Mi amigo imaginario (Nick Jonas)

Hola a todas!! voy a ser buena y a subir una MARATON! just dance
hahaha como llevais un tiempo pidiendola y todavia no he hecho ningun maraton, pues lo hago hoy :)
disfrutar

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Capitulo 6

Samantha llegó a su casa enfurecida. No quería darle muchas vueltas a lo que había pasado con su vecino. Pero no entendía como no podía sacarse ese recuerdo de su cabeza. Suspiró e intentó dejarlo apartado. Si su madre se enterara o bien la castigaría eternamente o la emparejaría con el hijo de los dueños del club al que quería acceso VIP. Conociendo a su madre, ya sabía la respuesta.
Ella quería a Taylor, ¿no?. Sacudió la cabeza. Claro que lo quería. Llevaban juntos casi un año y todo el mundo les decían que eran el uno para el otro, que hacían una pareja adorable… Además, ella estaba segura de que nunca estaría con alguien que no quisiera. Amar era distinto. Amar era un sentimiento único y más poderoso. Amar solo amaría a una persona en su vida. La indicada.
Cuando entró a su habitación, todo estaba desordenado. Los cajones estaban revueltos al igual que su tocador. Sam bajó corriendo las escaleras con una enorme confusión.
- ¡Mamá!, ¿qué ha pasado en mi cuarto?
Grace estaba relajándose en el jacuzzi del jardín trasero junto a una copa de Champán. Por la zona en la que vivían, muchas personas podían permitirse lujos. Ellos no eran menos. Desde que se mudaron a esa casa, con una Samantha de trece años, tenían gimnasio propio, piscina climatizada interna y externa, sauna y baño de vapor y muchos más lujos innecesarios, pero de los que Grace no podía vivir.
- Hola querida. Dolores ha preparado batidos isotónicos. Ponte en la cinta y cena un batido. Este domingo tenemos que lucirnos.
- Mamá, ¿sabes que el champán que estás bebiendo lleva alcohol y el alcohol engorda?
Los ojos de Grace se salieron de sus orbitas y apartó la bebida de un manotazo. Sam no pudo evitar sonreír ante el gesto tan infantil de tu madre.
- Ew. No lo volveré a probar hasta la fiesta -salió del jacuzzi, luciendo su espectacular cuerpo sin una gota de grasa.
- Por cierto, ¿qué ha pasado en mi habitación?. Todo está revuelto.
Grace mostró sus perfectos dientes en una sonrisa y levantó ambas manos- Necesitaba el pintauñas lila con desesperación.
- ¿Y para eso revuelves todo? -Sam estaba boquiabierta ante su madre.
- No te preocupes -hizo un gesto con la mano como si se quitara una mosca de la nariz- Enseguida suben las chicas a ordenar todo. Haz ejercicio.
Y así, sin más, fue hasta dentro. Sam suspiró y miró al frente. Al final del jardín, había un enorme árbol que comunicaba con la casa de al lado, ahora ocupada por Nick. Se acercó al árbol y lo acarició. Cerró los ojos y sonrió al tacto rugoso de la madera. Cuando llegaron, ella le pidió a su madre su mayor sueño: una casa del árbol. Pero ella opinaba que era demasiado mayor para esos juegos y que era mejor una sesión de rayos UVA. Ella desistió su oferta. Siempre rechazaba los remedios artificiales que su madre la regalaba. Con doce años le había prometido una operación de pechos, ya que ella apenas tenía en ese momento. Agradeció que con el tiempo fueran normales y así poder evitarse entrar a un quirófano.
Se agarró al tronco del árbol e intentó escalarlo. Gracias al deporte era ágil y tenía sufriente fuerza como para aguantar su peso. Al principio subió con dificultad pero a medida que avanzaba iba cogiéndole el tranquillo y le resultaba más fácil.
Subió hasta una gruesa rama en la que descansó su cuerpo. Resopló y miró las vistas. Pero no eran las que ella esperaba ver.
A la vuelta de la valla, había un espectacular chico que se paseaba por el jardín de su casa con tan solo unos jeans ajustados. Era Nick. Y a Samantha cada vez le costaba más respirar al ver su espectacular cuerpo. Subió un poco más para que las hojas del árbol no taparan su vista, con tan mala suerte que se escurrió.
No cayó al suelo directamente. Trataba de agarrarse a ramas que encontraba, pero no fue sufriente y un buen golpe se llevó. Gimió de dolor e intentó incorporarse sin mucho existo. Solo consiguió sentarse con la espalda apoyada en el tronco.
- ¿Estás bien?
Samantha levantó la cabeza al oír una grave voz y vio a Nick, observándola por detrás de la valla. Ella suspiró y trató de levantarse. Cuando pudo -tras mucho esfuerzo- le dedicó una falsa sonrisa que no tranquilizó a ninguno.
- Perfecta, ya me ves.
Se giró y anduvo hasta su casa, pero una suave risa la despistó. Era Nick. Y se reía mirando a un punto que se encontraba entre sus caderas y rodillas. Samantha volteó la cabeza y pudo descubrir una enorme mancha de barro en su culo. Los síntomas de la vergüenza fueron notables en sus mejillas. Se aclaró la garganta y se acercó a él para mirarlo de frente, centrándose en levantar bien la barbilla, para que no la viera avergonzada.
- Sí, me he caído del árbol y me he manchado. ¿Has acabado ya de reírte o piensas volver a besarme?
¡Toma tu propia medicina!, se decía Sam orgullosamente. Nick pareció sorprendido unos segundos, pero después actuó con su ya corriente arrogancia.
- No pensaba volver a besarte, pero si me lo pides, puedo ceder.
Sam abrió la boca asombrada y lo fulminó con la mirada. Hizo un ruido que demostraba lo indignada que estaba. Giró sobre sus talones y entró a su casa.
Nick la miró desde el otro lado de la valla, hasta que desapareció. Se había dado cuenta de que en todos los años que habían estados separados, ella se había convertido en toda una mujer. Se alegraba por ella, ya que tenia mucha personalidad y no se había dejado absorber por su madre. Él era el único que sabia todas las cosas que Sam tuvo que aguantar desde bien pequeña. Nick siempre estuvo a su lado cuando Grace quería aprovecharse de la belleza de su hija. Por eso le dolió dejarla. Pero no hubo opción.
Suspiró y tomó el cortacésped. Al contrario que en la familia de al lado, ellos no tenían ningún empleado. Solo una vez a la semana venia Amber, que se encargaba de limpiar la casa a fondo. Por lo demás, todos colaboraban en las labores domesticas. A él no le importaba en absoluto. Es mas, disfrutaba haciendo algún trabajo físico que le permitía moverse y despejar su cabeza de la chica que vivía al lado.
Antes de encender la maquina, un chico de no más de doce años se acercó a él. Nick sonrió y le removió el pelo a su hermano pequeño.
- ¿Vienes a ayudarme, Frankie?
El pequeño sacudió la cabeza casi de inmediato. Ambos eran morenos con los ojos color café. Frankie era adorable. Lo único que le importaba era jugar con sus amigos y jugar al aire libre. No paraba.
- ¿Entonces a qué vienes?
- Venia para avisarte de que le digas a mamá que voy a cenar con los Russo.
Él asintió y miró a su hermano irse. Antes de ocultarse de su vista, Frankie gritó:
- Recuerda que tienes que cortar el césped de todo el jardín. Y organizar tu cuarto. Y preparar la cena. Y pasear a Elvis.
- ¿Pasear a Elvis no era tu trabajo? -Nick frunció el ceño, pero ya era tarde. Frankie se había ido.

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Capitulo 7

Era viernes por la tarde. Samantha estaba en el vestuario de chicas, ahora solo para las animadoras. Todas iban vestidas y peinadas del mismo modo, pero unas iban más maquilladas que otras, y Sam no era de las primeras. Solo puso un poco de brillo rosa en sus labios y un tono marrón claro para remarcar sus ojos azul verdosos.
Estaba nerviosa porque aún no había podido ver a Taylor y darle su beso de la buena suerte, como él lo llamaba.
Hicieron juntas los calentamientos y ensayaron algún pequeño movimiento de baile. Estarían animando durante todo el partido, y en el descanso bailarían junto a las animadoras del equipo rival. Eran el Chicago High, rivales duros, pero no los peores. El East High era, y siempre lo sería, rival del West High. Cuando esos dos equipos se juntaban, el “juego limpio” no existía.
La entrenadora dio la alarma y todas salieron en una fila india hasta el campo. Las gradas estaban llenas de fanáticos de ambos equipos que gritaban dejándose los pulmones, metafóricamente.
Samantha no solía ponerse nerviosa. Lo había superado después de tantos partidos, pero no podía evitar sentirse intimidada por tantas miradas en ella cuando bailaba.
Su corazón suspiró de alivio al ver como Taylor se acercaba a ella por un lado, la agarró de la barbilla y la besó con todas sus ganas.
- Gracias por mi beso de la suerte.
- Tú puedes -le animó Samantha.
- Con que tú creas en mi, sé que puedo.
Taylor se alejó para después salir junto al equipo. Del otro lado salió el otro equipo al mismo tiempo y todo el estadio estalló a gritos. Las animadoras se amontonaron en su lugar de campo correspondiente y empezaron a animarlos. Samantha bailaba juntos a sus compañeras mientras gritaban el nombre de su equipo.
Los chicos se colocaron en sus sitios y cuando el estruendoso pitido sonó, el juego empezó.
Samantha movía los pompones de arriba abajo con toda su energía y ánimos. En un momento determinado, dirigió la mirada a las gradas y vio una morena cabellera y la miraba con una sonrisa.
Ahora sí que estaba nerviosa.
Intentó no desconcentrarse y seguir a sus compañeras, pero su garganta aún no podía emitir ningun sonido. Estaba sockeada.
Nick la miraba como si nada más en el mundo existiera. Ni el partido, ni las demás animadoras, ni la gente que se agolpaba a su alrededor. Para él, lo único era ella. Pero aún estaba dolido por el beso que había presenciado. No sabía por qué lo había sorprendido. Él sabía que Sam era ahora la novia de Taylor, y nada podía hacer. Nick suspiró y se acomodó en el asiento, sin despegar los ojos de ella. Volvía a moverse con un ritmo que para ella parecía incansable y con una sonrisa permanente.
El equipo iba perdiendo por muy poca diferencia. Las animadoras del East High animaron con más fuerza a su equipo, que las correspondió con una buena jugada que los posicionó por encima.
Siguieron jugando hasta el descanso, donde las animadoras de los jugadores locales abrirían el baile.
Samantha, al ser la co capitana, estaba en la primera fila y tenía que controlar muchos movimientos, suyos y de las de más.
Empezaron con su coreografía ensayada. Les salió perfecta y todo el mundo no escatimó en aplausos y gritos.
Cuando las animadoras del equipo rival hicieron su baile, los jugadores volvieron al campo y empezaron a jugar de nuevo.
El ambiente estaba tan tenso que se podía cortar con un cuchillo. Iban empate y quedaban tan solo unos minutos. Finalmente. Taylor le entregró la victoria al equipo. Todos los fanáticos exclamaron con euforia y las animadoras agitaron sus pompones con gran emoción.
Samantha se tiró a los brazos de Taylor y lo abrazó. Estaban muy felices por haber ganado.
- Os invito a todos a pizza -comentó el entrenador Roberts.
Todos aceptaron encantados y fueron a celebrarlo a la pizzeria. Antes de marcharse, Samantha miró a las gradas. Nick ya no estaba. Suspiró. ¿Qué pensaba, invitarlo?. Sacudió la cabeza ante esa idea tan tonta. Abrazó a Ariel y esperaron a que Aria bajara del público para ir juntas a comer pizza.

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Capitulo 8

Samantha se alisó el ultimo mechón de pelo y se miró en el espejo. Llevaba un vestido de color lima que se ceñía debajo de sus pechos, para después adaptarse a sus curvas hasta las rodillas. En los pies usaba unas preciosas y delicadas sandalias de tacón. Puso unas gotas de Channel sobre su cuello y cerró los ojos al inhalar el aroma.
Grace entró y la miró con su orgullo reflejado. Se acerco a Sam y la examinó de cerca.
- Deberías recogerte un poco el pelo -tomó dos mechones que enmarcaban su cara y los retiró hacia atrás- mucho mejor.
Cuando hubieron acabado con el pelo, Grace la retocó ligeramente, añadiendo más maquillaje -que posteriormente ella se quitaría-.
Era domingo y tenían, como no, una fiesta. Samantha había acabado acostumbrándose a ese tipo de vida. No conocía otro. Desde pequeña su vida era así, y para ella ya era algo usual. Además, ¿a quién no le gustaba ir de fiesta con personas recatadas y estiradas?. Por ejemplo, a mí, pensaba Samantha cada vez que se hacía esa pregunta.
Subieron a la limusina blanca y vieron un programa sobre famosos para que el viaje les fuera más ameno. Grace no dejaba de despotricar sobre la celulitis y los granos de muchas famosas. Sam trataba de explicarle que eran personas y que era natural que salieran cosas así, pero para Grace nada valía.
En cuanto la limusina paró y abrieron la puerta, indicando que habían llegado, Sam salió de un salto que casi la dejó sin un tacón.
Pero todo era poco con tal de alejarse un rato de su madre. No sin antes recibir las típicas ordenes que la daba. Como si todavía tuviera siete años.
Ella asintió sin escuchar nada, hasta que su madre sonrió y le dio un beso al aire cerca de su mejilla.
Cuando por fin se separaron, Samantha exploraba el jardín de la mansión. Era inmenso y muy verde. Tenían flores de casi todos los colores y a lo lejos, pudo ver que tenían caballos de hípica. Suspiró. Al ser tan mayor no podría cometer la travesura de quitarse los zapatos y correr por la hierba hasta llegar a los caballos, para después acariciarlos y jugar con ellos. Ya era una “mujercita”, según Grace, así que lo más rebelde que podía hacer era no lavarse las manos en limón en un cambio de comida. Y ni eso podía.
Giró sobre sus talones para volver por el mismo camino. Divisó no muy lejos una hermosa fuente decorada con tridentes y sirenas. Quería acercarse, pero era muy tarde y la comida empezaba ya.
Anduvo con paso ligero hasta estar donde la comida sería. Era al aire libre, como muchas comidas de primavera. Hacía un esplendido sol que iluminaba la estancia. Aun que hacía fresco para estar sin mangas, tal y como era el vestido de Sam.
Miró disimuladamente por las sillas, en busca de su nombre. Lo encontró, justo al lado de un chico que parecía estar bastante bien. Debajo del traje observó que tendría un cuerpo ejercitado. Cantó hurra por no sentarse al lado de otro anciano verde que le echara la comida encima mientras hablaba.
Se sentó su lado con una enorme sonrisa que se desvaneció al ver quién era. No podía ser él.
- ¿Tú otra vez? -exclamó Sam.
- Hola, Samantha -Nick sonrió como si estuviera encantado de verla.
- Esto no puede estar pasándome a mí -susurró.
Alisó su vestido y colocó la servilleta. Se colocó con la espalda muy recta y miró al frente. Pensaba quedarse así hasta que trajeran la comida, para después centrarse en ella y olvidar lo de más. Pero no era capaz.
Nick la miraba de manera desvergonzada. Como si ella no notara que la estaba mirando con los ojos pegados a ella y fijamente. Sam empezaba a ponerse nerviosa, pero para taparlo, tomó su teléfono y escribió a sus mejores amigas. Estaba segura de que ellas la sacarían de ese apuro.

“Estamos en el SPA. Hablamos a la noche.”

Samantha aplaudió su suerte. Esta vez probó con Taylor, quien directamente no contestó. Gruñó suavemente y miró entre sus archivos. Todo con tal de no prestarle atención a la persona de su derecha.
Poco antes de que sirvieran la comida, Grace se había sentado en un lugar alejado, dejándola sola ante el peligro. Pero ya estaba preparada para esos casos. Comió con elegancia y clase, dedicándose exclusivamente a sus movimientos, que eran controlados por unos precioso ojos castaños.
Nick no podía apartar la mirada de ella. Era, definitivamente, más linda que cuando era pequeña. Con los años había adquirido otro aire menos inocente, pero aún conservaba era dulzura de cuando era pequeña. Lo supo cuando Samantha ayudó a una mujer de más de noventa años a pelar una langosta. Le costó trabajo, pero mientras lo hacía tenia en el rostro una blanca sonrisa.
Samantha se aclaró las manos en el liquido con olor a limón y las secó y el pequeño triangulo de papel que le habían entregado. Ahora estaban en un descanso de un plato a otro. Y Sam no sabía que hacer. Pero no tuvo que pensarlo mucho.
- Estuvo bien el partido del viernes.
- Siempre solemos ganar -acertó a comentar Sam con orgullo.
- Yo también ganaría si te tuviera a ti animándome.
Sam había notado lo pícaro del comentario y la sangre se le subió a la cabeza. Lo miró mal, con el ceño fruncido y volvió a ignorarlo.
- Es enserio. Ponías más energía que ninguna.
Ella no se daba cuenta de que Nick la estaba halagando. Estaba demasiado preocupada en intentar odiarlo. Sam colocó los cubiertos, nerviosamente. Los puso perfectamente rectos y a la misma distancia. Nick la miraba de cerca. Se inclinó hacia ella muy despacio. A Samantha se le puso el vello de punta y se quedó muy quieta. Notaba como su rodilla desnuda rozaba con la suave tela del pantalón de Nick. Su aliento cálido se instaló en su oído. Sam cerró los ojos y exhaló aire en un susurro.
- Quiero enseñarte luego algo.
Samantha no hizo nada. En menos de un segundo, Nick había vuelto a su sitio y los platos llegaron a la mesa cargados de comida. Nick empezó a comer mientras mantenía una animada conversación con el hombre de su derecha.
Sam aún estaba en shock, pero intentó tomar el tenedor y comer. No entendía por qué el inocente roce de sus rodillas y el aliento de Nick habían surtido más efecto en ella que un beso de Taylor. Sacudió la cabeza y comió, ignorando a todo el mundo.

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Capitulo 9

Los invitados habían dejado la mesa donde habían comido para dirigirse a otra parte del jardín, donde todo estaba preparado para que la gente bailara y tomara té.
A pesar de lo Sam había creído, era una fiesta bastante animada. No había muchos jóvenes, pero a los más mayores les encantaba salir con sus parejas y bailar lo que les pusieran. Samantha se quedó de pie en un rincón mientras miraba como las parejas se movían. Eran muy divertidos. Bailaban una canción rápida como si todavía fueran chavales. La gente empezó a aplaudir y Sam se unió a ellos. Admiraba como tan mayores habían conseguido encandilar a los invitados. Una delicada mano se posó en su hombro. Samantha giró la cabeza para encontrarse a la señora Jonas.
- Hace un día esplendido.
Samantha asintió educadamente y siguió mirando como bailaban, ahora una canción lenta.
- Me haría mucha ilusión que me hicieras un favor -dijo, avergonzada.
- Pídame lo que quiera. -Samantha la miró y la dedicó una relajante sonrisa.
- Somos nuevos aquí y me encantaría que bailaras con Nick. Está un poco solo y apenas conoce a nadie de aquí. Por favor.
Samantha vaciló, mirando de Nick a Denisse.
- Por favor -volvió a pedir la mujer con una sonrisa.
Sam suspiró y afirmó con la cabeza. Antes de poder decir nada más, Denisse la condujo hasta Nick, tomó a ambos de la mano y les dio un pequeño empujoncito hasta el centro, donde todos bailaban.
Nick miró a los ojos a Samantha y sonrió cálidamente. Con una mano la agarró de la cintura y con la otra la instó a poner las manos sobre sus hombros. Ella vaciló, pero lo hizo. No había caído en que ahora estaban muy cerca, como cuando se cayó encima de él el día que lo conoció.
Mientras bailaban, Samantha pensó en los días que habían pasado desde que lo conoció. Habían pasado muchos encuentros memorables. Y curiosamente, ella no se arrepentía de ninguno. Se recriminó que tendría que sentirse culpable por dejar que Nick la besara y encima gustarle. También, por no haberle contado a Taylor, su novio. Él no se merecía sufrir, y menos que ella le hiciera daño por un chico al que acababa de conocer. Porque lo acababa de conocer, se auto convenció Sam.
Notó sus fuertes manos sujetando su cintura con extremada delicadeza. A ella su perfume la embriagaba y se acercó más para olerlo mejor.
Nick se puso nervioso al sentirla tan cerca. Su corazón latía más deprisa que cuando la tomó de la cintura. Se concentró en que su respiración fuera regular, pero no podía con ella tan cerca. Cuando la había visto de pie, su corazón había parado para después estallar de amor. Estaba increíble con ese vestido, y ese color nunca lo había visto en ella. Le quedaba mejor que a nadie. Sin duda, era la más bella de la fiesta. Llevaba poco maquillaje, como cuando empezó a crecer, que se percató de que a él no le gustaba, y se quitaba casi todo. ¿Habría hecho esa vez lo mismo?. No podía ser, pensó Nick. Ella no sabía que él iba a estar en esa fiesta.
Suspiró cuando la música paró y perdió su contacto. El cielo había empezado a oscurecerse, advirtiendo que la noche estaba por llegar. Era la hora.
- Ven conmigo.
Antes de que Sam rechistara, la cogió de la mano y tiró suavemente de ella hasta salir del trozo de jardín donde la gente se amontonaba.
Caminaron unos metros, pero Nick paró de golpe al ver como a Sam le costaba seguir su ritmo.
- Quítate los zapatos.
- ¿Porque tú me lo ordenes? -comentó ella con orgullo.
- Porque te vas a caer y llenar de tierra.
Sam lo pensó durante unos segundos y se los quitó. No sin antes aniquilarlo con la mirada.
Siguieron caminando muy de cerca. Sam ya se había perdido. Por ese camino no había pasado cuando exploró la finca. Pero no estaba asustada.
Finalmente, descubrió el misterio de Nick. Ante ella, tenía una enorme fuente con tridentes y hermosas sirenas, donde su canto era el agua chocar contra agua y un arpa de fondo.
- Es maravilloso -exclamó una atónita Sam.
- Lo encontré mientras espiaba la casa.
Nick se guardó que ellos siempre lo hacían juntos. Sam, desde pequeña, había sido una niña muy despierta. Le encantaba descubrir cosas nuevas y las disfrutaba al máximo. Y ahora, para él, su mejor regalo era observar la cara de asombro que ella tenía. Volvía a ser aquella niña de cinco años.
Samantha se acercó y tocó el agua con las yemas de sus dedos. Cerró los ojos ante el suave roce del frío del agua y sonrió.
- Me encanta.
Nick se acercó por detrás de ella y miró fijamente la fuente.
- Aun no has visto lo mejor.
- ¿El qué? -Samantha ladeó la cabeza, confundida.
Cuando ella se giró para mirarlo, Nick la agarró por la cintura y ambos cayeron al agua. Al sacar la cabeza a la superficie, Samantha gritó indignada. Pero cuando vio a Nick empapado, empezó a reír y a tirarle agua a la cara. Ambos mantuvieron una pelea de agua, riendo a carcajadas.
Cuando ya se tranquilizaron un poco, Samantha nadó en la fuente. Era muy grande, pero no profunda. Se movía con gracia sobre el agua y elegancia, pero Nick sabía que esos movimientos no estaba controlados al cien por cien para que fueran perfectos. Nick se puso bajo un chorro de donde caía agua y se mojó aun más la cabeza. Sam rió al verlo y lo imitó.
Cuando salieron del agua, la luna ya había salido y las farolas cercanas estaban encendidas. Ellos seguían riendo por la travesura que habían hecho.
Samantha tembló frente al frío de la noche. Una suave chaqueta se posó sobre sus hombros y miró a Nick con agradecimiento en su mirada. No se acordaba de que se la había quitado, ya que la tiró casi de inmediato.
Sam tomó sus zapatos en una mano y caminaron de vuelta a la gente.
- Cuando mi madre me vea, me va a matar.
- Tengo una idea para que no se lo tome muy mal.
- ¿Cuál? -preguntó dudosa.
Nick se paró de golpe y Sam hizo lo mismo. Lo miró de cerca con una ceja enarcada.
- Venir el domingo que viene a montar en yate conmigo y mi familia.
Samantha vaciló y siguió andando. Nick la alcanzó enseguida y la miró, esperando una respuesta.
- No lo sé.
Cuando hubieron llegado, había poca gente bailando y menos aún sentada. Grace miró con horror a su hija, como si la hubieran despellejado viva.
- Samantha, ¿qué demonios ha pasado?
- Se cayó a una fuente cercana -excusó Nick.
Él se acercó a su madre y la tomó de la mano, acercándola a las Sullivan.
- Mamá, ¿verdad que sería increíble que el domingo vinieran a dar un paseo en yate?
A Grace se le iluminaron los ojos, pero Sam interrumpió el momento- Lo siento, pero no tenemos yate.
- No hay problema -dijo sin dudar Nick- os podemos prestar uno. Tenemos muchos.
Antes de que Samantha pudiera volver a replicar, su madre exclamó un ¡sí! que no dejaba margen a duda.
- Allí os veremos -dijo Denisse con una afable sonrisa.
- Sí, por supuesto -susurró Sam.


Espero que os haya gustado! :)

siii!!!! maraton!! MARATON!!!! me encanto!!!!

hay que Sam se de cuenta de que le gusta Nick!!

es mas creo que ya lo ama!!

y Nick que tierno es!! me gusto lla parte de la fuente!! hermoso!!

siguela pronto porfis!!!

Me encantarón los cuatro capis!!!!
Las partes que me mataron fueran la caida de Sami del arbol...(Donde vio a Nick solo con jeans )
y por dios... ¡Yo moriria de verguenza si me mancha el pantalón de esa manera! xD hahaha, ¡Oh! y la caida en la fuente...hahaha, los dos son unos tiernos *-*
¡Arrgh! y Grace, por dios... ¡Esa mujer me sorprende en cada capitulo! si mi madre entrara a mi habitación e hiciera eso...(Mami... tu sabes que te adoro!! :hug: hahaha ) no sé que haría!
Me encanta la ternura de Nicho, se pone todo feliz y emocionado cuando Sam esta cerca!
¡Gracias por subir la maratón!! ¡Siguela!
xoxo. Melanie

PD: Feliz fin de semana =D

AHHH POR FIN EL MARATON GRACIAS GRACIAS!
ahora..ah..otro MARATON MRATON MARATON!!
hahahahahha broma te dejare descansar para que no veas que soy mala..





.......................

ya fue suficiente tiempo..¬¬
MARATON MARATON MARATON..!
hahahahaha Siguela!
otro BESO BESO BESO BESO!

¡Oh por Dios santo! ¿Tanto me perdí? ¡Nick es un raro!
hjytgjfsnuerlasbsd. ¿La besó? ¡LA BESÓ! kffjshfa.
Genial, genial. Amé, amé, amé los capítulos.. ¡Fue el mejor maratón!
afbadjfksdf. Síguela, síguela. (:

Se me hicieron nada los capitulos, enserio me di cuenta que iba en el tres y me senti mal porque queria leer mas y mas y aun mas jajaja tu nove es demasiado adictiva, la otra igual, es la forma en que relatas los hechos, me encanta que hables acerca de como se siente nick que la ama tanto a Sam y yo lo amo a el jjaa
SIGUELA

Me encanto el Maratoon!
Muchiisiimas Graciiias
No puedo esperar a ver que pasa despues!!
Siguela :D

si si sis is is
escribes bien bonito
Nick la ama totalmente, lastima que sam haya roto la nota :/ y no se haya enterado de quien era en realidad
tengo muchas dudas!
por ejemplo donde se metio nick todos esos años?
Taylor, algo en el no me da buena vibra
en fin
me encantoooooooo
sige pronto shi?
saludosssssss

QUEREMOS CAPS!
QUEREMOS BESO!
QUEREMOS MAS CAPS..Y MAS BESOS!!
no es mucho....andale sube otro

woooolaaa!! me alegro de que os haya gustado la maraton :)
aqui vengo hoy con un nuevo capitulo y no se cuando podre volver a subir otro capitulo ?) estoy intentando no demorarme mucho pero apenas tengo tiempo para escribir, ademas de tiempo para pensar las cosillas hahaha
bueno, aqui el cap :)

Capitulo 10

Cuando Samantha volvió el lunes a la escuela, decidió contarle a sus amigas sobre su comida del domingo. No omitió nada excepto el nombre del chico con el que bailó y acabó empapada en una fuente.
Ellas rieron con la última parte, pero no dejaban de decirla que si ese chico era más sexy que Taylor, no se lo pensara y se fuera con él.
Pero Sam no era así. Ella no iba a cambiar a Taylor por los recuerdos que Nick le traía. Recuerdos sobre su imaginación cuando era pequeña.
No pudo ver a Taylor en toda la mañana, por lo que estuvo comiendo junto a sus mejores amigas y varias compañeras de las animadoras. Como tenían ensayo, habían quedado para comer juntas y después correr a ensayar para el próximo partido, que seria en un par de semanas.
La semana pasaba, y Nick la ignoraba.
Muchas veces se cruzaban por el pasillo, pero a veces, ni siquiera él dirigía la mirada hacia ella. A Samantha le irritaba. ¿Es que había olvidado lo bien que lo pasaron el domingo?. No lo sabía. Pero terminó que ella también lo ignoraría. No iba a darle el gusto de seguirle como muchas chicas hacían.
La tarde del jueves, Samantha salió a las cinco del colegio. Había terminado de ensayar y volvía a su casa andando. Con tan mala suerte que había una fuerte tormenta y enormes gotas de agua caían sobre su cabeza.
No llevaba nada para repeler el agua, así que se conformó con ponerse la fina capucha de la sudadera, y andar, ya que había leído que si se corría debajo de la lluvia, acababas mojándote más a que si caminabas.
El aire frío que había levantando la ventisca empezaba a calarse en sus finos huesos. Aceleró el paso, ignorando los estudios que había leído. Pero aún le quedaba mucho para llegar a casa.
Un coche pitó detrás suya. Ella se giró y vio que a su lado tenía un coche que paraba. La ventanilla se bajó y un Nick sonriente apareció tras ella.
- Sube. Te estás empapando. -acertó a comentar Nick.
Ella blanqueó los ojos y siguió caminando por el recorrido a su casa. Nick apretó suavemente el acelerador. Conducía a su paso y a su lado.
- Cada vez está lloviendo más.
Ella siguió ignorándolo. Miraba al frente. No entendía por qué ahora él paraba para llevarla a su casa si en toda la semana la había mirado dos o tres veces contadas.
- Venga, sube.
- No quiero molestarte -dijo ella a regañadientes.
- No me molestas. Voy al mismo lugar que tú.
Ella lo miró y observó una sonrisa en su rostro, como si lo que hubiera dicho había sido gracioso. Suspiró y aceleró su paso, pero Nick también.
- ¿Puedes dejarme tranquila? -exclamó cansada.
- Mm…No -el rió ante su comentario y bajó más la ventanilla.
- Eres insoportable -bufó.
Un relámpago iluminó el cielo. Ella paró de golpe y miró al cielo. Caía más agua y la tormenta parecía ponerse peor.
- Samantha, ¿quieres subir? .
Nick había parado el coche cuando ella lo hizo y había retrocedido para volver a ponerse a su altura. Ahora la miraba, esperando que aceptara su propuesta.
- Voy a empapar tu coche -murmuró.
Él sonrió y abrió la puerta del copiloto. Ella le ofreció una media sonrisa y rodeó el coche para sentarse a su lado. Cuando ya estuvo junto a él, Nick arrancó el coche. Ella se paró a escuchar la canción que estaba puesta. She will be loved, de Maroon 5. Ella marcó el ritmo, chocando suavemente la palma de su mano en la pierna. Nick miraba de reojo como ella movía la mano con la música. Se dio cuenta de que prefería envolverse en su mundo en vez de hablar con él.
Cuando llegaron, aparcó el coche frente a su casa.
- Muchas gracias -Sam salió del coche pero antes de que cerrara la puerta Nick exclamó:- Te veo el domingo.
Ella bufó y entró con prisa a su casa. Tenía razón, la tormenta había empeorado. Dentro de su casa olía a Sándalo y el aroma aparentaba ser más cálido de lo que en realidad lo era. Sam fue a dar un paso, pero una chillona voz se lo impidió.
- ¡Ni se te ocurra entrar con esas pintas! -gritó Grace mientras se llevaba las manos a la cara- ¡Dolores!. Pon algo para que pueda cambiarse.
Dolores llegó junto a una toalla que le entregó. Sam se secó el pelo y la cara con ella. Grace hizo un mohín con la boca y subió por las escaleras con paso refinado. Dolores murmuró algo parecido a “como si ella limpiara” a lo que Samantha rió disimuladamente. Se secó el cuello y al mirar hacia un lado, vio una bolsa de basura. Pero algo dentro de ella llamó su atención.
Tiró la toalla al suelo y cogió una pequeña caja desgastada. Era la caja de música que recibió el día de Navidad cuando tenía cinco años. La limpió con las manos y miró indignada a Dolores.
- ¿Qué hace aquí?
- Su madre mandó tirarla. Dijo que era muy fea para que fuera suya.
- Pues es mía -aseguró ella.
Se olvidó de la toalla y de su ropa húmeda y subió hasta su habitación. Cerró la puerta tras de si con un portazo y dejó con sumo cuidado la caja sobre el tocador.
- ¿No recuerda que me la regaló? -dijo para sí misma- quizás fue idea de papá…
Miró la caja por última vez y sacudió la cabeza. El regalo que más le gustó y su madre no lo recordaba. Era extraño, ya que no fue

Me gusto muchisiiiiiimoookel capi
No te preocupes tomate tu tiempo
Ya que eres bien genial *.*
chayos!

Amee los capitulos ! siento no aver comentado antes ! siempre tengo los fines de semana algo ocupados :) Que tiernito Nick...pero¿ por que la ignora? y Taylor que no estaba...