mi lado una mesa de luz con una lámpara adornada, un pequeño ramo de rosas en agua, un vaso de vidrio con sangre y un... Cuchillo, era una daga plateada con empuñadura dorada.
Di un vistazo a mi cuerpo, estaba envuelta en un vestido colosal de color dorado, era un traje enorme, con un corsé ajustado y gigantesco armador.
¡Dios santo! ¿Cómo había llegado ese vestido a mi cuerpo? ¿Qué había sucedido? Era Edmond con sus poderes que hacia cualquier cosa con mi cuerpo mientras estaba inconsciente.
En el momento en que me senté sobre la cama percibí un penetrante dolor en mis costillas, el corsé estaba tan ajustado que me hacía daño. Yo estaba trivialmente mareada, bebí la sangre en el vaso con urgencia e impaciencia.
El dormitorio en el que me hallaba era como el de una niña de poca edad.
Con mis pies descalzos caminé hacia la puerta, quise abrirla pero estaba cerrada. Me habían encerrado.
Volví a recostarme sobre la cama, estaba desorientada y era difícil respirar metida en ese vestido.
Extraño a Joe, suspiré. Lo extrañaba mucho, lo echaba de menos, lo necesitaba. ¿Dónde estaría?
El pomo de la puerta comenzó a zarandearse, verazmente esperaba cualquier cosa. Antes de que esa puerta se abriera volví a sentarme sobre la cama, peiné mi cabello con mis dedos, ágilmente agarré la daga que había sobre la mesa y la escondí entre mi ropa. Liam entonces abrió de golpe y bloqueó la salida apoyándose en el umbral.
–Mi hermano quiere verte –dijo Liam.
¿Su hermano? Pensé confusa.
–Mi hermano Edmond –aclaró él.
–¿Eres el esclavo de tu hermano menor? –manifesté de forma burlona y mordaz.
El vampiro frunció el ceño y se avecinó hasta a mí.
–No me pongas una mano encima –advertí alejándome.
–¡Que miedo tengo! –se burló él con actitud aburrida.
Me cogió del brazo con hosquedad, me haló hasta las afueras del dormitorio, era un pasillo oscuro, muy oscuro, a duras penas podía ver las paredes.
–Suéltame infeliz –chillé.
–¿Puedes callarte?
–¿O si no qué? Me acusarás con tu hermanito menor?
–¡Perra! –refunfuñó él.
Podía haber sacado la daga para apuñalarlo pero me daba la impresión de que Edmond sería más peligroso y me haría falta luego.
Liam me empujó dentro de una habitación quedándose del lado de afuera, la estancia era algún tipo de oficina, detrás del escritorio había un enorme sillón de cuero y sentado en él permanecía el pequeño y demoniaco rubio con una astuta sonrisilla siniestra.
–Hola –me saludó.
Sonreí con amargura para él.
–Hablemos –sugirió él.
–A ver, ¿cómo empezamos? ¿Podría decirte lo mucho que te repudio y te aborrezco? –lancé las palabras como veneno.
–Te haré mi esposa –soltó violentamente. Mi cara perdió color–. Tú te entregaste por tus amigos, ahora serás mía.
–Que buena broma –resoplé–. ¿Crees que soy pedófila?
Mi comentario no fue de su agrado, pareció a punto de perder el control.
–¿Tienes idea de con quién estás hablando? –siseo él.
–No me importa si eres un embajador con poderes vampíricos, o el rey de Inglaterra, o el presidente de Transylvania, o un mafioso, o un asesino en serie o si tienes cuarenta mil siglos de vida. Sigues siendo un maldito arrapiezo.
Igual que un gato salvaje Edmond saltó y se abalanzó sobre mí, atrapó mi cuello con sus manos estrujándome con mucha fuerza.
–Será mejor que te comportes, porque todavía tengo a tus amigos en mi poder, y te dolerá mucho ver a tu amante sufrir –me amenazó Edmond.
Mi garganta dolió cuando traté de tragar, tenía sus dedos oprimiéndome tan fuerte que pensé que despedazaría mis huesos, ese chiquillo era demasiado fuerte.
Soltó mi cuello y acarició mi cabello como un desfachatado.
–¿Dónde están? –balbuceé entre una mezcla de tos y bisbiseos.
Me sonrió repleto de malevolencia pura.
–¿Quieres verlo a él? Puedo adivinar que ninguno de ellos te importa, exclusivamente quieres verlo a él –me acusó–. Yo sé quién eres tú, pequeña pecadora.
¿A qué se refiere?
Él me sostenía alzada con la espalda contra la pared, cuando finalizó por soltarme mi espalda resbaló a través del muro y caí al suelo. Edmond se puso de rodillas frente a mí para estar a mi altura. Luché para sosegar mis latidos y mi respiración. Él tomó mi rostro y besó mis labios a la fuerza, lo embestí inútilmente hasta que se apartó, me puse de pie y limpié mis labios con mi brazo, Edmond abrió la puerta de la habitación.
–Llévala a ver a su amante –le ordenó Edmond a Liam que estaba aún del lado de afuera de la oficina–. Trátala bien.
El hermano de Edmond me remolcaba por el interior de los pasillos oscuros y luego escaleras abajo.
Se detuvo frente a una enorme puerta de madera, utilizando una llave dorada abrió la puerta de madera resistente, marrón y espesa.
Del interior del lugar emergieron volando un par de docenas de murciélagos, instintivamente cubrí mi rostro con mis brazos hasta que los animales se alejaron volando.
Estaba estupefacta viendo el interior de la habitación, las paredes se hallaban cubiertas con espejos, de todas las formas y todos los tamaños. Espejos y más espejos como en una casa de los espejos, todo tan sombrío, tan aterrador, millones de reflejos mirándome. Joe estaba sentado en el suelo, su espalda estaba reclinada en uno de los largos espejos, su mirada hacia abajo, sus brazos apoyados en sus rodillas.
Corrí hacia él, la puerta se cerró a mis espaldas, Joe se encogió y se movió ligeramente hacia atrás como si quisiera alejarse y rechazarme, como si yo fuera a lastimarlo.
–_____ –su voz sonaba como una alerta–. No me toques.
Me lancé de rodillas en el piso arrastrando mi enorme vestido dorado.
–Si me tocas seré electrocutado hasta quedar frito –me dijo levantando la bota de su pantalón y mostrándome un dispositivo electrónico que rodeaba su tobillo como un grillete.
De cerca me pude percatar de que Joe tenía magulladuras y moretones en todas partes, sus labios estaban rotos, en sus mejillas había restos de sangre, sus brazos estaban cubiertos con moretones. Parecía muy frágil.
–¡Oh por Dios! No puedes estar hablando en serio –declaré con el corazón en un puño.
–Lo sé, es un enfermo –contestó–. Me colocaron esto hoy para que vinieras a verme, es tan enfermizo, quiere que nos veamos sin poder tocarnos, es como alguna tortura mental.
–¿Fue Edmond?
–No exactamente Edmond, pero él da las órdenes –indicó Joe.
–¡Vaya! ¿Qué te han hecho? –mi voz retemblaba por la pesadumbre.
Quería poner mis manos en su rostro, limpiarlo y sanarle las heridas, pero lo lastimaría si hacia eso.
–Sólo he tenido unas cuantas peleas –me dijo–. Pero estoy bien, no creas que fui el único que recibió golpes, esos vampiros también obtuvieron lo suyo. Lo importante es que tú estás bien, estás hermosa.
Me sonrojé en menos de un segundo.
Joe, a pesar de sus heridas se veía hermoso, sentí unas incontrolables ganas de alivianar el dolor de la herida en sus labios con un beso delicado y apasionado, sentí ganas de abrazarlo, de tenerlo.
–Te han lastimado –masculló Joe. No era una pregunta, era una afirmación–. ¿Quién te hizo esto? –preguntó mirando mi brazo.
Y fue entonces cuando noté las marcas de los dedos de liam ciñendo mi brazo.
–liam me ha apretado muy fuerte –ronroneé como un gatito pequeño y asustado.
–Y tu cuello, también está marcado –intervino él.
–Ése fue Edmond –solté con rapidez.
–Voy a matarlos –Joe habló apretando sus dientes.
Mirando a los ojos de Joe me daba cuenta de que lo extrañaba, lo extrañaba y lo tenía en frente, sin embargo no era suficiente. Ansiaba sus labios, tocar su piel, que me acune entre sus formados brazos, que mordiera mi cuello, que me aplastara entre su cuerpo hasta perder el aliento, entrelazar mis dedos en su cabello, que me tocara, que acariciara mis labios, que saboreara mi cuerpo, saborear el suyo, enredarme con su lengua, sentir su calor sobre mi piel, tener su peso contra de mí, que me hiciera el amor. Ansiaba todo eso, anhelaba su cuerpo y su contacto con toda mi alma.
Suspiré con total anhelo.
–_________, perdóname –me dijo mirándome fijamente.
–¿Por qué?
–Por haber sido un cretino contigo –habló finalmente–. Sólo estaba furioso y celoso. ¿Sabes? Siempre te quise para mí y luego cuando creí que serías mía tú sólo estabas interesada en nick. Eso me enfurecía, pero ¿me perdonas?
–No lo sé, debo pensarlo –solté en modo de broma.
Joe sonrió de una manera tan sexy.
HEY Q TAL LES GUSTO EL MINI MARATON EH?????
Q PASAR CON JOE????
PODRAN SALIR DE ALLI????
Q HARAN O Q LES HICIERON A TUS COMPAÑEROS????
LA RAYIS SE CASARAS CON EDMON????
QUIEN LOS AYUDARA A SALIR DE ESA.....???
CHICAS CONTINUARA MUY PRONTO
ESPERO LEER SUS COMENTARIOS :study:
Y ML GRACIAS X PASARSE X ESTA NOVE....... SON LAS MEJORES LECTORAS LAS QUIERO
ElitzJb
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
:lol!: chicas seria mucho pedir q se pasaran por mi otra nove de kevin ------> El sabor de la pasion kevin y tu :lol!:
ElitzJb
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
como la dejas asi????????????????????
siguela xfa
siguela xfa
jonatic&diectioner
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
awwww Joe le dijo que la ama :arre:
Es tan lindo y sexy
Y que va a pasar??? Se casara la rayiz???
Malditos zepris :caliente:
Por favor siguela!!!
Pobre de mi Joe no lo puedo consolar
Siguela!!!
Es tan lindo y sexy
Y que va a pasar??? Se casara la rayiz???
Malditos zepris :caliente:
Por favor siguela!!!
Pobre de mi Joe no lo puedo consolar
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
HASTA QUE LO DIJO
HASTA QUE PASO¡¡¡
HASTA QUE PASO¡¡¡
berenice_89
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
y luego dices que no eres mala....si nos dejaste peor que antes!!! hahaha sabes que es broma!!si eres la mejor del mundo por estar subiendo una novela tan increible!!! I LOVE YOU!!! sigo en shock por el maraton!!! estoy asi O.O dios peo que onda con ese Edmond?!! ahhh pero lo mejor es que Joe ya dijo que la ama!!! fue mi parte favorita!! y que luego le dice que lo repita mil veces!!! awwww casi muero de amor yo hahaha nono tienes que seguirla pronto porfavor si no te juro que yo muero!! si la van a obligar que se casen? y que malos no dejan que se toquen!!! hay ya ves como me dejas hahaha ok ya te dije como toda una biblia solo te suplico que la sigas pronto!!!
DanieladeJonas
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