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"Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Capitulo 54
El lunes, ______ todavía estaba fatal. Ya no lloraba tanto, pero la tristeza la estaba consumiendo. Eso de enamorarse era horrible, en todas las novelas que había leído, se suponía que el amor era maravilloso, pero para ella no lo había sido. Bueno, sí. Pero había durado muy poco, y cuando el viernes Joe la miró a los ojos y le dijo que nunca la había querido, destrozó los recuerdos que ella tenía. No podía ser cierto. Se negaba a creer que él no hubiese sentido nada. Se negaba a creer que fuera capaz de hacer el amor de ese modo con otra mujer, que le sonriera así a nadie más. No, era imposible. Ya estaba, ya volvía a llorar de nuevo. Tenía que hacerse a la idea de que sí, de que él no había sentido nada por ella. De haberlo hecho, no la habría creído culpable de los robos y no la habría echado sin parpadear.
Joe salió de The Scope y se fue a su casa. Desde allí, llamó a Sam y le contó todo lo que había pasado. No tenía valor de decírselo a la cara y ver cómo él lo miraba con reprobación. Sam lo escuchó con atención y, cuando acabó, no le recriminó nada, sino que se limitó a preguntar:
—¿Qué vas a hacer?
—No lo sé. —Joe fue sincero—. Pero creo que ya no puedo hacer nada.
—Vamos, no digas tonterías —lo animó Sam—. ______ te ama, seguro que te perdona.
Joe no estaba tan convencido.
—No sé, tal vez sí me amaba. Pero después de lo que le dije el viernes no creo que quiera volver a hablar conmigo.
—Ya se te ocurrirá algo. —Sam suspiró hondo—. ¿Por qué no te quedas en casa y descansas? Seguro que no has dormido nada en todo el fin de semana. Ya verás como luego lo ves todo más claro.
—Quizá tengas razón —respondió Joe—. La verdad es que estoy agotado, casi no puedo tenerme en pie. ¿No te importa?
—No, tranquilo. Nos vemos mañana.
Y, por extraño que fuera, se durmió en el sofá.
No se despertó hasta el martes por la mañana, y lo primero que hizo fue llamar a ______. Como era de esperar, tenía el móvil apagado. Lo intentó tres o cuatro veces y ninguna tuvo éxito. Luego llamó a Kevin. El móvil de Kevin sí estaba encendido, pero su amigo no cogió ninguna de sus llamadas. Llamó diez veces. Las nueve primeras no dejó ningún mensaje. La décima le pidió por favor que lo llamara pero, típico de Kevin, éste ignoró su petición. Bueno, la verdad era que no le extrañaba. Se había comportado como un cretino.
Esa tarde hizo algo que había estado retrasando: llamar a Nana para contárselo todo. Cuando Nana dejó de reñirlo, le preguntó:
—¿Qué vas a hacer?
Últimamente todo el mundo le preguntaba eso.
—No lo sé —respondió él de nuevo.
—¿Es que eres idiota?
Bueno, en eso, Nana se había diferenciado de Sam.
—Te he preguntado si eres idiota —insistió su abuela—. Dios, no sé quién es peor, si tú o tu padre.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Joe.
—Porque tu padre se empeñó en luchar por una mujer que no lo amaba y tú no eres capaz de hacerlo por una que te ama con locura.
Joe no supo qué responder a eso.
—¿De verdad lo crees, Nana?
—¿El qué? —Nana estaba enfadadísima—. ¿Que eres idiota o qué ______ te ama?
—Lo de ______. —Joe no se veía capaz de pronunciar la pregunta entera—. Lo de que soy idiota ya lo has dejado claro.
—Claro que te ama, Joe —respondió Nana ya más cariñosa—. ¿Por qué crees que quiso hacer lo del reportaje de tu padre? ¿O por qué crees que no se defendió de tus estúpidas acusaciones?
—No lo sé. —Joe tenía un nudo en la garganta.
—Sí lo sabes. —Su abuela no iba a darle tregua—. Pero lo que de verdad es importante es si tú la amas a ella.
—Con todo mi corazón —respondió Joe sin dudarlo.
—Entonces, no tienes nada más que pensar. —Nana se sintió orgullosa de su nieto—. Ve a buscarla.
Joe se dio cuenta de que Nana tenía razón, tenía que ir a buscar a ______. Ya había perdido demasiados días.
—Nana, te quiero. Eres la mejor.
—Ya lo sé. Llámame desde Barcelona. —Su abuela sonrió—. Y dale un beso a ______ de mi parte.
—Lo intentaré.
Colgaron el teléfono y Joe encendió el ordenador para comprar un billete para Barcelona. Miró las páginas de todas las aerolíneas para encontrar el primero que llegara a la Ciudad Condal, y tuvo suerte, pues había un vuelo de British Airways que salía el miércoles a las ocho de la mañana. Sólo quedaban plazas en la categoría de business, pero lo compró igualmente. Como decía ese anuncio de tarjetas de crédito, hay cosas en la vida que no tienen precio, y recuperar el amor de su vida era una de ellas. Se preparó una bolsa con un poco de ropa y guardó en ella El conde de Montecristo; si ella no lo perdonaba, no tenía intenciones de devolvérselo. Llamó a Sam para decirle que no iría a trabajar en un par de días. Antes de colgar, Sam le hizo prometer que lo llamaría para contarle todo lo que pasaba, y oyó cómo Silvia le deseaba suerte. Iba a necesitarla.
El vuelo salió de Hearthrow a la hora prevista. Joe se pasó las casi dos horas del trayecto pensando en qué iba a decirle. No sabía por dónde empezar. Tenía miedo de que ella no quisiera verlo; de hecho, le había dicho que cuando descubriera al verdadero ladrón no fuera a buscarla. Él había revivido ese último encuentro una y otra vez en su memoria y, por más que lo intentaba, no lograba cambiar el final. No podía olvidar lo triste y dolida que se veía ella, ni lo estúpido y engreído que había sido él. El avión aterrizó y, cuando Joe pisó el suelo del aeropuerto, se dio cuenta de que no tenía ni idea de adónde ir. No sabía dónde estaba ______. Conectó su teléfono y llamó a Kevin. Como era de esperar, no contestó. ¡Maldita fuera! Decidió alquilar un coche; se negaba a presentarse en casa de los padres de ______ en taxi.
Salir del aeropuerto de Barcelona en coche no es nada fácil, y menos si hace años que no lo haces. ¿Por qué colocan las señales cuando ya no estás a tiempo de girar? En fin, Joe supuso que no era tanto culpa de la señalización como de su estado nervioso, y después de la segunda vez que se perdió, logró por fin dar con la autopista.
Llegó a Arenys y vio que la memoria no lo había traicionado; la casa de la familia Martí seguía siendo tan acogedora como recordaba. Aparcó el coche y se dirigió a la entrada. Las manos no dejaban de sudarle. Llamó al timbre y Elizabeth, la madre de ______, le abrió la puerta.
—¿Joe? —preguntó ella mirándolo de arriba abajo—. ¿Eres tú?
—Me temo que sí —respondió él inseguro.
—Pasa, pasa. —Elizabeth se apartó de la puerta para que pudiera entrar—. Supongo que has venido a ver a ______.
—Así es. —Antes de que Elizabeth pudiera decir nada más, él añadió—: Siento mucho todo lo que ha ocurrido.
Elizabeth lo miró, se acercó a él y le pasó la mano por el pelo.
—Lo sé —dijo ella enigmática—. Sólo hay que mirarte a los ojos para ver lo mal que lo estás pasando.
Joe no intentó disimular ni negar lo que ella acababa de decirle.
—¿Puedo hablar con ______?
—Pues la verdad es que no. Ella y Kevin se han ido al hospital, a Barcelona. —Al ver que él se ponía tenso al oír la palabra «hospital», aclaró—: ______ está bien, han ido a que le quiten los puntos de la ceja. Pero luego se quedará en Barcelona.
—Ah —fue lo único que él atinó a responder.
—¿Quieres que te dé la dirección del piso de ______? —Elizabeth empezó a escribir en un papel—. Toma.
—No lo entiendo. ¿No estás enfadada conmigo? —No pudo evitar preguntar.
—Bueno —respondió Elizabeth—, claro que estoy enfadada por el daño que le has hecho a mi niña. Pero, a diferencia de su padre y de su hermano mayor —añadió mirándolo a los ojos—, creo que tiene que ser ella la que decida si quiere volver a verte o no.
—Gracias. —Fue lo único que Joe consiguió decir.
—Vamos, vete. —Elizabeth lo acompañó a la puerta—. Ya tendrás tiempo de agradecérmelo más tarde, si es que aún quieres hacerlo. —Ella sonrió—. Creo que mi hija te hará pagar todo lo que le has hecho pasar.
Joe intentó devolverle la sonrisa, pero no lo consiguió y, tras agradecérselo de nuevo, se fue y se dirigió hacia Barcelona
Lamento la tardanza chicas espero les guste el cap.
El lunes, ______ todavía estaba fatal. Ya no lloraba tanto, pero la tristeza la estaba consumiendo. Eso de enamorarse era horrible, en todas las novelas que había leído, se suponía que el amor era maravilloso, pero para ella no lo había sido. Bueno, sí. Pero había durado muy poco, y cuando el viernes Joe la miró a los ojos y le dijo que nunca la había querido, destrozó los recuerdos que ella tenía. No podía ser cierto. Se negaba a creer que él no hubiese sentido nada. Se negaba a creer que fuera capaz de hacer el amor de ese modo con otra mujer, que le sonriera así a nadie más. No, era imposible. Ya estaba, ya volvía a llorar de nuevo. Tenía que hacerse a la idea de que sí, de que él no había sentido nada por ella. De haberlo hecho, no la habría creído culpable de los robos y no la habría echado sin parpadear.
Joe salió de The Scope y se fue a su casa. Desde allí, llamó a Sam y le contó todo lo que había pasado. No tenía valor de decírselo a la cara y ver cómo él lo miraba con reprobación. Sam lo escuchó con atención y, cuando acabó, no le recriminó nada, sino que se limitó a preguntar:
—¿Qué vas a hacer?
—No lo sé. —Joe fue sincero—. Pero creo que ya no puedo hacer nada.
—Vamos, no digas tonterías —lo animó Sam—. ______ te ama, seguro que te perdona.
Joe no estaba tan convencido.
—No sé, tal vez sí me amaba. Pero después de lo que le dije el viernes no creo que quiera volver a hablar conmigo.
—Ya se te ocurrirá algo. —Sam suspiró hondo—. ¿Por qué no te quedas en casa y descansas? Seguro que no has dormido nada en todo el fin de semana. Ya verás como luego lo ves todo más claro.
—Quizá tengas razón —respondió Joe—. La verdad es que estoy agotado, casi no puedo tenerme en pie. ¿No te importa?
—No, tranquilo. Nos vemos mañana.
Y, por extraño que fuera, se durmió en el sofá.
No se despertó hasta el martes por la mañana, y lo primero que hizo fue llamar a ______. Como era de esperar, tenía el móvil apagado. Lo intentó tres o cuatro veces y ninguna tuvo éxito. Luego llamó a Kevin. El móvil de Kevin sí estaba encendido, pero su amigo no cogió ninguna de sus llamadas. Llamó diez veces. Las nueve primeras no dejó ningún mensaje. La décima le pidió por favor que lo llamara pero, típico de Kevin, éste ignoró su petición. Bueno, la verdad era que no le extrañaba. Se había comportado como un cretino.
Esa tarde hizo algo que había estado retrasando: llamar a Nana para contárselo todo. Cuando Nana dejó de reñirlo, le preguntó:
—¿Qué vas a hacer?
Últimamente todo el mundo le preguntaba eso.
—No lo sé —respondió él de nuevo.
—¿Es que eres idiota?
Bueno, en eso, Nana se había diferenciado de Sam.
—Te he preguntado si eres idiota —insistió su abuela—. Dios, no sé quién es peor, si tú o tu padre.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Joe.
—Porque tu padre se empeñó en luchar por una mujer que no lo amaba y tú no eres capaz de hacerlo por una que te ama con locura.
Joe no supo qué responder a eso.
—¿De verdad lo crees, Nana?
—¿El qué? —Nana estaba enfadadísima—. ¿Que eres idiota o qué ______ te ama?
—Lo de ______. —Joe no se veía capaz de pronunciar la pregunta entera—. Lo de que soy idiota ya lo has dejado claro.
—Claro que te ama, Joe —respondió Nana ya más cariñosa—. ¿Por qué crees que quiso hacer lo del reportaje de tu padre? ¿O por qué crees que no se defendió de tus estúpidas acusaciones?
—No lo sé. —Joe tenía un nudo en la garganta.
—Sí lo sabes. —Su abuela no iba a darle tregua—. Pero lo que de verdad es importante es si tú la amas a ella.
—Con todo mi corazón —respondió Joe sin dudarlo.
—Entonces, no tienes nada más que pensar. —Nana se sintió orgullosa de su nieto—. Ve a buscarla.
Joe se dio cuenta de que Nana tenía razón, tenía que ir a buscar a ______. Ya había perdido demasiados días.
—Nana, te quiero. Eres la mejor.
—Ya lo sé. Llámame desde Barcelona. —Su abuela sonrió—. Y dale un beso a ______ de mi parte.
—Lo intentaré.
Colgaron el teléfono y Joe encendió el ordenador para comprar un billete para Barcelona. Miró las páginas de todas las aerolíneas para encontrar el primero que llegara a la Ciudad Condal, y tuvo suerte, pues había un vuelo de British Airways que salía el miércoles a las ocho de la mañana. Sólo quedaban plazas en la categoría de business, pero lo compró igualmente. Como decía ese anuncio de tarjetas de crédito, hay cosas en la vida que no tienen precio, y recuperar el amor de su vida era una de ellas. Se preparó una bolsa con un poco de ropa y guardó en ella El conde de Montecristo; si ella no lo perdonaba, no tenía intenciones de devolvérselo. Llamó a Sam para decirle que no iría a trabajar en un par de días. Antes de colgar, Sam le hizo prometer que lo llamaría para contarle todo lo que pasaba, y oyó cómo Silvia le deseaba suerte. Iba a necesitarla.
El vuelo salió de Hearthrow a la hora prevista. Joe se pasó las casi dos horas del trayecto pensando en qué iba a decirle. No sabía por dónde empezar. Tenía miedo de que ella no quisiera verlo; de hecho, le había dicho que cuando descubriera al verdadero ladrón no fuera a buscarla. Él había revivido ese último encuentro una y otra vez en su memoria y, por más que lo intentaba, no lograba cambiar el final. No podía olvidar lo triste y dolida que se veía ella, ni lo estúpido y engreído que había sido él. El avión aterrizó y, cuando Joe pisó el suelo del aeropuerto, se dio cuenta de que no tenía ni idea de adónde ir. No sabía dónde estaba ______. Conectó su teléfono y llamó a Kevin. Como era de esperar, no contestó. ¡Maldita fuera! Decidió alquilar un coche; se negaba a presentarse en casa de los padres de ______ en taxi.
Salir del aeropuerto de Barcelona en coche no es nada fácil, y menos si hace años que no lo haces. ¿Por qué colocan las señales cuando ya no estás a tiempo de girar? En fin, Joe supuso que no era tanto culpa de la señalización como de su estado nervioso, y después de la segunda vez que se perdió, logró por fin dar con la autopista.
Llegó a Arenys y vio que la memoria no lo había traicionado; la casa de la familia Martí seguía siendo tan acogedora como recordaba. Aparcó el coche y se dirigió a la entrada. Las manos no dejaban de sudarle. Llamó al timbre y Elizabeth, la madre de ______, le abrió la puerta.
—¿Joe? —preguntó ella mirándolo de arriba abajo—. ¿Eres tú?
—Me temo que sí —respondió él inseguro.
—Pasa, pasa. —Elizabeth se apartó de la puerta para que pudiera entrar—. Supongo que has venido a ver a ______.
—Así es. —Antes de que Elizabeth pudiera decir nada más, él añadió—: Siento mucho todo lo que ha ocurrido.
Elizabeth lo miró, se acercó a él y le pasó la mano por el pelo.
—Lo sé —dijo ella enigmática—. Sólo hay que mirarte a los ojos para ver lo mal que lo estás pasando.
Joe no intentó disimular ni negar lo que ella acababa de decirle.
—¿Puedo hablar con ______?
—Pues la verdad es que no. Ella y Kevin se han ido al hospital, a Barcelona. —Al ver que él se ponía tenso al oír la palabra «hospital», aclaró—: ______ está bien, han ido a que le quiten los puntos de la ceja. Pero luego se quedará en Barcelona.
—Ah —fue lo único que él atinó a responder.
—¿Quieres que te dé la dirección del piso de ______? —Elizabeth empezó a escribir en un papel—. Toma.
—No lo entiendo. ¿No estás enfadada conmigo? —No pudo evitar preguntar.
—Bueno —respondió Elizabeth—, claro que estoy enfadada por el daño que le has hecho a mi niña. Pero, a diferencia de su padre y de su hermano mayor —añadió mirándolo a los ojos—, creo que tiene que ser ella la que decida si quiere volver a verte o no.
—Gracias. —Fue lo único que Joe consiguió decir.
—Vamos, vete. —Elizabeth lo acompañó a la puerta—. Ya tendrás tiempo de agradecérmelo más tarde, si es que aún quieres hacerlo. —Ella sonrió—. Creo que mi hija te hará pagar todo lo que le has hecho pasar.
Joe intentó devolverle la sonrisa, pero no lo consiguió y, tras agradecérselo de nuevo, se fue y se dirigió hacia Barcelona
Lamento la tardanza chicas espero les guste el cap.
Nani Jonas
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
awwww se van a encontrar!!!!
Lo perdonara la rayiz??
Espero que siii
Siguela!!!
Lo perdonara la rayiz??
Espero que siii
Siguela!!!
aranzhitha
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
ahhhh!! nooooo por que la has dejado ahii
eso es bastante cruel!!!
ahiii plis siguelaaaaaa!!!!!!!!
estoy igual que Joe, muero de los nervios
plis necesito que la sigas!!!!
eso es bastante cruel!!!
ahiii plis siguelaaaaaa!!!!!!!!
estoy igual que Joe, muero de los nervios
plis necesito que la sigas!!!!
Karli Jonas
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Ah ah ah!
LA VA A BUSCAR!
Pero, no creo que Kevin lo deje verla :$
SIGUEEE!
OTRO OTRO OTRO!
LA VA A BUSCAR!
Pero, no creo que Kevin lo deje verla :$
SIGUEEE!
OTRO OTRO OTRO!
-Lizz-
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
pobrecito joe, yo aun lo entiendo por como se comporto es dificil confiar cuando se ha sido traicionado cuando se ha estado solo toda la vida
siguela pronto plisssss
siguela pronto plisssss
Julieta♥
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
La rayis devería hacerlo sufrir un poquito y luego perdonarlo!
:) siguelaaa!
:) siguelaaa!
☎ Jimena Horan ♥
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
ayy joe solo anda y mira lo q pasa...
siguelaaaaaa
siguelaaaa
siguelaaaaaa
siguelaaaa
jamileth
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
AWWW LA MAMA TAN TIERNA Y COMPRENSIVA
JOEE TIENES QUE RECUPERARLA TONTO
JOEE TIENES QUE RECUPERARLA TONTO
berenice_89
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
por favor estoy ansiosa por saber que pasa!
SÍGUELA!
por favor estoy ansiosa por saber que pasa!
SÍGUELA!
fernanda
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Capitulo 55
______ y Kevin salieron del hospital y fueron a desayunar. Ella estaba un poco más animada. Había pasado unos días muy malos, pero estaba convencida de que saldría adelante. Sus padres y sus hermanos la habían malcriado descaradamente en esos tres días, pero había decidido volver a instalarse en su piso de Barcelona. Kevin la había acompañado al hospital para que le quitasen los puntos, y ahora, con una nueva cicatriz en la ceja, ______ estaba dispuesta a enfrentarse al mundo. Empezaría a buscar trabajo; gracias al tiempo pasado en Inglaterra, tanto su currículum como su inglés habían mejorado mucho, y estaba segura de que encontraría algo en seguida. Kevin le había sugerido un par de empresas por las que debería interesarse y, si no, siempre podía hacer un máster o un posgrado. Iban hablando de todas esas cosas cuando él redujo un poco la velocidad.
—______, creo que hay alguien en el portal de tu edificio. —Empezó a maniobrar para aparcar. Habían tenido mucha suerte de encontrar un sitio cerca de su casa.
—Bueno, eso no es nada raro. Cerca hay una academia, y muchas veces se sientan en el escalón de entrada para charlar o para fumar —respondió ella sin mirar.
—No, ______. Creo que es Joe —dijo Kevin, y detuvo el coche—. Si quieres nos vamos de aquí ahora mismo. No tienes por qué verle.
______ se fijó en el chico que estaba de pie frente a su casa y supo sin ninguna duda que era Joe. No porque le viera la cara, sino porque su corazón empezó a latir sin control.
—No, está bien —respondió ______, aunque apretó insegura el bolso entre sus manos—. Tengo que hacerlo. No puedo, ni quiero esconderme de él. ¿Me acompañas?
—Por supuesto, peque.
Kevin salió del coche y caminó junto a su hermana hasta el portal del edificio donde ella vivía. Kevin detectó el preciso instante en que Joe se dio cuenta de que ellos dos se estaban acercando, pues vio cómo se erguía y cerraba los puños con fuerza. Nunca había visto a su amigo tan nervioso.
—Hola —saludó Joe. No era muy original, pero no se le ocurrió otra cosa que decir.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Kevin enfadado, sin apartarse de su hermana.
—He venido a ver a ______ —contestó Joe mirándola a los ojos. La había echado tanto de menos que sólo con verla ya empezaba a sentirse mejor.
______ no dijo nada.
—Ella no quiere verte —respondió Kevin—. Es mejor que te vayas, Joe.
—No voy a irme a no ser que ______ me lo pida. —Joe intentó acercarse más a ella, pero Kevin, que era enorme, seguía en medio de los dos—. ______, ¿quieres que me vaya? —preguntó, y aguantó la respiración.
—Claro que quiere que te vayas —insistió Kevin.
______ seguía sin decir nada. No podía. Ver a Joe de nuevo la afectaba más de lo que había supuesto.
—______, por favor, necesito hablar contigo. —De algún modo, él logró decir eso sin que le temblara la voz—. Luego, si quieres, me iré.
Kevin miró a Joe y a su hermana, era obvio que aún tenían muchas cosas que decirse, así que se dio la vuelta y cogió a ______ por el hombro.
—______, ¿quieres hablar con él?
Joe se sorprendió al ver el cambio de actitud de Kevin.
—Sí —respondió ella en voz baja.
—Está bien. —Kevin le dio un cariñoso beso en la mejilla—. Llámame luego. ¿Lo prometes?
—Te lo prometo. No te preocupes. —______ le dio un abrazo.
Kevin se dio la vuelta de nuevo y se dirigió a Joe.
—Haz que no me arrepienta. —Aunque era una amenaza, Joe sintió como si, en el fondo, su amigo le estuviera dando su consentimiento para salir con su hermana.
—Te juro que no te arrepentirás —dijo Joe—. Gracias.
—Ya me estoy arrepintiendo.
Kevin miró a su hermana de nuevo y se fue hacia su coche.
Los dos se quedaron solos delante del portal.
—Te han quitado los puntos. Te ha quedado una pequeña cicatriz. —Él levantó la mano para dibujarla con su dedo, pero ella se apartó.
—¿De qué quieres hablar? —preguntó seca.
Él retrocedió un poco pero no iba a permitir que ese pequeño rechazo empañara el éxito que había tenido al lograr que aceptara hablar con él.
—¿Te importaría que fuéramos a otro sitio? —Joe se puso las manos en los bolsillos para controlar las ganas que tenía de tocarla.
—Podemos subir a mi piso —dijo ______ tras dudar un instante, y sacó las llaves de su bolso.
—Gracias. —Joe le aguantó la puerta para que entrara.
Subieron la escalera a pie y en silencio. Ella aún no lo había mirado a la cara y él no podía dejar de mirarla. ______ abrió la pesada puerta de roble y los dos entraron. La maleta que había traído de Londres estaba en medio del comedor.
—Aún no has deshecho el equipaje —murmuró Joe.
______ fingió no haber oído ese comentario y se sentó en el sofá. Cruzó las piernas como una india sosteniendo un cojín entre las manos, como si fuera un escudo.
Joe quiso sentarse a su lado, pero al ver que ella se ponía tensa, optó por sentarse en un sillón que había delante del sofá.
—______.
Ella seguía sin mirarlo, y él no podía soportarlo más.
—______, mírame. Por favor.
Tardó unos segundos, pero poco a poco lo miró a los ojos, y Joe se alegró al ver que ella estaba tan afectada como él.
—Lo siento —le dijo marcando cada palabra—. Lo siento mucho.
A ______ le resbaló una lágrima por la mejilla, pero la apartó furiosa con la palma de la mano. No quería volver a llorar delante de él.
—Siento haberte acusado de algo tan horrible. Siento no haber confiado en ti. Siento haberte hecho daño. Siento haber sido un imbécil. —Al ver que ella empezaba a llorar, él no pudo controlarse más y se levantó para sentarse a su lado—. Tengo que abrazarte.
La rodeó con los brazos y ella se acurrucó entre ellos.
Lloró contra su pecho y él apoyó la barbilla entre su pelo. Unos minutos más tarde, ______ dejó de llorar e intentó apartarse.
—Ya estoy mejor. —Se separó de él y se frotó la cara con las manos.
Joe la soltó y, al ver que ella volvía a levantar sus defensas, regresó a su sillón.
—¿Has descubierto quién robó los artículos? —preguntó ______.
—Sí. —Joe se sonrojó al darse cuenta de que ella creía que él sólo había ido a verla para disculparse por haberla acusado de eso—. Fue Clive.
______ levantó las cejas sorprendida, pero antes de que pudiera decir nada, Joe la interrumpió.
—Pero no he venido a hablar de eso. Si quieres, después te lo cuento todo. —Se pasó las manos por el pelo.
—¿Después de qué? —preguntó ella, mirándolo a los ojos.
—También he conocido a Steve. —Joe quería confesárselo todo antes de decirle el verdadero motivo por el que había ido a verla.
—¿Cuándo?
—El lunes. Me contó lo del artículo de mi padre. —Al ver que ______ parecía incómoda, añadió—. Pero tampoco he venido aquí para hablar de eso.
Ella lo miró incrédula y él volvió a levantarse del sillón.
—Te estoy muy agradecido, pero no he venido hasta aquí por eso.
—Y entonces ¿por qué has venido?
Él se sentó a su lado.
—He venido por esto.
Antes de que ella pudiera reaccionar, Joe le cogió la cara entre las manos y la besó. Primero, ______ estaba demasiado sorprendida como para reaccionar, pero al sentir la lengua de él recorriéndole el labio inferior, no pudo evitarlo. Joe la besó como si quisiera entrar dentro de ella, como si la necesitara para respirar. Poco a poco, fue relajando la presión de sus manos y las deslizó hasta su espalda. Cuando ella se dio cuenta de lo que estaba pasando, se apartó de él. Si quería superar algún día lo que sentía por ese hombre, tenía que ser fuerte y resistirse a su seducción.
—Esto —______ hizo un gesto con las manos— nunca ha sido un problema. Esto —colocó una mano sobre el corazón de él— sí lo es.
Ella empezó a apartarse, pero Joe le cogió la muñeca y dejó la mano de ella donde estaba.
—No me has dejado terminar —dijo, mirándola a los ojos—. Siento mucho haberte mentido.
—¿Mentido?
—Sí. —Joe respiró hondo—. El viernes, cuando te dije que lo que sentía por ti no era amor, te mentí. Te amo, ______.
A ella le resbaló una lágrima por la mejilla y, decidida, le apartó la mano. Se levantó del sofá y se alejó un poco de él.
—No te creo —susurró, y Joe sintió como si se le parara el corazón—. Tú no me quieres, si me quisieras, no habrías pensado que yo robaba los artículos. —Le resbaló otra lágrima—. Si me quisieras, no me habrías echado de tu vida sin pensarlo. Te doy las gracias por haber venido a disculparte de tus acusaciones y, supongo que estás agradecido por lo del artículo de tu padre. Pero no creo que debas confundir esas cosas con amor.
Joe estaba sin habla; de todas las situaciones posibles, ésa ni siquiera se le había ocurrido.
______ se acercó a la puerta y la abrió.
—Si no te importa, preferiría que te fueras. Gracias por disculparte, pero ahora quiero estar sola, y tú seguro que tienes que regresar a Londres.
Joe se levantó en estado de trance. No podía ser que todo fuera a acabar de ese modo. Cerró los ojos un instante buscando en su mente algo que decir que pudiera hacerla cambiar de opinión. Y lo encontró:
—Te olvidaste una cosa en mi piso. —Vio que ella lo miraba intrigada, pero esperó a que formulara la pregunta.
—¿El qué?
—El conde de Montecristo. Me dijiste que era uno de tus libros preferidos. —______ seguía sin hablar, así que continuó—: Me dijiste que te lo había regalado tu abuelo. ¿Quieres que te lo devuelva?
—Pues claro que quiero que me lo devuelvas. —Ella empezaba a estar furiosa. Joe no tenía bastante con haberle roto el corazón, ahora quería quedarse con uno de sus tesoros más preciados—. Además, ¿qué ibas a hacer tú con él?
—Podría leerlo. —«Y torturarme pensando en lo estúpido que he sido», pensó—. No voy a regresar a Londres. No sin ti.
—No digas tonterías —dijo ella sin soltar el pomo de la puerta.
—En estos últimos días, me han insultado más que en toda mi vida. Y si bien Nana y Sam tenían razón al decir que me he portado como un idiota, te aseguro que tú te equivocas de pleno. —A Joe se le estaba acelerando el pulso—. No estoy diciendo tonterías. No pienso regresar a Londres sin ti.
______ entrecerró la puerta y lo miró a los ojos.
—Mira, sé que lamentas haberme acusado de los robos, y estoy segura de que te sientes culpable de que tuviera que coger sola el avión y todo eso. —Tomó aliento—. Pero no quiero volver a Londres.
—Entonces me quedaré yo aquí, en Barcelona. Seguro que Sam puede ayudarme a encontrar trabajo —dijo Joe esperanzado.
—No, no lo entiendes. No quiero volver a estar contigo. —______ vio cómo Joe perdía toda la esperanza de golpe—. ¿Te acuerdas de aquella conversación que tuvimos sobre lo de encontrar a alguien especial? —Joe asintió con la cabeza, y ella continuó—. Yo no soy tu persona especial.
—Eso no es verdad. —A Joe se le hizo un nudo en la garganta.
—Sí lo es. —Llegar a esa conclusión había sido lo único que había logrado consolar un poco a ______. De haberlo sido, él no habría sido capaz de hacer lo que hizo—. Y supongo que tú no eres la mía.
—No digas eso. —Joe sintió cómo le escocían los ojos, e hizo un esfuerzo por controlarse—. Por favor.
—Lo mejor será que lo olvidemos. Seguro que dentro de un mes ya ni te acuerdas de mí. —Intentó sonreír pero no pudo.
—Mira. —Joe se pasó nervioso la mano por el pelo. Aquella conversación iba de mal en peor—. No voy a regresar a Londres. Nick sigue aquí, en Barcelona, y seguro que puedo quedarme unos días con él.
—Eso no cambiará nada.
Pero él no estaba dispuesto a rendirse.
Espero les guste el cap
______ y Kevin salieron del hospital y fueron a desayunar. Ella estaba un poco más animada. Había pasado unos días muy malos, pero estaba convencida de que saldría adelante. Sus padres y sus hermanos la habían malcriado descaradamente en esos tres días, pero había decidido volver a instalarse en su piso de Barcelona. Kevin la había acompañado al hospital para que le quitasen los puntos, y ahora, con una nueva cicatriz en la ceja, ______ estaba dispuesta a enfrentarse al mundo. Empezaría a buscar trabajo; gracias al tiempo pasado en Inglaterra, tanto su currículum como su inglés habían mejorado mucho, y estaba segura de que encontraría algo en seguida. Kevin le había sugerido un par de empresas por las que debería interesarse y, si no, siempre podía hacer un máster o un posgrado. Iban hablando de todas esas cosas cuando él redujo un poco la velocidad.
—______, creo que hay alguien en el portal de tu edificio. —Empezó a maniobrar para aparcar. Habían tenido mucha suerte de encontrar un sitio cerca de su casa.
—Bueno, eso no es nada raro. Cerca hay una academia, y muchas veces se sientan en el escalón de entrada para charlar o para fumar —respondió ella sin mirar.
—No, ______. Creo que es Joe —dijo Kevin, y detuvo el coche—. Si quieres nos vamos de aquí ahora mismo. No tienes por qué verle.
______ se fijó en el chico que estaba de pie frente a su casa y supo sin ninguna duda que era Joe. No porque le viera la cara, sino porque su corazón empezó a latir sin control.
—No, está bien —respondió ______, aunque apretó insegura el bolso entre sus manos—. Tengo que hacerlo. No puedo, ni quiero esconderme de él. ¿Me acompañas?
—Por supuesto, peque.
Kevin salió del coche y caminó junto a su hermana hasta el portal del edificio donde ella vivía. Kevin detectó el preciso instante en que Joe se dio cuenta de que ellos dos se estaban acercando, pues vio cómo se erguía y cerraba los puños con fuerza. Nunca había visto a su amigo tan nervioso.
—Hola —saludó Joe. No era muy original, pero no se le ocurrió otra cosa que decir.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Kevin enfadado, sin apartarse de su hermana.
—He venido a ver a ______ —contestó Joe mirándola a los ojos. La había echado tanto de menos que sólo con verla ya empezaba a sentirse mejor.
______ no dijo nada.
—Ella no quiere verte —respondió Kevin—. Es mejor que te vayas, Joe.
—No voy a irme a no ser que ______ me lo pida. —Joe intentó acercarse más a ella, pero Kevin, que era enorme, seguía en medio de los dos—. ______, ¿quieres que me vaya? —preguntó, y aguantó la respiración.
—Claro que quiere que te vayas —insistió Kevin.
______ seguía sin decir nada. No podía. Ver a Joe de nuevo la afectaba más de lo que había supuesto.
—______, por favor, necesito hablar contigo. —De algún modo, él logró decir eso sin que le temblara la voz—. Luego, si quieres, me iré.
Kevin miró a Joe y a su hermana, era obvio que aún tenían muchas cosas que decirse, así que se dio la vuelta y cogió a ______ por el hombro.
—______, ¿quieres hablar con él?
Joe se sorprendió al ver el cambio de actitud de Kevin.
—Sí —respondió ella en voz baja.
—Está bien. —Kevin le dio un cariñoso beso en la mejilla—. Llámame luego. ¿Lo prometes?
—Te lo prometo. No te preocupes. —______ le dio un abrazo.
Kevin se dio la vuelta de nuevo y se dirigió a Joe.
—Haz que no me arrepienta. —Aunque era una amenaza, Joe sintió como si, en el fondo, su amigo le estuviera dando su consentimiento para salir con su hermana.
—Te juro que no te arrepentirás —dijo Joe—. Gracias.
—Ya me estoy arrepintiendo.
Kevin miró a su hermana de nuevo y se fue hacia su coche.
Los dos se quedaron solos delante del portal.
—Te han quitado los puntos. Te ha quedado una pequeña cicatriz. —Él levantó la mano para dibujarla con su dedo, pero ella se apartó.
—¿De qué quieres hablar? —preguntó seca.
Él retrocedió un poco pero no iba a permitir que ese pequeño rechazo empañara el éxito que había tenido al lograr que aceptara hablar con él.
—¿Te importaría que fuéramos a otro sitio? —Joe se puso las manos en los bolsillos para controlar las ganas que tenía de tocarla.
—Podemos subir a mi piso —dijo ______ tras dudar un instante, y sacó las llaves de su bolso.
—Gracias. —Joe le aguantó la puerta para que entrara.
Subieron la escalera a pie y en silencio. Ella aún no lo había mirado a la cara y él no podía dejar de mirarla. ______ abrió la pesada puerta de roble y los dos entraron. La maleta que había traído de Londres estaba en medio del comedor.
—Aún no has deshecho el equipaje —murmuró Joe.
______ fingió no haber oído ese comentario y se sentó en el sofá. Cruzó las piernas como una india sosteniendo un cojín entre las manos, como si fuera un escudo.
Joe quiso sentarse a su lado, pero al ver que ella se ponía tensa, optó por sentarse en un sillón que había delante del sofá.
—______.
Ella seguía sin mirarlo, y él no podía soportarlo más.
—______, mírame. Por favor.
Tardó unos segundos, pero poco a poco lo miró a los ojos, y Joe se alegró al ver que ella estaba tan afectada como él.
—Lo siento —le dijo marcando cada palabra—. Lo siento mucho.
A ______ le resbaló una lágrima por la mejilla, pero la apartó furiosa con la palma de la mano. No quería volver a llorar delante de él.
—Siento haberte acusado de algo tan horrible. Siento no haber confiado en ti. Siento haberte hecho daño. Siento haber sido un imbécil. —Al ver que ella empezaba a llorar, él no pudo controlarse más y se levantó para sentarse a su lado—. Tengo que abrazarte.
La rodeó con los brazos y ella se acurrucó entre ellos.
Lloró contra su pecho y él apoyó la barbilla entre su pelo. Unos minutos más tarde, ______ dejó de llorar e intentó apartarse.
—Ya estoy mejor. —Se separó de él y se frotó la cara con las manos.
Joe la soltó y, al ver que ella volvía a levantar sus defensas, regresó a su sillón.
—¿Has descubierto quién robó los artículos? —preguntó ______.
—Sí. —Joe se sonrojó al darse cuenta de que ella creía que él sólo había ido a verla para disculparse por haberla acusado de eso—. Fue Clive.
______ levantó las cejas sorprendida, pero antes de que pudiera decir nada, Joe la interrumpió.
—Pero no he venido a hablar de eso. Si quieres, después te lo cuento todo. —Se pasó las manos por el pelo.
—¿Después de qué? —preguntó ella, mirándolo a los ojos.
—También he conocido a Steve. —Joe quería confesárselo todo antes de decirle el verdadero motivo por el que había ido a verla.
—¿Cuándo?
—El lunes. Me contó lo del artículo de mi padre. —Al ver que ______ parecía incómoda, añadió—. Pero tampoco he venido aquí para hablar de eso.
Ella lo miró incrédula y él volvió a levantarse del sillón.
—Te estoy muy agradecido, pero no he venido hasta aquí por eso.
—Y entonces ¿por qué has venido?
Él se sentó a su lado.
—He venido por esto.
Antes de que ella pudiera reaccionar, Joe le cogió la cara entre las manos y la besó. Primero, ______ estaba demasiado sorprendida como para reaccionar, pero al sentir la lengua de él recorriéndole el labio inferior, no pudo evitarlo. Joe la besó como si quisiera entrar dentro de ella, como si la necesitara para respirar. Poco a poco, fue relajando la presión de sus manos y las deslizó hasta su espalda. Cuando ella se dio cuenta de lo que estaba pasando, se apartó de él. Si quería superar algún día lo que sentía por ese hombre, tenía que ser fuerte y resistirse a su seducción.
—Esto —______ hizo un gesto con las manos— nunca ha sido un problema. Esto —colocó una mano sobre el corazón de él— sí lo es.
Ella empezó a apartarse, pero Joe le cogió la muñeca y dejó la mano de ella donde estaba.
—No me has dejado terminar —dijo, mirándola a los ojos—. Siento mucho haberte mentido.
—¿Mentido?
—Sí. —Joe respiró hondo—. El viernes, cuando te dije que lo que sentía por ti no era amor, te mentí. Te amo, ______.
A ella le resbaló una lágrima por la mejilla y, decidida, le apartó la mano. Se levantó del sofá y se alejó un poco de él.
—No te creo —susurró, y Joe sintió como si se le parara el corazón—. Tú no me quieres, si me quisieras, no habrías pensado que yo robaba los artículos. —Le resbaló otra lágrima—. Si me quisieras, no me habrías echado de tu vida sin pensarlo. Te doy las gracias por haber venido a disculparte de tus acusaciones y, supongo que estás agradecido por lo del artículo de tu padre. Pero no creo que debas confundir esas cosas con amor.
Joe estaba sin habla; de todas las situaciones posibles, ésa ni siquiera se le había ocurrido.
______ se acercó a la puerta y la abrió.
—Si no te importa, preferiría que te fueras. Gracias por disculparte, pero ahora quiero estar sola, y tú seguro que tienes que regresar a Londres.
Joe se levantó en estado de trance. No podía ser que todo fuera a acabar de ese modo. Cerró los ojos un instante buscando en su mente algo que decir que pudiera hacerla cambiar de opinión. Y lo encontró:
—Te olvidaste una cosa en mi piso. —Vio que ella lo miraba intrigada, pero esperó a que formulara la pregunta.
—¿El qué?
—El conde de Montecristo. Me dijiste que era uno de tus libros preferidos. —______ seguía sin hablar, así que continuó—: Me dijiste que te lo había regalado tu abuelo. ¿Quieres que te lo devuelva?
—Pues claro que quiero que me lo devuelvas. —Ella empezaba a estar furiosa. Joe no tenía bastante con haberle roto el corazón, ahora quería quedarse con uno de sus tesoros más preciados—. Además, ¿qué ibas a hacer tú con él?
—Podría leerlo. —«Y torturarme pensando en lo estúpido que he sido», pensó—. No voy a regresar a Londres. No sin ti.
—No digas tonterías —dijo ella sin soltar el pomo de la puerta.
—En estos últimos días, me han insultado más que en toda mi vida. Y si bien Nana y Sam tenían razón al decir que me he portado como un idiota, te aseguro que tú te equivocas de pleno. —A Joe se le estaba acelerando el pulso—. No estoy diciendo tonterías. No pienso regresar a Londres sin ti.
______ entrecerró la puerta y lo miró a los ojos.
—Mira, sé que lamentas haberme acusado de los robos, y estoy segura de que te sientes culpable de que tuviera que coger sola el avión y todo eso. —Tomó aliento—. Pero no quiero volver a Londres.
—Entonces me quedaré yo aquí, en Barcelona. Seguro que Sam puede ayudarme a encontrar trabajo —dijo Joe esperanzado.
—No, no lo entiendes. No quiero volver a estar contigo. —______ vio cómo Joe perdía toda la esperanza de golpe—. ¿Te acuerdas de aquella conversación que tuvimos sobre lo de encontrar a alguien especial? —Joe asintió con la cabeza, y ella continuó—. Yo no soy tu persona especial.
—Eso no es verdad. —A Joe se le hizo un nudo en la garganta.
—Sí lo es. —Llegar a esa conclusión había sido lo único que había logrado consolar un poco a ______. De haberlo sido, él no habría sido capaz de hacer lo que hizo—. Y supongo que tú no eres la mía.
—No digas eso. —Joe sintió cómo le escocían los ojos, e hizo un esfuerzo por controlarse—. Por favor.
—Lo mejor será que lo olvidemos. Seguro que dentro de un mes ya ni te acuerdas de mí. —Intentó sonreír pero no pudo.
—Mira. —Joe se pasó nervioso la mano por el pelo. Aquella conversación iba de mal en peor—. No voy a regresar a Londres. Nick sigue aquí, en Barcelona, y seguro que puedo quedarme unos días con él.
—Eso no cambiará nada.
Pero él no estaba dispuesto a rendirse.
Espero les guste el cap
Nani Jonas
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