Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 2 de 50. • Comparte
Página 2 de 50. • 1, 2, 3 ... 26 ... 50
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
esperando muchos capis :)
aranzhitha
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
JAJA POR FIN YA ESTAB PENSANDO QUE LA NOVE ERA CON NICKY :)
SIGUE
SIGUE
andreita
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
ESPERANDOOO UN CAAAAPIIISS
chelis
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
aahhh!! me encanto el cap!!! ya estaba pensando que la nove era con nick! jejeje hasta que Joe desperto!!!! :P espero que la sigas muuy pronto!!!!
Andrea P. Jonas:)
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
sube un capi porfavor :( siii!!!
aranzhitha
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
AL PRINCIPIO TAMBIEN PENSE QUE ERA CON NICK¡¡HEHEH CREO QUE TODAS NOS CONFUNDIMOS UN POKITO
berenice_89
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
Nueva lectora
Me encanta la nove
SIGUELAAA
Me encanta la nove
SIGUELAAA
MaleeJonas
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
jajajajajajaja pues no es con nick jeje :o
yo sabia q iban a dudar de si era con nick o con joe jeje
gracias x todos sus comentarios chicas
SEAN BIENVENIDAS las nuevas lectoras y bueno ya les dejo el capitulo espero q lo disfruten =)
Ah! Lo siento –se disculpó, me cogió de una mano para hacerme girar en un paso de baile, me sentí exangüe por un instante y perdí el equilibrio sobre mis tacones.
El mozo vehemente que bailoteaba conmigo me atajó en el momento correcto y largó una risilla atractiva, del mismo modo me reí. En ese lugar, en esa situación y en ese momento mis destrezas para la danza se habían desvanecido, parecía poseer dos pies izquierdos, algo curioso considerando que siempre fui óptima bailarina y era bastante equilibrada, en mi antiguo instituto era del equipo de porristas pero al presente no pude impedir pisotear con las puntas de mis tacones los zapatos negros y lúcidos de Joe. Si bien, él también me tropezó un par de veces pero era más lógico, dado que estaba tambaleándose de la borrachera.
Bailamos hasta que la tonada terminó, y ése era el Joe agradable que yo no conocía, inclusive me hizo desternillarme con algunas cosquillas luego de terminar de bailar, nos distanciamos y por alguna razón los dos nos reímos como idiotas cuando volvimos a la mesa.
–Que divertida es esta fiesta –berreé un poco al oído de nick , cerciorándome de que escuchara por encima de la música alta. Me apoderé de forma sensual de la bebida de Nick , era una copa de algún licor de color escarlata brillante, ni siquiera reconocí lo que estaba catando, sólo sabía que era alcohol y que no era sangre–. ¡Oh Nick que guapo eres! –me recliné en su hombro, él se reía.
¡Oh Cielos! Yo también estaba ebria, hasta yo misma lo sabía y me pregunté cuántos se habrían estado riendo de mí.
Me enrojecí.
–Pero Joe, tú eres mucho más sexy –persistí departiendo palabras que luego no recordaría.
–Lo sé, preciosa. Tú igualmente eres brutalmente sexy. Una diosa –reconoció el distraído Joe, lo escuché con dificultad.
Y la sonrisa de Nick se desdibujó, sus labios formaban una línea recta. Cuando quise beber de su copa me lo impidió.
–Deja de tomar –me sermoneó.
–Vamos, cariño. Dame un poco.
Nick negó con la cabeza.
–Está bien, adiós –le dije.
Me alcé de la mesa.
Mis ojos se depositaron en el chico humano tan guapo como Tom Welling o como el dios de Jensen Ackles. ¡Ése era mío! Totalmente mío. Sería mi cena esta noche.
Esa noche para mí marchaba fenomenal. Siempre se me había antojado emborracharme para hacer cosas disparatadas teniendo la perfecta excusa de que andaba pasada de tragos, era una perfecta noche para hacer locuras.
Paseé hasta el bombón mortal que estaba reclinado sobre la barra del bar, él chico no me perdía de vista cuando yo me aventuraba hacia él.
–¿Qué hace un tipo como tú tan solitario? –¡Oh! Que pervertida sonaba.
–Buscando chicas como tú, supongo.
–¿Qué me dices? ¿Bailas? –le pregunté al tiempo que me enganché de las solapas de su abrigo.
–¿Bailar? Mejor vamos a mi habitación, nena –me pasmé ante su oferta, me dio miedo hasta que recordé que él era quien debía tener miedo de mí.
El plan seducir y luego cenar estaba desarrollándose tal y como Joe me había enseñado.
Cuando subí con ese tipo al elevador para ir su suite de hotel él emprendió a besar mi cuello y tocar mis muslos. Apreté los dientes al sentirlo cerca, abrí la boca y no conseguí reprimir esa mordida, clavé mis dientes con excesiva fuerza, su cuerpo se desmayó y se desplomó al suelo, me situé sobre él e insistí consumiéndome toda su sangre. Respiré agitada después de que me percaté de que su corazón había desistido de latir, pero todavía quedaba más sangre y todavía quedaba más sed.
Absorbí una vida más para la lista.
Las puertas del ascensor se abrieron. Del otro lado estaba Joe. Me vio a mí y luego al cadáver.
–Por lo que veo has estado portándote mal –profirió él.
–Un poco –salí del elevador abandonando a mis espaldas al fallecido.
–_______–me dijo él–. Ven aquí.
Me aproximé a él sintiéndome mareada a cada paso que daba, instalé mis manos descansadas en su pecho, él ubicó sus suaves manos sobre de las mías. El pasillo parecía vacío, era un elegante pasillo iluminado y decorado.
–Estamos solos –cuchicheó en voz baja.
–Podemos jugar un rato –¿cómo pude haber dicho eso?
No volveré a emborracharme. Me prometí.
–Eso me gusta –su tono era seductor, su sonrisa era pícara y con cierta depravación juguetona.
Dos solitarios jóvenes en un hotel que habían bebido algunas copas de más y que podrían hacer cualquier cosa.
De un instante al siguiente pasé a ser acorralada entre sus brazos, su cuerpo y la pared empapelada.
Oh qué bonitos ojos, qué perfecta sonrisa, qué apetecibles labios, qué pecado tan grande era Joe, sólo él me circulaba por la mente en esos cabales minutos de proximidad.
y locura. Si mis padres me hubieran visto así probablemente me habrían castigado el resto de mi existencia.
Sin tocarme, ni siquiera rozarme, Joe se había avecinado hasta el punto de que me robaba el aliento y codiciaba que su cuerpo tocara el mío con desesperación ansiosa. Pero simplemente me abrazaba con el candente fervor que manaba de su cuerpo, ese omnipotente cuerpo que estaba tan cerca pero que no me tocaba.
Mi alcoholizado cuerpo quería que el vampiro frente a mí me acariciara, me urgía con desesperación que lo hiciera, si hubiese estado sobria jamás hubiera aprobado tal cosa y hubiera enviado a Joe sacar su trasero de mi camino, claro que, en esta ocasión en particular, con las copas subidas a la cabeza temía de lo que yo misma pudiera hacer.
Esa sacudida de cosquilleos en el interior de mi vientre se intensificó cuando sus manos determinadas a tocarme acariciaron mi espalda y con ímpetu me aprisionaron contra él, todo mi cuerpo apreciando el vivo hormigueo causado por el tacto de su carne contra mi piel, por la tentación que me enardecía al sentir todo su peso sobre mí y cada músculo tenso y rígido como roca golpearme con una seducción inhumana, él sí sabía cómo hacer eso, sabía cómo llevar el límite del placer en una situación tan estúpidamente provocadora, sediciosa y sublevada.
Y yo sin poder oponer resistencia ante esos difusos impulsos acaricié su pecho con una intemperancia que nunca había sido propia de mí, jamás sería tan capaz de ser tan sensual. En pleno pasillo vacío, a mitad de la noche, con tragos de más y un provocador vestido, percibí como Joe también se estremecía ante cada fricción de nuestra piel, me acarició una pierna para llegar delicadamente hasta la parte trasera de mi rodilla y alzar mi pierna para situarla alrededor de sus caderas.
Sin besarme, sin hacer nada más, puso su nariz en mi cuello y respiraba sobre él. Dentro de mí se acrecentaba un absoluto deseo que sólo sentiría estando a tal punto de embriaguez.
Un punzante dolor me traspasó y recorrió mi espalda como una descarga eléctrica, ése era el dolor más placentero que podría existir y provenía de mi cuello, eso era porque Joe acababa de clavar sus dientes en mi garganta, sentí el mordisco desde el interior de mis entrañas pero el acusante dolor no me hizo gritar, me hizo gemir de puro gozo, lleno y vivo regodeo ardiendo en mis adentros. Él se tomaba mi sangre por segunda vez, la diferencia es que ahora era sangre de vampiro y todavía yo no tenía clara la diferencia. La destemplanza de mi cuerpo aumentó en un grave y alarmante furor.
Categóricamente, había algo sexual en aquella mordedura, yo podía sentir, mis latidos, sus latidos, mi ardor, mi dolor, mi más deseado placer, el calor dentro de mí, el fuego de mi sangre esparciéndose desde mi cuello hasta su boca. Necesariamente, mis colmillos crecieron ávidos y exasperados, existía algo que mi cuerpo anhelaba aún más que sentir sus dientes a atravesándome la piel y sus labios pegados a mi cuello mientras se ayudaba con la lengua para tragarse mi sangre. Sin conseguir rehusarme dispuse mis
dos manos en sus dos hombros, delirantes impulsos me hacían empujarlo con fuerza, pero él no respondía a mis arranques por retirarlo, en contraste, permanecía en la misma posición profundizando la mordida, mis dedos se clavaron en sus hombros, pasé un brazo rodeando su cuello y mis uñas se enterraron en la parte alta de su espalda, forjando sus músculos con deseo al tiempo que se contraían y expandían. No podía hacer más que liberar gemidos consternados, quería más y más. Rodeé su pierna con la mía, así como una serpiente enroscándose en las ramas de un soto, él con sus manos jugueteaba, vacilaba en... ¿Quitarme la ropa? Por tanto, ponía sus manos en las tiras de mi vestido deslizándolas a través de mis hombros y jugueteaba con el broche de mi sujetador. La maraña de sensaciones acopiadas en mi cuerpo, se atiborraban con una pasión desbordada. Su cuello estaba tan cerca, abrí los ojos después de haberlos tenido cerrados durante satisfactorios segundos agonizantes, y visualicé la línea de su vena sobresaliente por la tensión, pulsando debajo de su capa de piel. ¿Qué clase de enferma deseaba tanto como yo hincar los dientes en algún cuello? Sospeché que cualquier vampiro, claro, sin pensar en las posibilidades de que esas cosas existan. A ver... Si consideraba el hecho de que yo era una de ellos entonces habría... Un 99,9% de que existieran los chupasangres, el otro uno por cierto le correspondía a: estoy loca o he estado soñando todo este tiempo.
Esos malditos impulsos me hicieron reaccionar de una forma que ni siquiera vi venir, algo tan rápido como la luz de un flash, algo tan repentino como la necesidad me asaltó y me vi envuelta en su sangre, en menos de medio segundo había saltado a hincarle los dientes en su cuello. Perforé su piel con mis colmillos necesitados y Oh!! Fue todavía más excitante, Joe gimió cuando lo sintió, reparé en que no se lo esperaba. ¿Como me había privado antes de hacer esto? Probar su sangre fue algo tan íntimo, tan secreto, tan dulce y tan tóxico que sabía que debía de haber algo de prohibido en estar haciéndolo en ese preciso momento. Cada magnifica y deliciosa gota de sangre me degustaba con su sabor, el exquisito sabor de Joe, nada podría ser más suculento, su sangre estaba ardiendo y quemaba como ácido sulfúrico en mis adentros, me proporcionaba dosis y dosis de adictivo placer incontrolable y era mucho más que eso, era como si con cada gota que mi lengua saboreaba estuviera revelándome sus intimidades y secretos más recónditos, como si estuviéramos ambos desnudos conociendo los rincones escondidos de nuestro cuerpo y las sinuosas curvas estuvieran siendo descubiertas por primera vez. Un poco más de sangre suya entrando por mi organismo y me sentía un poco más estimulada. En mis oídos resonaban sus gemidos haciéndome sentir tan salvaje, tan viva, tan desbocada e impaciente. ¡Por los cielos! Necesitaba todavía más, mi cuerpo lo reclamaba a gritos y el de él también.
Aún con sus dientes en mi cuello recorría mi figura con sus manos, pasaba sus dedos por los laterales de mi cuerpo y me oprimía más contra sí mismo. Yo recorrí sus brazos palpando sus músculos con ferocidad y deseo palpitante, enterrando la punta de mis
dedos en su fuerte y compacta masa muscular, conseguí meter mis manos más tarde en el interior de su chaleco, estaba perdida, inconscientemente absorta en "Joeland o Joejonasworld, el mágico y placentero mundo de Joe" abordé a tirar de su camisa para sacársela dejándola fuera de su pantalón y así poder introducir mis manos dentro de ésta y poder tocar su abdomen. Y eso hice, su piel debajo de su camisa estaba caliente, su abdomen lleno de músculos estaba solidificado, Joe se estremeció con la intimidad del contacto mientras a su vez él tocaba lugares casi prohibidos, cercanos a los lugares prohibidos, como mis muslos desabrigados, mi cintura, el interior de mis brazos, el largo de mi espalda y mis caderas.
Jadeé cuando desenterró sus dientes de mi nuca, entonces pasó su lengua por encima de las incisiones hechas por sus colmillos, relamiendo las últimas gotas de sangre degustadas en su boca. Me siguió lamiendo repetidas veces el cuello, yo sentía escalofríos al percibir el tacto de su lengua escurriendo mi cuello hasta que también yo dejé de morderlo, su sangre seguía fluyendo y me vi obligada a pasar mi lengua también por su cuello. No pretendíamos manchar nuestra ropa con sangre, ¿o sí?
Él terminó de bajar las tiritas que mantenían al vestido sobre mis hombros, pero yo... Necesitaba sus labios, mi deseo me exclamaba por sus labios, que me besara, que me tentara con ellos, que mi boca sintiera la suya y él estaba más preocupado en quitarme la ropa.
Si tan solo hubiera tenido sus labios en el momento que los deseé, si tan solo se hubiera mostrado interesado en probar mis labios, si en ese instante hubiese buscado mi boca con la suya yo me hubiese dejado llevar por el placer y por mi estado de borrachera y no me hubiese interesado si me sacaba la ropa pero él no... No mostró el más mínimo indicio de aspirar besarme y yo me sentí como una cualquiera, de un momento a otro, recobrando el poco pudor y dignidad que me quedaba, intentando no dejarme llevar contuve un gemido ante sus caricias antes de hablar.
–Joe –balbucí con una voz que apenas brotó de mis labios–. Joe detente, estamos borrachos, no estamos pensando con claridad, podría pasar cualquier cosa –tomé sus brazos con ambas manos intentando frenar sus maniobras y recuperar la cordura.
Por un momento se resistió a detenerse, insistía manoseando mi cuerpo hasta que notó el empujón que yo había intentado remitirle, aparté sus brazos de encima y logré alejarlo, sólo unos centímetros pero gané que se detuviera.
–Tienes razón –susurró–. Maldita sea, no puedo con mi alma, estoy increíblemente borracho.
Suspiró. Casi sentí que era un suspiro de decepción.
Por mi parte también suspiré, pero suspiré de alivio, gracias a Dios había logrado conservarme lejos de sus caricias, de sus mordiscos, de su piel, de su calor, de su cuerpo, de su belleza, de su perfección, de sus labios, de... Está bien, no debía seguir pensando en eso.
La cabeza me empezó a doler con intensidad, el mareo se agudizó y escuché gritos provenientes del piso de abajo, gritos desde el lugar donde se celebraba la fiesta de alta sociedad, gritos de gente aterrada.
¡Oh no! Pensé. El hombre muerto en el ascensor, debían de haberlo visto.
Hasta ese momento alcanzaban mis recuerdos de esa noche, luego de eso no supe que pasó. Efectos del alcohol, supongo.
Me desperté en una cama, estaba en la guarida de los vampiros, podía oler a Nick cerca y a Nina, podía oler la alfombra y la sangre que seguramente acababan de beber ellos para el desayuno. También era la cama de Joe, su olor impregnaba el aire por todas partes, olía tan limpio, tan masculino, tan sensual, exclusivamente olía a él más que a nada, las sábanas estaban frías y las ahuecadas almohadas tenían calor corporal. Abrí mis párpados con cautela sabiendo que la luz me disgustaría, la primera mirada fue borrosa pero luego de parpadear dejé entrar los colores y luces a mi vista. Y... Algo de improviso, Joe estaba acostado a mi lado, estaba despierto, podía sentirlo al notar el movimiento agitado de su pecho, estaba arropado con las mismas sábanas que yo, era de día y él aún llevaba la misma ropa de la noche anterior, justo como yo se la había dejado, con la camisa por fuera y la corbata resistiendo a desanudarse, pero no alcancé ver más que sus labios y su barbilla recientemente rasurada, porque él se estaba cubriendo más de la mitad del rostro con un almohadón. También estaba cerca de mí, muy cerca. Vi como se humedeció sus labios con la lengua, fue un movimiento tentador e incitante.
–Dime que no pasó –articuló Joe tendido a mi costado.
¿Que no pasó el qué?
Ok, más tarde reparé en el significado de sus términos.
Inspeccioné debajo de las sábanas tratando de disimular para ver si encontraba algo anormal en el contexto, hallé que ambos llevábamos ropa, la misma de anoche. Sólo que yo estaba descalza y Joe seguía incluso con sus zapatos bien puestos.
Así que supuse que la respuesta era no, no me acosté con él, ¿verdad?
Literalmente estaba acostada junto a él, acostada con él y tal vez había dormido con él también, pero sólo había sido eso, ¿verdad? No había pasado nada entre ambos, ¿o sí?
Aun así no me arriesgué a responder. Yo no estaba segura.
El dolor de cabeza se hizo intolerable. En serio, jamás volveré a emborracharme, me dije en la mente.
El cuello de Joe, tenía sobre él una cura hecha de algodón pegado con cinta adhesiva quirúrgica, puse mi mano en mi cuello y también sentí que tenía un pequeño recuadro de algodón que cubría la herida de los colmillos de Joe
El sacó la almohada de su cara, vi su rostro que parecía estar cansado y a juzgar por sus párpados hinchados deduje que acababa de despertarse al igual que yo, su cabello negro estaba desarreglado, greñudo, y me dirigió una sonrisita cansada.
–¿Tú recuerdas algo? –me preguntó sosteniendo su sonrisa.
Antes de responder pensé un segundo, yo si recordaba algo, recordaba el mordisco, la sangre, el momento íntimo que pasamos enloquecidos tras los efectos de la borrachera. Luego los gritos y... Nada más, mi mente se quedaba en blanco después de ahí. Singularmente me preguntaba... Hasta que punto recordaba Joe lo que pasó? Porque según su tono de voz parecía que apesadumbras recordaba su nombre.
–Parece que anoche los dos quisieron divertirse –intervino Nina arrimándose caminando a la cama de Joe.
Joe y yo nos sentamos en la colcha, él se puso una mano en la cara y la deslizó hasta su cabeza entrelazando los dedos en su cabello revuelto.
–Recuérdame no beber tanto la próxima vez –dijo él sonriendo todavía.
–Lo haré –le respondió Nina.
¡Ew! ¿Cómo pude llegar a... Compartir sangre con Joe?
Maldito alcohol, gracias a ello había sido mordida por este hombre una vez más.
–¡Ouch! –protestó Joe tocándose el cuello como si le doliera–. Si que sabes morder duro –me miró con picardía.
–Eres un irresponsable, Joe – nick por fin habló y su mirada parecía furiosa.
–¿Estamos en problemas? –cuestionó él.
–Puede que sí –objetó Nina–, digamos que no éramos los únicos vampiros en la fiesta.
–Fue un caos cuando vieron al cadáver de Noel Ó Connor en el elevador –espetó Nick –. Otros vampiros estaban allí y sospechan que hay un nuevo vampiro.
–Si nos encuentran los vampiros mayores le cortaran la cabeza al vampiro nuevo y al responsable de haberlo creado –informó Nina.
Adiviné que cuando decía el vampiro nuevo se refería a mí y que cuando hablaba de "el responsable de haberlo creado” se refería a Joe.
–¿Por qué? –pregunté–. ¿Por qué quieren cortarnos la cabeza?
–Porque Joe como siempre es un imprudente –se quejó Nick con cierta alteración–. Joe debiste deshacerte del cadáver.
–Ella era la responsable de su comida, no yo –Joe se levantó de la cama.
–Ella no sabía lo que había que hacer y estaba ebria además –me defendió nick–. En lugar de eso estabas más preocupado por hincarle el diente a _______.
–¿Y quieren colgarnos porque maté a ese Noel? –interrogué rigurosamente confundida.
–No –expuso nick con severidad–. No puedes hacer a un vampiro nuevo si no tienes la autorización de un vampiro mayor, es decir de un Zephyr, está prohibido. Los matarán a los dos porque Joe te ha convertido y como podrás ver ellos lo han descubierto.
–¿Entonces por qué lo hicieron? –prorrogué–. ¿Por qué me convirtieron en un vampiro si estaba prohibido? ¿O por qué simplemente no pidieron aprobación para hacerlo?
–No fuimos nosotros, fue Joe –escrutó Nina mientras caminaba de aquí para allá con su típica gracia como una bailarina de ballet.
–Joe quiso una autorización para hacerte como nosotros –explicó Nick–. Pero los Zephyrs se la negaron y aun así él quiso insistir por alguna razón. Ahora nosotros somos sospechosos porque saben que solicitamos un permiso y si te ven creo que todos seremos castigados, somos un grupo, como una familia, y cuando se desobedecen las reglas se castiga a todos sus integrantes, los de nuestro tipo andamos en grupos, como pandillas o familias para mayor protección y para hacer más fácil la tarea de cumplir con el código de los vampiros. Un vampiro solitario es algo muy peligroso. Y un vampiro nuevo también.
–Como siempre... Tú tienes la culpa de todo Joe –le reclamé–. Me hiciste un monstruo y me alejaste de mi vida y de mi familia sólo para que un grupo de poderosos vampiros asesinos cortaran mi cabeza y acabaran con mi corta segunda vida. ¿Qué querías de mí? ¿Acaso no podías cumplir las reglas y dejarme siendo una chica normal que se casaría, tendría hijos, envejecería y moriría más tarde como todo el mundo?
Era claro que yo me había sobresaltado, todo esto era una basura, había matado gente, me habían alejado de mi perfecta y hermosa vida, me habían quitado a mi familia y me estaba convirtiendo en otra persona, alguien que yo misma no podía reconocer en el espejo.
–Basura –le insulté a Joe quien se quedó paralizado ante mi tono de total sinceridad y cólera. Esta vez se lo decía de la forma más sincera y con verdadera furia dentro de mí–. Eres una basura.
Dejé la cama para ponerme de pie, vi mi aspecto y me sentí desnuda, si mis padres me hubieran visto vestida con tan poca ropa les habría provocado un paro cardiaco.
Casi creí haber lastimado a Joe con mis palabras ya que algo en su expresión parecía haber cambiado, algo de tristeza se asomaba en sus ojos. Supe deshacerme de la lástima tan rápido como llegó, sacudí de mi cabeza la tonta idea de que había sido muy dura con Joe. Él se me acercó con firmes pasos.
–¿Sabes que es lo que quería de ti? –la expresión de Joe era muy seria cuando me dijo aquello–. ¿Sabes por qué quería hacerte inmortal?
Tragué saliva antes de que él continuara.
–Ellos lo saben –Joe se encogió de hombros–. nick lo sabe, ¿por qué no se lo preguntas?
Miré a nick durante algunos segundos, sentí mucha curiosidad por saber tal cosa. Aguardé a que Nick dijera algo pero no lo hizo, se quedó callado y volví mi mirada a Joe encogiéndome de hombros.
Joe puso los ojos en blanco y lanzó un suspiro con frustración.
–Te hice como yo porque quería hacerte mi pareja, te elegí para que estuvieras conmigo pero... –hizo una pausa–. ¡Dios! ¡Como me equivoque contigo! Lo único que haces es quejarte como una mocosa, nunca estaría con una chiquilla como tú. Qué bien que te fuiste con Nick que puede soportarte al menos.
Él seguía muy cerca de mí, la furia se apoderó de mí, me enojó tan rápido que sentí mi rostro enrojecer y fruncí el ceño apretando los labios.
Lo empujé con mucha fuerza, lo supe porque el rígido cuerpo de Joe se tambaleó en sus pies y se alejó de mí a continuación.
¿Qué clase de patán le dice eso a una chica? Este tipo era totalmente desagradable.
–Pues yo, nunca, jamás, sería pareja de un tipo como tú –gruñí casi a gritos.
–Eso dices ahora –me contradijo en voz baja.
–Ella tiene razón –refutó nick –. Eres una basura. ¿Cómo puedes tratar así a una chica?
–Joe no tiene remedio –impugnó Nina.
–¿Puedo preguntar cómo llegamos a la misma cama este ridículo y yo?
Joe estaba registrando el armario con una expresión de irritación en el rostro.
Nick se aclaró la garganta y Nina alzó las cejas mirando con picardía.
–Deberías haber visto como los dos se comportaban anoche –me dijo ella–. Ustedes mismos se acostaron juntos cuando llegamos.
Avergonzadísima miré hacia el techo.
–¡Oh no! Chicos por favor no me dejen beber tanto nunca más.
–Eres más agradable cuando estás ebria –balbuceó Joe al tiempo que sacaba una toalla de un cajón en el armario.
Puse mis ojos en blanco. Él sabía cómo irritarme, conseguía una fórmula perfecta para sacarme de quicio y hacerme perder el control. Aunque por otra parte me seguía preguntando hasta que parte recordaba Joe lo que había sucedido esa noche.
Joe estaba a punto de entrar al baño cuando se escuchó que llamaban a la puerta con un golpeteo repetitivo.
–Yo voy –vociferó Joe en un vacilante instante, luego, a toda marcha corrió apresurado hasta encontrarse con que Nina se interponía en su camino y ambos se mataban por llegar primero a la puerta.
Los vi correr como un par de fieras sólo peleándose para abrir la puerta.
Nick se percató de mi intrincada mirada. ¿Por qué la prisa por abrir la puerta?
–Son reglas de la casa –ratificó el calmado Nick –. Si se tratase de un humano, quien abra la puerta se queda con el humano, y parece que ambos están hambrientos.
El robusto Joe consiguió llegar a la puerta antes que Nina, la apartó con tosquedad impropia, así no se debía tratar a una chica, aunque esa chica estuviera habituada a vivir con hombres. Sin el mínimo asomo de caballerosidad se deshizo de Nina y abrió la puerta. Yo vi la línea de luz que entró desde afuera, molesta luz solar. Joe sonreía del lado de adentro de la puerta.
–Es éste un café, ¿no es cierto? –escuché una débil voz femenina proveniente de las afueras del lugar. Recordé el letrero que había afuera encima de la puerta, "Bourbon Street Cafe” decía en letras brillantes con un símbolo de una taza de café enorme humeando, incluso había un menú pegado del lado de afuera de la puerta y sólo entonces comprendí que no era más que una desdeñosa trampa, todos los supuestos bares y discotecas y tiendas de esa calle no eran más que una trampa de ilusionismo para atrapar humanos, gente como yo, como lo que yo había sido y ya no era.
–Viniste al lugar correcto, preciosa –contestó Joe sonriendo más abiertamente y apartándose ligeramente de la puerta para que la chica entrara. Pasaron segundos y la chica seguía del lado de afuera–. Vamos. No voy a morderte.
–O puede que si... –murmuró Nina tomando expresión de rabia.
Estuve segura de que Joe había escuchado a Nina pero sabia ocultarlo muy bien con su seductor aspecto de "no voy a morderte."
La pequeña mujer rubia atravesó la puerta insegura y palideció cuando vio las camas, la tele, el sofá, los sillones, el armario. La mirada de la chica se ensombreció y parecía ciertamente asustada. Joe cerró la puerta cuando ella entró.
–No... No es un café –ella, la asustada mortal tragó saliva y estaba petrificada tartamudeando cada palabra.
–No, no lo es –coincidió Joe–. Pero puedes divertirte con nosotros si quieres. ¿Y que querías? ¿Un café? También tenemos café aquí.
–Pero...
–Vale, eso me sonó como un sí –declaró Joe–. Vamos a jugar un jueguito, ¿quieres?
El aspecto de Joe era terroríficamente seductor, casi me tambaleé de miedo al intentar ponerme en el lugar de nuestra víctima. Joe agarró de la cintura a la chica y como un maniaco besó el cuello de la mujer. Para mi sorpresa la chica no se resistió, ella, por el contrario, correspondió al beso tremendamente bien.
Nick y Nina se encogieron de hombros y voltearon a verse el uno al otro para luego darle la espalda a la escena que Joe estaba haciendo en plena sala. Yo iba a hacer lo mismo pero fijamente observé como Joe la besaba a ella, en los labios, en el cuello, en el rostro, en los brazos, en los hombros. No pude evitar recordar la situación de la pasada noche. Joe y yo habíamos estado en circunstancias tan íntimas que hasta daba asco recordarlo. Inevitablemente sentí envidia de la chica. ¿Por qué él las había besado a todas menos a mí? ¿Qué tenían ellas que yo no tuviera? ¿Había algo mal en mí? ¿En mis labios? No tengo mal aliento. Pensé. Pero no me besó. No era que yo haya querido besarlo, al menos no de forma consciente, tampoco deseaba besarlo ahora ni mucho menos, pero aun así me preguntaba por qué. ¿Que tenía yo que no le dieron ganas de besarme? Sacudí de mis pensamientos aquello, yo no estaba interesada en probar sus labios así que no debía importarme el tema. Retiré mi vista violentamente de la pareja de Joe cuando oí el grito ahogado de la mujer adolorida, muriéndose entre los fuertes brazos de Joe, debería decir tan solo los brazos de Joe.
Acabó tan rápido como había empezado, Joe desapareció el cuerpo de la chica y ahora Nina golpeaba los brazos de Joe con los puños cerrados.
–Eres un estúpido, Joseph Jonas –gritaba Nina con una burlesca furia que realmente mostraba que su ira era fingida–. Yo tendría que haberme bebido la sangre de esa mujercita.
–Te gané, admítelo –decía Joe entre risitas picaras.
Nick estaba sentado en el sofá, fui a sentarme junto a él y él se levantó sin disimular, con una hosquedad poco característica de él.
Genial. ¿Desde cuándo los chicos me rechazaban así? Me pregunté.
Minutos más tarde, entre peleas sin sentido de Joe y Nina la puerta principal se abrió y aparecieron Alan y Adolph con una aventurera expresión de emoción.
–Tomen todo lo que puedan –sonó la voz de Adolph–. Nos vamos ahora.
Nick y Nina afirmaron con la cabeza y fueron a buscar un par de mochilas que ya tenían previamente preparadas. Joe y yo estábamos más bien confundidos.
–Nos buscan los vampiros. Ellos quieren matarnos –atestiguó Alan con extrema calma.
–¿Si sabían esto por qué no me dijeron para hacer mis maletas? –dijo Joe.
Yo no tenía ropa. Sólo mis zapatillas negras de tacón, las cuales busqué con la mirada por toda la habitación. Nina salió a la calle junto con Nick y Adolph.
–Los espero en el auto –gritó Alan antes de salir por esa puerta disparado como una exhalación.
–Espera... ¿Qué auto...? –Joe alzó la voz pero cuando terminó de hablar Alan ya se había largado.
Me arrodillé para buscar mis zapatos debajo del sofá con precipitación, como no estaban busqué debajo de las camas y finalmente en el baño mientras Joseph tomaba sus posesiones más preciadas para llevárselas.
Me frustré cuando pensé que tendría que irme descalza.
–¿Buscabas esto? –volteé a ver a Joe y él tenía alzada una de sus cejas y en sus manos colgaban mis zapatos.
Corrí hacia él y le arrebaté los tacones de las manos, salí al mismo tiempo que me colocaba los zapatos saltando en un pie.
El auto era un Chevy Impala de 1967 con cuatro puertas y en un color negro oxidado por la vejes, Nick iba de copiloto, Adolph en el asiento del conductor y Nina y Alan atrás, entré detrás de Joe al asiento trasero y como a duras penas entrabamos Nina se sentó en las piernas de Alan. Cuando todas las puertas estuvieron cerradas Adolph aceleró a toda marcha el clásico auto.
–¿Dónde conseguiste esta nave? –siseó Joe refiriéndose al auto.
–Era de una de nuestras victimas –respondió Alan.
Entonces recordé que yo viajaba con una pandilla de ladrones.
–¿Y a dónde se supone que iremos? –siguió Joe.
–Un grupo de hechiceros van a protegernos de los vampiros.
–¡JA! –me reí histéricamente–. ¿Un grupo de hechiceros? ¿Ahora me dirán que esas cosas también existen? ¿Y van a protegernos de los vampiros? Como no... Si nosotros somos los vampiros.
–Mejor no hables –Joe, que estaba a mi lado me cubrió la boca con una de sus manos.
Me quejé haciendo sonidos y balbuceando palabras inentendibles bajo los dedos de Joe. Lo mordí, le mordí la mano, no con mis colmillos, no con la intención de hacerlo sangrar, sino más bien un inocente mordisco para que me soltara.
–¡Ooouch! –chilló Joe apartando su mano de mi boca–. Controla esos dientecitos, ________.
Lo miré furiosa.
Nadie se molestó en explicarme lo de los hechiceros que luchaban con vampiros.
Remontamos la carretera y cayó la noche cuando aún conducíamos hacia un rumbo desconocido. Mis párpados me pesaron, empecé a sentirme adormecida por el sueño y me preparé para quedarme dormida cuando escuché por lo bajo que Adolph soltaba una maldición, él aceleró el auto hasta el fondo del pedal, corriendo como si estuviéramos en una persecución, y lo estábamos, en el reflejo del espejo retrovisor vislumbré otro auto, un Mustang Cobra, clásico también, a toda velocidad venía aquel estilizado auto y en su interior observé al conductor, era un tipo sombrío de ojos amarillos diabólicos, su piel era pálida, blanca como los copos de nieve, su cabello tan negro como el carbón y sus labios rojos como la sangre. Estaba rígido como una roca frente al volante de su Mustang. Con sólo verlo sentí escalofríos, era sencillamente aterrador, como ver a un fantasma... Sin embargo... ¿Qué tan aterrador podía ser ver a un fantasma ahora que yo era un vampiro? No me detuve a pensar esa respuesta, mi preocupación se fijaba en ese mortífero hombre pálido detrás de nosotros. ¿Era un vampiro también? ¿Un Zephyr? Yo no estaba segura pero me acurruqué abrazándome con mis brazos como si el frío me hubiera invadido. Temblé inconscientemente.
les gusto el capitulo mañana subo mas okis
yo sabia q iban a dudar de si era con nick o con joe jeje
gracias x todos sus comentarios chicas
SEAN BIENVENIDAS las nuevas lectoras y bueno ya les dejo el capitulo espero q lo disfruten =)
Capítulo 4:
Muérdeme
Muérdeme
Ah! Lo siento –se disculpó, me cogió de una mano para hacerme girar en un paso de baile, me sentí exangüe por un instante y perdí el equilibrio sobre mis tacones.
El mozo vehemente que bailoteaba conmigo me atajó en el momento correcto y largó una risilla atractiva, del mismo modo me reí. En ese lugar, en esa situación y en ese momento mis destrezas para la danza se habían desvanecido, parecía poseer dos pies izquierdos, algo curioso considerando que siempre fui óptima bailarina y era bastante equilibrada, en mi antiguo instituto era del equipo de porristas pero al presente no pude impedir pisotear con las puntas de mis tacones los zapatos negros y lúcidos de Joe. Si bien, él también me tropezó un par de veces pero era más lógico, dado que estaba tambaleándose de la borrachera.
Bailamos hasta que la tonada terminó, y ése era el Joe agradable que yo no conocía, inclusive me hizo desternillarme con algunas cosquillas luego de terminar de bailar, nos distanciamos y por alguna razón los dos nos reímos como idiotas cuando volvimos a la mesa.
–Que divertida es esta fiesta –berreé un poco al oído de nick , cerciorándome de que escuchara por encima de la música alta. Me apoderé de forma sensual de la bebida de Nick , era una copa de algún licor de color escarlata brillante, ni siquiera reconocí lo que estaba catando, sólo sabía que era alcohol y que no era sangre–. ¡Oh Nick que guapo eres! –me recliné en su hombro, él se reía.
¡Oh Cielos! Yo también estaba ebria, hasta yo misma lo sabía y me pregunté cuántos se habrían estado riendo de mí.
Me enrojecí.
–Pero Joe, tú eres mucho más sexy –persistí departiendo palabras que luego no recordaría.
–Lo sé, preciosa. Tú igualmente eres brutalmente sexy. Una diosa –reconoció el distraído Joe, lo escuché con dificultad.
Y la sonrisa de Nick se desdibujó, sus labios formaban una línea recta. Cuando quise beber de su copa me lo impidió.
–Deja de tomar –me sermoneó.
–Vamos, cariño. Dame un poco.
Nick negó con la cabeza.
–Está bien, adiós –le dije.
Me alcé de la mesa.
Mis ojos se depositaron en el chico humano tan guapo como Tom Welling o como el dios de Jensen Ackles. ¡Ése era mío! Totalmente mío. Sería mi cena esta noche.
Esa noche para mí marchaba fenomenal. Siempre se me había antojado emborracharme para hacer cosas disparatadas teniendo la perfecta excusa de que andaba pasada de tragos, era una perfecta noche para hacer locuras.
Paseé hasta el bombón mortal que estaba reclinado sobre la barra del bar, él chico no me perdía de vista cuando yo me aventuraba hacia él.
–¿Qué hace un tipo como tú tan solitario? –¡Oh! Que pervertida sonaba.
–Buscando chicas como tú, supongo.
–¿Qué me dices? ¿Bailas? –le pregunté al tiempo que me enganché de las solapas de su abrigo.
–¿Bailar? Mejor vamos a mi habitación, nena –me pasmé ante su oferta, me dio miedo hasta que recordé que él era quien debía tener miedo de mí.
El plan seducir y luego cenar estaba desarrollándose tal y como Joe me había enseñado.
Cuando subí con ese tipo al elevador para ir su suite de hotel él emprendió a besar mi cuello y tocar mis muslos. Apreté los dientes al sentirlo cerca, abrí la boca y no conseguí reprimir esa mordida, clavé mis dientes con excesiva fuerza, su cuerpo se desmayó y se desplomó al suelo, me situé sobre él e insistí consumiéndome toda su sangre. Respiré agitada después de que me percaté de que su corazón había desistido de latir, pero todavía quedaba más sangre y todavía quedaba más sed.
Absorbí una vida más para la lista.
Las puertas del ascensor se abrieron. Del otro lado estaba Joe. Me vio a mí y luego al cadáver.
–Por lo que veo has estado portándote mal –profirió él.
–Un poco –salí del elevador abandonando a mis espaldas al fallecido.
–_______–me dijo él–. Ven aquí.
Me aproximé a él sintiéndome mareada a cada paso que daba, instalé mis manos descansadas en su pecho, él ubicó sus suaves manos sobre de las mías. El pasillo parecía vacío, era un elegante pasillo iluminado y decorado.
–Estamos solos –cuchicheó en voz baja.
–Podemos jugar un rato –¿cómo pude haber dicho eso?
No volveré a emborracharme. Me prometí.
–Eso me gusta –su tono era seductor, su sonrisa era pícara y con cierta depravación juguetona.
Dos solitarios jóvenes en un hotel que habían bebido algunas copas de más y que podrían hacer cualquier cosa.
De un instante al siguiente pasé a ser acorralada entre sus brazos, su cuerpo y la pared empapelada.
Oh qué bonitos ojos, qué perfecta sonrisa, qué apetecibles labios, qué pecado tan grande era Joe, sólo él me circulaba por la mente en esos cabales minutos de proximidad.
y locura. Si mis padres me hubieran visto así probablemente me habrían castigado el resto de mi existencia.
Sin tocarme, ni siquiera rozarme, Joe se había avecinado hasta el punto de que me robaba el aliento y codiciaba que su cuerpo tocara el mío con desesperación ansiosa. Pero simplemente me abrazaba con el candente fervor que manaba de su cuerpo, ese omnipotente cuerpo que estaba tan cerca pero que no me tocaba.
Mi alcoholizado cuerpo quería que el vampiro frente a mí me acariciara, me urgía con desesperación que lo hiciera, si hubiese estado sobria jamás hubiera aprobado tal cosa y hubiera enviado a Joe sacar su trasero de mi camino, claro que, en esta ocasión en particular, con las copas subidas a la cabeza temía de lo que yo misma pudiera hacer.
Esa sacudida de cosquilleos en el interior de mi vientre se intensificó cuando sus manos determinadas a tocarme acariciaron mi espalda y con ímpetu me aprisionaron contra él, todo mi cuerpo apreciando el vivo hormigueo causado por el tacto de su carne contra mi piel, por la tentación que me enardecía al sentir todo su peso sobre mí y cada músculo tenso y rígido como roca golpearme con una seducción inhumana, él sí sabía cómo hacer eso, sabía cómo llevar el límite del placer en una situación tan estúpidamente provocadora, sediciosa y sublevada.
Y yo sin poder oponer resistencia ante esos difusos impulsos acaricié su pecho con una intemperancia que nunca había sido propia de mí, jamás sería tan capaz de ser tan sensual. En pleno pasillo vacío, a mitad de la noche, con tragos de más y un provocador vestido, percibí como Joe también se estremecía ante cada fricción de nuestra piel, me acarició una pierna para llegar delicadamente hasta la parte trasera de mi rodilla y alzar mi pierna para situarla alrededor de sus caderas.
Sin besarme, sin hacer nada más, puso su nariz en mi cuello y respiraba sobre él. Dentro de mí se acrecentaba un absoluto deseo que sólo sentiría estando a tal punto de embriaguez.
Un punzante dolor me traspasó y recorrió mi espalda como una descarga eléctrica, ése era el dolor más placentero que podría existir y provenía de mi cuello, eso era porque Joe acababa de clavar sus dientes en mi garganta, sentí el mordisco desde el interior de mis entrañas pero el acusante dolor no me hizo gritar, me hizo gemir de puro gozo, lleno y vivo regodeo ardiendo en mis adentros. Él se tomaba mi sangre por segunda vez, la diferencia es que ahora era sangre de vampiro y todavía yo no tenía clara la diferencia. La destemplanza de mi cuerpo aumentó en un grave y alarmante furor.
Categóricamente, había algo sexual en aquella mordedura, yo podía sentir, mis latidos, sus latidos, mi ardor, mi dolor, mi más deseado placer, el calor dentro de mí, el fuego de mi sangre esparciéndose desde mi cuello hasta su boca. Necesariamente, mis colmillos crecieron ávidos y exasperados, existía algo que mi cuerpo anhelaba aún más que sentir sus dientes a atravesándome la piel y sus labios pegados a mi cuello mientras se ayudaba con la lengua para tragarse mi sangre. Sin conseguir rehusarme dispuse mis
dos manos en sus dos hombros, delirantes impulsos me hacían empujarlo con fuerza, pero él no respondía a mis arranques por retirarlo, en contraste, permanecía en la misma posición profundizando la mordida, mis dedos se clavaron en sus hombros, pasé un brazo rodeando su cuello y mis uñas se enterraron en la parte alta de su espalda, forjando sus músculos con deseo al tiempo que se contraían y expandían. No podía hacer más que liberar gemidos consternados, quería más y más. Rodeé su pierna con la mía, así como una serpiente enroscándose en las ramas de un soto, él con sus manos jugueteaba, vacilaba en... ¿Quitarme la ropa? Por tanto, ponía sus manos en las tiras de mi vestido deslizándolas a través de mis hombros y jugueteaba con el broche de mi sujetador. La maraña de sensaciones acopiadas en mi cuerpo, se atiborraban con una pasión desbordada. Su cuello estaba tan cerca, abrí los ojos después de haberlos tenido cerrados durante satisfactorios segundos agonizantes, y visualicé la línea de su vena sobresaliente por la tensión, pulsando debajo de su capa de piel. ¿Qué clase de enferma deseaba tanto como yo hincar los dientes en algún cuello? Sospeché que cualquier vampiro, claro, sin pensar en las posibilidades de que esas cosas existan. A ver... Si consideraba el hecho de que yo era una de ellos entonces habría... Un 99,9% de que existieran los chupasangres, el otro uno por cierto le correspondía a: estoy loca o he estado soñando todo este tiempo.
Esos malditos impulsos me hicieron reaccionar de una forma que ni siquiera vi venir, algo tan rápido como la luz de un flash, algo tan repentino como la necesidad me asaltó y me vi envuelta en su sangre, en menos de medio segundo había saltado a hincarle los dientes en su cuello. Perforé su piel con mis colmillos necesitados y Oh!! Fue todavía más excitante, Joe gimió cuando lo sintió, reparé en que no se lo esperaba. ¿Como me había privado antes de hacer esto? Probar su sangre fue algo tan íntimo, tan secreto, tan dulce y tan tóxico que sabía que debía de haber algo de prohibido en estar haciéndolo en ese preciso momento. Cada magnifica y deliciosa gota de sangre me degustaba con su sabor, el exquisito sabor de Joe, nada podría ser más suculento, su sangre estaba ardiendo y quemaba como ácido sulfúrico en mis adentros, me proporcionaba dosis y dosis de adictivo placer incontrolable y era mucho más que eso, era como si con cada gota que mi lengua saboreaba estuviera revelándome sus intimidades y secretos más recónditos, como si estuviéramos ambos desnudos conociendo los rincones escondidos de nuestro cuerpo y las sinuosas curvas estuvieran siendo descubiertas por primera vez. Un poco más de sangre suya entrando por mi organismo y me sentía un poco más estimulada. En mis oídos resonaban sus gemidos haciéndome sentir tan salvaje, tan viva, tan desbocada e impaciente. ¡Por los cielos! Necesitaba todavía más, mi cuerpo lo reclamaba a gritos y el de él también.
Aún con sus dientes en mi cuello recorría mi figura con sus manos, pasaba sus dedos por los laterales de mi cuerpo y me oprimía más contra sí mismo. Yo recorrí sus brazos palpando sus músculos con ferocidad y deseo palpitante, enterrando la punta de mis
dedos en su fuerte y compacta masa muscular, conseguí meter mis manos más tarde en el interior de su chaleco, estaba perdida, inconscientemente absorta en "Joeland o Joejonasworld, el mágico y placentero mundo de Joe" abordé a tirar de su camisa para sacársela dejándola fuera de su pantalón y así poder introducir mis manos dentro de ésta y poder tocar su abdomen. Y eso hice, su piel debajo de su camisa estaba caliente, su abdomen lleno de músculos estaba solidificado, Joe se estremeció con la intimidad del contacto mientras a su vez él tocaba lugares casi prohibidos, cercanos a los lugares prohibidos, como mis muslos desabrigados, mi cintura, el interior de mis brazos, el largo de mi espalda y mis caderas.
Jadeé cuando desenterró sus dientes de mi nuca, entonces pasó su lengua por encima de las incisiones hechas por sus colmillos, relamiendo las últimas gotas de sangre degustadas en su boca. Me siguió lamiendo repetidas veces el cuello, yo sentía escalofríos al percibir el tacto de su lengua escurriendo mi cuello hasta que también yo dejé de morderlo, su sangre seguía fluyendo y me vi obligada a pasar mi lengua también por su cuello. No pretendíamos manchar nuestra ropa con sangre, ¿o sí?
Él terminó de bajar las tiritas que mantenían al vestido sobre mis hombros, pero yo... Necesitaba sus labios, mi deseo me exclamaba por sus labios, que me besara, que me tentara con ellos, que mi boca sintiera la suya y él estaba más preocupado en quitarme la ropa.
Si tan solo hubiera tenido sus labios en el momento que los deseé, si tan solo se hubiera mostrado interesado en probar mis labios, si en ese instante hubiese buscado mi boca con la suya yo me hubiese dejado llevar por el placer y por mi estado de borrachera y no me hubiese interesado si me sacaba la ropa pero él no... No mostró el más mínimo indicio de aspirar besarme y yo me sentí como una cualquiera, de un momento a otro, recobrando el poco pudor y dignidad que me quedaba, intentando no dejarme llevar contuve un gemido ante sus caricias antes de hablar.
–Joe –balbucí con una voz que apenas brotó de mis labios–. Joe detente, estamos borrachos, no estamos pensando con claridad, podría pasar cualquier cosa –tomé sus brazos con ambas manos intentando frenar sus maniobras y recuperar la cordura.
Por un momento se resistió a detenerse, insistía manoseando mi cuerpo hasta que notó el empujón que yo había intentado remitirle, aparté sus brazos de encima y logré alejarlo, sólo unos centímetros pero gané que se detuviera.
–Tienes razón –susurró–. Maldita sea, no puedo con mi alma, estoy increíblemente borracho.
Suspiró. Casi sentí que era un suspiro de decepción.
Por mi parte también suspiré, pero suspiré de alivio, gracias a Dios había logrado conservarme lejos de sus caricias, de sus mordiscos, de su piel, de su calor, de su cuerpo, de su belleza, de su perfección, de sus labios, de... Está bien, no debía seguir pensando en eso.
La cabeza me empezó a doler con intensidad, el mareo se agudizó y escuché gritos provenientes del piso de abajo, gritos desde el lugar donde se celebraba la fiesta de alta sociedad, gritos de gente aterrada.
¡Oh no! Pensé. El hombre muerto en el ascensor, debían de haberlo visto.
Hasta ese momento alcanzaban mis recuerdos de esa noche, luego de eso no supe que pasó. Efectos del alcohol, supongo.
Me desperté en una cama, estaba en la guarida de los vampiros, podía oler a Nick cerca y a Nina, podía oler la alfombra y la sangre que seguramente acababan de beber ellos para el desayuno. También era la cama de Joe, su olor impregnaba el aire por todas partes, olía tan limpio, tan masculino, tan sensual, exclusivamente olía a él más que a nada, las sábanas estaban frías y las ahuecadas almohadas tenían calor corporal. Abrí mis párpados con cautela sabiendo que la luz me disgustaría, la primera mirada fue borrosa pero luego de parpadear dejé entrar los colores y luces a mi vista. Y... Algo de improviso, Joe estaba acostado a mi lado, estaba despierto, podía sentirlo al notar el movimiento agitado de su pecho, estaba arropado con las mismas sábanas que yo, era de día y él aún llevaba la misma ropa de la noche anterior, justo como yo se la había dejado, con la camisa por fuera y la corbata resistiendo a desanudarse, pero no alcancé ver más que sus labios y su barbilla recientemente rasurada, porque él se estaba cubriendo más de la mitad del rostro con un almohadón. También estaba cerca de mí, muy cerca. Vi como se humedeció sus labios con la lengua, fue un movimiento tentador e incitante.
–Dime que no pasó –articuló Joe tendido a mi costado.
¿Que no pasó el qué?
Ok, más tarde reparé en el significado de sus términos.
Inspeccioné debajo de las sábanas tratando de disimular para ver si encontraba algo anormal en el contexto, hallé que ambos llevábamos ropa, la misma de anoche. Sólo que yo estaba descalza y Joe seguía incluso con sus zapatos bien puestos.
Así que supuse que la respuesta era no, no me acosté con él, ¿verdad?
Literalmente estaba acostada junto a él, acostada con él y tal vez había dormido con él también, pero sólo había sido eso, ¿verdad? No había pasado nada entre ambos, ¿o sí?
Aun así no me arriesgué a responder. Yo no estaba segura.
El dolor de cabeza se hizo intolerable. En serio, jamás volveré a emborracharme, me dije en la mente.
El cuello de Joe, tenía sobre él una cura hecha de algodón pegado con cinta adhesiva quirúrgica, puse mi mano en mi cuello y también sentí que tenía un pequeño recuadro de algodón que cubría la herida de los colmillos de Joe
El sacó la almohada de su cara, vi su rostro que parecía estar cansado y a juzgar por sus párpados hinchados deduje que acababa de despertarse al igual que yo, su cabello negro estaba desarreglado, greñudo, y me dirigió una sonrisita cansada.
–¿Tú recuerdas algo? –me preguntó sosteniendo su sonrisa.
Antes de responder pensé un segundo, yo si recordaba algo, recordaba el mordisco, la sangre, el momento íntimo que pasamos enloquecidos tras los efectos de la borrachera. Luego los gritos y... Nada más, mi mente se quedaba en blanco después de ahí. Singularmente me preguntaba... Hasta que punto recordaba Joe lo que pasó? Porque según su tono de voz parecía que apesadumbras recordaba su nombre.
–Parece que anoche los dos quisieron divertirse –intervino Nina arrimándose caminando a la cama de Joe.
Joe y yo nos sentamos en la colcha, él se puso una mano en la cara y la deslizó hasta su cabeza entrelazando los dedos en su cabello revuelto.
–Recuérdame no beber tanto la próxima vez –dijo él sonriendo todavía.
–Lo haré –le respondió Nina.
¡Ew! ¿Cómo pude llegar a... Compartir sangre con Joe?
Maldito alcohol, gracias a ello había sido mordida por este hombre una vez más.
–¡Ouch! –protestó Joe tocándose el cuello como si le doliera–. Si que sabes morder duro –me miró con picardía.
–Eres un irresponsable, Joe – nick por fin habló y su mirada parecía furiosa.
–¿Estamos en problemas? –cuestionó él.
–Puede que sí –objetó Nina–, digamos que no éramos los únicos vampiros en la fiesta.
–Fue un caos cuando vieron al cadáver de Noel Ó Connor en el elevador –espetó Nick –. Otros vampiros estaban allí y sospechan que hay un nuevo vampiro.
–Si nos encuentran los vampiros mayores le cortaran la cabeza al vampiro nuevo y al responsable de haberlo creado –informó Nina.
Adiviné que cuando decía el vampiro nuevo se refería a mí y que cuando hablaba de "el responsable de haberlo creado” se refería a Joe.
–¿Por qué? –pregunté–. ¿Por qué quieren cortarnos la cabeza?
–Porque Joe como siempre es un imprudente –se quejó Nick con cierta alteración–. Joe debiste deshacerte del cadáver.
–Ella era la responsable de su comida, no yo –Joe se levantó de la cama.
–Ella no sabía lo que había que hacer y estaba ebria además –me defendió nick–. En lugar de eso estabas más preocupado por hincarle el diente a _______.
–¿Y quieren colgarnos porque maté a ese Noel? –interrogué rigurosamente confundida.
–No –expuso nick con severidad–. No puedes hacer a un vampiro nuevo si no tienes la autorización de un vampiro mayor, es decir de un Zephyr, está prohibido. Los matarán a los dos porque Joe te ha convertido y como podrás ver ellos lo han descubierto.
–¿Entonces por qué lo hicieron? –prorrogué–. ¿Por qué me convirtieron en un vampiro si estaba prohibido? ¿O por qué simplemente no pidieron aprobación para hacerlo?
–No fuimos nosotros, fue Joe –escrutó Nina mientras caminaba de aquí para allá con su típica gracia como una bailarina de ballet.
–Joe quiso una autorización para hacerte como nosotros –explicó Nick–. Pero los Zephyrs se la negaron y aun así él quiso insistir por alguna razón. Ahora nosotros somos sospechosos porque saben que solicitamos un permiso y si te ven creo que todos seremos castigados, somos un grupo, como una familia, y cuando se desobedecen las reglas se castiga a todos sus integrantes, los de nuestro tipo andamos en grupos, como pandillas o familias para mayor protección y para hacer más fácil la tarea de cumplir con el código de los vampiros. Un vampiro solitario es algo muy peligroso. Y un vampiro nuevo también.
–Como siempre... Tú tienes la culpa de todo Joe –le reclamé–. Me hiciste un monstruo y me alejaste de mi vida y de mi familia sólo para que un grupo de poderosos vampiros asesinos cortaran mi cabeza y acabaran con mi corta segunda vida. ¿Qué querías de mí? ¿Acaso no podías cumplir las reglas y dejarme siendo una chica normal que se casaría, tendría hijos, envejecería y moriría más tarde como todo el mundo?
Era claro que yo me había sobresaltado, todo esto era una basura, había matado gente, me habían alejado de mi perfecta y hermosa vida, me habían quitado a mi familia y me estaba convirtiendo en otra persona, alguien que yo misma no podía reconocer en el espejo.
–Basura –le insulté a Joe quien se quedó paralizado ante mi tono de total sinceridad y cólera. Esta vez se lo decía de la forma más sincera y con verdadera furia dentro de mí–. Eres una basura.
Dejé la cama para ponerme de pie, vi mi aspecto y me sentí desnuda, si mis padres me hubieran visto vestida con tan poca ropa les habría provocado un paro cardiaco.
Casi creí haber lastimado a Joe con mis palabras ya que algo en su expresión parecía haber cambiado, algo de tristeza se asomaba en sus ojos. Supe deshacerme de la lástima tan rápido como llegó, sacudí de mi cabeza la tonta idea de que había sido muy dura con Joe. Él se me acercó con firmes pasos.
–¿Sabes que es lo que quería de ti? –la expresión de Joe era muy seria cuando me dijo aquello–. ¿Sabes por qué quería hacerte inmortal?
Tragué saliva antes de que él continuara.
–Ellos lo saben –Joe se encogió de hombros–. nick lo sabe, ¿por qué no se lo preguntas?
Miré a nick durante algunos segundos, sentí mucha curiosidad por saber tal cosa. Aguardé a que Nick dijera algo pero no lo hizo, se quedó callado y volví mi mirada a Joe encogiéndome de hombros.
Joe puso los ojos en blanco y lanzó un suspiro con frustración.
–Te hice como yo porque quería hacerte mi pareja, te elegí para que estuvieras conmigo pero... –hizo una pausa–. ¡Dios! ¡Como me equivoque contigo! Lo único que haces es quejarte como una mocosa, nunca estaría con una chiquilla como tú. Qué bien que te fuiste con Nick que puede soportarte al menos.
Él seguía muy cerca de mí, la furia se apoderó de mí, me enojó tan rápido que sentí mi rostro enrojecer y fruncí el ceño apretando los labios.
Lo empujé con mucha fuerza, lo supe porque el rígido cuerpo de Joe se tambaleó en sus pies y se alejó de mí a continuación.
¿Qué clase de patán le dice eso a una chica? Este tipo era totalmente desagradable.
–Pues yo, nunca, jamás, sería pareja de un tipo como tú –gruñí casi a gritos.
–Eso dices ahora –me contradijo en voz baja.
–Ella tiene razón –refutó nick –. Eres una basura. ¿Cómo puedes tratar así a una chica?
–Joe no tiene remedio –impugnó Nina.
–¿Puedo preguntar cómo llegamos a la misma cama este ridículo y yo?
Joe estaba registrando el armario con una expresión de irritación en el rostro.
Nick se aclaró la garganta y Nina alzó las cejas mirando con picardía.
–Deberías haber visto como los dos se comportaban anoche –me dijo ella–. Ustedes mismos se acostaron juntos cuando llegamos.
Avergonzadísima miré hacia el techo.
–¡Oh no! Chicos por favor no me dejen beber tanto nunca más.
–Eres más agradable cuando estás ebria –balbuceó Joe al tiempo que sacaba una toalla de un cajón en el armario.
Puse mis ojos en blanco. Él sabía cómo irritarme, conseguía una fórmula perfecta para sacarme de quicio y hacerme perder el control. Aunque por otra parte me seguía preguntando hasta que parte recordaba Joe lo que había sucedido esa noche.
Joe estaba a punto de entrar al baño cuando se escuchó que llamaban a la puerta con un golpeteo repetitivo.
–Yo voy –vociferó Joe en un vacilante instante, luego, a toda marcha corrió apresurado hasta encontrarse con que Nina se interponía en su camino y ambos se mataban por llegar primero a la puerta.
Los vi correr como un par de fieras sólo peleándose para abrir la puerta.
Nick se percató de mi intrincada mirada. ¿Por qué la prisa por abrir la puerta?
–Son reglas de la casa –ratificó el calmado Nick –. Si se tratase de un humano, quien abra la puerta se queda con el humano, y parece que ambos están hambrientos.
El robusto Joe consiguió llegar a la puerta antes que Nina, la apartó con tosquedad impropia, así no se debía tratar a una chica, aunque esa chica estuviera habituada a vivir con hombres. Sin el mínimo asomo de caballerosidad se deshizo de Nina y abrió la puerta. Yo vi la línea de luz que entró desde afuera, molesta luz solar. Joe sonreía del lado de adentro de la puerta.
–Es éste un café, ¿no es cierto? –escuché una débil voz femenina proveniente de las afueras del lugar. Recordé el letrero que había afuera encima de la puerta, "Bourbon Street Cafe” decía en letras brillantes con un símbolo de una taza de café enorme humeando, incluso había un menú pegado del lado de afuera de la puerta y sólo entonces comprendí que no era más que una desdeñosa trampa, todos los supuestos bares y discotecas y tiendas de esa calle no eran más que una trampa de ilusionismo para atrapar humanos, gente como yo, como lo que yo había sido y ya no era.
–Viniste al lugar correcto, preciosa –contestó Joe sonriendo más abiertamente y apartándose ligeramente de la puerta para que la chica entrara. Pasaron segundos y la chica seguía del lado de afuera–. Vamos. No voy a morderte.
–O puede que si... –murmuró Nina tomando expresión de rabia.
Estuve segura de que Joe había escuchado a Nina pero sabia ocultarlo muy bien con su seductor aspecto de "no voy a morderte."
La pequeña mujer rubia atravesó la puerta insegura y palideció cuando vio las camas, la tele, el sofá, los sillones, el armario. La mirada de la chica se ensombreció y parecía ciertamente asustada. Joe cerró la puerta cuando ella entró.
–No... No es un café –ella, la asustada mortal tragó saliva y estaba petrificada tartamudeando cada palabra.
–No, no lo es –coincidió Joe–. Pero puedes divertirte con nosotros si quieres. ¿Y que querías? ¿Un café? También tenemos café aquí.
–Pero...
–Vale, eso me sonó como un sí –declaró Joe–. Vamos a jugar un jueguito, ¿quieres?
El aspecto de Joe era terroríficamente seductor, casi me tambaleé de miedo al intentar ponerme en el lugar de nuestra víctima. Joe agarró de la cintura a la chica y como un maniaco besó el cuello de la mujer. Para mi sorpresa la chica no se resistió, ella, por el contrario, correspondió al beso tremendamente bien.
Nick y Nina se encogieron de hombros y voltearon a verse el uno al otro para luego darle la espalda a la escena que Joe estaba haciendo en plena sala. Yo iba a hacer lo mismo pero fijamente observé como Joe la besaba a ella, en los labios, en el cuello, en el rostro, en los brazos, en los hombros. No pude evitar recordar la situación de la pasada noche. Joe y yo habíamos estado en circunstancias tan íntimas que hasta daba asco recordarlo. Inevitablemente sentí envidia de la chica. ¿Por qué él las había besado a todas menos a mí? ¿Qué tenían ellas que yo no tuviera? ¿Había algo mal en mí? ¿En mis labios? No tengo mal aliento. Pensé. Pero no me besó. No era que yo haya querido besarlo, al menos no de forma consciente, tampoco deseaba besarlo ahora ni mucho menos, pero aun así me preguntaba por qué. ¿Que tenía yo que no le dieron ganas de besarme? Sacudí de mis pensamientos aquello, yo no estaba interesada en probar sus labios así que no debía importarme el tema. Retiré mi vista violentamente de la pareja de Joe cuando oí el grito ahogado de la mujer adolorida, muriéndose entre los fuertes brazos de Joe, debería decir tan solo los brazos de Joe.
Acabó tan rápido como había empezado, Joe desapareció el cuerpo de la chica y ahora Nina golpeaba los brazos de Joe con los puños cerrados.
–Eres un estúpido, Joseph Jonas –gritaba Nina con una burlesca furia que realmente mostraba que su ira era fingida–. Yo tendría que haberme bebido la sangre de esa mujercita.
–Te gané, admítelo –decía Joe entre risitas picaras.
Nick estaba sentado en el sofá, fui a sentarme junto a él y él se levantó sin disimular, con una hosquedad poco característica de él.
Genial. ¿Desde cuándo los chicos me rechazaban así? Me pregunté.
Minutos más tarde, entre peleas sin sentido de Joe y Nina la puerta principal se abrió y aparecieron Alan y Adolph con una aventurera expresión de emoción.
–Tomen todo lo que puedan –sonó la voz de Adolph–. Nos vamos ahora.
Nick y Nina afirmaron con la cabeza y fueron a buscar un par de mochilas que ya tenían previamente preparadas. Joe y yo estábamos más bien confundidos.
–Nos buscan los vampiros. Ellos quieren matarnos –atestiguó Alan con extrema calma.
–¿Si sabían esto por qué no me dijeron para hacer mis maletas? –dijo Joe.
Yo no tenía ropa. Sólo mis zapatillas negras de tacón, las cuales busqué con la mirada por toda la habitación. Nina salió a la calle junto con Nick y Adolph.
–Los espero en el auto –gritó Alan antes de salir por esa puerta disparado como una exhalación.
–Espera... ¿Qué auto...? –Joe alzó la voz pero cuando terminó de hablar Alan ya se había largado.
Me arrodillé para buscar mis zapatos debajo del sofá con precipitación, como no estaban busqué debajo de las camas y finalmente en el baño mientras Joseph tomaba sus posesiones más preciadas para llevárselas.
Me frustré cuando pensé que tendría que irme descalza.
–¿Buscabas esto? –volteé a ver a Joe y él tenía alzada una de sus cejas y en sus manos colgaban mis zapatos.
Corrí hacia él y le arrebaté los tacones de las manos, salí al mismo tiempo que me colocaba los zapatos saltando en un pie.
El auto era un Chevy Impala de 1967 con cuatro puertas y en un color negro oxidado por la vejes, Nick iba de copiloto, Adolph en el asiento del conductor y Nina y Alan atrás, entré detrás de Joe al asiento trasero y como a duras penas entrabamos Nina se sentó en las piernas de Alan. Cuando todas las puertas estuvieron cerradas Adolph aceleró a toda marcha el clásico auto.
–¿Dónde conseguiste esta nave? –siseó Joe refiriéndose al auto.
–Era de una de nuestras victimas –respondió Alan.
Entonces recordé que yo viajaba con una pandilla de ladrones.
–¿Y a dónde se supone que iremos? –siguió Joe.
–Un grupo de hechiceros van a protegernos de los vampiros.
–¡JA! –me reí histéricamente–. ¿Un grupo de hechiceros? ¿Ahora me dirán que esas cosas también existen? ¿Y van a protegernos de los vampiros? Como no... Si nosotros somos los vampiros.
–Mejor no hables –Joe, que estaba a mi lado me cubrió la boca con una de sus manos.
Me quejé haciendo sonidos y balbuceando palabras inentendibles bajo los dedos de Joe. Lo mordí, le mordí la mano, no con mis colmillos, no con la intención de hacerlo sangrar, sino más bien un inocente mordisco para que me soltara.
–¡Ooouch! –chilló Joe apartando su mano de mi boca–. Controla esos dientecitos, ________.
Lo miré furiosa.
Nadie se molestó en explicarme lo de los hechiceros que luchaban con vampiros.
Remontamos la carretera y cayó la noche cuando aún conducíamos hacia un rumbo desconocido. Mis párpados me pesaron, empecé a sentirme adormecida por el sueño y me preparé para quedarme dormida cuando escuché por lo bajo que Adolph soltaba una maldición, él aceleró el auto hasta el fondo del pedal, corriendo como si estuviéramos en una persecución, y lo estábamos, en el reflejo del espejo retrovisor vislumbré otro auto, un Mustang Cobra, clásico también, a toda velocidad venía aquel estilizado auto y en su interior observé al conductor, era un tipo sombrío de ojos amarillos diabólicos, su piel era pálida, blanca como los copos de nieve, su cabello tan negro como el carbón y sus labios rojos como la sangre. Estaba rígido como una roca frente al volante de su Mustang. Con sólo verlo sentí escalofríos, era sencillamente aterrador, como ver a un fantasma... Sin embargo... ¿Qué tan aterrador podía ser ver a un fantasma ahora que yo era un vampiro? No me detuve a pensar esa respuesta, mi preocupación se fijaba en ese mortífero hombre pálido detrás de nosotros. ¿Era un vampiro también? ¿Un Zephyr? Yo no estaba segura pero me acurruqué abrazándome con mis brazos como si el frío me hubiera invadido. Temblé inconscientemente.
les gusto el capitulo mañana subo mas okis
ElitzJb
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
awwww me encanto
al fin paso algo con Joe
pero me siento mal por Nick
el era lindo :P que mal :evil:
Joe la convirtio porque queria que fuera su pareja awww :arre:
entonces porque dejo que Nick fuera tan lindo con ella y que la besara :¬¬:
siguela pronto plisss :¬w¬:
al fin paso algo con Joe
pero me siento mal por Nick
el era lindo :P que mal :evil:
Joe la convirtio porque queria que fuera su pareja awww :arre:
entonces porque dejo que Nick fuera tan lindo con ella y que la besara :¬¬:
siguela pronto plisss :¬w¬:
aranzhitha
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
OOOOOOOHH JOE LA ESCOGIIIIIOOOOOOO!!!!!
Y AAAIIIIII
PON OTROOO
Y AAAIIIIII
PON OTROOO
chelis
Página 2 de 50. • 1, 2, 3 ... 26 ... 50
Temas similares
» FBI vs CIA (Joe Jonas & tú) 1º TEMPORADA TERMINADA
» Solo un sueño (Nick Jonas) PRIMERA TEMPORADA/Terminada/
» La Seducción del Jefe [Joe Jonas & Tú]
» Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA)
» El Poder de Seduccion Joseph Jonas y __Tn.(Terminada)
» Solo un sueño (Nick Jonas) PRIMERA TEMPORADA/Terminada/
» La Seducción del Jefe [Joe Jonas & Tú]
» Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA)
» El Poder de Seduccion Joseph Jonas y __Tn.(Terminada)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 2 de 50.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.