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Normas rotas. niall y lauren.
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1. • Comparte
Normas rotas. niall y lauren.
- Ficha.:
- • Titulo: Normas rotas.
• Autor: Anne McAllister.
• Adaptación: Sí.
• Género: Drama y Romance.
• Contenido: Como mucho algún que otro insulto y contenidos sexuales.
• Advertencias: No voy a subir muy seguido.
• Otras páginas: No.
Sinopsis.
A Lauren o'Brien,la combinación irresistible de una fiesta nupcial, champan y la química con Niall Horan la había llevado a pasar un increíble fin de semana con él en la cama de consecuencias inolvidables. Hacia tiempo que aquel irlandés tan sexy se había ido y le había roto el corazón.
Así que, cuando el despiadado Niall volvió a aparecer en su vida, Lauren decidió alejarse para no sufrir. Tenía que hacerlo porque tenía un hijo de cinco años del que no quería que supiera nada.
Pero el heredero Horan no podía permanecer oculto para siempre.
Última edición por {@suckmyoreo} el Vie 06 Jun 2014, 9:23 am, editado 4 veces
{@suckmyoreo}
Re: Normas rotas. niall y lauren.
aviso: sólo subiré el capítulo uno, o al menos hasta que alguien comenté xdxd.
Niall Horan leyó el recibo arrugado en el que estaba garabateado un nombre, una dirección y un teléfono, y pensó en volver a guardarlo en el bolsillo. O mejor aún, en tirarlo. No necesitaba los servicios de ninguna casamentera.
Volvió a arrugar el trozo de papel y se quedó mirando por la ventanilla mientras se dirigía al norte por la Octava Avenida. Todavía no habían salido de Manhattan. Eran casi las cinco y media y lo mejor sería decirle al conductor que se olvidara.
Pero no lo hizo. En vez de eso, se acomodó en el asiento y, tal y como había hecho una docena de veces, volvió a alisar el papel con la palma de la mano y leyó: Lauran o’Brien. Su primo Luke le había escrito su nombre y su dirección durante la reunión familiar en la que habían coincidido en casa de los padres de Luke.
─Te encontrará la esposa perfecta.
─¿Cómo lo sabes? ─le había preguntado a Luke.
─Fui a la universidad con ella. Tiene un sexto sentido para saber quiénes están hechos el uno para el otro. ¿Quién sabe cómo lo hace? Llámala o ve a verla. A no ser que no quieras casarte ─había añadido Luke mirando a sus hermanos.
─De acuerdo. Cuando esté desesperado, la llamaré.
─Yo diría que ya estás desesperado ─había dicho Luke─. Dos prometidas en poco más de un año… A mí eso me suena a desesperación.
Sus hermanos, Ashton y Calum, habían asentido.
No buscaba una esposa perfecta, tan solo una adecuada. Tenía treinta ay cinco años y había llegado el momento de casarse. En su familia, los hombres no se casaban jóvenes. Los Horan disfrutaban de su soltería, pero llegaba un momento en que se volvían responsables, estables y maduros, y acababan lanzándose a la piscina. Y eso significaba sentar la cabeza.
Ashton debía de haber sido responsable desde niño. Pero incluso Calum, que había sido un fanático de la playa durante años, estaba casado. De hecho, llevaba años casado en secreto. Y Luke, el más joven de todos ellos y todo un espíritu libre, también iba a casarse.
Era una cuestión de tiempo y había llegado el momento de Niall.
Se había decidido el año pasado. Salir de conquista había empezado a aburrirle y prefería dedicar su tiempo a diseñar edificios que a llevarse mujeres a la cama.
Había decidido que lo mejor sería encontrar a una mujer que le gustase, explicarle las reglas, casarse con ella y seguir con su vida.
Tampoco tenía tantas reglas. Todo lo que quería era encontrar una mujer poco exigente con la que llevarse bien. No buscaba amor ni hijos. No quería complicarse la vida.
Su esposa y el compartirían cama cuando estuvieran en el mismo país e irían juntos a actos públicos.
Vivía en un apartamento que había reformado encima de su estudio de Brooklyn. Era un apartamento de soltero y no podía esperar que su esposa quisiera vivir allí. Podrían buscar otra casa más del trabajo de ella, la que quisiese. Estaba deseando ser complaciente. Así que, ¿tan difícil seria encontrar a una mujer que estuviera de acuerdo con sus normas? Al parecer, más de lo que había pensado.
Sus últimas tres citas habían sido prometedoras. Todas eran mujeres profesionales de treinta y tantos años. Las había conocido en actos sociales. Todas tenían importantes carreras, vidas vertiginosas y están tan ocupadas como él.
Pero la abogada había convertido la cena en un interrogatorio sobre su decisión de no tener hijos. La dentista no había parado de repetir lo mucho que odiaba y su profesión y cuanto deseaba dejarla para forman una familia. Y Melissa, la analista bursátil con la que había salido la noche anterior, le había dicho que su reloj biológico estaba corriendo y que quería tener un hijo en menos de un año. Al menos Niall se había dado prisa en decirle que no.
Aquella cita, al igual que muchas otras de las que había tenido desde que decidiera casarse, había sido un desastre. Lo que hizo volver a fijarse en el recibo que llevaba en la mano.
Se quedó mirando el papel el nombre que Luke le había garabateado en el papel: Lauren. Le traía recuerdos y con ellos, un estremecimiento de placer. Pelo rubio, ojos azules, suaves jadeos, besos ardientes… Se agitó en el asiento del taxi, En una ocasión, durante un fin de semana, había conocido a una mujer llamada Lauren.
Así que quizá aquello fuera un buen presentimiento y esta casamentera le encontrara esposa. Aquella Lauren había querido casarse con él.
─Piensa que estás delegando ─le había dicho Ashton─. Como si estuvieras en el trabajo.
Capítulo uno.
Niall Horan leyó el recibo arrugado en el que estaba garabateado un nombre, una dirección y un teléfono, y pensó en volver a guardarlo en el bolsillo. O mejor aún, en tirarlo. No necesitaba los servicios de ninguna casamentera.
Volvió a arrugar el trozo de papel y se quedó mirando por la ventanilla mientras se dirigía al norte por la Octava Avenida. Todavía no habían salido de Manhattan. Eran casi las cinco y media y lo mejor sería decirle al conductor que se olvidara.
Pero no lo hizo. En vez de eso, se acomodó en el asiento y, tal y como había hecho una docena de veces, volvió a alisar el papel con la palma de la mano y leyó: Lauran o’Brien. Su primo Luke le había escrito su nombre y su dirección durante la reunión familiar en la que habían coincidido en casa de los padres de Luke.
─Te encontrará la esposa perfecta.
─¿Cómo lo sabes? ─le había preguntado a Luke.
─Fui a la universidad con ella. Tiene un sexto sentido para saber quiénes están hechos el uno para el otro. ¿Quién sabe cómo lo hace? Llámala o ve a verla. A no ser que no quieras casarte ─había añadido Luke mirando a sus hermanos.
─De acuerdo. Cuando esté desesperado, la llamaré.
─Yo diría que ya estás desesperado ─había dicho Luke─. Dos prometidas en poco más de un año… A mí eso me suena a desesperación.
Sus hermanos, Ashton y Calum, habían asentido.
No buscaba una esposa perfecta, tan solo una adecuada. Tenía treinta ay cinco años y había llegado el momento de casarse. En su familia, los hombres no se casaban jóvenes. Los Horan disfrutaban de su soltería, pero llegaba un momento en que se volvían responsables, estables y maduros, y acababan lanzándose a la piscina. Y eso significaba sentar la cabeza.
Ashton debía de haber sido responsable desde niño. Pero incluso Calum, que había sido un fanático de la playa durante años, estaba casado. De hecho, llevaba años casado en secreto. Y Luke, el más joven de todos ellos y todo un espíritu libre, también iba a casarse.
Era una cuestión de tiempo y había llegado el momento de Niall.
Se había decidido el año pasado. Salir de conquista había empezado a aburrirle y prefería dedicar su tiempo a diseñar edificios que a llevarse mujeres a la cama.
Había decidido que lo mejor sería encontrar a una mujer que le gustase, explicarle las reglas, casarse con ella y seguir con su vida.
Tampoco tenía tantas reglas. Todo lo que quería era encontrar una mujer poco exigente con la que llevarse bien. No buscaba amor ni hijos. No quería complicarse la vida.
Su esposa y el compartirían cama cuando estuvieran en el mismo país e irían juntos a actos públicos.
Vivía en un apartamento que había reformado encima de su estudio de Brooklyn. Era un apartamento de soltero y no podía esperar que su esposa quisiera vivir allí. Podrían buscar otra casa más del trabajo de ella, la que quisiese. Estaba deseando ser complaciente. Así que, ¿tan difícil seria encontrar a una mujer que estuviera de acuerdo con sus normas? Al parecer, más de lo que había pensado.
Sus últimas tres citas habían sido prometedoras. Todas eran mujeres profesionales de treinta y tantos años. Las había conocido en actos sociales. Todas tenían importantes carreras, vidas vertiginosas y están tan ocupadas como él.
Pero la abogada había convertido la cena en un interrogatorio sobre su decisión de no tener hijos. La dentista no había parado de repetir lo mucho que odiaba y su profesión y cuanto deseaba dejarla para forman una familia. Y Melissa, la analista bursátil con la que había salido la noche anterior, le había dicho que su reloj biológico estaba corriendo y que quería tener un hijo en menos de un año. Al menos Niall se había dado prisa en decirle que no.
Aquella cita, al igual que muchas otras de las que había tenido desde que decidiera casarse, había sido un desastre. Lo que hizo volver a fijarse en el recibo que llevaba en la mano.
Se quedó mirando el papel el nombre que Luke le había garabateado en el papel: Lauren. Le traía recuerdos y con ellos, un estremecimiento de placer. Pelo rubio, ojos azules, suaves jadeos, besos ardientes… Se agitó en el asiento del taxi, En una ocasión, durante un fin de semana, había conocido a una mujer llamada Lauren.
Así que quizá aquello fuera un buen presentimiento y esta casamentera le encontrara esposa. Aquella Lauren había querido casarse con él.
─Piensa que estás delegando ─le había dicho Ashton─. Como si estuvieras en el trabajo.
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