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La inocente novia del príncipe {Harry Styles} [CERRADA TEMPORALMENTE]
O W N :: Archivos :: Canceladas
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Re: La inocente novia del príncipe {Harry Styles} [CERRADA TEMPORALMENTE]
Capitulo 3:
A Adriana le encantaba trabajar rodeada del esplendor medieval del castillo, cuyos magníficos alrededores eran una fuente de fascinación sin fin para ella. Ir a su lugar de trabajo todas las mañanas en bicicleta le daba un sentimiento de libertad que hacía mucho tiempo que le había sido negado y el poder mezclarse con otras personas también le agradaba sobremanera, pero también era consciente de que no quería pasarse toda la vida limpiando, y de que para poder acceder a algo mejor necesitaba cualificación y estudios.
Sin embargo, la idea de tener que enfrentarse abiertamente a las rígidas normas de su padre le daba miedo, ya que desde pequeña había sido educada en la obediencia más ciega hacia él, que era un hombre frío y distante, de carácter violento e intimidatorio.
Isabel Kerr había enfermado cuando ella tenía trece años y Adriana la había cuidado desde entonces porque su padre había dicho que aquello eran «cosas de mujeres».
Adriana se había visto a tan tierna edad con una gran responsabilidad. Aunque tenía un hermano, Daniel, cuidar de su madre había sido sólo tarea de ella porque él ya tenía bastante con ocuparse de la granja en la que vivían.
Así había sido cómo Adriana, que siempre había sido la mejor estudiante de su clase, había comenzado a faltar al colegio y sus notas habían comenzado a empeorar paulatinamente. Su hermano había terminado por discutir con su padre por la falta de libertad que imponía en su hogar y, al final, se había ido de casa.
Así, en cuanto le había sido legalmente posible, Angus Kerr había hecho que su hija dejara de estudiar y la había recluido en casa para cuidar a su madre y hacerse cargo de los quehaceres domésticos. Durante cinco años, Adriana no había salido de casa más que para ir a la iglesia y hacer la compra semanal. A su padre no le hacía ninguna gracia que acudiera a ningún evento social y tampoco le permitía las visitas.
Exactamente un año después de la muerte de su madre, su padre se había casado con Mabel, una mujer de muy mal carácter cuyo principal pasatiempo era hablar mal de los demás.
En cualquier caso, Adriana le estaba agradecida porque ella había convencido a su padre para que la dejara trabajar diciéndole que así habría más dinero en casa.
-A ver si por lo menos esta semana, que está aquí el príncipe, lo ves y te alegras un poco la vida -comentó Jeanie riéndose.
-Para que lo sepas, esta mañana he visto su limusina -sonrió Adriana.
-La limusina no es nada comparada con él. Yo solamente lo he visto en un par de ocasiones y, de lejos, pero te puedo asegurar que es el hombre más guapo que he visto en mi vida -contestó Jeanie, apagando el cigarrillo y escondiendo el cenicero-. Es de esos hombres por los que una cometería más de un pecado.
-Tendré cuidado entonces para no cruzarme en su camino porque no quiero perder mi trabajo- termino Adriana
Cuando la habían contratado, le habían advertido que debía trabajar en el más absoluto silencio y que, si alguna vez se encontraba con el príncipe en un pasillo, debía irse a toda velocidad, así que Adriana no creía muy probable que pudiera verlo de cerca.
-Si yo tuviera tu cuerpo y tu cara, haría todo lo que estuviera en mi mano para tropezarme con él -bromeó Jeanie-. Si le gustaras, podría apartarte de todo este mundo y ponerte una casa para ti. ¡Te solucionaría la vida! -exclamó-. Imagínate la ropa que podrías tener, y las joyas, y, además... ¡un hombre impresionante en tu cama! Adriana, eres una mujer realmente guapa. Si hay alguien que pueda encandilar al príncipe Harry, ésa eres tú.
Adriana la miró sorprendida y se sonrojó.
-Yo no soy así...
-Pues te iría mucho mejor si lo fueras -insistió su amiga-. La vida es para disfrutarla y para divertirse. ¡Como no tengas cuidado, al final tu padre va a terminar convirtiéndote en una solterona!
Tras terminar de lavar la vajilla, Adriana la secó con cuidado a pesar de que sus pensamientos estaban a años luz de allí.
Se sentía muy diferente a Jeanie porque a ella la habían educado en una casa en la que la única referencia que se hacía sobre el sexo la hacía su padre y siempre diciendo que era «el pecado de la fornicación».
Lo único que le estaba permitido leer era la Biblia y otros textos sagrados y ahora que había tenido acceso a otro tipo de publicaciones, periódicos y revistas, en los que se hablaba de otras cosas completamente diferentes, Adriana se sentía secretamente atraída por la ropa y los lugares exóticos que había visto en ellas.
Ojala su padre fuera un hombre más razonable. Ojala le permitiera salir y conocer a gente, como hacían otras chicas de su edad. Adriana razonaba que, al fin y al cabo, él tenía que haber salido con su madre antes de casarse y que aquello no podía ser malo, ¿no?
A medida que había ido pasando el tiempo, su padre se había ido haciendo cada vez más irrazonable; hasta el punto de que había discutido con los parroquianos en la iglesia y había decidido dejar de ir, prohibiéndoles a Adriana y a Mabel que lo hicieran.
A Adriana le encantaba la música y uno de los pocos placeres que tenía en la vida era escuchar la radio, pero su padre se la había roto cuando Mabel se había quejado de que la chica pasaba demasiado tiempo escuchándola y tardaba mucho en preparar el desayuno.
Adriana todavía recordaba la cara de horror de su madrastra al ver la airada reacción de su marido.
Aquella tarde, después de comer, otra compañera le dio una revista que ella ya había terminado de leer y Adriana la aceptó con la cabeza baja.
Mientras se iba, escuchó cómo sus compañeras comentaban que era una pena cómo la había educado su padre y, palabras textuales de la que le había regalado la revista: «a esa pobre chica le da miedo hasta su propia sombra».
«No es cierto», se dijo Adriana mientras pedaleaba rumbo a casa.
No tenía tanto miedo, pero tampoco estaba tan loca como para buscar un enfrentamiento abierto con su padre antes de disponer de los medios necesarios para irse.
Sin embargo, la idea de tener que enfrentarse abiertamente a las rígidas normas de su padre le daba miedo, ya que desde pequeña había sido educada en la obediencia más ciega hacia él, que era un hombre frío y distante, de carácter violento e intimidatorio.
Isabel Kerr había enfermado cuando ella tenía trece años y Adriana la había cuidado desde entonces porque su padre había dicho que aquello eran «cosas de mujeres».
Adriana se había visto a tan tierna edad con una gran responsabilidad. Aunque tenía un hermano, Daniel, cuidar de su madre había sido sólo tarea de ella porque él ya tenía bastante con ocuparse de la granja en la que vivían.
Así había sido cómo Adriana, que siempre había sido la mejor estudiante de su clase, había comenzado a faltar al colegio y sus notas habían comenzado a empeorar paulatinamente. Su hermano había terminado por discutir con su padre por la falta de libertad que imponía en su hogar y, al final, se había ido de casa.
Así, en cuanto le había sido legalmente posible, Angus Kerr había hecho que su hija dejara de estudiar y la había recluido en casa para cuidar a su madre y hacerse cargo de los quehaceres domésticos. Durante cinco años, Adriana no había salido de casa más que para ir a la iglesia y hacer la compra semanal. A su padre no le hacía ninguna gracia que acudiera a ningún evento social y tampoco le permitía las visitas.
Exactamente un año después de la muerte de su madre, su padre se había casado con Mabel, una mujer de muy mal carácter cuyo principal pasatiempo era hablar mal de los demás.
En cualquier caso, Adriana le estaba agradecida porque ella había convencido a su padre para que la dejara trabajar diciéndole que así habría más dinero en casa.
-A ver si por lo menos esta semana, que está aquí el príncipe, lo ves y te alegras un poco la vida -comentó Jeanie riéndose.
-Para que lo sepas, esta mañana he visto su limusina -sonrió Adriana.
-La limusina no es nada comparada con él. Yo solamente lo he visto en un par de ocasiones y, de lejos, pero te puedo asegurar que es el hombre más guapo que he visto en mi vida -contestó Jeanie, apagando el cigarrillo y escondiendo el cenicero-. Es de esos hombres por los que una cometería más de un pecado.
-Tendré cuidado entonces para no cruzarme en su camino porque no quiero perder mi trabajo- termino Adriana
Cuando la habían contratado, le habían advertido que debía trabajar en el más absoluto silencio y que, si alguna vez se encontraba con el príncipe en un pasillo, debía irse a toda velocidad, así que Adriana no creía muy probable que pudiera verlo de cerca.
-Si yo tuviera tu cuerpo y tu cara, haría todo lo que estuviera en mi mano para tropezarme con él -bromeó Jeanie-. Si le gustaras, podría apartarte de todo este mundo y ponerte una casa para ti. ¡Te solucionaría la vida! -exclamó-. Imagínate la ropa que podrías tener, y las joyas, y, además... ¡un hombre impresionante en tu cama! Adriana, eres una mujer realmente guapa. Si hay alguien que pueda encandilar al príncipe Harry, ésa eres tú.
Adriana la miró sorprendida y se sonrojó.
-Yo no soy así...
-Pues te iría mucho mejor si lo fueras -insistió su amiga-. La vida es para disfrutarla y para divertirse. ¡Como no tengas cuidado, al final tu padre va a terminar convirtiéndote en una solterona!
Tras terminar de lavar la vajilla, Adriana la secó con cuidado a pesar de que sus pensamientos estaban a años luz de allí.
Se sentía muy diferente a Jeanie porque a ella la habían educado en una casa en la que la única referencia que se hacía sobre el sexo la hacía su padre y siempre diciendo que era «el pecado de la fornicación».
Lo único que le estaba permitido leer era la Biblia y otros textos sagrados y ahora que había tenido acceso a otro tipo de publicaciones, periódicos y revistas, en los que se hablaba de otras cosas completamente diferentes, Adriana se sentía secretamente atraída por la ropa y los lugares exóticos que había visto en ellas.
Ojala su padre fuera un hombre más razonable. Ojala le permitiera salir y conocer a gente, como hacían otras chicas de su edad. Adriana razonaba que, al fin y al cabo, él tenía que haber salido con su madre antes de casarse y que aquello no podía ser malo, ¿no?
A medida que había ido pasando el tiempo, su padre se había ido haciendo cada vez más irrazonable; hasta el punto de que había discutido con los parroquianos en la iglesia y había decidido dejar de ir, prohibiéndoles a Adriana y a Mabel que lo hicieran.
A Adriana le encantaba la música y uno de los pocos placeres que tenía en la vida era escuchar la radio, pero su padre se la había roto cuando Mabel se había quejado de que la chica pasaba demasiado tiempo escuchándola y tardaba mucho en preparar el desayuno.
Adriana todavía recordaba la cara de horror de su madrastra al ver la airada reacción de su marido.
Aquella tarde, después de comer, otra compañera le dio una revista que ella ya había terminado de leer y Adriana la aceptó con la cabeza baja.
Mientras se iba, escuchó cómo sus compañeras comentaban que era una pena cómo la había educado su padre y, palabras textuales de la que le había regalado la revista: «a esa pobre chica le da miedo hasta su propia sombra».
«No es cierto», se dijo Adriana mientras pedaleaba rumbo a casa.
No tenía tanto miedo, pero tampoco estaba tan loca como para buscar un enfrentamiento abierto con su padre antes de disponer de los medios necesarios para irse.
wylan
Re: La inocente novia del príncipe {Harry Styles} [CERRADA TEMPORALMENTE]
super linda!! siguela pliss!
*andy*
Re: La inocente novia del príncipe {Harry Styles} [CERRADA TEMPORALMENTE]
:c no importa... Pero como andy también podré estar en alguna de tus otras noves??Anya escribió:Mary: En rato mas subo el siguiente capitulo! Lo siento :( , pero hasta donde he leido no hay otras parejas solo una, pero salen a la mitad de la novela y muy poco.
Andy: :oops: Lo siento no hay otras parejas, pero posiblemente adapte otra novela, me avisas si quieres estar en esa :D
WeLoveNovelas: Bienvenida. Si la leiste en el foro de novelas de univision es la misma, pero como la que la estaba subiendo ya no la siguio y yo me enamore de la historia la quise adaptar con Harry. Por cierto ¿cual es tu nombre? :)
Grecia: Bienvenida, Grecia aww que lindo nombre una amiga asi se llama.
Ame el capi, Siguela, fue genial...
Besooos
Mari :3
prinsloo.
Re: La inocente novia del príncipe {Harry Styles} [CERRADA TEMPORALMENTE]
Mas tarde la actualizo...
wylan
Re: La inocente novia del príncipe {Harry Styles} [CERRADA TEMPORALMENTE]
Capitulo 4:
La belleza de aquel día de principios de verano pronto apaciguó su ánimo y la llenó de vitalidad.
Era viernes, su día favorito de la semana porque terminaba pronto de trabajar y solía tener la casa entera para ella durante la tarde porque su padre y Mabel estaban haciendo la compra semanal.
Adriana decidió sacar a pasear al perro y leer la revista y, media hora después, salía de casa de su padre y atravesaba la pradera verde en dirección al bosque. Una vez allí, entre los árboles, se quitó los zapatos, se desabrochó un par de botones de la blusa y se soltó el pelo para tumbarse al sol.
Squeak, un perro al que Adriana adoraba, se tumbó exhausto a su lado y no advirtió, pues hacía tiempo que había perdido el oído, el ruido de un motor que se acercaba. Adriana comenzó a devorar la revista y pronto estuvo completamente inmersa en el mundo de las celebridades, de la moda y del cotilleo.
De repente, el atronador ruido de una moto la sacó de sus ensoñaciones y, al girar la cabeza, comprobó con horror que iban a atropellar a Squeak.
Rápidamente, se puso en pie y consiguió sacar al perro de debajo de las ruedas de la motocicleta, cuyo conductor perdió el equilibrio ante la repentina frenada y cayó al suelo.
Adriana ahogó un grito de horror, pero pronto comprobó que al conductor no le había sucedido nada, pues se ponía en pie tan tranquilo.
-¿Qué hace usted aquí? -gritó al ver que el hombre se acercaba a ella.
Harry estaba furioso por haberse encontrado a una mujer sentada en mitad del camino, como si estuviera esperando a que alguien se la llevara por delante
Y, para colmo, le estaba gritando. Nadie le había gritado jamás.
Sin embargo, la belleza de aquella mujer nubló su enfado. Lucía una impresionante melena rubia que le llegaba a la cintura y tenía unos maravillosos ojos verdes que parecían esmeraldas.
Harry se sintió atrapado por su belleza.
-¿Cómo se atreve a entrar en esta propiedad? Es delito -insistió Adriana.
-Le aseguro que no soy ningún delincuente -contestó el motociclista con el casco puesto.
-¿Ah, no? ¿Y qué es la persona que entra en una propiedad que no es suya? -contestó Adriana enfadada porque todavía no le había pedido perdón por el incidente-. ¿No se ha dado usted cuenta de que iba muy rápido?
-Sé perfectamente la velocidad a la que iba -contestó Harry.
Adriana se dio cuenta de que aquel hombre no hablaba como un gamberro, aunque se comportara como uno de ellos. Era imposible no advertir su acento inglés de clase alta, pero a Adriana le dio igual.
Se estaba comportando fatal y eso era lo único que importaba, así que levantó el mentón y lo miró en actitud desafiante.
-¡Nos ha dado un susto de muerte a mi perro y a mí! -exclamó dejando a Squeak en el suelo.
Squeak se acercó a Harry, movió el rabo, se hizo un ovillo a su lado y descansó al sol.
-Por lo menos, él no me grita -comentó Harry.
-Yo no estoy gritando -se defendió Adriana -. ¡Lo único que quiero que comprenda es que podría haberme matado o haberse matado usted!
Harry se levantó la visera del casco y Adriana se quedó de piedra.
Lo primero que se le pasó por la cabeza al ver sus ojos fue la imagen de un halcón de los que tenían en el castillo. Aquel hombre poseía una mirada penetrante y dura, pero también un espectacular brillo en los ojos y unas pestañas negrísimas.
Adriana sintió que el corazón le daba un vuelco y comenzaba a latirle aceleradamente.
-No sea usted exagerada -aulló Harry.
-Iba usted demasiado deprisa... -insistió Adriana.
Harry no pudo evitar quedarse mirando el reflejo cegador del pelo de aquella mujer bajo el resplandor del sol y por primera vez en su vida olvidó qué iba a decir.
-¿De verdad? -preguntó quitándose el casco y revolviéndose el pelo.
Adriana sintió que la boca se le secaba. Aquel hombre era tan increíblemente guapo, que no pudo evitar quedarse mirándolo fijamente.
Tenía un rostro imposible de olvidar, una estructura ósea fantástica con unos maravillosos y altos pómulos, una nariz fuerte y masculina. De piel blanca, cabello rizado e impresionantes ojos verdes sugerían unos ancestros de otras tierras.
Aquel hombre la sedujo rápidamente y Adriana sintió que se mareaba como si hubiera estado dando vueltas sobre sí misma y, de repente, sintió en la pelvis algo que jamás había sentido antes.
-¿Cómo? -murmuró confusa.
Harry sonrió y Adriana se sintió embrujada por aquella sonrisa.
-Es cierto que conduzco muy deprisa, pero le aseguro que soy muy buen conductor -apuntó Harry.
-Pero a esa velocidad es imposible ver el camino -insistió Adriana.
-Desde luego, lo que uno no espera ni a esa velocidad ni a ninguna otra es encontrarse con una chica y un perro sentados en mitad del camino.
-En cualquier caso, esto es propiedad privada...
-Ya lo sé y sé perfectamente que no hay ganado suelto por aquí porque esta tierra es mía -contestó Harry.
-No, esta tierra no es suya. Da la casualidad de que yo vivo allí, bajando la colina, y sé perfectamente a quién pertenece esta tierra, así que no me puede usted engañar -sonrió Adriana.
Era viernes, su día favorito de la semana porque terminaba pronto de trabajar y solía tener la casa entera para ella durante la tarde porque su padre y Mabel estaban haciendo la compra semanal.
Adriana decidió sacar a pasear al perro y leer la revista y, media hora después, salía de casa de su padre y atravesaba la pradera verde en dirección al bosque. Una vez allí, entre los árboles, se quitó los zapatos, se desabrochó un par de botones de la blusa y se soltó el pelo para tumbarse al sol.
Squeak, un perro al que Adriana adoraba, se tumbó exhausto a su lado y no advirtió, pues hacía tiempo que había perdido el oído, el ruido de un motor que se acercaba. Adriana comenzó a devorar la revista y pronto estuvo completamente inmersa en el mundo de las celebridades, de la moda y del cotilleo.
De repente, el atronador ruido de una moto la sacó de sus ensoñaciones y, al girar la cabeza, comprobó con horror que iban a atropellar a Squeak.
Rápidamente, se puso en pie y consiguió sacar al perro de debajo de las ruedas de la motocicleta, cuyo conductor perdió el equilibrio ante la repentina frenada y cayó al suelo.
Adriana ahogó un grito de horror, pero pronto comprobó que al conductor no le había sucedido nada, pues se ponía en pie tan tranquilo.
-¿Qué hace usted aquí? -gritó al ver que el hombre se acercaba a ella.
Harry estaba furioso por haberse encontrado a una mujer sentada en mitad del camino, como si estuviera esperando a que alguien se la llevara por delante
Y, para colmo, le estaba gritando. Nadie le había gritado jamás.
Sin embargo, la belleza de aquella mujer nubló su enfado. Lucía una impresionante melena rubia que le llegaba a la cintura y tenía unos maravillosos ojos verdes que parecían esmeraldas.
Harry se sintió atrapado por su belleza.
-¿Cómo se atreve a entrar en esta propiedad? Es delito -insistió Adriana.
-Le aseguro que no soy ningún delincuente -contestó el motociclista con el casco puesto.
-¿Ah, no? ¿Y qué es la persona que entra en una propiedad que no es suya? -contestó Adriana enfadada porque todavía no le había pedido perdón por el incidente-. ¿No se ha dado usted cuenta de que iba muy rápido?
-Sé perfectamente la velocidad a la que iba -contestó Harry.
Adriana se dio cuenta de que aquel hombre no hablaba como un gamberro, aunque se comportara como uno de ellos. Era imposible no advertir su acento inglés de clase alta, pero a Adriana le dio igual.
Se estaba comportando fatal y eso era lo único que importaba, así que levantó el mentón y lo miró en actitud desafiante.
-¡Nos ha dado un susto de muerte a mi perro y a mí! -exclamó dejando a Squeak en el suelo.
Squeak se acercó a Harry, movió el rabo, se hizo un ovillo a su lado y descansó al sol.
-Por lo menos, él no me grita -comentó Harry.
-Yo no estoy gritando -se defendió Adriana -. ¡Lo único que quiero que comprenda es que podría haberme matado o haberse matado usted!
Harry se levantó la visera del casco y Adriana se quedó de piedra.
Lo primero que se le pasó por la cabeza al ver sus ojos fue la imagen de un halcón de los que tenían en el castillo. Aquel hombre poseía una mirada penetrante y dura, pero también un espectacular brillo en los ojos y unas pestañas negrísimas.
Adriana sintió que el corazón le daba un vuelco y comenzaba a latirle aceleradamente.
-No sea usted exagerada -aulló Harry.
-Iba usted demasiado deprisa... -insistió Adriana.
Harry no pudo evitar quedarse mirando el reflejo cegador del pelo de aquella mujer bajo el resplandor del sol y por primera vez en su vida olvidó qué iba a decir.
-¿De verdad? -preguntó quitándose el casco y revolviéndose el pelo.
Adriana sintió que la boca se le secaba. Aquel hombre era tan increíblemente guapo, que no pudo evitar quedarse mirándolo fijamente.
Tenía un rostro imposible de olvidar, una estructura ósea fantástica con unos maravillosos y altos pómulos, una nariz fuerte y masculina. De piel blanca, cabello rizado e impresionantes ojos verdes sugerían unos ancestros de otras tierras.
Aquel hombre la sedujo rápidamente y Adriana sintió que se mareaba como si hubiera estado dando vueltas sobre sí misma y, de repente, sintió en la pelvis algo que jamás había sentido antes.
-¿Cómo? -murmuró confusa.
Harry sonrió y Adriana se sintió embrujada por aquella sonrisa.
-Es cierto que conduzco muy deprisa, pero le aseguro que soy muy buen conductor -apuntó Harry.
-Pero a esa velocidad es imposible ver el camino -insistió Adriana.
-Desde luego, lo que uno no espera ni a esa velocidad ni a ninguna otra es encontrarse con una chica y un perro sentados en mitad del camino.
-En cualquier caso, esto es propiedad privada...
-Ya lo sé y sé perfectamente que no hay ganado suelto por aquí porque esta tierra es mía -contestó Harry.
-No, esta tierra no es suya. Da la casualidad de que yo vivo allí, bajando la colina, y sé perfectamente a quién pertenece esta tierra, así que no me puede usted engañar -sonrió Adriana.
wylan
Re: La inocente novia del príncipe {Harry Styles} [CERRADA TEMPORALMENTE]
Nueva lectora
O wow que genial esta tu novela
Siguela pronto :D
O wow que genial esta tu novela
Siguela pronto :D
totoro.
Re: La inocente novia del príncipe {Harry Styles} [CERRADA TEMPORALMENTE]
BeaPotterLermanKeynesღ escribió:Nueva lectora
O wow que genial esta tu novela
Siguela pronto :D
Hola bienvenida!
Mas tarde la continuo :)
cual es tu nombre?
wylan
Re: La inocente novia del príncipe {Harry Styles} [CERRADA TEMPORALMENTE]
Mas tarde actualizo...
wylan
Re: La inocente novia del príncipe {Harry Styles} [CERRADA TEMPORALMENTE]
NO LA PUEDES ENGANIAR HARRY! Okey no xddd owww me encanto esta novela, no se, esta mega genial aca de que es un principe y asi*0* me has hipnotizado con tan bella novela, debes de subir mas<3 la he amado, enserio que si:D tengo que saber que pasaraaaaaaaaa:o Harry el principe igshvrbkjrtbt<3 QUE SEXYYYYY! bueno bueno xd espero andes super y deja me presento xd soy Jenny y aca me tienes(: soy tu nueva lectora :B cuidate y que estes muy bien, xoxo<3.
Stardust.
Re: La inocente novia del príncipe {Harry Styles} [CERRADA TEMPORALMENTE]
Oye como que ya es hora de seguirla no crees? okno :D
Invitado
Invitado
Re: La inocente novia del príncipe {Harry Styles} [CERRADA TEMPORALMENTE]
Capitulo 5;
Harry se dio cuenta de que aquella mujer no lo había reconocido.
-Así que no es la primera vez que entra en estas tierras, ¿eh? -comentó Adriana recordando las huellas que había visto cerca de casa de su padre-. Para que lo sepa, ha estropeado usted el camino de la colina.
-Le aseguro que yo no he sido -contestó Harry ofendido.
-¿Ah, no? ¿Cuántos motoristas como usted hay por aquí?
-Señorita, le agradecería que, teniendo en cuenta que no tiene usted pruebas, no me acuse de algo que yo no he hecho -se defendió Harry -, Es una gran ofensa -añadió en tono frío y distante.
Adriana palideció.
-A mí lo que me parece una gran ofensa es que todavía no me haya usted pedido perdón por haberme dado el susto de mi vida -contestó ofendida.
Harry se sonrojó, pues siempre se había tenido por un hombre extremadamente cortés.
-Por supuesto, le pido perdón por asustarla.
-Bueno, yo también le pido perdón por haber dicho que había sido usted el que había entrado en las tierras de mi padre con la motocicleta y las había estropeado -contestó Adriana.
-¿Estaba usted leyendo? -preguntó Harry recogiendo la revista de Adriana del suelo.
-Sí, gracias -contestó Adriana aceptándola y sonrojándose al ver que Harry la miraba intensamente.
Harry tuvo que hacer un gran esfuerzo para controlar su deseo pues los labios de aquella mujer y sus preciosos y firmes pechos le hacían desearla con tanta intensidad, que estaba atónito.
-¿Le habrá pasado algo a la moto? -preguntó Adriana, nerviosa, pues se había dado cuenta de que entre ellos se había instalado una extraña tensión cuyo origen no acertaba a vislumbrar.
-No creo -contestó Harry.
Había conseguido controlarse, sí, pero estaba enfadado consigo mismo porque no entendía cómo se sentía atraído por aquella mujer. Por muy guapa que fuera, él estaba acostumbrado a mujeres increíblemente bellas, así que no era aquélla la razón.
-¿Va usted muy lejos? -quiso saber Adriana.
En otra circunstancia, jamás se hubiera atrevido a preguntar algo así a un desconocido, pero lo cierto era que sabía que aquel hombre se iba a ir y no quería que se fuera.
-No, voy al castillo -contestó Harry, levantando la motocicleta del suelo.
Podría haberle dicho quién era, pero decidió que no había motivo para hacerla pasar tal vergüenza porque lo más probable era que jamás volvieran a verse.
Adriana supuso que el motociclista estaba pasando una temporada invitado en el castillo en el que ella trabajaba y rezó para que no diera un mal informe de ella a nadie porque, de ser así, perdería el trabajo y su padre se enfadaría.
Harry se puso el casco, puso la motocicleta en marcha, se montó y se alejó sin siquiera mirarla, pero pensando en ella, en sus maravillosos ojos verdes y en que parecía asustada e infeliz, lo que lo llevó a preguntarse qué tipo de vida llevaría con aquel padre fanático del que le había hablado el encargado del castillo.
De repente, se encontró preguntándose si Adriana Kerr estaría dispuesta a convertirse en su amante. Harry se enfureció consigo mismo por semejante pensamiento pues tener una amante implicaba una relación y él prefería saltar de cama en cama sin comprometerse con ninguna mujer.
No estaba dispuesto a perder su libertad por nadie y, además, Adriana Kerr era una empleada. ¿Qué demonios le estaba sucediendo? ¡En menos de veinticuatro horas, se le había pasado por la cabeza que tenía que encontrar esposa y ahora estaba pensando en tener una amante!
Tras hacer un agujero bajo los árboles y enterrar la revista, Adriana corrió a casa seguida de cerca por Squeak. Al llegar, entró por la puerta de atrás y, para su desgracia, se encontró con su padre.
-Vaya, no sabía que ibais a volver tan pronto... ¿ha ocurrido algo? -preguntó nerviosa al percibir la tensión en el ambiente.
-La madre de Mabel se ha puesto enferma y se va quedar a pasar la noche con ella -contestó Angus Kerr-. ¿Dónde has estado?
-He salido a dar un paseo -contestó Adriana -. Perdón...
-Si yo hubiera estado en casa, no habrías estado holgazaneando por ahí. ¿Qué has estado haciendo?
Adriana se quedó de piedra.
-Nada.
-Espero que así sea -gruñó su padre acercándose a ella y agarrándola del brazo con fuerza-. Prepárame la cena ahora mismo. Después de cenar, leeremos la Biblia y rezaremos para que no vuelvas a caer en el pecado de la holgazanería -añadió saliendo de la cocina.
Una vez a solas, Adriana se frotó el brazo con el ceño fruncido y se dijo que no debía preocuparse, ya que su padre tenía mal genio, pero jamás le había levantado la mano.
Sin embargo, tenía la penosa sospecha de que aquello estaba a punto de cambiar.
-Así que no es la primera vez que entra en estas tierras, ¿eh? -comentó Adriana recordando las huellas que había visto cerca de casa de su padre-. Para que lo sepa, ha estropeado usted el camino de la colina.
-Le aseguro que yo no he sido -contestó Harry ofendido.
-¿Ah, no? ¿Cuántos motoristas como usted hay por aquí?
-Señorita, le agradecería que, teniendo en cuenta que no tiene usted pruebas, no me acuse de algo que yo no he hecho -se defendió Harry -, Es una gran ofensa -añadió en tono frío y distante.
Adriana palideció.
-A mí lo que me parece una gran ofensa es que todavía no me haya usted pedido perdón por haberme dado el susto de mi vida -contestó ofendida.
Harry se sonrojó, pues siempre se había tenido por un hombre extremadamente cortés.
-Por supuesto, le pido perdón por asustarla.
-Bueno, yo también le pido perdón por haber dicho que había sido usted el que había entrado en las tierras de mi padre con la motocicleta y las había estropeado -contestó Adriana.
-¿Estaba usted leyendo? -preguntó Harry recogiendo la revista de Adriana del suelo.
-Sí, gracias -contestó Adriana aceptándola y sonrojándose al ver que Harry la miraba intensamente.
Harry tuvo que hacer un gran esfuerzo para controlar su deseo pues los labios de aquella mujer y sus preciosos y firmes pechos le hacían desearla con tanta intensidad, que estaba atónito.
-¿Le habrá pasado algo a la moto? -preguntó Adriana, nerviosa, pues se había dado cuenta de que entre ellos se había instalado una extraña tensión cuyo origen no acertaba a vislumbrar.
-No creo -contestó Harry.
Había conseguido controlarse, sí, pero estaba enfadado consigo mismo porque no entendía cómo se sentía atraído por aquella mujer. Por muy guapa que fuera, él estaba acostumbrado a mujeres increíblemente bellas, así que no era aquélla la razón.
-¿Va usted muy lejos? -quiso saber Adriana.
En otra circunstancia, jamás se hubiera atrevido a preguntar algo así a un desconocido, pero lo cierto era que sabía que aquel hombre se iba a ir y no quería que se fuera.
-No, voy al castillo -contestó Harry, levantando la motocicleta del suelo.
Podría haberle dicho quién era, pero decidió que no había motivo para hacerla pasar tal vergüenza porque lo más probable era que jamás volvieran a verse.
Adriana supuso que el motociclista estaba pasando una temporada invitado en el castillo en el que ella trabajaba y rezó para que no diera un mal informe de ella a nadie porque, de ser así, perdería el trabajo y su padre se enfadaría.
Harry se puso el casco, puso la motocicleta en marcha, se montó y se alejó sin siquiera mirarla, pero pensando en ella, en sus maravillosos ojos verdes y en que parecía asustada e infeliz, lo que lo llevó a preguntarse qué tipo de vida llevaría con aquel padre fanático del que le había hablado el encargado del castillo.
De repente, se encontró preguntándose si Adriana Kerr estaría dispuesta a convertirse en su amante. Harry se enfureció consigo mismo por semejante pensamiento pues tener una amante implicaba una relación y él prefería saltar de cama en cama sin comprometerse con ninguna mujer.
No estaba dispuesto a perder su libertad por nadie y, además, Adriana Kerr era una empleada. ¿Qué demonios le estaba sucediendo? ¡En menos de veinticuatro horas, se le había pasado por la cabeza que tenía que encontrar esposa y ahora estaba pensando en tener una amante!
Tras hacer un agujero bajo los árboles y enterrar la revista, Adriana corrió a casa seguida de cerca por Squeak. Al llegar, entró por la puerta de atrás y, para su desgracia, se encontró con su padre.
-Vaya, no sabía que ibais a volver tan pronto... ¿ha ocurrido algo? -preguntó nerviosa al percibir la tensión en el ambiente.
-La madre de Mabel se ha puesto enferma y se va quedar a pasar la noche con ella -contestó Angus Kerr-. ¿Dónde has estado?
-He salido a dar un paseo -contestó Adriana -. Perdón...
-Si yo hubiera estado en casa, no habrías estado holgazaneando por ahí. ¿Qué has estado haciendo?
Adriana se quedó de piedra.
-Nada.
-Espero que así sea -gruñó su padre acercándose a ella y agarrándola del brazo con fuerza-. Prepárame la cena ahora mismo. Después de cenar, leeremos la Biblia y rezaremos para que no vuelvas a caer en el pecado de la holgazanería -añadió saliendo de la cocina.
Una vez a solas, Adriana se frotó el brazo con el ceño fruncido y se dijo que no debía preocuparse, ya que su padre tenía mal genio, pero jamás le había levantado la mano.
Sin embargo, tenía la penosa sospecha de que aquello estaba a punto de cambiar.
wylan
Re: La inocente novia del príncipe {Harry Styles} [CERRADA TEMPORALMENTE]
Stardust. escribió:NO LA PUEDES ENGANIAR HARRY! Okey no xddd owww me encanto esta novela, no se, esta mega genial aca de que es un principe y asi*0* me has hipnotizado con tan bella novela, debes de subir mas<3 la he amado, enserio que si:D tengo que saber que pasaraaaaaaaaa:o Harry el principe igshvrbkjrtbt<3 QUE SEXYYYYY! bueno bueno xd espero andes super y deja me presento xd soy Jenny y aca me tienes(: soy tu nueva lectora :B cuidate y que estes muy bien, xoxo<3.
Ahahah ame tu comentario me hizo reir ahah hasta se me quedaron viendo con cara de y esta que?? hehe
a mi tambien me encanto la idea de que Harry fuera un principe, buenoo Jenny bienvenida y sigue disfrutando la novela ;)
wylan
Re: La inocente novia del príncipe {Harry Styles} [CERRADA TEMPORALMENTE]
Wow, el papa es un maldito, enserio-.- me cayo mal y Harry tambien me cayo mal, osea le hara pasar mas verguenza cuando se vean xddd y bueh xd pero en si me encanto el capitulo, muy bueno:B pobre de Adri:c sigue! Y gracias por la bienvenida(: xoxo<3
Stardust.
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