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"Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Capitulo 42
—Hola, ya estoy aquí —saludó él, y se acercó para darle un beso.
—Hola. Te he echado de menos. —Ella le rodeó el cuello con los brazos—. Me encanta cómo hueles.
—No creo —respondió él sonrojándose—. Estoy todo sudado.
—Ya, por eso. —Ella le recorrió la oreja con la lengua.
—He creado un monstruo —sonrió él—. Suéltame. —Le dio un beso en la nariz y se apartó—. Voy a ducharme y luego prepararé esos espaguetis que tanto te gustan.
Gracias a ______, Joseph se había aficionado a cocinar de vez en cuando, y su especialidad —espaguetis con atún y tomate fresco— era digna del mejor restaurante italiano.
—De acuerdo. Pero no creas que vas a librarte de mí tan fácilmente.
A ______ le encantaba ver cocinar a Joseph. Comparado con ella, era tan meticuloso que parecía que estuviera operando a alguien a vida o muerte en vez de estar cortando unos tomates a dados. Como siempre, la pasta le quedó buenísima, y durante la comida estuvieron hablando de lo que iban a hacer esa noche.
Michael, uno de los mejores amigos de Joseph, los había invitado a una fiesta para celebrar que él y su nueva novia se iban a vivir juntos. Todas sus amistades iban a estar allí, todos excepto Nick, que había tenido que irse a Barcelona pues desde su oficina le habían pedido que se encargara de un proyecto en la Ciudad Condal.
—Tenemos que comprar algo —dijo ______ mientras él empezaba a recoger los platos—. No podemos presentarnos allí con las manos vacías.
—Si tú lo dices. Seguro que sabes mucho más que yo de estas cosas de protocolo.
—No sé, si tú te fueras a vivir con alguien a una casa nueva, ¿no te gustaría que te llevasen un regalo? ¿O algo para la fiesta?
Joseph se dio cuenta de que ése era el momento perfecto para sacar el tema de la partida de ella.
—Bueno, como yo nunca me iré de este piso —respondió sin darse la vuelta—. Aquí estoy muy bien, y hay espacio de sobra para uno. —Era un cobarde, no se atrevió a decir lo que de verdad quería, y prefirió salir por la tangente.
Oyó cómo ______ cogía las copas y se acercaba a él.
—Ya, pero hay gente que es más valiente, y que se atreve a irse a vivir con la persona a quien ama —replicó ella, y dejó las copas sucias en la cocina—. Supongo que Michael es de ésos. —______ lo miraba sin inmutarse—. Voy a salir a comprarles un regalo. ¿Me acompañas?
—¿Te molestaría mucho ir sola? Fregaré los platos y repasaré el artículo que estoy escribiendo por si este mes tenemos algún problema.
—No pasa nada. Iré yo sola. —Ella cogió el bolso—. No tardaré. —Le dio un beso y se fue.
Ya en la calle, ______ pensó en la extraña conversación que acababa de tener con Joseph. ¿A qué venía eso de decirle que él no pensaba mudarse nunca de aquel piso y que era lo bastante espacioso para una persona? Ella le había ofrecido miles de veces irse a un estudio, o alquilar una habitación en algún sitio, y él siempre se había negado. Si había cambiado de opinión, ¿por qué no se lo decía? Para ella, las últimas semanas habían sido las mejores de toda su vida, pero tal vez para él sólo habían sido una manera entretenida de pasar el tiempo. No, Joseph no era así. Él no había estado pasando el rato con ella; todos aquellos besos, aquellas conversaciones, no se tienen con alguien que no te importa. Lo único que pasaba era que Joseph no estaba acostumbrado a compartir su vida y sus sentimientos con nadie, y tenía miedo de que le hicieran daño. Ella lo había sabido desde el principio, y aun así había decidido arriesgarse a estar con él. Lo mejor que podía hacer era hablar con Joseph de una vez por todas; faltaba menos de un mes para que se acabara su contrato en The Whiteboard, y ella se negaba a creer que su relación fuera a terminar con él.
Llegó el lunes, y ______ y Joseph seguían sin haber hablado del tema. La fiesta en casa de Michael acabó muy tarde, y el domingo se levantaron más tarde de las diez y se quedaron todo el día en casa sin hacer nada. Él pasó casi toda la tarde con el ordenador, fingiendo trabajar, y ella intentó leer el último libro que se había comprado. Era como si los dos hubieran decidido que, de momento, era mejor dejar esa conversación.
______ se alegró de volver al trabajo. Al menos allí, al estar tan ocupada, no pensaba tanto en su relación con Joseph. Se sentó a su escritorio y, al encender el ordenador, se encontró con un e-mail de Steve; en él le pedía si podía mandarle los artículos que les habían robado y las fechas en que se publicaron en The Scope. También le decía que creía haber averiguado algo, y que se lo contaría el miércoles cuando se vieran. A ______ no le fue difícil dar con todos los artículos y respondió al e-mail en seguida. Llegó la hora de comer, y Jack y Amanda fueron a buscarla. Esos almuerzos se habían convertido en uno de los mejores momentos del día, y si al final tenía que irse a Barcelona, ______ iba a echarlos mucho de menos. Fueron a una cafetería que quedaba muy cerca de la revista.
—Dime, Amanda, ¿echas de menos a Sam? —preguntó Jack—. ¿Cuándo regresa de Escocia?
—Esta semana, y no, no le echo de menos. —Amanda se rió—. Bueno, un poco sí. La verdad es que estoy harta de ver a Clive merodeando por aquí.
—¿Clive está aquí? —preguntó ______, preocupada al pensar en lo incómodo que éste hacía sentir a Joseph.
—Sí, llegó el miércoles pasado. Me extraña que no haya ido a husmear por vuestra sección. —Amanda dio un sorbo a su café—. Se pasea por los despachos de arriba como si ya fueran suyos. Me pone los pelos de punta.
—Me pregunto qué demonios estará haciendo. —Jack fue a pagar—. No sé por qué no se queda en Nueva York y nos deja en paz para siempre.
—Ojalá —añadió ______, pensando que quizá por eso Joseph había estado tan raro los últimos días.
—Bueno, por suerte Sam regresa ya esta semana, y entonces nos libraremos de él. —Amanda se levantó—. Tenemos que irnos. No quiero que ese impresentable tenga motivos para reñirme.
—Claro. Vamos.
Los tres salieron del local y empezaron a caminar hacia la revista. Amanda y Jack iban un paso por delante de ______, que para variar iba pensando en sus cosas. No podía quitarse de la cabeza la sensación de que algo no iba bien. Estaba nerviosa por lo del reportaje sobre el padre de Joseph, y cada vez la angustiaba más haberle mentido sobre su encuentro con Steve. Lo mejor sería contárselo todo. ______ no vio que el semáforo estaba rojo, ni tampoco la moto que salió de la esquina. Sólo sintió el golpe y oyó cómo Amanda gritaba. Luego nada.
—Hola, ya estoy aquí —saludó él, y se acercó para darle un beso.
—Hola. Te he echado de menos. —Ella le rodeó el cuello con los brazos—. Me encanta cómo hueles.
—No creo —respondió él sonrojándose—. Estoy todo sudado.
—Ya, por eso. —Ella le recorrió la oreja con la lengua.
—He creado un monstruo —sonrió él—. Suéltame. —Le dio un beso en la nariz y se apartó—. Voy a ducharme y luego prepararé esos espaguetis que tanto te gustan.
Gracias a ______, Joseph se había aficionado a cocinar de vez en cuando, y su especialidad —espaguetis con atún y tomate fresco— era digna del mejor restaurante italiano.
—De acuerdo. Pero no creas que vas a librarte de mí tan fácilmente.
A ______ le encantaba ver cocinar a Joseph. Comparado con ella, era tan meticuloso que parecía que estuviera operando a alguien a vida o muerte en vez de estar cortando unos tomates a dados. Como siempre, la pasta le quedó buenísima, y durante la comida estuvieron hablando de lo que iban a hacer esa noche.
Michael, uno de los mejores amigos de Joseph, los había invitado a una fiesta para celebrar que él y su nueva novia se iban a vivir juntos. Todas sus amistades iban a estar allí, todos excepto Nick, que había tenido que irse a Barcelona pues desde su oficina le habían pedido que se encargara de un proyecto en la Ciudad Condal.
—Tenemos que comprar algo —dijo ______ mientras él empezaba a recoger los platos—. No podemos presentarnos allí con las manos vacías.
—Si tú lo dices. Seguro que sabes mucho más que yo de estas cosas de protocolo.
—No sé, si tú te fueras a vivir con alguien a una casa nueva, ¿no te gustaría que te llevasen un regalo? ¿O algo para la fiesta?
Joseph se dio cuenta de que ése era el momento perfecto para sacar el tema de la partida de ella.
—Bueno, como yo nunca me iré de este piso —respondió sin darse la vuelta—. Aquí estoy muy bien, y hay espacio de sobra para uno. —Era un cobarde, no se atrevió a decir lo que de verdad quería, y prefirió salir por la tangente.
Oyó cómo ______ cogía las copas y se acercaba a él.
—Ya, pero hay gente que es más valiente, y que se atreve a irse a vivir con la persona a quien ama —replicó ella, y dejó las copas sucias en la cocina—. Supongo que Michael es de ésos. —______ lo miraba sin inmutarse—. Voy a salir a comprarles un regalo. ¿Me acompañas?
—¿Te molestaría mucho ir sola? Fregaré los platos y repasaré el artículo que estoy escribiendo por si este mes tenemos algún problema.
—No pasa nada. Iré yo sola. —Ella cogió el bolso—. No tardaré. —Le dio un beso y se fue.
Ya en la calle, ______ pensó en la extraña conversación que acababa de tener con Joseph. ¿A qué venía eso de decirle que él no pensaba mudarse nunca de aquel piso y que era lo bastante espacioso para una persona? Ella le había ofrecido miles de veces irse a un estudio, o alquilar una habitación en algún sitio, y él siempre se había negado. Si había cambiado de opinión, ¿por qué no se lo decía? Para ella, las últimas semanas habían sido las mejores de toda su vida, pero tal vez para él sólo habían sido una manera entretenida de pasar el tiempo. No, Joseph no era así. Él no había estado pasando el rato con ella; todos aquellos besos, aquellas conversaciones, no se tienen con alguien que no te importa. Lo único que pasaba era que Joseph no estaba acostumbrado a compartir su vida y sus sentimientos con nadie, y tenía miedo de que le hicieran daño. Ella lo había sabido desde el principio, y aun así había decidido arriesgarse a estar con él. Lo mejor que podía hacer era hablar con Joseph de una vez por todas; faltaba menos de un mes para que se acabara su contrato en The Whiteboard, y ella se negaba a creer que su relación fuera a terminar con él.
Llegó el lunes, y ______ y Joseph seguían sin haber hablado del tema. La fiesta en casa de Michael acabó muy tarde, y el domingo se levantaron más tarde de las diez y se quedaron todo el día en casa sin hacer nada. Él pasó casi toda la tarde con el ordenador, fingiendo trabajar, y ella intentó leer el último libro que se había comprado. Era como si los dos hubieran decidido que, de momento, era mejor dejar esa conversación.
______ se alegró de volver al trabajo. Al menos allí, al estar tan ocupada, no pensaba tanto en su relación con Joseph. Se sentó a su escritorio y, al encender el ordenador, se encontró con un e-mail de Steve; en él le pedía si podía mandarle los artículos que les habían robado y las fechas en que se publicaron en The Scope. También le decía que creía haber averiguado algo, y que se lo contaría el miércoles cuando se vieran. A ______ no le fue difícil dar con todos los artículos y respondió al e-mail en seguida. Llegó la hora de comer, y Jack y Amanda fueron a buscarla. Esos almuerzos se habían convertido en uno de los mejores momentos del día, y si al final tenía que irse a Barcelona, ______ iba a echarlos mucho de menos. Fueron a una cafetería que quedaba muy cerca de la revista.
—Dime, Amanda, ¿echas de menos a Sam? —preguntó Jack—. ¿Cuándo regresa de Escocia?
—Esta semana, y no, no le echo de menos. —Amanda se rió—. Bueno, un poco sí. La verdad es que estoy harta de ver a Clive merodeando por aquí.
—¿Clive está aquí? —preguntó ______, preocupada al pensar en lo incómodo que éste hacía sentir a Joseph.
—Sí, llegó el miércoles pasado. Me extraña que no haya ido a husmear por vuestra sección. —Amanda dio un sorbo a su café—. Se pasea por los despachos de arriba como si ya fueran suyos. Me pone los pelos de punta.
—Me pregunto qué demonios estará haciendo. —Jack fue a pagar—. No sé por qué no se queda en Nueva York y nos deja en paz para siempre.
—Ojalá —añadió ______, pensando que quizá por eso Joseph había estado tan raro los últimos días.
—Bueno, por suerte Sam regresa ya esta semana, y entonces nos libraremos de él. —Amanda se levantó—. Tenemos que irnos. No quiero que ese impresentable tenga motivos para reñirme.
—Claro. Vamos.
Los tres salieron del local y empezaron a caminar hacia la revista. Amanda y Jack iban un paso por delante de ______, que para variar iba pensando en sus cosas. No podía quitarse de la cabeza la sensación de que algo no iba bien. Estaba nerviosa por lo del reportaje sobre el padre de Joseph, y cada vez la angustiaba más haberle mentido sobre su encuentro con Steve. Lo mejor sería contárselo todo. ______ no vio que el semáforo estaba rojo, ni tampoco la moto que salió de la esquina. Sólo sintió el golpe y oyó cómo Amanda gritaba. Luego nada.
Nani Jonas
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
:o
esa rayis si es distraida!!!
y noo nos eestamos acercando al principio donde empezo la nove no??
van a pensar que fue ella la que robo los articulos y todos la van a tratar mal y joe tambn y va a ser horrible
bueno en fin siguela pronto plis!!
esa rayis si es distraida!!!
y noo nos eestamos acercando al principio donde empezo la nove no??
van a pensar que fue ella la que robo los articulos y todos la van a tratar mal y joe tambn y va a ser horrible
bueno en fin siguela pronto plis!!
Julieta♥
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
awwww que va a pasar??
nani un dia de estos voy a morir, :evil:
porque siempre nos dejas intrigadas
Joseph es un tonto a veces
no lo entiendo en serio
siguela!!!!!11
nani un dia de estos voy a morir, :evil:
porque siempre nos dejas intrigadas
Joseph es un tonto a veces
no lo entiendo en serio
siguela!!!!!11
aranzhitha
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Nani tienees Que seguirla rapido espero
que no le pase nada grave ala rayis
que andava distraida le va dar algo cuando
sentere lo que le paso ala rayis
Siguelaaa :D
que no le pase nada grave ala rayis
que andava distraida le va dar algo cuando
sentere lo que le paso ala rayis
Siguelaaa :D
☎ Jimena Horan ♥
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Capitulo 43
—¡______! —Amanda estaba arrodillada a su lado, junto con un montón de gente. Entre ellos estaba el motorista, que se había quedado pálido del susto y no dejaba de disculparse—. No te muevas.
—¿Qué ha pasado? —preguntó ella aturdida. Estaba tumbada en el suelo, en mitad de la calle. Le dolía la espalda, la cabeza y no podía mover la mano derecha.
—Has cruzado en rojo y sin mirar —respondió Amanda angustiada—; el motorista no ha tenido tiempo de frenar. Por suerte, ha logrado esquivarte en el último momento, pero te ha tirado al suelo. ¿Cómo te encuentras?
—Creo que me he roto la mano derecha —contestó ______—. Y me duelen mucho la cabeza y la espalda.
—Tranquila. Ya viene la ambulancia, y Jack ha salido corriendo a buscar a Joseph. —Amanda le cogía la otra mano—. No te preocupes. Suerte que no era un coche, o una moto más grande, no sé qué habría pasado entonces.
______ cerró los ojos. Ella tampoco lo sabía, y no quería ni imaginárselo. Estaba allí, muerta de miedo, tumbada en medio de una calle de Londres, y en lo único en lo que podía pensar era en que tenía que decirle a Joseph que lo quería.
La ambulancia no tardó en llegar y Amanda subió con ella para acompañarla al hospital. ______ tuvo una extraña sensación de dejà vu; era la segunda vez en menos de un año que iba al hospital. A ver si esta vez tenía más suerte con la enfermera.
Joseph estaba en su despacho, repasando por enésima vez el artículo que había escrito sobre las mafias asiáticas. Sabía que en principio no se iba a publicar, sólo lo había escrito para tener cubiertas las espaldas en caso de que volvieran a robarles material. Pero tenía que estar perfecto. En ese momento entró Clive.
—Vaya, Joseph, veo que estás trabajando —comentó sarcástico.
—Sí, es una lástima que yo no pueda decir lo mismo de ti —respondió Joseph sin apartar la vista de la pantalla.
Clive se rió.
—Siempre me ha gustado tu flema británica, y me encantaría discutir contigo, pero estoy buscando a Amanda. ¿Se puede saber dónde se ha metido? El día que yo me encargue de todo esto, se acabarán los almuerzos de más de una hora.
Joseph ya no escuchó el último comentario. Era muy raro que Amanda se retrasara, ella nunca era impuntual, y menos aún sabiendo que la víbora de Clive estaba en la oficina. Descolgó el teléfono y marcó la extensión de ______. Nada, tampoco contestó. Aquello no le gustaba nada; seguro que había pasado algo. Iba a llamar a Jack cuando éste entró corriendo en su despacho.
—¡Joe! —Jack apartó a Clive de la puerta—. No te asustes, pero ______ ha tenido un accidente.
Al oír la palabra accidente y ______ en la misma frase, Joseph sintió cómo le daba un vuelco el corazón, y se levantó de golpe para ponerse la americana.
—¿Qué ha pasado? —preguntó nervioso, sin importarle que Clive presenciara toda la escena—. ¿Dónde está?
—Se la han llevado al hospital del centro —respondió Jack, y al ver que Joseph palidecía y empezaba a temblar, añadió—: La ha atropellado una moto. Tranquilo, no es muy grave, creo que sólo se ha roto una mano, y Amanda está con ella.
—Tengo que verla. —Joseph sabía que no se tranquilizaría hasta que viera con sus propios ojos que ______ estaba bien. Salió disparado de su despacho sin despedirse y sin apagar el ordenador.
Jack salió tras él y lo acompañó hasta la calle.
—Joseph, tienes que calmarte —le sugirió Jack—. Te juro que no es nada grave.
—Ya me calmaré cuando la vea —respondió el otro ignorando su sugerencia—. ¿Te importa vigilar esto hasta que Amanda regrese?
—Claro que no. Vete tranquilo.
Joseph subió a un taxi, y le dijo al conductor que si llegaba al hospital en menos de cinco minutos le pagaría el doble de lo que marcara el taxímetro.
Mientras Joseph y Jack se despedían, Clive se quedó solo en el despacho de Joseph.
—Joe, no puedo creer que me lo pongas tan fácil —dijo Clive para sí mismo mirando la pantalla del ordenador en la que aún estaba el artículo—. Así no tiene tanta emoción.
Clive hizo una copia con el pen que llevaba en el bolsillo, e incluso tuvo tiempo de mandar el artículo a su e-mail personal antes de que Jack regresara.
Llevaba años buscando el modo de vengarse de Joe, del maravilloso Joseph Jonas y de todos sus principios. Cuando se conocieron en la universidad se hicieron amigos, no íntimos pero sí amigos. Luego, con el paso del tiempo se distanciaron. Clive estudiaba periodismo por tradición familiar y porque así tenía el futuro asegurado, pero estaba más interesado en las fiestas que en aprender nada, mientras que Joseph sólo iba a clase y a la biblioteca. Siempre que coincidían, Clive tenía la sensación de que Joseph quería humillarlo, y la verdad era que Joseph había dejado claro que despreciaba el tipo de vida que él llevaba. El santo de Joseph Jonas. El día que Clive coincidió con Rupert Jonas en una fiesta organizada por una de las revistas de su familia y vio lo borracho que estaba, creyó que Dios le estaba haciendo un regalo. No pudo resistirse a tomar unas fotos del hombre en ese pésimo estado, e incluso charló un rato con él sobre las miserias de su ex esposa. Fue genial. Al fin tenía algo que utilizar contra Joseph, pero decidió guardarse esas fotos para un momento apoteósico; no tenía ningún mérito destrozar la reputación de un borracho, y su hijo aún no era lo bastante importante como para interesarle a nadie.
Cinco años atrás, Joseph descubrió que Clive había estado robando dinero de una de las revistas del grupo de la familia Abbot, y cuando fue a ver a Clive para decirle que iba a contárselo todo a Sam, las fotos fueron lo único que lo salvaron. Por otra parte, contemplar la cara de Joseph al verlas no tuvo precio. Fue uno de los mejores momentos de su vida. Se le desencajó la mandíbula y le brillaron los ojos. Había sido casi como tener un orgasmo. Entonces, Clive le propuso un trato a Joseph, su silencio a cambio de no publicar nunca las fotografías. Primero, Joseph se negó a aceptar, quería los negativos, pero Clive le dijo que no, que eran su seguro para saber que él nunca contaría nada. Al final Joseph aceptó; su padre había muerto, y su reputación, aunque bastante dañada, se había recuperado un poco. Además él mismo no podría soportar volver a revivir todos aquellos comentarios sobre «el problema» de su padre con el alcohol. Así que, tras una acalorada discusión en una fiesta, ambos se pusieron de acuerdo.
Pero lo malo era que a Clive eso no le bastaba. Odiaba que su tío Sam defendiera siempre a Joseph, y no podía soportar que todo el mundo lo halagara como periodista y como editor, mientras que a él nadie se lo tomaba jamás en serio. Por suerte, unos meses atrás se le ocurrió una idea genial; el mejor modo de hundir a Joseph era cerrar The Whiteboard. El robo de los artículos fue más fácil de lo que él pensaba. La revista era una casa de locos, y todo el mundo tenía mucha confianza en los demás, por lo que hacerse con los archivos fue como robarle un caramelo a un niño de dos años. Y como en The Scope trabajaba una editora con la que él había tenido una relación, no le fue difícil convencerla a cambio del incentivo adecuado. Su plan empezaba a ir bien cuando, para variar, san Joseph acudió al rescate con unos artículos alternativos que empezaban a llamar la atención de la crítica. Hacerse con esos artículos estaba siendo muy difícil, nadie sabía de dónde salían, pero ahora el mismísimo Joseph se lo había servido en bandeja de plata. Sí, Dios debía de tener un extraño sentido del humor.
Bueno chicas ahora si ya saben qien se roba los articulos, espero les guste el cap
—¡______! —Amanda estaba arrodillada a su lado, junto con un montón de gente. Entre ellos estaba el motorista, que se había quedado pálido del susto y no dejaba de disculparse—. No te muevas.
—¿Qué ha pasado? —preguntó ella aturdida. Estaba tumbada en el suelo, en mitad de la calle. Le dolía la espalda, la cabeza y no podía mover la mano derecha.
—Has cruzado en rojo y sin mirar —respondió Amanda angustiada—; el motorista no ha tenido tiempo de frenar. Por suerte, ha logrado esquivarte en el último momento, pero te ha tirado al suelo. ¿Cómo te encuentras?
—Creo que me he roto la mano derecha —contestó ______—. Y me duelen mucho la cabeza y la espalda.
—Tranquila. Ya viene la ambulancia, y Jack ha salido corriendo a buscar a Joseph. —Amanda le cogía la otra mano—. No te preocupes. Suerte que no era un coche, o una moto más grande, no sé qué habría pasado entonces.
______ cerró los ojos. Ella tampoco lo sabía, y no quería ni imaginárselo. Estaba allí, muerta de miedo, tumbada en medio de una calle de Londres, y en lo único en lo que podía pensar era en que tenía que decirle a Joseph que lo quería.
La ambulancia no tardó en llegar y Amanda subió con ella para acompañarla al hospital. ______ tuvo una extraña sensación de dejà vu; era la segunda vez en menos de un año que iba al hospital. A ver si esta vez tenía más suerte con la enfermera.
Joseph estaba en su despacho, repasando por enésima vez el artículo que había escrito sobre las mafias asiáticas. Sabía que en principio no se iba a publicar, sólo lo había escrito para tener cubiertas las espaldas en caso de que volvieran a robarles material. Pero tenía que estar perfecto. En ese momento entró Clive.
—Vaya, Joseph, veo que estás trabajando —comentó sarcástico.
—Sí, es una lástima que yo no pueda decir lo mismo de ti —respondió Joseph sin apartar la vista de la pantalla.
Clive se rió.
—Siempre me ha gustado tu flema británica, y me encantaría discutir contigo, pero estoy buscando a Amanda. ¿Se puede saber dónde se ha metido? El día que yo me encargue de todo esto, se acabarán los almuerzos de más de una hora.
Joseph ya no escuchó el último comentario. Era muy raro que Amanda se retrasara, ella nunca era impuntual, y menos aún sabiendo que la víbora de Clive estaba en la oficina. Descolgó el teléfono y marcó la extensión de ______. Nada, tampoco contestó. Aquello no le gustaba nada; seguro que había pasado algo. Iba a llamar a Jack cuando éste entró corriendo en su despacho.
—¡Joe! —Jack apartó a Clive de la puerta—. No te asustes, pero ______ ha tenido un accidente.
Al oír la palabra accidente y ______ en la misma frase, Joseph sintió cómo le daba un vuelco el corazón, y se levantó de golpe para ponerse la americana.
—¿Qué ha pasado? —preguntó nervioso, sin importarle que Clive presenciara toda la escena—. ¿Dónde está?
—Se la han llevado al hospital del centro —respondió Jack, y al ver que Joseph palidecía y empezaba a temblar, añadió—: La ha atropellado una moto. Tranquilo, no es muy grave, creo que sólo se ha roto una mano, y Amanda está con ella.
—Tengo que verla. —Joseph sabía que no se tranquilizaría hasta que viera con sus propios ojos que ______ estaba bien. Salió disparado de su despacho sin despedirse y sin apagar el ordenador.
Jack salió tras él y lo acompañó hasta la calle.
—Joseph, tienes que calmarte —le sugirió Jack—. Te juro que no es nada grave.
—Ya me calmaré cuando la vea —respondió el otro ignorando su sugerencia—. ¿Te importa vigilar esto hasta que Amanda regrese?
—Claro que no. Vete tranquilo.
Joseph subió a un taxi, y le dijo al conductor que si llegaba al hospital en menos de cinco minutos le pagaría el doble de lo que marcara el taxímetro.
Mientras Joseph y Jack se despedían, Clive se quedó solo en el despacho de Joseph.
—Joe, no puedo creer que me lo pongas tan fácil —dijo Clive para sí mismo mirando la pantalla del ordenador en la que aún estaba el artículo—. Así no tiene tanta emoción.
Clive hizo una copia con el pen que llevaba en el bolsillo, e incluso tuvo tiempo de mandar el artículo a su e-mail personal antes de que Jack regresara.
Llevaba años buscando el modo de vengarse de Joe, del maravilloso Joseph Jonas y de todos sus principios. Cuando se conocieron en la universidad se hicieron amigos, no íntimos pero sí amigos. Luego, con el paso del tiempo se distanciaron. Clive estudiaba periodismo por tradición familiar y porque así tenía el futuro asegurado, pero estaba más interesado en las fiestas que en aprender nada, mientras que Joseph sólo iba a clase y a la biblioteca. Siempre que coincidían, Clive tenía la sensación de que Joseph quería humillarlo, y la verdad era que Joseph había dejado claro que despreciaba el tipo de vida que él llevaba. El santo de Joseph Jonas. El día que Clive coincidió con Rupert Jonas en una fiesta organizada por una de las revistas de su familia y vio lo borracho que estaba, creyó que Dios le estaba haciendo un regalo. No pudo resistirse a tomar unas fotos del hombre en ese pésimo estado, e incluso charló un rato con él sobre las miserias de su ex esposa. Fue genial. Al fin tenía algo que utilizar contra Joseph, pero decidió guardarse esas fotos para un momento apoteósico; no tenía ningún mérito destrozar la reputación de un borracho, y su hijo aún no era lo bastante importante como para interesarle a nadie.
Cinco años atrás, Joseph descubrió que Clive había estado robando dinero de una de las revistas del grupo de la familia Abbot, y cuando fue a ver a Clive para decirle que iba a contárselo todo a Sam, las fotos fueron lo único que lo salvaron. Por otra parte, contemplar la cara de Joseph al verlas no tuvo precio. Fue uno de los mejores momentos de su vida. Se le desencajó la mandíbula y le brillaron los ojos. Había sido casi como tener un orgasmo. Entonces, Clive le propuso un trato a Joseph, su silencio a cambio de no publicar nunca las fotografías. Primero, Joseph se negó a aceptar, quería los negativos, pero Clive le dijo que no, que eran su seguro para saber que él nunca contaría nada. Al final Joseph aceptó; su padre había muerto, y su reputación, aunque bastante dañada, se había recuperado un poco. Además él mismo no podría soportar volver a revivir todos aquellos comentarios sobre «el problema» de su padre con el alcohol. Así que, tras una acalorada discusión en una fiesta, ambos se pusieron de acuerdo.
Pero lo malo era que a Clive eso no le bastaba. Odiaba que su tío Sam defendiera siempre a Joseph, y no podía soportar que todo el mundo lo halagara como periodista y como editor, mientras que a él nadie se lo tomaba jamás en serio. Por suerte, unos meses atrás se le ocurrió una idea genial; el mejor modo de hundir a Joseph era cerrar The Whiteboard. El robo de los artículos fue más fácil de lo que él pensaba. La revista era una casa de locos, y todo el mundo tenía mucha confianza en los demás, por lo que hacerse con los archivos fue como robarle un caramelo a un niño de dos años. Y como en The Scope trabajaba una editora con la que él había tenido una relación, no le fue difícil convencerla a cambio del incentivo adecuado. Su plan empezaba a ir bien cuando, para variar, san Joseph acudió al rescate con unos artículos alternativos que empezaban a llamar la atención de la crítica. Hacerse con esos artículos estaba siendo muy difícil, nadie sabía de dónde salían, pero ahora el mismísimo Joseph se lo había servido en bandeja de plata. Sí, Dios debía de tener un extraño sentido del humor.
Bueno chicas ahora si ya saben qien se roba los articulos, espero les guste el cap
Nani Jonas
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
ese clive es un desgraciado..como puede hacerle eso y a su propio tio solo por vengarse de joe es el colmo
en fin pobre rayis...y presiento q esto va a empeorar jumm
siguela pronto plis!!!!
en fin pobre rayis...y presiento q esto va a empeorar jumm
siguela pronto plis!!!!
Julieta♥
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
ahh maldiro Clive hijo de su madre :caliente:
es un desgraciado
estoy segura que pensaran
que es la rayiz la que roba pero no es cierto
awwww siguela!!!!!!!
es un desgraciado
estoy segura que pensaran
que es la rayiz la que roba pero no es cierto
awwww siguela!!!!!!!
aranzhitha
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
agggg detesto a ese tipo
que rayos se creee para hacerle eso a Joe
aggggg!!! es es...... (respiro)
ahhh plis siguela ya necesitomas caps pliiis!!
que rayos se creee para hacerle eso a Joe
aggggg!!! es es...... (respiro)
ahhh plis siguela ya necesitomas caps pliiis!!
Karli Jonas
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Capitulo 44
Joe llegó al hospital y se encontró a Amanda en la sala de espera.
—Amanda, ¿dónde está ______?
—Le están enyesando la mano y poniendo unos puntos en la ceja. No creo que tarden.
—¿De verdad está bien? —preguntó nervioso.
—Sí, de verdad. Tiene la muñeca rota, y un fuerte golpe en la espalda y la cabeza. El corte en la ceja no es muy grave. —Al ver que él no se tranquilizaba, añadió—: Tendrá que estar un par de días en casa, pero ya verás como se pondrá bien.
—¿Seguro? —Él no reconocía su propia voz.
—Seguro —respondió ella cogiéndole la mano.
En ese momento, apareció un doctor.
—¿Son ustedes familiares de la señorita ______ Martí? —preguntó serio.
—Yo soy su novio. —Era la primera vez que reconocía en público que él y ______ eran mucho más que amigos, y si Amanda se sorprendió lo disimuló a la perfección.
—La señorita Martí está bien. No se preocupe. Tiene una muñeca rota y un fuerte golpe en la espalda y en la cabeza, pero con unos días de reposo estará como nueva. Asegúrese de que se tome estos medicamentos, y en un par de semanas vuelvan para que le quitemos los puntos. —El médico le entregó una receta y se fue.
Pasados unos segundos, apareció una enfermera empujando una silla de ruedas con ______ sentada en ella. Parecía asustada, y tenía los ojos hinchados de haber llorado. Él corrió a su lado.
—______. —Se agachó y la besó con suavidad—. ¿Estás bien?
—Sí —respondió ella intentando controlar el temblor del labio inferior—. Lo siento. Iba despistada. Ya sabes, típico de mí. —Cogió la mano de él.
—Sí, ya sé que sueles soñar despierta. —Él se frotó la cara con la mano libre—. Dios, ______, casi me muero del susto. —Se volvió a agachar para darle otro beso—. Si te hubiera pasado algo, yo... —No pudo continuar y volvió a besarla.
—Creo que puedo levantarme —susurró ______—. Deberías llevarme a casa. Me tumbaré en el sofá y esperaré a que regreses de la revista. —______ daba por hecho que él la dejaría en casa y regresaría al trabajo.
—Claro, pero me quedaré contigo. Hoy no pienso volver, seguro que pueden apañárselas sin mí. —Al ver que ella se sonrojaba, añadió—. Tú me cuidaste cuando estuve enfermo, ya va siendo hora de que te devuelva el favor.
Amanda se despidió de los dos y, tras prometerle a Joe que lo llamaría si pasaba algo grave, regresó a la oficina para salvar a Jack de las garras de Clive. En todo el camino no pudo dejar de pensar en lo contenta que estaba de que Joe hubiera reconocido por fin que estaba enamorado de ______.
Aqi les dejo otro cap chicas espero les guste
Joe llegó al hospital y se encontró a Amanda en la sala de espera.
—Amanda, ¿dónde está ______?
—Le están enyesando la mano y poniendo unos puntos en la ceja. No creo que tarden.
—¿De verdad está bien? —preguntó nervioso.
—Sí, de verdad. Tiene la muñeca rota, y un fuerte golpe en la espalda y la cabeza. El corte en la ceja no es muy grave. —Al ver que él no se tranquilizaba, añadió—: Tendrá que estar un par de días en casa, pero ya verás como se pondrá bien.
—¿Seguro? —Él no reconocía su propia voz.
—Seguro —respondió ella cogiéndole la mano.
En ese momento, apareció un doctor.
—¿Son ustedes familiares de la señorita ______ Martí? —preguntó serio.
—Yo soy su novio. —Era la primera vez que reconocía en público que él y ______ eran mucho más que amigos, y si Amanda se sorprendió lo disimuló a la perfección.
—La señorita Martí está bien. No se preocupe. Tiene una muñeca rota y un fuerte golpe en la espalda y en la cabeza, pero con unos días de reposo estará como nueva. Asegúrese de que se tome estos medicamentos, y en un par de semanas vuelvan para que le quitemos los puntos. —El médico le entregó una receta y se fue.
Pasados unos segundos, apareció una enfermera empujando una silla de ruedas con ______ sentada en ella. Parecía asustada, y tenía los ojos hinchados de haber llorado. Él corrió a su lado.
—______. —Se agachó y la besó con suavidad—. ¿Estás bien?
—Sí —respondió ella intentando controlar el temblor del labio inferior—. Lo siento. Iba despistada. Ya sabes, típico de mí. —Cogió la mano de él.
—Sí, ya sé que sueles soñar despierta. —Él se frotó la cara con la mano libre—. Dios, ______, casi me muero del susto. —Se volvió a agachar para darle otro beso—. Si te hubiera pasado algo, yo... —No pudo continuar y volvió a besarla.
—Creo que puedo levantarme —susurró ______—. Deberías llevarme a casa. Me tumbaré en el sofá y esperaré a que regreses de la revista. —______ daba por hecho que él la dejaría en casa y regresaría al trabajo.
—Claro, pero me quedaré contigo. Hoy no pienso volver, seguro que pueden apañárselas sin mí. —Al ver que ella se sonrojaba, añadió—. Tú me cuidaste cuando estuve enfermo, ya va siendo hora de que te devuelva el favor.
Amanda se despidió de los dos y, tras prometerle a Joe que lo llamaría si pasaba algo grave, regresó a la oficina para salvar a Jack de las garras de Clive. En todo el camino no pudo dejar de pensar en lo contenta que estaba de que Joe hubiera reconocido por fin que estaba enamorado de ______.
Aqi les dejo otro cap chicas espero les guste
Nani Jonas
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
awwww me encanto
Cuando dijo Y o soy su novio awww :arre: mori
Pero el capi es muy chiquito :(
sube mas
Cuando dijo Y o soy su novio awww :arre: mori
Pero el capi es muy chiquito :(
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aranzhitha
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
aranzhitha escribió:awwww me encanto
Cuando dijo Y o soy su novio awww mori
Pero el capi es muy chiquito :(
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jajaja ok subire tres caps mas
Nani Jonas
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Capitulo 45
Joe instaló a ______ en el sofá y, a pesar de que ella insistió en que estaba bien, él no le dejó mover ni un dedo. Se fue a la cocina y le preparó un té. Su abuela lo había convencido de que el té servía para casi todo, así que seguro que tomárselo la reconfortaría. Cuando estuvo listo, se sentó a su lado y le sirvió una taza.
—______, cariño. Cuéntame qué ha pasado —le pidió mientras le acariciaba el pelo.
Ella cerró los ojos un instante.
—Me has llamado cariño.
Él le acarició la mejilla con ternura y ella apoyó la cara en su mano.
—Sí, ¿te gusta? —Él seguía acariciándola.
—Me gusta. Pero creo que prefiero que me llames princesa.
Joe sonrió al acordarse de que, cuando hacían el amor, solía llamarla de ese modo.
—Bueno, ¿vas a contarme cómo has dejado que te atropellara una moto, princesa? —Se apartó de ella y la miró serio—. Cuando Jack ha entrado en mi despacho y me ha dicho que habías tenido un accidente, casi me muero. —Sólo de pensar otra vez en ese instante, volvió a sentir la misma horrible sensación, y para asegurarse de que ella estaba bien y entre sus brazos, le dio un beso. Ese beso fue convirtiéndose en algo más, hasta que, sin querer, la abrazó demasiado fuerte y ______ gimió de dolor.
—Lo siento. —Joe se apartó de ella de golpe—. No sé en qué estaba pensando. ¿Te he hecho daño?
—Si me das otro beso, te perdono.
Él la besó con dulzura.
—¿A esto le llamas beso? —preguntó ella recostada en el sofá.
—______, te han atropellado, llevas una muñeca escayolada, cuatro puntos en la ceja y tienes la espalda amoratada, no creo que soportar a un animal en celo sea lo que más te convenga.
—Tú siempre me convienes. Ven aquí y dame un beso de verdad. —Ella le rodeó el cuello con el brazo que no tenía herido.
—Está bien, pero sólo porque no sé decirte que no.
Joe se acercó a ella y la besó. Primero le cubrió los labios con los suyos, despacio, y luego, poco a poco, fue besándola con más fuerza. Le cogió la cara con las manos y saboreó el interior de su boca como si quisiera fundirse con ella. Cuando se separó, ______ lo miró a los ojos.
—Joe, te amo. —Ella sintió cómo a él le temblaban las manos—. Ya sé que aún tenemos muchas cosas de que hablar, pero quiero que sepas que te amo. —Y lo besó antes de que él pudiera reaccionar.
Joe no sabía qué hacer. ______ lo quería. El único amor que él había tenido en su vida era el de su abuela, porque Nana solía decirle que su padre también lo quería, pero él nunca se lo había creído. Ninguna mujer lo había querido jamás, y tenía que reconocer que era una sensación maravillosa.
—______, yo... —Se apartó un poco—. Yo... —Le dio otro beso—. Yo no sé qué decir.
Ella vio que estaba nervioso.
—Tranquilo. —Le acarició el pelo—. Lo entiendo.
—No. —Joe esbozó una sonrisa—. No creo que lo entiendas. —Cerró los ojos un instante y, cuando los abrió, había en ellos un brillo especial—. Yo nunca había sentido por nadie lo que siento por ti. Contigo yo soy feliz.
Ella sabía que para él eso significaba mucho, y le dio un nuevo beso.
—Creo que las pastillas están haciendo efecto. —______ se esforzaba por mantener los ojos abiertos—. Debería acostarme.
Joe la ayudó a levantarse y la acompañó a la habitación. Se quedó con ella hasta que se durmió, y luego fue incapaz de irse de allí. Se tumbó a su lado y la abrazó. ______ le quería, por increíble e imposible que pareciera, ______ le quería. Y aunque el accidente de moto había sido una tontería, había servido para que Joe viera con total claridad que no podía vivir sin ella. Decidió que había llegado el momento de arriesgarse. ______ le quería, y se merecía que también él le confesara que estaba loco por ella, que no iba a dejarla marchar y que la quería con toda su alma. Cuando se recuperara, la llevaría a pasar unos días a Bath. Sabía que era un sitio que le gustaba mucho, y allí se lo diría. ¿Quién habría dicho que en el fondo era un romántico?
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Joe instaló a ______ en el sofá y, a pesar de que ella insistió en que estaba bien, él no le dejó mover ni un dedo. Se fue a la cocina y le preparó un té. Su abuela lo había convencido de que el té servía para casi todo, así que seguro que tomárselo la reconfortaría. Cuando estuvo listo, se sentó a su lado y le sirvió una taza.
—______, cariño. Cuéntame qué ha pasado —le pidió mientras le acariciaba el pelo.
Ella cerró los ojos un instante.
—Me has llamado cariño.
Él le acarició la mejilla con ternura y ella apoyó la cara en su mano.
—Sí, ¿te gusta? —Él seguía acariciándola.
—Me gusta. Pero creo que prefiero que me llames princesa.
Joe sonrió al acordarse de que, cuando hacían el amor, solía llamarla de ese modo.
—Bueno, ¿vas a contarme cómo has dejado que te atropellara una moto, princesa? —Se apartó de ella y la miró serio—. Cuando Jack ha entrado en mi despacho y me ha dicho que habías tenido un accidente, casi me muero. —Sólo de pensar otra vez en ese instante, volvió a sentir la misma horrible sensación, y para asegurarse de que ella estaba bien y entre sus brazos, le dio un beso. Ese beso fue convirtiéndose en algo más, hasta que, sin querer, la abrazó demasiado fuerte y ______ gimió de dolor.
—Lo siento. —Joe se apartó de ella de golpe—. No sé en qué estaba pensando. ¿Te he hecho daño?
—Si me das otro beso, te perdono.
Él la besó con dulzura.
—¿A esto le llamas beso? —preguntó ella recostada en el sofá.
—______, te han atropellado, llevas una muñeca escayolada, cuatro puntos en la ceja y tienes la espalda amoratada, no creo que soportar a un animal en celo sea lo que más te convenga.
—Tú siempre me convienes. Ven aquí y dame un beso de verdad. —Ella le rodeó el cuello con el brazo que no tenía herido.
—Está bien, pero sólo porque no sé decirte que no.
Joe se acercó a ella y la besó. Primero le cubrió los labios con los suyos, despacio, y luego, poco a poco, fue besándola con más fuerza. Le cogió la cara con las manos y saboreó el interior de su boca como si quisiera fundirse con ella. Cuando se separó, ______ lo miró a los ojos.
—Joe, te amo. —Ella sintió cómo a él le temblaban las manos—. Ya sé que aún tenemos muchas cosas de que hablar, pero quiero que sepas que te amo. —Y lo besó antes de que él pudiera reaccionar.
Joe no sabía qué hacer. ______ lo quería. El único amor que él había tenido en su vida era el de su abuela, porque Nana solía decirle que su padre también lo quería, pero él nunca se lo había creído. Ninguna mujer lo había querido jamás, y tenía que reconocer que era una sensación maravillosa.
—______, yo... —Se apartó un poco—. Yo... —Le dio otro beso—. Yo no sé qué decir.
Ella vio que estaba nervioso.
—Tranquilo. —Le acarició el pelo—. Lo entiendo.
—No. —Joe esbozó una sonrisa—. No creo que lo entiendas. —Cerró los ojos un instante y, cuando los abrió, había en ellos un brillo especial—. Yo nunca había sentido por nadie lo que siento por ti. Contigo yo soy feliz.
Ella sabía que para él eso significaba mucho, y le dio un nuevo beso.
—Creo que las pastillas están haciendo efecto. —______ se esforzaba por mantener los ojos abiertos—. Debería acostarme.
Joe la ayudó a levantarse y la acompañó a la habitación. Se quedó con ella hasta que se durmió, y luego fue incapaz de irse de allí. Se tumbó a su lado y la abrazó. ______ le quería, por increíble e imposible que pareciera, ______ le quería. Y aunque el accidente de moto había sido una tontería, había servido para que Joe viera con total claridad que no podía vivir sin ella. Decidió que había llegado el momento de arriesgarse. ______ le quería, y se merecía que también él le confesara que estaba loco por ella, que no iba a dejarla marchar y que la quería con toda su alma. Cuando se recuperara, la llevaría a pasar unos días a Bath. Sabía que era un sitio que le gustaba mucho, y allí se lo diría. ¿Quién habría dicho que en el fondo era un romántico?
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Nani Jonas
Re: "Nadie Como Tu" - Joe y tu Terminada
Capítulo 46
A la mañana siguiente, ______ se encontraba mucho peor. El médico ya le había advertido que le dolería todo el cuerpo, pero ella creyó que exageraba. Por desgracia, tenía razón. Joe se fue a trabajar, pero antes de salir de casa le hizo jurar que lo llamaría si necesitaba algo, cualquier cosa. Le dejó el teléfono al lado y a lo largo de toda la mañana la llamó unas cincuenta veces. Joe estaba tan poco concentrado en la revista, que por la tarde se rindió y se fue a casa con ______.
—Desde aquí puedo trabajar igual de bien —contestó cuando ella le preguntó por qué había vuelto tan pronto—. Además, así te hago compañía.
A medida que pasaban las horas, ______ se encontraba cada vez mejor, y por la noche incluso fue capaz de sentarse a cenar con Joe.
—Ha llamado Nana. Primero no iba a contarle lo del accidente —confesó Joe—, ya sabes que se preocupa mucho por ti, pero no he podido aguantarme. Por tu culpa me estoy ablandando.
Joe sonrió, y ______ se dio cuenta de lo mucho que le gustaba verlo tan relajado.
—¿Y qué te ha dicho Nana, señor tío duro?
—Ya te lo puedes imaginar. Primero me ha reñido por no haberla llamado inmediatamente, y luego me ha dicho que como mañana es miércoles y ella ya tenía previsto venir a Londres, llegará un poco antes para poder pasar un rato contigo. Me pregunto que tendrá que hacer Nana en Londres.
Claro, ______ se acordó entonces de que Nana tenía que darle las fotografías de Rupert para que se las entregase a Steve. Casi se le había olvidado.
—______, ¿te encuentras bien? Estás pálida. —Joe le pasó la mano por la frente.
—Sí, sólo estoy cansada —respondió ella un poco ausente—. Si mañana viene Nana podrás ir a trabajar.
—¿Tan mal lo hago como enfermero que ya quieres librarte de mí?
—No, no seas tonto. Es que me siento culpable de que estés aquí todo el día conmigo mientras la lagartija de Clive anda por allí sin Sam.
Joe se pasó las manos por el pelo y respondió:
—La verdad es que tienes razón. Mañana, cuando venga Nana, iré a la revista. Pero con una condición.
—La que quieras —respondió ______. Si él no estaba, podría incluso llamar a Steve para que pasara a recoger las fotografías y le contara lo que había descubierto.
—Quiero que ahora mismo te vayas a la cama y descanses. —Él se levantó y le dio un beso—. ¿De acuerdo?
—Está bien. Pero que conste que la próxima vez que quieras que me pase dos días en la cama, tú tienes que quedarte conmigo.
—Princesa, cuando te recuperes, estaré encantado de hacerlo.
______ se fue a dormir, y cuando se despertó, Nana estaba ya sentada junto a su cama, mirándola preocupada.
—______, tienes que cuidarte.
—¿Y Joe? —preguntó ______ medio dormida.
—Se ha ido, pero antes me ha hecho jurar que lo llamaría si te pasaba cualquier cosa. —Nana sonrió—. Tengo que decirte que lamento mucho lo que te ha ocurrido, pero me encanta ver cómo mi nieto pierde la cabeza por ti.
______ se sonrojó.
—Tengo que ducharme y ponerme algo más digno que este pijama de patitos.
—Mientras lo haces, yo te prepararé el desayuno —dijo Nana saliendo de la habitación.
Tardó un poco más de lo habitual en ducharse. Hacerlo todo con una sola mano no era tan fácil como se había imaginado, pero se las apañó bastante bien. Cuando entró en la cocina, vestida con unos vaqueros y una sencilla camiseta rosa, Nana ya la estaba esperando con unas tostadas recién hechas y té para dos.
—Qué bien huele.
—Gracias —respondió Nana—. Siéntate y cuéntame todo lo que ha pasado desde la última vez que nos vimos.
______ obedeció, y las dos empezaron a hablar.
—¿Has traído las fotografías que te pedí? —preguntó ______.
—Sí, ahora te las enseño. —Cogió el bolso y sacó un sobre lleno de fotografías de Joe con su padre—. He traído muchas para que podamos escoger
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A la mañana siguiente, ______ se encontraba mucho peor. El médico ya le había advertido que le dolería todo el cuerpo, pero ella creyó que exageraba. Por desgracia, tenía razón. Joe se fue a trabajar, pero antes de salir de casa le hizo jurar que lo llamaría si necesitaba algo, cualquier cosa. Le dejó el teléfono al lado y a lo largo de toda la mañana la llamó unas cincuenta veces. Joe estaba tan poco concentrado en la revista, que por la tarde se rindió y se fue a casa con ______.
—Desde aquí puedo trabajar igual de bien —contestó cuando ella le preguntó por qué había vuelto tan pronto—. Además, así te hago compañía.
A medida que pasaban las horas, ______ se encontraba cada vez mejor, y por la noche incluso fue capaz de sentarse a cenar con Joe.
—Ha llamado Nana. Primero no iba a contarle lo del accidente —confesó Joe—, ya sabes que se preocupa mucho por ti, pero no he podido aguantarme. Por tu culpa me estoy ablandando.
Joe sonrió, y ______ se dio cuenta de lo mucho que le gustaba verlo tan relajado.
—¿Y qué te ha dicho Nana, señor tío duro?
—Ya te lo puedes imaginar. Primero me ha reñido por no haberla llamado inmediatamente, y luego me ha dicho que como mañana es miércoles y ella ya tenía previsto venir a Londres, llegará un poco antes para poder pasar un rato contigo. Me pregunto que tendrá que hacer Nana en Londres.
Claro, ______ se acordó entonces de que Nana tenía que darle las fotografías de Rupert para que se las entregase a Steve. Casi se le había olvidado.
—______, ¿te encuentras bien? Estás pálida. —Joe le pasó la mano por la frente.
—Sí, sólo estoy cansada —respondió ella un poco ausente—. Si mañana viene Nana podrás ir a trabajar.
—¿Tan mal lo hago como enfermero que ya quieres librarte de mí?
—No, no seas tonto. Es que me siento culpable de que estés aquí todo el día conmigo mientras la lagartija de Clive anda por allí sin Sam.
Joe se pasó las manos por el pelo y respondió:
—La verdad es que tienes razón. Mañana, cuando venga Nana, iré a la revista. Pero con una condición.
—La que quieras —respondió ______. Si él no estaba, podría incluso llamar a Steve para que pasara a recoger las fotografías y le contara lo que había descubierto.
—Quiero que ahora mismo te vayas a la cama y descanses. —Él se levantó y le dio un beso—. ¿De acuerdo?
—Está bien. Pero que conste que la próxima vez que quieras que me pase dos días en la cama, tú tienes que quedarte conmigo.
—Princesa, cuando te recuperes, estaré encantado de hacerlo.
______ se fue a dormir, y cuando se despertó, Nana estaba ya sentada junto a su cama, mirándola preocupada.
—______, tienes que cuidarte.
—¿Y Joe? —preguntó ______ medio dormida.
—Se ha ido, pero antes me ha hecho jurar que lo llamaría si te pasaba cualquier cosa. —Nana sonrió—. Tengo que decirte que lamento mucho lo que te ha ocurrido, pero me encanta ver cómo mi nieto pierde la cabeza por ti.
______ se sonrojó.
—Tengo que ducharme y ponerme algo más digno que este pijama de patitos.
—Mientras lo haces, yo te prepararé el desayuno —dijo Nana saliendo de la habitación.
Tardó un poco más de lo habitual en ducharse. Hacerlo todo con una sola mano no era tan fácil como se había imaginado, pero se las apañó bastante bien. Cuando entró en la cocina, vestida con unos vaqueros y una sencilla camiseta rosa, Nana ya la estaba esperando con unas tostadas recién hechas y té para dos.
—Qué bien huele.
—Gracias —respondió Nana—. Siéntate y cuéntame todo lo que ha pasado desde la última vez que nos vimos.
______ obedeció, y las dos empezaron a hablar.
—¿Has traído las fotografías que te pedí? —preguntó ______.
—Sí, ahora te las enseño. —Cogió el bolso y sacó un sobre lleno de fotografías de Joe con su padre—. He traído muchas para que podamos escoger
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Nani Jonas
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