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"Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Capitulo 14
Hacía ya cinco semanas que había llegado a Londres; cinco semanas desde que trabajaba en The Whiteboard, cinco semanas viviendo con Joe; cinco semanas increíbles. Al principio, había creído que se le pasaría, que ella y Joseph sólo serían amigos. Nada más lejos de la realidad.
Durante esas cinco semanas, habían compartido muchas cosas. Cada noche, después de cenar, se quedaban hablando, recordando sus aventuras de cuando eran pequeños, o contándose cosas que ninguno de los dos había contado nunca antes a nadie. Luego, cada mañana, iban a trabajar juntos, y a la hora de salir, si Joe tenía que quedarse hasta más tarde, la llamaba para que se fuera con Jack o con otro de sus compañeros. Nunca dejaba que se marchase sola. Los fines de semana eran aún «peor». Joseph la había llevado al teatro, a cenar con sus amigos, al cine. Le abría las puertas de los taxis, le decía lo guapa que estaba y, de vez en cuando, le daba la mano o le acariciaba la mejilla. Pero nada más. Si seguía así, ______ iba a volverse completamente loca.
Trabajar en el mismo sitio y compartir piso ya era de por sí difícil de sobrellevar, pero si a eso le sumaba lo encantador que estaba cuando salían por ahí juntos, la cosa rozaba ya la tortura.
______ recordaba como especialmente «dolorosa» la noche del pasado sábado, cuando Joe la sorprendió con dos entradas para la ópera. La Royal Opera House estaba muy cerca de su piso, y era un edificio precioso que justo acababan de restaurar. Conseguir entradas para cualquiera de los espectáculos que allí se ofrecían no sólo era muy difícil, sino también carísimo. Cuando le preguntó cómo las había obtenido, Joe se limitó a responder que eso no era asunto suyo y que lo único que ella tenía que hacer era disfrutar del concierto. ______ no se acordaba de cómo se había vestido ella esa noche, pero nunca olvidaría lo atractivo que estaba él, con su traje oscuro y sus gafas. Joseph era miope y siempre llevaba lentillas, pero esa noche estaba demasiado cansado como para ponérselas, por lo que optó por llevar las gafas; la alternativa habría sido no ver nada. Durante el concierto, él le susurraba al oído sus comentarios. De todos es sabido lo educados que son los ingleses, y hasta qué extremos son capaces de llegar para no molestar a los demás, pero saber eso no evitaba que a ______ se le pusiera la piel de gallina cada vez que él se le acercaba.
Lo peor de todo fue cuando, al finalizar la ópera, fueron a tomar una copa con sus amigos. Jack, Amanda, su hermana Rachel, Nicholas y Monica estaban en un local a unas cuantas manzanas, y de camino hacia allí, Joe la rodeó con el brazo; según él, para evitar que se cayera con los tacones que llevaba, pero ______ no acabó de tragarse esa excusa. Casi cada día llevaba zapatos de tacón, y él no se preocupaba tanto. Tan pronto como cruzaron la puerta del local, Joseph la soltó, respiró hondo (cosa que hacía cada vez más a menudo) y fue a charlar con Jack. ______ se acercó a Amanda para hacer lo mismo, pero Nicholas la interceptó, se sentó a su lado y, con sus bromas y piropos, logró que se sonrojara. Era incorregible; incluso la convenció para que bailara con él un par de canciones. Lástima que al final de la segunda Joseph decidió que había llegado el momento de regresar a casa y, sin ningún tacto, tiró de ella hacia la salida.
Todas las noches, antes de dormirse, ______ intentaba pasar revista al día para ver si lograba averiguar lo que de verdad pretendía Joseph: había veces en que llegaba a la conclusión de que él sólo quería que fueran amigos, ¿por qué si no le habría estado hablando de la guapa periodista que había conocido unos meses atrás en París? Pero había otras noches en las que estaba convencida de que él también quería algo más, ¿a qué venían si no esas caricias y esas miradas? ¿O ese instinto de protección que al parecer tenía hacia ella?
— ¿Te apetece ir a cenar hoy con mis amigos? —preguntó Joseph, sacándola así de su ensimismamiento.
Era viernes y seguro que los amigos de Joe habían reservado en algún sitio genial.
—Claro. —«A lo mejor esta noche lograré saber qué sientes por mí», pensó ______—. Si a ti te apetece, por mí ningún problema.
—Perfecto —respondió Joseph, y se sacó el móvil del bolsillo para llamar a Jack y confirmarle su asistencia. Era curioso, sus amigos ya daban por sentado que él y ______ iban juntos a todos lados.
La cena era en un restaurante de Covent Garden, muy cerca de su casa; un sitio precioso, de esos donde los camareros van todos vestidos de negro. Esa noche, Jack y los demás parecían empeñados en vaciar la bodega del restaurante, y en que ______ les contara los trapos sucios de la infancia de Joseph.
—Vamos, ______, cuéntanos algo muy vergonzoso —suplicó Nicholas por enésima vez mientras volvía a llenarle la copa.
—______ —la interrumpió Joe—, antes de hacerlo piensa en todas las cosas que yo sé de ti y que empezaré a contar. Sí, creo que comenzaré por aquel fin de año en que...
______ le tapó la boca con las manos. El vino se le estaba subiendo a la cabeza.
—No te atreverás.
Joe se calló de golpe al notar las manos de ______ sobre sus labios. Ver cómo ella le sonreía era más de lo que podía aguantar; abrió un poco la boca, y cuando su lengua rozó los dedos de su carcelera, ______ lo soltó de inmediato. A él también le estaba afectando la bebida, porque de haber tenido sus facultades intactas, nunca le habría lamido los dedos.
Hacía ya cinco semanas que había llegado a Londres; cinco semanas desde que trabajaba en The Whiteboard, cinco semanas viviendo con Joe; cinco semanas increíbles. Al principio, había creído que se le pasaría, que ella y Joseph sólo serían amigos. Nada más lejos de la realidad.
Durante esas cinco semanas, habían compartido muchas cosas. Cada noche, después de cenar, se quedaban hablando, recordando sus aventuras de cuando eran pequeños, o contándose cosas que ninguno de los dos había contado nunca antes a nadie. Luego, cada mañana, iban a trabajar juntos, y a la hora de salir, si Joe tenía que quedarse hasta más tarde, la llamaba para que se fuera con Jack o con otro de sus compañeros. Nunca dejaba que se marchase sola. Los fines de semana eran aún «peor». Joseph la había llevado al teatro, a cenar con sus amigos, al cine. Le abría las puertas de los taxis, le decía lo guapa que estaba y, de vez en cuando, le daba la mano o le acariciaba la mejilla. Pero nada más. Si seguía así, ______ iba a volverse completamente loca.
Trabajar en el mismo sitio y compartir piso ya era de por sí difícil de sobrellevar, pero si a eso le sumaba lo encantador que estaba cuando salían por ahí juntos, la cosa rozaba ya la tortura.
______ recordaba como especialmente «dolorosa» la noche del pasado sábado, cuando Joe la sorprendió con dos entradas para la ópera. La Royal Opera House estaba muy cerca de su piso, y era un edificio precioso que justo acababan de restaurar. Conseguir entradas para cualquiera de los espectáculos que allí se ofrecían no sólo era muy difícil, sino también carísimo. Cuando le preguntó cómo las había obtenido, Joe se limitó a responder que eso no era asunto suyo y que lo único que ella tenía que hacer era disfrutar del concierto. ______ no se acordaba de cómo se había vestido ella esa noche, pero nunca olvidaría lo atractivo que estaba él, con su traje oscuro y sus gafas. Joseph era miope y siempre llevaba lentillas, pero esa noche estaba demasiado cansado como para ponérselas, por lo que optó por llevar las gafas; la alternativa habría sido no ver nada. Durante el concierto, él le susurraba al oído sus comentarios. De todos es sabido lo educados que son los ingleses, y hasta qué extremos son capaces de llegar para no molestar a los demás, pero saber eso no evitaba que a ______ se le pusiera la piel de gallina cada vez que él se le acercaba.
Lo peor de todo fue cuando, al finalizar la ópera, fueron a tomar una copa con sus amigos. Jack, Amanda, su hermana Rachel, Nicholas y Monica estaban en un local a unas cuantas manzanas, y de camino hacia allí, Joe la rodeó con el brazo; según él, para evitar que se cayera con los tacones que llevaba, pero ______ no acabó de tragarse esa excusa. Casi cada día llevaba zapatos de tacón, y él no se preocupaba tanto. Tan pronto como cruzaron la puerta del local, Joseph la soltó, respiró hondo (cosa que hacía cada vez más a menudo) y fue a charlar con Jack. ______ se acercó a Amanda para hacer lo mismo, pero Nicholas la interceptó, se sentó a su lado y, con sus bromas y piropos, logró que se sonrojara. Era incorregible; incluso la convenció para que bailara con él un par de canciones. Lástima que al final de la segunda Joseph decidió que había llegado el momento de regresar a casa y, sin ningún tacto, tiró de ella hacia la salida.
Todas las noches, antes de dormirse, ______ intentaba pasar revista al día para ver si lograba averiguar lo que de verdad pretendía Joseph: había veces en que llegaba a la conclusión de que él sólo quería que fueran amigos, ¿por qué si no le habría estado hablando de la guapa periodista que había conocido unos meses atrás en París? Pero había otras noches en las que estaba convencida de que él también quería algo más, ¿a qué venían si no esas caricias y esas miradas? ¿O ese instinto de protección que al parecer tenía hacia ella?
— ¿Te apetece ir a cenar hoy con mis amigos? —preguntó Joseph, sacándola así de su ensimismamiento.
Era viernes y seguro que los amigos de Joe habían reservado en algún sitio genial.
—Claro. —«A lo mejor esta noche lograré saber qué sientes por mí», pensó ______—. Si a ti te apetece, por mí ningún problema.
—Perfecto —respondió Joseph, y se sacó el móvil del bolsillo para llamar a Jack y confirmarle su asistencia. Era curioso, sus amigos ya daban por sentado que él y ______ iban juntos a todos lados.
La cena era en un restaurante de Covent Garden, muy cerca de su casa; un sitio precioso, de esos donde los camareros van todos vestidos de negro. Esa noche, Jack y los demás parecían empeñados en vaciar la bodega del restaurante, y en que ______ les contara los trapos sucios de la infancia de Joseph.
—Vamos, ______, cuéntanos algo muy vergonzoso —suplicó Nicholas por enésima vez mientras volvía a llenarle la copa.
—______ —la interrumpió Joe—, antes de hacerlo piensa en todas las cosas que yo sé de ti y que empezaré a contar. Sí, creo que comenzaré por aquel fin de año en que...
______ le tapó la boca con las manos. El vino se le estaba subiendo a la cabeza.
—No te atreverás.
Joe se calló de golpe al notar las manos de ______ sobre sus labios. Ver cómo ella le sonreía era más de lo que podía aguantar; abrió un poco la boca, y cuando su lengua rozó los dedos de su carcelera, ______ lo soltó de inmediato. A él también le estaba afectando la bebida, porque de haber tenido sus facultades intactas, nunca le habría lamido los dedos.
Nani Jonas
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
awww ya quiero que esten juntos que se digan que se quieren harian bonita pareja
Siguela!!!
Siguela!!!
aranzhitha
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
siguelaaa!
pliss alfin joe esta bajando la guardia !
le dira a la rayis lo que siente?
pliss alfin joe esta bajando la guardia !
le dira a la rayis lo que siente?
☎ Jimena Horan ♥
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
:o
jajaj ya esta cediendo no se puede negar
q lindos
jajajja
sigue!!!!!!!!!
jajaj ya esta cediendo no se puede negar
q lindos
jajajja
sigue!!!!!!!!!
Julieta♥
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Ahhhhh vamos Plis Sigueeeee!!
Necesito mas caps siiiii!!
Necesito mas caps siiiii!!
Karli Jonas
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Capitulo 15
—Está bien, no lo contaré. Pero a cambio de mi silencio, debes prometerme que no te dejarás convencer por estos canallas y que no te creerás nada de lo que te expliquen. —Guiñó un ojo a sus amigos y, afortunadamente, la conversación se dirigió hacia otros temas.
—Bueno, ______, ya que no vas a contarnos ningún trapo sucio de Joe, ¿por qué no nos explicas algo más sobre ti? —propuso Nicholas mirándola a los ojos—. Aún no me creo eso de que no tienes novio. ¿Es que todos los hombres de Barcelona están ciegos?
______ se sonrojó, bebió un poquito más de vino y respondió:
—No son sólo los de Barcelona. Tampoco puede decirse que aquí hagan cola ante mi puerta.
—Eso es porque no miras en la dirección adecuada —replicó Nicholas al instante.
—Ya, seguro que eso se lo dices a todas —dijo ella sonriéndole.
—¡Pues claro! —soltó Nicholas, riéndose de sí mismo.
—Todos deberíamos seguir tu ejemplo, Nicholas —intervino Jack cuando también dejó de reírse—. Menos en aquel caso en que tuve que pedirle a aquella mujer policía que no te arrestara.
—¿Qué? ¿Casi lo arrestan? —______ miró entusiasmada a Jack—. Cuéntamelo.
—Eres un traidor —farfulló Nicholas, pero sin enfadarse, pues seguía sonriendo—. Te advierto que si esa boca empieza a largar, yo les contaré a todos lo de la sueca.
Jack meditó durante medio segundo y luego, con una sonrisa de oreja a oreja, dijo:
—De acuerdo, cuéntaselo. Ya sabes que no soy vergonzoso.
—Sabía que podía contar contigo, Jack. Vamos, empieza a hablar y no te olvides ningún detalle. —______ volvió a servirse vino, e hizo lo mismo con la copa de Joe.
—Mierda. —Nicholas cogió la servilleta para cubrirse la cara y no ver ni oír cómo todos sus amigos se reían de él.
Así pasaron un par de horas más, riendo y bebiendo, hasta que Nicholas, viendo que el restaurante estaba ya vacío, les advirtió.
—Chicos, esta gente tiene que cerrar.
—Sí, ya es muy tarde. ______, deberíamos irnos. Debes de estar cansada y a mí me iría bien dormir. Mañana tengo que revisar unos documentos... No todos podemos disfrutar de un sábado sin trabajo.
—Joe, eres un pesado —lo interrumpió Jack—, pero sigo queriéndote. Largaos, nos vemos el lunes en el trabajo. ______, como siempre, ha sido un placer.
—Eh, no te olvides de darme dos besos —gritó Nicholas acercándose a ella—. Me encanta esa costumbre española, creo que voy a apropiarme de ella.
______ le dio un beso en cada mejilla y empezó a ponerse el abrigo.
A las despedidas de Jack y Nicholas siguieron las de los demás. Todos fueron muy cariñosos e intentaron sobornarla de varias maneras para que antes de irse desvelara algún chisme sobre Joseph. Ella se despidió con una sonrisa y les prometió que en la próxima cena les contaría algo realmente «inspirador».
«Por fin solos», pensó Joe. La cena había sido muy agradable. Desde el primer día, ______ había conectado muy bien con todos sus amigos, y ellos parecían adorarla. Especialmente Nicholas, que esa noche la había estado mirando con mucho interés, tanto que había llegado a ponerlo nervioso. No era que a él le importara, pero ¿era necesario que cada dos palabras la piropeara y que no parase de darle palmaditas en la mano? ¿Y a qué había venido eso de los dos besos? Al día siguiente mismo hablaría con ______ para advertirle que Nicholas, aunque era uno de sus mejores amigos, no era de fiar.
Iban caminando en silencio, hasta que ella interrumpió sus pensamientos.
—Joe, ¿te preocupa algo? Estás muy callado.
—No, no estoy preocupado. ¿Tú estás contenta? —Tras un silencio añadió—: Lo pareces.
______ sonrió, no paraba de hacerlo.
—Sí, lo estoy. Estoy contenta, feliz. Hace dos meses, estaba hecha un lío, no tenía trabajo, mi mejor amiga estaba más preocupada por su último ligue que por mí, y tenía miedo de qué pasaría al venir a Londres. Temía verte de nuevo y no saber hacer mi trabajo, y volver a enamorarme de... —Al darse cuenta de lo relajada que se sentía por culpa del vino, cerró la boca de golpe.
—¿A enamorarte de quién? —Joe le cogió la mano que ella no había parado de mover mientras hablaba sin control. Estaban delante del portal, y ______ lo miraba perpleja. Notaba cómo el corazón le retumbaba en los oídos y cómo se le erizaban los pelos de la nuca.
Disculpen la tardanza
—Está bien, no lo contaré. Pero a cambio de mi silencio, debes prometerme que no te dejarás convencer por estos canallas y que no te creerás nada de lo que te expliquen. —Guiñó un ojo a sus amigos y, afortunadamente, la conversación se dirigió hacia otros temas.
—Bueno, ______, ya que no vas a contarnos ningún trapo sucio de Joe, ¿por qué no nos explicas algo más sobre ti? —propuso Nicholas mirándola a los ojos—. Aún no me creo eso de que no tienes novio. ¿Es que todos los hombres de Barcelona están ciegos?
______ se sonrojó, bebió un poquito más de vino y respondió:
—No son sólo los de Barcelona. Tampoco puede decirse que aquí hagan cola ante mi puerta.
—Eso es porque no miras en la dirección adecuada —replicó Nicholas al instante.
—Ya, seguro que eso se lo dices a todas —dijo ella sonriéndole.
—¡Pues claro! —soltó Nicholas, riéndose de sí mismo.
—Todos deberíamos seguir tu ejemplo, Nicholas —intervino Jack cuando también dejó de reírse—. Menos en aquel caso en que tuve que pedirle a aquella mujer policía que no te arrestara.
—¿Qué? ¿Casi lo arrestan? —______ miró entusiasmada a Jack—. Cuéntamelo.
—Eres un traidor —farfulló Nicholas, pero sin enfadarse, pues seguía sonriendo—. Te advierto que si esa boca empieza a largar, yo les contaré a todos lo de la sueca.
Jack meditó durante medio segundo y luego, con una sonrisa de oreja a oreja, dijo:
—De acuerdo, cuéntaselo. Ya sabes que no soy vergonzoso.
—Sabía que podía contar contigo, Jack. Vamos, empieza a hablar y no te olvides ningún detalle. —______ volvió a servirse vino, e hizo lo mismo con la copa de Joe.
—Mierda. —Nicholas cogió la servilleta para cubrirse la cara y no ver ni oír cómo todos sus amigos se reían de él.
Así pasaron un par de horas más, riendo y bebiendo, hasta que Nicholas, viendo que el restaurante estaba ya vacío, les advirtió.
—Chicos, esta gente tiene que cerrar.
—Sí, ya es muy tarde. ______, deberíamos irnos. Debes de estar cansada y a mí me iría bien dormir. Mañana tengo que revisar unos documentos... No todos podemos disfrutar de un sábado sin trabajo.
—Joe, eres un pesado —lo interrumpió Jack—, pero sigo queriéndote. Largaos, nos vemos el lunes en el trabajo. ______, como siempre, ha sido un placer.
—Eh, no te olvides de darme dos besos —gritó Nicholas acercándose a ella—. Me encanta esa costumbre española, creo que voy a apropiarme de ella.
______ le dio un beso en cada mejilla y empezó a ponerse el abrigo.
A las despedidas de Jack y Nicholas siguieron las de los demás. Todos fueron muy cariñosos e intentaron sobornarla de varias maneras para que antes de irse desvelara algún chisme sobre Joseph. Ella se despidió con una sonrisa y les prometió que en la próxima cena les contaría algo realmente «inspirador».
«Por fin solos», pensó Joe. La cena había sido muy agradable. Desde el primer día, ______ había conectado muy bien con todos sus amigos, y ellos parecían adorarla. Especialmente Nicholas, que esa noche la había estado mirando con mucho interés, tanto que había llegado a ponerlo nervioso. No era que a él le importara, pero ¿era necesario que cada dos palabras la piropeara y que no parase de darle palmaditas en la mano? ¿Y a qué había venido eso de los dos besos? Al día siguiente mismo hablaría con ______ para advertirle que Nicholas, aunque era uno de sus mejores amigos, no era de fiar.
Iban caminando en silencio, hasta que ella interrumpió sus pensamientos.
—Joe, ¿te preocupa algo? Estás muy callado.
—No, no estoy preocupado. ¿Tú estás contenta? —Tras un silencio añadió—: Lo pareces.
______ sonrió, no paraba de hacerlo.
—Sí, lo estoy. Estoy contenta, feliz. Hace dos meses, estaba hecha un lío, no tenía trabajo, mi mejor amiga estaba más preocupada por su último ligue que por mí, y tenía miedo de qué pasaría al venir a Londres. Temía verte de nuevo y no saber hacer mi trabajo, y volver a enamorarme de... —Al darse cuenta de lo relajada que se sentía por culpa del vino, cerró la boca de golpe.
—¿A enamorarte de quién? —Joe le cogió la mano que ella no había parado de mover mientras hablaba sin control. Estaban delante del portal, y ______ lo miraba perpleja. Notaba cómo el corazón le retumbaba en los oídos y cómo se le erizaban los pelos de la nuca.
Disculpen la tardanza
Nani Jonas
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
awww le iba a decir que de el no?? Aww que lindo ya quiero que esten juntos
Siguela!!
Siguela!!
aranzhitha
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
ooohhh noooo
eres mala
como las dejas ahiiiii
casi le confeso que estaba enamorada de ellllll
sigue!!!!!!!!
q va a pasarrrrrrrrrrr
eres mala
como las dejas ahiiiii
casi le confeso que estaba enamorada de ellllll
sigue!!!!!!!!
q va a pasarrrrrrrrrrr
Julieta♥
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
OHH!la ryis le dira que esta ENAMORADA DE EL?
PLISS SIGUELAAA!
COMO LA DEJAS ASI:
E`SPERO QUE SE LO DIGA para que puedan estar juntos!
PLISS SIGUELAAA!
COMO LA DEJAS ASI:
E`SPERO QUE SE LO DIGA para que puedan estar juntos!
☎ Jimena Horan ♥
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
WaaaaaaaaaaaaaaAaaa
OMJ
OMJ
OMJ
OMJ
OMJ
OMJ
Porque la has dejado ahí?????
Le va a decir cierto??????
Awwww amo tu nove, amo a Joe y te amo
A ti por subir tan maravillosas noves
SIGUELA YA!!!
OMJ
OMJ
OMJ
OMJ
OMJ
OMJ
Porque la has dejado ahí?????
Le va a decir cierto??????
Awwww amo tu nove, amo a Joe y te amo
A ti por subir tan maravillosas noves
SIGUELA YA!!!
Karli Jonas
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Capitulo 16
—De nadie. Tonterías, ya sabes. Hemos bebido demasiado —susurró ella, pero Joseph seguía mirándola fijamente. Le había soltado la mano, pero ahora todo su cuerpo la tenía atrapada contra el portal. No la tocaba, sus manos estaban apoyadas en la pared a ambos lados de la cabeza de ______.
—No hemos bebido tanto, lo sabes perfectamente. —Soltó el aliento—. Mira, esto ya está durando demasiado. Si seguimos así, tarde o temprano voy a volverme loco, de modo que deberíamos hacer algo al respecto.
Los ojos de Joe estaban fijos en ella, eran más oscuros, más intensos que nunca. ______ pensó que iba a besarla, quería que la besara, pero él permanecía quieto, a sólo unos milímetros de ella, sin hacer nada, mirándola como nunca nadie la había mirado; entonces se atrevió a preguntar:
—No sé a qué te refieres —mintió ella—. ¿De qué estás hablando?
—De esto.
En ese momento, Joe bajó la cabeza. Sus labios rozaron los de ella y, antes de besarla, dijo:
—Necesito tocarte. —Le rozó el pelo con las manos—. Te necesito.
Empezó de un modo tierno, lento, como una caricia, y ______ notó cómo se le derretían las rodillas. Era tan dulce. Joe le besó los párpados, las mejillas, e inició un camino de besos por sus pómulos, su mandíbula, hasta la comisura de sus labios.
—Me encanta tu olor. Me vuelve loco, hueles a... no sé, pero me dan ganas de besarte todo el cuerpo. —Entonces posó la boca justo detrás de su oreja y, lentamente, se dirigió hacia sus labios. ______ no sabía qué hacer, evidentemente la habían besado antes, pero no así; aquello era un ataque a todos sus sentidos. Tenía los ojos cerrados, esperando sentir sus labios de nuevo, cuando Joe susurró.
—Abre la boca, ______, separa los labios y bésame.
Ella obedeció, y en ese momento supo que estaba perdida y absolutamente loca por aquel hombre. Cuando sus lenguas se tocaron, los dos perdieron el control. Joseph apartó las manos de la pared y las colocó encima de sus hombros, sólo unos segundos; a continuación empezaron a deslizarse y recorrerle el cuerpo, hasta pararse en sus caderas. El único propósito de Joe era sentirla, tenía que estar más cerca de ella; le separó las piernas para así poder colocarse en medio. ______ tampoco permanecía quieta. Empezó a acariciarle la nuca, el pecho, necesitaba tocarlo, lamerlo, o si no explotaría. Pero cuando empezaron a jadear, Joe se paró. ¿Qué estaba haciendo? ¡A su edad, en medio de la calle y con ______! Seguro que se estaba volviendo loco.
—Lo siento, no sé qué me ha pasado. —Fue lo primero que dijo, a la vez que sacaba las llaves para abrir la puerta.
—¿Que lo sientes? ¿Estás loco? ¿Por qué lo sientes? Yo no.
Joseph, que subía los peldaños de dos en dos, negó a la puerta de su apartamento en un tiempo récord. ______ intentaba seguirle.
—¡Malditos tacones! ¡Joseph, para un segundo!
Nada, seguía haciéndose el sordo. Abrió la puerta, lanzó las llaves encima de la mesita que había junto a la entrada y, cuando iba a entrar en su cuarto, ______ logró interceptarlo.
—Aparta y déjame entrar en mi habitación —refunfuñó Joe pasándose nerviosamente las manos por el pelo y sin mirarla a la cara.
—¿Se puede saber qué te pasa? Nos hemos besado y... yo... bueno, a mí... me ha gustado. Mucho. —Ella intentó acariciarle la mejilla, pero él se apartó como si le hubiera quemado.
—______, apártate, me quiero acostar. Estoy cansado, y lo que ha pasado abajo es sólo una muestra más que evidente de lo mucho que necesito dormir, así que apártate y vete a la cama. Mañana será otro día y los dos nos habremos olvidado de esta tontería. —Levantó la ceja y, con una mano, intentó que se hiciera a un lado.
—No. No pienso moverme hasta que me contestes una pregunta. —A ______ empezaba a temblarle la voz. Quizá todo lo que había sentido mientras se besaban estaba sólo en su imaginación. Pero no, ella había notado cómo a Joe le latía el corazón, cómo se le aceleraba el pulso, así que tenía que saberlo—. ¿Por qué sientes haberme besado?
Entonces él la miró, se mesó el cabello por enésima vez, respiró profundamente y contestó:
—Lo siento porque ha sido un error, una tontería. El cansancio, la cena, el vino, esa camisa roja. Un error. Yo no puedo hacer esto. No contigo.
—No ha sido ningún error. —Y diciéndolo, le rodeó el cuello con los brazos y volvió a besarlo. Él se resistió unos segundos, pero en seguida respondió al beso con todas sus fuerzas.
—______, para. Si no paras tú, yo ya no podré hacerlo.
Joe dijo esas palabras mientras, con una mano, le desabrochaba los botones de la camisa, y con la otra abría la puerta de su habitación.
—¿Y quién te ha pedido que lo hagas?
Ella le lamió el cuello y empezó a levantarle la camiseta. Una pequeña parte de su cerebro le dijo que al día siguiente se arrepentiría, pero con los labios de él recorriéndole la clavícula, descartó esos pensamientos por completo.
Joe sabía que aquello no estaba bien, que ______ se merecía mucho más de lo que él estaba dispuesto a darle en esos momentos, pero Dios, había intentado ser noble y ella se lo había puesto muy difícil. Debería apartarla, encerrarse en su habitación y no salir de allí hasta que supiera si estaba dispuesto a arriesgar su corazón por ______. Sin embargo, ahora, lo único en lo que podía pensar era en que su cuerpo la necesitaba; necesitaba sentir que ella le deseaba, sentir cómo sus manos le recorrían el cuerpo, cómo ella le entregaba un poco de su alma. Dios, qué egoísta era. Tenía que apartarla sin perder un instante, mientras aún tuviera fuerzas.
—______ , princesa. —Le cogió las manos y las apartó de su abdomen, pero ella se soltó y las colocó encima de su entrepierna—. No puedo.
—¿No puedes qué? —Le besó la mandíbula.
—Esto... —Joe la miró a los ojos, y al ver el calor que brillaba en ellos, se rindió—. Bésame.
Y ella lo hizo.
Los dos se buscaron frenéticamente, con sus labios, sus manos, su piel. Era como si no pudieran respirar el uno sin el otro. Se desnudaron en segundos, sin delicadeza, con prisa, sin importarles nada más a ninguno de los dos.
Cuando estuvieron desnudos, Joseph se detuvo un segundo para observarla.
—Eres preciosa. Ven aquí. —Cogió una caja de preservativos sin abrir—. ¿Estás segura? —preguntó una última vez antes de tumbarse a su lado.
—Cierra la boca —fue la única respuesta que obtuvo antes de que ______ se sentara encima de él y lo besara.
Joseph no pudo aguantar más; llevaba cinco semanas en un estado de permanente excitación y al sentir su piel desnuda junto a la de él, su cuerpo tomó el control, entró dentro de ella y perdió la poca cordura que le quedaba.
—Danger —gimió ______, sorprendida, y con una mano buscó la de él.
—Me gusta que me llames así. Sólo tú me llamas así. —Joseph entrelazó sus dedos con los de ella y le acercó los nudillos a los labios.
Quería decir algo más, pero no sabía qué. Sabía que lo que estaba sintiendo no era sólo placer, aunque fuera el mayor que había experimentado nunca; sabía que era algo más, pero no lograba identificarlo, de modo que optó por no decir nada.
Los dos se movían al unísono, diciéndose con sus cuerpos aquello que llevaban semanas sintiendo, y cuando ninguno de los dos pudo soportarlo más, ambos se abandonaron por completo.
Cuando dejaron de temblar, ______ se acurrucó encima de Joe y le besó el hueco del cuello. Joseph no dejaba de acariciarle el pelo mientras intentaba recuperar la respiración.
«Debería soltarla», pensó Joe, pero no podía. Acababa de tener el mayor orgasmo de su vida y aún estaba excitado. Eso no era normal, o al menos no para él. No podía parar, no podía dejar de moverse, quería, necesitaba volver a sentir cómo ella lo envolvía en su calor una vez más. Intentó obligarse a apartarse, pero cuando casi había reunido las fuerzas necesarias para hacerlo, ______ volvió a mover las caderas, dándole permiso para volver a perder el control. Esta vez intentó ser más delicado, se dijo que la acariciaría, que la besaría... pero se equivocó. En cuanto ella le lamió el lóbulo de lo oreja, todo su cuerpo se prendió fuego, y juntos se precipitaron de nuevo hacia el límite.
Pasados unos minutos, se dio cuenta de que con dos veces tampoco tenía bastante; tal vez nunca lo tuviera. ______ se había dormido abrazada a él y, con mucho cuidado, la colocó a su lado y se levantó para ir al baño. Regresó en seguida y se quedó mirándola
Había sido un error. Los dos llevaban semanas atormentándose con miradas furtivas y caricias inocentes, y esa noche el vino había destruido las pocas defensas que a ambos les quedaban. De todos modos, Joe era lo bastante honesto como para reconocer que había sido la mejor noche de toda su vida. Por mucho que quisiera engañarse y justificar su comportamiento por el nivel de alcohol en su sangre o por el cansancio acumulado, nada podía ocultar lo que había sentido al acostarse con ______. Él había estado con bastantes mujeres, no podía decirse que fuera un semental ni un mujeriego, pero tampoco había sido un monje, y nunca, nunca, había sentido tanto placer como esa noche con ella. ¿Cómo podía saber si era algo más? ¿Cómo podía saber si valía la pena arriesgarse? ¿Que no acabaría como su padre?
La respuesta era muy sencilla; no podía saberlo. Y, por el momento, Joseph no estaba dispuesto a arriesgarse. Así que sólo le quedaba una opción: seguir solo. Se abrazó a ______. Ella aún estaba dormida, y Joe aprovechó cada instante para acariciar su piel y grabar en su memoria cada detalle, porque cuando se despertara, le diría que esa noche maravillosa había sido sólo una noche de sexo sin compromiso, y que él no sentía nada por ella.
En resumen, iba a mentirle.
Cuando ______ abrió los ojos, se dio cuenta de dos cosas: una, le dolían partes de su cuerpo que no recordaba que tuviese, y dos, el culpable de eso ya no estaba a su lado. Se desperezó un poco y cerró de nuevo los ojos para recordar los besos y las caricias de la noche. Hasta entonces, ______ creía que esos ataques de pasión sólo ocurrían en las películas y en esas novelas que a ella tanto le gustaba leer, y por primera vez en su vida se alegraba de poder decir que la realidad, en ocasiones, supera a la ficción. Dios, ese hombre debería llevar la señal de «peligro, inflamable» pegada a la frente. Pero a pesar de lo mucho, mucho, que le había gustado lo que habían hecho juntos, ______ no podía dejar de sentir que faltaba algo; algo que hacía que no hubiera sido perfecto. Había una frase que se le había quedado grabada en la mente: «Yo no puedo hacer esto. No contigo». Le dolía que Joe lo hubiera dicho, y no podía fingir que no sabía lo que quería decir. Él nunca había ocultado que, por el momento, no quería tener ninguna relación estable con nadie, que lo único que quería y podía ofrecer a una mujer era una relación física. ______ sabía perfectamente lo que él había querido decir con esa maldita frase. Joseph sólo estaba dispuesto a involucrar su cuerpo, y mientras su corazón no siguiera el mismo camino, lo único que podían compartir era sexo; y ella no estaba dispuesta a conformarse con eso.
______ se dio cuenta de que quedarse allí tumbada, intentando imaginar lo que iba a suceder, no llevaba a ninguna parte, así que se desperezó por última vez y fue a ducharse. No sabía cómo iba a encontrar a Joseph después de lo de la noche pasada, pero sí sabía que necesitaba tener la cabeza despejada antes de hablar con él.
Joe oyó el agua de la ducha y repasó todo lo que tenía intención de decirle a ______. Asumiría toda la responsabilidad de lo sucedido y le recordaría que ella era la hermana de su mejor amigo y, como tal, no podían tener una aventura. Sí, una aventura era todo lo que estaba dispuesto a ofrecerle. Él sabía que era insultante, y de hecho contaba con que ella se sintiera tan ofendida que nunca más quisiera saber nada de él. Eso era mucho mejor que correr el riesgo de tener una relación normal y acabar enamorándose o, lo que era aún peor, acabar como su padre. En cualquier caso, tampoco quería llegar a ese punto, lo que pretendía era convencer a ______ de que lo de la noche anterior había sido una locura, que no volvería a repetirse, y que lo mejor que podían hacer era olvidarlo. Ellos tenían que trabajar y vivir juntos. Por muy peligroso que pareciera, Joseph no estaba dispuesto a permitir que ella se fuera de su apartamento. Se decía a sí mismo que era porque se lo debía a toda su familia, pero una pequeña parte de él sabía que eso era sólo una excusa. Conveniente, sí, pero una excusa al fin y al cabo.
—Joseph, ¿piensas contestar?
— ¿Qué? —Preguntó él, que ni siquiera se había dado cuenta de que ______ había entrado en la cocina—. ¿Qué pasa?
—El teléfono, ¿piensas contestar?
—Claro. —Se dio la vuelta y abrió su móvil—. Jonas. —Siempre contestaba así cuando lo llamaban del trabajo—. De acuerdo. Voy para allá.
Tras esta escueta conversación, se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta.
—Joe, ¿quién era? ¿Pasa algo? ¿Por qué te llaman de la revista un sábado por la mañana? —preguntó ______ preocupada.
Entonces, Joe pareció acordarse de que ella estaba de pie a su lado y se volvió para mirarla.
—Era Sam, el director de la revista —respondió él poniéndose la chaqueta—. Al parecer, en la edición de esta semana de la revista The Scope aparecen dos de los artículos que nosotros teníamos preparados para nuestro número.
______ no entendía nada, y eso debió de reflejarse en su rostro, porque Joseph añadió:
—El mismo artículo exactamente. No el mismo tema, ni el mismo enfoque. El mismo artículo. Nos lo han robado.
—¿Robado? —Levantó las manos asombrada—. ¿Por qué?
—No lo sé. Supongo que en The Scope no deben de estar muy contentos con la competencia. No sé, pero tengo que ir a la revista para hablar con Sam y decidir qué hacemos al respecto.
Al ver que él no la invitaba a acompañarlo y que ya tenía un pie fuera del apartamento, ______ se lo preguntó directamente:
—¿Quieres que te acompañe?
—¿Para qué?
Esa respuesta, acompañada de la frialdad que empañaba su mirada, le dejó claro que lo de la noche no había cambiado su relación.
—Para nada —respondió, intentando disimular su decepción—. Llamaré a alguien para salir a dar una vuelta.
—Como quieras. Hablamos luego, ¿te parece? —Y cerró la puerta sin esperar a que ella respondiera.
¿Hablar?
De acuerdo, hablarían, pero después de las inexistentes muestras de afecto de esa mañana, ______ sabía que era una conversación que no iba a gustarle demasiado. Era evidente que el día no iba a ser para nada como ella se lo había imaginado antes de ducharse.
Joseph salió del piso a toda prisa. No sólo porque quisiera llegar pronto a la revista para hablar con Sam, sino también porque necesitaba huir de ______. Sólo la había visto durante unos segundos y todo su estudiado discurso había desaparecido de su mente. Tenía que alejarse de ella, tal vez así se tranquilizaría y se olvidaría de lo bien que se había sentido en sus brazos. Si de algo estaba seguro era de que él no quería tener ninguna relación con nadie; era demasiado complicado, demasiado arriesgado. Su trabajo lo llenaba por completo y, en cuanto al sexo, no era demasiado difícil conseguirlo cuando le apetecía.
—De nadie. Tonterías, ya sabes. Hemos bebido demasiado —susurró ella, pero Joseph seguía mirándola fijamente. Le había soltado la mano, pero ahora todo su cuerpo la tenía atrapada contra el portal. No la tocaba, sus manos estaban apoyadas en la pared a ambos lados de la cabeza de ______.
—No hemos bebido tanto, lo sabes perfectamente. —Soltó el aliento—. Mira, esto ya está durando demasiado. Si seguimos así, tarde o temprano voy a volverme loco, de modo que deberíamos hacer algo al respecto.
Los ojos de Joe estaban fijos en ella, eran más oscuros, más intensos que nunca. ______ pensó que iba a besarla, quería que la besara, pero él permanecía quieto, a sólo unos milímetros de ella, sin hacer nada, mirándola como nunca nadie la había mirado; entonces se atrevió a preguntar:
—No sé a qué te refieres —mintió ella—. ¿De qué estás hablando?
—De esto.
En ese momento, Joe bajó la cabeza. Sus labios rozaron los de ella y, antes de besarla, dijo:
—Necesito tocarte. —Le rozó el pelo con las manos—. Te necesito.
Empezó de un modo tierno, lento, como una caricia, y ______ notó cómo se le derretían las rodillas. Era tan dulce. Joe le besó los párpados, las mejillas, e inició un camino de besos por sus pómulos, su mandíbula, hasta la comisura de sus labios.
—Me encanta tu olor. Me vuelve loco, hueles a... no sé, pero me dan ganas de besarte todo el cuerpo. —Entonces posó la boca justo detrás de su oreja y, lentamente, se dirigió hacia sus labios. ______ no sabía qué hacer, evidentemente la habían besado antes, pero no así; aquello era un ataque a todos sus sentidos. Tenía los ojos cerrados, esperando sentir sus labios de nuevo, cuando Joe susurró.
—Abre la boca, ______, separa los labios y bésame.
Ella obedeció, y en ese momento supo que estaba perdida y absolutamente loca por aquel hombre. Cuando sus lenguas se tocaron, los dos perdieron el control. Joseph apartó las manos de la pared y las colocó encima de sus hombros, sólo unos segundos; a continuación empezaron a deslizarse y recorrerle el cuerpo, hasta pararse en sus caderas. El único propósito de Joe era sentirla, tenía que estar más cerca de ella; le separó las piernas para así poder colocarse en medio. ______ tampoco permanecía quieta. Empezó a acariciarle la nuca, el pecho, necesitaba tocarlo, lamerlo, o si no explotaría. Pero cuando empezaron a jadear, Joe se paró. ¿Qué estaba haciendo? ¡A su edad, en medio de la calle y con ______! Seguro que se estaba volviendo loco.
—Lo siento, no sé qué me ha pasado. —Fue lo primero que dijo, a la vez que sacaba las llaves para abrir la puerta.
—¿Que lo sientes? ¿Estás loco? ¿Por qué lo sientes? Yo no.
Joseph, que subía los peldaños de dos en dos, negó a la puerta de su apartamento en un tiempo récord. ______ intentaba seguirle.
—¡Malditos tacones! ¡Joseph, para un segundo!
Nada, seguía haciéndose el sordo. Abrió la puerta, lanzó las llaves encima de la mesita que había junto a la entrada y, cuando iba a entrar en su cuarto, ______ logró interceptarlo.
—Aparta y déjame entrar en mi habitación —refunfuñó Joe pasándose nerviosamente las manos por el pelo y sin mirarla a la cara.
—¿Se puede saber qué te pasa? Nos hemos besado y... yo... bueno, a mí... me ha gustado. Mucho. —Ella intentó acariciarle la mejilla, pero él se apartó como si le hubiera quemado.
—______, apártate, me quiero acostar. Estoy cansado, y lo que ha pasado abajo es sólo una muestra más que evidente de lo mucho que necesito dormir, así que apártate y vete a la cama. Mañana será otro día y los dos nos habremos olvidado de esta tontería. —Levantó la ceja y, con una mano, intentó que se hiciera a un lado.
—No. No pienso moverme hasta que me contestes una pregunta. —A ______ empezaba a temblarle la voz. Quizá todo lo que había sentido mientras se besaban estaba sólo en su imaginación. Pero no, ella había notado cómo a Joe le latía el corazón, cómo se le aceleraba el pulso, así que tenía que saberlo—. ¿Por qué sientes haberme besado?
Entonces él la miró, se mesó el cabello por enésima vez, respiró profundamente y contestó:
—Lo siento porque ha sido un error, una tontería. El cansancio, la cena, el vino, esa camisa roja. Un error. Yo no puedo hacer esto. No contigo.
—No ha sido ningún error. —Y diciéndolo, le rodeó el cuello con los brazos y volvió a besarlo. Él se resistió unos segundos, pero en seguida respondió al beso con todas sus fuerzas.
—______, para. Si no paras tú, yo ya no podré hacerlo.
Joe dijo esas palabras mientras, con una mano, le desabrochaba los botones de la camisa, y con la otra abría la puerta de su habitación.
—¿Y quién te ha pedido que lo hagas?
Ella le lamió el cuello y empezó a levantarle la camiseta. Una pequeña parte de su cerebro le dijo que al día siguiente se arrepentiría, pero con los labios de él recorriéndole la clavícula, descartó esos pensamientos por completo.
Joe sabía que aquello no estaba bien, que ______ se merecía mucho más de lo que él estaba dispuesto a darle en esos momentos, pero Dios, había intentado ser noble y ella se lo había puesto muy difícil. Debería apartarla, encerrarse en su habitación y no salir de allí hasta que supiera si estaba dispuesto a arriesgar su corazón por ______. Sin embargo, ahora, lo único en lo que podía pensar era en que su cuerpo la necesitaba; necesitaba sentir que ella le deseaba, sentir cómo sus manos le recorrían el cuerpo, cómo ella le entregaba un poco de su alma. Dios, qué egoísta era. Tenía que apartarla sin perder un instante, mientras aún tuviera fuerzas.
—______ , princesa. —Le cogió las manos y las apartó de su abdomen, pero ella se soltó y las colocó encima de su entrepierna—. No puedo.
—¿No puedes qué? —Le besó la mandíbula.
—Esto... —Joe la miró a los ojos, y al ver el calor que brillaba en ellos, se rindió—. Bésame.
Y ella lo hizo.
Los dos se buscaron frenéticamente, con sus labios, sus manos, su piel. Era como si no pudieran respirar el uno sin el otro. Se desnudaron en segundos, sin delicadeza, con prisa, sin importarles nada más a ninguno de los dos.
Cuando estuvieron desnudos, Joseph se detuvo un segundo para observarla.
—Eres preciosa. Ven aquí. —Cogió una caja de preservativos sin abrir—. ¿Estás segura? —preguntó una última vez antes de tumbarse a su lado.
—Cierra la boca —fue la única respuesta que obtuvo antes de que ______ se sentara encima de él y lo besara.
Joseph no pudo aguantar más; llevaba cinco semanas en un estado de permanente excitación y al sentir su piel desnuda junto a la de él, su cuerpo tomó el control, entró dentro de ella y perdió la poca cordura que le quedaba.
—Danger —gimió ______, sorprendida, y con una mano buscó la de él.
—Me gusta que me llames así. Sólo tú me llamas así. —Joseph entrelazó sus dedos con los de ella y le acercó los nudillos a los labios.
Quería decir algo más, pero no sabía qué. Sabía que lo que estaba sintiendo no era sólo placer, aunque fuera el mayor que había experimentado nunca; sabía que era algo más, pero no lograba identificarlo, de modo que optó por no decir nada.
Los dos se movían al unísono, diciéndose con sus cuerpos aquello que llevaban semanas sintiendo, y cuando ninguno de los dos pudo soportarlo más, ambos se abandonaron por completo.
Cuando dejaron de temblar, ______ se acurrucó encima de Joe y le besó el hueco del cuello. Joseph no dejaba de acariciarle el pelo mientras intentaba recuperar la respiración.
«Debería soltarla», pensó Joe, pero no podía. Acababa de tener el mayor orgasmo de su vida y aún estaba excitado. Eso no era normal, o al menos no para él. No podía parar, no podía dejar de moverse, quería, necesitaba volver a sentir cómo ella lo envolvía en su calor una vez más. Intentó obligarse a apartarse, pero cuando casi había reunido las fuerzas necesarias para hacerlo, ______ volvió a mover las caderas, dándole permiso para volver a perder el control. Esta vez intentó ser más delicado, se dijo que la acariciaría, que la besaría... pero se equivocó. En cuanto ella le lamió el lóbulo de lo oreja, todo su cuerpo se prendió fuego, y juntos se precipitaron de nuevo hacia el límite.
Pasados unos minutos, se dio cuenta de que con dos veces tampoco tenía bastante; tal vez nunca lo tuviera. ______ se había dormido abrazada a él y, con mucho cuidado, la colocó a su lado y se levantó para ir al baño. Regresó en seguida y se quedó mirándola
Había sido un error. Los dos llevaban semanas atormentándose con miradas furtivas y caricias inocentes, y esa noche el vino había destruido las pocas defensas que a ambos les quedaban. De todos modos, Joe era lo bastante honesto como para reconocer que había sido la mejor noche de toda su vida. Por mucho que quisiera engañarse y justificar su comportamiento por el nivel de alcohol en su sangre o por el cansancio acumulado, nada podía ocultar lo que había sentido al acostarse con ______. Él había estado con bastantes mujeres, no podía decirse que fuera un semental ni un mujeriego, pero tampoco había sido un monje, y nunca, nunca, había sentido tanto placer como esa noche con ella. ¿Cómo podía saber si era algo más? ¿Cómo podía saber si valía la pena arriesgarse? ¿Que no acabaría como su padre?
La respuesta era muy sencilla; no podía saberlo. Y, por el momento, Joseph no estaba dispuesto a arriesgarse. Así que sólo le quedaba una opción: seguir solo. Se abrazó a ______. Ella aún estaba dormida, y Joe aprovechó cada instante para acariciar su piel y grabar en su memoria cada detalle, porque cuando se despertara, le diría que esa noche maravillosa había sido sólo una noche de sexo sin compromiso, y que él no sentía nada por ella.
En resumen, iba a mentirle.
Cuando ______ abrió los ojos, se dio cuenta de dos cosas: una, le dolían partes de su cuerpo que no recordaba que tuviese, y dos, el culpable de eso ya no estaba a su lado. Se desperezó un poco y cerró de nuevo los ojos para recordar los besos y las caricias de la noche. Hasta entonces, ______ creía que esos ataques de pasión sólo ocurrían en las películas y en esas novelas que a ella tanto le gustaba leer, y por primera vez en su vida se alegraba de poder decir que la realidad, en ocasiones, supera a la ficción. Dios, ese hombre debería llevar la señal de «peligro, inflamable» pegada a la frente. Pero a pesar de lo mucho, mucho, que le había gustado lo que habían hecho juntos, ______ no podía dejar de sentir que faltaba algo; algo que hacía que no hubiera sido perfecto. Había una frase que se le había quedado grabada en la mente: «Yo no puedo hacer esto. No contigo». Le dolía que Joe lo hubiera dicho, y no podía fingir que no sabía lo que quería decir. Él nunca había ocultado que, por el momento, no quería tener ninguna relación estable con nadie, que lo único que quería y podía ofrecer a una mujer era una relación física. ______ sabía perfectamente lo que él había querido decir con esa maldita frase. Joseph sólo estaba dispuesto a involucrar su cuerpo, y mientras su corazón no siguiera el mismo camino, lo único que podían compartir era sexo; y ella no estaba dispuesta a conformarse con eso.
______ se dio cuenta de que quedarse allí tumbada, intentando imaginar lo que iba a suceder, no llevaba a ninguna parte, así que se desperezó por última vez y fue a ducharse. No sabía cómo iba a encontrar a Joseph después de lo de la noche pasada, pero sí sabía que necesitaba tener la cabeza despejada antes de hablar con él.
Joe oyó el agua de la ducha y repasó todo lo que tenía intención de decirle a ______. Asumiría toda la responsabilidad de lo sucedido y le recordaría que ella era la hermana de su mejor amigo y, como tal, no podían tener una aventura. Sí, una aventura era todo lo que estaba dispuesto a ofrecerle. Él sabía que era insultante, y de hecho contaba con que ella se sintiera tan ofendida que nunca más quisiera saber nada de él. Eso era mucho mejor que correr el riesgo de tener una relación normal y acabar enamorándose o, lo que era aún peor, acabar como su padre. En cualquier caso, tampoco quería llegar a ese punto, lo que pretendía era convencer a ______ de que lo de la noche anterior había sido una locura, que no volvería a repetirse, y que lo mejor que podían hacer era olvidarlo. Ellos tenían que trabajar y vivir juntos. Por muy peligroso que pareciera, Joseph no estaba dispuesto a permitir que ella se fuera de su apartamento. Se decía a sí mismo que era porque se lo debía a toda su familia, pero una pequeña parte de él sabía que eso era sólo una excusa. Conveniente, sí, pero una excusa al fin y al cabo.
—Joseph, ¿piensas contestar?
— ¿Qué? —Preguntó él, que ni siquiera se había dado cuenta de que ______ había entrado en la cocina—. ¿Qué pasa?
—El teléfono, ¿piensas contestar?
—Claro. —Se dio la vuelta y abrió su móvil—. Jonas. —Siempre contestaba así cuando lo llamaban del trabajo—. De acuerdo. Voy para allá.
Tras esta escueta conversación, se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta.
—Joe, ¿quién era? ¿Pasa algo? ¿Por qué te llaman de la revista un sábado por la mañana? —preguntó ______ preocupada.
Entonces, Joe pareció acordarse de que ella estaba de pie a su lado y se volvió para mirarla.
—Era Sam, el director de la revista —respondió él poniéndose la chaqueta—. Al parecer, en la edición de esta semana de la revista The Scope aparecen dos de los artículos que nosotros teníamos preparados para nuestro número.
______ no entendía nada, y eso debió de reflejarse en su rostro, porque Joseph añadió:
—El mismo artículo exactamente. No el mismo tema, ni el mismo enfoque. El mismo artículo. Nos lo han robado.
—¿Robado? —Levantó las manos asombrada—. ¿Por qué?
—No lo sé. Supongo que en The Scope no deben de estar muy contentos con la competencia. No sé, pero tengo que ir a la revista para hablar con Sam y decidir qué hacemos al respecto.
Al ver que él no la invitaba a acompañarlo y que ya tenía un pie fuera del apartamento, ______ se lo preguntó directamente:
—¿Quieres que te acompañe?
—¿Para qué?
Esa respuesta, acompañada de la frialdad que empañaba su mirada, le dejó claro que lo de la noche no había cambiado su relación.
—Para nada —respondió, intentando disimular su decepción—. Llamaré a alguien para salir a dar una vuelta.
—Como quieras. Hablamos luego, ¿te parece? —Y cerró la puerta sin esperar a que ella respondiera.
¿Hablar?
De acuerdo, hablarían, pero después de las inexistentes muestras de afecto de esa mañana, ______ sabía que era una conversación que no iba a gustarle demasiado. Era evidente que el día no iba a ser para nada como ella se lo había imaginado antes de ducharse.
Joseph salió del piso a toda prisa. No sólo porque quisiera llegar pronto a la revista para hablar con Sam, sino también porque necesitaba huir de ______. Sólo la había visto durante unos segundos y todo su estudiado discurso había desaparecido de su mente. Tenía que alejarse de ella, tal vez así se tranquilizaría y se olvidaría de lo bien que se había sentido en sus brazos. Si de algo estaba seguro era de que él no quería tener ninguna relación con nadie; era demasiado complicado, demasiado arriesgado. Su trabajo lo llenaba por completo y, en cuanto al sexo, no era demasiado difícil conseguirlo cuando le apetecía.
Nani Jonas
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